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Our twenties
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Re: Our twenties
CAPÍTULO 27
Lovesick • Enolah & Mason
Última edición por lovesick el Vie 10 Nov 2023, 10:48 pm, editado 6 veces
lovesick
Re: Our twenties
CAPÍTULO 27.2
Lovesick • Mason & Enolah
Última edición por lovesick el Vie 10 Nov 2023, 10:49 pm, editado 2 veces
lovesick
Re: Our twenties
CAPÍTULO 28
Jaeger • Reaven Inoue & Beltrán Mustang
- someone still loves you:
—Gracias por venir.
Mi hermana siempre ha tenido ese brillo pícaro en los ojos. La ves y sabes que esta dispuesta a obtener lo que quiera sin importar que se le cruce por el camino. Un rasgo que tenemos en común. Sin embargo, desde la última vez que la vi, sus ojos lucen mas apagados que antes.
Me fijo en su mejilla el moretón que se va formando en tonalidades violetas como en las marcas en sus muñecas. No puedo distinguir cual fue el golpe de mamá y cual el de Brick, tampoco quiso decirlo cuando le pregunte, así que deje el tema por la paz de todos. Lo irónico es que en esta casa hay de todo menos paz.
—No es como si me dejaras mucha opción —intento bromear, noto enseguida lo pésimo que le caen mis palabras por la mueca en sus labios. Dejo el café sobre la mesada y voy hacia ella, abrazándola. Vera se refugia en mis brazos, sollozando—Ya, ya. Todo estará bien.
Eso quiero creer mientras acaricio su cabello, siendo el pilar que necesita en estos momentos. Noto a Brick llegar, quedándose en el marco de la puerta en cuanto le dirijo una mirada fulminante. Baja la cabeza hacia sus zapatos desatados, como si recién entonces se diera cuenta de la gilipollez que hizo. Suficiente era con mamá como para que él haga uno de sus espectáculos.
Un poco mas calmada, Vera se separa de mi y se encarga de borrar sus lagrimas. Recién entonces nota la llegada de nuestro hermano, brindándole una sonrisa cálida. Evito poner los ojos en blanco, aunque me causa estragos verla siendo tan complaciente con él.
—¿Cómo estas, Brick?—pregunta en su dirección, acercándose hacia él.
Mantiene la distancia suficiente para no incomodarlo. Brick odia el contacto físico, aun si es un abrazo que ella desea darle.
—Lo siento —masculla por debajo.
—Si lo sientes deberías controlarte la próxima vez—digo demasiado molesto como para controlar lo brusco que sueno.
—Beltrán —Vera lanza una mirada asesina en mi dirección.
—Lo siento—repite Brick. A mi me tiene hasta los cojones sus disculpas.
—Esta bien, esta bien. No ha sucedido nada...
—Tienes moretones y marcas en tus muñecas. ¿Cómo puedes decir que no...?
—Beltrán, por favor —suspira mi hermana con cansancio, esta vez sus ojos ruegan de que me detenga.
Lanzo un suspiro fastidiado, pero le doy lo que quiera. Me es difícil decirle que no porque la adoro muchísimo, además de que la he mimado siempre. Sin embargo, Vera y yo pensamos diferentes respecto a Brick. Ella lo quiere con todo su corazón. Yo lo aborrezco con el mío.
Salgo al patio trasero donde enciendo un cigarrillo, buscando un poco de paz aunque sea por un segundo. No fumo demasiado, solo cuando me siento estresado. La familia siempre me estresa, aun si intento hacer de cuentas que no es así. En el pasado, cuando vivía aquí, solía fumar un cigarrillo antes de observar la ventana de la casa de al lado y decidir trepar hasta el balcón. Solo que esta vez no esta Reaven allí para consolarme.
Me quedo afuera el tiempo suficiente en que creo que se han ido todos a dormir. Papá aparece de pronto cuando lanzo el cigarrillo a mis pies y lo apago con la suela de los zapatos. Observa mi acción, dándome una mirada de desaprobación.
—Si se quema el pasto tu mama nos va a dar una patada en el culo a nosotros—me recuerda. Mamá odia que lo apaguemos en su jardín después de todo el tiempo y dinero que invirtió en el.
—Bueno, no es como si pudiera disfrutarlo mucho —me encojo de hombros, obviando el gesto triste en su rostro. Me nace una sonrisa burlona, llevando mis manos hacia los bolsillos delanteros del pantalón—Eh, que ahora tendrás mas tiempo para pasarla con tu novia.
—Elena y yo ya no estamos juntos.
Elena fue amiga de mi madre por muchos años. Claro, hasta que descubrió que mantenía una aventura con su marido casi cinco años y cortaron relación. Con Elena, porque al gilipollas de mi padre no lo dejaría ni porque le haya metido el cuerno.
—Será una buena ocasión para bajar tinder, entonces.
—¿Puedes detenerte un maldito segundo?—pide con molestia. Saca un cigarrillo del bolsillo para encenderlo, largando un enorme suspiro en su primera calada—Tampoco estoy feliz con esta mierda, ¿entiendes? No es solo difícil para ti.
—Lo sé. Es difícil para Vera, y hasta para Brick. Pero, ¿para ti?
Acentúo mi sonrisa sin pasar desapercibido la manera en que aprieta la mandíbula. De seguro querrá callarme de un solo puñetazo.
—¿Desde cuando te dedicas a lanzar mierda?
—No lo sé. Según tú, siempre fui un pedazo de mierda. ¿No sería lo normal?
No sé en que momento sus expresiones dejaron de ser fulminantes y despreciables cada vez que se dirigían hacia a mi. Pareciera que quedo atrás el hombre violento que solía ser. Serán los años de vejez que traen consigo expresiones tales como la culpa y el remordimiento. Solo sé que hoy en día nada me convence tan fácilmente como en el pasado.
—Vera ha dicho que llevarás a Brick contigo.
—¿Me queda de otra? Tu sigues sin hacerte cargo del hijo autista, así que —me encojo de hombros, aunque por dentro me hierve la sangre de pensar que estaré con ese idiota rondando por mi casa.
—Brick te quiere. Tratalo bien.
—No tienes que querer a alguien solo porque esa persona lo hace. ¿No es así como vivías?
—¿Cuantos años tienes? Pareces un adolescente resentido —tuerce la boca con incomodidad y deja su cigarrillo a la mitad.
—Tengo 27. Mira que descaro que ni siquiera eso te acuerdas.—llevo una mano al pecho con ofensa fingida, solo para tocarle un poco mas los cojones.
Pero mi padre se ha vuelto muy blando estos últimos años. Lo que antes podría haberlo echo explotar de rabia y liarnos a puñetazos, hoy lo hace suspirar con resignación.
—Las sabanas de tu cama están limpia. Que tengas buenas noches.
Es lo último que dice antes de despedirse, llevando una mano por encima de su camisa para rascarse la barriga. Solo es un segundo en que puedo distinguirla, pero esta claramente la cicatriz de hace años atrás. De esa noche en que pasamos de ser padre e hijo a enemigos dispuesto a saciar el odio irracional el uno por el otro.
Parpadeo rápidamente antes de deshacerme de las imagines y los tintes de los gritos de aquella noche. La ansiedad me golpea como una bofetada y necesito estirar las piernas por todo el vecindario antes que los recuerdos me vuelvan loco.
Puedo odiar y resentir con intensidad, más no puedo soportar la idea de mis manos manchadas de sangre. No otra vez.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Mi madre ha despertado al día siguiente y no deja de llorar después de que le dijéramos la decisión que hemos tomado. Papa se queda a su lado tratando de consolarla. Brick se encerró en su cuarto porque no soporta escucharla llorar mientras que Vera intenta explicarle que es lo mejor para ella.
Yo me quedo a su lado, tomando su mano y observando las manchas en estas. Mama siempre ha tenido las manos limpias y llenas de anillos de diamantes o de oro. Acaricio el dorso como si deseara que desaparecieran por obra de magia, así tal vez volviéramos el tiempo atrás para hacerlo todo mejor. Pero tampoco es como si esto pudiéramos derivar la culpa a alguien. Simplemente esta, la cuestión es que hacemos a partir de esto.
No he llorado porque suficiente llanto hay por aquí, pero cuando nos quedamos a solas en el patio mientras observamos a los pájaros bañarse en la fuente que compro hace diez años atrás, solo entonces puedo desarmarme aunque sea un poco.
—Puedes venir a vivir conmigo —le sugiero, esperando que acepte.
La respuesta es obvia al sonreírme con ternura, acariciando mi mejilla con adoración. Quizás nunca fui el preferido de papá, ese puesto lo tenían Brick y Vera, pero con mamá siempre he sentido que nos pertenecíamos con fervor.
—¿Contigo y la manada de críos? No, gracias. Al único que soportaría es a Roy.
—El único insoportable es Roy. ¿Sabes lo que me hizo el otro día?
—¿Qué? —ladea la cabeza hacia un costado, soltando una risita divertida. Como no, si me he quejado de ese idiota por todas las tonterías que hace.
—Puso decolorante en mi shampoo por venganza. Pero yo lo cambie por uno de los chicos, no me fie que se quedara tanto tiempo en mi baño personal. Ahora Ryan es rubio... aunque tuvo que pelarse porque le quemo el cabello.
Mama se ríe en cuanto le muestro el video de Ryan maldiciendo mientras los muchachos se ríen a la vez que le afeitan la cabeza. Roy estuvo pálido todo el día hasta que confeso su travesura, lo que le valió que Ryan lo persiguiera con un teclado en mano, dispuesto a devolverle el golpe que su hermana le dio hace semanas atrás.
—Algo le habrás hecho. Roy no hace las cosas porque si.
—Es porque volví con Reaven y él nos quiere separados.
Las facciones divertidas se quedan a segundo plano porque sus expresiones se ensombrecen. Cuando creo que vendrá el regaño, me sorprendo al verla suspirar con resignación.
—¿Por que quieres tanto a esa niña?
—¿Como no podría hacerlo? Es hermosa.
—Y una problemática de primera —rueda los ojos con desprecio.
Yo solo sonrió, tomando su mano una vez mas para entrelazarlas. Mama deja su cabeza sobre mi hombro, recostada.
—Algún día voy a casarme con ella.
—Deja de darme disgustos, Beltrán.
—Solo te preparo para el futuro. Esta vez no pienso separarme de Reaven.
Sigo sin entender porque las personas no nos quieren juntos. Todas las parejas pelean, todas tienen sus altos y sus bajos. Nos equivocamos mucho el uno con el otro, montones de veces. Eramos jóvenes y apenas sabíamos amar, mucho menos de manera correcta. Pero lo que vivimos nos lleva hasta este momento, en que los dos intentamos poner lo mejor de nosotros y hacerlo funcionar. No estoy dispuesto a dejar que lo arruinemos tan fácilmente otra vez.
—Reaven algún día se irá, Beltrán, y tendrás que aprender a vivir sin ella. Como ahora aprenderás a vivir sin mi...
—No digas eso. ¿Acaso crees que voy a desaparecer de tu vida?—le sonrió una vez que nuestras miradas se encuentran, ella sin despegarse de mi hombro. Dejo un beso en su frente, reposando mi cabeza sobre la suya—Voy a ir a molestarte todas las veces que pueda. Y cuando termine el puñetero proyecto, te vas a vivir conmigo. Esta decidido. Incluso estoy dispuesto a buscarte después de tus citas con tus ligues. Eso si, nada de llevarlos a casa.
Me lanza un manotazo en el brazo que me hace reír aun mas fuerte. Mama rueda los ojos, divertida de que solo lo sugiera.
—Ya estoy vieja para esos trotes.
—Todavía eres joven. Joven y hermosa. ¿Por que no lo aprovechas para engatusar a un viejo millonario? Me vendría bien una jugosa herencia.
—Tonto.
La abrazo aun mas fuerte, deseando que el tiempo se detenga en estos momentos para aprovecharla mas a mi lado. No sé cuando se irá, Vera dijo que en esta semana la llevara a conocer las instalaciones y probaremos que se quede unos días a la semana para que no sea todo de golpe, sino progresivo. Pero el hecho de saber que tendré que dejarla en ese lugar tan sola me tiembla el pecho.
—Bell—llama dulcemente por mi apodo de niño, el que solo ella usa conmigo —Hablaba enserio respecto a Reaven. Ya se ha ido no solo una vez, sino muchas veces.
—Esta vez es diferente —insisto, aunque es innegable la inseguridad que palpita en mi pecho.
—Ojala que si. Pero si no... solo debes dejarla ir.
—Reaven es buena, mama. Me quiere.
—Lo sé. Es solo que... las personas como ella a veces no quieren de la manera en que desearíamos que nos quisieran —lo dice tan serio y con cierta tristeza, que me hace pensar que lo relaciona inevitablemente con su relación con papa. —Puedo no ser el mejor ejemplo para decírtelo, pero me hubiese gustado que alguien me lo dijera a mi en su tiempo.
—Yo te lo dije —le recuerdo.
Asiente, separándose lentamente de mi. Gira su cuerpo hasta enfrentarlo con el mío. Toma de mis mejillas para acariciarla, arrebatándome una sonrisa por sus cariños. Mamá no sonríe, solo mantiene esa expresión triste que he visto por tantos años.
—Lo sé. Y por eso es la hora de que yo te lo diga a ti: déjala ir.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Reaven
La excitación de la noche anterior se borro por completo al abrir los ojos, sintiéndome tan desolada como en los últimos años. Ni siquiera sé si es otro episodio en que la depresión vuelve a hacer estragos conmigo. De lo único que estoy segura es que mi pecho pesa apenas logro sentarme en la cama. Abatida. Decepcionada. Y triste.
Suelto un suspiro antes de restregar mis ojos para barrer el sueño, aunque no sirve de nada porque el cuerpo parece cargar con 100 kilos que la necesidad de recostarme vuelve a mi de inmediato. Eso hago, observando un punto fijo en que mi mente revuelve eventos pasados en que deje que los excesos destruyeran lo poco que había construido.
—Buenos días —dice Taianna abriendo la puerta de la habitación. Al menos ha interrumpido el ritual de masoquismo. Se dirige hacia su escritorio antes de tomar unas cosas y llevarlas hacia su bolso —¿Qué no deberías estar en el trabajo?
Proceso la información segundos después en que dejo de lado la miseria para buscar el celular debajo de la almohada, notando que llevo dos horas de retraso. No voy un mes trabajando y ya la voy cagando.
—Puta madre —pataleo con las sabanas para salir de la cama y correr hacia la ducha.
Apenas alcanzo a arreglarme decentemente y robar el café de Taianna en un descuido para salir corriendo a la calle en busca de un taxi. No llevo mucho dinero encima, pero la tarifa no es cara y no tengo tiempo para esquematizar en gastos. Me late la ansiedad con constancia en lo que espero a que el taxi llegue de una buena vez a la residencia de Beltrán, pensando en lo extraño que no pasara por mi. O al menos que me llamara.
Le marco a pocos metros de llegar. No contesta ninguna de las tres veces que intento comunicarme con él. La idea de que este molesto conmigo por mi irresponsabilidad me parece estúpida. Si estuviera molesto habría venido por mi de todas formas. No es como si en ninguna circunstancia deje de verlo. Al menos no en esos indices.
Quien si esta molesto es Roy, encarnando tanto la ceja que creo que le saldrá una arruga en la frente por la expresión que lleva.
—¿Tienes una justificación válida?—espeta con los brazos cruzados.
—Me quede dormida —comento en lo que dejo caer mi cartera en el suelo y prosigo a caminar rápidamente hacia la cocina para hacer café y aperitivos.
Roy me sigue, insistente.
—¿Estas durmiendo bien? ¿Sigues tomando tus medicamentos? —pregunta todavía con el tono de voz molesto, pero es evidente que intenta camuflar su preocupación con enojo.
No debería contestarle porque todavía estoy en plan de joderle por ser un sucio mentiroso. Sin embargo, el recuerdo de la noche anterior trae consigo la culpa que no puedo abandonar tan fácilmente. Soy rencorosa, pero también culpable.
—Si, lo hago —llevo mi cabello hacia atrás en lo que intento concentrarme en poner la cafetera andar. Rebusco en la alacena las tazas y las dejo sobre la mesada. Solo entonces volteo hacia mi hermano, quien aprieta ligeramente los dientes con impaciencia, esperando a que continué —He dormido demasiado bien, para serte sincera. No escuche la alarma. Lo siento, no volverá a ocurrir.
Contempla unos segundos en que asiente en silencio. Yo espero a que prosiga con su mierda, aunque parece que eso no vaya a suceder.
—He comprado tortillas de avena, ¿puedes hacer algún bocadillo con eso? Últimamente todo lo que compran son porquerías.
—Claro.
—Y necesito que lleves la cuenta de los gastos de estos últimos cuatro meses junto con el recibo de sueldo de los muchachos. El jueves Beltrán y yo nos reuniéremos con los patrocinadores y debemos presentar los recibos. ¿Sabes usar el excel?
—Si—miento, pero no me creo que sea tan complicado. Además, existen tutoriales en youtube.
—Genial. Gracias.
Nos observamos unos segundos antes de desviar la mirada casi al mismo tiempo, de pronto incómodos con la presencia del otro. Aprovecho para sacar las tortillas de la heladera y algunas verduras, dispuesta a hacer algo decente y nutritivo.
Roy no se ha movido y no entiendo que mas necesita, así que antes de ponerme manos a la obra, vuelvo a mirarle.
—¿Necesitas algo mas?
Calla un segundo antes de hablar, titubeando.
—¿Puede que hayas firmado un contrato con un amigo de Petra?
Rebusco en mi mente hasta recordar a Paúl, así que asiento. Roy tuerce los labios y suelta un suspiro pesado.
—Mira, sé que no debería entrometerme entre lo que sucede contigo y Petra...
—Gracias—le corto de inmediato, ignorándolo y siguiendo con lo mío.
Pero Roy es terco, así que prosigue.
—Pero ha tenido a Paul encima de ella porque se supone que firmo contigo para unas sesiones de fotos...
—Y esperas a que yo lo cumpla, ¿verdad?
No tengo intenciones de ser modelo o la mierda que se le cruzara a Petra y a Paúl por la cabeza. Solo lo hice por el dinero, aunque entiendo que no cumplir con el trato es suficiente para una demanda. Y que no tengo plata para pagarla, obviamente.
—Solo quería recordarte que estas bajo mi tutela—pongo los ojos en blanco y estoy lista para lanzarle un comentario ácido antes de que continué—Por ende, ninguna firma de tu parte tiene validez. ¿Entiendes lo que quiero decir? En pocas palabras, el contrato no es valido.
Suelto un suspiro, aliviada porque no tendré que seguir haciéndolo.
—Ok. Gracias por decirlo.
—De nada. Y llama a Petra. Adiós. —dice rápidamente antes de huir de la cocina. Cobarde.
Mientras corto los aguacates y la aplasto con el tenedor, me detengo un segundo a pensar en que realmente no sé nada sobre lo que implica una conservatoria. Beltrán una vez dijo que podría pelear por librarme de ella, pero hasta el momento jamás lo había pensado.
Lo anoto mentalmente antes de desplazarlo, dispuesta a terminar con esta tarea lo mas pronto posible antes de seguir con lo demás.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Beltrán me llamo horas después, justo cuando llegaba a la biblioteca para reunirme con Lola y Rocco. Teníamos que estudiar para los exámenes de la próxima semana. Me detuve afueras del lugar para contestar.
—Hola mi luz encantador.
Calle un segundo antes de devolver el saludo, consciente que su tono de voz era apagado aunque se esforzara en que no.
—¿Donde estas?
—En Toronto. Mama... bueno, ella golpeo a Brick. La desconoció por un momento y Brick se puso agresivo también. Tuve que venir.
Otro segundo mas de silencio en que pensé si mis palabras le ayudarían. Pero lo cierto es que a veces, por mucho que quieras ayudar, las palabras vacías no sirven.
—¿Has tomado una decisión?
Suspiro pesado. Casi podía imaginármelo pasar una mano por su cabeza con frustración.
—Vera encontró un buen lugar para mamá... y Brick vendrá una temporada conmigo, al menos hasta que prenda a ser un sujeto funcional.
Entiendo el rechazo de Beltrán hacia Brick porque puedo compararlo con el que siento cada vez que tenía a Reagan cerca de mi, por lo que no me atrevo a cuestionarle nada.
—¿Y Vera?
—Creo que es suficiente para ella toda esta situación. Necesita un respiro.
Vera no es de mi agrado tampoco. Jamás nos llevamos bien y mas de una vez tuvimos discusiones en que terminaron con golpes y tiraderas de cabello, pero no podía imaginarme tener todo el peso que debía llevar en sus hombros. Sobre todo después de que Beltrán se marcho.
—¿Cuando volverás?
—Mañana en la noche. ¿Crees que podrías...?
—Tengo que estudiar con mis compañeros, pero volveré a la mansión —contesto sin pensarlo.
Sonrió de solo escucharlo soltar otro suspiro, esta vez mas aliviado.
—Te extraño con todas mis fuerzas. ¿Sabes lo horrible que es estar aquí sin poder abrazarte?
—¿Quieres que vaya?
Estoy dispuesta a hacerlo si eso me asegura que al menos se sentirá un poco mejor.
—Que mas me gustaría a mi, amor mío. Pero tienes que estudiar y trabajar, y yo terminar de solucionar esta mierda.
Hablamos un poco más antes que la llamada terminará. No porque quisiera, sino porque Brick lo llamo en nombre de Vera. Beltrán nunca se escucha de buen humor o ni tampoco finge ser amable como con todos si se trata de su hermano mayor. A veces me gustaría saber cual es la razón de ello, aunque generalmente llamo al silencio al notar que parece indisponerse cada vez que debe hablar de Brick. No quiero cruzar limites cuando no soy bienvenida, más otra parte de mi se pone en los zapatos de Brick. Me hace desear que las cosas sean diferentes entre ellos.
Hora y media después de estudio, nos pasamos al café de enfrente para recargar energías antes de continuar. La biblioteca cierra a las ocho, así que nos queda un poco mas de tiempo antes de tener que regresar a casa a seguir estudiando. Lo bueno es que hacemos un buen equipo entre los tres, pues Lola es buena en matemáticas y Rocco en todo lo que implica teórico. Yo me defiendo un poco de todo, pero agradezco aclarecer dudas con ellos.
—Deberíamos hacer una cena entre los tres y nuestras familias para festejar —dice Lola con entusiasmo, buscando la aprobación en ambos.
Rocco y yo nos miramos sin mucha emoción.
—Me llevo pésimo con todos ellos.—asegura.
—Yo también.—asiento de acuerdo. Soplo un poco antes de beber.
—Venga, al menos una o dos personas. ¡Y tenemos que hacerlo a lo grande!
—Te aviso cuando llegue el día—Rocco prosigue a comer su cheesecake sin mucho entusiasmo —Ya veo que lo comento y luego acabo como un idiota.
—No seas negativo. ¡Arriba esa serotonina!
—Dile eso a mi psiquiatra.
—O a las neuronas —añado antes de ignorarlos.
Lola esta en su buena semana, aunque la he visto en sus malas y es completamente distinta a lo que se ve ahora. Cuando la depresión hace lo suyo, se vuelve retraída y callada, pareciera que poco y nada puede animarla, pero una vez que los episodios pasan vuelve a relucir como un sol. Rocco es de quienes se irritan con facilidad y llora a escondidas en el baño del instituto. Ha pasado poco tiempo desde que les conozco y no compartimos mucho mas allá de las horas que debemos vernos en el instituto y en las tardes de estudios. Pero aprendí fácil a distinguirlos, no sé si es porque en parte me representa su mierda o porque paso tanto tiempo encerrada en la mía que cuando asomo la cabeza hacia afuera es fácil distinguirla.
Realmente no sé a quien invitaría a festejar. Supongo que a Beltrán. Puede que a Taianna y Flora. Considerando que Petra y yo no hablamos. Roy y yo seguimos molestos uno con el otro, pese a nuestra breve tregua de hoy. La demás gente no entra en discusión bajo ninguna circunstancia.
<< Es que estas sola >> se escucha en mi cabeza.
No quiero darle la razón, aunque lleva varios puntos por delante.
