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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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•La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
Cαpítulσ 3, Pαяtє 2 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε •
-“Ahh. Un ego herido.”
-“Tendría más sentido si hubieramos estado involucrados y luego hubíeramos roto, pero nunca fue tan personal. Supongo que no se toma bien el rechazo.”
-“¿Eso es todo lo que fue? ¿Lo rechazaste para una cita?”- preguntó Yates escépticamente.
-“No exactamente. Él se tiró un lance conmigo.”
-“¿Y tu... ?”
Ella miró fijamente directamente hacia delante, pero podía sentir sus mejillas calentándose otra vez.
-“Él fue... bueno, fue un lance bastante fuerte, si sabes lo que quiero decir, y parecía que no podía hacerle entender que no estaba interesada. Traté de ser cortés, pero no estaba resultando y él no me dejaba ir. Así que le dije que habría ido a trabajar a un zoológico si hubiera querido ser atrapada por un simio.”
Yates se rió entredientes.
-“No muy diplomático, pero efectivo.”
Eso no era todo lo que le había dicho a Adrian, pero pensó que ya había admitido demasiado. --“Se lo tomó personalmente.”
-“Ustedes dos tendrán que arreglárselas mientras dure el proyecto.”
-“Lo entiendo. No volveré sobre lo que ya pasó. Pero si el me atrapa otra vez,”- advirtió, -“no seré agradable.”
Yates palmeó su brazo.
-“Si él te atrapa, golpéalo en la cabeza con algo.”
Ella tenía toda la inteción de hacer eso.
Pasaron el resto del día verificando los sistemas de objetivos de las dos aeronaves, y todo parecía estar bien. Mientras el equipo de mantenimiento se arrastraba dentro, debajo, encima y alrededor de la bruñida y negra aeronave, la escena le recordó a ________ a Gulliver siendo rodeado por los Liliputienses. Cables y mangueras serpenteaban por todos lados, cruzando el suelo del hangar.
Adrian no habló con ella excepto sobre trabajo, y eso la satisfizo. Era bueno en lo que hacía, y mientras se restringiera a eso, ella no tendría problemas con él. Quizás el sermón de Yates le había causado alguna impresión.
Era tarde a la tarde cuando tuvieron los dos sistemas completamente verificados, y ________ estaba contenta de terminar el día. Pensamientos de una larga, fresca ducha llenaban su cabeza. Regresó a la oficina y no se molestó en cambiarse el overol, simplemente recogió sus ropas y verificó para tener la certeza de que todo estaba cerrado. La seguridad exigía que nada fuera dejado afuera sobre sus escritorios.
Cuando alcanzó sus habitaciones puso el aire acondicionado al máximo y se paró delante del frío aire por un minuto, suspirando con alivio. Había un beneficio en tener habitaciones pequeñas: se enfriaban rápidamente. Se consideraba afortunada de tener dos habitaciones, punto. La primera era una combinación de sala, comedor y cocina, lo que quería decir que un indescriptible sofa y una indescriptible silla haciendo juego, con una arañada mesa de café imitación madera, ocupaban una mitad de la habitación y la otra mitada estaba tomada por una diminuta cocina y una maltrecha mesa de fórmica con dos sillas. El color predominante parecía ser el verde institucional. La habitación tenía cerca de doce pies cuadrados y se abría directamente al dormitorio. El dormitorio y el baño combinados eran del mismo tamaño que la habitación delantera. Tenía una cama que se suponía que era doble, pero no llegaba a serlo, pero como dormía sola eso no importaba. Había una cómoda con cajones llena de cicatrices, un estrecho armario y un estrecho baño con apenas suficiente espacio para la fontanería esencial, y por eso solo había un pequeño cubículo de ducha en lugar de una bañera. Era habitable, pero no se podía imaginar a sí misma aficionándose alguna vez a esto.
Del lado bueno, una de las primeras cosas que había hecho había sido reemplazar las bombillas de luz del baño con unas nuevas con suficiente potencia para la aplicación de maquillaje. probablemente tenía el baño más luminoso de la base. Le gustaba bastante la idea.
Se tomó la larga, fresca ducha que se había prometido a sí misma, cerrando gradualmente el agua caliente mientras se acostumbraba a los escalofríos, hasta que el agua estuvo satisfactoriamente fría. Se sintió revivir mientras su sobrecalentada piel absorvía la humedad. No cerró las canillas hasta que estuvo temblando, luego se secó vigorosamente y se vistió con unos sueltos pantalones de algodón y una gran camiseta, las cuales se ajustaban perfectamente a su concepto de comodidad.
Ahora por la comida. Había decido desde el principo comer en sus habitaciones tanto como le fuera posible, por lo que había abastecido la minúscula cocina con unos pocos productos principales. Estaba parada frente a la puerta abierta del armario de la cocina estudiando su contenido y tratando de decidir cuál sería su comida cuando alguién llamó a la puerta.
-“¿Quién es?” -anunció.
-“Mackenzie.”
