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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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que imagen te gusta para la nove?
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
AAAAAAAAAAAAAIIIII LA RESCATOOOOOOOO!!!!! Y CLARO QUE LA SALVOO VERDAD?????
chelis
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
Ahhhh mi Nick :(
En verdad es un amor salvo a
La rayis y no le importa sufrir el
Aww mi vida en verdad lo amo
Y la rayis Ahhh espero se encuentre
Bien que se que si ya que Nick hizo
Todo por ella ahhhh quiero que
La rayis ya este bien para siempre y
Este junto a Nick ya que ambos se aman
Aww en verdad amo la nove
Siguela pronto necesito mas caps
Haces que me vuelva adicta a tus
Noves Andy las amo!!
En verdad es un amor salvo a
La rayis y no le importa sufrir el
Aww mi vida en verdad lo amo
Y la rayis Ahhh espero se encuentre
Bien que se que si ya que Nick hizo
Todo por ella ahhhh quiero que
La rayis ya este bien para siempre y
Este junto a Nick ya que ambos se aman
Aww en verdad amo la nove
Siguela pronto necesito mas caps
Haces que me vuelva adicta a tus
Noves Andy las amo!!
Karli Jonas
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
HAY QUE LINDO NICK,ME ENCANTO EL CAPITULO, PERO QUE MAL POR NICK TODO HERIDO, SIGUELAAAAAAAAA
Dorin
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
holas chicas q bueno q les gusto el cap!!! me encantan sus comentarios! mil gracias por pasarse! y no las hago esperar! aki su cap!
Dios debe de tener algo pensado para ti, mon ami, al parecer vas a vivir otro día más, comprenez vous?
Por raro que pareciera, Nick lo entendió, y creyó sus palabras. No iba a morir. No quería morir. Por primera vez en varios siglos quería vivir; lo deseaba con todas sus fuerzas, aunque eso significara soportar aquel horrible dolor durante más tiempo.
Muchas de las heridas habían desaparecido. Se había pasado casi todo el día encerrado en el vestidor de Molyneux, sanándose a base de dormir y de oscuridad. A todos los de la casa se les dijo que Nick sufría una crisis por culpa de su «alergia» al sol, pero eso no impidió los constantes toques a la puerta de Molyneux preguntando si se encontraba bien.
Cada vez que alguien llamaba, Nick se despertaba y se ponía a la defensiva, listo para atacar, lo cual no ayudaba a su curación. Finalmente, Molyneux optó por salir de la habitación durante unas horas. Dio a la familia el último parte sobre la salud de Nick y prohibió al servicio que entrara en su habitación. Llegó incluso a cerrar la puerta con llave, y Nick se lo agradeció. Bastante difícil sería explicar su aspecto a los demás, por no hablar del asesinato de uno de los criados del señor Ryland en el sótano de las ruinas.
Molyneux cuidó de él como lo había hecho tantas veces a lo largo de su amistad.
A veces, Nick aún se sorprendía de ver a Francis Molyneux. Cuando lo miraba, esperaba encontrar a aquel joven sacerdote al que habían asignado para que lo vigilara, como si fuera un chico abandonado o una mascota exótica. Nick dejó que la Iglesia creyera que podía controlarle, tanto a él como a sus amigos, y a la vez rezó para que fuera cierto.
Hacía cuarenta y cinco años que a Molyneux le había sido encargada la tarea de vigilarlo; en esa época, era un joven lleno del fuego de Dios. Ahora, su pelo negro se había convertido en gris y sus jóvenes facciones habían desaparecido. Estaba más gordo, se lo veía más bajito, pero para Nick siempre sería aquel joven que se había atrevido a mirarlo pensando que Dios lo protegería de su demonio interior. Nick no tardó en quitarle esa idea de la cabeza. Alargó sus colmillos, sujetó al joven contra el suelo y dejó que Molyneux viera la muerte que había en sus ojos.
El sacerdote se quedó tumbado debajo de él, con el corazón latiéndole tan rápido como el aleteo de un colibrí. Lo miró a los ojos y entonces Nick sintió la afilada punta de una estaca contra su pecho. El chico estaba aterrorizado, pero era muy valiente. Fue el primero de una larga lista de personas que Nick creyó capaces de matarlo si hacía falta. Eso hizo que el joven sacerdote se ganara el respeto del vampiro y, con el paso del tiempo, también su amistad. Por eso a Nick le dolía ver envejecer a su amigo. Algún día moriría, como todos, y Nick lo echaría mucho de menos cuando se fuera. Llegaría otro joven sacerdote, otro que también querría demostrar su valía, que querría derrotar al demonio que habitaba dentro de Nick, dominarlo, pero nunca habría otro Molyneux.
Igual que nunca habría otra ___.
Nick estaba ya en su habitación, casi recuperado tanto del veneno como de las quemaduras del sol. Molyneux le aseguró que el médico de la familia no iría a visitarlo, y le dio noticias de ___.
—¿Cómo se encuentra hoy? —preguntó Nick apartando las sábanas de la cama. La habitación estaba a oscuras, pero sabía que el sol se estaba poniendo. Podía sentir cómo la paz llegaba a su cuerpo.
Molyneux se acercó a la ventana y apartó las cortinas para dejar que entrara la suave luz del atardecer. Nick hizo una pequeña mueca de dolor, pues aún tenía los ojos muy sensibles, pero ya no le ardían.
—Se espera que la señorita Ryland esté ya totalmente recuperada de su experiencia. Creo que esta noche va a cenar con nosotros.
A Nick le costó respirar. Él aún no sabía si estaba listo para asistir a la cena.
—¿Estoy lo bastante presentable como para ir yo? —preguntó Nick no tenía ni idea del aspecto que tenía, sólo sabía cómo se sentía, y con los dolores que aún notaba su criterio no era del todo fiable.
Y mirarlo por sí mismo era lo último que quería hacer. Él no se miraba a menudo en los espejos porque la plata combinada con su maldición alteraba su aspecto de un modo perturbador e indiscernible. Desde el incidente en el sótano no se había atrevido a hacerlo.
El sacerdote sonrió.
—Se te ven las mejillas un poco sonrosadas por las quemaduras, pero por lo demás tienes un aspecto viril y saludable.
Nick arqueó una ceja.
—Viril, ¿eh? ¿Crees que las damas se rendirán a mis pies en cuanto me vean?
Molyneux parpadeó.
—¿Eso ha sido un chiste? ¿Desde cuándo tienes sentido del humor? Ahora sí creo que quizá te estés muriendo.
—Tampoco es tan raro —replicó Nick atravesando la alfombra para ir al cuarto de baño anexo a su habitación. Rosecourt estaba equipada con todos los lujos, y aquella preciosa bañera era el deleite de Nick, en especial la ducha que la acompañaba.
—Puedo contar con los dedos de una mano los comentarios divertidos que has hecho en el último siglo.
Nick se detuvo delante de la puerta del cuarto de baño.
—¿Lo dices en serio? —No podía ser que fuera tan sombrío y depresivo, ¿no?
—Ah, oui—asintió Molyneux.
—¿Y cómo soportas estar conmigo?
—Yo tengo bastante sentido de humor para los dos.
Nick se rió y le dio la razón.—De hecho —continuó su amigo evitando la mirada de Nick a la vez que cepillaba una manga de su abrigo—, desde que estamos en Rosecourt no eres el mismo. El cambio ha sido de lo más...agradable.
