Confía en mí (Harry)

—Beth… Beth… ¡Bethany!
—¿Qué?—dije sacudiendo levemente la cabeza, saliendo de mis pensamientos.
—Estás como en otro mundo, ¿sucede algo?
—Eh… ¿debería?—evadí el tema, volviendo la vista hacia el libro de Química.
Luego de clases, Sue y yo habíamos ido a casa de Stace a hacer los deberes y a pasar esta típica y agradable “tarde de chicas”, pero yo no estaba muy metida en las conversaciones ni nada por el estilo. Aún le daba vueltas al asunto de lo de Emily y Fleur, a esta última no me la había encontrado, y lo agradecía. Aunque sabía que muy pronto me la toparía, y tendría que estar preparada para lo que fuera a decir.
—¿Quieres decir que fue Emily?
—Sí. Emily es prima de Fleur.
—¿Qué? Pero, ¿cómo…?
—Ahora todo tiene sentido, Harry—entrelacé mis manos, sin saber qué hacer con ellas, en un gesto de impacientes nervios. Había comenzado a juguetear desesperadamente con mis dedos a la vez que tensaba la mandíbula, pensando en una y mil opciones de cómo desparecer del mundo para no tener que volver a verle la cara a aquella falsa.
—Mírame—Harry tomó mis manos entre las suyas, ejerciendo una reconfortante firmeza en el apretón, enviándome chispas a cada terminación nerviosa del cuerpo—, no dejaré que te pase nada, ¿ok? Ninguno lo permitirá. Puedes contarme lo que sea, ¿ok?—me miró fijamente, y supe, tal vez por su mirada, que sí podía contarle lo que sea, que él lo guardaría en secreto si se lo pidiera.
De manera espontánea y algo brusca cerré el grueso libro de Química, provocando un salto de sorpresa de las otras dos chicas.
—Chicas, tengo que irme. Quedé con Anabelle en terminar unos bocetos…
—¿En serio?—preguntó Sue incrédula.
—¿Qué?—me encogí de hombros.
—No, nada—Stace sonreía ampliamente.
—Adiós—dije luego de rodar los ojos y colgar mi bolso al hombro.
Salí rápidamente de allí, aún medio atarantada por todo lo que cruzaba a máxima velocidad por mi cabeza. Al momento se subirme al auto, despejé mi mente de todo aquello que podría influir en un accidente automovilístico por mi despiste.
Llegué a casa totalmente ilesa. Anabelle no estaba, los pequeños terremotos andantes tampoco. No habrían salido hace mucho, ya que la correspondencia se encontraba sobre la mesa. Me acerqué a esta, esperanzada. Facturas, suscripciones a esto y aquello, y… aquella carta con aquella caligrafía que reconocería en cualquier lado.
La abrí, con manos temblorosas.
“Sé que no tengo su perdón por no llamar, no dar información de mi paradero y mucho menos, por no volver, y pues escribir una insulsa carta cada cierto tiempo. Lo siento, y lo aceptaré si no quieren volver a saber de mí, pero siento la necesidad de tener un pequeño contacto con ustedes, así como sentí la necesidad de irme hace unos meses.
Mamá, como en cada carta que he escrito, quiero que tengas en cuenta que te amo, que no voy a dejar de hacerlo, y que agradezco que me hayas hecho caso la primera vez que me fui y que no hayas denunciado mi desaparición, es algo que realmente apreciaré por siempre, y que pienso en ustedes y en los dos pequeños monstruos que tanto quiero.
Y Beth, hermosa, sé que tal vez no me perdonarás el hecho de no haberte traído conmigo cuando me lo pediste, sabiendo que eras tú quien más lo necesitaba. Siento también haberte dejado sola en todo esto, no haberte defendido, pero todo eso me vencía y simplemente no pude… no pude ni conmigo mismo. Lo siento de veras. Te amo princesa, no lo olvides.
Con amor, Colin.”
