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"El Dolor De La Traición" - Joe y tu
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
siguela xfa como joe le pudo decir eso a la rayis...
la rayita para amigas asi no precisa enemigas!!!
siguelaaaaa
la rayita para amigas asi no precisa enemigas!!!
siguelaaaaa
jonatic&diectioner
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Wow! otro capitulo por favor! quiero leer esa conversación y como todo va comenzar a fluir y volveran
Koni
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
OMJ la historia se pone interesante!!
Ahhh tienes que seguirla ya plis!!
Necesito mas caps!!
Ahhh tienes que seguirla ya plis!!
Necesito mas caps!!
Karli Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
:affraid: QUE GROSEROOO!!!!!! eso no se le dice a una dama siguela nena esta buenisima
nataly jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
holaaaa aqui me tienes leyendo otra novee no siquiera me habia dado cuando que habias espezado una nueva siguelaaaa
ohh q malo con la rayis u.u SIGUELAAA :)
ohh q malo con la rayis u.u SIGUELAAA :)
kaarb
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Lo que no me gusta de este tipo de novelas es que al principio se hieren demasiado. Pero bueno, se ve buenisima. SIGUELA
Creadora
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
chicas hoy no podre subirles cap porqe se casa mi hermano y casi no tengo tiempo mañana les subo ok y bienvenidas a las nuevas lectoras
Stefany - si lose a mi tampoco me gusta pero descartando eso la nove es bastante linda aunqe es un poco tardado poco a poco iran cambiando las cosas
Stefany - si lose a mi tampoco me gusta pero descartando eso la nove es bastante linda aunqe es un poco tardado poco a poco iran cambiando las cosas
Nani Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
ashhhh xq joe le dijo eso a la rayis!!
es un ahhhh
siguelaaa
y esperare :D
es un ahhhh
siguelaaa
y esperare :D
jamileth
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Capitulo 2
No hubo señal de enfado en su cara, pero ________ pudo sentirlo de todos modos. Había conocido y amado esa cara durante los tres meses que habían estado juntos. La sonrisa capaz de fundir la piedra, la mirada que podía encender la sangre, la boca capaz de besar con una suavidad provocadora o con pasión hambrienta. Incluso después de tanto tiempo podía sentir sus labios y su lengua. La parte inferior del cuerpo le empezó a palpitar con el recuerdo de lo que había sentido con las embestidas de Joe entre las piernas.
Las cruzó por debajo de la mesa, luchando contra las sensaciones que se agitaban allí.
—Supongo que tu propensión sexual no tiene relevancia con tu talento en el diseño de interiores —indicó con una mirada enigmática—. Profesionalmente, tienes buena reputación. Por eso estoy predispuesto a darte toda la responsabilidad para el proyecto que voy a emprender.
—Te lo he dicho, no estoy disponible.
Él esbozó una leve sonrisa.
— ________, quizá antes de descartar esta oportunidad deberías ver lo que te ofrezco.
—Ninguna cantidad de dinero que puedas ponerme delante me induciría a volver a mantener algún tipo de relación contigo, de trabajo o de otra naturaleza —afirmó con contundencia.
—No iba a sugerir nada más que un acuerdo laboral entre nosotros; sin embargo… —dejó la frase suspendida entre ellos en el palpitante silencio.
—Olvídalo, Joe —dijo—. Además, ya salgo con alguien.
—¿Es el mismo hombre con el que te involucraste en Italia? —preguntó, atravesándola con la mirada—. Se llamaba Ben Kirby, ¿verdad?
________ sintió que la sangre se le encendía en las venas.
—Viajaba con él, no nos acostábamos.
El cinismo brilló en la mirada de Joe.
—Ah, sí, esa antigua historia. La recuerdo bien.
—No es una historia, es la verdad —insistió ella—. Conocí a Ben, Joe y Jessica en un recorrido turístico en un autobús. Te dije esto mismo hace cuatro años. ¿Cuántas veces he de repetirme?
—No me interesan tus mentiras, pero sí lo que puedes hacer por mí —dijo—. Tu negocio necesita un contrato tan grande como éste, ________. Serías una tonta en descartarlo.
Ella apretó la mandíbula.
