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BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
olaaa chicas entonces ya saben xq mordio a la rayita ehhh-...
jejeje
-No entien...
-Este es un servicio de citas. Y sabes tan bien como yo que las mujeres deseables son muy solicitadas. -Giselle se levantó por encima de mí-. Y como dije, desde anoche he recibido llamadas de cuatro importantes titulares de cuenta. No eran conscientes que teniamos disponible una mujer humana autorizada, mucho menos una virgen. -Sus labios se curvaron en una sonrisa-. Les dije que se trataba de una nueva oferta, por supuesto. Y desde que tienes la bendición de un lider de clan, no solo es que estes autorizada y con el correspondiente papeleo sino que tambien eres muy deseable. -Camino alrededor de su escritorio y se acerco a la silla en la que yo me encogía.
-Tú, mi bollito de masa hervida asistirás a estas citas con estos hombres, o tritones, hombres lobos, nagas o lo que sea que se decida. Ellos pagarán un cargo extra por salir con nuestra dulce humana virgen de pelo rubio. -Su boca se curvo con un gesto implacable-. Y los mantendrás interesados en mi servicio de citas o sino tu dulce culo virginal se irá a la calle, ¿me doy a entender?
Cada cita implicaba mayor peligro para Sara, pero no podía darme el lujo de perder mi trabajo, tampoco.
-¿Qué implicarían con exactitud estas citas?
-Nada de sexo -dijo sin rodeos-. La mayor parte de tu atractivo es que eres virgen. Es algo raro de ver en humanas crecidas en estos días. Jugarás a la dulce y tímida ruborizada virgen y los mantendrás interesados. Sólo entonces podrán conservar su empleo, tú y esa pequeña perra Sara.
Me puse de pie, a gusto porque estando parada diez centímetros más alta que ella.
-No llames perra a mi hermana, Giselle.
-Pero, ¿no es eso lo que ellas es, _____________? Una pequeña perra.
Me le quedé mirando con la boca seca. ¿Estaba insinuando lo que yo creía que era?
-Tú y tu hermana creen que son tan inteligentes, tan engreídas creyendo lo que le ocultan un secreto a su jefe. -Sus ojos eran helados-. Nada sucede en este negocio sin que yo no lo sepa. ¿Comprendes? Todo lo que se necesita es sólo una llamada a la manada de lobos y esto será todo para ella. ¿Lo comprendes ahora?
Ella sabía. No sabía como lo hacía, pero con absoluta certeza lo sabía. Mis piernas se sentían débiles. Todo lo que habíamos trabajado tan duro... y ahora Giselle sabia con exactitud lo que Sara era.
-Lo comprendo -dije aturdida.
-Bien. Ahora vete y habla con tu hermana, si quieres. -Giselle hizo un movimiento para que me largara-. Mira a ver si quiere que vayas a esas citas, o si quiere explorara ese lado salvaje que ha estado reprimiendo. -Su expresión era toda dulzura y luz-. He oído que la manada de lobos es muy amigable con las chicas.
Había visto, y tenido, experiencia de primera mano de cómo de amigables son. La mayoría de las mujeres que salían con un hombre lobo no salían una segunda vez. Eran exclusivistas, irritables, posesivos, y les gustaba luchar. En resumen, actuaban como los lobos que eran.
Hizo un movimiento con la mano hacia mi.
-Ya hemos acabado. Vete. Hazme saber cuándo vayas tomado una decisión.
-¿Tomar una decisión? -Reía amargamente-. Las dos sabemos cuál es mi respuesta, Giselle. No voy a dejar que nadie toque a mi hermana, incluyéndote a ti.
Sus ojos brillaban con avaricia.
-¿Así que...?
-Si hago esto, no puedes contarle a nadie sobre el... problema de Sara. Si lo haces, todas las apuestas quedaran invalidas.
La sonrisa de Giselle era amplia.
-Querida, es mucho más beneficioso para mí guardar su secreto. Está seguro conmigo mientras juegues con mis normas.