No tenía que identificarse por su nombre, pensó ella con irritación mientras andaba hacia la puerta y la abría. Todo lo que tenía que hacer era emitir algún sonido con aquella profunda voz.
Ella se estabilizó en la abertura y sintió el calor instalarse sobre ella como una sofocante manta.
-“¿Qué quiere?”- demandó.
Él no estaba vistiendo el uniforme, pero los flexibles jeans que le sentaban como un guante, las ajadas botas y la camiseta blanca eran extrañamente perturbadoras, aún cuando los inevitables anteojos de sol que todos los pilotos usaban ocultaban sus ojos. Eso no le gustaba; no quería saber cómo se veía cuando no estaba cumpliendo sus obligaciones.
Joe notó su desafiante posición y la ferocidad de su mirada. Evidentemente ella había decidido que su mejor curso de acción era simplemente comportarse como de costumbre. Él se alegraba; estar a su alrededor podía no ser cómodo, pero seguro como el infierno que era excitante, y no quería que eso cambiara.
-“Cena,” -dijo él.
Ella cruzó sus brazos.
-“No voy a alimentarlo.”
-“No, yo voy a alimentarte,” -dijo ligeramente. -“¿Recuerdas? Le dije a Daffy que estarías conmigo esta noche, y todos lo sabrán si no lo estás.”
Era un esfuerzo mantener su voz ligera y sus ojos sobre su rostro, porque era evidente que ella no llevaba sostén. La fina camiseta que estaba vistiendo revelaba claramente la forma de sus altos pechos y la los círculos más oscuros de sus pezones. Cada músculo de su gran cuerpo se tensó con creciente excitación.
-“Sólo una hamburguesa con queso,” -la engatuzó con la suave voz que frecuentemente usaba para calmar a las yeguas nerviosas. -“Ni siquiera tienes que cambiarte. Sólo deslízate en tus zapatos y saldremos de la base y encontraremos un lugar que venda hamburguesas.”
_________ dudó. El pensamiento de una hamburguesa con queso era tentador, puesto que había estado cerca de elegir entre dos clases de cereales fríos.
-“Muy bien,” -decidió súbitamente. -“Deme un minuto.”- Ella se echó dentro del dormitorio y se puso un par de sandalias, luego pasó un peine por su cabello. Su rostro recién lavado le devolvió la mirada desde el espejo, y reflexionó sobre si debía maquillarse, luego se encogió de hombros. Una hamburguesa con queso estaba esperando.
Justo antes de abandonar la habitación recordó que no llevaba sostén y apresuradamente se puso uno. No creía que él lo hubiera notado, pero era mejor jugar a lo seguro.
El no había entrado a sus habitaciones sino que aún estaba parado justo fuera de la puerta abierta. _________ puso la llave en la puerta y salió, cerró la puerta firmemente, luego probó el tirador para estar segura de que estaba bien cerrada. Satisfecha, dejó caer las llaves en su bolsillo.
Él manejaba una poderosa camioneta negra. _______ lo miró sorprendida cuando él abrió la puerta y ella trepó al asiento.
-“Nunca te hubiera imaginado como una persona dada a las camionetas,” -dijo mientras él deslizaba sus largas piernas tras el volante.
-“Crecí en un rancho de caballos en Wyoming,” -dijo él. -“He manejado camionetas toda mi vida. ¿Qué pensabas que conduciría?”
-“Algo bajo, rojo y llamativo.”
-“Guardo mi velocidad para el aire.”- Sus ojos azul-hielo la sacudieron. -“¿Qué conduces tú? Sé que lo que estás conduciendo ahora es un auto alquilado, ya que volaste hasta aquí, por lo que eso no cuenta.”
__________ se reclinó hacia atrás en el asiento. Decidió que le gustaba bastante sentarse en lo alto así podía ver, y se estaba sintiendo más comoda con cada minuto que pasaba. Quizás fuera la camioneta la que la hacía sentirse así; era un vehículo para nada absurdo. “¿Qué crees que manejo?”
-“Algo seguro y confiable.”
-“Oh.”
La única sílaba sonó un poco enfadada. Joe controló una sonrisa.
-“¿Estoy equivocado?”
-“Un poco.”
-“¿Entonces qué conduces?”
Ella volvió su cabeza a un lado y miró fijamente por la ventana. “
-Algo bajo, rojo y llamativo.”
Se había sublevado completamente contra comprar cualquier cosa tranquila y conservadora. Había querido poder y velocidad y manejo, y había pagado una pequeña fortuna para obtenerlo.
-“¿Cuán llamativo?” -preguntó él.
-“Un Corvette,” -dijo ella, y de repente rió entre dientes ante el contraste entre ellos.
