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Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:41 am

Capítulo 11


Así que ese era Harry. Ese chico sentado ahora en el pórtico de su casa era él, ese que mentía, que miraba a los ojos a Liam cuando le decía que todo estaba bien, que había estado un poco mal por la escuela, pero que nada pasaba, en serio, Li.

Ese que había engañado a su novio, aunque siempre creyó que sería incapaz de hacerlo, ese que aún hoy fantaseaba con Louis, con su cuerpo, con su boca. Ese que aunque quería a Liam, aunque lo adoraba, aunque sabía que lo que había hecho estaba mal, y que debía decirle la verdad, le decía “yo también te extrañé” y lo abrazaba.

Mierda.

Ese era Harry.

Ese monstruo era Harry, y sin embargo Liam lo miraba aún como si fuera ese chico un poco ingenuo que quería parecer más maduro haciendo comentarios sarcásticos. Sus ojos marrones de cachorrito le desnudaban el alma y aunque Harry sentía que cada mentira que había dicho se derrumbaba con su mirada, Liam seguía allí, intacto, inmune a la culpa y la vergüenza.

Harry sentía que podría estar gritándole todo lo que ocurrió en ese tiempo, todo lo que había ocurrido desde el cumpleaños de Zayn, y Liam aún le diría que lo amaba, y que le había hecho falta, y le besaría los labios con ternura haciendo de cuenta que no notaba como Harry evitaba devolverle el beso.

Y ese, pensó Harry, ese era Liam.

Después de que terminaron de hablar, y cuando el silencio empezó a volverse muy obvio, Liam invitó a Harry a tomar un café. Se pusieron de pie y se sacudieron los jeans, percudidos de tierra por llevar horas sentados en la entrada, y caminaron tomados de las manos, pero a una distancia prudente, como si sus cuerpos todavía no se adaptaran a esa vuelta a la rutina.

La mano de Liam, pensó Harry, era tibia, grande, firme. La suya en cambio se aflojaba cuando él dejaba de prestar atención, sus dedos se soltaban y era más como si Liam lo estuviera agarrando que como si se tomaran de las manos. Era difícil porque o Harry se concentraba en la mano o se concentraba en la conversación, pero la mayor parte del tiempo se olvidaba de las dos cosas, y terminaba caminando en silencio, pensando en la horrible persona que era, en que había engañado a su novio, en que Louis besaba bien y en Louis, simplemente en Louis.

Cuando recordaba en donde estaba, eso sí, y aunque era difícil volver a la conversación, decía un par de palabras, apretaba la mano de Liam en la suya y lo acariciaba torpemente con el pulgar, a modo de caricia, de disculpa.

El abrazo de Liam llegó repentino, lo asustó un poco. Estaban en mitad de la vereda, Harry acababa de apretar su mano después de darse cuenta por décima vez que lo había soltado, y Liam lo tironeó hasta hundirlo en su abrazo.

Habían pasado apenas algo así como un mes, quizá unas semanas más, pero Harry se sentía un poco más alto, como si ya no cupiera tan cómodamente  en el cuello de su novio. Aún así era lindo, sentir su olor, cerrar sus ojos, sentir los dedos de Liam acariciando su espalda y su cuello mientras le murmuraba un centenar de preguntas y promesas.

“¿Estás bien, Haz?” le dijo por vigésima vez y ahora sí Harry respondió.

“Sí, Li, por supuesto” mintió.

Luego la caricia de sus labios en la mejilla, y los dedos navegando entre sus rulos, y Harry que realmente no quería mirarlo a los ojos pero Liam lo obligaba, alejándolo suavemente por los hombros, levantándole el rostro con un torpe mimo de frente con frente, y sonriendo así tan generoso como siempre.

“¿Estás seguro?” insistió, “Sabes que te amo, que puedes decirme cualquier cosa.”

Ugh. Otra vez le ardía la garganta y las lágrimas que se agolpaban en los ojos eran como agujas heladas.

“Claro que lo sé…” respondió evasivo. Corrió la cabeza, se soltó de sus brazos, y con un poco de torpeza volvió a tomar su mano.

“Entonces ¿Por qué no me dices que pasó, Haz? no soy…” Liam suspiró, exasperado. “Sé que estás mintiendo, te conozco demasiado.”

A Harry le quemaba no sólo la garganta sino la sangre también, y cada vena, y cada latido del corazón. Y le quemaba la mirada de Liam, y su sonrisa tan franca, y el modo en que sus dedos no lo soltaban nunca, no se distraían ni por un segundo.

“Estoy bien, Liam” dictaminó. Los ojos marrones se cerraron, y luego vino un suspiro, y después de eso la sonrisa de siempre y una conversación distendida, que esta vez le resultó a Harry más fácil de seguir.

Hablaron de la escuela y de la universidad, de los exámenes, del nuevo cd de esa banda que a los dos les gustaba (la única en la que compartían gustos, honestamente) y como Harry había logrado finalmente pasar ese nivel tan difícil del juego que jugaban. Liam le contó que tenía un trabajo de medio tiempo ahora, en un Starbucks del centro, y Harry le dijo que estaba buscando trabajo también, porque quería tomarse unas vacaciones después del colegio, antes de empezar la universidad.

Para cuando llegaron al bar ya no caminaban de la mano, pero iban más cerca el uno del otro. Harry sonreía, aunque se sentía para la mierda, pero  no se sentía falso. De hecho era la sonrisa más genuina en las últimas semanas.

Liam lo invitó a pasar empujándolo suavemente por la cintura, y buscaron una mesa desocupada al otro lado del gran salón. Estaban yendo a la esquina más oculta, por costumbre –cuando eran adolescentes los dos, solían ir a los lugares donde menos personas pudieran verlos, por una cuestión de supervivencia, por así decirlo- y cuando llegaron allí, los recibió el “hola” tímido y nervioso de Zayn y Niall.

Hey” los saludó Liam, contento, aunque incómodo. A Harry le temblaban las rodillas, como si todos supieran lo que hubiese ocurrido y estuvieran a punto de contárselo a gritos a Liam.

Sin embargo, Niall sonreía francamente y se puso de pie para darle a Harry un apretón de manos y unas palmadas en la espalda, “Que gusto verte, viejo” le dijo con su acento irlandés más acentuado que de costumbre.

Zayn no parecía tan contento de verlo, y a Harry no le sorprendió. Era amigo de Louis, muy cercano a él, y seguramente sabía mucho más que el irlandés. Además, nunca se habían llevado particularmente bien, como sí con Niall, y por la expresión en su rostro mientras hablaba con Liam, no estaba muy contento con que hayan vuelto.

“Así que recuperaste a tu novio, eh” bromeó golpeándolo en el brazo amistosamente. O no tan amistosamente.

“Sí, sí…”  respondió Liam un poco incómodo, y se rascó el cuello, evitando no sólo la mirada de Zayn sino la de Harry también.

“Debes tener una buena excusa” dijo exagerando una sonrisa a Harry, “Desapareciste por un mes y medio, ¿Qué pasó? Había un apocalipsis zombi en tu barrio, ¿o qué?”

“Zayn…” el llamado de calma del irlandés no sirvió de mucho. Zayn seguía hablando y a Harry le temblaban cada vez más las rodillas, si se sacaba de quicio soltaría la verdad allí mismo y…. No podía pensar en eso, en el rostro decepcionado de Liam, en el “te lo dije” de Niall, en la vergüenza…

“Oh, no, no fue eso, porque Liam fue a tu casa unas putas veinte veces y no había ningún zombi a las vueltas”

“Basta, Zayn” dijo Liam, con su voz firme y sacando pecho. Zayn lo miró, y su mirada titubeó un instante. Después puso los ojos en blanco, y soltó un suspiro.

“Sólo digo que eres demasiado afortunado de que Liam te haya esperado todo este tiempo” balbuceó, y Niall tironeó de su camiseta, obligándolo a sentarse. “Está bien, está bien.”

Hubo por un momento, un silencio incómodo. Después, Harry habló, intentando sonar tan firme como podía, intentando que el temblor de sus piernas no se tradujera en un temblor de su voz.

“Lo sé” admitió, sin quitarle los ojos de encima a Zayn. Era la primera vez que no mentía en lo que iba del día, al menos de cosas importantes, era la primera vez que  lo que decía salía del fondo de su corazón, y lo más parecido a una disculpa que podía expresar en palabras. “Sé que no lo merezco, pero voy a tomarlo porque… Porque es Liam” susurró, y agachó la mirada.

Porque Liam era la única persona que lo hacía sentir un poco mejor cuando todo andaba mal, y porque le daba las mejores caricias, y los mejores consejos, y porque tenía ese modo de sonreír que era un poco tonto, pero tierno a la vez, y porque lo extrañaba, en serio lo extrañaba, y sí, era egoísta, y sí, no lo merecía, pero cómo podría pedirle alguien, cualquier persona, que se rehusara a él. A Liam.

Escuchó el ruido de un golpe seco –la mano de Niall sobre la cabeza de Zayn, aparentemente- y después a Liam reprochando con un “bien hecho Zayn”, y después se dejó arrastrar de la manga hasta una mesa bastante alejada, y se sentó donde Li le dijo que lo hiciera, y lo miró a los ojos, porque era más fácil ahora.

“No seas estúpido, Styles” lo retó Liam, y Harry sonrió. Sus manos se encontraron arriba de la mesa y  cerró los ojos, disfrutando esa caricia de Liam que era su preferida, ese pellizque tímido y constante. “No vuelvas a decir eso nunca.”

Pero es verdad, Li, pensó Harry que debía decirle, soy una persona horrible. Te mentí, te engañé, te lastimé, te ignoré. Lo peor es que aún pienso en él, y estoy aquí contigo, haciendo de cuenta que me hiciste falta, y que te deseo y… Sólo estoy aquí para sentirme un poco mejor, para que quizá tus besos y tus caricias me distraigan de él y su recuerdo, y a lo mejor con el tiempo pueda olvidarme de esa persona que soy, aunque siempre pensé que no. A lo mejor quedándome contigo, negándome a ese impulso, logre convencerme otra vez de que soy un buen chico, de que te merezco a mi lado, de que no soy una mierda de persona.

Pero no dijo nada de todo eso. En cambio el que habló fue Liam, y sus palabras como bálsamo, aunque lo hicieron llorar, lo calmaron un poco.

“Mira, Harry, no sé qué pasa por tu cabeza” le dijo, “Pero eres un chico maravilloso, ¿Sí? Y te lo digo yo que te conozco demasiado, que sé cuándo mientes y también cuándo dices la verdad, y Harry, sé sobre todas las cosas que eres la persona más dulce, más amable, más generosa, que conocí, y lo que sea que pase por tu mente… Sólo recuerda, todos se equivocan. Eso no te hace una mala persona.”
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El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA! - Página 2 Empty Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!

Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:41 am

Capítulo 12


Zayn estaba en un limbo últimamente. En parte se debía a lo bien que le iba en la facultad, a la cantidad de cumplidos que había recibido últimamente, a lo habían promovido a algo así como “gerente” en el Starbucks en el que trabajaba. Lo que más feliz lo hacía, sin embargo, aunque era bastante raro sentirse así, era el hecho de que estaba pasando mucho -casi podría decirse demasiado- tiempo con Liam.

Le había conseguido entrar al Starbucks un poco porque necesitaba el dinero, pero más aún porque necesitaba algo que lo distraiga; y como estaban ocupados la mayor parte del tiempo que Louis tenía libre –y era con él con quien debían rendir esa materia- solían estudiar juntos por las noches en el departamento de Zayn.

Louis decía que había planeado todo, que era una mente siniestra y que no podía creer que haya abandonado así a su mejor amigo. Y Zayn no era tan bueno como creía, porque aunque Liam estaba un poco triste y desinflado, él no podría estar más feliz de tenerlo sólo para él, pero lo cierto es que no lo había planeado así, las cosas simplemente se habían desenvuelto de ese modo.

Además, quizá no era tan bueno, pero tampoco era tan malo. Si lo fuera ya se habría aprovechado de la situación, sabía que otros lo hubiesen hecho: Liam estaba vulnerable, triste y solo, presa fácil para  el tipo de hombre que sólo busca un poco de sexo.

Lo cierto es que Zayn no quería sólo un poco de sexo (“Quieres mucho, mucho sexo” se había burlado Louis cuando discutió eso con él por última vez), sino que quería algo más. Liam era sensible, generoso, divertido. Le ponía la piel de gallina cada vez que lo tocaba accidentalmente, y cada vez que sonreía Zayn hacía esa mueca rara que definitivamente no era la sonrisa más sexy, pero no podía evitarla.

Nunca había estado de mejor ánimo al ir a trabajar, y eso era puro mérito de Liam.

Por eso lo enfadaba tanto verlo triste. Y no, no quería que vuelva con su ex, aunque eso lo volviera a ese chico un poco hyper y demasiado positivo que había conocido y que lo había enamorado, no quería que volviera con Harry porque nadie que lo hubiese lastimado tanto lo merecía de nuevo.

“¿Puedes dejar de revisar tu celular?” preguntó una noche ya un poco harto de todo ese melodrama. “No va a responder.”

Liam lo miró con sus ojos de cachorrito haciéndolo sentir mal, por un momento. Pero Zayn mantuvo la mirada firme, como si no tuviera ganas de darle la vuelta a la mesa y abrazar a Liam mientras le pedía disculpas por hacerlo sentir mal.

Un chico puede soñar” bromeó Liam encogiéndose de hombros. Zayn se enfadó aún más.

Porque…

¿Por qué no podía ser él? El que le dibujara a Liam esa sonrisa tonta, el que pudiera alegrarle el día con un mensaje, el que pudiera caminar con él de la mano y murmurarle al oído y darle el beso de buenos días después de una noche juntos.

Si fuera él, Liam no sería el que era ahora, el chico triste, colgado del celular, seguramente inventando excusas y explicaciones para todo lo que estaba pasando. Si Zayn fuera Harry, Liam no estaría estudiando con otro chico en su casa ahora, al menos no sin la supervisión suya, lo cuidaría como si fuera su tesoro y le mandaría mensajes a cada rato si eso lo hiciera feliz.

“Yo creo que deberías soñar un poco más arriba” balbuceó,  y Liam que hace rato había vuelto a sus apuntes levantó la mirada. Sus ojos como avellanas tintinearon con la luz de la lámpara, y Zayn tuvo que ahogar un suspiro, porque… Puta madre, era tan bonito. “Creo que te  mereces algo mejor, a alguien más maduro, más…”

“¿Qué?” preguntó Liam un tanto confundido, disimulando una sonrisa.

Zayn dejo el lápiz en la mesa, un poco frustrado por no ser mejor con las palabras, porque realmente creía que llevaba un argumento válido, que si simplemente pudiera ponerlo en las palabras justas Liam le daría la razón, abriría los ojos y vería que había alguien que haría lo imposible para hacerlo feliz, y que era Zayn.

“Liam, eres un chico… Guapo y…” Zayn cerró los ojos, insultándose por dentro por haber empezado por ahí, “Y maduro, responsable, inteligente, divertido… Eres amable, siempre te preocupas por todo el mundo y eres el que me dice cuando bebí suficiente y me has traído a casa las veces que no te hice caso y… Te ríes de los chistes de Louis, nunca ni por una vez te ofendiste, lo entiendes a la perfección, hasta cuando es un idiota y… Hasta en las materias más difíciles te esfuerzas para sacar buenas notas y…”

¿Qué mierda estaba diciendo?

“Sólo creo que podrías conseguirte algo mejor que un chico de preparatoria que está más preocupado por la graduación que por ti.”

Wow. Eso había sido duro. No, definitivamente no era eso lo que quería decir, ni eso lo que quería lograr –los ojos como avellanas miraban la mesa ahora, el farol ya no los iluminaba como antes, haciéndolos brillar, y sus dedos se enredaban entre sí, y la sonrisa en sus labios ya no era ni amigable, ni alegre…

Zayn estuvo a punto de disculparse, o de intentar de decirle lo que realmente quería decir. Que Harry era un imbécil y que era hora de que Liam deje de sufrir por él. Pero Liam se le adelantó.

“Es que… Tú no conoces a Harry” le dijo, y ugh. Zayn odiaba escuchar su nombre. “Harry es el chico que gastaba el dinero del almuerzo en el almuerzo de sus amigos cuando se olvidaban de llevarlo, el que recuerda cada cosa que dije, por pequeñita que sea, el que te hace esos regalos que ni tú sabías que querías tanto porque te conoce… tan bien… Harry es el chico que llevaba a las chicas a por un helado después de que ellas lo invitaran a salir, y no las dejaba ir hasta asegurarse de que se sentían mejor. Es el que me dio todo el tiempo que necesité cuando empezamos a salir, aunque él estaba listo hacía…” Liam sonrió, recordándolo, y en serio, a Zayn le dolía no ser él el que pudiera hacerlo sonreír así. “El día que salí del closet, Harry me acompañó hasta mi casa, y me esperó en la esquina y… Yo estaba tan ocupado hablando con mis padres, intentando que paren de llorar, que me olvidé de que él estaba afuera, y dos horas después cuando estaba todo más o menos en paz, miré por la ventana y noté que llovía…”

Liam se rascó la cabeza, sonreía, como un tonto, mirando las letras en los apuntes que honestamente ni leía.

“Estuve a punto de irme a dormir, iba a disculparme por mensajitos de texto, pero… Me dije, que por las dudas me iba a asomar y cuando salí con mi paragüas Harry estaba allí debajo de un árbol, empapado de pies a cabeza con los rulos y la capucha goteando y…” los ojos de avellana se encontraron de vuelta con los de Zayn, y un escalofrío le tembló desde los pies hasta la nariz, “Y lo primero que me dijo fue ‘¿cómo te fue?’”

La habitación se hundió en un silencio tibio, en el que apenas se oía el tic tac del reloj. Zayn tenía un montón de cosas por decir, aunque no sabía cuáles eran, pero no podía hacer más que mirar los labios de Liam expectantes por una resolución.

Sabía lo que iba a decir, pero necesitaba oírlo.

“No creo que pueda apuntar más alto que Harry porque… Honestamente… No sé si hay una persona más dulce, generosa, y buena como él.”

*

Zayn no podía quitarse de la cabeza esa última conversación con Liam. No había vuelto a verlo después del examen más que en el trabajo, pero Liam siempre se escabullía rápidamente al terminar su turno y se rehusaba a salir con ellos los fines de semana.

No que lo hubiesen invitado mucho, porque Louis tampoco andaba de humor para salir últimamente –quizá porque le había ido horriblemente mal en el examen- y Zayn no juntaba el coraje para invitarlo a salir solos.

Y no es que Liam estuviera enojado con él, al contrario, hasta se comportaba más amistosamente que de costumbre, que no es decir poco. El tema, adivinó Zayn, era Harry. Liam debía realmente extrañarlo. Al fin de cuentas, había pasado ya un mes y medio sin noticias de él, y ya no tenía los exámenes ni nada más para distraerse.

A Zayn le venía bien el recreo, porque no podía quitarse esa charla de la cabeza y tenía una pregunta que necesitaba responder.

Porque, de acuerdo a lo que Liam contaba, Harry era de hecho un buen chico. Un gran chico. Y quizá Liam no veía eso en Zayn, pero, la pregunta era ¿Zayn es un buen chico?

Y la respuesta inmediata era que no, claro. Que le encantaba dormir por ahí con varias personas, que disfrutaba un poco demasiado cuando Louis molestaba a Harry y que una buena persona no disfrutaría tanto que el amor de su vida anduviera por ahí con el corazón roto.

Pero, de nuevo, Zayn no se conocía demasiado. Y sólo había una persona que lo conocía mejor que nadie más, la única persona a la que podría preguntarle si él era o no un imbécil, y que le respondería con sinceridad.

Así que Zayn había llamado a Niall esa tarde, y le había pedido que se encuentren después del trabajo y del ensayo de Niall, en un café donde pudieran comer una torta y tomar un té, porque necesitaba hablar. Y Niall, por supuesto, le había dicho que sí.

Era raro porque no habían vuelto a hablar sobre ellos desde el rompimiento, y aunque Louis había hecho un trabajo excelente  incluyendo al irlandés el en grupo, era la primera vez en meses que Zayn y Niall iban a pasar algo de tiempo a solas.

Era casi como si fueran a una cita, aunque por supuesto, no era así. Porque Zayn iba a hablar de Liam y Niall definitivamente se estaba acostando con el baterista, aunque nadie hablaba de eso.

Aún así, aunque no era una cita, mientras caminaba hacia el café, a Zayn la mente se le llenó de recuerdos. Era fácil sonreír recordando a Niall, porque era tan sencillo aislar los momentos felices de los tristes.