Nick se quitó la bata, abrió los grifos y entró desnudo en la bañera. Se estaba llenando de agua tibia y por el momento le cubría hasta los tobillos. De un jarrón que había al lado de la bañera cogió un puñado de hierbas que lo ayudarían a curarse mejor y las echó en el agua.
—Crees que es mérito de ___, ¿no es así?
El sacerdote adoptó una expresión de inocencia.
—¿Por qué iba a creer eso?
Porque Nick sabía que era verdad. Porque ___ lo hacía sentir más vivo de lo que se había sentido... nunca.
—Dentro de poco volveré a ser el mismo, no te preocupes. —intentó parecer alegre, pero no lo consiguió.
Molyneux se entristeció.
—Eso es precisamente lo que me preocupa.
Él no respondió.
Después de bañarse, Nick regresó a su habitación vestido con una limpia bata de seda negra. El descanso le había ayudado, y el baño también. No había ningún motivo por el que no pudiera ir abajo y estar con ___, y con los otros, claro está.
Se secó el pelo con una mullida toalla. Los tiempos modernos lo habían mal acostumbrado y, a veces, sentía que se comportaba como una mujer. En esa época incluso los hombres utilizaban jabones aromatizados. Él aún recordaba cuando se bañaba en los ríos helados y utilizaba arena para eliminar la mugre de su piel.
Para ser sincero, tenía que reconocer que le encantaban los jabones aromatizados; olían a sándalo.
—¿Has hablado con Kevin? —preguntó Nick al ver que Molyneux seguía allí, sentado en una silla junto a la ventana. Apenas quedaban unos rayos de luz. El atardecer dibujaba una delgada línea naranja contra el cielo violeta.
El sacerdote asintió sombrío.
—Sí. El joven se ha ocupado del cadáver del hombre.
Eso era una buena noticia. Lo último que necesitaban era que las autoridades locales asomaran la nariz e hicieran preguntas incómodas.
—¿Qué ha hecho con él?—No se lo he preguntado. No quiero saberlo. Me ha asegurado que en caso de que lo encuentren, no habrá nada que lo relacione con los Ryland.
—Eso es lo único que importa. —Si encontraban el cuerpo fuera de Rosecourt asumirían que había sido asesinado por unos ladrones—. ¿Qué más te dijo? ¿Lo encontró?
—¿El Grial Maldito? No, no lo encontró, pero tanto tú como yo sabemos que eso no significa que no esté allí. Y espero que siga escondido.
¿El Grial Maldito? ¿Molyneux creía que le preguntaba por el Grial Maldito?
—Me refería al Santo Grial. ¿Lo encontró?
Molyneux se cruzó de piernas. El movimiento pareció costarle y Nick se acordó de que su amigo tenía ya una edad. De repente le pareció muy viejo, y muy, muy cansado.
—No, amigo mío. Me temo que no.
Nick apretó la toalla entre los puños, con tanta fuerza que unas gotas de agua cayeron por sus dedos.
—¿Lo sabe ella?
De haber sido posible, Nick juraría que Molyneux acababa de envejecer cinco años en aquel instante.
—No, creo que no.
Nick se dio la vuelta. Pobre ___. ¿Qué podía hacer ahora?
—Yo se lo diré —decidió sin dudarlo, por muy doloroso que fuera— Kevin no tendrá estómago para hacerlo. —Kevin deseaba tanto encontrar el Grial para ___ que incluso se había atrevido a desafiar a Nick. Seguro que prefería morir antes que decirle a su amiga que le había fallado.
—Es muy considerado por tu parte.
Una risa amarga escapó de la garganta de Nick.
—Sí, yo siempre he sido muy considerado.
—Tú la salvaste. ¿O acaso no lo hiciste?
Nick le miró serio.
—Sí, ¿y para qué? ¿Para tener aún una muerte más dolorosa?
Molyneux sonrió.
—Tal vez ése no sea su destino. Dios te permitió salvarla; le perdonó la vida igual que te la ha perdonado a ti.
Nick sacudió la cabeza. ¿De verdad podía ser tan inocente un hombre adulto?
—Dios no me ha perdonado la vida, Francis.
—¿Cómo puedes decir eso? Estás vivo.
—Estoy vivo porque fui a un burdel y bebí la sangre de trece mujeres. Estoy vivo porque estaba lo bastante fuerte como para resistir los rayos del sol. —Tiró la toalla y se dio la vuelta para mirar a su amigo—. Estoy vivo porque no estaba dispuesto a permitir que Él se llevara a ___ de mi lado; no antes de que yo la haya amado. Por eso estoy vivo.
Molyneux palideció.
—¿Mataste a alguna de esas mujeres?
—Por supuesto que no —gruñó Nick.
El alivio que sintió el sacerdote fue palpable.
—Me alegro. En ese caso, no hay ninguna necesidad de que sigas torturándote. Si no lo hubieras hecho, tal vez no habrías podido salvar a la señorita Ryland.
Nick no se molestó en decirle que probablemente esas mujeres también habían salvado a ___ de sus instintos. Y tampoco se molestó en decirle a Molyneux que mataría gustoso a veinte humanos, hombres o mujeres, si eso significara que ___ podía vivir una vida entera. Diablos, se cambiaría por ella si eso no implicara maldecir el alma de ___ para siempre.
Pero aunque estuviera dispuesto a matar por ella, no se atrevía a convertirla en lo que él era, porque sabía que eso no lo haría por ___.
Lo haría por él.
Capitulo 13 (1/2)
Dios debe de tener algo pensado para ti, mon ami, al parecer vas a vivir otro día más, comprenez vous?
Por raro que pareciera, Nick lo entendió, y creyó sus palabras. No iba a morir. No quería morir. Por primera vez en varios siglos quería vivir; lo deseaba con todas sus fuerzas, aunque eso significara soportar aquel horrible dolor durante más tiempo.
Muchas de las heridas habían desaparecido. Se había pasado casi todo el día encerrado en el vestidor de Molyneux, sanándose a base de dormir y de oscuridad. A todos los de la casa se les dijo que Nick sufría una crisis por culpa de su «alergia» al sol, pero eso no impidió los constantes toques a la puerta de Molyneux preguntando si se encontraba bien.
Cada vez que alguien llamaba, Nick se despertaba y se ponía a la defensiva, listo para atacar, lo cual no ayudaba a su curación. Finalmente, Molyneux optó por salir de la habitación durante unas horas. Dio a la familia el último parte sobre la salud de Nick y prohibió al servicio que entrara en su habitación. Llegó incluso a cerrar la puerta con llave, y Nick se lo agradeció. Bastante difícil sería explicar su aspecto a los demás, por no hablar del asesinato de uno de los criados del señor Ryland en el sótano de las ruinas.
Molyneux cuidó de él como lo había hecho tantas veces a lo largo de su amistad.
A veces, Nick aún se sorprendía de ver a Francis Molyneux. Cuando lo miraba, esperaba encontrar a aquel joven sacerdote al que habían asignado para que lo vigilara, como si fuera un chico abandonado o una mascota exótica. Nick dejó que la Iglesia creyera que podía controlarle, tanto a él como a sus amigos, y a la vez rezó para que fuera cierto.
Hacía cuarenta y cinco años que a Molyneux le había sido encargada la tarea de vigilarlo; en esa época, era un joven lleno del fuego de Dios. Ahora, su pelo negro se había convertido en gris y sus jóvenes facciones habían desaparecido. Estaba más gordo, se lo veía más bajito, pero para Nick siempre sería aquel joven que se había atrevido a mirarlo pensando que Dios lo protegería de su demonio interior. Nick no tardó en quitarle esa idea de la cabeza. Alargó sus colmillos, sujetó al joven contra el suelo y dejó que Molyneux viera la muerte que había en sus ojos.