Joe la miró nuevamente. No pudo evitarlo. Había vivido la vida de una completa intelectual, solitaria y socialmente torpe, pero el fuego en ella no podía ser ocultado. Se revelaba en el inconsciente atractivo sexual con el que se movía y vestía, la fiereza de su temperamento, el arriesgado auto que conducía. Estaba sentada tan decorosamente en el asiento de pasajero, pero su rostro estaba alzado hacia el caliente viento que soplaba a través de las ventanas bajas. Había un rastro de desenfreno en ella que lo intrigaba, y se movió inquieto para aliviar la opresión de sus jeans.
Fueron chequeados en la salida, y él dio vuelta la camioneta hacia el ocaso, resplandeciendo en rojo y oro frente a ellos. Ella no parecía sentir ninguna necesidad de continuar la conversación; Joe estaba cómodo con el silencio, también, así que dejo que éste continuara.
Caroline no podía dejar de mirarlo cada pocos minutos, a pesar de que entonces sacudiría su mirada contra el ocaso. La camiseta dejaba desnudos sus poderosos brazos, oscuramente tostados por el sol del desierto. Él tenía tantos músculos, era desconcertante. Ella sabía que los pilotos de combate hacían ejercicio regularmente, porque una densa masa muscular parecía ayudarlos a resistir los efectos de aplastantes Gs, pero su musculatura era de alguna forma diferente. Él era poderoso –de la forma en que una pantera o un lobo es poderoso- debido a una vida de trabajo usando su cuerpo. El sol delineaba su perfil en oro, revelando implacablemente su afilada estructura ósea, tan pura y feroz como el rostro de un antiguo guerrero tallado en una Moneda
-“Ahh. Un ego herido.”
-“Tendría más sentido si hubieramos estado involucrados y luego hubíeramos roto, pero nunca fue tan personal. Supongo que no se toma bien el rechazo.”
-“¿Eso es todo lo que fue? ¿Lo rechazaste para una cita?”- preguntó Yates escépticamente.
-“No exactamente. Él se tiró un lance conmigo.”
-“¿Y tu... ?”
Ella miró fijamente directamente hacia delante, pero podía sentir sus mejillas calentándose otra vez.
-“Él fue... bueno, fue un lance bastante fuerte, si sabes lo que quiero decir, y parecía que no podía hacerle entender que no estaba interesada. Traté de ser cortés, pero no estaba resultando y él no me dejaba ir. Así que le dije que habría ido a trabajar a un zoológico si hubiera querido ser atrapada por un simio.”
Yates se rió entredientes.
-“No muy diplomático, pero efectivo.”
Eso no era todo lo que le había dicho a Adrian, pero pensó que ya había admitido demasiado. --“Se lo tomó personalmente.”
-“Ustedes dos tendrán que arreglárselas mientras dure el proyecto.”
-“Lo entiendo. No volveré sobre lo que ya pasó. Pero si el me atrapa otra vez,”- advirtió, -“no seré agradable.”
Yates palmeó su brazo.
-“Si él te atrapa, golpéalo en la cabeza con algo.”
Ella tenía toda la inteción de hacer eso.
Pasaron el resto del día verificando los sistemas de objetivos de las dos aeronaves, y todo parecía estar bien. Mientras el equipo de mantenimiento se arrastraba dentro, debajo, encima y alrededor de la bruñida y negra aeronave, la escena le recordó a ________ a Gulliver siendo rodeado por los Liliputienses. Cables y mangueras serpenteaban por todos lados, cruzando el suelo del hangar.
Adrian no habló con ella excepto sobre trabajo, y eso la satisfizo. Era bueno en lo que hacía, y mientras se restringiera a eso, ella no tendría problemas con él. Quizás el sermón de Yates le había causado alguna impresión.
Era tarde a la tarde cuando tuvieron los dos sistemas completamente verificados, y ________ estaba contenta de terminar el día. Pensamientos de una larga, fresca ducha llenaban su cabeza. Regresó a la oficina y no se molestó en cambiarse el overol, simplemente recogió sus ropas y verificó para tener la certeza de que todo estaba cerrado. La seguridad exigía que nada fuera dejado afuera sobre sus escritorios.
Cuando alcanzó sus habitaciones puso el aire acondicionado al máximo y se paró delante del frío aire por un minuto, suspirando con alivio. Había un beneficio en tener habitaciones pequeñas: se enfriaban rápidamente. Se consideraba afortunada de tener dos habitaciones, punto. La primera era una combinación de sala, comedor y cocina, lo que quería decir que un indescriptible sofa y una indescriptible silla haciendo juego, con una arañada mesa de café imitación madera, ocupaban una mitad de la habitación y la otra mitada estaba tomada por una diminuta cocina y una maltrecha mesa de fórmica con dos sillas. El color predominante parecía ser el verde institucional. La habitación tenía cerca de doce pies cuadrados y se abría directamente al dormitorio. El dormitorio y el baño combinados eran del mismo tamaño que la habitación delantera. Tenía una cama que se suponía que era doble, pero no llegaba a serlo, pero como dormía sola eso no importaba. Había una cómoda con cajones llena de cicatrices, un estrecho armario y un estrecho baño con apenas suficiente espacio para la fontanería esencial, y por eso solo había un pequeño cubículo de ducha en lugar de una bañera. Era habitable, pero no se podía imaginar a sí misma aficionándose alguna vez a esto.
