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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"El Dolor De La Traición" - Joe y tu
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
no te preocupes, esperaremos pacientemente, espero que t emejores pronto :hug:
Julieta♥
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Capítulo 5
Tuvo que alejarse del pasado cuando Joe avanzó hacia ella al tiempo que cerraba el teléfono móvil.
—Lamento la interrupción. Uno de mis proyectos en Positano me ha estado dando algunos problemas. Permite que te muestre el lugar para que puedas hacerte una idea.
Caminó con él hacia las escaleras.
—Me gustaría que el vestíbulo y la recepción fueran como una declaración de principios —indicó él mientras subían los escalones—. Mucho mármol… italiano, desde luego.
—Desde luego —confirmó ella, e intentó no reaccionar cuando el brazo de él le rozó el suyo mientras subían a la primera planta y miraban abajo.
La sorprendió que un contacto tan simple pudiera afectarla tanto. Después de lo que le había hecho, había creído que ya era inmune a él. Lo había odiado durante mucho tiempo por los avances que realizaba su hijo y que Joe, por arrogancia, jamás vería.
Había pensado en llevar el caso a los tribunales, insistiendo en que se realizara una prueba de paternidad para limpiar su nombre, pero la habían asustado las consecuencias. ¿Y si Joe terminaba por ser como su propio padre, que siempre había dejado claro que jamás había querido una segunda hija? Las palabras crueles que le había dedicado durante su infancia la habían acompañado hasta su vida adulta. Siempre había vivido con el estigma de saberse no querida. No podía tolerar que su pequeño sufriera lo mismo.
Se pasó la lengua por el paisaje árido de sus labios sintiéndose terriblemente expuesta.
Lo tenía tan cerca que podía oír cómo respiraba. Bastaría con dar medio paso para que su cuerpo entrara en contacto con él, desde el torso hasta los muslos. Respiró hondo cuando posó la mano en su mejilla, algo tan parecido a una caricia que hizo que todo el cuerpo le vibrara.
—No —susurró con voz ronca—. Por favor…
Movió el dedo pulgar hasta posarlo en su labio inferior, con una lentitud increíblemente sensual.
—He estado pensando en lo bien que nos compenetrábamos hace cuatro años. ¿Lo recuerdas? —preguntó despacio.
«¿Cómo olvidarlo?», se dijo. Su cuerpo aún reverberaba con los ecos de la pasión que él había despertado. Podía sentirla palpitar en ese mismo momento mientras la sangre le recorría las venas.
—No —afirmó—. No lo recuerdo.
—¿No lo recuerdas o no quieres que te lo recuerde? —Quiso saber con una media sonrisa.
—Estoy aquí por trabajo, Joe—afirmó con la rotundidad que pudo—. Nada más.
La miró un momento interminable antes de dar un paso atrás y recoger un documento que había en una mesa próxima.
—Espero que hayas tenido tiempo de leer el contrato que te entregué.
—Sí.
Él abrió la carpeta y se lo entregó.
—Está marcado donde tienes que firmar —indicó—. Tómate tu tiempo.
Hojeó el contrato mientras se mordía el labio inferior Eran las mismas palabras con las que se había debatido en los últimos días. Podría pagar todas sus deudas y apartar dinero suficiente para la educación de Matthew hasta terminar el instituto. Incluso había suficiente para contratar a una niñera a tiempo parcial y quitarle la tensión de estar en una guardería durante tantas horas mientras ella trabajaba.
—Te daré carta blanca con el presupuesto —la voz de Joe atravesó el silencio—. Quiero lo mejor que el dinero pueda comprar.
Alzó la vista del documento y lo miró.
—¿Por qué yo? ¿Por qué me eliges a mí para un proyecto tan grande?
—Tienes fama de ser una de las mejores —respondió—. Y mi costumbre es contentarme sólo con lo mejor.
—No es lo que me transmitiste hace cuatro años. En aquella época, yo era lo más bajo que podía existir.
—Pero desde entonces has hecho algo con tu vida, ¿no? —expuso—. Sin duda te hice un favor obligándote a asumir la responsabilidad de tus actos.
—¿Un favor? —espetó—. ¿Te haces una idea de lo que ha sido la vida para mí en los últimos cuatro años?
—Eso no es mi culpa ni asunto mío —se inclinó para recoger la carpeta que ella había dejado caer. Se la colocó bajo el brazo y la miró—. Estoy dispuesto a pagarte bien por el trabajo que me vas a hacer, pero si albergas dudas, bien puedo recurrir a alguien de la competencia. Hay varios entre los que elegir.
El corazón le dio un vuelco ante la idea de que otro estudio dispusiera de la oportunidad de lograr el milagro con ese edificio. Era como había dicho Angela, una oportunidad en la vida, y algo con lo que las dos habían soñado desde que se convirtieran en diseñadoras de interiores.
—¿Quieres el trabajo o no? —preguntó él al rato.
Alargó la mano hacia la carpeta.
—Lo aceptaré —repuso, esperando no llegar a lamentarlo.
Él abrió la carpeta sin quitarle los ojos de encima y le entregó la pluma estilográfica.
________ apoyó los documentos en la mesa próxima, inclinó la cabeza y firmó todas las secciones relevantes.
Al terminar se irguió y se los devolvió.
—Ya está —afirmó—. Todo firmado.
—Ahora lo único que tienes que hacer es cumplir tu promesa —comentó él con otra sonrisa enigmática.
—Mmm… sí —apartó la vista de esos ojos intensos.
Él volvió a penetrar en su espacio personal y le alzó la barbilla con dos dedos largos y fuertes.
—Cuatro años es mucho tiempo, ¿verdad, ________?
Sintió la atracción magnética de su cuerpo y el calor que irradiaba, recordándole la intimidad que habían compartido en el pasado.
—Sí —susurró a pesar de su intento de sonar emocionalmente distante—. Sí, lo es…
—Demasiado —dijo, colocando las manos en las caderas de ella y acercándole el cuerpo para que entrara en contacto con el suyo—. Nunca he sentido algo así con nadie salvo contigo. He tenido numerosas amantes, pero nadie puede excitarme como lo haces tú. Lo haces ahora… el modo en que te mordisqueas el labio inferior me vuelve loco.
________ se soltó el labio y tragó saliva nerviosa mientras intentaba apartarse.
—Por favor, suéltame.
Él sonrió mientras las manos le apretaban sutilmente las caderas.
—No te haces idea de lo mucho que deseo besarte ahora mismo, de sentir tus labios respondiendo a los míos como solían hacerlo en el pasado.
Contuvo el aliento cuando la cabeza de él bajó y el primer contacto de su boca hizo que el cuerpo de ella cobrara una vida súbita y palpitante. Los pechos sintieron la presión de su torso y los muslos la fuerza plena de su erección mientras la sondeaba en esa devastadora intimidad.
Era como volver a casa tras una larga ausencia.
Todo encajaba tan bien.
El contacto de las manos al bajar a su trasero y pegarla más a él, la embestida de la lengua en la humedad de su boca, el modo en que gruñó de placer, hicieron que pareciera que los últimos cuatro años no hubieran existido.
El calor de su cuerpo la encendió casi hasta el punto de ebullición, convirtiéndole en líquido el núcleo interior.
La lengua jugó con la suya hasta que logró que se aferrara a él sin reserva. Le devolvió el beso mientras le rodeaba el cuello con los brazos para mantenerlo cerca.
Él ladeó la cabeza y profundizó el beso mientras con una mano le acariciaba un pecho.
________ quiso más que esa tentación y tortura.
Quería sentir la extensión y el poderío de Joe en su mano, sentir cómo se tensaba de placer antes de estallar en plena liberación.
Él se retiró en el instante en que las manos de ella tocaban indecisas la cintura de sus pantalones.
—Aquí no, ________ —dijo—. Estamos a plena vista de los obreros. ¿Por qué no vamos a mi casa y acabamos esto de forma apropiada, eh?
El distanciamiento clínico de su voz fue todo lo que necesitó para que el cerebro volviera a funcionarle.
—No lo creo, Joe—dijo, retrocediendo también, disgustada consigo misma por la falta de autocontrol—. Te he dicho en numerosas ocasiones que no me interesa revisitar el pasado contigo.
Él sonrió con sarcasmo.
—No acabas de darme esa impresión al besarme. ¿Qué diría tu actual amante si te viera acariciarme de manera tan lasciva?
Se sintió avergonzada. No tenía excusa para su conducta. Ni siquiera ella entendía por qué se había comportado así cuando lo odiaba con tanta intensidad.
Lo odiaba por negar la existencia de su hijo.
Lo odiaba por regresar a su vida justo cuando creía que había logrado dejar atrás el rechazo.
—Yo misma me siento muy avergonzada de mi conducta —dijo—. Debería haber sabido que esto no funcionaría.
—¿Reniegas del trato?
Frunció el ceño al ver el destello acerado en sus ojos.
—No sé qué pretendes. Te dije que esto iba a ser algo estrictamente laboral. No puedo hacerlo de ninguna otra manera.
—Si no quieres llevar a cabo tu compromiso, tendrás que pagar la penalización de ruptura de contrato —expuso—. Figura en una de las cláusulas que acabas de firmar —abrió el documento y le mostró la frase justo encima de la sección en la que aparecía su firma definitiva—. ¿Quieres que te lo lea?
—No —respondió con los labios apretados, tratando de no leer las palabras allí impresas. Prácticamente acababa de entregar legalmente su negocio y su vida. Debería pagar un precio muy alto para desvincularse del negocio. Empezaba a entender por qué sólo la había querido a ella. Sin duda haría que le fuera imposible trabajar con él, sin dejarle otra opción que la renuncia. Iba a arruinarla. Lo miró con ojos centelleantes—. Supongo que lo has hecho adrede, ¿verdad?
La expresión de él permaneció inescrutable como siempre.
—Si pretendes dar a entender que te he obligado a trabajar para mí, creo que necesitas examinar la redacción del contrato con más detenimiento —indicó—. Los términos y condiciones están bien claros, y te brindé tiempo más que suficiente para leerlos.
—Puedo ver cómo va a ir esto. Quieres continuar donde lo dejamos hace cuatro años, y el único modo de lograrlo era involucrarme en un proyecto que me arruinaría si lo abandonaba. ¿No es eso llevar la venganza demasiado lejos?
—No es una cuestión de venganza, ________ —repuso—. Hace aproximadamente un año, vine a Sydney por negocios y visité a un colega que hacía poco había hecho redecorar su ático. Quedé muy impresionado con el trabajo realizado y, al preguntárselo, me sentí intrigado al averiguar que el diseño lo habías ejecutado tú. Pensé que sería interesante volver a verte, comprobar si lo que tuvimos seguía ahí.
