"Un Simple... Te Amo (Nick Jonas y Tú)"

Después de dos años de mudarme a Inglaterra por asuntos de mis estudios y también por un asunto bastante doloroso para mí, estaba viviendo en un departamento que quedaba en Londres, en el centro de la capital de Inglaterra. Todos los días estaba nublado y de vez en cuando se largaba la llovizna, por lo que todas las personas, cada vez que salían de su casa, salían con sus paraguas. La ciudad parecía ser invadida por los paraguas andantes, ya que desde mi departamento – que quedaba en el noveno piso del edificio – no se veía el cuerpo de las personas.
Era otro día como todos, en que no se sabía con exactitud si llovería o no, por lo que salí del departamento con mi paragua. Una vez fuera, cerré con llaves la puerta.
- ¡Hola! -. Grito alguien detrás de mí, causando que me asustara y se cayera la llave de mis manos.
- ¿Clarise, cuantas veces tengo que decirte que no me asustes de esa manera? -. Le dije viéndola a los ojos, mientras ella me alcanzaba la llave. Ella solo sonrió como todas las mañanas, ya que su vida estaba llena de buenas noticias y sin ninguna decepción romántica, a diferencia de mí -. Veo que alguien te despertó de buen humor -. Inquirí sabiendo que ese alguien tenía nombre y apellido.
- Sí, Joe me llamo esta mañana, _____ -. Dijo comenzando a bajar las escaleras, ya que el ascensor – una vez más – estaba averiado. Odiaba bajar las escaleras, pero no había de otra. Ella comenzó a contar sobre todo lo que hablo con Joe, a quien hacia como dos años que no veía al igual que a los demás. Realmente los extrañaba, pero no estaba preparada como para volver y visitarlos -. Me dijo que cada día me ama más y me extraña cada instante -. Dijo risueña, mientras giraba en su lugar una vez que estábamos en la recepción del edificio. Yo reía mientras negaba, recordando cuando hacia lo mismo que ella cuando estaba enamorada de Nick, cuya relación – como sabrán – se termino en un cerrar y abrir de ojos. En una noche lo tuve, pero a la mañana ya no estaba más a mi lado.
- Joe siempre te amo, Clarise -. Le dije saliendo ambas del edificio. Antes de que comenzara a lloviznar, abrí el paraguas mientras que Clarise caminaba bajo la llovizna, cuyas gotas caían y se adherían a su suave melena negra -. Te vas a enfermar, Clarise. Pareciera que fueras la menor de las dos -. Le dije en broma, y ella sonrió acercándose a mí, para cubrirse de la llovizna.
- Si Joe estuviera aquí, quisiera estar enferma todos los días -. Respondió con sus manos entre los bolsillos de su abrigo negro, mientras yo la observaba con un ceño levantado -. Porque… así él me cuidaría y estaríamos todo el tiempo, juntos -. Finalizo risueña, como todas las mañanas. Me alegraba por ella y por su amor, el cual se unía al amor de Joe. Yo también deseaba que él estuviera, más que nada necesitaba de aquel amigo fiel, que nunca dejaba que cayera ni una lágrima en su presencia. En ese momento mire hacia el cielo gris – del cual aun caía la llovizna – y en ese preciso instante recordé a Sebastián Tyler, aquel joven que en un momento fue él que, con una simple sonrisa, me quitaba las miles de tristezas que acorralaban a mi corazón. Él fue mi mejor amigo, de quien – en un momento – quería que fuera el que mi corazón eligiera para enamorarse y no que sea mi mejor amigo de la infancia, por esos entonces, Nick Jonas.
Con solo recordar la sonrisa de Sebastián, se dibujo una idéntica en mi rostro. Hacia mucho tiempo que no lo veía, y más que nunca quería verlo y tenerlo a mi lado. Quería recordar aquellos momentos, en que él se empecinaba a hacerme feliz y no como me encontraba con Nick, por quien sufría de amor.