Del lado bueno, una de las primeras cosas que había hecho había sido reemplazar las bombillas de luz del baño con unas nuevas con suficiente potencia para la aplicación de maquillaje. probablemente tenía el baño más luminoso de la base. Le gustaba bastante la idea.
Se tomó la larga, fresca ducha que se había prometido a sí misma, cerrando gradualmente el agua caliente mientras se acostumbraba a los escalofríos, hasta que el agua estuvo satisfactoriamente fría. Se sintió revivir mientras su sobrecalentada piel absorvía la humedad. No cerró las canillas hasta que estuvo temblando, luego se secó vigorosamente y se vistió con unos sueltos pantalones de algodón y una gran camiseta, las cuales se ajustaban perfectamente a su concepto de comodidad.
Ahora por la comida. Había decido desde el principo comer en sus habitaciones tanto como le fuera posible, por lo que había abastecido la minúscula cocina con unos pocos productos principales. Estaba parada frente a la puerta abierta del armario de la cocina estudiando su contenido y tratando de decidir cuál sería su comida cuando alguién llamó a la puerta.
-“¿Quién es?” -anunció.
-“Mackenzie.”
No tenía que identificarse por su nombre, pensó ella con irritación mientras andaba hacia la puerta y la abría. Todo lo que tenía que hacer era emitir algún sonido con aquella profunda voz.
Ella se estabilizó en la abertura y sintió el calor instalarse sobre ella como una sofocante manta.
-“¿Qué quiere?”- demandó.
Él no estaba vistiendo el uniforme, pero los flexibles jeans que le sentaban como un guante, las ajadas botas y la camiseta blanca eran extrañamente perturbadoras, aún cuando los inevitables anteojos de sol que todos los pilotos usaban ocultaban sus ojos. Eso no le gustaba; no quería saber cómo se veía cuando no estaba cumpliendo sus obligaciones.
Joe notó su desafiante posición y la ferocidad de su mirada. Evidentemente ella había decidido que su mejor curso de acción era simplemente comportarse como de costumbre. Él se alegraba; estar a su alrededor podía no ser cómodo, pero seguro como el infierno que era excitante, y no quería que eso cambiara.
-“Cena,” -dijo él.
Ella cruzó sus brazos.
-“No voy a alimentarlo.”
-“No, yo voy a alimentarte,” -dijo ligeramente. -“¿Recuerdas? Le dije a Daffy que estarías conmigo esta noche, y todos lo sabrán si no lo estás.”
Era un esfuerzo mantener su voz ligera y sus ojos sobre su rostro, porque era evidente que ella no llevaba sostén. La fina camiseta que estaba vistiendo revelaba claramente la forma de sus altos pechos y la los círculos más oscuros de sus pezones. Cada músculo de su gran cuerpo se tensó con creciente excitación.
-“Sólo una hamburguesa con queso,” -la engatuzó con la suave voz que frecuentemente usaba para calmar a las yeguas nerviosas. -“Ni siquiera tienes que cambiarte. Sólo deslízate en tus zapatos y saldremos de la base y encontraremos un lugar que venda hamburguesas.”
_________ dudó. El pensamiento de una hamburguesa con queso era tentador, puesto que había estado cerca de elegir entre dos clases de cereales fríos.
-“Muy bien,” -decidió súbitamente. -“Deme un minuto.”- Ella se echó dentro del dormitorio y se puso un par de sandalias, luego pasó un peine por su cabello. Su rostro recién lavado le devolvió la mirada desde el espejo, y reflexionó sobre si debía maquillarse, luego se encogió de hombros. Una hamburguesa con queso estaba esperando.
Justo antes de abandonar la habitación recordó que no llevaba sostén y apresuradamente se puso uno. No creía que él lo hubiera notado, pero era mejor jugar a lo seguro.
El no había entrado a sus habitaciones sino que aún estaba parado justo fuera de la puerta abierta. _________ puso la llave en la puerta y salió, cerró la puerta firmemente, luego probó el tirador para estar segura de que estaba bien cerrada. Satisfecha, dejó caer las llaves en su bolsillo.
Él manejaba una poderosa camioneta negra. _______ lo miró sorprendida cuando él abrió la puerta y ella trepó al asiento.
-“Nunca te hubiera imaginado como una persona dada a las camionetas,” -dijo mientras él deslizaba sus largas piernas tras el volante.
-“Crecí en un rancho de caballos en Wyoming,” -dijo él. -“He manejado camionetas toda mi vida. ¿Qué pensabas que conduciría?”
-“Algo bajo, rojo y llamativo.”
-“Guardo mi velocidad para el aire.”- Sus ojos azul-hielo la sacudieron. -“¿Qué conduces tú? Sé que lo que estás conduciendo ahora es un auto alquilado, ya que volaste hasta aquí, por lo que eso no cuenta.”
