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Anelos prohibidos (Nick y tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 7 de 11. • 1, 2, 3 ... 6, 7, 8, 9, 10, 11
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Capítulo 9, parte final
—¿Por qué hacía eso?
—No lo sé. Sería agradable poder pensar que, simplemente, no le gustaban los niños, o que no sabía relacionarse con ellos, pero la desmedida alegría que experimentó cuando nació Tom contradijo esa posibilidad. En cualquier caso, lo cierto es que eso no me dejó marcado de por vida y hace tiempo que renuncié a tratar de entenderlo.
—Pero sigues volviendo aquí —murmuró _________—. Yo no sé si lo habría hecho.
—Vuelvo a causa de Alnburgh —dijo Nick con sencillez—. Puede que parezca una tontería, pero siento que el castillo forma parte de mi familia tanto como la gente que vive en él, y Ralph se ha ocupado de este de forma similar a la que se ha ocupado de sus hijos.
—¿Qué quieres decir?
—Todo o nada; es capaz de gastar cinco mil libras para poner nuevas cortinas en la sala de estar mientras el tejado se deteriora.
Sus miradas se encontraron. Nick dedicó a _________ su ya familiar breve y fría sonrisa, pero ella percibió un sombrío matiz en sus ojos. Experimentó una incontenible compasión por él. «Yo sé a qué se debe», habría querido decirle. «Sé por qué tu padre se ha comportado siempre de forma tan vil contigo, y no es culpa tuya».
El inesperado sonido del teléfono que había en la biblioteca le produjo un sobresalto. Nick se puso en pie para ir a contestar.
—Alnburgh.
_________ apoyó las manos en sus ardientes mejillas. Su corazón parecía estar galopando. Escuchó la voz de Nick como si llegara de muy lejos, aunque pudo deducir que estaba hablando con Tom.
—Eso está muy bien —dijo Nick en tono apagado. Tras una pausa, añadió—: Pregúntaselo tú mismo.
_________ fue incapaz de mirarlo a los ojos cuando le alcanzó el teléfono.
—Tengo buenas noticias, _________ —Tom parecía realmente contento—. Papá ha recuperado la consciencia. Aún está muy aturdido, pero habla, e incluso ha logrado sonreír a la bonita enfermera que lo atiende.
—¡Es maravilloso, Tom! —Dado lo que acababa de averiguar sobre Ralph Jonas, _________ tuvo que esforzarse para hablar con toda la calidez posible.
—Sí. El asunto es que ni mamá ni yo no queremos irnos mientras esté así, y me preguntaba si no te importaría mucho que no fuéramos a comer. ¿Estarás bien por tu cuenta?
—Por supuesto. No te preocupes por mí. Estaré perfectamente.
—Hay otro problema —añadió Tom en tono de disculpa—. Mamá ha dado el día libre a la señora Daniels.
_________ rió.
—Lo creas o no, algunos hemos evolucionado hasta el punto de no necesitar servicio. Y ahora, acude junto a Ralph y dale recuerdos de mi parte.
La sonrisa se desvaneció de su rostro en cuanto colgó.
—No van a venir —dijo, tratando de mostrarse despreocupada—. Tom solo quería saber si podríamos arreglárnoslas sin la señora Daniels, que tiene el día libre, porque sabe que no soy especialmente conocida por mis habilidades culinarias —rió nerviosamente—. ¿Dónde está el restaurante indio más cercano que sirva comida para llevar?
—En Hawksworth —dijo Nick—. Pero olvida lo de traer la comida. No sé tú, pero yo necesito salir de aquí. Vámonos.
—¿Por qué hacía eso?
—No lo sé. Sería agradable poder pensar que, simplemente, no le gustaban los niños, o que no sabía relacionarse con ellos, pero la desmedida alegría que experimentó cuando nació Tom contradijo esa posibilidad. En cualquier caso, lo cierto es que eso no me dejó marcado de por vida y hace tiempo que renuncié a tratar de entenderlo.
—Pero sigues volviendo aquí —murmuró _________—. Yo no sé si lo habría hecho.
—Vuelvo a causa de Alnburgh —dijo Nick con sencillez—. Puede que parezca una tontería, pero siento que el castillo forma parte de mi familia tanto como la gente que vive en él, y Ralph se ha ocupado de este de forma similar a la que se ha ocupado de sus hijos.
—¿Qué quieres decir?
—Todo o nada; es capaz de gastar cinco mil libras para poner nuevas cortinas en la sala de estar mientras el tejado se deteriora.
Sus miradas se encontraron. Nick dedicó a _________ su ya familiar breve y fría sonrisa, pero ella percibió un sombrío matiz en sus ojos. Experimentó una incontenible compasión por él. «Yo sé a qué se debe», habría querido decirle. «Sé por qué tu padre se ha comportado siempre de forma tan vil contigo, y no es culpa tuya».
El inesperado sonido del teléfono que había en la biblioteca le produjo un sobresalto. Nick se puso en pie para ir a contestar.
—Alnburgh.
_________ apoyó las manos en sus ardientes mejillas. Su corazón parecía estar galopando. Escuchó la voz de Nick como si llegara de muy lejos, aunque pudo deducir que estaba hablando con Tom.
—Eso está muy bien —dijo Nick en tono apagado. Tras una pausa, añadió—: Pregúntaselo tú mismo.
_________ fue incapaz de mirarlo a los ojos cuando le alcanzó el teléfono.
—Tengo buenas noticias, _________ —Tom parecía realmente contento—. Papá ha recuperado la consciencia. Aún está muy aturdido, pero habla, e incluso ha logrado sonreír a la bonita enfermera que lo atiende.
—¡Es maravilloso, Tom! —Dado lo que acababa de averiguar sobre Ralph Jonas, _________ tuvo que esforzarse para hablar con toda la calidez posible.
—Sí. El asunto es que ni mamá ni yo no queremos irnos mientras esté así, y me preguntaba si no te importaría mucho que no fuéramos a comer. ¿Estarás bien por tu cuenta?
—Por supuesto. No te preocupes por mí. Estaré perfectamente.
—Hay otro problema —añadió Tom en tono de disculpa—. Mamá ha dado el día libre a la señora Daniels.
_________ rió.
—Lo creas o no, algunos hemos evolucionado hasta el punto de no necesitar servicio. Y ahora, acude junto a Ralph y dale recuerdos de mi parte.
La sonrisa se desvaneció de su rostro en cuanto colgó.
—No van a venir —dijo, tratando de mostrarse despreocupada—. Tom solo quería saber si podríamos arreglárnoslas sin la señora Daniels, que tiene el día libre, porque sabe que no soy especialmente conocida por mis habilidades culinarias —rió nerviosamente—. ¿Dónde está el restaurante indio más cercano que sirva comida para llevar?
—En Hawksworth —dijo Nick—. Pero olvida lo de traer la comida. No sé tú, pero yo necesito salir de aquí. Vámonos.
Última edición por CariitoJonas15 el Dom 23 Sep 2012, 8:53 pm, editado 1 vez
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
oye Carito, te equivocaste de nove pusiste capi de la de seduccion de una princesa :)
aranzhitha
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
OOOOOOOOOOOOOOOOHHH!!!
ESTE ES EL CAPIS DE LA OTRA NOOOVEEEEE!!!!!
PERO DESCUIDA !!!
ESTE ES EL CAPIS DE LA OTRA NOOOVEEEEE!!!!!
PERO DESCUIDA !!!
chelis
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
aranzhitha escribió:oye Carito, te equivocaste de nove pusiste capi de la de seduccion de una princesa :)
UPs!!! perdooooon! sasjaksjakjskas xd altiro lo arreglo y les subo capi :D
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Capítulo 10
«No es una cita, no es una cita, no es una cita». _________ se miró en el espejo mientras se peinaba y se preguntaba qué ponerse. No tenía demasiado entre lo que elegir, y enseguida llegó a la conclusión de que lo único adecuado era el vestido de seda.
Experimentó una oleada de indudable nerviosismo y tuvo que sentarse en el borde de la cama. Estaba comportándose de una manera ridícula. Tan solo iba a salir a comer con Nick porque Tom no iba a volver, la señora Daniels no estaba, ni él ni ella sabían cocinar, y ambos llevaban demasiado tiempo encerrados en el castillo. No se trataba de una de aquellas citas que podían acabar en la cama, por fantástico que sintiera que podía ser acostarse con Nick Jonas.
«Basta», se dijo, enfadada consigo misma. Aquello no tenía nada que ver con el sexo. Hablar como lo habían hecho en la biblioteca había servido para aparcar sus diferencias, nada más. Nick se sentía lógicamente afectado por todo lo que estaba sucediendo y se había desahogado hablando Las manos le temblaban tanto que necesitó tres intentos para aplicarse adecuadamente el rímel. Después, tan solo tenía que ponerse el vestido. Tembló mientras deslizaba la gruesa seda roja por su cuerpo.
—No es una cita —murmuró una vez más, adoptando una severa expresión mientras se miraba en el espejo.
Pero sus ojos seguían brillando de excitación.
Nick dejó en la mesa de la biblioteca la carpeta con la correspondencia de Inland Revenue que había estado repasando y miró la hora en su reloj. Eran las siete de la tarde. Tan solo habían pasado tres minutos desde la última vez que había mirado la hora.
Se levantó y estiró su dolorida espalda, agradeciendo no tener un trabajo de oficinista. Se sentía entumecido, cansado e inquieto; frustrado por llevar todo el día en el interior rodeado de papeles. Eso era todo. No tenía nada que ver con el persistente deseo que tantas dificultades le había dado para concentrarse, ni con el hecho de que su mente no dejara de regresar al momento anterior a que sonara el teléfono.
El momento en que había estado a punto de volver a besar a _________. Pero en aquella ocasión no lo habría hecho para tratar de desenmascararla, sino solo porque lo deseaba. Porque lo necesitaba.
Dejó escapar un prolongado suspiro y se pasó las manos por el pelo.
¿Por qué diablos había sugerido que comieran fuera?
Estaba cuidando de _________ por Tom, eso era todo. Solo pretendía compensarla un poco por cómo habían ido las cosas y por haberla aburrido contándole su vida. Sobre todo por eso. No se trataba de ninguna cita.
