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Mensaje por Julieta♥ Jue 27 Dic 2012, 7:39 pm

Debes subir más caps ya q nos dejaste abandonadas por tanto tiempo!!!!!!
Julieta♥
Julieta♥


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Mensaje por #Ale Jue 27 Dic 2012, 8:38 pm

Mañana sigo subiendo mi madre me mando hacer varias cosas y no pude pasar los capitulos! mañana MEGA MARATON.. gracias por permitirme seguirla las re amo
#Ale
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 7:59 pm

CAPITULO 14-Parte 1



-Cinco besos. Puedes comenzar.

____ pestañeó hacia Joseph mientras él bajaba su rostro hasta el de ella. -¿En la boca?

-Sí... ¿Dónde más?

Ella se inclinó hacia adelante y le besó los labios cerra­dos cinco veces con rapidez.

-Ahora es mi turno. -Se tomó más tiempo con las pequeñas caricias, delineando sus labios con la lengua, cam­biando la presión y el ángulo de su boca contra la de ella.

Le sonrió.

-Esta vez, voy primero. Cinco besos con la boca abierta.

Ella se estremeció cuando él deslizó la lengua dentro de su boca, reuniendo el fuego de deseo que había encendido antes. Sus manos permanecían aferradas a los postes de la cama; solo su boca se movía contra la suya en una delicada in­vitación a explorar su lujuria. Succionó su lengua dentro de su boca, y ella luchó contra el deseo de gemir. Joseph besaba como los dioses y nunca dejaba de hacerla, incluso cuando de­seaba continuar con otras cosas.

A pesar de su cautela inicial, ____ sabía que la acepta­ción de ese lado de su naturaleza lo sinceraría con ella. Sentía como si antes solo hubiera rozado la superficie de su apetito sexual explosivo. Algo dentro de ella estaba encantado con sus avances escandalosos y respondía de la misma manera.

Para cuando la liberó, sus labios estaban hinchados y sus pezones tan tensos que le dolían. Le devolvió los besos, empujándolo hacia adelante con imprudencia, intentaba equi­librar sus propias necesidades voraces con el deseo de ganarle.

Él jadeó cuando ella retrocedió. En la coronilla de su pene brillaba la humedad. Su propio néctar le goteaba por el muslo.

-Es difícil, ¿no es verdad? -murmuró él -Intentar empujarme del borde sin lanzarte al abismo. Aún tenemos un largo camino por recorrer. Es tu turno. Cinco lamidas en cada uno de mis pezones.

____ sabía que adoraba que lo tocara de esa manera. ¿Sería su oportunidad de ganar? Con la primera caricia de su lengua, el pezón de él se endureció. Lo lamía lentamente, se deleitaba con la punta dura de su carne contra la suavidad de su boca húmeda. Las caderas de él se movían hacia ella, y su pene le rozó el estómago, dejando un vestigio de líquido naca­rado pendiendo entre ellos.

Joseph bajó la mirada.

-Eso no cuenta. Es pre-eyaculación. Sabrás cuando acabe, te empapará. -Se inclinó hasta su pecho. ____ se sos­tenía de los postes de la cama con toda su fuerza mientras él lamía despacio su pezón y el aro dorado que lo atravesaba. Gemía desde su garganta mientras ella se estremecía; deseaba acabar. Su polla rozó su vientre otra vez mientras le besaba el pezón. Era tan fácil para ella bajar la cabeza y tomarlo en su boca, tan placentero succionarlo y tenerlo en su poder.

-____...

Ella abrió los ojos. Sus pechos brillaban por su boca bajo la tenue luz de las velas. Estaba tan cerca del límite que aún podía sentir el tirón del oro en su piel caliente. Un débil brillo de sudor moteaba el pecho musculoso de Joseph al aparecer sobre ella como si antes solo hubiera rozado la superficie de su apetito sexual explosivo. Algo dentro de ella estaba encantado con sus avances escandalosos y respondía de la misma manera.

Para cuando la liberó, sus labios estaban hinchados y sus pezones tan tensos que le dolían. Le devolvió los besos, empujándolo hacia adelante con imprudencia, intentaba equi­librar sus propias necesidades voraces con el deseo de ganarle.

Él jadeó cuando ella retrocedió. En la coronilla de su pene brillaba la humedad. Su propio néctar le goteaba por el muslo.

-Es difícil, ¿no es verdad? -murmuró él -Intentar empujarme del borde sin lanzarte al abismo. Aún tenemos un largo camino por recorrer. Es tu turno. Cinco lamidas en cada uno de mis pezones.

____ sabía que adoraba que lo tocara de esa manera. ¿Sería su oportunidad de ganar? Con la primera caricia de su lengua, el pezón de él se endureció. Lo lamía lentamente, se deleitaba con la punta dura de su carne contra la suavidad de su boca húmeda. Las caderas de él se movían hacia ella, y su pene le rozó el estómago, dejando un vestigio de líquido naca­rado pendiendo entre ellos.

Joseph bajó la mirada.

-Eso no cuenta. Es pre-eyaculación. Sabrás cuando acabe; te empapará. -Se inclinó hasta su pecho. ____ se sos­tenía de los postes de la cama con toda su fuerza mientras él lamía despacio su pezón y el aro dorado que lo atravesaba. Gemía desde su garganta mientras ella se estremecía; deseaba acabar. Su polla rozó su vientre otra vez mientras le besaba el pezón. Era tan fácil para ella bajar la cabeza y tomado en su boca, tan placentero succionarlo y tenerlo en su poder.

-____...

Ella abrió los ojos. Sus pechos brillaban por su boca bajo la tenue luz de las velas. Estaba tan cerca del límite que aún podía sentir el tirón del oro en su piel caliente. Un débil brillo de sudor moteaba el pecho musculoso de Joseph al aparecer sobre ella.

-Es mi turno de comenzar otra vez. -Joseph ja­deaba-. Esta vez voy a succionar tus pechos. Quédate quieta.

Tan pronto como sus labios se cerraron sobre su pe­zón, ____ supo que perdería esa batalla en particular. La pri­mera sensación de su orgasmo vibró a través de su cuerpo. Con un suave grito se inclinó hacia delante, sobre la seducto­ra curva del hombro de Joseph. Lo mordía con fuerza mientras su clímax crecía y florecía en ella.

Cuando terminó de temblar, Joseph se apartó. -Has perdido. Elijo abrir las cortinas.

Ella no podía evitar mirarlo mientras cruzaba la habi­tación a zancadas. Sus anchos hombros se estrechaban en una fina cintura y nalgas turgentes. Llevaba el oscuro manto de cabello recogido en la nuca. Su vista de frente era igual de im­presionante, con expresión arrogante y confianza firme.

-¿Deseas volver a jugar, o admites la derrota?

____ observaba de manera intencionada su miembro.

No podía permanecer con esa erección para siempre... ¿O sí? Había logrado su liberación; sin duda podría durar más tiem­po que él esta vez.

-Jugaré otra vez.

-Si pierdes, abriré la puerta. -Volvió a su posición delante de ella, sus manos otra vez asían los postes de la cama -¿Qué harás si ganas?

-Excluir a todos y hacerte el amor hasta que quedes de­masiado exhausto como para moverte por el resto de la noche.

Él levantó una ceja.

-Palabras atrevidas de una mujer que se toma en serio sus placeres. ¿De verdad crees que puedes dejarme exhausto?

-¿No es eso de lo que se trata todo esto? ¿Probar que soy capaz de ser tu plena compañía sexual? -Se puso tensa. Esperaba su respuesta. ¿Y si había destruido el hechizo y él se refugiara detrás de su máscara sonriente de cortesía insulsa?

Él sonrió.

-Es mi turno de comenzar el juego. ¿Estás preparada para jugar? -La besó cerca de la boca cinco veces. Una parte de ella se aliviaba porque él hubiera comenzado otra vez des­de el principio, el resto gritaba en protesta ante el incremento agonizante de sensaciones.

Para el momento en que Joseph terminó de succionarle los pezones, ____ se dio cuenta de que era evidente que un orgasmo no era suficiente para aplacar sus sensaciones de necesidad. Joseph parecía impasible ante su erección, que goteaba su pre-eyaculación de manera constante sobre la piel.

-¿Y luego qué? -Ella intentaba parecer tranquila, pero sabía que no engañaba a Joseph.

-Claro, no has avanzado más de este nivel en el juego anterior, ¿no es verdad? -Él bajó la mirada hacia su pene -Cinco lamidas en la coronilla de mi polla.

-¿Y para mí?

Sonrió. La confianza ardía en sus hermosos ojos. -Cinco lamidas en el clítoris. Incluso te dejaré jugar primero, si lo deseas.

Impaciente ante la posibilidad de hacerlo acabar antes de tener que soportar el tormento de su boca sobre su sexo, ____ inclinó la cabeza y observó su falo. Gotitas nacaradas flo­recían de la abertura púrpura de la cima de su coronilla. Los músculos del vientre de él se contrajeron cuando ella lamió una gota de su pre-eyaculación en su boca con la delicadeza de un gato. Lamió otra vez, pasando la punta de la lengua por la abertura, explorando en su interior, moviéndose con rapidez en su carne hinchada. Él gimió en lo profundo de su garganta y empujó el miembro más profundamente dentro de su boca.

Cuando ella levantó la cabeza, él jadeaba, sus pupilas estaban agrandadas y negras, ocultando casi todo el color vio­leta. Él logró esbozar una sonrisa temblorosa.

-Cerca, pero no lo suficientemente cerca.

____ se puso tensa cuando él deslizó las manos por los postes de la cama y cayó de rodillas delante de ella, su sexo vi­braba con solo pensar en que la tocara. ¿Ya habría personas observándolos a través de los espejos y las mirillas? ¿Podría soportar sin acabar?

El primer roce delicado de Joseph sobre su piel sensi­ble la hizo temblar. Su segunda caricia más fuerte hizo que deseara cogerlo del cabello y forzar su rostro contra ella hasta que la hiciera acabar con el vigor y durante el tiempo sufi­cientes como para que ambos quedaran satisfechos. Apenas resistía la intensa necesidad mientras él la lamía una y otra vez. Cada roce diminuto de su lengua incrementaba la tensión y acrecentaba su necesidad insaciable.

Él se relamía como si estuviera desesperado por probar cada uno de sus sabores. Ella se preguntaba si se vería tan de­pravada como se sentía. Estaba muy cerca de acabar otra vez, muy cerca. ¿La dejaría volver a jugar primero?

-Ahora cinco succiones de tu clítoris.

Se preparaba mientras él poco a poco volvía a arrodillar­se con los brazos aún extendidos. Solo su boca podía tocarla. ____ inspiró cuando se llevó el clítoris dentro de la boca. Los de­dos de ella se clavaron en los postes de roble de la cama mientras la enloquecía. Antes de poder detenerse, sus caderas se sa­lieron de la cama y se movieron dentro de la boca ávida de Joseph. Llegó al clímax cuando oprimió la pelvis contra su boca provocadora, incapaz de detenerse incluso cuando mordió su clítoris y lo sostuvo con delicadeza entre sus dientes.

Su sonrisa al sentarse la puso furiosa.

-Has perdido otra vez. Abriré la puerta. ¿Tienes miedo de continuar? -Abrió la puerta de un golpe.

-No tengo miedo -le respondió ____ con brusquedad, incluso antes de darse cuenta de que era verdad.

Se volvió para mirada.

-Bien, porque lo estoy disfrutando.

-Yo también.

Se miraron el uno al otro en el pequeño espacio. -¿Cómo puedes permanecer tan erecto?

-Práctica. -Le guiñó el ojo mientras regresaba. Su miembro tieso apuntaba a su vientre. Antes de volver a su po­sición, soltó la cinta de su cabello -¿Preparada para jugar?
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:03 pm

Capitulo 14-Parte 2

Joseph se deslizó entre sus piernas abiertas. Dios, es­taba tan cerca de acabar. Si las cosas continuaban como espe­raba, ahora ____ obtendría la victoria. No necesitaba saber que él no tenía intención de permitir que alguien más se les uniera al acto amoroso. La buena disposición de ella para ju­gar ya no lo sorprendía. La intensidad de su sensualidad com­plementaba la suya de manera perfecta. Estaba asombrado y conmovido porque parecía haber encontrado su par sexual en su propia esposa.