El sacerdote se quedó tumbado debajo de él, con el corazón latiéndole tan rápido como el aleteo de un colibrí. Lo miró a los ojos y entonces Nick sintió la afilada punta de una estaca contra su pecho. El chico estaba aterrorizado, pero era muy valiente. Fue el primero de una larga lista de personas que Nick creyó capaces de matarlo si hacía falta. Eso hizo que el joven sacerdote se ganara el respeto del vampiro y, con el paso del tiempo, también su amistad. Por eso a Nick le dolía ver envejecer a su amigo. Algún día moriría, como todos, y Nick lo echaría mucho de menos cuando se fuera. Llegaría otro joven sacerdote, otro que también querría demostrar su valía, que querría derrotar al demonio que habitaba dentro de Nick, dominarlo, pero nunca habría otro Molyneux.
Igual que nunca habría otra ___.
Nick estaba ya en su habitación, casi recuperado tanto del veneno como de las quemaduras del sol. Molyneux le aseguró que el médico de la familia no iría a visitarlo, y le dio noticias de ___.
—¿Cómo se encuentra hoy? —preguntó Nick apartando las sábanas de la cama. La habitación estaba a oscuras, pero sabía que el sol se estaba poniendo. Podía sentir cómo la paz llegaba a su cuerpo.
Molyneux se acercó a la ventana y apartó las cortinas para dejar que entrara la suave luz del atardecer. Nick hizo una pequeña mueca de dolor, pues aún tenía los ojos muy sensibles, pero ya no le ardían.
—Se espera que la señorita Ryland esté ya totalmente recuperada de su experiencia. Creo que esta noche va a cenar con nosotros.
A Nick le costó respirar. Él aún no sabía si estaba listo para asistir a la cena.
—¿Estoy lo bastante presentable como para ir yo? —preguntó Nick no tenía ni idea del aspecto que tenía, sólo sabía cómo se sentía, y con los dolores que aún notaba su criterio no era del todo fiable.
Y mirarlo por sí mismo era lo último que quería hacer. Él no se miraba a menudo en los espejos porque la plata combinada con su maldición alteraba su aspecto de un modo perturbador e indiscernible. Desde el incidente en el sótano no se había atrevido a hacerlo.
El sacerdote sonrió.
—Se te ven las mejillas un poco sonrosadas por las quemaduras, pero por lo demás tienes un aspecto viril y saludable.
Nick arqueó una ceja.
—Viril, ¿eh? ¿Crees que las damas se rendirán a mis pies en cuanto me vean?
Molyneux parpadeó.
—¿Eso ha sido un chiste? ¿Desde cuándo tienes sentido del humor? Ahora sí creo que quizá te estés muriendo.
—Tampoco es tan raro —replicó Nick atravesando la alfombra para ir al cuarto de baño anexo a su habitación. Rosecourt estaba equipada con todos los lujos, y aquella preciosa bañera era el deleite de Nick, en especial la ducha que la acompañaba.
—Puedo contar con los dedos de una mano los comentarios divertidos que has hecho en el último siglo.
Nick se detuvo delante de la puerta del cuarto de baño.
—¿Lo dices en serio? —No podía ser que fuera tan sombrío y depresivo, ¿no?
—Ah, oui—asintió Molyneux.
—¿Y cómo soportas estar conmigo?
—Yo tengo bastante sentido de humor para los dos.
Nick se rió y le dio la razón.—De hecho —continuó su amigo evitando la mirada de Nick a la vez que cepillaba una manga de su abrigo—, desde que estamos en Rosecourt no eres el mismo. El cambio ha sido de lo más...agradable.
Nick se quitó la bata, abrió los grifos y entró desnudo en la bañera. Se estaba llenando de agua tibia y por el momento le cubría hasta los tobillos. De un jarrón que había al lado de la bañera cogió un puñado de hierbas que lo ayudarían a curarse mejor y las echó en el agua.
—Crees que es mérito de ___, ¿no es así?
El sacerdote adoptó una expresión de inocencia.
—¿Por qué iba a creer eso?
Porque Nick sabía que era verdad. Porque ___ lo hacía sentir más vivo de lo que se había sentido... nunca.
—Dentro de poco volveré a ser el mismo, no te preocupes. —intentó parecer alegre, pero no lo consiguió.
Molyneux se entristeció.
—Eso es precisamente lo que me preocupa.
Él no respondió.
Después de bañarse, Nick regresó a su habitación vestido con una limpia bata de seda negra. El descanso le había ayudado, y el baño también. No había ningún motivo por el que no pudiera ir abajo y estar con ___, y con los otros, claro está.
Se secó el pelo con una mullida toalla. Los tiempos modernos lo habían mal acostumbrado y, a veces, sentía que se comportaba como una mujer. En esa época incluso los hombres utilizaban jabones aromatizados. Él aún recordaba cuando se bañaba en los ríos helados y utilizaba arena para eliminar la mugre de su piel.
Para ser sincero, tenía que reconocer que le encantaban los jabones aromatizados; olían a sándalo.
—¿Has hablado con Kevin? —preguntó Nick al ver que Molyneux seguía allí, sentado en una silla junto a la ventana. Apenas quedaban unos rayos de luz. El atardecer dibujaba una delgada línea naranja contra el cielo violeta.
El sacerdote asintió sombrío.
—Sí. El joven se ha ocupado del cadáver del hombre.
Eso era una buena noticia. Lo último que necesitaban era que las autoridades locales asomaran la nariz e hicieran preguntas incómodas.
—¿Qué ha hecho con él?—No se lo he preguntado. No quiero saberlo. Me ha asegurado que en caso de que lo encuentren, no habrá nada que lo relacione con los Ryland.
—Eso es lo único que importa. —Si encontraban el cuerpo fuera de Rosecourt asumirían que había sido asesinado por unos ladrones—. ¿Qué más te dijo? ¿Lo encontró?
—¿El Grial Maldito? No, no lo encontró, pero tanto tú como yo sabemos que eso no significa que no esté allí. Y espero que siga escondido.
¿El Grial Maldito? ¿Molyneux creía que le preguntaba por el Grial Maldito?
—Me refería al Santo Grial. ¿Lo encontró?
Molyneux se cruzó de piernas. El movimiento pareció costarle y Nick se acordó de que su amigo tenía ya una edad. De repente le pareció muy viejo, y muy, muy cansado.
—No, amigo mío. Me temo que no.
Nick apretó la toalla entre los puños, con tanta fuerza que unas gotas de agua cayeron por sus dedos.
—¿Lo sabe ella?
De haber sido posible, Nick juraría que Molyneux acababa de envejecer cinco años en aquel instante.
—No, creo que no.
Nick se dio la vuelta. Pobre ___. ¿Qué podía hacer ahora?
—Yo se lo diré —decidió sin dudarlo, por muy doloroso que fuera— Kevin no tendrá estómago para hacerlo. —Kevin deseaba tanto encontrar el Grial para ___ que incluso se había atrevido a desafiar a Nick. Seguro que prefería morir antes que decirle a su amiga que le había fallado.
—Es muy considerado por tu parte.
Una risa amarga escapó de la garganta de Nick.
—Sí, yo siempre he sido muy considerado.