Una vez que terminamos de estudiar, Rocco me lleva a casa en su auto en lo que escuchamos un poco de los Rolling Stone.
—La idea de Lola no esta mal —dice estacionando frente a la residencia, apagando el motor. Me quedo, esperando a que continué —Deberíamos festejar. Al menos tomar una copa...
Nunca les he dicho que soy alcohólica. Solo saben que tomo antidepresivos y que tengo el mismo diagnostico que ellos. Pero recuerdo lo poco que bebí de cerveza en el festival y asiento.
—Solo nosotros tres. No sé si estoy de acuerdo con invitar a otros...
—Yo tampoco. Pero podemos festejar dos veces —me guiña un ojo antes de despedirse y marcharse.
Las alarmas en mi cabeza me insisten en que debería ser sincera con los dos y no dejarme arrastrar por la necesidad de autodestruirme, tan persistente como siempre, mas otra insiste que no serán mas que unas copas. Que puedo controlarme si así lo quiero. Que tengo el control después de haber trabajado tanto este último tiempo.
Una copa de vino. Me la merezco después de tanto. ¿Verdad?
Al menos, ese pensamiento me deja dormir después del medicamento.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Sebastián viene poco antes de la hora de salida con un semblante un poco preocupado. Alzo la barbilla en un gesto para que hable. De todos los de aquí es el con quien mejor me llevo. Los demás son un poco reticentes después de haber golpeado a Ryan, pero no son descorteces.
—Petra esta afuera. Dijo que quiere hablar contigo...
Me recuesto sobre la silla antes de suspirar con pesadez. Era obvio que la muy tonta iba a persistir, aunque por dentro la idea de solucionar las cosas entre nosotras suena atrayente. Pero soy rencorosa, así que mi cabeza no deja de repetir que es una vil culebra traidora. Y una chupa pollas también.
—Dile a Roy.
—Ya le dije. Dijo que te lo diga a ti.
Empujo la silla con brusquedad antes de levantarme, agradeciendo en voz baja a Sebastián, enviándole una mirada fulminante a Roy en cuanto nuestras miradas cruzan. Vuelve a su trabajo en un segundo, como si nada sucediera. Pero no puede engañarme, lo noto en sus ojos que titubean con preocupación. Tendrá miedo de que alguna acabe esta vez calva.
Bajo las escaleras del pórtico con fuerza, llamando la atención de Petra. Voltea hacia a mi con los brazos cruzados y la mirada llena de fuego en sus ojos. Una vez frente a frente, la imito y espero.
—¿Por qué no contestas mis llamadas?
—Porque no quiero.
Rechina los dientes con molestia.
—Esto ya es demasiado. Anda, hagamos las paces.
—Si es por las estúpidas sesiones de fotos, te digo que...
—Me vale mierda eso. Solo quiero a mi mejor amiga de vuelta.
—Lastima. Lo hubieses pensado mejor.
Entrecierra los ojos con exasperación. Sé que puedo ser una cabrona y hacer perder la paciencia a cualquiera, tampoco es que se necesite demasiado para tocarle los ovarios a Petra, así que me preparo mentalmente en que terminaremos a los golpes.
Contra todo pronostico, la mirada de Petra afloja al igual que toda la tensión en su cuerpo.
—Sé que hice mal en ocultártelo. Tuve que decírtelo. Solo que a veces me da miedo no saber como vas a reaccionar, Reev.
—Bueno, al menos sabes como reaccionaré si lo ocultas.
—Si. Y también sé cuan gilipollas puedes ser.
Frunzo el ceño a la vez que aprieto los brazos contra mis costillas, retenimiento a no lanzar el primer golpe.
—¿Vienes a disculparte o a seguir siendo una zorra estúpida?
—Seré lo que quieras, pero al menos no soy una imbécil orgullosa. Vine a decir lo que tenia que decir, y si no quieres perdonarme, al menos te pido que me entiendas.
Es lo último que dice y se marcha. Me quedo parada observando como su auto se va perdiendo a lo lejos en la carretera. Si, sé que debería entenderla. Después de todo, Petra siempre esta en medio de una disputa familiar. Que no es fácil para ella estar de un lado que de otro, puesto que Roy, Penny y yo somos su única familia ahora.
<< Siempre alejas a todos. Es tan propio de ti >>
Sacudo la cabeza y me dispongo a entrar a la mansión. Me detengo de inmediato al ver a Reagan desde un costado con los ojos apagados, tristes. Aprieto los dientes, sintiendo la ira recorrer en mi al notar que ha escuchado todo.
—Reaven...
—¿Qué? ¿También te gusta husmear en lo que no te incumbe? —le observo con desagrado de pies a cabeza, notando el vestido de volado que lleva y el cabello peinado en una media coleta. —¿Vas a seguir viviendo en la casa de mi novio? ¿Qué no deberías buscar un trabajo aunque sea?
Reagan titubea un poco, se separa del marco de la puerta antes de acercarse. No lo hace demasiado en cuanto afilo la mirada en su dirección, advirtiéndole la mala hostia que traigo encima. Debería estar acostumbrada, pues nunca es agradable tenerla cerca.
—Sé que no hemos tenido la mejor relación, y que en parte es mi culpa—murmura en voz baja, respirando pesadamente en lo que en un momento de valentía intenta sostenerme la mirada. En vano, pues pronto la baja —No he puesto de mi parte. Tampoco te defendí cuando mamá era injusta contigo...
Reagan nunca dijo algo directamente hacia a mi. Siempre se mantuvo a distancia y callada a mi alrededor, tanto así que cuando compartíamos habitación jamás hablábamos ni por asombro. Ni siquiera me preguntaba donde me iba a mitad de la noche, pero jamás me delataba. Si tenia un problema en casa, ella decidía silenciosamente encerrarse en el sótano para seguir ensayando en lo que mamá y Ruth se encargaban de despotricar su ira en mi. En mi familia todos tenemos un temperamento de mierda, pero Reagan no. Al menos, no conmigo.
—No me importa nada de lo que tengas que decir.—intento pasar de ella, pero la muy estúpida se cruza en mi camino. Ladeo la cabeza, a punto de soltarle un puñetazo.
La odio, incluso cuando su mirada parece asustada y su cuerpo tiemble.
—Voy a irme pronto, si eso deseas. Ruth dijo que podría quedarme con ella un tiempo, aunque tendría que volver a ver a mama y...
—Reagan.—advierto. Estoy perdiendo la paciencia.
—A lo que voy es que no quiero molestarte. Menos que sigas peleada con Roy y Petra. No quiero nada de eso para ti. Deseo que seas feliz y...
De un solo movimiento, empujo su endeble cuerpo hacia la pared mas cercana. Reagan gime de dolor por el impacto. Sus ojos se alzan hacia a mi con temor, llenándose de lagrimas que poco y nada me importan. Me acerco hacia su rostro, apretando con fuerza el agarre sobre su hombro. Hace otro gesto de dolor, pero su chillido queda atorado en su garganta, demasiado asustada para pronunciarlo.
—Guarda toda esa mierda sentimentalista para ti. Sé lo que eres y todo lo que hiciste, aunque creas que no lo sé —abre en grande los ojos con mas temor que antes, esta realmente asustada—Ni creas que no lo sé, Reagan.
—Yo...
—Cállate—llevo mi mano libre hacia su mandíbula, apretándola con fuerza. Las lagrimas comienzan a caer sobre sus mejillas, pero a mi nada me conmueve viniendo de ella—Sé que fuiste tu la que incendio el local. ¿Crees que no lo sabría, pequeña imbécil?
Me nace las ganas de darle la paliza que se merece. Llevo guardado todo el odio desde hace años, casi diez años desde que esta idiota decidió hacer esa mierda y echarme la culpa a mi, incluso si fue indirectamente. Las cámaras mostraban un rostro igual al mio, pero nadie podría imaginarse que la impecable y dulce Reagan se atrevería a tanto. Solo hay dos rostros como el nuestro, y si yo no lo hice, entonces fue ella.
Nadie me creyó. Hasta Beltrán dudo de mi. Ni siquiera pelee demasiado y solo acepte el castigo no merecido.
—Por tu culpa me enviaron a ese reformatorio de mierda. ¿Y crees que puedes venir a decirme todas esas gilipolleces? ¿Con que puto derecho...?
—Reaven.
Tardo unos segundos en soltarla, pero son los suficientes para hacerle saber que la próxima vez no se escapara de mi. Reagan huye apenas alejo mis manos sobre ella, correteando dentro de la mansión con el sollozo atragantado.
Respiro hondo y suspiro, intentando dejar de lado toda la furia.
Giro sobre mi hombro esperando encontrar una mirada decepcionante, pero no son mas que los ojos cálidos y comprensibles de Beltrán que me observan con tranquilidad. Se acerca lentamente hacia a mi, estirando los brazos a pocos pasos que nos separan. Me cruzo de brazos, un poco avergonzada de que nos encontrara de esa manera. Conoce todas mis partes oscuras, pero eso no significa que realmente quiera que las vea.
Sus brazos me atraen a su cuerpo, y aunque en un momento me retengo a levantar la mirada para encontrar la suya, al final lo hago. Sus labios caen sobre los míos en un beso casto.
—¿Peleando, mi amor?
—Solo aclarando la situación. Y hablando de ello, ¿cuándo piensas sacar a esa perra de esta casa?
No importa cuan molesta sueno, Beltrán solo sonríe antes de volver a besarme. No correspondo, así que lloriquea de inmediato.
—Ya nos ocuparemos de ella. ¿No me das besitos? Te extrañe como loco.
Reposa su cabeza sobre mi hombro, estrechándome aun mas contra sus brazos para eliminar cualquier distancia existente. Estoy reticente a aceptarlo sin mas y olvidar el tema, pero termino cediendo porque sé que lo necesita.
Lo dejo ganar esta vez. Pero la próxima tampoco se escapara.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Los siguientes días me la paso estudiando tal cual esclava del sistema educativo. Decir que estuve a punto de tirar los apuntes a puto diablo sería mentira, pues mas de una vez quise hacerlo. Incluso me encontraba mucho mas irritable que hasta Beltrán se andaba con cuidado conmigo. Flora me llevo a hacer ejercicio con ella y casi me muero, pero supongo que fue el único momento en que no me sentí tan estresada ni presionada. Ahora aquello parece multiplicarse porque no puedo dejar de pensar que voy a cagarla. No sé en que, pero estoy segura que en algún momento lo haré.
Al menos nadie me vio llorar sobre los apuntes mientras intentaba entender la formula de física. Solo Beltrán, quien intento de todas formas explicármelo.
Quedan apenas unos días, así que aprovecho a cada instante para estudiar sola cada vez que Lola y Rocco no pueden. Me cuesta estudiar en la residencia porque siempre acabo distrayéndome con algo y en la casa de Beltrán es lo mismo. Vine a una cafetería para al menos estudiar un poco más antes de reunirme con Flora mas tarde. Dijo que ella podría ayudarme a acabar de estudiar con algunos temas.
Me doy un descanso de diez minutos en lo que reviso mi celular y bebo más café. No tengo redes sociales ni tampoco muchas aplicaciones, solo lo uso para jugar a juegos de cocina en los que termino mas estresada, pero que por un momento me convence de ser chef profesional. Estoy por pasar de nivel antes de que llegue la puñetera notificación de que Charles ha mandado un mensaje. Doy un puñetazo en la mesa en que maldigo su existencia porque he perdido.
Lo abro con ánimos de insultarle. Me quedan las ganas, pues mas es mi sorpresa al leer el mensaje. Al parecer, habrá una celebración dentro de unas semanas en su casa; una sorpresa, según él. Ruega que vaya porque es importante. Yo solo espero que anuncie que se morirá.
Bloqueo el celular antes de intentar seguir estudiando. Otra vez, soy interrumpida por personas no deseables. En esta ocasión es Petra, quien se sienta como si nada delante de mi y se atreve a robarme las moras de mi pastel.
—Y tu que mierda quieres.
—Somos amigas. Las amigas pasan tiempo juntas.
—No somos amigas.
—Ay por favor. Nos hacen una buena cantidad de peleas para dejar de ser amigas—pone los ojos en blanco. Yo me pregunto si no tendrá un retraso mental o algo que no le permita entender que ahora la detesto—Tu eres mi perra. Yo soy tu perra. ¿Recuerdas? Nos dedicamos Umbrella.
—Lo mal que hice. Ahora fuera. Largo.
—Beltrán me dijo que te va mal en física—sonríe sin mostrar los dientes, con esa expresión de que no rompe un plato. Y vaya que la he visto romper cantidades de este, sobre todo cuando el ex novio de Penny se atrevió a empujarla. Petra le lanzo todos los platos que recién habíamos comprado. Y yo se los pase de a uno.—¿Sabes? Saque las mejores notas en esa materia. ¿Te ayudo?
No respondo. Si la ignoro pronto se cansara y se irá. O al menos eso espero porque todavía no he conocido a alguien tan cabezota como Petra. Sin mencionar a Flora y Cara.
—¿Sabes? Recuerdo el primer día que nos conocimos…
Suspira. No se va a cansar.
—No me vengas con el sentimentalismo porque sabes que me da asco.
—Entonces no me obligues a decirte estupideces para recordarte porque nos elegimos como mejores amigas—refunfuña y prosigue a comerse lo que queda de mi tarta. Bueno, tampoco la quería—Mira, si te prometo que te seré fiel hasta la muerte, que no volveré a interponer a tu hermoso hermano por delante de nosotras y que te dedicaré mas tiempo…
—No me trates como una amiga toxica.
—¡Ves! ¡Sigo siendo tu amiga!
Pongo los ojos en blanco deseando tener un bate de béisbol para darle en la cabeza.
—Solo te pido que lo entiendas. ¿Que sucedería si fuera al revés? Si Beltrán te pidiera que guardes el secreto de mi. ¿Lo harías?
Me quedo callada, pensándolo. Que quiero replicar que Beltrán no es su hermano, pero entiendo a lo que va y sería tonto sacarlo a flote. Lo cierto es que aunque este molesta con ella y me sienta traicionada, no quiero dejar de ser su amiga. De que Petra deje de ser mi amiga. Hemos estado juntas tanto tiempo que no solo es tiempo, es mucho amor de por medio en los buenos y los malos momentos. Petra se quedo conmigo cuando pudo irse, cuando su vida comenzó a avanzar y yo me quede estancada. Se quedo a mi lado y me salvo la vida, que no es lo de menos.
No quiero ceder. El orgullo me lo impide. Pero viéndola frente a mi, comprendo que no sirve demasiado ser orgullosa si implica perderla.
—Esta bien.
—¿Que esta bien? Especifica, no entiendo idioma tarada.
Suspiro. Y yo que recordaba lo importante que es para mi esta idiota.
—Que esta bien. Osea, estamos bien. Nosotras.
Petra sonríe a todo dar, aplaudiendo con alegría. Vuelvo a colocar los ojos en blanco antes de girar mi cuaderno frente a ella.
—Ahora ayúdame.
—Te haré una genio —promete tomando el bolígrafo—Tanto así que querrás besarme después de salir de ese examen.
—De acuerdo. Si paso el examen, te beso. Si no, te ahorco.
—Venga, que salgo ganando de las dos formas —levanta las cejas con clara insinuación.
—Guarra de mierda—digo asqueada de solo imaginármelo.
En el fondo, no puedo negar que me siento feliz el volver a estar con ella.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Los exámenes finales son dos días, por la tarde y por la noche. Decir que llore toda la semana de los nervios, sobre todo aquellos días, sería mentir descaradamente. Me la pase lloriqueando a escondidas porque no quería que nadie me viese. Incluso pensé en ausentarme porque no me tenía confianza en lo absoluto. Tenia toda la presión en mis hombros, se intensifico mucho mas después de escuchar los ánimo de Beltrán, Petra y las chicas de la residencia, hasta Roy hizo lo suyo, diciéndome que podría faltar esos dos días y regalándome chocolate amargo que dejo en mi bolso a escondidas.
Como extrañaba a Petra, también extraño a Roy, solo que con él es un poco mas complicado.
Hice los exámenes los dos días. Y al finalizar el último examen, una hora después en que recibí mi calificación, simplemente quede en completamente en blanco.
Rocco me abraza con fuerza en lo que se echa a llorar como un niño.
—Lo logré. Lo logramos.
Hice lo posible para consolarlo. Pero no pude hacer mucho porque luego salió Lola del aula lloriqueando también, feliz porque termino la preparatoria.
—Lo has hecho genial, cariño. Lo has hecho genial.
Me da un beso en la frente con tanto cariño, que solo entonces comienzo a llorar. Porque finalmente lo logre. Acabe con esta mierda que lleve arrastrando por tanto tiempo, esto que me hizo sentir tan avergonzada de mi misma. Algo que pensé que nunca lograría porque mi vida era un maldito desastre.
<< Lo lograste, Reaven>>
Después de tanto tiempo, la voz en mi cabeza me felicita.
Llego a la residencia media hora después, ya sin lagrimas aunque todavía con ganas de llorar un poco mas. Apenas cruzo el umbral de la puerta, me sobresalto al escuchar un fuerte sonido y montones de corazones en forma de papel danzando en el aire. Mis compañeras de la residencia estallan al verme llegar, felicitándome al instante. La residencia esta decorada con guirnalda de colores y globos con helio. Todas sonrientes y felices, que me hace soltar una breve sonrisa.
—¿Qué es esto?
—¡Tu festejo! ¡Felicidades por recibirte! —Taianna es la primera en abrazarme con tanto cariño que me siento un poco avergonzada a la hora de devolverle el gesto.
—Te hice un pastel especial —Flora es la siguiente, dándome un breve abrazo, tan propio de ella. —Te lo vas a comer entero.
—Lo que me temía —mascullo, alcanza a escucharme que me da un golpesito en la espalda.
—Le dijimos a Cara que haremos Karaoke, ya esta todo listo. Solo dime que quieres y te lo pongo —dice Yeon con el micrófono en mano, sonriendo tan en grande como las demás.
Noto el cartel rectangular y enorme que sostienen Andrómeda y Enolah en lo alto, también sonrientes.
—¿Y si les digo que no aprobé?
Entonces, las sonrisas se borran y las dos mencionadas anteriormente se apresuran a dar vuelta el cartel de “FELICIDADES EGRESADA” a “ANIMO QUE SERÁ PARA LA PRÓXIMA”. Estallo a carcajadas de inmediato y todas captan que estoy bromeando. Así que, sin mas preámbulo, pasamos el viernes comiendo pizza y pastel, contando chismes sobre los vecinos guapos que se mudaron en la casa de al lado y salen a correr todas las mañanas, y cantamos múltiples canciones de corazones rotos y empoderamiento femenino.
En un momento de la noche, alguien saca botellas de champagne para festejar. Me siento tensa al sentir las miradas de Flora y Taianna sobre mi, y casi las veo con la intensión de quitarlas de mi vista. Solo alcanzo a darles una sonrisa para tranquilizarlas en que me sirvo un poco de coca cola en mi copa.
—¿No bebes? —inquiere Hanna.
—Me da diarrea —explico sin más en lo que ella se ríe.
Las chicas beben, pero no cedo ante las ganas de beber por mas que desee. Taianna en un momento me pregunta si estoy bien, en lo que respondo que si. Mas que por mi, creo que lo hago por ellas. Porque son las únicas que saben lo que el alcohol representa para mi. Y tal vez no solo por mis amigas, sino en todas las personas que siguen conmigo.
Beltrán. Petra. Y Roy, a su forma.
Eso me da esperanzas de que no recaeré.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—¿Y tu por qué estas aquí?—pregunta Greta, una señora de unos cuarenta años. Según sé, esta aquí hace unos tres días y la única que se acerco a hablarme en cuanto me encerraron en la celda hasta que pagaran mi fianza.
Follar en espacios públicos lleva un buen dineral de fianza o al menos una noche encerrada. Lo bueno es que me arregle con Petra, así que ya esta en camino para pagar mi fianza. Casi me hace recordar a los viejos tiempos.
—Por libertinaje.
—¿En la playa o en el mirador?—inquiere esta vez, sacando un paquete de cigarrillos junto con unos fósforos. —¿Quieres uno?
Agradezco el gesto y prendo mi cigarrillo en cuanto termina de prender el suyo. Lo necesitaba, pues la noche se esta haciendo interminable. Hace un par de horas estaba cantando Rata de dos patas y ahora me encuentro aquí.
—En el mirador. Se supone que casi nadie va allí.
—Todo mundo va a follar allí —pone los ojos en blanco y sonríe, burlándose completamente de mi —¿Eres nueva en el pueblo?
—Me mude hace unos meses, pero lo estrene recién esta noche. ¿Y tu por qué estas aquí?
—Me ligue a los golpes con la novia de mi hermana. Le robo todo el dinero de su vida y creía que podía escaparse así como así.
—¿Y a ella también la metieron presa?
—Lo harán cuando salga del hospital —me guiña un ojo. Sonrió. Greta me agrada. —¿Estudias? ¿Trabajas?
—De hecho, hoy me egrese.
—¡En enhorabuena! —exclama con los brazos arriba y, sin más, me da un abrazo.
Me encojo en mi misma, un poco incomoda ante tal acción. Greta no parece darse cuenta, o si lo hace lo ignora.
—¿Asististe a la universidad de Toronto? ¿En que carrera? Mi hermana esta en cuarto año de medicina.
Cruzo los brazos para abrazarme, otra vez con la autoestima golpeando hacia abajo y la sensación de ser tan pequeña e insignificante.
—En verdad, de la preparatoria —murmuro muy bajito.
—Felicidades, entonces —la expresión de Greta no ha cambiado, aunque todavía me siento un poco reticente y avergonzada—¿Has pensado que estudiar luego?
Pareciera que me pintaron de blanco porque no sé que responder.
—Nunca lo pensé, para ser sincera… No soy buena en muchas cosas.
—No necesitas ser buena para tener una profesión, cariño. Tan solo mira a Ethan—señala al guardia que esta en una mesita, sentado en la silla en lo que devora el sándwich—Es policía y un completo imbécil.
—Te escuche, Greta.
—Que bueno, pedazo de mierda. —Ethan le dirige una mirada fulminante antes de volver a su comida. Greta se acerca a mi oído y susurra:—Me acosté con ese idiota en el mirador y en la playa y ahora me mete en prisión el muy desgraciado. Lo único bueno que hizo fue darme estos cigarrillos.
—Algo es algo. ¿De que trabajas?
—En teoría soy psicóloga social, pero a veces creo que voy mas allá. ¿Me entiendes?
Meneo la cabeza. No, no la entiendo.
Greta parece dispuesta a explicarme de pelos a punta. Desgraciadamente, un policía viene por mi porque han pagado mi fianza. Mi nueva amiga se despide con otro abrazo y prometiendo que nos encontraremos pronto. No sé como porque no le he dicho donde vivo ni le he dado mi numero de teléfono, y viceversa, pero considerando que Galena es un pueblo, de seguro nos encontraremos algún día.
La sonrisa torcida de Petra es lo primero que encuentro saliendo de la habitación donde están las celdas. No me pinta nada bueno y doy en lo correcto en cuanto veo a Roy aparecer por detrás de ella con la mirada fulminante. Definitivamente, voy a matarla. ¿Qué parte de “no digas nada al idiota de Roy” no entendió?
—¡Beltrán le llamo! —exclama antes que pudiera darle un puñetazo.
—Si, Beltrán me llamo. ¡Que carajo con ustedes! —grita Roy cabreado.
Me encojo de hombros y paso de largo directo a la salida. Después de todo, no es la primera vez que me encierran y no me creo que sea la última, tampoco que me grite porque he metido la pata.
—Puedes descontarlo de mi sueldo.
—Obviamente voy a hacerlo —gruñe enfadado. Nos sigue por detrás—Si no fuese por ese imbécil no me habría enterado.
Entonces dirige la mirada molesta hacia Petra, quien también es inmune a esta.
—Te lo dije, mi amor. Te soy fiel en la cama, pero en otras cuestiones Reev es mi preferida. ¿Cierto, mejor amiga?—pasa un brazo por mi hombro, acercándome a ella—Me quise escapar sigilosamente pero Beltrán ya le había llamado.
