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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
COMO SERIA UNA MADRE TREMENDAAA????
AAAIIIII
NICK LLEVAA SIETE AÑOOSSSS ENAMORADO Y NO LE A DICHO NADAAAAA???
CUIIIEELOOSS PORFIISS PON OTROO
AAAIIIII
NICK LLEVAA SIETE AÑOOSSSS ENAMORADO Y NO LE A DICHO NADAAAAA???
CUIIIEELOOSS PORFIISS PON OTROO
chelis
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
ehehehe siguela me encanta
new reader .....
quiero maaaaaaass
new reader .....
quiero maaaaaaass
ElitzJb
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
nyJB escribió:
ehehehe siguela me encanta
new reader .....
quiero maaaaaaass
Bienvenida!!!
me alegra q te enknte :D
ya subo cap :)
jamileth
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
bueno chicas aqui sta el cap :D
espero q les guste :D
Capítulo 2
—Me gustaría conocerla.
______ sacudió la cabeza y su pelo lo distrajo de inmediato. ¿Sería suave al tacto? ¿Cómo sería tener esa melena deslizándose por su cuerpo?
—En la vida —contestó ella, sorbiendo por la pajita—. Sólo nos vemos una vez al año y te aseguro que es más que suficiente.
Había cierto tono de amargura en su voz y Nick se preguntó cómo habría sido su infancia para producir una reacción así. Si le preguntaba directamente, seguramente ella se negaría a hablar del asunto, de modo que decidió preguntar de manera indirecta:
—¿Tienes hermanos?
Ella negó con la cabeza.
—No, soy hija única. Fui un accidente.
—¿Tu madre no quería tener hijos?
—No. Temía que arruinaran su imagen.
Ah, de modo que su madre era una mujer superficial. Resultaba extraño que hubiese tenido una hija como ______ , que hacía lo imposible por esconder su atractivo.
—¿Y se la arruinaste?
______ soltó una risita.
—No, pero lo intenté.
¿Había soltado una risita? ¿______ Smith, la subdirectora de SPP, había soltado una risita? No había una sola mujer en el planeta de la que menos esperase una risita.
—¿Cuántas copas has tomado?
—Esta es la tercera. Es un daiquiri, está buenísimo.
—Pero es el tercero. Cuando menos te lo esperes caerás al suelo redonda.
Cuando llegó la camarera, Nick pidió otra cerveza y algo de comer. ______ insistió en tomar otro de esos daiquiris.
—Vamos a sentarnos en esa mesa —le dijo Nick a la camarera, señalando una mesa para dos en la esquina.
—¿Por qué? —preguntó ______ , tomando su bolso.
—Porque ésta es demasiado grande para dos personas —contestó él, tomándola del brazo.
Una vez de pie, pudo ver que el vestido negro era muy corto. Cortísimo. Y dejaba al descubierto unas piernas kilométricas. Parecía más alta de lo normal porque llevaba zapatos de tacón.
A él le encantaban los zapatos de tacón en una mujer con buenas piernas. Y ______ tenía, desde luego, unas piernas estupendas. Largas, de muslos bien formados y tobillos finos. Pero sería mejor que dejara de pensar en las piernas de ______ , se dijo a sí mismo.
—Recuérdame que le dé las gracias a tu madre por este vestido.
Ella se quedó mirándolo, un poco sorprendida.
—¿Te gusta? —preguntó, inclinando a un lado la cabeza. Pero el gesto la hizo perder el equilibrio—. ¡Ay!
Nick le pasó un brazo por la cintura. ¿Por qué no se había dado cuenta hasta entonces de que tenía cinturita de avispa?
—Sí, me gusta.
Mucho más que eso. La parte de arriba se pegaba a sus curvas, dejando al descubierto un escote bastante impresionante. Y a él le habría gustado poner los labios en ese escote…
Decirse a sí mismo que eso sería la estupidez más grande del mundo no parecía ayudarlo mucho. Pero se sentó a su lado intentando no acorralarla. Aunque la mesa era demasiado pequeña para un hombre tan grande como él y no podía evitar rozar las piernas de ______ por debajo.
—Parece que esta mesa es muy pequeña, ¿no?
Nick intentó apartarse un poco, pero hiciera lo que hiciera su pierna rozaba contra el muslo de _____. El muslo desnudo de _____.
La camarera llegó entonces con su cena.
—Come unas patatas fritas —sugirió Nick.
—Ya he cenado.
—A ver si lo adivino: ¿una ensalada?
—Una ensalada del chef, con jamón. ¿Cómo lo sabes?
—Porque eso es lo que pides siempre que comemos con algún cliente —contestó él. No se acordaba de su cumpleaños, pero al menos recordaba eso—. Come unas patatas fritas, anda.
—Tú lo que quieres es que no me emborrache —lo acusó _____.