Se apartó con disgusto.
—No puedo creer que esté oyendo esto —soltó—. Me echaste de tu vida como si fuera un montón de basura y ni una vez comprobaste si me encontraba bien. Para lo que te importó, esa noche podrían haberme agredido, robado o asesinado.
Joe sintió un familiar aguijonazo de culpabilidad. Había estado tan furioso aquella noche que no se había detenido a pensar en nada que no fuera expulsarla de su vida. Pero, después de que a una turista británica la hubieran agredido brutalmente a unas manzanas de su casa un año atrás, había comprendido que debería haber hecho que escoltaran a ________ al refugio más cercano o como mínimo a la estación de tren.
—Te odio por lo que me hiciste entonces —continuó ella—. Y te odio por lo que me estás haciendo ahora.
—Lo siento —dijo con tono hosco—. Debería haber pensado en tu seguridad. Estuvo mal que te tratara de semejante manera.
—Llevaba dentro de mí a tu hijo, Joe, tu hijo —dijo con voz estrangulada—. ¿Nunca te has preguntado qué había sido de él?
—No, porque sé que no es mío.
Ella cerró las manos.
—Si lo tuvieras aquí de pie, no serías capaz de decir eso con la misma certeza arrogante. Tiene tu tono de piel, tus ojos y tu pelo.
—Me parece recordar que tu compañero de viaje tenía el pelo y los ojos oscuros también… ¿o has olvidado convenientemente ese pequeño detalle?
Lo miró con determinación.
—No me acosté con nadie, salvo contigo, en todo el tiempo que estuve en Italia.
El puso los ojos en blanco y suspiró con impaciencia.
—Estoy tan cansado de esta conversación.
—Yo estoy cansada de que no me creas —espetó frustrada—. ¿Aceptarías al menos conocerlo y comprobarlo con tus propios ojos?
—No necesito verlo.
—Lo que significa que no quieres verlo —comentó con expresión de amargura.
—Exacto. No quiero que nada me recuerde tu traición Incluso después de todo este tiempo, me revuelve el estómago pensar en cómo me mentiste.
________ tuvo ganas de gritar. Respiró hondo para serenarse.
—Te dejaré para que inspecciones el resto del edificio —continuó él en el tenso silencio—. Tienes mi número de contacto en caso de que necesites comprobar algo conmigo.
—¿Por qué quieres que trabaje para ti cuando te niegas a creer…?
—No lo repitas —la cortó—. No soy el padre de tu hijo, y sin importar las veces que insistas en ello, nada podrá cambiar esa verdad.
—Sólo quiero que lo conozcas para que puedas verlo por ti mismo.
Él frunció el ceño furioso.
—Te lo advierto ahora, si lo traes aquí en cualquier momento, yo mismo romperé el contrato. Y tú serás responsable de cualquier deuda que ello pueda acarrear.
—No puedes hacer eso —afirmó, pero la voz le tembló por el miedo de que sí pudiera.
Le dedicó una mirada gélida.
—Lee la letra pequeña, ________ —le dijo—. Luego coméntame qué es lo que puedo hacer.
No lo necesitaba, porque ya lo sabía.
Tuvo que alejarse del pasado cuando Joe avanzó hacia ella al tiempo que cerraba el teléfono móvil.
—Lamento la interrupción. Uno de mis proyectos en Positano me ha estado dando algunos problemas. Permite que te muestre el lugar para que puedas hacerte una idea.
Caminó con él hacia las escaleras.
—Me gustaría que el vestíbulo y la recepción fueran como una declaración de principios —indicó él mientras subían los escalones—. Mucho mármol… italiano, desde luego.
—Desde luego —confirmó ella, e intentó no reaccionar cuando el brazo de él le rozó el suyo mientras subían a la primera planta y miraban abajo.
La sorprendió que un contacto tan simple pudiera afectarla tanto. Después de lo que le había hecho, había creído que ya era inmune a él. Lo había odiado durante mucho tiempo por los avances que realizaba su hijo y que Joe, por arrogancia, jamás vería.
Había pensado en llevar el caso a los tribunales, insistiendo en que se realizara una prueba de paternidad para limpiar su nombre, pero la habían asustado las consecuencias. ¿Y si Joe terminaba por ser como su propio padre, que siempre había dejado claro que jamás había querido una segunda hija? Las palabras crueles que le había dedicado durante su infancia la habían acompañado hasta su vida adulta. Siempre había vivido con el estigma de saberse no querida. No podía tolerar que su pequeño sufriera lo mismo.
Se pasó la lengua por el paisaje árido de sus labios sintiéndose terriblemente expuesta.
Lo tenía tan cerca que podía oír cómo respiraba. Bastaría con dar medio paso para que su cuerpo entrara en contacto con él, desde el torso hasta los muslos. Respiró hondo cuando posó la mano en su mejilla, algo tan parecido a una caricia que hizo que todo el cuerpo le vibrara.
—No —susurró con voz ronca—. Por favor…
Movió el dedo pulgar hasta posarlo en su labio inferior, con una lentitud increíblemente sensual.
—He estado pensando en lo bien que nos compenetrábamos hace cuatro años. ¿Lo recuerdas? —preguntó despacio.
«¿Cómo olvidarlo?», se dijo. Su cuerpo aún reverberaba con los ecos de la pasión que él había despertado. Podía sentirla palpitar en ese mismo momento mientras la sangre le recorría las venas.
—No —afirmó—. No lo recuerdo.
—¿No lo recuerdas o no quieres que te lo recuerde? —Quiso saber con una media sonrisa.
—Estoy aquí por trabajo, Joe—afirmó con la rotundidad que pudo—. Nada más.
La miró un momento interminable antes de dar un paso atrás y recoger un documento que había en una mesa próxima.
—Espero que hayas tenido tiempo de leer el contrato que te entregué.
—Sí.
Él abrió la carpeta y se lo entregó.
—Está marcado donde tienes que firmar —indicó—. Tómate tu tiempo.
Hojeó el contrato mientras se mordía el labio inferior Eran las mismas palabras con las que se había debatido en los últimos días. Podría pagar todas sus deudas y apartar dinero suficiente para la educación de Matthew hasta terminar el instituto. Incluso había suficiente para contratar a una niñera a tiempo parcial y quitarle la tensión de estar en una guardería durante tantas horas mientras ella trabajaba.
—Te daré carta blanca con el presupuesto —la voz de Joe atravesó el silencio—. Quiero lo mejor que el dinero pueda comprar.
Alzó la vista del documento y lo miró.
—¿Por qué yo? ¿Por qué me eliges a mí para un proyecto tan grande?
—Tienes fama de ser una de las mejores —respondió—. Y mi costumbre es contentarme sólo con lo mejor.
—No es lo que me transmitiste hace cuatro años. En aquella época, yo era lo más bajo que podía existir.
—Pero desde entonces has hecho algo con tu vida, ¿no? —expuso—. Sin duda te hice un favor obligándote a asumir la responsabilidad de tus actos.
—¿Un favor? —espetó—. ¿Te haces una idea de lo que ha sido la vida para mí en los últimos cuatro años?
—Eso no es mi culpa ni asunto mío —se inclinó para recoger la carpeta que ella había dejado caer. Se la colocó bajo el brazo y la miró—. Estoy dispuesto a pagarte bien por el trabajo que me vas a hacer, pero si albergas dudas, bien puedo recurrir a alguien de la competencia. Hay varios entre los que elegir.
El corazón le dio un vuelco ante la idea de que otro estudio dispusiera de la oportunidad de lograr el milagro con ese edificio. Era como había dicho Angela, una oportunidad en la vida, y algo con lo que las dos habían soñado desde que se convirtieran en diseñadoras de interiores.
—¿Quieres el trabajo o no? —preguntó él al rato.
Alargó la mano hacia la carpeta.
—Lo aceptaré —repuso, esperando no llegar a lamentarlo.
Él abrió la carpeta sin quitarle los ojos de encima y le entregó la pluma estilográfica.
________ apoyó los documentos en la mesa próxima, inclinó la cabeza y firmó todas las secciones relevantes.
Al terminar se irguió y se los devolvió.
—Ya está —afirmó—. Todo firmado.
—Ahora lo único que tienes que hacer es cumplir tu promesa —comentó él con otra sonrisa enigmática.
—Mmm… sí —apartó la vista de esos ojos intensos.
Él volvió a penetrar en su espacio personal y le alzó la barbilla con dos dedos largos y fuertes.
—Cuatro años es mucho tiempo, ¿verdad, ________?
Sintió la atracción magnética de su cuerpo y el calor que irradiaba, recordándole la intimidad que habían compartido en el pasado.
—Sí —susurró a pesar de su intento de sonar emocionalmente distante—. Sí, lo es…
—Demasiado —dijo, colocando las manos en las caderas de ella y acercándole el cuerpo para que entrara en contacto con el suyo—. Nunca he sentido algo así con nadie salvo contigo. He tenido numerosas amantes, pero nadie puede excitarme como lo haces tú. Lo haces ahora… el modo en que te mordisqueas el labio inferior me vuelve loco.
________ se soltó el labio y tragó saliva nerviosa mientras intentaba apartarse.
—Por favor, suéltame.
Él sonrió mientras las manos le apretaban sutilmente las caderas.
—No te haces idea de lo mucho que deseo besarte ahora mismo, de sentir tus labios respondiendo a los míos como solían hacerlo en el pasado.
Contuvo el aliento cuando la cabeza de él bajó y el primer contacto de su boca hizo que el cuerpo de ella cobrara una vida súbita y palpitante. Los pechos sintieron la presión de su torso y los muslos la fuerza plena de su erección mientras la sondeaba en esa devastadora intimidad.
Era como volver a casa tras una larga ausencia.
Todo encajaba tan bien.
El contacto de las manos al bajar a su trasero y pegarla más a él, la embestida de la lengua en la humedad de su boca, el modo en que gruñó de placer, hicieron que pareciera que los últimos cuatro años no hubieran existido.
El calor de su cuerpo la encendió casi hasta el punto de ebullición, convirtiéndole en líquido el núcleo interior.
La lengua jugó con la suya hasta que logró que se aferrara a él sin reserva. Le devolvió el beso mientras le rodeaba el cuello con los brazos para mantenerlo cerca.
Él ladeó la cabeza y profundizó el beso mientras con una mano le acariciaba un pecho.
________ quiso más que esa tentación y tortura.
Quería sentir la extensión y el poderío de Joe en su mano, sentir cómo se tensaba de placer antes de estallar en plena liberación.
Él se retiró en el instante en que las manos de ella tocaban indecisas la cintura de sus pantalones.
—Aquí no, ________ —dijo—. Estamos a plena vista de los obreros. ¿Por qué no vamos a mi casa y acabamos esto de forma apropiada, eh?
