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Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
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Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
jajajajaja igual xp
si cada vez se pone mejor
jajajaja jemina duda de joe
que bueno que ella y nick sean grandes amigos
me encanto
seguila!!!
si cada vez se pone mejor
jajajaja jemina duda de joe
que bueno que ella y nick sean grandes amigos
me encanto
seguila!!!
Let's Go
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
SOPHIE, ERES UNA GUARRA. :caliente: :caliente2: :enfadado:
Nick, noooooooooooooooo. :( No te vayas y mira lo potente que se está poniendo Jemima! :crybaby:
JOE VA A TENER LO QUE NICK NO VE. JA! :caliente2:
Siguela :D
¡UN BESO!
Nick, noooooooooooooooo. :( No te vayas y mira lo potente que se está poniendo Jemima! :crybaby:
JOE VA A TENER LO QUE NICK NO VE. JA! :caliente2:
Siguela :D
¡UN BESO!
..Meryy..
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
Ok chicas, les subo el capi de hoy...
la noche promete :)
pero todavía no subo esa partee,
ya sé, soy malvada xD
y este personaje que puse como Kevin es para parte de la adaptación, me entienden?, para que estén todos los Jonas, pero no tiene que ver en nada con este Nick y este Joe (los de la nove)
Capítulo 36
A la hora de comer Jemima ve a Nick caminar por la calle con sus colegas de la redacción. Se queda parada en la esquina, aferrada a su equipo de gimnasia, y siente como si el corazón fuera a estallarle de tristeza.
La han invitado a apuntarse —es la comida anterior a la despedida y Nick se verá obligado a beber más de lo que debería en mitad de una jornada de trabajo, —pero ella ha declinado porque esta noche es la verdadera despedida, y como empieza inmediatamente después del trabajo hoy no habría podido ir al gimnasio, de modo que se salta la comida y hace ejercicio durante el descanso para comer.
¿Quién hubiera dicho que hacer ejercicio tendría alguna vez prioridad sobre la oportunidad de estar en compañía de Nick Williams? Por lo tanto, podríamos afirmar que Jemima se ha vuelto un tanto obsesiva...
Porque cuando ha terminado en el gimnasio, cuando está segura de que no hay nadie alrededor que pueda sorprenderla, se sube con cautela a la balanza del vestuario de mujeres, cierra con fuerza los ojos y a continuación mira hacia abajo. Setenta kilos. Se baja y vuelve a subir, solo para asegurarse, porque Jemima Jones nunca ha pesado tan poco en toda su vida.
Es un motivo de celebración, creo que todos estamos de acuerdo, pero un viernes a la hora del almuerzo en Kilburn High Road hay, por desgracia, hay muy poco que Jemima pueda comprar para celebrarlo. Le gustaría comprarse un vestido, el que Joe describió anoche, pero aun cuando pesa setenta (¡setenta!), todavía no quiere gastar dinero.
—Cuando pese sesenta y poco me daré ese gusto —dice para sí mientras vuelve a la oficina, y al pasar por delante de la perfumería se detiene y observa a través de la puerta de cristal los mostradores de maquillaje. Al diablo, piensa. Podría darme una pequeña alegría, ¿total? Además, quiero estar lo mejor posible esta noche.
De modo que entra.
A las cinco y cuarto cojo mi nuevo maquillaje y voy al lavabo, y no me sorprendo mucho al ver que Geraldine ya está allí, haciendo morritos frente al espejo mientras se espolvorea colorete en sus mejillas ya doradas.
—¡Dichosos los ojos! —exclama al verme. —¿Preparándote para la fiesta? —Se aleja unos pasos del espejo a fin de admirar su vestido rojo, que me hace pensar de inmediato en Joe, porque es exactamente como el vestido negro que a él le habría gustado que yo llevara, un vestido corto que ciñe sus curvas y exhibe sus piernas, enfundadas en medias transparentes, con zapatos de salón planos de ante rojo. Bruja. No, perdón, es broma. Pero ahora en serio, al lado de Geraldine me siento muy poco atractiva.
—Solo pensaba... —empiezo, sintiéndome cohibida y ridícula. —Solo pensaba ponerme... —Me interrumpo cuando Geraldine me coge la bolsa de maquillaje de las manos.
—Veamos qué tienes aquí. —Saca el maquillaje en silencio y lo deja en la encimera junto al lavabo. —Bien, parte de este maquillaje te favorecerá y parte no —añade, mirándome, —pero si te presto algo del mío todo saldrá bien.
—No te preocupes —murmuro tratando de disimular abatimiento, porque me lo estoy pensando mejor. —No estoy segura de si vale la pena.
—Jemima! —exclama, exasperada. —A veces eres desesperante. Hace días que me muero por agarrarte. Lo que necesitas ahora que has perdido tantos kilos es maquillarte en serio, y ta... chán —levanta los brazos en el aire, —¿adivina quién es la persona idónea para hacerlo?
Me echo a reír sin poder evitarlo y me apoyo contra la encimera con cuidado de esquivar los charcos.
—Está bien —digo sonriendo. —Adelante.
—Jemima Jones! —exclama la atronadora voz del director cuando poco después de las seis entro en la oscura bodega llena de humo del Wine Cellar. Geraldine está con él y sonríe satisfecha al verme, por no hablar de la expresión de asombro del director— ¿Qué te has hecho, jovencita?
Me encojo horrorizada mientras me llevo una mano a la cara. ¿Se me ha corrido el pintalabios? ¿El rímel acaso? ¿Tengo espinacas en los dientes?
—Jemima Jones —continúa el director, —eres apenas una sombra de lo que fuiste.
¡Menos mal! Contengo la risa y sonrío encantada tratando de mostrar indiferencia, de fingir la alegría que me produce el que por fin alguien se haya dado cuenta, si no fuera porque se trata del director.
—Solo he perdido unos kilos, eso es todo.
—¡Un montón de kilos! —exclama el director. —Eres la mitad de como eras, y te diré más... —Se inclina hacia delante con complicidad. —También estás guapísima.
Oh, Dios mío, estoy a punto de ruborizarme, pero por suerte miro a Geraldine a los ojos y al advertir que ella también está conteniendo la risa, dejo de hacerlo.
Geraldine trata de contener la risa, pero también mira su obra con una gran sonrisa, porque Jemima Jones parece verdaderamente otra. Hay que reconocer que su vestuario deja que desear, piensa, pero no sabe que Jemima está esperando a adelgazar más para comprarse ropa nueva.
Contempla su rostro, la piel cremosa, con un toque dorado gracias a la ayuda de su base increíblemente cara. Contempla sus ojos verdes, grandes y brillantes con la ayuda de sus expertos conocimientos sobre sombras de ojos, delineadores y gotas para dar brillo al blanco. Contempla los labios carnosos, que lo parecen aún más gracias a la ayuda de su perfilador labial, su carmín y su brillo de labios. Y por último contempla su pelo, que ella misma le ha recogido en una trenza dejándole unos cuantos mechones sueltos que le caen sobre la cara.
—Estás guapísima —articula Geraldine con los labios acercándose a mí y limpiándome una mota de pintalabios de la mejilla que, con franqueza, nadie aparte de ella habría notado.
—Jemima! —El corazón me da un vuelco cuando Nick se acerca corriendo y me rodea con un brazo. —Por un instante he pensado que no vendrías.
¡Ha pensado en mí! Ha estado realmente preocupado por mí, se ha preocupado por si iba a venir. Eso sin duda es algo.
