Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Our twenties
Página 14 de 15. • Comparte
Página 14 de 15. • 1 ... 8 ... 13, 14, 15
Re: Our twenties
- BREEN:
- Breeeen [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Primero que todo gracias por tu comentario, me divertí mucho leyéndolo Segundo... ME ENCANTO EL CAPÍTULO Me explote la cabeza con cada cosa nueva que salía, además que me alegra mucho estar a tiempo con mis comentarios .
Odio a Mason Es un carroñero de lo peor, no me cae para nada bien, de hecho antes le tenia cierto amor porque estaba esperando un romance trágico del tipo que él estaba enamorado de ella desde pequeños, pero ahora no quiero nada de eso, quiero el divorcio para ellos y una orden de alejamiento, muchas gracias Que persona tan vil, deshonesta y horrible nos resulto el señorito Y para completar me entero que el papá de Enolah no era ninguna perita en dulce Ni rabia me da ese señor porque ya esta muerto -que en paz descanse-, pero me imagino que no se iba a dar el paso al mas allá hasta dañar la vida de su hija sobreviviente Lo único que quiero en estos momentos que es venga la abogada amiga de Enolah -que por cierto se me olvido el nombre - y de algunos consejos para deshacerse de cucarachas rastreras -aunque el insecticida siempre funciona . Bueno en fin, tengo algunas parte del capítulo que me gustaron mucho y otras que las odie como nunca -Mason- así que aquí están:
Lo odio .Mason no volverá.
Mason no volverá.
Mason no volverá.
También odio a este señor .― Esa niña ocasiona más problemas de lo que nos ayuda.
¡Esto es lo peor! Él espera que ella le conteste ¡CARIÑO ERES UN ASCO DE MARIDO!Intento llamarle de vuelta pero esta vez el rechazado soy yo.
Enserio que desee que Hana lo tratara horrible, pero luego caí en cuenta que era mi odio hablando por mi .━ ¿Y para quién son? ━ Me pregunta curiosa con cierto tono, no puedo evitar sentirme un poco avergonzado.
Hago un paréntesis en mi momento de odio, para decir que estos dos se aman .━ ¡En serio tiene que decirme de quién se trata!
━ ¡Hana!
¡QUE MASON SE VAYA PARA DONDE LO QUIEREN! En este lugar nadie quiere a esa cucarachaHoy definitivamente no estaba siendo mi día.
Por fin alguien con pensamientos reales aparece Esa señora es lo mejor, aunque si fue un poco... como... muy directa, pero fue algo completamente real, aparte que no da un peso por el comportamiento de la cucaracha y el papá de Mason.━ ¿Querías hacerlo? ¿Tú querías casarte?
Oh, no.
LO ODIO━ Nuestro matrimonio no terminará en dos años, Enolah.
━¿Qué quieres decir?
━ Qué yo no te dejaré ir.
Quiero el divorcio en nombre de EnolahResultaba una verdad que no me daba a mi un buen final.
Yo no tendría mi vivieron felices para siempre.
Bren, no se si es mucho pedir, pero no quiero que Mason haga sufrir más a Enolah Sufrí mucho Bren, pero a estado muy interesante, ya quiero leer como un carro le pasa por encima de la cucaracha .
pera
Re: Our twenties
CAPÍTULO 24
14th moon • Hana Lee & Luciel Kang
- sunny days:
- Un día normal y tranquilo en Galena Town. Las altas temperaturas aún hacen sufrir a este hermoso pueblo, que no me sorprendería si una mariposa se quemase viva en mis vistas. Si no fuera por el pequeño ventilador de mano que compré de una tienda de variedades, no viviría. La única desventaja del aparato, es que llegaba un punto en que mi dedo, el cual tiene que estar fijo en el botoncito de encendido para que el objeto funcione, perdía su sensibilidad.
Lo más obvio sería encender el aire acondicionado pero como me encuentro sentada, en una posición inmóvil, y con ropa ligera, lo único que obtendría sería un resfriado. Soy muy sensible, para no decir “débil” a los cambios de temperatura. Así que tendré que aguantar el calor y seguir presionando el botoncito.
Releer, releer, corregir, editar, reformular. Releer, releer, pensar, escribir y punto. Siguiente párrafo.
Desarrollé la habilidad de trabajar con una mano, mientras la izquierda me daba viento. La derecha tipea como loca.
Escribir sobre la belleza subjetiva y los cánones sociales me hacen pensar en todos los problemas que pasan las personas con respecto a la autoestima.
“Dicen que la clave del éxito es la seguridad, tener confianza en uno mismo pero si no te sientes conforme a tu apariencia física por más segura de tus convicciones no podrás sentirte en paz. Falta un centavo para llegar al dólar.