—Odio ser quien tenga que señalar la ironía del asunto, pero ¿no fue eso lo que tú me hiciste a mí?
—Estoy preparado para ser generoso —indicó, sin prestar atención al comentario.
Como si no significara nada para él. Lo cual era verdad.
Antes de conocerlo, siempre había considerado con desdén la idea de enamorarse a primera vista, o incluso de enamorarse en un período de unos días. Siempre había considerado que el amor profundo y permanente crecería con el tiempo, igual que la confianza y el respeto entre dos personas. Pero conocer a Joseph Jonas aquel caluroso verano en Milán había puesto su mundo del revés. A las tres horas él la había besado, y a los tres meses se había quedado embarazada.
Parpadeó y volvió al presente en el momento en que Joe le entregaba un documento. Lo aceptó, y sus dedos trémulos no pudieron evitar el contacto con los de él. Todo su cuerpo se sacudió por la reacción y la recorrió una oleada de calor.
—Si no estás satisfecha con esa cantidad, la duplicaré —anunció él.
________ bajó la vista al contrato y los ojos estuvieron a punto de desencajársele al ver la cantidad impresa. Era una suma de dinero asombrosa, aunque imaginó que tendría que trabajar muy duramente para ganarla. Conocía lo suficiente sobre Joseph Jonascomo para saber lo exigente que era. Los huéspedes que se alojaban en uno de sus hoteles recibían el máximo lujo, y el de Sydney no sería diferente.
Pero aceptar el contrato, a pesar de lo lucrativo y positivo que sería para su carrera, significaría tener un contacto estrecho con él, tal vez a diario. ¿Cómo sobrevivir a eso incólume?
Y lo más importante, ¿cómo evitar que Matthew se enterara de que su padre se negaba a aceptarlo como propio? Aunque no podía evitar pensar que un vistazo al niño despejaría cualquier duda, incluso en alguien tan cínico como Joe. Tenían los mismos ojos verdes, el mismo cabello cobrizo y la piel cetrina, la misma forma de la boca… aunque la de Matthew seguía suave con la inocencia de la niñez.
—Te daré uno o dos días para que te lo pienses —indicó con su voz profunda.
Abandonando la tortura de sus pensamientos, ella se puso de pie de golpe.
—No necesito dos…
Joe alzó una mano y apoyó dos dedos sobre sus labios.
—Dos días, ________ —la miró—. Piénsalo.
Tragó saliva mientras recordaba lo íntimamente que habían conocido sus puntos de placer esos dedos. Cómo había conocido ese momento de reacción apasionada cuando le había acariciado los pliegues sedosos de su feminidad por primera vez… cómo había temblado cuando la había explorado tan minuciosamente con dedos, boca, lengua y la erección encendida y palpitante.
El aire se condensó a su alrededor, como si una hiedra invisible hubiera penetrado en la sala y los acercara cada vez más.
________ no podía respirar.
Se quedó muy quieta mientras en esa ocasión él alargaba sólo el dedo índice de la mano derecha y le rozaba la suavidad del labio inferior, con la vista clavada aún en su boca. De pronto resultó abrumadora la tentación de pasar la lengua por ese dedo. Tuvo que cerrar con fuerza los dientes para evitar introducírselo en la boca y succionárselo, como había hecho tantas otras veces en el pasado.
Y no sólo la boca…
Volvió a mirarla a los ojos y la línea de sus labios perdió durante un momento fugaz la expresión de cinismo que siempre exhibía.
—Había olvidado lo suave que es tu boca —dijo él con voz aún más profunda.
Sintió el calor de su mirada como una marca de fuego en los labios.
—Cre… creo que sería mejor que te marcharas —soltó—. No tengo nada más que decirte. No quiero el trabajo. Deberás buscar a otra persona.
La observó largo rato.
—Aún no estoy preparado para irme, ________. Todavía hay algunas cosas que me gustaría tratar contigo.
La dominó el pánico ahí quieta delante de él. No podía retroceder por el escritorio, y avanzar quedaba descartado ante el riesgo de poder rozarse con Joe.
Se hallaba atrapada.
—Hace cuatro años me dijiste que estabas embarazada —dijo él, rompiendo el silencio.