—Tú la salvaste. ¿O acaso no lo hiciste?
Nick le miró serio.
—Sí, ¿y para qué? ¿Para tener aún una muerte más dolorosa?
Molyneux sonrió.
—Tal vez ése no sea su destino. Dios te permitió salvarla; le perdonó la vida igual que te la ha perdonado a ti.
Nick sacudió la cabeza. ¿De verdad podía ser tan inocente un hombre adulto?
—Dios no me ha perdonado la vida, Francis.
—¿Cómo puedes decir eso? Estás vivo.
—Estoy vivo porque fui a un burdel y bebí la sangre de trece mujeres. Estoy vivo porque estaba lo bastante fuerte como para resistir los rayos del sol. —Tiró la toalla y se dio la vuelta para mirar a su amigo—. Estoy vivo porque no estaba dispuesto a permitir que Él se llevara a ___ de mi lado; no antes de que yo la haya amado. Por eso estoy vivo.
Molyneux palideció.
—¿Mataste a alguna de esas mujeres?
—Por supuesto que no —gruñó Nick.
El alivio que sintió el sacerdote fue palpable.
—Me alegro. En ese caso, no hay ninguna necesidad de que sigas torturándote. Si no lo hubieras hecho, tal vez no habrías podido salvar a la señorita Ryland.
Nick no se molestó en decirle que probablemente esas mujeres también habían salvado a ___ de sus instintos. Y tampoco se molestó en decirle a Molyneux que mataría gustoso a veinte humanos, hombres o mujeres, si eso significara que ___ podía vivir una vida entera. Diablos, se cambiaría por ella si eso no implicara maldecir el alma de ___ para siempre.
Pero aunque estuviera dispuesto a matar por ella, no se atrevía a convertirla en lo que él era, porque sabía que eso no lo haría por ___.
Lo haría por él.
Andrea P. Jonas:)
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
Hayy que capi!!!
Que lindo estuvo que bueno q sa recupero!!
SIGUELA!!!!!!
Que lindo estuvo que bueno q sa recupero!!
SIGUELA!!!!!!
Pamm Jonas
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
ENSERIIIIOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
AAAAAAIII OTRO CAAAAPIISSS
AAAAAAIII OTRO CAAAAPIISSS
chelis
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
Dios llevo siglos sin pasar po aca!
y han pasado tantas cosas!
la nove me encanta esta genial!
y ya quiero mas! please siguela
y han pasado tantas cosas!
la nove me encanta esta genial!
y ya quiero mas! please siguela
Mire
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
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amo tu novelaaaa siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ElitzJb
Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada
holas mis niñas como estan?? espero q esten de lo mejor! :D
chicas gracias por sus comentarios!!! dejenme decirles q si los leoo! jajajaja si asi estan ahora no quiero saber como estaran mas adelante!!! espero q no se me mueran de un paro cardiaco!!! ahora mismo les subo el cap de hoy!! espero q les guste! y mire no te preocupes! ;)
Kevin tenía la boca llena de sangre. Escupió en una de las botas de los hombres que lo sujetaban. Tenía uno a cada lado, cogiéndole los brazos con fuerza para que no pudiera volver a atacar a su líder. No luchó para soltarse, pero mantenía los músculos tensos, listo para golpear en cuanto se le presentara la oportunidad.
Había ido allí en busca de respuestas; para encontrar algún modo de romper la relación que tenía con aquellos hombres. En vez de eso, encontró más mentiras, más engaños.
Cuando se dio cuenta de lo que ellos habían hecho, de lo que le habían hecho a ___, no pudo controlarse. Sencillamente, los atacó, y se echó al cuello del hombre al que hacía responsable de todo ello.
Miró al que tenía delante, el hombre que lo había golpeado, y luego observó al que estaba detrás de éste, limpiándose la comisura de los labios con un pañuelo blanco.
Ése, al que había oído llamar Mago, levantó la vista para mirar a Kevin.
—Es un hombre muy valiente, y muy estúpido, señor Grey. ¿Qué esperaba conseguir viniendo aquí y atacándome?
—Usted estaba en el sótano. —A Kevin le dolía la mandíbula de la fuerza con que la apretaba para lograr reprimir las ganas que tenía de golpear a los hombres que lo sujetaban. Dio una patada al cadáver que había a sus pies, el mismo que él había llevado hasta allí —. Es uno de sus hombres, ¿me equivoco?
Mago deslizó la vista hasta el cuerpo y no lo negó.
—No encontramos el Santo Grial, si eso es lo que le preocupa.
Kevin aguantó la mirada del hombre y se le pusieron los pelos de punta. Aunque lo hubieran encontrado, dudaba que aquel tipo se lo dijera. Eran lo bastante listos como para ocultar que tenían ese objeto en su poder, si es que así era.
—¿Qué encontraron?
Una lenta sonrisa se dibujó en los ensangrentados labios de Mago.
—Nada, algunas alimañas, viejas reliquias. Nada que pueda interesarle.
Kevin le dio un vuelco el corazón. Había algo oculto en las palabras de Mago. Sí, era lo bastante listo como para no dar detalles, pero no podía evitar fanfarronear. Alimañas. Reliquias. Temple. El Grial Maldito. Que Dios les ayudara.
—Me prometió que me dejaría hablar con Temple.
Como si eso tuviera ya ninguna importancia. Al principio, Kevin se había entusiasmado con la idea de descubrir algo más sobre Dreux Beauvrai y sobre la criatura en la que se había convertido. Quería descubrir el oscuro secreto del pasado de su familia, y sí, la idea de inmortalidad le intrigaba, pero en esos momentos... en esos momentos todo le parecía estúpido y egoísta comparado con las ansias de vivir que tenía ___.
¿Qué había hecho? Por suerte el veneno no había matado a ___, pero tampoco habían encontrado el Grial. Ellos le habían prometido el Grial. Él a cambio les había prometido guardar silencio; les garantizó que nadie sabría que estaban involucrados.
Pero lo más importante era que él le había prometido a ___ que encontraría el Grial. Kevin estaba convencido de que en aquellas ruinas hallarían algo que podría salvarla; y casi la había matado.
Las promesas no significaban nada para aquellos tipos. Sólo entendían de poder. Y ahora lo tenían.
Esperaba que ___ pudiese perdonarle algún día. Esperaba que Nick lo ayudara y que no lo matase por lo que había hecho. Quizá con la ayuda de Nick podría arreglar todo aquel lío.
—¿Quiere que vuelva a golpearle, amo? —preguntó el hombre que le había dado un puñetazo.
Mago se acercó, el corte que tenía en el labio estaba aún abierto, pero había dejado de sangrar.
—No, yo mismo me ocuparé de él.
Kevin no pudo evitar sonreír.
—¿En serio te ves capaz, viejo?
Tan pronto como esas palabras salieron de su boca, se soltó de quienes lo sujetaban, cogió a ambos por la nuca e hizo entrechocar sus cabezas. Aún no habían llegado al suelo cuando atacó al tercer hombre; le dio un golpe seco en el cuello y otro en la nuca dejándolo inconsciente.
Entonces se sacó la pistola del bolsillo y apuntó al jefe.
Tal vez fuera un estudioso, pero Kevin había aprendido a luchar con un profesional que su padre había contratado cuando él tan sólo era un muchacho. Había mejorado las técnicas que le habían enseñado en el salón de boxeo con los trucos que había aprendido en las letales calles de los muelles y en algunas otras más cercanas a su casa. Sabía cómo luchar y no tenía ningún problema en pelear sucio.
