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Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
chicas gracias x los comentarios y x pasarme d pag :D
asi q les subo otro cap :D
Capítulo 6
Dos semanas después, ______ y Nick se habían acomodado a una rutina diaria. Desde la noche que hicieron el amor por primera vez, habían estado juntos casi cada minuto. Trabajaban juntos y juntos volvían a casa. Comían juntos, cenaban juntos y, por supuesto, dormían juntos. Aunque ninguno de los dos dormía lo necesario.
Sam prácticamente había llevado toda su ropa, más algunos libros y las cosas de aseo.
Estaban en el sofá viendo la televisión un domingo por la noche cuando decidió que había llegado el momento. Llevaba todo el fin de semana queriendo hablar con ella sobre su relación y lo estaba dejando pasar como si fuera un cobarde.
—¿_____?
Estaban abrazados en el sofá y ella giró la cabeza para mirarlo.
—¿Qué?
—¿Te gusta esto?
_____ abrió mucho los ojos.
—¿Con esto te refieres a Virginia, al sofá o al programa de televisión?
—Me refiero a esta casa.
—Pues… sí, claro que me gusta. Si no, no viviría aquí —contestó ella, apartándose un poco—. ¿Por qué?
Nick se encogió de hombros.
—Porque como pasamos todo el tiempo juntos, me parece un gasto absurdo mantener dos casas.
_____ lo miró a los ojos.
—¿Quieres que me vaya a vivir contigo?
—O yo podría vivir contigo —dijo él.
_____ estuvo callada tanto tiempo que Nick empezó a prepararse para una negativa.
—Tardé muchísimo tiempo en encontrar esta casa. ¿A ti te gusta mucho tu apartamento?
Eso le hizo albergar esperanzas. _____había estado en su apartamento y sabía que era poco más que una caja de zapatos.
—En absoluto. Podría dejarlo y venirme aquí.
Ella volvió a quedarse en silencio y Nick se encontró moviendo nerviosamente la pierna, un hábito que había dejado cuando estaba en séptimo de bachiller. ¿Iba a decirle que no?
—¿Tan horrible es la sugerencia que no sabes qué decir?
_____ no sonrió, como había esperado.
—Es un paso muy importante. ¿Puedo pensármelo un poco?
—Sí, claro —contestó él, mirando el reloj durante cinco segundos—. ¿Ya te lo has pensado?
—Muy gracioso —replicó _____, arrugando la nariz—. No es que no quiera estar contigo…
—Eso ya lo sé —intentó bromear Nick.
—… pero tú estás hablando de algo permanente.
Y el matrimonio sería más que permanente.
¿Matrimonio? ¿De dónde había salido esa idea? Pero si era sincero consigo mismo, debía reconocer que lo había pensado más de una vez. Si iban a vivir juntos, quería casarse con ella. Quería saber que era suya para siempre. Lo sorprendió un poco la satisfacción que le producía esa idea. _____, suya para siempre.
Sí, le gustaba. Pero, aparentemente, ella no sentía lo mismo. Si no sabía qué decir ante la idea de vivir juntos, no quería ni imaginar qué habría dicho si le hubiera propuesto matrimonio.
—¿Qué tal si lo hacemos durante un tiempo, a modo de prueba?
Mentalmente, Nick le dijo adiós a la idea de llevar sus muebles.
—Eso podría funcionar —contestó _____—. Un mes, por ejemplo. Entonces veremos qué tal nos va.
Nick se encogió de hombros, fingiendo una indiferencia que no sentía.
—Un mes no estaría mal, para empezar.
—Y no tendrás que dejar tu apartamento.
No le gustaba mucho, pero tendría que aceptarlo. En un mes, tendría tiempo más que suficiente para convencerla de que vivir juntos era una buenísima idea.
El lunes por la mañana, en la oficina, ocurrió lo que llevaba años temiendo.
El teléfono sonó en recepción, pero Nick estaba concentrado en unos papeles. El teléfono sonaba todo el tiempo, pero era Peggy quien se encargaba de contestar, desviando las llamadas a los diferentes departamentos.
Un segundo después, su voz sonó en el intercomunicador.
—Nick, la línea uno para ti. No ha querido darme su nombre, sólo ha dicho que es una posible cliente.
—Gracias, Peg —suspiró él—. Nick Deering, dígame.
—Querrá decir Nick Pender —era una voz de mujer al otro lado del hilo—. Llamo de la revista People. ¿Es usted Nick Pender, el hombre que detuvo al pistolero de San Diego?
Nick apretó los labios. ¿Cómo demonios lo habían encontrado? Había tenido tanto cuidado, había cambiado sus datos, su número de la seguridad social…
—Se equivoca de apellido —dijo, intentando sonar convincente—. Lo siento.
—Queremos publicar un artículo sobre usted —insistió la periodista—. Y tenemos que…
—Perdone —la interrumpió él—. No soy Nick Pender. Si necesita los servicios de mi empresa, vuelva a llamar cuando quiera.
Después de eso, cortó la comunicación. Cuando juntó las manos sobre el escritorio, se percató de que le temblaban un poco. Notoriedad. Había intentado evitarla durante siete años. ¿Cómo lo habrían encontrado? O quizá la periodista sólo intentaba tenderle una trampa, para ver si había tenido suerte. Suspirando, se volvió para mirar la pantalla del ordenador. Acababan de encargarles un caso de secuestro que iba a requerir la coordinación de varios departamentos, ya que exigía viajar a Europa. El objetivo: arrancar a un niño norteamericano de las garras de un padre al que el juez había retirado la custodia.
Nick sacudió la cabeza. Tenía otras cosas de las que preocuparse. La llamada de teléfono seguramente no había sido más que una argucia, por si acaso era el Nick Pender que buscaban. Era imposible que nadie supiera quién era en realidad.
Después del trabajo, Nick tuvo que pasar por su apartamento para recoger algo de ropa y algunas cosas que iba a necesitar el fin de semana siguiente. _____ fue directamente a su casa porque quería lavarse el pelo y dejárselo secar al aire, tarea que requería varias horas, por lo visto. Según ella, si se lo secaba con el secador le quedaba tieso.
_____ no había llevado el pelo tieso en siete años. Debían ser cosas de mujeres, pensó, mientras abría la puerta. O eso o en siete años jamás se lo había secado con el secador.
Su apartamento olía a cerrado. Lógico. No había pasado por allí más que para recoger el correo de vez en cuando desde la primera noche con _____. Y, si dependía de él, seguiría siendo así.
La luz del contestador estaba parpadeando y se acercó para escuchar los mensajes. El primero era de su madre, en Nebraska. La llamaría al día siguiente para darle el número de la casa de _____, se dijo. Seguramente, su madre se pondría a dar saltos cuando supiera que estaba viviendo con una mujer. Llevaba años soñando con tener más nietos. Y ya que hablaba con ella, lo mejor sería prevenirla sobre la posible llamada de una periodista de la revista People.
El segundo mensaje era de su hermana, recordándole que pronto sería el cumpleaños de su sobrina. Afortunadamente, sugería también varios regalos, porque él no era precisamente un experto en niñas de cuatro años.
La clínica del dentista le había dejado el tercer mensaje. Era hora de volver para su limpieza dental.
El cuarto era de Robert Lyon. Nick se quedó sorprendido cuando la voz masculina flotó por la habitación. No había visto a Robert en un año. ¿No era raro que le llamase sólo unas semanas después de que _____ y él se hubieran convertido en amantes? A lo mejor el hombre tenía poderes extrasensoriales, pensó.
—Hola, Nick, soy Robert Lyon. Estaré en la ciudad un par de días y he pensado que podríamos cenar juntos.
Después, ciaba el nombre de un hotel y su número de teléfono. Nick marcó el número, sonriendo. Por lo poco que le había contado, sabía que a _____ le caía muy bien Robert. Sería una agradable sorpresa llevarla a cenar con él.
_____ aceptó salir a cenar el miércoles por la noche, pero Nick no le dijo que cenarían con Robert.
Esa noche, se puso el vestidito negro que tanto le gustaba y que tanto había cambiado su relación. Nick terminó de vestirse antes que ella y fue a la cocina para leer su correo electrónico en el ordenador portátil. Estaba cerrando el programa cuando _____ entró, dando una vueltecita.
—Qué maravilla. Cada día me gusta más ese vestido.
—Me alegro.
—Ven aquí —la llamó Nick. Pero _____ negó con la cabeza.
—No. Llegaremos tarde.
—¿Y qué?
Ella dio un paso atrás, poniendo la mesa entre los dos.
—¡Nick, tenemos reserva para las nueve…!
Nick fingió ir hacia la izquierda, pero luego fue a la derecha y la atrapó entre sus brazos.
—¡Déjame, tonto!
—Aquella noche, en el bar, también quería hacer esto.
—¿Ah, sí? —lo decía riendo, pero Nick detectó cierta inseguridad. _____ llevaba tanto tiempo escondiéndose que de verdad no sabía lo preciosa que era.
—Sí —inclinando la cabeza, Saín buscó sus labios y ella no opuso resistencia. Y tampoco cuando empezó a acariciar sus pechos por encima del vestido. Al ver la reacción de sus pezones, Nick empezó a gruñir como un oso… en celo. Y ella le echó los brazos al cuello.
—Creo que podríamos tomar un aperitivo.
La deseaba tanto… Nick le levantó el vestido y se restregó desvergonzadamente contra ella. Cuando deslizaba los dedos por sus redondeadas nalgas, por la dulce hendidura…
¿Qué?
¡No llevaba ropa interior!
—Quería darte una sorpresa —murmuró _____, mordiéndole el lóbulo de la oreja. La sensación viajó de inmediato hasta su entrepierna, haciendo que sus pantalones le pareciesen terriblemente estrechos.