Sentí la punzada de dolor en mis rodillas cuando mis piernas cedieron y caí sobre estas. Aunque el dolor interior, el que carcomía su pecho era mayor. Era como si lo tomaran y lo estrujaran múltiples veces.
—Aurore, me he quedado con tu libreta por error… ¡Aurore! ¿Qué sucede?—una mano se apoyó en mi hombro, pero no respondí. Mis manos cubrían mi rostro bañado en lágrimas.—Aurore, ¿qué te pasa? Dímelo por favor…—insistió él.
Hubo varios minutos de silencio. Descubrí mi rostro y lo miré, él me miraba fijamente, con la carta entre sus manos.
—¿Quién es Colin?—preguntó con un tono que no supe detectar, algo dolida. Su ceño estaba levemente fruncido y mirando hacia el suelo.
Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano y traté de controlar tu respiración.
—Si no quieres decirme entenderé…—hizo ademán de levantarse, pero yo lo tomé por la muñeca. El me miró y yo mordí mi labio inferior, reprimiendo un sollozo. Me acerqué más y escondí mi rostro entre su cuello, añorando el calor que desprendía. Sus brazos me rodearon segundos después y depositó un beso en mi cabeza.—Déjame ayudarte, Aurore. Por favor, cuéntame, déjame ayudarte—su mano acariciaba una y otra vez mi cabello, de manera suave y constante, reconfortante—. Permíteme hacerte sentir mejor—tomó mi rostro entre sus manos y me hizo mirarlo a los ojos.
—Colin es mi hermano mayor, Harry—evité su mirada, a pesar de que sus manos aún acunaban mi rostro.—Es una larga historia…
—Y yo estaré aquí para escucharla—murmuró, bajando sus manos para tomar las mías.
—Como ya sabes, vivía en Francia—suspiré, tratando de normalizar el tono de mi voz, sabiendo que estaba a punto de derrumbar totalmente las barreras creadas para revivir una vez más la historia que había tratado de mantener atrás, olvidarla, claramente con resultados fallidos—. Iba a Paradise High School. Y pues… no era prácticamente nadie. Había una chica, una chica popular, por la que todo el mundo suspirada, envidiada y admirada por las chicas, anhelada por los chicos.
—Fleur—musitó.
—Sí. Fleur. Yo moría por ser como ella. Quería ser su amiga, creía que era una persona digna de seguir, digna de tomar como ejemplo.
»Un día no era nadie, y al siguiente, ella me invitaba a sentarme con ellos en el almuerzo. Ahí fue donde todo comenzó. De repente tenía a una amiga, alguien a quien le contaba todos mis secretos, y un novio. El chico más perfecto que creí haber conocido. Todos me hablaban, era invitada a muchas fiestas, y todo iba bien en general.
»Fleur me acompañaba a ir de compras, me regalaba cosas lindas, era buena conmigo. Al igual que Daniel. Hasta que la gente comenzó a enterarse de cosas personales, secretos, rumores corrían por todos los pasillos, y yo, como confiaba en Fleur y Daniel, en ningún momento sospeché de ellos, pensé que serían otros de los del séquito de esta primera, algún espía que había creado rumores y contado las cosas que debieron quedarse ahí. dentro.
»Las siguientes semanas fueron raras. Ya no salíamos, Daniel ya no me llamaba, todos se burlaban de mí por estúpidos comentarios o rumores que se apoderaban de la escuela. Se habían enterado de que mi papá… de que él me pegaba. Anabelle no me hacía caso, era como si ninguno existiera, inmersa en su trabajo.
Suspiré, y sentí como sus largos y suaves dedos limpiaron unas lágrimas que trazaban su camino por mis mejillas. Un ligero apretón en mi mano me hizo continuar.