—Exactamente.
—Pero es que yo quiero emborracharme. Tengo que emborracharme esta noche si quiero conocer a algún hombre.
Nick, que estaba tomando un trago de cerveza en ese momento, estuvo a punto de atragantarse.
—¿Qué? ¿A quién quieres conocer?
No pensaba dejar que se fuera con un desconocido en ese estado.
—A nadie en particular —contestó ella, con voz tristona. Eso también era nuevo, ____ deprimida. En el trabajo, era una mujer sensata que casi nunca se disgustaba. Pero en aquel momento, prácticamente estaba haciendo pucheros.
—¿Estás diciendo que piensas ligar con un desconocido esta noche… y en ese estado? No, de eso nada —le espetó Nick, levantándose—. No, no y no.
—¡Un momento! —exclamó _____ cuando él empezó a tirar de su brazo. Se agarró a la mesa, pero sólo consiguió arrastrarla con ella—. ¡Nick, por favor! ¡Estás montando una escena!
No había una frase que temiera más que ésa, de modo que la soltó a toda prisa y volvió a colocar la mesa en su sitio, sintiendo la mirada del resto de los parroquianos clavada en su espalda. Una vez colocada, _____ volvió a sentarse y él hizo lo propio, pero señalándola acusadoramente con el dedo.
—No vas a salir de este bar con nadie más que conmigo. ¿De acuerdo?
Del parpadeó, mirando el dedo acusador.
—¿Quieres que te muerda?
—¿Qué? Ah, ya entiendo —murmuró Nick, mirándola con cara de malas pulgas—. Estás intentando cambiar de tema.
—Exactamente —asintió ella, tomando una patata frita. Al ver cómo se la metía en la boca, Nick tuvo que apartar la mirada.
—¿Por qué? Con las cosas que pasan hoy en día, ¿por qué vas a arriesgarte con un extraño?
—Es muy sencillo —contestó ella, tomando un sorbo de su copa—. ¿Sabes cuántos años cumplo hoy?
Nick negó con la cabeza. Nunca se había preguntado su edad. Para él, sólo era _____.
—Empezamos a trabajar juntos hace siete años —murmuró, como pensando en voz alta.
—Eso es. Y yo acababa de terminar la carrera. Hoy cumplo veintinueve.
—¿Felicidades? —sonrió Nick, divertido por su cara de enfado.
—¡No! Acabo de cumplir veintinueve años y nunca he tenido novio, y mucho menos amante, en toda mi vida. Soy una solterona. Y me niego a dejar que pase otro año sin saber por qué todo el mundo habla tanto del sexo.
Para Nick, fue como si lo hubiera golpeado en la cabeza con un bate de béisbol.
—Tú nunca… nunca…
—No, nunca —suspiró _____—. Nunca.
—¿Por qué?
¿Por qué una mujer tan atractiva como _____ Smith seguía siendo virgen a los veintinueve años? Nick no entendía nada. Sabía que debía responder como un amigo, pero su cuerpo estaba respondiendo como si fuera un animal en celo.
—Eres una mujer guapísima, _____. No puedo creer que nunca hayas encontrado a un hombre interesado en ti.
Ella lo miró, escéptica, arqueando una ceja.
—No seas ridículo. Tú sabes tan bien como yo que mi forma de vestir no es exactamente la fantasía de ningún hombre.
—¿Y qué? Podrías haber encontrado a alguien si quisieras. Tú escondes tu atractivo como otra gente esconde su dinero.
—Por eso. Es que nunca he querido llamar la atención de un hombre —suspiró _____—. Cuando era más joven, mi madre era una chica alegre y solía organizar fiestas en casa. Fiestas con alcohol, con hombres… Ha estado casada varias veces desde que mi padre murió, pero sus matrimonios no duraron nada.
Había mucho dolor en esa explicación y, de repente, a Nick le resultó fácil dejar de pensar en sí mismo.
—¿Dónde estabas tú cuando tu madre hacía esas fiestas?
—En mi habitación. Pero podía oír todo lo que pasaba en el piso de abajo. Solía espiar muchas veces desde el pasillo, pero una noche, un hombre intentó —Del hizo una mueca de asco— propasarse. Mi padrastro del momento lo echó de casa a patadas, pero cuando me hice mayor, mi madre decidió casarme a toda costa. Empezó a presentarme a posibles maridos cuando cumplí los dieciséis años.
Nick se dio cuenta de que estaba apretando los puños e hizo un esfuerzo consciente por relajarse, respirando profundamente.
—Empiezo a entender por qué vistes como vistes.
Ella sonrió, señalándole con una patata frita, como si fuera un puntero.
—Exactamente.
—¿Y cómo escapaste de allí?
—Me fui a una universidad al otro lado del país. Y ya conoces el resto. Empecé a trabajar para ti tres semanas después de terminar la carrera.