-Estoy preparada, Joseph. -Le dio cinco besos cas­tos en la boca y dejó que él hiciera lo mismo.

Mientras el juego progresaba, Joseph logró aferrarse a su cordura cuando ella le lamía el pene, y ella logró no aca­bar cuando él le lamió el clítoris. Ella esperaba las instruccio­nes siguientes, con los pezones tensos y húmedos por su boca, y el clítoris hinchado, su vagina goteando néctar. Dios, podría lamerla toda la noche.

-Para ti, cinco mamadas profundas de mi polla. Para mí, cinco incursiones de mi lengua en tu interior.

Se puso en cuclillas delante de ella, con cuidado de no dejar que su falo dolorido rozara la ropa de cama ni su piel. El sexo de ella se encontraba expuesto ante él, con los labios de la vagina hinchados y dándole la bienvenida. El clítoris estaba tan firme y erecto como el pene de él. Inspiró y deslizó la lengua en su interior. Utilizó la barbilla contra su piel para aumentar la estimulación mientras imitaba el movimiento de propulsión de su miembro. Ella se estremeció, pero no se quebró.

Cuando él se sentó, su rostro goteaba por su néctar. Le encantaba el olor y el sabor de su excitación.

-Ahora es mi turno.

Se puso de pie y se inquietó cuando ella se inclinó ha­cia adelante, deslizó su boca por la longitud de su falo, y con lentitud lo succionó. Él apretó los dientes mientras sentía que sus testículos se contraían, preparados para acabar. Soportó tres succiones lentas y lascivas más, la tercera fue tan profun­da que la coronilla de su pene golpeó la parte posterior de su garganta antes de abandonar la batalla. Se permitió acabar con severidad, con movimientos vibrantes.

La sonrisa de triunfo de ella era toda la recompensa que él necesitaba. -¡Gané!

Él soltó los postes de la cama y fue a cerrar la puerta. -¿Quedó satisfecho tu honor femenino?

Ella lo miró, con un indicio de especulación en los ojos. -¿Hay más para este juego de «Cinco», o hemos llegado al límite?

La sangre volvió a toda prisa a su pene mientras la ob­servaba.

-¿Deseas jugar de nuevo?

-Si hay más por descubrir... ¿Qué sucede después de esto?

Él ahuecó la mano en su erección que crecía con rapidez. -El juego continúa utilizando los dedos para damos placer el uno al otro y termina con cinco caricias de mi polla en tu vagina y cinco caricias de tus dedos envueltos en mi falo hasta que uno de los dos grite clemencia.

Ella se extendió hacia adelante y lo acarició. -Quisiera tener tus dedos en mi cuerpo ahora.

Sin decir una palabra, él deslizó un dedo dentro de su vagina y apoyó la almohadilla de su pulgar en el clítoris. -Estoy a sus órdenes, señora.

Ella le asió la muñeca.

-Más dedos por favor, Joseph.

Agregó tres dedos más, sintió que su vagina apretaba.

Con un grito apagado, ella abrazó su cuello y lo arrastró hacia la cama. Él movía los dedos por su espeso néctar mientras es­peraba que su pene alcanzara su tamaño máximo. Ella volvió en su búsqueda mientras él avanzaba con lentitud sobre su cuerpo, separando sus muslos.

-Primero los dedos y luego follando. ¿No era lo que deseabas?

Ella no respondió, su rostro acalorado se concentraba en el placer mientras se aferraba a sus hombros. Su miembro estaba preparado para ella ahora. Quitó los dedos y la penetró con rapidez y profundamente. Sus caderas empujaban hacia adelante y su piel golpeaba contra la de ella. Se retorcía deba­jo de él, pero la mantenía inmovilizada en el colchón mientras olvidaba la delicadeza y solo empujaba en su interior, decidido a dejar su marca, a hacerla suya, a poseer su mismísima alma.

Él gritó su nombre al acabar. Con la mirada en la expre­sión de satisfacción y complacencia de ella, de golpe se dio cuenta de que nada volvería a ser lo mismo. No creía en el amor, aunque sabía dentro de su alma que amaba a ____. Aho­ra le pertenecía, y lucharía y mataría por quedarse con ella.

#Ale
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:09 pm

Capitulo 15-Parte 1


____ golpeó la puerta principal de la casa de frente an­gosto de los Pettifer. Evangeline la había invitado a tomar el té, entonces: ¿por qué no atendía nadie? Había transcurrido casi una semana desde el incidente lamentable en el baile de la casa del embajador, y no había sabido nada de los Pettifer has­ta ese día.

Con un suspiro, ____ volvió a bajar los escalones e ins­peccionó el exterior de la casa, todos los postigos estaban ce­rrados y las cortinas corridas. Vacilante, bajó la mirada hacia los adoquines y se preguntó si habría hecho lo correcto en despedir a su carruaje hasta dentro de una hora.

Después de recibir la nota desesperada de Evangeline, había salido deprisa de la casa sin informarle a nadie de adón­de se dirigía. Mientras se estremecía en los escalones, se le ocurrió que debió haber sido más cautelosa, teniendo en cuenta el estado de las cosas. Si sir Richard estaba involucrado en un complot para arruinar a Joseph y a Nick, su presencia allí podría empeorar las cosas.

Y para ser honesta consigo misma, sabía que si veía al señor Aliabad, le resultaría difícil contener su curiosidad acerca de cuál había sido exactamente su relación con Joseph. Reacia a permanecer bajo la llovizna, subió los escalones hasta la protección del pórtico.

-¡____!

Vaciló cuando oyó que alguien siseaba su nombre. Miró hacia abajo: a través de la verja de hierro que rodeaba el sótano vio que Evangeline la saludaba desde la puerta de la cocina. Si­guió los escalones de piedra hasta un nivel inferior y, de un em­pujón, la metieron en la cocina desierta. El olor graso a cordero asado colmaba la sucia habitación. Sin embrago, no había sig­nos del cocinero que vivía allí, ni del mayordomo.

El cabello marrón de Evangeline estaba enredado sobre sus hombros. Se veía como si hubiera estado llorando. Su me­jilla tenía la huella de un golpe. ____ le tomó el brazo.

-¿Estás indispuesta? ¿Ha sucedido algo con sir Richard? Evangeline miró alrededor de la cocina como si temie­ra que su esposo estuviera esperándola debajo de la mesa.

-No te ha visto, ¿verdad?

-¿Sir Richard? No, no lo creo. No contestó la puerta.

He dejado mi carruaje en el parador en la esquina de la plaza y la crucé a pie.

Evangeline se sentó en un banco junto a la larga mesa de pino de la cocina.

-Gracias a Dios. -Levantó el rostro bañado en lágri­mas y se tocó la mejilla amoratada -No me importa lo que me haga a mí. Debía advertirte.

La reciente felicidad de ____ se disolvió en una nube de duda. ¿Tenían algo que ver las lágrimas de Evangeline con el desagradable visitante de Turquía? Se sentó cerca de su amiga y le dio un pañuelo limpio. Luego de tocar con ligereza sus mejillas, Evangeline recuperó la calma.

-Esta mañana oí que sir Richard y el señor Yusef Aliabad hablaban sobre tu esposo y sus negocios.

____ intentaba disimular sus facciones, no deseaba que Evangeline pen____ que estaba demasiado ansiosa por oír sus novedades.

-Parece que el señor Aliabad cree poder manchar aún más la reputación de Joseph y arruinado por completo.

-No comprendo. Evangeline tragó con fuerza.

-Detesto ser la que te diga esto. El señor Aliabad in­siste en que tiene pruebas para decir que Nick Howard y tu esposo son amantes.

-¡Eso es ridículo! -____ casi ríe con la idea. Evange­line negaba con la cabeza.

-Lo siento, ____, pero la gente siempre cotillea acerca del fuerte vínculo entre ellos. Algunos creen que la única ra­zón por la que Joseph eligió contraer matrimonio contigo fue para evitar justamente un escándalo como este. -Se toca­ba con ligereza los ojos con el pañuelo húmedo -Justo antes de tu boda, Nick estuvo envuelto en un escándalo con un la­cayo a quien acosaba. Aliabad insiste en que Joseph contra­jo matrimonio contigo para desviar la atención de Nick y aca­bar con los rumores sobre ellos.

____ le dio una palmadita en la mano a Evangeline. -Sé que Nick y Joseph están muy unidos. Fueron esclavos juntos. Sería extraño que no se convirtieran en amigos después de haber compartido una experiencia tan horrorosa.

En sus ansias por defender a Joseph y a Nick, hacía todo lo posible por ignorar las suposiciones poco gratas de Evangeline acerca de las razones de su boda.

Hizo una mueca de dolor cuando las uñas de Evangeli­ne se clavaron en la palma de su mano.

-Según el señor Aliabad, tu esposo y su socio han sido esclavos en un burdel turco que atendía tanto a hombres como a mujeres.

____ recordó la reacción violenta de Joseph hacia Yu­sef, la manera en la que Nick interrumpió para defender a su amigo de las insinuaciones del otro hombre. Si Joseph en verdad había sido esclavo en un burdel, su comportamiento hacia Yusef era perfectamente razonable. Luchaba contra una sensación creciente de malestar. ¿Alguna vez habría intentado contarle la verdad sobre su pasado, o aún la consideraba demasiado inocente como para comprenderlo?

Evangeline apretó la mano de ____, con una mirada dulcemente recurrente.

-El señor Aliabad asegura que ha pagado por estar con ambos de manera carnal en más de una ocasión.

____ no le dio importancia a la compasión evidente de Evangeline.

-Aun si creyéramos a ese hombre, lo que sucedió en el pasado no tiene relación con el presente.

-Pero si aún son amantes...

____ buscaba en su memoria algún signo de que Nick y Joseph la hubieran engañado. En verdad, estaban dema­siado unidos, y Nick tocaba a Joseph más que a otros hom­bres. Pero entre las exigencias sexuales de ella, el trabajo y las obligaciones sociales, ¿cuándo encontraría el momento de en­tablar una aventura amorosa peligrosa y socialmente desas­trosa con su mejor amigo?

-Estoy segura de que has tenido buenas intenciones al contarme esto, Evangeline, pero...

-¡No comprendes! Hay más.

Evangeline se puso de pie, su agitación era evidente al caminar de un lado a otro de la fría losa.

-Al parecer, Joseph se puso en contacto con el se­ñor Aliabad y le ofreció reunirse con Nick y con él en casa de la señora Helene el martes. -Se detuvo y observó a ____ -¿Sabes dónde es?

____ asintió con la cabeza mientras sus pensamientos se alborotaban. ¿Por qué Joseph aceptaría encontrarse con el hombre al que aborrecía en la casa de placer que amaba?

-Sir Richard estaba preocupado de que el señor Alia­bad cayera en una trampa. Pero Yusef parece creer que Joseph está ansioso por reavivar su aventura. -Presionaba las manos sobre su pecho-. Ay, ____, si se hace público que tu esposo está involucrado con otros hombres y que una vez ha sido esclavo sexual en un burdel, ningún hombre temeroso de Dios volverá a hacer negocios con él.

Evangeline se sentó con un crujido de seda.

-No oí nada más. El mayordomo apareció con el té y tuve que escabullirme. -Apretó la manga de ____ -No de­seo que quedes envuelta en un escándalo horroroso. Sir Ri­chard se enfureció al darse cuenta de que había oído. -Se tocó el moratón en la mejilla -Quizá podrías pensar en regresar con tus padres.

____ esbozó una sonrisa forzada. ¿En verdad Evangeli­ne creía que abandonaría a su esposo con tanta facilidad? -En realidad mi padre tiene previsto llegar a la ciudad mañana. Ya lo he arreglado para reunirme con él en el hotel Fenton para la cena.

Evangeline soltó el aliento.

-Me quedo más tranquila. Me siento mejor ahora que sé que tienes a alguien a quien recurrir. -Dudó, con el pañuelo aún apretado en la mano -No estoy muy segura de lo que sir Richard planea hacer con la información de Yusef. Si encuentro la ocasión, le rogaré que mantenga en secreto toda la cuestión. Tal vez él pueda convencer a Joseph de abandonar sus negocios y entonces no tendría que mencionar todo esto tan desagradable.

____ solo miraba fijamente a Evangeline. Era muy probable que su amiga trepadora creyera que su posición en la sociedad significaba más para ella que la infidelidad y el posi­ble encarcelamiento o ejecución en la horca por actos indecen­tes de su esposo. Tampoco creía que Joseph abandonara sus negocios de buen grado.

