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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Vie 06 Jul 2012, 2:10 am

Nombre: La Misión Mas Dulce
Autor: Linda Howard
Adaptación: Si
Advertencias: Ninguna :D
Otras páginas:No por Mi


  Pяσlσgσ •Lα мιѕιση мαѕ dulcε•                                                                                                        

“Los hombres deben ser entrenados para la guerra, y las mujeres para la relajación de los guerreros; todo lo demás es una locura”.
                                                                                                                                                                         -Friedrich Nietsche
“Tonterías”
                                                                   

Era una leyenda aún antes de graduarse en la Academia, al menos entre sus propios compañeros de clase y los de las clases inferiores. Como primero de su clase podía elegir sus asignaciones, y no le sorprendió a nadie que eligiera entrenarse en jets caza. Todos sabían que el camino más rápido para el ascenso en la Fuerza Aérea era como aviador, y los pilotos de aviones caza, con su inherente glamour, habían sido siempre los más reconocidos. Pero aquellos que conocían a Joe Mackenzie, recientemente oficial de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, sabían que le importaba un bledo que lo promoviera, él solo quería volar.
Sus superiores tenían dudas sobre su aptitud para los aviones caza, pero ese era el entrenamiento que él había elegido, y decidieron darle la oportunidad. Medía 1.90 metros, casi demasiado alto para un piloto de caza. Estaría bien como piloto de un artillero, pero las dimensiones de la cabina de un caza harían que su acceso fuera ajustado, y según las demandas físicas de la fuerza de gravedad (G), generalmente era mejor encontrar hombres que midieran menos de 1.80 metros y de complexión más delgada. Por supuesto, había excepciones para cada regla, y las estadísticas de la complexión física de los mejores pilotos de aviones caza eran solo unos perfiles generales, no reglas estrictas. Por eso, Joe Mackenzie tuvo su oportunidad.
Sus entrenadores descubrieron que, a pesar de su altura, era más que solo competente: era extraordinario. Era aquél “una sola vez en la vida” piloto de jet, el único que estableció las marcas para todos los que vinieran después. Era peculiarmente apto, tanto física como mentalmente, para el trabajo que había elegido. Su vista era mejor que 20-20, sus reflejos eran extraordinarios y su condición cardiovascular estaba tan bien que era apto para soportar mayores fuerzas de gravedad que sus compañeros de entrenamiento. Fue el mejor en las clases de física y aerodinámica. Tenía un toque suave con los controles y siempre estaba dispuesto a pasar horas extras en el simulador de vuelo perfeccionando sus habilidades. Más que todos, tenía la cualidad, que no podía ser enseñada, de “conciencia de la situación”, la habilidad de ser consciente de todo lo que pasaba a su alrededor en una determinada situación y ajustar sus acciones de acuerdo a esto. Todos los aviadores tenían que tener esta habilidad en algún grado, pero solo en los mejores estaba altamente desarrollada. Joe la tenía en un grado asombroso. Con el tiempo Joe Mackenzie ganó sus alas, era conocido como un “tipo caliente”, uno de esos con el toque mágico.
Siendo un Capitán muy joven en la Primera Guerra del Golfo, derribó tres aviones enemigos en un día, un logro que, para su alivio, no fue publicitado. Las razones para esto fueron políticas: para asegurarse mejores relaciones públicas con sus aliados, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos estaba dispuesta a dejar que los pilotos de otros países obtuvieran la gloria. El Capitán Mackenzie estaba más que dispuesto a seguir esa política. Había sido mera casualidad, en el segundo día de guerra, que lo hubieran puesto en el medio de la resistencia enemiga más violenta durante la corta duración de las hostilidades. No se había impresionado con las habilidades de los pilotos enemigos. Sin embargo, durante aproximadamente tres minutos el cielo había estado envuelto en una verdadera nube de balas, cuando seis cazas enemigos les habían disparado a él y a sus compañeros.
El final resultó ser una casi indecentemente rápida promoción a Mayor, y Joe Mackenzie, tácticamente llamado “Breed” (significado en español: Raza, Casta. Comentario escritora: se refiere a que es mestizo), fue reconocido como el más rápido de los rastreadores, un rápido paso en su camino hacia la estrella de General.
Durante la Segunda Guerra del Golfo, el Mayor Mackenzie se apuntó otras dos bajas oficiales en combate aéreo y fue designado as. En ese momento, no había modo de mantener sus logros fuera de los medios de comunicación, no era que el Pentágono quisiera hacerlo tampoco, reconocían que tenían una mina de oro para sus relaciones públicas en el apuesto mestizo Americano, quien ejemplificaba todas las cualidades que querían mostrar. Fue hecho Teniente Coronel a los 32 años. Era generalmente reconocido como Breed Mackenzie, no había ningún lugar donde no lo conosieran.

☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Mensaje por aranzhitha Vie 06 Jul 2012, 6:55 am

Primera y fiel lectora!!!
Me encanta, la amo
Siguela!!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por aranzhitha Vie 06 Jul 2012, 12:21 pm

Si lose soy una latosa de lo peor, 🇪🇭
pero quiero capi ya sube porfaaaaaaaaa :bounce:
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Vie 06 Jul 2012, 9:40 pm

