Once upon a time (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

Ese momento en el que lees una novela fantásticamente genial y pum, se acaban los caps :c Okaynot xD Si, si, nueva lectora, dile como quieras, lo que vengo a decirte es que escribes genial *-* Me encanta todo de todo<3333 Louis es perfecto para esta novela, juro no haberme imaginado a otra persona en su puesto (tal vez a Harry, pero la idea se esfumo) Me encanta la trama, el personaje de Lila, yo planeaba pintarme el cabello de rosa para mi cumpleaños, pero como sabes, soy menor de edad y mi madre aun tiene autoridad sobre mi. Bueeeeeeeeeeeeh, un gusto leer esta novela, siguela pronto babe<3

Ah, por cierto, si te hace falta alguna chica para la nove, estoy a la orden y solo con Harry (?) porque Niall ya esta ocupado xDDD Neeh, broma, broma, avisame<3 Adios *-*

No era necesario que Harry me agarrara del brazo con tanta brusquedad para alejarme de Louis, yo lo hubiese hecho encantada. Pero lo hizo antes de que yo moviera un músculo, dejándome una marca roja en el antebrazo sin querer. Louis lo notó, a la distancia no podía apartar su mirada de mi brazo, y sus cejas enarcadas no me daban buena señal.

—No seas tan amargo con el azúcar, Hazz —podía tocar la tensión entre ellos dos, sin comprender nada. Claro, la metáfora del azúcar era para mí, pero no entendí cómo en esos dos años los mejores amigos del mundo habían acabado así.


—No te entrometas y vete, ¿quieres? —cada vez la falta de modales de Harry me sorprendía, en especial allí frente al resto de os trabajadores. Louis no se mostró ofendido, pero su seriedad me asustaba, como el antiguo Louis. Eso provocó que mi corazón diera un vuelco y un salto en mi pecho, esa oficina tomó forma y las paredes me parecieron medievales.

Louis me miró directamente a los ojos y volví a tener la tentación de lanzarme a sus brazos, pero todo ocurría tan rápido que, cuando él me sonrió con ternura, la imagen de Maggie con su cabello rubio me abrumó, así que me di media vuelta y comencé a caminar hacia cualquier lado.

—¡¿Ves lo que haces?! ¡Te dije que esperaras! —escuché a mis espaldas, Harry le reclamaba a Louis, aunque ya no se oía tan enfadado o arisco como antes.

Dejé de calentarme la cabeza y buscar una respuesta a algo que ni siquiera comprendía del todo como para hacer la pregunta correcta.

Cuando llegué a las escaleras para incendios, la mano de Harry me detuvo en seco. Sus palabras anteriores seguían haciendo eco en mi cabeza, pero me hice la desentendida y lo miré con incertidumbre.

—Recuerda que ahora trabajas para mí y el día aún no termina, así que en mi oficina en cinco minutos —asentí de mala gana y decidí subir por las escaleras. Seguro Harry subió por ascensor, porque cuando llegué, él ya estaba sentado con Pussy en sus brazos.

Se mostraba sereno, pero su mirada descontrolada denotaba lo contrario. Aun así, no dije nada. Quería hacer como que todo fue una alucinación, como que sólo había imaginado a Louis y que choqué con la pared. Pero Harry no me lo permitió.

—No debiste haber visto a Louis, él y yo ya no somos amigos, así que supongo que sólo vino a molestar… ¿Cómo te sientes?

—Mareada —confesé, omitiendo el comentario de que había escuchado perfectamente como él le gritaba: “¡Te dije que esperaras!”.

—Sí, te entiendo.

—¿Por qué se distanciaron? —me atreví a preguntar. Harry acarició el lomo de Pussy, perdido y atrapado. Su nerviosismo era evidente.

—Por las mismas razones que él dejó esa carta en la escuela, antes de irse y que te expulsaran… la presión que ejercen nuestros padres sobre nosotros supera las expectativas de cualquiera.