Mago entrecerró los ojos, ahora parecían dos motas negras en su pálido rostro.
Kevin se puso bien la americana.
—Quiero darle la oportunidad de poner fin a todo esto.
—Mi querido muchacho, el que va a llegar a su fin eres tú.
El aire que los rodeaba empezó a hacerse más pesado, como si se estuviera acercando una tormenta. Kevin no estaba seguro de lo que Mago era capaz de hacer, pero ese hombre se consideraba a sí mismo una especie de mago o sacerdote. Si era responsable de aquel cambio de tiempo, si era capaz de conjurar ese tipo de magia, Kevin y su pistola no tenían ninguna posibilidad de vencerle.
Kevin dio un paso atrás, hacia las puertas del balcón, blandiendo la pistola lista para disparar.
—Me has malinterpretado, Mago. Estoy poniendo fin a nuestra relación, pero esto aún no ha acabado. No voy a permitir que te lleves el Grial, ninguno de los dos cálices, y no voy a permitir que utilices a Temple para tus ansias de poder.
La sonrisa del hombre fue orgullosa y teñida de sangre.
—¿Y cómo piensa impedirlo, señor Grey? Usted no tiene suficiente poder.
Kevin salió al balcón. Se deslizaría por la tubería hasta el suelo, donde algo más abajo se veía un coche.
—No necesito poder —contestó él sonriendo a la vez que saltaba la barandilla—. Tengo a Nick.
—Lo que quiero saber, señor Nick, es cómo supo usted que mi hija estaba en peligro.
Si no fuera porque Thomas Ryland estaba sonriendo, ___¬¬¬¬¬____ se habría preocupado por el hombre al que le hacía esa pregunta. Pero Nick se limitó a sonreír a su vez.
—Dada la curiosidad insaciable de la señorita Ryland, me pareció la opción más lógica.
Incluso ___ se rió de esa respuesta.
—¿Está insinuando que soy una cotilla, Nick? —A ella no le importaba que él le tomara el pelo; era tan maravilloso poder volver a verlo... Tan maravilloso saber que estaba bien...
Nick era la pura imagen de la inocencia.
—Por supuesto que no, señorita Ryland. Eso sería de muy mala educación por mi parte.
Sus miradas se encontraron, y ese instante duró lo suficiente como para que ___ se derritiera por dentro. Entonces su padre volvió a hablar:
—Bueno, por lo que a mí respecta, me alegro mucho de que así fuera. Gracias por arriesgar su propia vida para traerla hasta aquí.
Thomas Ryland estaba a punto de llorar y, por su culpa, ella también. Sus hermanas estaban asimismo claramente conmovidas. Ninguno de ellos estaba listo para despedirse, aún no.
Con gesto sobrio, Nick se puso serio e inclinó la cabeza hacia el padre de ___.
—Lo hice encantado, señor. Y volvería a hacerlo.
En su tono no había nada aparte de sinceridad. Nick sentía cada una de las palabras que había dicho. Él volvería a arriesgarse para protegerla. ¿Por qué? Por haberla salvado el sol lo había quemado, o al menos eso era lo que Danielle había oído decir. Al salvarla a ella se había puesto en peligro, y aun así lo había hecho.
Saber que había arriesgado su vida para protegerla hacía que___ sintiera una opresión en el pecho que no quería analizar. Los ojos le escocían de lágrimas de gratitud y afecto.
Sí, afecto. Nick le gustaba. Bueno, era mucho más que eso. El mero hecho de saber que iba a verlo hacía que los días le parecieran mucho más brillantes. Se sentía atraída por él, le interesaba como persona y, ahora que había demostrado ser un héroe, ___ corría el peligro de enamorarse completamente de él. Eso no era nada bueno. Que le gustara y acostarse con él era una cosa, pero enamorarse... bueno, eso podía ser doloroso para ambas partes.
Hablando de dolor, Kevin no estaba allí esa noche. De hecho, ___ no lo había visto desde el «accidente». ¿Se sentía culpable de lo que había pasado, o de verdad estaba tan ocupado como le había dicho a Demetria? Ella confiaba en que fuera lo segundo. No era culpa suya que ella se hubiera hecho daño. ___ había ido a las ruinas por voluntad propia, sabiendo el riesgo que corría.
¿O lo que pasaba era que no quería decirle que ya no le quedaba ninguna esperanza? Esa posibilidad tampoco quería contemplarla, pero tenía que aceptar que podía ser así. Tenía que aceptar que se iba a morir, que nunca iba a tener canas, ni arrugas alrededor de los ojos, ni ninguna de todas esas cosas que la habían aterrorizado de más joven y que ahora daría cualquier cosa por poder vivir.
Habría sido tan maravilloso encontrar el Santo Grial, sostener esa leyenda en sus manos...
Pero aún no estaba muerta, así que no iba a actuar como si lo estuviera. Estaba cansada y le dolía el cuerpo, pero bebió un poco de vino, comió algo de rosbif y se propuso disfrutar de la compañía de la gente a la que amaba. El padre Molyneux le había dicho que comiera lo mejor que podía hacer para recuperar las fuerzas, y desde que se había despertado no había dejado de hacerlo.
Después de la cena, las damas se retiraron al salón y, un poco más tarde, los caballeros fueron a hacerles compañía. Tan pronto como Nick entró en la habitación, _______ lo llamó para que fuera hacia ella. Selena se levantó del sofá, donde estaba sentada junto a___, para que Nick pudiera ocupar su lugar y, tras acariciar la mejilla de su hermana, los dejó solos.
Nick se sentó en el sitio que había quedado vacío, su largo y musculoso cuerpo se acomodó al lado de ella con elegancia y sencillez. Se suponía que en ese sofá dos personas podían estar cómodas, pero tan cerca de Nick, ___ no lo estaba en absoluto.
¡Dios santo, estaba tan guapo vestido con aquel traje de noche!
___ puso una mano encima de la que él tenía descansando en el muslo. Sintió su piel cálida y firme. Podía sentir la fuerza de sus dedos.
—Quiero darte las gracias por salvarme la vida.
Nick parecía incómodo, y no dejaba de mirar la mano de ella, como si no supiera qué era. ___ no tenía intención de apartarla.
—Por favor, no me las des. En lo que a mí respecta, no tuve alternativa. —La miró a los ojos—. Hice lo que tenía que hacer, y no lo hice para ganar ninguna medalla.
¿Estaba siendo modesto, o intentaba librarse de ella? Su tono de voz no era cruel, pero tampoco tan dulce como ___ había esperado que fuera.
—Aunque fuera lo correcto, para mí significa mucho, y por eso quiero agradecértelo.
Nick inclinó la cabeza.
—Está bien, acepto tu agradecimiento.
Se quedaron mirándose en silencio. ___ no se cansaría nunca de mirar aquellos ojos dorados.
Unos segundos más tarde, ella rompió el silencio:
—Espero que tu heroica acción no te haya dejado secuelas muy graves.
Nick sacudió la cabeza.
—Estoy bien.
Y la verdad era que tenía buen aspecto. Aparte de las mejillas y el puente de la nariz un poco quemados, no se le veía nada más. Pero bueno, al fin y al cabo ella tampoco tenía el aspecto de alguien que había estado a punto de morir envenenado.
—¿Cómo extrajiste el veneno de mi cuerpo? —Formuló la pregunta antes de que se le ocurriera un modo menos descarado de hacerla.