»Era viernes. Estaba invitada a una fiesta que hacía Fleur cada año. Era la fiesta más esperada por todos, ya sabes, todo sin reglas, salvaje, la fiesta a la que solo los afortunados podían ir y que los desdichados se lamentaban no pertenecer al círculo para poder asistir. Yo estaba entre las afortunadas y me encontraba feliz porque pensé que todo se arreglaría. Todo transcurría normalmente, hasta que no encontré a Fleur ni a Daniel por ningún lado. Busqué a Daniel por todos lados, pero alguien había derramado su bebida en mi blusa y fui en busca de un baño a limpiarme. Me topé con una habitación, la cual tenía un baño incluido. Unas manos me alzaron y me encontré de un momento a otro tumbada en la cama, con Daniel encima de mí. El quería que lo hiciéramos… pero yo no, le dije que no estaba lista aún, pero él insistía. Sabía que había bebido, pero no creía que estaba borracho, no lo estaba.
»Segundos después de que llamara a unos chicos a gritos, tenía a cuatro frente a mí. Y entre ellos…
—¿Te forzaron?—se tensó, y miró más allá de mí. Mi corazón se paró por un momento, iba a contarle todo, ya había comenzado y no iba a parar sin terminar, pero lo que temía era que se alejara de mí.
—Me dejaron cuando se hartaron de mí, y salí de allí, con la ropa desgarrada y llena de moretones. Mi papá llegaba en el momento que entré a la casa, y estaba bebido, se enojó por algún motivo y me golpeó. La semana siguiente a esa fue la peor de mi existencia, fui motivos de burlas por todos, incluyendo a Fleur y Daniel, el cual me restregó que era mala en la cama. Traté de hablar con Anabelle, pero no me hizo caso.
»Un día, papá llegó borracho, como solía hacer frecuentemente y golpeó a Anabelle. Ella lo dejó pasar, pero se hacía más frecuente cada vez, hasta que se hartó y le pidió el divorcio. Todo eso había afectado muchísimo a Cole. En su escuela tampoco le había ido muy bien, y simplemente se hartó y se fue, escapó, y nos pidió que no lo buscáramos, que si de verdad lo queríamos, que lo dejara irse.
»Luego de la separación Anabelle cayó en depresión, y más luego, nos mudamos, queriendo borrar todo lo que nos recordara a nuestro tormentoso pasado. Así es como llegué aquí.
—¿Fue por ellos que te hiciste esto?—señaló la marca en mi antebrazo. Asentí levemente.
—Creí que sería verdad lo que decían. Que el dolor físico haría olvidar el interior… y eso no me pasó a mí…
El se separó de mí y en pocos segundos estuvo de pie, la carta había caído frente a mí. El me daba la espalda, con las manos apretadas en forma de puño a sus costados. Lo vi caminar y sentí mi alma abandonar mi cuerpo. Se iba… ya que sabía la verdad no iba a estar con alguien deshecho, roto… inservible.
Pero lo necesitaba. Tenía que admitirlo, lo necesitaba para seguir. ¡Necesitaba a Harry!
—No te vayas Harry… no te alejes, por favor—mi voz se quebró y me reprimí por estar rogando. El era libre de hacer lo que quería.
El se giró, mirándome con ojos sorprendidos. Volvió a arrodillarse y me tomó del rostro nuevamente.
—¿Alejarme? ¿Dejarte? Nunca, ¿por qué lo haría? No pienso alejarme de ti Aurore, nunca—me abrazó fuertemente y no tenía ni fuerzas para rodearlo con mis brazos, pero aún así lloré en su pecho fuertemente, desahogándome totalmente.
—Quisiera que él volviera… quiero que Colin vuelva—dije entre sollozos aunque no me dirigía particularmente a nadie.
—Aurore, hermosa, odio verte así. Prometo no irme de tu lado, a menos que tú me lo pidas, quiero estar contigo, Aurore—murmuró suavemente, mirándome intensamente con sus verdes orbes.
—¿Por qué Harry? Estoy dañada, deshecha… rota…
—Entonces déjame repararte—murmuró, y después, me besó.

¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Dios, Harry es un amor, un tierno, un romántico irreparable :') erlkwdñslwñsxñl me enamoré del capítulo -¿es eso posible?- y además la historia, ¡¡que pena!! o sea, de verdad, ¿¡QUÉ TIENEN EN LA CABEZA ESA FLEUR Y DANIEL!? Los muy ***** ** ****.
Bueno, me voy byeeeeeeeeeeee! ¡Besos! xx :)
PD: Acabo de subir un fanfic aquí al foro, Superstar ¿Te pasarías por ella? ;)

M-E E-N-C-A-N-T-A DIOSSSSSSSSS DIOSS DIOSSS NO PUEDO CASI ARTICULAR PALABRA!!! FUE EL MEJOR CAPITULO CON DIFEENCIA!!! SIGUELA PRONTO O VOY A MORIRI, DIOSS BUENISIMO SE BESARON POR FIN!! BIEN n.n

—¿Por qué Harry? Estoy dañada, deshecha… rota…
—Entonces déjame repararte—murmuró, y después, me besó.

¿Por que tu novela es tan perfecta? ñalsdalskdjfg
Seguila pronto.

Aquí Rose! AWWWWWWWWWWWWWWWW MÁS HERMOSO IMPOSIBLE ESE FINAL! SE DIERON UN BESOOOOOOO YAAAAAAAAAAAAY! Sigueela plis antes de que me de algo! BESOS xoxo

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!
COMO SE TE OCURRE DEJARLA ASI? :(
ME QUIERES MATAR?
MI CORAZON ESTA LATIENDO A MIL POR HORA :O
LA BESOOOOO AWWWW NOJODA YO SABIIIA YOOO SABIIIAAA :')
QUE BELLOOOOS LE CONTO TODO :') CONFIÓ EN HARRY :')
HARRY ERES UN AMOR...
SÍGUELA PRONTO :')

No fue un beso como se veían en las películas, hambriento, salvaje, apasionado. Fue una suave presión, un beso dulce y sumamente tierno, delicado. Fue más una presión de sus labios contra los míos; una presión de pocos segundos, los suficientes para alterar mi ritmo cardíaco.
Al momento de separarse, me miró durante unos segundos más y limpió nuevamente mis incontrolables lágrimas. Se levantó y me tendió una mano, la cual tomé confusa. En silencio, nos dirigimos al sofá y simplemente nos sentamos allí, cada quien perdido en sus pensamientos, sin mediar palabra.
Su brazo me atrajo hacia él suavemente, en un medio abrazo, y yo, sin fuerzas para nada, me dejé, de manera que mi cabeza cayó apoyada en su duro pecho, donde podía escuchar el latido constante de su corazón. Me sentía más relajada y sentí la necesidad de cerrar los ojos, dejarme llevar por la sensación que causaba que removiera todo en mi interior. Casi inconscientemente, pasé uno de mis brazos por su cintura, abrazándolo por delante, mientras él solo seguía moviendo su mano de arriba abajo por mi espalda.
Y cerré los ojos.