-Tengo una regla adicional -dije, pensando rápido-. Los lobos son un motivo de ruptura -dije en una voz dura. Captarían el aroma de Sara de inmediato y sabrían que un hombre lobo desconocido estaba ahí fuera en algún lado. Después no les llevaría mucho tiempo darse cuenta de que era Sara.
Se encogió de hombros.
-No veo porque estoy negociando contigo, pero permitiré esto. De cualquier modo, no hacemos mucho negocios con lobos.
Dejé su oficina, cerrando la puerta detrás de mí, una sensación enfermiza apretándome el estomago. Giselle sabia todo. Alguien tenia que habérselo contado; no podía haberlo descubierto por su cuenta. Eso significaba que alguien mas conocía el secreto de Sara y se estaba callando.
¿Quién más iba a aparecer y tratar de chantajearnos? El pensamiento me provocaba nauseas.
Sara esperaba junto a mi escritorio, su cara blanca y preocupada. Inmediatamente, mi resolución se intensifico. Saldría con cualquier pájaro, gato o rata cambiadora que Giselle desenterrara, y lo haría con una sonrisa. Y una vez tuviera dinero suficiente en el banco, nos iríamos en medio de la noche y empezaríamos de cero.
Aunque no podía contarle a Sara lo que Giselle sabia. Estaría paralizada de miedo y completamente incapaz de trabajar. Así que le di una sonrisa alegre que ocultaba el hecho que tenia ganas de llorar.
-Giselle estaba loca por Joe, pero como se ha sentado un precedente, quiere que salga en unas pocas citas más. Nada grave.
-¿Sí? ¿Estás segura? -Su expresión era de clara sorpresa. Luego una lenta sonrisa se expandió por su cara-. ¿Es por Joe? Te gustaba de verdad. ¿Vas a salir con él de nuevo?
Agité la mano en un gesto despreocupado.
-Igual sí, igual no. Sabes tan bien como yo que eso no puede ir a ninguna parte.
Vaciló, claramente confundida por mi reacción, luego tragó.
-¿Qué hay de... ya sabes? -Rozó un dedo debajo de su nariz, indicado aroma.
-Seremos muy, muy cuidadosas -dije firmemente-. Como siempre somos.
El teléfono sonó, interrumpiéndonos.
-Apuesto que es el señor Russell -dijo ella-. Llamó dos veces mientras estabas en la oficina de Giselle.
Claro que lo había hecho. Quería asegurarse que estábamos quedando para el resto de la semana. Estando en celo, quería cubrir sus apuestas. Recordé como de bien había sido estar acurrucada contra él en la cama la noche anterior, después recubrí ese breve, tentador pensamiento con la fría cara de Giselle y la demacrada y preocupada de Sara.
Nunca funcionaria.
Levanté el teléfono y puse mi voz de negocios.
-Midnight Liaisons. ¿Cómo puedo ayudarlo?
-He estado pensando en tus orejas toda la mañana -dijo, luego bajo la voz un poco mas-. Pensando en la dulce curva de tus lóbulos, y como me gustaría volver a mordisquearlos esta noche otra vez.
Un calor se desplegó en la boca de mi estomago. Dios, él sabia exactamente que decir para hacerme temblar.
-No puedo. Estoy trabajando.
-Has estado trabajando desde las siete de la mañana. No me digas que estarás trabajando a las, digamos, ¿ocho esta noche?
-Estoy haciendo un turno doble -dije inmediatamente.
-¿A que hora termina tu turno?
El vestido rojo de Giselle destelló en el rabillo de mi ojo mientras atajaba por la oficina. Me congelé.
-Si quieres verme otra vez -espeté-, tendrás que programarlo a través del servicio de citas.
-¿Qué...?
Colgué antes de que pudiera terminar y enterré la cara en mis manos.
La seguridad de Sara estaba antes que mi corazón, y si echar a Joe era lo que tenia que hacer para mantenerla segura, lo haría.