Cogió el sombrero y se lo volvió a poner en la cabeza. -Evangeline, ¿puedo preguntarte algo más? ¿Quién le presentó al señor Aliabad a sir Richard?

-No estoy muy segura -respondió Evangeline, arrugando el entrecejo -Aunque es posible que fuera el pa­dre de Joseph. Tiene muchos amigos influyentes en la embajada rusa y todos esos otros lugares del extranjero. -Con delicadeza empujó a ____ para que saliera por la puerta medio abierta de la cocina -Prométeme que te cuidarás.

____ tomó la mano de Evangeline. -Gracias por contármelo.

El brillo de las lágrimas cubría los ojos de Evangeline. -Joseph fue muy importante para mí alguna vez. Detestaría que lo perdiera todo. Sé lo que se siente al estar en los niveles bajos de la sociedad.

____ pensaba en ese comentario mientras regresaba a su carruaje. ¿En el fondo Evangeline estaba contenta de ver que su antiguo amante estaba envuelto en un escándalo? Se reprendió a sí misma por pensar eso. Evangeline había actua­do con amabilidad a pesar de las amenazas físicas de su esposo para silenciarla; ____ debería ser más agradecida.

Sus pensamientos daban vueltas en una imagen ho­rrorosa de Joseph y Nick atrapados en un burdel. Sabía poco sobre cómo operaba una casa de mala fama, pero tenía una imaginación fértil. A un hombre tan orgulloso como Joseph debió haberle parecido devastador que lo poseyeran y lo utilizaran como un objeto. Sus dedos se retorcían al recor­dar las numerosas cicatrices de su espalda.

¿Recibiría bien las novedades de que podría haber sido su padre quien le había presentado a Yusef a sir Richard? Sus peo­res temores de traición se confirmarían y, ¿cómo resolvería eso? ____ se estremeció. Y si Yusef estaba ocupándose de venderle la información a su mayor competidor, no era de extrañar que es­tuvieran atacándolos a escala personal y también comercial.

Las demás insinuaciones de Evangeline sobre Nick y Joseph aún parecían ser absurdas. Parecía que Aliabad esta­ba preparado para utilizar cualquier medio para dañar y des­truir a su esposo y a su mejor amigo. ¿Qué mejor manera que sugiriendo que eran amantes?

____ respiró hondo cuando el carruaje disminuyó la velocidad y giró en la calle Half Moon. Aliabad también aseguraba que todos ellos habían sido amantes en el pasado. ¿Po­día haber algo de verdad en eso? A juzgar por la reacción de Joseph, cualquier contacto entre ellos no había sido placen­tero para él ni mucho menos. Y si en verdad habían sido escla­vos en un burdel, se imaginaba que habían tenido muy poca posibilidad de elegir quién compraba su tiempo.

Por primera vez, temblaba ante la idea de cuestionar a Joseph directamente. Su reacción sin duda sería desagrada­ble. La confianza en él recién adquirida aún era algo muy pre­ciado para desechada de manera deliberada. Sonrió cuando el carruaje se detuvo. Quizá podría arriesgarse a preguntarle a Nick durante su paseo de esa tarde.

-¿Es verdad, Nick?

Al amparo de la espantosa interpretación de la hija ma­yor de los Dudson en el clavicémbalo, ____ repitió la pregunta. -¿Joseph y tú habéis sido cautivos en un burdel? Nick la tomó del brazo y la llevó hacia el fondo de la magnífica sala de estar. Su rostro sonriente no traicionaba la tensión que revelaban sus celestiales ojos azules.

-¿Quién te ha contado eso?

-Evangeline Pettifer.

Nick arrugó el entrecejo.

-Los Pettifer se están volviendo un fastidio. Sabes que no puedo responder tus preguntas. Debes hablar con Joseph.

Con poca elegancia, ____ decidió intentar otra táctica. -¿Joseph y tú aún continuáis encontrándoos en casa de la señora Helene?

A Nick se lo veía menos cauto. -De vez en cuando... ¿Por qué?

Mientras miraba su rostro angelical, ____ pensaba que no deseaba repetir la naturaleza de las revelaciones de Evan­geline. Nick ya había sufrido lo suficiente para que lo depri­miera con nuevos cotilleo s e insinuaciones.

____ intentó no quejarse cuando Ashley Greene apa­reció detrás de ella.
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:22 pm


Capitulo 15-Parte 2

-Discúlpenme por escuchar, pero por supuesto que Joseph y Nick aún se encuentran allí -dijo Ashley y le lanzó a Nick una sonrisa desagradable –Si recuerdo bien, has exigido la presencia de Joseph allí todos los martes por la noche. -Palmeó la manga de ____ -Intenté advertirte sobre las pequeñas indiscreciones de Joseph, pero preferiste no escuchar. ¿Te arrepientes de tu decisión de retirarte y ha­cer el papel de esposa sufrida?

____ ignoró a Ashley y concentró su atención en Nick, cuya expresión glacial reflejaba la certeza de los comenta­rios de Ashley. Su reciente sensación de satisfacción desapa­recía. Sin duda, Joseph tenía una respuesta para todas esas preguntas. Debía creer que la deseaba solo a ella. Después de la noche que habían pasado juntos en casa de la señora Hele­ne, le había dicho que era la única mujer que deseaba, y ella le había creído. Pero, ¿Y si también deseaba a un hombre?

Ashley Greene se retiró, riendo. ____ tomó el brazo de Nick y regresó a la sala de estar. Él la detuvo en la puerta. -____, habla con Joseph. Él es el único que puede responder tus preguntas.

Ella le sonrió para demostrarle que no estaba molesta.

Había sido demasiado impulsiva en el pasado. Había intenta­do obligar a Joseph a confiar en ella, y no había funcionado. En realidad, solo se había vuelto más distante e incisivo. Tal vez debería aprender de sus errores. La idea de pedirle que se explicara él mismo esa vez era, en cierto modo, más aterrado­ra que permanecer en la ignorancia. Por primera vez en su vida, intentaría ser paciente.
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:25 pm

Capitulo16-Parte 1

____ miraba a Joseph mientras él dejaba que el laca­yo volviera a llenar su copa de vino por tercera vez. Sin poder encontrar la valentía para enfrentarse a él, había intentado evitarlo desde las desastrosas conversaciones que había tenido con Nick y Evangeline el día anterior. Él bebía a sorbos el vino, con la mirada misteriosa y distante. Estaba vestido en color gris paloma con un chaleco negro y un pañuelo de cuello blanco. No podía imaginarlo atendiendo a los clientes de un burdel. Sin duda, su padre no la hubiera entregado en matri­monio a un hombre así. Para su alivio, Joseph parecía de­masiado preocupado como para notar su estado de agitación.

-¿Saldrás esta noche? -preguntó ____.

Joseph la miró, con la copa de vino a medio camino de su boca.

-¿Por qué? ¿Hay algo que he olvidado? ¿Algún baile o musical nocturno a los que insistes en que asista contigo?

____ apoyó el tenedor.

-Puedo salir perfectamente sola. El signor Clementi me pidió que lo acompañara a la ópera, y luego planeo ir a vi­sitar a mi padre.

-Ah, he olvidado que tu padre estaba en la ciudad.

Dale mis saludos, ¿quieres? Y asegúrate de invitarlo a cenar mañana.

-Le tienes afecto, ¿no es verdad? Levantó una ceja.

-Por supuesto que sí. Me ha rescatado de una situa­ción intolerable.

-Debiste haber sentido que tu deuda era cuantiosa para contraer matrimonio conmigo.

Su mirada se agudizó.

-Te lo he dicho, tu padre me ha salvado la vida. Creo que mi deuda con él va más allá del simple dinero. ¿Por qué preguntas esto ahora? Tu padre debe haberte explicado sus razones para aceptar la unión.

____ mantenía su mirada.

-No quería que me ca____ contigo, pero creía que no tenía elección. ¿Por qué se sentía así cuando tú dices que la deuda es tuya?

Un músculo de su mejilla se puso tenso.

-¿Qué quieres que diga, ____? ¿Que no me conside­raba un buen candidato para ti porque sabía que nunca podría hacerte feliz? ¿O preferirías creer que lo obligué a hacerla?

-¿Por qué se oponía tanto, Joseph?

Se puso de pie.

-¿Por qué insistes en una respuesta, ____?

Ella también se puso de pie, con las manos cerradas en puños.

-Porque quiero comprender si me vendieron o me compraron. Sin duda puedes comprender eso.

Se puso tan pálido como el blanco radiante del cuello de su camisa.

-Si estás decidida a ponerme en el papel de villano de la obra, te he comprado, ____. He pagado las deudas de tu pa­dre y he dejado una suma de dinero considerable en tu testa­mento también.

Ella miró su rostro adusto y con desesperación intentó recuperar la calma. ¿Qué esperaba conseguir al comenzar esa ridícula conversación? Su ansiedad sobre los potenciales acontecimientos de la noche se había apoderado de su tran­quilo buen juicio habitual. Respiró con cautela.

-Lo lamento, ni siquiera estoy segura de lo que deseo que digas.

Joseph se pasaba la mano por la mandíbula.

-Le hubiera prestado dinero a tu padre si me lo hu­biera pedido. Fue su elección ofrecerme a una de sus hijas. He contraído matrimonio contigo porque deseaba hacerlo. -Du­daba, con la mirada fija en ella -Nunca he intentado hacerte sentir como si fueras de mi posesión. Te pido disculpas si así es como ves nuestro matrimonio.

Ella negaba con la cabeza casi sin hablar ante sus pala­bras vacilantes. ¿Cómo era posible que lo presionara tanto cuando era tan amable con ella?

-Siempre me has permitido que sea yo misma. Tal vez no te he demostrado muy bien mi gratitud.

¿Por qué se sentía como si nunca más pudieran volver a hablar el uno con el otro? ¿Intentaba dejarla después de todo?

Él se encogió de hombros.

-No es necesario, te has convertido en todo lo que es­peraba que fueras.

-Aún deseo agradecértelo. -Se dirigió hasta él apo­yó la mano en su hombro y rozó la boca contra la suya -No salgas esta noche.

Él le sonrió, con la expresión teñida de tristeza.

-Tú eres la que tiene planes, querida. Y me temo que ya es demasiado tarde para comunicarte con el signor Clementi y arruinar su velada.

Dejó caer la mano a un lado y esbozó una sonrisa forzada. -Podrías venir conmigo.

Joseph sintió un exquisito escalofrío.

-Preferiría no oír a ningún cantante de ópera aullan­do esta noche. Es muy probable que salga con Nick. -Le pal­meó el brazo -No me esperes despierta. -Se inclinó para besarla con firmeza en la boca. Antes de que ella pudiera responderle, se marchó.

Cuando la puerta se cerró tras él, resistió el deseo de gritar y decirle que tuviera cuidado, que había comenzado a amarle y que era algo demasiado preciado para perderlo. En cambio, volvió a sentarse sin una lágrima hasta que el lacayo comenzó a limpiar la mesa del comedor a su alrededor.

¿Qué sentía sobre la posibilidad de que Joseph amara a un hombre de manera física? Nunca había visto a dos hom­bres comportarse de esa manera. En sus conversaciones con Nick, había percibido que su sexualidad era tan compleja como la de Joseph. Eso no la había hecho sentir incómoda ni amenazada. Por otra parte, nunca antes había imaginado las profundidades sexuales que ella misma exploraría junto a Joseph. Estaba segura de que la respuesta se encontraba en casa de la señora Helene.

Apoyó la copa de vino con un golpe. Era hora de dejar de esconderse y enfrentarse a sus demonios, sean cuales fue­ran. Al menos Joseph le había dado la seguridad en sí misma para hacerlo. Se marcharía temprano de la ópera y toma­ría un coche de alquiler hasta la casa de la señora Helene. Si Evangeline tenía razón, el señor Aliabad esperaba encontrarse con Joseph y Nick allí. En lugar de provocar la ira de Joseph con sus preguntas, quizá solo debería descubrir qué su­cedía por sí misma.
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:30 pm

Capitulo 16-Parte 2


Joseph se encaminaba hacia el segundo tramo de la escalera en casa de la señora Helene, hacia las habitaciones a las que solo un número selecto de clientes podía entrar. Nick había llegado temprano a su encuentro y, según la señora He­lene, había aprovechado las instalaciones.

