"Once upon a time" (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

—¡Apartate de mi camino! —le grité a Harry. Él seguía estudiando allí, a pesar de que Louis se había marchado hace dos días. Verlo sólo me traía horribles recuerdos que lo más seguro es que me los inventara. Estaba segura de que Harry jamás usó una regla y un látigo para transformarme en una dama el día de la visita de los padres de Louis. Sí, lo estaba imaginando sólo por la rabia que sentía.
—Más modales, Lila. Puede que ya no estés con Louis, pero nunca dejes de comportarte como lo que eres —me dijo.
Me detuve en medio del pasillo con dos maletas y un bolso en el hombro, furiosa.
—¿Y qué soy?
—Cabello azucarado —me respondió, con una sonrisa. Quise golpearlo, pero no lo hice. Caminó hasta mí y besó mi mejilla, luego me guiñó un ojo y siguió su camino por el pasillo—.¡No lo olvides, cabello azucarado, siempre, siempre se tú! —lo perdí de vista cuando dobló por otro pasillo.
Suspiré, melancólica. Esto sería duro, llegar a mi casa de pronto y decirles que me habían expulsado del mejor internado de Inglaterra por culpa de Louis. A mamá le daría un infarto y mis hermanos se lamentarían por no haberlo asesinado cuando estuvo en la casa para Navidad.
Me lastimaba pensar en todo eso, por más corto que duró. Estaba maldita, jamás lograría estar con alguien más de tres meses por más príncipe que fuera.
A la salida, no me impresionó no encontrar a nadie para despedirse, todos aquellos chicos que intentaron ser mis amigos no estaban, ni siquiera Teressa. Refunfuñé y acarreé las maletas y el bolso con todo mi esfuerzo, pero me detuve cuando un chico castaño se cruzó frente a mí.
—¿Qué quieres? —no, definitivamente la amabilidad no era mi especialidad en esos momentos.
—Adiós, Lila —me dijo. Lo miré desconcertada, aunque algo conmovida. Liam era un chico extraño, eso lo tenía claro, neurótico y muy listo, pero jamás imaginé que se iría a despedir de mí cuando sólo habíamos intercambiado unas palabras en todo el perído escolar.
—Adiós, Liam —se hizo a un lado para dejarme pasar, pero sentía que él quería decirme algo, se le notaba inquieto. Me volteé y le sonreí, era lo mínimo que podía hacer ante su despedida—. ¿Algo que decirme, Liam?
Se mordió el labio, pensativo. No supe cuánto tiempo estuvo así, pero tampoco tenía prisa. En lo que demoró en hablar, Niall salió del edificio, cargando con sus maletas y su guitarra. Me sonrió, pero yo no lo hice. Ya lo había perdonado, no era su culpa que la madre de Louis fuera una bruja, pero eso no significaba que lo olvidaría todo tan fácil.
—Lissterne —dijo Liam de pronto. Abrí la boca para decir algo, mas no se me ocurrió nada, no tenía la menor idea de lo que me estaba hablando—. Si alguna vez estás en apuros, ve a Lissterne.
—¿Qué es Lissterne? —le pregunté—. ¿Es una ciudad, un pueblo, se come?
Sin embargo, no me contestó. Simplemente entró al internado y se perdió en ese calvario de víboras. Era un extraño chico en verdad, aunque agradable.
—Es un hotel —me dijo Niall—. Le pertenece a la cadena de hoteles de la familia Payne.
¿Liam me estaba ofreciendo asilo, ayuda, apoyo? ¿Por qué? Tal vez le gustaba el rosa u odiaba a Louis, o estaba en contra de la monarquía, porque sin duda, si alguna vez acudía a Lissterne, estaría en deuda con él.
—¿Lista para volver a casa?
—No —reconocí. Miré por última vez al internado. Lo odiaba y esperaba no volver a verlo nunca más. Había arruinado todo aquí.
—Lila... —murmuró Niall, pero no siguió hablando. Un auto nos recogió y nos llevaría a la estación para volver al pueblo.
Le pedí a la directora que por favor no les informara de la expulsión a mis padres, quería contárselos yo. Por más increíble que sonara, aceptó. Tampoco le diría nada a los padres de Niall, aunque ellos sabían del truco de la Reina y le habían rogado para que no viniera.
No, no podía odiar a Niall por más que quisiera, era imposible cuando todo lo había hecho por su familia. Si yo hubiese estado en la misma situación, también lo habría hecho.
En la estación, el auto nos dejó a nuestra suerte. Teníamos el dinero para los boletos y algo más para emergencias, así que Niall fue a comprar los pasajes. Pero mientras el se colocaba en la fila, tuve un arrebato de sentimientos. Era demasiado confuso, pero Louis me había quitado todas mis posibilidades de ser alguien. No me importaba ser princesa de nada, tenía claro que no había nacido para eso. Sin embargo, ya no podría entrar a una universidad, el internado tenía demasiado prestigio y la directora se había encargado de que nada se lo quitara. Estaba perdida.
Así que, pensé, a nadie le importaría y mis padres jamás se enterarían.
—¡Niall! —le hice señas para que se saliera de la fila. Se acercó a mí, confundido—. Compra boletos a Londres.
—¿Qué?
—Que compres boletos hacia Londres —parpadeó, atónito, y volvió a preguntarme "qué".
—Lila, estás loca. No creo que nos dejen tomarnos vacaciones.
—No son vacaciones. Ya no tengo nada que hacer, ¿en serio crees que me aceptarán en otro lugar? Louis me quitó hasta eso, así que me voy a Londres.
Ahora no parecía tan sorprendido. Sabía lo que significaba, mentirle a mi familia, no verlos en no sé cuánto tiempo, que me mataran en cuando se enteraran. Pero nunca había estado tan segura de una decisión en mi vida.
—Bueno, podemos conseguir algo de dinero cantando. Yo puedo tocar la guitarra y conseguir un trabajo temporal... —me tiré sobre él para abrazarlo. Al menos ya no estaría sola en esto.
—Genial, ahora, ve a comprar esos boletos.
Lo solté para que fuera a colocarse otra vez en la fila, esta vez, ambos sonriendo.
Tal vez no me acompañaba por el sentido de la aventura o porque estaba estaba emocionalmente destrozado, sino porque sentía que me lo debía. No me importaba mucho en esos momentos, mientras me acompañara, era capaz de olvidar por un tiempo lo que hizo.
Cuando volvió, tenía entre sus manos los papeles a nuestra aventura, a nuestro gran viaje de aquí en adelante. O hasta que mis padres se enteraran y me arrastraran de los pies a mi casa.
No, ya no tenía casa.
Ahora era libre.

Y así lo fui por un tiempo, hasta que la palabra "Lissterne" cobró peso en mi vida y todo se complicó. Porque, ¿quién dijo que sólo podía existir un príncipe en un cuento?