Él ni siquiera parpadeó.
—Lo succioné.
Oh. Dios. Sintió cómo le ardían las mejillas y, con la otra mano, se apretó la seda que cubría sus pechos. Aún tenía la piel irritada y un poco amoratada, pero la herida casi había desaparecido, lo cual era muy extraño.
¡¿Lo succionó?!
___ apartó la mirada. ¿Podía Nick ver cómo le afectaba? ¡Estaban hablando de que él le había salvado la vida y ella se excitaba al pensar en cómo lo había hecho!
Y también se sentía abrumada por ello. Nick no sólo se había arriesgado a quemarse con el sol, también había ingerido aquel horrible veneno... por ella. Era mucho más de lo que nunca podría agradecerle.
Se serenó y volvió a mirarle.
—Otra vez te arriesgaste por mí.
El giró la mano para que la palma de ella descansara encima de la de él. A continuación, cerró los dedos encima de los de ___. Fue una sensación emocionante, muy íntima.
—Pareces sorprendida.
—Lo estoy. Según mi experiencia, la gente no suele arriesgarse por cualquiera.
—No lo hice por cualquiera. —Nick levantó la cabeza, confuso al tener que explicárselo—. Lo hice por ti.
___ volvió a sentir aquel calorcillo ¿Veía más de la cuenta en sus palabras o él de verdad sentía algo especial por ella?
—Vas a hacer que me sonroje.
Una sonrisa se insinuó en los sensuales labios de Nick.
—He sido demasiado descarado. Discúlpame.
—Prefiero que continúes siéndolo. —Ella también podía ser descarada. Tal vez había llegado el momento de decir lo que sentía. ¿De qué servía seguir ocultándolo?
—De acuerdo. —La sonrisa de Nick ganó encanto y sensualidad.
Volvieron a quedarse en silencio pero esta vez, merced a sus descarados comentarios, fue un silencio lleno de calor y seducción.
—¿Inspeccionaste el sótano? —Esa pregunta iba a dar al traste con toda la intimidad creada entre ellos, pero ___ necesitaba saber la respuesta antes de pedirle lo que de verdad quería.
Tal como temía, Nick se puso serio.
—Un poco.
Irguió la espalda.
—No estaba allí, ¿verdad?
Pasó un segundo, una eternidad. Ella no tenía que explicarle a qué se refería.
Nick sacudió la cabeza. No fue piedad lo que vio en sus ojos cuando contestó, lo que se reflejaba en ellos era lo mucho que lo lamentaba.
—No. Pero volveré a buscarlo, te lo prometo.
___ sabía que él no confiaba en encontrarlo. No debería sorprenderle. No debería tener tantas ganas de llorar.
—Ahora ya sabes por qué quería encontrarlo, ¿no?
Esta vez, él movió la cabeza de un modo afirmativo.
—Sí.
—No era porque quisiera fama o reconocimiento. —¿Por qué le decía todo eso si no hacía falta? Nick ya sabía por qué quería el Grial; podía verlo en la tristeza que llenaba sus ojos.
___ volvió a sentir la amenaza de las lágrimas, pero parpadeó para alejarlas.
—No quería ser inmortal, ni famosa. Sólo quiero vivir una vida normal.
Los dedos de Nick apretaron los de ella. No parecía importarle que fuera inapropiado, ni que los demás pudieran verlo.
—Te lo mereces. Si yo pudiera dártelo, lo haría.
Y ___ vio que era sincero.
—Eres un gran hombre, Nick.
Él apartó la mano, y fue una retirada tanto física como emocional.
—No soy un buen hombre. No sabes las cosas que he llegado a hacer en mi vida.
___ no se resignaba a dejarlo ir, así que le cogió la mano.
—No me importa lo que hayas hecho en el pasado. Lo único que me importa es lo que has hecho por mí. Si no te molesta, me gustaría pedirte una cosa.
Nick frunció sus espesas cejas doradas.
—Pídeme lo que quieras.
El corazón de ___ galopaba como un caballo desbocado. Él no sabía lo que ella iba a decir y aun así estaba dispuesto a complacerla.
—¿Sabes conducir, Nick?
—¿Te refieres a un automóvil? —Arqueó una ceja—. Sí, sé conducir.
—¿Te importaría enseñarme? —Seguro que su padre no se negaría a prestarle el Daimler si Nick iba con ella. En lo que al señor Ryland se refería, Nick no hacía nada mal.
___ había querido conducir el coche desde que su padre llegó a casa con él. Sería divertido, y así pensaría en otras cosas. Pasaba demasiado tiempo encerrada en sus pensamientos y alejada del mundo.
Nick se encogió de hombros, y el alivio que sintió fue evidente en su rostro. ¿Acaso creía que iba a pedirle algo más personal?
—Claro que no.
___ sonrió.
—Gracias. —No había sido tan difícil. Tal vez pronto reuniría el valor suficiente para pedirle que compartiera todos sus secretos y sus sueños con ella.
Quizá entonces le sería más fácil pedirle que le hiciera el amor.
chicas gracias por sus comentarios!!! dejenme decirles q si los leoo! jajajaja si asi estan ahora no quiero saber como estaran mas adelante!!! espero q no se me mueran de un paro cardiaco!!! ahora mismo les subo el cap de hoy!! espero q les guste! y mire no te preocupes! ;)
Capitulo 13 (2/2)
Kevin tenía la boca llena de sangre. Escupió en una de las botas de los hombres que lo sujetaban. Tenía uno a cada lado, cogiéndole los brazos con fuerza para que no pudiera volver a atacar a su líder. No luchó para soltarse, pero mantenía los músculos tensos, listo para golpear en cuanto se le presentara la oportunidad.
Había ido allí en busca de respuestas; para encontrar algún modo de romper la relación que tenía con aquellos hombres. En vez de eso, encontró más mentiras, más engaños.
Cuando se dio cuenta de lo que ellos habían hecho, de lo que le habían hecho a ___, no pudo controlarse. Sencillamente, los atacó, y se echó al cuello del hombre al que hacía responsable de todo ello.
Miró al que tenía delante, el hombre que lo había golpeado, y luego observó al que estaba detrás de éste, limpiándose la comisura de los labios con un pañuelo blanco.
Ése, al que había oído llamar Mago, levantó la vista para mirar a Kevin.
—Es un hombre muy valiente, y muy estúpido, señor Grey. ¿Qué esperaba conseguir viniendo aquí y atacándome?
—Usted estaba en el sótano. —A Kevin le dolía la mandíbula de la fuerza con que la apretaba para lograr reprimir las ganas que tenía de golpear a los hombres que lo sujetaban. Dio una patada al cadáver que había a sus pies, el mismo que él había llevado hasta allí —. Es uno de sus hombres, ¿me equivoco?
Mago deslizó la vista hasta el cuerpo y no lo negó.
—No encontramos el Santo Grial, si eso es lo que le preocupa.
Kevin aguantó la mirada del hombre y se le pusieron los pelos de punta. Aunque lo hubieran encontrado, dudaba que aquel tipo se lo dijera. Eran lo bastante listos como para ocultar que tenían ese objeto en su poder, si es que así era.
—¿Qué encontraron?
Una lenta sonrisa se dibujó en los ensangrentados labios de Mago.
—Nada, algunas alimañas, viejas reliquias. Nada que pueda interesarle.