Joseph giró el ornamentado picaporte de oro, y la puerta de la habitación 206 se abrió de manera silenciosa. Ca­minó hasta el otro lado, hasta un sillón orejero junto a la chi­menea y evaluó con ojo crítico el enredo de cuerpos sobre la inmensa cama. Había al menos dos hombres y una mujer con largo cabello rubio. Apenas recordaba a la mujer llamada Gra­ce. Uno de los hombres era Nick.

Joseph inclinó la cabeza hacia un lado para tener una mejor vista de la rubia que frotaba su vagina contra el rostro de Nick. Sus pechos se meneaban por el esfuerzo. El segundo hombre estaba ocupado succionando la polla de Nick. Mientras observaba, Joseph estaba contento de haber reducido su papel en las fantasías de Nick al de observador ocasional.

Justo cuando habían llegado de Turquía, Nick requería de la presencia de Joseph en su cama casi tanto como reque­ría del opio que lo estaba matando poco a poco. Le había lleva­do un tiempo a Joseph convencer a Nick de que prefería no follar con otro hombre. Aun así, Nick le había pedido que par­ticipara en varios grupos de cuatro. Joe concentraba sus aten­ciones en la mujer mientras los demás atendían a Nick.

Grace lo divisó y redobló los esfuerzos. Joseph le guiñó un ojo y se sirvió de la licorera de brandy. En realidad, estaba contento de haber salido de cualquier cama en la que hubiera otro hombre. Cuando solo era Nick, era tolerable. Comprendía las necesidades y los temores de él y, al menos, podía poner las reglas y los límites. Con otro hombre, nunca se sabía. Las experiencias dolorosas de Joseph con Yusef en Turquía le habían arruinado esa combinación sexual en particular para toda la vida.

Nick gimió y giró sobre su estómago, desplazando a Grace. Le dio al hombre que estaba detrás de él la oportunidad de penetrarlo. La mujer asió la mano de Nick y la colocó en­tre sus piernas. Joseph le echó una mirada a su reloj de bol­sillo mientras las caderas del hombre empujaban con fuerza contra las nalgas de Nick. Cuando el hombre acabó, mordió fuerte el cuello de Nick. Joseph inhaló el olor a sexo y piel perfumada mientras Nick llegaba al clímax. En lo único que podía pensar era en ____.

Por fin, Nick abrió los ojos y sonrió como un gran gato saciado.

-Joe, si hubiera sabido que estabas aquí, te hubiera invitado a que te unieras.

Joseph cruzó las piernas y bebió a sorbos el brandy. -Me he sentido bastante bien observando. Habéis he­cho un trío tan hermoso que soñaré contigo toda la noche.

Grace sonreía y besaba la mejilla de Nick. El hombre arrugó el entrecejo mientras su mano apretaba de manera po­sesiva el hombro de Nick, quien le dio una palmada.

-No es necesario que estés celoso, Reggie. Última­mente, Joseph prefiere a las mujeres. ¿O debería decir, a una mujer en particular?

-Puedes decirlo siempre y cuando no menciones su nombre.

Nick levantó las cejas mientras se ponía la bata con un temblor.

-Nunca antes te había oído utilizar ese tono posesivo. Joseph se puso de pie mientras Reggie y Grace aban­donaban la habitación.

-Nunca antes había estado casado. Tal vez son gajes del oficio. -Caminaba de un lado a otro de la alfombra mientras esperaba que Nick se lavara y se vistiera.

Nick se detuvo delante del espejo, con el pañuelo de cuello en la mano.

-Evangeline Pettifer le ha contado a ____ algunos ru­mores desagradables sobre nosotros.

-¿En serio? No me ha dicho nada. -Joseph inten­taba sonar despreocupado. Lo había evitado durante casi los dos últimos días. ¿Ese era el porqué? Un malestar le retorció las tripas. Era impropio de ____ no enfrentarse directamente a un problema entre ellos. Recordaba la extraña conversación que habían tenido antes de que se marchara al teatro. Arrugó el entrecejo -¿Qué clase de rumores?

Nick terminó de atar su pañuelo de cuello.

-Pregúntale tú mismo. Me niego a ser el intermediario.

-Tienes razón, le preguntaré. Pero gracias por contármelo de todos modos. -Le alcanzó a Nick su chaqueta -¿Estás preparado para enfrentarte a Yusef Aliabad ahora?

-¿Y tú? -Nick le devolvió la mirada a Joseph-. Sé cuánto lo desprecias. Vi lo que te hizo. Recuerdo cuánto te enfrentabas a él.

Joseph observaba la punta de su bota de montar. -No has visto ni la mitad. Cuando estaba conmigo a solas en nuestras sesiones privadas, me hacía rogar por ello. -Se le retorcía el estómago con el eco distante de sus propios gritos -Hacía que me arrastrara de rodillas y le rogara.

Joseph levantó la cabeza y vio la comprensión en el rostro de Nick. ¿Alguna vez alguien comprendería el infier­no por el que habían pasado? A veces deseaba contarle todo a ____. Luego imaginaba que la mirada de pasión en su rostro se transformaba en repugnancia... o, aún peor, en lástima. Toda­vía no estaba seguro de estar preparado para arriesgarse a eso.

-____ debería saberlo -dijo Nick, como si hubiera leído los pensamientos de Joseph-. Merece oír la verdad. Sería mucho peor si hubiera contraído matrimonio conmigo. Yo fallo con cualquier cosa, tú al menos sabes que prefieres a las mujeres. Por desgracia, mis gustos permanecen más ecléc­ticos. -Bajó la mirada para volver a arreglarse el pañuelo de cuello -Ya le he hablado sobre mi adicción al opio.

-¿Y qué ha dicho sobre eso?

-Me besó y me dijo que se alegraba de que hubiera elegido vivir. -El tono de Nick burlándose de sí mismo des­apareció -Es una mujer poco común, Val.

Negándose a conmoverse, Joseph caminó hacia la puerta.

-Aliabad ya debe de estar aquí. La señora nos ha per­mitido utilizar su salón privado para que podamos hablar tranquilos.

Bajaron una de las escaleras traseras discretamente iluminadas.

-Lo que no comprendo es cómo Aliabad está enreda­do en este asunto para arruinarnos -acotó Nick.

-Bueno, estamos de acuerdo en que al menos forma parte de esto. De otro modo, su aparición en este momento sería demasiada coincidencia. -Joseph se detuvo en el des­cansillo siguiente -Debe estar trabajando con alguien que sabe cómo funciona nuestro negocio diariamente. No hay manera de que pudiera controlar un asunto de esta magnitud desde las tierras remotas de Turquía. También dudo de que tenga cerebro para esto. Su estilo siempre ha sido la intimida­ción sexual y física.

-Entonces, ¿qué crees que quiere de nosotros esta noche?

Joseph sonrió.

-Imagino que amenazará con arruinamos socialmen­te a menos que le demos dinero. Eso sería más propio de su estilo. Es probable que su socio espere que cedamos ante sus exigencias y gastemos aún más dinero de los negocios, y de esa manera, precipitar nuestra desaparición.

-Entonces, ¿cuánto hace que Aliabad está en el país?

-Según mis fuentes, hace alrededor de tres semanas, y nuestros problemas comenzaron mucho antes de eso. Debe zarpar de regreso en tres meses.

Nick se apoyó contra la pared y cruzó los brazos. -He terminado de investigar a los asistentes del señor Carter.

-¿Y? -Joseph intentaba juzgar la expresión de Nick bajo la tenue iluminación.

-A Alex Long lo recomendó sir Richard Pettifer para su puesto, no el señor John Harrison, por lo que el padre de ____ no está implicado de ninguna manera.

Joseph se permitió relajarse un poco. -¿Qué hay del otro... Duncan, no es así? Nick suspiró.

-Christopher Duncan solía trabajar en la finca de tu padre en Escocia.

Joseph no hablaba. Debió haberse sentido victorioso de que las sospechas sobre su padre habían resultado ser co­rrectas. En cambio, se sentía paralizado. Con la ayuda de Nick y ____, con reticencia había comenzado a aceptar la idea de que su padre no le deseaba ningún mal.

-Antes de que saques conclusiones, aún no sabemos cuál es, Joe.

-¿Cuándo lo sabremos?

La sonrisa de Nick no expresaba ninguna simpatía. -Ambos están bajo vigilancia. Si uno de los dos mete las narices en el lugar equivocado a la hora equivocada, lo sa­bremos.

Joseph continuó bajando las escaleras. -Bien. Si sucede algo, dímelo de inmediato.

Nick lo siguió escaleras abajo hasta que salieron de las elegantes habitaciones de la señora Helene. ¿Podría enfrentarse a su viejo enemigo sin perder los estribos? Por el bien de todos, esperaba que sí.
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:34 pm

Capitulo 16-Parte3


____ se levantó la falda y bajó corriendo las escaleras del teatro de la ópera. Logró convencer al signor Clementi de que se sentía mal y evitó su cortés ofrecimiento de acompañarla a casa. Durante el intermedio, le había preguntado si de­seaba tocar el piano en un concierto privado para el príncipe de Gales. Increíblemente contenta, se sintió más abrumada cuando el signor Clementi comentó con humor cargado de ironía que Joseph no sólo había dado su permiso sino que también se había preguntado por qué se lo habían solicitado a él en primer lugar.

Se sintió culpable incluso de dudar de Joseph des­pués de eso. Pero se metió en un coche de alquiler que espera­ba. Pidió que la llevara a la casa de la señora Helene, esperaba que el conductor supiera dónde era.

Él partió sin pedir más señas. Aliviada, ____ sacó la media máscara plateada de su cartera y se la puso. No estaba muy segura de cómo lograría entrar a la casa. Joseph había entrado a pie como si fuera el dueño del lugar. ¿La recordaría el personal, o tendría que revelar su identidad?

En la entrada discretamente iluminada, ____ se aseguró de que la capa negra cubriera su traje de noche antes de pasar por las sólidas puertas dobles. Un lacayo vestido con un unifor­me escarlata y dorado y un pañuelo en el cuello, le hizo una re­verencia. Le dio una hoja de pergamino y una pluma.

-Buenas noches, señora, por favor firme con su nom­bre verdadero para poder verificar su entrada con la señora.

____ obedeció y calentó sus manos delante de la enor­me chimenea hasta que el lacayo regresó. Le hizo una reve­rencia de experto.

-Disfrute de su noche, milady.

____ pasó con prisa delante de él y subió las escaleras hasta llegar al gran salón en la cima. La sala estaba atestada y a pesar de sus esfuerzos no podía ver ni a Joseph ni a Nick. Había muchos más hombres que mujeres, y la atmósfera pa­recía ser más grosera y un poco más intimidante. Una mano apretó su tobillo. Bajó la mirada y vio a un joven vestido con un camisón de mujer que le sonreía.

-Por favor, bella dama, venga y juegue conmigo. -Arrastraba las palabras, el olor a brandy en su aliento era inconfundible.

____ intentó apartarse, pero el hombre la tenía agarrada. -Suélteme.

Sus dedos treparon hasta su rodilla.

-Solo intento ser cordial, mi pequeña palomita, ¿no desea jugar?

Cuando ____ intentó apartarlo de una patada, apareció un lacayo por detrás del hombre ebrio y lo cogió por debajo de los brazos.

-Deje en paz a la señora, señor. Tiene asuntos en otra parte.

El lacayo asió la muñeca del hombre y lo apartó de la piel de ____. Ella se alejó mientras persuadían al hombre ebrio para que se marchara.

Cuando regresó al salón, vislumbró a la mujer de cabe­llo rubio que Joseph había reconocido en su última visita. Se dirigió al área de la cantina y le dio un golpecito en el hom­bro a la mujer.

-Señora, busco a alguien. ¿Puede ayudarme?

-Desde luego, ma petite. Soy la señora Helene. Sé donde están todos. -Sus perspicaces ojos azules estudiaban el rostro de ____ -No creo que nos hayamos visto, aunque he oído bastante sobre ti. -Tomó el brazo de ____ y caminó junto a ella hacia un lugar más silencioso del salón -Viniste con Joseph la otra noche.

____ soltó su aliento.

-Sí, soy la esposa de Joseph. ¿Se encuentra aquí esta noche? Me dijo que estaría.