Nick lo recordaba bien. Le había hablado de su nueva agencia a un amigo al que conoció mientras estaba convaleciente. El hombre le había dicho que conocía a una chica con un título en administración de empresas y le dio muy buenas referencias.
No quería ni imaginarse cómo habría sido la infancia de _____. Visiones de una niña mal vestida en una casa sucia, luchando contra los amigos borrachos de su madre… ¿Por qué no había sabido nada de aquello hasta ahora?
Pero sabía por qué, pensó, mientras comía el sándwich que había pedido. Porque él no era el tipo de persona que inspiraba confidencias. Y _____ , sin el alcohol que había consumido esa noche, no era el tipo de persona que las hacía. Nick agradeció al cielo que lo hubiese llevado allí esa noche. Claramente, lo había puesto en el camino de _____ para evitar que cometiese un terrible error.
—Te agradezco que me hayas contado eso. Pero, ¿por qué ahora? Si has decidido que estás interesada en mantener una relación sentimental, ¿por qué no lo haces de una forma más convencional?
—¿Una relación sentimental? —repitió ella, haciendo una mueca—. No, de eso nada. No quiero que un hombre intente hacerme creer que me quiere —añadió, riendo, aunque había poco humor en esa risa—. Mi madre ha sido un ejemplo increíble de lo que es un matrimonio. Gracias, pero paso.
—Muy bien. Así que no quieres una relación sentimental. Pero, ¿por qué buscar un extraño en un bar?
Ella lo miró como si estuviera loco.
—¿Y dónde quieres que lo encuentre, en una iglesia?
—Hay otros sitios donde conocer hombres.
—¿Por ejemplo?
Maldición. No se le ocurría ninguno, excepto…
—¿Qué tal una agencia de contactos?
—¿Tú harías eso?
—Ni muerto —contestó Nick. Entonces se dio cuenta de lo que había dicho—. Ah, ya, era una pregunta trampa.
Había tenido multitud de ocasiones para familiarizarse con la terquedad de _____. Y, por su expresión, que parecía decir: «Puedes decir lo que quieras, yo pienso hacer las cosas a mi manera», supo que no iba a hacerle ni caso.
—No hay nada malo en ser virgen —dijo, a la desesperada.
—¿Tú eres virgen?
—¡Claro que no! Pero… ése no es el asunto.
—¿Por qué? ¿Porque tú eres un hombre? —de repente, había lágrimas en sus ojos.
Oh, no. Lágrimas. Él odiaba las lágrimas.
En los siete años que llevaban trabajando juntos, jamás había visto llorar a _____.
—No, claro que no. Sólo porque… porque —no sabía qué decir y, por supuesto, ella no iba a ayudarlo.
De repente, _____l se levantó.
—¿Lo ves? No se te ocurre una sola razón —le espetó, dirigiéndose a la barra.
Nick se quedó con la boca abierta mientras la veía cruzar el pub sobre aquellos altísimos tacones. Esos tacones que hacían que sus piernas pareciesen interminables. Era increíble que aquélla fuese la primera vez en siete años que le veía las piernas. Tan increíble como la conversación que acababan de mantener.
Entonces vio que _____ se había sentado en un taburete de la barra. Pero no podía ser. No iba a dejar que hiciera eso. A toda prisa, dejó un billete sobre la mesa y se levantó para acercarse a la barra.
—… trabajo para una empresa de seguridad. Ya sabes, alarmas para las casas y cosas así —le decía al tipo que estaba sentado a su lado.
Incluso medio borracha y cabreada con él, Nick se percató de que intentaba ser discreta sobre la empresa. Habían acordado mucho tiempo atrás que la mejor publicidad era el boca a boca, que no a todo el mundo le interesaba el tipo de trabajo que hacían.
—Hola —dijo Nick.
_____ se volvió.
—Vete.
—Ahora mismo. Y tú vienes conmigo —dijo él. Y, con un rápido movimiento, se la echó al hombro como si fuera un bombero.
—¡Nick!
—Oiga, amigo… —empezó a decir el tipo que estaba sentado a su lado. Nick lo fulminó con la mirada.
—La señorita está conmigo.
El hombre levantó las manos, con cara de susto.
—Muy bien. Si es así… Yo sólo estaba charlando con ella. No sabía…
Su voz se perdió mientras salían del bar.
______ se agitaba, intentando que la soltase, y Nick tuvo que apretar su trasero. La falda era tan corta que podría meter la mano por debajo y… ¡por favor! ¿En qué estaba pensando?
—Cálmate —le aconsejó, pasando una mano por sus bien formadas pantorrillas—. ¿Haces mucho ejercicio?
—Te mato —dijo ella, con voz ahogada. Probablemente porque tenía la cara enterrada en su camisa.