La apariencia física no es importante pero ¿por qué cobra importancia cuando se trata de vender un producto de belleza que te hace lucir más joven, con piel más brillante o sin imperfecciones? Esa es la raíz del capitalismo donde la oferta y la demanda son determinantes en la economía, y ese es el problema. La demanda es por parte de la personas que sienten la necesidad de obtener esos productos por simple vanidad y con el miedo de no ser aceptados ante la imposición social del “qué dirán”.
Y ¿por qué el “qué dirán” tiene derecho de manejar nuestras decisiones? ¿Por qué nos importa la opinión de alguien más si nosotros mismos somos los que cargaremos con el peso de la acción consecuente?
¿Debemos cambiar nuestra apariencia para satisfacer a alguien más? ¿A quién? Si lo logramos, ¿alcanzaremos el centavo para el dólar?
Las personas superficiales existen. Se pueden presentar en diferentes formas, y la más típica son los que parecen villanos de una telenovela, piensan en ellos mismos y disfrutan de imponer su poder en la escala jerárquica. La arrogancia y vanidad de este tipo de personas domina sobre su ser, convirtiéndolo en uno frívolo y peligroso ante cualquiera que se interponga en su camino.
El “humillado” con la cabeza gacha solo debe aguantar los maltratos y tranquilizarse con un “todo estará bien”, frase que se repite tanto que llega al punto de que esas tres palabras no tienen sentido.
Y estos roles se repiten en diferentes y variadas circunstancias: escolar, laboral, social, intrafamiliar y en el amor. A pesar de que algunos son más dolorosos que otros, el orden es subjetivo.
¿Cuándo se deja de ser superficial? La persona superficial deja de serlo cuando aprende a ponerse en lugar del otro y entiende la diferencia de la palabra necesidad y querer. Deja en el pasado sus actitudes desagradables y empieza mirar con el corazón.”
━¡Vaya! ━Bostezo. ━No voy tan mal como esperaba. ━Estiro los brazos con pereza.
Los últimos días estuve sin parar trabajando en el escrito. Toda esta motivación repentina tiene razón, el correo de la secretaria de mi carrera, donde no solo nos desea unas “buenas vacaciones” si no que nos recordaba que la entrega está a un mes justo. Así que aquí estamos, con pocas horas de sueño, sin bañarse por cuatro días porque en mi cabeza la ducha tomaría mucho tiempo. Mi estado es la prueba de que en un par de días me convertí en un desastre. Si no fuera por el jugo de naranja recién exprimido que me dejó mi adorable compañera, el cual solía estar frío, no habría desayunado. Mi vista se detiene en los cubos de hielo diluidos en la solución naranja, ellos representan el estado físico en el estoy.
En fin, el mensaje general es claro, Hana trabaja de una vez y luego podrás continuar con la nueva novela coreana que salió en Netflix.
Es más decir que no pude ir a visitar a mis flores, al ángel y a Luciel. Me hace falta serotonina. Hace unos días le dejé un mensaje a Luciel expresándole lo apenada que estaba por no ir a la florería y su respuesta fue un emoji de celebración junto con un “espero no volver a verte chica abeja”. Pese a su horrible respuesta, estoy segura que me extraña ¡Tengo pruebas! Ayer recibí un mensaje de él preguntando si estaba bien y cuestionando mi falta de mensajes diarios. Mi respuesta se envió tarde porque… no tengo una razón, solo me olvidé.
¡Ding!
Mi celular me avisa que tengo una notificación y cómo “break” decido ir por él. De la repisa de la pared, donde tengo adornos y uno que otro libro, lo tomo en mi mano. Me acomodo y con pereza desbloqueo el aparato. En la barra hay muchas notificaciones, maldito sea el día que le puse notificaciones a esta banda que me lleno de actualizaciones.
¡Ding!━¡Ah! ━Exclamo al leer el nombre en el globo de notificación. Luciel K. ━Rayos. ━Siento calor en mis mejillas y espero que sea por el sol que entra por mi ventana.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
━“Chica abeja, ¿estás en tu casa? Podrías bajar, necesito” No, no, no. ━Borro lo que estoy escribiendo. ━Me lleva, ¿qué estoy escribiendo? y en primer lugar, ¿qué hago aquí? ━Observo la gran mansión blanca sintiendo el arrepentimiento apoderarse de mí.
Maldición.
¡Tranquilo Luciel! Viniste aquí porque Selene te obligo. Exacto, esa es la única razón. Además no es porque estuve al pendiente de su instagram para ver si subía algo, ni estoy preocupado por ella solo porque no se ha comunicado conmigo en los últimos cinco días, obvio que no.
La idea es ver que está bien. No importa si sale o no, pero ya que vine hasta acá sería bueno que saliera. Acomodo mis gafas de sol y vuelvo la mirada a la pantalla del celular, tengo que mandarle un mensaje para que sepa acá.
“Chica abeja, ¿estás en tu casa?”