  Cαpítulσ 1, Pαяtє 1 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε •
 

Era la hembra más hermosa que jamás había visto, rápida, elegante y mortal. Solo mirarla hacía que su corazón latiera más rápido. Hasta estacionada en el hangar, con el motor apagado, daba la impresión de pura velocidad.
El Coronel Joe Mackenzie extendió la mano y tocó el fuselaje, sus largos dedos acariciándola con el suave toque de un amante. La oscura cubierta metálica de su estructura era lisa al tacto, lo cual la distinguía de cualquier otro avión caza que hubiera volado, y esa diferencia le encantaba. Sabía que era porque la estructura era de una revolucionaria composición de termoplásticos, grafito y seda industrial, que era mucho más fuerte y flexible que el acero, lo que significaba que podía soportar mucha más fuerza sin romperse en pedazos que cualquier otra aeronave antes construída. Intelectualmente, él lo sabía, pero emocionalmente sentía que era porque tenía vida. No se sentía completamente como metal; quizás por la seda, pero no estaba tan fría al tacto como cualquier otro avión.
A los programas de desarrollo usualmente se les asignaban nombres clave que no reflejaban la naturaleza del programa, así fue como el primeramente denominado SR-71 Blackbird se le había asignado el nombre clave “Oxcart”. Esta ave en particular, segunda generación de aviones caza tácticamente avanzados, llevaba el inusual nombre clave de Night Wing, y cuando fuera puesto en producción recibiría alguna designación apropiadamente masculina, como había sucedido con el Aguila F-15 o el Halcón F-16, pero para el Coronel Mackenzie ella era “Baby”. En realidad, había cinco prototipos, y a todos los llamaba Baby. Los pilotos de prueba asignados al programa bajo su mando se quejaban de que ella –cualquiera de las cinco “ellas” que fueran- nunca funcionaban completamente bien con ellos porque él la había echado a perder para otros pilotos. El Coronel Mackenzie les había dirigido su legendaria mirada azul-hielo y replicado, “Eso es lo que todas mis mujeres dicen”. Su cara había permanecido perfectamente inexpresiva, dejando a sus hombres en la duda sobre si era la verdad o una broma. Sospechaban que era la verdad.
Joe Mackenzie había piloteado un montón de aviones, pero Baby era especial, no por su construcción y poder, sino también por su sistema de armamento. Este era verdaderamente revolucionario. Como director del proyecto, era su responsabilidad realizar las pruebas necesarias para que el avión pudiera comenzar a producirse. Esto asumiendo que el Congreso les daría los fondos necesarios para hacerlo, pero el General Ramey estaba confiado que no sería ningún problema. Por una cosa, la fabricación había entrado en su presupuesto, no como el excesivo fiasco que había sido el A-12 la última década.
Por largo tiempo la tecnología furtiva había restado mérito a la agilidad y poder de los aviones caza, hasta que la llegada del supercrucero había aliviado algunos de los problemas de poder. Baby era a la vez furtiva y ágil, con avance vectorial que la dejaba voltear en forma más cerrada de lo que cualquier avión caza lo había hecho antes, y a altas velocidades. Se desplazaba a Mach 2 y sobrepasaba Mach 3. Y su sistema de armamento usaba disparadores láser regulables, ALF, una tranquila y pequeña sigla para lo que un día revolucionaría la guerra. Mackenzie sabía que estaba involucrado en algo que haría historia. Los lásers habían sido usado como miras por algún tiempo, con los rayos guiando a los misiles hasta el objetivo seleccionado, pero por primera vez los lasers iban a ser usados como armas en sí mismos. Los científicos habían finalmente resuelto el problema de hacer manejable la fuente de energía de los lásers y los habían equipado con sofisticadas ópticas. Sensores en el casco del piloto le permitían apuntar a un misil, a un objetivo o a un avión enemigo en cualquier dirección, y el regulable sistema de objetivos seguía la dirección de los sensores en el casco. No había forma de que un avión enemigo pudiera escapar; el objetivo tendría que ir más rápido que la velocidad de la luz para escapar al rayo láser, algo imposible que sucediera.
Baby era tan compleja que solamente los mejores de los mejores habían sido asignados a esta fase de su desarrollo, y la seguridad a su alrededor era tan estrecha que hasta una hormiga habría tenido que trabajar duro para entrar al hangar sin la apropiada autorización.
-¿Necesita algo, señor?
Joe se volvió, cambiando su atención al Sargento de Personal Dennis Whiteside, conocido como “Whitey”, quién tenía un encendido cabello rojo, una multitud de pecas y un genio mecánico que rozaba lo milagroso en lo concerniente a los aviones. Whitey consideraba a Baby su avión y soportaba que los pilotos la tocaran solamente porque no podía encontrar una forma de evitarlo.
-Solo verifíquela antes de que vuelva-, replicó Joe. -¿No se suponía que tendría que haberse ido hace horas?
Whitey tomó un trapo de su bolsillo trasero y frotó suavemente el punto donde Joe había tocado el avión.
-Había algunas cosas de las que quería asegurarme que estuvieran bien hechas- replicó- ¿La llevará arriba en la mañana, verdad Señor?
-“Sí”.
Whitey gruñó.
-“Al menos usted no la sacude de la forma en que algunos de aquellos muchachos lo hacen”, -dijo gruñendo.
-“Si nota a alguno de mis muchachos tratando a alguna de estas aves con violencia, hágamelo saber”.
-“Bueno, no es violencia, exactamente. Eso solo que ellos no tienen su toque”.
-“Es lo mismo, sé lo que digo.”
-“Sí, Señor”.
Joe palmeó a Whitey en los hombros y se encaminó a sus habitaciones. El Sargento lo miró irse durante un largo minuto. No tenía dudas de que el Coronel haría que cualquier piloto deseara morir e ir al infierno para escapar de su ira si alguno de ellos era sorprendido siendo descuidado o estúpido con cualquiera de los prototipos Night Wing. El Coronel Mackenzie era reconocido por no aceptar menos que la perfección de sus pilotos, pero al mismo tiempo ellos sabían que valuaba la vida de sus hombres por encima de cualquier otra cosa, y el mantenimiento de las aves tenía que ser de primera, por eso era que Whitey todavía estaba en el hangar mucho tiempo después de que debería haberse ido. Mackenzie pretendía lo mejor de todos en este programa, sin excepciones. Un error de mantenimiento en tierra podía llevar a la pérdida de alguno de estos aviones de ochenta millones de dólares, o incluso la muerte de un piloto. Este no era un trabajo para alguien con una actitud displicente.