________ sintió que la garganta se le atenazaba aún más, pero, de algún modo, logró mantener el contacto visual.
—Sí… te lo dije.
—También me dijiste que el bebé era mío.
Un destello de furia se asomó a sus ojos.
—Sí, lo hice.
—¿Continuaste con el embarazo? —preguntó tras una mínima pausa.
No dejó de mirarlo.
—A riesgo de repetirme… sí, lo hice.
La expresión de él permaneció inescrutable.
—¿Tu hijo mantiene contacto con su padre? —Le preguntó.
Ella frunció el ceño, irritada por ese interrogatorio.
—¿A qué vienen todas estas preguntas, Joe? Fuiste tú quien insistió en que el niño no podía ser tuyo. ¿Por qué ese súbito interés ahora? ¿De pronto has cambiado de idea y llegado a la conclusión de que no te mentía, después de todo?
Él se encogió de hombros.
—No, claro que no he cambiado de parecer. Es imposible que yo pueda ser el padre de ese niño.
________ le dedicó una mirada cáustica.
—Eso piensas tú.
—No lo pienso, ________ —afirmó con expresión dura—. Lo sé.
Crispada por su arrogancia, el odio que le inspiraba amenazó con manifestarse.
—Además —continuó con sarcasmo, mirándola—, no das la impresión de haber tenido un hijo. Se te ve tan esbelta y atractiva como hace años.
Ella le dedicó una mirada despectiva.
—Puedes guardarte tu contrato, Joe Jonas. No quiero tener nada que ver con un hombre que piensa que soy una mentirosa, una estafadora y una prostituta.
—De modo que después de tanto tiempo sigues decidida a nominarme como el padre de tu vástago, ¿verdad? —preguntó él—. ¿Por qué, ________… porque los otros candidatos no pagarían?
Ella apretó los dientes.
—No hubo ningún otro candidato, y tú lo sabes bien.
El cinismo en la expresión de él se incrementó.
—No te gusta reconocer que te equivocaste al elegirme a mí, ¿verdad, ________? Cuando me conociste, pensaste que habías conseguido un cheque en blanco de por vida. En su momento me pregunté por qué te habías acostado conmigo tan pronto. Desde luego, todo tuvo sentido cuando me contaste la noticia. Necesitabas seguridad económica, pero te equivocaste al elegirme a mí.
Ella apretó los puños a los costados.
—Te amaba, Joe. De verdad te amaba. Habría dado cualquier cosa por pasar el resto de mis días contigo, pero no por las razones que crees.
—¿Amor? —Bufó—. Me pregunto si todavía habrías afirmado amarme si te hubiera contado desde el comienzo de nuestra aventura que no estaba interesado en tener hijos… jamás.
—¿Por qué no lo hiciste?
Una sombra se movió en los ojos de él.
—Sólo llevábamos viéndonos tres meses —dijo—. Iba a contártelo en algún momento de las siguientes dos semanas, ya que me preocupaba que albergaras esperanzas para un futuro de matrimonio y bebés conmigo. Comprendo que es mucho pedirle a una mujer que abandone su derecho a tener un hijo del hombre al que ama.
—¿O sea, que sí reconoces que te amaba?
El cinismo en la expresión de su boca regresó.
—Creo que amabas la idea de casarte con un multimillonario. En la vida he descubierto que no hay nada que despierte tanto el amor como el dinero.
—¿Por qué te opones de esa forma a tener hijos? —Frunció el ceño—. Creía que a todos los italianos les encantaban los bebés… que tener una familia era todo para ellos, por no mencionar a un heredero.
—Eso jamás ha figurado en mis planes —expuso él—. Hay otras cosas que quiero hacer con mi vida. Estar atado a una esposa e hijos no me atrae en absoluto.
________ estudió su rostro, preguntándose qué lo había llevado a adoptar una postura tan férrea, pero su expresión era inescrutable.
—Te veré en dos días, ________, para discutir los términos del contrato —le entregó una tarjeta con sus datos profesionales—. Mi número privado figura en el otro lado, por si deseas contactar conmigo antes, de lo contrario te veré en el Hotel Arlington el jueves a las diez de la mañana.