De pronto, todo el cuarto se iluminó y me sentí más ligera. ¿Qué quería decir Harry? ¿Qué acaso esa carta no era real? ¿Qué Louis no había sido obligado a escribirla y que nada de lo que decía era lo que él sentía en esos momentos? ¿Era esa una posibilidad?

—De todas formas, no importa. La situación política y económica en estos momentos no es muy favorable y comprendería que Louis se olvidara de los demás para centrarse en su carrera, toda esa responsabilidad recae sobre sus hombros como único varón y príncipe Tomlinson.

Las palabras de Harry me asustaron, no podía imaginarme a qué nivel de estrés debía estar Louis sin pensar en sus ojos y en su sonrisa. Comencé a sentirme culpable por odiarlo tanto ese tiempo, pero en mi defensa, no sabía nada y aunque sospechaba, no era lo mismo que saberlo con certeza.

Ahora tampoco tenía completa seguridad, pero el haber visto a Louis y el que él me haya sonreído, era más que suficiente para pensar diferente.

(…)

—¡¿Qué?! —gritó Niall cuando le conté que se había ganado un “vale otro” para un helado. No me atreví a decirle que me había encontrado con Louis, era tan sobreprotector que seguro se infiltraba y golpeaba a Louis frente a la mismísima reina.

—Ve a canjear tu otro helado antes de que el negocio cierre —le dije. Me quitó el canje de las manos y corrió a la heladería de la ciudad. Lo había invitado a caminar por el parque con la intención de contarle todo lo que había sucedido hace una semana, pero aún no me atrevía. Al menos ya sabía que trabajaba para Harry, aunque no tenía idea de cómo hacer el trabajo y estropeaba la fotocopiadora unas tres veces al día, Harry parecía distraído de esos errores, como si esperara algo… o peor aún, planeando algo.

Me senté en una banca a descansar, la heladería estaba a dos cuadras, y como Niall estaba ansioso por comer, no tardaría demasiado en volver. Me puse a mirar las nubes por un rato para distraerme, hasta que alguien se sentó a mi lado y tuve que actuar normal otra vez. Odiaba cuando me interrumpían.

—Disculpe señorita, ¿sabe usted dónde queda la calle Aberniss con la avenida Lilian P.K.? —me preguntó de pronto la persona a mi lado. Giré la cabeza exaltada, esa era la dirección de mi departamento con Niall.

Era un hombre de bigote largo y muy delgado, lucía estilizado y vestía un abrigo negro a pesar de que había sol y calor. Por un momento me asusté, ¿y si era un secuestrador? Me coloqué de pie enseguida y lo ignoré, esperando a que Niall regresara.

Caminé hasta la otra banca y me senté. Pero el hombre me siguió y me repitió la misma pregunta una y otra vez. Podría parecer paranoica, tal vez sólo buscaba la dirección de un amigo o de cualquier otra persona menos la mía, mas no me daba buena impresión ese hombre, había algo en su rostro que me resultaba vagamente familiar y me asustaba pensar que podría hacerme algo mientras Niall no estaba.

—Disculpe señorita, ¿usted sabe dónde…

—¡Camine dos cuadras hacia allá y doble a la derecha! —le grité, totalmente alterada y sacada de mis casillas. Justo en ese momento vi a Niall con su helado, lucía feliz, así que me alejé lo más pronto posible de ese hombre y me puse al lado de Niall para que viera que no andaba sola.

—¿Qué tal tu helado?

—Es de chirimoya con chocolate, mi favorito —se deleitó.

Pasamos la tarde dando botes por la ciudad, fuimos al cine y después al centro comercial. Era fin de semana, así que tuvimos todo el día para recorrer los lugares que quisiéramos.

Al volver a casa, bromeamos todo el trayecto en ascensor, hasta que llegamos a nuestro piso, y en una esquina, vi al mismo hombre de la plaza. Pero ya no estaba solo, ahora venía con otro hombre igual vestido de negro y con un bigote largo.

Niall se detuvo en seco y me protegió poniéndome detrás de su espalda.