El distanciamiento clínico de su voz fue todo lo que necesitó para que el cerebro volviera a funcionarle.
—No lo creo, Joe—dijo, retrocediendo también, disgustada consigo misma por la falta de autocontrol—. Te he dicho en numerosas ocasiones que no me interesa revisitar el pasado contigo.
Él sonrió con sarcasmo.
—No acabas de darme esa impresión al besarme. ¿Qué diría tu actual amante si te viera acariciarme de manera tan lasciva?
Se sintió avergonzada. No tenía excusa para su conducta. Ni siquiera ella entendía por qué se había comportado así cuando lo odiaba con tanta intensidad.
Lo odiaba por negar la existencia de su hijo.
Lo odiaba por regresar a su vida justo cuando creía que había logrado dejar atrás el rechazo.
—Yo misma me siento muy avergonzada de mi conducta —dijo—. Debería haber sabido que esto no funcionaría.
—¿Reniegas del trato?
Frunció el ceño al ver el destello acerado en sus ojos.
—No sé qué pretendes. Te dije que esto iba a ser algo estrictamente laboral. No puedo hacerlo de ninguna otra manera.
—Si no quieres llevar a cabo tu compromiso, tendrás que pagar la penalización de ruptura de contrato —expuso—. Figura en una de las cláusulas que acabas de firmar —abrió el documento y le mostró la frase justo encima de la sección en la que aparecía su firma definitiva—. ¿Quieres que te lo lea?
—No —respondió con los labios apretados, tratando de no leer las palabras allí impresas. Prácticamente acababa de entregar legalmente su negocio y su vida. Debería pagar un precio muy alto para desvincularse del negocio. Empezaba a entender por qué sólo la había querido a ella. Sin duda haría que le fuera imposible trabajar con él, sin dejarle otra opción que la renuncia. Iba a arruinarla. Lo miró con ojos centelleantes—. Supongo que lo has hecho adrede, ¿verdad?
La expresión de él permaneció inescrutable como siempre.
—Si pretendes dar a entender que te he obligado a trabajar para mí, creo que necesitas examinar la redacción del contrato con más detenimiento —indicó—. Los términos y condiciones están bien claros, y te brindé tiempo más que suficiente para leerlos.
—Puedo ver cómo va a ir esto. Quieres continuar donde lo dejamos hace cuatro años, y el único modo de lograrlo era involucrarme en un proyecto que me arruinaría si lo abandonaba. ¿No es eso llevar la venganza demasiado lejos?
—No es una cuestión de venganza, ________ —repuso—. Hace aproximadamente un año, vine a Sydney por negocios y visité a un colega que hacía poco había hecho redecorar su ático. Quedé muy impresionado con el trabajo realizado y, al preguntárselo, me sentí intrigado al averiguar que el diseño lo habías ejecutado tú. Pensé que sería interesante volver a verte, comprobar si lo que tuvimos seguía ahí.
Se apartó con disgusto.
—No puedo creer que esté oyendo esto —soltó—. Me echaste de tu vida como si fuera un montón de basura y ni una vez comprobaste si me encontraba bien. Para lo que te importó, esa noche podrían haberme agredido, robado o asesinado.
Joe sintió un familiar aguijonazo de culpabilidad. Había estado tan furioso aquella noche que no se había detenido a pensar en nada que no fuera expulsarla de su vida. Pero, después de que a una turista británica la hubieran agredido brutalmente a unas manzanas de su casa un año atrás, había comprendido que debería haber hecho que escoltaran a ________ al refugio más cercano o como mínimo a la estación de tren.
—Te odio por lo que me hiciste entonces —continuó ella—. Y te odio por lo que me estás haciendo ahora.
—Lo siento —dijo con tono hosco—. Debería haber pensado en tu seguridad. Estuvo mal que te tratara de semejante manera.
—Llevaba dentro de mí a tu hijo, Joe, tu hijo —dijo con voz estrangulada—. ¿Nunca te has preguntado qué había sido de él?
—No, porque sé que no es mío.
Ella cerró las manos.
—Si lo tuvieras aquí de pie, no serías capaz de decir eso con la misma certeza arrogante. Tiene tu tono de piel, tus ojos y tu pelo.
—Me parece recordar que tu compañero de viaje tenía el pelo y los ojos oscuros también… ¿o has olvidado convenientemente ese pequeño detalle?
Lo miró con determinación.
—No me acosté con nadie, salvo contigo, en todo el tiempo que estuve en Italia.
El puso los ojos en blanco y suspiró con impaciencia.
—Estoy tan cansado de esta conversación.
—Yo estoy cansada de que no me creas —espetó frustrada—. ¿Aceptarías al menos conocerlo y comprobarlo con tus propios ojos?
—No necesito verlo.
—Lo que significa que no quieres verlo —comentó con expresión de amargura.
—Exacto. No quiero que nada me recuerde tu traición Incluso después de todo este tiempo, me revuelve el estómago pensar en cómo me mentiste.
________ tuvo ganas de gritar. Respiró hondo para serenarse.
—Te dejaré para que inspecciones el resto del edificio —continuó él en el tenso silencio—. Tienes mi número de contacto en caso de que necesites comprobar algo conmigo.
—¿Por qué quieres que trabaje para ti cuando te niegas a creer…?
—No lo repitas —la cortó—. No soy el padre de tu hijo, y sin importar las veces que insistas en ello, nada podrá cambiar esa verdad.
—Sólo quiero que lo conozcas para que puedas verlo por ti mismo.
Él frunció el ceño furioso.
—Te lo advierto ahora, si lo traes aquí en cualquier momento, yo mismo romperé el contrato. Y tú serás responsable de cualquier deuda que ello pueda acarrear.
—No puedes hacer eso —afirmó, pero la voz le tembló por el miedo de que sí pudiera.
Le dedicó una mirada gélida.
—Lee la letra pequeña, ________ —le dijo—. Luego coméntame qué es lo que puedo hacer.
No lo necesitaba, porque ya lo sabía.
Nani Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Capítulo 6
—¿Cómo fue? —preguntó Angela en cuanto ________ regresó al estudio al mediodía. Su amiga dejó caer el bolso en el suelo.
—Firmé el contrato —manifestó con resignación.
—¡Hurra! —Angela se puso a dar saltos—. Vamos a ser famosas.
—Sí, pero hay condiciones.
—¿Condiciones? —Frunció el ceño—. ¿Cuáles?
________ se sentó en su sillón.
—No puedo romper el contrato hasta no haber completado el trabajo.
—¿Y qué?
—Que estoy hasta el cuello —informó—. Estamos hasta el cuello. Si por algún motivo no finalizo el proyecto, he de pagar una indemnización. Las dos la tenemos que pagar.
—Pero vas a finalizarlo, ¿no?
________ se mordió el labio.
—¿Y si él me hace imposible acabarlo?
Angela tragó saliva.
—¿Crees que puso esa cláusula adrede?
—No estoy segura. No puedo evitar pensar que me está tentando con inteligencia para entrar en su órbita. Me contó que había visto un trabajo mío y que le había gustado de verdad. Pero no puedo hacerlo sin ti —expuso—. Es un proyecto enorme y empiezo a pensar que los detalles van a ser tremendos.
—Podemos manejarlo, ________ —la tranquilizó—. Sólo tendrás que estar alerta cuando te encuentres cerca de él.
—Ahí radica el problema —confesó ________, y apoyó la cabeza en las manos—. No pienso con claridad cuando estoy cerca de él.
—Escucha, ¿por qué no le pides a tu madre o a Marie que cuiden de Matthew y nosotras nos vamos a tomar una copa para celebrar este contrato? Tenemos que pensar de forma positiva en vez de insistir en lo negativo. Podemos ir a The Rocks, de Ben. Todo el mundo habla maravillas de nuestra decoración. Ahora es uno de los restaurantes más populares. Además, no lo hemos visto desde que rompió con Olivia.
________ alzó la cabeza.
—Tienes razón. Necesito desterrar lo negativo y ver a Ben será agradable. Además, lo más seguro es que esté siendo paranoica con Joe.
—¿Le hablaste de Matthew? —preguntó su amiga.
—Sí, pero recibí la misma reacción. Sigue negándose a aceptar la posibilidad de que sea su hijo —Angela la observó—. Ya vuelves a mirarme de esa manera —manifestó ________ irritada.
—En absoluto.
—Sí que lo haces. Lo veo en tus ojos. Tú tampoco me crees.
—Eso no es verdad —________ ladeó la cabeza y Angela bufó—. De acuerdo —reconoció—. Confieso que albergué la idea de que tal vez te hubieras equivocado. Durante un tiempo pensé que Ben y tú habíais tenido una breve aventura estival por aquel entonces, ya que incluso ahora él parece preferir tu compañía a la mía. Pero Matthew es un calco de Joe, ¿no crees?
—No lo creo… lo sé.
—¿Se lo has contado ya a tu madre?
—No.
—¿No crees que es hora de que lo hagas?
Suspiró.
—Es que sé lo que va a decir.
—Pero, cariño, ¿cómo has podido mentirme todos estos años? —gritó su madre—. No puedo creer que no confiaras lo suficiente en mí como para contarme la verdad.
—No lo hice porque quería evitar esta clase de reacción —indicó ________—. Él no está interesado en ser un padre para Matthew.
—¿Que no está interesado? —repitió su madre con desaprobación—. ¿Y por qué diablos no?
—Porque no cree que Matthew sea suyo —hubo una pausa breve pero reveladora—. ¿Mamá?
—Cariño, conmigo puedes ser sincera, lo sabes. Después de todo, soy tu madre.
—Claro que estoy siendo sincera. No existe posibilidad de que Matthew sea hijo de alguien que no sea Joe.
—Bueno, entonces.
—Sé lo que estás pensando.
—No pienso en nada.
—Sí que lo haces —mentalmente puso los ojos en blanco—. Piensas lo mismo que pensaste cuando fuiste a despedirme al aeropuerto hace cuatro años… que me enamoraría como hiciste tú de un hombre totalmente inapropiado y arruinaría mi vida —«justo lo que hice», pensó con ironía.
Lenore suspiró.
—Es que no puedo dejar de preocuparme por ti —dijo—. No eres cosmopolita como Marie.
—Haces que parezca una niña ingenua.
—En muchos sentidos, lo eres, ________ —indicó con preocupación maternal—. Eres demasiado confiada con la gente. Creo que es por eso que terminaste con un hijo soltera. En ese sentido, tú y yo somos iguales. Pensamos lo mejor de la gente cuando no lo merece. Tienes que endurecerte, cariño. Yo tuve que hacerlo… de lo contrario no habría sobrevivido.