—Considérame sorprendido —Nick apenas tenía voz.
Con manos temblorosas, se bajó la cremallera del pantalón y la tomó en brazos, jadeando como si hubiera corrido una maratón.
—Dentro de ti —consiguió decir—. Necesito estar dentro de ti.
Ella volvió a chupar el lóbulo de su oreja. Al mismo tiempo, lo envolvía en su mano, deslizándola arriba y abajo, rozando la sensible punta con el pulgar.
Nick estaba a punto de perder la cabeza. Apretando los dientes para contener la urgencia de dejarse ir, agarró con firmeza sus nalgas y la levantó más, restregándose contra ella.
_____ tuvo que apartar la mano para agarrarse a sus hombros cuando Nick la aplastó contra la pared. Estaba a punto de penetrarla cuando se dio cuenta de que no llevaba protección…
—¡Maldita sea! ¡Espera un momento!
_____ dejó escapar un gemido de angustia cuando la dejó en el suelo para buscar un preservativo en el bolsillo del pantalón. Nick se cubrió a sí mismo a toda velocidad y entonces, con un movimiento rápido, la levantó y buscó la entrada de su cueva. Estaba muy húmeda y él estaba fuera de control, empujando como un loco para conseguir placer. _____ tenía los ojos cerrados, los labios entreabiertos…
—Ven a mí, cariño —dijo Nick con voz ronca—. Déjate ir y ven a mí.
—Nick… —murmuró ella con voz temblorosa.
Pero no pudo seguir hablando. Apretando los labios, se aferró a su espalda al sentir las contracciones internas. Se arqueó, clavó los talones en su cintura…
Nick echó la cabeza hacia atrás, temblando. _____ lo abrazaba por dentro como si fuera un guante, consiguiendo una respuesta de él que le dejó con las piernas temblorosas. Lentamente, cayó de rodillas al suelo, sin soltarla.
—No sé si voy a tener hambre después de esto —consiguió decir ella.
Nick rió, saboreando la intimidad de la postura.
—Es posible que no podamos comer —dijo, levantando su barbilla con un dedo—. Y tampoco sé si voy a poder andar.
—Soy yo quien debería decir eso —protestó _____, buscando una caja de pañuelos en la encimera.
Cuando la encontró, empezó a pasar el pañuelo de arriba abajo… No debería ponerse duro en una semana después de aquel revolcón, pero, asombrosamente, el roce de sus dedos amenazaba con volver a encenderlo.
—Tenemos que irnos —dijo _____, mirándolo con gesto de advertencia.
—Lo sé, lo sé —suspiró Nick , subiéndose los pantalones—. Pero parece que «ella» no está convencida.
_____ soltó una carcajada.
—Estaré lista en un minuto —dijo, corriendo hacia el baño—. Salgo enseguida.
Nick miró su reloj.
—No llegamos tan tarde. Incluso tienes tiempo de ponerte algo de ropa interior.
Se sentía feliz, satisfecho. Al menos estaba seguro de una cosa: _____ lo deseaba tanto como la deseaba él.
«Tanto que casi se te olvida algo importante, amigo».
Esa vocecita lo devolvió a la realidad. El preservativo. Había estado a punto de olvidarlo por completo. Increíble. Siempre había pensado que algún día tendría hijos, pero cuando Usa le dijo que no podría vivir con un hombre condenado de por vida a una silla de ruedas, ese sueño quedó enterrado.
Ya no estaba en una silla de ruedas, pero daba igual. No había vuelto a tener una relación seria con una mujer…
Ahora, sin embargo, la idea de ver a _____ con un hijo, un niño que habrían hecho entre los dos, le resultaba inesperadamente emocionante.
Aparentemente, esos sueños no estaban tan enterrados como había creído.
En cuanto entraron en el restaurante, un hombre alto de pelo gris se levantó y los saludó con la mano.
—¡Roben! —exclamó _____—. ¿Qué haces aquí?
Él se inclinó para darle un abrazo y luego estrechó cordialmente la mano de Nick.
—Voy a estar en la ciudad unos días y, cuando llamé a Nick, pensamos que sería divertido darte una sorpresa.
—Pues me la habéis dado —sonrió _____. Luego pareció darse cuenta de que Robert no sabía que estaban juntos y miró de uno a otro, sorprendida.
—Nick me ha dicho que estáis saliendo o algo así —dijo él, apartando una silla.
—O algo así —rió Nick.
—Bueno, ¿qué tal el trabajo?
—Bien, bien…
La cena fue muy agradable. Hablaron sobre la empresa, discretamente, ya que la confidencialidad era importante en su negocio. Pero Robert conocía a algunos clientes porque él mismo los había recomendado.
—Estamos tratando con una empresa alemana que entrena perros guardianes —le explicó Nick—. Tenemos tantas peticiones para añadir perros a las medidas de seguridad que nos ha parecido el momento.
—Hemos estado en Alemania, visitando tres centros de entrenamiento —siguió _____—. Uno de ellos, el que ofrecía mejores servicios, está interesado en trabajar con nosotros. Esencialmente, seremos intermediarios. Cuando alguien pida un perro guardián, lo traeremos directamente de Alemania con su entrenador, que se quedará unos días con el cliente para explicarle todo lo que debe hacer.
—Me parece muy buena idea —dijo Robert.
Nick se encogió de hombros.
—Ofrecemos todo tipo de servicios de seguridad, pero algunas personas se sienten más cómodas teniendo un pastor alemán, por ejemplo.
—Lo entiendo. Ewie no podría vivir sin nuestros perros.
Ewie era la mujer de Robert. Una mujer guapa, de apariencia juvenil, a quien encantaban los caballos y los perros. La pareja tenía dos dálmatas.
—¿Cómo está Ewie? —preguntó _____—. La última vez que hablé con ella estaba entrenando a un potro.
—Sigue en ello —suspiró Robert—. Recientemente, ha comprado un potro que es nieto de un campeón y tiene esperanzas de ganar la Triple Crown.
_____ levantó una ceja.
—Veo que tiene grandes aspiraciones.
—Deséale suerte de nuestra parte —sonrió Nick, cuando apareció el camarero para llevarse los platos de ensalada.
Antes del café, _____ se levantó para ir al lavabo. Y en cuanto desapareció, Sam se volvió hacia Robert.
—Me han dicho que conoces a la madre de _____.
Robert sonrió, pero no había humor en esa sonrisa.
—Bastante. Estuve casado con ella.
—¿En serio? —exclamó Nick, sorprendido. Intentó imaginar a Robert con la clase de mujer que debía ser la madre de _____ y no fue capaz—. Antes de Ewie, claro.
—Fue hace una década y sólo duró dos años. Intenté que nuestro matrimonio funcionase de todas las maneras posibles, pero no había nada que hacer —suspiró Robert. A Nick le pareció que lo decía con cierta ternura—. Ella era imposible. Es una niña mimada, pero podría volver loco a cualquier hombre. Sigue haciéndolo.
—¿Te llevas bien con ella?
Robert asintió.
—Cuando por fin entendió que, por una vez, un hombre había tenido valor para dejarla, pudimos portarnos de una forma más o menos civilizada. Incluso ha cenado con Ewie y conmigo en más de una ocasión.
¿Había cenado con Robert y su mujer? Aquello cada vez le parecía más raro.
—¿Y qué te atrajo de ella? —preguntó Nick.
Robert lo miró, atónito.
—Lo dirás de broma, ¿no?
—No. ¿Por qué?
—_____ es muy diferente a su madre. Pero imagínatela vestida para matar, pestañeando como una muñeca e intentando seducir a todos los hombres que se cruzan en su camino.
—Ah —sonrió Nick—. Entonces no habríamos tardado siete años en estar juntos.
Robert soltó una carcajada.
—Sí, ya me imagino. El día que conocí a la madre de _____ yo apenas podía recordar mi propio nombre. Bueno, cuéntame qué hay entre _____ y tú.
Nick se encogió de hombros.
—Llevamos mucho tiempo trabajando juntos y un día nos dimos cuenta de que… había química entre nosotros.
De repente, Robert se puso serio. Más que serio.
—_____ es una chica maravillosa y si le haces daño te arrancaré el corazón.
Nick habría soltado una carcajada, pero se dio cuenta de que hablaba en serio.
—No tengo intención de hacerle daño.
—Aun a riesgo de parecer excesivamente paternal, ¿te importaría decirme cuáles son tus intenciones?
—Pues… yo quiero tener una relación seria con _____. Y espero convencerla para que se case conmigo algún día.
La expresión de Robert se suavizó.
—Ya veo. ¿_____l está dispuesta a casarse?
Nick negó con la cabeza.
—Ése es el problema. Ni siquiera está dispuesta a hacer planes para la semana que viene. La he convencido para que vivamos juntos a modo de prueba, pero nada más.
—_____ no ha visto muchos matrimonios que funcionen —suspiró Robert—. Pero sigue intentándolo. Imagino que algún día conseguirás que te dé el «sí, quiero».
_____ volvió en ese momento y ambos hombres se levantaron. Ella los miró con curiosidad.
—¿Por qué tenéis esa cara? ¿Algún secreto?
Nick intentó sonreír.
—¿Cuándo fue la última vez que pude esconderte algo?
—Ah, eso es verdad.
Pero estaba guardando un secreto y la sonrisa desapareció al recordar la llamada de la revista People. Alguien quería encontrar a Nick Pender y, si no tenía cuidado, la vida tranquila que se había labrado para sí mismo podría estar en peligro.