Cuando Joe caminaba a través de la desierta noche vio una luz en una de las oficinas y se volvió sobre sus pasos hacia el edificio de metal. No objetaba que la gente trabajara hasta tarde, pero también quería que todos estuvieran despiertos y alertas al día siguiente. Había algunos adictos al trabajo asignados al proyecto Night Wings que trabajarían dieciocho horas al día si él no los empujase a irse a casa.
Sus pasos eran silenciosos, no porque estuviera tratando de acercarse sigilosamente, sino porque era la forma en que le habían enseñado a caminar desde que dio sus primeros pasos. Nadie en las oficinas lo habría oído acercarse, de todas formas; el aire acondicionado estaba al máximo, tratando de compensar el tardío calor de Julio, y nunca con el suficiente éxito. Los edificios de metal Quonset parecían absorber el abrasador sol.
El edificio estaba oscuro excepto por una luz en un cubículo a la izquierda. Era una de las oficinas usadas por el equipo de civiles encargado del sistema de objetivo láser, trabajando en el lugar para resolver las fallas que inevitablemente surgían cuando un nuevo sistema era puesto en operación. Joe recordaba que estaba prevista la llegada de un nuevo técnico ese día, para reemplazar a un integrante del equipo que había tenido un leve ataque al corazón la semana anterior. El hombre que había tenido el ataque estaba mejorando, pero su doctor no quería que trabajara en algo que significaba tanta presión, por lo que la compañía había enviado un reemplazante.
Joe sentía curiosidad sobre el reemplazante, una mujer llamada ________ Evans. Había oído a los otros tres miembros del equipo quejándose de ella, llamándola “La Reina Hermosa”, y su tono no
había sido de admiración. El equipo podía ser de civiles, pero él no podía permitir que fricciones en el grupo afectaran su trabajo. Si ellos no podían arreglárselas, él tendría que decirle a la gente del sistema láser que reemplazaran a su reemplazo. Quería hablar con cualquiera del equipo que estaba trabajando tarde, saber si la señorita Evans había llegado sin incidentes y exactamente que problema había que hacía que ellos no quisieran trabajar con ella.
Caminó silenciosamente hasta la entrada abierta y se quedó parado durante un minuto, mirando. La mujer en la oficina tenía que ser la mismísima Reina Hermosa, porque estaba condenadamente seguro que no era nadie que hubiera visto antes. La habría recordado si lo hubiera hecho.
Ciertamente, no era ningún problema mirarla. Su postura erguida se tensó lentamente cuando cada músculo de su cuerpo se puso alerta. Había estado cansado, pero repentinamente la adrenalina estaba fluyendo a través de su sistema y todos sus sentidos se agudizaron, de la misma manera en que lo hacían cuando volaba.
Vestía una recta falda roja que terminaba justo sobre sus rodillas. Sus zapatos yacían a un lado de su escritorio, y ella estaba reclinada en la silla, sus pies descalzos apoyados sobre el escritorio. Joe recostó sus hombros contra el marco de la puerta, estudiando sin prisa la suave curva de sus piernas que quedaban expuestas. No tenía medias; el calor hacía que no fueran prácticas. Bonitas piernas. Más que bonitas. Estupendas.
Un fajo de papeles impresos estaba en su regazo, y ella estaba chequeando cada ítem, consultando ocasionalmente a un libro de texto que estaba a su lado. Una taza de pálido té verde humeaba suavemente cerca de su alcance. Su cabello era pálido, peinado recto lejos de su cara en un estilo clásico, y solo lo suficientemente largo para acariciar sus hombros. Podía ver solo una parte de su cara, lo suficiente para notar sus altos pómulos y sus labios llenos.
Repentinamente, quería que ella lo mirara de frente. Quería ver sus ojos, oír su voz.
-“Hora de terminar por esta noche”-dijo.
Ella salió disparada de la silla con un grito ahogado, el té derramándose en una dirección y los papeles impresos en otra, sus largas piernas volando cuando ella se levantó, enviando la silla girando a través de la habitación hasta que se estrelló contra los archivadores. Ella volteó de cara hacia él, con una mano presionando su pecho como si pudiera calmar el rápido latir de su corazón. Unos muy bien formados pechos, notó él, cuando su mano tensó la tela de su blusa de algodón sobre su cuerpo.
La furia relampagueó a través de su rostro, y desapareció de repente, mientras sus ojos se ensanchaban.
-“Oh, Dios mío” -dijo en un tono calmo. -“Es G.I. Joe”.
Él captó el delicado matiz de sarcasmo, y sus negras cejas se arquearon.
-“Coronel G.I. Joe”.
-“Ya veo”, -dijo admiradamente.- “Un Coronel en pleno vuelo. Y poseedor de un anillo”- agregó, señalando su anillo de la academia y usando el menos que elogioso término para un graduado de la academia.-“Engañó a un Coronel y robo su insignia, se hizo un fantástico lifting y tiñó su cabello negro, o tiene un patrocinador de mucho peso que lo esta empujando al ascenso”.
Él mantuvo su rostro inexpresivo.
-“Quizás soy malditamente bueno en lo que hago”.
-“¿Ascenso por mérito?” -preguntó ella, como si este fuera un concepto imposible, más allá de toda consideración. -“Naaaa”.
Él estaba acostumbrado a que las mujeres reaccionaran a él de diversas maneras, desde la fascinación a una certera intimidación que rayaba con el miedo, siempre basadas en una conciencia muy física de él. También solía inspirar respeto, sino simpatía. Nada de esto estaba en la expresión de _________ Evans. Ella no había apartado sus ojos de él ni un segundo, su mirada fija tan firme y aguda como la de un francotirador. Si, eso era, ella lo estaba mirando como a un adversarío.
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Mensaje por aranzhitha Vie 06 Jul 2012, 9:56 pm