Kevin le dio un vuelco el corazón. Había algo oculto en las palabras de Mago. Sí, era lo bastante listo como para no dar detalles, pero no podía evitar fanfarronear. Alimañas. Reliquias. Temple. El Grial Maldito. Que Dios les ayudara.
—Me prometió que me dejaría hablar con Temple.
Como si eso tuviera ya ninguna importancia. Al principio, Kevin se había entusiasmado con la idea de descubrir algo más sobre Dreux Beauvrai y sobre la criatura en la que se había convertido. Quería descubrir el oscuro secreto del pasado de su familia, y sí, la idea de inmortalidad le intrigaba, pero en esos momentos... en esos momentos todo le parecía estúpido y egoísta comparado con las ansias de vivir que tenía ___.
¿Qué había hecho? Por suerte el veneno no había matado a ___, pero tampoco habían encontrado el Grial. Ellos le habían prometido el Grial. Él a cambio les había prometido guardar silencio; les garantizó que nadie sabría que estaban involucrados.
Pero lo más importante era que él le había prometido a ___ que encontraría el Grial. Kevin estaba convencido de que en aquellas ruinas hallarían algo que podría salvarla; y casi la había matado.
Las promesas no significaban nada para aquellos tipos. Sólo entendían de poder. Y ahora lo tenían.
Esperaba que ___ pudiese perdonarle algún día. Esperaba que Nick lo ayudara y que no lo matase por lo que había hecho. Quizá con la ayuda de Nick podría arreglar todo aquel lío.
—¿Quiere que vuelva a golpearle, amo? —preguntó el hombre que le había dado un puñetazo.
Mago se acercó, el corte que tenía en el labio estaba aún abierto, pero había dejado de sangrar.
—No, yo mismo me ocuparé de él.
Kevin no pudo evitar sonreír.
—¿En serio te ves capaz, viejo?
Tan pronto como esas palabras salieron de su boca, se soltó de quienes lo sujetaban, cogió a ambos por la nuca e hizo entrechocar sus cabezas. Aún no habían llegado al suelo cuando atacó al tercer hombre; le dio un golpe seco en el cuello y otro en la nuca dejándolo inconsciente.
Entonces se sacó la pistola del bolsillo y apuntó al jefe.
Tal vez fuera un estudioso, pero Kevin había aprendido a luchar con un profesional que su padre había contratado cuando él tan sólo era un muchacho. Había mejorado las técnicas que le habían enseñado en el salón de boxeo con los trucos que había aprendido en las letales calles de los muelles y en algunas otras más cercanas a su casa. Sabía cómo luchar y no tenía ningún problema en pelear sucio.
Mago entrecerró los ojos, ahora parecían dos motas negras en su pálido rostro.
Kevin se puso bien la americana.
—Quiero darle la oportunidad de poner fin a todo esto.
—Mi querido muchacho, el que va a llegar a su fin eres tú.
El aire que los rodeaba empezó a hacerse más pesado, como si se estuviera acercando una tormenta. Kevin no estaba seguro de lo que Mago era capaz de hacer, pero ese hombre se consideraba a sí mismo una especie de mago o sacerdote. Si era responsable de aquel cambio de tiempo, si era capaz de conjurar ese tipo de magia, Kevin y su pistola no tenían ninguna posibilidad de vencerle.
Kevin dio un paso atrás, hacia las puertas del balcón, blandiendo la pistola lista para disparar.
—Me has malinterpretado, Mago. Estoy poniendo fin a nuestra relación, pero esto aún no ha acabado. No voy a permitir que te lleves el Grial, ninguno de los dos cálices, y no voy a permitir que utilices a Temple para tus ansias de poder.
La sonrisa del hombre fue orgullosa y teñida de sangre.
—¿Y cómo piensa impedirlo, señor Grey? Usted no tiene suficiente poder.
Kevin salió al balcón. Se deslizaría por la tubería hasta el suelo, donde algo más abajo se veía un coche.
—No necesito poder —contestó él sonriendo a la vez que saltaba la barandilla—. Tengo a Nick.
—Lo que quiero saber, señor Nick, es cómo supo usted que mi hija estaba en peligro.
Si no fuera porque Thomas Ryland estaba sonriendo, ___¬¬¬¬¬____ se habría preocupado por el hombre al que le hacía esa pregunta. Pero Nick se limitó a sonreír a su vez.
—Dada la curiosidad insaciable de la señorita Ryland, me pareció la opción más lógica.
Incluso ___ se rió de esa respuesta.
—¿Está insinuando que soy una cotilla, Nick? —A ella no le importaba que él le tomara el pelo; era tan maravilloso poder volver a verlo... Tan maravilloso saber que estaba bien...
Nick era la pura imagen de la inocencia.
—Por supuesto que no, señorita Ryland. Eso sería de muy mala educación por mi parte.
Sus miradas se encontraron, y ese instante duró lo suficiente como para que ___ se derritiera por dentro. Entonces su padre volvió a hablar:
—Bueno, por lo que a mí respecta, me alegro mucho de que así fuera. Gracias por arriesgar su propia vida para traerla hasta aquí.
Thomas Ryland estaba a punto de llorar y, por su culpa, ella también. Sus hermanas estaban asimismo claramente conmovidas. Ninguno de ellos estaba listo para despedirse, aún no.
Con gesto sobrio, Nick se puso serio e inclinó la cabeza hacia el padre de ___.
—Lo hice encantado, señor. Y volvería a hacerlo.
En su tono no había nada aparte de sinceridad. Nick sentía cada una de las palabras que había dicho. Él volvería a arriesgarse para protegerla. ¿Por qué? Por haberla salvado el sol lo había quemado, o al menos eso era lo que Danielle había oído decir. Al salvarla a ella se había puesto en peligro, y aun así lo había hecho.
Saber que había arriesgado su vida para protegerla hacía que___ sintiera una opresión en el pecho que no quería analizar. Los ojos le escocían de lágrimas de gratitud y afecto.
Sí, afecto. Nick le gustaba. Bueno, era mucho más que eso. El mero hecho de saber que iba a verlo hacía que los días le parecieran mucho más brillantes. Se sentía atraída por él, le interesaba como persona y, ahora que había demostrado ser un héroe, ___ corría el peligro de enamorarse completamente de él. Eso no era nada bueno. Que le gustara y acostarse con él era una cosa, pero enamorarse... bueno, eso podía ser doloroso para ambas partes.
Hablando de dolor, Kevin no estaba allí esa noche. De hecho, ___ no lo había visto desde el «accidente». ¿Se sentía culpable de lo que había pasado, o de verdad estaba tan ocupado como le había dicho a Demetria? Ella confiaba en que fuera lo segundo. No era culpa suya que ella se hubiera hecho daño. ___ había ido a las ruinas por voluntad propia, sabiendo el riesgo que corría.
¿O lo que pasaba era que no quería decirle que ya no le quedaba ninguna esperanza? Esa posibilidad tampoco quería contemplarla, pero tenía que aceptar que podía ser así. Tenía que aceptar que se iba a morir, que nunca iba a tener canas, ni arrugas alrededor de los ojos, ni ninguna de todas esas cosas que la habían aterrorizado de más joven y que ahora daría cualquier cosa por poder vivir.
Habría sido tan maravilloso encontrar el Santo Grial, sostener esa leyenda en sus manos...
Pero aún no estaba muerta, así que no iba a actuar como si lo estuviera. Estaba cansada y le dolía el cuerpo, pero bebió un poco de vino, comió algo de rosbif y se propuso disfrutar de la compañía de la gente a la que amaba. El padre Molyneux le había dicho que comiera lo mejor que podía hacer para recuperar las fuerzas, y desde que se había despertado no había dejado de hacerlo.
