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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

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Mensaje por Pamm Jonas Jue 15 Mar 2012, 9:06 pm

Pn Capiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!!!
SSSSSSSSSSSSSSSSIIIIIIIIIGGGGGGUUUUUUUUEEEEEELAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!
PORFISSSSSSSS!!!!!!
Ya quiero saber que va a pasar!!
Pamm Jonas
Pamm Jonas


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por Karli Jonas Jue 15 Mar 2012, 10:24 pm

CAP PLIS!!
Karli Jonas
Karli Jonas


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por chelis Vie 16 Mar 2012, 10:01 am

UN CAAAAPIIIIISSS
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por ElitzJb Vie 16 Mar 2012, 5:36 pm

"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 167695056 Oh santos jonas ......
pobre de la rayis, seguro y estabes si sabra nick lo q le pasa ala rayis :(

mi nicky a sufrido mucho es hora q ya tenga su salvación con la rayis

siguela quiero mas!!!!
siguela siguela siguela siguela siguela

amo tu novelaaaaaa
ElitzJb
ElitzJb


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por Andrea P. Jonas:) Vie 16 Mar 2012, 7:18 pm

hey chicas como estan!!! siento no haber subido ayer pero me entretuve con un libro buenisimo y se me fue el tiempo! pero aki estoy y como estoy de esxelentisimo humor les subere dos capis!!! espero q les gusten y comenten mucho! las quiero! :hug: cuidence! ;)

Capitulo 10 (1/2)


