"Once upon a time" (Louis Tomlinson y Lila Tyler)

Louis no quiso acompañarme, según él, tenía demasiados deberes. La verdad es que los maestros lo consideraban como su protegido y le dejarían entregar un trabajo atrasado y le pondrían la mejor calificación. Por lo cual jamás le dejaban deberes. Era obvio que no le gustaba la idea de tener a Niall en la escuela, por más que intentara esforzarse.
Esperaba a Niall afuera de la entrada principal, donde se estacionaban los autos que nos venían a buscar para irnos de vacaciones a nuestros hogares o los buses que nos llevaban al pueblo, que si mal no recordaba, mañana tendríamos el dichoso paseo.
Ya estábamos en primavera, así que no era necesario ir tan abrigada a todos lados, pero el “castillo” era tan frío y yo estaba tan nerviosa y asustada por la llegada de Niall, que temblaba de todas formas. Hace media hora que esperaba sentada en las escaleras de la entrada y no había rastro de rubios a kilómetros.
—¿No deberías estar en clases? —escuché de pronto. Miré al chico que se recién salía por la puerta y que se sentaba a mi lado. Ya lo conocía, sólo no recordaba su nombre.
—Es mi hora libre.
—¿Y su Majestad?
—También es su hora libre —respondí, algo irritada. Ya me lo esperaba, todas las personas que se acercaban a mí o que conversaban conmigo, lo hacían para sacar información de Louis. A excepción de Teressa, que me rogaba que la disculpara por tratarme tan mal, pero sabía que eso era también por Louis.
Al menos con Niall en la escuela, tendría un verdadero amigo. Louis también lo era, pero con ciertas ventajas.
—¿Por qué no estás con él?
—Porque no es tu asunto, no fastidies tanto —le dije de mala gana. Ya me estaba hartando de tanta pregunta, si le sumaba a eso los nervios y la ansiedad, unas horribles nauseas me daban arcadas.
—Se te han subido los humos a la cabeza, Tyler.
—¡Que te den! —fue lo único que se me ocurrió decirle para defenderme. Porque cuando ya había pensado en un bonito insulto, en la entrada para los autos vi una figura. No estaba tan lejos, pero contuve el aliento hasta estar segura de que era él.
Y cuando vi la guitarra en su hombro, corrí por Niall.
Venía a pie, pensé que al menos alguien de la escuela lo iría a buscar a la estación de trenes, pero al parecer no, porque en las manos cargaba sus maletas.
Salté sobre él y le hice botar todo, excepto su preciada guitarra.
—¡Lila, no creí que me esperarías!
—¿Y dejarte aquí, solo y perdido en el nido de víboras? Ni hablar —él me abrazó y yo sonreí, no podía hacer mucho porque Liam –sí, había recordado su nombre al final-, nos miraba con recelo desde la puerta. Seguro le iba con el chisme a toda la escuela.
—Ven, te mostraré la escuela —le dije entusiasmada.
—¿Dónde está Louis? —preguntó algo intimidado. Me volteé a mirarlo, pero él apartó sus ojos de los míos, así que me encogí de hombres y le contesté:
—En clases, ¿dónde más? —le mentí. No supe si asintió o no, dejé que cargara otra vez con sus maletas y entramos a la escuela, dejando a Liam lleno de preguntas sin resolver, aún.
—Por allí están los… bueno, creo que por ahí se v a al comedor, por allá el baño… no, espera, es por el otro lado…
—En serio no mentías cuando dijiste que te perdías, siempre has sido algo despistada —me dijo Niall. No le presté atención, sino que lo seguí dirigiendo por un tour que ni yo conocía. Tal vez debí dejarlo ir a su habitación e ir a recepción para ordenar el asunto de las clases, al menos considerar que iba con dos maletas y una guitarra a cuestas, pero tenía tantas ganas de conversar con alguien que no me importó si iba cansado o no, seguí indicándole que me siguiera.
Al final, llegamos a la cafetería. Casi siempre después de dar vueltas y vueltas llegaba allí, debía estar al medio de la escuela.
Nos sentamos en un rincón apartado, faltaban diez minutos para que el timbre del almuerzo sonara y decidí apartarle un lugar a Louis.
—No puedo creer que estés aquí —le dije—. Y eso es lo extraño, ¿qué haces aquí? —de pronto, me torné seria. Tenía que resolver todo esto.
—Estoy becado, al igual que tú.
—Niall… ¿qué haces aquí? —insistí.
—Estudiar, a eso vine, quiero un futuro mejor, ¿acaso no puedo optar por eso o tengo que quedarme estancado de por vida en ese pueblo? —estaba a la defensiva. Las únicas veces que se comportaba así era cuando le hablaba de Lucas. Lo que me hizo recordar…
—De acuerdo, si no quieres hablar de eso, cambiemos de tema. La carta…
—Lila, en serio, me encanta verte aquí, pero no es el momento adecuado para hablar sobre eso.
Me exasperé, evadía mis preguntas, se veía irritado. Algo no cuajaba aquí.