Después del café, se levantaron. _____ precedió a los dos hombres y, una vez en la calle, Nick la tomó por la cintura para ir al aparcamiento.
—Ha sido estupendo volver a veros —se despidió Robert.
—Nosotros también nos alegramos mucho —sonrió _____ , subiendo al jeep.
—Espera, te acompaño a tu coche —se ofreció Nick.
Cuando se habían alejado un poco, Robert se volvió para mirar hacia el jeep.
—Si la convences para que se case contigo, házmelo saber.
—No te hagas muchas ilusiones —suspiró Nick—. Pero creo que, al final, la convenceré.
—¿Sabe que estás enamorado de ella?
—Pues… creo que no se lo he dicho.
—No tienes que hacerlo —sonrió Robert, dándole un golpecito en la espalda—. Se te nota en la cara.
Nick abrió la boca para decir algo, pero ¿qué podía decir? Amaba a _____ Smith. Y Robert se había dado cuenta antes que él. La sola idea lo hacía sudar.
La amaba. Adoraba cómo levantaba una ceja, ese gesto tan suyo, su ropa ancha, la gorra que solía llevar al trabajo, cómo se apartaba el pelo de la cara cuando lo llevaba suelto… Adoraba su sentido del humor y su terquedad cuando creía llevar razón; su forma de trabajar y la simpatía con la que trataba a todos los empleados.
De repente, su pecho le parecía demasiado pequeño como para contener ese abrumador sentimiento.
Cuando pensaba en lo que sintió por Usa… ésa había sido una emoción pequeña, manejable. Cuando lo dejó se sintió dolido, pero sobre todo furioso y humillado porque lo había dejado cuando más necesitaba a alguien.
Amar a _____ no era un sentimiento manejable en absoluto. Si ella lo dejaba… lo destrozaría. Su orgullo no tendría nada que ver y quizá eso era lo más revelador. Abruptamente, Nick se dio la vuelta y abrió la puerta del jeep.
Ella estaba mirándolo con expresión interrogante, pero no podía contarle nada. Nick tomó su cara entre las manos y buscó sus labios con un ansia, con una ternura que no había sentido jamás.
Cuando por fin se apartó, tenía los ojos brillantes.
—¿Y esto?
Nick se encogió de hombros.
—No sé, a nada en particular —contestó, metiendo la llave en el contacto—. Pensé que te hacía falta un beso.
_____ se inclinó para devolvérselo.
—Pues tenías razón.
Nick iba sonriendo como un tonto mientras volvían a casa. Amaba a _____ , pero no era tan ingenuo como para decírselo. Con lo juiciosa que era ella, saldría corriendo antes de que hubiera podido terminar la frase.
No, iba a tener que tomarse un tiempo para enamorarla, para hacerla ver que no podía vivir sin él. Para hacer que bajase la guardia y lo quisiera tanto como la quería él.
Y tenía tiempo. En realidad, tenía todo el tiempo del mundo.
asi q les subo otro cap :D
Capítulo 6
Dos semanas después, ______ y Nick se habían acomodado a una rutina diaria. Desde la noche que hicieron el amor por primera vez, habían estado juntos casi cada minuto. Trabajaban juntos y juntos volvían a casa. Comían juntos, cenaban juntos y, por supuesto, dormían juntos. Aunque ninguno de los dos dormía lo necesario.
Sam prácticamente había llevado toda su ropa, más algunos libros y las cosas de aseo.
Estaban en el sofá viendo la televisión un domingo por la noche cuando decidió que había llegado el momento. Llevaba todo el fin de semana queriendo hablar con ella sobre su relación y lo estaba dejando pasar como si fuera un cobarde.
—¿_____?
Estaban abrazados en el sofá y ella giró la cabeza para mirarlo.
—¿Qué?
—¿Te gusta esto?
_____ abrió mucho los ojos.
—¿Con esto te refieres a Virginia, al sofá o al programa de televisión?
—Me refiero a esta casa.
—Pues… sí, claro que me gusta. Si no, no viviría aquí —contestó ella, apartándose un poco—. ¿Por qué?
Nick se encogió de hombros.
—Porque como pasamos todo el tiempo juntos, me parece un gasto absurdo mantener dos casas.
_____ lo miró a los ojos.
—¿Quieres que me vaya a vivir contigo?
—O yo podría vivir contigo —dijo él.
_____ estuvo callada tanto tiempo que Nick empezó a prepararse para una negativa.
—Tardé muchísimo tiempo en encontrar esta casa. ¿A ti te gusta mucho tu apartamento?
Eso le hizo albergar esperanzas. _____había estado en su apartamento y sabía que era poco más que una caja de zapatos.
—En absoluto. Podría dejarlo y venirme aquí.
Ella volvió a quedarse en silencio y Nick se encontró moviendo nerviosamente la pierna, un hábito que había dejado cuando estaba en séptimo de bachiller. ¿Iba a decirle que no?
—¿Tan horrible es la sugerencia que no sabes qué decir?
_____ no sonrió, como había esperado.
—Es un paso muy importante. ¿Puedo pensármelo un poco?
—Sí, claro —contestó él, mirando el reloj durante cinco segundos—. ¿Ya te lo has pensado?
—Muy gracioso —replicó _____, arrugando la nariz—. No es que no quiera estar contigo…
—Eso ya lo sé —intentó bromear Nick.
—… pero tú estás hablando de algo permanente.
Y el matrimonio sería más que permanente.
¿Matrimonio? ¿De dónde había salido esa idea? Pero si era sincero consigo mismo, debía reconocer que lo había pensado más de una vez. Si iban a vivir juntos, quería casarse con ella. Quería saber que era suya para siempre. Lo sorprendió un poco la satisfacción que le producía esa idea. _____, suya para siempre.
Sí, le gustaba. Pero, aparentemente, ella no sentía lo mismo. Si no sabía qué decir ante la idea de vivir juntos, no quería ni imaginar qué habría dicho si le hubiera propuesto matrimonio.
—¿Qué tal si lo hacemos durante un tiempo, a modo de prueba?
Mentalmente, Nick le dijo adiós a la idea de llevar sus muebles.
—Eso podría funcionar —contestó _____—. Un mes, por ejemplo. Entonces veremos qué tal nos va.
Nick se encogió de hombros, fingiendo una indiferencia que no sentía.
—Un mes no estaría mal, para empezar.
—Y no tendrás que dejar tu apartamento.
No le gustaba mucho, pero tendría que aceptarlo. En un mes, tendría tiempo más que suficiente para convencerla de que vivir juntos era una buenísima idea.
El lunes por la mañana, en la oficina, ocurrió lo que llevaba años temiendo.
El teléfono sonó en recepción, pero Nick estaba concentrado en unos papeles. El teléfono sonaba todo el tiempo, pero era Peggy quien se encargaba de contestar, desviando las llamadas a los diferentes departamentos.
Un segundo después, su voz sonó en el intercomunicador.
—Nick, la línea uno para ti. No ha querido darme su nombre, sólo ha dicho que es una posible cliente.
—Gracias, Peg —suspiró él—. Nick Deering, dígame.
—Querrá decir Nick Pender —era una voz de mujer al otro lado del hilo—. Llamo de la revista People. ¿Es usted Nick Pender, el hombre que detuvo al pistolero de San Diego?
Nick apretó los labios. ¿Cómo demonios lo habían encontrado? Había tenido tanto cuidado, había cambiado sus datos, su número de la seguridad social…
—Se equivoca de apellido —dijo, intentando sonar convincente—. Lo siento.
—Queremos publicar un artículo sobre usted —insistió la periodista—. Y tenemos que…
—Perdone —la interrumpió él—. No soy Nick Pender. Si necesita los servicios de mi empresa, vuelva a llamar cuando quiera.
Después de eso, cortó la comunicación. Cuando juntó las manos sobre el escritorio, se percató de que le temblaban un poco. Notoriedad. Había intentado evitarla durante siete años. ¿Cómo lo habrían encontrado? O quizá la periodista sólo intentaba tenderle una trampa, para ver si había tenido suerte. Suspirando, se volvió para mirar la pantalla del ordenador. Acababan de encargarles un caso de secuestro que iba a requerir la coordinación de varios departamentos, ya que exigía viajar a Europa. El objetivo: arrancar a un niño norteamericano de las garras de un padre al que el juez había retirado la custodia.
Nick sacudió la cabeza. Tenía otras cosas de las que preocuparse. La llamada de teléfono seguramente no había sido más que una argucia, por si acaso era el Nick Pender que buscaban. Era imposible que nadie supiera quién era en realidad.
Después del trabajo, Nick tuvo que pasar por su apartamento para recoger algo de ropa y algunas cosas que iba a necesitar el fin de semana siguiente. _____ fue directamente a su casa porque quería lavarse el pelo y dejárselo secar al aire, tarea que requería varias horas, por lo visto. Según ella, si se lo secaba con el secador le quedaba tieso.
_____ no había llevado el pelo tieso en siete años. Debían ser cosas de mujeres, pensó, mientras abría la puerta. O eso o en siete años jamás se lo había secado con el secador.
Su apartamento olía a cerrado. Lógico. No había pasado por allí más que para recoger el correo de vez en cuando desde la primera noche con _____. Y, si dependía de él, seguiría siendo así.
La luz del contestador estaba parpadeando y se acercó para escuchar los mensajes. El primero era de su madre, en Nebraska. La llamaría al día siguiente para darle el número de la casa de _____, se dijo. Seguramente, su madre se pondría a dar saltos cuando supiera que estaba viviendo con una mujer. Llevaba años soñando con tener más nietos. Y ya que hablaba con ella, lo mejor sería prevenirla sobre la posible llamada de una periodista de la revista People.