Recupero la serenidad y miro a Nick a los ojos, deseando con todas mis fuerzas que repare en mi aspecto, que vea a la nueva Jemima Jones, que le guste lo que ve y se enamore de mí. Pero se limita a decir:
—Toma, aquí tienes champán. —Mientras, me ofrece la copa mira por encima del hombro y exclama: —¡Diana! Has venido.
—No podía fallar a mi nuevo reportero estrella, ¿no? —dice Diana Macpherson cruzando a grandes zancadas la sala mientras la gente se aparta a su paso; después de todo, Diana Macpherson es famosa en el mundo de los medios de comunicación.
Sin poder evitarlo, observo con creciente horror cómo Diana casi besa a Nick en la mejilla, pero luego, evidentemente, se lo piensa mejor, se yergue y le tiende una mano que Nick estrecha con efusión. Uf.
—Deja que te presente —dice él, volviéndose primero hacia el director, quien se ha quedado tan impresionado al ver a Diana Macpherson que ha olvidado cerrar la boca, que parece haberse atascado en un gesto de pez. Diana le estrecha la mano y acto seguido la tiende hacia mí, pero justo en el momento en que Nick se dispone a presentarle a Geraldine, se vuelve hacia él y dice:
—Acompáñame a buscar una copa.
Y Ben se encoge de hombros y deja que ella tire de él hasta a la barra.
—¡Menuda bruja! —masculla Geraldine, quien, como es comprensible, se siente desairada por la gran Diana Macpherson; solo ella es capaz de decir lo que todos los demás pensamos pero jamás nos atreveríamos a expresar en alto.
—No te preocupes —la tranquilizo. —Seguro que no ha sido nada personal. —Pero por supuesto que lo ha sido, no soy estúpida, he visto que Diana Macpherson ha examinado a Geraldine con una mirada fría y despiadada, y, por lo que he oído decir, no es amiga de las mujeres, y menos cuando estas son tan atractivas como Geraldine.
—Dios, lo lamento muchísimo —dice una voz junto a nosotras. —Diana nunca hace caso de los demás y a veces puede parecer maleducada.
Las dos nos volvemos y vemos a un atractivo joven vestido con unos Levi's gastados y una camisa de algodón.
—Lo lamento —repite. —Me llamo Kevin. He venido con Diana. —Tiende la mano hacia Geraldine mientras lo dice y le sostiene la mirada más tiempo del necesario, antes de estrechar la mía y hacerme sentir más de sobra de lo que ya me siento.
—¿Has venido con Diana? —pregunta Geraldine enarcando una ceja. —¿Eso significa que eres su...? —Se interrumpe con frialdad y añade: —¿«Media naranja»?
—De eso nada —dice Kevin entre risas. —Solo salimos de vez en cuando.
—¿Y es a lugares como este adonde te lleva? —Geraldine le está tomando el pelo, pero ni Kevin ni yo pasamos por alto su tono de coqueteo.
—Sí, pero he prometido invitarla a cenar más tarde.
—¿Tú..., esto..., también trabajas en la televisión? —me aventuro a preguntar, tratando de ser educada pero sintiéndome cada vez más intrusa.
—No —responde él riendo, sacudiendo la cabeza. —¿Conoces Cut Glass?
Comenteen
y les dejo el link de una nueva que comencé a subir ayer, por si les interesa :$ [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
la noche promete :)
pero todavía no subo esa partee,
ya sé, soy malvada xD
y este personaje que puse como Kevin es para parte de la adaptación, me entienden?, para que estén todos los Jonas, pero no tiene que ver en nada con este Nick y este Joe (los de la nove)
Capítulo 36
A la hora de comer Jemima ve a Nick caminar por la calle con sus colegas de la redacción. Se queda parada en la esquina, aferrada a su equipo de gimnasia, y siente como si el corazón fuera a estallarle de tristeza.
La han invitado a apuntarse —es la comida anterior a la despedida y Nick se verá obligado a beber más de lo que debería en mitad de una jornada de trabajo, —pero ella ha declinado porque esta noche es la verdadera despedida, y como empieza inmediatamente después del trabajo hoy no habría podido ir al gimnasio, de modo que se salta la comida y hace ejercicio durante el descanso para comer.
¿Quién hubiera dicho que hacer ejercicio tendría alguna vez prioridad sobre la oportunidad de estar en compañía de Nick Williams? Por lo tanto, podríamos afirmar que Jemima se ha vuelto un tanto obsesiva...
Porque cuando ha terminado en el gimnasio, cuando está segura de que no hay nadie alrededor que pueda sorprenderla, se sube con cautela a la balanza del vestuario de mujeres, cierra con fuerza los ojos y a continuación mira hacia abajo. Setenta kilos. Se baja y vuelve a subir, solo para asegurarse, porque Jemima Jones nunca ha pesado tan poco en toda su vida.
Es un motivo de celebración, creo que todos estamos de acuerdo, pero un viernes a la hora del almuerzo en Kilburn High Road hay, por desgracia, hay muy poco que Jemima pueda comprar para celebrarlo. Le gustaría comprarse un vestido, el que Joe describió anoche, pero aun cuando pesa setenta (¡setenta!), todavía no quiere gastar dinero.
—Cuando pese sesenta y poco me daré ese gusto —dice para sí mientras vuelve a la oficina, y al pasar por delante de la perfumería se detiene y observa a través de la puerta de cristal los mostradores de maquillaje. Al diablo, piensa. Podría darme una pequeña alegría, ¿total? Además, quiero estar lo mejor posible esta noche.
De modo que entra.
A las cinco y cuarto cojo mi nuevo maquillaje y voy al lavabo, y no me sorprendo mucho al ver que Geraldine ya está allí, haciendo morritos frente al espejo mientras se espolvorea colorete en sus mejillas ya doradas.
—¡Dichosos los ojos! —exclama al verme. —¿Preparándote para la fiesta? —Se aleja unos pasos del espejo a fin de admirar su vestido rojo, que me hace pensar de inmediato en Joe, porque es exactamente como el vestido negro que a él le habría gustado que yo llevara, un vestido corto que ciñe sus curvas y exhibe sus piernas, enfundadas en medias transparentes, con zapatos de salón planos de ante rojo. Bruja. No, perdón, es broma. Pero ahora en serio, al lado de Geraldine me siento muy poco atractiva.
—Solo pensaba... —empiezo, sintiéndome cohibida y ridícula. —Solo pensaba ponerme... —Me interrumpo cuando Geraldine me coge la bolsa de maquillaje de las manos.
—Veamos qué tienes aquí. —Saca el maquillaje en silencio y lo deja en la encimera junto al lavabo. —Bien, parte de este maquillaje te favorecerá y parte no —añade, mirándome, —pero si te presto algo del mío todo saldrá bien.
—No te preocupes —murmuro tratando de disimular abatimiento, porque me lo estoy pensando mejor. —No estoy segura de si vale la pena.
—Jemima! —exclama, exasperada. —A veces eres desesperante. Hace días que me muero por agarrarte. Lo que necesitas ahora que has perdido tantos kilos es maquillarte en serio, y ta... chán —levanta los brazos en el aire, —¿adivina quién es la persona idónea para hacerlo?
Me echo a reír sin poder evitarlo y me apoyo contra la encimera con cuidado de esquivar los charcos.
—Está bien —digo sonriendo. —Adelante.
—Jemima Jones! —exclama la atronadora voz del director cuando poco después de las seis entro en la oscura bodega llena de humo del Wine Cellar. Geraldine está con él y sonríe satisfecha al verme, por no hablar de la expresión de asombro del director— ¿Qué te has hecho, jovencita?