Repetí eso para mi una y otra vez, esperando que eso hiciera que el dolor de mi pecho se marchara.
Joe no era el tipo que abandonada fácilmente. Apareció en la oficina unas horas después, con un enorme ramo de flores en su mano.
Mantuve su mirada, apretando mis manos para no hacer algo femenino como alisarme el pelo.
-No deberías estar aquí. No puedo verte a menos que vayas a través del servicio.
-El servicio -dijo Joe arrastrando las palabras-, es exactamente el por qué estoy aquí. ¿Donde esta Giselle?
Fruncí el ceño e hice un gesto a su oficina.
-Ahí atrás.
Joe asintió y llamo al la puerta. Un momento después, desapareció dentro. Me di la vuelta, buscando a Sara; su oído supernatural podría servir para espiar su conversación. Pero, había desaparecido tan pronto como había visto a Joe.
Joe se quedo dentro de la oficina de Giselle durante una hora y media. No es que lo estuviera calculando. O escuchando en la puerta, no es que pudiera escuchar oír nada. Tranquila charla de conversación continuo todo el tiempo en el que él estuvo dentro, amortiguado por la ocasional carcajada ronca de Giselle. El sonido de la grave retumbante risa de Joe hizo mis rodillas débiles.
Oye, estaba encantada de que estuvieran pasando un buen rato juntos.
Joe emergió de la oficina de Giselle sin flores y me dio la perezosa, confiada sonrisa a la que ya me estaba acostumbrando.
-Hola otra vez -dijo, inclinándose hacia mi escritorio, donde intente parecer ocupada. Estuvo de pie enfrente de mí, directamente en mi linea de visión.
Me levante y agarre una gran pila de archivos.
-Estoy realmente ocupada, Joe.
-¿No tienes las mas mínima pizca de curiosidad sobre lo que hable con Giselle?
Abrí el archivador y tire una pila de Q en una carpeta de J. ¿A quien le importaba? Ya lo arreglaría mas tarde.
-Muy bien, entonces. ¿De que hablaron?
-Tu y yo viéndonos. Giselle esta de acuerdo con ello; no estas en ningún problema. De hecho, vamos a salir esta noche.
Metí con un plop otro conjunto de archivos aleatoriamente en el cajón. Si solo supiera la verdad; no estaba en un problema por el simple hecho de que estaba siendo chantajeada.
-Genial -dije, tratando de forzar mi entusiasmo en mi voz-. No puedo esperar.
La verdad es que, la pequeña parte egoísta de mi estaba entusiasmada con salir con el otra vez. La parte practica, pensando-en-mi-hermana estaba preocupada.
Y todo mi yo estaba preocupado por Giselle.
-¿Y el resto de la semana? ¿Hasta tu celo?
-Arreglado, si estas dispuesta a aguantarme -dijo con una sonrisa.
No tenia elección.
-Estoy segura de que lo manejare -dije en una voz que intente hacer suave y burlona-. Eres bastante difícil de ver, pero lo intentare y sufriré por una buena causa.
Una lenta, malvada sonrisa se extendió por su cara. La cálida sensación revoloteaba en mi estomago con el pensamiento de ver a Joe otra vez tan pronto. Creció cuando se acerco a mi y puso su mano en mi brazo. Olía increíble, calentado por el sol. Quería chuparlo y probarlo.
Me ruborice con el pensamiento.
-Esta noche a las ocho -dijo, estirándose para tocar el suave final de mi larga cola de caballo-. Cena. Lleva tu cabello suelto, por favor. Para mi.
Giselle emergió de su oficina, un amago de ceño fruncido cruzando su bonita cara con la vista de nosotros dos de pie tan juntos. Me eché hacia atrás y me choque contra el armario de archivos. Uy.
Joe miro a Giselle, luego cogió mi mano y presiono un leve beso en el dorso.
-Te recogeré aquí -dijo, y dejo la oficina con una rápido asentimiento y sonrisa hacia Giselle.