El segundo mensaje era de su hermana, recordándole que pronto sería el cumpleaños de su sobrina. Afortunadamente, sugería también varios regalos, porque él no era precisamente un experto en niñas de cuatro años.
La clínica del dentista le había dejado el tercer mensaje. Era hora de volver para su limpieza dental.
El cuarto era de Robert Lyon. Nick se quedó sorprendido cuando la voz masculina flotó por la habitación. No había visto a Robert en un año. ¿No era raro que le llamase sólo unas semanas después de que _____ y él se hubieran convertido en amantes? A lo mejor el hombre tenía poderes extrasensoriales, pensó.
—Hola, Nick, soy Robert Lyon. Estaré en la ciudad un par de días y he pensado que podríamos cenar juntos.
Después, ciaba el nombre de un hotel y su número de teléfono. Nick marcó el número, sonriendo. Por lo poco que le había contado, sabía que a _____ le caía muy bien Robert. Sería una agradable sorpresa llevarla a cenar con él.
_____ aceptó salir a cenar el miércoles por la noche, pero Nick no le dijo que cenarían con Robert.
Esa noche, se puso el vestidito negro que tanto le gustaba y que tanto había cambiado su relación. Nick terminó de vestirse antes que ella y fue a la cocina para leer su correo electrónico en el ordenador portátil. Estaba cerrando el programa cuando _____ entró, dando una vueltecita.
—Qué maravilla. Cada día me gusta más ese vestido.
—Me alegro.
—Ven aquí —la llamó Nick. Pero _____ negó con la cabeza.
—No. Llegaremos tarde.
—¿Y qué?
Ella dio un paso atrás, poniendo la mesa entre los dos.
—¡Nick, tenemos reserva para las nueve…!
Nick fingió ir hacia la izquierda, pero luego fue a la derecha y la atrapó entre sus brazos.
—¡Déjame, tonto!
—Aquella noche, en el bar, también quería hacer esto.
—¿Ah, sí? —lo decía riendo, pero Nick detectó cierta inseguridad. _____ llevaba tanto tiempo escondiéndose que de verdad no sabía lo preciosa que era.
—Sí —inclinando la cabeza, Saín buscó sus labios y ella no opuso resistencia. Y tampoco cuando empezó a acariciar sus pechos por encima del vestido. Al ver la reacción de sus pezones, Nick empezó a gruñir como un oso… en celo. Y ella le echó los brazos al cuello.
—Creo que podríamos tomar un aperitivo.
La deseaba tanto… Nick le levantó el vestido y se restregó desvergonzadamente contra ella. Cuando deslizaba los dedos por sus redondeadas nalgas, por la dulce hendidura…
¿Qué?
¡No llevaba ropa interior!
—Quería darte una sorpresa —murmuró _____, mordiéndole el lóbulo de la oreja. La sensación viajó de inmediato hasta su entrepierna, haciendo que sus pantalones le pareciesen terriblemente estrechos.
—Considérame sorprendido —Nick apenas tenía voz.
Con manos temblorosas, se bajó la cremallera del pantalón y la tomó en brazos, jadeando como si hubiera corrido una maratón.
—Dentro de ti —consiguió decir—. Necesito estar dentro de ti.
Ella volvió a chupar el lóbulo de su oreja. Al mismo tiempo, lo envolvía en su mano, deslizándola arriba y abajo, rozando la sensible punta con el pulgar.
Nick estaba a punto de perder la cabeza. Apretando los dientes para contener la urgencia de dejarse ir, agarró con firmeza sus nalgas y la levantó más, restregándose contra ella.
_____ tuvo que apartar la mano para agarrarse a sus hombros cuando Nick la aplastó contra la pared. Estaba a punto de penetrarla cuando se dio cuenta de que no llevaba protección…
—¡Maldita sea! ¡Espera un momento!
_____ dejó escapar un gemido de angustia cuando la dejó en el suelo para buscar un preservativo en el bolsillo del pantalón. Nick se cubrió a sí mismo a toda velocidad y entonces, con un movimiento rápido, la levantó y buscó la entrada de su cueva. Estaba muy húmeda y él estaba fuera de control, empujando como un loco para conseguir placer. _____ tenía los ojos cerrados, los labios entreabiertos…
—Ven a mí, cariño —dijo Nick con voz ronca—. Déjate ir y ven a mí.
—Nick… —murmuró ella con voz temblorosa.
Pero no pudo seguir hablando. Apretando los labios, se aferró a su espalda al sentir las contracciones internas. Se arqueó, clavó los talones en su cintura…
Nick echó la cabeza hacia atrás, temblando. _____ lo abrazaba por dentro como si fuera un guante, consiguiendo una respuesta de él que le dejó con las piernas temblorosas. Lentamente, cayó de rodillas al suelo, sin soltarla.
—No sé si voy a tener hambre después de esto —consiguió decir ella.
Nick rió, saboreando la intimidad de la postura.
—Es posible que no podamos comer —dijo, levantando su barbilla con un dedo—. Y tampoco sé si voy a poder andar.
—Soy yo quien debería decir eso —protestó _____, buscando una caja de pañuelos en la encimera.
Cuando la encontró, empezó a pasar el pañuelo de arriba abajo… No debería ponerse duro en una semana después de aquel revolcón, pero, asombrosamente, el roce de sus dedos amenazaba con volver a encenderlo.
—Tenemos que irnos —dijo _____, mirándolo con gesto de advertencia.
—Lo sé, lo sé —suspiró Nick , subiéndose los pantalones—. Pero parece que «ella» no está convencida.
_____ soltó una carcajada.
—Estaré lista en un minuto —dijo, corriendo hacia el baño—. Salgo enseguida.
Nick miró su reloj.
—No llegamos tan tarde. Incluso tienes tiempo de ponerte algo de ropa interior.
Se sentía feliz, satisfecho. Al menos estaba seguro de una cosa: _____ lo deseaba tanto como la deseaba él.
«Tanto que casi se te olvida algo importante, amigo».
Esa vocecita lo devolvió a la realidad. El preservativo. Había estado a punto de olvidarlo por completo. Increíble. Siempre había pensado que algún día tendría hijos, pero cuando Usa le dijo que no podría vivir con un hombre condenado de por vida a una silla de ruedas, ese sueño quedó enterrado.
Ya no estaba en una silla de ruedas, pero daba igual. No había vuelto a tener una relación seria con una mujer…
Ahora, sin embargo, la idea de ver a _____ con un hijo, un niño que habrían hecho entre los dos, le resultaba inesperadamente emocionante.
Aparentemente, esos sueños no estaban tan enterrados como había creído.
En cuanto entraron en el restaurante, un hombre alto de pelo gris se levantó y los saludó con la mano.
—¡Roben! —exclamó _____—. ¿Qué haces aquí?
Él se inclinó para darle un abrazo y luego estrechó cordialmente la mano de Nick.
—Voy a estar en la ciudad unos días y, cuando llamé a Nick, pensamos que sería divertido darte una sorpresa.
—Pues me la habéis dado —sonrió _____. Luego pareció darse cuenta de que Robert no sabía que estaban juntos y miró de uno a otro, sorprendida.
—Nick me ha dicho que estáis saliendo o algo así —dijo él, apartando una silla.
—O algo así —rió Nick.
—Bueno, ¿qué tal el trabajo?
—Bien, bien…
La cena fue muy agradable. Hablaron sobre la empresa, discretamente, ya que la confidencialidad era importante en su negocio. Pero Robert conocía a algunos clientes porque él mismo los había recomendado.
—Estamos tratando con una empresa alemana que entrena perros guardianes —le explicó Nick—. Tenemos tantas peticiones para añadir perros a las medidas de seguridad que nos ha parecido el momento.
—Hemos estado en Alemania, visitando tres centros de entrenamiento —siguió _____—. Uno de ellos, el que ofrecía mejores servicios, está interesado en trabajar con nosotros. Esencialmente, seremos intermediarios. Cuando alguien pida un perro guardián, lo traeremos directamente de Alemania con su entrenador, que se quedará unos días con el cliente para explicarle todo lo que debe hacer.
—Me parece muy buena idea —dijo Robert.
Nick se encogió de hombros.
—Ofrecemos todo tipo de servicios de seguridad, pero algunas personas se sienten más cómodas teniendo un pastor alemán, por ejemplo.
—Lo entiendo. Ewie no podría vivir sin nuestros perros.
Ewie era la mujer de Robert. Una mujer guapa, de apariencia juvenil, a quien encantaban los caballos y los perros. La pareja tenía dos dálmatas.
—¿Cómo está Ewie? —preguntó _____—. La última vez que hablé con ella estaba entrenando a un potro.
—Sigue en ello —suspiró Robert—. Recientemente, ha comprado un potro que es nieto de un campeón y tiene esperanzas de ganar la Triple Crown.
_____ levantó una ceja.
—Veo que tiene grandes aspiraciones.
—Deséale suerte de nuestra parte —sonrió Nick, cuando apareció el camarero para llevarse los platos de ensalada.
Antes del café, _____ se levantó para ir al lavabo. Y en cuanto desapareció, Sam se volvió hacia Robert.
—Me han dicho que conoces a la madre de _____.
Robert sonrió, pero no había humor en esa sonrisa.
—Bastante. Estuve casado con ella.
—¿En serio? —exclamó Nick, sorprendido. Intentó imaginar a Robert con la clase de mujer que debía ser la madre de _____ y no fue capaz—. Antes de Ewie, claro.
—Fue hace una década y sólo duró dos años. Intenté que nuestro matrimonio funcionase de todas las maneras posibles, pero no había nada que hacer —suspiró Robert. A Nick le pareció que lo decía con cierta ternura—. Ella era imposible. Es una niña mimada, pero podría volver loco a cualquier hombre. Sigue haciéndolo.