Me encojo horrorizada mientras me llevo una mano a la cara. ¿Se me ha corrido el pintalabios? ¿El rímel acaso? ¿Tengo espinacas en los dientes?
—Jemima Jones —continúa el director, —eres apenas una sombra de lo que fuiste.
¡Menos mal! Contengo la risa y sonrío encantada tratando de mostrar indiferencia, de fingir la alegría que me produce el que por fin alguien se haya dado cuenta, si no fuera porque se trata del director.
—Solo he perdido unos kilos, eso es todo.
—¡Un montón de kilos! —exclama el director. —Eres la mitad de como eras, y te diré más... —Se inclina hacia delante con complicidad. —También estás guapísima.
Oh, Dios mío, estoy a punto de ruborizarme, pero por suerte miro a Geraldine a los ojos y al advertir que ella también está conteniendo la risa, dejo de hacerlo.
Geraldine trata de contener la risa, pero también mira su obra con una gran sonrisa, porque Jemima Jones parece verdaderamente otra. Hay que reconocer que su vestuario deja que desear, piensa, pero no sabe que Jemima está esperando a adelgazar más para comprarse ropa nueva.
Contempla su rostro, la piel cremosa, con un toque dorado gracias a la ayuda de su base increíblemente cara. Contempla sus ojos verdes, grandes y brillantes con la ayuda de sus expertos conocimientos sobre sombras de ojos, delineadores y gotas para dar brillo al blanco. Contempla los labios carnosos, que lo parecen aún más gracias a la ayuda de su perfilador labial, su carmín y su brillo de labios. Y por último contempla su pelo, que ella misma le ha recogido en una trenza dejándole unos cuantos mechones sueltos que le caen sobre la cara.
—Estás guapísima —articula Geraldine con los labios acercándose a mí y limpiándome una mota de pintalabios de la mejilla que, con franqueza, nadie aparte de ella habría notado.
—Jemima! —El corazón me da un vuelco cuando Nick se acerca corriendo y me rodea con un brazo. —Por un instante he pensado que no vendrías.
¡Ha pensado en mí! Ha estado realmente preocupado por mí, se ha preocupado por si iba a venir. Eso sin duda es algo.
Recupero la serenidad y miro a Nick a los ojos, deseando con todas mis fuerzas que repare en mi aspecto, que vea a la nueva Jemima Jones, que le guste lo que ve y se enamore de mí. Pero se limita a decir:
—Toma, aquí tienes champán. —Mientras, me ofrece la copa mira por encima del hombro y exclama: —¡Diana! Has venido.
—No podía fallar a mi nuevo reportero estrella, ¿no? —dice Diana Macpherson cruzando a grandes zancadas la sala mientras la gente se aparta a su paso; después de todo, Diana Macpherson es famosa en el mundo de los medios de comunicación.
Sin poder evitarlo, observo con creciente horror cómo Diana casi besa a Nick en la mejilla, pero luego, evidentemente, se lo piensa mejor, se yergue y le tiende una mano que Nick estrecha con efusión. Uf.
—Deja que te presente —dice él, volviéndose primero hacia el director, quien se ha quedado tan impresionado al ver a Diana Macpherson que ha olvidado cerrar la boca, que parece haberse atascado en un gesto de pez. Diana le estrecha la mano y acto seguido la tiende hacia mí, pero justo en el momento en que Nick se dispone a presentarle a Geraldine, se vuelve hacia él y dice:
—Acompáñame a buscar una copa.
Y Ben se encoge de hombros y deja que ella tire de él hasta a la barra.
—¡Menuda bruja! —masculla Geraldine, quien, como es comprensible, se siente desairada por la gran Diana Macpherson; solo ella es capaz de decir lo que todos los demás pensamos pero jamás nos atreveríamos a expresar en alto.
—No te preocupes —la tranquilizo. —Seguro que no ha sido nada personal. —Pero por supuesto que lo ha sido, no soy estúpida, he visto que Diana Macpherson ha examinado a Geraldine con una mirada fría y despiadada, y, por lo que he oído decir, no es amiga de las mujeres, y menos cuando estas son tan atractivas como Geraldine.
—Dios, lo lamento muchísimo —dice una voz junto a nosotras. —Diana nunca hace caso de los demás y a veces puede parecer maleducada.
Las dos nos volvemos y vemos a un atractivo joven vestido con unos Levi's gastados y una camisa de algodón.
—Lo lamento —repite. —Me llamo Kevin. He venido con Diana. —Tiende la mano hacia Geraldine mientras lo dice y le sostiene la mirada más tiempo del necesario, antes de estrechar la mía y hacerme sentir más de sobra de lo que ya me siento.
—¿Has venido con Diana? —pregunta Geraldine enarcando una ceja. —¿Eso significa que eres su...? —Se interrumpe con frialdad y añade: —¿«Media naranja»?
—De eso nada —dice Kevin entre risas. —Solo salimos de vez en cuando.
—¿Y es a lugares como este adonde te lleva? —Geraldine le está tomando el pelo, pero ni Kevin ni yo pasamos por alto su tono de coqueteo.
—Sí, pero he prometido invitarla a cenar más tarde.
—¿Tú..., esto..., también trabajas en la televisión? —me aventuro a preguntar, tratando de ser educada pero sintiéndome cada vez más intrusa.
—No —responde él riendo, sacudiendo la cabeza. —¿Conoces Cut Glass?
Comenteen
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Invitado
Invitado
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
Gracias!!
sospecho que se dara algo entre KEvin Y geraldinde!!!!!!!!!!!
Que bueno que Jemima se vea mejor aunque me sigue preocupando lo del ejercicio ...
sospecho que se dara algo entre KEvin Y geraldinde!!!!!!!!!!!
Que bueno que Jemima se vea mejor aunque me sigue preocupando lo del ejercicio ...
Nick_is_infatuation
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
esa diana ahhhhh
y nick que le pasa porque no le dijo nada a jemina de como se veiaa
me encanto
seguila!!!
y nick que le pasa porque no le dijo nada a jemina de como se veiaa
me encanto
seguila!!!
Let's Go
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
NICHOLAS :caliente: :caliente2: :enfadado: ¡¿POR QUÉ NO TE FIJAS EN JEMIMA QUE ESTÁ PRECIOSA?!
Diana, definitivamente, eres una guarra. Igual que Sophie y Lucy. LO DIGO. :¬¬:
Por lo menos, Jemima tiene una amiga de verdad: Geraldine. ¡Es un cielo! :D
SIGUELA O MUERO :crybaby:
Diana, definitivamente, eres una guarra. Igual que Sophie y Lucy. LO DIGO. :¬¬:
Por lo menos, Jemima tiene una amiga de verdad: Geraldine. ¡Es un cielo! :D
SIGUELA O MUERO :crybaby:
..Meryy..
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
No mueran chicas....
ya les subo el capi del día :)
Capítulo 37
Todo el mundo conoce Cut Glass. Inicialmente una óptica pequeña y original especializada en gafas modernas que no podías comprar en ninguna otra parte, Cut Glass es ahora una de las cadenas de ópticas más grandes, si no la más grande, del país.
—Eres oculista. —Es una afirmación, no una pregunta, y Geraldine adopta al instante una expresión de aburrimiento mientras empieza a pensar en el modo de deshacerse de él. La conozco tan bien que sonrío para mis adentros. Guapo, piensa, pero aburrido, mortalmente aburrido.
—No —dice Kevin, riendo otra vez. —No exactamente.