__________ se reclinó hacia atrás en el asiento. Decidió que le gustaba bastante sentarse en lo alto así podía ver, y se estaba sintiendo más comoda con cada minuto que pasaba. Quizás fuera la camioneta la que la hacía sentirse así; era un vehículo para nada absurdo. “¿Qué crees que manejo?”
-“Algo seguro y confiable.”
-“Oh.”
La única sílaba sonó un poco enfadada. Joe controló una sonrisa.
-“¿Estoy equivocado?”
-“Un poco.”
-“¿Entonces qué conduces?”
Ella volvió su cabeza a un lado y miró fijamente por la ventana. “
-Algo bajo, rojo y llamativo.”
Se había sublevado completamente contra comprar cualquier cosa tranquila y conservadora. Había querido poder y velocidad y manejo, y había pagado una pequeña fortuna para obtenerlo.
-“¿Cuán llamativo?” -preguntó él.
-“Un Corvette,” -dijo ella, y de repente rió entre dientes ante el contraste entre ellos.
Joe la miró nuevamente. No pudo evitarlo. Había vivido la vida de una completa intelectual, solitaria y socialmente torpe, pero el fuego en ella no podía ser ocultado. Se revelaba en el inconsciente atractivo sexual con el que se movía y vestía, la fiereza de su temperamento, el arriesgado auto que conducía. Estaba sentada tan decorosamente en el asiento de pasajero, pero su rostro estaba alzado hacia el caliente viento que soplaba a través de las ventanas bajas. Había un rastro de desenfreno en ella que lo intrigaba, y se movió inquieto para aliviar la opresión de sus jeans.
Fueron chequeados en la salida, y él dio vuelta la camioneta hacia el ocaso, resplandeciendo en rojo y oro frente a ellos. Ella no parecía sentir ninguna necesidad de continuar la conversación; Joe estaba cómodo con el silencio, también, así que dejo que éste continuara.
Caroline no podía dejar de mirarlo cada pocos minutos, a pesar de que entonces sacudiría su mirada contra el ocaso. La camiseta dejaba desnudos sus poderosos brazos, oscuramente tostados por el sol del desierto. Él tenía tantos músculos, era desconcertante. Ella sabía que los pilotos de combate hacían ejercicio regularmente, porque una densa masa muscular parecía ayudarlos a resistir los efectos de aplastantes Gs, pero su musculatura era de alguna forma diferente. Él era poderoso –de la forma en que una pantera o un lobo es poderoso- debido a una vida de trabajo usando su cuerpo. El sol delineaba su perfil en oro, revelando implacablemente su afilada estructura ósea, tan pura y feroz como el rostro de un antiguo guerrero tallado en una Moneda
☎ Jimena Horan ♥
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
awww me encanta Joe es tan jdsklsdkhsdhs
y la llevo a cenar :¬w¬:
me encanta como son los dos
siguela!!!!!!!!
y la llevo a cenar :¬w¬:
me encanta como son los dos
siguela!!!!!!!!
aranzhitha
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
Me voy dooooooooos días, estoy sin compu 3 díaaaaaaas y entro y solo uuuuuuuuuun capitulo?????? Siento que voy a desfallecer (?
Porfaaaavor siguelaaaaaa!
La nove es hermosa, o por lo menos a mi yaa me encantaaa, siguela pronto!!
Porfaaaavor siguelaaaaaa!
La nove es hermosa, o por lo menos a mi yaa me encantaaa, siguela pronto!!
WhoIam13
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
me encanta
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
N.L.T.J.B.
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
αpítulσ 3, Pαяtє 3 • Lα мιѕιση мαѕ dulcε
Miró fijamente la fina nariz de puente alto, la ancha frente y los altos, cincelados pómulos. Su boca estaba casi brutalmente bien definida. El caliente viento examinaba cuidadosamente su grueso cabello negro, desordenando el corto corte militar, y su vista se nubló ante la perturbadora visión que la llenó de este hombre con su cabello largo y volando alrededor de sus anchos, desnudos hombros. Su corazón golpeó con una especie de doloroso pánico, y deslizó su mirada lejos de él nuevamente, pero eso no le hizo ningún bien. Aún podía verlo en su mente. Le tomó solo un minuto decidir que si fuera de la vista no iba a ser fuera de su mente, podía igualmente darse por vencida y dejar que sus ojos se dieran una fiesta.
Giró su cabeza hacia él, y su hambrienta mirada resbaló hacia abajo sobre su ancho, poderoso pecho hasta su plano estómago. Simplemente no podía detenerse, a pesar de que tampoco era lo suficientemente valiente para dejar que sus ojos descansaran en la bragueta de sus jeans, en cambio examinó rápidamente aquellas largas, musculosas piernas.
Ella dijo bruscamente,
-“¿No eres casi demasiado grande para caber en la cabina del piloto?”
Él quitó brevemente sus ojos del camimo para mirarla, a pesar de que los oscuros lentes le impedían leer su expresión. Ella deseó que se los quitara.