Nick estaba sentado en el suelo, delante de la puerta de ___. A nadie parecía importarle que estuviera allí a pesar de lo inapropiado que eso era. Molyneux se sentó en una silla a su lado, y la familia de ___ ocupaba todo el pasillo. Incluso sus cuñados estaban allí, aunque parecían un poco incómodos. Kevin paseaba nervioso junto a la escalera.
Nick evitaba al joven. Kevin lo miraba como si creyera que él podía hacer algo por ___, y eso lo asustaba. No porque no supiera qué hacer por ella, sino porque sabía exactamente lo que Kevin esperaba que hiciera.
¿Estaba ___ tan enferma? Estaba lo suficientemente enferma como para sangrar desde dentro. Nick había olido la sangre tan pronto como llegó al lado de ella. Era sangre fresca y no era menstruación.
Dolor y sangre. Una pareja que lo había perseguido durante siglos, y nunca presagiaba nada bueno.
___ debía de estar muy enferma si su amigo creía que convertirla en vampiro era el único modo de salvarla. Claro que aún quedaba la opción del Santo Grial.
El Santo Grial. Hasta entonces Nick no se había planteado que de verdad pudiera estar escondido entre aquellas ruinas. Hasta aquel momento, toda su energía se había centrado en proteger el Grial Maldito. Y ahora que sabía por qué ___ estaba tan ansiosa por encontrar el cáliz, por qué estaba obsesionada con esa leyenda; él lo buscaría con ella.
Prefirió dejar de pensar en lo mal que estaba ___, en todo lo que estaba fuera de su alcance, y se dedicó a observar a su familia. Thomas Ryland estaba junto a sus hijas, los maridos estaban unos pasos alejados, lo bastante cerca como para apoyar a sus esposas y lo bastante lejos como para dar privacidad a la familia. Hablaban entre ellos, sus rostros mostraban más preocupación de la que Nick había visto jamás en otros hombres.
Thomas Ryland parecía cansado, agotado y asustado. Sus tres hijas tenían el mismo aspecto. Selena estaba de pie con las manos apretadas, la mandíbula alta pero temblorosa. Danielle estaba sentada junto a Demetria y sujetaba la mano de ésta. Si la determinación pudiera acabar con aquella enfermedad, sin duda Danielle lo lograría. Y Demetria, la dulce Demetria, se mordía el labio inferior para controlar el llanto.
Estaban preocupadas. Preocupadas y asustadas.
A Nick le hubiera gustado poder consolarlas, pero eso no se le daba demasiado bien. Hubiese necesitado que ellas lo consolaran a él, pero hacía poco tiempo que conocía a ___ y sabía que no podía esperar eso de su familia.
Ellos no tenían ni idea de que él vendería gustoso su alma o incluso destrozaría lo poco que quedaba de ella a cambio de que ___se curara. Ella significaba mucho para él. A pesar de lo corta que había sido su estancia en Rosecourt, ___ se había convertido en algo importante y precioso para él.
La puerta de la habitación de ___ se abrió y Nick se puso en pie de un salto. Sólo Molyneux se dio cuenta de que se había movido demasiado rápido para un hombre de su tamaño. Pero en lugar de reñirle, el sacerdote le ofreció una esperanzadora sonrisa.
¿Era tan obvio que estaba preocupado por ___? ¿Se habría dado cuenta también su familia?
El médico, un hombre alto y delgado, de mediana edad y el pelo oscuro, lo miró un instante y luego centró su atención en el padre de___.
—La señorita Ryland está descansando —les informó—. Le he dado algo para el dolor y dormirá toda la noche.
—¿Está... bien? —Fue Selena, la más maternal, la que lo preguntó.
El doctor, Higgins o algo por el estilo, le sonrió.—Por ahora está tranquila, y espero que mañana se sienta mejor.
Nick no fue el único que se dio cuenta de que el médico no había contestado la pregunta. Selena no pareció convencida y miró a su padre.
Thomas Ryland suspiró.
—¿Qué pasa con su enfermedad, Philip? ¿Ha empeorado?
¿Enfermedad? Nick miró a Higgins, impaciente por conocer su respuesta.
—El cáncer está avanzando —contestó el médico sereno—, tal como sabíamos que pasaría. Pero _______ es tan tozuda como su padre y creo que seguirá con nosotros por algún tiempo.
Cáncer. Nick tuvo que apoyarse en la pared. Dios. Sabía que tenía que ser algo serio, pero... cáncer.
El último sacerdote que lo había acompañado había muerto de cáncer de estómago. Ver cómo un hombre joven y vibrante se deterioraba a marchas forzadas había sido horrible. Al final, Nick casi ni lo reconocía.
La idea de que ___ tuviera que enfrentarse a ese destino le hacía sentir náuseas.
También le ponía rabioso, tanto, que no se atrevía a mirar a nadie por miedo a que vieran en sus ojos lo poco humano que era.
Pero el cáncer no era algo que él pudiera derrotar, matar o intimidar. Al cáncer no le afectaba lo más mínimo lo que él era. La enfermedad era uno de los pocos monstruos reales que habitaban el mundo.
Oh, sí, él podía convertir a ___ en lo que él era, eso sin duda destruiría el cáncer que la estaba matando. Pero quizá también destruiría a ___. Dios sabía que había destruido a Miley. Y Nick aún no estaba seguro de si lo había destruido a él.
—¿Podemos verla? —preguntó Demetria.
Higgins asintió.
—Está dormida, pero no veo ningún inconveniente en que sus hermanas le hagan compañía.
Aquellas mujeres ni siquiera se miraron en busca de coraje. Era como si las tres supieran que querían estar junto a la cama de ___. Se movieron como si fueran una, del mismo modo que Nick había hecho con sus compañeros; sabiendo lo que pensaban los demás sólo por instinto. Las envidiaba, envidiaba esa cercanía. Hacía mucho tiempo que no la sentía, y lo más cerca que había estado fue cuando, en la excavación, notó de nuevo la presencia de Temple.
Miró cómo las hermanas de ___ se alejaban. Ellas y no él iban a hacerle compañía, a reconfortarla, a cuidarla. No había ninguna razón por la que él pudiera estar junto a su cama, pero sin embargo quería hacerlo. Quería verla respirar sólo para saber que aún podía hacerlo.
Dios, Molyneux tenía razón. Tenía que estar más a menudo en sociedad; no podía ser que reaccionara así al enfrentarse a la muerte. Él, que había matado tantas veces como hombre y como bestia. ___Ryland se moriría e iría a un sitio mejor. Nick seguiría allí mucho tiempo después de que los huesos de ella se hubiesen convertido en polvo.
Iba a vomitar.
Se disculpó y se dirigió hacia la escalera a la máxima velocidad posible para no levantar sospechas. Molyneux y Kevin se pegaron a sus talones.
Nick fue al salón, donde se sirvió un generoso vaso de whisky. Molyneux se abstuvo, pero Kevin asintió y le dijo que también le apetecía un trago.