¿Quién iba a decir que nuevamente sufriría por él? ¿Quién pudo apostar que lo nuestro se acabaría?... ¿Quién escribo, ante de tiempo, que nosotros seríamos la pareja más feliz del mundo? ¿Quién pudo creer que lo nuestro sería por y para siempre, como un cuento de hadas? Solamente yo pude creer esas cosas, solo yo pude ilusionarme al pensar que nos casaríamos y seríamos una hermosa familia… solo yo pude romperme el corazón con una corona de espinas alrededor de mi corazón, solo yo y nadie más… ni siquiera Nick, quien había decidido terminar con lo nuestro.
- ______, ¿En que tanto piensas? -. Me interrumpió Clarise, que se quedo a mi lado, sin dar un paso más adelante mío. Baje la mirada, y sentí mis ojos inundados de lágrimas una vez más. Me había prometido a no llorar por él y por su falso amor, pero no podía… realmente lo amaba y no había traición ni palabras que lo destruyera. Solo mi corazón se destruía en cada recuerdo y en cada lágrima, que parecían diminutas dagas que cortaban mis mejillas.
- No vale la pena responder, Clarise -. Respondí caminando a su par. Ella sabía las causas de mis lágrimas, y también, en quien estaba pensando. Durante el trayecto a nuestra universidad, ninguna dijo nada. Clarise cada paso que daba, se detenía para observar las ventanillas de cada local de ropa. Le encantaba comprar ropa, algo que a mi no me gustaba tanto, y por esto me acusaba de ser rara. Cada fin de semana íbamos de compras, y aunque a mi no me gustaba, iba con ella con el fin de no derrumbarme en mi departamento, recordando el pasado que no me favorecía en nada.
- ¿Nos vemos a la salida, _____? -. Pregunto con sus libros en brazos, mientras se encaminaba conmigo hasta su clase, cuya sala quedaba al lado de la mía.
- Sí, eso si no pasa lo mismo de la otra vez -. Dije con mi mirada hacia ella, quien rodeo sus ojos. Siempre decía que a la salida nos veríamos e iríamos juntas hasta el departamento, pero siempre hacia lo mismo… salía antes para hablar todas las horas que le restaban del día por teléfono con Joe, dejándome plantada, esperando como una tonta en una universidad en la que no había ni un alma -. Algún día, por esperar me van a secuestrar -. Inquirí en broma y ella sonrió.
- No seas tan dramática, _____. Además, no es culpa mía, échasela a Joe -. Respondió entrando a su clase, la cual no empezaba aun, al igual que mi clase.
Durante todas las clases, me mantuve tomando notas de lo que decía el profesor, que era el instructor de diseños de arquitectura. Mi carrera sería arquitecta, y era mi sueño. Amaba armar maquetas de edificios y casas, y más aun dibujar los planos.
Cuando terminaron todas las clases, me despedí de algunos compañeros y salí hasta la salida de la universidad, en donde comencé a esperar a Clarise. No sé por qué la estaba esperando si sabía que se había ido antes de que yo saliera, pero yo sabía que había otra razón por la que no quería volver al departamento. Esa misma razón era porque no quería estar envuelta en la soledad de ese oscuro y frío departamento, en que solo sabía que terminaría tirada en la cama, llorando una noche más sobre mis almohadas. Ya no quería llorar así como no quería que llueva, pero cómo podía pedir que no lloviera, si ese era el clima natal de Londres. Mientras esperaba sentada en los tres primeros escalones de la entrada de la universidad, con el paraguas abierto sobre mi cabeza, comencé a lagrimear al recordar nuevamente del por qué me encontraba en Londres.
Antes de que pudiera abrazarme a mis piernas, sentí que ante mí alguien se encontraba parado, observándome… aunque en realidad observaba mi paraguas que se encontraba cubriendo todo mi cuerpo. Ese alguien se me hacia muy conocido, aun así no haya visto su rostro.