La señora Helene arrugó el entrecejo.

-Creo que lo he visto con Nick más temprano. -Miró a la multitud -No estoy segura de adónde se han ido con exactitud, pero lo averiguaré para ti.

Chasqueó los dedos y un lacayo apareció a su lado. Le murmuró algo, él le hizo una reverencia y desapareció en el largo pasillo al otro lado del salón. ____ se apoyó contra la pa­red mientras un grupo de hombres pasaba tambaleando y una mujer solitaria iba entre ellos. Dos de los hombres estaban ocupados besándose, sus rostros estaban absortos y sus ma­nos rebuscaban debajo de las prendas de cada uno.

____ los miraba con fijeza.

-¿Nick y Joseph vienen aquí juntos a menudo? La señora Helene le lanzó una mirada divertida. -¿Por qué preguntas?

____ no dijo nada. ¿Cómo podía preguntarle si su espo­so iba allí para encontrarse con su amante masculino? Sonaría ingenua y provinciana. Y la señora podría pensar que armaría un escándalo. Al menos no había signos del desagradable se­ñor Aliabad. Tal vez Evangeline le había impedido a Aliabad asistir a la reunión, y Nick y Joseph se habían ocupado de otras cosas.

La señora Helene blasfemó en voz baja en un francés muy poco propio de una dama.

-Discúlpame, debo ocuparme de cierto caballero que continúa ignorando mis órdenes de mantenerse lejos de esta casa. -Palmeó la mano de ____ -Regresaré en un momen­to. -Se dirigió con determinación hacia la entrada principal, donde un alto hombre rubio lo miraba de manera despectiva.

-¿Milady?

El lacayo había regresado y esperaba al lado de ____. -He encontrado al caballero que buscáis. ¿Os importaría seguirme?

____ se lo agradeció. La hizo bajar unas escaleras an­gostas y la llevó hacia otro pasillo ancho decorado en oro y crema.

-Vuestro caballero se encuentra en la suite privada de la señora Helene.

-¿Está solo?

El hombre hizo una reverencia.

-No puedo deciros eso, señora. -Abrió la primera puerta para ella -Os sugiero que esperéis aquí hasta que la señora regrese para ayudaros.

____ dejó que la abandonara en la magnífica habitación.

Había varios espejos en las paredes y el techo que reflejaban su imagen de preocupación. Logró dibujar una débil sonrisa. Al menos Joseph no estaba jugueteando desnudo en la cama con Nick ni con un grupo de mujeres bien dotadas. Oyó el mur­mullo de unas voces a través de la puerta medio abierta del ves­tidor. ____ no hizo caso del consejo del lacayo de esperar a la se­ñora, y espió por la puerta. No había nadie allí.

Volvió a meterse en la habitación cuando alguien más entró del lado opuesto y utilizó el orinal de manera ruidosa.

Cuando regresó a la otra habitación, ella esperó el clic del pi­caporte pero no oyó nada. Si era cautelosa, ¿podría oír desde la puerta de enfrente? Cruzó con sigilo el vestidor y abrió un poco más la puerta. Permaneció de rodillas. Apenas se atrevía a respirar.

Joseph miraba fijamente a Aliabad al otro lado de la mesa.

-Lo repito, no te daremos ni una moneda. Puedes desparramar todo el cotilleo y los rumores que desees. Nadie te creerá. -A propósito apoyó la mano sobre la de Nick y en­trecruzaron los dedos -Ahora estoy casado. Por lo que res­pecta al mundo educado, soy un libertino reformado que por fin ha sentado cabeza y aceptado sus responsabilidades. ¿Quién oirá el despotrique de un extranjero cuando está im­plicado el hijo de un par del reino?

Aliabad sonrió con desprecio.

-Estoy seguro de que a tu esposa le interesará oír so­bre tu pasado.

-Mi esposa es joven, sencilla e ingenua. Aunque le dijeras lo que supuestamente he hecho, no lo comprendería. -Levantó una ceja -¿Por qué crees que tardé tanto tiempo en encontrar una esposa? Fue difícil encontrar a alguien tan inocente. Y me he ocupado de asegurarme de que esté unida a mí sexual y legalmente.

Entonces rio mientras los ojos de Aliabad se llenaban de ira. Era imprescindible que Aliabad creyera que ____ no te­nía valor para él, de otro modo podría utilizarla en su contra. -En parte gracias a ti, y a mis días brindándole servi­cios a innumerables mujeres en Turquía, por lo visto, soy irresistible en la cama.

Aliabad se puso de pie de golpe.

-No has oído lo último. Os daré a Nick y a ti unos días para que volváis a pensar en vuestra posición, y luego regresaré.

-¿Con tu socio? -preguntó Joseph-. Nos encan­taría conocer a la persona que intenta chupar hasta la última gota de sangre de nuestros negocios. -Compartió una mirada con Nick-. Sin duda es el cerebro de este plan.

-Apuesto que te encantaría saber quién es, ¿no es verdad? -Aliabad se inclinó hacia adelante, con las palmas planas sobre la mesa, hasta que su rostro quedó a la altura del de Joseph-. Seas el hijo de un par o no, te arruinaremos. -Se relamió-. Estoy deseando tenerte otra vez de rodillas, Val, rogando por tu vida y a mi merced.

Joseph tragó su furia y repugnancia y mantuvo la mirada fija en el otro hombre.

-No contengas la respiración. -Volvió a sentarse –Si vuelvo a encontrarte a medio metro cerca de mí, de Nick o de mi familia, utilizaré mis influencias para que te deporten como espía. Buenas noches.

Aliabad habló en turco, sus palabras fueron solo susurros. -Solo son bravuconerías. Me rogarás, Val. Me encar­garé de eso. -Salió de la habitación dando un portazo, ha­ciendo que la puerta temblara en sus bisagras. Nick se levan­tó, sirvió una gran copa de brandy para cada uno y brindó con Joseph.

-Ha parecido demasiado fácil.

Joseph se detuvo al registrar el sonido del picapor­te de la puerta que giraba. ¿Aliabad había decidido regre­sar? Asió la cabeza de Nick y lo besó con fuerza en la boca. El brandy de la copa de Nick se derramó sobre su manga y la empapó.

Rió ante la expresión anonadada de Nick. Eso debería darle a Aliabad algo en que pensar. La mano de Nick subió para acariciarle la mejilla.

Una suave corriente de aire perfumado lo alertó sobre el hecho de que la puerta que había estado abierta conducía al interior del vestidor de la señora y no al pasillo al otro lado. Algo sobre la característica de la presencia silenciosa detrás de él le resultaba conocida. Joseph soltó a Nick y se volvió con lentitud. ____ estaba de pie enmarcada en la puerta interior. Una máscara plateada escondía sus ojos, pero el lenguaje de su cuerpo expresaba de manera elocuente su conmoción.

Joseph le sonrió.

-¿Nunca te ha dicho tu niñera que los que escuchan a escondidas nunca oyen bien?

-Joe... -murmuró Nick.

____ fue furiosa hacia él y le dio una fuerte bofetada en la mejilla. Él continuaba riendo aún al darse cuenta de que su broma no había causado gracia. ¿Cuánto habría oído? ¿Cuán­to creía que era verdad?

Ella se volvió y desapareció por donde había entrado.
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:35 pm

Capitulo 16-Parte 4


Joseph luchó contra un aumento repentino de ganas de vo­mitar. Lo había seguido hasta la casa de placer. ¿Había visto lo que esperaba?

-Joe. Ve tras ella. Explícaselo. Nick le puso la capa en las manos. Joseph solo lo miró fijamente.

-Joe. -Nick lo cogió del brazo -Vamos, iré contigo.

En las escaleras, ____ se topó directamente con la se­ñora Helene, quien vio su rostro y la alejó de las habitacio­nes más públicas y la llevó hacia una salida más retirada en el sótano.

Mientras la señora llamaba a un coche de alquiler, ____ estaba de pie contra la pared y temblaba como si tuviera fiebre intermitente. Las palabras desdeñosas de Joseph se repetían de manera continua en su cabeza. La había elegido por su es­tupidez. Había utilizado el sexo para esclavizarla.

Se tocaba la frente mientras un dolor de cabeza se ins­talaba detrás de sus ojos. Dio un brinco cuando la señora He­lene le alcanzó un pañuelo, sin saber que estaba llorando. –Mi querida, ¿dónde deseas ir?

____ solo la miró fijo. No podía ir a casa.

-Mi padre está en el hotel Fenton. Iré allí.

-¿Estás segura de que no deseas esperar a Joseph?

Creo que hay una explicación perfectamente razonable... -Gracias, señora, pero prefiero irme sola.

La señora Helene le besó la mejilla y le dijo adiós con la mano desde la entrada cubierta. Su hermoso perfil estaba es­tropeado por la arruga de su entrecejo.

____ se acurrucó en un rincón del carruaje, con los bra­zos envueltos a su alrededor. Joseph había besado a Nick como si lo hubiera hecho miles de veces antes. Nick se veía como si hubiera estado en el cielo... ¿Le habían mentido y su padre estaría al tanto de la verdadera naturaleza de Joseph desde el principio? Gracias a Dios que había venido a Londres solo. Podría preguntárselo en la cara. Tal vez. Podría arreglarlo todo por ella otra vez.

Lloraba aún más con la idea. Ya era demasiado adulta como para creer que su padre podría arreglarle su universo. Aunque al menos podría darle algo de esperanza. Sin duda, Joseph no pensaba todo lo que había dicho. Allí estaba, po­niendo excusas por él incluso en ese momento. Apretó los dientes y miró hacia afuera, a la noche lluviosa.

La expresión de su padre cuando ella golpeó de manera enérgica la puerta cambió de enfado a preocupación al ver su estado desaliñado.

-¿____? ¿Sucede algo? Entra, niña. Pensaba visitarte mañana.

Ella esperaba mientras él cerraba la puerta y avivaba el fuego. Su chaqueta colgaba del respaldo de una silla, y se qui­tó las botas para ponerse un par de zapatillas raídas. A pesar del calor repentino, sus dientes continuaban castañeteando al volverse hacia él.

-Padre, ¿puedes decirme con exactitud dónde encon­traste a Joseph y a Nick en Turquía?

Dejó de avivar el fuego y quedó inmóvil.

-¿Por qué deseas saber eso?

-Porque hay rumores sobre el pasado de Joseph. Quería preguntarte la verdad.

Para su horror, su padre se hundió en una de las sillas cerca de la chimenea y se cubrió el rostro con las manos. ____ se acercó más.

-Padre, necesito saber. Por favor, dime.

-Dios del cielo, ¿qué ha hecho? Nunca debí haber escuchado a tu madre. Debí mantenerlo alejado de ti.

Se arrodilló delante de él.

-Lo encontré en un burdel cuando estaba... entregando unas mercaderías al dueño.

-¿Qué mercadería debías entregar en un burdel? Levantó la cabeza pero no se enfrentó a su mirada. -No es de tu incumbencia, jovencita. Aún soy tu padre. Se mordió con fuerza el labio.

-¿Eran sirvientes allí?

-Eran esclavos sexuales. -Sonaba cansado pero resuelto-. Hombres y mujeres pagaban por sus servicios sexuales.

-¿Cómo sabes eso?

Resistió su mirada por primera vez.

-Porque la primera vez que los vi, Joseph y Nick estaban en medio de una orgía. Me fijé en ellos porque su piel era tan clara que pregunté quiénes eran. -Se estremeció -La propietaria pensó que deseaba comprar sus servicios y me habló sobre sus diversas habilidades.

Asió la mano de ____.

-Debía alejarlos de allí. Ningún inglés debería ser es­clavo. Luego de mi primer encuentro con ellos, me di cuenta de que Nick era adicto al opio. Era muy dependiente de Joseph. No pude dejarlos morir allí. Se negaron a dormir sepa­rados en el viaje a casa. No pregunté sobre lo que hicieron.

____ mantenía su mirada.

-¿Por qué no me contaste la verdad antes de que con­trajera matrimonio con Joseph? Me advertiste sobre Nick, pero no me explicaste nada sobre el pasado de Joseph.

Se daba cuenta de que estaba enfadada, grandes olea­das calientes de ese sentimiento se elevaban dentro de ella, hacían que sus lágrimas ardieran, y fortalecían su propósito.