Apagó las luces de la biblioteca y salió al vestíbulo. Acababa de cerrar la puerta a sus espaldas cuando un sonido de pasos le hizo volverse hacia la escalera. Al ver a _________ sintió que se quedaba sin aliento y tuvo que apretar los puños para no soltar una maldición.
Porque _________ estaba preciosa. Innegable y obviamente preciosa, y le iba a resultar imposible sentarse en un restaurante frente a ella sin ser consciente cada minuto de su belleza. Se había puesto un vestido de seda que moldeaba su cuerpo como una segunda piel, aunque tenía el cuello lo suficientemente alto como para resultar extrañamente recatado.
Cuando _________ se detuvo y lo miró con expresión insegura, Nick comprendió que estaba esperando su reacción.
Carraspeó y se frotó la barbilla.
—Tienes un aspecto, magnífico —dijo, casi con brusquedad. Había estado a punto de decir que estaba preciosa, pero aquello habría resultado demasiado íntimo.
—Sé que estoy demasiado arreglada —murmuró _________ a la vez que se volvía a medias, dispuesta a subir de nuevo—. No tenía otra cosa a mano, pero puedo ponerme los vaqueros y…
—No —la palabra surgió con más energía de la que pretendía Nick, y resonó en las paredes de piedra—. Así estás bien, y yo estoy muerto de hambre. ¿Nos vamos?
Llevó a _________ a un restaurante en Hawksworth. Semioculto en una placita cercana a la del mercado, tenía los techos bajos, el suelo de piedra y una gran chimenea en los dos comedores con que contaba.
—Tenías razón —dijo _________ animadamente mientras miraba el menú sin fijarse realmente en lo que veía—. Es agradable salir del castillo. Y también es agradable sentir calor.
Al reconocer a Nick, el maître los había llevado a una de las mejores mesas del restaurante, cercana a una de las chimeneas. A pesar de que ya había empezado a calentarse, _________ no lograba dejar de temblar.
—Así que Alnburgh no ha estado a la altura de lo que esperabas —comentó Nick mientras ojeaba la lista de vinos.
—Digamos que soy una gran aficionada a la calefacción central. Cuando era pequeña solía pensar que me daba igual dónde viviera mientras hiciera calor.
_________ lamentó de inmediato haber dicho aquello. Lo último que quería era hablar de su infancia. Más le valía no beber de más, o de lo contrario estaría sacando esqueletos del armario, y a Tom, para cuando llegaran a los postres.
—¿Y dónde vives? —preguntó Nick.
—En Crouch End —_________ se sentía ridículamente tímida cada vez que Nick la miraba—. Comparto un piso con una chica que se llama Jess. Al menos, lo compartía, porque me fui dos meses a rodar en París una película sobre la Resistencia y cuando volví, su novio se había trasladado al piso. Supongo que ha llegado el momento de buscar alguna otra cosa.
—¿Te vas a ir a vivir con Tom?
_________ negó la cabeza y tuvo que reprimir una sonrisa mientras imaginaba la reacción de Sergio si lo hiciera.
—Quiero mucho a Tom, pero no.
Se interrumpió cuando una joven camarera se acercó a la mesa a tomar nota de lo que querían. _________ tan solo recordaba un plato del menú, el lenguado con verduras, y fue lo que pidió. En cuanto la camarera se fue, el maître se acercó a servirles el vino.
Cuando volvieron a quedarse solos, Nick alzó su vaso y dijo:
—Sigue.
_________ se encogió de hombros y decidió hacerse la olvidadiza. Probablemente, Tom era el peor tema de conversación que podía elegir.
—Probablemente me dedique a buscar piso en cuanto regrese a Londres, a menos que decida esperar a saber si van a darme un papel en la película de vampiros, porque eso implicaría pasarse cuatro semanas rodando en Rumanía… —alzó su vaso de vino y tomó un gran sorbo para permanecer callada. El vaso era más grande de lo que pensaba y parte del vino se deslizó por su barbilla.
—¿Es un papel importante? —preguntó Nick, que parecía totalmente relajado. ¿Y por qué no iba a estarlo?, se preguntó _________, desesperada. Él no tenía un absurdo enamoramiento que ocultar, ni otras cosas.
—No. Intervengo en varias escenas, pero apenas digo nada, lo que resulta perfecto. Lo único negativo es el vestido que tengo que ponerme. Mi agente no deja de enviarme guiones con papeles más importantes, pero yo no quiero ir por ese camino. Ya soy lo suficientemente neurótica —consciente de que volvía a hablar más de la cuenta, tomó una de las aceitunas que les habían servido de aperitivo—. Me encanta lo que hago —continuó, más despacio—. Es divertido y no hay presión. No estoy preparada para nada especial, y empecé a actuar por casualidad, pero así puedo viajar, hacer cosas interesantes y, de paso, aprender otras.
La camarera se acercó a dejar sus platos en la mesa y enseguida se fue.
—¿Por ejemplo? —preguntó Nick.
_________ bajó la mirada, consciente de que tenía el estómago hecho un nudo y no iba a poder comer. De todos modos, tomó su tenedor.
—Veamos. Por ejemplo, tiro al arco. Uno nunca sabe cuándo va a tener que enfrentarse a un ejército invasor con tan solo arcos y flechas… especialmente en Alnburgh. Ordeñar una vaca. Bailes regionales. Respiración artificial.
Nick no ocultó su sorpresa al escuchar aquellos argumentos.
—¿Aprendiste esa técnica actuando?
—Trabajé en una serie de televisión sobre médicos —_________ adoptó un tono jocosamente altanero al añadir—: Me sorprende que no la recuerdes; fue la cima de mi carrera, al menos hasta que los guionistas decidieron matarme en lugar de dejar que me casara con el médico especialista.
La sonrisa de Nick fue repentina y devastadora. De pronto pareció mucho menos intimidante y muy, muy sexy.
—¿Y eso supuso una decepción?
—En realidad no. Ganaba buen dinero, pero suponía mucho compromiso.
—¿Casarte con el médico o seguir con la serie?
La grave voz de Nick pareció resonar en el interior de _________, especialmente en la región de su pelvis.
—Las dos cosas.
Regresaron al castillo en silencio. No había luna y la niebla hacía que la vista del castillo resultara extrañamente romántica. _________ llevaba las manos enlazadas en su regazo y se mantenía erguida y rígida, como si estuviera luchando contra las oleadas de vehemente deseo que rompían en su interior. Iluminado por la luz del salpicadero, el rostro de Nick parecía especialmente tenso y serio. _________ gimió interiormente mientras se preguntaba si se habría aburrido como una ostra.
—Gracias por una tarde encantadora —dijo cuando ya se hallaban de regreso en el castillo—. Parece un poco mal haberlo pasado tan bien mientras Tom y Tatiana están en el hospital. Espero que Ralph esté bien.
—Yo también, sobre todo teniendo en cuenta el caos que va a haber con las finanzas de Alnburgh si muere —dijo Nick con ironía mientras cerraba la puerta a sus espaldas—. Lo siento —añadió—. No pretendía que sonara así.
—Lo sé —_________ se detuvo ante él y alzó instintivamente la mano para acariciar su mejilla.
Nick se tensó y, por un momento, _________ temió haber metido la pata de nuevo. Pero entonces él la miró y, en el breve instante que transcurrió antes de que sus bocas se encontraran, _________ percibió en su mirada el mismo deseo y desesperación que ella sentía. Dejó escapar un gemido de alivio cuando los labios de Nick tocaron los suyos que se entreabrieron casi por propia voluntad cuando Nick tomó su rostro entre las manos. Fue como si estuviera haciendo algo que le dolía. El beso fue intenso y a la vez delicado, y la expresión de su rostro cuando se apartó, resignada, casi de derrota. Angustiada, _________ deslizó la mano tras su cuello y atrajo su cabeza hacia sí.
—¿_________? ¿Eres tú, querida?
—Tom —gimoteó _________.
Nick se apartó de ella como si hubiera recibido un golpe. Escucharon pasos acercándose al vestíbulo. Bajo la luz del techo, su rostro parecía labrado en hielo.
Impotente, _________ vio cómo se apartaba de ella. Luego alisó su falda, avanzó por el vestíbulo y rogó para que su voz no la delatara.
—Sí, soy yo. No esperábamos que volvieras tan. Se interrumpió cuando Tom apareció en el umbral. Tenía el rostro ligeramente hinchado y los ojos enrojecidos a causa del llanto.
—Oh, querido… —murmuró _________ mientras avanzaba rápidamente hacia él.
Tom alzó las manos en un gesto de impotencia.
—Ha muerto.
En un instante, _________ estaba junto a él. Lo abrazó y deslizó una mano por su pelo murmurando palabras de consuelo mientras él apoyaba el rostro en su hombro y rompía a sollozar. _________ vio que Nick se alejaba. Habría querido que se volviera, para poder mirarlo y hacerle comprender con la mirada.
Pero no lo hizo.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
aaaiii y tambien que ibaaaannn!!!
pobre de tom!!!!!..
pero tambien nick suuufriiraaaaa!!!
aaii siguela porfiiss
pobre de tom!!!!!..
pero tambien nick suuufriiraaaaa!!!
aaii siguela porfiiss
chelis
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Que feo que su padre no quisera a Nick
Y ahora a muerto y todos sufren
Siguela!!!!
Y ahora a muerto y todos sufren
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Capítulo 11, parte 1
Capítulo 11
Así, cuando aún no había transcurrido una semana. Y desde la celebración del cumpleaños de Ralph, tuvieron que hacerse los preparativos para su funeral. Nick regresó a Londres la mañana siguiente de la muerte de su padre. _________ no le vio irse y, aunque Thomas, el mayordomo, murmuró algo sobre una cita con el banco, no pudo evitar preguntarse con tristeza si se habría ido tan temprano para evitar verla.
El mal tiempo continuó, con nieve incluida. Las cañerías de un baño en desuso estallaron y el agua empapó el techo de uno de los rincones del vestíbulo. Thomas, que desde la muerte de Ralph Jonas parecía haber envejecido diez años, deambulaba por el castillo con impotencia, sustituyendo cubos.