Cuando los tres estuvieron sentados, Nick dirigió toda su ira hacia Kevin.
—¿Tú lo sabías?
El joven se sorprendió al oír el rencor que había en esa pregunta.
—¿Lo de ___? Sí, lo sabía. Lo sé desde el día en que la conocí.
A eso se refería Grey con sus insinuaciones anteriores.
—Y no me lo dijiste. ¿Por qué?
—No era asunto tuyo.
—¿Que no era asunto mío? —Apretó los dedos con tanta fuerza que el vaso que sostenía estuvo a punto de romperse—. ¿De dónde sacas eso?
Kevin encogió esos anchos hombros.—Ella no quería que tú o el padre Molyneux lo supierais. No es nada personal; no le gusta que la gente lo sepa. Dice que cuando están enterados la tratan de otro modo. ¿Qué vas a hacer tú, Nick, vas a tratarla de otro modo ahora?
Había algo en el tono de aquel joven muy parecido a un reto.
«Sí».
—No.
—Es obvio que te gusta.
El vaso empezó a resquebrajarse y Nick lo dejó en la mesa.
—Lo que yo piense sobre ___ no es asunto tuyo.
Kevin se limitó a volver a encogerse de hombros. Se lo veía mayor de lo habitual, como si en esos momentos mostrara su verdadera edad.
—Eso es una excusa barata, y lo sabes. ___ es mi amiga y tú sólo eres un vampiro al que han enviado aquí para evitar que ella encuentre algo que podría salvarla de una muerte muy dolorosa.
Molyneux se quedó boquiabierto y sus pálidos ojos buscaron los de Nick. Éste se las ingenió para apartar la mirada.
Kevin tenía razón, por penoso que fuera oírselo decir, pero eso no impidió que Nick deseara arrancarle el cuello de un mordisco. Soltó un desgarrador gemido de dolor y sintió cómo, durante un segundo, perdía el control a medida que aumentaban las ganas que tenía de golpear algo.
—¿Salvarla? —dijo Nick levantando la barbilla y mirando a Kevin directamente a los ojos—. ¿Es esto lo que quieres? ¿Qué tenga un demonio dentro de ella que le exija beber sangre? ¿Eres capaz de negarle el sol, o el cielo eterno? ¿De verdad quieres pasar el resto de tu amistad con ella preguntándote si será capaz de resistir la tentación de morderte para averiguar si sabes tan bien como aparentas?
Kevin tragó saliva y parpadeó nervioso.
—No, no es eso lo que quiero. Pero tampoco quiero que muera.
Nick suspiró y se pasó la mano por la mandíbula. Estaba cansado. Quién lo iba a decir, la noche aún era joven y él sólo quería irse a dormir. Dormir para nunca jamás volver a despertarse.
—Yo tampoco quiero que muera —reconoció Nick—. Pero no voy a condenarla. No puedes pedirme que lo haga.
Kevin se bebió lo que quedaba de whisky.
—¿Y si lo que encontramos es el Grial Maldito? ¿Le impedirías que escogiera su propio destino?
—Mon Dieu!—Molyneux se enfadó de repente—. Chico, no sabes lo que estás diciendo.
Una risa oscura surgió de la garganta de Nick.
—Sí lo sabe. Sí, señor Grey. La detendría y a ti también, si fuera necesario.
El joven lo miró desafiante.
—Entonces, será mejor que entre en las ruinas antes que tú.
Unos dedos helados rodearon las venas de Nick.
—Tenemos un acuerdo —le recordó.
Kevin lo miró. No le tenía miedo, y Nick lo admiraba y lo despreciaba al mismo tiempo por ello.
—Decido romperlo.—No puedes hacer eso. Tú querías información a cambio de que te permitiera entrar en el sótano antes que yo. Si Temple está allí te matará.
Kevin se puso de pie; tenía las mejillas sonrojadas.
—Entonces tendré que asegurarme de que no está allí. No permitiré que tú, una criatura que no sabe nada de ella, prive a ___ de tomar esa decisión por sí misma.
Nick también se puso de pie. El corazón volvía a golpearle las costillas. ¿Que no sabía nada de ella? Se apostaría todo lo que tenía a que la conocía mucho mejor que Grey.
—¿Quieres que se convierta en un demonio?
Los ojos azules del joven se entrecerraron.
—¿Es eso lo que tú eres? Yo creía que sólo eras un cobarde. Vuelve a tu escondite, Nick y no salgas de él durante otros cien años. Deja que los demás seamos lo bastante valientes como para vivir, tú sólo preocúpate de ti.
Si no fuera porque estaba demasiado aturdido como para moverse habría atacado a Kevin por decir eso. Sin embargo, completamente descolocado, se limitó a mirarlo salir de la habitación y cerrar la pesada puerta de roble tras él.
—No lo entiende. —Nick se derrumbó en el sofá. No permitiría que Kevin entrara en aquel sótano. No era sólo por lo que Temple pudiera hacerle, sino porque no quería que le diera a ___ el Grial Maldito.
—Tal vez él ve las cosas de otro modo —sugirió Molyneux.
—¿Te has vuelto loco? —Nick lo miró incrédulo.
El sacerdote le dio unos golpecitos en el muslo, como si fuese un niño que no entiende la lección.
—Tú crees que tienes una maldición. Kevin cree que es una bendición. Es sólo una cuestión de perspectiva, ¿no crees?
—No, no lo es. —¿Perspectiva? ¿Qué diablos?—. Es una maldición. Tengo un demonio dentro de mí que me dice que cace humanos, ¿qué otra cosa puede ser si no?
Molyneux sacudió su cabeza cubierta de canas.
—Que los caces, no que los mates. Tú puedes elegir cómo enfrentarte a eso. Has decidido que sea una maldición, sentirte avergonzado por ello, y también has decidido que mereces ser castigado.
—Sí. —Para él todo eso tenía sentido.
El cura negó con la cabeza y se levantó.
—Podrías convertirlo en un don. Piensa en todo el bien que podrías hacer con tus poderes.
Aquello era ridículo.
—¿Matar a gente por piedad?
Volvió a sacudir la cabeza.
—Ahora no es buen momento para hablar contigo, estás demasiado alterado por lo que le pasa a la señorita Ryland. Es irónico, creo.
Nick esperó. Al ver que Molyneux alargaba el silencio, puso los ojos en blanco un segundo y preguntó:
—¿Qué es irónico?
Molyneux atravesó la estampada alfombra hasta llegar a la puerta y entonces se detuvo; Nick reconoció que había conseguido un gran efecto dramático.
—Que la única persona con la que has sentido una conexión desde hace siglos, se cambiaría por ti en este mismo instante.
Nick abrió la boca para responder, pero Molyneux no le dio la oportunidad. El suave clic de la puerta marcó el final de su conversación.
Una vez solo, cerró los ojos y se recostó en el sofá. El silencio era agradable, pero sus pensamientos no lo eran en absoluto. Pobre___. Dulce, frágil ___. Sí, seguro que se cambiaría por él. Por lo que sabía de ella, suponía que ni siquiera se detendría a pensar en las consecuencias.
Pero ¿se cambiaría él por ella? No, no lo haría. Él no pasaría esa maldición a nadie.
Sin embargo, para ser sinceros, tampoco estaba seguro de querer dejar de estar maldito.


Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

Mensaje por Andrea P. Jonas:) Vie 16 Mar 2012, 7:30 pm

Capitulo (2/2)


Cuando ___ se despertó la tarde siguiente, después de abrir los ojos varias veces durante el día sólo para encontrarse con una de sus hermanas que le ordenaba que volviera a dormirse, descubrió que tanto la fiesta para celebrar que habían encontrado el sótano, como los trabajos en la excavación, se habían suspendido.
Esa noticia la aterrorizó, pero Kevin le aseguró que tan pronto como se recuperara, volverían al trabajo, y lo harían el doble de rápido para que ella pudiera recoger los frutos de sus esfuerzos.
Él quería que ___ estuviera allí cuando encontraran el Grial y no en la cama, sin apenas poder sostenerlo.
Sus esfuerzos. Kevin era muy amable al decir eso, pero ella no sentía que hubiera contribuido en nada. Bueno, había convencido a su padre de que comprara el solar, pero la mayor parte del tiempo sólo había sido un estorbo.
A esas alturas, tanto Nick como el padre Molyneux estarían al tanto de su enfermedad. A ella no le importaba que el sacerdote lo supiera. De hecho, llegado el momento, hasta podría ser de utilidad. Seguro que un hombre que esperaba entrar en el cielo no la miraría con lástima. Pero sí le importaba que Nick lo supiera. ¿La miraría con lástima ahora?
¿O se enfadaría porque no había sido sincera con él? ¿Se sentiría traicionado, utilizado? ¿Se arrepentiría de haberla besado? ¿O tal vez creería que ahora sería más fácil seducirla? No, ella no podía imaginar que él pensara nada de eso. Puede que Nick no hubiese sido del todo sincero, pero estaba segura de que no era mala persona.
Se obligó a incorporarse, se apoyó en las almohadas y se planteó levantarse para apartar las cortinas y dejar que entrara la poca luz del sol que quedaba a esas horas. Después de pensarlo mejor, decidió que estaba demasiado floja como para hacerlo.
Sin embargo, luego tuvo que levantarse para responder a la llamada de la naturaleza, así que, al volver del baño, apartó las cortinas y observó lo bonito que estaba el cielo teñido de rosa.
Pronto sería la hora de la cena. Si se apresuraba, podría llegar a tiempo de comer con los demás. ___ no tenía ganas de ver lo preocupados que estaban, o peor aún, de ver la lástima que sentían por ella, pero tampoco quería que siguieran angustiados al ver que se quedaba otra noche en la habitación.
Además, así podría ver a Nick.
Llamó a su doncella y cogió un vestido del interior de suarmario, que olía a sándalo. El vestido era de color rosa, lo que daría un poco de color a sus mejillas y resaltaría sus ojos. Tal vez incluso se pusiera un poco de colorete para ayudar. Si se la veía demasiado pálida, Selena la obligaría a regresar a la cama.
Dentro de poco sus hermanas regresarían a sus vidas, a sus casas. El verano no iba a durar siempre y la mansión volvería aquedarse vacía. Cuando se fueran, ___ las echaría de menos, pero agradecería volver a tener intimidad.
Su doncella llegó con rapidez, sonriendo y diciéndole lo contenta que estaba de volver a verla «en plena forma». En media hora, ___ se lavó, se vistió y se peinó. El mero hecho de cumplir con esa rutina la hizo sentirse mejor. Volvía a estar llena de energía, y el corsé no le apretaba el estómago lo más mínimo.
Al bajar la escalera sintió que las piernas aún le temblaban un poco, pero las drogas que le daba el doctor Higgins siempre tenían esos efectos. Cuando comiera algo desaparecerían.
Cuando entró en el comedor se encontró con que todos estaban ya sentados alrededor de la mesa. Como era de esperar, se sorprendieron al verla, pero todos parecían alegrarse de su presencia.
Su pobre padre parecía tan contento que ___ creyó que se echaría a llorar.
Todo el mundo se movió para que ella tuviera el «mejor» sitio de toda la mesa. Sus hermanas sabían, porque ella se lo había dicho, que el que consideraba el mejor era el que estaba junto a la salsera, así que ése fue el lugar que le tocó.
También era el que quedaba justo a la derecha de Nick. ¿Lo habían hecho adrede? ___ no vio que sus hermanas se sintieran culpables, pero eso tampoco quería decir nada.
Cuando se sentó, Nick no dijo nada, pero la miró con el mismo cariño que una madre mira a un bebé dar sus primeros pasos. Le pasó la bandeja de comida y la aguantó para que ella pudiera escoger, pero siguió sin hablarle.
El único modo de resolver aquella incómoda situación era hacer como si nada hubiera pasado.
___ se sirvió salsa encima de la carne.
—¿Lo está pasando bien esta noche, señor Nick?
Él sonrió, pero la sonrisa no llegó a sus ojos. Se le veían de un dorado oscuro, llenos de preocupación.
—Ahora sí, señorita Ryland. —Le pasó las patatas—. ¿Quiere unas patatas para acompañar la salsa?
Miró su plato y vio que estaba inundado de salsa. Estaba claro que le estaba tomando el pelo. No era exactamente lo que ella esperaba, pero era mucho mejor que la lástima, y le sonrió.
—Claro, pero entonces tendré que ponerme más salsa. No creo que sino tenga suficiente.
Esta vez la sonrisa sí alcanzó sus ojos y ___ se alegró de ser ella quien la causara.
Después de cenar, todo el mundo se reunió en el salón para tomar una copa y divertirse un rato. ___ no tenía ninguna duda de que lo habían organizado para que ella se distrajera y para evitar que nadie pensara en el drama de la noche anterior.
El padre Molyneux les obsequió con historias de sus viajes a Oriente. La favorita de ___ fue la de un camello que cantaba, que, al final, resultó que no cantaba en absoluto. Tal vez ella era una simple ignorante, pero no sabía que un sacerdote pudiera haber viajado tanto, ni que fuera tan abierto respecto a otras razas y culturas.
—Señor Nick —dijo ella cuando el sacerdote insistió en que no podía contar nada más—, usted también debe de haber vivido muchas aventuras. ¿Le importaría compartirlas con nosotros?
Él la miró como diciendo que preferiría que un montón de ratones le devoraran la mano.
—No se me da bien contar historias, señorita Ryland.
—Tonterías —soltó Molyneux con la taza a medio camino de los labios—. Cuéntales una de esas historias de caballeros.
¿Fue la imaginación de ___ o parecía que Nick tuviese ganas de estrangular a Molyneux?
¿Caballeros? Nick no parecía el tipo de hombre al que le interesan... No, un momento. Mirándolo con más atención sí parecían poder gustarle las historias de caballeros y las aventuras medievales. De hecho, ella podía imaginárselo con facilidad montado encima de un enorme caballo blandiendo una espada, con la armadura brillando al sol.
Aunque era una imagen infantil y romántica, ___ se dio cuenta de que le gustaba la idea.
