Once upon a time (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

Querer o no querer, ese es el dilema...

Me despertó el olor a canela. Era un aroma tibio y dulce que me rodeaba por completo pero sin llegar a ser sofocante. Cuando abrí los ojos creí poder ver el hilillo de humo blanco de la canela, pero sólo fue mi imaginación. Alguien cantaba, posiblemente en otro odioma porque no entendía nada, pero era una melodía suave y alegre.

La voz de Niall era como la de un ángel. Era una buena forma de levantarse por la mañana. Me senté en la cama y me desperecé, estirando los brazos y bostezando. Sonreí al ver las cajas de tintura sobre la cómoda de ropa, hoy volvería a tener el cabello rosa a pedido de Harry.


Estaba feliz, llena, sin ninguna cosa en la mente que no fuera la voz de Niall y las ansias de comer avena con canela. Hasta que otra voz quebró ese estado. Fue como una piedra estrellándose contra un liso cristal.

—¿Crees que ya habrá despertado? —inquirió Louis. Incluso media dormida podía reconocer su voz. Fue como si un globo en mi pecho que lo llenaba todo se fuera desinflando con lentitud, liberando el aire en forma de mal humor y dolor de cabeza.

La puerta se abrió de golpe y la mirada azul de Louis me heló la sangre. Vestía casual, con el cabello despeinado y la sonrisa quedada, era como verlo en mi casa para vacaciones de Navidad, molestando a mis hermanos e intentando hacerme una broma. Algo dolió en mi garganta, como una punzada latente, pero me dije que debía estar enfermándome.

—Buenos días, Lila —me saludó con una sonrisa de oreja a oreja. Le sonreí por inercia, sólo porque la suya provocaba eso en mí, aunque hubiese querido gritarle que tocara antes de entrar—. El desayuno está listo.

Cruzó el umbral y se acercó a mi cama, con cuidado se sentó en ésta y buscó mi mano, pero las escondí debajo de las sábanas. Aunque eso no le borró la sonrisa del rostro.

—¿Avena con canela? —le pregunté.

—Tu favorita —respondió. Era extraño tenerlo aquí, ya no éramos unos chicos que se reían del cuidador del internado por no atraparlos mientras huían de él. Ya éramos adultos, o casi, y que se comportara de la misma forma que antes no sólo me dañaba, sino que me hacía feliz y me confundía de sobremanera.

—¿No dirás “Buenos días”? —preguntó de pronto y vi cómo peligrosamente su rostro acortaba la distancia con el mío. Con la respiración entrecortada, dejé que me besara como antes, con cariño al principio y desesperación y hambre al final.

—¡Louis, ¿la estás despertando o sacándole fotos?! —Niall entró a mi cuarto y nos vio en medio del beso, nos separamos de inmediato, cada uno más avergonzado que el otro—. Y yo que creía que con avena y tostadas bastaba —refunfuñó.

Empujé a Louis a un lado y le dediqué una sonrisa cómplice. Con cuidado me coloqué de pie e ignoré las quejas de ambos para ir al baño, que reclamaran lo que quisieran, tenía que darme una buena ducha antes de ponerme en acción.

Di el agua caliente y me tomé mi tiempo para asearme, me lavé todo menos el cabello, ya lo haría por la tarde cuando lo tiñera. Al salir, el olor a canela ya había desaparecido y había sido cambiado por productos de limpieza. Me vestí lo más cómoda posible, no tenía pensado salir a ningún lado, así que dejé mi cabello estilando mojara mi espalda junto con mi camiseta. Aún era raro pensar en Louis, por no mencionar la rabia que crecía en mi interior de vez en cuando, pero no tanto como mirarlo y besarlo fingiendo que no había sucedido nada. Me atormentaban las posibles cosas que podrían suceder por su culpa y su insistencia en volver conmigo. No podía ignorar el hecho de que su madre me odiaba y que Liam tal vez estuviera planeando una absurda e increíble venganza, era difícil no ponerse a pensar en esas cosas cuando podía ver a Liam rondar por los pasillos del edificio y con Louis metido en mi cama por las mañanas. Tampoco podía olvidar que antes me repugnaba Maggie y que ahora era una heroína, la verdad es que en la única persona que podía confiar eran Niall, sin importar que haya mentido en el pasado, fue el único que estuvo conmigo después de la expulsión, y en parte porque lo arrastré a mi lado, de lo contrario le hubiera dejado de dirigir la palabra desde hace años, y eso él lo sabía y lo tenía muy claro.