-“Es un espacio estrecho,” -replicó él, su voz baja y lenta y ronca. -“Pero siempre consigo meterme.”
La subyasente sexualidad de sus palabras la golpeó como un mazo. Ella era tristemente inexperta pero no ingenua, y no habia ningún error con respecto a su significado. Ahora se alegraba de que él tuviera puestos aquellos anteojos oscuros, porque no quería leer su expresión. Quería esconder su rostro en sus manos. Quería saltar fuera de la camioneta y correr todo el camino de regreso a la base y a la seguridad de sus habitaciones. ¿Había estado loca? Realmente había trepado a la camioneta con este hombre, y ahora aquí estaban, sola en el desierto de Nevada con el ocaso rápidamente escureciéndose a púrpura.
Luego recordó que era su propia reacción hacia él lo que la atemorizaba, no algo que él hubiera hecho, y se preguntó miserablemente si debería decirle que escapara ahora mientras aún podía. Por la forma en que había estado coqueteando con él, él probablemente se estaba preguntando si regresaría a la base con sus pantalones puestos, aunque considerando la notoria líbido de los pilotos en general y de los pilotos del ejército en particular, él podría no pelear muy duro. Quizás era el contraste que él presentaba lo que llegaba a ella de la forma en que ningún hombre le había llegado antes, la sensación de una intensa, ardiente sexualidad debajo de aquella indiferente lejanía. Y quizás, si tenía suerte, él no tenía idea del tumulto que se desarrollaba en su interior.
Joe se alegraba de la oscuridad de los lentes que protegían sus ojos del sol, porque ellos le permitían estudiarla sin que ella fuera consciente de ello. Se había puesto un sostén, maldición, pero el fino material restrictivo no podia ocultar totalmente las oscuras piedras de sus pezones. La pequeña querida estaba excitada –y agitada por eso; él podía sentir su tensión, verlo en el tenue estremesimiento de su cuerpo que su postura sosegada no podía controlar. Sus ojos volvieron a sus hinchados pezones, y sus manos se tensaron sobre el volante mientras inevitablemente comenzaba a pensar en tomar aquellos duros capullos dentro de su boca. Era tan bellamente sensible, y ni siquiera lo sabía. Si ella podía excitarse tanto por un travieso comentario, ¿cómo estaría cuando él realmente le estuviera haciendo el amor?
Ella no era la única que estaba excitada. Si miraba sus pezones una vez más, tendría que detener la camioneta a un lado del camino, y ella estaba lejos de estar lista para eso. Para evitar comenter una gran equivocación, no la miró otra vez hasta que habían alcanzado su hamburguesería favorita donde atendían los pedidos desde los autos, la cuál era solo lo suficientemente sórdido para ser interesante.
Estacionó junto a uno de los micrófonos y apagó el encendido, luego se quitó los lentes de sol y los puso sobre el tablero.
-“¿Qué quieres?”
Ella deseó que lo hubiera expresado de forma diferente. Se reclinó hacia abajo para poder leer el menú fijado sobre el micrófono y frunció el ceño mientras se forzaba a sí misma a concentrase en la comida. El celestial aroma de las hamburguesas fritas, cebollas y papas fritas llenaba el aire; ¿por qué la comida menos saludable siempre olía mejor?
-“Una hamburguesa con queso y un refresco grande.”
Él apretó el boton del micrófono, y cuando una metálica voz contestó, ordenó dos hamburguesas con queso. Luego medio se volvió hacia ________, sus anchos hombros apretados en la esquina de la camioneta, y dijo casualmente,
-“Voy a besarte cuando volvamos a la base.”
________ lo miró fijamente con los ojos dilatados, su corazón volviendo a su loco y aporreante ritmo nuevamente.
-“Quiero cebolla en mi hamburguesa. Montones de cebolla.”
-“No tienes que tener miedo de que vaya a atraparte,” -continuó como si ella no hubiera hablado. -“Solo va a ser un beso, fuera de tu puerta donde cualquier caminante pueda vernos, y alguno probablemente lo hará. Ni siquiera pondré mis brazos a tu alrededor si no quieres que lo haga.”
-“No quiero que me beses,”- dijo ella, retirándose a su propia esquina de la camioneta y mirándolo con fiereza a través de la extensión del asiento delantero.
-“Voy a hacerlo de todos modos. Es lo que se espera.”
-“No me importa qué es lo que esperan. Estuve de acuerdo en salir contigo esta noche porque esto parece ser un buen modo de mantener a todos los demás en línea, pero nunca acepté ningún beso.”
-“¿No te gusta besar?”
Ella lo miró tétricamente. La respuesta perfecta sería que sí, que a ella le gustaba besar, pero que no quería besarlo a él. La respuesta perfecta, de todos modos, era una pobre mentira, y por la forma en que su corazón palpitaba como el de una doncella victoriana ante la perspectiva de besarlo, no sería capaz de decirla con éxito. La mentira, encontró ella, parecía funcionarmejor cuando se ejecutaba con una segura cantidad de desapego.