Oh, Dios, esto se pone cada vez peor, advierto que piensa Geraldine. Ni siquiera es oculista, es un maldito dependiente.
—Soy el dueño de la compañía —agrega él a regañadientes, después de un silencio cargado de significado.
—¿Qué quieres decir con el dueño?
—Pues que es mía —responde él.
—¡Oh, Dios mío! —Geraldine palidece de repente. —¡Eres Kevin!
Kevin la mira confuso.
—Ya te he dicho que me llamo Kevin.
—No. —Ella menea la cabeza. —Pero eres Kevin Maxwell. Lo sé todo sobre ti.
—¿Qué quieres decir con que lo sabes todo?
—Soy amiga de Suzie.
—¿Qué? —dice él, sonriendo. —¿Te refieres a Suzie Johnson?
—Sí —contesta Geraldine, que no puede creer su suerte, porque Kevin Maxwell, y su metro ochenta y dos de estatura, no solo es guapísimo sino que es increíblemente rico, muy agradable y un partidazo, y ella ya lo sabe todo de él. —Suzie es una vieja amiga mía; llevo años oyendo hablar de ti.
—¡Oh, Dios mío! —Ahora le toca a Kevin. —¡Tú eres Geraldine Turner!
Cada vez me siento más de sobra, y por fin comprendo que es el momento de dejarlos solos.
—¿Otra copa? —pregunto, pero los dos sacuden la cabeza, ocupados en descubrir a qué otras personas conocen ambos, y me acerco a la barra.
Todo el mundo lo está pasando demasiado bien para recordar que el motivo de la fiesta es decir adiós al querido subjefe de información. Han bajado las luces y subido el volumen de la música, y Jemima está apoyada contra la barra bebiendo una copa de vino blanco barato —hace mucho que se ha terminado el champán, —recorriendo la habitación con la mirada.
Ve a Nick con Diana Macpherson y el director, ella en mitad de un discurso, apoyando de vez en cuando una mano en el brazo de Nick para enfatizar un argumento. Es extraño que no toque al director de la misma manera, piensa Jemima. De hecho, no parece tocarlo en absoluto.
Es demasiado mayor y demasiado agresiva para que Jemima se sienta verdaderamente amenazada —seguro que no es el tipo de Nick, —pero aun así cada vez que esa mujer pone un dedo de uña larga y cuidada en la manga de Nick, Jemima siente que se le desgarra algo por dentro. Déjalo en paz, piensa. Él no te pertenece.
Ni Jemima le pertenece a él, pero como ella casi nunca se ha enamorado, si es que lo ha hecho alguna vez, no se da cuenta. La mayoría de las mujeres pasan sus años de adolescencia enamorándose y desenamorándose. Están más que familiarizadas con el dolor que supone ir a una fiesta y ver que el objeto de sus jóvenes deseos acaba con otra chica. Todas son versadas en hablar a sus amigas de «la bruja» que se lo ha robado y son igualmente conscientes de que, aunque pueda parecerlo en ese momento, no es el fin del mundo.
Pero Jemima no ha tenido una adolescencia como la mayoría de las jovencitas. Mientras sus compañeras de clase iban a fiestas, experimentaban con el maquillaje y la ropa, y buscaban a tientas en dormitorios oscuros sobre los abrigos amontonados sobre las camas, Jemima estaba en casa con su madre, comiendo, viendo la televisión y soñando despierta.
Jemima no fue a ninguna fiesta hasta que empezó la universidad, y aun entonces casi nunca se aventuraba a asistir a los grandes actos sociales una vez que terminaba la semana dedicada a los estudiantes del primer año. Jemima Jones trabó amistad con un grupo de chicos y chicas que a sus ojos eran tan inadecuados como ella. Los socialmente inadaptados se llamaban a sí mismos, fingiendo disfrutar del hecho de ser diferentes cuando lo cierto era que cada uno deseaba estar en otra parte.
Y hasta hace muy poco Jemima no ha mostrado mucho interés por el sexo opuesto. Es cierto que ha perdido la virginidad, pero nunca ha experimentado lo que es suspirar por alguien, estar despierta toda la noche rezando para que se fije en ti, estremecerte de dolor al darte cuenta de que no te corresponde.
—¡Mimey! —Una voz que conozco bien me arranca de mi ensoñación, y me vuelvo despacio, tratando de averiguar por qué estoy oyendo esa voz en una fiesta del trabajo. Al volverme compruebo que el vino blanco barato que llevo bebiendo toda la noche para aliviar mis nervios se me ha subido a la cabeza, y estoy, cómo os diré, ligeramente mareada por el alcohol. Bueno, de acuerdo, estoy borracha.
Cuando veo a Sophie y a Lisa juntas, sonrío abiertamente.
—Estáis... —digo, mirándolas de arriba abajo— fantásticas —concluyo magnánima, a pesar del silencio que parece haber producido su aparición.
Porque Sophie y Lisa no han escatimado esfuerzos, solo que lo han hecho en Kilburn, y por alguna razón lo que habría parecido fantástico en Tramp parece totalmente ridículo en el Wine Celler de Kilburn High Road. Se las ve extraordinariamente fuera de lugar.
Salta a la vista que Lisa ha ido a la peluquería, de la que ha salido con un pelo tan voluminoso que casi tiene que inclinar la cabeza al cruzar las puertas. Lleva una diminuta pieza de tela negra a modo de traje y unas sandalias de tirilla y tacón muy alto.
Sophie se ha recogido el pelo en una trenza muy parecida a la mía, y se ha embutido en un traje de noche negro que brilla y destella con cada movimiento.
Parecen hasta tal punto una parodia de sí mismas que soy incapaz de borrar de mis labios la sonrisa burlona, y mientras las saludo, veo por encima de sus hombros que Geraldine y Kevin Maxwell también sonríen burlones, y por un segundo experimento un perverso regocijo ante la idea de que se sientan incómodas.
Solo que, por supuesto, Sophie y Lisa no se sienten incómodas sino guapas, y lo han hecho evidentemente por Nick. Una mala jugada. ¡Ja! Se lo tienen bien merecido.
ya les subo el capi del día :)
Capítulo 37
Todo el mundo conoce Cut Glass. Inicialmente una óptica pequeña y original especializada en gafas modernas que no podías comprar en ninguna otra parte, Cut Glass es ahora una de las cadenas de ópticas más grandes, si no la más grande, del país.
—Eres oculista. —Es una afirmación, no una pregunta, y Geraldine adopta al instante una expresión de aburrimiento mientras empieza a pensar en el modo de deshacerse de él. La conozco tan bien que sonrío para mis adentros. Guapo, piensa, pero aburrido, mortalmente aburrido.
—No —dice Kevin, riendo otra vez. —No exactamente.
Oh, Dios, esto se pone cada vez peor, advierto que piensa Geraldine. Ni siquiera es oculista, es un maldito dependiente.
—Soy el dueño de la compañía —agrega él a regañadientes, después de un silencio cargado de significado.
—¿Qué quieres decir con el dueño?
—Pues que es mía —responde él.
—¡Oh, Dios mío! —Geraldine palidece de repente. —¡Eres Kevin!
Kevin la mira confuso.
—Ya te he dicho que me llamo Kevin.
—No. —Ella menea la cabeza. —Pero eres Kevin Maxwell. Lo sé todo sobre ti.
—¿Qué quieres decir con que lo sabes todo?
—Soy amiga de Suzie.
—¿Qué? —dice él, sonriendo. —¿Te refieres a Suzie Johnson?