Bajó la vista a la tarjeta con letras doradas y en relieve y los bordes serrados, pero no fue hasta oír la campanilla de la puerta del estudio cuando se dio cuenta de que él se había marchado.
Se apartó de la ventana y respiró hondo. Contuvo el aire en el pecho hasta que el sonido de su coche se desvaneció en la distancia.
Muchas gracias chicas me diverti mucho en la fiesta me dormi muy tade asi qe tengo mucho sueño solo vengo a subirles cap y si comentan mucho mas tarde les subo mas ok
No hubo señal de enfado en su cara, pero ________ pudo sentirlo de todos modos. Había conocido y amado esa cara durante los tres meses que habían estado juntos. La sonrisa capaz de fundir la piedra, la mirada que podía encender la sangre, la boca capaz de besar con una suavidad provocadora o con pasión hambrienta. Incluso después de tanto tiempo podía sentir sus labios y su lengua. La parte inferior del cuerpo le empezó a palpitar con el recuerdo de lo que había sentido con las embestidas de Joe entre las piernas.
Las cruzó por debajo de la mesa, luchando contra las sensaciones que se agitaban allí.
—Supongo que tu propensión sexual no tiene relevancia con tu talento en el diseño de interiores —indicó con una mirada enigmática—. Profesionalmente, tienes buena reputación. Por eso estoy predispuesto a darte toda la responsabilidad para el proyecto que voy a emprender.
—Te lo he dicho, no estoy disponible.
Él esbozó una leve sonrisa.
— ________, quizá antes de descartar esta oportunidad deberías ver lo que te ofrezco.
—Ninguna cantidad de dinero que puedas ponerme delante me induciría a volver a mantener algún tipo de relación contigo, de trabajo o de otra naturaleza —afirmó con contundencia.
—No iba a sugerir nada más que un acuerdo laboral entre nosotros; sin embargo… —dejó la frase suspendida entre ellos en el palpitante silencio.
—Olvídalo, Joe —dijo—. Además, ya salgo con alguien.
—¿Es el mismo hombre con el que te involucraste en Italia? —preguntó, atravesándola con la mirada—. Se llamaba Ben Kirby, ¿verdad?
________ sintió que la sangre se le encendía en las venas.
—Viajaba con él, no nos acostábamos.
El cinismo brilló en la mirada de Joe.
—Ah, sí, esa antigua historia. La recuerdo bien.
—No es una historia, es la verdad —insistió ella—. Conocí a Ben, Joe y Jessica en un recorrido turístico en un autobús. Te dije esto mismo hace cuatro años. ¿Cuántas veces he de repetirme?
—No me interesan tus mentiras, pero sí lo que puedes hacer por mí —dijo—. Tu negocio necesita un contrato tan grande como éste, ________. Serías una tonta en descartarlo.
Ella apretó la mandíbula.
—Odio ser quien tenga que señalar la ironía del asunto, pero ¿no fue eso lo que tú me hiciste a mí?
—Estoy preparado para ser generoso —indicó, sin prestar atención al comentario.
Como si no significara nada para él. Lo cual era verdad.
Antes de conocerlo, siempre había considerado con desdén la idea de enamorarse a primera vista, o incluso de enamorarse en un período de unos días. Siempre había considerado que el amor profundo y permanente crecería con el tiempo, igual que la confianza y el respeto entre dos personas. Pero conocer a Joseph Jonas aquel caluroso verano en Milán había puesto su mundo del revés. A las tres horas él la había besado, y a los tres meses se había quedado embarazada.
Parpadeó y volvió al presente en el momento en que Joe le entregaba un documento. Lo aceptó, y sus dedos trémulos no pudieron evitar el contacto con los de él. Todo su cuerpo se sacudió por la reacción y la recorrió una oleada de calor.
—Si no estás satisfecha con esa cantidad, la duplicaré —anunció él.
________ bajó la vista al contrato y los ojos estuvieron a punto de desencajársele al ver la cantidad impresa. Era una suma de dinero asombrosa, aunque imaginó que tendría que trabajar muy duramente para ganarla. Conocía lo suficiente sobre Joseph Jonascomo para saber lo exigente que era. Los huéspedes que se alojaban en uno de sus hoteles recibían el máximo lujo, y el de Sydney no sería diferente.