—¿Te llevas bien con ella?
Robert asintió.
—Cuando por fin entendió que, por una vez, un hombre había tenido valor para dejarla, pudimos portarnos de una forma más o menos civilizada. Incluso ha cenado con Ewie y conmigo en más de una ocasión.
¿Había cenado con Robert y su mujer? Aquello cada vez le parecía más raro.
—¿Y qué te atrajo de ella? —preguntó Nick.
Robert lo miró, atónito.
—Lo dirás de broma, ¿no?
—No. ¿Por qué?
—_____ es muy diferente a su madre. Pero imagínatela vestida para matar, pestañeando como una muñeca e intentando seducir a todos los hombres que se cruzan en su camino.
—Ah —sonrió Nick—. Entonces no habríamos tardado siete años en estar juntos.
Robert soltó una carcajada.
—Sí, ya me imagino. El día que conocí a la madre de _____ yo apenas podía recordar mi propio nombre. Bueno, cuéntame qué hay entre _____ y tú.
Nick se encogió de hombros.
—Llevamos mucho tiempo trabajando juntos y un día nos dimos cuenta de que… había química entre nosotros.
De repente, Robert se puso serio. Más que serio.
—_____ es una chica maravillosa y si le haces daño te arrancaré el corazón.
Nick habría soltado una carcajada, pero se dio cuenta de que hablaba en serio.
—No tengo intención de hacerle daño.
—Aun a riesgo de parecer excesivamente paternal, ¿te importaría decirme cuáles son tus intenciones?
—Pues… yo quiero tener una relación seria con _____. Y espero convencerla para que se case conmigo algún día.
La expresión de Robert se suavizó.
—Ya veo. ¿_____l está dispuesta a casarse?
Nick negó con la cabeza.
—Ése es el problema. Ni siquiera está dispuesta a hacer planes para la semana que viene. La he convencido para que vivamos juntos a modo de prueba, pero nada más.
—_____ no ha visto muchos matrimonios que funcionen —suspiró Robert—. Pero sigue intentándolo. Imagino que algún día conseguirás que te dé el «sí, quiero».
_____ volvió en ese momento y ambos hombres se levantaron. Ella los miró con curiosidad.
—¿Por qué tenéis esa cara? ¿Algún secreto?
Nick intentó sonreír.
—¿Cuándo fue la última vez que pude esconderte algo?
—Ah, eso es verdad.
Pero estaba guardando un secreto y la sonrisa desapareció al recordar la llamada de la revista People. Alguien quería encontrar a Nick Pender y, si no tenía cuidado, la vida tranquila que se había labrado para sí mismo podría estar en peligro.
Después del café, se levantaron. _____ precedió a los dos hombres y, una vez en la calle, Nick la tomó por la cintura para ir al aparcamiento.
—Ha sido estupendo volver a veros —se despidió Robert.
—Nosotros también nos alegramos mucho —sonrió _____ , subiendo al jeep.
—Espera, te acompaño a tu coche —se ofreció Nick.
Cuando se habían alejado un poco, Robert se volvió para mirar hacia el jeep.
—Si la convences para que se case contigo, házmelo saber.
—No te hagas muchas ilusiones —suspiró Nick—. Pero creo que, al final, la convenceré.
—¿Sabe que estás enamorado de ella?
—Pues… creo que no se lo he dicho.
—No tienes que hacerlo —sonrió Robert, dándole un golpecito en la espalda—. Se te nota en la cara.
Nick abrió la boca para decir algo, pero ¿qué podía decir? Amaba a _____ Smith. Y Robert se había dado cuenta antes que él. La sola idea lo hacía sudar.
La amaba. Adoraba cómo levantaba una ceja, ese gesto tan suyo, su ropa ancha, la gorra que solía llevar al trabajo, cómo se apartaba el pelo de la cara cuando lo llevaba suelto… Adoraba su sentido del humor y su terquedad cuando creía llevar razón; su forma de trabajar y la simpatía con la que trataba a todos los empleados.
De repente, su pecho le parecía demasiado pequeño como para contener ese abrumador sentimiento.
Cuando pensaba en lo que sintió por Usa… ésa había sido una emoción pequeña, manejable. Cuando lo dejó se sintió dolido, pero sobre todo furioso y humillado porque lo había dejado cuando más necesitaba a alguien.
Amar a _____ no era un sentimiento manejable en absoluto. Si ella lo dejaba… lo destrozaría. Su orgullo no tendría nada que ver y quizá eso era lo más revelador. Abruptamente, Nick se dio la vuelta y abrió la puerta del jeep.
Ella estaba mirándolo con expresión interrogante, pero no podía contarle nada. Nick tomó su cara entre las manos y buscó sus labios con un ansia, con una ternura que no había sentido jamás.
Cuando por fin se apartó, tenía los ojos brillantes.
—¿Y esto?
Nick se encogió de hombros.
—No sé, a nada en particular —contestó, metiendo la llave en el contacto—. Pensé que te hacía falta un beso.
_____ se inclinó para devolvérselo.
—Pues tenías razón.
Nick iba sonriendo como un tonto mientras volvían a casa. Amaba a _____ , pero no era tan ingenuo como para decírselo. Con lo juiciosa que era ella, saldría corriendo antes de que hubiera podido terminar la frase.
No, iba a tener que tomarse un tiempo para enamorarla, para hacerla ver que no podía vivir sin él. Para hacer que bajase la guardia y lo quisiera tanto como la quería él.
Y tenía tiempo. En realidad, tenía todo el tiempo del mundo.
jamileth
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
Nick es han ternura total
Me encanta, y ahhhh que emoción se quiere
Casar con la rayis!!
Eso es maravilloso
Y agggg esa tal Usa por lo poquito que entendí
Es una mala pero ahhhh quiero saber mas
Sobre el pasado de Nick plis siguelaaaaaaa!!
Me encanta, y ahhhh que emoción se quiere
Casar con la rayis!!
Eso es maravilloso
Y agggg esa tal Usa por lo poquito que entendí
Es una mala pero ahhhh quiero saber mas
Sobre el pasado de Nick plis siguelaaaaaaa!!
Karli Jonas
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
awwww Nick ternurita :hug:
Lo amo es tan lindo :arre:
Se quiere casar awww :polli:
Siguela!!!!
Lo amo es tan lindo :arre:
Se quiere casar awww :polli:
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
OMJ! quiero saber mas del pasado de nick :B
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
M i c a e l a
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
GUUUUUUAAAAAAUUUUU!!!!
QUE TE AMEN ASIII ES MARAAAVIIILLLOOOSOOOOOO!!!!!
AAIII SIGUEEE PORFIISS YA QUIERO SABER QUIEN ES LA MA DE ____????
QUE TE AMEN ASIII ES MARAAAVIIILLLOOOSOOOOOO!!!!!
AAIII SIGUEEE PORFIISS YA QUIERO SABER QUIEN ES LA MA DE ____????
chelis
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
chicas gracias x los comentarios :D
Capítulo 7
Nick despertó en medio de la noche, sudando. Tenía el corazón acelerado y la adrenalina por las nubes hasta que empezaron a desvanecerse las telarañas del sueño.
Era la segunda vez en menos de un mes.
______ estaba a su lado, abrazándolo.
—Has tenido una pesadilla.
Había tenido esa pesadilla muchas veces desde que ocurrió, pero en el sueño, el pistolero lo apuntaba directamente antes de que pudiera llegar a él. Después del «incidente», tuvieron que pasar meses hasta que consiguió conciliar el sueño durante toda una noche. Con el paso de los años, afortunadamente, la pesadilla empezó a desaparecer. Y no entendía por qué había reaparecido ahora.
—¿Quieres contármelo? —preguntó ______.
Nick vaciló. No estaba preparado para hablarle de su pasado. Que dijeran de él que era un héroe lo sacaba de quicio. Sólo había hecho lo que estaba entrenado para hacer y sabía que tenía la obligación moral de detener a ese asesino.
Pero si iba a vivir con ella,______ se merecía una explicación.
Nick la abrazó, sintiendo un inmediato consuelo cuando la tuvo apretada contra su corazón.
—Es una pesadilla que he tenido muchas veces. Casi durante ocho años.
—Y tiene que ver con tus heridas, ¿verdad?
—Sí —contestó Nick, acariciando su espalda. En la oscuridad de la habitación, hablar de ello no le costaba tanto trabajo como había esperado—. Pero no fui herido en combate.
—Entonces, ¿quién te disparó? Porque esas son heridas de bala, ¿no?
Y ella lo sabía bien. Uno de los guardaespaldas de SPP había sido herido un par de años antes y, el año anterior, un miembro del equipo de detenciones ilegales recibió un balazo en la pierna cuando intentaba hacer su trabajo.
—Me disparó un loco en la calle. Fue una ironía, desde luego —suspiró Nick—. Nunca me habían herido en combate y me disparan cuando estoy de permiso…
Era la verdad. Aunque no toda la verdad.
—Ésta… —dijo _____, tocando la cicatriz que tenía sobre la cadera izquierda— debió hacerte mucho daño.
—Sí, ésta rozó la espina dorsal. Me pasé un par de meses en un centro de rehabilitación.
—¿Un centro de rehabilitación?
—Aprendiendo a caminar otra vez —contestó Nick—. Los médicos pensaron que iba a quedar parapléjico. No sentí las piernas durante tres semanas.
—Ahora entiendo que tengas pesadillas —murmuró______ , acariciando la cicatriz—. Debiste pasar mucho miedo.
—Sí. Afortunadamente, duró poco tiempo.