—Sí —intervino Kevin mirando a Nick de un modo que ___no logró descifrar—. Cuéntenos una de sus historias de caballeros, señor Nick. ¿Qué le parece la de De Jonas?
Nick no se inmutó al mirar a Kevin, pero cuando volvió la vista hacia ella fue como si le suplicara que le salvara. Quienquiera que fuera ese tal De Jonas, obviamente era un personaje que Kevin conocía.
Dado que ___ nunca había podido soportar no saber lo que pasaba, sonrió:
—A mí me encantaría escuchar una historia de caballeros.
Los demás se añadieron a la súplica. Como cualquier hombre que se sabe derrotado, Nick se resignó con un pequeño suspiro y esbozó una sonrisa.
—Está bien.
Empezó el relato hablándoles de un caballero llamado Nicholas de Jonas. Era un joven valiente que creía que su espada y su fe en Dios lo protegerían, y que nada malo podía pasarle. Esa arrogancia lo hacía ser atrevido y a menudo se encontraba en situaciones de las que sólo conseguía escapar gracias a sus fieles amigos.
Nicholas estaba enamorado de una joven llamada Miley. Ésta era de buena familia, así que Nicholas estaba esforzándose constantemente para que vieran que era digno de ella. Participaba en justas para demostrar que era fuerte y valiente. Buscó tesoros y aceptó una misión secreta del rey de Francia para ganar así el oro necesario para asegurar a su futura prometida los lujos a los que estaba acostumbrada.
El rey Felipe mandó a Nicholas y a sus amigos a la caza de un objeto místico, que se decía que otorgaba un inmenso poder a quien lo tenía. Los caballeros tuvieron que entablar un gran combate. Sus espadas estaban ensangrentadas, sus cuerpos magullados y heridos, pero al final lograron atravesar las defensas de sus enemigos. Encontraron lo que buscaban; o lo que creían que buscaban.
—Sin embargo, se trataba del instrumento del demonio —dijo Nick a todos, ___ incluida, enfatizando cada palabra—. Cuando Nicholas y sus amigos se apropiaron de él en nombre del rey, una horrible maldición cayó sobre sus cabezas.
—¿Qué clase de maldición? —___ abrió los ojos de par en par—Ahora lo explicaré. —Nick le sonrió con dulzura.
Les contó que la maldición era algo oscuro y terrible. Aquellos hombres se convirtieron en bestias. Eran muy poderosos, podían lograr todo lo que se propusieran, pero estaban condenados a ocultarse entre las sombras, temerosos de que alguien los viera.
Nicholas creía que su amada Miley lo entendería en cuanto le viera. Creía que a ella la impresionarían sus nuevos poderes y toda aquella fuerza. Pero cuando fue a visitarla, la horrorizó ver en lo que se había convertido. Él intentó convencerla, pero ella se apartó de sus brazos y se tiró por el balcón, prefiriendo cometer pecado de suicidio antes que casarse con él.
Nick hizo una pausa; lo bastante larga como para que algunos de los invitados intercambiaran un par de miradas.
—¿Y qué pasó con Nicholas? —preguntó Demetria.
Nick frunció el cejo anunciando que el relato iba a ponerse aún más desagradable.
—Nicholas quedó destrozado de dolor y, de haber podido, habría acabado con su vida, pero era un cobarde, así que volvió a las sombras, que era adonde pertenecía. Abandonó su casa y la vida que conocía, para no regresar jamás.
—Qué tragedia —suspiró Selena.
Nick asintió.
—Nicholas entendió una valiosa lección. Aprendió a controlar la bestia que lo poseía y, a pesar de la maldición, se convirtió en mejor persona. Su arrogancia y su temeridad le habían costado la mujer que amaba, y no quería que su muerte fuera en vano.
—Miley era una arpía —intervino ___.
—¿Perdone? —Nick levantó las cejas.
—Ninguna mujer que ame a un hombre de verdad le daría la espalda por una maldición. Si de verdad lo hubiera amado, habría sido capaz de aceptar lo que le había pasado a Nicholas. ¿Quién se tira por el balcón sólo porque su amado ha cambiado?
Era obvio que Nick dudaba de la convicción que había tras esas palabras.
—¿Usted no rechazaría a su amado si se hubiera convertido en una bestia?
—Una bestia que, según sus propias palabras, había decidido cambiar su modo de actuar después de los líos en que se había metido. Incluso la bestia más fiera es capaz de amar, señor Nick. Ojala pudiera decirse lo mismo de algunos hombres.
—Muy bien dicho —asintió vehemente Molyneux.
Nick la miraba de un modo extraño, con una expresión que, por raro que pareciera, irradiaba esperanza.
—Es evidente que nunca se ha encontrado con un monstruo, señorita Ryland. Rezo para que nunca lo haga.
Ante tal dramatismo, ___ le sonrió. ¿Tenía que interpretar que él sí se había encontrado alguna vez con un monstruo?
—Si le amara, señor Nick, para mí nunca sería un monstruo. Me alegro de que el caballero de su historia decidiera cambiar, pero es una pena que lo hiciera por una tonta que no se lo merecía en absoluto.
Nick la miró como si le hubiera echado encima un jarro de agua fría.
Kevin se echó a reír a carcajadas.
—Bueno, si me disculpan, creo que es mejor que me vaya.
—¡Oh, Kevin, espera! —___ se levantó—. Quiero hablar contigo un minuto.
Se dio la vuelta para pedirle disculpas a Nick si es que sus comentarios lo habían ofendido de algún modo, pero él ya no estaba allí.
___ levantó la vista y lo vio salir del salón por las puertas correderas. Seguro que iba a fumar su cigarro de cada noche. Eso, o no estaba de acuerdo con lo de que Miley era una arpía.


bien chicas espero q les aya gustado! :D y aclaro q no tengo nada en contra de Miley solo q preferi ponerla a ella q a delta :roll: enrealidad delta me cae mal :D y pues sinceramente creo q de todas las novias de nick prefiero a Miley ;)
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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Mensaje por Flor Vie 16 Mar 2012, 8:38 pm

siguela ame los capitulos jaja!!
Flor
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Mensaje por Karli Jonas Vie 16 Mar 2012, 11:14 pm

Bien dicho rayis
Estoy totalmente de acuerdo con eso
Y se que Nick se ha dado cuenta de eso

Ahhhh Plis siguelaaaaaa!!
Amo tu nove!!
Karli Jonas
Karli Jonas


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Mensaje por Pamm Jonas Sáb 17 Mar 2012, 4:47 pm

Jajajaja si a mi tampoco me cae Delta ashhh asalta cunas pero buenoo ya terminaron!!
SIGUELAA!! que cada vez se pone mejor!!
:)
Pamm Jonas
Pamm Jonas


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Mensaje por Mire Sáb 17 Mar 2012, 6:17 pm

Oh tiempo sin pasar por aca!
La nove esta hermosa me encanta!
siguela please!
Mire
Mire


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Mensaje por Andrea P. Jonas:) Sáb 17 Mar 2012, 7:05 pm

hey! chicas como andan! yo estoy muy feliz!! asi q les traigo un cap! espero q les guste!las quiero!!!