- ¿Eres ______ _____? -. Pregunto y esa misma pregunta provoco que levantara levemente mi rostro, haciendo que mí paragua cayera un poco hacia atrás. Estaba mojado y llevaba un abrigo negro, cuyo cuello tapaba su barbilla.
- Sí, soy yo -. Dije levantándome y dando un paso hacia atrás. No sé por qué paso por mi mente lo que le había dicho a Clarise en broma, sobre que si seguía así me iban a secuestrar. Aquel pensamiento me aterrorizo por completo, y no dejaba de pensar que iba hacer, si ya no había nadie en la universidad, y desgraciadamente – por esas horas – no pasaba ni un alma ni siquiera un auto que me pudiera ayudar -. ¿Quién es usted? -. Pregunte y él se acercó tomando mi mano, haciendo que me acercara a él. Lo que atine a hacer, presa de pánico, fue resistirme a que me acercara a él… pero cuando las luces – de los faroles de las calles – se encendieron, la luz pego en su rostro y lo vi -. Sebas… ¿Sebastián? -. Pregunte nuevamente, dejando de resistirme y abrazarlo cuando asintió. No pude evitar rodear su cuello con mis brazos y llorar en su hombro. Ya no me sentía sola… me sentía mejor de lo que pensaba que podía estar con él a mi lado.
- Muñeca… creí que jamás volvería a ver tu rostro empapado de lágrimas -. Dijo con su voz, aquella voz que no se escuchaba como en los recuerdos. No sé por qué, pero sentí que mi corazón intentaba latir una vez más por algo similar a un amor, pero no pude descifrar lo que decían esos latidos. Me separe de él y seque con mi mano libre, mis mejillas.
- Perdón -. Dije bajando la mirada y él levanta mi rostro con su dedo índice -. Te extrañe mucho…
- Yo también, ¿Quieres ir a tomar algo? -. Me pregunto y asentí. Necesitaba tomar algo caliente, ya que hacia mucho frío a esa hora. Aun no oscurecía, pero con el día nublado era muy difícil de saber si faltaba poco o más horas para que oscureciera y sea de noche. Él sonrió como siempre mientras me encaminaba – junto a él – hasta su auto en el cual nos recargamos y nos dirigimos a una cafetería que quedaba a unas cuadras de la universidad y de mi departamento.
Nos bajamos de su auto y al llegar a la entrada de la cafetería, él – como todo un caballero – abrió la puerta dejando que entrara primero y él detrás de mí. Adentro estaba muy cálido, por lo que deje me saque el abrigo y lo puse en el respaldo de mi silla cuando conseguimos una mesa.
- Espera aquí, voy a pedir dos capuchinos. ¿Te parece? -. Me pregunto y asentí con una leve sonrisa. Antes de irse, beso mi frente y se retiro hasta el mostrador de la cafetería. Suspire cuando él ya estaba pidiendo los dos capuchinos, mientras observaba con detenimiento toda la cafetería. Era un lugar bastante grande y cogedor, además no había mucha gente por esas horas; por lo que lo hacia un lugar muy tranquilo. Mientras él esperaba que le dieran los capuchinos, yo me dedique a observar con más detenimiento hacia una mesa en específico. En esa mesa había una pareja que se encontraban hablando y mientras el joven – que parecía tener mi misma edad – posaba su mano sobre la de ella, quien sonreía sin apartar la mirada del joven. Suspire nuevamente, ya que por un momento creí que era Nick. ¡Qué loco!, creer que él estaría en Londres me parecía imposible, pero aun así lo creí porque el joven tenía un parecido a Nick. No lo vi a la cara, pero no podía creer que fuera Nick. Sin embargo, lo confundí con sus rulos perfectamente armados y de color castaño oscuro, mientras de atrás se parecía bastante a Nick como cuando usaba su camisa a cuadrille -. Aquí te traigo un calentito y rico capuchino -. Me interrumpió haciendo que dejara de ver a aquella pareja, cuya mujer parecía más grande que el joven. Lo mire a los ojos y le sonreí.