me mato con lo de " Eso es lo que todas mis mujeres dicen" :risa:
Joe es tan sexy y da ese aire de malo baba
Awww y la rayiz no cree que el sea el Coronel 🇪🇭
Oye en esta nove sale Nick y la otra rayiz?? Quiero saber que ha pasado
P.D. Me encanto
Siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Sáb 07 Jul 2012, 4:00 pm

Cαpítulσ 1, Pαяtє 2 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε • 

Se enderezó, alejándose del marco de la puerta y le tendió la mano, decidiendo abruptamente poner la situación en el plano profesional y haciéndole saber con quien estaba tratando. “Coronel Joe Mackenzie, director del proyecto”. El protocolo de servicio establecía que estrecharse las manos era elección de las mujeres, que un oficial masculino nunca debería extender su mano a una mujer primero, pero él quería sentir su mano en la suya y sintió que si le daba la opción, ni siquiera ese contacto le sería concedido.
Ella no vaciló y estrechó firmemente su mano.
-“_________ Evans, reemplazante de Boyce Walton en el equipo láser”. Dos rápidos apretones y luego retiró su mano.
Como ella estaba descalza, él podía estimar su altura con precisión, aproximadamente 1.65 metros; su cabeza le llegaba justo a la clavícula. La diferencia entre sus alturas no la intimidaba, ni siquiera cuando tenía que mirar hacia arriba para encontrar su mirada. Sus ojos eran de un verde oscuro, notó, enmarcados con oscuras pestañas y cejas que sugerían que el dorado de su cabello había sido logrado químicamente.
Señaló con la cabeza hacia los papeles impresos que habían quedado sobre el suelo.
-“¿Por qué está trabajando tan tarde, especialmente en su primer día de trabajo? ¿Hay algo que haya salido mal, que yo necesite saber?”.
-“No que yo sepa”, -replicó, agachándose para levantar los mencionados papeles. -“Solo estaba chequeando por segunda vez algunos ítems”.
-“¿Por qué? ¿Qué hizo que pensara en eso?”.
Ella le brindó una impaciente mirada.
-“Es algo crónico. Siempre controlo dos veces que el horno esté apagado, la plancha desenchufada, la puerta cerrada. Miro la calle dos veces antes de cruzar”.
-“¿No encontró ningún problema?”.
-“No, por supuesto que no. Es lo que estaba diciendo.”.
Se relajó una vez que estuvo seguro de que no había nada malo con el sistema de objetivos y reanudó su tranquilo y agradable estudio de __________ Evans cuando ella tomó un rollo de toallas de papel del cajón del escritorio y usó un par de hojas para secar el té derramado. Se volvió y giró con una fluida naturalidad que lo enloqueció por lo sexy. Todo lo había hecho tan rápido, aún el apenas velado desafío de su mirada, lo había enloquecido por lo sexy. Su miembro se endureció en respuesta.
Ella arrojó los mojados pañuelos de papel a la basura y metió los pies en sus zapatos.
-“Mucho gusto en conocerlo, Coronel”, -le dijo sin mirarlo.- “Hasta mañana”.
-“La acompañaré hasta sus habitaciones”.
-“No gracias”.
El inmediato y casual rechazo de su oferta lo irritó. -“Es tarde, y está sola. La acompañaré hasta sus habitaciones”.
Ella lo miró entonces, volviéndose para enfrentarlo y poniendo las manos en sus caderas.
-“Aprecio la oferta, Coronel, pero no necesito ese tipo de favores”.
-“¿Ese tipo de favores? ¿De qué tipo de favores está hablando?”.
-“Del tipo que hace más daño que bien. Mire, usted es el jefe. Si alguien lo viera acompañándome a mi habitación, dentro de dos días estaré escuchando sarcásticos comentarios sobre cómo yo no estaría en el equipo si no tuviera una relación con usted. Es una molestia que no quiero tener”.
-“Ah”, -dijo como entendiendo el problema.- “Ha pasado por esto antes, ¿no? Nadie piensa que puede lucir así y también tener cerebro”.
Ella lo miró beligerantemente.
-“¿Qué quiere decir con `lucir así´? ¿Cómo luzco?”
Tenía el temperamento de un erizo, pero Joe tenía que combatir la urgencia de poner sus manos a su alrededor y decirle que él pelearía sus batallas por ella de ahora en más. Ella no apreciaría el gesto, y él no tenía la certeza de por qué quería hacerlo, si ella parecía mas que capaz de ganar sus propias guerras. Si fuera inteligente, jugaría a lo seguro, haciendo algún evasivo comentario para no llevar las cosas más lejos, pero no se había convertido en un piloto de aviones caza porque le gustara jugar a lo seguro.
- “Atractiva”, -replicó, y sus ojos estaban duros, brillantes y hambrientos.
Ella parpadeó sobresaltada. Dio un paso atrás y dijo,
-“Oh”, -en un suave, aturdido tono.
-“Tiene que saber que es atractiva”, -puntualizó.
Ella parpadeó nuevamente.
-“La apariencia no debería tener nada que ver con esto. Usted luce como un cartel de reclutamiento caminante, pero eso no perjudica su carrera, ¿cierto?”
-“No estoy defendiendo la discriminación”,- dijo. -“Usted hizo la pregunta, y yo la conteste. Luce atractiva.”
-“Oh”. -Ella estaba mirándolo ahora cautelosamente, mientras trataba de escapar sigilosamente.
Él puso sus manos en sus brazos, deteniéndola. El tacto de su suave, cálida piel bajo sus palmas lo tentaban a explorarla, pero se resistió.
-“Si alguien aquí te molesta, _________, dímelo”.
Ella lanzó una alarmada mirada a las manos sobre sus brazos.
-“Eh.... sí, seguro”.
-“Aunque este sea un miembro de tu propio equipo. Ustedes son civiles, pero este es mi proyecto. Puedo hacer que cualquiera sea reemplazado si causa problemas”.
Su toque la estaba volviendo visiblemente nerviosa, y él la estudió durante un largo minuto, sus cejas frunciendo levemente su ceño, antes de dejarla ir.
-“Lo digo en serio”, -le dijo en un tono calmo.- “Házmelo saber si tienes algún problema. Sé que no quieres que te acompañe hasta tus habitaciones, pero voy en la misma dirección, de todas formas, ya que yo también me estoy yendo. Te daré una ventaja de treinta segundos, así no caminaremos juntos. ¿Está bien?”.
-“Treinta segundos no es mucho tiempo”.
El se encogió de hombres.
-“Treinta segundos pondrían treinta yardas entre nosotros. Tómalo o déjalo.-” Controló su reloj. “Empezando ahora”.
Ella se volvió inmediatamente y huyó. Era la única palabra para describirlo. Con un revuelo de su recta falda, salió corriendo. Las cejas de Joe se arquearon en silenciosa interrogación. Cuando los treinta segundos pasaron, dejó el edificio y continúo con la vista fija en su delgada figura, apenas visible en la oscuridad y todavía moviéndose a buen paso. Durante todo el camino a sus propias habitaciones, caviló sobre qué había convertido a la Amazona en un asustadizo potrillo.
________ cerró de un golpe la puerta de sus espartanas habitaciones y se recostó contra la madera soltando su respiración con un gran suspiro. Se sentía como si hubiera escapado de un animal salvaje. ¿Qué estaba pensando la Fuerza Aérea, dejando suelto a ese hombre? Debería estar encerrado en algún lugar en las entrañas del Pentágono, donde pudieran usarlo para sus carteles de propaganda, pero manteniendo a salvo a las susceptibles mujeres de América.
Quizás fueran sus ojos, de un pálido azul y tan agudos como los lásers en los que ella trabajaba. Quizás fuera la forma en que se elevaba sobre ella, o el elegante poder de su musculoso cuerpo. Quizás fuera su voz profunda, la nota particular en esta cuando le había dicho que ella era “atractiva”, o el calor de sus delgadas, callosas manos cuando la había tocado. Quizás fuera todo esto, pero lo que había hecho que le entrara pánico había sido el hambriento, depredador destello en sus ojos cuando la había mirado.
Ella lo había estado haciendo bien hasta ese momento. Definitivamente había hecho su mejor esfuerzo, siendo arrogante y desdeñosa, lo cual nunca antes le había fallado para mantener a los hombres a una distancia segura. Era un buen intercambio; si bien no le permitía hacer amistad con sus compañeros de trabajo, terminaba con cualquier avance sexual antes de que este comenzara. Ella había luchado a su manera para escapar de tantos abrazos apasionados durante la universidad y sus primeros trabajos, que había aprendido a estar a la ofensiva desde el principio. Con toda esa experiencia, debería haber sido capaz de mantener la compostura, pero una mirada al Coronel “Ojos de láser” Mackenzie, un pequeño comentario de admiración, y había perdido tanto su compostura como su sentido común. Había sido ignominiosamente derrotada.
Bueno, esto era lo que pasaba cuando uno tenía Doctorados por padres. Ellos habían visto los signos de una inteligencia superior en su única hija e inmediatamente habían dado los pasos necesarios para darle la enseñanza que merecía. A través de toda la escuela primaria y secundaria ella había sido la más joven de su clase, debido a su acelerado progreso. No había tenido ni una sola cita en la secundaria; había sido demasiado rara, demasiado desgarbada y torpe cuando atravesó la pubertad, dos o tres años después que sus compañeros de clase. En la universidad, no había sido para nada mejor. Había empezado su primer año después de su cumpleaños número dieciséis, y ¿qué estudiante universitario en su sano juicio saldría con una chica que legalmente era todavía una niña, cuando había tantas maravillosas muchachas complacientes y disponibles?
Aislada y sola, ________ se había volcado con devoción a sus estudios y terminado sus cursos superiores con dieciocho años. Por ese entonces los chicos de su clase habían comprendido que la chica Evans era una intelectual, lo que la hacía fácil a sus ojos. Para ese entonces, ya no había problemas de edad que la protegieran. No habiendo aprendido las habilidades para las citas con nadie de su propia edad, estaba totalmente en desventaja para manejar a esos.... esos pulpos que de repente parecían no poder mantener sus manos apartadas de ella. Desconcertada y alarmada, se había retirado todavía más hacia sus estudios y comenzado a desarrollar un espinoso escudo para protegerse.
Su transformación cuando alcanzó la madurez no fue lo suficientemente drástica como para igualar la de un patito feo convertido en cisne; ella simplemente había crecido de una desgarbada adolescente a una mujer. Su período menstrual había tardado en llegar, como si su cuerpo tuviera un equilibrio natural donde su naturaleza se atrasaba mientras su mente corría adelante. Fue todo un problema de mala sincronización. Cuando sus compañeros de clase estaban atravesando la pubertad, ella todavía estaba literalmente jugando con muñecas. Cuando ella llegó a la pubertad, ellos estaban instalados en el juego de las citas. Nunca los igualó en términos de madurez física o emocional. Cuando ella estaba lista para las citas, se encontró siendo manoseada por muchachos acostumbrados a mucho más sofisticados niveles de intimidad.
Al final, era mucho más fácil mantenerlos alejados.
Entonces aquí estaba ella, veintiocho años, genio IQ, una auténtica especialista en amplificación de luz y objetivos ópticos, poseedora de un Doctorado en física, reducida a la idiotez y al pánico porque un hombre le había dicho que era “atractiva”.
Era intolerable.
Era también un poco atemorizante, porque sentía que el Coronel Mackenzie no le tenía antipatía como ella había intentado que sucediera; en cambio, la había mirado como un hombre que disfrutaba de un desafío.
Se golpeó la frente. ¿Cómo podía ser tan *******? El Coronel era un piloto de jets, por el amor de Dios. Él era un miembro de una raza diferente, un hombre que verdaderamente prosperaba con los desafíos. La manera para evitar atraer su atención era actuar sumisa y dócil, con, quizás, un toque melindroso. El problema era que ella no sabía cómo ser melindrosa. Si pudiera tomar un curso de cómo serlo, lo haría una y otra vez hasta que lo consiguiera.