Uh. Giselle. Me quede congelada contra el armario de archivos y no me moví hasta que Joe desapareció de la vista y la campana de la puerta delantera sonó contra el cristal.
Luego Giselle se deslizo hacia delante como una serpiente con una presa en la vista.
-Vas a salir con el a las ocho.
La tensión de mis hombros se hizo mas fácil.
-Lo sé.
Cogí la hoja de información que tenia con dedos cautelosos.
-Para llegar a tiempo, tendrás que estar vestida y preparada a las dos.
¿Adonde íbamos a ir a cenar? ¿Timbuctú?
-¿Dos?
Su sonrisa era brillante.
-Tienes una cita con un cliente a las dos y media. Otra a las cinco. Después vera a Joe a las ocho para apaciguarle.
Iba a amontonar mis citas una detrás de otra, para sacar el mayor provecho de su nuevo juguete, yo. Inmediatamente me sentí sucia pero aparte la sensación a un lado. Había accedido a hacer esto, incluso a pesar de que hiciera sentir usada.
-Bien -dije, tomando una profunda respiración. Luego pregunte-. ¿Ropa?
Me dio una tarjeta de negocios rosa del bolsillo de su vestido (¿donde tenia bolsillo esa cosa?)
-Vas a ver a mi amiga Francesca en Saks en la Galleria. Te arreglara con algo de ropa decente. -Giselle estudio mi apariencia-. Veamos si también puede hacer algo con tu pelo y maquillaje. Queremos inocente pero seductor.
-Bien -dije, tomando la tarjeta de ella. Por el rabillo del ojo, vi a Sara saliendo de la sala de archivos, y casi tan rápido volver dentro al ver a Giselle.
-¿Asi que con quien voy a salir? -Force una sonrisa.
-¿Recuerdas a el señor Jason Cartland? Estaba aquí ayer.
Estuve en blanco un momento, después jadee.
-¿El chico caliente? ¿Were-puma? -Al parecer estábamos desbordantes de calientes were-pumas últimamente.
-Podía parecerlo -dijo con aires de suficiencia-. El es tu cita de las dos y media.
Bueno, esto podía no ser tan terriblemente espantoso, Jason era un hombre hermoso, y me pareció agradable. Cómodo, a pesar de su demasiado radiante blanca sonrisa.
-¿Quien es el de las cinco?
-Su nombre es Garth -dijo con una mirada de placer, como si justo hubiera visto signos de dolar destellando en sus ojos-. Es muy rico. De mediana edad, nunca ha estado casado. Compositor de música country. Le gusta el béisbol y los camiones. Va a ser un buen partido.
¡Puaj!
-Suena adorable -dije-. ¿Y es...?
¿Alto? ¿Bajo? ¿Gordo? ¿Desesperado? ¿Sordo? ¿Mudo? Dios, esperaba que fuera mudo.
-Naga.
Palidecí.
-¿Serpiente?
Odiaba las serpientes.
-Serpiente -coincidió-. Y tu vas a decirle que amas las serpientes. ¿Entendido?
-Amo las serpientes -parlotee en una efusiva, idiotizada voz-. Serpientes, béisbol y música country. Son mis favoritos.
-Buena chica -dijo Giselle, palmeándome la mejilla como si fuera un perro.
bueno chicas aqui se acaba el cap!!
ya hhhh lo sineto x no haber subi do
pero mis exmanes me matan!!!
espero q les guste :D
jejeje
-No entien...
-Este es un servicio de citas. Y sabes tan bien como yo que las mujeres deseables son muy solicitadas. -Giselle se levantó por encima de mí-. Y como dije, desde anoche he recibido llamadas de cuatro importantes titulares de cuenta. No eran conscientes que teniamos disponible una mujer humana autorizada, mucho menos una virgen. -Sus labios se curvaron en una sonrisa-. Les dije que se trataba de una nueva oferta, por supuesto. Y desde que tienes la bendición de un lider de clan, no solo es que estes autorizada y con el correspondiente papeleo sino que tambien eres muy deseable. -Camino alrededor de su escritorio y se acerco a la silla en la que yo me encogía.