Después de la cena, las damas se retiraron al salón y, un poco más tarde, los caballeros fueron a hacerles compañía. Tan pronto como Nick entró en la habitación, _______ lo llamó para que fuera hacia ella. Selena se levantó del sofá, donde estaba sentada junto a___, para que Nick pudiera ocupar su lugar y, tras acariciar la mejilla de su hermana, los dejó solos.
Nick se sentó en el sitio que había quedado vacío, su largo y musculoso cuerpo se acomodó al lado de ella con elegancia y sencillez. Se suponía que en ese sofá dos personas podían estar cómodas, pero tan cerca de Nick, ___ no lo estaba en absoluto.
¡Dios santo, estaba tan guapo vestido con aquel traje de noche!
___ puso una mano encima de la que él tenía descansando en el muslo. Sintió su piel cálida y firme. Podía sentir la fuerza de sus dedos.
—Quiero darte las gracias por salvarme la vida.
Nick parecía incómodo, y no dejaba de mirar la mano de ella, como si no supiera qué era. ___ no tenía intención de apartarla.
—Por favor, no me las des. En lo que a mí respecta, no tuve alternativa. —La miró a los ojos—. Hice lo que tenía que hacer, y no lo hice para ganar ninguna medalla.
¿Estaba siendo modesto, o intentaba librarse de ella? Su tono de voz no era cruel, pero tampoco tan dulce como ___ había esperado que fuera.
—Aunque fuera lo correcto, para mí significa mucho, y por eso quiero agradecértelo.
Nick inclinó la cabeza.
—Está bien, acepto tu agradecimiento.
Se quedaron mirándose en silencio. ___ no se cansaría nunca de mirar aquellos ojos dorados.
Unos segundos más tarde, ella rompió el silencio:
—Espero que tu heroica acción no te haya dejado secuelas muy graves.
Nick sacudió la cabeza.
—Estoy bien.
Y la verdad era que tenía buen aspecto. Aparte de las mejillas y el puente de la nariz un poco quemados, no se le veía nada más. Pero bueno, al fin y al cabo ella tampoco tenía el aspecto de alguien que había estado a punto de morir envenenado.
—¿Cómo extrajiste el veneno de mi cuerpo? —Formuló la pregunta antes de que se le ocurriera un modo menos descarado de hacerla.
Él ni siquiera parpadeó.
—Lo succioné.
Oh. Dios. Sintió cómo le ardían las mejillas y, con la otra mano, se apretó la seda que cubría sus pechos. Aún tenía la piel irritada y un poco amoratada, pero la herida casi había desaparecido, lo cual era muy extraño.
¡¿Lo succionó?!
___ apartó la mirada. ¿Podía Nick ver cómo le afectaba? ¡Estaban hablando de que él le había salvado la vida y ella se excitaba al pensar en cómo lo había hecho!
Y también se sentía abrumada por ello. Nick no sólo se había arriesgado a quemarse con el sol, también había ingerido aquel horrible veneno... por ella. Era mucho más de lo que nunca podría agradecerle.
Se serenó y volvió a mirarle.
—Otra vez te arriesgaste por mí.
El giró la mano para que la palma de ella descansara encima de la de él. A continuación, cerró los dedos encima de los de ___. Fue una sensación emocionante, muy íntima.
—Pareces sorprendida.
—Lo estoy. Según mi experiencia, la gente no suele arriesgarse por cualquiera.
—No lo hice por cualquiera. —Nick levantó la cabeza, confuso al tener que explicárselo—. Lo hice por ti.
___ volvió a sentir aquel calorcillo ¿Veía más de la cuenta en sus palabras o él de verdad sentía algo especial por ella?
—Vas a hacer que me sonroje.
Una sonrisa se insinuó en los sensuales labios de Nick.
—He sido demasiado descarado. Discúlpame.
—Prefiero que continúes siéndolo. —Ella también podía ser descarada. Tal vez había llegado el momento de decir lo que sentía. ¿De qué servía seguir ocultándolo?
—De acuerdo. —La sonrisa de Nick ganó encanto y sensualidad.
Volvieron a quedarse en silencio pero esta vez, merced a sus descarados comentarios, fue un silencio lleno de calor y seducción.
—¿Inspeccionaste el sótano? —Esa pregunta iba a dar al traste con toda la intimidad creada entre ellos, pero ___ necesitaba saber la respuesta antes de pedirle lo que de verdad quería.
Tal como temía, Nick se puso serio.
—Un poco.
Irguió la espalda.
—No estaba allí, ¿verdad?
Pasó un segundo, una eternidad. Ella no tenía que explicarle a qué se refería.
Nick sacudió la cabeza. No fue piedad lo que vio en sus ojos cuando contestó, lo que se reflejaba en ellos era lo mucho que lo lamentaba.
—No. Pero volveré a buscarlo, te lo prometo.
___ sabía que él no confiaba en encontrarlo. No debería sorprenderle. No debería tener tantas ganas de llorar.
—Ahora ya sabes por qué quería encontrarlo, ¿no?
Esta vez, él movió la cabeza de un modo afirmativo.
—Sí.
—No era porque quisiera fama o reconocimiento. —¿Por qué le decía todo eso si no hacía falta? Nick ya sabía por qué quería el Grial; podía verlo en la tristeza que llenaba sus ojos.
___ volvió a sentir la amenaza de las lágrimas, pero parpadeó para alejarlas.
—No quería ser inmortal, ni famosa. Sólo quiero vivir una vida normal.
Los dedos de Nick apretaron los de ella. No parecía importarle que fuera inapropiado, ni que los demás pudieran verlo.
—Te lo mereces. Si yo pudiera dártelo, lo haría.
Y ___ vio que era sincero.
—Eres un gran hombre, Nick.
Él apartó la mano, y fue una retirada tanto física como emocional.
—No soy un buen hombre. No sabes las cosas que he llegado a hacer en mi vida.
___ no se resignaba a dejarlo ir, así que le cogió la mano.
—No me importa lo que hayas hecho en el pasado. Lo único que me importa es lo que has hecho por mí. Si no te molesta, me gustaría pedirte una cosa.
Nick frunció sus espesas cejas doradas.
—Pídeme lo que quieras.
El corazón de ___ galopaba como un caballo desbocado. Él no sabía lo que ella iba a decir y aun así estaba dispuesto a complacerla.
—¿Sabes conducir, Nick?
—¿Te refieres a un automóvil? —Arqueó una ceja—. Sí, sé conducir.
—¿Te importaría enseñarme? —Seguro que su padre no se negaría a prestarle el Daimler si Nick iba con ella. En lo que al señor Ryland se refería, Nick no hacía nada mal.
___ había querido conducir el coche desde que su padre llegó a casa con él. Sería divertido, y así pensaría en otras cosas. Pasaba demasiado tiempo encerrada en sus pensamientos y alejada del mundo.
Nick se encogió de hombros, y el alivio que sintió fue evidente en su rostro. ¿Acaso creía que iba a pedirle algo más personal?
—Claro que no.
___ sonrió.
—Gracias. —No había sido tan difícil. Tal vez pronto reuniría el valor suficiente para pedirle que compartiera todos sus secretos y sus sueños con ella.
Quizá entonces le sería más fácil pedirle que le hiciera el amor.
Andrea P. Jonas:)
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