________ se apretó el puente de la nariz.
—Lo sé.
—¿Le has hablado a Marie de este… de este hombre horrible?
—Joe no es horrible —salió en su defensa—. Es el padre de Matthew.
—No quiere ese papel, ________, así que no tiene sentido imponérselo. Algunos hombres son así, tu padre el mejor ejemplo. Por el bien de Matthew, será mejor que sigas adelante sin él.
Sabía que su madre tenía razón, pero una parte de ella quería que Joe aceptara a Matthew como hijo propio. Sentía como si no pudiera avanzar hasta que lo hiciera.
—Tendrás cuidado, ¿verdad, cariño? —añadió su madre.
—Mamá, deja de preocuparte por mí. Sé lo que estoy haciendo.
—¿Cuánto te paga?
—Mucho.
—¿Cuánto?
—Suficiente. Podré cancelar el préstamo que pedí para montar el estudio.
Lenore suspiró.
—Ojalá hubiera podido ayudarte más, pero mi pensión apenas da para vivir…
—Mamá, para. Ya hemos hablado de esto más de cien veces. Tengo veintiséis años, demasiado adulta e independiente para aceptar dinero de mi madre.
—Lo sé, cariño, pero a Marie le ha ido tan bien, que desearía…
—Mamá, estás hablando conmigo, no con Marie. Yo quiero cosas distintas para mi vida. Me volvería loca si viviera como lo hace Marie. Odio los desayunos sociales y las reuniones de bridge. No necesito o quiero un marido rico ni ropa de marca para sentirme bien conmigo misma.
—¿Cómo fue? —preguntó Angela en cuanto ________ regresó al estudio al mediodía. Su amiga dejó caer el bolso en el suelo.
—Firmé el contrato —manifestó con resignación.
—¡Hurra! —Angela se puso a dar saltos—. Vamos a ser famosas.
—Sí, pero hay condiciones.
—¿Condiciones? —Frunció el ceño—. ¿Cuáles?
________ se sentó en su sillón.
—No puedo romper el contrato hasta no haber completado el trabajo.
—¿Y qué?
—Que estoy hasta el cuello —informó—. Estamos hasta el cuello. Si por algún motivo no finalizo el proyecto, he de pagar una indemnización. Las dos la tenemos que pagar.
—Pero vas a finalizarlo, ¿no?
________ se mordió el labio.
—¿Y si él me hace imposible acabarlo?
Angela tragó saliva.
—¿Crees que puso esa cláusula adrede?
—No estoy segura. No puedo evitar pensar que me está tentando con inteligencia para entrar en su órbita. Me contó que había visto un trabajo mío y que le había gustado de verdad. Pero no puedo hacerlo sin ti —expuso—. Es un proyecto enorme y empiezo a pensar que los detalles van a ser tremendos.
—Podemos manejarlo, ________ —la tranquilizó—. Sólo tendrás que estar alerta cuando te encuentres cerca de él.
—Ahí radica el problema —confesó ________, y apoyó la cabeza en las manos—. No pienso con claridad cuando estoy cerca de él.
—Escucha, ¿por qué no le pides a tu madre o a Marie que cuiden de Matthew y nosotras nos vamos a tomar una copa para celebrar este contrato? Tenemos que pensar de forma positiva en vez de insistir en lo negativo. Podemos ir a The Rocks, de Ben. Todo el mundo habla maravillas de nuestra decoración. Ahora es uno de los restaurantes más populares. Además, no lo hemos visto desde que rompió con Olivia.
________ alzó la cabeza.
—Tienes razón. Necesito desterrar lo negativo y ver a Ben será agradable. Además, lo más seguro es que esté siendo paranoica con Joe.
—¿Le hablaste de Matthew? —preguntó su amiga.
—Sí, pero recibí la misma reacción. Sigue negándose a aceptar la posibilidad de que sea su hijo —Angela la observó—. Ya vuelves a mirarme de esa manera —manifestó ________ irritada.
—En absoluto.
—Sí que lo haces. Lo veo en tus ojos. Tú tampoco me crees.
—Eso no es verdad —________ ladeó la cabeza y Angela bufó—. De acuerdo —reconoció—. Confieso que albergué la idea de que tal vez te hubieras equivocado. Durante un tiempo pensé que Ben y tú habíais tenido una breve aventura estival por aquel entonces, ya que incluso ahora él parece preferir tu compañía a la mía. Pero Matthew es un calco de Joe, ¿no crees?
—No lo creo… lo sé.
—¿Se lo has contado ya a tu madre?
—No.
—¿No crees que es hora de que lo hagas?
Suspiró.
—Es que sé lo que va a decir.
—Pero, cariño, ¿cómo has podido mentirme todos estos años? —gritó su madre—. No puedo creer que no confiaras lo suficiente en mí como para contarme la verdad.
—No lo hice porque quería evitar esta clase de reacción —indicó ________—. Él no está interesado en ser un padre para Matthew.
—¿Que no está interesado? —repitió su madre con desaprobación—. ¿Y por qué diablos no?
—Porque no cree que Matthew sea suyo —hubo una pausa breve pero reveladora—. ¿Mamá?
—Cariño, conmigo puedes ser sincera, lo sabes. Después de todo, soy tu madre.
—Claro que estoy siendo sincera. No existe posibilidad de que Matthew sea hijo de alguien que no sea Joe.
—Bueno, entonces.
—Sé lo que estás pensando.
—No pienso en nada.
—Sí que lo haces —mentalmente puso los ojos en blanco—. Piensas lo mismo que pensaste cuando fuiste a despedirme al aeropuerto hace cuatro años… que me enamoraría como hiciste tú de un hombre totalmente inapropiado y arruinaría mi vida —«justo lo que hice», pensó con ironía.
Lenore suspiró.
—Es que no puedo dejar de preocuparme por ti —dijo—. No eres cosmopolita como Marie.
—Haces que parezca una niña ingenua.
—En muchos sentidos, lo eres, ________ —indicó con preocupación maternal—. Eres demasiado confiada con la gente. Creo que es por eso que terminaste con un hijo soltera. En ese sentido, tú y yo somos iguales. Pensamos lo mejor de la gente cuando no lo merece. Tienes que endurecerte, cariño. Yo tuve que hacerlo… de lo contrario no habría sobrevivido.
________ se apretó el puente de la nariz.
—Lo sé.
—¿Le has hablado a Marie de este… de este hombre horrible?
—Joe no es horrible —salió en su defensa—. Es el padre de Matthew.
—No quiere ese papel, ________, así que no tiene sentido imponérselo. Algunos hombres son así, tu padre el mejor ejemplo. Por el bien de Matthew, será mejor que sigas adelante sin él.
Sabía que su madre tenía razón, pero una parte de ella quería que Joe aceptara a Matthew como hijo propio. Sentía como si no pudiera avanzar hasta que lo hiciera.
—Tendrás cuidado, ¿verdad, cariño? —añadió su madre.
—Mamá, deja de preocuparte por mí. Sé lo que estoy haciendo.
—¿Cuánto te paga?
—Mucho.
—¿Cuánto?
—Suficiente. Podré cancelar el préstamo que pedí para montar el estudio.
Lenore suspiró.
—Ojalá hubiera podido ayudarte más, pero mi pensión apenas da para vivir…
—Mamá, para. Ya hemos hablado de esto más de cien veces. Tengo veintiséis años, demasiado adulta e independiente para aceptar dinero de mi madre.
—Lo sé, cariño, pero a Marie le ha ido tan bien, que desearía…
—Mamá, estás hablando conmigo, no con Marie. Yo quiero cosas distintas para mi vida. Me volvería loca si viviera como lo hace Marie. Odio los desayunos sociales y las reuniones de bridge. No necesito o quiero un marido rico ni ropa de marca para sentirme bien conmigo misma.
Nani Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Capitulo 7
Por la mañana se presentó un mensajero con los planos del hotel, pero dentro del cilindro no había ninguna nota que los acompañara. ________ supo que era inconsistente que se sintiera algo enfadada, ya que había sido ella quien insistiera en que sólo se trataba de una relación laboral.
Se pasó el resto del día preocupándose de que Joe cruzara la puerta del estudio, pero cuando a las cinco apagó el ordenador, se sintió extrañamente decepcionada de que no lo hiciera.
Matthew se encontraba cansado pero se entusiasmó cuando lo recogió de la guardería y le dijo que esa noche cuidaría de él su abuela.
—Te he hecho un dibujo —anunció él con orgullo, desenrollando un papel grueso que llevaba en las manos.
________ sonrió al ver las brillantes manchas de colores.
—Vaya, qué hermoso, cariño. ¿Qué es?
—Es un gato como Tinkles, sólo que no muerto.
Ella frunció el ceño al pensar en cómo había manejado la situación de la reciente muerte del gato de su vecina. Lo había adornado con eufemismos, pero parecía que Matthew lo había entendido a su propia manera.
—Es precioso —alabó—. ¿Puedes hacer uno para la señora Wells también? Estoy segura de que le encantaría tener un recordatorio de Tinkles.
—¿Podemos tener un gato? —preguntó cuando llegaron al coche—. ¿O qué te parece un perrito? Me encantaría un cachorrito.
—Cariño, vivimos en un apartamento. Sería cruel tener un animal encerrado allí todo el día.
La carita se llenó de desilusión.
—Pero la señora West tenía un gato.
—Lo sé, pero Tinkles era muy viejo y solía vivir dentro, aparte de que la señora West estaba todo el día con él en casa, de modo que nunca se sentía solo.
—¿Y qué me dices de un papá? —preguntó él pasado un momento—. ¿Podemos tener uno?
________ ocultó su asombro concentrándose en abrir el coche y acomodándolo en el asiento.
—No estoy segura de eso, cariño.
—Ojalá mi papá de verdad no estuviera muerto —dijo al acomodarse y alzar los brazos para que ella le abrochara el cinturón de seguridad—. ¿Y si le rezáramos a Dios para pedirle que lo hiciera vivir otra vez?
Tuvo que apartar la vista de esos grandes ojos verdes.
—He rezado y rezado, cariño, pero no va a pasar.
—Yo seguiré rezando.
Ben vio a ________ en cuanto cruzó la puerta de su restaurante y, sonriendo ampliamente, la abrazó con fuerza.
—Me alegro tanto de verte, ________. Quedé encantado al mirar las reservas y ver que Angela y tú teníais mesa para esta noche. Hace unos meses que no os veo a ninguna. Más por mi culpa que por la vuestra, así que no empieces a disculparte. Me he mostrado un poco antisocial desde que Olivia se fue.
—Lo entiendo —dijo ella, devolviéndole el abrazo.
—¿Cómo va el negocio y Angela?