—Sí —contesta Geraldine, que no puede creer su suerte, porque Kevin Maxwell, y su metro ochenta y dos de estatura, no solo es guapísimo sino que es increíblemente rico, muy agradable y un partidazo, y ella ya lo sabe todo de él. —Suzie es una vieja amiga mía; llevo años oyendo hablar de ti.
—¡Oh, Dios mío! —Ahora le toca a Kevin. —¡Tú eres Geraldine Turner!
Cada vez me siento más de sobra, y por fin comprendo que es el momento de dejarlos solos.
—¿Otra copa? —pregunto, pero los dos sacuden la cabeza, ocupados en descubrir a qué otras personas conocen ambos, y me acerco a la barra.
Todo el mundo lo está pasando demasiado bien para recordar que el motivo de la fiesta es decir adiós al querido subjefe de información. Han bajado las luces y subido el volumen de la música, y Jemima está apoyada contra la barra bebiendo una copa de vino blanco barato —hace mucho que se ha terminado el champán, —recorriendo la habitación con la mirada.
Ve a Nick con Diana Macpherson y el director, ella en mitad de un discurso, apoyando de vez en cuando una mano en el brazo de Nick para enfatizar un argumento. Es extraño que no toque al director de la misma manera, piensa Jemima. De hecho, no parece tocarlo en absoluto.
Es demasiado mayor y demasiado agresiva para que Jemima se sienta verdaderamente amenazada —seguro que no es el tipo de Nick, —pero aun así cada vez que esa mujer pone un dedo de uña larga y cuidada en la manga de Nick, Jemima siente que se le desgarra algo por dentro. Déjalo en paz, piensa. Él no te pertenece.
Ni Jemima le pertenece a él, pero como ella casi nunca se ha enamorado, si es que lo ha hecho alguna vez, no se da cuenta. La mayoría de las mujeres pasan sus años de adolescencia enamorándose y desenamorándose. Están más que familiarizadas con el dolor que supone ir a una fiesta y ver que el objeto de sus jóvenes deseos acaba con otra chica. Todas son versadas en hablar a sus amigas de «la bruja» que se lo ha robado y son igualmente conscientes de que, aunque pueda parecerlo en ese momento, no es el fin del mundo.
Pero Jemima no ha tenido una adolescencia como la mayoría de las jovencitas. Mientras sus compañeras de clase iban a fiestas, experimentaban con el maquillaje y la ropa, y buscaban a tientas en dormitorios oscuros sobre los abrigos amontonados sobre las camas, Jemima estaba en casa con su madre, comiendo, viendo la televisión y soñando despierta.
Jemima no fue a ninguna fiesta hasta que empezó la universidad, y aun entonces casi nunca se aventuraba a asistir a los grandes actos sociales una vez que terminaba la semana dedicada a los estudiantes del primer año. Jemima Jones trabó amistad con un grupo de chicos y chicas que a sus ojos eran tan inadecuados como ella. Los socialmente inadaptados se llamaban a sí mismos, fingiendo disfrutar del hecho de ser diferentes cuando lo cierto era que cada uno deseaba estar en otra parte.
Y hasta hace muy poco Jemima no ha mostrado mucho interés por el sexo opuesto. Es cierto que ha perdido la virginidad, pero nunca ha experimentado lo que es suspirar por alguien, estar despierta toda la noche rezando para que se fije en ti, estremecerte de dolor al darte cuenta de que no te corresponde.
—¡Mimey! —Una voz que conozco bien me arranca de mi ensoñación, y me vuelvo despacio, tratando de averiguar por qué estoy oyendo esa voz en una fiesta del trabajo. Al volverme compruebo que el vino blanco barato que llevo bebiendo toda la noche para aliviar mis nervios se me ha subido a la cabeza, y estoy, cómo os diré, ligeramente mareada por el alcohol. Bueno, de acuerdo, estoy borracha.
Cuando veo a Sophie y a Lisa juntas, sonrío abiertamente.
—Estáis... —digo, mirándolas de arriba abajo— fantásticas —concluyo magnánima, a pesar del silencio que parece haber producido su aparición.
Porque Sophie y Lisa no han escatimado esfuerzos, solo que lo han hecho en Kilburn, y por alguna razón lo que habría parecido fantástico en Tramp parece totalmente ridículo en el Wine Celler de Kilburn High Road. Se las ve extraordinariamente fuera de lugar.
Salta a la vista que Lisa ha ido a la peluquería, de la que ha salido con un pelo tan voluminoso que casi tiene que inclinar la cabeza al cruzar las puertas. Lleva una diminuta pieza de tela negra a modo de traje y unas sandalias de tirilla y tacón muy alto.
Sophie se ha recogido el pelo en una trenza muy parecida a la mía, y se ha embutido en un traje de noche negro que brilla y destella con cada movimiento.
Parecen hasta tal punto una parodia de sí mismas que soy incapaz de borrar de mis labios la sonrisa burlona, y mientras las saludo, veo por encima de sus hombros que Geraldine y Kevin Maxwell también sonríen burlones, y por un segundo experimento un perverso regocijo ante la idea de que se sientan incómodas.
Solo que, por supuesto, Sophie y Lisa no se sienten incómodas sino guapas, y lo han hecho evidentemente por Nick. Una mala jugada. ¡Ja! Se lo tienen bien merecido.
Última edición por pinkiiland el Lun 14 Mayo 2012, 5:27 pm, editado 1 vez
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Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
hahaha! eso les pasa por brujas!!! :P
ojala y que pase algo bonito entre kevin y Geraldine.
Ya vi que ella si es amiga de Jemima, se merece algo lindo, haha y asi Nick se olvida de una vez por todas de ella XD
ojala y que pase algo bonito entre kevin y Geraldine.
Ya vi que ella si es amiga de Jemima, se merece algo lindo, haha y asi Nick se olvida de una vez por todas de ella XD
Nick_is_infatuation
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
Ok... no es Nick Maxwell, es Kevin Maxwell.
Ya edité (:
Capítulo 38
—¿Dónde está el chico listo? —pregunta Sophie, recorriendo la habitación con la mirada en busca de Nick.
—¿Ves a esa rubia alta de allí? —Señalo a Diana Macpherson sabiendo que, si Sophie o Lisa se adentran en su territorio, Diana las hará picadillo. —Hace un minuto estaba hablando con él, seguramente se ha ido a pedir una copa.
—Dios —dice Sophie, estirándose el vestido y echando un vistazo de reojo a Diana Macpherson. —Menuda carantoña. ¿Quién es? —No se vuelve hacia mí, sino que mantiene la mirada fija en Diana mientras Nick vuelve y le ofrece una copa de vino.
—No lo sé. —Me encojo de hombros, tratando con desesperación de disimular una sonrisa maliciosa. —No trabaja en el periódico y nunca la he visto. Quizá sea una amiga de Nick. —Dejo de hablar y las tres observamos en silencio que Diana quita una pelusa de la americana de Nick con un gesto demasiado íntimo para tratarse de una simple jefa. —Puede que a él le guste —añado, preguntándome cuál va ser el resultado de esta peculiar conversación.
—Sería un milagro —dice Sophie, indignada, antes de recordar que yo, su compañera de piso, estoy enamorada de Nick y no debería ser tan clara. —Mira, Mimey —agrega con tono confiado, —¿qué te parece si me acerco y me deshago de esa vieja, y luego te acercas tú y hablas con Nick? Apuesto a que no has cruzado una palabra con él en toda la noche.
