Once upon a time (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

Volteé, sin poder creérmelo. ¿Cuántas posibilidades habían de que comenzara a encontrarme con todas las personas que intenté olvidar estos años en un sólo día?
—Harry... —murmuré por inercia. Era cosa de ver su cabello para reconocerlo de inmediato. Sin mencionar su voz, que de por sí era única.
—Oh por... No puedo creer que estés en Londres... —exclamó, tan impresionado como yo. Me pregunté enseguida si es que él no andaba con Maggie y su hermana, así que miré detrás de él, pero venía solo y unas bolsas en sus manos de una tienda cara.
—Ni yo... ¿qué haces aquí?
—No, ¿tú qué haces aquí? ¿Y qué le sucedió a tu cabello? Tuve que seguirte desde esa tienda —señaló la tienda en que trabajaba— para comprobar si en verdad eras tú. En serio, el castaño queda rarísimo.
Quería sonreírle y decirle que no bromeara con mi cabello, pero me salió algo más parecido a una mueca melancólica que a lo que quería. Y en parte era porque me sentía así, estaba reencontrándome con todos, menos con él, con la persona que más me había hecho sufrir, pero que me hubiese encantado ver otra vez aunque sea por unos segundos y aunque eso significara sufrir por más tiempo.
Pero no estaba allí, sólo Harry. Pero eso tampoco era tan malo.
Lo que sí era malo, era que no dejaba de mirarme el cabello, y eso me ponía exageradamente nerviosa.
—Harry, el azúcar no volverá, ¿podrías dejar a mi cabello, que se cohíbe?
—Sí, lo siento. Es que te ves mejor así. Incluso, diría... —agregó antes de que me sonrojara—... ahora pareces un ser humano de la tierra y no un alien del planeta de las golosinas.
—Tan encantador como siempre —le espetó Niall, que se había unido a la conversación. Se miraron, Harry con curiosidad y Niall con hostilidad. Eran polos opuestos en esos momentos, y podía imaginarme el por qué.
—Hey, ¿quién es él? —y ahí iba Nat.
Lo que creí que se convertiría en una incómoda conversación del pasado con Harry, terminó siendo una incómoda conversación grupal, donde Niall lanzaba indirectas con la mirada y Nat trataba de descubrir qué demonios pasaba allí.
—Un gusto en volverte a ver, Harry. Pero nosotros nos íbamos… —le dije de la nada, sólo para romper con la tensión creada de un momento a otro y para despedirnos lo antes posible.
—El gusto es todo mío, ¿quieres que le mande saludos a Louis? —no sabía si lo dijo con malas intenciones o sólo fue un comentario inocente, pero me detuve de inmediato para comenzar a tomar bocanadas de aire para no caerme al suelo. Iba a sobre reaccionar, al igual que como lo hice con Maggie.
Tendría que aprender a controlar esto de aquí en adelante.
—Por supuesto, dile que soy muy feliz y que espero que él también —Harry sonrió de medio lado, ese gesto era demasiado atrevido, algo se traía entre manos, y no me apetecía averiguarlo esa noche.
—Tus deseos son órdenes, cabello azucarado —nos despedimos como si nada, como si lo único que hicimos hubiese sido saludarnos, abrazarnos y decirnos cuánto habíamos cambiado en esos años. Como viejos amigos, aunque a Harry no lo sentía como un amigo, sino más como a una especie de maestro Yoda, pero con rizos y más joven.
—Wow, Lila, ¿quién era? ¿Algún ex? —inquirió Nat, cuando nos pusimos de nuevo en marcha. Ella se giraba para ver a Harry caminar en la dirección contraria atrás de nosotros, alejándose con sus bolsas y con mi posibilidad de decirle algo verdaderamente hiriente a Louis.