—Horan, o me cuentas qué haces aquí o me dices que te hizo mi hermano.
Me observó por un buen rato y suspiró.
—De acuerdo, te contaré lo de Lucas —se acomodó en su silla, dejó la guitarra a un lado, apoyando el mástil en la mesa para que quedara de pie, y se acercó a mí, tan cerca que casi me susurraba al hablar, temeroso de que alguien lo escuchara cuando no había casi nadie en la cafetería a esa hora.
—Tengo que contártelo del principio —comenzó a decir—. ¿Recuerdas cuando jugábamos juntos? —asentí—. ¿Y de repente dejamos de ser amigos? Bueno, eso… eso se debió a algo que Lucas te ocultó y que yo, por el bien de todos, también mantuve en secreto —no podía con la ansiedad, que me contara de una buena vez—. El día que dejamos de ser amigos, fue porque… él se me declaró.
Frío. Un balde de agua fría cayó sobre mí y fue tan doloroso como vergonzoso. Louis tenía razón y yo no quise verlo. Todos lo sabían menos yo. Vaya hermana que era.
—Lucas… Lucas ¿es gay? —Niall asintió en silencio, con un movimiento casi imperceptible mientras bajaba la mirada de mi incredulidad—. ¿Por eso pelearon?
—Me dijo que estaba enamorado de mí, éramos más jóvenes que ahora, ¿qué se supone que hiciera? “Oh, Lucas, yo también siento cosas por ti”. ¡No, Lila! Yo no soy gay.
—Ya, tampoco tenías que burlarte así.
—Y lo dice quién no sabía —lo reté con el ceño fruncido, pero él no me hizo caso.
—Entonces, si ya lo sabías, si él ya se había declarado, ¿qué hizo para que te enojaras más? En la carta dijiste que fue lo que explotó la chispa. ¿La chispa de qué? ¿Qué te hizo?
—¿En serio quieres saberlo? —insistí repetidas veces con mi cabeza, asintiendo, y él se acercó mucho más a mí—. Fue a mi casa, quería hablar sobre esto, me dijo que seguía queriéndome y que no soportaba saber que yo estaba enamorado de otra persona —solté un grito ahogado, esa era información nueva para mí—. Entonces se acercó, me sujetó del cuello, e hizo esto…
Niall me agarró del cuello y tiró de mí, cerré los ojos pensando que nos golpearíamos las caras, pero lo siguiente que sentí fueron sus labios. Sus labios contra los míos.
Apenas reaccioné intenté separarme, pero me tenía sujeta de la nuca y tiraba de mi cabello cada vez que intentaba apartarlo. Sentí su lengua como un intruso no deseado. Louis iba a matarme. Louis iba a matarme. Louis iba a matarme.
Cuando al fin me soltó, me eché hacia atrás, pasmada del susto, limpiándome la boca incontables veces con la manga de mi chaleco. Estaba atónita, perpleja, petrificada, y lo peor de todo, era que teníamos público.
Algunos estudiantes que habían salido antes nos observaban incrédulos. Y entre ellos… estaba Louis.
Me puse de pie inmediatamente y fui por él, pero Louis se dio media vuelta y salió de la cafetería para perderse en los pasillos. Le seguí sin importarme no encontrar el camino de regreso, no quería ver a Niall ni de broma.
Ni siquiera me detuve a pensar que Lucas había besado a Niall. Eso no era importante ahora, porque Niall me había besado a mí, frente a los demás y Louis.
Supe que Louis se dirigía a nuestro cuarto cuando reconocí algunos pasillos. Y efectivamente, allí iba.
Cerró la puerta tras de mí y la abrí de inmediato. Me encontré con su mirada fría y distinguida de príncipe esta vez, no de Louis.
—Sabía que eso sucedería tarde o temprano, pero nunca que fuera tan temprano —me espetó.
—Louis, no, yo no quise, el me tenía sujeta…
—Ya no importa —interrumpió—. Desde que lo conocí supe que él era mejor que yo, no sé porque me esforcé en que lo nuestro funcionara.
—Él no es mejor que tú. Nadie lo es, tú eres un príncipe, Louis.
—¿Así que eso importa, que soy un príncipe?
—No —me apresuré en decirle—. No es el que, sino el quien. Louis, yo te quiero a ti, a Boo Bear , a Lou, al mismo chico que se burló de sus padres para defenderme, de ese chico me enamoré, no de un estúpido título.
No dijimos nada más durante unos segundos, hasta que Louis sacó una chaqueta del armario y pasó de mí para abrir la puerta y marcharse. Pero antes de irse, dijo:
—Es fácil decirlo después de besarte con él —y se fue, cerrando de golpe la puerta al mismo tiempo que sentía mis lágrimas caer. Era la primera vez que lloraba por un chico, ni siquiera lo hice cuando mis anteriores novios me engañaron. Lo más gracioso, es que habíamos durado casi lo mismo, alrededor de un mes de noviazgo falso y dos del real. Tres meses. Nunca duraba más de tres meses en una relación, no sé por qué había creído que con Louis sería distinto.
“Porque creíste que él era tu príncipe”.