No puedo seguir ocultando la sonrisa malvada y, sonriendo ya sin tapujos, digo:
—¿Lo harías? Eres increíble.
—¿Para qué están las amigas? —dice Sophie, que, con aire resuelto, ya ha empezado a abrirse paso entre la gente hacia su presa.
—Será mejor que vaya con ella —dice Lisa, y la sigue tambaleándose sobre sus tacones.
—¿Qué está pasando? —dice Geraldine a mi lado. —¿Qué hacen aquí tus compañeras de piso? Y, lo que viene más al caso, ¿de qué diablos se han disfrazado?
Esto es demasiado para mí. Me echo a reír, y cuanto más río, más me cuesta parar, pero no estoy borracha, ¿vale? Solo un poco.
—Tú solo observa —logro balbucear por fin. —Creo que va a ser uno de esos momentos para inmortalizarlos.
—¿Sabe tu compañera de piso quién es Diana Macpherson? —pregunta Geraldine, confusa.
—No —farfullo. —Y tampoco sabe cómo es, pero le gusta Nick y cree que Diana es una carantoña, y está decidida a apartarlo de ella, pase lo que pase.
Geraldine parece escandalizada, pero enseguida se da cuenta de que se trata de una escena genial.
—¡Genial! —susurra sobrecogida mientras observa a Sophie acercarse.
Sophie, boba como es, parece haber decidido, en menos de un minuto, que Nick ha sido acorralado por esa rubia demasiado mayor y ampulosa, y mientras se aproxima con resolución a ellos ya está planeando su estrategia. Nick no quiere estar allí, ha decidido, de modo que se sentirá eternamente agradecido hacia la persona que ha tenido el aplomo de apartarlo de esa mujer que, según supone Sophie, está echando a perder su fiesta de despedida.
Soy infinitamente más joven que esa rubia vulgar, además de mucho más atractiva, piensa mientras se acerca. Y tengo mejores piernas, advierte cuando por fin los alcanza. Nick tiene ahora, ha resuelto Sophie, una novia que logrará ahuyentar a esa mujer. Y esa novia soy yo. ¡Genial!, se dice. ¡Nunca me lo agradecerá bastante!
—¡Nick! —grita, mientras él aparta la mirada de Diana y la dirige hacia ella sin comprender, en primer lugar porque le cuesta fijar la mirada en Sophie, que parece tener dos o tres cabezas, y en segundo lugar porque no tiene la más remota idea de quién es.
Su mirada de incomprensión se vuelve rápidamente en una de ligera alerta, porque ella sin duda parece conocerlo, y muy bien, de hecho.
—¡Cariño! —exclama ella, cogiéndole la cara con las manos y plantándole un húmedo beso en los labios. —Lamento llegar tan tarde. ¿Me has echado de menos? —añade con un ronroneo de gata.
—Yo..., esto... —Nick está total y profundamente desconcertado. ¿Quién es esa extraña mujer? ¿Tal vez alguna relaciones públicas con la que ha hablado por teléfono?
—Hola —dice Sophie volviéndose fríamente hacia Diana Macpherson, cuya expresión se ha endurecido. —Soy Sophie. —Le tiende una mano, pero Diana se limita a mirarla. —La novia de Nick.
—¿Mi qué? —dice él arrastrando las palabras; de pronto la ha reconocido.
—No seas tímido, querido. Ya no es ningún secreto, ¿no? —Sophie le desordena el pelo con un gesto cariñoso.
—Pero... —balbucea Nick, —pero si solo nos hemos visto una vez. Eres la compañera de piso de Jemima, ¿verdad?
Sophie vacila, pero apenas por una fracción de segundo.
—¿Se trata un pequeño juego, cariño? ¿Quieres que te siga la corriente? Está bien, solo nos hemos visto una vez. —Se vuelve hacia Diana y pone los ojos en blanco mientras Nick sigue mirándola estupefacto. —Perdona —añade dirigiéndose a Diana, quien, todo hay que decirlo, es mucho más lista que Sophie y, gracias a la expresión de Nick, está comprendiendo poco a poco que no es lo que parece. —Tenemos nuestros pequeños juegos —continúa Sophie, sin darse cuenta de que su plan no está saliendo según..., bueno, lo planeado.
—¿Ah, sí? —dice Diana, poniéndose encantadora y esbozando una sonrisa que sus colegas saben que solo significa una cosa: está lista para matar. —¿De modo que tú eres la novia de Nick? He oído hablar mucho de ti.
La sonrisa de Sophie desaparece por un segundo antes de instalarse de nuevo en su rostro.
—Cosas buenas, espero —dice, porque por lo que ella sabe Nick no tiene novia y, si la tiene, podría estar allí, y si está allí va a vérselas en un serio apuro.
—Oh, maravillosas —dice Diana. —Lamento mucho lo de tu hermana —añade, sabiendo ahora, sin la mínima sombra de duda, que Sophie es una estúpida a la que le gusta Nick y que ha creído que podía arrebatárselo.
—Mi hermana..., sí, una lástima. Me sorprende que Nick te lo haya contado —dice Sophie, que está empezando a pensar que cuanto antes se vaya de allí, mejor.
Jemima y Geraldine se han acercado poco a poco hasta detenerse a dos palmos de distancia, y ambas han aguzado el oído para averiguar qué pasa.
Ya edité (:
Capítulo 38
—¿Dónde está el chico listo? —pregunta Sophie, recorriendo la habitación con la mirada en busca de Nick.
—¿Ves a esa rubia alta de allí? —Señalo a Diana Macpherson sabiendo que, si Sophie o Lisa se adentran en su territorio, Diana las hará picadillo. —Hace un minuto estaba hablando con él, seguramente se ha ido a pedir una copa.
—Dios —dice Sophie, estirándose el vestido y echando un vistazo de reojo a Diana Macpherson. —Menuda carantoña. ¿Quién es? —No se vuelve hacia mí, sino que mantiene la mirada fija en Diana mientras Nick vuelve y le ofrece una copa de vino.
—No lo sé. —Me encojo de hombros, tratando con desesperación de disimular una sonrisa maliciosa. —No trabaja en el periódico y nunca la he visto. Quizá sea una amiga de Nick. —Dejo de hablar y las tres observamos en silencio que Diana quita una pelusa de la americana de Nick con un gesto demasiado íntimo para tratarse de una simple jefa. —Puede que a él le guste —añado, preguntándome cuál va ser el resultado de esta peculiar conversación.
—Sería un milagro —dice Sophie, indignada, antes de recordar que yo, su compañera de piso, estoy enamorada de Nick y no debería ser tan clara. —Mira, Mimey —agrega con tono confiado, —¿qué te parece si me acerco y me deshago de esa vieja, y luego te acercas tú y hablas con Nick? Apuesto a que no has cruzado una palabra con él en toda la noche.
No puedo seguir ocultando la sonrisa malvada y, sonriendo ya sin tapujos, digo:
—¿Lo harías? Eres increíble.
—¿Para qué están las amigas? —dice Sophie, que, con aire resuelto, ya ha empezado a abrirse paso entre la gente hacia su presa.
—Será mejor que vaya con ella —dice Lisa, y la sigue tambaleándose sobre sus tacones.
—¿Qué está pasando? —dice Geraldine a mi lado. —¿Qué hacen aquí tus compañeras de piso? Y, lo que viene más al caso, ¿de qué diablos se han disfrazado?
Esto es demasiado para mí. Me echo a reír, y cuanto más río, más me cuesta parar, pero no estoy borracha, ¿vale? Solo un poco.