Capitulo 11 (1/2)

Durante las dos noches siguientes, ___ casi no vio a Nick. Él estaba presente a la hora de la cena y, aunque hablaba con ella como si no pasara nada, no había vuelto a la biblioteca; al menos no cuando ___ estaba allí.
La estaba evitando, y ella no podía dejar de preguntarse si es que pasaba las noches con aquella doncella que se le había insinuado. Su corazón le decía que no, pero a su cerebro le costaba hacerse a la idea.
También cabía la posibilidad de que la evitara por algo que hubiera hecho, pero no tenía ni idea de lo que podía ser.
Bueno, en realidad se le ocurrían un par de cosas: la primera, que ella lo había aburrido y él había perdido interés. Y la segunda, que se hubiese enfadado por los comentarios que había hecho sobre su historia dos noches atrás.
De las dos, la segunda opción parecía la más probable, a pesar de que a ___ no acababa de parecerle posible.
Tal vez su enfermedad lo había asustado. ___ odiaba pensar eso de Nick, pero si ése era el caso, podía entenderlo. Hay mucha gente a la que la sangre le provoca rechazo, por no decir que le aterroriza.
También podía ser, pensó al ponerse los pendientes, que no pasara nada en absoluto. Quizá su actitud era de lo más normal; él no tenía que hacerle caso cada vez que se veían.
Eso sería una decepción, pero lo prefería a cualquiera de las demás opciones. ¿Por qué perdía tiempo intentando averiguar si Nick era un villano o un libertino? Lo peor que podía pasar era que le rompiera el corazón y, en su estado, eso no sería ninguna tragedia.
De hecho, la idea de que le rompieran el corazón tenía su encanto. ___ no sabía qué se sentía, pero había leído suficientes novelas y poemas como para saber que sólo te rompen el corazón si vives una gran pasión o un gran romance.
Las dos cosas valían la pena, ¿no?
¿Por qué no había podido pasarle eso con Kevin? ¿Por qué sólo había amistad entre ellos? A esas alturas, ella y Kevin hubiesen podido tener un affaire que durase desde hacía meses. A Kevin lo conocía, no tendría que devanarse los sesos para saber lo que pensaba o lo que sentía.
Pero no era Kevin quien le hacía latir descontrolado el corazón. No era con Kevin con quien quería pasar las largas noches en las que no podía —no quería— dormir. Deseaba a Nick. Parte de su atractivo era que la hacía sentir como una persona, no como un ser inferior. Y que no la trataba como a una enferma. «Dios, no permitas que empiece a hacerlo ahora.»
Así que allí estaba ella, en la noche de su pequeña celebración, la que habían pospuesto por culpa de su enfermedad; y se había vestido para llamar la atención de Nick.
Su atuendo consistía en un ajustado vestido color melocotón con una falda de gasa del mismo tono. Una lazada de chifón estampado marcaba su esbelta cintura y resaltaba la delicada tela. Las pequeñas mangas que cubrían sus hombros eran también de gasa.
El escote era muy bajo y los pechos resaltaban, insinuantes. ___ temía que su doncella le hubiera apretado demasiado el corsé, y rezó para no sufrir uno de sus ataques. Por el momento, el único problema era que no se sentía en absoluto cómoda.
Un collar de perlas completaba la indumentaria; unas perlas doradas, que brillaban sobre su piel haciéndola parecer de alabastro.
Las lucía en el cuello y en las orejas. Llevaba el pelo recogido en un elaborado moño que parecía que fuera a deshacerse en cualquier momento, pero no había ningún peligro de que eso sucediera.
Estaba guapa. Ya no tenía ojeras. Sus mejillas estaban sonrosadas y sus ojos brillantes. Parecía saludable y fuerte, tanto que incluso se permitió creérselo por un instante.
Y tal vez al día siguiente fuese verdad. Gracias a Dios por la fiesta y por toda la distracción que supondría. No sabía de lo que sería capaz si tenía que pasarse toda la noche preguntándose lo que encontrarían cuando entraran por fin en el sótano.
Pero eso no evitó que ___ pronunciara una pequeña oración mientras bajaba la escalera. Ni tampoco que un escalofrío le recorriera la espalda. Sí, maldita fuera. Cuando encontraran el Grial, Nick ya no tendría ningún motivo para quedarse en Tintagel. A no ser, claro está, que decidiera hacerlo por estar con ella. Esa era una posibilidad que ___ no estaba dispuesta a contemplar. Sí, tal vez se quedara durante un tiempo, pero siendo realista, sabía que él no podía quedarse para siempre, y además había pocas posibilidades de que quisiera hacerlo. Si no encontraban el Grial, su oportunidad de vivir una gran pasión se esfumaría. La oportunidad que tenía de vivir la vida al máximo se le escurriría entre los dedos.
Sólo de pensar en eso sentía una opresión en el pecho tan fuerte que le costaba respirar. Mejor sería pensar en otra cosa.
Tenía que aprovechar esa noche. Y tenía que buscar a Nick. Ella no sólo quería pasión. Quería sentirse amada, querida. Sabía que él le haría experimentar eso. Hubo un tiempo en que ___ había sido una chica normal, con todas las ilusiones y esperanzas propias de su edad y clase social. Muchas de esas esperanzas le habían sido arrebatadas, o bien se había resignado a perderlas. Ahora tenía la oportunidad de algo especial, algo único y difícil de encontrar.
La fiesta tenía lugar en la sala de música del piso principal. Habían abierto las puertas que daban al salón para tener el doble de espacio y que así los invitados pudiesen bailar si lo deseaban.
No era una fiesta muy numerosa, tan sólo de unas setenta y cinco personas pertenecientes a la clase alta de la localidad. Su padre había invitado incluso al coadjutor, para que el padre Molyneux tuviera alguien de su campo con quien hablar. Pero en opinión de ___, el señor Feathers era demasiado beato y conservador para hacer buenas migas con el sacerdote francés.
Aun así, Molyneux era la menor de sus preocupaciones. Entró en la habitación sonriendo, saludando a los invitados con quienes se cruzaba. Se detuvo para charlar un momento con sus hermanas y sus maridos y para abrazar a su padre durante un instante. Hizo todo eso como si una mano invisible la empujara. En ningún momento dejó de observar la habitación en busca de una melena dorada.
El corazón le dio un vuelco cuando por fin lo encontró. Nick estaba saliendo al jardín. Le daría a él, y a sí misma unos minutos.
Le pareció que tardaba una eternidad en atravesar la multitud. Todo el mundo quería charlar con ella. Era culpa suya. La excavación le ocupaba tanto tiempo que casi nunca visitaba el pueblo. Había abandonado todas sus viejas costumbres y responsabilidades. Tendría que poner remedio a eso.
Por fin llegó a la puerta vidriera. Al parecer, nadie se dio cuenta de que se escapaba tras Nick. Giró el picaporte y salió a la fría noche.
Se paró un momento y permitió que sus ojos se adaptasen a la tenue oscuridad de las lámparas, junto con la luz de la luna reflejada en las frías piedras.
El destello de una corbata blanca acompañado de la brasa de un cigarro captó su atención, y abandonó la seguridad de la terraza para dirigirse hacia allí. Fue como dejar un mundo para viajar a otro desconocido y exótico. Su mente le estaba jugando una mala pasada, seguro, y sentía un nudo en el estómago.
Su falda rozaba los escalones. El césped susurraba bajo la tela, y a cada paso que daba hacia Nick su corazón latía con más fuerza. Nunca en su vida había estado tan nerviosa al ir a ver a otra persona. Nunca había tenido tanto miedo de que la rechazaran.
—¿___? —Su voz sonó agresiva, como si la riñera—. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Vaya, yo también te deseo buenas noches. —Le salió más brusco de lo que esperaba, pero ¿por qué la había hecho sentir como una idiota por haber salido a buscarle?
Ahora podía verle el rostro, se iluminaba cada vez que daba una calada. Tuvo la decencia de parecer avergonzado.
—Discúlpame. Buenas noches, ___, ¿qué te trae por aquí?
Cómo si no lo supiera.
—Te estoy buscando —contestó ella con sinceridad—. Estos últimos días me has estado evitando. Quería preguntarte por qué.
Ahora se lo veía indignado. Su rostro tenía aquella arrogante expresión tan suya.
—No te he estado evitando.
Nick le ofreció un cigarrillo, un gesto que la sorprendió y le gustó a la vez. Fumar era algo que se hacía con un amigo, y no era habitual que las mujeres de su clase social pudiesen hacerlo. Lo aceptó y lo deslizó entre sus dedos.
—Por favor —fue lo único que pudo decir mientras evitaba poner los ojos en blanco mientras se llevaba el cigarro a los labios e inhalaba con timidez—, no insultes mi inteligencia intentando negarlo.—Tosió y le devolvió el cigarro—. Lo que quiero saber es por qué. ¿Es porque estoy... enferma? —El estómago se le revolvió sólo de pensarlo.
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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Mensaje por ElitzJb Dom 18 Mar 2012, 6:01 pm