—No lo creo —sonrió Nick, dejándola sobre la acera—. Mañana por la mañana me darás las gracias.
______ se apartó el pelo de la cara y él tuvo que controlar el deseo que provocó ese gesto. Un gesto increíblemente sexy que hacían las mujeres sin darse cuenta.
—¡De eso nada!
Nunca antes la había visto tan desafiante. ______ se abrazó a sí misma, como si tuviera frío, que debía tenerlo con aquel vestidito tan corto, y le temblaba la voz cuando volvió a hablar:
—Mañana por la mañana seré más vieja que hoy. Ningún hombre me querrá nunca.
A la luz de la farola, Nick vio que había dos lágrimas corriendo por sus mejillas.
«Oh, no, eso no». Odiaba ver llorar a una mujer. No había nada en la vida para lo que no lo hubiesen entrenado durante sus años en el grupo especial de la marina, los Navy Seal, excepto para las lágrimas femeninas.
—¡Deja de llorar, maldita sea!
De repente, Nick perdió la paciencia con ella, consigo mismo y con toda aquella historia. ¿Por qué demonios intentaba apartarse de ______ ? La deseaba, la había deseado desde… desde siempre. Pero nunca había querido admitirlo.
—No eres vieja. Y si estás tan decidida a perder tu virginidad esta noche, puedes hacerlo conmigo.
—¿Contigo? —repitió ella, con expresión horrorizada.
—Conmigo —repitió Nick—. Me ducho todos los días, no soy violento, a menos que no haya más remedio, y soy una persona de confianza. Además, se me da bien el sexo. Te gustará. —«Ya mí también, cariño», pensó—. Y ahora, sube al coche.
Rápidamente, antes de que ella pudiera discutir, la tomó por la cintura y prácticamente la empujó para subirla al jeep.
—Te traeré mañana para que puedas recoger tu coche. Esta noche no vas a conducir.
Luego cerró la puerta, dio la vuelta y se colocó tras el volante del Jeep Cherokee.______ no se había movido, ni siquiera se había puesto el cinturón de seguridad, de modo que lo hizo él. Cuando, por accidente, rozó sus pechos con el brazo, ella dejó escapar un gemido como de terror y se quedó muy quieta. El pulso de Nick se aceleró, pero contuvo el impulso de devorarla allí mismo. Estaban muy cerca. Podía oler su perfume, podía sentir su aliento en la cara, ver cómo su pecho subía y bajaba…
—¿Estas bien? —preguntó, con voz ronca.
—No —contestó ______ . Nick vio que otra lágrima rodaba por su mejilla y la secó con un dedo.
—Sí, estás bien. Y ahora deja que te lleve a casa.
Ella permaneció en silencio mientras arrancaba el jeep. Sabía su dirección, aunque nunca había estado allí, y no le hizo falta que le diera indicaciones hasta que llegó a su calle.
—Ahora, gira a la izquierda. Es la tercera casa a la derecha.
La tercera casa a la derecha resultó ser una casa de dos pisos con grandes ventanales.
Después de aparcar, la ayudó a salir del coche y la siguió por la acera. Se tambaleaba un poquito sobre los tacones y no sabía si era por el alcohol o por la falta de práctica, pero la tomó por la cintura de todas formas, disfrutando de la sensación de tener aquel cuerpo apretado contra el suyo.
«Pronto», se dijo a sí mismo. «Pronto sabrás todo lo que hay que saber sobre el cuerpo que ha estado escondido bajo la ropa ancha durante todos estos años».
Cuando ______ sacó las llaves del bolso, Nick se las quitó de las manos y ella lo miró con los ojos oscurecidos.
—Mira, Nick, esta noche he bebido más de la cuenta y… bueno, ya sé que estabas bromeando y te agradezco mucho que me hayas echado un cable…
—¿Por qué crees que estaba bromeando?
______ se mordió los labios.
—Porque no quieres acostarte conmigo. Sólo estás intentando ser amable.
Nick negó con la cabeza.
—No estoy intentando ser amable —dijo por fin, pensativo—. Y sí quiero acostarme contigo. Hace tiempo que quiero acostarme contigo.
______ se quedó boquiabierta.
—¿En serio? ¿No lo dices sólo para que me sienta mejor?
—No.
—Pero entonces…
—Estamos perdiendo el tiempo —la interrumpió él, abriendo la puerta—. ¿Qué has dicho antes? ¿Que mañana serías más vieja? —Nick empujó la puerta y se volvió para tomar su cara entre las manos, mirando sus ojos oscuros, sus labios trémulos—. Tú has empezado esto y tú puedes terminarlo,______ .
espero q les guste :D
Capítulo 2
—Me gustaría conocerla.
______ sacudió la cabeza y su pelo lo distrajo de inmediato. ¿Sería suave al tacto? ¿Cómo sería tener esa melena deslizándose por su cuerpo?