-Joseph me ofreció una inmensa suma de dinero por tu mano en matrimonio. La acepté porque como un imbé­cil creí en sus promesas de que se había separado de Nick e intentaba hacer honor a sus votos maritales.

____ se puso de pie. Las faldas húmedas se le adherían a las piernas. Había olvidado agregar que había estado deses­perado por salvar sus negocios. Al menos, tenía la respuesta a su pregunta. Su padre la había vendido por un beneficio per­sonal y Joseph la había comprado, ¿para qué? ¿Lujuria, o como una pantalla de humo de respetabilidad?

-____, si hubiera habido otra manera de salvar mis negocios y nuestra familia, la hubiera aceptado. -El dolor en la voz de su padre la dejó adormecida. ¿Con qué derecho creían los hombres que podían tratar a sus mujeres como estúpidas ovejas? No podía decidir a quién odiaba más: a su padre por aceptar su matrimonio o a Joseph por utilizar su inocencia como escudo de su verdadera naturaleza.

Se dio media vuelta cuando Joseph entró a la habita­ción sin golpear. Nick estaba detrás de él.

-¿Qué deseas? Si has venido a ofrecerle a mi padre más dinero para mantenerlo callado sobre tu pasado, llegas demasiado tarde. Ya me ha confirmado lo peor.

-¿Y de qué se trata?

-De que me has mentido, que me has utilizado.

La sonrisa de Joseph se ensanchó.

-Tú estabas bastante de acuerdo en contraer matri­monio conmigo. Algunos podrían decir deseosa. ¿Has decidi­do que ya no soy de tu agrado?

Lo miró con furia, tan consumida por la ira que ya no le importaba que hubiera público.

-¿Tienes que bromear sobre todo, Joseph? Le hizo una reverencia.

-Solo cuando parece que han escrito mis versos y decidido mi suerte.

El padre de ____ se puso de pie tambaleante. -Quizá deberías marcharte. Yo la cuidaré.

Joseph arrugó el entrecejo y dio un paso hacia ella, con la mano extendida.

____ retrocedió de ambos.

-No quiero a ninguno de vosotros dos cerca de mí.

-Miró a Nick-. ¿Me acompañarás a casa?

La mano de Joseph cayó a su lado, e inclinó la cabeza hacia su suegro.

-____ tiene razón. No hay necesidad de que ninguno de nosotros le provoque más sufrimiento. Estará segura en su propia casa. He decidido irme de viaje de negocios a Rusia.

Nick aclaró la garganta, pero después de una mirada de Joseph, permaneció en silencio.

-Regresaré en algunos meses, después de que haya arreglado nuestras fortunas debilitadas. -Miró directamente a ____, pero ella no detectó nada detrás de su expresión insul­sa-. Quizá eso te dará el tiempo suficiente para decidir cómo deseas continuar. -Hizo otra reverencia, su rostro era una máscara perfecta, y se alejó de ella en la noche.

____ lo observó marcharse, consciente de la angustia de Nick y las quejas de su padre como un lúgubre coro griego detrás de ella. Su enfado desapareció con tanta rapidez como había aparecido, dejándola fría y desencajada. Tenía la sensa­ción de estar al borde de un abismo mientras oía las botas de Joseph que hacían ruido al bajar las escaleras.

Dios del Cielo. ¿Qué había hecho?
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Mensaje por #Ale Vie 28 Dic 2012, 8:41 pm

Capitulo 17


-Por el amor de Dios, Nick, ¿por qué Joseph no me explicó esto cuando tuvo la oportunidad?

____ se volvió hacia Nick, con las enaguas girando a su alrededor. Él se sentó cómodo en el diván bebiendo el té a sorbos. Extendió los pies enfundados en botas hacia el calor de la chimenea. El invierno se acercaba a la ciudad. El domi­nio de su frío mortal era evidente en el aire helado y el cielo oscuro encapotado.

-No le diste una oportunidad exactamente, ¿no es verdad? Joe me besó porque creyó que Aliabad había vuelto a fisgonear. No significó nada. -Nick se encogió de hom­bros-. Yo soy el único que sabe eso.

____ cerró la boca de golpe. Nick tenía razón. Aquella noche fatídica en casa de la señora Helene, se había sentido muy enfadada y traicionada como para escuchar a nadie. Sus recuerdos aún eran fragmentados. La furia hacia su padre ha­bía colisionado con la ira hacia Joseph y había neutralizado todo su sentido común.

Después de que ____ se negara a acompañado a su casa, su padre, consternado, había regresado a Southampton solo. Ya no estaba segura de cómo se sentía con respecto a él. Su explicación insuficiente sobre haber estado en el burdel en Turquía lo hacía menos hombre ante sus ojos.

Nick apoyó la taza.

-Debes comprender, ____. Joe nunca ha confiado en nadie desde sus experiencias en Turquía. Espera que lo juz­guen mal. Ha hecho un arte de fingir que no le importa.

-Y yo he cumplido sus expectativas maravillosamen­te, ¿no es cierto? -Se hundió en la alfombra y apoyó la cabe­za en la rodilla de Nick. Joseph se había marchado por seis semanas. Nick y ella habían tenido esa conversación infini­dad de veces. Ella extrañaba cada momento de la compañía de Joseph, en especial su presencia en la cama -Me he com­portado como una imbécil.

-No seas tan dura contigo misma. Joe lo ha sido más. Ella logró dibujar una risa tímida.

-Eso me hace sentir un poco mejor, pero ahora necesito saber cómo reparar el daño que he causado.

Nick suspiró.

-No va a ser fácil. No da segundas oportunidades.

-Debí confiar más en él. Debí preocuparme menos por mis sentimientos heridos y... -Evitó decir las inútiles pala­bras. No tenía sentido llorar por la leche derramada. Debía con­tinuar y encontrar la manera de traerlo de vuelta junto a ella.

-Y ahora Joseph está en algún lugar detrás de las lí­neas enemigas en Europa. No es posible que lo siga y le rue­gue que regrese.

-¿Deseas que regrese?

____ se arrodilló y observó la expresión tranquila de Nick. -Por supuesto que sí. Lo amo.

-Yo también, ____. -Dudó-. ¿Eso te ofende?

Ella le acarició la mejilla.

-No desde que me has explicado lo que habéis pasado juntos. Me sorprendería que no os importarais el uno al otro.

El compañerismo de Nick en las últimas semanas des­graciadas le había brindado su único consuelo. Era la única per­sona que en verdad comprendía qué era lo que había hecho que Joseph fuera quien era. A pesar de los temores de Joseph de que Nick tuviera una recaída en su adicción, Nick se había de­mostrado a sí mismo ser mucho más fuerte que eso. Le había demostrado a ____ que había vencido a sus demonios con mu­cho más éxito de lo que lo había hecho su esposo.

Le sonrió.

-Entonces debemos pensar en la manera de traerlo de regreso. Algo tan escandaloso que se sienta obligado a volver para salvar tu reputación. -Ella lo observaba con recelo mientras su boca dibujaba una sonrisa -Habrá una subasta poco común en casa de la señora Helene el mes próximo. La señora cree que es su deber patriótico asegurarse de que nin­gún soldado vaya a una batalla siendo virgen. Les ofrece a las damas de la alta sociedad la oportunidad de demostrar su patriotismo desflorando a cualquier joven dispuesto que se haya alistado recientemente.

La boca de ____ cayó abierta.

-¿De verdad tendría que hacer eso?

-Lo que suceda detrás de la puerta de la habitación queda entre el hombre que ganes y tú. Nadie más debe saberlo. -Afinó los labios, se veía desaprobatorio-. Desde luego, yo me sentiría obligado a escribirle a Joseph de in­mediato sobre tu conducta descarada y las consecuencias para tu prestigio social. Si eso no lo trae a casa en el barco si­guiente, nada lo hará.

-Y cuando llegue aquí, tendré que pensar la manera de hacer que vuelva a confiar en mí. -Se mordió el labio-. Ya he pensado en una manera, pero necesitaré de tu ayuda.

Nick sonrió.

-¿Tienes que pedírmelo? Desde luego que te ayudaré.

-Quiero comprender cómo fue para ti. -Se mordió el labio-. Ambos erais muy jóvenes...

-Pudo haber sido peor, ____. -Nick se encogió de hombros -Al menos la señora Tezoli esperó algunos años hasta que crecimos lo suficiente como para tener una erección en lugar de enviamos a trabajar cuando llegamos.

____ sintió sangre en su boca.

-¿Cómo puedes decir eso con tanta tranquilidad? ¿Cómo puedes ser indulgente con esa mujer horrible?

Nick la miró, con sus ojos azules calmoso

-Porque tengo que vivir conmigo mismo y con quién soy, también debo perdonar.

Continuaba observándolo mientras él se ponía de pie. -Debo demostrarle a Joseph que lo que ha sucedido en el pasado no me repugna. Si me coloco en una posición en la que confíe en él sin reservas, tal vez podrá hacer lo mismo por mí.

Nick fingió aplaudir, su rostro entusiasmado ahora brillaba con picardía.

-Sigue adelante, ____. Impresiónalo. Disfrutaré cada maldito minuto de eso.

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Mensaje por Julieta♥ Vie 28 Dic 2012, 10:19 pm

Joe es un testarudo también quiero q regrese
Síguele!!!!!!!!!
Julieta♥
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Mensaje por #Ale Sáb 29 Dic 2012, 8:20 am

Capitulo18-Parte 1


____ oyó el sonido de las voces en el vestíbulo y con apatía levantó la mirada del libro que fingía leer. La nieve caía al otro lado de la ventana y hacía que fuera dificultoso distin­guir entre el cielo y la tierra. La sobriedad de la noche inver­nal favorecía la amargura de su humor. No se había molesta­do en cambiarse para la cena. No tenía apetito ni esperaba huéspedes. Para su enfado, su visita parecía no tener prisa por partir. ¿Era Nick que intentaba seducirla para que volviera a la sociedad?

Envolvió una mantilla de lana alrededor de los hom­bros y se dirigió hacia el descansillo. Abajo se encontraba un hombre alto que llevaba un sombrero cosaco con piel y una larga capa negra. Estaba de pie en el vestíbulo y hablaba con el mayordomo. Incluso antes de que se volviera para levantar la mirada y veda, ella supo que era Joseph.

Durante los tres meses que hacía que no lo veía había cambiado su apariencia. Se había dejado crecer la barba, su rostro estaba más delgado, y sus ojos, oscuros como si hubie­ra cabalgado por el infierno para llegar hasta ella.

____ se llevó la mano a la boca. -¿Qué haces aquí?

Sin apartar la mirada, se quitó el sombrero incrustado de nieve y se lo dio al mayordomo.

-¿No me esperabas? -Bajo la luz de gas amarilla, el forro de cebellina oscura de su capa se ondulaba como un ani­mal vivo -En verdad, ya estaba en mi viaje de regreso de Rusia cuando recibí noticias sobre tu aprieto.

Ella elevó la barbilla. -No te pedí que vinieras. Se quitó la pesada capa.

-No, no lo has hecho, ¿no es verdad? -Recorrió su cuerpo con la mirada -¿Estás preparada para salir? Sospe­cho que es necesario que nos vean juntos lo más pronto posi­ble para disipar cualquier rumor.

Entró a la sala de estar, con la capa arrastrando tras él.

Cuando ____ lo alcanzó, él examinaba las tarjetas de invita­ción que ella había dejado sin abrir sobre la repisa de la chime­nea. Le dio tres.

-Asistiremos a estas. Debo cambiarme y quitarme esta maldita barba. Prepárate para dentro de media hora.

-Pero no deseo salir.

Su tono amable y su rostro insulso no podían esconder la fría furia de su mirada.

-No te pregunté lo que deseabas hacer.

Giró sobre sus talones y se dirigió a las escaleras.

____ permaneció en el centro de la sala, sujetando las tarjetas grabadas como una imbécil. ¿Tendría tiempo de enviarle un mensaje a Nick para pedirle que se encontrara con ellos en el primer baile? Si deseaba que su plan funcionara, necesitaría de su ayuda. Miraba fijamente la capa que Joseph había dejado sobre una silla y no pudo evitar levantarla y abrazarla contra su pecho. Tenía su perfume único y su cali­dez. Hundió el rostro en los gruesos pliegues y luchó para re­cuperar la calma.

Había vuelto. Para ella.