Era fácil porque Niall había sido un amor de verano por varios años. O mejor dicho, Niall había sido el verano para Zayn por muchos años. Siempre en las vacaciones, siempre en la misma época, Niall viajaba a Inglaterra y aunque nunca lo habían dicho en voz alta, siempre terminaban juntos de nuevo.

Zayn ni siquiera se lo admitía a sí mismo, pero si estaba saliendo con alguien, al llegar Junio, bam, estaba soltero de vuelta.

Y entonces Niall llegaba con su sonrisa de dientes quebrados y su piel blanca como la nieve, y quizá era eso, o los ojos cristalinos como el mar, pero era tan fresco. La piel de Niall era como un manto de agua fresca sobre él, y sus labios rosados eran dulces y livianos y si Zayn cerraba los ojos, podía recordar el sabor exacto.

Niall era no sólo el recuerdo de su primera vez, y de su primer amor. Era también el recuerdo de esas vacaciones que parecían interminables, de escabullirse de su habitación los viernes por la noche, de escuchar música en el garaje de algún vecino y encontrar las manos a escondidas sin que nadie lo supiera.

Zayn lo había amado locamente, intensamente, le había rogado tantas veces que no se fuera, al terminar el verano, aun sabiendo que era cruel, y que Niall quería quedarse, y que era muy joven para tomar esa decisión. Aun así fantaseaba en voz alta, y le hablaba de la escuela, de que tenían un club de música y que Niall sería el mejor de todos en él, y le contaba de la feria que abría siempre en invierno y de que si Niall pudiera quedarse entonces la conocería, y Zayn le compraría algodón de azúcar y se subiría a todos los juegos con él.

Y Niall. Oh, Niall. Él sonreía en silencio y apretaba su mano en la suya y le explicaba, aunque Zayn lo sabía, que no podía quedarse, que tenía su escuela y su vida allá.

Y Zayn se ofendía y como siempre que algo o alguien lo lastimaba, lo único que atinaba a hacer era lastimarlo más fuerte, y le gritaba y se iba y nunca había un adiós decente para terminar las vacaciones.

Pasó como tres veces antes de Niall pudiera prometerle que sí, que esta vez se quedaría en Inglaterra, que iba a hacer la universidad allí. Y Zayn… Puta madre,  le dolían los cachetes de sonreír por el simple recuerdo, ya no podía ni imaginarse lo feliz que se había sentido en ese momento.

Los recuerdos que seguían eran más recientes, y más borrosos. Había momentos que se le venían como flashes, que podía asir tan fácilmente que daba miedo, era como si hubiesen pasado ayer.

Zayn invitando a Niall a dormir al departamento que sus padres le alquilaron, fines de semana enteros echados en la cama, y la luz del mediodía que los despertaba pero Zayn no cerraba la cortina, porque prefería quedarse allí, contando los lunares en la espalda de su novio, inventando caminos secretos desde el cuello a la cintura, que dibujaba con el dedo, suavemente.

Esos eran los momentos que podía recordar, esos y los besos, húmedos, y el sexo por la mañana. Los ojos cristalinos de Niall que nunca le daban respiro a los suyos, su sonrisa rosada,  el modo en que sus clavículas se dibujaban y desdibujaban debido a su respiración agitada, cuando Zayn estaba encima, y la piel del rostro que se le ponía roja, a veces, y lo fácil que era dejarle chupones.

Los otros momentos, los momentos tristes, esos casi que no los recordaba. Aunque había habido cientos de ellos, lo sabía. Lo sabía porque recordaba de memoria la noche que todo se fue a la mierda, y  ahora parecía exagerado pero en ese momento Zayn estaba tan enojado. Tanto que esa vez ni se molestó en defender a Niall cuando Louis se burló de él.

El abuelito se va a dormir la siesta” habían sido las palabras de Louis, porque Niall otra vez se iba a dormir temprano, dejándolos a los dos solos en el club. Y Niall había puesto los ojos en blanco y había besado a Zayn en los labios, y ese, ahora que lo pensaba, era el último beso que se habían dado.

Y Zayn estaba tan molesto que bebía rápido, y que por primera vez hablaba con Louis cosas que intentaba no hablar con él –porque sabía que se le escaparían a modo de broma algún día, y Niall se enojaría (justamente).

Y entre tragos le dijo que siempre se iba temprano, que cuando no estaba ocupado estaba cansado, que puta madre, ya ni siquiera hacían el amor. Y en el medio de su discurso, Louis bromeaba, como si no entendiera nada, (“es una lástima porque apuesto a que hace buenas mamadas”)  y Zayn estaba tan enojado que no podía ni interrumpirlo.

Estaba tan enojado y tan ebrio y… Sabía que no era una excusa, pero seguía repitiéndoselo, como si lo fuera. Y dos chicos guapos, muy guapos, se acercaron a su mesa y les preguntaron si salían y, “No, claro que no, estoy fuera de su liga” bromeó Louis, y Zayn sentía el cosquilleo en el estómago porque la mirada del otro chico era lasciva y lo hacía sentir deseado.

Y Louis… Louis era el mejor compañero de aventuras, porque nunca tenía miedo, y porque nunca jugaba a ser la voz de la consciencia de nadie, pero ese día, Zayn deseaba que se hubiese comportado de otro modo. Porque recordaba mirarlo a los ojos, preguntarle en silencio si lo que estaba haciendo estaba bien, y Louis se encogió de hombros, y se imaginó la misma respuesta que le daba siempre: “No me preguntes a mí.”

Y quizá si Zayn se hubiese detenido a pensarlo mejor, si se hubiese preguntado a sí mismo –eso era lo que Louis le decía, al fin de cuentas- hubiese sabido que estaba mal lo que estaba haciendo, que Niall no lo merecía.Pero estaba tan enojado, y tan lastimado... Y cuando alguien lo lastimaba, lo único que Zayn sabía hacer, era lastimarlo más fuerte.
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El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA! - Página 2 Empty Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!

Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:42 am

Capítulo 13


Zayn había invitado a Niall a charlar a ese café para preguntarle algo muy sencillo, para preguntarle si era una persona horrible. Sin embargo, mientas más se acercaba al café, lo único que sabía cómo decir era “lo siento”, y eso fue lo que dijo, apenas se sentaron con sus dos porciones de tarta de fruta y el té recién hecho.

Oh, dios” protestó Niall, “¿Sigues con eso? Fue hace siglos, Zayn, debes dejar de castigarte.”

El irlandés le sonreía amablemente desde el otro extremo de la pequeña mesa. El tenedor que sostenía en la mano bailaba mientras él gesticulaba y migas del pastel se esparcían por todo el mantel; era casi hipnótico, lo hubiese sido si Zayn no hubiese estado tan triste ese día.

“Pero estuvo mal, Ni” le explicó con la porción de tarta aún llena y rebosante en el plato. Niall comía sin problemas.

“Las cosas venían mal de antes, y no voy a decirte que no te odié muchísimo, por muuucho tiempo” dijo y se rio, de cosas que Zayn no entendía. “Pero ya pasó, eres un gran chico, todos cometen errores.”

“No soy un gran chico” retrucó Zayn, “Tú te viniste a otro país, y trabajabas para soportar tus gastos, y tenías que estudiar y yo era este chico chiquilín que siempre te demandaba algo, y me ofendía cuando no me lo dabas y…”

Bueno, primero” dijo Niall y tragó para hablar más cómodamente, “No me vine aquí por ti, señor ego. Quería estudiar música, y este era el mejor instituto, y además quería irme de casa, era sofocante.”

Niall volvió a su té, y a su torta, y Zayn lo miraba comer indignado, porque eso no era suficiente, porque ¿Qué clase de respuesta era esa? Zayn le había dado varias razones para que Niall le dijera, ‘¿sabes qué? tienes razón, eres un idiota’ y sin embargo el irlandés seguía allí comiendo, tan campante como antes.

“¿Y segundo…?” preguntó Zayn, exasperado.

“Y segundo” respondió Niall entre bocados, “Te das cuenta de que estuvo mal, ¿qué mejor redención que esa? Aprendiste de tus errores, Zayn, eres una mejor persona ahora.”

Por un segundo, la mirada cristalina de Niall y su sonrisa compasiva casi lo convencieron dde que tenía razón. Pero fue un segundo, apenas eso, porque entonces apareció Liam, con el imbécil de Harry de la mano y… Puta madre… Zayn no había aprendido nada. Nada.

Porque debería poder comportarse mejor, ser respetuoso, compañero, amigo, estar ahí por Liam y respetar su decisión. Pero ese chico, Harry, le sacaba de quicio, con su pinta de yo-no-fui y sus hoyuelos en las mejillas, con ese andar tan campante como si no hubiese hecho nada, como si no hubiese lastimado tanto a Liam, tanto, que no había forma en que tuviera una excusa.

Y lo escupió todo, allí mismo, y le importaba tan poco que Niall le estuviera pidiendo un poco de calma, porque eso era lo más calmo que podía estar, en serio; si se dejaba llevar el de rulos tendría un moretón en el rostro la próxima vez que lo viera.

Es que no era justo que Zayn quisiera tanto a alguien que no sentía lo mismo por él. No era justo que tuviera que verlo con otro, y peor aún, con otro que no lo valoraba.

Pero luego Liam se fue con Harry y Zayn se quedó allí, enojado y con su tarta llenita y rebosante en el plato, y Niall lo miraba con esa sonrisa compasiva que ahora en vez de calmarlo lo hacía sentir peor.

Y por primera vez, Zayn sentía ganas de llorar. Porque lo habían lastimado mucho, tanto que en otra ocasión ahí estaría ahora, rompiéndole la cara a puñetazos a Harry, para desahogar algo de todo el dolor que sentía.

Pero esta vez, y aunque le había costado, se había aguantado las ganas y quizá sí, como decía Niall, había aprendido de sus errores,  y era una mejor persona ahora. Aunque aún tenía el impulso, aunque controlarlo lo hiciera querer llorar.

Tenía dos opciones ahora: una era llorar, que Niall lo consuele, y perder su respeto para siempre; y la otra era ser un imbécil, e intentar llevarse a alguien a la cama –No Niall, ya se había comportado demasiado como un idiota con él.

Así que dejó dinero sobre la mesa, haciendo de cuenta que no veía como Niall ponía los ojos en blanco antes de llamar al mozo, y se fue a buscar al único que entendía un poco como se sentía, el que lo acompañaría en sus nuevas aventuras, a bares oscuros, con preservativos en los bolsillos, a encontrarse con la saliva de extraños en su boca y en su miembro, a lo apretones y las fiestas en casas desconocidas.

Y estaba tan enojado que cuando llegó a los dormitorios del campus, aún respiraba agitado. Era casi una burla que Louis lo recibiera con esa sonrisa estúpida y los ojos rojos.

Hey, compramos eso juntos” protestó Zayn, “deberías fumarlo conmigo solamente.”

Louis sólo respondió estallando en carcajadas y echándose otra vez sobre su colchón, con su pipa de agua que habían comprado en la feria de artesanías hacía varios meses.

“¡Esa es nuestra pipa!” insistió Zayn, haciendo oídos sordos a las carcajadas estrepitosas. Cerró la puerta y se echó en el colchón junto a Louis.

En la notebook sobre la cama una malísima película corría, pero Louis, seguramente, hacía rato que no miraba la pantalla.

“¿Estás bien?” le preguntó Zayn, ahora que el enojo empezaba a escurrirse entre el humo que lo rodeaba. Algo de la escena le preocupaba, porque la película era muy mala hasta para Louis y porque él llevaba los pijamas y eran las seis de la tarde y sobretodo porque Louis no fumaba solo, nunca (por eso le tocaba la tarea de guardar la hierba).

Sep” respondió sin moverse de su lugar en el colchón, ni aunque su amigo lo empujara con el trasero, buscándose un espacio. “Lo suficiente, al menos.”

Sí, el enojo se desvaneció en seguida –aunque el dolor seguía, allí, en su pecho- porque Zayn estaba demasiado ocupado intentando obtener de su amigo una respuesta.

“¿Esto es lo que haces? ¿Por eso no quieres salir?” le preguntó.

“No seas melodramático” le retrucó, “no es que me la paso fumando encerrado en mi cuarto”

“¿Cómo podría saberlo? Ya ni sales conmigo” y Louis lo miró de vuelta a los ojos, y parecía que le  estaba pidiendo disculpas. “Además, ¿No tienes que trabajar esta noche?”

“Por eso empecé a fumar temprano, para que se me vaya” le explicó Louis y en serio no tenía sentido. Zayn le quitó la pipa y dio una pitada antes de quemarse la punta de los dedos sacando la marihuana del piquito.

“Ve a bañarte, Lou” lo retó, “yo ordenaré un poco esto.”

Y debía estar un poco deprimido en serio, porque no opuso resistencia. Sacó la toalla del montón de ropa sucia y se encerró en el baño, y Zayn se quedó allí, intentando ordenar algo del desorden que era el dormitorio de Louis, como si eso sirviera para ordenar su vida.

Abrió las ventanas, sacudió las migas de las sábanas y tiró los paquetes de comida chatarra que decoraban el suelo y se ocultaban bajo la cama. Ordenó el escritorio, desenchufó la notebook,  acomodó los cds sueltos –y eso que fue trabajoso encontrar la caja para cada uno.

Separó la ropa para lavar y la metió en su mochila (no era mucha, en serio, Louis debía vivir en sus pijamas últimamente), y guardó en el ropero la ropa limpia que seguía en la misma bolsa que Zayn le había dado hacía una semana.

Recién cuando fue a buscar la escoba para barrer el piso se dio cuenta de que Louis llevaba un rato allí, parado en el marco de la puerta, con la toalla atada a la cintura y los ojos rojos mirándolo intensamente.

Guau, había una habitación debajo de todo mi desorden” bromeó, y se rió casi que un poco mucho de su propio chiste.

“Ni siquiera quiero mirar el baño” suspiró Zayn y barrió lo suficiente para que Louis se las ingeniara hasta su silla, sin ensuciarse los pies con migas y tierra.

La mirada azul de su amigo lo seguía a todas partes mientras terminaba de limpiar, pero él estaba demasiado distraído por lo sencillo que era perderse en sus pensamientos haciendo esas tareas tan mecánicas.

Era fácil perderse en el recuerdo de Liam, de esa charla hacía unas semanas, y de a dónde podría haber llegado todo si tan sólo hubiese sido un poco más rápido, si pudiera haber tenido el coraje de hablar con él antes de que volviera con Harry.

¿Qué le hubiese dicho Liam? Quizá lo hubiese considerado, porque Zayn estaba disponible para él, dispuesto a hacerlo el chico más feliz, y de su novio no tenía ni noticias. Quizá, pensó Zayn, si hubiese sido valiente, Liam le hubiese dicho que sí.

Pero era demasiado tarde ahora, ¿no? Harry había vuelto a aparecer y que sentido tenía gastar saliva en una charla con Liam ahora; si lo había perdonado después de desaparecer por un mes, ¿por qué lo dejaría ahora? Liam quería a Harry, al parecer, y no importaba lo mucho que Zayn creyera que él podría hacerlo más feliz.

¿Vas a hablarme al respecto o…?” la voz de Louis lo volvió a la realidad de golpe. Se giró un poco sobresaltado, y aunque estuvo a punto de exigirle que baje esa botella, porque no eran horas de beber, se contuvo y en cambio dejó la escoba apoyada contra la puerta y se subió a la cama con su amigo. “¿Un trago?” le preguntó Louis, y Zayn asintió. El ron le adormecería un poco la garganta, le calmaría ese deseo de gritar.

Le dio un trago brevísimo, para no empalagarse, pero lo suficientemente largo para que el escozor en la garganta durara unos segundos.

Cuando terminó, la mirada azul seguía intacta allí, pendiente de él. Aún tenía los ojos rojos y la mirada cansada, aún lucía tan triste y roto como hacía una hora cuando llegó al departamento, pero Zayn no quería preguntarle al respecto. Sabría lo que diría.

No pasa nada. Porque eso era lo que Louis siempre decía. Y esta vez, se dijo Zayn, quería ser un poco como Louis.

“¿Hablarte de qué?” preguntó exagerando una sonrisa.

“¿Viste a Liam?” le retrucó su amigo, siendo tremendamente injusto –Zayn nunca insistía después de que él dejara en claro que no quería hablar al respecto.

No respondió, pero la expresión en su rostro dijo suficiente.

“Sólo quiero salir un poco, divertirme…” comentó, como si ese apagón repentino de hace un segundo, el modo en que los ojos se cerraron pesados y una sonrisa triste se plantó en su boca, no hubiesen existido.

“¿Llevarte alguien a la cama?” continuó Louis y le dio un trago al ron. No era justo, pensó Zayn de nuevo, porque él siempre le llevaba la corriente, siempre le daba el gusto porque aunque sabía que no tenía sentido, que era una pérdida de tiempo, que terminaría arrepentido de cada uno de esos revolcones, era lo único que lo haría sonreír, de a ratos al menos.

Era estúpido intentar engañar a Louis, lo conocía demasiado. Lo suficiente, quizá, para saber que Zayn en serio sí quería hablar de eso, y solo necesitaba un poco de insistencia.

Quizá” comentó encogiéndose de hombros, como si su amigo fuera a creer esa actitud de superado, de qué me importa. “Ya tuve esta obsesión tonta por demasiado tiempo, un par de camas me harán olvidarlo.”

“Ah, el ciclo comienza otra vez…” Louis bebió un trago bastante largo y le pasó la botella a su amigo, que la aceptó gustoso. Aún quedaban algunas gotas en su cuerpo pero la mayoría o se habían evaporado, o las había absorbido la toalla que aún le cubría las partes íntimas. “Ya estuvimos aquí, ¿recuerdas? Cuando te enteraste de que Liam tenía novio”

Oh, sí, lo recordaba. Se habían llevado tan bien esas primeras semanas en la facultad, que Zayn estaba seguro de que, en la situación apropiada, podría invitar a Liam a salir. Y con “la situación apropiada” se refería a unos tragos de por medio. Así que ese fin de semana él y Louis habían invitado a Liam a un club, pero él se había rehusado amablemente porque “tenía que verse con su novio” y ugh. Louis se había burlado toda la noche de la expresión en su rostro y de la inocencia de Liam que no entendía lo que pasó.

Esa misma noche Zayn conquistó a un rubio que no paraba de fumar marlboro y desapareció temprano del club. Y después de ese rubio vinieron dos rubios y un pelirrojo más y eso bastó para calmar un poco su corazón.

“Es distinto ahora” contestó Zayn, y bebió un trago bastante más largo esta vez, para ver si eso le quitaba la sensación de vergüenza y arrepentimiento que le crecía cuando recordaba esas camas y a esos chicos desconocidos.

“¿Por qué?”

“Porque es definitivo, porque ya sé que no tengo una oportunidad con él…” susurró. Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás, reposándola en el duro concreto. Hasta la palma se le relajó, y la botella rodó suavemente sobre el colchón.

Le costó ordenar la frase porque todavía le dolía admitirlo, pero se imaginó que después de decirlo, por más difícil que fuera, Louis lo abrazaría y lo dejaría llorar un rato, y después saldrían los dos a bailar, a embriagarse, a intentar quitarse ese escozor horrible y ese hielo del pecho.

Sin embargo ese día las cosas fueron un poco distintas.

“Volvió con él” confesó Zayn, con los ojos todavía pesadamente cerrados. Y Louis, esta vez, maldijo en voz alta, y también él apoyó la cabeza en la pared y se recostó un poco, para tocarle el hombro con la oreja. No hubo abrazos, ni consuelos. “Y si le perdonó esto” continuó hablando Zayn sin importarle lo quebrada que tenía la voz, “¿Por qué rompería con él?”

Era raro porque Zayn nunca se había sentido así después de hablar con Louis. Conocía todas las reacciones, las burlas, y los abrazos comprensivos, hasta en algunas ocasiones la respuesta había sido un coscorrón y un comentario adorable.  Ese silencio helado era nuevo, y Zayn en vez de sentirse mejor se sentía peor…

No solo, nunca se sentía solo con Louis. De hecho se sentía más acompañado que otras veces, como si por primera vez Louis entendiera su dolor, y sintiera lo mismo que él, como si no pudiera regalarle promesas de tiempos mejores porque sabía tan bien como él que esos tiempos mejores no existirían, que esta vez, como había dicho Zayn, era definitivo. Que Liam estaba ocupado y que pese a lo mucho que había fantaseado, y analizado cada gesto, cada comentario, no iba a pasar.