siguela me encanto el capitulo espero q pronto subas el otro capitulo esta novela siempre me deja con ansias de querer leer mas
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por Dorin Dom 18 Mar 2012, 9:00 pm

hola. siento no averme pasado tenia muchas cosas que hacer de la escuela =/.

me encanta la novela enserio siguelaa
Dorin
Dorin


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Mensaje por Karli Jonas Lun 19 Mar 2012, 3:02 am

Ohh yo también quiero
Saber las razones de nicholas
Aunque las sospecho quiero saber por que
Ohhh Plis siguelaaa!!
Karli Jonas
Karli Jonas


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Mensaje por Andrea P. Jonas:) Lun 19 Mar 2012, 6:55 pm

Capitulo 11 (2/2)

Las atractivas facciones de Nick dibujaron una mueca.
—Por supuesto que no. ¿Tan mala opinión tienes de mí?
—Yo no quiero creerlo, pero no se me ocurre ninguna otra razón por la que no quieras verme. —Comparada con cuando era más joven, se había vuelto muy atrevida. En algún momento durante el último año había empezado a perder la paciencia y la timidez, y eso cada día había ido a más.
—¿De verdad que no? —Nick dio una última calada y tiró el cigarrillo a la fuente. Mejor allí que a los arbustos, pensó ___— ¿No se te ocurre ninguna?
Había algo amenazante, algo duro en su tono de voz; como si la estuviera llamando mentirosa o tonta. A ___ no le gustaba ninguna de las dos opciones.
—No. —Se cruzó de brazos—. A no ser, claro está, que besarme sólo fuera un juego para ti, y que hayas decidido centrarte en alguien que vaya a vivir lo bastante como para que te dé tiempo a seducirla.
Oh, eso había sido cruel, y el rostro de Nick acusó el golpe.
—Besarte fue uno de los mayores errores de mi vida.
Aquello era mucho peor que todo lo que ella se había imaginado. Esas palabras fueron como un puñetazo en su estómago.
—Lo entiendo.
___ empezó a apartarse; se sentía aturdida y rechazada, pero él la cogió del brazo.
—No, no lo entiendes, pequeña tonta. —Nick la acercó a él hasta que ___ pudo sentir el latir de su corazón y oler el tabaco en su aliento. Ni se le pasó por la cabeza resistirse; no cuando lo que más quería era estar cerca de su cuerpo.
Él no dejó de sujetarle el brazo hasta que sus piernas se metieron entre los pliegues de la falda de ella. Entonces sus dedos se aflojaron y se deslizaron hasta su espalda, reteniéndola prisionera de un modo mucho más suave.
Nick relajó la expresión, pero sus ojos seguían viéndose brillantes y peligrosos.
—¿Sabes por qué fue un error besarte, ___?
Ella tuvo que reunir casi todo su valor para levantar la barbilla y mirarlo a los ojos. El poco que le quedaba lo utilizó para evitar que le temblaran los labios.
—¿Porque no te gustó?
—No. —___ tembló al sentir cómo el aliento de él le acariciaba la mejilla—. Porque me gustó demasiado. Tanto que desde entonces no puedo pensar en nada más.
Un montón de mariposas recorrieron las costillas de ___. La felicidad la hizo ser más atrevida.
—¿Te gustaría volver a besarme?
La única respuesta de Nick, antes de inclinar la cabeza y reclamar su boca, fue un gutural gemido. ___ se sorprendió, y separó los labios para permitir la atrevida intrusión de la lengua de él. Sabía a azúcar y a humo; era tan suave y firme que sus rodillas empezaron a temblar.
Los dedos de Nick eran delicados pero poderosos; por el modo en que una mano se apretaba contra su espalda, era obvio que tenía mucha fuerza, con la otra le acariciaba las nalgas. La apretó contra él hasta que las caderas de ella tocaron las de Nick y, a pesar de las ropas que los separaban, ___ pudo sentir la dureza de su cuerpo.
Las manos del hombre se deslizaban por sus hombros, por su cuello. Sus dedos eran cálidos sobre la piel de ella, y le acariciaron con suavidad la clavícula. Luces como una brisa se deslizaron por su cuello hasta la mandíbula y luego hacia la nuca; le cogió la cabeza como si temiera que ella fuera a apartarse antes de que él pudiera saciarse de sus labios.
La presión de la boca de Nick se aflojó hasta convertirse en una delicada exploración. La besó como si tuviera todo el tiempo del mundo, cuando él sabía bien que no era así. A ___ le dolió que aflojara su abrazo. Quería volver a sentir su cuerpo apretado contra el suyo. Quería que sus dedos volvieran a sujetar sus nalgas con fuerza. No quería que se frenara. Quería su pasión.
___ se había reprimido toda la vida. No podía perder más tiempo comportándose como era debido. Quería que Nick la tratara como a una mujer a la que deseaba tanto que se consumía; y quería ser consumida. Desesperada, apretó sus hombros, sintiendo cómo él tensaba los músculos bajo la ropa. Intentó acercarlo, pero Nick no se movió. Apretó los dedos y se puso de puntillas para forzarlo a ello, pero él era mucho más fuerte.
Cambió de táctica y optó por acercarse a ella. Se pegó a él y gimió al sentir cómo todas las suaves curvas de su cuerpo se ajustaban a la dureza del de él. Ese movimiento lo cogió desprevenido, y Nick interrumpió el beso.
—Por favor —susurró ___ mirándolo a los ojos—. No me trates como algo frágil. Trátame como a la mujer a la que deseas más que a nada en el mundo. Te lo ruego, deja que sienta eso al menos una vez.
Se quedaron mirándose a los ojos durante un instante y entonces él volvió a bajar la cabeza. Dudó de nuevo.
—Por favor, Nick. —___ le tomó la cara con las manos, aquel rostro tan bello y tan triste—. Quiero que seas tú quien me enseñe lo que significa ser amada.
Él la abrazó con fuerza y luego perdió el control.
Nick no se limitó a besar a ___, la devoró.
Sus labios la conquistaron, su lengua saboreó el dulce calor de su boca. La apretó tan fuerte que ella no podía escapar; sus manos volvían a estar en su espalda, en la deliciosa curva de sus nalgas, estrechada contra su pelvis. ¿Podía ___ sentir su erección? ¿Tenía idea de lo mucho que deseaba poseerla?
¿Podía notar sus puntiagudos dientes contra su dulce y cálida lengua? Bastaría una pequeña presión para sentir la esencia de ___inundándole la lengua. Seguro que ella sabía a placer y a azúcar, bueno, tal vez más a chocolate que a azúcar. ¿Aceptaría ___ sus colmillos y su sexo con pasión o lo rechazaría?
Peor aún, ella que había dicho que Miley había sido una tonta por rechazarlo, ¿sentiría asco al descubrir lo que él era en realidad? Una cosa era abogar por el amor y la devoción en un cuento, pero ¿qué haría si descubría que era verdad?
Que Dios lo ayudara. Él había intentado mantenerse alejado, había intentado resistir la tentación que ella significaba, pero no era lo bastante fuerte. Hacía décadas que no se alimentaba de un humano, tal vez incluso siglos, ya había perdido la cuenta, pero no podía estar ni dos días sin ver a ___.
Ella correspondió al fervor de sus besos y se los devolvió con una intensidad que alguien podría confundir con desesperación; pero él sabía que ___ no era así. Aquello era pasión; deseo puro y simple .Ella lo deseaba como una mujer desea a un hombre, y eso estaba a punto de matarlo.
___ no sabía que él era un monstruo. No sabía las cosas tan terribles que había hecho, y a pesar de ello, Nick sentía que ella lo conocía mejor que nadie, mejor incluso que Molyneux.
Aquella mujer lo deseaba tanto, que estaba dispuesta a arriesgar su reputación besándolo en medio de un jardín donde cualquiera podía verlos. Lo deseaba tanto, que le había pedido que la abrazara, y no porque quisiera al demonio que llevaba en su interior,ni al hombre que una vez había sido, no, ella quería que él la abrazara.
Las manos de ___ le recorrieron la espalda y los hombros hasta llegar a su pelo, donde se agarraron con fuerza. ¿Acaso pensaba que iba a dejarla? Aunque llegara a planteárselo, Nick no era lo bastante fuerte como para hacerlo. Aún no. Aún no se había saciado de ella. Dudaba que alguna vez lo hiciera.
Aquella mujer era peligrosa para él, mucho más peligrosa que un montón de fanáticos religiosos o que ningún caza vampiros. De algún modo, ___ había logrado dar con esa pequeña parte de él era humana y que se moría de ganas de que otro humano la encontrase. Ella lo había hecho y eso lo había saciado de un modo en que jamás lo haría la sangre.
No era que Nick no estuviera tentado de morderla. Lo estaba, pero su deseo de hombre era mucho más fuerte que el deseo que sentía de su sangre.
Nick quería que ___ le amara. Dios santo, quería que ella supiera lo que él era y que siguiera mirándolo sin miedo ni repulsión.
Era toda dulzura entre sus brazos, tan delicada y perfecta; arqueó la espalda bajo sus manos. Tenía la piel sonrojada, caliente y su perfume le inundaba los sentidos. Era como vino aromatizado, densa y especiada. Seguro que, si la lamía, todo su sabor explotaría bajo su lengua.