Cαpítulσ 1, Pαяtє 3 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε •

Quizás todavía no era demasiado tarde. Quizás podría actuar lo suficientemente dulce e indefensa como para engañarlo. No –eso atraería la atención de los hombres a los que si les gustaba esa clase de comportamiento en una mujer. Estaba atrapada- condenada si lo hacía y condenada si no lo hacía.
La única cosa que le quedaba por hacer era darle una buena pelea.




Cuando Joe alcanzó sus habitaciones, se deshizo de su uniforme, y luego se metió debajo de la fresca agua de la ducha hasta que comenzó a sentirse humano nuevamente. El desierto en Julio era una verdadera maldición, absorbiendo la humedad de su cuerpo hasta que hasta sus globos oculares se sentían secos, pero Baby necesitaba una estricta seguridad, y la base Nellis de la Fuerza Aérea en Nevada podía proveerla, en grandes cantidades. A pesar de la incomodidad y las condiciones espartanas, estaba maravillado por la seguridad y no necesitaba mirar hacia adelante para despegar con Baby, como sucedería cuando el Congreso discutiera la asignación de fondos. Los medios de comunicación la verían entonces, aunque no es que su naturaleza revolucionaria fuera evidente en su apariencia; su diseño no era radicalmente diferente del de un F-22, que era por lo cuál les era posible hacer las pruebas de vuelo en Nellis en lugar de en Edwards, en California, donde tradicionalmente se hacían. Los entrometidos la encontrarían algo diferente en Edwards, pero aquí en Nellis, con tantos diferentes tipos de aviones tomando parte en los juegos de guerra que llevaban a cabo, ella no era tan evidente.

Los otros pilotos con base aquí habían notado que ellos estaban haciendo pruebas de vuelo con un avión que no era exactamente como un F-22, pero a nadie que no estuviera trabajando en el programa le estaba permitido estar cerca de los prototipos Night Wing, y la seguridad era una forma de vida aquí, de todas formas. Las diferencias de Baby estaban en su revestimiento y en el sistema electrónico, su sistema de armamento; cuando fuera descubierta, atraería a cada una de las agencias de espionaje hostiles en el mundo, y la seguridad tendría que ser aún más estricta, sin embargo, el no veía cómo podrían hacerlo.
Había estado pensando en Baby, pero repentinamente la imagen de _________ Evans se filtró en su mente y sonrió, preguntándose cómo podría domar al pequeño erizo. Su piel repentinamente se sentía caliente y tensa, a pesar del agua fresca, por lo que cerró la ducha y salió del cubículo. Si pudiera tenerla en la ducha con él, probablemente convertirían el agua en vapor.

Se paró delante del aire acondicionado, dejando que el aire frío secara su mojado y desnudo cuerpo, y disfrutando los estremecimientos que lo atravesaban, pero esto no ayudó en nada para aliviar la sensación de plenitud en su ingle. Inexorablemente empujó los pensamientos sobre la señorita Evans fuera de su mente. Cuando estuvo lo suficientemente seco para no gotear, fue, todavía desnudo, hacia la diminuta cocina y tomó un sándwich. La libertad de estar sin ropas hacía que algo dentro de él se relajara. Había pasado casi la mitad de su vida en el ejercito, rodeado de reglas y vistiendo uniformes, y se sentía bien con estos en casa, pero al mismo tiempo había aún una primitiva parte de él que a veces decía, “Es suficiente”, y tenía que quitarse la ropa.

Había crecido en un rancho de caballos en Wyoming y volvía allí cada vez que tenía la oportunidad; pasar una semana o dos montando los más rudos broncos del rancho satisfacía la misma salvaje inquietud en él, pero estaba atado con el proyecto Night Wing y no podía tomarse ningún tiempo libre, entonces, las ropas tenían que irse. La única prenda que siempre lamentaba tener que sacarse era su uniforme de piloto; si pudiera pasar todo su tiempo en el aire, estaría bien.

Maldición, cuanto más alto era ascendido, menos tiempo volaba. Las responsabilidades y el papeleo ocupaba más y más de su tiempo. Había aceptado la posición de director del proyecto Night Wing solamente porque había estado seguro de que podría de volar esos bebés. La Fuerza Aérea había querido a los mejores en las cabinas de los nuevos aviones, y los pilotos asignados eran todos de primera, pero más que eso, había querido la práctica opinión del mejor de los mejores, y el Coronel Mackenzie todavía se mantenía una cabeza y hombros sobre todos los demás.

Joe no era vanidoso acerca de sus habilidades con un avión caza, porque había trabajado condenadamente duro para lograrlas. Había nacido con la inteligencia, la vista y los reflejos tan rápidos como relámpagos, pero el resto era el resultado de innumerables horas de estudio, de práctica, de entrenarse en el simulador de vuelo hasta que cada reacción fuera automática e instantánea. Incluso a la edad de 35 su tiempo de reacción era todavía más rápido que el de los jóvenes que recién salían de la escuela de vuelo, y su vista era todavía mejor que 20-20. Le quedaba un montó de tiempo de vuelo, si el ejército se lo permitía. Dispararía a través de los rangos tan rápido que probablemente obtendría su primer estrella en otro año, y entonces tendría suerte si podía obtener suficiente tiempo de vuelo para permanecer competente.

La alternativa era renunciar a su cargo para trabajar con un fabricante de aviones como piloto de pruebas, desechando sus años en el ejército. Le gustaba la Fuerza Aérea, no quería dejarla, pero la idea de estar confinado a tierra era insoportable. La vida sería monótona sin el desafío de vencer tanto a la naturaleza como a la máquina, y sabiendo que su vida pendía de un hilo si no lo hacía bien.