Y Zayn no era estúpido, sabía que tendría otras oportunidades de enamorarse, y que alguna vez le corresponderían y estaría en una relación feliz que no arruinaría como lo había hecho antes. Lo sabía pero al mismo tiempo le parecía imposible, porque Liam le dolía allí en el pecho y ¿Cómo puede desaparecer un dolor tan fuerte? ¿Puede irse así nomás, de un día para el otro?

Sabía que revolcarse en una decena de camas no resolvería nada, pero quizá probando otros labios, otros cuerpos… Quizá enredándose en historias, conociendo personas… Quizá todo el ruido de la noche podía aturdirlo un poco, atontarlo, distraerlo de ese dolor que le helaba y le sacaba el aliento.

Louis se acomodó a su lado, finalmente le dio el abrazo que Zayn esperaba.  Hundió la cabeza en su cuello, respiró aire hirviendo sobre su piel.

“Me haces cosquillas” rió Zayn entre lágrimas, pero Louis se hundió más fuerte. Pasaron varios segundos de silencio en la habitación, la respiración de Louis se hacía cada vez más real en su cuello, y justo cuando Zayn se estaba peguntando qué pasaba, sintió el beso tibio, la humedad de sus labios justo debajo de la oreja. “Wow, wow” dijo y se alejó de golpe del abrazo de su amigo.

Louis lo miraba fijamente, con la misma expresión pícara de siempre, con la boca ensanchada en una sonrisa burlona. Tenía los ojos rojos todavía, pero no parecía culpa del humo.

“Vamos, ¿No dijiste que un par de camas te harían sentir mejor?” Era Louis el que hablaba, pero no parecía él. Eran los gestos, y la sonrisa, y la mirada, y la actitud de que se vaya todo a la mierda, no me importa, pero no era él, no del todo.

“No quise decir la tuya” retrucó Zayn. “Somos amigos” le recordó.

Louis puso los ojos en blanco y se acomodó en frente suyo, procurando cubrirse con la toalla para no incomodarlo de más –como si Zayn no estuviera lo suficientemente incómodo ya.

“Por eso mismo” le explicó, encogiéndose de hombros. Sonaba como Louis, pero no, no era él, se dijo Zayn. “Porque así podremos follarnos hasta que se acaben las horas y los dos sabemos que no se volverá confuso ni… Raro, de ningún modo… Y no nos sentiremos tan para la mierda, creo” dijo. Zayn le miró la boca, los labios que se contorneaban en una sonrisa que jamás le había visto, no dirigida a él al menos. “Además, ¿dónde vas a conseguirte a un hombre tan guapo?”

Zayn se rió, pero no dijo nada.

Lo peor es que sabía que ese silencio decía mucho más de lo que él desearía, porque significaba que lo estaba considerando y Louis sabía muy bien que una vez que lograba hacerlo dudar, lo tenía ganado. Era su táctica, la que usaba con hombres, con profesores, con jefes, y con Zayn.

Si tan solo pudiera juntar las palabras, escupirlas, decirle que no, que era una idea estúpida, que deje de arquear la ceja así o de lucir tan feliz porque él jamás, jamás, se acostaría con él. Si pudiera decirlo todo terminaría ahí, y Louis no se acercaría a él, ni le besaría la boca, ni lo tocaría en lugares que él jamás se imaginó que Louis lo tocaría.

Pero no había forma de armar la frase, las palabras se le escabullían, y mientras Louis se acercaba, con los párpados pesados, y la boca húmeda y abierta para él, lo único que podía escuchar era un zumbido y el palpitar de su corazón.

Cuando sus labios se encontraron, podía escuchar la voz de Louis en el fondo de su cabeza, como si fuera su conciencia, “a la mierda todo” y Zayn abrió la boca también y acercó su cuerpo en un abrazo, y mientras lo mordía y lo lamía podía ver, aún con los ojos cerrados, la sonrisa orgullosa de su amigo.
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El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA! - Página 2 Empty Re: El Club de Los Maricones (Larry Stylinson, Lirry, Ziam, Ziall, Zouis, Nosh) (26/26) COMPLETA!

Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:45 am

Capítulo 14


Las cosas definitivamente no iban bien pero cada vez que alguien hacía la pregunta de siempre, tanto Harry como Liam mentían. Había gente que no les creía del todo, Anne, por ejemplo, que los escuchaba discutir en el cuarto, y le veía a su hijo los ojos hinchados del llanto a veces cuando volvía de la escuela. Pero a gente como a Ashley, o Stan, mentirles era un poco más fácil. Es más, con ellos las cosas no iban sólo bien, iban excelentes, y quizá ellos tampoco le creían pero al menos no tenían argumentos para hacer preguntas más insidiosas.

Siendo justos, no era todo negativo. Se peleaban más seguido, eso era cierto, y había montones de llanto innecesario; pero aún se querían, tanto para tragarse  las lágrimas y hacer de cuenta que todo iba de maravillas unos minutos después de la última pelea. Además, las cosas empezaban a mejorar, se repetía Harry. Habían logrado salir juntos un par de veces sin discutir ni una vez, y habían vuelto a hacer el amor, o algo así.

Esa tarde cuando sonó el teléfono de Liam, no habían peleado ni una vez. Quizá por eso Harry no fue tan precavido como siempre, y ya que era Niall y sólo él, que daño podía hacerles que los dos lo acompañaran al cine. “Es una película infantil, van a pensar que soy un pedófilo si voy solo”, Liam sonrió mientras miraba a Harry, con el celular en el oído, y respondió, “Pues entonces pareceremos pedófilos los tres juntos” y Harry le devolvió la sonrisa.

No se vistieron demasiado, sólo se pusieron algo de ropa limpia y planchada. En el camino al cine pasaron por la casa de Liam a buscar algo de dinero y mientras esperaban el bus se tomaron de la mano. Se sintió raro, en el tacto de Harry, como si fuera la primera vez. No estaba mal. No estaba bien, tampoco.

Llegaron al cine pocos minutos antes de que empezara la película, y Niall los esperaba en la fila asombrosamente sosteniendo por su cuenta dos baldes de palomitas, una gaseosa y las entradas para la película. “Vienen gaseosas con sus entradas también, vayan a buscarlas” les explicó. Liam fue a buscarlas y Harry se quedó a esperar en la fila con Niall. Tomó un balde de palomitas y empezó a comer demasiado rápido como para que fuera sólo hambre.

Woah” dijo Niall conteniendo la sonrisa, “Cálmate, deja algo para las películas.”

Harry sonrió, con los cachetes llenos de palomitas y agachó la mirada. Después  de tragar, habló.

Lo siento” le dijo, y en seguida buscó cambiar de tema –cualquier cosa antes de que Niall le preguntara a que se debía su ansiedad- “¿Cómo estás?”

“Muy bien, gracias por preguntar” respondió Niall y estalló en carcajadas porque aunque intentara no podía seguirle la corriente a Harry, hablar seriamente, como si no se hubiesen conocido ya ebrios y en situaciones bochornosas. Realmente no había necesidad de ser tan formal.

Le hizo un coscorrón como si eso ayudara a soltarlo un poco y él también se metió un puñado de palomitas en la boca.

“¿Cómo estás tú?” le preguntó mientras Harry se acomodaba los rulos. Le tomó un segundo de más responder sin levantar sospechas. Dijo que estaba bien, pero el silencio anterior a la respuesta llenó a Niall de dudas. Por suerte, Liam apareció justo en ese momento, con dos gaseosas y una sonrisa inocente en el rostro, y para alivio de Harry ya no hubo conversaciones que pudieran llegar a lugares incómodos.

En seguida se abrieron las puertas de la sala, y entre carcajadas y comentarios –de la película y de la mirada curiosa de los niños que no entendían que hacían tres adultos allí- Niall no volvió a hacerle a Harry una pregunta tan peligrosa como “¿Cómo estás?”

Además las risas, el ambiente relajado, calmaron un poco a Harry, lo distrajeron de los pensamientos incómodos que últimamente le ocupaban la cabeza. Estaba tan relajado que estaba seguro de que si alguien le preguntaba cómo estaba podría decir, “muy bien” sin sonar sospechoso. Quizá tenía que ver con que su mano poco a poco se acostumbraba a la de Liam, o con que la película era de hecho muy buena, y lo hizo reír a carcajadas. Quizá tenía que ver con Niall, que era tan amistoso y relajado como siempre, con que Harry pudo descartar sin ninguna duda el tonto temor que tenía de que Louis hubiese contado lo ocurrido a todo el mundo.

Quizá se lo  había contado a otras personas, quizá se lo había contado a Zayn, pero Niall no sabía, y Liam tampoco. Y eso, aunque lo tranquilizaba, lo hacía sentir un poco angustiado. A Harry nunca le había gustado mentir.

No  tuvo tiempo de pensar en esas cosas tristes, en si estaba bien o mal lo que había hecho, en si debía decirlo, o disculpares, o hacer algo; la película terminó y mientras salían apretados de la sala, Niall dijo “¡Vamos a mi casa! A jugar al PES” y honestamente, eso sonaba mil veces mejor que irse los dos solos y terminar discutiendo, o llorando.

Niall vivía en un departamento compartido con cuatro chicos más. Había sólo una alcoba con dos camas cucheta y un colchón en el piso, pero Harry y Liam sólo lo vieron al llegar, durante el brevísimo recorrido al departamento que se hace cuando llegan visitas nuevas. Después se la pasaron en la sala, tomando improvisadísimos cuba libres, y jugando a la play station que seguramente valía más que el resto de los muebles en esa casa juntos.

De los dueños de casa sólo había dos, Niall y Owen, un chico irlandés de acento muchísimo más cerrado que Niall, y que mientras más bebía, menos se le entendía. El resto de los chicos habían salido –y a opinión de los otros dos, era bueno, porque odiaban las visitas y eran un poco insoportables. Harry no dijo nada, pero pensó que si él viviera en un lugar tan pequeñito, tampoco le gustaría tener gente en la casa a todas horas.

“¿Tienes algún amigo heterosexual, Ni?” preguntó frustrado Owen, después de que Liam le dijera “¿Te preparo otro, cariño?” a Harry. Y quizá todos estaban tan ebrios como él, porque sorprendentemente, le entendieron. “Realmente le tenía fe a este” protestó señalando a Harry.

“¿Le tenías fe?” exclamó indignado Niall, “Dios mío, eso es ofensivo” protestó; y Harry estalló en carcajadas.

“No soy tan gay” explicó Harry encogiéndose de hombros, “no me gusta la comedia musical ni…” iba a continuar hablando pero la mirada de reproche de su novio le ganó una sonrisa. Adivinó la frase justo antes de que la dijera.

“Que homofóbico” dijo Liam y Harry y Niall se rieron, y hasta Owen que no entendía del todo. Y Harry estaba tan ocupado recordándole a Liam que ya había tenido esa conversación, y que él no podía ser homofóbico porque era gay (“No tan gay” se burló Liam en respuesta) que no prestó atención a que habían golpeado la puerta, y que Niall había ido a abrir.

“Hablando de gays” dijo Owen mirando a la puerta, “¿Qué hacen maricas?” los saludó.

“Puedes llamarme marica después de que me ganes un partido de PES, Owen” retrucó Louis mientras se sacaba el saco y lo colgaba en el perchero. Cuando finalmente levantó la mirada para saludar, se quedó tan paralizado como Zayn, que iba detrás de él.

Fue apenas un segundo, no más que eso. Harry y Louis estaban quietos, no se movían, apenas para respirar. Sus miradas se habían encontrado y los dos seguramente estaban pensando en lo mismo, en esa tarde en la biblioteca, en ese beso, en ese…

Cuando Harry tragó saliva, el segundo que pareció inexplicablemente largo, terminó. Louis siguió caminando, saludó a los tres con un apretón de manos, y le hizo un coscorrón a Owen mientras le decía que si seguía juntándose con gays terminaría cambiándose de equipo (“Es contagioso, ¿sabes?”). Zayn se quedó hablando un segundo con Niall en la puerta, antes de pasar, pero el irlandés en seguida lo obligó a quedarse al grito de “No pueden irse, recién llegan.”

¿Ya se van?” protestó Liam mirando a Zayn y él tragó saliva antes de responder. En otro momento Harry se hubiese puesto celoso, porque el modo en que Zayn lo miraba no era amistoso, pero estaba demasiado ocupado mirando a Louis por el rabillo del ojo como para notarlo.

Es que veníamos a invitarlos al bar, pero si ustedes están jugando a los videojuegos…” intentó disculparse, y Louis –Harry pudo verlo- puso los ojos en blanco, seguramente pensando que esa era la excusa más tonta que jamás alguien hubiese inventado.

“En realidad veníamos a fumar un poco con Niall y mi amigo Owen, el troglodita” dijo, “Pero hay niños presentes así que supongo que será otra vez.”

Harry se acomodó en el sillón, un poco ofendido. No se caracterizaba por ser un mojigato, y ya habían fumado en frente de él varias veces –hasta Liam fumaba en frente de él ahora que ya sabía la verdad. Y aunque fuera cierto que no era mojigato, quizá si fuera un poco ingenuo.

Pueden fumar en frente mío” protestó, “No tengo doce.” En seguida se arrepintió porque aunque juraba que no era eso, lo juraba, sonaba como si les estuviera pidiendo por favor que se queden, como si se lo estuviera pidiendo a Louis.

“Trece es todavía muy joven para la hierba” bromeó Louis, y aunque se burlaba de él siempre miraba a otras personas, a Owen, a Liam. A Harry realmente le molestaba eso. Estaba a punto de explicarle que tenía diecisiete, ni doce, ni trece, cuando finalmente entendió el por qué del revuelo. Miró a Liam, un tanto confundido.

Podría habérselo preguntado en voz alta, pero ya sabía la respuesta y además sólo lograría ganarse más carcajadas y burlas. Estaba un poco sorprendido, eso seguro; quizá un poquitín decepcionado: no porque su novio fumara marihuana, sino porque la hubiese probado antes que él; en cierto sentido estaba convencido de que él era el aventurero de la pareja.

“¿Y qué ya no pueden pasar una noche sin fumar? ¿Así de dependientes son?” preguntó Niall mientras sacaba los almohadones de un viejo sillón en la esquina. “Son como Sid Vicious y Nancy Spungen.”

Excepto que nosotros no estamos saliendo” le recordó Zayn y se trepó al sillón que Niall acababa de preparar para ellos.

No, sólo se meten las lenguas hasta la garganta, ¿verdad?” le retrucó entre risitas recordando aquella fiesta hace unas semanas en donde los descubrieron besándose –y confirmando los rumores de que algo pasaba entre ellos últimamente.

Las lenguas y algo más” bromeó Louis mientras se acercaba al sillón con la botella de ron por la mitad y se sentaba al lado de Zayn. Owen hizo un exagerado ruido de desaprobación, mientras Liam ponía los ojos en blanco y meneaba la cabeza de lado a lado. Hasta Niall se reía del desagradable humor de Louis; a todos les daba gracia menos a Harry.

De hecho ese sentimiento era lo más contrario  a la risa que jamás había sentido, era como si el cuerpo entero se le comprimiera y un sabor horrible, como de vómito, se le hiciera en la lengua. Se sentía para la mierda.

Debería estar aprendiendo a controlar sus reacciones, porque aunque el sentía que todos los colores habían desaparecido de su rostro, Liam no estaba haciendo eso que hacía siempre, ese “¿estás bien?” con las cejas fruncidas como de cachorrito. Y Harry le agradeció en silencio por eso.

Prefería que todos se olviden de que estaba allí, que lo ignoren un buen rato, el suficiente para que el corazón le vuelva al pecho y se le fueran esas ganas de vomitar. De hecho, mejor aún si dejaban de hablarle en toda la noche, cualquier cosa era mejor que esa situación extraña, que esa cotidianeidad dolorosa.

Porque lo que más le molestaba a Harry de todo –y eso que la idea de Louis con Zayn le molestaba demasiado- era la forma en la que todos hacían de cuenta que nada pasaba. La forma en la que Liam sonreía ante sus chistes como si hubiese algo risible en toda la situación. Como Owen le pasaba un joystick a Louis que estaba en la falda de Zayn, como no intentaba sacarlo de allí porque estaba mal, porque era raro, porque no pertenecía allí. Sobre todo le molestaba la forma en que Louis lo trataba, como si esa tarde en la biblioteca no hubiese sucedido, ni esa tarde ni la noche en casa de Stan, ni ese recital de Niall. Preferiría que no le hablara, preferiría que hubiese odio en su mirada, o el desprecio más repulsivo.

La escena le generaba tanta ansiedad que tomó el teléfono y se excusó afuera simulando una llamada de su madre. Mientras se escabullía al pequeñísimo patio escuchó la voz de Louis, alta, ruidosa (“¿Está preocupada porque no tomaste tu siesta?”) pero Harry no se detuvo a responder.  Cerró la puerta y se sentó arriba de una mesa un poco vieja, llena de envases vacíos de botella, y algunos artículos de limpieza que estaban sucios de tierra en las tapas.

Podía escuchar los murmullos del otro lado de la puerta, la gente hablando bajito, para que Harry no oyera. Quizá estaban hablando de él, quizá Louis estaba contando todo lo que pasó, pero a Harry no le importaba realmente. Le importaba como Louis se sentaba en la falda de Zayn y como cada vez que el moreno le murmuraba algo al oído sonreía mordiéndose el labio, le importaban los murmullos entre ellos, el “las lenguas y algo más” y la forma en que los ojos de Louis brillaban mientras hacía a todos reír con ese bocadillo. Le importaba que nadie más que él viera lo mal que estaba esa escena, lo poco que encajaban el uno con el otro; parecía una herejía, no debían estar así, tan juntos, no pertenecían juntos, no se mezclaban. Y realmente necesitaba que alguien se los dijera, porque no podía hacerlo él, porque era demasiado riesgoso.

Después de algo así como media hora, la puerta del patio volvió abrirse.

“Sabía que no podías seguir hablando por teléfono” dijo Louis con los ojos cansados y la sonrisa fácil. Se veía lindo. Borracho, pero lindo. Sus ojos brillaban por el alcohol y la luz de la luna reflejándose en ellos. Eran una de las pocas cosas que Harry podía ver, la luz del patio estaba apagada, el resto eran sombras y oscuridad. “¿Qué haces aquí afuera?”

Harry no respondió a su pregunta. Lo vio caminar alrededor suyo, buscar envases de cerveza y tratar de cargar la mayor cantidad sin tirar ninguno.

“¿Es tu novio?” preguntó Harry. Louis se mordió el labio.

“¿Para qué quiero un novio? Lo único que hacen los novios es engañar a sus novios, estúpidos novios” dijo Louis. Sonaba un poco más borracho cada vez que hablaba.

“¡No soy así! ¡Yo no!” Harry apretó los dientes con fuerza para no gritar, después se acercó un poco a Louis, lo suficiente para que lo oyera mientras murmuraba. “Me siento para la mierda, ¿Si? Nunca hice algo así antes, yo no…”

Louis sonrió, pero parecía triste. Quizá simplemente estaba muy, muy ebrio.

“¿Quieres decir que si te lo ofreciera no me besarías de nuevo?”

Harry lo miraba a los ojos, pero después de escuchar eso en cambio le miró los labios, las mejillas bonitas, esculpidas como en mármol, le miró la nariz y de vuelta la boca, cuando se humedeció los labios con la lengua.

“No dije eso…” murmuró Harry, y Louis se alejó de golpe.

“Lo ves, eres un vil… tramposo y…” Louis sacudía la cabeza, buscaba la palabra para describirlo. “Eres un engañador compulsivo y…”

Agarró las botellas torpemente, y estas hicieron ruido al chocarse unas con otras, y estaba yéndose pero Harry se bajó de la mesa de un salto y lo detuvo. “No te vayas” le pidió. Estaban cerca, tan cerca.

Adentro se escuchaba al relator del PES repitiendo las mismas frases hasta el hartazgo. Owen gritaba mientras le daba una paliza a Zayn y la música cambiaba una y otra vez, como si Niall estuviera buscando que canción poner. Afuera no había más ruido que la respiración de los dos, que el grillo molesto en algún rincón del patio, y los gatos en el techo de chapa corriendo estrepitosamente.

No hagas esto” le pidió Louis. Cerró los ojos, apretó los párpados con fuerza. “Yo no soy este,  no soy esta persona.” Y aunque estaba borracho, mierda, triste y exageradamente borracho, lo que dijo fue lo más inteligente que Harry le hubiese escuchado jamás. Lo entendía a la perfección.

“Yo no soy este tampoco” le explicó entre murmullos, acercándose aún más a él. Louis le respiraba ahora aire caliente y con sabor a alcohol en la barbilla, y sus pelos le hacían cosquillas en la nariz mientras intentaba ocultar la mirada.