—La espero en cualquier momento —respondió—. Seguro que tiene problemas para aparcar. Yo tuve que meterme entre un espacio ínfimo.
Ben sonrió.
—Bebamos una copa rápida juntos mientras la esperas —sugirió al tiempo que llamaba al camarero de la barra—. El aprendiz de chef que tengo es brillante, así que puedo confiar en que mantenga el fuerte unos minutos. El grueso de los comensales aún no ha empezado a llegar.
Después de que dejaran ante ellos dos copas de champán, él le preguntó:
—¿Cómo está Matthew?
—Bien —sonrió—. Sin dejar de crecer en todo momento.
—Es un niño precioso —dijo Ben—. Me encantan esas fotos que me enviaste por correo electrónico hace un tiempo.
________ se preguntó si debería comentar algo sobre Joe, cuando por el rabillo del ojo vio a una figura alta entrar en la zona del bar con una rubia atractiva y esbelta del brazo.
—¿Qué sucede? —preguntó Ben preocupado.
________ tragó saliva.
—Eh… nada. Me ha parecido ver a alguien que conocía, eso es todo.
Ben miró hacia la entrada.
—Esa es Velika Vanovic, la modelo de la que habla todo el mundo. ¿Ves lo popular que me has hecho? —Le sonrió a ________—. Todos los famosos o los de perfil alto quieren venir aquí a disfrutar del ambiente.
—Creo que la he visto en una publicidad, es muy hermosa… —respondió débilmente, con la vista clavada en las burbujas de su copa, esperando que los aguijonazos de celos desaparecieran pronto.
—El hombre que la acompaña me resulta vagamente familiar —comentó Ben—. Me pregunto dónde lo he visto antes… Eh, ¿no es el tipo con el que salías en Milán? —La miró confuso—. ________, ¿no nos contaste que había muerto?
Cambió de posición con la esperanza de que Joe no la viera.
—Puedo explicarlo…
—Oh, mira, vienen hacia aquí.
Scarlet sintió un nudo en el estómago cuando Joe y la modelo hermosa se aproximaron.
—Buenas noches, ________ —saludó Joe, estudiándola con placer—. Qué coincidencia encontrarte aquí.
________ se incorporó del sofá con Ben.
—Sí —corroboró—. Lo es.
Ben le ofreció la mano con una sonrisa agradable.
—Hola, Joe. Ha pasado mucho tiempo. ¿Cuatro años?
Por un momento, ________ se preguntó si soslayaría la mano extendida, pero tras un momento fugaz de vacilación, se la estrechó.
—Sí, algo así —miró de nuevo a ________—. Velika, te presento a ________ Roberts, la diseñadora de interiores de la que te hablaba. ________, te presento a Velika Vanovic.
—Encantada de conocerte —dijo ________, y estrechó fugazmente la mano fría de la otra mujer.
—Lo mismo digo —respondió Velika con voz ronca, aunque la frialdad de sus ojos color miel contradecían sus palabras.
—¿Habéis venido a cenar? —preguntó Ben con sonrisa amable.
—Sí —respondió Joe, mirando las dos copas de champán en la mesita.
________ sintió el calor de la mirada de Joe. Supo lo que pensaba; pudo verlo en la rigidez de su mandíbula.
A pesar de sus afirmaciones de lo contrario, siempre había tenido la convicción de que Ben estaba interesado en ella. Apenas lo había visto una o dos veces, cuando Ben, Jessica y Joe habían deseado continuar con el recorrido turístico que estaban haciendo. Pero ________ sabía que al encontrarla allí compartiendo una copa con Ben no iba a convencerlo de que sólo mantenían una amistad platónica.
—Espero que disfrutéis de vuestra velada con nosotros —deseó Ben—. Le pediré al maître que os lleve a vuestra mesa, a menos que primero deseéis tomar una copa en el salón.
—Gracias, pero creo que iremos directamente a nuestra mesa —indicó Joe—. Velika y yo tenemos que ir a otros sitios después de cenar.
«A la cama, seguramente», pensó ________ con otra oleada de celos.
—Que disfrutes de tu velada, ________ —le deseó él.
—Lo haremos —respondió, alzando levemente la barbilla.
Ben espero hasta que los condujeron a su mesa antes de hablar en voz baja.
—Muy bien, es hora de que des algunas explicaciones, jovencita —dijo con fingido reproche—. Es el padre de Matthew, ¿no?
—Sí —aceptó compungida.
—Veo el parecido, es inconfundible. Si he de ser sincero, jamás me tragué la historia de que el padre de Matthew había muerto en un accidente de coche, pero, supuse que tenías tus motivos para no querer hablar.
—Lo siento… Debería habértelo contado. Angela sigue furiosa conmigo por el tema. Los otros y tú habíais ido a los Estados Unidos por ese entonces. Cuando volvisteis a casa, no podía contarte a ti una cosa y a los demás otra.
Le tomó las manos y se las apretó un poco.
—Bueno, ¿qué sucede?
—No cree que Matthew sea suyo.
—¿Nadie le ha hablado de un análisis de ADN? —comentó con ironía—. Un amigo mío encargó uno en Internet. Lo único que hace falta es un palito con algodón en la punta y recibes los resultados en un par de días. Pone fin de inmediato a cualquier discusión sobre la paternidad.
—En su momento le supliqué que se hiciera uno, pero se negó en redondo. Cuando pensé en llevarlo a los tribunales, me di cuenta de que quizá no fuera una persona tan buena como para estar en la vida de Matthew.
—¿Y eso?
—Mi padre cada vez que podía me recordaba que yo no había sido buscada ni querida. No deseé correr el riesgo de que Matthew se viera expuesto a lo mismo.
Ben la miró preocupado.
—Aún guardas esperanzas, ¿verdad?
________ lo miró a los ojos grises.
—No —dijo con énfasis—. No creo que jamás pueda perdonarlo por lo que ha hecho. Todos los días pienso en lo mucho que se ha perdido Matthew. No puedo perdonar a Joe por haberle robado a nuestro hijo de lo que debería haber tenido.
—Te ha alterado verlo con esa mujer, ¿no? —preguntó Ben con gentileza.
—Sí —convino—. Por supuesto que me ha alterado. Lleva una vida de playboy rico mientras yo he criado a nuestro hijo sin ningún apoyo.
—El dinero no lo es todo —expuso Ben—. Le has ofrecido a Matthew un don mucho mayor con el amor que le has dado.
—No es por el dinero —suspiró ________—. Me refiero al apoyo emocional. Para mí eso significa todo.
En ese momento apareció Angela con aspecto agitado.
—Lamento mucho llegar tarde, pero se me averió el coche y… —calló al ver a Ben—. Ah… hola.
—Hola, Angela —se puso de pie y le dio un breve beso en la mejilla—. Me alegro de volver a verte.
Angela pareció aún más agitada.
—Gracias. Yo también.
—Bueno, será mejor que os deje que disfrutéis de vuestra velada —dijo Ben—. Veo que un ayudante de cocina me llama. Cuídate, ________ —le dio otro abrazo corto y un beso fugaz en los labios.
La sonrisa de ________ murió cuando vio la mirada ardiente de Joe desde el restaurante. Sintió un hormigueo por la espalda al pensar en el poder que le había concedido al aceptar el proyecto. Cualquier rato que pasara en compañía de él iba a ser peligroso… y no sólo profesionalmente.
Por la mañana se presentó un mensajero con los planos del hotel, pero dentro del cilindro no había ninguna nota que los acompañara. ________ supo que era inconsistente que se sintiera algo enfadada, ya que había sido ella quien insistiera en que sólo se trataba de una relación laboral.
Se pasó el resto del día preocupándose de que Joe cruzara la puerta del estudio, pero cuando a las cinco apagó el ordenador, se sintió extrañamente decepcionada de que no lo hiciera.
Matthew se encontraba cansado pero se entusiasmó cuando lo recogió de la guardería y le dijo que esa noche cuidaría de él su abuela.
—Te he hecho un dibujo —anunció él con orgullo, desenrollando un papel grueso que llevaba en las manos.
________ sonrió al ver las brillantes manchas de colores.
—Vaya, qué hermoso, cariño. ¿Qué es?
—Es un gato como Tinkles, sólo que no muerto.
Ella frunció el ceño al pensar en cómo había manejado la situación de la reciente muerte del gato de su vecina. Lo había adornado con eufemismos, pero parecía que Matthew lo había entendido a su propia manera.
—Es precioso —alabó—. ¿Puedes hacer uno para la señora Wells también? Estoy segura de que le encantaría tener un recordatorio de Tinkles.
—¿Podemos tener un gato? —preguntó cuando llegaron al coche—. ¿O qué te parece un perrito? Me encantaría un cachorrito.
—Cariño, vivimos en un apartamento. Sería cruel tener un animal encerrado allí todo el día.
La carita se llenó de desilusión.
—Pero la señora West tenía un gato.
—Lo sé, pero Tinkles era muy viejo y solía vivir dentro, aparte de que la señora West estaba todo el día con él en casa, de modo que nunca se sentía solo.
—¿Y qué me dices de un papá? —preguntó él pasado un momento—. ¿Podemos tener uno?
________ ocultó su asombro concentrándose en abrir el coche y acomodándolo en el asiento.
—No estoy segura de eso, cariño.
—Ojalá mi papá de verdad no estuviera muerto —dijo al acomodarse y alzar los brazos para que ella le abrochara el cinturón de seguridad—. ¿Y si le rezáramos a Dios para pedirle que lo hiciera vivir otra vez?
Tuvo que apartar la vista de esos grandes ojos verdes.
—He rezado y rezado, cariño, pero no va a pasar.
—Yo seguiré rezando.
Ben vio a ________ en cuanto cruzó la puerta de su restaurante y, sonriendo ampliamente, la abrazó con fuerza.
—Me alegro tanto de verte, ________. Quedé encantado al mirar las reservas y ver que Angela y tú teníais mesa para esta noche. Hace unos meses que no os veo a ninguna. Más por mi culpa que por la vuestra, así que no empieces a disculparte. Me he mostrado un poco antisocial desde que Olivia se fue.
—Lo entiendo —dijo ella, devolviéndole el abrazo.
—¿Cómo va el negocio y Angela?
—La espero en cualquier momento —respondió—. Seguro que tiene problemas para aparcar. Yo tuve que meterme entre un espacio ínfimo.
Ben sonrió.
—Bebamos una copa rápida juntos mientras la esperas —sugirió al tiempo que llamaba al camarero de la barra—. El aprendiz de chef que tengo es brillante, así que puedo confiar en que mantenga el fuerte unos minutos. El grueso de los comensales aún no ha empezado a llegar.
Después de que dejaran ante ellos dos copas de champán, él le preguntó:
—¿Cómo está Matthew?