Después de su encuentro en el vestíbulo, _________ no volvió a ver a Tom llorando, pero sin la ocupación diaria de acudir junto a la cama de Ralph, sin una esperanza a la que aferrarse, se fue desmoronando poco a poco. Le corroía el arrepentimiento por no haber tenido el valor de sincerarse con su padre sobre su sexualidad, y por saber que ya era demasiado tarde.
Los nervios de _________ tampoco mejoraron con las llamadas realizadas a horas intempestivas por un inseguro y solitario Sergio. Procuraba evitar que Tom se pusiera, pues aquel no era el momento más adecuado para que la verdad saliera a la luz, pero la farsa que estaban representando empezaba a parecer absurda, y la principal dificultad en la relación de Tom con Sergio no era su carácter homosexual, sino el hecho de que Sergio fuera una tremenda y egoísta prima donna. En las pocas ocasiones en que habían hablado, Tom había acabado emborrachándose. Aquel era otro asunto que preocupaba a _________. Cada vez resultaba más difícil ignorar que Tom estaba bebiendo demasiado.
Pero no había nadie con quien hablar. Tatiana apenas salía de su habitación, y _________ sentía que hablar con la señora Daniels o con Thomas supondría romper algún importante tabú social. Con quien realmente quería hablar era con Nick, pero, ¿qué le habría dicho si hubiera estado allí? A menos que estuviera dispuesta a revelar la verdad sobre su relación con Tom, cualquier preocupación que expresara sobre el bienestar de este solo serviría para que Nick pensara aún peor de ella. ¿Quién podía culpar a Tom por beber si su novia había estado a punto de meterse en la cama con su hermano mientras él hacía compañía a su moribundo padre?
Según fueron pasando los días fue echando más y más de menos a Nick. Incluso se encontró contando los días que faltaban para el funeral, pues sabía que entonces lo vería.
El día anterior al funeral, _________ se encontraba en lo alto de una escalera en el vestíbulo, limpiando las pistolas que se habían mojado debido a las goteras. Estaba contemplando el cañón de una, preguntándose si habría sido utilizada para algún duelo en el pasado, cuando Nick llegó al castillo. Parecía exhausto, y tuvo que reprimir el impulso de correr hacia él para abrazarlo.
—¿Habías considerado el suicidio antes, o es el hecho de estar aquí lo que te ha empujado a intentarlo dos veces en la última semana? —preguntó Nick con ironía mientras tomaba el montón de cartas acumuladas durante aquellos días en la mesa del vestíbulo.
_________ intentó reír, pero su risa surgió como una especie de graznido.
—Supongo que sí, porque antes me sentía perfectamente adaptada. ¿Qué tal ha ido tu viaje?
—Frustrante —contestó Nick sin dejar de mirar las cartas.
_________ apartó la mirada y siguió limpiando la pistola que sostenía con movimientos enérgicos.
—Supongo que volverás a Londres cuando termine el funeral, ¿no? —dijo Nick distraídamente.
—Oh —_________ se sintió repentinamente desorientada y un poco aturdida en lo alto de la escalera—. Sí, supongo que sí. En realidad no había pensado en ello. ¿Tú vas a pasar aquí una temporada?
—No. Voy a volver.
—¿A Londres?
Para no tener que mirar a Nick, _________ volvió a poner la pistola en su sitio, pero las manos le temblaban y se deslizó de sus dedos. Horrorizada, dejó escapar un grito, pero, antes de que llegara al suelo, Nick logró atraparla a la velocidad del rayo.
—Ten cuidado. Existe la posibilidad de que alguna de las pistolas del escudo esté cargada —dijo Nick mientras le devolvía la pistola—. No. No vuelvo a Londres. Vuelvo a mi unidad.
_________ sintió que se le encogía dolorosamente el corazón.
—¿Tan pronto?
—Aquí no tengo nada que hacer —sus miradas se encontraron y Nick sonrió con amargura—. Al menos allí hace mucho más calor —tomó una de las cartas de la mesa y la alzó—. De hecho, solo he venido por esta carta. Tengo una cita con el abogado de Ralph en Hawksworth, así que…
—Espera… —_________ saltó de la escalera, que era más alta de lo que había pensado, y acabó tambaleándose ante Nick, que tuvo que alargar una mano para sostenerla. La retiró de inmediato.
_________ sintió que le ardían las mejillas.
—La otra noche… —empezó a decir, incapaz de alzar la mirada—… solo quería que supieras que no fue un error. Sabía lo que estaba haciendo, y…
—¿Y se supone que eso mejora las cosas? —preguntó Nick con frialdad.
—Trato de explicártelo —dijo _________, desesperada—. No quiero que pienses que Tom y yo… no somos…
Los labios de Nick se curvaron en una sonrisa de desprecio.
—No te estoy culpando por lo que pasó; yo fui tan responsable como tú. Pero no creo que ninguno de los dos podamos simular que no estuvo mal —pasó junto a _________ en dirección a la puerta—. Como tú, no tengo demasiadas reglas irrompibles, pero hasta hace poco no era consciente de que una de ellas era no tocar a la mujer de tu hermano. Bajo ninguna circunstancia.
—Pero…
—Y, sobre todo, no por el hecho de que estés aburrida y disponible.
La crueldad de las palabras de Nick hizo que _________ se sintiera incapaz de responder. La puerta crujió cuando salió, dejando a su paso una ráfaga de viento helado.
Nick puso en marcha los limpiaparabrisas, que apenas pudieron con toda la nieve que estaba cayendo. Su viaje a Londres apenas había servido para aclarar la situación financiera y legal de Alnburgh, pero al menos le había dado cierta perspectiva sobre la situación con _________.
Pero al volver a verla todo se había ido al garete. No sabía si era su habilidad como actriz, su forma de mirarlo, o el hecho de que nada más verla en lo alto de la escalera había deseado tomarla allí mismo, contra la puerta, lo que le hacía desear creerla.
Detuvo el coche en la plaza del mercado y apagó el motor. Permaneció un momento sentado, mirando sin ver por la ventanilla. Desde que su madre lo abandonó cuando tenía seis años, había vivido sin amor. No confiaba en el amor, y había llegado a la conclusión de que no lo necesitaba. En lugar de ello había basado su vida en principios. Valores. Códigos morales. Eran estos los que impulsaban sus acciones, no los sentimientos. Y era a ellos a los que debía aferrarse.
Salió del coche y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria antes de encaminarse hacia las oficinas de Baines y Stanton.
Tras su reunión, Nick entró en el pub de la plaza. Tomó su primer whisky de un trago y pidió otro con el que fue a sentarse a una mesa en un rincón.
En la pared de enfrente había un grabado del castillo Alnburgh. Parecía exactamente el mismo de hacía cien años, pensó con desánimo. Nada había cambiado, excepto el hecho de que ya no tenía nada que ver con él… porque Ralph Jonas no era su padre.
Resultaba gracioso, pensó con el ceño fruncido varios whiskys después. Era un experto en localizar y desactivar bombas antes de que hicieran daño a alguien, y sin embargo, había sido totalmente ajeno a la bomba sin detonar que había en el centro de su propia vida.
Aquello lo explicaba todo. Explicaba por qué se había comportado Ralph de forma tan miserable con él mientras crecía, por qué se había negado siempre a hablar del futuro de las propiedades de la familia. Explicaba…
Frunció de nuevo el ceño, tratando de asimilar el hecho de que su madre lo hubiera abandonado con un hombre que no era su padre. Aquello también explicaba algunas cosas… pero lo cambiaba todo…
Todo.
Se levantó, con el pecho repentinamente oprimido, sin aliento. Terminó su whisky de un trago y salió del bar.
Envuelta en una toalla, aún húmeda tras el baño que acababa de tomar, _________ contempló con consternación las posibilidades que le ofrecía su vestuario para acudir al funeral. Irónicamente, su única opción era el vestido negro que había comprado para la fiesta de cumpleaños de Ralph. Si acortaba la falda y lo llevaba con su chaqueta de sport negra, podría valer.
Se secó rápidamente y se puso un grueso jersey gris de Tom para bajar por unas tijeras. Era tarde. Tatiana se había retirado a su dormitorio hacía varias horas, Thomas ya estaba en la casa del guarda y Tom se había ido a la cama hacía una hora.
Al encontrar todas las luces de abajo encendidas, dedujo que Nick aún no había llegado. Y a eran las doce de la noche, y le extrañó que no estuviera de vuelta. Había comentado algo sobre una cita con el abogado de Ralph, pero eso había sido hacía muchas horas.
De inmediato surgieron en su mente visiones de carreteras heladas y metales retorcidos que le produjeron una intensa angustia. Pero era ridículo que se preocupara así, se dijo mientras encendía la luz de las escaleras que llevaban a la cocina. Lo más probable era que hubiera encontrado alguna antigua amiga y estuviera en su casa.
La angustia que le produjo aquella posibilidad, mucho más realista que la primera, fue aún mayor.
Acababa de encontrar unas tijeras en la cocina cuando un ruido procedente del pasillo la sobresaltó. Era algo parecido al roce de un metal contra otro, como si alguien estuviera abriendo una vieja y herrumbrosa cerradura.
De pronto, la puerta del fondo del pasillo se abrió. La silueta de Nick apareció recortada contra la luz de la entrada. Se balanceaba ligeramente.
—¡Nick! —_________ dejó caer las tijeras y corrió hacia él, preocupada—. ¿Qué ha pasado, Nick? ¿Estás bien?
—Estoy bien —contestó él con aspereza. A la luz de la cocina, su rostro estaba pálido y sus labios casi blancos, pero sus ojos eran dos brillantes pozos de oscuridad.
—¿Dónde está el coche?
—En el pueblo. Aparcado frente al despacho del abogado. He venido andando.
—¿Por qué?
—Porque he bebido más de lo permitido para conducir.
Pero la bebida no le había servido para olvidar. En todo caso, los kilómetros que había recorrido hasta el castillo solo habían servido para agudizar sus sentidos y dar claridad a sus pensamientos, especialmente al que insistía en recordarle que los muros y torres del castillo contenían en su interior a _________. Su brillante pelo. Su sonrisa. Su irreverencia y humor. Su dulce y complaciente cuerpo.
—¿Qué ha pasado?