____ no se sorprendió cuando Joseph apareció en la puerta que conectaba sus habitaciones. Le hizo una señal con la cabeza a su criada para que se marchara. Él extendió la mano para pedirle el cepillo y ella se sentó en el tocador.

Se había puesto una larga bata de seda negra. Sin la bar­ba ni el bigote, ella podía ver las clásicas arrugas de su rostro, los ángulos agudos de sus pómulos y sus magníficos ojos violeta.

Comenzó a cepillarle el cabello. Sus caricias eran sua­ves y constantes.

-Debiste haber sabido que Nick contactaría conmigo para contarme acerca de tus actividades.

Su tono de conversación ignoraba el hecho de que no se hubieran hablado durante tres desesperantes meses. -¿A qué actividades en particular te refieres? Sonrió sin humor.

-Tu adulterio con dos soldados recién alistados en el batallón de fusileros. Creo que eran mellizos. -Mellizos idénticos.

El cepillo se detuvo en la mitad de una caricia. -¿No niegas habértelos follado?

-¿Por qué debería hacerlo? Si oíste sobre eso en las tierras remotas de Rusia, debe de ser verdad.

Continuó con el cepillado.

-¿Y valieron la pena? fingía verse confundida.

-¿Si valieron la pena? Joseph esbozó una risa corta.

-Tu reputación, querida mía. Según me ha dicho Nick, ciertos sectores de la sociedad te han evitado.

____ se encogió de hombros.

-Sobreviviré. Deberías saberlo mejor que nadie. -Ella echó una mirada al espejo, esperaba una reacción. Su expre­sión permanecía alarmantemente agradable.

-Esta noche comenzaremos a reparar el daño. Apare­ceré a tu lado como si nada malo hubiera sucedido. Pronto aparecerá otro escándalo y todos olvidarán esto.

-¿En realidad es así de simple? Joseph bajó el cepillo.

-Tendremos que verlo, ¿no es verdad? -Deslizó la mano dentro de su bolsillo y sacó algo.

-Quizá quieras usar esto por mí esta noche. Podría ayudar a que te concentres en fingir ser una esposa adorable y locamente enamorada de tu guapo marido.

____ observó las finas cadenas de oro, los ganchos y la única perla. Su cuerpo revivió de un escalofrío al darse cuenta de que no le había traído algo vagamente convencional. -Creo que tendrás que ayudarme.

Joseph bajó la bata de ella por los hombros. -Entonces tendrás que ponerte de pie.

Él observaba su cuerpo desnudo en el espejo. Sus pezo­nes se tensaban y tiraban de los ganchos de oro insertados a través de ellos. Las manos de él rodearon su cintura y ajusta­ron en un círculo la primera de las cadenas interconectadas en la parte inferior de sus caderas. Subió dos cadenas finas hasta sus pechos y las unió a través de los aros de sus pezones.

-La mujer que me lo vendió dijo que la caricia de la perla es parecida a la de la punta del dedo de un hombre en tu clítoris. El objetivo es estimularte, hacerte pensar en el sexo de manera constante. -Dejó que la última pieza de la cadena, la que contenía la perla, colgara entre sus piernas.

-¿Te lo dijo mientras modelaba la pieza para ti? Joseph no le respondió. ____ luchó por contener un temblor cuando él ahuecó la mano en su monte, deslizó el fino oro entre los labios de su vagina y lo llevó hacia sus nal­gas. Se arrodilló a sus pies, con la expresión seria mientras pa­saba la cadena por debajo y por el contorno de sus caderas.

Encontró la perla, que parecía moverse en las cadenas.

La presionó contra su clítoris y la mantuvo allí con la almoha­dilla de su pulgar. Los finos eslabones de los aros en sus pezo­nes tensaban y tiraban con delicadeza de su piel excitada. Ajustó la longitud de la cadena entre sus nalgas y la aseguró en su cintura.

Levantó la mirada hacia ella como un modisto intere­sado en ver cómo quedaba el nuevo vestido.

-¿Estás cómoda?

____ se enderezó y de inmediato sintió la perla deslizarse contra su clítoris, que se calentó contra su piel en un segundo. -¿Así es como intentas castigarme?

Joseph se puso de pie. Su pene quedó claramente vi­sible entre los pliegues de la bata. No hizo ningún intento por esconderlo.

-Es el comienzo, ¿no crees? Discutiremos cómo con­tinuar al final de la noche. Quédate aquí.

____ había alargado la mano para alcanzar su corsé pero de manera obediente permaneció inmóvil. Joseph hizo a un lado su bata y estimuló su falo con la mano. A ella le resultaba imposible no mirar las caricias agitadas de sus dedos mientras él se humedecía y se dilataba. Sus pezones se tensaron, y su cuerpo respondió con un torrente de su propio néctar.

-Me agradaría acabar contra tu vientre ahora y llevarte desnuda y cubierta con mi simiente. -Apretó su falo -Es asombroso lo territorial que puede llegar a ser un hombre. De esa manera, todos sabrían que me perteneces.

Hizo una mueca cuando su semen salió a chorros entre sus dedos. Su respiración se entrecortó. Se volvió hacia ____ y le pasó los dedos empapados por la boca cerrada.

-Prepárate para partir en quince minutos. Te espera­ré en el vestíbulo.

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Mensaje por #Ale Sáb 29 Dic 2012, 8:28 am

CAPITULO 19-Parte 1


Me siento en el suelo junto a la chimenea de tu alcoba.

Estoy desnuda, excepto por el collar de diamantes en mi cue­llo. Una gruesa cadena de oro sujeta al collar cae entre mis pechos y se enrolla contra mi monte. Mi cabello trenzado cae por mi espalda por lo que no puedo esconder mi cuerpo ni mi expresión de ti. Así es como lo prefieres: soy tu esclava y debo obedecer.

Tu ayuda de cámara pasa por delante mientras aco­moda tus pertenencias. Como un criado al que se [i]le paga, y no tu esclavo, se considera superior a mí. A veces, se agacha a milado y toca mi pecho o aprieta mi pezón. Soporto que me toque porque debo hacerla. A veces me excita.

Mientras espero, me pregunto cómo me tratarás. A veces me ignoras y me quedo dormida, sola, junto al fuego. Si soy afortunada, me permites que te quite la ropa y te haga el amor. Si tu humor es [i]menos cierto, debo intentar anticiparme a tus deseos y preverlos con tanta rapidez como me sea posible.


A veces, dejas que tome tu polla dentro de mi boca y trague tu simiente sin que siquiera me toques. No me quejo. Es un honor servirte. Si te sientes triste, me puedes llevar cerca del placer y luego marcharte. No se me permite alcan­zar la liberación sola, a menos que me otorgues el permiso. Me agrada cuando me ves acabar.

Mis noches preferidas son cuando me pones de pie, desabotonas tus pantalones y me tomas con fuerza y rapidez contra la pared. Amo la sensación de tu cuerpo golpeando contra el mío y tu boca acuciante succionando mis pechos.

A veces traes a Nick contigo, y esas son las mejores noches de todas...



Joseph miró con furia a su criado mientras observa­ba desaparecer su carruaje en la carretera. Después del baile de Joseph con lady Greene, Nick le había contado que ____ se había marchado. La había perseguido hasta el vestíbulo, solo para descubrir que la había perdido y que lo había aban­donado en el baile.

-¿La dama dijo que me diera qué cosa?

-Esto, señor. -El criado en librea extendió la mano. Joseph reconoció la cubierta de seda roja del libro de inmediato.

-Gracias.

Apartó la vista de la puerta principal abierta en busca de un rincón tranquilo. Nick lo siguió. Una nota revoloteó hasta el piso de mármol. Nick la levantó y se la dio. Joseph la leyó en voz alta.

-«Quiero experimentar cómo es ser una esclava del placer».

En la biblioteca desierta, Joseph hojeó las páginas es­critas hasta que encontró la última anotación del libro. Tenía fecha anterior a la de esa noche. Leyó las palabras y las volvió a leer. La sangre de su cuerpo abandonó su cerebro para diri­girse a su pene. Le dio el libro a Nick.

-«... A veces traes a Nick contigo, y esas son las mejores noches de todas». ¿Qué demonios crees que signi­fica esto?

Nick se veía pensativo al devolverle el libro.

-Creo que tu esposa intenta darle a dos antiguos es­clavos una noche muy interesante.

Joseph cerró los ojos y visualizó a ____ desnuda, esperando a sus pies. Su falo se endurecía aún más. -Dudo que esté en casa.

Nick se volvió hacia la puerta.

-Imagino que estará en casa de la señora Helene; es más seguro allí. Iré a ordenar mi carruaje mientras buscas las capas y los sombreros.

Joseph se detuvo delante de la puerta pintada de blanco. Una pequeña placa de porcelana que llevaba el núme­ro siete era la única decoración. Le había pedido a Nick que esperara en caso de haber comprendido mal el mensaje de ____. Apoyó la mano en la superficie blanca y lisa mientras contaba los latidos irregulares de su corazón.

¿Qué esperaba exactamente? Si ____ había planeado esa velada para humillado, sabía que nunca lo superaría. Pero, ¿Y si deseaba continuar con esa fantasía particular para poder comprender por lo que Nick y él habían pasado? Al convertirse en lo que él más temía, al subyugarse a él, ¿busca­ba de manera deliberada su confianza?

Enderezó los hombros. ¿Y si hacía trizas su orgullo?

Valía la pena. Golpeó la puerta y entró.

Por un instante, imaginó que estaba de regreso en su propia alcoba. Un criado uniformado colocó su bata preferida sobre la cama y le hizo una reverencia.

Desvió la mirada hacia la chimenea. ____ estaba arro­dillada al lado de una silla, con la cabeza inclinada. Las largas líneas exquisitas de su cuerpo desnudo brillaban bajo la luz del fuego. Un collar de diamantes abrochado a su delgado cue­llo atrajo la luz cuando levantó la cabeza.

-¿Deseáis que os ayude a desvestiros, señor? -La voz agradable del criado se entrometió en la conciencia de Joseph.

-No. Podéis marcharos, y no volváis a menos que os llame.

Después de que el hombre desapareció, Joseph vol­vió a concentrar su atención en ____. Caminó al otro lado de la chimenea y la miró fijamente. Una pesada cadena de oro bajaba entre sus pechos y desaparecía entre sus piernas. Alar­gó la mano hacia abajo y levantó la cadena. La sopesó en sus manos. Estaba tibia por su cuerpo y el fuego, y húmeda por­que había estado apoyada contra su sexo.

Dio un ligero tirón a la cadena y ella levantó la mirada.

No veía ningún signo de burla ni malestar en su expresión. Solo deseo de satisfacer, y eso encendió su juicio. ¿Hasta dón­de lo dejaría llegar? La tentación de poner a prueba sus límites lo consumía.

-Succiona mi polla.

Ella se arrodilló y desabrochó sus pantalones con pulso firme. Ya estaba excitado y más que preparado. Envolvió una mano alrededor de la gruesa base de su falo, ahuecó la palma de la mano en sus testículos y tomó el resto en lo profundo de su boca.

Joseph cerró los ojos mientras ella succionaba, lamía y acariciaba su pene palpitante. Le había enseñado bien a brindarle placer. Él deslizó la mano entre sus cuerpos y tiró de su muñeca derecha.

-Aparta la mano, la quiero toda dentro de tu boca. Era demasiado grande para ella; lo sabía. Esperó para ver qué haría. Para su sorpresa, la introdujo más. Se estreme­ció cuando el extremo de su pene se deslizó por su garganta. Entonces, acabó, en violentos chorros dolorosos, demasiado profundo para que no lo tragara.

Abrió los ojos y la miró. Su mejilla descansaba en su muslo y respiraba fuerte. Dios, casi pudo haberla ahogado al acabar. Envolvió la cadena en su mano y la instó a ponerse de pie. Presionó la mano entre sus muslos y descubrió que esta­ba muy húmeda. Su pene volvió a despertar. Con firmeza, él volvió a abotonarse los pantalones.

____ se estremeció cuando Joseph la miró. Hizo un gesto hacia una silla detrás de ella.

-Siéntate. -Se dio prisa para obedecer. Su cuerpo ya gritaba por su atención -Abre las piernas. -Separó bien las piernas de ella y enganchó sus rodillas en los brazos de la silla, exponiéndose por completo ante su mirada.