—Tú solo observa —logro balbucear por fin. —Creo que va a ser uno de esos momentos para inmortalizarlos.
—¿Sabe tu compañera de piso quién es Diana Macpherson? —pregunta Geraldine, confusa.
—No —farfullo. —Y tampoco sabe cómo es, pero le gusta Nick y cree que Diana es una carantoña, y está decidida a apartarlo de ella, pase lo que pase.
Geraldine parece escandalizada, pero enseguida se da cuenta de que se trata de una escena genial.
—¡Genial! —susurra sobrecogida mientras observa a Sophie acercarse.
Sophie, boba como es, parece haber decidido, en menos de un minuto, que Nick ha sido acorralado por esa rubia demasiado mayor y ampulosa, y mientras se aproxima con resolución a ellos ya está planeando su estrategia. Nick no quiere estar allí, ha decidido, de modo que se sentirá eternamente agradecido hacia la persona que ha tenido el aplomo de apartarlo de esa mujer que, según supone Sophie, está echando a perder su fiesta de despedida.
Soy infinitamente más joven que esa rubia vulgar, además de mucho más atractiva, piensa mientras se acerca. Y tengo mejores piernas, advierte cuando por fin los alcanza. Nick tiene ahora, ha resuelto Sophie, una novia que logrará ahuyentar a esa mujer. Y esa novia soy yo. ¡Genial!, se dice. ¡Nunca me lo agradecerá bastante!
—¡Nick! —grita, mientras él aparta la mirada de Diana y la dirige hacia ella sin comprender, en primer lugar porque le cuesta fijar la mirada en Sophie, que parece tener dos o tres cabezas, y en segundo lugar porque no tiene la más remota idea de quién es.
Su mirada de incomprensión se vuelve rápidamente en una de ligera alerta, porque ella sin duda parece conocerlo, y muy bien, de hecho.
—¡Cariño! —exclama ella, cogiéndole la cara con las manos y plantándole un húmedo beso en los labios. —Lamento llegar tan tarde. ¿Me has echado de menos? —añade con un ronroneo de gata.
—Yo..., esto... —Nick está total y profundamente desconcertado. ¿Quién es esa extraña mujer? ¿Tal vez alguna relaciones públicas con la que ha hablado por teléfono?
—Hola —dice Sophie volviéndose fríamente hacia Diana Macpherson, cuya expresión se ha endurecido. —Soy Sophie. —Le tiende una mano, pero Diana se limita a mirarla. —La novia de Nick.
—¿Mi qué? —dice él arrastrando las palabras; de pronto la ha reconocido.
—No seas tímido, querido. Ya no es ningún secreto, ¿no? —Sophie le desordena el pelo con un gesto cariñoso.
—Pero... —balbucea Nick, —pero si solo nos hemos visto una vez. Eres la compañera de piso de Jemima, ¿verdad?
Sophie vacila, pero apenas por una fracción de segundo.
—¿Se trata un pequeño juego, cariño? ¿Quieres que te siga la corriente? Está bien, solo nos hemos visto una vez. —Se vuelve hacia Diana y pone los ojos en blanco mientras Nick sigue mirándola estupefacto. —Perdona —añade dirigiéndose a Diana, quien, todo hay que decirlo, es mucho más lista que Sophie y, gracias a la expresión de Nick, está comprendiendo poco a poco que no es lo que parece. —Tenemos nuestros pequeños juegos —continúa Sophie, sin darse cuenta de que su plan no está saliendo según..., bueno, lo planeado.
—¿Ah, sí? —dice Diana, poniéndose encantadora y esbozando una sonrisa que sus colegas saben que solo significa una cosa: está lista para matar. —¿De modo que tú eres la novia de Nick? He oído hablar mucho de ti.
La sonrisa de Sophie desaparece por un segundo antes de instalarse de nuevo en su rostro.
—Cosas buenas, espero —dice, porque por lo que ella sabe Nick no tiene novia y, si la tiene, podría estar allí, y si está allí va a vérselas en un serio apuro.
—Oh, maravillosas —dice Diana. —Lamento mucho lo de tu hermana —añade, sabiendo ahora, sin la mínima sombra de duda, que Sophie es una estúpida a la que le gusta Nick y que ha creído que podía arrebatárselo.
—Mi hermana..., sí, una lástima. Me sorprende que Nick te lo haya contado —dice Sophie, que está empezando a pensar que cuanto antes se vaya de allí, mejor.
Jemima y Geraldine se han acercado poco a poco hasta detenerse a dos palmos de distancia, y ambas han aguzado el oído para averiguar qué pasa.
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Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
hahahaha!!! [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
eso le pasa a Sophie por bruja!!
Ahora si que Nick nunca la mirara ni por error!!
gracias por seguirla (:
eso le pasa a Sophie por bruja!!
Ahora si que Nick nunca la mirara ni por error!!
gracias por seguirla (:
Nick_is_infatuation
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
no se como decirlo, pero , nunca en la vida me llego una historia tanto como esta, amarla seria decirte poco, es kwjhdidshfjgdsufhdkfd....
tenes que seguila por mi bien, m emuero, me la lei, en pocas horas, por dios, decime que el ciego de nick se queda con jemima!, es tan hermosa ella, por que diablos no se da cuenta!, seguro que queda enganchado con esa p:*T@ de diana no?, dios no puedo esperar, la amo, la amo la amo!!!, no sabes lo que llore en algunas partes..jajaj
AGUANTE JJ! JAJAJJA.... SEGUILAAAAAA PRONTITO, BESOS!!!!!!!!!!!
tenes que seguila por mi bien, m emuero, me la lei, en pocas horas, por dios, decime que el ciego de nick se queda con jemima!, es tan hermosa ella, por que diablos no se da cuenta!, seguro que queda enganchado con esa p:*T@ de diana no?, dios no puedo esperar, la amo, la amo la amo!!!, no sabes lo que llore en algunas partes..jajaj
AGUANTE JJ! JAJAJJA.... SEGUILAAAAAA PRONTITO, BESOS!!!!!!!!!!!
cami23593
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
Cami, bienvenida :)
me encanta que más gente se esté uniendo a leerla porque me parecía extraño que una historia tan diferente pero con la que muchas chicas se identifican no tenía casi lectoras.
Hoy subo el capi temprano!!
Y por cierto, Cami, me gustaría decirte cómo va a terminar... pero no puedo, acabaría con la emoción xD
me encanta que más gente se esté uniendo a leerla porque me parecía extraño que una historia tan diferente pero con la que muchas chicas se identifican no tenía casi lectoras.
Hoy subo el capi temprano!!
Y por cierto, Cami, me gustaría decirte cómo va a terminar... pero no puedo, acabaría con la emoción xD
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Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
Capítulo 38
—Hummm —murmura Diana con complicidad. —Nick me cuenta muchas cosas. Soy su psiquiatra.
—¿Qué? —dice Sophie, sin tener ni idea de qué hacer a continuación.
—Bueno, ya sabes. —Diana se inclina hacia delante y, bajando la voz, agrega: —Después del problema del año pasado con las voces y los cuadros de esquizofrenia, Nick y yo nos hemos estado viendo tres veces a la semana. ¿No lo sabías?
—Sí, ahora que lo recuerdo mencionó algo al respecto, pero ya sabes lo reservado que es.
—Ya lo creo —coincide Diana. —Mientras tengas bien escondidos los cuchillos de la cocina... Ya sabes a qué me refiero. —Le da un leve codazo a Sophie y añade: —No debería decir esto, pero ten cuidado, no nos gustaría que acabaras como su última novia, ¿verdad?