- Gracias… Sebas -. Respondí con una sonrisa. Mire mi capuchino y le puse azúcar mientras lo revolvía con mi cucharita de plástico. En ese momento recordé a Nick, y no pude evitar cerrar mis ojos y retener las lágrimas que me causaba recordar cuando él decía que él ya no sentía nada por mí, que lo nuestro había terminado.
- ¿Sucede algo? -. Pregunto Sebastián que con su asiento se me acerco, mientras acariciaba con lentitud mi espalda. Mordí mis labios reprimiendo mis sollozos y cerré con más fuerzas mis ojos mientras asentía con dolor. Él me abraza y yo le correspondí mientras en mi mente recordaba aquella vez, en que Nick se iba para nunca más volver. Tenía que odiarlo, pero ¿Cómo? Si moría de amor por él, y ese mismo amor me estaba desgarrando – una vez más – mi corazón.
- No puedo soportar esto, Sebas -. Le respondí mientras guardaba mi rostro en su hombro -. No sé como voy a vivir, pero no puedo hacer nada… nada de lo que me propongo parece dar frutos -. Inquirí agarrando con más fuerza su chaqueta marrón, mientras mis lágrimas brotaban sin cesar.
- Tranquila… ahora estoy con vos, en este lugar -. Respondió besando mi mejilla a medida que me separaba de él, a quien lo vi a los ojos. No sé que era lo que me estaba ocurriendo, pero me perdía en esos ojos negros que me decían miles de cosas… pero ninguna comprendía -. ¿Quieres contarme que paso con Nick? -. Inquirió y aunque me dolía recordarlo, asentí mientras tomaba un sorbo de mi capuchino.
- Todo parecía estar a la perfección, parecía que nada malo podía suceder -. Comencé a decir, sonriendo al recordar cuando había pensado eso al ver a Nick muy enamorado de mí -. Pero cuando cumplimos dos años, todo cambio en un abrir y cerrar de ojos, ni siquiera llegue a disfrutar de nuestro amor… que ya había terminado. Al parecer se le había acabado el amor, mientras que yo lo sigo amando a pesar de saber que él ama a otra mujer. Me dijo que ya no podía seguir con la relación, porque él ya no me amaba como una vez creyó hacerlo. Y era cierto, antes de decírmelo sus besos ya no sabían igual y cada vez que le decía un simple “te amo”, él respondía un: “yo también” -. Proseguí tomando mi capuchino mientras cerraba mis ojos para no llorar, aunque era inútil… porque esas lágrimas se rompían en mis pestañas y humedecían mis ojos -. Cuando dijo que terminamos, decidí tomar mis cosas e irme a Alemania y ahí estuve todo un año hasta que decidí venirme a Londres para seguir mis estudios, y aquí me encuentras… estudiando y llorando por alguien que de seguro ya me borro de su corazón y de sus pensamientos -. Finalice amargamente, mientras bajaba la mirada y deseaba hundirme en una de mis almohadas y llorar por hora, como siempre hacia desde que me di cuenta de que no podía borrar un sentimiento que seguía tan latente en mi corazón, como sí la realidad – que era que ya no tenía a Nick enamorado de mí – no le afectara.
- Y… ¿Nunca te dijo del por qué terminaron así como así? -. Pregunto Sebas, y simplemente me encogí de hombros viendo sin pestañear mi capuchino que humeaba de lo caliente que estaba.
- Siempre me pregunte lo mismo, del por qué terminamos. Pero él nunca me dijo el motivo del por qué terminamos -. Respondí sintiendo que mis ojos estaban húmedos y que él recargaba su frente sobre mi cien.
- Ya no llores… ahora estoy para hacerte reír ¿Recuerdas? Siempre voy a estar para ti -. Dijo tiernamente, mientras su aliento chocaba contra mi oreja. Jamás creí sentir que mi corazón latiera por él de una manera diferente a cuando latía porque Sebas me hacia feliz. Esta vez latía por otro motivo, y creí que estaba enamorándome de Sebas… pero no podía comprenderlo, porque yo aun lloraba el amor de Nick.