_________ se deslizó en su mente nuevamente, un desafío de otro tipo brillando en sus ojos de pistolero. Podía fácilmente imaginarse el color de aquellos ojos, verde oscuro en su mayoría, mezclado con un poco de azul, y con motas de oro iluminando sus profundidades. El pensamiento de aquellos ojos mirándolo, mientras él se movía sobre ella en la cama hacía que su corazón comenzara a latir con fuerza y rápido, igual a la manera en que él la tomaría.

Quería hacer que el pequeño erizo ronroneara como un gatito.
☎ Jimena Horan ♥
☎ Jimena Horan ♥


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Mensaje por aranzhitha Sáb 07 Jul 2012, 4:48 pm

awwww me encanta Joe es tan sexy baba
Y le gusta la rayiz aww
Siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por WhoIam13 Dom 08 Jul 2012, 8:45 am

Me encantaaaaaaaa, ya creo que me enamoré (? hfjkdfhdk me cuesta imaginarme a Joe tan frío tan así, me custa pensar en otro cambio de tiempo, pero es increible, me encanta♥
WhoIam13
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Mensaje por WhoIam13 Dom 08 Jul 2012, 8:47 am

shiiiiiit, me sensuraron la firma? solo tenia una imaaaaaaaaaaaaagen. fucking world.
WhoIam13
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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Lun 09 Jul 2012, 2:39 pm

Bienvenidas! :)
En la nove los caps son algo largos ...



Cαpítulσ 2, Pαяtє 1 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε •

_________ tenía rígidos requisitos de comodidad, lo que significaba que algunas veces le tomara un rato vestirse. Si un día particular no se sentía bien con algo, se lo quitaba y se ponía alguna otra cosa. Antes de salir para el trabajo cada mañana, se sentaba, se estiraba, se retorcía, movía sus brazos hacia atrás y hacia delante, y luego los levantaba sobre su cabeza para ver si la ropa la iba a irritar durante el día. No podía tolerar ser distraída por una incómoda costura o un talle ajustado.

La moda femenina era algo penoso para ella. ¿Por qué la mayoría de los diseñadores eran hombres? Ella pensaba que debería ser ilegal que un hombre diseñara ropa de mujer. Había decidido mientras era aún una adolescente que los hombres no tenían ni idea de cuán incómoda era usualmente la moda femenina, y realmente no les importaba, porque ellos no estaban obligados a pasar horas de pie con altos tacones, envueltos en sofocantes medias, además de sostén o vestidos suficientemente ajustados para asumir el trabajo de levantar y separar, o empujar al mismo tiempo para crear una hendidura, de acuerdo a los dictados de la ocasión.

¿Y por qué la moda femenina estaba fabricada de material fino, mientras que la temperatura en la mayoría de las oficinas y restaurantes siempre estaba colocada baja, así los hombres estarían cómodos en sus trajes? Ella encontraba esto estúpido por dos razones: uno, ¿Por qué los hombres estaban obligados a vestir chaquetas en cualquier caso –y había algo más ridículo que ese vestigio de peto, la corbata, que ellos anudaban alrededor de su garganta como el lazo de un verdugo, interfiriendo con unas pocas cosas básicas como respirar y tragar- y por qué a las mujeres no les estaba permitido vestir chaquetas también, si los hombres se sentían incapaces de dejar las suyas? La moda, en su mente, consistía en partes iguales de estupidez y demencia. En un mundo lógico, la gente se vestiría con ropa funcional, como jeans, mocasines y sudaderas.

Ella no podía cambiar el mundo, pero podía controlar su propia pequeña parte de este empeñándose en su propia comodidad. Hoy eligió una falda blanca plisada que le llegaba hasta media pantorrilla, con cinturón elástico. La cubrió con una camiseta unas tallas más grandes y tomó dos chalinas, una color melón y otra celeste, y las retorció juntas para atarlas alrededor de su talle como un cinturón. Sus zapatos eran blancos y cómodos. Estaba fresca, ordenada y cómoda, justo como quería estar.

Durante la noche había tratado de analizar precisamente que tenía el Coronel Mackenzie qué la había turbado tanto; otros hombres se le habían acercado como una bandada y ella había sabido como manejarlos, entonces, ¿por qué su suave comentario, junto con una mirada que no había sido suave en lo absoluto, la había llevado a tal estado de pánico? Definitivamente fue la mirada lo que la había afectado. Ella nunca había visto ojos como aquellos antes, pálidos diamantes azules brillando en una cara bronceada, tan agudos que sintió como si estuvieran atravesando su carne, y percibió que el hombre detrás de esos ojos no era como ningún otro hombre que ella hubiera conocido antes.

Había varias posibles razones, pero ninguna que pudiera identificar como la causa principal de su reacción. Simplemente tendría que comportarse tan bien como le fuera posible, manteniendo la guardia en alto y tratando de asegurarse de que hubiera otras personas alrededor siempre que tuviera que tratar con el Coronel. ¿Por qué él no podía haber llegado más temprano el día anterior, cuando el resto del equipo aún estaba trabajando? Si lo hubiera hecho, ella habría dormido mejor.

Echó una mirada alrededor, asegurándose de que todo estuviera apagado, y luego palpó los bolsillos de su falda para confirmar que sus llaves estuvieran ahí. Los bolsillos eran necesarios; cada conjunto que ella vestía tenía que tener bolsillos, porque los bolsos y carteras eran otra cosa que la irritaban. ¿Por qué las mujeres estaban condenadas a llevarlos durante toda su vida? ¿Por qué no podían tener bolsillos como los hombres? Porque la moda decía que estropeaban las “líneas” de sus ropas. Porque las mujeres habían comenzado a ser muy vanidosas. Porque los hombres continuamente les entregaban diferentes artículos a las mujeres con un casual,

-“Pon esto en tu bolso”-, lo que quería decir, -“Así tú puedes cargarlo y no tendré que hacerlo yo.”

 Para que las mujeres fueran realmente liberadas, pensaba, deberían haber quemado sus bolsos en lugar de sus sostenes. Y luego arrojar sus zapatos de altos tacones a la hoguera. Para no tener que cargar un bolso, el día anterior había provisto su escritorio con los artículos de tocador que probablemente iba a necesitar durante los siguientes días. Después de todo, que no le gustaran los bolsos no era razón para ir sin lápiz labial. Ella sí tenía normas personales que mantener.

Normalmente era la primera en llegar al trabajo, y esa mañana no fue la excepción. Le gustaban las mañanas, y el amanecer en el desierto era algo especial, con todo el paisaje tan claramente delineado. Más avanzado el día la ola de calor desdibujaría el borde del paisaje, pero justo ahora, éste era perfecto. Ronroneó mientras preparaba café. No importaba cuánto calor hiciera, el café era necesario en cada lugar de trabajo que ella hubiera visto.

Rasgó la envoltura de un panecillo de miel, lo puso dentro del microondas y lo dejó durante diez segundos. Ahora el desayuno estaba listo. Se sentó en su silla y comenzó a releer un reporte sobre el último rendimiento del sistema de objetivos, mientras ausentemente pellizcaba pedacitos del panecillo.

Treinta minutos después entró Cal Gilchrist, mirándola sorprendido cuando la vio en su escritorio.

-“Llegas temprano”-, le dijo mientras iba derecho a la cafetera. -“No te vi en el comedor”.

