Vanilla twilight | Louis Tomlinson.

Louis se separó después de un rato, tratando de tranquilizar un poco su respiración y que su corazón no hiciera tanto ruido al chocar contra su pecho.

La había besado.

O mejor dicho, ella lo había besado a él.

Louis había esperado ese momento durante toda su vida, durante cada uno de los años que pasaron desde el primer día en el que la conoció. Era su sueño cuando estaba en el colegio, su mayor deseo y más grande anhelo. Se sentía como si en ese mismo segundo se encontrara al borde de un precipicio, observando el paisaje, con el conocimiento de que no va a caer, de que en ese instante estaba en paz con sus demonios y sus ángeles internos, de que estaba viviendo y que nada iba a impedir que así fuera.

Bajó la mirada y suspiró profundo, tratando de pensar que palabras decir para no arruinar aquel momento.

—Helena... —susurró.
—Perdóname —lo interrumpió ella—. En serio, Louis, no... No era mi intención.

El chico levantó el rostro y miró como de los ojos verdes de Helena comenzaban a brotar pequeñas lágrimas, tan débiles y frágiles que ni siquiera brillaban, resbalaban por sus mejillas y caían sobre la camiseta que él le había prestado. Sabía que ese llanto no era de arrepentimiento, sino de pena, de vergüenza e incomodidad.

—Tranquila —sonrió Louis—. Yo también... me dejé llevar, lo siento.

Ella sonrió y se acercó a él, abrazándolo tan fuertemente como en la tarde, cuando se encontraban tirados en el suelo del apartamento.

—Muchas gracias, raro —susurró—. Te quiero mucho.

El corazón de Louis comenzó a latir de nuevo, parecía que nadie lo podría callar, incluso, parecía que éste lograba chocar contra el pecho de Helena.

Pero no. Ella ni siquiera se imaginaba todo lo que él pensaba y sentía. No sabía que aquel beso había sido el primero que había logrado que su cuerpo reaccionara de aquella forma, como si se encontrara flotando en medio del cielo y todo a su alrededor hubiera desaparecido tan rápidamente que nadie lo había notado, sólo él.

Ella no sabía nada y, quizá, era mejor que no lo hiciera nunca.

—También te quiero, rara —masculló, con un nudo en la garganta.

Y ella se apartó, con una pequeña sonrisa adornando sus labios, deseando que la oscuridad cubriera toda la tristeza que inundaba ésta. ¿Cómo era posible que hubiera sido tan estúpida como para esperar algo más? Eso era la prueba máxima de que Louis no sentía ni siquiera la mitad de todo lo que ella sentía por él.

Quizá... sería mejor que olvidara para siempre la manera en la que sus ojos azules parecían capturar toda la belleza de la tierra, para guardarla y liberarla durante los días de invierno repletos de soledad, la forma en la que cada vez que sonreía todo lo demás desaparecía,.. De él, simplemente, olvidarse de él y del romance, de las cursilerías y las ilusiones, y aceptar la amistad, la hermandad que siempre había estado destinada para ellos.

—Creo que es mejor que duermas, Louis —murmuró, después de un rato en el que ambos habían permanecido en total silencio—. Mañana iras a trabajar ¿no? Tienes que... despertarte temprano —sonrió—. Además, los cambios de horario me confunden un poco; estoy algo... cansada.
—Creo que es lo mejor —asintió él—. Que duermas bien, Helena.

Y se alejó, cruzando el umbral de la estancia y desapareciendo en el reflejo de la televisión, mientras que ella no podía hacer nada más que dejar que todo el llanto saliera de sus ojos, sin hacer el menor ruido, llorando entre la oscuridad y esperando que a él no se le ocurriera ir a buscarla. ¿Por qué se sentía tan destrozada? ¿Por qué toda la magia que aquel beso había causado había desaparecido sin avisar antes, de repente, como si nunca hubiera existido?

Suspiró profundo y tomó asiento en una de las sillas que rodeaban el pequeño comedor, observando como la luz del televisor se extinguía y escuchando un débil maullido de enojo por parte de Golfo, quien al parecer no le gustaba para nada ser molestado en medio de su sueño de belleza semanal.

Sonrió. Después de todo, esa fue una de las razones por las que había regresado, una entre tantas; para conocer los verdaderos sentimientos de Louis, aunque doliera, aunque su corazón se rompiera en miles de pedazos nuevamente. Ella se lo había buscado.

-
Louis tomó cuidadosamente la taza con café que descansaba sobre su escritorio y miró fijamente al chico de ojos verdes y cabello en rulos que se encontraba sentado frente a él, con una picara sonrisa en su boca y un montón de preguntas adornando su traviesa mirada. Le dio un sorbo a la taza, esperando que el líquido hirviendo quemara su garganta.

Pero el café estaba frió.

Irónico ¿no?

—¿Louéh?
—¿Qué? —Preguntó el ojiazul, nervioso—. Harry, no empieces a...
—Así que tienes a una mujer durmiendo en tu cama y vistiendo una de tus playeras ¿eh? —Enarcó la ceja— ¿Hay algo que quieras decirme?

Louis tragó saliva violentamente y dejó la taza de nuevo sobre la mesa. Era verdad. Helena estaba acostada en su cama y vistiendo su ropa, simplemente, pero su amigo era experto en hacer que todo lo que era normal tuviera un doble sentido, un sucio doble sentido.

Su celular había sonado a las siete de la mañana, haciendo que Golfo pegara un brinco y cayera al suelo con sus cuatro patas bien extendidas. Louis llegó tarde a la junta, y hubiera sido despedido sino fuera porque Harry lo había reemplazado, por lo que tuvo que ofrecerle muchas disculpas y una excusa coherente para justificar su ausencia...