Ella esperaba mientras la observaba, consciente de que su mirada hacía que su sexo palpitara deseoso de que lo toca­ra. El brocado de seda se sentía frío contra su piel caliente. La alentaba a que se relajara contra él. Se agachó entre sus mus­los, apoyó las manos sobre sus rodillas, y poco a poco subió las palmas por los costados de su cuerpo hasta llegar a los pechos.

-Me alegra que aún los uses. -Tocó los aros dorados que atravesaban sus pezones y lamió el que tenía en el ombligo.

-Los uso para ti, milord, porque te dan placer. Al ha­blar mantenía baja la mirada, consciente de su desnudez, consciente de la fuerza controlada de él. ¿Comprendía que su vulnerabilidad también lo hacía vulnerable? Sus dedos roza­ron su capullo hinchado, y ella se estremeció.

-¿Deseas que ponga mi boca sobre tu cuerpo?

-Eso lo decides tú, milord. Estoy aquí para satisfacerte.

Con cuidado, tocó el duro capullo de su sexo con un dedo. -Estás muy húmeda. ¿Me has extrañado?

-SÍ. -____ contuvo un gemido mientras la punta de su dedo iba de atrás hacia adelante.

-¿Qué hay de los mellizos que llevaste a tu cama? ¿No te satisficieron?

____ cerró los ojos. ¡Qué injusto por su parte sacar el tema cuando se encontraba en su posición más indefensa! Ten­dría que ser honesta. Siempre se daba cuenta cuando mentía. -Los gané en una subasta. Debían marcharse a la guerra y ninguno de ellos deseaba morir virgen.

Su dedo dejó de moverse.

-Entonces, ¿has cumplido con tu deber patriótico? ____ reunió su coraje.

-No. Esperaba atraerte para que regresaras conmigo.

Quería llamar tu atención.

Joseph se inclinó hacia adelante y succionó su clítoris. Succionaba de manera tan feroz que ____ casi se cae de la silla. Cuando él se apartó, se relamió. Tenía los labios cubier­tos de su néctar.

-Veo que soy un hombre posesivo. Tu intento de atraer mi atención ha tenido éxito. -Miraba su cuerpo ex­puesto-. ¿Eran buenos?

-No, eran cachorros ansiosos y sobreexcitados. No tenían idea de cómo brindarle placer a una mujer.

-Hasta que les enseñaste.

-Lo intenté, pero estaban más interesados en su propio placer que en el mío. -Joseph no necesitaba saber que los mellizos habían estado más interesados en follarse el uno al otro. La señora Helene la había ayudado a elegir con exacti­tud a la pareja correcta sobre la cual ofertar.

Una débil sonrisa destelló en sus rasgos inflexibles. -Debe haber sido... frustrante... para ti. -Se arrodi­lló y le tocó la punta del pezón con la lengua. Ella contuvo un jadeo ante el calor de su boca sobre su piel fría y el sonido discordante del metal contra sus dientes mientras tiraba del aro dorado.

Los botones nacarados de su chaleco presionaban con­tra su vientre; su pene empujaba con fuerza contra los límites de sus pantalones. Él hacía círculos con sus caderas, rozando el satén frío y suave contra su vagina caliente y húmeda.

-Acabaron al menos tres veces cada uno antes de lograr acercarse a mí -jadeó ____ mientras su orgasmo amenazaba. -Eso debe haber sido desagradable. Ahora me doy cuenta de por qué los llamaste cachorros. No estaban bien en­señados.

____ contuvo una sonrisa. Joseph siempre la hacía reír en los momentos más inapropiados. Deslizó la mano en­tre los dos y le toqueteó la vagina.

-Si en verdad fueras mi esclava, te perforaría aquí.

Me encantaría poder llevarte desnuda solo con una fina cade­na de oro sujeta a los labios de tu vagina. -Rio en voz baja cuando su humedad bañó sus dedos -Maldición, te agrada la idea. Me lo permitirías, ¿no es verdad? -Se apartó de ella -No podría llevarte del clítoris, pero creo que debería ir a bus­car a Nick. Está afuera, en las habitaciones públicas.

Se levantó y caminó hasta el armario de madera de ce­rezo y abrió los dos primeros cajones.

-Necesitarás una máscara para ocultar tus ojos y algo para cubrir tus caderas. No quiero que todos los hombres del lugar sepan lo húmeda y dispuesta para el sexo que se en­cuentra mi esclava. -Arrugaba el entrecejo mientras daba vueltas a varias tiras de seda cortas -Llamaré a un criado. -____ se preparó para moverse, pero Joseph extendió la mano -Puedes quedarte como estás.

____ permaneció sentada, con las piernas por encima de los brazos, exhibiendo su vagina. Le dolían los músculos de los muslos debido a la tensión, pero sabía que le convenía más no quejarse. El lacayo que respondió a las órdenes de Joseph era bastante joven. Su mirada permanecía extraviada en ____ mientras oía la petición de Joseph.

Para sorpresa de ____, a Joseph parecía no importarle el comportamiento del hombre. Después de que el criado le mostrara dónde había cintas de seda más largas, ____ esperaba que despidiera al hombre, pero no lo hizo.

Sintió un temblor de excitación cuando le hizo una seña hacia la silla al criado. El joven se relamió cuando Joseph se acercó y se puso de pie junto a él.

-¿Cuál es tu nombre?

-Parrish, señor, Tom Parrish.

-Bien, señor Parrish. ¿Cree que es bella?

Tom le echó una mirada de reojo a ____.

-No es correcto que yo diga eso, señor, pero, sí, lo es.

-Entonces, ¿la señora Helene no le permite tener re­laciones sexuales con los invitados?

-Oh, sí, señor, nos dice que hagamos lo que desee el cliente, y eso incluye follar y demás, señor. -Arrugó el en­trecejo hacia sus zapatos -No hace mucho tiempo que estoy aquí, pero sé que tampoco debemos hacer nada que no quera­mos, señor.

-¿Y querrías tocar a esta mujer? Tom se sonrojó.

-Solo si prometéis no golpearme luego, señor. Joseph se sentó en la silla de enfrente de ____.

-Te doy mi palabra de que no te haré daño. Tócala en el lugar que desees.

____ se puso tensa cuando Tom volvió su atención a su cuerpo desnudo, extendió la mano y acarició el aro de oro que atravesaba su pezón.

-¿Eso os duele?

____ negó con la cabeza. Joseph rio en voz baja. -Tómalo en tu boca y succiona con fuerza. Le encanta. Tom apoyó las manos en las rodillas de ____ y se inclinó. Ella podía ver los comienzos de una barba incipiente deba­jo de sus mejillas sonrojadas. Su boca se cerró sobre su pecho derecho, y ella gimió.

Joseph habló otra vez.

-Desliza tus dedos en su interior mientras la succio­nas. No le importará.
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"Esclavos del sexo(Joe y tu)" (TERMINADA) - Página 9 Empty Re: "Esclavos del sexo(Joe y tu)" (TERMINADA)

Mensaje por #Ale Sáb 29 Dic 2012, 8:29 am

Capitulo 19-Parte 2


____ abrió los ojos cuando Tom deslizó dos dedos en su interior. Joseph la observaba, con la expresión indescifra­ble. ¿Si se quejara, detendría a Tom? Sabía que como verda­dero esclavo, él no había tenido el poder de detener a nadie que lo tocara si había pagado por su tiempo.

Aun así, ¿cómo se suponía que evitaría que su cuerpo reaccionara ante el roce de un hombre? ¿Joseph habría sen­tido placer con algunos de sus clientes y se odiaba por eso? Tom succionaba más fuerte y empujaba sus dedos con más rapidez. Su entusiasmo superaba su habilidad. ¿Querría Joseph que ella acabara o no? Estaba cerca.

Joseph se levantó cuando Tom comenzó a gemir y a empujar sus caderas contra el vientre de ella.

-Abre sus pantalones y toma su polla en tu mano.

Ayúdalo.

____ apenas tuvo tiempo de envolver sus dedos alrede­dor del falo de Tom antes de que llegara al clímax con un gri­to tembloroso. Su boca se relajó contra su pezón; su respira­ción era entrecortada. Le dijo entre dientes, contra su pecho:

-Gracias, milady. Gracias.

Joseph le arrojó al hombre una bolsa llena de mone­das mientras se marchaba, con una sonrisa idiota pegada en los labios y sus pantalones de satén manchados en la entre­pierna. ____ se reclinó hacia atrás y esperó que Joseph re­gre____. Le arrojó una moneda de oro a ella, que aterrizó en­tre sus pechos. Sintió el frío del metal contra la calidez sonrojada de su piel. Un calor humillante subió a sus mejillas, y ansió arrojársela de vuelta en el rostro.

-No creí que a un esclavo le pagaran, milord.

-Si satisface a su amo, sí.

-¿Te agradó observar que otro hombre me tocara?

Su mirada se endureció.

-Si en verdad fueras mi esclava, no harías preguntas tan impertinentes. Harías solo lo que se te dice.

-Entonces, ¿debí acabar para él, aunque eres mi amo y no lo deseaba?

La observaba en silencio, con una mano en el bolsillo. -Un esclavo no tiene elección cuando compran y se apoderan de su cuerpo. Un esclavo aprende a sentir placer cuando puede.

Se inclinó hacia adelante, cogió la moneda y la volvió a guardar en su bolsillo. Ella se estremeció cuando colocó un paño húmedo y perfumado sobre su vientre.

-Límpiate su semen, pero no toques tu vagina. Me gustas húmeda.

Hizo lo que le pidió y con obediencia se puso de pie mientras él envolvía la banda de seda amarilla alrededor de sus caderas. Caía casi hasta el suelo, dejando su pierna izquierda parcialmente al descubierto. Bajó la mirada hacia sus pezones, que ahora estaban tiesos de manera permanente. ¿Intentaba llevarla hasta el salón principal? Recordaba al hombre ebrio que había intentado tocarla cuando estaba totalmente vestida. ¿Qué sucedería ahora que estaba casi desnuda?

El cabello recogido hacia atrás de Joseph brilló bajo la suave luz de las velas cuando inclinó la cabeza para ajustar la seda de su cadera izquierda. Su perfume subió, mareándola por el deseo. Deseaba sentirlo moverse con fuerza y rapidez dentro de ella. Como si estuviera en un sueño, levantó la mano para tocarle la mejilla. Él giró la cabeza y le besó los de­dos. Los llevó dentro de su boca caliente y pecaminosa. Ella tambaleó ligeramente contra él, y la tomó de las caderas.

-También necesitarás una máscara. -Hurgó en los cajones hasta encontrar una de su agrado. En su mirada había un frío desafío al levantar la cadena sujeta al collar alrededor de su cuello. -¿Estás preparada?

Debía confiar en él. Debía creer que nunca le haría daño. Cuando Joseph era esclavo, no había tenido ningún control sobre la persona que compraba sus servicios. Había afrontado infinitas posibilidades de dolor y humillación. ____ se mordió el labio. ¿Cómo había soportado la incertidumbre?

-Sí, milord.

La condujo hacia el pasillo silencioso. Sus pies descal­zos no hacían ruido sobre la suave alfombra roja. La música y un suave murmullo de conversación flotaban hacia ellos des­de la puerta abierta al final del corredor. ____ respiraba de manera regular mientras seguía a Joseph al entrar a la habi­tación. Para su alivio, solo había una docena de personas dis­persas en el pequeño salón íntimo. Uno de los hombres era Nick, quien se puso de pie e hizo una reverencia mientras Joseph llevaba a ____ hacia adelante.

-Buenas noches, mis queridos. La función está a pun­to de comenzar. -Algo para destacar de Nick fue que logró mantener la mirada clavada en el rostro de ____ -¿Por qué no nos sentamos todos?

Joseph se sentó en el diván más cercano. Empujó con suavidad el hombro de ____ hasta que ella se arrodilló sobre la alfombra a su lado. Nick se sentó en un ángulo a su derecha, cubriéndola del resto de la sala. En el centro del círculo de si­llas había una mujer pequeña de pie. Su largo cabello negro caía hasta sus caderas. Estaba desnuda, con la vagina rasurada, al igual que sus piernas. Sonreía a los espectadores reunidos.

[i]-Bonsoir, mi nombre es Renée. Bienvenidos. -Su acento era claramente francés. Señaló hacia la puerta -Él es mi compañero, Gastard. Esperamos entreteneros.
#Ale
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