Harry lo tomó por el mentón y lo obligó a mirarlo. Parecía tan pequeño cuando lo tenía tan cerca, de lejos siempre le parecía más alto, más grande, más peligroso. Aquí parecía frágil, como un niño.

Pero no puedo dejarte ir, Louis, por favor, entiéndeme”, le dijo, casi rogando. Y Louis no se fue, porque quizá entendía lo que quería decirle; quizá lo entendía porque lo sentía en el cuerpo también, ese magnetismo que lo atraía a Harry, eso que hacía tan difícil darle la vuelta y meterse en la cocina donde todo ese sin sentido no tendría lugar. “Es sólo un beso” juró. “No significa nada.”

“Sólo un beso” le concedió Louis y sus ojos azules reflejaron la luz de la luna cuando los abrió para volver a mirar a Harry. Y esa luz duró sólo un instante, porque en seguida los ojos de los dos estuvieron bien cerrados, con los párpados temblando.

El beso en realidad fue una serie de besos, brevísimos,  temblorosos. Nada más que labios y suspiros, húmedos, encontrándose torpemente. A veces cuando los suspiros no alcanzaban para controlar la ansiedad, había dientes, también, picoteando los labios del otro desesperadamente, o las manos de Harry le apretaban la mejilla más fuerte, lo hundían más cerca de él.

Las lenguas lograron quedarse afuera del encuentro, aunque esto requirió mucho autocontrol. Los dos sabían que si se dejaban llevar por ese beso las cosas terminarían mal, como habían terminado en la biblioteca, y el estallido de las botellas en el suelo llamaría la atención de los demás. Eso era lo último que querían.

Así que cuando el beso empezaba a írseles de las manos, los dos se detuvieron, chocando frente contra frente, respirando agitadamente para ganar compostura. Harry abrió los ojos y aunque estaba oscuro pudo ver los labios de Louis rosados de besos y mordiscones y se sintió orgulloso.

Lo había marcado, le había dejado gusto a él en los labios y ahora cuando lo mirara sentado encima de Zayn podría ver algo en esa escena horrible que encajaba perfectamente. Podría verle los labios besados por él hace un instante, podría recordar esos besos tan justos, que se mezclaban fluidamente. Se imaginó que cuando le vinieran las náuseas y el asco podría recordar su respiración caliente, su aliento a alcohol y almendras, y se olvidaría de lo  demás. Se sentía más fuerte, ahora.

Deberíamos ir adentro” dijo Louis y dio un paso atrás. No sonreía, pero no estaba triste tampoco. “Hay que ir a comprar más bebidas.”

Harry asintió, y él también se hizo a un lado. “Déjame ayudarte con eso” le dijo y le sacó unas botellas de encima para que Louis no tirara nada. Cuando lo tocó, accidentalmente, los dos sonrieron. “Lo siento” dijo Harry, pero no lo sentía, no realmente.

Y aunque los dos temían lo mismo, después del beso podían jurar que nada de lo que habían hecho podía estar mal, por el contrario, se sentía bastante bien, como si estuviera destinado a ser así.

 
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Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:46 am

Capítulo 15


Lo que Harry estaba haciendo no podía estar bien, de ninguna forma. Cuando estaba solo, pensando, el estómago se le revolvía de vergüenza, miedo y algo que debía ser arrepentimiento pero se sentía como mariposas. Se sentía cínico, cruel, el villano de las telenovelas, y sabía que el papel no le quedaba, pero por algo seguía haciéndolo, ¿no? Seguía jugando con las expectativas de Liam, seguía haciendo de cuenta que no pasaba nada, y seguía besándose con Louis cada vez que tenía una oportunidad.

Su cabeza era un desastre últimamente, y para colmo se acercaban los exámenes, y no podía retener ni un párrafo de sus odiosos libros de texto (¿cómo se suponía que entraría a sociología el año siguiente si no podía aprobar historia del secundario?). La frutilla del postre era que Ashley se había peleado con su peor es nada porque lo había descubierto besándose apasionadamente con una pelirroja, y escuchar cosas como bastardo, imbécil e hijo de puta dirigidas al chico no le tranquilizaban la consciencia.

“¿Crees que lo perdonarás algún día?” le preguntó una vez mientras repasaban en casa de ella, y Ashley lo miró echando fuego por los ojos y escupió un “¿Por qué querría perdonarlo? Es un asco de ser humano, Haz. Dios, estás estúpido últimamente” y balbuceando insultos para su ex y para Harry volvió a sus estudios sin volver a hablar del tema.

Stan era el que mejor sabía cómo manejar la situación de Ashley, alternaba halagos disfrazados de consuelos (“Te merecías algo mejor de todas formas”) con helados y chocolates para calmarla cuando estallaba en llantos –de bronca, ni siquiera de tristeza. A Harry le caía bien el chico, en serio, y apostaba a que si Ashley pudiera dejar de preocuparse por los abdominales y los peinados de los chicos, y se fijara en cosas más importantes, seguramente  podría tener una relación con un chico agradable que no fuera tan imbécil como para lastimarla. Con un chico como Stan.

La cosa es que cuando Harry se ponía a pensar en lo mucho que Ashley se merecía un mejor tipo, no podía evitar pensar en Liam, en lo leal, generoso, genial que era, y en la poca cosa que era él a su lado. Sabía lo  que debía hacer, y quería hacerlo hace un buen rato, pero cada vez que estaba a punto de hablar con él algo surgía y… Harry realmente no quería perderlo, en serio. Liam era todo para él.

No podía imaginar perder a Louis, tampoco, aunque no podría decirse que lo tenía en un primer lugar. No podía imaginarse sin su boca, sin sus manos, pero mucho menos creía poder sobrevivir sin esos momentos en los que Louis no decía nada y en los que Harry creía que descubría todo de él.

La última vez que lo había visto, por ejemplo, había sido un viernes por la noche. Liam y los chicos estaban en la mesa, y Harry había ido al baño –Louis detrás suyo, apenas unos segundos. Primero vinieron las cosas de siempre, los “esto está mal” murmurados calientes al oído, los besos tímidos, precediendo el desorden de hormonas y saliva. Era casi imposible creer que Harry era capaz de convencerlo aunque estuvieran en el baño, aunque Zayn y Liam estuvieran afuera, aunque a Louis le dieran ganas de llorar de la culpa, y que después de todo eso una llamada de teléfono pudiera cortarlo por completo. Un segundo se besaban desesperadamente, y al siguiente Louis miraba el vacío con una sonrisa tierna en los labios y el teléfono al oído; su voz parecía la de un ángel cuando hablaba con sus hermanas al teléfono.

“¿No deberían estar durmiendo?” las había retado.  Harry escuchó el tintineo de las risas de las niñas por el teléfono, pero no estaba espiando, era difícil no escuchar cuando estaban los dos tan apretados en un cubículo tan pequeño. No pudo evitar sonreír también, al oír el tono agudo burlándose al otro lado de la línea (“¿Qué vas a hacer? No puedes hacernos cosquillas por teléfono, Boo Bear”) y cuando Louis sonreía así, tan francamente, se le arrugaban las esquinas de los ojos y a Harry le daban escalofríos.

Cuando colgó el teléfono, y miró a Harry, sus ojos le adelantaron lo que iba a decirle. “Creo que debería volver” había dicho, encogiéndose de hombros, disculpándose sin decirlo por no querer besarlo en ese momento. Entendía a la perfección la sensación, esa culpa que era más grande que todas las otras, era lo que sentía Harry cuando Ashley lloraba en su hombro, insultaba al otro chico. Harry lo entendía pero lo besó de todas formas. No desesperadamente, no hubo ni saliva, ni roces, ni manos en lugares inapropiados. Fue un beso débil, tímido, tibio y suave en sus labios, nada más. Después los dos salieron del baño.

Ahora, Harry creía que podía sobrevivir sin la saliva, y la ansiedad y las erecciones que el de ojos azules tan bien sabía calmar; pero no se imaginaba que todas esas dudas le queden guardadas, no poder aprender jamás quién era realmente ese chico, el que cuando hablaba con sus hermanas parecí al borde de la risa y del llanto, al que se le había puesto la piel de gallina cuando Harry lo besó tiernamente.

Era egoísta, lo sabía, pero no podía evitarlo. Se odiaba a sí mismo por ser así, y más aún por no querer cambiar. Se odiaba por mentirle a Liam, a sus amigos, a su familia; se odiaba por querer siempre un poco más de Louis, aunque realmente no lo merecía y no estaba en lugar para pedírselo

Liam lo esperaba afuera de la escuela el viernes después de clases, con un paquete de snacks y la cara cansada, pero feliz.

“¿Terminaste tu monografía?” preguntó Harry al verlo finalmente tan relajado, después de varias semanas de café y mal humor, y de no responder el teléfono porque no podía encontrarlo debajo de los apuntes.

La terminé y la entregué” respondió orgulloso mientras lo rodeaba con el brazo. Harry se acurrucó en su abrazo, tan tibio, tan protector. “Y planeo disfrutar de este fin de semana lo mejor que pueda antes de amargarme el lunes con la nota” bromeó. Cuando Harry se volteó a verlo, sonriente, su novio lo sorprendió con un beso en los labios.

“Apuesto que te fue bien” respondió tímidamente, con el beso picándole en la boca todavía. Quería rascarse, pero no podía. No quedaba bien.

Liam habló de mil cosas que Harry no entendía mientras caminaban a su casa. Citaba autores, y se reía de errores que su novio no podía siquiera ver. Parecía encantado consigo mismo, cansado, como si hubiese corrido una maratón, pero orgulloso, feliz. Harry amaba verlo así, Liam merecía ser feliz.

Cuando llegaron a la casa, Gemma entretuvo a Liam con conversaciones interesantes mientras Harry se bañaba. Lo gracioso es que había mucha más diferencia de edad entre ellos dos que entre Liam y Harry, pero parecían más acordes el uno al otro. Pensó sobre eso mientras se bañaba, mientras se miraba al espejo después y se acomodaba los rulos.

Pensó en lo cerca que tenía a Liam y lo lejos que lo sentía, pensó en que esa tarde cuando lo besó tuvo que contenerse de secarse los labios, pensó en que lo adoraba, con locura, en serio, pero que no entendía quién era el ahora.

Cuando salió del cuarto, Gem se había ido a clases y Liam tomaba el té con su mamá en el comedor. “Niall me mandó un mensaje, toca esta noche, ¿quieres ir?”

-

Era el mismo bar de la otra vez, ese día afiebrado en el que todo se había ido a la mierda. Louis estaba allí ese día también, por supuesto, y aunque apenas si lo había saludado, tenía una sonrisa rara dibujada en los labios y Harry podía jurar que sabía por qué sonreía. Zayn estaba a su lado, charlando animadamente con Liam hasta que empiece la banda, así que Harry se entretuvo hablando con una morocha que era amiga de Niall al parecer.

Cuando la música empezó, la misma canción otra vez –la banda del irlandés no tenía un gran repertorio, todavía- le trajo recuerdos confusos, primero de las fantasías de esa noche, de la mirada de Louis, de su mano actuando casi por voluntad propia. No quiso mirar a Louis, pero podía jurar que por el rabillo del ojo lo veía sonreír, apenas mordiéndose el labio inferior.

Harry realmente querría que no hubiese nadie más allí, ni Zayn ni Liam. Y se sintió culpable, sí, pero no tanto; porque no quería hundirse en Louis, y besarlo y lamerlo, no quería rasguñarlo, o escuchar esos murmullos sugerentes en el oído. Quería simplemente que el brazo que le rodeaba el hombro fuera el suyo, que pudiera apoyar la cabeza en su cuello, cerrar los ojos, escuchar a Niall.

No podía sentirse culpable por eso, ¿no?

En todo caso se sentía apabullado, asustado, paralizado de  terror. Culpable, eso no.

Bebió dos tragos más de los que debería haber bebido, y dijo un poco en voz demasiado alta “¿A casa de Zayn? No es justo” cuando Liam le informó que terminarían la noche allí. Intentó mantenerse alejado de Louis, pero no podía mantener los ojos lejos de él por mucho tiempo. Hasta Niall lo notaba, y le dedicaba esas miradas que bien podrían llamarse tristes, o decepcionadas –no estaba seguro, el alcohol le nublaba el juicio.

El sillón estaba del lado opuesto de la sala que la vez pasada que Harry estuvo allí, y la campera verde de Louis estaba arriba del desayunador cuando llegaron. Eso le molestó a Harry, demasiado. Tanto que cuando Liam le pasó la lata de cerveza le dio un sorbo tan largo que despertó de parte suya una mirada curiosa.

Minutos después Niall intentaba entretenerlo –y Harry lo notaba- para que no hiciera eso de mirar a Louis como si estuviera hecho de hadas y mariposas, mientras Liam hablaba con Nosh.

Zayn se acercó a Louis, le murmuró algo al oído. El castaño sonrió, alegremente y con el suspiro cansado que soltó Harry un pedazo de su pulmón pareció salirle por la garganta. Sentía el pecho más vacío, de golpe, al ver a Louis irse lejos de su vista con Zayn.

“¿Es bueno? El chico, este, Zayn” balbuceó lentamente sin quitar la mirada de la puerta en la que habían desaparecido.

“¿Cómo es eso de tu incumbencia, Harry? Vamos…” lo retó Niall finalmente, diciendo por fin en voz alta algo de todo lo que pensaba. “Creo que esto se te está yendo de las manos, deberías…”

Detenerte, eso había querido decir Niall, y Harry lo sabía. Como si no hubiese intentado. Se llevó las manos a la cara, y se masajeó el rostro, los párpados, cansado. Estaba a punto de decir algo tonto, de lo que se arrepentiría (“Es que no puedo, Niall, no sabes lo rica que sabe su boca”) cuando la voz de Liam al oído lo distrajo.

“Voy al kiosco, ¿quieres algo?” le preguntó. Harry se quedó quieto un momento, sin decir nada, mirando sus ojos de almendra y su boca de labios gordos.

“Nada, babe. Estoy bien” respondió finalmente, y Liam lo besó tímidamente antes de irse. Desapareció por la puerta principal con Josh, que le prometió un millón de chocolates al irlandés mientras se ponía la chaqueta.

“¡No lo dejes manejar, Liam!” gritó el rubio entre risas al ver a Josh caminando torpemente, chocándose las cosas –tenía algo así como fobia al escenario, y solía apaciguarla con tragos fuertes antes de tocar. Eso y las cervezas después, no era una buena combinación.

“¡No lo haré! No te preocupes” se escuchó la voz divertida de Liam desde el pasillo. En seguida la pequeña reunión continuó como si nada, algunos charlando, otros bailando torpemente al ritmo de la música, otros encerrados en el dormitorio y otros mirando la puerta ansiosamente, esperando por verlos salir.

Cuando Harry insistió con la pregunta, Niall puso los ojos en blanco y dio un último sorbo a la lata antes de responder.

“¿Por qué rompieron tú y Zayn? Nunca me contaste” le había pedido el de rulos.

“Porque no es importante, Harry, en serio, esto es tonto” lo retó.

“Es que quiero saber, en serio” rogó, y se enderezó en el sillón intentando parecer sobrio –un intento fallido, obviamente. “¿Es un buen chico?”

“Es un gran chico” respondió Niall, pero Harry seguía en silencio, esperando una continuación. Quizá el irlandés también había bebido demasiado, no debería hablar de eso; sobre todo porque no quería darle argumentos al de rulos para armar una novela en su cabeza en la que él era el caballero blanco que tenía que rescatar a  la princesa Louis de las garras del malvado emperador Zayn, o lo que fuera que estaba rondando por su mente. “Sólo, cometió un tonto error.”

“¿Qué error?” insistió Harry.

“Él como que… Umm…” Niall se rascó la cabeza, “se acostó con otro chico y yo…”

Estaba esperando el grito exagerado, típico de borracho que no puede ubicarse. Esperaba eso y después que de algún modo Harry termine hablando de Louis, como siempre, pero nada de eso pasó.

“¿Y tú lo perdonaste?” murmuró Harry, en cambio, con la mirada perdida en su regazo.

“Bueno, no volví con él” respondió Niall a la defensiva. El de rulos lo interrumpió en seguida.

“Pero, estás aquí. Son amigos. Lo perdonaste” le explicó. Niall asintió pero estaba confundido. “Pero él es… Malo… Hizo algo mal, ¿no deberías odiarlo?” El rubio frunció el ceño, ofendido. Estaba harto de la gente diciéndole cómo debía sentirse, o cómo debía actuar. Había tenido suficiente de eso apenas rompió con el moreno. “¿Por qué?” le preguntó Harry, con la voz apenas quebrada. Niall lo entendía ahora, no era demandante, no era juzgador, no era moralista; Harry se veía frágil y perdido, como un gatito.

“Porque lo entendí” le explicó. “No estuve de acuerdo, y me dolió hasta la médula, pero entendí cómo se sentía. Porque me lo dijo.”

“¿Te dijo que te engañó?” preguntó Harry, sorprendido. “¿No  tuvo miedo? De perderte…”

“Nos habíamos perdido el uno al otro hacía un buen rato” respondió Niall, un tanto triste y nostálgico. “Simplemente no queríamos admitirlo.”

Cuando volvió, Josh le borró la mirada triste al rubio con chocolates, chistes bobos y murmullos en el oído. Liam le trajo un chupetín a Harry que le pasó a escondidas porque todos se burlarían si los descubrían (como si no hicieran suficientes chistes sobre la edad de Harry de por sí) y cuando Harry lo saludó con un beso había gusto a cigarrillo en su aliento.

Eso no fue lo definitivo, pero sí lo que despertó la idea en la cabeza de Harry. Recordaba lo que había dicho Niall, hacía apenas unos minutos, que él y Zayn no se tenían el uno al otro hacía un buen rato, y podía identificarse con eso.

Lo entendía porque este Liam no era su Liam,  no era el chico que le daba clases de apoyo de matemática y que siempre podía pasar los niveles de videojuegos en los que Harry se trababa, este chico hablaba de cosas que no entendía, y lo besaba con aliento a cigarrillo. No era mejor, no era peor, pero definitivamente no era suyo.

Y por primera vez en muchos meses sintió que quería estar cerca de él, que quería abrazarlo, y besarlo, y tocarlo, porque muy en el fondo supo que quizá esa sería la última vez que podría hacerlo. Tenía que aprovecharla, en honor a ese Liam de antes.

Tomó su mano, y le balbuceó canciones, hizo lo imposible para hacerlo reír, y cada vez que Liam cedía, y le regalaba una sonrisa, Harry intentaba memorizarla, para poder guardarla en su cajón con todas las notitas con caligrafía de Liam que decían te amo. Estaba tan distraído que no se dio cuenta cuando Louis salió del cuarto con Zayn, aunque unos minutos después cuando sus miradas se encontraron, no pudo evitar sonreírle y dibujar un “hola” con los labios, que en realidad quería decir un adiós.

Porque Louis no era suyo, tampoco. Sin importar los besos, las miradas, la forma en que le devolvió el “hola” murmurado, tierna y amablemente, Louis no era suyo, y no le correspondía  a Harry reclamarlo.

Una hora después, cuando la gente empezó a irse, y ellos decidieron que era hora de partir, Harry le dio un abrazo hondo a Niall, le besó las mejillas, como si fuera una forma secreta de darle las gracias. Josh protestó y Liam lo acercó con un coscorrón, desordenándole los rulos, advirtiéndole entre risas que Josh iba a matarlo si lo besaba así otra vez.

Harry sonrió, un poco apenado, pero en seguida se distrajo porque la remera de Liam olía a jabón de vainilla, porque el abrazo de su novio quizá no era tan cómodo como antes, pero lo  extrañaría de todas formas.

Caminaron varias cuadras antes de que Harry finalmente se detuviera allí, de golpe, en la vereda. Liam se volteó hacia él un poco sorprendido, al principio sonriendo, pensando que era algo de borrachos; después un poco preocupado.

“Tenemos que hablar” le dijo Harry sin mirarlo a los ojos. “Claro” accedió Liam, con su mirada de almendras tierna, como siempre.

Se sentaron en una plaza, cerca de allí. Liam había propuesto hablar mientras tomaban café, en casa de Harry, pero no parecía apropiado. Estaba un poco frío, sí, pero esto parecía un poco más justo, aquí Liam podría gritarle e insultarle todo lo que quisiera.

Al principio, mientras Harry hablaba, Liam sólo guardaba silencio. Jugaba con las mangas de su chaqueta, nervioso. Después de un breve silencio, cuando la historia estuvo terminada, finalmente, empezaron las preguntas.

¿Quién? ¿Cuándo?, sobre todo, ¿Por qué, Haz?