Caminamos con lentitud hasta nuestra puerta, sin quitarles la mirada de encima ni ellos a nosotros. Cuando Niall abrió la puerta, uno de esos hombres me agarró de la cintura y me empujó adentro, el otro sostuvo a Niall de los brazos y escuché el portazo.

Caí al suelo por accidente y me arrastré hasta detrás del sillón, gritándole a Niall para que ayudara, aunque sabía que debía estar muy ocupado con el otro hombre allá afuera.

Cuando el que me empujó trató de tocarme, le pegué una patada en las piernas y lo boté. Me levanté de prisa y comencé a correr hasta la cocina, para tomar algún cuchillo e incluso un sartén para defenderme. Pero antes de hacerlo, oí como el hombre maldecía y se ponía de pie, caminando hasta mí. En la desesperación, no podía tomar nada con las manos temblorosas, hasta que sentí nuevamente sus manos en mi cintura y supe que era mi fin.

Sin embargo, no hizo nada peligroso. Me quedé quieta a que me matara o me hiciera cualquier cosa, pero no hizo nada. Simplemente se quedó allí, abrazándome, y no fue hasta que olfateó mi cabello en que me percaté de algo.

Niall no estaba gritando en el pasillo, eso quería decir o que lo habían golpeado hasta dejarlo inconsciente o que no corría peligro.

Entonces, me puse a pensar que si le quitaba ese estúpido bigote y el abrigo al hombre de la plaza, quedaría sólo un anciano alto y delgado. El señor Blitter, el maestro privado de Louis en el internado.

¿Acaso podría ser que…?

—Shh… Lila, soy yo, por favor, no hagas nada arriesgado… —susurró contra mi oído.

Era su maldita voz. ¿Qué hacía aquí? ¿Qué había hecho ahora?

—Claro, la que está vestida de negro como si fuera un secuestrador no soy yo, pero si así quieres, entonces no haré nada estúpido —le dije, con evidente sarcasmo. Él se rió contra mi cabello y me puse tensa. No quería tenerlo allí, bueno, tal vez sí, pero no tan cerca.

—Date vuelta —me ordenó. Estuve a punto de golpearlo otra vez, por idiota y darme el susto de mi vida, pero al final lo hice sin atentar contra su vida.

Aún llevaba el bigote y se veía bastante gracioso, así que en venganza se lo arranqué de un tirón y por su mueca, supe que le dolió.

—Hey, eso duele —reclamó.

—¿Sí? E irte por dos años con tu noviecita y aparecer en las revistas cada dos días, y más encima provocarme un infarto no duele, ¿o sí? —hizo otra mueca y miró al piso, avergonzado. En ningún momento se separó de mí, seguía sosteniéndome de la cintura con más delicadeza que antes, pero no era tonta, sabía que a cada segundo se acercaba más a mí.

El problema fue que no hice nada para alejarlo.

—Un “Lo siento” no servirá de nada, ¿cierto? Y creo que este plan no fue la mejor idea, ¿te lastimé? Perdón si te asusté, y tampoco quise tirarte al suelo… —no paraba de disculparse, y hablaba más bajo a medida que seguía hablando. Al final, tuve que acercarme yo para escucharlo y cuando hice eso, me encontré a milímetros de su mirada azul y cálida, ya no era glacial ni calculadora, como la última que me dedicó antes de marcharse, esta era del Louis que estuvo en mi casa para Navidad.

—Louis, ¿a qué viniste? —lo interrumpí.

—La pregunta es, ¿por quién vine?

Me quedé en silencio ante eso y no tuve tiempo de reaccionar cuando se acercó tanto a mí que, con rapidez y fuerza, me besó en los labios, casi con desesperación. Recordé a Maggie, a su hermana, a Harry, a Liam y a Zayn en medio del beso y algunas cosas comenzaron a armar el rompecabezas dentro de mi mente. Pero lo olvidé todo cuando Louis profundizó el beso y me dejé llevar.

Habían sido dos años, tenía que disfrutar.