Fui hasta la cocina y me encontré con Niall limpiando su taza en la que seguro desayunó. En el mesón había un plato de avena, con tostadas y una taza de café. Sonreí con fatiga y me senté frente a la mesa.

—Buenos días, Niall —le dije en un tono cantarín. Él carraspeó, aparentando mal humor, pero sabía que estaba riendo a pesar de estar dándome la espalda—. ¿Qué le has mandado a hacer hoy?

—Limpiar los baños, así que esconde cualquier cosa sospechosa —me aconsejó. Reí y me encogí de hombros, negando ligeramente con la cabeza.

—Nah, ya pasamos por esto —le dije recordando los meses que dormimos en la misma habitación del internado.

Cuando llevaba la mitad del plato de avena, oímos a Louis gritar seguido de un estruendo de cosas chocando contra el suelo. Corrimos a ver qué sucedía y nos encontramos con un Louis empapado dentro de la tina y con la cortina caída.

—Lo siento, fue mi culpa —se disculpó. Niall y yo nos miramos y no pudimos soportar la risa, nuestras carcajadas se escucharían hasta Escocia. Niall le ayudó a levantarse u dijo que le prestaría ropa de cambio. Sé que aún no se llevaban ni la pizca de bien que en el pasado –lo que lo reducía a nada-, pero Niall era amable. Cuando fue a su habitación a buscar algo de la talla de Louis, éste me moró con nerviosismo.

—Lo siento —repitió con una tímida sonrisa, aunque su mirada me decía que tenía miedo.

—Fue un accidente, uno torpe, per accidente al fin y al cabo —le consolé para que supiera que no era el único que alguna vez se hubiese resbalado. Sin embargo, suspiró, y esa reacción me dio a entender que no se estaba disculpado por lo haber desordenado el baño.

Por primera vez, sus gélidos ojos azules tenían algo nuevo: Humildad y arrepentimiento. Fue absorbente y muy cálida, así que levanté mi mano y acaricié su mejilla con una ternura que creía perdida hace años.

—¿En serio crees poder olvidar lo que te hice? —me preguntó sin apartar su rostro de mi mano. Su voz estaba despedazada, y eso hizo que mi corazón se encogiera.

—Olvidar no, pero créeme cuando te digo que quiero perdonarte, sólo que no sé cómo —admití.

Era confuso, pero a veces sentía que perdía mi orgullo por volver a hablarle y tener la intención de perdonarlo. Después me decía que todos merecíamos una segunda oportunidad y que al parecer, Louis estaba hasta dispuesto a hacer de sirviente para recompensar a Niall y a mí. Pero eso no bastaba para recuperar dos años. Y me confundía demasiado, no sabía qué hacer, qué era bueno y qué era lo malo. Qué era lo que me convenía y lo que me haría sufrir, porque estaba claro que volver con Louis era un sueño, pero corría el riesgo de que todo se volviera a repetir.

—Espero que te quede esta… —dijo Niall entrando al baño e interrumpiéndonos otra vez. Para ser una mañana de un día sábado, no era tan aburrida como esperaba.

Louis terminó de limpiar el baño y se cambió de ropa por la seca de Niall. Él le obligó a cambiarse en su cuarto, argumentando que no quería que se paseara por ahí semi desnudo conmigo en la casa, que nunca antes se había visto que un “plebeyo” hiciera eso frente a los señores. No pude evitar reírme cuando Niall le dijo eso a Louis, éste había abierto la boca algo escéptico pero no objetó nada. Aún recordaba que él solía llamarme plebeya, y que le había contado esa historia infinitas veces a Niall.