La puerta se abrió, horas después. Tal vez había pasado una hora, quizás dos, tal vez tres, no lo sabía muy bien. Se le habían pasado rápido teniendo a Bethany entre sus brazos, dormida, respirando tranquilamente.
Solo así se veía tranquila, pasiva, relajada, como un ángel. Aunque adoraba como nada ver sus ojitos verdes con destellos de color miel, raros, pero aún así le encantaban.
—¿Harry?—la voz de una mujer lo llamó. Con pesar, Harry quitó el brazo de la chica que lo rodeaba por el abdomen, y a dejó acomodada entre los grandes cojines. Se levantó y arregló su camiseta, remangando las mangas hasta los codos.—Harry… ¿Está todo bien?—señaló con la barbilla a la chica que estaba aún dormida en el sofá.
—Todo más que bien…
—No me digas que…—dejó la bolsa de papel del supermercado en la encimera de la cocina y volvió, con expresión de asombro. Harry asintió, provocando que los orbes verdes de la mujer se volvieran cristalinos.
—Mami, ¿estás llorando?
—No pequeño, a mami se le metió polvo en los ojos, eso es todo. Vayan a cambiarse y a dormir. Vayan, yo iré en un momento—los mellizos subieron las escaleras entre carreras y desparecieron de sus vistas.
—Me contó todo—Harry, cruzado de brazos, se apoyó en la pared.
—Yo… no puedo creerlo… esto es algo bueno… lo sé. Te está dejando entrar, bueno, te dejó entrar totalmente. No lo ha hecho con nadie desde hace varios meses—las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.—Ni siquiera conmigo.
Harry, por algún motivo, se sintió mal. Mal por saber el tipo de relación que llevaba Bethany con su madre, imaginando Harry, que él mismo no podía vivir sin la suya, Anne.
—Todo es mi culpa, ¿sabes?—dijo en voz baja, tras unos segundos de silencio por parte de los dos—. Yo debí haberle hecho caso. Ella me lo dijo. Ella me dijo que le pegaba, que su padre se estaba volviendo loco, pero… simplemente creí que lo decía por capricho, porque quería irse de allí. No me detuve a pensar en los problemas que tenía en la escuela. No me detuve a pensar en lo mucho que mis hijos sufrían. Beth sufría, Colin sufría. Y por eso se fue…
La voz se le quebró y paró un instante. Cuando estuvo segura de que podía volver a hablar, prosiguió.
—¿Sabes? Claire y Cole piensan que él está de viaje, por los estudios y eso. Lo extrañan, todos lo hacemos. Pero sabía que no me hubiera perdonado si lo hubiera buscado y obligado a venir con nosotras. Así que creyendo que sería lo mejor para él, lo dejé ir. Todo es mi culpa, y no me digas que no lo es, porque no es cierto—dijo mirándolo cuando Harry estuvo a punto de replicar—. El siempre quiso ir a Canadá. Nunca pude llevarlo, a pesar de haber estado ahí varias veces. No lo busqué… pero quiero que vuelva, lo ansío tanto. No me perdonará… ninguno de los dos lo harán…
—Sí lo harán. Sé que debajo de toda esa hostilidad que demuestra Beth, la quiere. Es sólo que se aferra a sus paredes, a esas que construyó para no dejar a nadie entrar, que cree que si demuestra el más mínimo afecto, la convertirán en alguien débil. Simplemente no quiere ser herida de nuevo. Pero la quiere, estoy seguro.
—Yo la amo con mi vida. Es mi hija. Renunciaría a todo por ella, por ellos, por todos mis hijos. Me duele todos los días verla así. A veces, por las noches, entro a su cuarto, la arropo y le canto como cuando era pequeña, aunque ella no se da cuenta. Al menos así me siento más cerca de ella.
—Ella trata de ser fuerte, incluso si eso la aísla de todo y todos.
—Ella es fuerte. No creo que nadie haya salido de algo como lo que ella pasó tan fuertemente. Ella fue fuerte, con todo y su hostilidad, fue más fuerte que yo. ¿Sabes? Me hubiera gustado que la conociera meses atrás. Ella era toda sonrisas, alegría, dulzura. Era un ángel. Si te hubiera conocido a ti antes que a ese Daniel…
Harry, por algún motivo supo del desconocimiento de Anabelle de aquellos dos en el país. Bethany no habría hablado con ella de eso.
Por otra parte, se sintió contento, imaginándola como su madre la describía.
—Le haces bien, Harry, aunque ella no lo admita. Le haces mucho bien. No la dejes sola… por favor—casi rogó.
—No tiene que pedirlo, no lo haré. Lo prometo. Yo… la quiero, mucho.
—Gracias, Harry—ella no contuvo las ganas y lo abrazó, a modo de agradecimiento por todo. Segundos después se separaron y ella le sonrió con melancolía.
—Me tengo que ir ahora Anabelle—dijo Harry rápidamente, tomando su chaqueta, que había dejado en el recibidor al llegar. Algo se había encendido en su cabeza, una idea, surgió repentinamente. Tenía que hacerlo por ella.—Hágale saber que mamá me necesitaba en casa, ¿sí?
—Está bien—asintió. Lo vio desaparecer por el pasillo del recibidor y escuchar su partida tras cerrar la puerta.
Anabelle vio un papel en el suelo. Se agachó y así mismo lo leyó. Era otra carta de su hijo.
No pudo contener las lágrimas y se echó a llorar, soltando los sollozos que había contenido durante tanto tiempo.
—Todo es mi culpa, todo es mi culpa, todo es mi culpa—se repetía una y otra vez entre las lágrimas.
Unos delicados y blancos brazos la rodearon desde atrás.
—Yo también te amo, mamá.
Le dio a entender, con aquellas palabras, que había escuchado toda la conversación.