-Tú, mi bollito de masa hervida asistirás a estas citas con estos hombres, o tritones, hombres lobos, nagas o lo que sea que se decida. Ellos pagarán un cargo extra por salir con nuestra dulce humana virgen de pelo rubio. -Su boca se curvo con un gesto implacable-. Y los mantendrás interesados en mi servicio de citas o sino tu dulce culo virginal se irá a la calle, ¿me doy a entender?
Cada cita implicaba mayor peligro para Sara, pero no podía darme el lujo de perder mi trabajo, tampoco.
-¿Qué implicarían con exactitud estas citas?
-Nada de sexo -dijo sin rodeos-. La mayor parte de tu atractivo es que eres virgen. Es algo raro de ver en humanas crecidas en estos días. Jugarás a la dulce y tímida ruborizada virgen y los mantendrás interesados. Sólo entonces podrán conservar su empleo, tú y esa pequeña perra Sara.
Me puse de pie, a gusto porque estando parada diez centímetros más alta que ella.
-No llames perra a mi hermana, Giselle.
-Pero, ¿no es eso lo que ellas es, _____________? Una pequeña perra.
Me le quedé mirando con la boca seca. ¿Estaba insinuando lo que yo creía que era?
-Tú y tu hermana creen que son tan inteligentes, tan engreídas creyendo lo que le ocultan un secreto a su jefe. -Sus ojos eran helados-. Nada sucede en este negocio sin que yo no lo sepa. ¿Comprendes? Todo lo que se necesita es sólo una llamada a la manada de lobos y esto será todo para ella. ¿Lo comprendes ahora?
Ella sabía. No sabía como lo hacía, pero con absoluta certeza lo sabía. Mis piernas se sentían débiles. Todo lo que habíamos trabajado tan duro... y ahora Giselle sabia con exactitud lo que Sara era.
-Lo comprendo -dije aturdida.
-Bien. Ahora vete y habla con tu hermana, si quieres. -Giselle hizo un movimiento para que me largara-. Mira a ver si quiere que vayas a esas citas, o si quiere explorara ese lado salvaje que ha estado reprimiendo. -Su expresión era toda dulzura y luz-. He oído que la manada de lobos es muy amigable con las chicas.
Había visto, y tenido, experiencia de primera mano de cómo de amigables son. La mayoría de las mujeres que salían con un hombre lobo no salían una segunda vez. Eran exclusivistas, irritables, posesivos, y les gustaba luchar. En resumen, actuaban como los lobos que eran.
Hizo un movimiento con la mano hacia mi.
-Ya hemos acabado. Vete. Hazme saber cuándo vayas tomado una decisión.
-¿Tomar una decisión? -Reía amargamente-. Las dos sabemos cuál es mi respuesta, Giselle. No voy a dejar que nadie toque a mi hermana, incluyéndote a ti.
Sus ojos brillaban con avaricia.
-¿Así que...?
-Si hago esto, no puedes contarle a nadie sobre el... problema de Sara. Si lo haces, todas las apuestas quedaran invalidas.
La sonrisa de Giselle era amplia.
-Querida, es mucho más beneficioso para mí guardar su secreto. Está seguro conmigo mientras juegues con mis normas.
-Tengo una regla adicional -dije, pensando rápido-. Los lobos son un motivo de ruptura -dije en una voz dura. Captarían el aroma de Sara de inmediato y sabrían que un hombre lobo desconocido estaba ahí fuera en algún lado. Después no les llevaría mucho tiempo darse cuenta de que era Sara.
Se encogió de hombros.
-No veo porque estoy negociando contigo, pero permitiré esto. De cualquier modo, no hacemos mucho negocios con lobos.
Dejé su oficina, cerrando la puerta detrás de mí, una sensación enfermiza apretándome el estomago. Giselle sabia todo. Alguien tenia que habérselo contado; no podía haberlo descubierto por su cuenta. Eso significaba que alguien mas conocía el secreto de Sara y se estaba callando.