—Tiene una bola de niñatos en su casa y no pudo llamar a ninguno de ellos—pongo los ojos en blanco. Pues que fue un movimiento idiota, ha decir verdad.
—Si, pero todos deseamos que ese cabrón tenga su merecido al menos una vez —agrega Roy, tan cerca que seguramente habrá escuchado la pequeña y privada conversación—Y me di el gusto. No lo iba a desaprovechar.
Frunzo el ceño y busco a Beltrán por las calles, pero no aparece por ningún lado. Miro a Roy como si fuera un pendejo resentido, y es que eso es lo que es cuando ladea la cabeza con una sonrisa satisfactoria.
—Te llamo porque confía en ti.
—Lastima por él. Andando, que te dejaré en la residencia antes de que amanezca.
Me debato un segundo en subir o no al auto. No tengo dinero para pagar la fianza y sería un poco inútil esperar aquí afuera. Accedo solo porque Roy asegura que vendrá en unas horas a buscarlo, Petra lo promete por él, y como esta en el plan de ganarse mi confianza de nuevo, estoy segura que fastidiara a Roy hasta que lo haga.
Mi amiga se sienta conmigo en los asientos traseros para conversar, mas no suelto demasiado porque Roy esta atento a nuestras palabras, tan chismoso como siempre ha sido.
—Que mala suerte. ¡Que los encontraran en el mirador! —se ríe Petra en cuanto le cuento mi versión de los hechos—Roy y yo vamos poco después de la medianoche, a esas horas no están rondando por ahí.
—Petra—le regaña mi hermano echando un vistazo hacia atrás, avergonzado.
—Que es normal, cariño. Es tan romántico follar allí que…
—Voy a vomitarte encima si sigues—le advierto.
—¿Qué hay de malo? Solo digo que…
Finjo una ahorcada sobre ella. Petra se la cree que acaba chillando y dándome un manotazo en la cabeza que por poco me lanza del otro lado del auto.
—¡Te lo mereces por cabrona!
—Bruta de mierda —le tiro un mechón de cabello tan fuerte que suelta un gritito.
—¡Que haces, pendeja!
—¡Oigan, oigan! —exclama Roy, pero ni él puede detenernos cuando de intentar dejarnos calvas se trata.
Quince minutos después, llegamos a la residencia cuando el sol comienza a asomarse. Me despido de Petra después de un abrazo forzoso de su parte y salgo del auto sin mas, apenas agradeciéndole a Roy el aventón. Sin embargo, antes que pueda entrar y subir a mi habitación para dormir el resto de la mañana y gran parte de la tarde, la voz de mi hermano me detiene en las escaleras del pórtico.
Roy se ve nervioso, como si temiera. Le observo esperando a que hable de una buena vez, paciente porque sé que se trata de algo importante cada vez que se toma su tiempo.
—Me equivoque—dice de pronto, sacándome de onda. Todavía tenso, prosigue—No debí ocultarte nada. Ni a ti ni a Reagan. Después de todo, las dos son adultas para decidir, no solo donde vivirán, sino también si deciden tener un vínculo.
Me late fuertemente el pecho y busco con desconfianza una pisca de mentira. No encuentro nada en sus orbes mas que sinceridad y arrepentimiento. Comienzo a sentirme como una tonta, voy recordando todas las gilipolleces que dije esa noche en que peleamos.
—Siempre quise que se llevaran bien, pero ahora entiendo que eso no depende de mi. Así que lo siento, Reev. Metí la pata por mas buenas intenciones que tuviera—hace una sonrisa torcida, un poco triste. Yo me siento igual que él—Lo siento.
—Ya escuché.
Roy espera a que me vaya y le ignore como otras veces ha sucedido. Más, esta vez decido quedarme, como tantas otras en que late un "te perdono" en el fondo. Es un poco complicado entenderme y soy consciente de que a veces mis acciones no tienen correlatividad con mis palabras. Y agradezco que Roy lo comprenda para no hacer tan dramático y sentimental todo este asunto.
—Supe que te graduaste —sonríe, esta vez sin la tristeza —Enhorabuena.
—Gracias.
—Te he traído un obsequio, espérame.—y corre de regreso al auto.
Eso hago, cruzada de brazos y los dientes apretados. Que puedo parecer indiferente por fuera, pero por dentro todo el ser me tiembla con ganas de llorar. Porque, pese a todo, Roy es la única persona de mi familia que me esta felicitando en algo tan importante para mi.
—No tuve tiempo de envolverlo, pero espero que te guste —extiende el regalo, una caja de color negro. —Estoy seguro que te gustará.
—Gracias—la tomo en mis manos, abrazándola a mi pecho.
Nos quedamos a una distancia acorde sin perder la mirada del otro en ningún momento. Sé que quiere abrazarme con fuerza, estrujarme en sus brazos en lo que repetirá lo orgulloso que esta de mi. A mi también me gustaría lo mismo, que pudiéramos estar en ese escenario. Después de todo, Roy fue quien me animo a inscribirme en el instituto. Como también, siendo el único junto con Petra que me dieron otra oportunidad.
Sin embargo, todavía es demasiado pronto. Solo agito mi mano. Él imita mi acción, sonriendo con cierta pena que yo también siento.
—Te veo el lunes.
—Descansa, hermanita—dice esta vez con cariño.
Una vez que se marchan, me siento en las escaleras del pórtico y abro la caja. Me sale una sonrisa de inmediato al ver que es un carrusel blanco con muchos animales en distintas formas, pero predominando los caballos blancos. Recuerdo haber tenido uno de estos cuando era pequeña y fue roto en mil pedazos cuando mi madre lo encontró. Charles lo había comprado para mi, y cuando ellos se separaron, todo lo que hacia referencia hacia su ex marido era destruido.
Ese carrusel había sido una caja musical. Este es distinto, es un parlante. Dentro de la caja también viene un pendrive junto con una tarjeta con felicitaciones. Indica también que debo escuchar la canción del pendrive. Eso hago, sin demorarme demasiado antes de que el sueño se haga mas presente. Y en cuanto le doy play, puedo reconocer la melodía de inmediato, robándome una sonrisa sincera.
You had your time
You had the power
You've yet to have your finest hour
Radio
All we hear is Radio ga ga…
Abrazo el carrusel con fuerza en lo que sigue sonando la canción, no solo agradecida por el regalo, sino también por el transfondo de este. Acabo riéndome cuando escucho que la siguiente es I want to break free, combinándose con los rayos del sol iluminándome con finalidad. Tal vez, solo tal vez, todo comience a mejorar.
Jaeger.
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Re: Our twenties
EXTRA
Jaeger • Reaven Inoue
- Reaven & Reagan:
- Habrán sido dos semanas en que todo marcho bien. Enserio, todo marchaba bien. Demasiado para ser real. La convivencia en la residencia iba bien, sin inconvenientes. Solo dos chicas decidieron mudarse, por lo que ahora ya no hay tanta batalla para ocupar el baño en la mañana o para turnarnos en usar el lavadero. El trabajo iba bien, aprendiendo bastante y siendo mucho mas llevadero que las primeras semanas. Recibí mi primera paga y estuve feliz al pagarle a Cara la renta con mi propio dinero. Lo demás me lo gaste en prendas para no seguir ocupando el guardarropa de mis compañeras de cuarto, pese a que me quede seca de dinero. Pero me hacía bien tener mis propias cosas obtenidas por mi. Flora dice que estoy siendo una mujer empoderada y Taianna me canto la de Run the words de Rihanna.
La relación con Beltrán brilla a todo esplendor, que realmente creo que esta vez estaremos bien en el futuro. Yo estoy bien, pero Beltrán ha estado decaído por lo de su madre, así que luego del trabajo pasamos tiempo juntos y le escucho cuando quiere hablar. Cuando no, simplemente le abrazo y le doy todo el amor que tengo para él, ya sin restricciones. Incluso la relación con Petra y Roy ha mejorado, aunque todavía me cueste dejar el orgullo aun lado. Todavía esta un poco tenso todo, con Roy sobre todo, pero es mas llevadero.
Todo va bien. Tanto que empece a reflexionar de mas sobre mis propias acciones y me anime a ser un poco mas comprensiva con los demás como lo sugirió Zenda hace unas semanas atrás. Supongo que se me fue un poco la mano porque acabe aceptando ir al dichoso evento de Charles un domingo al mediodía.
Y justamente es por ello que quiero darme un puñetazo en la cara. Porque no solo hay montones de extraños y con aires de grandeza, sino que también se encuentra Reagan en una esquina, nerviosa y descolocada. Nadie le habla. A mi tampoco, pero no me afecta tanto como a ella. Hasta parecía querer acercarse a mi en cuanto me vio, solo basto una mirada para que retrocediera y yo pronto escape hacia la otra punta del patio.
La casa de Charles esta en un vecindario en el centro del pueblo, con un extenso patio que cubre perfectamente a los cuarenta invitados que tiene. Hay montones de mesas con aperitivos que me trago con tal de ignorar a los pocos que conozco, generalmente colegas del trabajo que conocí cuando era niña, pero puedo librarme de ellos triunfante sin hablar demasiado.
—Hola Reagan.
Miro a mi costado a la niña de cabello de fuego, sonriendo a todo dar.
—No soy Reagan. Ella esta allí —señalo en la mesa aislada donde se sento la perdedora.
La niña voltea hacia ella antes de volver hacia a mi.
—¿Quien eres?
—Reaven. Su gemela.
—¡Entonces también eres mi hermana!—exclama dando pequeños aplausos, emocionada—Siempre quise tener hermanas. ¡Ahora tengo dos!
Me sabe amargo que me considere su hermana sin haber compartido aunque sea una merienda. Que no soporto a la idiota de Reagan, pero si la considero mas mi hermana que esta niña.
—Me llamo Serena. Me dicen Riri.
—Ah, mira tu.—me cruzo de brazos, tomando de mi vaso de coca.
Hay vino y champagne por todos lados. Viendo a mi padre de lejos, me pregunto si se habrá percatado del detalle de que no puedo estar en lugares con alcohol. Que me ha tirado las ganas de empeñarme una botella en la boca y vaciarla, mas no esta la necesidad exhaustiva de antes. Eso también ha mejorado.
Poco a poco.
Bueno, tampoco es como si debiera cambiar todo el menú por mi causa, aunque avisar antes habría sido un buen detalle.
—Papá fue ascendido a director de la universidad, ¿no es genial? Dijo que ganará mas y nos llevara a conocer Japón. Amo Japón.
—¿Has estado allí?
—No.
—¿Entonces? ¿Cómo puedes amarlo si no le conoces?
Al parecer la tal Riri nota que no soy tan buena ni tan agradable como lo es Reagan, que solo asiente y se marcha con cara de pocos amigos. Que va, no voy a hacerme amiga de la hija de mi padre, mucho menos a considerarla hermana. Suficiente con las que tengo y con Petra, paso.
Tendría que marcharme de una buena vez, apenas he visto a Charles y le felicite cuando me entere de su ascenso. Supongo que eso es todo. O eso supuse antes que se pusiera frente a mi con Reagan y unos desconocidos para entablar conversación.
—Mis hijas mayores, Reagan y Reaven. Una gran bendición —dice Charles con hombros brazos pasando por los hombros de las dos.
Me desagrada incluso que me este tocando cuando ni siquiera me ha mandado un mensaje para saber como diablos estoy. Ni siquiera sabrá que me he graduado, pero que más da. Simplemente me quedo allí, siendo un títere de su espectáculo.
—Hermosas jovencitas, si me permite decirle, Charles —habla un viejo. Que no tendría porque pedirle permiso a él. Estúpido.
—He escuchado que una de ellas es una gran violonchelista—comenta otro señor, desviando la mirada entre las dos para adivinar cual.
Reagan levanta la mano con una sonrisa tímida.
—Soy yo.
—¡Te recuerdo! —exclama el tercer desconocido— Tocabas maravilloso de pequeña. Supe que estas en la orquesta sinfónica de Toronto, ¿verdad?
—No solo la de Toronto. En Julliard —asiente Charles, asintiendo con orgullo.—Ha viajado por muchos lugares.
Cojo un plato de la mesa detrás de mi y comienzo a comer de a dos bocadillos, así evitando hablar para cuando me toque. Así pasan al menos veinte minutos en que mi padre se encarga de enumerar las tantas orquestas sinfónicas y concursos que gano Reagan siendo apenas una niña. Pese a estar halabandole, Reagan se ve tan incomoda que disfruto verla así, incluso si están besándole el culo. Lo cual es un poco raro, que si bien nunca fue muy efusiva con ello, simplemente sonreía y daba las gracias. Ahora parece que apenas puede mantenerse seria sin llorar.
—Vaya, quien diría que tendrías un prodigio en su familia. Habrá echo un espacio en su agenda para visitarte.
Las miradas recaen en ella y espero pacientemente a que hable con su voz de santurrona. Pero es Charles quien contesta.
—Se esta tomando un descanso —sonríe de costado, un poco tenso. Reagan baja la cabeza. El chisme se pone bueno—Y esta es mi hija Reaven.
Ay no.
—Reaven es… —se queda callado, como si estuviera rebuscando en su cabeza que decir. Espero, a ver con que sale—Es maravillosa. Una gran hija. ¿Cierto, cielo?
—Oh, seguramente tu eres tan talentosa como tus otras dos hermanas —dice el segundo señor.
Termino de masticar lentamente en que los miro a los cinco, como si esperaran a que conteste. Acabo tragando y darle un trago a mi coca antes de dejar el vaso en la mesa.
—Soy la oveja negra. He estado en rehabilitación unas tres veces y hasta hace poco estuve en la cárcel por pendeja. —se quedan callados, esta vez descolocados—Y soy alcohólica. —finalizo. Charles se pasa una mano por la cara con frustración mientras que los demás se acomodan los sacos, incómodos. La curiosidad mato al gato, y la mentira reflota mas rapido que la mierda —Reagan, vamos al baño.
La tarada tarda en captar mi indirecta. La empujo por la espalda para caminar en dirección a la casa, adentrándonos por la puerta trasera. Que debería dejarla aquí, pero me agrada mas la idea que Charles intente sostener su fachada por su cuenta que usarla para dispersar la impresión que deje. Eso le pasa por gilipollas.
—¿A donde vamos?—pregunta en cuanto nota que me desvié del camino del baño.
—Me largo. Y tu vienes conmigo.
—¿Yo? —se señala a si misma, sin creérselo.
—A menos que quieras quedarte con toda esa gente…
Reagan menea la cabeza y me sigue. Salimos por la puerta delantera sin ser notadas. Ni siquiera debí perder mi tiempo aquí, habría sido mejor invertirlo en mi jardín. No evito voltear un momento para observar la casa, pensando en que no volveré a pisarla nunca mas ni porque sea su funeral. Habría sido lindo que reencontrarme con mi padre conllevara a una relación sana y prospera, pero supongo que lo mejor es que todo siga el curso como antes. Como cuando hizo las maletas y se fue y nunca mas volví a verle mas de diez años después.
Ya no duele tal cual la primera vez que se fue. Tal vez, porque esta vez soy yo quien decide irse, consciente que quedarme solo me lastimara mas.
—¿Realmente vamos a irnos? —habla Reagan, insegura.
—Sabia que no eras Einstein, pero te pasas de tonta —pongo los ojos en blanco.
Caminamos hacia la parada de autobús mas cercana, a unas dos cuadras de donde estamos. Nos sentamos con una debida distancia entre las dos, esperando a que pase uno que me deje cerca de la casa de Beltrán. Le dije que iría a verle después del tonto evento. Reagan va al mismo lugar, así que no nos queda de otra que ir juntas. Eso si, hay montones de asientos para elegir y le pateare el trasero si se atreve a sentarse a mi lado.
Sin importarme mucho el silencio, reviso los mensajes de mi celular esperando encontrar uno de Beltrán. Solo hay puros stickers con montones de animales o personas tirando corazones o formándolos. Solo respondo que estaré allí pronto. También le envió un mensaje a Taianna para preguntarle si vamos a cenar mas tarde con Flora o lo dejamos para mañana. Me entretengo lo suficiente conversando con ella hasta que Reagan aclara su garganta por tercera vez. La estuve ignorando apropósito, pero se ve insistente en hablar.
Le dirijo una mirada cruda, esperando a que cierre el pico. No sé si fue el gesto de bondad que tuve con ella que se atreve a sonreírme. Maldita estúpida.
—Felicidades por graduarte.
No respondo, solamente vuelvo al celular. No dura mucho su silencio.
—No me estoy tomando un descanso del violonchelo —dice lentamente. La observo de reojo, notando que esta a punto de echarse a llorar. Revoleo los ojos y sigo contestando.—Lo cierto es que hace unos años sufro del Síndrome del túnel carpiano. En pocas palabras, los músculos de mis manos están dañados. Se suponía que con medicamentos y una cirugía estarían bien… pero…
Se muerde los labios, luchando consigo misma para no llorar. Yo dejo de observar el celular para ver su espectáculo, a ver que tal prosigue. No me causa un poco de empatía que este a punto de quebrarse, por mas que sé que su sufrimiento es sincero. Si soy poco empática, imagínate con la persona que siempre deteste. No me cae una sola gota de simpatía por ella, a decir verdad.
—Mamá no quería que perdiera la competencia. Era importante y ganaríamos mucho dinero. Así que seguí y mis manos estuvieron peor. Me operaron, pero mis manos seguían doliendo.
Entonces, lo que dice a continuación me deja la piel helada.
—Me dio fármacos para aliviar el dolor. Seguían funcionando aunque me dolieran, y yo solo quería que se detuviera. Por lo que… hice una tontería —cruzamos miradas, la suya atormentada y la mía indiferente, aunque por dentro siento una amargura horrible. Después de todo, Madre siempre ha estado obsesionada con Reagan y el violenchelo—Puse mis manos debajo del auto de mama cuando arranco y ambas manos se quebraron. Ya no funcionan, y lo peor es que el síndrome es crónico. Lo padeceré toda mi vida. Ahora mamá me odia.
Supongo que esa fue la razón por la que escapo de su casa. Porque Ruth habrá sido una completa imbécil con ella como lo fue conmigo. Reagan había perdido su valor. Yo nunca tuve valor para nuestra madre, así que supongo que para ella fue peor todo aquella situación.
No quiero sentir pena por ella, que rebusco todo lo posible para seguir odiándola con fervor. Pero viéndola delante de mi, tan indefensa, empiezo a entender que no fui la única que necesito alguien de la familia que si la quisiera con sinceridad y este dispuesto a acompañarla pase lo que pase. Era obvio que buscaría refugió en Roy al igual que yo. Después de todo, siempre ha estado con nosotras.
No digo nada. Porque nada de lo que tenga que decir la ayudara. Tampoco quiero hacerlo. Ella sigue siendo Reagan y yo sigo siendo yo, y prefiero que las cosas se mantengan en esa índole.
—No fuiste la única que se hizo daño…—continua, secándose las lagrimas con un pañuelo que saca de su bolsillo. Hace una mueca de dolor—Incluso para algo tan banal me duele horrible.
—¿Y tu dinero?—pregunto, reparando en ese hecho. Se supone que ganaba bien en sus concursos. ¿Por qué vive en la casa de Beltrán?
Reagan niega con la cabeza.
—Nunca fue mío. Era de mama.
—Siempre fue una perra—rechisto molesta. Que no es por ella, pero odio que Ruth se saliera con la suya.—Así que supongo que es por eso que no quieres ir a Hamilton.
—Tengo miedo de ella—confiesa, aunque yo ya lo imaginaba—Nunca pude hacerle de frente. No sabe que estoy aquí, ni siquiera Rachel.
Por supuesto que no. Vivió bajo su ala por 25 años que dudo que haya tenido la oportunidad de elegir algo por su cuenta. Después de todo, mamá vivía sus sueños a través de su hija preferida.
—Algún día tendrás que hacerlo. ¿O qué? ¿Piensas dejar que Roy cargue con tu mierda y la de ella? —se encoge a si misma ante mi tono brusco.
Todo queda tan tenso que ahora siento que desconozco a la persona a mi lado. Que no ha cambiado nada radicalmente, menos cuando se trata de Reagan. Pero… odio que haya un pero.
Un auto conocido estaciona frente a nosotras. Beltrán hace acto de presencia bajando del auto con intención de acercarse, de seguro habrá estado cerca de aquí o habrá cogido el auto en cuanto le dije que esperara el autobús. Le hago una seña para que se suba, no tengo tiempo para sus caballerosidades.
—¿Esta todo bien?—pregunta sin despegar sus ojos sobre mi. Pareciera que ni siquiera nota que Reagan esta a mi lado.
—Si, sube. Ya iré.
No se ve tan convencido aunque me hace caso. Cojo mi bolso y doy unos pasos hacia la puerta del acompañante. Sin embargo, tengo las palabras atragantadas en mi garganta que sé que no estaré tranquila hasta que las diga.
—Nada de lo que me digas opacará lo mucho que te odio, ¿entiendes?—le juro volteando hacia ella. Reagan asiente repetidas veces con el semblante arrepentido—Y voy a cobrármelas tarde o temprano lo que me hiciste. No soy tu amiga, no soy tu hermana. Da gracias a que Roy esta de por medio porque hace mucho te habría hecho pagar, y no de las mejores maneras. —aprieto los dientes y casi me doy un puñetazo por lo que estoy por decir—Pero al carajo con Ruth. Habla con Roy, él te ayudara a mantener a mamá lejos de ti.
Con timidez, Reagan asiente, todavía soltando pequeñas lágrimas. Siempre ha sido una llorona.
—Y deja de buscar a Charles. Es obvio que tampoco puede aceptar que ya no seas un objeto para presumir que necesita mentir.
Se ve indecisa, al final niega con la cabeza.
—No nos ha visto en mucho tiempo, Reaven. Es obvio que…
—No lo ha hecho porque no quería, Reagan. No te dará el amor y la atención que todo padre debería darle a su hija. Al menos, no lo hará contigo ni conmigo.
—Tengo la esperanza de que si —sus ojos brillan con ilusión. Pobre tonta.
—Ni siquiera somos sus hijas biológicas.
—Él nos crío.
—Hasta que nos abandono.
Reagan se muerde los labios, y en cuanto creo que esta estupidez termino, continua.
—Dime en quien piensas cuando escuchas la palabra “papá”. En él, ¿verdad?
Pongo los ojos en blanco. Agradezco no haber heredado el sentimentalismo tal cual Roy y ella.
—Es el único consejo que te daré en esta vida, Reagan. Charles no vale la pena, ni la mía ni la tuya, así que solo déjalo ir.
—Quizás no… pero quiero comprobarlo por mi misma.
—Suerte entonces.
Subo al auto, cogiendo un puñado de aire de un solo respiro en cuanto cierro la puerta. Mira que siempre fue cobarde y un poco atolondrada, más no imagine que tendría tal audacia de quebrarse sus propias manos. Ahora sé la razón por la que Roy parece cuidarla como si fuese de porcelana. Al parecer, lo suicida también va por familia.
—¿Pétalo celestial?—me llama Beltrán a mi lado.
—¿Qué?
—¿Ha sucedido algo?
Pienso si contarle o no, aunque seguramente Beltrán debe estar al tanto de la condición de Reagan. Sin embargo, sabiéndolo o no, no me creo que por ello la este manteniendo en la casa. ¿Seguirá en pie su venganza contra Roy?
Venga, supongo que fue demasiado drama por hoy. Hoy una vida entera. Habrá tiempo luego para el cotilleo.
—Esta todo bien. Solo Charles siendo Charles y Reagan siendo Reagan. La misma mierda de siempre —me encojo de hombros.
Beltrán me regala una sonrisa, toma de mi mano para entrelazarla y dejar un besito en el dorso.
—Olvídate de ellos. ¿Vamos a dar un paseo?
Digo que si y Beltrán finalmente arranca en dirección a una nueva cafetería. Escuchamos Queen en lo que él canta las canciones en voz baja, concentrado en la carretera. Por mas que me gustaría perderme en mi banda preferida, todavía sigo rememorando una y otra vez en las palabras de Reagan. Como también, en el odioso sentimiento que se me prende en el pecho.
No puedo creer que tenga simpatía con ella. Ojala arda en el infierno, es otra razón para odiarla.