—Bien —sonrió—. Sin dejar de crecer en todo momento.
—Es un niño precioso —dijo Ben—. Me encantan esas fotos que me enviaste por correo electrónico hace un tiempo.
________ se preguntó si debería comentar algo sobre Joe, cuando por el rabillo del ojo vio a una figura alta entrar en la zona del bar con una rubia atractiva y esbelta del brazo.
—¿Qué sucede? —preguntó Ben preocupado.
________ tragó saliva.
—Eh… nada. Me ha parecido ver a alguien que conocía, eso es todo.
Ben miró hacia la entrada.
—Esa es Velika Vanovic, la modelo de la que habla todo el mundo. ¿Ves lo popular que me has hecho? —Le sonrió a ________—. Todos los famosos o los de perfil alto quieren venir aquí a disfrutar del ambiente.
—Creo que la he visto en una publicidad, es muy hermosa… —respondió débilmente, con la vista clavada en las burbujas de su copa, esperando que los aguijonazos de celos desaparecieran pronto.
—El hombre que la acompaña me resulta vagamente familiar —comentó Ben—. Me pregunto dónde lo he visto antes… Eh, ¿no es el tipo con el que salías en Milán? —La miró confuso—. ________, ¿no nos contaste que había muerto?
Cambió de posición con la esperanza de que Joe no la viera.
—Puedo explicarlo…
—Oh, mira, vienen hacia aquí.
Scarlet sintió un nudo en el estómago cuando Joe y la modelo hermosa se aproximaron.
—Buenas noches, ________ —saludó Joe, estudiándola con placer—. Qué coincidencia encontrarte aquí.
________ se incorporó del sofá con Ben.
—Sí —corroboró—. Lo es.
Ben le ofreció la mano con una sonrisa agradable.
—Hola, Joe. Ha pasado mucho tiempo. ¿Cuatro años?
Por un momento, ________ se preguntó si soslayaría la mano extendida, pero tras un momento fugaz de vacilación, se la estrechó.
—Sí, algo así —miró de nuevo a ________—. Velika, te presento a ________ Roberts, la diseñadora de interiores de la que te hablaba. ________, te presento a Velika Vanovic.
—Encantada de conocerte —dijo ________, y estrechó fugazmente la mano fría de la otra mujer.
—Lo mismo digo —respondió Velika con voz ronca, aunque la frialdad de sus ojos color miel contradecían sus palabras.
—¿Habéis venido a cenar? —preguntó Ben con sonrisa amable.
—Sí —respondió Joe, mirando las dos copas de champán en la mesita.
________ sintió el calor de la mirada de Joe. Supo lo que pensaba; pudo verlo en la rigidez de su mandíbula.
A pesar de sus afirmaciones de lo contrario, siempre había tenido la convicción de que Ben estaba interesado en ella. Apenas lo había visto una o dos veces, cuando Ben, Jessica y Joe habían deseado continuar con el recorrido turístico que estaban haciendo. Pero ________ sabía que al encontrarla allí compartiendo una copa con Ben no iba a convencerlo de que sólo mantenían una amistad platónica.
—Espero que disfrutéis de vuestra velada con nosotros —deseó Ben—. Le pediré al maître que os lleve a vuestra mesa, a menos que primero deseéis tomar una copa en el salón.
—Gracias, pero creo que iremos directamente a nuestra mesa —indicó Joe—. Velika y yo tenemos que ir a otros sitios después de cenar.
«A la cama, seguramente», pensó ________ con otra oleada de celos.
—Que disfrutes de tu velada, ________ —le deseó él.
—Lo haremos —respondió, alzando levemente la barbilla.
Ben espero hasta que los condujeron a su mesa antes de hablar en voz baja.
—Muy bien, es hora de que des algunas explicaciones, jovencita —dijo con fingido reproche—. Es el padre de Matthew, ¿no?
—Sí —aceptó compungida.
—Veo el parecido, es inconfundible. Si he de ser sincero, jamás me tragué la historia de que el padre de Matthew había muerto en un accidente de coche, pero, supuse que tenías tus motivos para no querer hablar.
—Lo siento… Debería habértelo contado. Angela sigue furiosa conmigo por el tema. Los otros y tú habíais ido a los Estados Unidos por ese entonces. Cuando volvisteis a casa, no podía contarte a ti una cosa y a los demás otra.
Le tomó las manos y se las apretó un poco.
—Bueno, ¿qué sucede?
—No cree que Matthew sea suyo.
—¿Nadie le ha hablado de un análisis de ADN? —comentó con ironía—. Un amigo mío encargó uno en Internet. Lo único que hace falta es un palito con algodón en la punta y recibes los resultados en un par de días. Pone fin de inmediato a cualquier discusión sobre la paternidad.
—En su momento le supliqué que se hiciera uno, pero se negó en redondo. Cuando pensé en llevarlo a los tribunales, me di cuenta de que quizá no fuera una persona tan buena como para estar en la vida de Matthew.
—¿Y eso?
—Mi padre cada vez que podía me recordaba que yo no había sido buscada ni querida. No deseé correr el riesgo de que Matthew se viera expuesto a lo mismo.
Ben la miró preocupado.
—Aún guardas esperanzas, ¿verdad?
________ lo miró a los ojos grises.
—No —dijo con énfasis—. No creo que jamás pueda perdonarlo por lo que ha hecho. Todos los días pienso en lo mucho que se ha perdido Matthew. No puedo perdonar a Joe por haberle robado a nuestro hijo de lo que debería haber tenido.
—Te ha alterado verlo con esa mujer, ¿no? —preguntó Ben con gentileza.
—Sí —convino—. Por supuesto que me ha alterado. Lleva una vida de playboy rico mientras yo he criado a nuestro hijo sin ningún apoyo.
—El dinero no lo es todo —expuso Ben—. Le has ofrecido a Matthew un don mucho mayor con el amor que le has dado.
—No es por el dinero —suspiró ________—. Me refiero al apoyo emocional. Para mí eso significa todo.
En ese momento apareció Angela con aspecto agitado.
—Lamento mucho llegar tarde, pero se me averió el coche y… —calló al ver a Ben—. Ah… hola.
—Hola, Angela —se puso de pie y le dio un breve beso en la mejilla—. Me alegro de volver a verte.
Angela pareció aún más agitada.
—Gracias. Yo también.
—Bueno, será mejor que os deje que disfrutéis de vuestra velada —dijo Ben—. Veo que un ayudante de cocina me llama. Cuídate, ________ —le dio otro abrazo corto y un beso fugaz en los labios.
La sonrisa de ________ murió cuando vio la mirada ardiente de Joe desde el restaurante. Sintió un hormigueo por la espalda al pensar en el poder que le había concedido al aceptar el proyecto. Cualquier rato que pasara en compañía de él iba a ser peligroso… y no sólo profesionalmente.
Nani Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
ahhh Joseph que uranio eres
Pobre rayiz
Gracias x el maraton!!!
Pobre rayiz
Gracias x el maraton!!!
aranzhitha
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
uuuuuuuuuuuuu!!!!!!! puxa me da pena la rayis
joe es tan pesado con ella
siguelaaa!!
joe es tan pesado con ella
siguelaaa!!
Kari_JB
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
AY ME ENCANARON LOS CAPS
ARGG NO PUEDO CREER QUE JOE NO ACEPTE QUE MATHEW ES SU HIJO QUE LO VEO QUE LO VEA
ARGG NO PUEDO CREER QUE JOE NO ACEPTE QUE MATHEW ES SU HIJO QUE LO VEO QUE LO VEA
andreita
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Aggg Joe eres tan tonto!!!
Pero se que cuando veas a la hermosura de Mathew
Te arrepentirás jejejejejeje
Ahhh plis te lo suplico siguela
Esta genial la nove :)
Pero se que cuando veas a la hermosura de Mathew
Te arrepentirás jejejejejeje
Ahhh plis te lo suplico siguela
Esta genial la nove :)
Karli Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Capítulo 8
—¿Te importa si lo dejamos para otra ocasión? —Le preguntó a Angela después de describirle brevemente lo sucedido un rato antes.
—Claro —se pasó el bolso al hombro—. Lo último que necesitas es ver a una mujer pegada al padre de tu hijo.
No había pensado que pudiera verse afectada de esa manera, pero el estómago se le revolvía angustiado al pensar que Joe terminaba de cenar pronto para poder llevar a la modelo a su hotel con él.
No quiso seguir por donde conducían esos pensamientos. ¿Por qué debía importarle? Lo odiaba y nada, nada, iba a cambiar jamás eso.
—Bueno, ¿qué hay entre Ben y tú? —preguntó Angela mientras iban hacia donde ________ había aparcado su coche.
Miró a su amiga mientras abría el vehículo con el mando a distancia.
—¿Por qué preguntas eso? Sabes que siempre hemos sido amigos. No hay nada entre nosotros.
Angela puso los ojos en blanco.
—A veces puedes ser tan ingenua —afirmó—. Ben parecía un pulpo. No me extraña que Joe te lanzara esa mirada.
________ frunció el ceño al abrocharse el cinturón de seguridad.
—Ben aún intenta superar lo de Olivia. Se siente solo, eso es todo.
—Y un cuerno —Angela le lanzó una mirada cínica.
—¿Estás celosa o algo por el estilo? —preguntó ________.
—¡Por supuesto que no! —insistió Angela—. Es un restaurador. Tiene un horario antinatural. Me da pena la mujer con la que llegue a casarse, porque nunca lo verá.
________ se preguntó si su amiga no era demasiado vehemente en su desagrado hacia Ben. Nunca habían terminado de conectar en las pocas ocasiones en las que se habían visto.
—Sabes, he estado pensando —prosiguió Angela unos minutos más tarde—. ¿Y si Joe cambia de parecer en algún momento en el futuro?
________ la miró.
—¿Te refieres acerca de Matthew?
—Un vistazo al niño hará que albergue serias dudas sobre sus convicciones —señaló su amiga.
________ apretó el volante.
—Lo sé.
—Te podría complicar bastante las cosas —indicó Angela—. Si Joseph Jonas decide que quiere que su hijo pase tiempo con él en Italia, será duro para ti, por no mencionar a Matthew.
________ sintió un nudo en el estómago. Ya había recorrido muchas veces ese camino siendo niña… viéndose obligada a realizar visitas que jamás resultaron tal como ella había esperado.
Angela tenía razón.
Joe vivía en Milán; sólo se encontraba allí para rehabilitar el Hotel Arlington. No había mencionado ningún plan permanente para residir en Sydney. Si terminaba por comprender y aceptar que era el padre de un niño, podría insistir en tener un acceso regular a él, sin detenerse a pensar en cómo afectaría a Matthew verse transportado de un lado a otro como un paquete por correos.