¿Quién más iba a aparecer y tratar de chantajearnos? El pensamiento me provocaba nauseas.
Sara esperaba junto a mi escritorio, su cara blanca y preocupada. Inmediatamente, mi resolución se intensifico. Saldría con cualquier pájaro, gato o rata cambiadora que Giselle desenterrara, y lo haría con una sonrisa. Y una vez tuviera dinero suficiente en el banco, nos iríamos en medio de la noche y empezaríamos de cero.
Aunque no podía contarle a Sara lo que Giselle sabia. Estaría paralizada de miedo y completamente incapaz de trabajar. Así que le di una sonrisa alegre que ocultaba el hecho que tenia ganas de llorar.
-Giselle estaba loca por Joe, pero como se ha sentado un precedente, quiere que salga en unas pocas citas más. Nada grave.
-¿Sí? ¿Estás segura? -Su expresión era de clara sorpresa. Luego una lenta sonrisa se expandió por su cara-. ¿Es por Joe? Te gustaba de verdad. ¿Vas a salir con él de nuevo?
Agité la mano en un gesto despreocupado.
-Igual sí, igual no. Sabes tan bien como yo que eso no puede ir a ninguna parte.
Vaciló, claramente confundida por mi reacción, luego tragó.
-¿Qué hay de... ya sabes? -Rozó un dedo debajo de su nariz, indicado aroma.
-Seremos muy, muy cuidadosas -dije firmemente-. Como siempre somos.
El teléfono sonó, interrumpiéndonos.
-Apuesto que es el señor Russell -dijo ella-. Llamó dos veces mientras estabas en la oficina de Giselle.
Claro que lo había hecho. Quería asegurarse que estábamos quedando para el resto de la semana. Estando en celo, quería cubrir sus apuestas. Recordé como de bien había sido estar acurrucada contra él en la cama la noche anterior, después recubrí ese breve, tentador pensamiento con la fría cara de Giselle y la demacrada y preocupada de Sara.
Nunca funcionaria.
Levanté el teléfono y puse mi voz de negocios.
-Midnight Liaisons. ¿Cómo puedo ayudarlo?
-He estado pensando en tus orejas toda la mañana -dijo, luego bajo la voz un poco mas-. Pensando en la dulce curva de tus lóbulos, y como me gustaría volver a mordisquearlos esta noche otra vez.
Un calor se desplegó en la boca de mi estomago. Dios, él sabia exactamente que decir para hacerme temblar.
-No puedo. Estoy trabajando.
-Has estado trabajando desde las siete de la mañana. No me digas que estarás trabajando a las, digamos, ¿ocho esta noche?
-Estoy haciendo un turno doble -dije inmediatamente.
-¿A que hora termina tu turno?
El vestido rojo de Giselle destelló en el rabillo de mi ojo mientras atajaba por la oficina. Me congelé.
-Si quieres verme otra vez -espeté-, tendrás que programarlo a través del servicio de citas.
-¿Qué...?
Colgué antes de que pudiera terminar y enterré la cara en mis manos.
La seguridad de Sara estaba antes que mi corazón, y si echar a Joe era lo que tenia que hacer para mantenerla segura, lo haría.
Repetí eso para mi una y otra vez, esperando que eso hiciera que el dolor de mi pecho se marchara.
Joe no era el tipo que abandonada fácilmente. Apareció en la oficina unas horas después, con un enorme ramo de flores en su mano.
Mantuve su mirada, apretando mis manos para no hacer algo femenino como alisarme el pelo.
-No deberías estar aquí. No puedo verte a menos que vayas a través del servicio.
-El servicio -dijo Joe arrastrando las palabras-, es exactamente el por qué estoy aquí. ¿Donde esta Giselle?
Fruncí el ceño e hice un gesto a su oficina.
-Ahí atrás.
Joe asintió y llamo al la puerta. Un momento después, desapareció dentro. Me di la vuelta, buscando a Sara; su oído supernatural podría servir para espiar su conversación. Pero, había desaparecido tan pronto como había visto a Joe.