- Sí, lo recuerdo -. Sonreí mirándolo a los ojos, los cuales destallaban de una manera diferente a como los recordaba. Sentí su cercanía, y me ponía nerviosa por tenerlo a centímetros de mí. En un momento se me cruzo pensar como sería besar esos labios carnosos y hermosos… y me preguntaban cuan dulces sabían. Pero me negué desechando tal pensamiento y cerrando mis ojos para mirar mi capuchino que estaba perdiendo el calor.
Cuando terminamos de tomar y charlar un poco de todo, nos fuimos de la cafetería y él me llevo a mi departamento; el cual no quedaba muy lejos de ahí pero de todos modos él insistió en alcanzarme hasta el departamento.
- Gracias por todo, Sebas -. Le dije mientras salía de su auto y me ponía enfrente de él, quien estaba apoyado en el capo de su auto.
- No se agradece, _____. Lo hice con gusto -. Respondió mientras estiro su brazo y acaricio mi mejilla con su mano derecha, mientras su otra mano se encontraba entre los bolsillos de su jeans -. Mañana te vengo a buscar ¿A qué hora salís para la universidad? -. Pregunto y yo lo mire sonriendo. Me hacia feliz saber que a la mañana tendría su compañía, la cual me hacia sentir mejor de lo que me podía imaginar.
- A las once de la mañana -. Le respondí y él asintió mientras me miraba a los ojos, haciendo que no pudiera mantenerle la mirada. Me sentía intimidada e incomoda con todo lo que me hacia sentir. Estaba confundida y no sabía del por qué sentía que lo estaba amando.
- Entonces mañana, a las once te paso a buscar -. Inquirió dejando su postura y estar enfrente de mí. Lo mire a los ojos y en un parpadeo sentí su rostro a un centímetro de mí, sintiendo su respiración chocar contra mi rostro frio, causando que el suave viento dejara de refrescar mis mejillas, las cuales sentía heladas… pero cuando su aliento tocaba las mismas, sentía a mi piel cálida.
- Sebas… -. Antes de que pudiera decir algo, sus labios cubrieron los míos. Me estaba besando mientras mis ojos de apoco se cerraban. Mis brazos se extendieron y rodearon su cuello, mientras él me sujetaba por la cintura. No sabía con exactitud que estaba haciendo, pero cada vez que nuestros labios se fundían en aquel beso, sentía que mi alma se escapaba de mi cuerpo y volvía a ocupar su lugar, mientras que en mi estomago se sentía miles de sensaciones agradables, como una vez sentí con Nick. En ese momento no pensé en él, ni siquiera me acordaba de que estaba muy mal por todo lo que nos paso.
Cuando nos faltaba el aire, nos separamos. Lo mire a los ojos mientras él recargaba su frente en la mía. Simplemente me perdí en sus ojos negros, y no supe como salir de ellos. Solo recuerdo que sus labios volvieron a capturar los míos, y que después me abrazo mientras dio un beso dulce sobre mi cuello. Me sentí realmente amada, sentía que mi corazón estaba sanado y dispuesto a volver a amar sin rodeos.
- Me gustas, _____ -. Me susurro mientras besaba mi nariz, algo que me causo gracia haciendo que riera mientras me preguntaba si yo simplemente gustaba de él o algo más -. Y creo que… estoy dispuesto a intentar, si tú quieres, a ser algo más que amigos…
- Sebas… -. Me quede un rato en silencio, puesto a que debía de pensar lo que iba a decir antes de responder -. Me encantaría… ser algo más que amigos.
Dije y él me beso nuevamente en respuesta. Estaba muy feliz, y él lo causaba… incluso me atrevo a decir que lo amaba. Pero lamentablemente ese amor no era tan así como se ve. Con tan solo ver a alguien… todo cambió, y lo que creí sentir… se esfumo.