Por otro lado, la verdad era la peor respuesta que podía darle. No, a ella no le habían gustado ninguno de los sucios besos a que la habían forzado en una forma de éxito-o-fracaso porque había estado peleando como un gato salvaje para evadirlos, pero el pensamiento de besarlo a él la mareaba, y temía que le gustaría demasiado.
Cuando ella no replicó él dijo con calma,
-“Cuando volvamos a tus habitaciones, abre tu puerta, luego vuélvete y tiendeme tu mano. Yo la tomaré, me reclinaré y te besaré. No será un beso largo, pero no puede ser un picotazo rápido, tampoco. ¿Tres segundos suena lo suficientemente largo para tí? Luego soltaré tu mano y te daré las buenas noches. En una base ocupada, cualquier número de personas nos verá, y se propagará la noticia de que no parecemos estar teniendo un apasionado amorío, pero que estamos definitivamente involucrados.”
Ella se aclaró la garganta.
-“¿Tres segundos?” -Aquello no sonaba muy largo. Seguramente se las podía arreglar para no avergonzarse a sí misma por tres segundos.
-“Sólo tres segundos,” -le reaseguró.
Miró fijamente la fina nariz de puente alto, la ancha frente y los altos, cincelados pómulos. Su boca estaba casi brutalmente bien definida. El caliente viento examinaba cuidadosamente su grueso cabello negro, desordenando el corto corte militar, y su vista se nubló ante la perturbadora visión que la llenó de este hombre con su cabello largo y volando alrededor de sus anchos, desnudos hombros. Su corazón golpeó con una especie de doloroso pánico, y deslizó su mirada lejos de él nuevamente, pero eso no le hizo ningún bien. Aún podía verlo en su mente. Le tomó solo un minuto decidir que si fuera de la vista no iba a ser fuera de su mente, podía igualmente darse por vencida y dejar que sus ojos se dieran una fiesta.
Giró su cabeza hacia él, y su hambrienta mirada resbaló hacia abajo sobre su ancho, poderoso pecho hasta su plano estómago. Simplemente no podía detenerse, a pesar de que tampoco era lo suficientemente valiente para dejar que sus ojos descansaran en la bragueta de sus jeans, en cambio examinó rápidamente aquellas largas, musculosas piernas.
Ella dijo bruscamente,
-“¿No eres casi demasiado grande para caber en la cabina del piloto?”
Él quitó brevemente sus ojos del camimo para mirarla, a pesar de que los oscuros lentes le impedían leer su expresión. Ella deseó que se los quitara.
-“Es un espacio estrecho,” -replicó él, su voz baja y lenta y ronca. -“Pero siempre consigo meterme.”
La subyasente sexualidad de sus palabras la golpeó como un mazo. Ella era tristemente inexperta pero no ingenua, y no habia ningún error con respecto a su significado. Ahora se alegraba de que él tuviera puestos aquellos anteojos oscuros, porque no quería leer su expresión. Quería esconder su rostro en sus manos. Quería saltar fuera de la camioneta y correr todo el camino de regreso a la base y a la seguridad de sus habitaciones. ¿Había estado loca? Realmente había trepado a la camioneta con este hombre, y ahora aquí estaban, sola en el desierto de Nevada con el ocaso rápidamente escureciéndose a púrpura.
Luego recordó que era su propia reacción hacia él lo que la atemorizaba, no algo que él hubiera hecho, y se preguntó miserablemente si debería decirle que escapara ahora mientras aún podía. Por la forma en que había estado coqueteando con él, él probablemente se estaba preguntando si regresaría a la base con sus pantalones puestos, aunque considerando la notoria líbido de los pilotos en general y de los pilotos del ejército en particular, él podría no pelear muy duro. Quizás era el contraste que él presentaba lo que llegaba a ella de la forma en que ningún hombre le había llegado antes, la sensación de una intensa, ardiente sexualidad debajo de aquella indiferente lejanía. Y quizás, si tenía suerte, él no tenía idea del tumulto que se desarrollaba en su interior.
Joe se alegraba de la oscuridad de los lentes que protegían sus ojos del sol, porque ellos le permitían estudiarla sin que ella fuera consciente de ello. Se había puesto un sostén, maldición, pero el fino material restrictivo no podia ocultar totalmente las oscuras piedras de sus pezones. La pequeña querida estaba excitada –y agitada por eso; él podía sentir su tensión, verlo en el tenue estremesimiento de su cuerpo que su postura sosegada no podía controlar. Sus ojos volvieron a sus hinchados pezones, y sus manos se tensaron sobre el volante mientras inevitablemente comenzaba a pensar en tomar aquellos duros capullos dentro de su boca. Era tan bellamente sensible, y ni siquiera lo sabía. Si ella podía excitarse tanto por un travieso comentario, ¿cómo estaría cuando él realmente le estuviera haciendo el amor?