Sin embargo, hacia el medio día y con la mitad de la casa más limpia que en los dos años en que Niall y yo intentamos tenerla decente, alguien llamó a mi amigo.

—¿Ahora? Pero es que…. —murmuraba con una mano cubriendo su boca y el teléfono—. Sí, ya sé. Vale, voy para allá —y cortó.

—¿Quién era, Niall? —le pregunté con interés. Louis seguía sacudiendo los sillones y quitándoles el polvo con un pañuelo que le obligué a amarrarse a al cabeza.

—David, el dueño del local en que toco. Dice que hay alguien que quiere escucharme, así que necesito ir ahora, dijo que era una oportunidad única —antes de que terminara me puse a chillar como loca. ¡Un productor! En estos dos años, Niall había estado trabajando en un local, sirviendo mesas por le día y tocando por las noches para ganar dinero extra. Lo hacía muy bien y su voz era indescriptible.

—¿Y qué esperas, idiota? —le dije cuando terminé de gritar—. Ve a vestirte y sales corriendo hacia allá, si es necesario, vuelas.

—Vale, ma —bromeó y se fue a cambiar. Louis no dijo nada en todo lo que Niall se vistió decente, es más, parecía no querer hacer ningún comentario al respecto. Sólo esperaba que él no estuviera detrás de esto, porque sabía que de ser así lo mataba.

—¿Cómo me veo? —preguntó Niall cinco minutos después, con una camiseta blanca y unos jeans negros.

—Normal —le regañé.

—Ya, pero se supone que tengo que mostrarme cómo soy, ¿no? ¿O quieres que vaya con lentejuelas y plumas?

—Vale, entendí, ahora vete, corre duende.

Se colgó la guitarra al hombro y salió de casa emocionado, incluso más que yo, aunque lo disimulaba muy bien. Cuando cerré la puerta tras de él, me encontré con Louis mirándome con atención desde el sofá. Estaba sentado sobre éste como si estuviera descansando.

—Muévete, esclavo, que no te pago para que no estés haciendo nada —le espeté.

—No me pagas.

—Porque no haces nada —sin importar que lo estuviera regañando, me senté a su lado. Creí que se formaría un silencio incómodo, ya que en las dos semanas que comenzó su escarmiento y sus servicios como “plebeyo” en este departamento, Niall jamás nos había dejado más de diez minutos solos. Y ahora no sabíamos hasta cuando lo estaríamos.

De repente, volvió a buscar mis manos, y esta vez no tenía dónde esconderlas, por lo que no me quedó de otra que dársela. Recostó la cabeza en el respaldo del sofá, con los ojos cerrados y el rostro muy sereno.

—Te amo, Lila.

Y fue una bomba sobre mis oídos. ¿Había escuchado bien? ¿Era un efecto del silencio amortiguador que se había instalado en la casa cuando Niall se fue? ¿O seguía dormida?

—¿Ah? —fue lo único que logró salir de mi garganta. Louis levantó la cabeza, con los ojos abiertos y expectantes.

—Te amo.

Y ahí estaban esas palabras otra vez. Me agujeraban el pecho, taladraban a mis oídos, y lo peor de todo, me hacían golpearme mentalmente, porque sabía que no era capaz de responderle con lo mismo. Ya bastante orgullo había perdido con tratar de perdonarlo y hacer como que comenzábamos de cero, pero admitir algo que me había negado desde el momento en que me di cuenta que estaba enamorada de él… era mucho para mí, y la verdad es que no sabría lidiar con eso una vez que le dijera que también lo hacia.

Incluso, ya no estaba tan segura de eso. A veces las heridas te cegaban, y la que tenía era una muy grande y cicatrizada que me cubría los ojos con una venda.

