Vanilla twilight | Louis Tomlinson.

Cada paso parecía en vano, como si de repente todo a su alrededor se hubiese detenido y ella no lo hubiera notado. Después de tanto tiempo, había olvidado por completo aquel insoportable frío que parecía derribar paredes y destrozar abrigos. Había olvidado cómo se sentía caminar y que nadie te molestara, que todas las personas estuvieran tan atrapadas en sus propios mundos y en sus propios problemas que nadie se interesaba en algo más.

Era agradable estar de vuelta.

Finalmente llegó al gran edificio blanco y con puertas grises que había buscado en Google Maps hace un par de días. Todo en aquel lugar era aburrido e insignificante, un edificio más en una ciudad más. Ni siquiera el monitor de su laptop había podido mostrar toda aquella devastadora normalidad.

Abrió temerosamente la pesada puerta principal y entró a lo que parecía ser una pequeña recepción, donde un señor de cabello entrecano y ojos avellana se encontraba detrás de un gran escritorio negro. Éste le dedicó una amigable sonrisa.

—¿Qué se le ofrece, señorita? —Preguntó—. ¿Busca a alguien? ¿Quiere hospedarse o.. no sé, preguntar una dirección? —Sonrió.

La chica cerró lentamente la puerta y caminó hacia el escritorio, sin saber aún qué contestar. Buscaba a alguien, claramente, buscaba a Louis, pero todo había pasado tan rápido que parecía un sueño. Todo aún era borroso, incluso estando en aquel sitio.

—Yo... busco a alguien —balbuceó, nerviosa—. ¿Se hospeda aquí Louis Tomlinson?
—¿William?
—¿William? —Sacudió la cabeza, sintiéndose estúpida por haberlo olvidado—. Oh, sí... William, William Tomlinson. ¿Se hospeda aquí?
—Sí, sí, aquí se hospeda —rió el hombre—. Habitación 12-A.
—Muchas gracias —sonrió ella.

Nunca había podido entablar una conversación con alguien. Cada vez que intentaba, algo salía mal, por eso mismo para ella era muy difícil encontrar amigos o... alguien que le gustara. Porque cada vez que hablaba pensaba que arruinaba todo, que nadie le prestaba atención, que todo lo que decía era demasiado tonto… y por eso mismo Louis siempre hablaba por ella.

Él era como su voz. Cada vez que iban a un lugar y ella quería saber el precio de un producto o las instrucciones de un trabajo, Louis siempre preguntaba, siempre le explicaba por los demás. Él había sido todo, y aún no lograba entender como había sobrevivido estos últimos cuatro años sin él.

Sin su todo.

—¿Podría decirme su nombre? —Pidió el hombre, tomando la pequeña libreta que descansaba sobre el escritorio—. Por seguridad, usted sabe —sonrió—. Hoy en día los huéspedes quieren saber el nombre de todas las personas que ingresan al edificio.

Ella tosió.

—Helena... Helena Parson.

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—Louis… ¿Sabías que la vainilla te hace menos atractivo? —Dijo, sentándose en el borde de la cama, con una almohada entre sus brazos—. Por eso odio la vainilla, porque hace menos atractivo al mundo, en general… no nada más a ti… sino a todos —balbuceó.

El chico sonrió y caminó tranquilamente hacia su armario.

—Así que odias la vainilla, Helena —suspiró él—. ¿Te digo algo? No me sorprende, en lo más mínimo.

Descolgó cuidadosamente un suéter gris que le había regalado su abuelo y se lo dio a la chica, con una sonrisa algo burlona rondando su boca.

—¿Por qué? —Preguntó ella, confundida.
—Porque hace frío afuera, Helena. No permitiré que salgas así, te dará un resfriado y… eres algo fastidiosa cuando te enfermas —susurró.

Ella tomó el suéter y se levantó de la cama, quedando frente a Louis. Era mucho más baja que él, así que tuvo que levantar un poco la cabeza para poder verlo a los ojos y acusarlo con la mirada.

—No, eso no —dijo, tratando de parecer molesta—. ¿Por qué dices que no te sorprende que odie la vainilla, raro?

Louis rió.

—Porque me he dado cuenta que todo lo que me gusta, tú lo odias —contestó.

Helena soltó la almohada, dejándola caer al suelo. Se colocó con cuidado el suéter que Louis le había prestado y después lo miró, guiada por algo que aún era complicado de reconocer.

—¿Me estás diciendo que somos diferentes, Lou? —Cuestionó.
—No… bueno sí, un poco —sonrió—, pero recuerda que el rompecabezas no se arma con piezas iguales.
—Y ahora me estás diciendo que somos un rompecabezas… —murmuró—. Raro, deberías de ser poeta o algo por el estilo  —rió—. Créeme, yo compraría todo lo que escribieras.
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Louis se levantó del sofá y notó que el reloj marcaba más de las cinco de la tarde. Debería de haber estado en la oficina hacía una media hora, pero no, se quedó totalmente dormido envuelto por todos esos recuerdos que aquella carta había traído consigo, por todos esos momentos que el polvo había cubierto con el tiempo y que ahora se presentaban de nuevo ante él.

Estaba a punto de irse a su recamara para finalmente dormir hasta el día siguiente cuando alguien llamó a la puerta. Fue un golpe tan débil que muy apenas logró escucharse, como si una pequeña roca hubiese chocado contra la puerta.

—¿Louis? —Preguntó una voz femenina desde el otro lado—. Dios... dime que no me equivoqué de habitación otra vez.

ϕ Allí está el segundo capítulo<333 muchas gracias por comentar, enserio,
les agradezco con todo mi corazón c:
Ya se encontraron, bailen (?) en realidad lo tenía planeado de esta manera para no
hacerle tanto de emoción xd la verdad no espero que sea un fic demasiado largo, pero
tampoco quiero que sea algo corto, así que.. idk (?)
Lamento la tardanza:c espero que les haya gustado.