- holii:
- Primero que nada, una disculpa porque me costo horrores sentarme a escribir siquiera no es el mejor capitulo y no tiene ni la mitad de lo que tenía pensado, pero perdí el documento donde guarde los tramos, y bueno, hice con lo que me acorde. Una vez mas disculpen la demora.
Abrazo a todas
Jaeger.
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Re: Our twenties
- Holii Creo que me pase en mis días, no se, no me acuerdo, lo siento si es verdad mi suposición, trate de organizar lo más rápido que pude, pero me enferme por estrés acumulado y hasta ahora puedo subir - recuerden no estresarse tanto por las cosas -, ahora sin más volveré a mi hueco, espero que lo disfruten, la próxima ronda tratare de subir rápido y el pedazo que me falto de este capítulo , estaré comentado los capítulos que me faltan .
CAPÍTULO 29
pandie. • Jung Na Eun & Dmitri Zhōu
- I'll give you all of me:
- Que importaba que el mundo se opusiera a lo que juntos habían construido a través de los meses, que importaba que solo se hubieran conocido hace tres semanas, que importaba que la mayoría los rechazara… esa era la verdad, no importaba, no importaba nada, porque aun que los rechazarán ellos se seguirían amando, aunque el mundo se negara a aceptarlo, la única realidad es que el amor no se puede callar.
— Sí — respondo con toda convicción — Sí voy a ir contigo.
Lo siguiente que mi retina conecta con mi cerebro es que la sonrisa más grande que haya visto aparece en su rostro, por consiguiente, una sonrisa aparece en el mío, el reflejo de su felicidad mostrándose como un espejo en mis ojos.
— Te amo — susurra antes de besar mis labios.
La tos llega a mi como si la hubiera invocado provocando que el agua que había estado tomado se salga por mi nariz, el asco llega enseguida, claramente la tos desenfrenada nunca se va y mocos escurriéndose por mi rostro es lo siguiente que registro.
— No puede ser posible — murmuro tratando de limpiar el desastre que he hecho.
Saco algunos paños húmedos de mi bolso y limpio cuidadosamente tanto mi rostro, como mi ropa, lo doblo cuidadosamente y me reacomodo en el sofá en el cual he estado por más de tres horas tratando de adelantar los proyectos de portadas del próximo mes, tarea difícil si la mayoría son novelas juveniles con temática adulta.
El calor sofocante del verano hace la camisa que llevo puesta se pegue más a mi cuerpo, aún así acomodo bien mi escote, como sé que a él le gusta verlo, sonrío para mis adentros, sabiendo que hoy… él no se resistirá a mí.
Continúo leyendo la novela que a mi parecer es de muy poca calidad como para publicarla, ¿a quien es su sano juicio se le ocurre acelerar tanto las cosas como para confesar el amor al segundo capítulo? Más sabiendo que son setenta y ocho capítulos en total.
— ¿En qué momento aceptaste esto?
Las ganas de renunciar al hacer portadas se van por entre mis dedos, al igual que mis ganas de seguir leyendo el extenso libro, que de seguro tendrá drama tras drama tras drama injustificado gracias a la rapidez con la que se desarrolla la historia. El hecho de que haya aceptado tremendo aumento en mi trabajo, de por si aún más entretenido y emocionante me hace odiarme y revolcarme en el hueco de autodesprecio, ahora recuerdo el porque nunca aceptaba hacer portadas.
Avanzo con el libro lo más que puedo o lo que mí espíritu de artista – como le gusta a Sam llamar a los ilustradores de la empresa – me deja, lo cual me gana otros diez minutos sentada de esa manera, veinte minutos después, estoy renunciando completamente a leer gran parte del libro, como se supone que debería hacer para tener una idea para la portada, y simplemente hago un boceto con corazones y un chico sin camisa en medio de la portada.
Reviso de nuevo el reloj, dando por finalizada mi jornada de portadas por hoy, concluyendo así con 5 portadas y media, contando el fiasco de la última; organizo todo el desorden de hojas, bocetos y lápices a mi alrededor, tratando de llevar todo conmigo.
Soy seguida por el sonido de notificación justo cuando estoy entrando, el tiempo que me toma llegar a la habitación y guardar todo en su respectivo lugar, le toma a la persona insistente en enviar treinta mensajes consecutivos, “Pia” pienso de inmediato, a lo cual no me equivoco.
PIA
Estoy muriendo y ES VERDAD
Es lo ultimo que me ha mandado, leo cuando por fin tomo el valor y enfuerzo mental para tener una conversación a las 5 de la tarde de un lunes, ni siquiera leo los otros veinte y nueve mensajes sabiendo que es más de lo mismo.¿Qué pasa?
Muero y a NADIE le importa¿De que estas muriendo?
Deshidratada… te JURO Nani que no sabía cuanta mierda puede llegar a tener un ser humano, he estado por siempre en el baño y no me puedo ni moer de aquí, es HORRIBLE, ni a mi peor enemigo le recomiendo esto, es completamente asqueroso, estoy apunto de llegar al no retorno, morire y si no es por desihadratación, es ahoagada en mierda.Pasas mucho tiempo con Dmitri
No tngo ni la mor ida de que me hablss pero esty sendo competamtne sincra…
HSTA STOY SCRIBENDO TRRBLE
MTNME AHORA
Tendo miedo de poner mierda en mi celularTe llevaré algo, ¿todavía tienes las llaves debato del tapete?
Llega rápido…
BSS[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
— ¡Pia! Ya he llegado.
Paso por la puerta de entrada, caminando directo a la cocina justo al otro lado de la puerta; el apartamento de Pia aunque pequeño, es totalmente acogedor, añadiendo que casi que no le entraron los muebles que compro con su primer sueldo, lo tiene decorado muy ella y se ve muy hogareño; primero la cocina al otro lado de la puerta, la sala y comedor enseguida dando la entrada a un pequeño pasillo con un cuarto y armario, siendo el único baño del lugar justo al lado del patio minúsculo casi al final de todo y claramente u pequeño balcón justo al lado de la cocina.
— ¡Gracias a Dios llegaste! — me grita desde atrás, de inmediato asumo que está en el baño — No sabía a quién más llamar, estaba a punto de entrar en pánico total.
— ¿Quieres tomarte primero la medicina o el suero? — pregunto, sabiendo con lo dramática que puede llegar a ser, que va a elegir el medicamento — También traje algo suave de comer, tendrás que comer algo, así no te deshidratas más de lo que ya estas, ¿no has pensado en ir al médico?
— Para nada, simplemente me pondré mejor con la medicina, le tengo pavor a los doctores, a menos que sean super mega guapos y me hagan buena cara o que me inyecten…
— Creo que con eso es suficiente — murmuro detallando que lleva una camisa de anime y según mi parecer absolutamente nada más.
— Hoy te amo más que ayer Nana — le tiendo la medicina con un vaso de té — ¿Te quedas hoy conmigo?
— Al parecer, ya avisé a Josephine que me iba a quedar fuera de la residencia.
— Me encanta tenerte de amiga.
Organizo la mayor parte del apartamento todo en el transcurso de una hora, donde Pia solo entra y sale del baño con intervalos de ciertos minutos, trato de arrojarle cosas que son de provecho para que ella se las tome, pero aún así son contadas las cosas que ella es capaz de pasarse por la garganta; son las siete cuando por fin se derrumba por completo en el sofá frente al televisor, trato de convencerla de ponerse más que las bragas que con mucho esfuerzo se logró poner, pero todo el trabajo se derrumba cuando llega Dmitri.
— Demi, quiero que en mi lapida diga que fui tu única amiga verdadera — dice ella apenas lo ve entrar a la sala.
— Jung Na Eun — regresa él, pero no a la rubia dramática del sofá.
— Dmitri Zhōu — Me obligo a decir, hoy lleva todavía su uniforme de guardián y aunque ya nos hemos visto varias veces, si no es que muchas, en los meses que nos conocemos, se me hace completamente extraño verlo mientras parece un niño con la bandana roja sosteniéndole el cabello.
— Que agradable saber que la pijamada de hoy es de tres personas — murmura entrado por completo a la sala, luego de dejar más medicina encima del mesón en la cocina.
— Yo soy la moribunda maldito desgraciado — se queja Pia — Ustedes mortales asquerosos no tienen permitido coquetear en mi presencia, menos cuando estoy muriendo en mi propio sofá.
— En tu lapida pondré “La mierda la mato” — gesticula tanto con los labios, como con las manos.
— Te odio.
— Y aún así me llamas para que venga a ver tu desagradable muerte, además que me trajiste con falsas promesas si luego me dices que no puedo coquetear con la señorita Jung.
— Te odio aún más ahora, solo me quieres quitar a mi única amiga verdadera en el mundo.
— Ya pasó la hora de dormir de los menores de edad.
La discusión no termina hasta que nos apretujamos en el sofá a ver alguna cosa en el televisor y sale el actor favorito de Pia, el silencio por primera vez en los últimos minutos reina por completo, pero aun así lo único que acato a hacer es tratar de que ni mi respiración, ni mi corazón corran desbocados por la cercanía de cierta persona sin ningún filtro en la boca.
— ¿No has pensado en volver a Corea? — murmura Dmitri cuando se cerciora que Pia esta dormida a nuestro lado.
— En algún momento lo haré, pero no estoy segura que ese momento sea pronto — respondo con total sinceridad como hemos acostumbrado a hacer desde que empezó el extraño coqueteo que llevamos haciendo por varias semanas, el silencio acompaña a mi respuesta por ciertos minutos, los cuales me parecen eternos, de repente se levanta y me ofrece una mano, la tomo sin dudar, me ayuda a levantar y luego nos dirigimos hacia el pequeño balcón del apartamento.
— En estos meses en los cuales nos hemos conocido, siempre me pregunte el porque la chica linda coreana nunca anunciaba un viaje a su país natal, luego me decía que estaba siendo entrometido — se recuesta por completo en la barandilla a la altura de su cintura, lo que me deja un espacio reducido cerca de las plantas de Pia — Así que idee la forma universal de conseguir información, que mejor que compartir tu propia información para obtener de igual forma información.
— ¿Así que me contaras acerca de China?
— Por supuesto que no, deseche ese plan en el momento exacto en que apareció en mi mente, que teoría más absurda, si alguien quiere compartir información simplemente lo hará y ya, además si yo no quiero compartir información, simplemente no lo haré y así mismo va para ti, que idiotez esperar a compartir cosas profundas solo porque las cuentas, si fuera tan sencillo ganarse la confianza de alguien y que esa persona te contará información más profunda, dicha información ya no sería relevante, ni profunda.
— Hoy estas más hablador que de costumbre — es lo único que acato a decir, él voltea el rostro y me sonríe de lado.
— Tal vez se me pego lo de Pia.
El silencio rueda sobre nosotros, la igual que los últimos vientos cálidos del verano, el saber que pronto se acabaría un verano más, uno donde conocido a nuevas personas y según mi parecer compartí más con las que ya estaban ahí; el hecho que desde el comienzo del verano se me olvidarán las diversas preocupaciones que siempre cargaba sobre mis hombros, pero como todo, el cantar victoria con la suficiente rapidez siempre ha sido de mal agüero en cada una de las situaciones.
— Te dibuje — digo luego de un rato en silencio, él no se voltea verme, pero sonríe aún más, conocedor del hecho; siempre pensé que era muy intuitivo, pero el hecho de que siempre este como tres pasos por delante de mí al parecer no me molesta o eso da entender la tranquilidad que me recorre cuando vuelvo a abrir mis labios — Pero aún no te descifro.
Camino devuelta a mis cosas tomando de allí el pequeño lienzo, vuelvo sobre mis pies de vuelta al balcón y le tiendo el cuadro el cual está en una escala de grises; descifrar a una persona es completamente difícil, más cuando es tan abierta como Dmitri, los colores de cada uno son diferente, a veces totalmente fríos, otras veces totalmente cálidos, pero cuando es una combinación entre estos todo se vuelve más interesante.
— Pintas una maravilla Jung Na Eun — murmura tocando cuidadosamente los trazos — Sigo sin entender tu renuencia a mostrar estas maravillas, pero aún así respeto cada una de tus decisiones al respecto… este mundo de mierda no merece dar un vistazo a esto.
— Exageras, además no esta completo, por alguna razón no he alcanzado a obtener todo de ti — a penas las palabras vuelan de mis labios, sé que no fue una buena elección de palabras, él voltea hacia mí me atrapa con su mirada, sin oportunidad de un escape.
— Cuando quieras todo de mí — susurra, sin ninguna necesidad de levantar la voz ya que lo escucho fuerte y claro — Te lo daré.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Septiembre no espera por nadie, dejando a todos detrás, tanto al presente como al pasado, el tiempo vuela, es algo simbólico el que vuele de manera diferente en cada parte del mundo, el hecho de que desde una parte todo se viva de manera más lenta, o según yo de una manera más dolorosa, tiene al parecer al reloj sin cuidado.
Trato de hacer volar mis recuerdos, al igual que el tiempo o el viento en este caso, pero aún así estos se aferran a mí o yo me aferro a ellos, sean cuales sean, las garras que yo mima me clavo en las entrañas o que las memorias pasadas me clavan, llevan al mismo resultado, un alma sangrante; si en algún momento me atreviera a pintar este momento exacto, sería lleno de grises, rojos, azules y purpuras, y sería un cuadro totalmente doloroso.
Camino perdida en mis pensamientos por cada lapida del cementerio de Toronto, Dios no quiera que si me paseo por Galena alguien vea mi alma sufrir, cada mensaje escrito un recuerdo para los familiares de cado persona.
“Gran padre, gran esposo, gran hijo”, “Excelente compañero”, “Te amare en esta vida y en la próxima”, “Te amo más que a la vida”, “Te esperaré en todas nuestras vidas”.
Siempre he pensado que los escritos en cada lapida es una tortura para los vivos, aún así recuerdo cada palabra escrita desde el corazón de eomma en la lápida de appa “Tu esposa e hijos te amarán por el resto de sus vidas y te buscarán en cada una de las siguientes”, que condición tan esclavizante; la vida de appa arraigada al corazón de personas rotas que simplemente tratan de sobrevivir.
— 평생 아버지를 사랑하겠습니다 — te amaré por el resto de mi vida appa — 그러나 당신이 이미 다음 생에 있다면 나를 기다릴 필요는 없습니다 — pero no es necesario que me esperes si ya estás en tu siguiente vida.
El cielo simplemente me responde con una bandada de pájaros volando a través del amplio espacio del cementerio, limpio mi rostro mojado y camino a paso rápido hacia la salida; el sentimiento de culpa por no estar con el resto de mi familia toma posesión de mi pecho y no me suelta en todo el camino del autobús hacia Galena y es cuando estoy a unos pasos de la puerta de la residencia cuando se oprime más.
La canción sonando desde mi celular llama mi atención cuando estoy buscando las llaves, lo levanto y me preocupo cuando leo el nombre de mi hermana, sé al instante que son malas noticias.
— Hola — respondo cuando sé que lo he dejado sonar más de lo debido — ¿Están bien?
— ¿Cómo estas tu?
— Bien, Min Lynn — me separo de la puerta de la casa, recostándome a un lado de la pared — ¿Qué ha pasado?
— Tu hermano menor esta descontrolado — es su respuesta inmediata — Necesita una verdadera paliza y me quiero apuntar para dársela.
— ¿Qué ha hecho?
— Le ha regalado un auto a eomma.
— ¿Desde cuando tiene tanto dinero para eso?
— Ese es el problema eonni — por su tono de voz, me preparo para lo siguiente que va a decirme — Esta en el hospital porque no era su dinero.
— ¿Está bien?
— No pinta bien.
— ¿Y eomma? — su suspiro largo me prepara para lo siguiente
— Tuvo una baja de tensión.
— Si tomo un vuelo hoy, puedo llegar mañana allí — agarro las llaves con más fuerza de la necesaria, abro la puerta y no me detengo hasta que estoy en la sala de la residencia, registro el dinero regado por toda la entrada, a Yeon Sun en el sofá, el televisor encendido, la mesa llena de botes de ramen y a Hana en la cocina metida por completo en la nevera.
— No es necesario eonni, simplemente quería avisarte, Go Hyuk no esta tan terrible y a eomma le mandaron reposo por completo.
— Me sentiría mejor si voy — mi voz asusta a Hana, quien se golpea la cabeza cuando trata de salir rápido de la nevera y por sorprendente que parezca, teniendo en cuenta que no hable en un tono fuerte, Yeon Sun se sienta derecha en el sofá, ambas viéndome con los ojos muy abiertos.
— Yo me sentiría mejor si no vienes.
— Jung Min Lynn… — el regaño muere en mis labios cuando uno de mis cuadros sale en primera plana justo en el televisor, los tres pares de ojos de la habitación vuelan hacia allí.
Aunque parezca increíble, pero no tanto, lo que están viendo es la revelación de una gran artista, ya habíamos visto su trabajo en algunos cuentos infantiles y últimamente en ciertas portadas de libros, pero ahora esto es MAGNIFICO, la artista e ilustradora coreana Jung Na Eun…
— Eonni… eonni... Jung Na Eun ¿me estas escuchando?...
La voz de mi hermana muere en el teléfono cuando resbala de mi mano y cae sobre el dinero, mis ojos vuelan hacia los de mis compañeras de residencia, las dos con asombro mirándome, mis neorunas al parecer no trabajan con la debida rapidez, porque no entiendo nada de lo que está pasando.
pera
Re: Our twenties
CAPÍTULO 30
14th moon • Hana Lee & Luciel Kang
- secondary character:
- ¿Cuál es el límite de una persona que acumula emociones para explotar? En mi caso dos días. Describir las fases de la reacción ante un corazón roto de Hana Lee es sencillo… ¿qué? ¿corazón roto? ¡No! es una decepción. Sí, me encuentro decepcionada.
Primera fase: Confusión. Dale tiempo, Hana tiene que asimilarlo.
Segunda fase: Indiferencia (Enojo). Hana ignora todo todo contacto con dicha persona y se dedica a concentrarse en su trabajo, guiada por el enojo y la resignación.
"¿Cuánto es el poder que le das a las personas ajenas a comentar sobre vos? Si el poder está en el nivel de intimidad que corresponde ¿por qué un desconocido logra destruir tu autoestima? ¿o tu valor?
El valor de uno mismo está determinado por las acciones, la moral y el carácter. No por el comentario amable o despectivo de una persona hacia ti. Tampoco el físico te define.
¿Cuánto una persona puede informar con su aspecto físico? ¿Qué está comunicando?
Las personas nos vestimos de acuerdo al “mood” en el que nos encontremos. Esa es una manera de comunicar sin tener que usar palabras. No he conocido a una persona que use ropas coloridas y vibrantes estando con los ánimos por el suelo, y viceversa."
Ah no esperen, esa fui yo.
El otro día pasé por la florería y llevaba puesto una remera hasta la cintura amarilla y unos pantalones de jean holgados, anteojos rojos que hacían juego con mi cartera roja. ¡Hasta el labial era rojo, por dios! Me miraba en cada reflejo y me preguntaba ¿por qué me esfuerzo tanto? ¿Acaso él lo nota?
Río amargamente.
A Luciel sólo le importa una cosa. Él mismo. Lo confirmé cuando me llevó a base de mentiras al cumpleaños de su abuela. Una pobre señora también está dentro de las telarañas de mentiras de Kang. Como si no fuera suficiente la vergüenza de desencajar, me hizo ver como su pareja. No me presentó como tal pero la apariencia era obvia. Dios Hanna, era tan obvio. ¿Cómo fue que no me di cuenta que fui usada? Usada por un motivo que desconozco pero a este punto no quiero saber.
¿Y cómo explicas la vez que se preocupó por mí y vino a la residencia? Más mentiras. Él solo quería que fuera a trabajar. Según él, las veces que estoy yo hay más clientes. Sólo es la razón de tu avaricia.
Mentiroso, egoísta y avaro. Ese es Luciel Kang. Eso eres tú.
Continúe el escrito con nuevas adiciones. En el momento en el que relataba sobre algunos hechos me di cuenta de que escribía el nombre de Luciel Kang en cada oración. Sabía que este escrito llegaría a mis tutores y a los directivos de mi carrera, y sé que él también estudia en la misma universidad, más no es la misma facultad. Era más que obvio que llegaría a sus ojos. Ya sea porque me conoce o por ese anónimo chismoso, él se lo podría decir. Una sensación de punzadas crecía en mi estómago, miedo.
Pero el sentimiento de realización y orgullo de mi escrito batallaba con el miedo. La guerra viene equitativa. El miedo que siento está relacionado a cómo reaccionaría Luciel al leer lo que puse sobre él. ¿Acaso exponerlo o más bien a sus pares no era parte de mi plan? ¿Por qué me preocupaba por eso? No es como si yo tuviera el poder de herirlo, si sé que no le importo en absoluto.
¿Y por qué me planteo todo esto? No es como si a mí me importara...
Alejo mi vista de la pantalla y la mudo hacia la ventana. De repente esta se nubla y pienso que está por llover, lo cual por un instante me confunde ya que no habían pronosticado lluvia. Pero al momento en que las gotas caen sobre mi rostro, el aguacero comenzó afuera. Inclino mi cabeza hacia abajo mirando mis manos, las cuales forman unos puños.
La realización cae sobre mí como un balde de agua fría en invierno, ya que en verano sería refrescante, por lo que este me deja petrificada y temblando.
Sí, me importa.
Tercera fase: Realización. Hana se enfrenta a sus sentimientos con respecto a lo que pasó.
Me tomo la libertad de dejar caer esas lágrimas; aprovechando que Ellah no está ya que la hice salir por temas de creatividad. Perdóname amiga, pero tampoco hubiera querido que me vieras en este estado.
La noche después de escuchar la confesión de Luciel de que nunca me vería como una potencial pareja, no solo me trajo otros recuerdos sino algunas inseguridades que creía superadas. Pasaron días desde entonces, pero aún siento como si fuera ayer.
Esa noche, llegué a la residencia en un Uber, él cual tuve que tomarlo saliendo de la zona de ricos donde estaba. Recuerdo que me dolían los pies por caminar mucho. Además, el auto me dejó a varias cuadras antes de mi destino, ya que no quería que nadie supiera que había llegado.
Para mi mala suerte, en mi plan de escabullirme silenciosamente, me crucé al nieto de la señora Cara en la entrada, y estaba sin remera. Bueno, era mitad de la noche, era entendible. Ambos cruzamos miradas de sorpresa, articulé unas palabras medio torpes y subí corriendo para el piso de arriba.
La hora no era ni tan tarde ni tan temprano. En la sala me tope con la luz apagada pero iluminada por los destellos de la televisión. Asumí que unas de mis compañeras estarían ahí. Seguí mi camino hasta la puerta de mi habitación. Al entrar, Enolah estaba leyendo un libro con la luz de noche encendida.
Me preguntó con curiosidad sobre mi noche mientras con pasos cansados dejé caer mi cuerpo sobre la cama. Le contesté “estuvo bien, divertido” mentí con una sonrisa fingida. Mírate Hana, te has convertido en un cliché humano. Era consciente que no podía burlar a Enolah, ¡oh vamos! nuestra poca convivencia hizo que ganara la habilidad de leerme cual cartel publicitario en las calles. Además de que no sé ocultar mis emociones.
Ninguna de las dos dijo nada más esa noche y me sentí agradecida por ello. Esa noche guardé el vestido de cuadros verdes así como los sentimientos de ese día, en la parte más profunda del armario.
Ahora me arrepiento. De haber actuado diferente, de haber callado frente a Ellah sobre lo sucedido, de haber decidido decirle al conductor que me dejara unas cuadras antes, de haberme retirado de la fiesta sin decirle a nadie, de haber escuchado esa conversación, de haberme perdido en esa mansión, de haber… ido.
Mis ojos no paran de lagrimear, y a este punto tengo temor de quedarme seca cual hoja de árbol bajo el sol, por lo que decido ir a lavarme. En el baño, miro mi reflejo con claridad. De por sí mis ojos son rasgados, imagínense después de llorar, estarán hinchados y no se notarán.
— Parece como si tuviera una reacción alérgica. — Sonreí levemente. — O como si me hubieran golpeado. — Asiento.