Ella no era la única que estaba excitada. Si miraba sus pezones una vez más, tendría que detener la camioneta a un lado del camino, y ella estaba lejos de estar lista para eso. Para evitar comenter una gran equivocación, no la miró otra vez hasta que habían alcanzado su hamburguesería favorita donde atendían los pedidos desde los autos, la cuál era solo lo suficientemente sórdido para ser interesante.
Estacionó junto a uno de los micrófonos y apagó el encendido, luego se quitó los lentes de sol y los puso sobre el tablero.
-“¿Qué quieres?”
Ella deseó que lo hubiera expresado de forma diferente. Se reclinó hacia abajo para poder leer el menú fijado sobre el micrófono y frunció el ceño mientras se forzaba a sí misma a concentrase en la comida. El celestial aroma de las hamburguesas fritas, cebollas y papas fritas llenaba el aire; ¿por qué la comida menos saludable siempre olía mejor?
-“Una hamburguesa con queso y un refresco grande.”
Él apretó el boton del micrófono, y cuando una metálica voz contestó, ordenó dos hamburguesas con queso. Luego medio se volvió hacia ________, sus anchos hombros apretados en la esquina de la camioneta, y dijo casualmente,
-“Voy a besarte cuando volvamos a la base.”
________ lo miró fijamente con los ojos dilatados, su corazón volviendo a su loco y aporreante ritmo nuevamente.
-“Quiero cebolla en mi hamburguesa. Montones de cebolla.”
-“No tienes que tener miedo de que vaya a atraparte,” -continuó como si ella no hubiera hablado. -“Solo va a ser un beso, fuera de tu puerta donde cualquier caminante pueda vernos, y alguno probablemente lo hará. Ni siquiera pondré mis brazos a tu alrededor si no quieres que lo haga.”
-“No quiero que me beses,”- dijo ella, retirándose a su propia esquina de la camioneta y mirándolo con fiereza a través de la extensión del asiento delantero.
-“Voy a hacerlo de todos modos. Es lo que se espera.”
-“No me importa qué es lo que esperan. Estuve de acuerdo en salir contigo esta noche porque esto parece ser un buen modo de mantener a todos los demás en línea, pero nunca acepté ningún beso.”
-“¿No te gusta besar?”
Ella lo miró tétricamente. La respuesta perfecta sería que sí, que a ella le gustaba besar, pero que no quería besarlo a él. La respuesta perfecta, de todos modos, era una pobre mentira, y por la forma en que su corazón palpitaba como el de una doncella victoriana ante la perspectiva de besarlo, no sería capaz de decirla con éxito. La mentira, encontró ella, parecía funcionarmejor cuando se ejecutaba con una segura cantidad de desapego.
Por otro lado, la verdad era la peor respuesta que podía darle. No, a ella no le habían gustado ninguno de los sucios besos a que la habían forzado en una forma de éxito-o-fracaso porque había estado peleando como un gato salvaje para evadirlos, pero el pensamiento de besarlo a él la mareaba, y temía que le gustaría demasiado.
Cuando ella no replicó él dijo con calma,
-“Cuando volvamos a tus habitaciones, abre tu puerta, luego vuélvete y tiendeme tu mano. Yo la tomaré, me reclinaré y te besaré. No será un beso largo, pero no puede ser un picotazo rápido, tampoco. ¿Tres segundos suena lo suficientemente largo para tí? Luego soltaré tu mano y te daré las buenas noches. En una base ocupada, cualquier número de personas nos verá, y se propagará la noticia de que no parecemos estar teniendo un apasionado amorío, pero que estamos definitivamente involucrados.”
Ella se aclaró la garganta.
-“¿Tres segundos?” -Aquello no sonaba muy largo. Seguramente se las podía arreglar para no avergonzarse a sí misma por tres segundos.
-“Sólo tres segundos,” -le reaseguró.
☎ Jimena Horan ♥
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
awwww Joe me encanta :)
Y la rayiz es tan inocente :roll:
Me encanta
Siguela!!! Quiero mas!!!
Y la rayiz es tan inocente :roll:
Me encanta
Siguela!!! Quiero mas!!!
aranzhitha
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
ahahah
un beso de 3 segundo ah
seguro q durara mas con lo picaro q es joe
sigue ..............
un beso de 3 segundo ah
seguro q durara mas con lo picaro q es joe
sigue ..............
ElitzJb
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
jajja pobre rayis...pero seguro que va a querer mas de 3 segundos
siguelaaaaaaa
siguelaaaaaaa
Julieta♥
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
jajajajjajajajaajajjajajajaja me hace mucha gracias
tienes que seguirla!
tienes que seguirla!
fernanda
Re: •La Misión Mas Dulce• (Joe & Tu)
NUEVA LECTORA!!!! Siguela siguela siguela!!
me encanta :cheers:
Me llamo Susana pro me dicen Susi :D
me encanta :cheers:
Me llamo Susana pro me dicen Susi :D
GlodDeJonas
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