_________ estaba de pie ante él, temblando ligeramente. O, tal vez, tiritando de frío. Frunció el ceño mientras la miraba. Parecía vestir un largo jersey gris y nada más, excepto unos calcetines gruesos que hacían que sus largas y esbeltas piernas resultaran aún más deliciosas.
—¿Nick? —insistió _________ al ver que no le contestaba—. ¿Qué te ha dicho el abogado?
—Que Ralph no era mi padre.
Capítulo 11
Así, cuando aún no había transcurrido una semana. Y desde la celebración del cumpleaños de Ralph, tuvieron que hacerse los preparativos para su funeral. Nick regresó a Londres la mañana siguiente de la muerte de su padre. _________ no le vio irse y, aunque Thomas, el mayordomo, murmuró algo sobre una cita con el banco, no pudo evitar preguntarse con tristeza si se habría ido tan temprano para evitar verla.
El mal tiempo continuó, con nieve incluida. Las cañerías de un baño en desuso estallaron y el agua empapó el techo de uno de los rincones del vestíbulo. Thomas, que desde la muerte de Ralph Jonas parecía haber envejecido diez años, deambulaba por el castillo con impotencia, sustituyendo cubos.
Después de su encuentro en el vestíbulo, _________ no volvió a ver a Tom llorando, pero sin la ocupación diaria de acudir junto a la cama de Ralph, sin una esperanza a la que aferrarse, se fue desmoronando poco a poco. Le corroía el arrepentimiento por no haber tenido el valor de sincerarse con su padre sobre su sexualidad, y por saber que ya era demasiado tarde.
Los nervios de _________ tampoco mejoraron con las llamadas realizadas a horas intempestivas por un inseguro y solitario Sergio. Procuraba evitar que Tom se pusiera, pues aquel no era el momento más adecuado para que la verdad saliera a la luz, pero la farsa que estaban representando empezaba a parecer absurda, y la principal dificultad en la relación de Tom con Sergio no era su carácter homosexual, sino el hecho de que Sergio fuera una tremenda y egoísta prima donna. En las pocas ocasiones en que habían hablado, Tom había acabado emborrachándose. Aquel era otro asunto que preocupaba a _________. Cada vez resultaba más difícil ignorar que Tom estaba bebiendo demasiado.
Pero no había nadie con quien hablar. Tatiana apenas salía de su habitación, y _________ sentía que hablar con la señora Daniels o con Thomas supondría romper algún importante tabú social. Con quien realmente quería hablar era con Nick, pero, ¿qué le habría dicho si hubiera estado allí? A menos que estuviera dispuesta a revelar la verdad sobre su relación con Tom, cualquier preocupación que expresara sobre el bienestar de este solo serviría para que Nick pensara aún peor de ella. ¿Quién podía culpar a Tom por beber si su novia había estado a punto de meterse en la cama con su hermano mientras él hacía compañía a su moribundo padre?
Según fueron pasando los días fue echando más y más de menos a Nick. Incluso se encontró contando los días que faltaban para el funeral, pues sabía que entonces lo vería.
El día anterior al funeral, _________ se encontraba en lo alto de una escalera en el vestíbulo, limpiando las pistolas que se habían mojado debido a las goteras. Estaba contemplando el cañón de una, preguntándose si habría sido utilizada para algún duelo en el pasado, cuando Nick llegó al castillo. Parecía exhausto, y tuvo que reprimir el impulso de correr hacia él para abrazarlo.
—¿Habías considerado el suicidio antes, o es el hecho de estar aquí lo que te ha empujado a intentarlo dos veces en la última semana? —preguntó Nick con ironía mientras tomaba el montón de cartas acumuladas durante aquellos días en la mesa del vestíbulo.
_________ intentó reír, pero su risa surgió como una especie de graznido.
—Supongo que sí, porque antes me sentía perfectamente adaptada. ¿Qué tal ha ido tu viaje?
—Frustrante —contestó Nick sin dejar de mirar las cartas.
_________ apartó la mirada y siguió limpiando la pistola que sostenía con movimientos enérgicos.
—Supongo que volverás a Londres cuando termine el funeral, ¿no? —dijo Nick distraídamente.
—Oh —_________ se sintió repentinamente desorientada y un poco aturdida en lo alto de la escalera—. Sí, supongo que sí. En realidad no había pensado en ello. ¿Tú vas a pasar aquí una temporada?
—No. Voy a volver.
—¿A Londres?
Para no tener que mirar a Nick, _________ volvió a poner la pistola en su sitio, pero las manos le temblaban y se deslizó de sus dedos. Horrorizada, dejó escapar un grito, pero, antes de que llegara al suelo, Nick logró atraparla a la velocidad del rayo.
—Ten cuidado. Existe la posibilidad de que alguna de las pistolas del escudo esté cargada —dijo Nick mientras le devolvía la pistola—. No. No vuelvo a Londres. Vuelvo a mi unidad.
_________ sintió que se le encogía dolorosamente el corazón.
—¿Tan pronto?
—Aquí no tengo nada que hacer —sus miradas se encontraron y Nick sonrió con amargura—. Al menos allí hace mucho más calor —tomó una de las cartas de la mesa y la alzó—. De hecho, solo he venido por esta carta. Tengo una cita con el abogado de Ralph en Hawksworth, así que…
—Espera… —_________ saltó de la escalera, que era más alta de lo que había pensado, y acabó tambaleándose ante Nick, que tuvo que alargar una mano para sostenerla. La retiró de inmediato.
_________ sintió que le ardían las mejillas.
—La otra noche… —empezó a decir, incapaz de alzar la mirada—… solo quería que supieras que no fue un error. Sabía lo que estaba haciendo, y…
—¿Y se supone que eso mejora las cosas? —preguntó Nick con frialdad.
—Trato de explicártelo —dijo _________, desesperada—. No quiero que pienses que Tom y yo… no somos…
Los labios de Nick se curvaron en una sonrisa de desprecio.
—No te estoy culpando por lo que pasó; yo fui tan responsable como tú. Pero no creo que ninguno de los dos podamos simular que no estuvo mal —pasó junto a _________ en dirección a la puerta—. Como tú, no tengo demasiadas reglas irrompibles, pero hasta hace poco no era consciente de que una de ellas era no tocar a la mujer de tu hermano. Bajo ninguna circunstancia.
—Pero…
—Y, sobre todo, no por el hecho de que estés aburrida y disponible.
La crueldad de las palabras de Nick hizo que _________ se sintiera incapaz de responder. La puerta crujió cuando salió, dejando a su paso una ráfaga de viento helado.
Nick puso en marcha los limpiaparabrisas, que apenas pudieron con toda la nieve que estaba cayendo. Su viaje a Londres apenas había servido para aclarar la situación financiera y legal de Alnburgh, pero al menos le había dado cierta perspectiva sobre la situación con _________.
Pero al volver a verla todo se había ido al garete. No sabía si era su habilidad como actriz, su forma de mirarlo, o el hecho de que nada más verla en lo alto de la escalera había deseado tomarla allí mismo, contra la puerta, lo que le hacía desear creerla.
Detuvo el coche en la plaza del mercado y apagó el motor. Permaneció un momento sentado, mirando sin ver por la ventanilla. Desde que su madre lo abandonó cuando tenía seis años, había vivido sin amor. No confiaba en el amor, y había llegado a la conclusión de que no lo necesitaba. En lugar de ello había basado su vida en principios. Valores. Códigos morales. Eran estos los que impulsaban sus acciones, no los sentimientos. Y era a ellos a los que debía aferrarse.
Salió del coche y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria antes de encaminarse hacia las oficinas de Baines y Stanton.
Tras su reunión, Nick entró en el pub de la plaza. Tomó su primer whisky de un trago y pidió otro con el que fue a sentarse a una mesa en un rincón.
En la pared de enfrente había un grabado del castillo Alnburgh. Parecía exactamente el mismo de hacía cien años, pensó con desánimo. Nada había cambiado, excepto el hecho de que ya no tenía nada que ver con él… porque Ralph Jonas no era su padre.
Resultaba gracioso, pensó con el ceño fruncido varios whiskys después. Era un experto en localizar y desactivar bombas antes de que hicieran daño a alguien, y sin embargo, había sido totalmente ajeno a la bomba sin detonar que había en el centro de su propia vida.
Aquello lo explicaba todo. Explicaba por qué se había comportado Ralph de forma tan miserable con él mientras crecía, por qué se había negado siempre a hablar del futuro de las propiedades de la familia. Explicaba…
Frunció de nuevo el ceño, tratando de asimilar el hecho de que su madre lo hubiera abandonado con un hombre que no era su padre. Aquello también explicaba algunas cosas… pero lo cambiaba todo…
Todo.
Se levantó, con el pecho repentinamente oprimido, sin aliento. Terminó su whisky de un trago y salió del bar.
Envuelta en una toalla, aún húmeda tras el baño que acababa de tomar, _________ contempló con consternación las posibilidades que le ofrecía su vestuario para acudir al funeral. Irónicamente, su única opción era el vestido negro que había comprado para la fiesta de cumpleaños de Ralph. Si acortaba la falda y lo llevaba con su chaqueta de sport negra, podría valer.
Se secó rápidamente y se puso un grueso jersey gris de Tom para bajar por unas tijeras. Era tarde. Tatiana se había retirado a su dormitorio hacía varias horas, Thomas ya estaba en la casa del guarda y Tom se había ido a la cama hacía una hora.
Al encontrar todas las luces de abajo encendidas, dedujo que Nick aún no había llegado. Y a eran las doce de la noche, y le extrañó que no estuviera de vuelta. Había comentado algo sobre una cita con el abogado de Ralph, pero eso había sido hacía muchas horas.
De inmediato surgieron en su mente visiones de carreteras heladas y metales retorcidos que le produjeron una intensa angustia. Pero era ridículo que se preocupara así, se dijo mientras encendía la luz de las escaleras que llevaban a la cocina. Lo más probable era que hubiera encontrado alguna antigua amiga y estuviera en su casa.
La angustia que le produjo aquella posibilidad, mucho más realista que la primera, fue aún mayor.
Acababa de encontrar unas tijeras en la cocina cuando un ruido procedente del pasillo la sobresaltó. Era algo parecido al roce de un metal contra otro, como si alguien estuviera abriendo una vieja y herrumbrosa cerradura.