Nick no quería pensar en el pánico, en la desesperación que sintió durante aquellas tres semanas.
—No sabes cómo me alegro de que todo saliera bien —sonrió ______, dándole besitos en el cuello. Y más abajo, en el torso, buscando sus pezones con la lengua.
Nick olvidó sus sombríos pensamientos de inmediato.______ no parecía querer saber nada más, no parecía requerir mas explicaciones. Mejor, pensó.
Más que mejor. ______ era tan suave, tan calentita, tan seductora… Cuando se puso encima de él, Nick cerró los ojos, deseando el olvido que ella prometía. Sonriendo, separó sus piernas con las manos y tomó un envoltorio brillante de la mesilla.
—Espera un momento —murmuró, mientras se ponía el preservativo. Luego se colocó en posición, entrando en ella despacio, muy despacio. Cuando ______ empezó a gemir, intentando acelerar el ritmo, él sujetó sus caderas con las dos manos.
—Nick… Nick…
Con un rápido movimiento, se colocó encima. ______ clavaba las uñas en su espalda, intentando en vano acercarlo más.
Nick empujaba con las caderas, clavándose en ella profundamente mientras______ se arqueaba para recibirlo mejor, sujetándolo con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir nunca.
Nick la miró, su rostro estaba suavemente iluminado por la luz de la luna que entraba en la habitación, su pelo descansaba suelto sobre la almohada. Tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, húmedos de sus besos.
Era preciosa. Y era suya.
______ y él estaban hechos el uno para el otro. Se complementaban en todos los sentidos. Nick no podía imaginar la vida sin ella, no podía ver un futuro en el que ______ no tuviera un sitio.
Y estaba decidido a tenerla en su vida para siempre.
Ahora sólo tenía que convencerla.
______ no parecía dispuesta al compromiso, pero Nick la haría cambiar de opinión. Porque iba a casarse con ella.
Una semana después,______ asomaba la cabeza en su despacho al final de la jornada.
—Esta noche celebramos el cumpleaños de Beth, del departamento de contabilidad. ¿Quieres venir?
Nick vaciló. Iba a decir que no, pero quería pasar la noche con______ y seguramente ella le estaba lanzando una indirecta sobre cuáles eran sus planes.
—Como fui al tuyo, supongo que quedaría mal si no fuera al cumpleaños de los demás. ¿No crees?
—Probablemente —sonrió ella.
Por eso, media hora después, se encontró entre______ y la nueva empleada, Karen, en un restaurante italiano, cantándole el cumpleaños feliz a Beth, de contabilidad. Acababan de terminar la canción cuando la puerta del restaurante se abrió y Walker entró… con la pelirroja.
—Siento llegar tarde. Feliz cumpleaños, Beth.
Nick se percató de que tanto Karen como______ se ponían tensas. Las mujeres, pensó, tenían un radar interno para los problemas sentimentales. Y eso era lo que acababa de entrar por la puerta del restaurante.
Walker llevaba la corbata torcida y la marca de los labios de la pelirroja en la cara y el cuello de la camisa. Iba despeinado, además. Evidentemente, habían estado dándose un revolcón.
Y los dos parecían haber tomado más de una copa.
Aunque Karen y él se hubieran divorciado muchos años atrás, seguramente no sería agradable para ella ver que su ex marido estaba haciendo el ridículo con una mujer que podría ser su hija.
—Gracias —dijo Beth—. Siéntate, Walker.
Él se dejó caer en una silla y tiró de la pelirroja para sentarla sobre sus rodillas.
—Chicos, os presento a Jennifer. Aunque algunos ya la conocéis.
—Hola —dijo la aspirante a modelo, saludando como una miss en un concurso de belleza—. ¿Quién es Karen?
—Soy yo —dijo Karen, aparentando tranquilidad.
Jennifer la examinó durante unos segundos antes de volverse hacia Walker.
—Dijiste que era vieja. Pero es guapa.
Walker se puso colorado.
—Lo siento —murmuró, incómodo. Y Nick se preguntó si se lo decía a Jennifer o a Karen.
Todo el mundo en la mesa observaba el intercambio con curiosidad. Nadie más que______ y él sabían que Walker y Karen habían estado casados.
—¿Me dejáis pasar? Tengo que irme —dijo Karen entonces.
Nick se levantó automáticamente.
—Feliz cumpleaños, Beth. Gracias por invitarme.
—Celebramos todos los cumpleaños —le explicó Peggy—. Pronto te hartarás de que te invitemos. Y los pasteles de chocolate se te quedarán pegados a los muslos, como a mí.
Karen intentó sonreír.
—Nos vemos mañana.
Estaba dándose la vuelta cuando Jennifer soltó la bomba:
—¿Por qué se va? ¿No habías dicho que ya no tenía familia?
Aunque estaba hablando con Walker, todo el mundo lo oyó.
Karen se detuvo abruptamente.
—¿Perdona?
—Pues… es que Walker me dijo que habías perdido a tu familia y…
—Jennifer, cállate —la interrumpió él.
Karen tenía la expresión de alguien que ha recibido un puñetazo en el estómago. Parecía a punto de llorar, pero se volvió hacia Beth intentando sonreír.
—Espero que lo pases bien el resto de la noche.
Cuando se volvió, Nick pudo ver una lágrima rodando por su mejilla.
—Bueno… —empezó a decir Peggy, nerviosa—. Yo creo que ya es hora de que empecemos a irnos, ¿no?
Hubo murmullos de asentimiento y, de repente, todo el mundo se levantó.
—Maldita sea, Walker, ¿cómo puedes meter la pata así? —le preguntó Nick en voz baja.
—Lo siento —se disculpó la pelirroja, con su ridícula voz de niña—. No quería molestarla.
—No, claro que no —replicó______ , con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre cuál era su opinión.
—Si no puede soportar el calor, no debería meterse en la cocina —dijo Walker entonces.
Acababa de meter la pata hasta el fondo. Nick conocía bien a______ y sabía que ésa era la gota que colmaba el vaso. No ocurría a menudo, pero cuando ocurría…
Ella se inclinó hacia delante, con expresión helada.
—No tienes por qué contarle a todo el mundo la vida de Karen, imbécil. Tu vida es asunto tuyo, pero cuando nos obligas a soportar a una persona tan ofensiva que con una sola frase estropea toda una noche, se convierte en asunto nuestro —le espetó, sin mirar siquiera a Jennifer. Luego tocó a la pelirroja en el hombro—. Si vuelvo a verte en una de nuestras fiestas de cumpleaños, te arranco todos esos pelos teñidos que llevas. Y tú, Walker, no te molestes en venir a una fiesta a menos que estés sobrio… y solo.
Él la miraba con los dientes apretados.
—¿Nick? —lo llamó, como buscando ayuda.
—Lo siento, pero ______ tiene razón —contestó Nick—. Apareces tú y se va todo el mundo. Eso debería decirte algo, ¿no?
Después, tomó a _______ por la cintura y salió del restaurante a toda prisa. Era lo mejor, se dijo. No quería tener que sacarla de la comisaría a causa de una denuncia por agresión.
—¿Todos esos pelos teñidos que llevas? —murmuró, cuando entraban en el jeep.
______ soltó una carcajada.
—A mí me ha parecido hasta poético.
—¿Poético? Yo no elegiría precisamente esa palabra.
—¿Ah, no?
—No. Fue más bien sincero. Parecía que lo decías de verdad. Si yo fuera Jennifer, no querría volver a cruzarme en tu camino.
______ dejó escapar un suspiro.
—No me puedo creer que haya soltado esa barbaridad… De verdad no me creo que Walker haya sido tan idiota como para contarle que estuvo casado con Karen. ¿Crees que ella se irá de la empresa?
—Espero que no. Francamente, despediría a Walker antes que a Karen. Es mil veces más diplomática que él.
—Espero que no perdamos a ninguno de los dos —suspiró ______—. ¿Por qué crees que Karen se casó con él?
—No lo sé. Supongo que tendrá muchas cualidades.
—Sí, seguro.
—Aunque la química a veces engaña —murmuró Nick, pensando en Usa. Nada más decirlo, vio por el rabillo del ojo que ______ había vuelto la cabeza bruscamente.
—¿Lo dices por experiencia?
—Pues… sí. Estuve comprometido una vez.
—¿Pero no te casaste?
—No —suspiró Nick. Se alegraba de haber sacado el tema y se alegraba también de que estuvieran en el coche, sin poder verse las caras—. Ella cambió de opinión cuando creyó que iba a tener que soportar a un parapléjico el resto de su vida.
—Lo siento —murmuró _______, cariacontecida.
—Así es la vida. Prefiero haber descubierto qué clase de persona era antes de casarme —dijo Nick, pensativo—. La verdad es que ya casi no me acuerdo de su cara.
Era cierto. Desde que empezó a vivir con______ , el pasado se había convertido en algo sin importancia.
—Pero debió dolerte mucho —insistió ella.
—Sí, bueno… Mira, siento no habértelo contado antes, pero…
—¿Sabes una cosa? Me gustaría sacarle los ojos a esa bruja.
Nick soltó una carcajada. Usa había dejado de ser importante y saber eso era como quitarse un peso de encima.
—Esta noche estás muy violenta —sonrió, tomando su mano—. Afortunadamente para ti, a mí me gustan las mujeres violentas.
De repente, ______ puso la mano en su entrepierna y Nick sintió como una descarga eléctrica en la espina dorsal.
—Afortunadamente para ti —sonrió ella, explorando el bulto bajo los pantalones— a esta mujer violenta le gustas mucho. De hecho, está deseando llegar a casa.
Nick rió, pero la risa se convirtió en un gemido cuando______ le bajó la cremallera del pantalón y metió la mano.