¿No fue así? habló la voz de mi cabeza. Todo atisbo de sonrisa se borra de mi rostro.
Si Lila o Isabella, o cualquiera de las chicas de la residencia me vieran ahora, me preguntarían ¿todo esto por un chico? No, no es sólo eso. También es por mi, quien por un momento llegué a pensar que le gustaba a alguien.
"Te quiero Hana, pero..." "Eres genial Hana pero..." "Nunca conocí a alguien como tú, pero..."
Traer relaciones pasadas a la mesa no era lo más justo. Es más, ¿qué relaciones? Nunca pasé de las citas. Wow eso me hace quedar como una fracasada nivel dios. No busco hacer de menos a las personas que eligen estar solas, cada uno vive la vida como quiere, como yo elegí vivir la mía buscando a alguien que me quisiera.
"...no eres lo que busco." "...me gustan la chicas mas tiernas, aunque eres genial, seguro encontraras a alguien."
Cerré los ojos con fuerza como si pudiera detener las lágrimas, pero fue inútil. Suspiré. Volví la vista al espejo y ante mí se mostraba la versión pasada de Hana, quien había llorado porque el chico que le gustaba la rechazó.
¿Y se preguntaran por qué las chicas nunca son las primeras en declararse?
Nunca entendí bien porque me rechazaban, y no, no es mi ego o vanidad hablando. Sino que las razones que recibía eran tan vagas y ambiguas que no sabía puntualmente que era lo que no les gustaba de mí. De ese modo, al menos podría aprender a dejar esa cualidad atrás y mejorar. Ser esa versión de chica por la cual, alguien se ponga nervioso al intentar hablar conmigo, o ser la primera opción para lo que sea.
"Siempre la amiga, nunca la protagonista." Ese era, y por lo que veo, sigue siendo mi papel en la vida.
Desde ese día forjé la versión de Hana que soy ahora. Lee Hana, llena de amabilidad y de sonrisas, que parece tener la vida arreglada, quien no se esfuerza por encajar, quien se preocupa de los demás y no piensa en ella, quien escondió a la joven llena de inseguridades y corazón débil, por seguir algo tan banal como la aceptación.
Lee Hana, la mejor amiga que puedas tener.
Cierro los ojos e inhalo tomando todo el aire posible que pueda entrar en mis pulmones, cuento hasta 10 y suelto el aire. Vuelvo a mirarme en el espejo, arreglo mi cabello y comienzo a practicar mi mejor sonrisa.
"No hay tiempo para una fiesta de autoconsolación Hana, ¡recupérate! ¡Vamos!" hablo dentro de mi cabeza.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—¿Esto es todo lo que tenemos que comprar? — Pregunta Enolah observando con el ceño fruncido la lista.
—Sip — Respondo y me apoyo sobre su hombro leyendo rápidamente los productos.
— Y es todo lo que nosotras queremos, junto con lo que Andy nos pidió. — Comenta en tono de desconfianza.
— Bueno que se le va a hacer, aún me queda dinero de la comisión que recibí de la florería. — Empiezo a caminar, más bien a marchar hacia la entrada, sonriéndole de manera educada al hombre de seguridad del supermercado.
— Espera Hana, tengo que ir por el carrito. — Grita Ellah a mi espalda.
Me detuve en seco a mitad de mis pasos con una expresión tonta en mi cara. En los dos minutos que la castaña tarda, recibo miradas extrañas de las personas y algunas risas por parte de dos niños.
Siento un leve golpe en mi brazo.
— Que payasa eres, avanza. — Resopla mientras tira de mí brazo.
Caminamos a la par, bajo el mando de Ellah. Vamos en silencio, aunque a veces surge conversación sobre los precios de los productos y como es un poco menos costoso a como lo venden en la ciudad. La razón de la poca comunicación, es que últimamente no hemos podido pasar tiempo de calidad juntas.
Después de mi momento de tristeza en el baño, Ellah llegó unos diez minutos después, quien también no traía una buena cara. A pesar de eso, ella lo primero que hizo al verme con mis ojos irritados fue preguntarme que paso. Le mentí sobre la verdadera razón, y adjudiqué la culpa a una película del studio ghibli, ya que esas son del tipo lágrima fácil y fue lo primero que vino a mi mente.
Mi intención no fue poner una barrera entre nosotras, porque sé que puedo confiar en ella, pero no quise abrir ese frasco de nuevo y que las lágrimas se derramaran otra vez. Lo guardaré para después. Como por ejemplo, para cuando Andrómeda nos arrastre a otra escabullida en la terraza o en otra partida de juegos.
Por lo que, concentré todos mis esfuerzos en volver a la Hana de antes, lo voy haciendo bien así que continuemos.
— Hey, hace mucho que no me comentas de la florería. Ya me estaba acostumbrando a escuchar las aventuras de Hana y Luciel. — Me codea incentivando a que hable.
Hana y Luciel ¿huh?
— Estamos igual. Sigo siendo una molestia en la vida de Luciel Kang. — Saco la lengua juguetonamente.
— ¿No cambió nada después de la ostentosa fiesta? Que por cierto no contaste el chisme completo, sólo dijiste. — Hace una pausa y carraspea. — "Estuvo divertida, conocí algunos de sus familiares y comí hasta reventar". — Sube una nota a su modo de hablar como si estuviera imitando mi voz.
— Ja, ja mira quien es la payasa ahora. — Le golpeó levemente. — Y no hablo así.
— Lo que digas. — Voltea los ojos. — Vamos, cuenta, más detalles.
— Pero sucedió así. No pasa nada más entre nosotros, además como te dije solo fui acompañante y amiga, así me presentó ante sus familiares. — Aclaro mientras levantando dos frascos de mermelada, uno de frutillas y otro de ciruela.
— Ese. — Apunta al de ciruela.
— Eres de las mías, chica. — Le guiño. Ellah levanta el puño, chocamos y reímos. — Cómelo con manteca untado en pan recién horneado y es una delicia. — Suspiré.
Dejo el frasco en el carrito y continuamos caminando. La verdad es que no quería conversar sobre Luciel, ¿la razón? Se está comportando raro. Ayer, me presenté en la florería con una excusa muy creíble de mi ausencia después de la fiesta y la falta de comunicación durante el fin de semana. Resumido en “el gato de mi amiga se estaba ahogando y que tuve que volver con mucha urgencia”, una excusa creíble, muy muy creíble.
No sólo se lo creyó, sino que se “preocupó” y empezó a bombardearme con preguntas, como si el tema le interesara. ¿Qué demonios?
Fuera de eso, seguía siendo el mismo. No esperaba que cambiara o algo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Definitivamente hay algo raro en Luciel Kang.
Me encuentro sentada en el escritorio realizando mi tarea de hoy. Consiste en preparar un inventario de las flores que tenemos y si debemos comprar alguna. No es algo nuevo para mí pero a la vez lo es, en el sentido de que nunca tuve que hacer esto en la florería.
Mis tareas eran, acomodar las flores, transportar flores, hacer entrega de pedidos y algunas tareas de limpieza. Tareas físicas. No del tipo administrativas, con derechos de poner música y sentada cómodamente tomando ¿jugo de frutilla, limón y menta?
Apoyo la cabeza en el brazo y lo miro fijamente con el ceño fruncido, me dejo llevar por mis pensamientos.
Es como si el Luciel seco, horrible, maleducado, irritable, hubiera abandonado el chat e ingresó un bot muy similar físicamente pero con una personalidad diferente. Partiendo desde la mañana cuando llegué, me dijo “Buenos días, Hana” con una tierna sonrisa. ¿Dónde quedó la "chica abeja"? ¿Dónde quedó su rostro de desagrado al verme o la sonrisa forzada?
Se supone que todo sería normal. Como antes.
Sacudo mi cabeza olvidando el tema y concentrándome en mi tarea nueva. Estoy usando, la que se supone es la netbook de Luciel. Ignorando el hecho de que lo odio me encuentro tentada de revisar los archivos como documentos, imágenes, carpetas secretas, el historial internet y el de búsquedas.
Abro mis ojos con sorpresa cuando me doy cuenta de la tremenda invasión a la privacidad que estoy a punto de hacer, la moral me está crucificando. Pero por otro lado la curiosidad me está matando. Muerdo mi labio. ¿Debería hacerlo? ¿Él no se dará cuenta no? Miro de reojo al pelinegro y está barriendo el piso.
Minimizo la ventana de excel y abro el atajo de la barra de inicio hacia los documentos. Una vez se despliega, doy un vistazo rápido a las carpetas, los nombres son los de base que tenemos todos. Vamos, debe haber algo más, murmuro y continuo leyendo.
“PRV8”
Sonrío de lado. Bingo. Click.
— ¿Qué estás haciendo? — Escucho una voz grave atrás mío. La piel de mi espalda se eriza. Mi corazón empieza a latir. Me siento cual estudiante cuando se dan cuenta de que copiaste en el examen final.
El brazo de Luciel me rodea por la derecha y apoya la mano sobre el escritorio, realizando la misma acción pero a la izquierda. Estoy encerrada.
— Nada. Las fórmulas de excel son tan interesantes. — Digo con apenas un hilo de voz. Carraspeo en busca de recuperar mi tono.
— ¿Estabas revisando mis archivos? — Su rostro está a centímetros del mío.
Giro la cabeza hacia la derecha y cierro mis ojos. Aléjate hombre mentiroso, estoy molesta contigo, repito por dentro.
— Eres tan predecible Hana, metiendo tu nariz en mis asuntos como siempre.
De manera brusca vuelvo mi cabeza para enfrentarlo. Sin medir fuerza y distancia, mi cabello lo golpea en los ojos. Se aleja de mí y se cubre con las manos la zona.
— Auch. — Se queja. — Creo que me dejaste ciego.
Otro que no mide las distancias es Luciel, quien retrocede y tropieza con unas cajas vacías, que estaban detrás del mostrador. Tales cajas pertenecen a las nuevas macetas símil roca, muy lindas que pienso llevar una a casa. Como si no tuviera suficiente suerte, da un paso en falso pisando el cartón y se cae golpeándose la cabeza contra la pared.
Me levanto rápidamente para ayudarle.
— Oye Luciel, ¿no tienes reflejos? — Cuestiono, queriendo sonar preocupada pero parece más burla.
Suprimo las ganas de reír al ver la imagen frente a mí, Luciel está sentado en un caja, o partes de una caja, porque la aplastó y desarmó, a su alrededor, trozos de poliestireno que no solo estan en el suelo, sino que se pegaron sobre él.
— Uno de mis sentidos falló por tu culpa. — Sus ojos están entrecerrados aún resintiendo el dolor. — Y ahora creo que todo me esta fallando. — Se soba la parte de atrás de su cabeza.
— Tremendo golpe te diste. — Le retiro los pequeños poliestirenos del cabello. — ¿Puedes decirme tu nombre? ¿Dónde estamos? ¿puedes ver bien, me ves bien? — Agito mi mano frente a él.
Su respuesta fue, correrme de manera brusca. — Ugh, ya está déjame. Ya es suficiente que vea dos versiones tuyas. — Se levanta de golpe. — Debo ir a lavarme, el agua fría me hará bien.
— No creo que sea buena idea, dijiste que viste dos versiones de mí.- lo observo caminar lento — ¡Cuidado! — Exclamo, pero es tarde ya que Luciel se estampa contra la puerta que lleva al depósito. — Ay, no puede ser. — lamento con un suspiro.
— ¿Por qué suspiras? Es tu culpa. — Responde entre quejidos casi entendibles ya que sus manos cubren su cara, otra vez.
— Te advertí que no caminaras. — Me acerco a él para ver si no se lastimó. — ¿Te lastimaste?
Se descubre de mala gana y abro los ojos cuando veo la cortada pequeña en su ceja izquierda.
— ¡Te cortaste la ceja! — Grito alarmada.
— No grites estoy frente a tí. — Exclama.
— Ok, ok, primero lo primero. Debemos curar la herida. Iré por el botiquín.
Le indico que se siente en la silla del mostrador y voy corriendo al baño en busca del botiquín. Al regresar, lo encuentro balanceándose en la silla de un lado al otro con su mirada fija en la pared. La vista sería tierna pero hablamos de Luciel, mide 1,82 metros y sus pies pueden llegar con tranquilidad al suelo, a diferencia de los míos que cuelgan.
Ugh, fuera pensamientos.
— Aquí estoy. — Apoyo la caja sobre el mostrador.
Abro la caja y todos los materiales están frente a mí, guantes, gasa y agua oxigenada, entre otros objetos de utilidad. Agarro la gasa, la corto con una tijera del escritorio, dejando dos mitades y procedo a colocar unas gotas de agua oxigenada en uno. Levanto una y la llevo hacia la ceja lastimada.
Observo como hace un mueca de dolor.
— ¿Te dolió? pero si no es alcohol. — Comento.
— Está frío. — Musita en voz baja.
Continúo limpiando la poca sangre con toques suaves. Una vez terminado, corto un poco de cinta especial, luego ubico la gasa seca en el medio.
— ¿Recuerdas hace un mes, cuando me ayudaste cuando me golpeé la cabeza con la puerta? — Él asiente. — Bueno, es mi turno ahora. — Pego la cinta con la gasa, formando un ángulo agudo sobre su ceja, no quiero dejarlo sin pelo cuando se lo quite. Al finalizar, le sonrío arrugando la nariz. — Listo.
— Vaya, al fin me sonríes. — Suelta el comentario, tomándome por sorpresa, tanto que debo hacer pausa en mis acciones.
Última edición por 14th moon el Sáb 27 Ago 2022, 10:45 pm, editado 1 vez
14th moon
Re: Our twenties
CAPÍTULO 30.2
14th moon • Luciel Kang & Hana Lee
- melting like the cheese:
- — Vaya, al fin me sonríes. — Suelto con la mirada fija en ella.
Un segundo. ¿Lo pensé o lo dije? Maldición.
Me doy cuenta de mi error cuando Hana, quien estaba acomodando las cosas, se detiene en seco. Voltea y siento que sucede en cámara lenta, ya que puedo apreciar cómo su rostro va formando una expresión de confusión. Abre los ojos y su boca está entreabierta, y por alguna razón veo color en sus mejillas.
Sí, lo dije y lo escuchó.
— ¿D-dijiste algo? — Se traba al hablar.
Piensa Luciel, piensa. ¿Cómo podemos salvar esta situación? Sólo debo ser sincero ¿verdad?
— No dije nada, fue el viento seguro. — Ugh.
— Estaba segura de que escuché tu voz.
— No escuchaste nada. — Le interrumpo levantando la voz. — Ahora continúa trabajando.
— Está bien, está bien. — Aún más confundida volvió a sentarse en el mostrador.
¿Qué rayos fue eso? ¿Choi Luciel está nervioso? De ninguna manera.
Dun dun
— Ah ¿qué? — Musito en voz baja.
Me encierro en el baño. Luego de lavarme las manos por haber tocado el suelo. Observo mi rostro en el espejo y me detengo en la bandita en mi ceja, espero no deje una cicatriz. Mi madre se volvería loca si ve una marca en mi rostro. Que molestia, cierro los ojos.
La imagen de Hana a centímetros de mi cara, muy concentrada en curar con delicadeza mi herida, con sus labios haciendo un mínimo puchero. Y su sonrisa al finalizar su trabajo. Se veía tierna.
Dun dun
Abro los ojos de golpe. — ¿Qué fue eso?
Vuelvo mi vista al espejo y la bandita en mi ceja pierde su protagonismo, puesto que mis orejas han tomado color, y como soy pálido, se notan. Llevo mis manos hacia ellas y están calientes. Significa que hay mucha sangre circulando en el tejido, que se debe a un aumento del volumen de sangre expulsado de mi corazón, a raíz de un estímulo producido por el sistema nervioso simpático, el cual dilata todo y es quien nos pone la sensación de nerviosismo, ante un estímulo externo.
Acompañado de los siguientes síntomas: sudor en las palmas.
Me froto las manos. — Lo tengo.
Coloración roja en la piel.
Veo mi rostro en el espejo, que parece que no solo las orejas estaban de ese color, sino que ahora mi rostro también.
Latidos rápidos del corazón.
Dun dun
— Maldición.
Estímulo externo = acercamiento de Hana.
Respuestas ante el estímulo = Dun dun y orejas rojas.
Diagnóstico: Paro cardiaco.
Ugh debo dejar de ver programas de médicos.
No es paro cardiaco. Entonces ¿qué me está pasando?[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
— Llegué. — Anuncio en voz alta.
— Al fin, te esperé toda la noche. La comida no se va a preparar sola. — Habla Selene, quién está acostada cual lagarto bajo el sol, en el sofá disfrutando de una revista.
— ¿Y por qué no lo preparas vos?
— Hoy te toca. Duh. — Señala. — Ahora ve, prepara la pizza. — Apunta hacia la cocina.
— Bien. — Respondo de mala gana.
Voy hacia la cocina y lo primero que me recibe en la mesada es la masa de pizza. Me lavo las manos y me pongo el mandil para prevenir alguna mancha. De la heladera saco cebollas, morrones y tomates para preparar la salsa.
Luego de cortarlas, las pongo en la sartén con aceite previo para cocinarlas. Con el agregado de especias, la salsa va tomando forma.
— Uy eso huele delicioso. — Selene se acerca hacia mí.
— No te atrevas a... — Mi advertencia llega tarde porque ella ya sumerge un pan en la salsa y se lo come
— Auch, quema. — Se queja. — Pero está rico.
— Tonta.
Al finalizar la cocción de la salsa procedo a ponerlo sobre las pizzas para luego poner el queso y al horno. En lo que se tarda en derretirse, comienzo a limpiar el desorden.
— Y cuéntame Lu, ¿Hana fue al trabajo hoy? — Su pregunta me sorprende y me tenso.
— Sí.
— Hiciste lo que te pedí, ¿no? — La última palabra fue en tono amenazante.
— Sí.
— Ah, bien. Porque si me llego a enterar que vuelves a decir cosas horribles y/o tratar mal a una mujer y en especial a Hana, lo vas a lamentar. — Me dedica un mirada que con solo sosteniendola, siento como si en cualquier momento sacase un cuchillo y me lo clavase.
— Lo sé, lo sé. Me estoy portando bien.
— Ese es mi hermanito. — Agudiza la voz como si estuviera hablando con un niño.
— Sabes, estoy empezando a compadecer a JinYoung.
— Cállate. — Siento algo colisionar contra mi cabeza y cuando volteo, veo que es un trapo. Se lo devuelvo de la misma manera.
En el cumpleaños de mi abuela Nara, llevé a Hana bajo la mentira de que sería mi invitada, pero en realidad era porque la necesitaba para que mi abuela viera que tengo “novia” y deje de presionar sobre conseguir una. Sé que estuvo mal que lo hiciera, mentirle a mi abuela y a Hana así… pero no tuve otra opción.
De hecho sí tenía. Decir la verdad y escuchar como mi abuela me taladre la cabeza por no tener a nadie y que moriré solo y que nadie me querrá a mis 30 años. Sumado a que a mi edad, ella ya tenía como 5 ex novios. Wow. La felicito, que interesante experiencia amorosa. Y aunque suene tan banal y estúpido, es real. Ella se preocupa por mí y mi eterna soltería.
Exacto. Luciel Kang nunca ha tenido novia.
Todo este tema de mi soltería a los 25 años, se ha vuelto tema de conversación en la familia y poco a poco la familia entera esperaba que la próxima vez que nos juntemos, llevase a una chica conmigo.
Y lo hice. Mi abuela está feliz.
Pero cuando Selene me confrontó esa noche sobre mi farsa, actúe un poco grosero.
Admito que las palabras que dije sobre Hana fueron horribles. Me arrepiento de haberlas dicho. Más cuando debido a eso, me gané una bofetada por parte de mi hermana. Seguido de una regañada que jamás olvidaré. Me hizo prometer que nunca debería volver a decir eso sobre una chica, en especial sobre Hana, quien fue amable en aceptar mi invitación sin saber la verdad. Además de que se había portado bien. Sí, reconozco que con su personalidad burbujeante logró enamorar a mi abuela y al resto de mi familia. Lo cual me llevó a sentirme culpable por haberla engañado.
Luego de la discusión con Selene, iba a disculparme con Hana y contarle la verdad, pero ella desapareció. Lo cual me resultó extraño y me preocupé. Sin embargo, al día siguiente me avisó que no se sentía bien y se disculpó por haberse ido sin despedirse. Por alguna razón, su excusa no me pareció honesta, y como no quise presionarla hice ojos ciegos.
Toda la preocupación que sentía se fue cuando la vi cruzar la puerta de la florería como si nada, pero aun así la sentía que estaba extraña. Cada que intentaba acercarme a ella se alejaba, o cada que le hablaba ella me respondía de manera abrupta. Sus sonrisas parecían forzadas.
Había llegado a la conclusión de que tal vez mi actitud era el problema. Por lo que seguí la promesa de Selene al pie de la letra y empecé a tratarla diferente, ¿más gentil?
Ding!
— Luciel, la pizza. — Selene exclamó.
— Si.
La cena estaba silenciosa, debido a que mi hermana estaba pegada a su celular, enviando mensajes a lo que supuse que el destinatario era JinYoung. Mientras mordía la porción de pizza, observo a Selene cómo intercambia miradas con el aparato en mano. Sonreír involuntariamente, con una mirada profunda y brillante, con las orejas levemente rojas. Así que eso es estar enamorado.
Esperen ¿Qué?
No, no, no.
El pedazo de masa se queda atorado en mi garganta cuando tomo aire de sorpresa y ahora me estoy ahogando.
— ¡Luciel toma agua! - la voz exaltada de Selene me despierta y agarro el vaso que me está ofreciendo.
Luego de toser y pasar el alimento, respiro profundamente.
— Dios, Lu me vas a matar del susto. ¡Come tranquilamente! — Me arroja una semilla de aceituna.
Su manera de demostrar afecto es muy extraña. Pobre JinYoung, pienso.
— Oh - se detiene en seco. — No me había dado cuenta, ¿qué te sucedió en la ceja?
— Ah si. — Carraspeo para aclarar mi voz. — Es que Hana me golpeó con su cabello dejándome casi ciego y por inercia retrocedí y tropecé con unas cajas y me caí. Me levanté para lavarme en el baño pero como aun estaba medio ciego al caminar me golpeé con la puerta del baño. — Respondí mirando la mesa.
Qué vergüenza de accidente.
Al no escuchar respuesta alguna, levanto la vista y el rostro de Selene, el cual previamente parecía preocupado, pasó a una sonrisa y comenzó a reírse.
— Que tonto eres Luciel. — Comentó entre risas. — Luego le dices a Hana que es torpe y tú también lo eres. - Cuando veo lágrimas en sus ojos, me rendí en continuar mi defensa. — Ay, son el uno para el otro.
Ver como mi propia hermana se mofaba de mi accidente, me recordó a Hana. Ella también se rió y me llamó torpe.
Dun dun.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Correr contra el tiempo era mi especialidad.
— ¡Y listo! — Me dejé caer en el respaldar de mi silla.
— ¿Terminaste? — Me pregunta Andrómeda, quien estaba ojeando una revista de vestidos de novia.
— Sí — Gire hacia ella con una sonrisa y un guiño. — Esta chica se va a graduar al fin.
— Me alegro por tí, florcita. Desde hace dos meses vienes luchando con ese escrito. — Comenta mientras deja de lado la revista.
— Ay, ni me lo menciones. Sufrí mucho pero bueno, esto es lo que amo así que el sacrificio valió la pena. — Estiro mis brazos.
— Nunca mejor dicho. — Me dedica una sonrisa. — ¿Quieres que festejemos cuando llegue Ellah?
— Me gusta esa idea. Pero antes lo mando por mail antes de que me olvide. — Andy asiente y me espera.
Me tomo mi tiempo para releer las 15 páginas de mi escrito. La edición no era un problema ya que cada que avanzaba editaba tal avance para no hacerlo después. Con esto finalizado sólo debo esperar la devolución de mi tutor, que sea aprobado por el director de la carrera y estaría habilitada para dar el examen final y finalmente graduarme.