De pronto, la puerta del fondo del pasillo se abrió. La silueta de Nick apareció recortada contra la luz de la entrada. Se balanceaba ligeramente.
—¡Nick! —_________ dejó caer las tijeras y corrió hacia él, preocupada—. ¿Qué ha pasado, Nick? ¿Estás bien?
—Estoy bien —contestó él con aspereza. A la luz de la cocina, su rostro estaba pálido y sus labios casi blancos, pero sus ojos eran dos brillantes pozos de oscuridad.
—¿Dónde está el coche?
—En el pueblo. Aparcado frente al despacho del abogado. He venido andando.
—¿Por qué?
—Porque he bebido más de lo permitido para conducir.
Pero la bebida no le había servido para olvidar. En todo caso, los kilómetros que había recorrido hasta el castillo solo habían servido para agudizar sus sentidos y dar claridad a sus pensamientos, especialmente al que insistía en recordarle que los muros y torres del castillo contenían en su interior a _________. Su brillante pelo. Su sonrisa. Su irreverencia y humor. Su dulce y complaciente cuerpo.
—¿Qué ha pasado?
_________ estaba de pie ante él, temblando ligeramente. O, tal vez, tiritando de frío. Frunció el ceño mientras la miraba. Parecía vestir un largo jersey gris y nada más, excepto unos calcetines gruesos que hacían que sus largas y esbeltas piernas resultaran aún más deliciosas.
—¿Nick? —insistió _________ al ver que no le contestaba—. ¿Qué te ha dicho el abogado?
—Que Ralph no era mi padre.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
que mal la forma en como se entero Nick de la verdad :(
Siguela!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
BUUUEENOOO ES MUUUYY DURO POR LO QUE PASA NIIICCKK!!!
PERO ESO NO LE DA DEREEECHOOO A TRATAAAR ASIII AAAA _____!!!!!!
Y AAIII DECUUUBRIOOO QUE NO ES SUUU PAAADREEEEE!!!
QUE HARAAAA AHOOORAAAA!!!
PERO ESO NO LE DA DEREEECHOOO A TRATAAAR ASIII AAAA _____!!!!!!
Y AAIII DECUUUBRIOOO QUE NO ES SUUU PAAADREEEEE!!!
QUE HARAAAA AHOOORAAAA!!!
chelis
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Nick escuchó su propia voz al decir aquello. Era una voz dura, áspera y, tal vez un tanto amarga. Pero él no quería sentirse amargado.
—Oh, Nick.
—Nada de esto es mío —dijo él a la vez que miraba a su alrededor como si estuviera viéndolo todo por primera vez—. Supongo que todo pertenece a Tom. El castillo, los terrenos, el título.
Los ojos de _________ se humedecieron y reflejaron su compasión, su comprensión.
—Yo no —su voz surgió cargada de emoción cuando dio un paso hacia él—. Quiero que sepas que no pertenezco a Tom. No pertenezco a nadie.
—Y yo ya no tengo un hermano.
Se miraron unos momentos sin decir nada. Entonces, Nick tomó a _________ de la mano y la atrajo hacia sí, cediendo a la implacable avalancha de deseo que había asediado sus defensas desde que se había sentado frente a él en el tren.
Subieron las escaleras juntos, deteniéndose en el descansillo para buscar anhelantes sus bocas. El rostro de Nick parecía helado bajo las manos de _________, que lo besó como si pudiera transmitirle el calor de su deseo. Su boca sabía a whisky y, cuando deslizó las manos bajo su jersey, _________ dejó escapar un gritito a causa del contraste entre el frío que experimentó en sus pechos y el ardiente calor que recorría sus venas.
—Oh, _________.
—Vamos.
_________ tiró de él, pero, al llegar a lo alto de la escalera, desorientada por el deseo, giró a la derecha en lugar de a la izquierda. Al darse cuenta de su error se detuvo, pero, antes de que pudiera decir nada, Nick tomó su rostro entre las manos y no paró de besarla hasta que le dio igual dónde estuvieran, al menos mientras pudiera sentirlo dentro pronto.
Sus caderas lo buscaron tenazmente, hasta que pudo sentir la firmeza de su erección bajo los pantalones.
—Mi cuarto está en la otra dirección —murmuró.
—Hay muchos más cuartos —respondió Nick, que, sin apartar los labios de ella, alargó la mano hacia el pomo de la puerta más cercana.
Unos instantes después avanzó con _________ en brazos hasta la cama. La dejó de rodillas sobre esta y permaneció de pie ante ella.
A pesar de que la habitación estaba helada, _________ tembló de deseo. Se quedó sin aliento mientras contemplaba el pálido rostro de Nick, el alivio de su expresión, la intensidad de su negra mirada.
Alzó las manos para desabrocharle los botones de la camisa. Él cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, y _________ vio cómo se tensaban los músculos de su mandíbula mientras se esforzaba por mantener el control.
Pero aquella era una batalla que no le iba a dejar ganar.
Deslizó con cuidado las manos bajo su camisa abierta y sintió cómo se estremecía de deseo. Su piel aún estaba fría. Una intensa ternura se adueñó de ella, confiriendo a su deseo una intensidad que casi la asustó. Se sentía como si estuviera bailando, descalza y libre, pero al borde de un precipicio. Terminó de quitarle la camisa y luego se liberó rápidamente de su jersey. Despacio, lo rodeó con los brazos y presionó su cuerpo cálido y desnudo contra él a la vez que le besaba la boca, los pómulos, los ojos, la mandíbula. Cuando Nick la tumbó sobre la cama, sintió los fuertes latidos de su corazón contra sus pechos.
Nick terminó de quitarse rápidamente los pantalones y la realidad se transformó en una bruma de ensueño en la que _________ solo era consciente de sus pieles unidas, del aliento de Nick en su oído, de sus ardientes labios. Mantuvo los ojos fijos en los de él, sumergiéndose en su profundidad mientras él iba descubriendo su cuerpo con las manos bajo la sábana.
Con cada caricia de sus manos, con cada roce de sus dedos, se estaba descubriendo a sí misma. El sexo era algo con lo que se sentía cómoda. Sabía lo que estaba haciendo y disfrutaba de ello. Era divertido.
Pero aquello era tan distinto a lo que había sentido hasta entonces. Aquello no era divertido. Era esencial. Cuando Nick la penetró, profunda y lentamente, _________ no supo si la intensa y poderosa sensación que se adueñó de ella fue más parecida a morir, o a volver a nacer.
Su grito de deseo quedó suspendido en el gélido aire de la habitación.
_________ no había experimentado nunca algo tan perfecto. Permanecieron muy quietos unos instantes, adaptándose a la nueva dicha de estar unidos y, cuando _________ miró a Nick a los ojos, deseó que aquello durara para siempre.
Pero era imposible. Su cuerpo ya estaba pidiendo más, y sus caderas empezaron a moverse por voluntad propia para adaptarse al ritmo de los movimientos de Nick. Cuando este deslizó un pulgar por sus labios, ella lo tomó entre sus dientes mientras él utilizaba la otra mano para acariciarle el clítoris a la vez que la penetraba.
La cama en la que estaban era demasiado fuerte como para crujir mientras sus cuerpos se movían. _________ no quería dejar de mirar a Nick. Quería conservar para siempre la imagen de su rostro perfecto mientras se sumergía en el mar de sensaciones más intensas que había experimentado nunca. Se sentía tan unida a él que apenas sabía dónde empezaba el cuerpo de uno y dónde acababa el del otro.
Cuando su dulce grito de liberación hizo añicos la quietud reinante en el dormitorio, sintió que todo lo que había creído y pensado hasta entonces se transformaba en cenizas y polvo.
Nick dormía.
No se sabía si era por el whisky, por la larga caminata hasta el castillo, o por el increíble orgasmo que había experimentado, pero, por primera vez en muchos años, durmió como los ángeles.
Despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por los altos ventanales del dormitorio. _________ dormía entre sus brazos, con la espalda pegada contra su pecho y su delicioso y cálido trasero contra sus muslos.
O, más específicamente, contra su erección.
Pero no tardó en experimentar una sensación de remordimiento que disolvió la sensación de plenitud con que había despertado y le hizo mirar de frente a la realidad. Cerró los ojos, pues no quería ver aquella realidad, ni a _________, cuya brillante belleza adquiría una calidad etérea mientras dormía. Como medio para alejar la rabia, el dolor y la conmoción que había supuesto su descubrimiento, la noche anterior había sido perfecta. Pero solo había sido una noche, y no podía volver a repetirse.
_________ se movió entre sus brazos y volvió a presionar su cuerpo contra él. Nick reprimió un gemido mientras su mente se veía abrumada por los recuerdos de la noche anterior. Sabía que no iba a olvidarlos en mucho tiempo, lo que podía suponer un gran inconveniente en las noches que se avecinaban, cuando estuviera solo en su estrecho camastro, separado del resto de sus hombres por una simple tela.
Salió cuidadosamente de la cama y se vistió rápidamente. La luz del sol daba cierta ilusión de calor, pero lo cierto era que la habitación estaba helada. Apretando los dientes para que no le castañetearan, deslizó los brazos bajo el cuerpo de _________ y le tomó en brazos. Ella suspiró, pero en lugar de despertar, se acurrucó plácidamente contra su pecho. Nick tuvo que reprimir una sonrisa al recordar la velocidad con que se quedó dormida en el tren la noche que la conoció. Pero cuando volvió a mirarla mientras la llevaba por el pasillo hacia su dormitorio dejó de sonreír. _________ no se parecía a ninguna de las mujeres que había conocido hasta entonces. Había surgido de la nada, desafiante, evasiva, contradictoria, y, de algún modo, había logrado introducirse bajo sus defensas.
¿Cómo lo había hecho?
Empujó con un hombro la puerta del dormitorio de _________ y fue hasta la cama, donde la dejó cuidadosamente. Mientras la arropaba, ella abrió los ojos y sus labios se curvaron en una adormecida sonrisa a la vez que alzaba una mano para acariciarle la mejilla.
—Hace frío sin ti —murmuró—. Vuelve a la cama.
—No puedo —dijo Nick a la vez que la tomaba con delicadeza de la mano para evitar que siguiera acariciándolo—. Ya ha amanecido.