Le había hablado de Helena.

Por supuesto, Harry le había creído, aunque, claro, con unas pequeñas dudas de por medio.

—¿Tuviste...?
—¡Dios, no! ¡Harréh, No! —Gritó Louis histérico, levantándose de su silla, como si aquel pensamiento nunca hubiera pasado antes por su cabeza—. No... Podría. Es decir; No, no me acosté con ella.

Harry lo miró con una vaga sonrisa en sus labios.

—¿Quieres hacerlo? —Preguntó, tomando sin permiso la taza con café del ojiazul y dándole un largo sorbo.
—¿Podrías decirme cómo llegamos a este tema? —Cuestionó Louis, sentándose nuevamente y sobándose las sientes con los dedos.
—Quizá porque me dijiste que tienes a una mujer durmiendo en...
—Ya sé, ya sé —suspiró.

Harry dejó en su lugar la taza y miró fijamente el abatido rostro de su amigo. Lo conocía desde hace ya bastante tiempo, habían convivido lo suficiente como para saber que algo le atormentaba demasiado.

Y sabía que ese algo tenía que ver con aquella chica.

—¿Quién es, Louis? —Preguntó de improviso, haciendo que éste apartara las manos de su rostro y lo mirara confundido.
—Una amiga. La conozco desde hace muchos años, aún... íbamos en la primaria —murmuró.
—¿Cómo se llama?
—Helena —sonrió—. En realidad siempre me ha encantado su nombre, desde que la conocí. Siempre fue... interesante, para mí.

Harry se levanto de la silla, acercándose lentamente hacía un pequeño mueble y tomando una fotografía atrapada en un marco de plástico azul, con algunas nubes dibujadas alrededor como detalle extra. Aquel objeto era lo único colorido que adornaba la oficina de Louis, lo único que no era blanco, negro o gris; Por lo que, siempre había tenido una gran curiosidad acerca del porque él la tenía allí, iluminando su eterna oscuridad.

Y por fin conocía la respuesta.

—¿Son ustedes? —Masculló, entregándole la fotografía a Louis.

En ella aparecían dos niños, de unos diez u once años cada uno, sentados en los oxidados columpios de un abandonado parque, riendo, como si ese momento fuera el mejor de sus vidas.

—Sí, Harry... Ella es Helena —sonrió—. Había olvidado completamente que aún conservaba esta foto.
—Louéh, te preguntaré algo y quiero que seas completamente honesto ¿Vale?
—Claro —asintió.

Harry se acercó a él, agarró la taza con café de nuevo y le dio otro sorbo, para después dejar ésta en el mismo sitio donde estaba antes la fotografía.

—¿Sientes algo? —Cuestionó—. Es decir, cuando hablas de ella... no sé, como que algo se apodera de ti y no eres el mismo, como que al hablar de ella... tú no dijeras nada, sino tu corazón —sonrió, aquello había sonado cursi—. ¿La amas?

Louis se quedó viendo por largos minutos los ojos de su amigo. Eran verdes, casi del mismo tono que los de Helena.

—La amo —contestó—. La amo, pero no creo que eso importe.
—¿Le has dado alguna pista para que ella pueda saber? —Indagó Harry, sentándose nuevamente en la silla y mirándolo fijamente.
—Tenemos que terminar la nota para...
—Louis.

Suspiró.

—No creo que eso sea necesario.
—¿Cual es la razón o la circunstancia para qué pienses de esa manera tan masoquista?
—¿Sabes? Deberías de tener tu propio programa en televisión —Balbuceó—. Algo así como: "El doctor corazón" o...
—¡Louis!

Él comprendía que Harry sólo quería ayudarlo y que todo estuviera bien, pero era demasiado difícil hablar de ese tema con alguien más que no fuera su gato o la almohada, era complicado confesarse con una persona que pudiera dar sus puntos de vista y su opinión, o, que mínimo, pudiera hablar.

Cerró por un instante los ojos, pensando en la respuesta para la pregunta de su amigo.

¿Por qué pensaba de esa forma? Porque, para Helena él sólo era un amigo más y... no quería lastimarla.

—No lo sé —dijo, abriendo los ojos—. Sólo estoy seguro que ella no sentiría lo mismo que yo.
—¿Cómo lo sabes? —Preguntó Harry—. Mira, Louis, no puedes saber cómo se siente Helena si ni siquiera hablas bien con ella. Apuesto a que incluso ya se besaron y los dos decidieron ignorarlo completamente ¿No?
—Harry...
—No, Louis —resopló—. Ve con ella y dile lo que sientes —ordenó, un tanto molesto—. Si no lo haces le diré a todo el edificio que eres gay y que tu único propósito es encontrar un marido para desquitar los años que estuviste encerrado en el closet —se incorporó—. Tú sabes que soy capaz de hacerlo.

ϕ allí está Lo siento si no es lo que esperaban, pero, como les decía.
en este momento no tengo la cabeza suficiente para nada. Tengo tanto problemas que... puff,
tengo suerte de seguirme conectando al foro. En fin, espero que les haya agradado un poco, sé que
no es la gran cosa ni nada, pero igual, es lo esencial para todo lo que viene después c:
Gracias por sus comentarios, las quiero.

Esta novela es simplemente perfecta, lo juro. Louis y Helenna hacen simplemente la pareja más tierna de todas las parejas tiernas que existen. Es que el beso. Los dos sienten lo mismo pero no se atreven a deciselo porque piensan igual. Y Harry asldjflsdfksf, lo amé todo cínico con el pobre e inocente Louis, no dejaba de molestarlo tomando en doble sentido todo lo que decía. Como que Helenna estuviera en su cama con su ropa y todo eso.
En fin, lo amé. Espero el siguiente con ansias
¡Besos!