—Me siento desgarrada —confesó—. Durante años he querido que Joe reconociera la verdad sobre Matthew, pero ahora me preocupa lo que podría pasar si eso sucediera.
—Todavía lo amas.
—¿Cuántas veces he de decirte que no? —preguntó frustrada—. Odio a ese hombre.
—Escucha, ________, a veces pienso que te conozco mejor que tú misma. Aún sientes algo por él, lo veo cada vez que mencionas su nombre. Tus ojos reflejan otra mirada.
________ le dedicó una mirada furiosa.
—Te lo estás imaginando.
—¿Sí?
________ suspiró.
—Escucha, reconozco que al verlo esta noche en el restaurante con su última amante me sentí mal físicamente, pero eso se debe a que es la persona que más me ha herido en el mundo. Ni siquiera el comportamiento estúpido de mi padre se compara con lo que ha hecho Joe.
— ________, hace cuatro años estuviste enamorada de él. Es lógico que puedas volver a enamorarte de la misma persona. Créeme, sucede.
—Sí, lo sé. Juré que jamás terminaría como mi madre, enamorándose de un hombre que constantemente la decepcionaba.
—Dudo de que Joseph Jonas entre en la misma categoría de canalla que tu padre —ironizó Angela—. A tu padre sólo lo viste una vez desde pequeña y únicamente cuando se presentó para pedirte dinero. Qué desgraciado.
—No me lo recuerdes —hizo una mueca de desagrado.
Angela la animó con una sonrisa.
—Superarás esto. Sé que lo harás. Somos un equipo, ¿lo recuerdas?
—Lo sé… gracias.
—Sacaremos adelante este proyecto juntas y luego podrás continuar con tu vida. Joe regresará a Italia antes de que te des cuenta y nunca más volverás a pensar en él.
________ suspiró al tiempo que miraba a su amiga.
—Intento hacerlo, pero es difícil cuando tengo a su hijo como recordatorio constante.
En cuanto llegó al estudio a la mañana siguiente, Angela le entregó el teléfono, tapando el auricular con la mano mientras susurraba:
—Es Joe. Quiere hablar contigo.
Aceptó el auricular con mano insegura y se lo llevó al oído.
—Aquí ________ Roberts.
—Ha sido un truco muy inteligente, ________ —comentó él—. Exhibir a la oposición en mis propias narices para hacer que te desee más.
Sintió que se ruborizaba.
—No sé de qué me hablas. Y ahora, ¿querías hablar de algo específico o simplemente se trata de una llamada para incordiar?
—Quiero verte.
—Pide una cita como todos los demás —espetó.
—Es exactamente lo que hago —respondió—. Quiero verte esta noche en mi casa.
El corazón le dio un vuelco.
—¿En tu casa? ¿Tienes una casa?
—La mayoría de la gente la tiene, ¿no? —comentó con tono levemente burlón.
—Pero… pensé que te hospedabas en un hotel, o en unos apartamentos o algo por el estilo.
—Prefiero tener mi propio espacio —indicó—. Compré una casa antes de llegar.
Tuvo que humedecerse los labios.
—Entonces… ¿cuánto tiempo esperas quedarte en Sydney? —preguntó.
—El tiempo que haga falta para ocuparme del negocio que tengo aquí.
—¿Te refieres al Hotel Arlington?
—A eso y a otros cabos sueltos —respondió.
Los celos subieron borboteantes, como una marea de lava por su interior.
—¿Es Velika Vanovic uno de esos cabos sueltos? —añadió con mala educación—. Será mejor que vayas con cuidado, Joe, tengo entendido que ya es una experta.
—Me gusta una mujer directa acerca de lo que desea —replicó él.
—Odio dar a entender que no tengas otros atractivos, pero las mujeres como Velika Vanovic buscan una cosa, sólo una.
—Sí, lo sé —convino—. Sexo, y mucho.
________ apretó los dientes.
—Me refería al dinero.
—Al menos Velika es abierta acerca del tema, a diferencia de ti, que lo enfocaste por medios más dudosos.
—No hice nada parecido.
—Te espero a las ocho en punto. Cenaremos juntos para hablar de las ideas que tienes para el proyecto hasta ahora —añadió como si ella no hubiera hablado.
—No voy a cenar contigo —espetó—. Tengo otro compromiso.
—Cancélalo.
Transcurrieron unos segundos de silencio.
—Por lo general no veo a clientes fuera del horario de oficina —explicó.
—Estoy seguro de que no te importará hacer una excepción conmigo, ya que somos viejos conocidos, ¿mmm?
—¿De modo que lo que tuvimos lo has degradado a ser simples conocidos? —preguntó con amargura.
—Viejos amigos, entonces.
—Fuimos amantes, Joe Jonas, y como resultado de ello eres el padre de mi hijo —soltó—. No te atrevas a insultarme llamándome simple conocida.
—¿Sugieres que deseas ser elevada al rango de amante? —preguntó él.
—¡Claro que no! —exclamó indignada.
—Se puede arreglar fácilmente —comentó con suavidad—. De hecho, he estado pensando en ello desde anoche, cuando te encontré con el chico con el que sales. Parece bastante agradable, pero apuesto que no ha sido capaz de hacer que te retuerzas y grites como lo hice yo.
—No es asunto tuyo qué hago y con quién lo hago.
—Sin embargo, respondiste de forma tan deliciosa cuando te besé. Sólo tuve que tocarte para que te encendieras.
________ supo que no había manera de defenderse, pero lo intentó.
—Muchos ex amantes vuelven temporalmente al contexto de su relación pasada. No significa nada.
—Significa que aún te sientes atraída por mí, a pesar de estar involucrada con otro hombre —manifestó.
—Es gracioso hablar contigo —espetó—. Si estás tan interesado en Velika Vanovic, ¿por qué me besaste?
—Ah, pero de eso quiero hablar contigo esta noche —repuso—. Enviaré un coche para que te recoja, así que ni se te pase por la cabeza escabullirte.
—¿Puedo llevar a mi hijo?
El silencio se estiró hasta que ________ pensó que le había colgado.
—No creo que un niño pequeño deba estar despierto a esa hora, ¿no? —Le preguntó él—. Si el dinero representa un problema, pagaré a una niñera.
________ dejó que se produjera otro silencio.
—No envíes un coche —suspiró resignada—. Iré yo sola.
—Te voy a enviar un coche y espero que lo uses —manifestó con un tono que no esperaba resistencia.
—¿Se trata de una muestra tardía de preocupación por mi bienestar sola en las calles por la noche?
—De hecho, sí lo es —respondió él con seriedad—. Lamento profundamente el modo en que te traté hace cuatro años. Fue poco galante e insensible.
—Y absolutamente injustificado.
Otro silencio tenso.
—Te veré esta noche. Ciao.
________ suspiró y colgó.
—¡Cómo odio a ese hombre! —gruñó.
—¿Necesitas que cuide de Matthew? —inquirió Angela.
________ cruzó los brazos y comenzó a pasear de un lado a otro.
—No voy a ir. Juro por Dios que no voy a ir.
—Estaré en tu casa a las siete y media —indicó Angela—. Eso me dará tiempo de ir primero a mi clase de Pilates.
—No puedo creer que haya firmado ese contrato con la estúpida cláusula —soltó con expresión iracunda—. Debería haber imaginado que querría apretarme las tuercas para que no me quedara más opción que tener que involucrarme otra vez con él.
—¡Eh! Frena un poco —pidió Angela—. Creo que me he perdido algo por el camino. ¿Qué es eso de volver a involucrarte con él? ¿Te refieres a involucrar de involucrar!
—Dio a entender algo por el estilo, pero no pienso tolerarlo.
—¿Estás segura de que puedes ofrecer resistencia? —preguntó su amiga con expresión preocupada—. Es un hombre muy atractivo, ________. Si no estuviera fuera del mercado ahora, yo misma sentiría la tentación.
—He cambiado de parecer —soltó, alzando el mentón—. Iré a su casa y le demostraré que no estoy interesada. Me llevaré algunos bocetos y diseños, y no permitiré que la situación se aparté en ningún momento del campo laboral.
—Sí… claro.
—¿Qué quieres insinuar con eso? —Angela no respondió, aunque su expresión fue elocuente—. No crees que pueda hacerlo, ¿verdad?
—Creo que corres serio peligro de volver a resultar herida. La historia tiene el hábito de marcar una y otra vez su territorio.
—De repetirse —corrigió ________. Angela siempre mezclaba sus metáforas.
—Es prácticamente lo mismo, ¿no?
Le alegró que en ese momento entrara un cliente, así no tuvo que contestar.
Disfruten el cap
—¿Te importa si lo dejamos para otra ocasión? —Le preguntó a Angela después de describirle brevemente lo sucedido un rato antes.
—Claro —se pasó el bolso al hombro—. Lo último que necesitas es ver a una mujer pegada al padre de tu hijo.
No había pensado que pudiera verse afectada de esa manera, pero el estómago se le revolvía angustiado al pensar que Joe terminaba de cenar pronto para poder llevar a la modelo a su hotel con él.
No quiso seguir por donde conducían esos pensamientos. ¿Por qué debía importarle? Lo odiaba y nada, nada, iba a cambiar jamás eso.
—Bueno, ¿qué hay entre Ben y tú? —preguntó Angela mientras iban hacia donde ________ había aparcado su coche.
Miró a su amiga mientras abría el vehículo con el mando a distancia.
—¿Por qué preguntas eso? Sabes que siempre hemos sido amigos. No hay nada entre nosotros.
Angela puso los ojos en blanco.
—A veces puedes ser tan ingenua —afirmó—. Ben parecía un pulpo. No me extraña que Joe te lanzara esa mirada.
________ frunció el ceño al abrocharse el cinturón de seguridad.
—Ben aún intenta superar lo de Olivia. Se siente solo, eso es todo.
—Y un cuerno —Angela le lanzó una mirada cínica.
—¿Estás celosa o algo por el estilo? —preguntó ________.
—¡Por supuesto que no! —insistió Angela—. Es un restaurador. Tiene un horario antinatural. Me da pena la mujer con la que llegue a casarse, porque nunca lo verá.
________ se preguntó si su amiga no era demasiado vehemente en su desagrado hacia Ben. Nunca habían terminado de conectar en las pocas ocasiones en las que se habían visto.
—Sabes, he estado pensando —prosiguió Angela unos minutos más tarde—. ¿Y si Joe cambia de parecer en algún momento en el futuro?
________ la miró.
—¿Te refieres acerca de Matthew?
—Un vistazo al niño hará que albergue serias dudas sobre sus convicciones —señaló su amiga.
________ apretó el volante.
—Lo sé.