-“Comí un panecillo de miel aquí”-. Habiendo terminado de leer, arrojó el reporte a un lado.

De los otros tres miembros del equipo, Cal era el más amable. Para ser honesta, admitió, era más amable que ella misma. Él era amable, amigable y capaz, quizás de treinta años, todavía soltero y disfrutando de una activa vida social. Se lo había encontrado antes, pero esta era la primera ves que trabajaban juntos en un proyecto. En realidad trabajaban para dos compañías diferentes, ella en Boling-Wahl Optics, que había desarrollado el sistema de objetivo láser, y Cal en DataTech, que se había unido con Boling-Wahl para realizar los programas de computadora que ejecutaban el sistema.

-“Hay otra prueba a las 0800”,- dijo Cal mientras daba sorbos a su café. –“Cuando lleguen Adrian y Yates, iremos al cuarto de control, así podremos escuchar lo que suceda en los aviones caza. El Coronel Mackenzie va a venir hoy. Siempre vuelve a la sala de control después de volar, y te lo presentaré”.

-“En realidad, ya nos conocimos”-, replicó ella, -“Vino ayer a la noche antes de que yo terminara mi trabajo del día”.

-“¿Qué piensas de él?”

Ella pensó por un momento, tratando de dar con una respuesta concisa, y finalmente la encontró en

-“Atemorizante”.

Cal rió.

-“Si, no me gustaría enfadarlo. Yo habría jurado que los pilotos de aviones caza no respetaban nada, pero estoy seguro como el demonio que ellos lo respetan a él, en el aire y en la tierra. Uno de ellos dice que Mackenzie es el mejor piloto de la Fuerza Aérea. Y esto es decir mucho, considerando que ninguno de este grupo es flojo”.

Llegaron los otros dos miembros del equipo. Yates Korleski, un hombre bajo, robusto y calvo, era el mayor y cabeza del equipo. Adrian Pendley era la mosca en la crema, en lo que a _________ se refería. Era alto y guapo, divorciado, y estaba tenazmente en contra de tener a _________ en el equipo.

Cuando ella había ido a trabajar por primera vez para Boling-Whal él se había abalanzado sobre ella, y nunca la había perdonado por la brusca despedida con que ella le había respondido. Sin embargo, era bueno en su trabajo, por lo que estaba decidida a trabajar con él, aunque esto significara ignorar sus incesantes pequeñas burlas.

Adrian caminó delante de ella sin hablarle, pero Yates se detuvo junto a su escritorio. “¿Pudiste instalarte sin problemas?”

-“Sí, gracias. Me encontré al gran jefe anoche, también”.

Yates sonrió abiertamente.

-“¿Qué piensas de él?”.

-“Como le dije a Cal, es un poco atemorizante”.

-“Solo no cometas nunca un error, o te enterarás cuán atemorizante puede ser.”

-“¿No tiene en cuenta los errores humanos, eh?”.

-“No con sus aviones o sus hombres”.

Yates caminó en dirección a la cafetera, y _________ decidió que quizás su pánico de la noche anterior había sido justificado. Yates había estado trabajando en contratos de defensa por veinte años, y si él estaba impresionado, entonces el coronel no era un hombre ordinario. Hizo una mueca ante el inadvertido juego de palabras.

A la hora acordada, se dirigieron al campo de aviación, donde los vuelos estaban siendo monitoreados. Sus identificaciones fueron verificadas antes de que les fuera permitido ingresar a la sala de control, recordándole la estricta seguridad. El lugar hormigueaba de guardias, y sabía que el proyecto Night Wings era solo uno de los varios proyectos que se estaban llevando a cabo en la base. Había un montón de civiles trabajando en Nellis, personas con las más altas credenciales y la más alta clasificación. Solo estar aquí significaba que sus antecedentes habían sido controlados tan a fondo que su archivo probablemente hasta contenía la marca de cereal que más le gustaba cuando era una niña.

La sala de control era un lugar ocupado, con monitores alineados y personas frente a los mismos. Prácticamente cada parte del aeroplano Night Wing incorporaba alguna variación radical en cómo los aeroplanos habían sido diseñados en el pasado, por lo que había un montón de compañías diferentes y contratistas de defensa trabajando para tener la certeza de que cada cosa fuera operacional. También se había reunido un grupo de pilotos, algunos en su traje de vuelo y otros con sus uniformes regulares de servicio. Varios silbidos llenaron el aire cuando vieron a __________, y un sonriente piloto juntó sus manos sobre su corazón.

-“Estoy enamorado”, proclamó al grupo.

-“No le prestes atención, cariño”- dijo otro de los pilotos. -“Es la tercera vez esta semana, y recién es martes. Es voluble, muy voluble”-.

-“Pero guapo”-, dijo el primer piloto en su defensa. -“Entonces, ¿qué dices, linda? ¿Quieres casarte, vivir en una casita de campo cubierta de rosas y tener hermosos hijos?”

-“Soy alérgica a las rosas”,- dijo ella.

-“Y a los hombres”-, murmuró Adrian detrás de ella, solo lo suficientemente fuerte para que ella lo oyera. Ella lo ignoró.

-“Olvida las rosas”-, dijo el piloto grandiosamente. La etiqueta en su camisa decía que su nombre era Mayor Austin Deale. -“Soy adaptable. Y divertido. ¿Mencioné que tendremos montones de diversión?”

Una voz profunda llegó desde el altavoz, y como si un interruptor hubiera sido activado, los pilotos dejaron de bromear y se volvieron hacia el monitor. Le tomó a ________ un momento comprender que había una cámara en la cabina del piloto, dejándoles ver lo que éste estaba haciendo y lo que estaba viendo.

-“Hoy hay cuatro aviones allí arriba”-, dijo el Teniente Coronel Eric Picollo, explicandoles la situación. -“Dos Night Wings y dos F-22s. El F-22 es el único lo suficientemente rápido para darle al prototipo una buena prueba. Los Night Wings están haciendo algunas maniobras de presión, y después probarán el sistema de objetivos.”
☎ Jimena Horan ♥
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Mensaje por aranzhitha Lun 09 Jul 2012, 3:03 pm

awww me encanta!!!
La rayiz le teme a Joe?
Pero si el estan dulce
Siguela!!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por WhoIam13 Lun 09 Jul 2012, 4:54 pm

jfhdjfhsjgfsj Es adictiiiiiiiiiiiivaaaaaa, confieso que quiero leer leer y leer esta nove, quiero y necesito saber que pasa con estooooooo, la rayuis se animará a volar junto a Joe? Siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, es genial♥
WhoIam13
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Mensaje por margarita Lun 09 Jul 2012, 5:31 pm

holaaa aqui esta tu fiel lectoraa°°!!!! me encanta siguelaaa!!!!!!
margarita
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Mensaje por MaferCastilloJonas Lun 09 Jul 2012, 6:09 pm

Me encantaaaaaaaa! la nove sube! please!
MaferCastilloJonas
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Mensaje por ☎ Jimena Horan ♥ Mar 10 Jul 2012, 3:16 pm


Bienvenidas!