—En la vida —contestó ella, sorbiendo por la pajita—. Sólo nos vemos una vez al año y te aseguro que es más que suficiente.
Había cierto tono de amargura en su voz y Nick se preguntó cómo habría sido su infancia para producir una reacción así. Si le preguntaba directamente, seguramente ella se negaría a hablar del asunto, de modo que decidió preguntar de manera indirecta:
—¿Tienes hermanos?
Ella negó con la cabeza.
—No, soy hija única. Fui un accidente.
—¿Tu madre no quería tener hijos?
—No. Temía que arruinaran su imagen.
Ah, de modo que su madre era una mujer superficial. Resultaba extraño que hubiese tenido una hija como ______ , que hacía lo imposible por esconder su atractivo.
—¿Y se la arruinaste?
______ soltó una risita.
—No, pero lo intenté.
¿Había soltado una risita? ¿______ Smith, la subdirectora de SPP, había soltado una risita? No había una sola mujer en el planeta de la que menos esperase una risita.
—¿Cuántas copas has tomado?
—Esta es la tercera. Es un daiquiri, está buenísimo.
—Pero es el tercero. Cuando menos te lo esperes caerás al suelo redonda.
Cuando llegó la camarera, Nick pidió otra cerveza y algo de comer. ______ insistió en tomar otro de esos daiquiris.
—Vamos a sentarnos en esa mesa —le dijo Nick a la camarera, señalando una mesa para dos en la esquina.
—¿Por qué? —preguntó ______ , tomando su bolso.
—Porque ésta es demasiado grande para dos personas —contestó él, tomándola del brazo.
Una vez de pie, pudo ver que el vestido negro era muy corto. Cortísimo. Y dejaba al descubierto unas piernas kilométricas. Parecía más alta de lo normal porque llevaba zapatos de tacón.
A él le encantaban los zapatos de tacón en una mujer con buenas piernas. Y ______ tenía, desde luego, unas piernas estupendas. Largas, de muslos bien formados y tobillos finos. Pero sería mejor que dejara de pensar en las piernas de ______ , se dijo a sí mismo.
—Recuérdame que le dé las gracias a tu madre por este vestido.
Ella se quedó mirándolo, un poco sorprendida.
—¿Te gusta? —preguntó, inclinando a un lado la cabeza. Pero el gesto la hizo perder el equilibrio—. ¡Ay!
Nick le pasó un brazo por la cintura. ¿Por qué no se había dado cuenta hasta entonces de que tenía cinturita de avispa?
—Sí, me gusta.
Mucho más que eso. La parte de arriba se pegaba a sus curvas, dejando al descubierto un escote bastante impresionante. Y a él le habría gustado poner los labios en ese escote…
Decirse a sí mismo que eso sería la estupidez más grande del mundo no parecía ayudarlo mucho. Pero se sentó a su lado intentando no acorralarla. Aunque la mesa era demasiado pequeña para un hombre tan grande como él y no podía evitar rozar las piernas de ______ por debajo.
—Parece que esta mesa es muy pequeña, ¿no?
Nick intentó apartarse un poco, pero hiciera lo que hiciera su pierna rozaba contra el muslo de _____. El muslo desnudo de _____.
La camarera llegó entonces con su cena.
—Come unas patatas fritas —sugirió Nick.
—Ya he cenado.
—A ver si lo adivino: ¿una ensalada?
—Una ensalada del chef, con jamón. ¿Cómo lo sabes?
—Porque eso es lo que pides siempre que comemos con algún cliente —contestó él. No se acordaba de su cumpleaños, pero al menos recordaba eso—. Come unas patatas fritas, anda.
—Tú lo que quieres es que no me emborrache —lo acusó _____.
—Exactamente.
—Pero es que yo quiero emborracharme. Tengo que emborracharme esta noche si quiero conocer a algún hombre.
Nick, que estaba tomando un trago de cerveza en ese momento, estuvo a punto de atragantarse.
—¿Qué? ¿A quién quieres conocer?
No pensaba dejar que se fuera con un desconocido en ese estado.
—A nadie en particular —contestó ella, con voz tristona. Eso también era nuevo, ____ deprimida. En el trabajo, era una mujer sensata que casi nunca se disgustaba. Pero en aquel momento, prácticamente estaba haciendo pucheros.
—¿Estás diciendo que piensas ligar con un desconocido esta noche… y en ese estado? No, de eso nada —le espetó Nick, levantándose—. No, no y no.
—¡Un momento! —exclamó _____ cuando él empezó a tirar de su brazo. Se agarró a la mesa, pero sólo consiguió arrastrarla con ella—. ¡Nick, por favor! ¡Estás montando una escena!