Y que importa quien fue, Liam, decía Harry, y ni yo sé por qué, le explicó, pero esto ya no se siente bien, ya no siento que seamos nosotros -Era sorprendente lo bien que hilaba las palabras, siendo que su cabeza era un desastre.

Después los insultos, y el llanto, y el qué se supone que haga ahora, y Liam parecía cada vez más lejos, y Harry lo abrazó, como si eso detuviera que se le fuera de las manos. “No quise lastimarte” le juró apretándolo con fuerza, mientras Liam temblaba en su abrazo, o de enojo o de tristeza, eso no lo sabía.

“Bueno, pero lo hiciste” sollozó.

El rocío les caía fresco sobre la piel, y empezaron a oírse los autobuses y los primeros autos del día, rápidos sobre el cemento. Los faroles de la plaza seguían prendidos pero la luz de la mañana ya los hacía inservibles.

Liam estaba quieto ahora, en el banco; Harry le tomaba la mano que estaba quita, inmóvil, cansada de forcejear para soltarse. Liam parecía más serio, más hombre, de lo que Harry jamás lo había visto.

“Mierda, Harry” protestó, con voz ronca de frío y llanto, “Que manera de arruinarlo todo.”

“Lo sé” respondió con una sonrisa triste y avergonzada en los labios.

“¿Todavía me amas?” le preguntó Liam después de un rato, pero los ojos de avellana no buscaron los verdes. Su mirada seguía perdida en el paisaje, como si conociera la respuesta.

“Te amo, pero…” dijo Harry.

No necesitó completar la frase, Liam lo sabía, de todas formas.

Te amo, pero no estoy enamorado de ti.

Y pensándolo bien, no necesitaba oírla. No creía poder manejarlo ahora, y finalmente había logrado parar de llorar. Mejor despedirse así, ¿no?

Liam quitó la mano de la de Harry, le palmeó la rodilla en un gesto exageradamente amistoso.

Bueno” dijo y se puso de pie. “Te acompaño a tu casa, tu mamá me mata si te dejo solo así de borracho.”

“Puedo ir sólo, Li” dijo Harry, pero se puso de pie de todas formas.

Caminaron en silencio, hombro a hombro y sin tocarse. Harry a veces lo miraba de reojo, veía el humo blanco que salía de su boca, los ojos hinchados, las cejas fruncidas, serias. Liam miraba el suelo, o el frente, o la calle, jamás a Harry.

Ni siquiera lo miró cuando se despidió con un torpe adiós en la puerta de su casa, y no aceptó el abrazo, siquiera la mano que Harry le ofrecía. Recién cuando se perdió en la primera esquina, Harry entró al pórtico.

Dejó las zapatillas húmedas de barro de la plaza y cada segundo que pasaba el temblor en la garganta se volvía más fuerte, y para cuando llegó a la cocina, para prepararse un té, ya era un solo sollozo caminando. No había llorado tanto en siglos,  pero se sentía mejor que en mucho tiempo también.

Después del té y de la docena de galletitas que se comió, para calmar la ansiedad, los nervios, el latido de su corazón, y cuando pudo controlar un poco las lágrimas, subió lo más silenciosamente que pudo las escaleras, y se tiró a la cama, hundiendo la cabeza en la almohada.

Miró el cajón donde sabía estaban las letras de Liam, miró la revista que se había olvidado, el cd que le había prestado hacía un mes. Y le dolía, muchísimo, saber que una vez que le devolviera todo eso ya no le quedaría nada de él, le dolía en el pecho y en los ojos que otra vez se habían rendido al llanto. Y de contener las ganas de gritar le dolía la nuca, y la sien, y los dedos que se mordía, porque no quería que su mamá se enterara, no todavía –aunque consideraba la posibilidad de irse a su cama a llorar y a que le acaricien la cabeza.

A pesar del dolor, de la tristeza, del miedo, del llanto, y aunque sonaba hipócrita, mentiroso, Harry se sentía bien. Al menos no tenía esa pelota en el estómago, y esa cosa en el pecho era dolor y no vacío. Sobretodo, Liam sabía la verdad ahora, eso era lo importante, porque quizá no ese día, ni el siguiente, pero con suerte en el futuro, podría perdonarlo.
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Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:47 am

Capítulo 16


El lado positivo es que había pasado sus exámenes. Algunos, por lo menos. Tenía dos reprobados, pero los profesores le habían dado la oportunidad de levantar la nota presentando unos trabajos, y eso lo mantenía ocupado, distraído.

Trataba de no estar solo, de no estar aburrido. Aburrido significaba que se ponía a pensar cosas, y cosas o era Liam o era Louis, y los dos dolían mucho. Por eso o leía, o veía películas, o jugaba videojuegos o charlaba con su hermana, y siempre se iba a acostar bien tarde, cuando tenía mucho sueño –y ya no podía tenerse en pie- para no pasar horas en la cama pensando.

A la mierda con pensar. A la mierda con todo.

Tenía cosas que hacer, de las que ocuparse. Tenía que sacar buenas notas para entrar a una buena universidad, sobre todo tenía que decidir a qué universidad quería ir, qué quería estudiar. Tenía que recuperar su vida, esa cosa que existía antes de Louis, de Liam inclusive. Necesitaba averiguar quién era y no iba a hacerlo tirado en la cama fantaseando con besos y confesiones trilladas de novela romántica.

Así que Harry estudiaba. Como podía. Si tenía un rato libre jugaba videojuegos, o algo que lo dejara igual de tonto y adormecido, y los fines de semana, si su hermana salía, se juntaba con Stan y Ashley.

Estaba sorprendido de cómo ella lo había tomado. Estaba seguro que recibiría la noticia del rompimiento de él y Liam (o Lirry, como solía decirle inspirada en sus revistas adolescentes) con un montón de chistes desubicados, pero en cambio se había alegrado y le había dicho que bien por él, y que ahora tenía alguien con quien compartir las borracheras. Lo decía en serio.

Stan era siempre el más sereno de los tres, que iba como chaperón para cuidar que no lleven eso de la autodestrucción demasiado lejos. Harry se preguntaba si no le estaban arruinando la juventud siendo tan desastrosos, si no le estaban quitando las oportunidades de  divertirse también, despejarse un poco. Para el segundo trago, en general, esa idea se dispersaba entre tantas otras.

Además, una noche, después del club, Stan los había llevado a su casa a que vomiten y tomen agua y no vuelvan a sus casas dando lástima. Harry estaba recostando la cabeza en la mesa, semi dormido, con los párpados apenas despegados, tercamente negándose al sueño, y entonces se había dado cuenta, por el modo en que Stan le acomodaba el cabello a Ashley y le prestaba el hombro para llorar, que él sólo estaba allí para cuidarla a ella. Era tierno, en cierto sentido. Triste, deprimente, en otro, pero ni Harry era tan cínico para detenerse en eso.

Ese fin de semana, sin embargo, Harry se había rehusado (y le había costado mucho trabajo y fuerza de voluntad) a salir con sus amigos. Tenía que terminar ese trabajo antes del domingo, porque era el cumpleaños de su madre e iba a estar demasiado ocupado para terminarlo ese día. El lunes a primera hora era la entrega, y Harry realmente quería sacarse una buena nota. Porque no tenía idea de quién era ni antes de Liam ni de Louis, en serio, pero no le molestaría ser el chico con excelentes grados que entra a una buena universidad y se recibe fácilmente, eso seguro.

Estaba en el comedor con los ojos fijos en “El contrato social” de Rousseau y la mente divagando, perdiéndose en el recuerdo de tactos y sabores y olores que poco a poco empezaban a esfumarse de su mente. Su mamá se había ido a dormir hace un buen rato y su hermana le dejó una buena dosis del Famoso Especial Styles para Noches de Estudio (también conocido como un termo lleno de café y dos sánguches de queso y tomate) antes de salir al club con sus amigas.

Y de golpe cayó en la cuenta de que estaba solo, otra vez, y de que nadie lo miraría raro si simplemente hundía la cara en el libro y suspiraba, y murmuraba y sonreía como un  tonto recordando cosas que no se suponía que tendrían que ponerlo así. Por eso no se quedaba solo. Porque cuando estaba sólo en su mente siempre aparecía Louis.

Stan – 02:26

Ashley y  Becca no están en su mejor estado, necesito ayuda para llevarlas a casa.

Harry tuvo que refregarse los ojos un buen rato y releer el mensaje para entender que estaba pasando. Entonces cayó en que era sábado y que Ashley no iba a dejar de beber como una desquiciada sólo porque Harry no podía acompañarla otra vez.

Stan – 02:35

Dude, puedes venir? Estamos en el bar de siempre, sé que estás estudiando pero nadie me responde.

Harry – 02:36

Estoy en camino.

*

El club era un lugar muy raro cuando vas sobrio. Es que seguramente a las 12 es un lugar normal, como cualquier otro, sólo que las chicas llevan las faldas más cortas y los chicos usan camisa; pero a las tres de la mañana ya es cualquier cosa, las personas se tumban unas a otras, las risas son ruidosas, hasta las luces aturden en ese lugar.

Stan estaba sentado en una de las mesas, Ashley abrazada a su cuello, llorando –como siempre- y Becca acostada sobre la mesa, completamente dormida, o desmayada, Harry no estaba seguro.

“¿Qué demonios tomaron?” preguntó asustado, porque eran apenas las tres, ¿cómo podían haber terminado así? Ashley tenía el delineador corrido por toda la cara y Stan parecía triste, preocupado.

Vodka” respondió encogiéndose de hombros. Ashley respondió también, como pudo.

El idiota de mi ex está aquí con la idiota de su nueva novia” balbuceó pero Harry no pudo oírla por la música que le golpeaba incesantemente los tímpanos. En cambio le dio la vuelta a la mesa, despertó torpemente a Becca.

Hey” la llamó, Becca se movió entre sueños. Los mechones negros le caían sobre el rostro y la boca, y parecía tan cansada, casi tanto como él. Finalmente logró despertarla, cargarla sobre los hombros mientras ella balbuceaba que Harry era un chico muy  guapo, que debería volver a su equipo, que ella podría darle las mejores mamadas del mundo. “Soy mejor que cualquier chico” le prometió entre risas.

Cargaron a las chicas hasta la vereda, se sentaron en el alfeizar de la ventana del bar. De golpe, allí, a Harry se le vinieron recuerdos que parecían lejanos, de otro mundo. ¿Cuántos meses habían pasado después de todo?

“¿No trajiste tu auto?” le preguntó  Stan al ver que Harry buscaba el celular en el bolsillo. Negó suavemente con la cabeza.

“Déjame llamar a Gem, se lo llevó ella” le explicó. Becca seguía colgada de su brazo, dificultándole eso de tomar el teléfono, y Ashley hablaba, incesantemente, de su ex, de la pelirroja, de que ¿qué había de malo en ella? En serio, ¿por qué la había cambiado tan fácilmente? Y Becca susurraba, o intentaba hacerlo y le decía a Harry que estaba guapo, que debería darle otra oportunidad a las chicas, que ella se ofrecía como conejillo de indias, y entonces hubo un sonido que le trajo recuerdos, y el resto de los ruidos, desde la música del club, los balbuceos de las chicas, las  palabras de Stan, o los autos que pasaban por la calle, se opacaron, se volvieron ecos de un lugar lejano.

“¿Estás bien?” era Louis, el que hablaba era Louis. “Recibí tu mensaje, no pude responderte, mi teléfono apesta” era Louis, era su voz, igual que siempre.

Becca seguía abrazada a él, prometiéndole las hazañas más asombrosas al oído, y tironeaba de sus mangas pesadamente, pero Harry estaba quieto –no atinaba ni a apretar el botón de llamar, con el celular quietito en sus manos.

“Harry, no llames a tu hermana” dijo Stan. “Louis nos llevará.”

*

Había intentado escabullirse al asiento trasero del auto, realmente lo había hecho. Mientras acomodaba a Becca casi que logró sentarse, pero Ashley se había metido y “quiero a Stan, también” ahuyó entre lágrimas y quejidos y otro tipo de ruidos.

Después había intentado irse, con la excusa de que podía volver caminando, que no quería molestar, que de hecho, unos amigos lo esperaban y demás. Louis no había opinado, y Harry no se había preocupado en mirar en su dirección en busca de una respuesta, o una pista acerca de lo que pensaba. No se atrevió a hacerlo, realmente.

Fue Stan quien le insistió, pidiéndole por favor, porque no podía él solo.

Así que Harry se sentó adelante, se abrochó el cinturón, y comenzó a dibujar sobre el vapor del vidrio mientras pasaban los minutos. Espiando, de vez en cuando a su derecha –cuando el escándalo del asiento trasero no lo distraía-, intentando asirse a la última vez que lo había visto, en casa de Zayn, revivir ese momento en su mente para ver cuánto había crecido su cabello en tres meses, si estaba más dorado por el sol, ahora que empezaba el calor, si había sido siempre así de guapo, de agradable.

Quería oír su voz, pero no quería hablarle. Quería sentir su piel pero temía tocarlo. Era raro en verdad, lo mucho que puede escaparse uno de algo que desea tanto.

“tú siempre estás aquí, ¿Qué haces aquí, Stan?” dijo Ashley y las palabras se estiraban cuando salía de su boca, arrastrándose. Él le acarició el cabello, torpemente, le quitó el mechón que se le pegoteaba en los labios. Harry lo miró, por espejo retrovisor, le vio la sonrisa y las palabras contenidas en la comisura de sus labios, los ojos atontados, las mejillas ruborizadas.

“Te estoy cuidando” le respondió, en un murmullo suavecito. Por suerte Becca dormía con la cabeza sobre la ventanilla, y de la cabina de adelante no salía ni una palabra desde que habían arrancado, así que los dos curiosos pudieron escuchar.

“hay tantas cosas que podrías estar haciendo, ¿sabes? Deberías hacerlas, pero... esta vez... ¿Puedes cuidarme esta noche? ¿Puedes cuidarme hasta mañana?” le pidió la rubia. Harry apretó los labios para no sonreír, dejó de mirar por el espejo retrovisor –se sentía como un intruso en un momento muy íntimo. Ashley habló otra vez, “Quiero decirte algo cuando despierte, cuando no apeste a alcohol.”

Y después de eso y de la forma en que Stan le prometió, en voz baja, que se quedaría con ella, ¿cómo podría Harry decir que no? ¿Cómo podría buscar una excusa para bajarse del auto en vez de llevar a Becca a su casa? Que su vida amorosa fuera un asco no quería decir que debía arruinar la de los demás. Dejaron a Stan y Ashley en la casa del primero, ella diciéndole a Harry en murmullos un poco elevados que le mandaría un mensaje al día siguiente, que le contaría cómo le había ido, y Stan rojo como un tomate intentando llevarla adentro.

Harry se despidió desde el auto, y algo raro que era envidia y alegría al mismo tiempo anidó en su panza. Era un sentimiento lindo igual, mejor que el de la culpa, la vergüenza, y esas cosas que por suerte había dejado atrás -o algo así. Cuando volvió la vista a su derecha, Louis lo miraba, con sus ojos azules abiertos de par en par. Se sorprendió, al ser descubierto.

Hola” le dijo, como si fuera la primera vez que se veían en toda la noche. Lo era, en cierto sentido.

Hola” respondió Harry.

*

No estaba seguro de cómo había pasado.  Recordaba los eventos uno a uno, cómo habían llevado a Becca a su casa, cómo Louis había insistido en llevarlo a la suya, y cómo Harry le había pedido que se quede, un momento, con él. Recordaba eso, recordaba cada paso que habían dado desde el auto,  recordaba las dos o tres veces que Louis lo había mirado y había sonreído con una ternura y un miedo que no le parecían propias. Pero no entendía cómo era posible que eso pase, así, tan de golpe, después de tanto tiempo y de tantas preguntas.

Louis estaba sentado en el pórtico y el rocío le caía suavemente porque era plena madrugada. Su piel brillaba, bajo la luna. Sus dedos rompían en pedacitos una hoja de roble, joven, luminosamente verde, que debió haber caído por el viento, porque el otoño había quedado bien atrás ya.

 “Quería verte” dijo Harry, después de un rato. Le costó llegar a la conclusión de que eran esas las palabras que quería decir, no las había pensado antes, ciertamente. Cuando Louis venía a su mente, siempre recordaba los besos, y su piel, y su mirada, nunca su  compañía, aunque fuera distante, como ahora. No había notado cuánto la extrañaba.

“¿Cómo estás?” preguntó Louis, ignorando el comentario de Harry, pero respondiéndole con una suave sonrisa que decía más de lo que se atrevía a poner en palabras. “Rompiste con Liam.

Harry se aferró a sus rodillas, después de suspirar. El piso estaba helado, el aire húmedo, el rocío era como nieve, pero se sentía tibio, abrigado. No supo que decir, así que simplemente asintió. “¿Cómo está él?” le preguntó.

“No lo veo mucho” dijo Louis y de la hoja en su mano sólo quedaban trozos cada vez más pequeños. “Todavía me siento culpable…”

“Sí…” Harry admitió, lo entendía, a la perfección. Era distinto ahora, de todas formas, sentía culpa pero se desdibujaba en un centenar de nuevas sensaciones, porque había vuelto a sentir otras cosas también, que se había olvidado que podía sentir. Cosas tontas como reírse tanto que le dolía el estómago, o ese ronroneo agradable en el pecho cuando leía un libro y lo disfrutaba, porque no estaba distraído.  “No le dije, de ti” le explicó después de un rato y de la hojita ahora sólo quedaba un pequeñito fragmento, temblando en la punta del nervio.

“Lo sé.”

Los aspersores de un vecino se encendieron repentinamente, y detrás de ellos otro más. Eran las seis en punto, Harry había memorizado los horarios en interminables noches de verano junto a Liam en el pórtico, allí donde ahora estaba con Louis. Lo sorprendió un poco, de todas formas, porque no podía creer que recordaba eso ni que ya estaba terminando la primavera (se le había pasado volando). Se sentía tan raro y tan bien al mismo tiempo, que lo mareaba un poco.

Louis” dijo Harry e hizo el mayor de los esfuerzos para mirarlo a los ojos. “Louis, nunca fui ese chico, ¿sabes? El que engaña a su novio, realmente no lo soy, no quiero serlo.”

Louis despegó los labios, para balbucear un comprensivo “lo sé” pero tenía la garganta muda de palabras. El silencio incitó al de rulos a seguir hablando.

“No sé si soy un buen novio, o un mal novio, ni si soy un hijo de puta o una persona muy confundida” Louis resopló, conteniendo la risa amarga que quería decir que lo entendía, por completo; “Pero sé que quien quiera que sea realmente me gustas.”

Los dedos diminutos de Louis le quitaban el último rastro de hoja, y procedían a destruir el nervio también, inquietos. La mano de Harry lo detuvo en seco y el palito de la hoja cayó silenciosamente en las baldosas.

“Sólo quiero conocerte mejor, sólo eso” prometió, intentando distraer a Louis de cualesquiera fueran los pensamientos que oscurecían su mirada, que lo hacían morderse el labio.

"Eres el ex novio de mi amigo, Harry" le explicó. Parecía triste, de admitirlo.

"Lo sé, pero no puedo cambiar eso, no puedo borrarlo, no quiero borrarlo, pero..." Harry tuvo que agachar la cabeza para seguir rastro de la mirada azul de Louis. Él sonrió, ante el gesto -se veía tierno así, encorvándose para parecer tan pequeño como él. "Pero tampoco puedo cambiar que..."

¿Cómo decirlo? ¿Cómo decirle te quiero sin que suene a te amo? ¿Cómo mentirle un poco -lo suficiente- para no asustarlo?

"Sentía cosquillas cuando te besaba, Lou. Louis" se corrigió, "Y pensé que era algo morboso y... retorcido... pero estás aquí y ¡mira!"

Le mostró los brazos, las muñecas asomándose debajo de la manga, los pelos erizados, los poros vueltos montañitas. Louis le acarició suavemente, con la punta de los dedos y fue como una brisa tibia que le hizo temblar.

"Sólo quiero conocerte" sentenció, mirando a Louis que miraba sus manos ahora, sintiendo el calor de sus dedos envolviendo los suyos, descubriendo el intrépido movimiento de su nuez de adán, que delataba su miedo. "Y quiero que me conozcas, a este que soy, no a ese... porque en serio, ese no era yo."

Louis suspiró, y eso sonó como un sí. Harry sonrió, orgulloso, acercó la cabeza, chocándole torpemente el oído con la frente, hundiendo la nariz en su cabello que olía mejor de lo que recordaba. Sintió la sonrisa de Louis contra su mejilla cuando se acurrucó en su cuello también y sus dedos estaban todos entrelazados en un solo nudo, pero de algún modo encajaban.