¿Cuándo pasó tan rápido el tiempo? Estoy a un paso de finalizar mis estudios. Lo que significa que tendré que volver a Toronto. Dejar Galena Town y junto con este hermoso pueblo, las chicas de la residencia que se han convertido en mis compañeras y amigas.
Y Luciel Kang.
De pronto las ganas de celebrar se fueron, siendo reemplazadas por una punzada en mi estómago.
¿Qué debería hacer?
- holiii:
- Buenas madrugadas, ¿como andan?
Perdón si me pase de los días, no estaba segura hasta cuando por lo que me apuré y salió esto. Espero lo disfruten tanto como yo escribiendo y mi hermana editando jasjahsjajs
Besos
14th moon
Re: Our twenties
¡hola! primero que nada, quiero decir gracias por subir sus capítulos nenas y por su tiempo, ¡ya estamos a la mitad! así que aplausos pa'nosotras.
voy a estar haciendo sus comentarios poco a poco para ponerme al día, o tal vez los haga general. este cap es más corto de lo que planeé, porque el trabajo y las clases me tienen ocupada, pero tiene puntos clave del viaje emocional de flora. espero que disfruten y que estén teniendo un buen día / noche
CAPÍTULO 31
hange. • flora & marco
- am i enough?:
El camino en bus hacia Toronto me pasa en automático. No presto mucha atención a la gente paseando por las calles de Galena, y antes de darme cuenta, estoy sentándome en uno de los asientos de la ventana. Pongo un playlist cualquiera de Voctave y cierro los ojos, dispuesta a dormir un rato.
—Sé que has estado estresada con la universidad y que tener a más gente ahí no te gusta, pero todos ustedes son mi familia y se vale que me apoyen. ¿Está bien?
No pego un ojo. Las palabras de Cara se repiten en mi cabeza, por más que subo el volumen de la música.
El hecho de que Paco nos vigila no debería sorprenderme tanto. Pero sí lo hace, en conjunto con el sabor amargo que aparece en mi estómago cada vez que comparo la situación de antes con lo que de ahora.
Cuando llego al departamento, decido desahogarme con mi madre. Ella escucha atenta, mientra prepara uno de sus horribles jugos verdes y yo le hago un sándwich de cena para el turno de noche en el hospital. Tullip se mete entre mis piernas en la cocina esperando que se me caiga algún bocadillo.
—Te voy a preguntar otra vez. ¿No es mejor para ustedes tener ayuda? —da un sorbo de su vaso gigante—. Por más que quieras, no eres la Mujer Maravilla y solo tienes dos brazos. Y Paco, además de Cara, no está tan joven.
Hago una mueca instantánea y casi se me cae el jamón. Intento no pensar en esas cosas nunca. El hecho de que Cara y Paco y mi mamá son constantes en mi vida que realmente no son constantes, porque nadie lo es. Sacudo la cabeza y sigo colocando el jamón encima del pan.
—Sí es bueno —admito, entre dientes—. Solo que no me gusta.
—Pues vamos a ver si aprende a gustarte, y rápido —mamá me da varias palmadas en el hombro—. Porque es normal que quieran ayudarla, y tú también te beneficias de eso.
Abro la boca, con la negación en la punta de la lengua. Sin embargo, recuerdo a Marco tomando las órdenes que chocan con mi horario para que yo no tenga problemas con la tesis. A regañadientes, aprieto los labios. Mamá se ríe en mi cara, así que me volteo para terminar su sándwich. Auque me pasa por la cabeza dejarlo así si se sigue burlando.
—¿A qué hora te vas? —decido cambiar de tema.
—Tengo turno de 10pm a 7am. ¿A qué hora es lo de Jade?
—A las 8, creo. ¿Ya preparaste tus bocadillos?
—A eso voy después de acabarme esto —dice, señalando su jugo verde.
Su turno es de 10 a 12 horas. A veces es 8. Pero no son todos los días, lo cual es bueno. Y cada cierto tiempo, tiene descansos de 2 a 3 semanas.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El departamento de Jade y Gaby no está lleno de gente cuando llego, lo cual agradezco. Lo primero que hace después de abrir la puerta es pararse de brazos cruzados y mirarme expectante. Tiene maquillaje neón en el rostro, y me hace recordar un festival de música al que fuimos hace unos años.
—¿Voy a pasar? —cuestiono, alzando una ceja.
—¿Dónde está mi regalo?
Ruedo los ojos. Muy tentada a decirle que se me quedó en Galena.
—87 años después… —comenta, con un tono cantarín.
—Qué pesada.
Rebusco entre mi bolso, y creo escuchar a Jade diciendo algo similar a “pesada yo”, pero no hago caso. Le entrego su regalo: envuelto en una caja morada con estrellas, dentro hay una línea de delineadores neón y pinceles de varios tamaños. Cuando lo abre, me taclea, y me tengo que sujetar de la puerta para no caerme.
—¡Ven! Lo quiero probar en ti —me jalta dentro del departamento, cerrando la puerta.
—Pero ya tengo maquillaje -
—No importa, te lo pongo encima.
—No vas a dañar mi estilo —frunzo el ceño—, maquilla a Gaby.
Los ojos de Jade se encienden como luces de navidad. Gaby, quien estaba tratando de robarse los bocadillos, levanta la mirada. Solo hace falta mirarnos para entender, y rueda los ojos. Pero se sienta sin protestar en el sillón, mientas Jade acomoda todo.
Excelente. No tardé casi una hora tratando de hacerme smokey eyes para que me lo dañe.
Después de un momento, Jade decide pintar constelaciones en neón azul y rosado en el rostro de Gaby. Está terminando el primer ojo cuando el timbre suena. Ni siquiera se inmuta.
—Ve a recibir a los invitados —me ordena Jade.
—¿Cómo por qué? —volteo a mirarla, con una mueca en la cara— Es tu fiesta, y tu departamento.
—Estoy hacindo algo muy importante aquí —señala a Gaby—, y además, también estoy pendiente de los brownies en el horno.
Casi me muevo hacia la puerta, pero la cara malvada que trae mi amiga no me da buena espina. Así que me detengo a mitad de camino y regreso mi atención a ella.
—Jade —la fulmino con la mirada—, ¿por qué tengo que abrir la puerta?
—Quiero verte usar esas lecciones que te da Paco, de las que tanto te quejas. Toma esto como práctica, ¿sí?
La sonrisa de Jade es brillante, burlona. Me cruzo de brazos.
—Ah, ya entiendo —la fulmino con la mirada—, me quieres hacer sufrir. Es tu segundo regalo de cumpleaños.
—No seas boba —Jade me agarra un cachete con su mano libre—, te estoy ayudando. Esto es para la posteridad.
Me aparto de su mano y le saco el dedo del medio. Y me doy la vuelta para ir hasta la puerta, porque negarme a Jade en su cumpleaños es la receta para que no me deje en paz por el resto del año.
Por suerte, es Paul, quien ha traído alcohol para hacer margaritas y es una de mis personas favoritas. Se va la cocina inmediatamente, no sin antes darle el regalo a Jade.
Cinco personas más tarde, y me siento como si estuviera a punto de explotar. Siento las mejillas irritadas de tanto sonreír. Es el límite. Me doy la vuelta para ir a buscar a Jade, Paul o Gaby; cuando el timbre suena otra vez. La persona toca varias veces, como si una no fuera suficiente. Aprieto la quijada, ya irritada.
Abrir la puerta solo sirve para fastidiarme más. Marco baja su brazo, a punto de tocar otra vez. Sonríe hasta que se da cuenta que soy yo.
—¿Por qué estás aquí? —mascullo, apretando la puerta.
Marco se toma su tiempo rodando los ojos exageradamente.
—Ah, no lo sé, no será porque Jade es mi amiga y me invitó —pone los brazos en jarras—. Digo, no es como si no hubiéramos estado en varias clases juntos-
Abro la boca con toda la intención de interrumpierlo cuando Jade aparece a mi lado.
—No vayan a empezar —Mira a Marco con las cejas alzadas—, ¿dónde está mi regalo?
—¿Mi presencia y amor no es suficiente? —Marco pone su sonrisa de niño inocente.
—Te dejo fuera, Marco —Jade extiende su mano—. Regalo.
Marco le regala una caja de labiales neón. Jade explota de la risa, fascinada, y yo me siento tan ofendida que ni siquiera sé qué decir. Marco mira de una a la otra, sin entender una mierda.
—¿No te gusta? —pregunta, sonando confundido o lastimado.
—No, no —Jade le sonríe—, me encanta, gracias. No pasa nada. Solo me pregunto si se coordinaron.
Cuando Marco pasa, cierro la puerta y me giro para irme a buscar refugio en Paul. Antes de que Jade continúe con esta conversación.
—¿Flora y yo? —escucho a Marco preguntar.
—Sí —Jade sigue riendo.
— ¿Por qué? ¿Qué te regaló ella?
—Ven a ver. Flora, ¡ey, no huyas!
Apresuro el paso. Paul alza una segunda margarita en su mano, esperando por mí.
(….)
Cuando Jade anuncia que ya han llegado la mayoría, aflojo los hombros. Luego de la puerta, me puso a servir chupitos de gelatina. Al menos en eso Paul me acompañó. Al final creo que no son mas de 11 personas en todo el lugar.
Me quedo saboreando mi tercera margarita y observando a Paul tomarle fotos a Jade frente a su pastel de chocolate. Ya me siento un poco liviana, y relajada. Hasta que Marco aparece a mi lado, con copa en mano.
No le hablo, ni pienso en nada de lo que estaba pensando antes de venir acá. Hoy se supone que es una noche para soltar todo y botar el golpe. Pero claro que Marco decide colocarse justo en mi vista periférica.
—Me podrías haber dicho para venir juntos y así no tomar el bus —comenta, tomando de su copa.
Sería tan genial poder hacerme invisible. O pausar el tiempo. O ser capaz de controlarle la boca. Alzo y bajo los hombros con un suspiro, bajando un poco mi copa. Decido ser honesta.
—No entiendo porque qué crees que no te dije a propósito para no venir contigo —ruedo los ojos.
—¿No fue por eso? —Marco se ve confundido.
—Claro que no —entrecierro los ojos—. Siempre ando en bus, sola. Estoy acostumbrada —me encojo de hombros.
Marco me mira sin decir nada por un momento, como si no me creyera. No me importa. No entiendo cuál es su problema. Nunca fuimos cercanos. No es como si eso fuese a cambiar ahora que está en Galena permanentemente.
Espero que deje el tema ahí, mientras veo a Jade tomar a todo el mundo por el codo para ir tomándose foto con los invitados. Marco inclina la cabeza hacia mí, para hablar más bajo.
—¿Y no tiene que ver con lo que estabas hablando con nonna cuando Elio y yo llegamos a la casa?
Aprieto mi agarre en la copa y doy un paso hacia atrás automáticamente.
—Wao —alzo las cejas y sacudo la cabeza—. No voy a responder eso. Me voy a bailar, adiós.
Marco dice algo, pero no le pongo atención. Me dedico a ser co-anfitriona junto con Jade y Gaby por el resto de la noche. Nos tomamos todas las fotos posibles con Paul, y luego empieza la verdadera fiesta.
Para cuando vuelvo a estar de frente a Marco, ya tengo varias Margaritas más en la cabeza y me estoy divirtiendo demasiado con Paul para volverme a enojar. Jugamos charadas, donde los perdedores tienen que beber chupitos y los ganadores escogen el tema del próximo jugador. Jade termina pintando a Marco, Paul y a par de personas más con su maquillaje y labial neón. Estoy tan borracha que no me molesta cuando añade estrellas amarillo neón encima de mi maquillaje oscuro.
(…)
A eso de las dos de la mañana, solo quedamos Paul, Marco, Gaby, Jade y yo. Entre tambaleos y risotadas borrachas, nos ponemos a recoger un poco el departamento para no dejarlo tan desastroso.
Termino de recorger los vasos de chupito y la comida en el balcón y estoy a punto de entrar a la sala cuando Marco sale, casi pegándome con la puerta en la cara. Me empuja hacia atrás levemente y desliza la puerta del balcón en su lugar, encerrándonos.
—¿Qué coño?
—Espera —me agarra de un brazo.
—¿Qué te pasa? —suelto un gruñido, cuestionándome si le puedo tirar la bolsa de basura en la cara.
—Lo siento, lo siento —Marco hace una mueca—. Tengo un favor que pedirte.
—¿Ahora? —entrecierro los ojos.
—Es que…mira, se supone que me iba a quedar a dormir con Gaby y - ¡No, no me interrupas! —frunzo el ceño pero aprieto los labios— Gracias. El punto es que Gaby me acaba de decir que…bueno…hubo un cambio de planes y le gustaría tener el apartamento solo para eso. Y no es como si no me haya quedado en tu sofá antes-
—Eso fue una vez. Hace años —tuerzo los labios.
—No importa. ¿Por favor? —junta ambas manos en una plegaría— No me puedo ir a Galena a esta hora, y tomé demasiado porque no pensé que tendría que manejar. Y no me voy a quedar escuchando, no me quiero traumatizar.
Miro a Marco detenidamente, sin decir nada. Aprieto la mandíbula y siento el dolor de cabeza aumentar como cuando te clavas con algo en el pie. Que de seguro es por el alcohol, pero eso no me detiene de culpar a Marco.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Son casi las tres de la mañana. El edificio de mi mamá está ultra silencioso, el único despierto es el hombre de seguridad en el Lobby. Abro la puerta del departamento con la mayor lentitud posible, para que la puerta no cruja tanto. Luego recuerdo que mamá está en turno en el hospital hasta las 7 am y faltan horas para que regrese. Tullip se acerca corriendo a la puerta cuando ve que somos nosotros.
Marco se agacha a hacerle cariños automáticamente. Ruedo los ojos, pero no hago comentarios. Cierro la puerta y me quito los zapatos. Luego, dejo mi bolso en la mesa de café y voy directo a la cocina para buscar una botella de agua, y sigo de camino para el baño.
Estoy abriendo la puerta cuando noto que Marco está detrás de mí, Tullip de seguro volviéndose a dormir por la hora. Me giro para fulminar a Marco con la mirada.
—¿Por qué me persigues?
—Es el destino —su voz esta escurridiza, y más grave de lo normal—, está escrito en las estrellas —sube su brazo, como si diera una pincelada en el cielo, con la vista fija en el techo de la casa.
Se ríe de no sé qué, bajando el brazo y tambaleándose. No me hace nada de gracia.
—Encima estás delirando —murmuro y me paso una mano por la cara.
—Soy más inteligente que tú —me saca la lengua.
Lo ignoro, pasando hacia el pasillo y hasta el pequeño closet donde guardamos sábanas y toallas. Saco una sábana y una toalla, por si acaso. Cuando regreso a la sala, Marco está al revés tirado en el sillón, con los brazos cruzados por encima de la cabeza.
—¿Qué demonios haces? —le tiro la sábana, que cae en su estómago— Te vas a poner peor.
—¿Por qué me atacas? —lloriquea, agarrando la sábana— Esto me funciona para el mareo —trata de explicar.
—No voy a limpiar tu vómito.
—No voy a vomitar, Flora; no soy tú.
—Eso fue una vez y como lo sigas mencionando, vas a dormir en el parqueo.
—Ya, me callo. ¿Me puedes dar agua, por favor?
—Sabes donde está la cocina —señalo con el pulgar.
Me meto al baño, ignorando sus quejidos. Dejo la puerta abierta un poco, para escuchar si el muy idiota termina cayéndose. Me lavo la cara y me quito el maquillaje tan rápido como puedo, con ganas de dormirme de una buena vez. Estoy terminando con los labios cuando Marco abre la puerta del baño con un empujón brusco.
Lo miro a través del espejo, con el algodón en mis labios y el ceño fruncido. Se tambalea, apoyándose a la puerta abierta con un lado y con el otro brazo, toma agua de una botella de plástico. Sus ojos están más adormilados que antes, aunque siguen con este brillo de la borrachera.
—¿Qué haces? —pregunta, entre sorbos.
Si el Marco sobrio es insoportable, el borracho es mil veces peor.
—Desmaquillándome. Y tú deberías, también.
—¿Por qué?
No le respondo. Termino de lavarme la cara. Sorprendentemente, Marco me hace caso y toma una de mis toallitas de algodón para desmaquillarse con torpeza. No sé cuál de los dos está mas borracho, pero al final terminamos con el rostro lo más limpio posible.
Mientras me cepillo los dientes, Marco se sienta en la tapa del inodoro, bebiendo agua en silencio, para variar. Cuando se acaba el agua, suelta un eructo y arruga la botella, para tirarla en la basura de forma desastrosa. Termino de lavarme los dientes y me enjuago.
—Ups —se cubre la boca con una mano—, perdón.
—Es solo un gas —digo, sin mirarlo—. Pero me debes una botella. ¿Quién te dijo que podías tirarla?
—¡Ajá! —me señala y pego un salto en mi lugar— También estás borracha. Dijiste tirrraarla.
—No dije nada —aparto su dedo de un manotazo—, no me señales.
—¿O qué?
—Marco, en serio no me jodas. Es demasiado tarde.
—¿Qué vas a hacerme, señorita rabiosa?
Agarro mi botella vacía y la lleno de agua tan pronto como la llave me lo permite. Termino echándole un poco del agua encima, y Marco se queda boquiabierto, con los ojos cerrados. Me río como una hiena.
—¿Ya te calmaste? —ladeo la cabeza.
Marco abre los ojos y sus ojos brillan más que antes, así que tiro el vaso y me doy la vuelta dispuesta a largarme de allí y encerrarme a mi habitación. Pero siento el agua en mi espalda antes de poder salir bien.
Me giro y veo a Marco, con la llave del lavamanos abierta a todo dar, agarrando agua en sus manos como puede y arrojándomela. Chillo y vuelvo a agarrar la botella, quitando sus manos de en medio para poder llenarla y echarle agua.
—¡Suelta, eso es trampa!
—¿Cómo que trampa? Esto no es un puto juego.
—Claro que sí -¡mierda!
Le doy un pisotón y aprovecho que se agacha para echarle agua desde la cabeza, mojándole los rizos. Marco se recupera más rápido de lo que quiero y termina arrebatándome la botella de las manos. En poco tiempo yo también tengo agua escurriendo por mi cabeza. Arruinando las finger waves que duré demasiado tiempo en hacerme.
—Te voy a matar —declaro, y Marco empalidece.
No sé cuanto tiempo después, el piso del baño está totalmente mojado, al igual que toda la parte superior de nuestro cuerpo y algo de los pantalones. Marco ha desistido, por su puesto, tirado en el suelo del baño mientras lo miro desde arriba, jadeando.
—Eres una bestia —jadea, sacudiendo la cabeza—. Creo que se me bajó el alcohol.
Sonrío de oreja a oreja y tiro la botella de plástico, que casi rompo, en el lavamanos.
—Levántate —hago un gesto con el mentón—. Tienes que ayudarme a limpiar este desastre.
—¿Ahora? —Marco arruga la cara— ¿No puede ser mañana?
—No. Muévete.
—Pero Flora…
—¿Le quieres explicar tu a mi mamá por qué hay un diluvio en su casa?
—Ya, me estoy parando.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Tulip me levanta antes de las 9 de la mañana, lo cual odio. El dolor de cabeza y el ardor de mi garganta no lo agradecen. Sin embargo, el ruido de mi estómago sí. Salgo confundida a la sala, y sigo el olor a comida hasta llegar a la cocina. Donde me confundo más.
Mamá está sentada en el desayunador, con su asqueroso jugo. No se ha dormido, porque aún sigue con el uniforme. En la cocina está Marco. Frente a la estufa, espátula en mano. Mi cerebro se vuelve a dormir.
—¿Por qué estás aquí? —parpadeo confundida.
—Dormí aquí. ¿Se te olvidó?
—No. Solo me preguntaba por qué -
—Flora, no seas maleducada con Marco, que nos está preparando el desayuno —interrumpe mamá.
Ruedo los ojos y ni siquiera me molesto en responder. Avanzo por la cocina en modo automático, buscando la greca y el café para preparar. Mamá y Marco mantienen una conversación amena que pongo como ruido de fondo, demasiado adormilada y con resaca como para participar. Marco le pregunta por su turno en el hospital y mamá le pregunta cómo han sido estos meses adaptándose en Galena a tiempo completo.
—Es mucho trabajo, pero es genial —dice Marco, al tiempo que coloca dos omelettes más en un plato—. Y ya sabes, luchando contra Cara y que deje de creerse superhumana.
—Suerte con eso —mamá suelta una risotada.
—También entro a Flora en esa categoría —Marco me señala con la espátula—, debería tomarse un descanso con la tesis.
—¡Eso le dije yo!
Estoy muy ocupada tratando de no quemarme con el café para intervenir como quiero en la conversación. Apago la hornalla y me alejo de Marco, con el ceño fruncido. Trato de que mi cabeza no se vaya por ese lado. Que quiera que me tome un descanso para luego no dejarme volver. Ni yo ni Cara ni Paco lo permitirían.
Sin embargo, es difícil concentrarse cuando Marco lo dice tan seguro de sí mismo y con una sonrisa en la cara.
—¿Quieren café? —digo, interrumpiendo el bucle en mi cabeza.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Pasa una semana de puro desastre. En la universidad, el asesor quiere más teoría y menos platos de cocina. Lo cual es absurdo, porque se supone que seremos gastrónomos, no investigadores. Cuando lo tratamos en el departamento, lo que nos dicen es que en esta etapa lo que se requiere es más investigación que otra cosa. Jade tiene que sacarnos a Paul y a mí a la fuerza, o nos habrían expulsado del progama.
Una tarde, termino quemando un bache de brownies. Mis propuestas de postres para otoño salen más saladas que dulces, mientras que lo de Marco sale perfecto. Incluso Elio está mucho mejor como camarero y organizador de todas las tareas que tenemos por hacer. Estoy a tal punto que considero tirarme de espaldas por el muelle, a ver si resuelve algo.
Lo único que me alegra la vida es ver a Taianna yendo a comprar postres para amenazar a Marco crípticamente. A veces se me olvida el miedo que puede ocasionar, la amo tanto.
A mitad de agosto decido madrugar y meterme en la cocina de Tasty, con el plan de estar sola al menos dos horas y media. Me tomo varios calmantes para no dejar que el periodo me arruine el día. Yo y la cocina, en un ritual de desestrés que me haga sentir nueva para el final del día.
En poco tiempo, soy obligada a recordar que cocinar es un oficio mucho más peligroso de lo que parece. Desde causar incendios accidentales (a la comida, a tu ropa), hasta cortes (de todos tipos), quemaduras graves y no hay que hablar de la intoxicación cuando algún producto vencido se te escapa. Tengo cortes pequeños y algunas quemaduras en mis manos y antebrazos que prueban esto, ganadas a través de los años.
Sin embargo, nunca me había pasado un accidente tan estúpido y pendejo como este.
Miro mi pie vendado torpemente con el ceño fruncido, mientras pido el Uber a la resposteria. Había estado picando vegetales para preparar omelettes, que a veces ofrecíamos esporádicamente. En un momento, deje el cuchillo mal puesto y lo tumbe con el codo. Cayó directo en mi pie.
Solté tantas maldiciones que estoy segura se escucharon en todo el local. Suerte que solo estoy yo. Encima, se me había olvidado tomarme el calmante para la menstruación. Usé lo que pude del botiquín de la repostería, pero estoy segura que habrá que darme puntos.
Una vez que confirmo el Uber, medito mis siguientes pasos. Siento las punzadas profundas del corte, pero no es tan mal que me vayan a dar puntos —o eso espero. Dejo el cuchillo en el fregadero, y he limpiado la sangra del suelo como pude.
Agarro mi bolso y emprendo el camino hacia la salida, llamando a Elio en lo que espero al uber en la parte trasera de la repostería. Me aseguro de dejar una nota para Paco en la repisa, pero preferiría que no llegara para ver el desastre que dejé por no terminar de cocinar. Agradezco que Marco esté llevando a Cara al chequeo con el doctor, cuyo consultorio queda a unas calles de las emergencias. Espero no cruzármelos.
—¿Sí?
—¿Dónde estás? —voy directo al grano.
Me pongo los audífonos para poder chequear la aplicación del uber al mismo tiempo. Elio tarda un momento en responder, y escucho como se cierra una puerta de fondo.