_________ se tumbó de espaldas y suspiró.
—Te refieres a que todo ha acabado.
—Así tiene que ser. No podemos cambiar lo que hicimos anoche, pero tampoco podemos repetirlo. Solo tenemos que superar este día sin dar a Tom ningún motivo para sospechar.
_________ cerró un momento los ojos.
—De acuerdo —susurró.
Nick no esperaba aquella resignación, y su sentimiento de culpabilidad se intensificó. ¿Por qué le estaba haciendo sentir como si aquello fuera culpa suya? La noche anterior ambos se habían comportado de un modo irresponsable, pero tan solo había sido la conclusión lógica de todo lo que había sucedido entre ellos desde el momento en que se habían conocido. De alguna manera había resultado inevitable, aunque también prohibido.
Se volvió para encaminarse hacia la puerta, pero antes de salir preguntó con voz cansada:
—¿Qué esperabas, _________?
Ella le dedicó una sonrisa de infinita tristeza.
—Nada —murmuró—. Nada.
Cuando Nick salió de la habitación, las lágrimas empezaron a rodar imparables por sus mejillas. Nick se había acostado con ella porque por fin había logrado encontrar una cláusula de escape en su libro de normas éticas. Ya que Tom no era su hermano, no tenía ninguna obligación ética hacia él.
Pero, ¿y ella? La noche anterior creía haberle dejado claro sin necesidad de deletrearlo que no estaba traicionando a Tom por acostarse con él.
Al parecer, Nick no la había entendido.
Pero ella no había esperado promesas. No había esperado declaraciones de amor eterno. Solo habría querido que Nick confiara en ella.
—Oh, Nick.
—Nada de esto es mío —dijo él a la vez que miraba a su alrededor como si estuviera viéndolo todo por primera vez—. Supongo que todo pertenece a Tom. El castillo, los terrenos, el título.
Los ojos de _________ se humedecieron y reflejaron su compasión, su comprensión.
—Yo no —su voz surgió cargada de emoción cuando dio un paso hacia él—. Quiero que sepas que no pertenezco a Tom. No pertenezco a nadie.
—Y yo ya no tengo un hermano.
Se miraron unos momentos sin decir nada. Entonces, Nick tomó a _________ de la mano y la atrajo hacia sí, cediendo a la implacable avalancha de deseo que había asediado sus defensas desde que se había sentado frente a él en el tren.
Subieron las escaleras juntos, deteniéndose en el descansillo para buscar anhelantes sus bocas. El rostro de Nick parecía helado bajo las manos de _________, que lo besó como si pudiera transmitirle el calor de su deseo. Su boca sabía a whisky y, cuando deslizó las manos bajo su jersey, _________ dejó escapar un gritito a causa del contraste entre el frío que experimentó en sus pechos y el ardiente calor que recorría sus venas.
—Oh, _________.
—Vamos.
_________ tiró de él, pero, al llegar a lo alto de la escalera, desorientada por el deseo, giró a la derecha en lugar de a la izquierda. Al darse cuenta de su error se detuvo, pero, antes de que pudiera decir nada, Nick tomó su rostro entre las manos y no paró de besarla hasta que le dio igual dónde estuvieran, al menos mientras pudiera sentirlo dentro pronto.
Sus caderas lo buscaron tenazmente, hasta que pudo sentir la firmeza de su erección bajo los pantalones.
—Mi cuarto está en la otra dirección —murmuró.
—Hay muchos más cuartos —respondió Nick, que, sin apartar los labios de ella, alargó la mano hacia el pomo de la puerta más cercana.
Unos instantes después avanzó con _________ en brazos hasta la cama. La dejó de rodillas sobre esta y permaneció de pie ante ella.
A pesar de que la habitación estaba helada, _________ tembló de deseo. Se quedó sin aliento mientras contemplaba el pálido rostro de Nick, el alivio de su expresión, la intensidad de su negra mirada.
Alzó las manos para desabrocharle los botones de la camisa. Él cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, y _________ vio cómo se tensaban los músculos de su mandíbula mientras se esforzaba por mantener el control.
Pero aquella era una batalla que no le iba a dejar ganar.
Deslizó con cuidado las manos bajo su camisa abierta y sintió cómo se estremecía de deseo. Su piel aún estaba fría. Una intensa ternura se adueñó de ella, confiriendo a su deseo una intensidad que casi la asustó. Se sentía como si estuviera bailando, descalza y libre, pero al borde de un precipicio. Terminó de quitarle la camisa y luego se liberó rápidamente de su jersey. Despacio, lo rodeó con los brazos y presionó su cuerpo cálido y desnudo contra él a la vez que le besaba la boca, los pómulos, los ojos, la mandíbula. Cuando Nick la tumbó sobre la cama, sintió los fuertes latidos de su corazón contra sus pechos.
Nick terminó de quitarse rápidamente los pantalones y la realidad se transformó en una bruma de ensueño en la que _________ solo era consciente de sus pieles unidas, del aliento de Nick en su oído, de sus ardientes labios. Mantuvo los ojos fijos en los de él, sumergiéndose en su profundidad mientras él iba descubriendo su cuerpo con las manos bajo la sábana.
Con cada caricia de sus manos, con cada roce de sus dedos, se estaba descubriendo a sí misma. El sexo era algo con lo que se sentía cómoda. Sabía lo que estaba haciendo y disfrutaba de ello. Era divertido.
Pero aquello era tan distinto a lo que había sentido hasta entonces. Aquello no era divertido. Era esencial. Cuando Nick la penetró, profunda y lentamente, _________ no supo si la intensa y poderosa sensación que se adueñó de ella fue más parecida a morir, o a volver a nacer.
Su grito de deseo quedó suspendido en el gélido aire de la habitación.
_________ no había experimentado nunca algo tan perfecto. Permanecieron muy quietos unos instantes, adaptándose a la nueva dicha de estar unidos y, cuando _________ miró a Nick a los ojos, deseó que aquello durara para siempre.
Pero era imposible. Su cuerpo ya estaba pidiendo más, y sus caderas empezaron a moverse por voluntad propia para adaptarse al ritmo de los movimientos de Nick. Cuando este deslizó un pulgar por sus labios, ella lo tomó entre sus dientes mientras él utilizaba la otra mano para acariciarle el clítoris a la vez que la penetraba.
La cama en la que estaban era demasiado fuerte como para crujir mientras sus cuerpos se movían. _________ no quería dejar de mirar a Nick. Quería conservar para siempre la imagen de su rostro perfecto mientras se sumergía en el mar de sensaciones más intensas que había experimentado nunca. Se sentía tan unida a él que apenas sabía dónde empezaba el cuerpo de uno y dónde acababa el del otro.
Cuando su dulce grito de liberación hizo añicos la quietud reinante en el dormitorio, sintió que todo lo que había creído y pensado hasta entonces se transformaba en cenizas y polvo.
Nick dormía.
No se sabía si era por el whisky, por la larga caminata hasta el castillo, o por el increíble orgasmo que había experimentado, pero, por primera vez en muchos años, durmió como los ángeles.
Despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por los altos ventanales del dormitorio. _________ dormía entre sus brazos, con la espalda pegada contra su pecho y su delicioso y cálido trasero contra sus muslos.
O, más específicamente, contra su erección.
Pero no tardó en experimentar una sensación de remordimiento que disolvió la sensación de plenitud con que había despertado y le hizo mirar de frente a la realidad. Cerró los ojos, pues no quería ver aquella realidad, ni a _________, cuya brillante belleza adquiría una calidad etérea mientras dormía. Como medio para alejar la rabia, el dolor y la conmoción que había supuesto su descubrimiento, la noche anterior había sido perfecta. Pero solo había sido una noche, y no podía volver a repetirse.
_________ se movió entre sus brazos y volvió a presionar su cuerpo contra él. Nick reprimió un gemido mientras su mente se veía abrumada por los recuerdos de la noche anterior. Sabía que no iba a olvidarlos en mucho tiempo, lo que podía suponer un gran inconveniente en las noches que se avecinaban, cuando estuviera solo en su estrecho camastro, separado del resto de sus hombres por una simple tela.
Salió cuidadosamente de la cama y se vistió rápidamente. La luz del sol daba cierta ilusión de calor, pero lo cierto era que la habitación estaba helada. Apretando los dientes para que no le castañetearan, deslizó los brazos bajo el cuerpo de _________ y le tomó en brazos. Ella suspiró, pero en lugar de despertar, se acurrucó plácidamente contra su pecho. Nick tuvo que reprimir una sonrisa al recordar la velocidad con que se quedó dormida en el tren la noche que la conoció. Pero cuando volvió a mirarla mientras la llevaba por el pasillo hacia su dormitorio dejó de sonreír. _________ no se parecía a ninguna de las mujeres que había conocido hasta entonces. Había surgido de la nada, desafiante, evasiva, contradictoria, y, de algún modo, había logrado introducirse bajo sus defensas.
¿Cómo lo había hecho?
Empujó con un hombro la puerta del dormitorio de _________ y fue hasta la cama, donde la dejó cuidadosamente. Mientras la arropaba, ella abrió los ojos y sus labios se curvaron en una adormecida sonrisa a la vez que alzaba una mano para acariciarle la mejilla.
—Hace frío sin ti —murmuró—. Vuelve a la cama.
—No puedo —dijo Nick a la vez que la tomaba con delicadeza de la mano para evitar que siguiera acariciándolo—. Ya ha amanecido.
_________ se tumbó de espaldas y suspiró.
—Te refieres a que todo ha acabado.
—Así tiene que ser. No podemos cambiar lo que hicimos anoche, pero tampoco podemos repetirlo. Solo tenemos que superar este día sin dar a Tom ningún motivo para sospechar.
_________ cerró un momento los ojos.
—De acuerdo —susurró.
Nick no esperaba aquella resignación, y su sentimiento de culpabilidad se intensificó. ¿Por qué le estaba haciendo sentir como si aquello fuera culpa suya? La noche anterior ambos se habían comportado de un modo irresponsable, pero tan solo había sido la conclusión lógica de todo lo que había sucedido entre ellos desde el momento en que se habían conocido. De alguna manera había resultado inevitable, aunque también prohibido.