"Puedes ser muy persuasivo, ¿Te lo han dicho?" Preguntó Louis. Oírlo hablar le ganó una nueva sonrisa a Harry, quien negó torpemente con la boca tan cerca de su cuello que era como si él besara al aire y el aire besara a Louis por él.

"¿Puedo persuadirte a una taza de café?" Le susurró, "Hace frío."

*

Harry entró al comedor con las dos tazas de café humeando y dejando un rastro de indudable aroma. Se había tomado un tiempo más del necesario en la cocina porque no quería mostrarle la sonrisa que tan irremediablemente se le dibujaba en el rostro, pero cuando Louis levantó la mirada llevaba unos lentes ñoños de marcos negros y tuvo que morderse el labio para no sonreir.

"¿Qué?" Le preguntó frunciendo el ceño, intentando lucir amenazante. Harry sólo negó con la cabeza, y le dejó la taza a su derecha. Dejo la suya también a un costado, y se propuso juntar los papeles, apuntes, lápices, desparramados en la mesa de su noche de estudio. Louis sostuvo el libro de Rousseau en alto mientras Harry juntaba todo.

"¿Te gustan las ciencias sociales?" Le preguntó mientras Harry movía el desorden de un lugar a otro, y dejaba todos los apuntes sobre el sillón.

"No lo sé, quizás" respondió y se sentó en la silla al lado de Louis, tocándolo torpemente con la rodilla al acomodarse y luego retirándola de golpe. Louis sonrió. "Es para un trabajo de la escuela" explicó.

"Escuela..." repitió Louis y sacudió la cabeza de lado a lado, recriminándose.  "¿Ya sabes que es lo que vas a estudiar?"

Harry negó con la cabeza. Dio un sorbo a su café antes de hablar.

"Estaba pensando empezar materias de varias carreras y luego ver cual me gusta mas" explicó.

"No me digas que vas a ser uno de esos que estudian mil cosas y nunca terminan ninguna hasta que un día son demasiado viejos hasta para estudiar y terminan trabajando en una oficina aburrida" dijo Louis.

"Espero que no..." respondió casi asustado de la perspectiva que le ofrecía y Louis se rió de la expresión que había logrado dibujarle en el rostro.

"Deberías tomarte un año sabático, juntar dinero, leer mucho, y empezar a estudiar cuando estés decidido" le recomendó y parecía raro que Louis fuera del tipo organizado y racional, para Harry al menos.

Resultaba que Louis era también el mayor de cinco hermanos, que había asistido a más reuniones de padres que su madre, que de hecho adoraba las ciencias sociales pero que había optado por economía porque "un profesor de sociología no puede mantener a sus cuatro hermanas" y que su mamá lo llamaba boobear cuando estaba nostálgica. Resultaba también que Harry tenía un gusto de música decente para un chico de quince, decía Louis -diecisiete, lo corregía Harry-, que se veía guapo cuando llevaba gorrito porque parecía más grande y que él debía haberse encogido en esos meses, porque no había forma en que Harry hubiese crecido tanto.

Resultaba también que quedaban mil cosas por decir y que su mamá se levantaría en cualquier momento, así que "vamos a mi alcoba, así podemos seguir charlando" sugirió Harry, y Louis lo siguió en puntitas de pie y con El Contrato Social bajo el brazo.

El escritorio de Harry estaba hasta el techo de apuntes también -por eso había mudado su lugar de estudios al comedor- y las paredes cubiertas por completo de posters, dibujos y notas de sus amigos. "¡Mira! Stan" dijo Louis sorprendido al ver una foto de ellos dos y Ashley encima del interruptor de la luz.

Harry se sentó en la cama y miró a Louis recorrer la habitación como un detective o un niño curioso; parecía el primero cuando se detenía en las marcas de cinta pegajosas en la pared, donde las fotos de Liam habían estado; y parecía el segundo cuando miraba a Harry señalando un poster y le decía "¡Adoro esta banda!" con algo brillando en los ojos y en la sonrisa.

"Eres un chico interesante, Harry" confesó después de terminar su ronda por la habitación. Dejó el libro de Rousseau en la mesita de Louis y se sentó a su lado. "¿Poemas? Eso es un poco gay" se burló al encontrar el libro de Rimbaud en la mesita.

"Así que... Interesante y gay" sumarizó Harry. Louis sonrió divertido, y lo besó fugazmente en los labios.

"Justo mi tipo" confesó.

Harry lo besó otra vez, y la sonrisa que había ocultado las últimas horas se soltó finalmente cuando Louis abrió la boca, dejándolo entrar. Las lenguas húmedas se encontraron en un remolino que era errático y vibrante, pero no desesperado, como otras veces. Las caricias eran firmes, no temblorosas, las miradas profundas, honestas, sin miedo, ni culpa.

Harry rodeó a Louis por el cuello y con una de sus manos le acarició el cabello, de la nuca hasta la coronilla. Louis suspiró sobre su boca, lo aferró por la cintura, sintió el espasmo de Harry, el movimiento instintivo de sus caderas. Viajó, beso a beso, de la boca a la mejilla, al ángulo de su mandíbula, al lóbulo también.

"Seguir charlando..." susurró, Harry sintió la sonrisa presionándose contra su mejilla, "Dijiste que suba para que charlemos, ¿recuerdas?"

"¿Y me creíste?" Murmuró él también, con la voz ronca de ahogar suspiros. Louis lo mordió juguetonamente en la oreja, sus manos incursionaron debajo de su playera, y la mano de Harry que acariciaba su cabello se volvió firme y tirante.

Louis lo empujó sobre el colchón, sus ojos azules brillaban cubiertos en un manto de orgullo, y deseo; Harry sintió sus mejillas enrojecer ante el simple pensamiento de lo que estaba por pasar.

"¿Cuántas veces has pensado en mi?" Preguntó Louis, una sonrisa que era de todo menos dulce se dibujó desafiante en sus labios. "Aquí, en esta cama, ¿Cuántas veces pensaste en mi boca, mis manos?" Y al decir eso lo acarició firmemente en la entrepierna.

Harry suspiró, echando la cabeza hacia atrás, mirando la puerta y la pared y todo lo que no fuera Louis.

"¿Cuántas, Harry?" Insistió y Harry estaba tan duro debajo de su mano, que el jean parecía de tela o de papel o de algo igual de transparente.

"Muchas" respondió. Su voz rasposa le ganó de Louis un beso en el cuello, y ahora no eran sus manos sino su pelvis la que lo rozaban encima del pantalón.

"¿Pensaste en la biblioteca?" Le preguntó al oído.

"Fuck" el cuerpo entero tembló ante la voz de Louis caliente sobre su piel, "Sí, siempre, Dios..."

"¿Que hacías?" La voz de Louis era como el ronroneo de un dragón o una bestia semejante, su aliento era como fuego y su cuerpo como brasas. "Mientras pensabas en eso, en esta cama, ¿qué hacías?"

"Mierda, Louis" Harry se mordió el labio, para dejar de hablar, para ahogar un gemido lastimoso. Louis sonreía, en su cuello, podía sentirlo.

"Vamos, dime" insistió, y su voz sonaba firme, y su lengua dibujaba torbellinos en su cuello.

"¿Que hacías tú?" Preguntó Harry, tuvo que tragar saliva antes de seguir hablando, las manos de Louis habían bajado otra vez, forcejeaban torpemente con los botones de su pantalón. "Mientras pensabas en mi."

Louis se reincorporó en el colchón, sonriendo anchamente, mostrando los dientes. Con el dedo índice acarició la mejilla de Harry.

"¿Que te hace creer que pensaba en tí, señor vanidoso?" Le preguntó juguetonamente, tironeando torpemente del cinturón, pero sin levantarse de su regazo, para dejarlo deslizarse.

"No fui yo quien mencionó la biblioteca" respondió Harry sonriendo también. Louis arqueó la ceja, se lamió el labio antes de hablar.

"Así que interesante, gay y pícaro" ennumeró Louis. Se acercó a él, arrodillándose para que Harry pudiera levantar la cadera y le quitara el cinturón. Besó sus labios, mordisqueando suavemente. "Puede que seas mi alma gemela, Harry" susurró, y besó otra vez la comisura de sus labios, allí donde nacía su sonrisa.

Se acercó a su oído para quemarle con su aliento tan cerca, y cuando el cinturón salió finalmente haciendo ruido de látigo, le confesó:

"Me tocaba, pensando en tí, pero no en la biblioteca, tonto, en las cosas que te haría si te tuviera en una cama, y ¿adivina qué?"

Harry no atinó a responder, el aliento de Louis era como fuego, que le hacía hervir la piel.

"Fóllame" le pidió, y cuando Louis le puso un dedo en los labios, en vez de guardar silencio Harry se lo lamió.

Se desvistieron el uno al otro torpemente, entrelazados en abrazos y besos intensos y constantes. Louis le hizo jurar que se la chuparía la próxima vez que estén juntos, porque se lo debía desde la vez en la biblioteca, y había algo extremadamente caliente en la forma en que Louis hablaba de todo como si nada, en la forma en la que sonreía como si acabara de hacer una travesura.

Harry se sentó encima de él, moviéndose suavemente, extendiendo ese placer que parecía agonía, marcándole las uñas en la espalda, lamiendo su cuello y su sudor que sabían deliciosos.

Louis lo aferró por la cadera, apretándole pero conteniéndose de moverlo a su ritmo.

"Vamos, cariño, puedes ir..." suspiró, hundiendo la cabeza en su pecho, "Un poquito... Más rápido, ¿por mí?"

Los dedos se le hundían en la piel dejándole huellas blancas y las uñas de Harry dibujaban trazos rosados en la espalda dorada de Louis.

"Es la cama" explicó entre suspiros, "Hace ruido..."

Louis lo detuvo, alejó la cabeza un momento, para mirarlo a los ojos.

"¿Es eso? ¿No me mientes? ¿No te duele?" Preguntó. Harry se preguntó si él también tendría la cara tan colorada, si a él también le quedaría tan bonito. Asintió con la cabeza.

"No quiero despertar a nadie" explicó.

Louis se mordió el labio inferior, sus ojos azules escanearon cada centímetro del rostro de Harry, deteniéndose finalmente en su sonrisa.

"¿Qué?" Preguntó Harry, pero antes de que pudiera decir algo más, Louis lo sacaba de encima, y le besaba el cuello y el pecho y los pezones y tironeaba suavemente de su mano, invitándolo a bajarse de la cama, con él.

"¿Aquí está bien?" Preguntó sentándose en el piso, con la mirada fija en los ojos de Harry, con la mano incitándolo a acercarse.

Harry se arrodilló, sonriendo, sin saber bien por qué. Louis le besó la mejilla antes de susurrarle al oído.

"Realmente te quiero, Harry" le dijo, "Quiero tenerte aunque sea sobre tu helado piso de madera" confesó.

Harry lo acercó por el cuello, en un abrazo torpe y lento, mientras caían suavemente sobre su espalda. Lo enredó en sus piernas, le sonrió y cuando Louis estuvo dentro suyo otra vez, y suspiró, el aire que salía de su boca era como fuego también.

Louis sonreía, a veces mirándolo a los ojos, a veces cerrándolos por placer. Sus mano le acariciaba la mejilla, los holluelos cuando sonreía -y sonreía mucho, porque se sentía tan bien...

Ya era de día afuera, la luz empezaba a entrar como franjas por la persiana. Louis se veía hermoso, luminoso, sobre él, y cuando acabó, hizo un gesto que lo hizo reír, y Louis le hizo pagar esa risa con caricias calientes en su miembro y cuando él acabo también, cerró los ojos y esperó por una carcajada ruidosa que no llegó.

"Eres muy guapo, Harry. Muy lindo" le dijo Louis en cambio, le besó los párpados, la boca. Parecía de otro mundo, de otro tiempo, de otra historia que Harry no conocía, lejana, remota e idéntica a la vez. Louis no podía ser real, era demasiado para este mundo.

Louis se giró en el suelo, se recostó a su lado, abriendo el brazo, prestándole el lugar a Harry. Él se acurrucó, aceptando la invitación.

"Deberíamos limpiarnos" balbuceó y su mano encontró nido en el pecho de Louis, y jugueteó con su pelo.

"Más tarde..." respondió entre bostezos y le acarició los rulos.

Harry estuvo a punto de decirle que quizá debían pasarse a la cama, pero antes de que las palabras se acomodaran en su lengua, se quedó dormido, hipnotizado por el movimiento constante del pecho de Louis, abriendo y cerrándose, como armando remolinos de fuego que otra noche, u otro dia, sería aliento hirviendo murmurado en sus oídos.
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Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 9:48 am

Capítulo 17


Zayn se  despertó esa mañana con un dolor en la cabeza que se sentía cómo si le estuvieran atornillando algo al cerebro. Se llevó la mano a la sien, masajeándola inútilmente. La boca le sabía amarga y áspera, y el estómago borboteaba en ácido y aire. Con resaca y todo, Zayn sonrió.

Se giró sobre el colchón y sin abrir los ojos palmeó sobre la cama, buscando el cuerpo que más sí que no acompañaba sus noches últimamente. Liam no estaba en la cama, de vuelta, y la sonrisa poco a poco empezó a esfumarse de su rostro.

Después de un rato, abrió los ojos. Por el modo en que la luz se filtraba de un tono anaranjado en lugar de blanca, adivinó que debería ser pasado el mediodía. Se reincorporó en el colchón bostezando y estirándose a sus anchas y deteniéndose de golpe porque cada movimiento que hacía era un nuevo dolor y unas renovadas nauseas. Con cara de consternado se sentó contra el respaldar y se quedó allí unos minutos.

Las imágenes de la noche anterior cobraban forma poco a poco en su memoria. No recordaba todo, pero sí lo suficiente. Recordaba lo guapo que se veía Liam con su camisa oscura, lo mucho que se había reído del chiste que le hizo –risa honesta y genuina, de esa que le achinaban los ojos, y le ganaban ruidos raros, del tipo que uno no hace conscientemente-; recordaba sobre todo el modo en que sus manos se habían encontrado cuando estaban en la barra.  Recordaba también imágenes de los dos caminando por la ciudad, de tumbarse contra las paredes  besarse y de lo rico que sabían los labios de Liam aún con aliento a alcohol tan vacío y oscuro. Recordaba el olor a coco cuando hundió la cabeza en su cuello, dulzón y blanco y áspero. Las imágenes se volvían rápidas y difíciles de definir a partir del momento en que abrían la puerta de la casa. Zayn no recordaba dónde había dejado la llave, ni si había cerrado la puerta, pero recordaba que el cuerpo de Liam se sentía pesado y real mientras caían sobre el colchón, y que sus palmas se sentían gruesas y suaves, cuando, abiertas, se estiraban sobre su piel y su cadera.

Cuando Zayn fue al baño la puerta estaba cerrada y el espejo del baño estaba todavía húmedo, como si Liam hubiese estado allí dándose un baño apenas hacía unos minutos. Adivinó sin demasiado trabajo que tendría una excusa en el celular dentro de un rato ("Tenía el cumpleaños de una tía y tuve que irme, lo siento" o algo por el estilo) pero no le molestaba demasiado. Es decir, adoraría que fuera distinto, que Liam durmiera con él al menos una vez - no porque estuviera borracho hasta la médula como el viernes pasado, sino que se quedara simplemente porque sí- y que desayunaran juntos en la barra de la cocina, que le halagara los huevos revueltos que eran su especialidad, que pasaran la tarde mirando películas malísimas o charlando de la vida, pero mejor poco que nada. ¿No?

Había tenido todo lo otro anteriormente, el dormir juntos y abrazados, el mirar películas porque había mucha pereza hasta para hacer el amor, el tomarse de las manos caminando por la vereda, y muchas cursilerías más; pero estaba dispuesto a renunciar a todo eso con tal de tener a Liam, porque al fin de cuentas tomarse de las manos en la vereda no le daba tantas cosquillas como una sutil caricia en un bar, ni el dormir juntos y abrazados lograba hacerlo sonreír tanto como escuchar a Liam susurrar su nombre en la cama.

Tenía suficiente, por ahora. No quería ser codicioso, no quería arruinarlo.

El mensaje de Liam llegó justo cuando Zayn estaba punto de escribirle.

Liam 15:26

Perdón por irme sin saludar.

Y nada más. Zayn esperó media hora por una segunda parte del mensaje, por algo más que siguiera a esas palabras, por una excusa o una explicación, pero no hubo tal cosa.  Se sentía raro, se sentía honesto, por primera vez. Tanto que Zayn no supo cómo responder.

Es que lo que hacía fácil manejar la situación con Liam era que los dos se mentían el uno al otro, suavizando y puliendo las partes que eran complicadas, logrando que esa cosa que compartían que a duras penas podían llamar relación fuera sostenible en el tiempo, y no trajera las preguntas que minarían sus fundamentos.

La cosa iba así, Liam decía que estaba bien, que extrañaba tener sexo con otras personas  además de Harry, que eso era todo, que por eso aprovechaba cada espacio que el moreno le daba para meterse en su cama. Zayn le decía que era guapo, y que podría enseñarle algunos trucos que los chicos de secundario no sabían; y sobre todo que eran demasiado jóvenes para preocuparse por las etiquetas. Lo cierto es que si llegaban a pensar en las etiquetas, en qué nombre ponerle a eso de acostarse juntos tres noches a la semana, lo más probable fuera que no llegaran a un acuerdo.

Zayn no era idiota, sabía que Liam no estaba enamorado de él.

Se tomó un analgésico y un antiácido, para calmar el dolor de estómago y de cabeza, y se arregló como pudo antes de salir a la calle. De golpe el departamento se sentía pequeño y solitario, incómodo. Eso era decir mucho, Zayn no era de los que salen sólo porque sí. Sacó el teléfono del bolsillo para poner música, pero terminó buscando en su lista de contactos un número de teléfono.

Se sorprendió a si mismo cuando eligió a quien llamar; la opción lógica debería ser Louis, él era al fin de cuentas su mejor amigo, el único que entendía mejor que nadie lo que sentía por Liam, a quien no tendría que explicarle lo genial y horrible al mismo tiempo que era esa situación. Pero Louis estaba distinto últimamente. O estaba ocupado, o estaba distraído, o no estaba en lo absoluto.

Todo había empezado la tarde en que se enteraron que Harry había cortado con Liam; Zayn había llegado a casa de Louis con las buenas -no tan buenas- nuevas en busca de alguien que le permitiera bromear al respecto, distenderse un poco, quitarse la culpa de alegrarse por algo que ponía a Liam tan triste. Louis sin embargo no  había dicho nada ese día, simplemente había escuchado lo poco que Zayn sabía y después había inventado un montón de excusas idiotas para disimuladamente echarlo de su cuarto.

Si no fuera porque era Louis, y porque Zayn lo conocía mejor que a nadie, podría haberse interpretado eso como celos o enojo. La respuesta inmediata a la noticia de que Liam estaba de vuelta en el mercado y de que él quería enfocarse en conquistarlo había sido carraspear, cambiar de tema, e inventar una excusa para quedarse solo. Desde entonces, cada vez que se veían, Louis o estaba enojado o estaba distraído, o algo por el estilo, pero aunque en la universidad todos bromeaban conque su amigo estaba despechado, Zayn se imaginaba que si Louis realmente lo quisiera de ese modo no podría actuar tan bien haciendo de cuenta que no le importaba en lo absoluto.

Zayn hablaba y Louis asentía desinteresado, mirando la pared. No reaccionaba a su tacto con más que una mirada de reojo y una especie de suspiro y más de una vez lo había descubierto mirando  el vacío y frunciendo el ceño, como si el recuerdo de algo lo pusiera triste. Es decir, sabía que era importante en su vida, pero no tanto como para ponerlo en ese estado.

Había estado a punto de preocuparse al respecto, porque hacía varios meses ya que se comportaba de un modo extraño, pero el otro día, la última vez que lo había visto, tenía un brillo especial en los ojos, una sonrisa rebelde que no se dejaba ocultar, una persona del otro lado de los mensajes de texto y ese nuevo silencio era mucho más agradable que el de los últimos meses. Todavía lo molestaba hablar de Liam, pero exceptuando eso podría decirse que Louis estaba bien. Distinto. Nuevo. Pero bien.

La cuestión es que Zayn necesitaba hablar de Liam ese día, y necesitaba hacerlo con alguien que lo ayudara a calmar su conciencia y a ordenar sus ideas al mismo tiempo, no con alguien que pusiera caras de angustia al tratar el tema y que lo hiciera sentir mil veces peor al respecto.

El teléfono sonó dos veces antes de que el irlandés atendiera. De fondo se escuchaba ruido metálico, y susurros.

Hey Z” dijo Niall, y alguien hizo un chiste al que le siguieron unas carcajadas.