—Esto..., no.
—Exacto. Por cierto, Nick me ha dicho que eres osteópata. ¿Por qué no vamos a tomar algo y me hablas de tu trabajo? —Antes de que Sophie tenga ocasión de protestar, Diana la ha cogido del brazo y la ha llevado a la barra, mientras Geraldine y Jemima estallan en carcajadas.
—Joder —dice Nick, a quien se le ha pasado momentáneamente la borrachera, tal vez debido a la impresión que se ha llevado. Se vuelve hacia mí, arrastrando un poco las palabras. —¿Esa era mi novia?
—No, Nick —respondo sonriendo. —No tienes novia, ¿recuerdas?
—Ya me parecía —dice bajando la vista hacia la copa de vino, aturdido. Vuelve a levantarla. —Jemima —añade, apurando la copa. —Geraldine —agrega, balanceándose ligeramente y mirándola. —¿Qué voy a hacer sin vosotras? —Nos abraza mientras Geraldine, que no ha bebido nada en toda la noche, pone los ojos en blanco asqueada y se suelta.
—Estarás bien, Nick —dice. —Seguro que en London Nights encontrarás a miles de chicas guapísimas que se enamorarán de ti. Y hablando de amor... —Levanta la vista y atrae la mirada de Kevin Maxwell, que acaba de volver de recoger el abrigo de Diana Macpherson. —Tengo una cita con el mejor partido de Londres.
—¿Quién es? —pregunta Nick, que parece demasiado borracho para que le importe.
—Da igual. —Geraldine, totalmente sobria, se ha dado cuenta a tiempo de que Nick es la última persona a la que debería decírselo, porque nunca sabes cómo se lo tomaría Di Macpherson. —Perdonad —dice, asegurándose de que Diana no está cerca para ir a despedirse de Kevin. —Enseguida vuelvo.
Nick sigue rodeándome los hombros con un brazo, y estoy tan nerviosa que me parece que se me ha pasado la borrachera de golpe, y veo todo con gran lujo de detalles y siento la presión de su brazo.
—Eres mi única amiga —me dice, volviéndose y ocultando la cara en mi hombro. —Te quiero, Jemima —murmura hacia mi blusa. Y yo me quedo inmóvil.
El mundo se detiene.
—¿Qué has dicho? —pregunto con voz entrecortada, convencida de que he oído mal.
Nick me mira unos segundos y entonces, de la misma manera que ha besado a Sophie, que ya se ha marchado de la fiesta, me besa. Es un gran beso húmedo y baboso en los labios, y gracias, Dios, gracias, gracias. Dura unos cuatro segundos, y cuando termina él se aleja tambaleándose, dejándome clavada en el suelo, temblando como una hoja.
—Yo también te quiero —susurro observando que el director, que está a punto de decir unas palabras, se lo lleva a un lado. —Yo también te quiero.
Es corto, pero hermosisimo ♥
—Hummm —murmura Diana con complicidad. —Nick me cuenta muchas cosas. Soy su psiquiatra.
—¿Qué? —dice Sophie, sin tener ni idea de qué hacer a continuación.
—Bueno, ya sabes. —Diana se inclina hacia delante y, bajando la voz, agrega: —Después del problema del año pasado con las voces y los cuadros de esquizofrenia, Nick y yo nos hemos estado viendo tres veces a la semana. ¿No lo sabías?
—Sí, ahora que lo recuerdo mencionó algo al respecto, pero ya sabes lo reservado que es.
—Ya lo creo —coincide Diana. —Mientras tengas bien escondidos los cuchillos de la cocina... Ya sabes a qué me refiero. —Le da un leve codazo a Sophie y añade: —No debería decir esto, pero ten cuidado, no nos gustaría que acabaras como su última novia, ¿verdad?
—Esto..., no.
—Exacto. Por cierto, Nick me ha dicho que eres osteópata. ¿Por qué no vamos a tomar algo y me hablas de tu trabajo? —Antes de que Sophie tenga ocasión de protestar, Diana la ha cogido del brazo y la ha llevado a la barra, mientras Geraldine y Jemima estallan en carcajadas.
—Joder —dice Nick, a quien se le ha pasado momentáneamente la borrachera, tal vez debido a la impresión que se ha llevado. Se vuelve hacia mí, arrastrando un poco las palabras. —¿Esa era mi novia?
—No, Nick —respondo sonriendo. —No tienes novia, ¿recuerdas?
—Ya me parecía —dice bajando la vista hacia la copa de vino, aturdido. Vuelve a levantarla. —Jemima —añade, apurando la copa. —Geraldine —agrega, balanceándose ligeramente y mirándola. —¿Qué voy a hacer sin vosotras? —Nos abraza mientras Geraldine, que no ha bebido nada en toda la noche, pone los ojos en blanco asqueada y se suelta.
—Estarás bien, Nick —dice. —Seguro que en London Nights encontrarás a miles de chicas guapísimas que se enamorarán de ti. Y hablando de amor... —Levanta la vista y atrae la mirada de Kevin Maxwell, que acaba de volver de recoger el abrigo de Diana Macpherson. —Tengo una cita con el mejor partido de Londres.
—¿Quién es? —pregunta Nick, que parece demasiado borracho para que le importe.
—Da igual. —Geraldine, totalmente sobria, se ha dado cuenta a tiempo de que Nick es la última persona a la que debería decírselo, porque nunca sabes cómo se lo tomaría Di Macpherson. —Perdonad —dice, asegurándose de que Diana no está cerca para ir a despedirse de Kevin. —Enseguida vuelvo.
Nick sigue rodeándome los hombros con un brazo, y estoy tan nerviosa que me parece que se me ha pasado la borrachera de golpe, y veo todo con gran lujo de detalles y siento la presión de su brazo.
—Eres mi única amiga —me dice, volviéndose y ocultando la cara en mi hombro. —Te quiero, Jemima —murmura hacia mi blusa. Y yo me quedo inmóvil.
El mundo se detiene.
—¿Qué has dicho? —pregunto con voz entrecortada, convencida de que he oído mal.
Nick me mira unos segundos y entonces, de la misma manera que ha besado a Sophie, que ya se ha marchado de la fiesta, me besa. Es un gran beso húmedo y baboso en los labios, y gracias, Dios, gracias, gracias. Dura unos cuatro segundos, y cuando termina él se aleja tambaleándose, dejándome clavada en el suelo, temblando como una hoja.
—Yo también te quiero —susurro observando que el director, que está a punto de decir unas palabras, se lo lleva a un lado. —Yo también te quiero.
Es corto, pero hermosisimo ♥
Invitado
Invitado
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
OMJ!!!
hay un slang mexicano que dice que los ninios y los ebrios siempre dicen la verdad!!! haha
espero que sea cierto!!
gracias por seguirla!!!
hay un slang mexicano que dice que los ninios y los ebrios siempre dicen la verdad!!! haha
espero que sea cierto!!
gracias por seguirla!!!
Nick_is_infatuation
Re: Los Patitos Feos También Besan (con Nick y Joe)
Demonios Nicholas, espero que aquello lo hayas hecho porque de verdad lo sentías y no porque estabas borracho D':
Pero de todas formas fue un momento muy emocionante, y me encantó, jajajajajaja.
AMO DEMASIADO ESTA NOVELA, ¡SIGUELAA! :love:
Pero de todas formas fue un momento muy emocionante, y me encantó, jajajajajaja.
AMO DEMASIADO ESTA NOVELA, ¡SIGUELAA! :love:
Dayi_JonasLove!*
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