No había una frase que temiera más que ésa, de modo que la soltó a toda prisa y volvió a colocar la mesa en su sitio, sintiendo la mirada del resto de los parroquianos clavada en su espalda. Una vez colocada, _____ volvió a sentarse y él hizo lo propio, pero señalándola acusadoramente con el dedo.
—No vas a salir de este bar con nadie más que conmigo. ¿De acuerdo?
Del parpadeó, mirando el dedo acusador.
—¿Quieres que te muerda?
—¿Qué? Ah, ya entiendo —murmuró Nick, mirándola con cara de malas pulgas—. Estás intentando cambiar de tema.
—Exactamente —asintió ella, tomando una patata frita. Al ver cómo se la metía en la boca, Nick tuvo que apartar la mirada.
—¿Por qué? Con las cosas que pasan hoy en día, ¿por qué vas a arriesgarte con un extraño?
—Es muy sencillo —contestó ella, tomando un sorbo de su copa—. ¿Sabes cuántos años cumplo hoy?
Nick negó con la cabeza. Nunca se había preguntado su edad. Para él, sólo era _____.
—Empezamos a trabajar juntos hace siete años —murmuró, como pensando en voz alta.
—Eso es. Y yo acababa de terminar la carrera. Hoy cumplo veintinueve.
—¿Felicidades? —sonrió Nick, divertido por su cara de enfado.
—¡No! Acabo de cumplir veintinueve años y nunca he tenido novio, y mucho menos amante, en toda mi vida. Soy una solterona. Y me niego a dejar que pase otro año sin saber por qué todo el mundo habla tanto del sexo.
Para Nick, fue como si lo hubiera golpeado en la cabeza con un bate de béisbol.
—Tú nunca… nunca…
—No, nunca —suspiró _____—. Nunca.
—¿Por qué?
¿Por qué una mujer tan atractiva como _____ Smith seguía siendo virgen a los veintinueve años? Nick no entendía nada. Sabía que debía responder como un amigo, pero su cuerpo estaba respondiendo como si fuera un animal en celo.
—Eres una mujer guapísima, _____. No puedo creer que nunca hayas encontrado a un hombre interesado en ti.
Ella lo miró, escéptica, arqueando una ceja.
—No seas ridículo. Tú sabes tan bien como yo que mi forma de vestir no es exactamente la fantasía de ningún hombre.
—¿Y qué? Podrías haber encontrado a alguien si quisieras. Tú escondes tu atractivo como otra gente esconde su dinero.
—Por eso. Es que nunca he querido llamar la atención de un hombre —suspiró _____—. Cuando era más joven, mi madre era una chica alegre y solía organizar fiestas en casa. Fiestas con alcohol, con hombres… Ha estado casada varias veces desde que mi padre murió, pero sus matrimonios no duraron nada.
Había mucho dolor en esa explicación y, de repente, a Nick le resultó fácil dejar de pensar en sí mismo.
—¿Dónde estabas tú cuando tu madre hacía esas fiestas?
—En mi habitación. Pero podía oír todo lo que pasaba en el piso de abajo. Solía espiar muchas veces desde el pasillo, pero una noche, un hombre intentó —Del hizo una mueca de asco— propasarse. Mi padrastro del momento lo echó de casa a patadas, pero cuando me hice mayor, mi madre decidió casarme a toda costa. Empezó a presentarme a posibles maridos cuando cumplí los dieciséis años.
Nick se dio cuenta de que estaba apretando los puños e hizo un esfuerzo consciente por relajarse, respirando profundamente.
—Empiezo a entender por qué vistes como vistes.
Ella sonrió, señalándole con una patata frita, como si fuera un puntero.
—Exactamente.
—¿Y cómo escapaste de allí?
—Me fui a una universidad al otro lado del país. Y ya conoces el resto. Empecé a trabajar para ti tres semanas después de terminar la carrera.
Nick lo recordaba bien. Le había hablado de su nueva agencia a un amigo al que conoció mientras estaba convaleciente. El hombre le había dicho que conocía a una chica con un título en administración de empresas y le dio muy buenas referencias.
No quería ni imaginarse cómo habría sido la infancia de _____. Visiones de una niña mal vestida en una casa sucia, luchando contra los amigos borrachos de su madre… ¿Por qué no había sabido nada de aquello hasta ahora?
Pero sabía por qué, pensó, mientras comía el sándwich que había pedido. Porque él no era el tipo de persona que inspiraba confidencias. Y _____ , sin el alcohol que había consumido esa noche, no era el tipo de persona que las hacía. Nick agradeció al cielo que lo hubiese llevado allí esa noche. Claramente, lo había puesto en el camino de _____ para evitar que cometiese un terrible error.
—Te agradezco que me hayas contado eso. Pero, ¿por qué ahora? Si has decidido que estás interesada en mantener una relación sentimental, ¿por qué no lo haces de una forma más convencional?