Pero aceptar el contrato, a pesar de lo lucrativo y positivo que sería para su carrera, significaría tener un contacto estrecho con él, tal vez a diario. ¿Cómo sobrevivir a eso incólume?
Y lo más importante, ¿cómo evitar que Matthew se enterara de que su padre se negaba a aceptarlo como propio? Aunque no podía evitar pensar que un vistazo al niño despejaría cualquier duda, incluso en alguien tan cínico como Joe. Tenían los mismos ojos verdes, el mismo cabello cobrizo y la piel cetrina, la misma forma de la boca… aunque la de Matthew seguía suave con la inocencia de la niñez.
—Te daré uno o dos días para que te lo pienses —indicó con su voz profunda.
Abandonando la tortura de sus pensamientos, ella se puso de pie de golpe.
—No necesito dos…
Joe alzó una mano y apoyó dos dedos sobre sus labios.
—Dos días, ________ —la miró—. Piénsalo.
Tragó saliva mientras recordaba lo íntimamente que habían conocido sus puntos de placer esos dedos. Cómo había conocido ese momento de reacción apasionada cuando le había acariciado los pliegues sedosos de su feminidad por primera vez… cómo había temblado cuando la había explorado tan minuciosamente con dedos, boca, lengua y la erección encendida y palpitante.
El aire se condensó a su alrededor, como si una hiedra invisible hubiera penetrado en la sala y los acercara cada vez más.
________ no podía respirar.
Se quedó muy quieta mientras en esa ocasión él alargaba sólo el dedo índice de la mano derecha y le rozaba la suavidad del labio inferior, con la vista clavada aún en su boca. De pronto resultó abrumadora la tentación de pasar la lengua por ese dedo. Tuvo que cerrar con fuerza los dientes para evitar introducírselo en la boca y succionárselo, como había hecho tantas otras veces en el pasado.
Y no sólo la boca…
Volvió a mirarla a los ojos y la línea de sus labios perdió durante un momento fugaz la expresión de cinismo que siempre exhibía.
—Había olvidado lo suave que es tu boca —dijo él con voz aún más profunda.
Sintió el calor de su mirada como una marca de fuego en los labios.
—Cre… creo que sería mejor que te marcharas —soltó—. No tengo nada más que decirte. No quiero el trabajo. Deberás buscar a otra persona.
La observó largo rato.
—Aún no estoy preparado para irme, ________. Todavía hay algunas cosas que me gustaría tratar contigo.
La dominó el pánico ahí quieta delante de él. No podía retroceder por el escritorio, y avanzar quedaba descartado ante el riesgo de poder rozarse con Joe.
Se hallaba atrapada.
—Hace cuatro años me dijiste que estabas embarazada —dijo él, rompiendo el silencio.
________ sintió que la garganta se le atenazaba aún más, pero, de algún modo, logró mantener el contacto visual.
—Sí… te lo dije.
—También me dijiste que el bebé era mío.
Un destello de furia se asomó a sus ojos.
—Sí, lo hice.
—¿Continuaste con el embarazo? —preguntó tras una mínima pausa.
No dejó de mirarlo.
—A riesgo de repetirme… sí, lo hice.
La expresión de él permaneció inescrutable.
—¿Tu hijo mantiene contacto con su padre? —Le preguntó.
Ella frunció el ceño, irritada por ese interrogatorio.
—¿A qué vienen todas estas preguntas, Joe? Fuiste tú quien insistió en que el niño no podía ser tuyo. ¿Por qué ese súbito interés ahora? ¿De pronto has cambiado de idea y llegado a la conclusión de que no te mentía, después de todo?
Él se encogió de hombros.
—No, claro que no he cambiado de parecer. Es imposible que yo pueda ser el padre de ese niño.
________ le dedicó una mirada cáustica.
—Eso piensas tú.
—No lo pienso, ________ —afirmó con expresión dura—. Lo sé.
Crispada por su arrogancia, el odio que le inspiraba amenazó con manifestarse.
—Además —continuó con sarcasmo, mirándola—, no das la impresión de haber tenido un hijo. Se te ve tan esbelta y atractiva como hace años.