Unos pechos turgentes se apretaron contra su torso. Nick apartó una mano de la espalda para deslizaría hacia un lado y luego hacia arriba hasta cubrir un sinuoso monte con su palma. Lo sintió suave y firme. Lo apretó con suavidad. ___ gimió contra sus labios y acercó aún más las caderas a sus muslos. Su excitado miembro tembló como respuesta. El corpiño estaba demasiado ajustado; maldición. No había modo alguno de poder deslizar la mano en el interior sin destrozar el vestido.
Podría desabrochárselo. O podría rasgarlo. O sencillamente podía tumbar a ___ en un banco y...
El sabor de la sangre de ___ le inundó la boca. Era muy débil, casi imperceptible. De no ser porque la sangre no era de él no se habría dado cuenta. En efecto era la de ___.
Dios santo, ___ se había arañado la lengua con uno de sus colmillos. Gracias a Dios, y lo decía en serio, no se había dado cuenta.
Pero él sí. Y el demonio que había en su interior también. Oh, Dios, era apenas una gota, pero sabía tan bien y tan maravillosamente como había soñado.
Sus encías se contrajeron y los colmillos empezaron a salir en toda su extensión. ___ no tardaría en darse cuenta. Si movía la lengua de un modo brusco, sentiría mucho más que un arañazo.
El hambre revolvió el estómago de Nick, le carcomió las entrañas, le inundó el pecho. Los músculos le dolían, tensándose para atacar. Podía moverse con tanta rapidez que ella no se enteraría hasta que fuera demasiado tarde. Podía hundir los colmillos en la suavidad de su pecho, o en la delicada curva de su cuello, y emborracharse de su esencia antes de que ella supiera lo que estaba pasando.
No podía. Haciendo acopio de todas sus fuerzas, Nick empujó a ___. Ella se tambaleó, pero no se cayó, y él no hizo ningún intento de sujetarla. No se fiaba de sí mismo. Tenía la respiración entrecortada, los ruidos de la noche retumbaban en sus oídos.
—¿Nick? —Tenía la voz espesa por el deseo. Él se moría de ganas de dar a ambos lo que querían, pero estaba dispuesto a huir si era necesario. Prefería herir sus sentimientos antes que hacerle daño físicamente.
—Tengo que irme —jadeó, y se estremeció al oír el timbre de su voz. Sí, tenía que irse. En esos momentos su control era demasiado frágil. Podía oír el trémulo latido del corazón de ella, oler su deseo, sentir su calor. Su sabor, por leve que fuera, le quemaba la lengua, lo volvía loco.
—¿Qué pasa? —Ella intentó acariciarlo, pero él se apartó; el estómago le dolía tanto que casi se dobló de dolor.
Sería tan fácil tomarla. Reclinarla entre sus brazos, o tal vez sobre la hierba. Podía morderla en un sitio donde nadie lo viera; en uno de los muslos, en la parte superior, para que sus dedos pudieran acariciarla mientras bebía. O también podía morderla allí, entre los húmedos labios de su sexo, hacer que ella tuviera un orgasmo mientras él saciaba su hambre.
Pero ella no aguantaría algo así. Últimamente no había comido mucho. Si él perdía el control podía matarla, igual que Dreux mató a aquella chica la noche en que se suicidó.
«Oh, Dios.»
—Lo siento. —Era una excusa muy trillada, pero Nick quería que ___ supiera que ella no había hecho nada malo—. Yo, no... Lo siento. —Giró sobre sus talones y huyó. Se alejó de la casa y se adentró en la oscuridad. Sus ojos veían todos los obstáculos, cada agujero, cada raíz. Cuando supo que estaba a salvo, lejos de ojos humanos, alzó el vuelo y se dirigió a la ciudad más cercana.
En su corazón sabía que lo que iba a hacer estaba mal, pero tenía que hacerlo. No podía seguir poniendo a gente en peligro por culpa de su hambre; no cuando sabía lo mucho que lo lamentaría.
Había llegado el momento de poner a prueba la teoría de Molyneux. Había llegado el momento de arriesgar todo aquello en lo que creía con tal de no arriesgarse a hacerle daño a ___. Sus creencias no valían tanto.
Y quería asegurarse, aunque sólo fuera a admitirlo ante sí mismo, de que, si alguna vez llegaba el momento de beber la sangre de ___, no iba a matarla. Y en esos momentos no lo estaba en absoluto. Ardería en el infierno antes que hacerle daño. A ella no se lo haría jamás.
Voló durante mucho, mucho tiempo. No estaba preocupado, la noche aún era joven y tenía tiempo de sobra de regresar para investigar el sótano antes de que Kevin entrara en él. Y, en el caso de que él no llegara, Molyneux estaba allí y se aseguraría de que las cosas ocurrieran como debían. Molyneux vigilaría que Kevin no entrara en el sótano sin él. Tal vez fuera viejo, pero era un bastardo muy astuto.
Después de la conversación de la otra noche, Nick no confiaba en que el joven no se adentrara en el sótano antes de tiempo. Pero Kevin no era tan estúpido como para hacerlo siendo aún de noche. Sin embargo, a Nick le preocupaba que lo hiciera al amanecer, cuando, según la creencia popular, los vampiros estaban más indefensos.
Falso. Precisamente en las frágiles horas en que el día y la noche se confundían era cuando un vampiro era más peligroso. Temple estaría cansado, pero tendría el instinto de supervivencia a flor de piel. El amanecer hacía que un vampiro fuera totalmente impredecible.
Y ése era el motivo por el que Nick le había pedido a Molyneux que vigilara la habitación de Grey. En cuanto salía el sol, Nick estaba fuera de juego, pero Molyneux podía asegurarse de que Kevin no se dirigía al sótano.
No obstante, Nick tenía que reconocer que en esos momentos no le importaba lo más mínimo que Kevin fuera lo bastante estúpido como para enfrentarse solo a la ira de Temple. Lo único que le importaba era el hambre que tenía.
Podía buscar todas las excusas que quisiera. Podía justificarlo del modo más conveniente, pero la verdad era sólo una: iba a romper el juramento que había hecho el día en que Dreux se suicidó. Después de cientos de años, iba a sucumbir a su oscura naturaleza.
A su auténtica naturaleza.
Llegó a su destino sin demasiados problemas. La casa seguía estando en el mismo sitio que hacía años; había pasado de generación en generación, algunas veces de familia a familia, otras a través de una simple compraventa o la pérdida en una apuesta de juego. Pero los ocupantes siempre eran los mismos. Él nunca había entrado, pero sabía que Reign solía ir allí para... calmarse.
Cuando entró en el burdel, la madame la miró con ojos brillantes.
—Buenas noches, señor, ¿qué desea?
—Necesito chicas. —Su voz aún sonaba áspera, pero no tanto.
La madame sonrió.
—Por supuesto. Sígame.
Lo hizo a través de un pasillo estrecho hasta llegar a un salón donde una docena de prostitutas muy ligeras de ropa se pusieron enfila como si fueran una caja de caramelos caros.
La mujer seguía sonriendo, era evidente que estaba orgullosa, y con razón, de su establecimiento. Todas las mujeres irradiaban salud y vitalidad. No eran unas prostitutas cualquiera.
—Éstas son las chicas que no tienen ningún compromiso esta noche. Adelante, escoja a la que quiera.
Nick las miró despacio.
—Las quiero a todas.
—¿A todas? —La madame abrió los ojos sorprendida y luego le sonrió seductora—. Como desee, señor, siempre que pueda pagarlo.
Nick sacó un montón de billetes de su americana. A lo largo de los años, había aprendido que siempre era útil llevar dinero encima; nunca se sabía en qué situación podía encontrarse.
Le dio el dinero a la madame.
—¿Es suficiente?
Sus maquillados ojos brillaron al contar los billetes.
—Sí, señor. Eso le garantiza las doce chicas. Señoritas, este caballero quiere pasar un rato con vosotras.
Ellas empezaron a hacer los ruidos apropiados y la madame se dio la vuelta. Él la detuvo colocándole la mano en el brazo. La mujer lo miró intrigada:
—¿Señor?
Una lenta sonrisa se dibujó en los labios de Nick. Le dolían las encías y se esforzó para extraer al máximo sus colmillos. La saliva humedeció sus resecos labios y sintió cómo sus instintos empezaban a tomar el control.
—No quiero doce.
Ella se sonrojó, y él supo que aquello era algo que no ocurría a menudo.
—Pero señor, he creído entender que las quería a todas.
Nick la miró y le sonrió como lo haría un gato ante un rollizo ratón. Se acercó a la mujer y olfateó su perfume. A continuación, susurró junto a su oído:
—Y así es.
Ella tembló. Él estaba tan cerca, que pudo ver cómo se le ponía la piel de gallina, y oler el miedo y la excitación que corrían por sus venas. Él no hizo nada para convencerla, y a pesar de ello la madame le mostró el cuello a modo de invitación. Ellas siempre hacían eso; como si estuvieran ansiosas de recibir sus mordiscos. Nick debería apartarse, pero ella estaba tan cerca y tan dispuesta, y él estaba tan, tan hambriento...
—Creo, querida madame, que con usted el número ha subido a trece.


bien chicas aki su cap! un pokito mas largo espero q les haya gustado!
Andrea P. Jonas:)
Andrea P. Jonas:)


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"Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada - Página 10 Empty Re: "Mia Para Siempre" Nick J. y Tu Terminada

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