—De camino a la repostería —carraspea, sacándose el sueño de encima—. ¿Por qué?
—¿Traes tus copias de las llaves?
—Sí —su tono de voz cambia a uno con duda—, ¿qué pasa, no estás allí?
—Sí, pero tengo que salir un momento. Voy a necesitar el favor que me debes.
—Espera un momento.
Cambio de peso en mis piernas, pero siseo arrepentida cuando apoyo el pie herido. El algodón que me he puesto con cinta no va aguantar mucho. ¿Por qué decidí venir con sandalias hoy? Encima creo que se me ha dañado el pedicure que me hizo mi madre la semana pasada.
—Dime ahora. ¿Por qué tienes que salir?
—Primero el favor —ordeno, y cojeo hacia la calle cuando veo que el uber está doblando en la cuadra—. Tuve un pequeño accidente y tengo que ir a Emergencias, así que no me dio tiempo a echarle cloro al suelo, solo limpié con agua y un poco de alcohol-
—¿Accidente?
—¿Estás sangrando?
Detengo la caminata al escuchar una voz más después de Elio. Rechino los dientes y miro hacia el cielo, tratando de fabricar paciencia. Mi idea era que nadie más se enterase hasta que, inevitablemente, me vieran cojear al volver del hospital.
—¿Por qué estoy en altavoz? ¿Marco no tenia que llevar a Cara a chequearse? —acuso, olvidándome momentáneamente de la razón por la que llame.
—La lleve y la deje allí, porque se le quedó el seguro y tuve que devolverme a buscarlo —escucho la voz de Marco con un poco de eco—¿Qué es eso de qué pasó un accidente?
— Da igual —entrecierro los ojos, mirando mis dedos ensangrentados — Elio, necesito que te apresures y limpies toda la cocina. Eché mistolín pero prefiero darle otra pasada con cloro.
—Está bien. Llegamos pronto —dice Elio, con calma. A diferencia de Marco, que protesta de fondo— ¿Segura de que estás lúcida?
—Segurísima. No es la primera vez que me corto.
Una bocina me llama la atención, así que retomo mi caminata coja hacia el auto.
—Ya me voy. No le digan a Cara, yo le cuento después.
—De acuerdo. Adiós-
—No, espera, Flora —chilla Marco—. ¿Qué pasó? ¿Dónde te cortaste?
Tranco la llamada y cierro los ojos, sintiéndome un poco mareada. Le escribo a Marco que no fue la gran cosa para que no vaya a llamarme chillando, y suelto el celular en mi regazo por el resto del viaje. Me doy cuenta de que en la premura, no alcancé a quitarme el delantal y se manchó un poco. Suspiro, pensando que tendré que mandar a hacer otro.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Varias horas después, estoy de regreso a la repostería. Tengo el delantal sucio en una bolsa plástica, mi pie con cuatro puntos y debajo de una venda. Decido entrar por la parte trasera, para buscar un cambio de ropa en mi casillero y escabullirme a las duchas. O tal vez me meta en el departamento de Marco sin decirle nada y me cambie.
No llego ni a mi casillero antes de que el susodicho me intercepte. Se planta en medio de mi en el pasillo, con el ceño fruncido, repasándome con la mirada. Cuando ve el bendaje, se acerca.
—¿Por que estás aquí?
— Um, aquí trabajo —parpadeo, sin ganas de pelear. El doctor me dio un calmante que me dejó un poco somnolienta.
—Estas lastimada —Marco sacude la cabeza—. Tómate el resto del día.
—Marco, tengo pedidos que terminar y solo fue un corte en el pie —alzo los brazos—. Estoy nítida.
—Es mejor que reposes —aletea con una mano en el aire—. Y los pedidos los hago yo, no te preocupes.
Suelto un suspiro y me obligo a no subir la voz. Hay clientes fuera. Es casi medio día.
—No necesito reposar, necesito cocinar —aprieto los puños—. Ni siquiera son muchos puntos.
—No te pregunté cuántos te pusieron, ¿o sí? —Marco rueda los ojos—. Estoy seguro de que el doctor te dijo que reposes al menos por hoy. Así que chop chop.
Me me hierve la sangre como caldero de mariscos. Lo empujara si no tuviera miedo de lastimarme más el pie. Hago intento de cruzarle por un lado, pero me sigue, bloqueando todo el camino.
—Quítate del medio —ordeno.
—No.
—Un corte no significa que no pueda patearte el culo.
—No vas a trabajar así —Marco me señala con la mano abierto—. ¿Qué es esto, una esclavitud?
Siento mis uñas clavarse en las palmas de mi mano y abro la boca para decirle explícitamente lo que pienso que es él, pero Paco entra al pasillo cargando sacos de harina. Al verme, los deja caer en el suelo junto a la pared y se me acerca. Con el ceño fruncido, la boca torcida. Alza los brazos como si quisiera cargarme. Genial.
—¿Qué haces aquí? ¿Cómo está tu pie? —bombardea con preguntas.
—Me dieron unos cuantos puntos, no pasa nada —me cruzo de brazos—, vine a trabajar.
—Negativo —Paco me da una de sus miradas serias—, te vas a casa.
Me tenso automáticamente. En vez de la rabia que me da cuando habla Marco, me siento como cuando me regañaban de pequeña por hacer alguna maldad. Me abrazo las costillas.
—Es lo que le estoy diciendo —rebufa Marco, extendiendo los brazos—. Se está negando,
—Soy perfectamente capaz de trabajar —arrugo la frente—, no me amputaron el pie.
No menciono que no puedo estar moviéndome de un lado a otro en la cocina o sirviendo mesas. Órdenes médicas, claro. Marco rueda los ojos con exasperación mientras Paco me da una mirada de piez a cabeza, analizadora y fulminante.
—Tuviste que copiarle eso a Cara, ¿verdad? —dice Paco, enarca una ceja.
—Oye, claro que no-
—Te vas a tomar el día, Flora —ordena.
Aprieto los labios y rechisto. Lo miro en silencio, y hacemos una guerra de miradas que sé que perdí. Por más que quiera, nunca puedo contra Paco. Sin embargo, me rehuso a darle el gusto a Marco, así que ni siquiera le dirijo la mirada cuando salgo cojeando del pasillo. Siento asco personal cuando me dan ganas de llorar, y le tiro la culpa a las estúpidas de mis hormonas. Como si no fuera suficiente con sangrar, también tiene que joderme con las emociones.
Para cuando estoy saliendo por la puerta trasera, agarrando mi celular y buscando un playlist con música rabiosa en spotify, Paco llega a mi lado. Me da un apretón suave en el hombro y mi rabia baja un poco.
—Tómate unos días —me dice, más amable que antes—. Tasty va a estar aquí cuando regreses. ¿Ok? No hace falta que te mates.
Bajo la mirada y siento mi mentón temblar. No sé si es por lo tanto que aprieto los dientes o por las ganas que tengo de llorar.
—¿Flora?
Claro que Paco se da cuenta. Como se dio cuenta la vez que saqué una C en una materia y me quería morir, como Cara se dio cuenta de que lo mío con Elio y Marco es más que una rabieta.
—Flora, mírame.
Subo la mirada, aunque no lo termino de mirar a los ojos. Paco me hace el favor. Coloca una de sus manos en mi hombro y me da un ligero apretón.
—No te estamos sustituyendo.
—Pero-
—Si viene un mesero porque me enfermé y me voy de vacaciones, ¿me estás sustituyendo?
Parpadeo con fuerza y con velocidad, como si eso fuera a deshacer el agua acumulada en mis ojos.
—No, pero -
—Y si Maggie decide venir unos días para estar contigo, ¿la van a sustituir por siempre en el hospital?
—Puede ser-
—Flora, no te pongas respondona, sabes a qué me refiero.
Sorbo por la nariz y se me escapan unas lágrimas traidoras. Cómo odio llorar.
—No.
—¿No qué?
—No significa que —la voz me tiembla, así que carraspeo un poco y me limpio la cara—, no significa que me vayan a sustituir. Pero me siento irresponsable, e incapaz.
—¿Y eres alguna de esas cosas?
—Bueno, no —junto las cejas—,
—¿Y no eres la mejor repostera de Galena? ¿O me equivoco?
Automáticamente, levanto la espalda, los hombros y frunzo los labios.
—Claro que lo soy.
Paco me sonríe, y me doy cuenta de que he caído justo donde él quería. Antes de poder reaccionar, me da un abrazo de esos que me hacen sentir que todo está bien en el mundo.
—Incluso la mejor repostera tiene derecho a descansar —musita, mientras masajea mi espalda—. Además, no es como que vas a estar en 0%, tendrás que trabajar en la tesis.
—Todo iba tan bien —mascullo, devolviendo el abrazo—, hasta que mencionaste la jodida tesis.
—Bueno, querías el título-
—Es un engaño. No debieron dejarme entrar a la universidad —escondo la cabeza en su hombro.
Siento la risa de Paco, más que escucharla.
—Hablo en serio —refunfuño—. Culpo a los tres. A ti, Cara y Paco.
—¿Y por qué?
—Me engañaron con la Universidad.
—Eras tú la que quería un título, no nos culpes —sonríe de lado.
Suspiro y dejo caer los hombros, sintiendo la frustración mezclarse con el cansancio. Hay un lado de mi cabeza que sabe lo hipócrita que sueno al querer quedarme cuando soy como soy con la salud de Cara y de Paco, pero al lado más grande no le importa. De todas formas, me trago las ganas de seguir discutiendo y termino de ponerme los audífonos.
—Ya, esta bien —mascullo—, te veo después.
Paco me besa la coronilla y me da otro apretón en el hombro antes de devolverse a seguir atendiendo mesas. Sigo mi camino por la calle que queda detrás de la repostería, sin ganas de ver a Marco en la cocina o a Elio en el mostrador.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Camino cojeando a la Residencia, y aunque al principio molesta un poco tener que ir más lento de lo normal, para cuando llego, la mayor parte de mi frustración se ha esfumado.
Hasta que llego a la habitación y porque mi suerte hoy está en sus buenas, Tai y Reaven están allí. Pintándose las uñas en el medio del suelo con K-Pop de fondo, levantan las cabezas con cejas fruncidas al verme cruzar por el marco.
—¿Qué haces aquí? —inquiere Taianna— Es demasiado temprano.
—Paco me obligó —desvío la mirada, dejando el bolso en el suelo.
—¿Por qué?
—Porque sí —hago una mueca—. ¿Tu no deberías estar trabajando en tu obra para el concurso?
—No intentes cambiar el tema-
—¿Estás cojeando? —interrumpe Reaven, dejando su esmalte de lado.
Mierda. Me quedo tiesa. Hasta que recuerdo que llevo sandalias y mi pie vendado está a la vista.
—¿Qué mierda te pasó? —Taianna se arrastra en el suelo para verme el pie— ¿Esos son puntos?
—¿Mataste a Marco?
—¿Cuál es tu cosa conmigo y los homicidios? —fulmino a Reaven con la mirada, que se encoje de hombros— Estaba cocinando, dejé caer el cuchillo y me cayó en el pie. Entonces-
—¿Qué?
—¿Cómo que en el pie?
Ambas sueltan exclamaciones y me rodean. Ugh. Me dejo caer en la cama y me paso una mano por el rostro con fuerza. Desde que me quiten los puntos, me daré un chapuzón de espaldas en la playa. Nunca creí en las mierdas supersticiosas, pero estoy en momentos desesperados.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
hange.
Re: Our twenties
CAPÍTULO 32.1
pixie • Yeon sun & Tae Min
- APRENDIENDO A PERDONAR:
No sé por qué. pero tengo las manos húmedas de sudor. Noto las gotas formándose en mi frente, una cae como si fuera de lluvia, y no se si es de los nervios o qué parece ser el día más caluroso de mi vida. Tal vez tengo fiebre. Llevo alrededor de veinte minutos sentada en la mesa y creo que acabo de batir el récord por traquetear más veces el pié por segundo.
Si, estoy nerviosa. Tengo los nervios a flor de piel. No sé en qué momento decidí acceder a doblegar mi orgullo para enfrentarme a Eun Woo. En realidad perdí el poco orgullo que guardaba la semana pasada. Aunque bueno, a quien quiero engañar, lo de tener un orgullo indomable nunca ha sido lo mío precisamente. Peco más bien de dejarlo a lado por complacer a los demás. No, bueno, la Yuna de antes hacía eso mucho.
Cojo una de las servilletas de la mesa y me seco la frente, juego con ella hasta que hago una pelota con ella y me dedico a pasarla entre los dedos.
—Tranquilizate, a este paso acabarás haciendo un agujero en el suelo.—comenta Flora tocándome el hombro.
—No puedo, siento que todo esto no ha sido una buena idea.—le digo con ojos suplicantes.— Podría haber seguido viviendo ignorandolos, estaría más tranquila.
—Mejor superar el miedo antes de que sea más tarde, por evitar una situación no es sinónimo de que desaparezca, ¿recuerdas? —me responde, a lo que le respondo asintiendo y bajando la cabeza.— Mira, ahí está. Voy a por la libreta.
—¡No espera! —digo tratando de cogerle el brazo.—No me dejes sola…
Eun Woo entra irradiando confianza por la puerta del Tasty Pastry, con su camisa levemente desabrochada, unas gafas de diseño y su sonrisa egocéntrica. Seguro que se imagina caminando a cámara lenta mientras una canción latina suena durante su entrada triunfal. Qué imbécil es.
A día de hoy sigo sin comprender que seamos hermanos, que nos hayamos criado bajo el mismo techo y seamos polos opuestos. Tal vez sea porque al fin y al cabo él siempre tuvo el cariño de mamá, yo tenía que ganarlo cada día, aunque siempre parecía imposible hacerla que me quisiera como a su propia hija.
¿Y aún así voy a aceptar esto? Tal vez así me deje en paz, si, es por eso.
Después de haber estado analizando el perímetro, al final su mirada parece recaer en mí. Se acerca con actitud chulesca y se deja caer sobre la silla. He parado de sudar al ver la escena, creo que me ha quitado los nervios que tenía.
—Vaya, si que has llegado temprano Yuna.
—Uno de los dos tenía que hacerlo.
—Pensaba que habías decidido dejar tu actitud hostil después de que me llamaras —dice quitándose las gafas de sol para ponerlas en la cabeza.— ¿Un minuto de tregua? —me propone alargando la mano, se la retiro y respondo:—Déjate de tonterías y vayamos al grano.
Él niega con la cabeza con una sonrisa ladeada.
—Bienvenidos al Tasty Pastry, ¿qué desean tomar?
—Pues mira, yo un café americano con hielo, mucho hielo que hace mucho calor —le responde con una sonrisa y regalándole un guiño con el ojo izquierdo, ruedo los ojos.—Mi hermanita creo que tomará una tila, le vendrá bastante bien para calmarse y tráenos dos pares de trozos de tarta para endulzar nuestras lenguas.
—Traeme otro café con leche Flora, parece ser que voy a necesitar más cafeína de la que esperaba.
Nop, ya no estoy nerviosa. De hecho igual tengo fiebre o tal vez el cabreo está haciendo que mi cuerpo empiece a irradiar calor.
—Bueno, empezaré yo. Aquí tienes. —digo entregando un sobre. Él lo abre y lo examina detenidamente.—Bien, eso es lo que buscabas ¿verdad? Ya puedes volverte a Corea.
—Vaya, yo qué creía que era una reunión para decirme que no pensabas rendirte.
—Es la mejor forma para cortar lazos.
—Excepto los de sangre.
—Siempre puedo cambiarme el apellido.
—Para eso deberías casarte.
—No me tientes.
—¡Te he echado tanto de menos, hermanita! —exclama y se levanta para abrazarme, a lo que le respondo:— ¿Te has drogado o algo?
—No, bueno, no desde anoche pero te juro que me alegro de verte. Todo este tiempo ha sido increíblemente aburrido sin tí.
—Sin alguien con quien meterse dirás.
Flora interviene trayendo nuestro pedido y colocándolo en la mesa, le agradezco con una mueca.
—Tal vez… No enserio, no sabes lo que es estar rodeado de ese par de colegiales de cincuenta años. Están peor que la primera vez que se enamoraron.
—Pensaba que madre estaría en la cama, con lo enferma que estaba.
Eun Woo deja caer la sonrisa, para su mirada sobre el café y le da un sorbo. Después me dedica una media sonrisa.
—Hoy estás qué te sales. ¿Has comido lengua esta mañana?
—Aprendí del mejor.
—¿De verdad quieres saberlo? —me pregunta entrecerrando el ceño, parece serio. Simplemente asiento.— Es a ratos. A veces después del tratamiento tiene unas semanas buenas, es capaz de salir de casa y se dedican a dar paseos por el parque y cosas así. Pero conforme pasan los días vuelve a estar más débil y vuelve a no poder salir de casa. Cuando me fuí se rapó la cabeza, al verse al día siguiente se puso a llorar y tuvimos que comprarle una peluca.
—Ya veo… Bueno, ahora estará más tranquila. Podrá centrarse más en la terapia.
—Supongo, aunque ella esperaba que volvieras, no simplemente que firmaras.
—Si hubiera querido eso no habría pedido que firmara, no me lo habría propuesto si quiera.
—No tenía opción, se quedarían en quiebra de nuevo, ¿de verdad quieres eso?
—Kim Eun Woo, seamos realistas.—le llamo llamando su atención.—Al darle los resultados recordó que tenía una familia, una hija, un colchón. Una recompensa de todo el sudor y el esfuerzo, de todo aquello que había ganado, y qué ninguna podíamos sacar sin el permiso de la otra.
—Supongo qué nunca pensó que sería necesario.
—Papá puso esa cláusula cuando empecé a ganar dinero en los certámenes, creyó que así podría ir a la universidad que quisiera pese a las circunstancias.
—El viejo se lo olía, sabía que la empresa no iba bien.
—O qué mamá empezó a aprovecharse al ver que era capaz de sacar tajada.
—No digas eso.
—Eun Woo, si cuando me hizo la cuenta empezó a apostar con los demás padres. Le gustaba el dinero y el poder, eso es así.
Me paro un momento para soltar un suspiro y tratar de recuperar el aliento. Bebo algo de café y pruebo la tarta fría de limón, mi hermano se dedica a imitarme y hacemos una tregua durante un rato.
—No te puedo negar lo que es evidente, tampoco es como si no te quisiera o te odiara. Ella te quería, a su manera.
—Es un amor muy amargo, solo quería algo de dulzura. Nunca me lo gané.
—Yuna, tú eras el azúcar —me dice con una sonrisa, le respondo con una sonrisa triste y una sensación agridulce me coge en la garganta.—Te queda bien.
—¿El qué?
—El pelo tonta, estás muy guapa, pese a llevar una ropa tan barata.
—Viniendo de tí, debería guardarme a buen recaudo ese cumplido.
Reímos, al final hemos firmado la tregua, sin necesidad de estrechar la mano. Acabamos el resto del almuerzo y nos quedamos un rato en silencio.
—Quizás no debería decirte esto…—empieza, parece que esté germinando una idea o un plan que no sabe si contarme.— Pero creo que deberías saberlo; Han decidido vender la casa de Galena, bueno mejor dicho van a venderla, ya tienen el comprador.
—Daba por hecho que la habían vendido cuando todo se vino abajo.
¿He estado viviendo en un piso alquilado teniendo una casa aquí? Tampoco es como si me hubiera atrevido a pasar por la zona para comprobar quiénes eran los nuevos inquilinos.
—Así que por eso estás aquí.
—Digamos que tengo algunos negocios por la zona, no solo la casa, ni tampoco tú.
—Fingiría estar sorprendida, pero la verdad es que me cuadra. Así que no vas a irte.
—No todavía no, tengo algunos agujeros que tapar, probablemente necesitaré tiempo. Así que eres libre de invitarme a otra cita en este lugar tan entrañable o algún restaurante de la zona, sientente libre de elegir.
—¿Invitarte dices?
—Claro, ya que vamos a pasar tiempo por la misma zona, ¿por qué no retomar nuestra entrañable relación hermano-hermana?
A veces me pregunto si cuando habla lo dice enserio o si son las drogas las que le han frito el cerebro y tiene estos escapes cerebrales.
—Empezaré yo dándote un gesto —dice entregándome una pequeña caja. Le miro con desconfianza pero finalmente abro la caja y veo un par de llaves antiguas.— En unas semanas vendrá un camión a llevarse todo lo que haya en la casa, la han comprado vacía y sin amueblar, así que todo irá a la basura prácticamente. He pensado que tal vez quieras pasar a ver si hay algo que te interese. Antes de que sea demasiado tarde.
Me toma un par de minutos para darme cuenta de que lo que dice es real, el llavero que cuelga de las llaves es uno que compramos en nuestras primeras vacaciones, un recuerdo de la feria de verano. Son las llaves de la casa, la que veraneamos, la que fue testigo de mis recuerdos estivales y donde siempre quería volver para convertirme en peter pan y no crecer nunca. En la que los cuatro nos pasabamos horas jugando al escondite, nos tumbamos a echar la siesta o montar una trinchera de sábanas.
No se que responder, mi boca está entreabierta pero no me salen las palabras. Trato de memorizar todos los finales que había estado practicando en mi mente los últimos días, pero en la mayoría acababa abriéndole la cabeza a Eun Woo. Nunca habría imaginado esto.
Al alzar la cabeza para darle las gracias veo a Taemin entrando por la puerta del Tasty Pastry, el corazón se me para y dejo de respirar. No, no, no.
Una cosa es lidiar con Taemin ahora a diario, otra es lidiar con Eun Woo por unas horas. Pero otra muy distinta es tener que hacerlo con ambos.
La penúltima vez que se vieron se dieron tal paliza que Taemin tuvo que dejar de lado el piano, Eun Woo por otra parte tuvo que operarse la nariz. La última había sido en el funeral de la hermana de Taemin, pero aquello fue izar una bandera blanca durante un día.
No pienso tener una escena con ambos peleándose en medio de la cafetería destrozándola con las mesas tiradas y restos de comida por todas partes, nop. Solo imaginándome la mirada de Flora se me hielan los huesos. Estaría pagando los destrozos por el resto de mis días como camarera de ese restaurante, con Taemin como supervisor y mi jefa borracha dando órdenes sin sentido.
Marco al ver a Taemin entrar le hace una seña para que se acerque al mostrador, intercambian un par de palabras y veo como le entrega unas llaves. Al voltearse me ve y me dedica una sonrisa antes de salir por la puerta. Suspiro.
—¿Estás jugando a contener el aire o eres tan boba que se te olvida respirar?
Ambas cosas hermanito, ambas cosas.—Respondo con otros suspiro.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Observo como Eun Woo se despide de Yuna en la puerta, le dedica un abrazo, ella se mantiene rígida al principio pero luego se lo devuelve con una palmada en la espalda y se marcha. Probablemente vaya a prepararse para el turno de la noche.
Los observo apoyado en la esquina del edificio mientras sigo liando el cigarro, lamo el papel y lo sello, me lo guardo en la oreja cuando veo a Eun Woo que se acerca. Me saluda con la cabeza y me aparta de la esquina atrayéndome hacia la otra parte de la calle estampando la cabeza contra la pared. Qué dramático es.
Cualquiera que nos vea podría pensar dos cosas totalmente lógicas, o va a pegarme una paliza o va a lanzarse a liarse conmigo. Teniendo en cuenta que estamos a plena luz del día, tal vez piensen que somos un par de turistas borrachos o una pareja borracha, ambas validas.
—¿Tú estás loco?¿Y si te hubiera visto?
—Qué dices, si me ha visto cuando he entrado a por las llaves, la he saludado, no soy un maleducado como tú.
—¿No podías estarte quieto un segundo?¿Tan poco confías en tu amigo?
Me río.—¿Y desde cuándo hemos vuelto a ser amigos?
—¿Desde que te pago para que vigiles a mi hermana cuando me enteré de que está en Galena?
—Claro perdona, olvidaba que solo era un siervo desterrado.
Él sonríe y me pega un abrazo. Detrás de una nube de perfume, huele a tabaco y ginebra. ¿Ella también habrá podido descifrar el olor a alcohol tras los kilos de perfume?