—¿Una relación sentimental? —repitió ella, haciendo una mueca—. No, de eso nada. No quiero que un hombre intente hacerme creer que me quiere —añadió, riendo, aunque había poco humor en esa risa—. Mi madre ha sido un ejemplo increíble de lo que es un matrimonio. Gracias, pero paso.
—Muy bien. Así que no quieres una relación sentimental. Pero, ¿por qué buscar un extraño en un bar?
Ella lo miró como si estuviera loco.
—¿Y dónde quieres que lo encuentre, en una iglesia?
—Hay otros sitios donde conocer hombres.
—¿Por ejemplo?
Maldición. No se le ocurría ninguno, excepto…
—¿Qué tal una agencia de contactos?
—¿Tú harías eso?
—Ni muerto —contestó Nick. Entonces se dio cuenta de lo que había dicho—. Ah, ya, era una pregunta trampa.
Había tenido multitud de ocasiones para familiarizarse con la terquedad de _____. Y, por su expresión, que parecía decir: «Puedes decir lo que quieras, yo pienso hacer las cosas a mi manera», supo que no iba a hacerle ni caso.
—No hay nada malo en ser virgen —dijo, a la desesperada.
—¿Tú eres virgen?
—¡Claro que no! Pero… ése no es el asunto.
—¿Por qué? ¿Porque tú eres un hombre? —de repente, había lágrimas en sus ojos.
Oh, no. Lágrimas. Él odiaba las lágrimas.
En los siete años que llevaban trabajando juntos, jamás había visto llorar a _____.
—No, claro que no. Sólo porque… porque —no sabía qué decir y, por supuesto, ella no iba a ayudarlo.
De repente, _____l se levantó.
—¿Lo ves? No se te ocurre una sola razón —le espetó, dirigiéndose a la barra.
Nick se quedó con la boca abierta mientras la veía cruzar el pub sobre aquellos altísimos tacones. Esos tacones que hacían que sus piernas pareciesen interminables. Era increíble que aquélla fuese la primera vez en siete años que le veía las piernas. Tan increíble como la conversación que acababan de mantener.
Entonces vio que _____ se había sentado en un taburete de la barra. Pero no podía ser. No iba a dejar que hiciera eso. A toda prisa, dejó un billete sobre la mesa y se levantó para acercarse a la barra.
—… trabajo para una empresa de seguridad. Ya sabes, alarmas para las casas y cosas así —le decía al tipo que estaba sentado a su lado.
Incluso medio borracha y cabreada con él, Nick se percató de que intentaba ser discreta sobre la empresa. Habían acordado mucho tiempo atrás que la mejor publicidad era el boca a boca, que no a todo el mundo le interesaba el tipo de trabajo que hacían.
—Hola —dijo Nick.
_____ se volvió.
—Vete.
—Ahora mismo. Y tú vienes conmigo —dijo él. Y, con un rápido movimiento, se la echó al hombro como si fuera un bombero.
—¡Nick!
—Oiga, amigo… —empezó a decir el tipo que estaba sentado a su lado. Nick lo fulminó con la mirada.
—La señorita está conmigo.
El hombre levantó las manos, con cara de susto.
—Muy bien. Si es así… Yo sólo estaba charlando con ella. No sabía…
Su voz se perdió mientras salían del bar.
______ se agitaba, intentando que la soltase, y Nick tuvo que apretar su trasero. La falda era tan corta que podría meter la mano por debajo y… ¡por favor! ¿En qué estaba pensando?
—Cálmate —le aconsejó, pasando una mano por sus bien formadas pantorrillas—. ¿Haces mucho ejercicio?
—Te mato —dijo ella, con voz ahogada. Probablemente porque tenía la cara enterrada en su camisa.
—No lo creo —sonrió Nick, dejándola sobre la acera—. Mañana por la mañana me darás las gracias.
______ se apartó el pelo de la cara y él tuvo que controlar el deseo que provocó ese gesto. Un gesto increíblemente sexy que hacían las mujeres sin darse cuenta.
—¡De eso nada!
Nunca antes la había visto tan desafiante. ______ se abrazó a sí misma, como si tuviera frío, que debía tenerlo con aquel vestidito tan corto, y le temblaba la voz cuando volvió a hablar:
—Mañana por la mañana seré más vieja que hoy. Ningún hombre me querrá nunca.
A la luz de la farola, Nick vio que había dos lágrimas corriendo por sus mejillas.
«Oh, no, eso no». Odiaba ver llorar a una mujer. No había nada en la vida para lo que no lo hubiesen entrenado durante sus años en el grupo especial de la marina, los Navy Seal, excepto para las lágrimas femeninas.
—¡Deja de llorar, maldita sea!
De repente, Nick perdió la paciencia con ella, consigo mismo y con toda aquella historia. ¿Por qué demonios intentaba apartarse de ______ ? La deseaba, la había deseado desde… desde siempre. Pero nunca había querido admitirlo.