—Te podría complicar bastante las cosas —indicó Angela—. Si Joseph Jonas decide que quiere que su hijo pase tiempo con él en Italia, será duro para ti, por no mencionar a Matthew.
________ sintió un nudo en el estómago. Ya había recorrido muchas veces ese camino siendo niña… viéndose obligada a realizar visitas que jamás resultaron tal como ella había esperado.
Angela tenía razón.
Joe vivía en Milán; sólo se encontraba allí para rehabilitar el Hotel Arlington. No había mencionado ningún plan permanente para residir en Sydney. Si terminaba por comprender y aceptar que era el padre de un niño, podría insistir en tener un acceso regular a él, sin detenerse a pensar en cómo afectaría a Matthew verse transportado de un lado a otro como un paquete por correos.
—Me siento desgarrada —confesó—. Durante años he querido que Joe reconociera la verdad sobre Matthew, pero ahora me preocupa lo que podría pasar si eso sucediera.
—Todavía lo amas.
—¿Cuántas veces he de decirte que no? —preguntó frustrada—. Odio a ese hombre.
—Escucha, ________, a veces pienso que te conozco mejor que tú misma. Aún sientes algo por él, lo veo cada vez que mencionas su nombre. Tus ojos reflejan otra mirada.
________ le dedicó una mirada furiosa.
—Te lo estás imaginando.
—¿Sí?
________ suspiró.
—Escucha, reconozco que al verlo esta noche en el restaurante con su última amante me sentí mal físicamente, pero eso se debe a que es la persona que más me ha herido en el mundo. Ni siquiera el comportamiento estúpido de mi padre se compara con lo que ha hecho Joe.
— ________, hace cuatro años estuviste enamorada de él. Es lógico que puedas volver a enamorarte de la misma persona. Créeme, sucede.
—Sí, lo sé. Juré que jamás terminaría como mi madre, enamorándose de un hombre que constantemente la decepcionaba.
—Dudo de que Joseph Jonas entre en la misma categoría de canalla que tu padre —ironizó Angela—. A tu padre sólo lo viste una vez desde pequeña y únicamente cuando se presentó para pedirte dinero. Qué desgraciado.
—No me lo recuerdes —hizo una mueca de desagrado.
Angela la animó con una sonrisa.
—Superarás esto. Sé que lo harás. Somos un equipo, ¿lo recuerdas?
—Lo sé… gracias.
—Sacaremos adelante este proyecto juntas y luego podrás continuar con tu vida. Joe regresará a Italia antes de que te des cuenta y nunca más volverás a pensar en él.
________ suspiró al tiempo que miraba a su amiga.
—Intento hacerlo, pero es difícil cuando tengo a su hijo como recordatorio constante.
En cuanto llegó al estudio a la mañana siguiente, Angela le entregó el teléfono, tapando el auricular con la mano mientras susurraba:
—Es Joe. Quiere hablar contigo.
Aceptó el auricular con mano insegura y se lo llevó al oído.
—Aquí ________ Roberts.
—Ha sido un truco muy inteligente, ________ —comentó él—. Exhibir a la oposición en mis propias narices para hacer que te desee más.
Sintió que se ruborizaba.
—No sé de qué me hablas. Y ahora, ¿querías hablar de algo específico o simplemente se trata de una llamada para incordiar?
—Quiero verte.
—Pide una cita como todos los demás —espetó.
—Es exactamente lo que hago —respondió—. Quiero verte esta noche en mi casa.
El corazón le dio un vuelco.
—¿En tu casa? ¿Tienes una casa?
—La mayoría de la gente la tiene, ¿no? —comentó con tono levemente burlón.
—Pero… pensé que te hospedabas en un hotel, o en unos apartamentos o algo por el estilo.
—Prefiero tener mi propio espacio —indicó—. Compré una casa antes de llegar.
Tuvo que humedecerse los labios.
—Entonces… ¿cuánto tiempo esperas quedarte en Sydney? —preguntó.
—El tiempo que haga falta para ocuparme del negocio que tengo aquí.
—¿Te refieres al Hotel Arlington?
—A eso y a otros cabos sueltos —respondió.
Los celos subieron borboteantes, como una marea de lava por su interior.
—¿Es Velika Vanovic uno de esos cabos sueltos? —añadió con mala educación—. Será mejor que vayas con cuidado, Joe, tengo entendido que ya es una experta.
—Me gusta una mujer directa acerca de lo que desea —replicó él.
—Odio dar a entender que no tengas otros atractivos, pero las mujeres como Velika Vanovic buscan una cosa, sólo una.
—Sí, lo sé —convino—. Sexo, y mucho.
________ apretó los dientes.
—Me refería al dinero.
—Al menos Velika es abierta acerca del tema, a diferencia de ti, que lo enfocaste por medios más dudosos.
—No hice nada parecido.
—Te espero a las ocho en punto. Cenaremos juntos para hablar de las ideas que tienes para el proyecto hasta ahora —añadió como si ella no hubiera hablado.
—No voy a cenar contigo —espetó—. Tengo otro compromiso.
—Cancélalo.
Transcurrieron unos segundos de silencio.
—Por lo general no veo a clientes fuera del horario de oficina —explicó.
—Estoy seguro de que no te importará hacer una excepción conmigo, ya que somos viejos conocidos, ¿mmm?
—¿De modo que lo que tuvimos lo has degradado a ser simples conocidos? —preguntó con amargura.
—Viejos amigos, entonces.
—Fuimos amantes, Joe Jonas, y como resultado de ello eres el padre de mi hijo —soltó—. No te atrevas a insultarme llamándome simple conocida.
—¿Sugieres que deseas ser elevada al rango de amante? —preguntó él.
—¡Claro que no! —exclamó indignada.
—Se puede arreglar fácilmente —comentó con suavidad—. De hecho, he estado pensando en ello desde anoche, cuando te encontré con el chico con el que sales. Parece bastante agradable, pero apuesto que no ha sido capaz de hacer que te retuerzas y grites como lo hice yo.
—No es asunto tuyo qué hago y con quién lo hago.
—Sin embargo, respondiste de forma tan deliciosa cuando te besé. Sólo tuve que tocarte para que te encendieras.
________ supo que no había manera de defenderse, pero lo intentó.
—Muchos ex amantes vuelven temporalmente al contexto de su relación pasada. No significa nada.
—Significa que aún te sientes atraída por mí, a pesar de estar involucrada con otro hombre —manifestó.
—Es gracioso hablar contigo —espetó—. Si estás tan interesado en Velika Vanovic, ¿por qué me besaste?
—Ah, pero de eso quiero hablar contigo esta noche —repuso—. Enviaré un coche para que te recoja, así que ni se te pase por la cabeza escabullirte.
—¿Puedo llevar a mi hijo?
El silencio se estiró hasta que ________ pensó que le había colgado.
—No creo que un niño pequeño deba estar despierto a esa hora, ¿no? —Le preguntó él—. Si el dinero representa un problema, pagaré a una niñera.
________ dejó que se produjera otro silencio.
—No envíes un coche —suspiró resignada—. Iré yo sola.
—Te voy a enviar un coche y espero que lo uses —manifestó con un tono que no esperaba resistencia.
—¿Se trata de una muestra tardía de preocupación por mi bienestar sola en las calles por la noche?
—De hecho, sí lo es —respondió él con seriedad—. Lamento profundamente el modo en que te traté hace cuatro años. Fue poco galante e insensible.
—Y absolutamente injustificado.
Otro silencio tenso.
—Te veré esta noche. Ciao.
________ suspiró y colgó.
—¡Cómo odio a ese hombre! —gruñó.
—¿Necesitas que cuide de Matthew? —inquirió Angela.
________ cruzó los brazos y comenzó a pasear de un lado a otro.
—No voy a ir. Juro por Dios que no voy a ir.
—Estaré en tu casa a las siete y media —indicó Angela—. Eso me dará tiempo de ir primero a mi clase de Pilates.
—No puedo creer que haya firmado ese contrato con la estúpida cláusula —soltó con expresión iracunda—. Debería haber imaginado que querría apretarme las tuercas para que no me quedara más opción que tener que involucrarme otra vez con él.
—¡Eh! Frena un poco —pidió Angela—. Creo que me he perdido algo por el camino. ¿Qué es eso de volver a involucrarte con él? ¿Te refieres a involucrar de involucrar!
—Dio a entender algo por el estilo, pero no pienso tolerarlo.
—¿Estás segura de que puedes ofrecer resistencia? —preguntó su amiga con expresión preocupada—. Es un hombre muy atractivo, ________. Si no estuviera fuera del mercado ahora, yo misma sentiría la tentación.
—He cambiado de parecer —soltó, alzando el mentón—. Iré a su casa y le demostraré que no estoy interesada. Me llevaré algunos bocetos y diseños, y no permitiré que la situación se aparté en ningún momento del campo laboral.
—Sí… claro.
—¿Qué quieres insinuar con eso? —Angela no respondió, aunque su expresión fue elocuente—. No crees que pueda hacerlo, ¿verdad?
—Creo que corres serio peligro de volver a resultar herida. La historia tiene el hábito de marcar una y otra vez su territorio.
—De repetirse —corrigió ________. Angela siempre mezclaba sus metáforas.
—Es prácticamente lo mismo, ¿no?
Le alegró que en ese momento entrara un cliente, así no tuvo que contestar.
Disfruten el cap
Nani Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
aish joesph es tan tan tan tan
no se como decsribriloooo
caudo pones maraton :)
no se como decsribriloooo
caudo pones maraton :)
andreita
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Jejejejeje tanto Joe como la rayis
Están celosos jejejejeje me encanta la nove
Plis siguela ya quiero leer que pasa en la cena
Si que la rayis no le demuestre que le importa!
Siguela prontoooo!!
Están celosos jejejejeje me encanta la nove
Plis siguela ya quiero leer que pasa en la cena
Si que la rayis no le demuestre que le importa!
Siguela prontoooo!!
Karli Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
TIENE QUE VER A MAT!
Y pasaran cositas, lo se. SIGUELA
Y pasaran cositas, lo se. SIGUELA
Creadora
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
hay Joseph que latoso eres :x
Pobre rayiz
Siguela!!!
Pobre rayiz
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
holaaaaaaaaaaa !!
soy nueva lectoraaaa !!!
me llamo cintya .. ciin en el foro :P
aii .. amo esta novelaaa .. es demasiaod genial ...
joe es un estupido ¬¬ pobre rayis . y pobrecito matthew ....
pleasee siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
soy nueva lectoraaaa !!!
me llamo cintya .. ciin en el foro :P
aii .. amo esta novelaaa .. es demasiaod genial ...
joe es un estupido ¬¬ pobre rayis . y pobrecito matthew ....
pleasee siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
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