—Ya —me limite a responder. Vi un atisbo de sonrisa en el rostro de Louis, pero al final no lo hizo y apoyó su cabeza en mi hombro, aprovechando que me encontraba debatiendo conmigo misma.

—No te preocupes, no esperaba más —dijo en un susurro. Me aferré aún más a su mano, quería demostrarle que sí lo quería a pesar de todo, pero que mi orgullo era más grande—. Lila, ¿te puedo hacer una pregunta? Sé que es algo desvergonzada, pero no puedo morir con la duda.

Me alegró que decidiera cambiar de tema, así que acepté encantada que preguntara lo que quisiera.

—¿Aún eres virgen?

—¡¿Pero qué…?! —no alcancé a soltar la palabrota, porque mi voz se cortó a la mitad del grito. ¿Pero qué clase de pregunta era esa? ¿Cómo se atrevía a…?

—Sólo di sí o no —insistió con una seriedad que no creí que fuera posible.

—No voy a responder eso, ni siquiera Niall me pregunta esas cosas.

—¿Sí o no?

—Louis, detente, si continúas llamaré a Niall para que venga a golpearte donde más te duele —le amenacé.

—No harías eso, sabes que está haciendo algo importante para él —me mordí la lengua y sentí cómo me sonrojaba de a poco. Louis era un completo imbécil—. Así que responde… ¿Sí o no?

—No.

Era la mayor mentira que hubiese dicho en mi vida, y la verdad me avergonzaba decirla. Estaba diciendo que me había acostando con otro chico, incluso, se podía interpretar cómo que me había acostado con muchos chicos más. Sin embargo, Louis se removió un poco de forma que quedó cara a cara conmigo, sin soltar mi mano.

—¿En serio? —inquirió con curiosidad. Odiaba sus ojos, de verdad que lo hacía, porque con una sola mirada de soslayo a éstos, podía adivinar lo que pasaba por su mente. Y ahora no era nada bueno, porque brillaban más de lo normal—. Interesante.

No recuerdo en qué momento nos habíamos sentado tan juntos, pero Louis estaba prácticamente casi chocando su frente con la mía, encima de mí acostados en el sofá.

—Interesante —volvió a decir, con una sonrisa que reconocería en cualquier lugar.

—Ni siquiera se te ocurra, Tomlinson —pero no me hizo caso. Me calló con un beso suave, mordiéndome el labio inferior. Soltó mi mano y puso las suyas una a cada lado de mi cabeza, encarcelándome para que no pudiera hacer nada desde mi lugar. Lo peor de todo es que, a pesar de quejarme e intentar decirle que Niall lo iba a golpear cuando se enterara de lo que pretendía, no hacía nada para que se detuviera.

Se detuvo con brusquedad y se quedó mirándome desde arriba con las mejillas sonrojadas y con la respiración algo descolocada. De pronto sonrió como sólo lo podía hacer él, con una mezcla de diversión y locura.

Escondió su rostro entre mi cabello, y de la nada sentí su aliento contra mi oído.

—Sé que me amas, no estoy alardeando, pero sé mirar en tus ojos como tú en los míos. Pero no me lo dirás, al menos no ahora. Así que si no quieres decirlo…. —dejó la frase incompleta, pero sabía a qué se refería. Si no quería decírselo, que se lo demostrara.

—El problema radica en que no quiero hacerlo —susurré con aspereza.

—Mientes, de lo contrario, jamás hubieses aceptado ninguna forma de perdonarme —se separó de mi oreja y me besó en los labios otra vez, esta vez más hambriento que antes. Sentí su lengua al mismo tiempo que dejaba caer su cuerpo sobre el mío, y cuando enredé mis piernas con las suyas y lo abracé por los hombros, supe que él ya sabía todo lo que estaba pensando, desde mis dudas hasta de lo que estaba segura. Y tenía la certeza de que Louis sabía de antemano que no me quejaría a lo que él quería hacer en esos momentos.