—La verdad es que es un gustazo poder hablar contigo en persona para variar, y no en la parte de detrás de ese estúpido restaurante o por teléfono con una cobertura horrible. Comprate otro quieres, no seas rata.
—Vaya, es un honor poder recibir insultos a la cara de buena mañana.
—Bueno a ver cuenta, ¿cómo va la cosa?
—Bien, ya te lo dije. Al final conseguí que se acercara al restaurante y dejara un currículum, luego mi jefa me pidió opinión y le dije que parecía buena opción. Presupongo que leyó en mi cara que la conocía y la cogió.
—Eres más fácil de leer que un libro. Parece una mujer inteligente, deberías presentármela.
—Quiero que siga siendo mi jefa, y la de tu hermana para variar.
—¿No se extrañó al verte?
—¿Qué si se extrañó? —le pregunto sarcásticamente encendiendo el piti.—Casi me mata con una sartén inquiriendo que la estaba siguiendo. Si no fuera porque mi jefa la apaciguó contándole que llevaba trabajando allí un año, hoy no estaría aquí. Luego estuvo a punto de dejarlo después del primer día, a veces puede resultar incluso más dramática que tú.Sin embargo mi jefa insistió en que yo no había colaborado, que solo había visto el currículum y le había interesado conocerla. Algo que creo que era bastante cierto porque le encanta meterse en la vida de los demás.
—Parece que todo va bien. Tú sigue vigilándola, que no se meta en líos y no le hagan daño, ¿entendido?—me inquiere y yo asiento.— Y tú tampoco te pases de listo, capisce
—A las órdenes de mi general.—le respondo imitando a un soldado a lo que él reacciona agarrándome del cuello y peleando en broma.
Parece como si hubiéramos vuelto atrás en el tiempo, como si de nuevo estuviéramos todos unidos, los cuatro.
- ahhh i'm so sorry:
holi, ay me siento muy rara como si no debería hacer esto pero bueno emmmm aquí os dejo la primera parte del cap. estoy transcribiendo el resto.
quiero agradeceros un montón la ENORME paciencia que habéis tenido comigo
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Our twenties
CAPÍTULO 32.2
pixie • Yeon sun & Tae Min
- APRENDIENDO A PERDONAR Y PEDIR PERDÓN:
Hacía demasiado que no me ponía una camisa, me siento bastante incómodo, con lo bien que está uno con una camiseta ancha tan cómodo sin molestar a nadie. Para colmo le he tenido que pedir la camisa a Marco porque no tenía ninguna a mano, creo que me está demasiado apretada, o tal vez no esté acostumbrado a llevar prendas nada ceñidas. A qué mala hora Bai Ling ha decidido celebrar una cena para conmemorar su quinto aniversario del restaurante, y mucho más pedirnos que vayamos arreglados. No sé qué estará tramando, pero conociéndola, nada bueno.
El Jade Fleet brillaba desde la otra parte de la calle, estaba decorado con faroles por fuera e incluso habían cambiado el cartel del local por uno luminoso, que imitaba unas olas del mar. Bai Ling suele hablar de cómo viajaba por el mundo cuando era joven, de todas sus experiencias en el extrangero y como le gustaba surcar los mares, supongo que eso es lo que le dió la idea de montar un restaurante para que la gente probara comida de las distintas partes del mundo, sobretodo ligado a la cultura oriental.
Al entrar al restaurante veo a Bai Ling y su pareja sonriendo ambas, dando la bienvenida a sus amigos y compañeros, al fin y al cabo es una cena privada para conmemorar el apoyo de todos durante estos años. No conozco mucho a su pareja, se que lleva las cuentas y la solemos ver a final de mes ya que es la que suele realizar las reuniones y darnos las nóminas. Se ven como polos opuestos, pero juntas parecen conformar una pareja bastante equiparable, supongo que ella sabe pararle los pies y Bai Ling sacarle de su zona de confort.
Veo a algunos de los camareros y cocineros antiguos y los compañeros con los que trabajamos actualmente, me dirijo a su mesa tras saludarlas para acomodarme. Yeon Sun entra al salón con una bandeja de cubiertos para entregarlos a aquellos que no tuvieran todavía, tal vez no esperaban tanta gente o hayan venido más acompañantes. Viste unos vaqueros y una blusa amarilla que hace que resalte su cabello, parece bastante cerrada y larga, tal vez al igual que yo haya tenido que pedir algo de ropa prestada. Aún así está reluciente, sus ojos relucen y tiene cierto rubor en el rostro, tal vez sea por que hace bastante calor en el restaurante. Cuando se acerca a nuestra mesa me levanto de inmediato. No se muy bien por qué, la inercia, pero me siento raro y simplemente le pregunto si necesitan ayuda pero ella niega con la cabeza.
La cena transcurre bastante tranquila, al parecer la misma Bai Ling junto con el primer cocinero que tuvo el restaurante han sido los encargados de realizar el menú; Sopa de brotes de bambú, Berenjenas con salsa agridulce y sésamo, Tofu con almendras, Sakura Tempura, Sashimi, Panipuri o camarones al curry entre otras especialidades. Todo está delicioso, además de la cerveza y la conversación ligera con el resto de la gente hace que el ambiente sea contagioso para cualquiera.
Al finalizar los postres Bai Ling invita a todos a unos chupitos de sake, después pone algo de música e invita a todos a bailar y cantar. Nos envolvemos un rato entre la gente, mi mirada siempre acaba recayendo en Yuna, Bai Ling me observa a lo lejos y me guiña un ojo. Noto como me ruborizo, la mujer con la que estaba hablando vuelve a reclamar mi atención mientras sigue con su monólogo sobre lo simpática que es su sobrina. Al rato mi jefa se apodera del micrófono y la música y empieza a darlo todo con una canción aparentemente de los noventa que desconozco, todos se acercan para ver el espectáculo.
Yuna se acerca hacia mí con una media sonrisa y me dice al oído: — ¿Podemos hablar?
Le respondo asintiendo con la cabeza y ella indica el camino, me limito a seguirla hasta que salimos del salón del restaurante, sube las escaleras llevándome a la parte de arriba, donde gira a la izquierda para seguir el pasillo hasta la habitación del final.
Al entrar me rencuentro con el habitáculo que había sido mi hogar durante los primeros meses que llegué a Canadá. Ella sigue hasta el final de la habitación hacía la ventana y mira hacía la calle, juega con sus manos esperando a que me acerque. Supongo que está nerviosa por lo que tiene que decir, aun que me hago una idea de cuales van a ser sus próximas palabras. Yeon Sun no es tonta, no habrá tardado en averiguar que le mentí.
— ¿Cuánto hace que viniste a Canadá?
— Un año más o menos.
— ¿Cuándo dejaste Corea? —me pregunta y yo me sorprendo, no creía que iba a ir tan atrás en el tiempo, pero si seguía pensando en aquella conversación era inevitable que mi respuesta fuera a hacerle más daño. Ella se voltea, a penas puedo verle el rostro pero su voz parece seca.— No fue hace casi cuatro años, ¿verdad?
Trato de responderle pero mi garganta se encoje y no soy capaz de dictar palabra, así que niego con la cabeza. Ella suspira y se gira para centrarse de nuevo en el paisaje de noche a través de la ventana. Me aclaro la garganta y me acerco a ella.
¿Es mejor ser sincero aun que así hagas daño a otra persona? ¿Es bueno ser sincero cuando la verdad solo sirve para humillarte? ¿Es bueno sincerarte cuando has vivido con tantas mentiras?
Creo que ese ha sido siempre la cuestión de nuestros problemas, nos hemos envuelto siempre en una atmosfera llena de mentiras piadosas. No elegimos vivir en ella, solo nos criamos y crecimos en su telar.
— Me fui hace menos de dos años.— ella se gira para mirarme a los ojos, parece furiosa pero sus ojos brillan vidriosos a la luz de la luna.
— No estás aquí estudiando, estás trabajando, estás viviendo aquí.
— Podría estar haciendo ambas cosas.
— Podrías, pero no lo estás haciendo.—inquiere. Suspira y empieza a pasearse por la habitación mirando alrededor.— ¿Por qué no me cuentas la verdad?
— La verdad... —digo pensativo, ella asiente. Decido sentarme en la cama que hay a la izquierda de la ventana, me quedo en silencio un buen rato mirando al suelo hasta que al final decido hablar:— ¿Qué verdad? ¿Qué me abandonaron a mi suerte con una deuda imposible de pagar? ¿O qué se les olvidó que hay que pagar anualmente el lugar donde descansa mi hermana? —Cuestioné en voz alta sin saber muy bien lo que decía. Eran preguntas que habían estado mucho tiempo en mi mente sin responder, había sido incapaz de ponerme en contacto con mi familia después de que me dejaran atado de pies y brazos en Corea.
— ¿Por qué no acudiste a mi, a nosotros cuando te encontraste con algo que no podías tu mismo? No lo entiendo...
— ¡Por que era humillante! —la interrumpo.— ¿Acaso tu familia no pasó por algo similar en aquél momento?
— Pasáramos por lo que pasáramos no implica que no pudieras venir a pedir ayuda, al menos podrías haberte quedado con nosotros.
— ¿Para qué? ¿Para tener un hombro en el que llorar cuando tu madre y Eun Woo os abandonaran a vosotros también? —pregunto sin pensar a lo que ella responde cruzándome la cara y con razón.
No puedo creer que acabe de pagar la ira hacia mi familia cayendo tan bajo.
Me levanto de la cama y me pongo en pie frente a ella.— Lo siento, no debería haber dicho eso, pero ¿lo ves? —le digo, me acerco a ella.— ¿Ves por qué fue bueno que no estuviéramos juntos en nuestra mísera? Nos habríamos destrozado.
— No puedes saberlo a ciencia cierta, ni si quiera lo intentaste.
— Eso no es del todo cierto, si que lo hice.— ella me mira extrañada sin entender de qué le hablo, a lo que yo prosigo contándole la verdad que parece desconocer:— Mis padres pidieron ayuda a tu madre, yo también lo hice en dos ocasiones. Pero ella se negó a ayudarnos, dijo que teníais bastantes problemas.
— ¿Cómo? ¿Cuando? —pregunta confusa. Al final parece enlazar los hilos ya que antes de hablar me mira triste:— Dime por favor que no tuvo nada que ver con lo de aquél día.
Me acerco todavía más y la abrazo.— ¿De verdad creíste que me iría así, tan fácil? Mala hierba nunca muere.
— Cuando no volviste se volvió real... Así que ella lo hizo...¿Por qué?
Me separé un poco para poder verle los ojos, le sequé las lagrimas que empezaron a asomar con los pulgares mientras le sujetaba el rostro. — Yuna, no te martirices, supongo que simplemente nunca le caí bien. Siempre nos metíamos en problemas, vivíamos a costa de ellos y lográbamos retarles a nuestro modo. Seguro que creyó que si lograba librarse de mí tu podrías ser la chica buena que siempre has sido.
— ¿Chica buena, o manejable? Nunca me obligasteis a hacer nada, lo hacía por que quería, vosotros me tratabais como una persona, no como el resto Taemin. La mayoría solo quería algo de mí. Por eso no puedo odiarte aun que quisiera.
— Aún así, tengo que reconocer que cumplió su palabra. Logró sacar a mi familia de aquél lío, y además castigarme.
— ¿Cómo?
— Cambiaron la herencia a mi nombre antes de la caída de su pequeño imperio, ellos pudieron huir del país pero yo tuve que quedarme a pagar la deuda ante el regente. Nunca entendí nada sobre la empresa, nunca me interesó el mundo de los negocios y tenía claro que no quería seguir con la empresa familiar. No me imaginaba que en realidad habían pedido dinero prestado a un benefactor, tuve que trabajar para él durante un tiempo. Al final con algo de ayuda pude salir de Corea.
Yuna se queda muda, evita mirarme, supongo que no sabe que decir. La verdad es que no necesito que diga nada, me basta con que ahora estemos bien, me gusta el presente que estamos viviendo, quiero seguir teniendo el privilegio de verla casi todos los días. ¿Tan egoísta es querer que no se vaya? ¿Qué mis palabras no la alejen de nuevo?
Sin embargo decido abrir la bocaza:— Antes de irme te vi. —entonces me mira extrañada, como si le estuviera contando algo imposible. Así que no se acuerda. Se deshace de mis manos y se dirige a la cama para sentarse.
— La noche antes de irme iba de camino a Seúl cuando me llamaste, al contrario de la mayoría si lo cogí. Como la última vez... —le explico, al final la voz se me quiebra, no quiero darle mucho detalle para que recuerde lo que pasó pero aún así quiero decirle que estuve con ella aun que fuera un instante. Me siento a su lado, le cojo la mano.— Yuna fui a verte al hospital, tu voz... no se, sabía que algo no iba bien. Llamé a tu hermano y me dijo donde estabas. Cuando llegué estabas dormida y no quise despertarte, pero te dejé un regalo. Lo siento.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Las palabras de Taemin parecen disolverse en el vacío de la habitación, dejo de escucharle y mi mente se transporta automáticamente a aquella noche. ¿Cómo fue? parte de mi no recuerda los detalles, pero si como me sentí en aquél momento.
Me sentía angustiada, con una pesada carga sobre los hombros y apenas era capaz de respirar.
Acababa de salir de casa, estaba andando sin rumbo por las calles de Seúl, como si mi cuerpo estuviera en piloto automático y mi cerebro solo recibiera la señal de la acción de caminar.
¿Qué había pasado?
Había llegado a casa, sí, al terminar el ensayo me dirigí a casa para descansar pero al llegar y dejar el violín sobre mi cama me encontré con mi madre. Me obligó a enseñarle cómo había estado practicando, cómo de preparada estaba para el recital de mañana. Estaba agotada; casi no sentía los dedos llenos de callos, me dolía el cuello y la marca de mi cuello cada vez estaba más oscura de apoyar el violín. Me hizo repetirlo tres veces, a la tercera me gritó y me quitó el instrumento de entre mis brazos. Me empujó hasta el espejo e hizo que viera mi reflejo sobre este. Parecía un zombie, tenía las ojeras marcadas, los ojos hinchados, las lágrimas me caían sin cesar y ella no paraba de insultarme y sujetarme la cabeza para que no apartara la vista, humillándome. Mi padre entró a la habitación y me dejó salir, se quedó discutiendo con ella sobre lo que acababa de hacer.
Las palabras de mi madre replicaban en el interior de mi mente afiladas como cuchillos. Habían apostado por mí, había acordado con ellos que el dinero que ganará con el primer premio sería para ayudarles a cubrir los gastos del último mes que no habían podido cubrir, y ayudarles con la empresa. Para eso debía estar perfecta, no hacer ningún fallo en la interpretación, no parecer débil, no respirar, no sentir, simplemente ejecutar. La presión se había zafado a mi techo y empecé a notar como el aire que respiraba cada vez era menor, por mucho aire que inhalara apenas entraba en mis pulmones, el corazón me ensordecía los oídos, cada vez más rápido, cada vez más fuerte.
Salí corriendo de casa en busca de aire fresco.
Me encontraba perdida, desolada. No sabía qué hacer. Noté el móvil en el bolsillo derecho de mi chaqueta y lo cogí, no sabía qué hacer, necesitaba algo a lo que aferrarme, algo familiar, algo que me trajera de nuevo a la tierra. Sin pensar marqué el número y llamé, las lágrimas empezaron a salir sin cesar mientras escuchaba las pausas indicando que no me cogían el teléfono. Sabía que era improbable que funcionara, pero era la última esperanza que me quedaba.
—¿Si?
—¿Taemin, eres tú?
—Yuna…No debería…
—¿Crees que podría dejar Seúl e irme lejos ahora mismo, donde nadie pueda encontrarme?
—Supongo.
—Estoy tan perdida, tan cansada, estoy tan harta de sentirme sola. Me duele todo el cuerpo, no siento las manos, tengo tanta hambre que mi estómago ha perdido la capacidad de rugir por el hambre. No quiero que llegue mañana. ¿Hay alguna forma para alargar el tiempo y que nunca llegue? ¿Quedarme en esta misma noche eternamente? Puedo vivir eternamente con la amargura y la presión en el pecho, pero no con las consecuencias de mañana. Taemin, no soy perfecta, no puedo serlo aunque me deje la piel y las uñas no puedo por más que lo intento. No quiero que llegue mañana, solo quiero salir de aquí…
¿Y entonces qué? ¿Fue Eun Woo el qué me recogió de la calle y me llevó a casa?¿O fué papá quien me encontró?
Me levanté al día siguiente, era casi medio día. Al llegar al salón mi padre me había preparado la comida, me invitó a sentarme y disfrutar con él de la comida. Ni rastro de mamá, tampoco de mi hermano. Comí bastante, pero al mirar el reloj el apetito empezó a disminuir y apenas pude acabarme el plato. Papá me alcanzó las pastillas junto con una pasta como postre, le hice caso y me las tomé, luego me fuí a ducharme y arreglarme para estar lista.
A las seis mamá llegó, no se si salía de la peluquería o de donde pero estaba reluciente, me daba cierta envidia como parecía siempre tan bella y tan elegante. Vino a mi cuarto para verme, me ayudó a taparme las ojeras con corrector y me recogió levemente el pelo con unas horquillas para que no me molestara. Al acabar me dió una pastilla, me sugirió que calmaría los nervios, le hice caso y me la tomé.
Al llegar al auditorio las manos comenzaron a sudar, tenía que secarlas con el vestido antes de saludar a todo el mundo. Al poco tiempo pasé a asentir o me dirigía a la gente con gestos, había perdido la habilidad de hablar, si lo intentaba me temblaba la boca. Me dirigieron a la parte de los camerinos y allí me encontré a solas con el violín. Al verme noté en el reflejo vi como aún que lo había intentado disimular seguía viendo las señales de cansancio, me veía muy pálida y empecé a sentir como me temblaba todo el cuerpo. Mi madre apareció con una sonrisa amable, con un vaso de agua y otra pastilla. Te tranquilizará, me aseguró.
Cuando fue mi turno me ayudaron a salir al escenario, los focos deslumbraban y cegaban mi vista. El ayudante de producción me indicó dónde debía situarme con señas, hacía mucho calor, demasiado. Al bajar la mirada pude ver la multitud del público sentada mirándome. Me tragué mi propio vómito al tratar de tragar saliva. El ayudante me indicó que era mi turno y me pusiera en posición. Con cierta torpeza cogí el violín con la mano izquierda y lo apoyé sobre el hombro, estuve un instante tratando de colocarme bien, pero me sentía incómoda. Traté de respirar hondo antes de empezar.
J.S. Bach: Sonata for Violin Solo No. 1 in G Minor.
Noté el calor como me subía de la nuca a la cabeza, empecé a sentirme sofocada, el aire parecía demasiado pesado. Seguía moviendo el brazo derecho, traté de aferrarme a el tacto del violín en el brazo izquierdo y las yemas de los dedos sobre las cuerdas, el roce de estas. A penas había llegado a la parte intermedia del movimiento. El mundo a mi alrededor empezó a moverse demasiado rápido y lento al mismo tiempo, las luces eran como un rayo de luz intrusivo, el silencio insoportable. Me estaba mareando, y estaba haciendo lo imposible por mantenerme en pié. No había llegado a la tercera parte cuando la vista empezó a nublarse y todo a mi alrededor se apagó.
Desperté en el hospital, todo alrededor era demasiado confuso, escuchaba las voces pero no parecía capaz de abrir los ojos.
—¿Qué demonios estabas pensando?¿Cuántas pastillas le has dado? ¡Casi la matas! —escuché decir a mi padre.
Más tarde escuché unas voces en la puerta de la habitación, yo estaba de espaldas y no podía escuchar la conversación con claridad.
—¿Qué ha dicho el médico, se pondrá bien?
—Si, le han hecho un lavado de estómago. Van a revisar la medicación que le daba su médico y la que tomó hoy para los nervios. Parece que ha sido un ataque de ansiedad, supongo que la presión le pudo, no me extraña.
—Ayer parecía muy asustada.
—¿Por eso has venido?—escuché a mi hermano.
—No me pillaba muy lejos, quería asegurarme de que estaba bien.
—Deberías irte, si ella te vé se asegurará de prohibirte la entrada al hospital, ¿recuerdas?
Noté una mano sobre mi cabello y como alguien depositaba un beso sobre mi cabeza, el calor de aquél gesto amable me sobrecogió y solté una lágrima.
—¿Puedes darle esto? No es gran cosa, pero espero que…
Entonces vuelvo a sentirme presente, sobre mis manos hay una taza de té caliente y mis ojos escuecen, probablemente haya estado llorando algún tiempo. No me siento triste, más bien sobrecogida por tanta información en un día. Taemin está a mi lado, me frota la espalda tratando de reconfortarme. Lo miro, noto la respiración mucho más tranquila y le digo: —¿Puedes llevarme a casa?
Taemin es lo suficiente amable de dejarme frente al portal y esperar a que alguien abra para asegurarse de que no estaré sola, después se marcha.
Nana es quien me acompaña a dentro de la casa, Flora y Reaven están en el sofá y al verme me preguntan que tal la fiesta. Al verme los ojos cambian sus preguntas acerca de cómo me encuentro, pero tan solo respondo que estoy muy cansada y me gustaría cambiarme, que más tarde les cuento.
Al llegar a la habitación veo una caja sobre la cama.
—¿Y esto? —le pregunto a Nana extrañada.
—Ha llegado esta tarde, pone que es para tí, como era tan grande lo he dejado ahí para que nadie tropiece.
Parte de mí quiere tirarlo al suelo para dejarse caer sobre la cama, pero si es algo delicado tal vez lo rompa. Agarro unas tijeras y abro la caja, está envuelto en papel de burbujas. Al desenvolverlo me quedo boquiabierta.
No puede ser.
—Parece la carcasa de un instrumento o algo —dice Nana con curiosidad.
Al abrirlo me encuentro con el violín, mí violín.
—¡Vaya, un violín, no sabía que tocaras!
Casi lo dejo caer, me tiemblan las manos, no puedo creer lo que estoy viendo, es imposible. No puede ser el mismo, lo vendí hace casi dos años, no puede ser el mismo. Sin embargo en la parte de delante veo las distintas notas, las fotos, las pegatinas que yo misma había puesto. La foto de los cuatro sigue ahí, igual que la primera vez que la coloqué.
—Nana, ¿quién ha enviado esto?
—No lo sé, el repartidor no lo dijo y en la tarjeta solo ponía tu nombre.—me responde sin entender que me pasa.
—¿Me dejas verla? Eun Na me la entrega, efectivamente solo parece poner el remitente, al abrirla se puede leer una frase estampada:Solo por que te deshagas de tus sueños no significa que desaparezcan.
- holi
Pues nada, aquí la segunda parte del cap y ya la final tengo que reconocer que hacía tiempo que no escribía, sobretodo como algo relacionado con historias así o algo propio(?) no se si me explico pero bueno y emm me siento algo rara pero he intentado responder a algunas de las dudas que me plantearon en comentarios, también he querido tener esta parte en la que vemos algo más de taemin y bueno espero que aun que sea escaso os guste(?) estoy abierta a dudas, comentarios y sugerencias <3
también he estado cambiando algunos aspectos de la historia, en cuanto tenga un momento (espero que pronto) retocaré las fichas con la nueva información para que todes tengan acceso. pero dicho de manera rápida, cambié como el objetivo por el cual acabó taemin en canadá y también cambié el hecho de que yuna sea expatinadora, decidí que fuera violinista. eso creo que son los aspectos más grandes que cambié pero de nuevo si tienen alguna duda estoy abierta a responderos y aclararos todo y coo dije antes si quieren comentarme alguna cosa también estoy dispuesta. so eso, emm ay muchas gracias, muchas muchas enserio por la enorme paciencia que habéis tenido y espero comentaros pronto, os sigo manteniendo presentes aun que no lo parezca
mis más sinceras disculpas, y espero que tods estén bien y que todo les vaya muy bien
*Algunas aclaraciones de referencia en el cap:
Jade Fleet: restaurante donde trabaja Taemin como pinche cocina/cocinero/barman. Yuna también trabaja aquí ahora como camarera.
Bai Ling: la dueña del Jade Fleet
✦ ausente.✦
pixie.
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