“Hey…” Zayn carraspeó antes de seguir hablando. Se detuvo en la calle de golpe, considerando por primera vez que quizá Niall no tenía tiempo para él y sus problemas en ese momento. “Lo siento, no imaginé que estarías ensayando.”

“No, está bien. ¿Qué pasa?”

“Es que… Necesito… Hablar con alguien. ¿Contigo?” respondió.

“Sí, claro…” Zayn casi que podía imaginarse al irlandés frunciendo el ceño, confundido, tomándose el tiempo necesario antes de responder. “¿Por qué no vienes a casa? Trae unas cervezas”

(‘Y comida’ gritó alguien en el fondo)

*

Definitivamente eso no era lo que tenía en mente cuando se propuso charlar con alguien. La mini sesión de terapia se había convertido en una fiesta VIP con seis invitados uno más ebrio que el otro. Niall cantaba alguna canción folclórica irlandesa y Josh sonreía mientras hacía la percusión con los lápices en la mesa. El bajista del que Zayn aún no sabía el nombre imitaba pobremente con alaridos las notas de su bajo.

El chico de la guitarra eléctrica se besaba con su novia en un sillón y una chica que hacía un buen rato se había dado por vencida con el moreno ahora hacía un terrible pero divertido intento de beatboxing acompañando la canción que hablaba de una cultura desconocida para Zayn.

La canción terminó y Josh se puso de pie para aplaudir a Niall solemne y torpemente (casi tiró la silla al levantarse), y como si el final de la canción lo hiciera darse cuenta de golpe, el bajista decidió que era hora de irse a casa. Zayn no sabía si estaba demasiado borracho o si eran los demás, la cuestión es que antes de que entendiera cómo, en la casa sólo quedaba él y Niall charlaba con Josh en la puerta besándolo a cada respiro de sus palabras.

Se descubrió mirando la escena intensamente y volvió la mirada al suelo, un poco avergonzado. Josh era genial, en serio; él jamás dejaría a su novio sólo con su ex estando los dos borrachos, pero, otra vez, Niall jamás engañaría a alguien. Era mejor que eso. Era mejor que él.

“Ayúdame a limpiar” le pidió el rubio al volver a la sala. Zayn asintió, todavía mareado y confundido, y un poco triste por las ideas que se cruzaban en su mente. Abrió una bolsa de residuos y mientras Niall lavaba los platos juntó las latas, botellas, papeles, que decoraban el suelo.

Sacudió la toalla que estaba sobre una silla, juntó las zapatillas en un rincón cerca de la puerta. Esa casa estaba igual de desordenada que siempre lo había estado, un misterio que Zayn jamás descifraría, siendo que Niall era el maniático de la limpieza que sabía que de hecho era. Terminó de juntar todo y dejó la bolsa de basura afuera, y cuando volvió a entrar Niall estaba doblando un cubrecama que estaba hecho un bollo a los pies del sillón.

Zayn sonrió al verlo, porque la escena era familiar. Era con la que solía encontrarse cuando todavía eran novios. En esas épocas Zayn se despertaba cansado y confundido, porque su cama estaba vacía, pero estaba seguro de que se había acostado con alguien más, y al llegar a la sala Niall estaba limpiando el desorden que habían dejado la noche anterior, que en general consistía en bowls con frituras y una frazada en la que se habían envuelto al ver películas.

Lo distinto a esa escena era que nunca pasaban tiempo en casa de Ni por esos días, porque era chica y estaba llena de gente y no podían dormir juntos ya que el sillón era chico y la habitación compartida. Lo que si era el mismo era el edredón,  pesado pero finito, herencia de su abuela. Niall solía decir que los sintéticos no abrigaban nada, y que si Zayn se negaba a instalar un sistema de calefacción tenían que cubrirse con algo decente, por lo que cada vez que iba a dormir a su casa, lo llevaba.

Para cuando terminó el invierno el edredón ya era parte de la casa de Zayn, y Niall había preferido dejarlo allí porque su casa era pequeña y porque el invierno siguiente volverían a pasarlo enredados el uno con el otro en el sillón de todas formas. Se equivocaron con eso. El edredón volvió a casa del irlandés en una caja bastante grande, junto a libros, cds y un par de mudas de ropa que habían quedado en sus cajones.

“¿Qué?” preguntó Niall al descubrir que Zayn lo miraba sin moverse desde la puerta.

“Nada…” respondió encogiéndose de hombros. “Recuerdos, eso es todo.”

Una sonrisa tímida se dibujó en labios del rubio, mientras terminaba de acomodar el edredón ahora doblado sobre el brazo del sillón.

“¿Nostalgia, eh?” bromeó, pero no sonó burlón sino compasivo. “¿De eso querías hablar?”

Zayn solamente se negó con la cabeza. Caminó hacia el sillón, y se desplomó en él, cubriéndose los ojos con ambas palmas.

“Prepararé té” anunció Niall antes de perderse en la cocina. “Quítate las zapatillas si vas a subir los pies a la mesa” le advirtió, pero Zayn ya se había adelantado. No los subió a la mesa, sino al sofá, los escondió debajo del edredón para abrigarlos un poco.

Solo en la sala no pudo evitar ahogarse otra vez en un torrente de recuerdos y fantasías, las dudas como olas atontándolo a bofetadas. Niall había dicho otra vez que Zayn era una buena persona, que había crecido y aprendido de sus errores, pero él todavía no había logrado convencerse. En cambio, mientras jugueteaba con el edredón siguiendo con los dedos las líneas que dibujaban los hilos, pensó que seguramente volvería a cometer el mismo error, que si las cosas volvieran a suceder del mismo modo, volvería a sentirse solo y despechado, volvería a recurrir a eso de acostarse con extraños para calmar el enojo.

Todavía ganaba una especie de satisfacción de dañar a las personas, todavía le resultaba agradable pensar que quizá sí Louis se había enamorado de él, que quizá por eso estaba enojado, que alguien en el mundo lo quería aunque él no lo quisiera del mismo modo. Le gustaba eso de ser el que recibe de vez en cuando. Le gustaba sentirse especial. Pero, otra vez, Louis no estaba enamorado de él; no sonreía tontamente al verlo, no se le ponía la piel de gallina cuando le tomaba la mano ni buscaba excusas tontas para hablarle por teléfono. Y Zayn se odiaba por estar decepcionado al respecto.

Niall volvió a la sala con las dos tazas humeando y se sonrió cuando vio el edredón desparramado sobre las piernas del moreno después de que él se había tomado el trabajo de doblarlo. Zayn recibió la taza y juntó las piernas, haciéndole lugar al rubio.

"Necesitaba hablar con alguien" explicó el moreno y bastó que Niall hiciera un gesto afirmativo para que empezara a contarle - como podía - el desastre que eran su cabeza y su vida en ese momento.

Que tenía lo que siempre quiso y que ahora entendía que no era lo que realmente quería. Que Liam era guapo y sexy y muy bueno en la cama, pero que eso no era suficiente. Que quería más. Que quería su atención, sus secretos, que quería ser el primero al que le contara cómo le fue en un examen y que le mandara textos ridículos todo el tiempo, aunque fueran sobre el clima, o lo que sea. Quería ser su amigo pero quería ser también su amante, quería que Liam se enamorara de él y que se quedara durmiendo hasta el mediodía en su casa y que si se levantara de la cama fuera para hacer el desayuno. Quería tener a Liam del modo en que tuvo a Niall en su momento, quería que fuera su novio.

"Bueno, quizá deberías empezar a tratarlo como a uno" dijo el irlandés. "Es decir, ¿por qué estás hablando conmigo al respecto? ¿Por qué no hablas con él?"

"Pero... ¿y si me dice que no?" Preguntó Zayn. Niall sonrió antes de responder, compasivamente.

"Es lo que va a decir" explicó. "Recién sale de una relación, de una traición, sobre todas las cosas... No está listo para empezar otra vez." Luego le palmeó las rodillas torpemente, a modo de caricia. "Pero, al fin de cuentas, ¿qué cambia? Al menos te lo sacarás del pecho."

**

El alcohol no ayudó. Nunca ayuda. El primer trago quiso decirle que lo amaba, al segundo quiso llevárselo a la cama, al tercero se estaban besando contra la barra y al cuarto le vinieron ganas de llorar.

Liam estaba más guapo que de costumbre, pero siendo justos, a Zayn siempre le daba esa sensación (como si sus recuerdos por más cegados y enamorados que fueran no estuvieran a la altura del Liam de verdad, como ni en su idealizada imagen de él pudiera dibujarlo tan bonito como realmente era). Se veía bien, con un cigarro de los suyos pegado a sus labios y una barba espesa pero cortita sumándole unos años -iba a ser muy guapo a los veintimuchos.

Tenía los ojos brillantes por los tragos y el humo y sonreía mucho, como si todo le importara un carajo.

Cinco tragos y Zayn pensó que debería haber comido algo, porque se sentía mareado y él era mejor que eso, tomaba desde los quince, sabía llevar el alcohol. No esa noche al parecer, esta vez el alcohol lo llevaba a él.

Se recostó contra la barra mientras Liam pedía una cerveza. La pista y las luces lo habían dejado estúpido y mirarla desde afuera lo hacía sentir cansado y confundido. Desde adentro de la pista la música y el parpadeo le latían a cada paso, salto y tacto, como si la música se moviera a través de su cuerpo, natural, fluidamente. Desde la barra las personas parecían un montón de idiotas revolcándose.

Cerró los ojos y la imagen de hace unos minutos volvió a su mente, brillante y confusa, como sacada de un sueño. Parpadeos del perfil de Liam contra el suyo, su barba haciéndole cosquilllas. De abrir la boca para decir algo y del beso que lo tomó por sorpresa. De sentir las palmas húmedas sobre su espalda, de no entender las palabras pero saber lo que significaban los susurros al oído. Del frenesí y la calentura que se había esfumado de golpe al llegar a la barra, tan fría y artificial.

"Hey, lindo" llamó Liam. Zayn abrió los ojos de golpe, un poco avergonzado. Liam le sonreía desde su banqueta, con los labios rosados e hinchados y la botella de cerveza en la mano. "¿Por qué tan lejos?"

Zayn sonrió antes de acercarse a él. Lentamente pero con seguridad, como un gato, hubiese dicho Louis. Tomo la botella que le era ofrecida y probó un sorbo solamente.

"No hay que mezclar" recordó y le devolvió la botella. Podría haber pasado como un comentario razonable pero entonces pidió el sexto trago de la noche aunque sabía muy bien que no podría soportarlo.

La mano de Liam trepó por su espina haciéndole cosquillas y Zayn bebió de un saque el sexto y otra vez quería llevárselo a la cama y quién quiere hablar de amor de todas formas.

Pero Liam no quería irse, no todavía. Separó las piernas, invitando al moreno a pararse en el medio, lo abrazó por la cintura y apoyó el mentón en su hombro. Fue eso o el séptimo trago lo que le recordaron lo de hablar de los sentimientos.

Pero Liam hablaba de Andy, de que debía estar muy borracho porque esos no eran pasos de baile cool y Andy no era de los que disfrutan haciendo el ridículo. De vez en cuando interrumpía el relato para comentar lo bien que olía su pelo, "Como a menta, ¿no?", y hacía un comentario acerca de que a él no le quedaba el mismo olor, ni cuando se bañaba en la misma ducha y usaba el mismo champú.

Zayn se sonrió y echó la cabeza hacia atrás. Sentía un zumbido en la nuca, algo así como un mareo. La barba de Liam sobre su mejilla le hacía cosquillas, y sentirla tan suavecita e inofensiva le recordó a las primeras conversaciones que había tenido sobre él -"Es como la versión humana de un golden retriever"-  y sin quererlo se le escapó una suave carcajada.

“¿Qué es tan gracioso?" Preguntó sobre su oído. Zayn sintió el aliento caliente desenrollándose sobre su piel, húmedo, la voz saltando sobre cada centímetro de su cuello; pero apenas pudo concentrarse en ello cuando sus palmas lo acariciaban tan lascivamente en el vientre, jugueteando con la hebilla del cinturón.

No necesitó un octavo trago para cambiar de opinión otra vez, le bastó el beso sobre el cuello, la forma en que sus manos lo abrazaron contra su cuerpo, recordar que Liam usaba su champú pero que por más mentolado que fuera siempre olía a coco o almendras, le bastó oír susurradas las palabras de siempre ("¿Quieres que nos vayamos?") para decidir que simplemente no podía hacer eso ahora.

Tomaron un taxi afuera del bar y se textearon las cosas mas inapropiadas durante el camino a su casa (todo empezó con un meditativo “si fuéramos chico y chica podríamos estar besándonos aquí atrás ahora mismo y el taxista no se ofendería” que mandó Zayn). Cuando llegaron, apenas Zayn cerró la puerta con llave, Liam lo cargó sobre su hombro para llevarlo al dormitorio.

"¡Bájame!" Reclamó, aunque en verdad no sonó muy creible. No sólo porque no intentaba resistirse (y sería muy sencillo si lo hiciera) sino porque se reía mientras gritaba, y porque si Liam se distraía y lo echaba demasiado para atrás aprovechaba la ocasión para tocarle el trasero.

Lo dejó sobre el colchón y antes de que pudiera reincorporarse Liam estaba encima de él, acorralándolo con los brazos a su costado, mirándolo tan fijamente que se sentía desnudo aún con toda la ropa puesta. Sonrió brevemente, y cuando volvió a relajar los labios, Zayn se distrajo observándolos, el modo en que la gravedad los despegaban apenas un poco de sus dientes, lo rosados que seguían de ese breve beso en el pórtico.

“Mierda, Zayn…”

Las palabras llegaron un segundo después, retrasadas. Le costó al moreno concentrarse en lo que oía en vez de en el movimiento hipnótico de sus labios al hablar.

“Eres hermoso, dios, ¿te lo han dicho?”

Zayn se sonrió, sonrosándose ante el comentario.

“Me lo dijo un chico, el otro día, en esta misma cama, ahora que lo pienso” bromeó y ahora Liam sonreía también, y sus labios seguían rosados y húmedos pero Zayn no quería besarlos todavía. En cambio acercó su mano, acarició su mejilla, su piel, siguió el rastro de su cuello hasta el oído y hasta las arrugas que se le hacían en los ojos al sonreír.

Me haces cosquillas” protestó Liam, pero Zayn no dijo nada. Siguió el recorrido, sobre sus cejas ahora, cuadradas y tupidas, y cuando se tensaron en un gesto confuso al sentir su tacto, Zayn dejó ir una incontenible carcajada, tímida, tibia, como el ambiente en el que estaban.

Es que toda la electricidad, la desesperación, el deseo con el que habían entrado a su casa se había transformado en un torrente tibio que les trepaba por el cuerpo como si un sol lejano pero fuerte les quemara la piel y subiera desde los pies lentamente mientras se alzaba en el cielo. Ahora mismo Zayn podía sentir el rayo de luz sobre la panza, calentándole la piel.

Tú eres hermoso también” confesó mientras  su dedo bajaba milímetro a milímetro por la línea de su nariz. Sintió sus mejillas hirviendo de pudor, como si Liam supiera todo lo que estuviera en su mente, lo mucho que lo quería en modos que jamás se atrevería a confesar, que no involucraban camas, ni alcohol, ni fiestas. “Casi tan guapo como yo” bromeó, pero la mirada de Liam decía que no creía en ese camuflaje estúpido que le había echado a su halago.

Quizá debía decir algo más, húmedo y desesperado y caliente, que lo pusiera en el humor de algo más que mirarse tan de cerca y tan abiertamente; pero cuando el dedo bajó de la nariz, primero tocó ese huequito sin nombre y después bajó al labio, y mientras el moreno recordaba una historia que una vez le había contado su mamá, Liam cerró los ojos y besó su labio tan tiernamente que le vinieron unas incomprensibles ganas de llorar.

Acarició su mejilla antes de acercarlo a él para besarlo, intentando parecer firme aunque estaba temblando.  Liam se recostó sobre sus codos, dejó caer su pelvis sobre la suya, pero no se refregó, no se movió desesperado, no intentó quitarle la boca. Besó sus labios con una ternura que se sentía rara en ellos, sin susurros,  proposiciones, piropos, besó sus labios como si estuvieran hechos de algo dulce y delicioso –de esa cosa de la que estaban hechos los labios de Liam, pensó el moreno- con paciencia y lentitud.

Era una agonía. Dolía sobre la piel del moreno.

Zayn pensó que si iba decírselo debía hacerlo ahora, que si había un momento pensado para que le dijera que no había hombre en el mundo que le pusiera la piel así, que fuera tan bonito que le dieran ganas de llorar, que quería todo de él y un poco más también y que a cambio le daría el mundo entero y más si se lo pedía, que lo amaba, mierda, aunque fuera terrorífico admitirlo; si había un momento para decir eso era ahora, con los besos tiernos de Liam sobre su boca, con el calor de ese sol invisible justo en el pecho, con las palabras y las certezas temblándole en la garganta.

Pero simplemente se sentía tan bien su humedad y su calor, y el relato de su madre había vuelto a él tan repentino justo en ese momento que… ¿Tenía que significar algo, no?

Bajó torpemente sobre su ropa, sintió sus abdominales sobre la camisa, pero fue más abajo aún, palpando su miembro sobre la tela del jean, sonriéndose ante la electricidad indisimulable que había atravesado su cuerpo, hasta su boca, convirtiendo el tierno beso en un suave mordiscón, seguido de un insulto susurrado, alguna palabra subida de tono que sonaba tan rara en Liam, y que por algún motivo calentaba de sobremanera a Zayn.

La historia que le habían contado en su infancia seguía taladrándole los oídos desde algún lugar dentro de su cabeza, y cada golpe era darse cuenta de algo nuevo, era cuestionarse todo lo que estaba haciendo; así que Zayn trataba de no escucharlo, y honestamente era fácil, porque Liam besaba su cuello hasta el hueco entre sus clavículas, y con las manos le desabrochaba el pantalón, y su pelo se escurría cuando el moreno acariciaba su cabeza.

El relato se esfumó rapidísimo después de que se soltara el último botón. Liam lo ayudó a quitarse la camiseta y ahora que los dos estaban sentados en el colchón Zayn le quitó la camisa a él también. Todavía era raro, comparado con otras veces, no era tan rápido y ruidoso, pero ya se sentía un poco más en su elemento, no tan fuera de lugar.

Zayn se bajó de la cama para buscar condones y para quitar la ropa del paso, también, y cuando se giró otra vez Liam estaba sentado contra el respaldar, con la mirada perdida en algún lugar de su mente –y de la colcha.

“Puedo escucharte pensando y me está poniendo nervioso, detente” demandó el moreno en tono burlón y se trepó a la cama.

“¿No tengo permitido pensar?” preguntó, riéndose mientras lo hacía.

“No cuando estamos a punto de hacerlo” le respondió. Liam iba a decir algo estúpido, o serio -que era lo mismo en esa ocasión- así que Zayn se acercó a él, besó su cuello desde la marca de nacimiento hasta el rincón debajo de su oído, “Vamos, ¿No puedes pensar mañana? Quiero que me folles” dijo.

Y eso bastó. Liam besó su mejilla y su cuello, y lo mordió suavemente, y cuando estuvo a punto de tirarlo sobre el colchón, Zayn le dijo que se quede sentado, que él iba a hacer el trabajo pesado esa noche. Se trepó sobre él, abrazándose a su cuello, hundiendo la nariz en su cabello con olor a coco, sintiendo las palmas en su espalda, a la altura de la cintura, empujándolo cada vez más adentro.

Zayn empezó a moverse, lentamente, al principio. Liam susurraba lo bueno que era, lo apretado que lo sentía, lo mucho que lo deseaba; y lo hacía sonreír, así que le besaba la mejilla, lo mordía juguetonamente y le murmuraba al oído lo bien que le sentaba la barba, lo rico que olía su perfume, lo grande que lo sentía adentro suyo.

Liam dejó su cintura para tomar su rostro, para acercarlo a su boca y besarlo, y su lengua se movía tan rápido que Zayn no pudo controlarse de imitar su movimiento,  desesperado como si quisiera que esa electricidad se diluyera, dispersara, perdiera con su sudor; pero más rápido se movía y más Liam susurraba entre dientes sobre su boca, y es que sentía demasiado y le daba una especie de cosquilleo que dolía.

Liam interrumpió el beso para lamer su palma hasta los dedos, envolvió su miembro y empezó a acariciarlo de arriba abajo, al principio suavemente y después cada vez más rápido, y aunque chocó frente con Zayn no quiso besarlo; en cambio miró sus gestos, sus expresiones, aunque desde ese ángulo, con Zayn tímidamente agachando la cabeza, apenas si podía ver sus labios abriéndose pesadamente, sus dientes presionados intentando contener un gemido.