Cαpítulσ 2, Pαяtє 2 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε •

 
La profunda voz llegó nuevamente desde el altavoz, lacónica e impersonal, como si el hombre no éstuviera gritando mientras estaba yendo más rápido que la velocidad del sonido, alto sobre el suelo del desierto. _________ se estremeció, y la piel de los brazos se le puso de gallina.

-“Ir a MIL.”

-“Yendo a MIL”-, respondió otra voz.

-“Poder de aceleración militar establecido”.- Cal, que estaba de pie justo a su derecha, murmuró. -“Eso es todo o más que el índice de empuje de un motor”.

Ella asintió, su atención fija en el monitor. Todo lo que podía ver del Coronel Mackenzie eran sus manos enguantadas y sus largas piernas, con el acelerador entre ellas, pero sabía que era a él a quién estaba mirando en lugar del piloto del otro Night Wing. Simplemente había algo acerca de la forma en que se movía.

Los pilotos llevaron a los aviones a través de una serie de maniobras, y los sensores montados en la superficie del avión enviaban lecturas de los niveles de presión en la estructura.

-“Veinte grados alfa”-, dijo la profunda voz, confirmando lo que les estaba diciendo la lectura digital en la pantalla de la computadora.-“Treinta... cuarenta... cincuenta... sesenta.”

Uno de los pilotos parado detrás de ellos murmuró:

-“Maldición”-, en tono nervioso.

-“Alfa está en ángulo de ataque”-, murmuró el Mayor Deale, notando la mirada de perplejidad de _________. Su propia mirada era tensa. -“La mayoría de los aviones de alto rendimiento pueden llegar solamente cerca de veinte grados antes de detenerse o perder control. Nosotros hemos llevado a Baby hasta cincuenta grados, porque su empuje vectorial le brinda mejor control, pero hasta el X-29 no era controlable por encima de los setenta grados.”

-“Setenta”,- dijo la tranquila voz, -“Setenta y cinco”.

El mayor se había puesto pálido. Estaba mirando fijamente los cambiantes números en la pantalla de la computadora como si pudiera controlarlos solo con su fuerza de voluntad.

-“Setenta y siete... setenta y nueve... ochenta... los controles se sienten un poco flojos. Es suficiente por ahora, nivelando”.

-“¿Cuánto haría Mad Cat?”-, preguntó alguien.

-“Sesenta y cinco,”- replicó otro, y el grupo rió entre dientes.

-“Era eso su alfa o su factor de temor?”.

-“Yo estaba sudando a cincuenta”.

-“Tendremos que arrastrar a Mad Cat fuera de la cabina. No tendrá fuerza en sus piernas en lo absoluto”.

-“Apuesto a que el pulso de Breed ni siquiera se alteró. Él sangra agua helada, hombre, pura agua helada”.

Después, los aviones soportaron ambas Gs, negativas y positivas, provocando más comentarios mientras los altavoces traían el sonido de los gruñidos que hacían los pilotos para forzar el oxígeno a sus cerebros y mantenerse concientes. Un piloto entrenado podía soportar cerca de seis Gs positivas antes de comenzar a perder la conciencia, pero con técnicas especializadas de tolerancia respiratoria podían soportar casi nueve Gs por cortos períodos de tiempo.

El coronel estaba soportando diez Gs.

-“Nivélalo, nivélalo”-, dijo un capitán con un resuello.

El Mayor Deale estaba sudando.

-“No me hagas esto,”- murmuró. -“Vamos, Breed. No lo empujes más”.

-“Nivelando”-, dijo una tranquila voz sobre la transmisión, y ella oyó la tranquila liberación de aire de varios pares de pulmones.

-“Ese hijo de puta es un monstruo genético”- dijo el capitán, sacudiendo su cabeza. -“Nadie es capaz de tolerar eso. ¿Cuánto tiempo?”.

-“No mucho”-, replicó el segundo teniente frente al monitor. –“Realmente estuvo solo diez décimas de segundo. Lo ha hecho antes”.

-“Yo solo puedo tolerar nueve durante ese tiempo. ¡Y él estaba lúcido cuando habló! Te lo estoy diciendo, es un monstruo genético.”

-“Tonto, piensa lo que debe haber sido como diez años antes.”

-“Aproximadamente lo mismo que ahora,” -dijo el Mayor Deale.

La siguiente serie de pruebas involucraba el sistema de objetivos láser, y ________ se acercó a los monitores. Se sentía extrañamente temblorosa por dentro, y trató de contener sus pensamientos. Cuando había sido elegida para reemplazar a Walton en el lugar de las pruebas, había hecho algunas rápidas investigaciones sobre los aviones jet, y eso, junto con su conocimiento técnico general, le decían exactamente cuán peligrosas habían sido aquellas maniobras. Él podría haber perdido el control del avión con tan extremos ángulos de ataque, o pudo haber perdido la conciencia soportando tantas gravedades y no recuperarla con tiempo para evitar estrellar el avión de nariz sobre el suelo del desierto. Las reacciones de los otros pilotos le contaban el mismo cuento.

Adrian se deslizó delante de ella, bloqueándole efectivamente la vista, ya que era mucho más alto que ella. _________ trajo su mente de regreso a la situación actual. No tenía dudas de que él lo había hecho deliberadamente, y si ella lo dejaba salirse con la suya haría algo peor la próxima vez.

-“Discúlpame, Adrian,”- dijo educadamente, -“Como eres tan alto, déjame pararme delante de ti para que ambos podamos ver.”

Yates los miró y sonrió, sin ver o eligiendo ignorar la ácida expresión en el rostro de Adrian. -“Buena idea. Párate adelante, _________.”

Las pruebas de objetivos fueron bien. Actualmente estaban apuntando sobre objetivos fijos, y todos los componentes actuaron dentro de un rango aceptable. La información se derramaba a través de la pantalla, cada elemento rápidamente controlado y chequeado contra la lista impresa que llevaban.

Los cuatro aeroplanos aterrizaron sin peligro, y la atmósfera en la sala de control se aligeró repentinamente con un confuso murmullo. El equipo láser permaneció cera del Teniente Coronel Picollo y repasó el resto de los resultados con él. ________ estaba inicialmente sorprendida por su conocimiento del tema, pero luego comprendió que no debería estarlo. Después de todo, él y los otros pilotos habían estado trabajando en este proyecto por algún tiempo; tendrían que estar clínicamente muertos para no retener algo de la información.

-“El Coronel puede tener más preguntas”-, dijo él finalmente, -“pero me parece que podemos empezar a probar apuntar y rastrear objetos en movimiento ahora”.

Un brazo se deslizó alrededor de su cintura, y ________ se puso rígida. Su cabeza se volvió rápidamente. El Mayor Deale le sonrió ampliamente mientras su mano la apretaba. Detrás de él, pudo ver a los otros pilotos mirando y sonriendo ampliamente, también. Todos ellos lucían como carteles de una convención dental. El desaliento la llenó. Maldición, ya estaba empezando.

-“Entonces, linda, ¿dónde quieres ir a cenar esta noche?”-, le preguntó el mayor.
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