—No eres vieja. Y si estás tan decidida a perder tu virginidad esta noche, puedes hacerlo conmigo.
—¿Contigo? —repitió ella, con expresión horrorizada.
—Conmigo —repitió Nick—. Me ducho todos los días, no soy violento, a menos que no haya más remedio, y soy una persona de confianza. Además, se me da bien el sexo. Te gustará. —«Ya mí también, cariño», pensó—. Y ahora, sube al coche.
Rápidamente, antes de que ella pudiera discutir, la tomó por la cintura y prácticamente la empujó para subirla al jeep.
—Te traeré mañana para que puedas recoger tu coche. Esta noche no vas a conducir.
Luego cerró la puerta, dio la vuelta y se colocó tras el volante del Jeep Cherokee.______ no se había movido, ni siquiera se había puesto el cinturón de seguridad, de modo que lo hizo él. Cuando, por accidente, rozó sus pechos con el brazo, ella dejó escapar un gemido como de terror y se quedó muy quieta. El pulso de Nick se aceleró, pero contuvo el impulso de devorarla allí mismo. Estaban muy cerca. Podía oler su perfume, podía sentir su aliento en la cara, ver cómo su pecho subía y bajaba…
—¿Estas bien? —preguntó, con voz ronca.
—No —contestó ______ . Nick vio que otra lágrima rodaba por su mejilla y la secó con un dedo.
—Sí, estás bien. Y ahora deja que te lleve a casa.
Ella permaneció en silencio mientras arrancaba el jeep. Sabía su dirección, aunque nunca había estado allí, y no le hizo falta que le diera indicaciones hasta que llegó a su calle.
—Ahora, gira a la izquierda. Es la tercera casa a la derecha.
La tercera casa a la derecha resultó ser una casa de dos pisos con grandes ventanales.
Después de aparcar, la ayudó a salir del coche y la siguió por la acera. Se tambaleaba un poquito sobre los tacones y no sabía si era por el alcohol o por la falta de práctica, pero la tomó por la cintura de todas formas, disfrutando de la sensación de tener aquel cuerpo apretado contra el suyo.
«Pronto», se dijo a sí mismo. «Pronto sabrás todo lo que hay que saber sobre el cuerpo que ha estado escondido bajo la ropa ancha durante todos estos años».
Cuando ______ sacó las llaves del bolso, Nick se las quitó de las manos y ella lo miró con los ojos oscurecidos.
—Mira, Nick, esta noche he bebido más de la cuenta y… bueno, ya sé que estabas bromeando y te agradezco mucho que me hayas echado un cable…
—¿Por qué crees que estaba bromeando?
______ se mordió los labios.
—Porque no quieres acostarte conmigo. Sólo estás intentando ser amable.
Nick negó con la cabeza.
—No estoy intentando ser amable —dijo por fin, pensativo—. Y sí quiero acostarme contigo. Hace tiempo que quiero acostarme contigo.
______ se quedó boquiabierta.
—¿En serio? ¿No lo dices sólo para que me sienta mejor?
—No.
—Pero entonces…
—Estamos perdiendo el tiempo —la interrumpió él, abriendo la puerta—. ¿Qué has dicho antes? ¿Que mañana serías más vieja? —Nick empujó la puerta y se volvió para tomar su cara entre las manos, mirando sus ojos oscuros, sus labios trémulos—. Tú has empezado esto y tú puedes terminarlo,______ .
jamileth
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
:affraid:
oooooooooooooooooooooooohhhh!!!!
sin comentariiioooossss
nick me matooooo!!!!!
aaaii siguela porfiiss
oooooooooooooooooooooooohhhh!!!!
sin comentariiioooossss
nick me matooooo!!!!!
aaaii siguela porfiiss
chelis
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
Holaaa Mell!!
Ya estoy aquí un poquitito tarde
Pero al fin estoy aquí!!
OMJ!! La nove esta genial!!
Plis siguelaaaaAaaa!! jejejejeje y al fin a Nick
Se le harán realidad sus deseos jejejejeje
Oh por cierto Nueva y Fiel Lectora :)
Ya estoy aquí un poquitito tarde
Pero al fin estoy aquí!!
OMJ!! La nove esta genial!!
Plis siguelaaaaAaaa!! jejejejeje y al fin a Nick
Se le harán realidad sus deseos jejejejeje
Oh por cierto Nueva y Fiel Lectora :)
Karli Jonas
Re: Por los Servicios Prestados nick y tu TERMINADA
OH
SHIT ESTO SE PONE
CADA VEZ MAS BUENO XD
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAA
SHIT ESTO SE PONE
CADA VEZ MAS BUENO XD
SEGUILAAAAAAAAAAAAAAAAA
M i c a e l a
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