Ella le dedicó una mirada despectiva.
—Puedes guardarte tu contrato, Joe Jonas. No quiero tener nada que ver con un hombre que piensa que soy una mentirosa, una estafadora y una prostituta.
—De modo que después de tanto tiempo sigues decidida a nominarme como el padre de tu vástago, ¿verdad? —preguntó él—. ¿Por qué, ________… porque los otros candidatos no pagarían?
Ella apretó los dientes.
—No hubo ningún otro candidato, y tú lo sabes bien.
El cinismo en la expresión de él se incrementó.
—No te gusta reconocer que te equivocaste al elegirme a mí, ¿verdad, ________? Cuando me conociste, pensaste que habías conseguido un cheque en blanco de por vida. En su momento me pregunté por qué te habías acostado conmigo tan pronto. Desde luego, todo tuvo sentido cuando me contaste la noticia. Necesitabas seguridad económica, pero te equivocaste al elegirme a mí.
Ella apretó los puños a los costados.
—Te amaba, Joe. De verdad te amaba. Habría dado cualquier cosa por pasar el resto de mis días contigo, pero no por las razones que crees.
—¿Amor? —Bufó—. Me pregunto si todavía habrías afirmado amarme si te hubiera contado desde el comienzo de nuestra aventura que no estaba interesado en tener hijos… jamás.
—¿Por qué no lo hiciste?
Una sombra se movió en los ojos de él.
—Sólo llevábamos viéndonos tres meses —dijo—. Iba a contártelo en algún momento de las siguientes dos semanas, ya que me preocupaba que albergaras esperanzas para un futuro de matrimonio y bebés conmigo. Comprendo que es mucho pedirle a una mujer que abandone su derecho a tener un hijo del hombre al que ama.
—¿O sea, que sí reconoces que te amaba?
El cinismo en la expresión de su boca regresó.
—Creo que amabas la idea de casarte con un multimillonario. En la vida he descubierto que no hay nada que despierte tanto el amor como el dinero.
—¿Por qué te opones de esa forma a tener hijos? —Frunció el ceño—. Creía que a todos los italianos les encantaban los bebés… que tener una familia era todo para ellos, por no mencionar a un heredero.
—Eso jamás ha figurado en mis planes —expuso él—. Hay otras cosas que quiero hacer con mi vida. Estar atado a una esposa e hijos no me atrae en absoluto.
________ estudió su rostro, preguntándose qué lo había llevado a adoptar una postura tan férrea, pero su expresión era inescrutable.
—Te veré en dos días, ________, para discutir los términos del contrato —le entregó una tarjeta con sus datos profesionales—. Mi número privado figura en el otro lado, por si deseas contactar conmigo antes, de lo contrario te veré en el Hotel Arlington el jueves a las diez de la mañana.
Bajó la vista a la tarjeta con letras doradas y en relieve y los bordes serrados, pero no fue hasta oír la campanilla de la puerta del estudio cuando se dio cuenta de que él se había marchado.
Se apartó de la ventana y respiró hondo. Contuvo el aire en el pecho hasta que el sonido de su coche se desvaneció en la distancia.
Muchas gracias chicas me diverti mucho en la fiesta me dormi muy tade asi qe tengo mucho sueño solo vengo a subirles cap y si comentan mucho mas tarde les subo mas ok
Nani Jonas
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
ahh Joe que equivocado estas :x
Que malo eres con la rayiz
Siguela!!!
Que malo eres con la rayiz
Siguela!!!
aranzhitha
Re: "El Dolor De La Traición" - Joe y tu
Ohh Joe eres un agggg...
Me haces enojar, jejejejeje aun no se bien
La historia pero se que Joe esta equivocado
Pero agggg eres tan encantador ente sexy
Y creo que eso me molesta mas que no me
Puedo molestar bien con el Jajajajajaja
Ahhhh plis siguelaaaa!!
Me haces enojar, jejejejeje aun no se bien
La historia pero se que Joe esta equivocado
Pero agggg eres tan encantador ente sexy
Y creo que eso me molesta mas que no me
Puedo molestar bien con el Jajajajajaja
Ahhhh plis siguelaaaa!!
Karli Jonas
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