Se volvió para encaminarse hacia la puerta, pero antes de salir preguntó con voz cansada:
—¿Qué esperabas, _________?
Ella le dedicó una sonrisa de infinita tristeza.
—Nada —murmuró—. Nada.
Cuando Nick salió de la habitación, las lágrimas empezaron a rodar imparables por sus mejillas. Nick se había acostado con ella porque por fin había logrado encontrar una cláusula de escape en su libro de normas éticas. Ya que Tom no era su hermano, no tenía ninguna obligación ética hacia él.
Pero, ¿y ella? La noche anterior creía haberle dejado claro sin necesidad de deletrearlo que no estaba traicionando a Tom por acostarse con él.
Al parecer, Nick no la había entendido.
Pero ella no había esperado promesas. No había esperado declaraciones de amor eterno. Solo habría querido que Nick confiara en ella.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
Nick escuchó su propia voz al decir aquello. Era una voz dura, áspera y, tal vez un tanto amarga. Pero él no quería sentirse amargado.
—Oh, Nick.
—Nada de esto es mío —dijo él a la vez que miraba a su alrededor como si estuviera viéndolo todo por primera vez—. Supongo que todo pertenece a Tom. El castillo, los terrenos, el título.
Los ojos de _________ se humedecieron y reflejaron su compasión, su comprensión.
—Yo no —su voz surgió cargada de emoción cuando dio un paso hacia él—. Quiero que sepas que no pertenezco a Tom. No pertenezco a nadie.
—Y yo ya no tengo un hermano.
Se miraron unos momentos sin decir nada. Entonces, Nick tomó a _________ de la mano y la atrajo hacia sí, cediendo a la implacable avalancha de deseo que había asediado sus defensas desde que se había sentado frente a él en el tren.
Subieron las escaleras juntos, deteniéndose en el descansillo para buscar anhelantes sus bocas. El rostro de Nick parecía helado bajo las manos de _________, que lo besó como si pudiera transmitirle el calor de su deseo. Su boca sabía a whisky y, cuando deslizó las manos bajo su jersey, _________ dejó escapar un gritito a causa del contraste entre el frío que experimentó en sus pechos y el ardiente calor que recorría sus venas.
—Oh, _________.
—Vamos.
_________ tiró de él, pero, al llegar a lo alto de la escalera, desorientada por el deseo, giró a la derecha en lugar de a la izquierda. Al darse cuenta de su error se detuvo, pero, antes de que pudiera decir nada, Nick tomó su rostro entre las manos y no paró de besarla hasta que le dio igual dónde estuvieran, al menos mientras pudiera sentirlo dentro pronto.
Sus caderas lo buscaron tenazmente, hasta que pudo sentir la firmeza de su erección bajo los pantalones.
—Mi cuarto está en la otra dirección —murmuró.
—Hay muchos más cuartos —respondió Nick, que, sin apartar los labios de ella, alargó la mano hacia el pomo de la puerta más cercana.
Unos instantes después avanzó con _________ en brazos hasta la cama. La dejó de rodillas sobre esta y permaneció de pie ante ella.
A pesar de que la habitación estaba helada, _________ tembló de deseo. Se quedó sin aliento mientras contemplaba el pálido rostro de Nick, el alivio de su expresión, la intensidad de su negra mirada.
Alzó las manos para desabrocharle los botones de la camisa. Él cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, y _________ vio cómo se tensaban los músculos de su mandíbula mientras se esforzaba por mantener el control.
Pero aquella era una batalla que no le iba a dejar ganar.
Deslizó con cuidado las manos bajo su camisa abierta y sintió cómo se estremecía de deseo. Su piel aún estaba fría. Una intensa ternura se adueñó de ella, confiriendo a su deseo una intensidad que casi la asustó. Se sentía como si estuviera bailando, descalza y libre, pero al borde de un precipicio. Terminó de quitarle la camisa y luego se liberó rápidamente de su jersey. Despacio, lo rodeó con los brazos y presionó su cuerpo cálido y desnudo contra él a la vez que le besaba la boca, los pómulos, los ojos, la mandíbula. Cuando Nick la tumbó sobre la cama, sintió los fuertes latidos de su corazón contra sus pechos.
Nick terminó de quitarse rápidamente los pantalones y la realidad se transformó en una bruma de ensueño en la que _________ solo era consciente de sus pieles unidas, del aliento de Nick en su oído, de sus ardientes labios. Mantuvo los ojos fijos en los de él, sumergiéndose en su profundidad mientras él iba descubriendo su cuerpo con las manos bajo la sábana.
Con cada caricia de sus manos, con cada roce de sus dedos, se estaba descubriendo a sí misma. El sexo era algo con lo que se sentía cómoda. Sabía lo que estaba haciendo y disfrutaba de ello. Era divertido.
Pero aquello era tan distinto a lo que había sentido hasta entonces. Aquello no era divertido. Era esencial. Cuando Nick la penetró, profunda y lentamente, _________ no supo si la intensa y poderosa sensación que se adueñó de ella fue más parecida a morir, o a volver a nacer.
Su grito de deseo quedó suspendido en el gélido aire de la habitación.
_________ no había experimentado nunca algo tan perfecto. Permanecieron muy quietos unos instantes, adaptándose a la nueva dicha de estar unidos y, cuando _________ miró a Nick a los ojos, deseó que aquello durara para siempre.
Pero era imposible. Su cuerpo ya estaba pidiendo más, y sus caderas empezaron a moverse por voluntad propia para adaptarse al ritmo de los movimientos de Nick. Cuando este deslizó un pulgar por sus labios, ella lo tomó entre sus dientes mientras él utilizaba la otra mano para acariciarle el clítoris a la vez que la penetraba.
La cama en la que estaban era demasiado fuerte como para crujir mientras sus cuerpos se movían. _________ no quería dejar de mirar a Nick. Quería conservar para siempre la imagen de su rostro perfecto mientras se sumergía en el mar de sensaciones más intensas que había experimentado nunca. Se sentía tan unida a él que apenas sabía dónde empezaba el cuerpo de uno y dónde acababa el del otro.
Cuando su dulce grito de liberación hizo añicos la quietud reinante en el dormitorio, sintió que todo lo que había creído y pensado hasta entonces se transformaba en cenizas y polvo.
Nick dormía.
No se sabía si era por el whisky, por la larga caminata hasta el castillo, o por el increíble orgasmo que había experimentado, pero, por primera vez en muchos años, durmió como los ángeles.
Despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por los altos ventanales del dormitorio. _________ dormía entre sus brazos, con la espalda pegada contra su pecho y su delicioso y cálido trasero contra sus muslos.
O, más específicamente, contra su erección.
Pero no tardó en experimentar una sensación de remordimiento que disolvió la sensación de plenitud con que había despertado y le hizo mirar de frente a la realidad. Cerró los ojos, pues no quería ver aquella realidad, ni a _________, cuya brillante belleza adquiría una calidad etérea mientras dormía. Como medio para alejar la rabia, el dolor y la conmoción que había supuesto su descubrimiento, la noche anterior había sido perfecta. Pero solo había sido una noche, y no podía volver a repetirse.
_________ se movió entre sus brazos y volvió a presionar su cuerpo contra él. Nick reprimió un gemido mientras su mente se veía abrumada por los recuerdos de la noche anterior. Sabía que no iba a olvidarlos en mucho tiempo, lo que podía suponer un gran inconveniente en las noches que se avecinaban, cuando estuviera solo en su estrecho camastro, separado del resto de sus hombres por una simple tela.
Salió cuidadosamente de la cama y se vistió rápidamente. La luz del sol daba cierta ilusión de calor, pero lo cierto era que la habitación estaba helada. Apretando los dientes para que no le castañetearan, deslizó los brazos bajo el cuerpo de _________ y le tomó en brazos. Ella suspiró, pero en lugar de despertar, se acurrucó plácidamente contra su pecho. Nick tuvo que reprimir una sonrisa al recordar la velocidad con que se quedó dormida en el tren la noche que la conoció. Pero cuando volvió a mirarla mientras la llevaba por el pasillo hacia su dormitorio dejó de sonreír. _________ no se parecía a ninguna de las mujeres que había conocido hasta entonces. Había surgido de la nada, desafiante, evasiva, contradictoria, y, de algún modo, había logrado introducirse bajo sus defensas.
¿Cómo lo había hecho?
Empujó con un hombro la puerta del dormitorio de _________ y fue hasta la cama, donde la dejó cuidadosamente. Mientras la arropaba, ella abrió los ojos y sus labios se curvaron en una adormecida sonrisa a la vez que alzaba una mano para acariciarle la mejilla.
—Hace frío sin ti —murmuró—. Vuelve a la cama.
—No puedo —dijo Nick a la vez que la tomaba con delicadeza de la mano para evitar que siguiera acariciándolo—. Ya ha amanecido.
_________ se tumbó de espaldas y suspiró.
—Te refieres a que todo ha acabado.
—Así tiene que ser. No podemos cambiar lo que hicimos anoche, pero tampoco podemos repetirlo. Solo tenemos que superar este día sin dar a Tom ningún motivo para sospechar.
_________ cerró un momento los ojos.
—De acuerdo —susurró.
Nick no esperaba aquella resignación, y su sentimiento de culpabilidad se intensificó. ¿Por qué le estaba haciendo sentir como si aquello fuera culpa suya? La noche anterior ambos se habían comportado de un modo irresponsable, pero tan solo había sido la conclusión lógica de todo lo que había sucedido entre ellos desde el momento en que se habían conocido. De alguna manera había resultado inevitable, aunque también prohibido.
Se volvió para encaminarse hacia la puerta, pero antes de salir preguntó con voz cansada:
—¿Qué esperabas, _________?
Ella le dedicó una sonrisa de infinita tristeza.
—Nada —murmuró—. Nada.
Cuando Nick salió de la habitación, las lágrimas empezaron a rodar imparables por sus mejillas. Nick se había acostado con ella porque por fin había logrado encontrar una cláusula de escape en su libro de normas éticas. Ya que Tom no era su hermano, no tenía ninguna obligación ética hacia él.
Pero, ¿y ella? La noche anterior creía haberle dejado claro sin necesidad de deletrearlo que no estaba traicionando a Tom por acostarse con él.
Al parecer, Nick no la había entendido.