—Si sigues así, no llegaremos a casa, querida.
A la mañana siguiente, en la oficina, había cotilleos por los pasillos. Todo el mundo hablaba de lo que había pasado la noche anterior en el restaurante. Nick había oído la frase: «Yo no tenía ni idea de que hubieran estado casados», unas doscientas veces.
Karen tenía ojeras, pero trabajó con su acostumbrada eficiencia, presentándole un estudio sobre la cantidad de agentes que necesitaban para vigilar una casa en Río de Janeiro, en un caso de secuestro infantil.
A las tres, Nick estaba frente al escritorio de______ , echando un vistazo a las reservas de avión para volver a Alemania a revisar el proyecto de perros guardianes, cuando Peggy apareció con un ramo de flores.
—Mira esto. Son para Karen.
—¿De quién? —preguntó______ .
—No lo sé, el sobre está cerrado. Pero la he llamado para que venga a buscarlo y no pienso dejarla ir hasta que me diga de quién son —sonrió Peggy.
Nick soltó una risita.
—¿Qué pasa?
—Nada. Es que no entiendo por qué os parece tan importante.
—Recibir flores siempre es importante —replicó Peggy.
Karen asomó la cabeza en ese momento y las tres mujeres se pusieron a hablar. Nick se quedó donde estaba, pensativo.
Él nunca le había enviado flores a______ . Ni siquiera la había invitado a cenar a menos que tuvieran que ver a algún cliente… o en la cena con Robert. Lo había pensado muchas veces, pero la cama siempre se ponía en medio.
De hecho, básicamente era lo único que hacían, pensó. Trabajaban, comían y hacían el amor. Casi quemaban las sábanas todas las noches y ninguno de los dos había dormido ocho horas seguidas desde su cumpleaños… aunque él no se quejaba.
Tampoco se había quejado ______, pero… ¿le importaría que nunca la hubiese invitado a cenar, que no le hubiera enviado flores?
—¿De quién son? —estaba preguntado Peggy.
En silencio, Karen le pasó la tarjeta.
—¡Será cerdo! —exclamó la secretaria, tan sincera como siempre.
—Al menos, se ha dado cuenta de que ha metido la pata —murmuró ______.
Karen no dijo nada. Se quedó mirando las flores con expresión seria. Nick tomó la tarjeta y leyó el sencillo mensaje: Lo siento. Walker.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó Peggy.
Karen dejó escapar un suspiro.
—Tan bien como puedo estar teniendo que vivir en el mismo planeta con ese imbécil. Puedes quedarte con las flores, Peg. Ponlas en tu mesa, tíralas. Me da igual. Pero creo que me quedaré con esto —dijo entonces, tomando la tarjeta—. Sólo para recordar que no es una completa basura.
Nick se quedó impresionado al ver que, antes de salir del despacho, Karen Munson respondía con una sonrisa a las palabras de ánimo de las chicas.
y ya faltan pocos caps para q s termine la nove :(
exactamente 2 y el epilogo :(
Capítulo 7
Nick despertó en medio de la noche, sudando. Tenía el corazón acelerado y la adrenalina por las nubes hasta que empezaron a desvanecerse las telarañas del sueño.
Era la segunda vez en menos de un mes.
______ estaba a su lado, abrazándolo.
—Has tenido una pesadilla.
Había tenido esa pesadilla muchas veces desde que ocurrió, pero en el sueño, el pistolero lo apuntaba directamente antes de que pudiera llegar a él. Después del «incidente», tuvieron que pasar meses hasta que consiguió conciliar el sueño durante toda una noche. Con el paso de los años, afortunadamente, la pesadilla empezó a desaparecer. Y no entendía por qué había reaparecido ahora.
—¿Quieres contármelo? —preguntó ______.
Nick vaciló. No estaba preparado para hablarle de su pasado. Que dijeran de él que era un héroe lo sacaba de quicio. Sólo había hecho lo que estaba entrenado para hacer y sabía que tenía la obligación moral de detener a ese asesino.
Pero si iba a vivir con ella,______ se merecía una explicación.
Nick la abrazó, sintiendo un inmediato consuelo cuando la tuvo apretada contra su corazón.
—Es una pesadilla que he tenido muchas veces. Casi durante ocho años.
—Y tiene que ver con tus heridas, ¿verdad?
—Sí —contestó Nick, acariciando su espalda. En la oscuridad de la habitación, hablar de ello no le costaba tanto trabajo como había esperado—. Pero no fui herido en combate.
—Entonces, ¿quién te disparó? Porque esas son heridas de bala, ¿no?
Y ella lo sabía bien. Uno de los guardaespaldas de SPP había sido herido un par de años antes y, el año anterior, un miembro del equipo de detenciones ilegales recibió un balazo en la pierna cuando intentaba hacer su trabajo.
—Me disparó un loco en la calle. Fue una ironía, desde luego —suspiró Nick—. Nunca me habían herido en combate y me disparan cuando estoy de permiso…
Era la verdad. Aunque no toda la verdad.
—Ésta… —dijo _____, tocando la cicatriz que tenía sobre la cadera izquierda— debió hacerte mucho daño.
—Sí, ésta rozó la espina dorsal. Me pasé un par de meses en un centro de rehabilitación.
—¿Un centro de rehabilitación?
—Aprendiendo a caminar otra vez —contestó Nick—. Los médicos pensaron que iba a quedar parapléjico. No sentí las piernas durante tres semanas.
—Ahora entiendo que tengas pesadillas —murmuró______ , acariciando la cicatriz—. Debiste pasar mucho miedo.
—Sí. Afortunadamente, duró poco tiempo.
Nick no quería pensar en el pánico, en la desesperación que sintió durante aquellas tres semanas.
—No sabes cómo me alegro de que todo saliera bien —sonrió ______, dándole besitos en el cuello. Y más abajo, en el torso, buscando sus pezones con la lengua.
Nick olvidó sus sombríos pensamientos de inmediato.______ no parecía querer saber nada más, no parecía requerir mas explicaciones. Mejor, pensó.
Más que mejor. ______ era tan suave, tan calentita, tan seductora… Cuando se puso encima de él, Nick cerró los ojos, deseando el olvido que ella prometía. Sonriendo, separó sus piernas con las manos y tomó un envoltorio brillante de la mesilla.
—Espera un momento —murmuró, mientras se ponía el preservativo. Luego se colocó en posición, entrando en ella despacio, muy despacio. Cuando ______ empezó a gemir, intentando acelerar el ritmo, él sujetó sus caderas con las dos manos.
—Nick… Nick…
Con un rápido movimiento, se colocó encima. ______ clavaba las uñas en su espalda, intentando en vano acercarlo más.
Nick empujaba con las caderas, clavándose en ella profundamente mientras______ se arqueaba para recibirlo mejor, sujetándolo con fuerza, como si no quisiera dejarlo ir nunca.
Nick la miró, su rostro estaba suavemente iluminado por la luz de la luna que entraba en la habitación, su pelo descansaba suelto sobre la almohada. Tenía los ojos cerrados y los labios entreabiertos, húmedos de sus besos.
Era preciosa. Y era suya.
______ y él estaban hechos el uno para el otro. Se complementaban en todos los sentidos. Nick no podía imaginar la vida sin ella, no podía ver un futuro en el que ______ no tuviera un sitio.
Y estaba decidido a tenerla en su vida para siempre.
Ahora sólo tenía que convencerla.
______ no parecía dispuesta al compromiso, pero Nick la haría cambiar de opinión. Porque iba a casarse con ella.
Una semana después,______ asomaba la cabeza en su despacho al final de la jornada.
—Esta noche celebramos el cumpleaños de Beth, del departamento de contabilidad. ¿Quieres venir?
Nick vaciló. Iba a decir que no, pero quería pasar la noche con______ y seguramente ella le estaba lanzando una indirecta sobre cuáles eran sus planes.
—Como fui al tuyo, supongo que quedaría mal si no fuera al cumpleaños de los demás. ¿No crees?
—Probablemente —sonrió ella.
Por eso, media hora después, se encontró entre______ y la nueva empleada, Karen, en un restaurante italiano, cantándole el cumpleaños feliz a Beth, de contabilidad. Acababan de terminar la canción cuando la puerta del restaurante se abrió y Walker entró… con la pelirroja.
—Siento llegar tarde. Feliz cumpleaños, Beth.
Nick se percató de que tanto Karen como______ se ponían tensas. Las mujeres, pensó, tenían un radar interno para los problemas sentimentales. Y eso era lo que acababa de entrar por la puerta del restaurante.
Walker llevaba la corbata torcida y la marca de los labios de la pelirroja en la cara y el cuello de la camisa. Iba despeinado, además. Evidentemente, habían estado dándose un revolcón.
Y los dos parecían haber tomado más de una copa.
Aunque Karen y él se hubieran divorciado muchos años atrás, seguramente no sería agradable para ella ver que su ex marido estaba haciendo el ridículo con una mujer que podría ser su hija.
—Gracias —dijo Beth—. Siéntate, Walker.
Él se dejó caer en una silla y tiró de la pelirroja para sentarla sobre sus rodillas.
—Chicos, os presento a Jennifer. Aunque algunos ya la conocéis.
—Hola —dijo la aspirante a modelo, saludando como una miss en un concurso de belleza—. ¿Quién es Karen?
—Soy yo —dijo Karen, aparentando tranquilidad.
Jennifer la examinó durante unos segundos antes de volverse hacia Walker.
—Dijiste que era vieja. Pero es guapa.
Walker se puso colorado.
—Lo siento —murmuró, incómodo. Y Nick se preguntó si se lo decía a Jennifer o a Karen.