Dos semanas había transcurrido.
No se había vuelto a topar con Emily, ni con Fleur, ni con Daniel. No sabía siquiera si seguían en Londres, o si se habían marchado a Francia, y tampoco le importaba.
Durante aquellos catorce días todo había dado un vuelco en su vida. Era como si después de una tormenta que ella creía permanente, el sol se asomaba entre las espesas nubes.
Sus amigos ya sabían toda la historia y la habían aceptado sin importar nada, tal y como había hecho Harry cuando le contó.
Sonreía más, se reía más, había dado un cambio totalmente radical.
La vieja Bethany había vuelto.
La relación entre Bethany y Harry seguía estrechándose más y más, a pesar de que no habían hablado nada acerca del beso que le había dado él, pero todo estaba tal y como quería.
—¿Han visto a Harry?
—Y yo comienzo a sentirme celoso—murmuró el rubio.
—Cállate Horan, que para eso tienes a Sue—Beth levantó una fina ceja, sonriéndole burlona.
—Qué graciosa—le dijo Sue, abrazando a Niall, el cual se le había declarado días antes y eran una feliz pareja.
—Ya, en serio. Se supone que le daría estos apuntes que me obligó a escribirle—dije señalando su libreta, que estaba en mi mano.
—No ha venido a la escuela hoy.
—¿Otra vez? ¿Qué está pasando? Falto ayer, y la semana pasado faltó varios días.
—A mí no me ha dicho nada—Louis se encogió de hombros.
Si no le había contado nada a Louis, ni a ella, en algo raro andaba. Y Beth no podía evitar sentirse dolida, porque pensaba que se contaban todo, que tenía su confianza. O tal vez había malinterpretado todo.
—Ok—murmuró, desanimada.
El teléfono de Louis comenzó a sonar, y se apartó un poco para poder contestar. Se le escuchó exclamar, reprochar, gritar con la persona a la otra línea. Colgó el teléfono y regresó, con aspecto serio, raro en él.
—¿Qué sucede?—preguntó Stacey, que estaba sentada a la sombra de un árbol con Zayn rodeándola con un brazo y colocándole florecillas rosas en el pelo, a tipo de corona.
—Era Harry…
—¿Qué dijo?—preguntó un poco más que ansiosa Bethany.
—El idiota me dijo así sin más que se iba de viaje. No me dijo ni a dónde, ni por qué ni cuando vuelve. Solo me llamó para avisar.
El teléfono vibró en el bolsillo de Beth. Un mensaje.
“Lamento no haberte dicho antes, Aurore. Imagino que ya Louis estaría hablando acerca de esto, pero de igual manera quería decírtelo, aunque no fuer personalmente. Me voy de viaje. No diré a dónde ni cuándo volveré, pero sin duda regresaré. No te preocupes por mí, ¿ok? Tampoco te desharás de mí tal fácilmente, porque volveré, lo haré lo más pronto posible, por ti”.
—¿Qué estás tramando ahora, Styles?—murmuró más para sí misma.

—Pasajeros del vuelo 1717 con destino a Canadá, favor de pasar por la puerta número 7. Pasajeros con destino a Canadá, puerta 7…

Aquí Rose! AHHHHH HARRY PARA DÓNDE CARAJO TE VAS?! Este niño es tan lindo que hasta creo que es capaz de regalarle Canadá a Aurore xD Sigueeela bella! BESOS xoxo