Joe se quedo dentro de la oficina de Giselle durante una hora y media. No es que lo estuviera calculando. O escuchando en la puerta, no es que pudiera escuchar oír nada. Tranquila charla de conversación continuo todo el tiempo en el que él estuvo dentro, amortiguado por la ocasional carcajada ronca de Giselle. El sonido de la grave retumbante risa de Joe hizo mis rodillas débiles.
Oye, estaba encantada de que estuvieran pasando un buen rato juntos.
Joe emergió de la oficina de Giselle sin flores y me dio la perezosa, confiada sonrisa a la que ya me estaba acostumbrando.
-Hola otra vez -dijo, inclinándose hacia mi escritorio, donde intente parecer ocupada. Estuvo de pie enfrente de mí, directamente en mi linea de visión.
Me levante y agarre una gran pila de archivos.
-Estoy realmente ocupada, Joe.
-¿No tienes las mas mínima pizca de curiosidad sobre lo que hable con Giselle?
Abrí el archivador y tire una pila de Q en una carpeta de J. ¿A quien le importaba? Ya lo arreglaría mas tarde.
-Muy bien, entonces. ¿De que hablaron?
-Tu y yo viéndonos. Giselle esta de acuerdo con ello; no estas en ningún problema. De hecho, vamos a salir esta noche.
Metí con un plop otro conjunto de archivos aleatoriamente en el cajón. Si solo supiera la verdad; no estaba en un problema por el simple hecho de que estaba siendo chantajeada.
-Genial -dije, tratando de forzar mi entusiasmo en mi voz-. No puedo esperar.
La verdad es que, la pequeña parte egoísta de mi estaba entusiasmada con salir con el otra vez. La parte practica, pensando-en-mi-hermana estaba preocupada.
Y todo mi yo estaba preocupado por Giselle.
-¿Y el resto de la semana? ¿Hasta tu celo?
-Arreglado, si estas dispuesta a aguantarme -dijo con una sonrisa.
No tenia elección.
-Estoy segura de que lo manejare -dije en una voz que intente hacer suave y burlona-. Eres bastante difícil de ver, pero lo intentare y sufriré por una buena causa.
Una lenta, malvada sonrisa se extendió por su cara. La cálida sensación revoloteaba en mi estomago con el pensamiento de ver a Joe otra vez tan pronto. Creció cuando se acerco a mi y puso su mano en mi brazo. Olía increíble, calentado por el sol. Quería chuparlo y probarlo.
Me ruborice con el pensamiento.
-Esta noche a las ocho -dijo, estirándose para tocar el suave final de mi larga cola de caballo-. Cena. Lleva tu cabello suelto, por favor. Para mi.
Giselle emergió de su oficina, un amago de ceño fruncido cruzando su bonita cara con la vista de nosotros dos de pie tan juntos. Me eché hacia atrás y me choque contra el armario de archivos. Uy.
Joe miro a Giselle, luego cogió mi mano y presiono un leve beso en el dorso.
-Te recogeré aquí -dijo, y dejo la oficina con una rápido asentimiento y sonrisa hacia Giselle.
Uh. Giselle. Me quede congelada contra el armario de archivos y no me moví hasta que Joe desapareció de la vista y la campana de la puerta delantera sonó contra el cristal.
Luego Giselle se deslizo hacia delante como una serpiente con una presa en la vista.
-Vas a salir con el a las ocho.
La tensión de mis hombros se hizo mas fácil.
-Lo sé.
Cogí la hoja de información que tenia con dedos cautelosos.
-Para llegar a tiempo, tendrás que estar vestida y preparada a las dos.
¿Adonde íbamos a ir a cenar? ¿Timbuctú?
-¿Dos?
Su sonrisa era brillante.
-Tienes una cita con un cliente a las dos y media. Otra a las cinco. Después vera a Joe a las ocho para apaciguarle.