Minutos después estaban envueltos en sudor, Zayn no sentía las piernas así que era Liam quien tomándolo por las caderas lo movía a su ritmo, mientras besaba su cuello y susurraba palabras sueltas, inconexas, desesperadas. Zayn acabó tibio sobre su vientre y eso fue como un estímulo; Liam respiró aire hirviendo sobre su cuello mientras le daba las últimas embestidas y acababa también, un instante después.

Zayn se levantó apenas un poco, para que Liam pudiera quitarse el preservativo, acomodarse un poco en la cama, pero después volvió a dejarse caer encima de él perezosamente. No sentía ni las piernas, ni la panza, hasta las manos se le hacían extrañas sobre las sábanas.

Eso estuvo bien…” comentó mientas sonreía.

Fue perfecto” respondió Liam y besó su cuello, y fue tierno y amable  y muy Liam, de todos los modos posibles, pero no se sintió bien esta vez.

Zayn sentía ganas de llorar pero no por los motivos de siempre, no porque Liam fuera demasiado para que él lo soportara, no porque había cosas que quería decirle y no sabía cómo o no se atrevía a hacerlo; quería llorar porque tenía la extraña certeza de que esa era la última vez, que lo que venía ahora era la despedida.

“Tú eres perfecto” comentó Liam otra vez.

“No lo soy…” dijo e intentó sonar serio, pero los besos de Liam le hacían cosquillas, así que lo dijo entre risas. Ocultó la cabeza en su cuello para disimular la risa y porque una lágrima había logrado escaparse y no quería mirarle a los ojos.

“Eres tan perfecto, dios… ¿Qué estoy haciendo?”

Conocía la sensación, la había sentido antes, esa mezcla entre orgullo y vergüenza, eso de ver al otro y darse cuenta de lo realmente perfecto que era, de lo poco que lo merecía. Imaginaba lo que venía, un discurso tonto, demasiado amable, demasiado generoso; diría que Zayn era demasiado bueno para él, Liam simplemente no podría hacerle eso, tenían que detenerse antes de que alguno de los dos saliera lastimado; y en un intento desesperado Zayn le confesaría su amor, y lloraría sobre su hombro y esa despedida sería oscura y mohosa como todas las que él había conocido.

Zayn fingió su mejor sonrisa antes de  echarse atrás un poco, para poder mirar a Liam a los ojos. Tocó otra vez torpemente el hueco debajo de la nariz, encima de sus labios.

“¿Sabes? Dicen que esa marca te la ponen los ángeles cuando estás todavía en la panza… Para que te olvides de todo lo que sabías antes de nacer, para que seas ingenuo e inocente.”

“¿Por qué estamos hablando de eso?” preguntó Liam, entre confundido y divertido.

“Es que la tienes bien marcada y estaba pensando que tú eres así, sabes, todo inocente  e ingenuo y siento que te estoy corrompiendo, corrompiendo al pequeño Liam Payne” le mintió, sonriendo tan exageradamente que no podía decirse que lo intentaba. “Deberíamos terminar esto, ¿sabes? Antes de que logre que te vayas al infierno o algo por el estilo.”

Liam sonrió amargamente, se tomó un momento antes de contestar. El silencio se sentía pesado sobre ellos esa noche. Después de un rato levantó la mirada, encontrándose con la del moreno.

“Probablemente tienes razón…” dijo. “Me has enseñado algunas cosas que estoy seguro que los ángeles no querían que supiera.”

Zayn soltó una carcajada y otra lágrima se escapó y no estaba funcionando, pero Liam le seguía la corriente, hacía de cuenta que no veía, que no se daba cuenta, y era mejor para él, honestamente.

“Es un poco tarde…” comentó Zayn, no porque quisiera que se fuera realmente, sino porque las lágrimas eran cada vez más difíciles de controlar y no quería arruinarlo, no más, por lo menos.

“Sí pero… Quizá podría quedarme esta noche… Porque…” Liam se rascó la cabeza, frunció el ceño, buscando una excusa, “Mañana, cerca de aquí, eh, tengo un cumpleaños…”

“¿De una tía?” bromeó Zayn, burlándose de los repetidos mensajes aludiendo a tías inventadas como excusa para escabullirse de su cama por las mañanas (en serio, Liam, ¿cuántas tías puede tener una persona?) y los dos se rieron.

“Sí” dijo Liam, “eso mismo…”

“¿Cómo es su nombre?” preguntó el moreno entre risas arqueando una ceja, y quizá el hecho de que pudieran bromear sobre eso quería decir que sobrevivirían, que estarían bien, que su amistad valía más que eso.

“¿Gertrudis?”

“¡Gertrudis! Ese es bueno…” dijo Zayn y levantó la mirada a su perfil, encontrándose con la de Liam que llevaba en él un buen rato. “Puedes quedarte, supongo… Pero yo te doy la espalda para no… corromperte más…”

“Sí, está bien” respondió Liam encogiéndose de hombros mientras lo miraba acomodarse, meterse debajo de las sábanas,  mirando a la pared en lugar de a él –tan distinto de las otras veces, cuando se quedaba dormido recostado sobre su pecho.  “Podemos hacer cucharita, me gusta” comentó y aunque no pudo verlo se imaginó a Zayn poniendo los ojos en blanco.
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Mensaje por Cliop Mar 14 Mayo 2013, 10:11 am

esto es un regalo para las que no la han leído, ya me gustaría encontrar un fic nuevo tan bueno con tantos caps de golpe :lloro:
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Mensaje por julyALC Mar 14 Mayo 2013, 10:59 am

Yo voy en capitulo que te quedaste en tumblr. pero de todos te comento porque no quiero que dejes esta historia. no te preocupes sabemos que necesitas tiempo y es que una novela como la tuya vale la pena esperar... pero tampoco te pases voy a casarme tener hijos ser viejita y arrugadita y tu no publicas jajajajaja me reí con eso. En fin sabes que soy tu fan, nunca lo voy a dejar de decir yyy ya se "el gusto me lo di sola" ahaha quiero mas! confió en tu talento. continua esta novela porfavor. Aunque me digas ¡no digas pavadas! soy tu fan! soy tu fan!. soy tu fan!.



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Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 5:16 pm

Cliop escribió:esto es un regalo para las que no la han leído, ya me gustaría encontrar un fic nuevo tan bueno con tantos caps de golpe :lloro:
  • Jaja bueno muchas gracias! Espero que aparezcan nuevos lectores porque mientras más mejor (sobre todo para mi ego)


JulyALC escribió:Yo voy en capitulo que te quedaste en tumblr. pero de todos te comento porque no quiero que dejes esta historia. no te preocupes sabemos que necesitas tiempo y es que una novela como la tuya vale la pena esperar... pero tampoco te pases voy a casarme tener hijos ser viejita y arrugadita y tu no publicas jajajajaja me reí con eso. En fin sabes que soy tu fan, nunca lo voy a dejar de decir yyy ya se "el gusto me lo di sola" ahaha quiero mas! confió en tu talento. continua esta novela porfavor. Aunque me digas ¡no digas pavadas! soy tu fan! soy tu fan!. soy tu fan!.
  • En honor a que empecé a publicar acá me obligué a terminar el capítulo 18 de Homeless :D Dedicado a tí que me mandaste un mensaje lindo :')

Dadas las gracias correspondientes, ahí va el capítulo 18 y ahora sí ténganme paciencia para el que sigue. Jaja
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Mensaje por liliumpumilum Mar 14 Mayo 2013, 5:17 pm

Capítulo 18


Harry había tenido el sueño más raro de todos esa noche. Primero estaba en un barco y el mar era espeso, como si fuera de gelatina, pero más oscuro; y un pez quiso atacar el barco, un pez enorme de aletas filosas, y el capitán –que se parecía muchísimo a su profesor de música de la primaria, pero no era- lo había atacado y  Harry se había escondido en la cocina, y había salido por la puerta trasera al patio y de golpe y sin pensarlo estaba en un campo muy espacioso y muy verde y estaba frío, helado, porque Harry no tenía una cobija, pero se acostó en el césped de todas formas.

Sintió algo pesado sobre su brazo, y al mirar vio a Louis recostado allí, casi sobre su pecho, y el suelo ya no era pasto verde y vivo sino la madera del piso y con razón tenía frío, si los dos estaban desnudos...

Se dio cuenta poco a poco, mirándolo, que no se trataba de un sueño. No fue por lo real que se sentía el suelo bajo su piel, no fue por el frío que le calaba los huesos -¡Y eso que era primavera!- ni por el olor a sexo tan espeso y palpable, mucho menos por los ruidos en la cocina. Fue porque mirándolo, se sorprendió descubriendo que aún con los párpados pesados y la boca entreabierta Louis era más guapo que en sus sueños.

¿Cómo era eso posible? Así de cerca podía ver pequeñas marcas en su piel, podía ver los pelos mal rasurados en su rostro, podía ver las lagañas y la saliva, pero era más lindo, más perfecto que ese relámpago azul que solía ver en los sueños.

Y después, cuando finalmente la idea de que eso era real cobraba sentido en su mente, las otras cosas empezaron a importar. Estaban desnudos, la alcoba olía a sexo, había gente en la cocina.

“¡Louis!” lo despertó susurrando fuerte, intentando que sonara como un grito en su oído pero que nadie fuera de esas paredes los escuchara. “¡Despierta! Va a llegar todo el mundo…”

“¿Qué?”

Cuando Louis despegó los labios, frunciendo el ceño, refregándose los ojos, Harry sintió el aliento también, real, amargo, pegajoso. ¿Por qué quería besarlo todavía? ¿Por qué con eso y todo se veía más delicioso que en sus fantasías?

Es el cumpleaños de mi mamá, toda mi familia viene, tienes que irte” le explicó y quitó el brazo tan de golpe que se oyó un golpe en seco de la cabeza de Louis contra el suelo.

Ouu...” protestó, pero Harry lo chistó en seguida. Se puso de pie y caminó hacia la puerta procurando escuchar si había alguien del otro lado, en el pasillo. Cuando se giró Louis todavía estaba sentado ahí, desnudo, intentando quitarse las lagañas.

“¿Qué haces? ¡Vistete!” susurró otra vez y volvió a su tarea de escuchar en los pasillos. Se sonría mientras escuchaba a Louis balbucear cosas del tipo “¿dónde están los ‘gracias Louis, por darme el mejor orgasmo de mi vida?’ y ‘¿ni siquiera me va a prestar la ducha?’”.

La tercera vez que se giró para decirle que se apure, Louis ya estaba completamente vestido y de pie en el medio de la alcoba. Tenía el cabello despeinado para un costado, delatando eso del dormir sobre su brazo.

"Buen día" le dijo, con tono serio. La sonrisa asomaba a pesar del hastío y el cansancio, y la expresión de molestia que no se esforzaba en disimular.

"Buen día" lo saludó Harry y se acercó a él, se lamió la punta de los dedos e intentó acomodarle el cabello.

"No tiene arreglo, no te preocupes" dijo Louis. Harry volvió la mirada a los ojos de Louis, cansados pero encendidos como siempre, y cuando él le sonrió la respuesta fue casi mecánica.

"Perdón por todo esto..."

"No, está bien... No debí quedarme dormido" respondió Louis encogiéndose de hombros. Se veía tan pequeñito y fantasmal como un hada. Así que Harry lo besó, para corroborar que fuera real. Apenas si fue una torpe caricia seca, veloz; Louis se separó en seguida.

"Mal aliento. Muy temprano" dijo, agachando la mirada.

"¿Muy temprano para usar conectores también?" Se burló el de rulos. Louis soltó una carcajada fresca y ruidosa, pero tímida también.

"Tengo mal aliento y es muy temprano. ¿Así está mejor?"

Harry asintió, pero no hizo caso a sus razones y volvió a besarlo, esta vez abriendo apenas la boca, dejando un sonoro chuick en su labio inferior.

"Realmente quisiera que pudieras quedarte, pero está toda mi familia y..." se disculpó otra vez.

Antes de que Louis atinara a decir algo, la voz de Anne se escuchó por el pasillo ("Levántate Styles, ya van a llegar todos").

Lo que siguió fue una escena tan rápida, desesperada y torpe que Harry no podía creer que no lo hubiesen atrapado. Entre susurros y reclamos y suaves empujones, Harry le explico en menos de dos oraciones, a Louis, como salir por la ventana ("Tienen que ser como tres metros, Harry, podría morir") colgándose del árbol y bajando luego a la vereda, y antes de que Anne abriera la puerta Harry salía al pasillo envuelto con una toalla y excusándose velozmente al baño antes de que cualquier tipo de pregunta fuera dicha.

Estuvo cerca, pensó Harry, pero, haciendo honor a la verdad, había estado más que cerca:

Cuando bajó por la escalera, ya bañado y vestido para recibir a su familia, Gemma tomaba el té con Louis en la misma mesa en la que la madrugada anterior habían compartido un café.

"Ten unas tostadas, cariño" dijo Anne y dejó el plato cerca del invitado. Louis sonrió, encantador, como siempre.

"Gracias, señora."

"Llámame Anne" le respondió devolviéndole la sonrisa.

Harry caminó hacia la mesa y se sentó al lado de su hermana, Louis intentaba controlar la sonrisa pero estaba demasiado nervioso como para lograrlo.

"Oi, Harry, ¿Sabías que Louis aquí conoce al cantante de The Script?" Le preguntó su hermana incrédula, pero Harry no tenía palabras así que sólo respondió negando con la cabeza. Mientras le preparaba el té como le gustaba le contó la misma historia que había dicho Louis, algo de un amigo en común con su prima y una fiesta en Londres una vez.

Cada vez que Harry buscaba su mirada en busca de una explicación, Louis sólo sonreía y se encogía de hombros, Gemma seguía hablando y parecía mentira que todo eso estuviera pasando.

Después de terminado el té y antes de que Gemma hiciera otra pregunta que devendría en una nueva charla de media hora, Louis dijo que debería irse a su casa. Harry se puso de pie en seguida, dando entender a su familia que sería él quien lo acompañaría hasta la puerta (Gemma hasta parecía un poco decepcionada).

Cerró la puerta detrás de él, como si eso sirviera para evitar que su familia oyera (como si no estuvieran pegadas detrás de la puerta intentando escuchar cada palabra).

"¿Qué-mierda-fue-eso?" Dijo y dejó escapar un pesado suspiro.

"No tengo la menor idea" respondió Louis y se río del modo en el que sólo él sabía hacerlo, como música. "Estaba intentando bajarme de tu estúpido árbol -me lástime las manos, dicho sea de paso" le aclaró mostrándole una herida superficial en la palma.

Harry la tomó para verla, pero después sus dedos quedaron entrelazados, mientras Louis seguía contando su historia.

"Y escucho a tu hermana decir 'Ey, ¿estas son tus zapatillas?', -las había dejado en el pórtico, ¿sabes?- y te juro que casi muero ahí mismo de vergüenza..." Harry sonrió al ver sus mejillas tomando color, el mismo recuerdo bastaba para ponerlo nervioso otra vez. "Estaba tan incómodo, no sabía que hacer. ¡Lo siento tanto!"

Harry apretó un poco más fuerte su mano. Lo sorprendió muchísimo verlo tan nervioso, culposo, y odio sentirse responsable de ese cambio en él. No es que no le enterneciera. Honestamente dudaba que hubiera algo que Louis pudiera hacer y que a él no le encantara de algún modo. Es que Harry no conocía mucho a Louis, pero lo conocía lo suficiente para saber que cualquier cosa que opacara esa seguridad, esa actitud, esa valentía, no era algo bueno.

"No te disculpes, en serio; no era por eso que... No es que estuviera escondiéndote... Me encanta que las hayas conocido, y que les hayas caído bien" se apresuró a decir, pero esto no tuvo el efecto deseado. Louis sonrió, pero sus ojos denunciaban que estaba, quizá, un poco más incómodo que antes.

"Mira, Harry..." comenzó a decir, y fue el turno del de rulos de poner expresión incómoda. Ese tono de voz no anunciaba nada bueno. "No es que... es que yo..."

Louis se rascó la cabeza,  desesperado por no poder encontrar las palabras.

"Es que me gustas, pero no soy bueno en esto de las cosas familiares..." se explicó. Harry se mordió la lengua para no decir que de hecho era bastante bueno (Gemma lo adoraba y apenas habían hablado una hora).

"Está bien" le dijo, fingiendo una sonrisa. No estaba triste, la mano de Louis estaba en la suya y el recuerdo de la noche anterior todavía volvía de a ráfagas, llenándole el cuerpo de cosquillas. Simplemente tenía miedo, de lo que podría salir de su boca.

"Es que eso de ponerse de novios, y conocer a los padres y... No soy de ese tipo, no sirvo para eso... Debí decírtelo antes de lo de anoche Harry, pero es que... Me gustas mucho, pero no puedo ser tu.. Novio" Louis se sonrojó ante la expresión sorprendida de Harry.

"Woah, ¿Quién dijo algo de novios?"

Louis suspiró ton aliviado que hasta su mano pareció encogerse en los dedos de Harry.

"Me preocupaba que estemos buscando dos cosas distintas..." confesó.

"Yo no estoy buscando nada" explicó el de rulos. Con la mano libre buscó la otra de Louis,  y se sonrió al ver la expresión altanera del chico (algo así como si sus ojos le dijeran: ¿en serio? No tenemos cinco). "Tan sólo a mi también me gustas mucho, ¿Si?"

Louis asintió antes de sellar esa especie de acuerdo con un beso.

"Si" dijo y lo besó otra vez. Soltó sus manos, fingiendo una exagerada disconformidad con eso de estar dándose las manos en la puerta de su casa. Un poco hipócrita, realmente, la sonrisa pícara confesaba más de lo que se atrevía a admitir.

Louis bajó la escalinata sin quitarle la mirada de encima; ahora sí se veía lindo, pensó Harry, ahora sí se parecía a ese Louis que conocía aunque fuera un poco, con la sonrisa pícara y la mirada desafiante. "Llamame cuando dejes de estar castigado" bromeó.

"No estoy castigado" le respondió Harry confundido, sacando pecho, ofendido por esa tonta referencia a su edad (uno pensaría que un poco de sexo bastaría para que Louis dejara de tratarlo como un niño).

"¡Ingenuo y pequeño Harry! Estás taan castigado..." insistió y se dio media vuelta, alejándose de la casa.

Harry balbuceó un adiós y luego se quedó allí parado, apretando los labios para no sonreír como un idiota. Sentía que si aflojaba sus gestos estallaría en una carcajada sincera pero, oh, tan extraña. No quería darle el gusto a sus vecinos, ya de por sí creían que era raro.

*

Louis 21:44

¿Y? ¿Qué tan castigado estás?

 

Harry 21:55

Muy. No salgo hasta que terminen las clases.

 

Louis 22:07

¿Cuándo es eso? ¿Terminaste el trabajo que estabas haciendo anoche? El de Rousseau

 

Harry 22:09

En un mes y medio

           22:10

Lo estoy imprimiendo

 

Louis 22:14

Un mes y medio es muuucho tiempo, tu mamá no tiene corazón

 

Harry 22:16

Esperarás por mí?? :P

 

Louis 22:18

Por supuesto

          22:19

Todavía me debes una mamada ;)

          

Harry 22:36

Pervertido

 

Louis 22:40

Buenas noches xx

 

Harry 22:41

Buenas noches :) xx
liliumpumilum
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Mensaje por julyALC Mar 14 Mayo 2013, 5:56 pm

Fecha de muerte: 14/05/2013
CAUSAS: Este capitulo
ADVERTENCIAS: Estoy leyendo oficial a mi escritora favorita, Shakespeare. puede esperar...
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Mensaje por julyALC Mar 14 Mayo 2013, 6:00 pm

¿C-COMO? ¿C-OMO? no... por dios esto no es de dios. supongo que tengo que decirte que debes ser paciente, yo con sophie vamos al día en tu novela pero el resto de las chicas les tomara un dia o dos leer lo ;) y cuando lo hagan estare ahí para decirte:
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TE LO DIJE.

Eres excelente en lo que haces.

Seriously. you're the best at this.

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Mensaje por julyALC Mar 14 Mayo 2013, 6:10 pm

Si no te pongo esto: no duermo.
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Mensaje por sofi16_1999 Mar 14 Mayo 2013, 6:11 pm

Me encantó este capítulo
Louis es tan lindo
Aunque no le creo en la parte de que no quiere nada serio ( y menos a Harry )
De hecho, yo todavía guardaba esperanza en Lirry como romance ( no sé, me gustaban realmente como pareja )
Síguela pronto
Love You
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