—No es nadie, un chico insufrible —comentó Niall, cruzándose de brazos. Genial, ahora estaba enfadado, Nat como una loca y yo desconcertada. No parecía una buena noche para salir después de todo. Además, la idea de la “fiesta” había sido de Nat, Niall y yo sólo queríamos comer pizza en paz a falta de ganas para pasar una noche demostrando nuestras dotes culinarias y un posible incendio en nuestra cocina.
Pero no podía quitarme ni a Maggie ni a Harry de la cabeza.
¿Por qué, de pronto, ambos aparecían frente a mí, como si todo siguiera un curso normal preestablecido? ¿Acaso era el destino?
—Deja de darle vueltas al asunto, son coincidencias o muy mala suerte —me susurró Niall, pero con cierta rudeza en la voz, casi regañándome.
Me di cuenta de que lo hacía, porque yo tenía los ojos cristalizados y las mejillas me ardían. Parecía estar a punto de llorar, y eso no hubiese sido agradable con Nat y su hiperactividad a mi alrededor.
—Al parecer, ambas —le respondí.
—¿Quieres que nos vayamos a casa? —negué con la cabeza, no decepcionaría a Nat.
No, no lo haría. Sonreí con malicia, incorporándome en un nuevo estado de ánimo.
—Mejor ve tú con ella.
—¿Qué? —abrió los ojos como plato y se detuvo.
—¿Sucede algo, chicos? —nos preguntó Nat.
—Oh, nada, es sólo que no me siento muy bien, pero tampoco quiero ser una aguafiestas, así que le decía a Niall que ustedes dos podrían ir a comer pizza y yo me voy a la casa, en serio, no me siento para nada bien.
Nat abrió los ojos al igual que Niall, pero ella no albergaba pánico, sino emoción. Besé la mejilla de Niall con rapidez y le di un fugaz abrazo a Nat antes de despedirme y correr para cruzar la calle y tomar cualquier autobús.
Quería estar sola y reflexionar un poco. Y al fin había conseguido que Niall y Nat, los N al cuadrado, tuvieran una cita. Así que al menos la noche de alguien había terminado bien.
Tomé el primer autobús que se detuvo en la parada, y por la ventanilla, vi como los N’s caminaban por la otra acera. Sonreí para mis adentros.
Al llegar a casa, un piso ni tan grande ni tan pequeño con el espacio suficiente para dos personas desordenadas, tiré mi chaqueta al suelo y me eché sobre el sofá a descansar.
Aún no me cabía en la cabeza el cómo me había encontrado con dos personas importantes el mismo día. Era muy sospechoso, sin mencionar doloroso.
Recordé la mirada perpleja de Maggie la verme. Si la analizaba bien y mi memoria no fallaba, parecía más sorprendida de ver mi cabello castaño que de verme a mí. Lo mismo con Harry.
Todo parecía tan extraño que nada tenía el más mínimo sentido. Porque si esto era una broma de mal gusto del destino, le había funcionado muy bien.
Me acomodé mejor en el sofá y sentí cómo los parpados me comenzaban a pesar. Pero no quería dormir, no esa noche. Ahora que al fin estaba completamente sola, podía darme el lujo de pensar en esos ojos azules que me evitaron antes de marcharse y dejarme con un acertijo.
“Tienes que aprender a reconocer una actuación”
(…)
Cuando el aroma a café recién preparado entró por mi nariz, me desperté en seguida. Grave error.
El cuello me dolía como nunca lo había hecho en mi vida y la espalda era una tortura.
Me había quedado dormida escuchando la voz de Louis, su frase resonó dentro de mi cabeza hasta que se convirtió en una canción de cuna que me arrulló, haciendo que soñara con su sonrisa. Me regañé mentalmente, bien, ya no estaba sola, Niall seguro estaba en la cocina, así que tendría que dejar de pensar en él por el resto del día. O de mi vida.
Aunque no podía negar que mi pecho se inflaba con sólo recordar lo mucho que me gustó soñar con él.
—¡La Bella durmiente ha despertado! —escuché que gritaba Niall desde la cocina. Caminé hasta allí y lo vi con una enorme sonrisa, preparando el desayuno.