Iba a amontonar mis citas una detrás de otra, para sacar el mayor provecho de su nuevo juguete, yo. Inmediatamente me sentí sucia pero aparte la sensación a un lado. Había accedido a hacer esto, incluso a pesar de que hiciera sentir usada.
-Bien -dije, tomando una profunda respiración. Luego pregunte-. ¿Ropa?
Me dio una tarjeta de negocios rosa del bolsillo de su vestido (¿donde tenia bolsillo esa cosa?)
-Vas a ver a mi amiga Francesca en Saks en la Galleria. Te arreglara con algo de ropa decente. -Giselle estudio mi apariencia-. Veamos si también puede hacer algo con tu pelo y maquillaje. Queremos inocente pero seductor.
-Bien -dije, tomando la tarjeta de ella. Por el rabillo del ojo, vi a Sara saliendo de la sala de archivos, y casi tan rápido volver dentro al ver a Giselle.
-¿Asi que con quien voy a salir? -Force una sonrisa.
-¿Recuerdas a el señor Jason Cartland? Estaba aquí ayer.
Estuve en blanco un momento, después jadee.
-¿El chico caliente? ¿Were-puma? -Al parecer estábamos desbordantes de calientes were-pumas últimamente.
-Podía parecerlo -dijo con aires de suficiencia-. El es tu cita de las dos y media.
Bueno, esto podía no ser tan terriblemente espantoso, Jason era un hombre hermoso, y me pareció agradable. Cómodo, a pesar de su demasiado radiante blanca sonrisa.
-¿Quien es el de las cinco?
-Su nombre es Garth -dijo con una mirada de placer, como si justo hubiera visto signos de dolar destellando en sus ojos-. Es muy rico. De mediana edad, nunca ha estado casado. Compositor de música country. Le gusta el béisbol y los camiones. Va a ser un buen partido.
¡Puaj!
-Suena adorable -dije-. ¿Y es...?
¿Alto? ¿Bajo? ¿Gordo? ¿Desesperado? ¿Sordo? ¿Mudo? Dios, esperaba que fuera mudo.
-Naga.
Palidecí.
-¿Serpiente?
Odiaba las serpientes.
-Serpiente -coincidió-. Y tu vas a decirle que amas las serpientes. ¿Entendido?
-Amo las serpientes -parlotee en una efusiva, idiotizada voz-. Serpientes, béisbol y música country. Son mis favoritos.
-Buena chica -dijo Giselle, palmeándome la mejilla como si fuera un perro.
bueno chicas aqui se acaba el cap!!
ya hhhh lo sineto x no haber subi do
pero mis exmanes me matan!!!
espero q les guste :D
jamileth
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
:pale:
no se si reír o ponerme a llorar
esa Giselle :x
y joe
me babeo cuando pienso en el convertido en puma :P
ya enserio síguela!
no se si reír o ponerme a llorar
esa Giselle :x
y joe
me babeo cuando pienso en el convertido en puma :P
ya enserio síguela!
fernanda
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
maldicion, maldita Giselle es una :caliente:
Y Joe no esta enterado de nada :x
Quien le dijo todo lo de Sara a Giselle??
Deberia de contarle a Joe para que la ayude
Siguela!!!!
Y Joe no esta enterado de nada :x
Quien le dijo todo lo de Sara a Giselle??
Deberia de contarle a Joe para que la ayude
Siguela!!!!
aranzhitha
Re: BEAUTY DATES THE BEAST JOE Y TU TERMINADA
ESAAAA MANIPULADORAAAA SIRENAAAAAA!!!!!
AAARRRRGGGGG
POBRE DE ____ Y SU HERMAAANAAAAA!!!
PERO CUANDO SE ENTERE JOOOEEEEE!!!
SE LAS VERA CON EEELLL
AAARRRRGGGGG
POBRE DE ____ Y SU HERMAAANAAAAA!!!
PERO CUANDO SE ENTERE JOOOEEEEE!!!
SE LAS VERA CON EEELLL
chelis
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