Todo el mundo en la mesa observaba el intercambio con curiosidad. Nadie más que______ y él sabían que Walker y Karen habían estado casados.
—¿Me dejáis pasar? Tengo que irme —dijo Karen entonces.
Nick se levantó automáticamente.
—Feliz cumpleaños, Beth. Gracias por invitarme.
—Celebramos todos los cumpleaños —le explicó Peggy—. Pronto te hartarás de que te invitemos. Y los pasteles de chocolate se te quedarán pegados a los muslos, como a mí.
Karen intentó sonreír.
—Nos vemos mañana.
Estaba dándose la vuelta cuando Jennifer soltó la bomba:
—¿Por qué se va? ¿No habías dicho que ya no tenía familia?
Aunque estaba hablando con Walker, todo el mundo lo oyó.
Karen se detuvo abruptamente.
—¿Perdona?
—Pues… es que Walker me dijo que habías perdido a tu familia y…
—Jennifer, cállate —la interrumpió él.
Karen tenía la expresión de alguien que ha recibido un puñetazo en el estómago. Parecía a punto de llorar, pero se volvió hacia Beth intentando sonreír.
—Espero que lo pases bien el resto de la noche.
Cuando se volvió, Nick pudo ver una lágrima rodando por su mejilla.
—Bueno… —empezó a decir Peggy, nerviosa—. Yo creo que ya es hora de que empecemos a irnos, ¿no?
Hubo murmullos de asentimiento y, de repente, todo el mundo se levantó.
—Maldita sea, Walker, ¿cómo puedes meter la pata así? —le preguntó Nick en voz baja.
—Lo siento —se disculpó la pelirroja, con su ridícula voz de niña—. No quería molestarla.
—No, claro que no —replicó______ , con un tono que no dejaba lugar a dudas sobre cuál era su opinión.
—Si no puede soportar el calor, no debería meterse en la cocina —dijo Walker entonces.
Acababa de meter la pata hasta el fondo. Nick conocía bien a______ y sabía que ésa era la gota que colmaba el vaso. No ocurría a menudo, pero cuando ocurría…
Ella se inclinó hacia delante, con expresión helada.
—No tienes por qué contarle a todo el mundo la vida de Karen, imbécil. Tu vida es asunto tuyo, pero cuando nos obligas a soportar a una persona tan ofensiva que con una sola frase estropea toda una noche, se convierte en asunto nuestro —le espetó, sin mirar siquiera a Jennifer. Luego tocó a la pelirroja en el hombro—. Si vuelvo a verte en una de nuestras fiestas de cumpleaños, te arranco todos esos pelos teñidos que llevas. Y tú, Walker, no te molestes en venir a una fiesta a menos que estés sobrio… y solo.
Él la miraba con los dientes apretados.
—¿Nick? —lo llamó, como buscando ayuda.
—Lo siento, pero ______ tiene razón —contestó Nick—. Apareces tú y se va todo el mundo. Eso debería decirte algo, ¿no?
Después, tomó a _______ por la cintura y salió del restaurante a toda prisa. Era lo mejor, se dijo. No quería tener que sacarla de la comisaría a causa de una denuncia por agresión.
—¿Todos esos pelos teñidos que llevas? —murmuró, cuando entraban en el jeep.
______ soltó una carcajada.
—A mí me ha parecido hasta poético.
—¿Poético? Yo no elegiría precisamente esa palabra.
—¿Ah, no?
—No. Fue más bien sincero. Parecía que lo decías de verdad. Si yo fuera Jennifer, no querría volver a cruzarme en tu camino.
______ dejó escapar un suspiro.
—No me puedo creer que haya soltado esa barbaridad… De verdad no me creo que Walker haya sido tan idiota como para contarle que estuvo casado con Karen. ¿Crees que ella se irá de la empresa?
—Espero que no. Francamente, despediría a Walker antes que a Karen. Es mil veces más diplomática que él.
—Espero que no perdamos a ninguno de los dos —suspiró ______—. ¿Por qué crees que Karen se casó con él?
—No lo sé. Supongo que tendrá muchas cualidades.
—Sí, seguro.
—Aunque la química a veces engaña —murmuró Nick, pensando en Usa. Nada más decirlo, vio por el rabillo del ojo que ______ había vuelto la cabeza bruscamente.
—¿Lo dices por experiencia?
—Pues… sí. Estuve comprometido una vez.
—¿Pero no te casaste?
—No —suspiró Nick. Se alegraba de haber sacado el tema y se alegraba también de que estuvieran en el coche, sin poder verse las caras—. Ella cambió de opinión cuando creyó que iba a tener que soportar a un parapléjico el resto de su vida.
—Lo siento —murmuró _______, cariacontecida.
—Así es la vida. Prefiero haber descubierto qué clase de persona era antes de casarme —dijo Nick, pensativo—. La verdad es que ya casi no me acuerdo de su cara.
Era cierto. Desde que empezó a vivir con______ , el pasado se había convertido en algo sin importancia.
—Pero debió dolerte mucho —insistió ella.
—Sí, bueno… Mira, siento no habértelo contado antes, pero…
—¿Sabes una cosa? Me gustaría sacarle los ojos a esa bruja.
Nick soltó una carcajada. Usa había dejado de ser importante y saber eso era como quitarse un peso de encima.
—Esta noche estás muy violenta —sonrió, tomando su mano—. Afortunadamente para ti, a mí me gustan las mujeres violentas.
De repente, ______ puso la mano en su entrepierna y Nick sintió como una descarga eléctrica en la espina dorsal.
—Afortunadamente para ti —sonrió ella, explorando el bulto bajo los pantalones— a esta mujer violenta le gustas mucho. De hecho, está deseando llegar a casa.
Nick rió, pero la risa se convirtió en un gemido cuando______ le bajó la cremallera del pantalón y metió la mano.
—Si sigues así, no llegaremos a casa, querida.
A la mañana siguiente, en la oficina, había cotilleos por los pasillos. Todo el mundo hablaba de lo que había pasado la noche anterior en el restaurante. Nick había oído la frase: «Yo no tenía ni idea de que hubieran estado casados», unas doscientas veces.
Karen tenía ojeras, pero trabajó con su acostumbrada eficiencia, presentándole un estudio sobre la cantidad de agentes que necesitaban para vigilar una casa en Río de Janeiro, en un caso de secuestro infantil.
A las tres, Nick estaba frente al escritorio de______ , echando un vistazo a las reservas de avión para volver a Alemania a revisar el proyecto de perros guardianes, cuando Peggy apareció con un ramo de flores.
—Mira esto. Son para Karen.
—¿De quién? —preguntó______ .
—No lo sé, el sobre está cerrado. Pero la he llamado para que venga a buscarlo y no pienso dejarla ir hasta que me diga de quién son —sonrió Peggy.
Nick soltó una risita.
—¿Qué pasa?
—Nada. Es que no entiendo por qué os parece tan importante.
—Recibir flores siempre es importante —replicó Peggy.
Karen asomó la cabeza en ese momento y las tres mujeres se pusieron a hablar. Nick se quedó donde estaba, pensativo.
Él nunca le había enviado flores a______ . Ni siquiera la había invitado a cenar a menos que tuvieran que ver a algún cliente… o en la cena con Robert. Lo había pensado muchas veces, pero la cama siempre se ponía en medio.
De hecho, básicamente era lo único que hacían, pensó. Trabajaban, comían y hacían el amor. Casi quemaban las sábanas todas las noches y ninguno de los dos había dormido ocho horas seguidas desde su cumpleaños… aunque él no se quejaba.
Tampoco se había quejado ______, pero… ¿le importaría que nunca la hubiese invitado a cenar, que no le hubiera enviado flores?
—¿De quién son? —estaba preguntado Peggy.
En silencio, Karen le pasó la tarjeta.
—¡Será cerdo! —exclamó la secretaria, tan sincera como siempre.
—Al menos, se ha dado cuenta de que ha metido la pata —murmuró ______.
Karen no dijo nada. Se quedó mirando las flores con expresión seria. Nick tomó la tarjeta y leyó el sencillo mensaje: Lo siento. Walker.
—¿Estás bien, cariño? —preguntó Peggy.
Karen dejó escapar un suspiro.
—Tan bien como puedo estar teniendo que vivir en el mismo planeta con ese imbécil. Puedes quedarte con las flores, Peg. Ponlas en tu mesa, tíralas. Me da igual. Pero creo que me quedaré con esto —dijo entonces, tomando la tarjeta—. Sólo para recordar que no es una completa basura.
Nick se quedó impresionado al ver que, antes de salir del despacho, Karen Munson respondía con una sonrisa a las palabras de ánimo de las chicas.
y ya faltan pocos caps para q s termine la nove :(
exactamente 2 y el epilogo :(
jamileth
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
awwww me encanta :arre:
Te he dicho que amo a Nick :hug:
Es tan lindo y sexy
Dios el hombre perfecto
Ya se va a acabar :(
Nooo porque tan corta
No quiero que termine
Siguela!!!
Te he dicho que amo a Nick :hug:
Es tan lindo y sexy
Dios el hombre perfecto
Ya se va a acabar :(
Nooo porque tan corta
No quiero que termine
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!
SE LO TENIAAA MERECIIDOO ESA BRUJAAAAA!!!
ESQUELETIICAAAAAAA!!!!!
AAAII SIGUE AUNQUE QUEDE POOOCOOSS CAAPIISSS
SE LO TENIAAA MERECIIDOO ESA BRUJAAAAA!!!
ESQUELETIICAAAAAAA!!!!!
AAAII SIGUE AUNQUE QUEDE POOOCOOSS CAAPIISSS
chelis
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