Pero ella no había esperado promesas. No había esperado declaraciones de amor eterno. Solo habría querido que Nick confiara en ella.
—Oh, Nick.
—Nada de esto es mío —dijo él a la vez que miraba a su alrededor como si estuviera viéndolo todo por primera vez—. Supongo que todo pertenece a Tom. El castillo, los terrenos, el título.
Los ojos de _________ se humedecieron y reflejaron su compasión, su comprensión.
—Yo no —su voz surgió cargada de emoción cuando dio un paso hacia él—. Quiero que sepas que no pertenezco a Tom. No pertenezco a nadie.
—Y yo ya no tengo un hermano.
Se miraron unos momentos sin decir nada. Entonces, Nick tomó a _________ de la mano y la atrajo hacia sí, cediendo a la implacable avalancha de deseo que había asediado sus defensas desde que se había sentado frente a él en el tren.
Subieron las escaleras juntos, deteniéndose en el descansillo para buscar anhelantes sus bocas. El rostro de Nick parecía helado bajo las manos de _________, que lo besó como si pudiera transmitirle el calor de su deseo. Su boca sabía a whisky y, cuando deslizó las manos bajo su jersey, _________ dejó escapar un gritito a causa del contraste entre el frío que experimentó en sus pechos y el ardiente calor que recorría sus venas.
—Oh, _________.
—Vamos.
_________ tiró de él, pero, al llegar a lo alto de la escalera, desorientada por el deseo, giró a la derecha en lugar de a la izquierda. Al darse cuenta de su error se detuvo, pero, antes de que pudiera decir nada, Nick tomó su rostro entre las manos y no paró de besarla hasta que le dio igual dónde estuvieran, al menos mientras pudiera sentirlo dentro pronto.
Sus caderas lo buscaron tenazmente, hasta que pudo sentir la firmeza de su erección bajo los pantalones.
—Mi cuarto está en la otra dirección —murmuró.
—Hay muchos más cuartos —respondió Nick, que, sin apartar los labios de ella, alargó la mano hacia el pomo de la puerta más cercana.
Unos instantes después avanzó con _________ en brazos hasta la cama. La dejó de rodillas sobre esta y permaneció de pie ante ella.
A pesar de que la habitación estaba helada, _________ tembló de deseo. Se quedó sin aliento mientras contemplaba el pálido rostro de Nick, el alivio de su expresión, la intensidad de su negra mirada.
Alzó las manos para desabrocharle los botones de la camisa. Él cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, y _________ vio cómo se tensaban los músculos de su mandíbula mientras se esforzaba por mantener el control.
Pero aquella era una batalla que no le iba a dejar ganar.
Deslizó con cuidado las manos bajo su camisa abierta y sintió cómo se estremecía de deseo. Su piel aún estaba fría. Una intensa ternura se adueñó de ella, confiriendo a su deseo una intensidad que casi la asustó. Se sentía como si estuviera bailando, descalza y libre, pero al borde de un precipicio. Terminó de quitarle la camisa y luego se liberó rápidamente de su jersey. Despacio, lo rodeó con los brazos y presionó su cuerpo cálido y desnudo contra él a la vez que le besaba la boca, los pómulos, los ojos, la mandíbula. Cuando Nick la tumbó sobre la cama, sintió los fuertes latidos de su corazón contra sus pechos.
Nick terminó de quitarse rápidamente los pantalones y la realidad se transformó en una bruma de ensueño en la que _________ solo era consciente de sus pieles unidas, del aliento de Nick en su oído, de sus ardientes labios. Mantuvo los ojos fijos en los de él, sumergiéndose en su profundidad mientras él iba descubriendo su cuerpo con las manos bajo la sábana.
Con cada caricia de sus manos, con cada roce de sus dedos, se estaba descubriendo a sí misma. El sexo era algo con lo que se sentía cómoda. Sabía lo que estaba haciendo y disfrutaba de ello. Era divertido.
Pero aquello era tan distinto a lo que había sentido hasta entonces. Aquello no era divertido. Era esencial. Cuando Nick la penetró, profunda y lentamente, _________ no supo si la intensa y poderosa sensación que se adueñó de ella fue más parecida a morir, o a volver a nacer.
Su grito de deseo quedó suspendido en el gélido aire de la habitación.
_________ no había experimentado nunca algo tan perfecto. Permanecieron muy quietos unos instantes, adaptándose a la nueva dicha de estar unidos y, cuando _________ miró a Nick a los ojos, deseó que aquello durara para siempre.
Pero era imposible. Su cuerpo ya estaba pidiendo más, y sus caderas empezaron a moverse por voluntad propia para adaptarse al ritmo de los movimientos de Nick. Cuando este deslizó un pulgar por sus labios, ella lo tomó entre sus dientes mientras él utilizaba la otra mano para acariciarle el clítoris a la vez que la penetraba.
La cama en la que estaban era demasiado fuerte como para crujir mientras sus cuerpos se movían. _________ no quería dejar de mirar a Nick. Quería conservar para siempre la imagen de su rostro perfecto mientras se sumergía en el mar de sensaciones más intensas que había experimentado nunca. Se sentía tan unida a él que apenas sabía dónde empezaba el cuerpo de uno y dónde acababa el del otro.
Cuando su dulce grito de liberación hizo añicos la quietud reinante en el dormitorio, sintió que todo lo que había creído y pensado hasta entonces se transformaba en cenizas y polvo.
Nick dormía.
No se sabía si era por el whisky, por la larga caminata hasta el castillo, o por el increíble orgasmo que había experimentado, pero, por primera vez en muchos años, durmió como los ángeles.
Despertó cuando los primeros rayos de sol entraron por los altos ventanales del dormitorio. _________ dormía entre sus brazos, con la espalda pegada contra su pecho y su delicioso y cálido trasero contra sus muslos.
O, más específicamente, contra su erección.
Pero no tardó en experimentar una sensación de remordimiento que disolvió la sensación de plenitud con que había despertado y le hizo mirar de frente a la realidad. Cerró los ojos, pues no quería ver aquella realidad, ni a _________, cuya brillante belleza adquiría una calidad etérea mientras dormía. Como medio para alejar la rabia, el dolor y la conmoción que había supuesto su descubrimiento, la noche anterior había sido perfecta. Pero solo había sido una noche, y no podía volver a repetirse.
_________ se movió entre sus brazos y volvió a presionar su cuerpo contra él. Nick reprimió un gemido mientras su mente se veía abrumada por los recuerdos de la noche anterior. Sabía que no iba a olvidarlos en mucho tiempo, lo que podía suponer un gran inconveniente en las noches que se avecinaban, cuando estuviera solo en su estrecho camastro, separado del resto de sus hombres por una simple tela.
Salió cuidadosamente de la cama y se vistió rápidamente. La luz del sol daba cierta ilusión de calor, pero lo cierto era que la habitación estaba helada. Apretando los dientes para que no le castañetearan, deslizó los brazos bajo el cuerpo de _________ y le tomó en brazos. Ella suspiró, pero en lugar de despertar, se acurrucó plácidamente contra su pecho. Nick tuvo que reprimir una sonrisa al recordar la velocidad con que se quedó dormida en el tren la noche que la conoció. Pero cuando volvió a mirarla mientras la llevaba por el pasillo hacia su dormitorio dejó de sonreír. _________ no se parecía a ninguna de las mujeres que había conocido hasta entonces. Había surgido de la nada, desafiante, evasiva, contradictoria, y, de algún modo, había logrado introducirse bajo sus defensas.
¿Cómo lo había hecho?
Empujó con un hombro la puerta del dormitorio de _________ y fue hasta la cama, donde la dejó cuidadosamente. Mientras la arropaba, ella abrió los ojos y sus labios se curvaron en una adormecida sonrisa a la vez que alzaba una mano para acariciarle la mejilla.
—Hace frío sin ti —murmuró—. Vuelve a la cama.
—No puedo —dijo Nick a la vez que la tomaba con delicadeza de la mano para evitar que siguiera acariciándolo—. Ya ha amanecido.
_________ se tumbó de espaldas y suspiró.
—Te refieres a que todo ha acabado.
—Así tiene que ser. No podemos cambiar lo que hicimos anoche, pero tampoco podemos repetirlo. Solo tenemos que superar este día sin dar a Tom ningún motivo para sospechar.
_________ cerró un momento los ojos.
—De acuerdo —susurró.
Nick no esperaba aquella resignación, y su sentimiento de culpabilidad se intensificó. ¿Por qué le estaba haciendo sentir como si aquello fuera culpa suya? La noche anterior ambos se habían comportado de un modo irresponsable, pero tan solo había sido la conclusión lógica de todo lo que había sucedido entre ellos desde el momento en que se habían conocido. De alguna manera había resultado inevitable, aunque también prohibido.
Se volvió para encaminarse hacia la puerta, pero antes de salir preguntó con voz cansada:
—¿Qué esperabas, _________?
Ella le dedicó una sonrisa de infinita tristeza.
—Nada —murmuró—. Nada.
Cuando Nick salió de la habitación, las lágrimas empezaron a rodar imparables por sus mejillas. Nick se había acostado con ella porque por fin había logrado encontrar una cláusula de escape en su libro de normas éticas. Ya que Tom no era su hermano, no tenía ninguna obligación ética hacia él.
Pero, ¿y ella? La noche anterior creía haberle dejado claro sin necesidad de deletrearlo que no estaba traicionando a Tom por acostarse con él.
Al parecer, Nick no la había entendido.
Pero ella no había esperado promesas. No había esperado declaraciones de amor eterno. Solo habría querido que Nick confiara en ella.
CariitoJonas15
Re: Anelos prohibidos (Nick y tu)
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!
POR FIINN SE ESTREGAAAROOONN!!!
PERO NIIICKK METIOO LA PAAATAA HASTA EL FOONNDOOOO!!!
ESPEREMOOSS QUE CUNDO SE DE CUENTA NO SEA DEMACIADOO TARDEEE
POR FIINN SE ESTREGAAAROOONN!!!
PERO NIIICKK METIOO LA PAAATAA HASTA EL FOONNDOOOO!!!
ESPEREMOOSS QUE CUNDO SE DE CUENTA NO SEA DEMACIADOO TARDEEE
chelis
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