Yo sabía cocinar y era bastante autosuficiente, pero Niall era el mejor mayordomo que alguien pudiera desear. Sin mencionar que era el mejor amigo que existía –claro, exceptuando cierto error que cometió en el pasado, pero bien justificado, el cual ya había perdonado-.
Mamá se había enfadado por lo mismo, decía que me aprovechaba de la amabilidad de Niall. Pero ella no entendía que Niall era así y que nadie lo iba a cambiar, estaba en su naturaleza ayudar al resto. Incluso me ayudó a convencer a mis padres de que estaría bien viviendo en Londres. Jamás olvidaría el grito que dio mi mamá por teléfono cuando le conté que me habían expulsado, y que estaba en otra ciudad, sin dinero y con Niall de mi lado. Estaba segura que de haberlo tenido frente a ella, mamá hubiese castrado a Niall por seguirme la corriente.
Ambos agradecíamos que estuviéramos bien lejos cuando se lo contamos.
—Café… con ¿pasteles? —inquirí, entrando a la cocina, el olor a café era más fuerte allí y me moría por una taza bien cargada.
—Cortesía de Nat —me dijo, con las mejillas sonrojadas. Bajó la mirada a su taza y evitó la mía a toda costa. Los dos sabíamos lo que se vendría.
—¡¿A qué hora llegaste, Niall Horan?! ¡¿Qué hiciste con mi amiga?! ¿Acaso hubo algo de muñi-muñi o de maña-maña? —su rostro era literalmente un tomate, y sin embargo, me miró a los ojos cuando me respondió:
—Nada de eso, y de todas formas, es tu culpa si después sucede algo de muñi-muñi o maña-maña.
—Y la aceptaré con dignidad, Niall —chasqueó la lengua y sorbió de su café. Me serví uno a mí y lo bebí con regocijo, nada mejor por una mañana que un buen café, pasteles de fresa y un Niall sonrojado y una posible relación entre mis amigos.
Si descontaba los dolores por haber dormido en el sofá, todo habría sido perfecto.
Hasta que sonó el timbre.
—Yo abro —dije en voz alta antes de ponerme en camino a la puerta principal.
—Claro, con esa pinta que traes, espantarás a quién sea que esté afuera —bromeó Niall. Reí con evidente sarcasmo y le lancé una cuchara sobre la cabeza.
Se quejó, pero no vi su rostro buscando venganza porque ya estaba abriendo la puerta.
—¿Quién puede molestar tan temprano, por Dios? —gruñí antes de abrirla. La verdad, no lo era, debían ser como las 10, y si mal no recordaba, ese día me tocaba entrar a trabajar a las 11.
Abrí la puerta con brusquedad, pero me quedé estática cuando vi a la persona que estaba frente a mí.
—Wow, ¿eres tú, Lila? No lo puedo creer… ¿qué coincidencias, no? Que vivamos en el mismo piso —lo miré desconcertada, al igual que ayer a Maggie, pero él no dejaba de hablar en ningún momento—. Me acabo de cambiar y venía a pedir una taza de azúcar… cliché, lo sé, pero es genial porque si no, nunca hubiese sabido que vivías aquí…
Dejó la frase incompleta, ya que le cerré la puerta en las narices. No me importaba ser grosera, esto ya no era una coincidencia.
¿Ver a Maggie comprando en la tienda que trabajo, junto con su hermana? Pasaría como una, sí, a cualquier chica normal le gusta comprar ropa.
¿Encontrarme con Harry, en medio de la calle, después de ver a Maggie? No tanto, pero podría ser muy mala o buena suerte, como se quisiera ver.
Pero… ¿Qué Zayn, un chico con dinero, de la nada viva en mi edificio, que se pasaba de corriente y fuera de lugar para alguien como él, y que más encima, a la primera puerta que llama se haya encontrado conmigo? No, definitivamente algo sucedía aquí y me temía que no me beneficiaría del todo.

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