Listo enviado. Ahora debo esperar a que me responda.
“Si, ¿por qué?”
“Estoy abajo, creo. No estoy seguro si es la residencia correcta jaja” ¿Acaso escribí una risa? No, mejor no le mandaré esto, la llamaré. Voy a mis contactos y en la C encuentro el nombre de contacto: chica abeja. Llamar.
Uno, dos, tres, cuatro pitidos.
━¿Luciel?
━Hana, estoy abajo en la puerta de la residencia. ¿Podrías bajar? ━Hablo mientras llevo mi mano a mi cuello algo nervioso.
━Pero, ¿qué hace aquí? ¿Le pasó algo a la florería? ━Pregunta alarmada.
━No, está todo bien. Sólo es que estaba pasando por el vecindario y recordé que por acá te deje el otro día, y quería saber cómo estás. ━Un pequeño jadeo de sorpresa se escucha del otro lado, seguido de un traqueteo de cosas. ━Además el lunes me dijiste que estabas atascada con algo para tu facultad y… ━Otro ruido como si fuera un golpe ━¿Está todo bien ahí? ━Cuestiono por el ruido.━ S-sí, todo perfecto. Ehm ¿dijiste que estás abajo? ━Su voz suena algo temblorosa. ━¿Es necesario o sea que me veas? Porque no estoy tan…━Sólo baja y ya.━Okey, dame un rato y bajo. ━Cuelga. Guardo el aparato en mi bolsillo trasero de mi pantalón.
Siento arder mi cuello y la culpa es del sol de la mañana. Decido mudarme a un sitio de espera donde haya sombra, la entrada, a un metro de distancia de la puerta exactamente. Ni pasa un minuto y la puerta de la gran casa se abre. ¿Es Hana? Volteo y es una chica caucásica de pelo castaño casi rubio. Espero no verme como un raro aquí parado. Ambos cruzamos miradas, la chica me mira de arriba abajo y frunce el ceño. Antes de que pueda abrir la boca, ella me da la espalda y saca su celular de su bolsillo para hacer una llamada.
Debí esperar bajo el sol. Maldición.
━¿Luciel? ━La voz que era tan familiar ahora me toma por sorpresa.
━Ah chica abeja, estás… ━Me saco las gafas y a los segundos me arrepiento. El estado de la invasora de propiedades, es ¿aterrador? Se nota la falta maquillaje, sus ojos están más achinados que de costumbre y sin nombrar las ojeras de la falta de sueño. ¿Eso es una mancha de chocolatada en su remera? ━Creo que necesitas estos ━Señalo el objeto en mi mano. ━Más que yo ━Añado con humor. Ella levanta una ceja. ¿Dije algo malo?
━¿Viniste a burlarte de mí? o ¿a qué viniste? ━Pregunta y cruza sus brazos. ━Creí que estarías feliz sin mi presencia en la florería perturbando tu paz.
Me saco la gorra y llevo mi pelo para atrás. Tomo aire.- Lo creas o no, no soy un amigo cruel que no le importa…
━¿Dijiste amigo? ━Me interrumpe.
━¿Que? ━En mi estado de confusión, el semblante serio que cargaba hace unos segundos ahora es una mueca divertida.
━¿Eres mi amigo Luciel? ━Sonríe y lleva un sus brazos hacia ella abrazándose a sí misma.
━No. ━Exclamo. ━Déjame reformular, colega de trabajo ━Cierro los ojos sentenciando mi última palabra.
━Yo creo que sí. ━Sus brazos se extienden hacia mí como si quisiera abalanzarse sobre mí, pero antes de que me toque le agarro ambos brazos.
━¡Hey! - Ella lucha contra mi agarre.
━Veo que ya estás de mejor humor. ━Sonrío. Hana se queda boquiabierta y baja la mirada. ━Sé que estas lidiando con un proyecto para tu carrera ━Sus brazos dejan de hacer fuerza y se tensan. Bingo.
━¿Cómo supiste que…? ━Se queda callada a mitad de la pregunta y su expresión es una mezcla de preocupación y temor.
Ahora estoy tenso. Libero sus brazos y llevo mi mano a mi barbilla. ¿Cómo le explico que un sujeto anónimo me lo dijo? En efecto, el informante anónimo del que rumorean en la universidad es real, y sabe todo, hasta la fecha de cumpleaños de tu mascota, ¿qué clase de personas admiten en la universidad?
━...Eso no importa. Lo que sí, es que esa es la razón de tu extraño aspecto ¿no? ━Ella asiente no muy convencida. - Por lo que, tengo una propuesta para ti. ━Tomo aire. ━Vamos a la playa.
━¿Qué?[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Existen algunas cosas que no entiendo y entre esas está Hana Lee. Le propuse a la pelinegra ir a la playa con la razón de que se relaje y poder levantarle el ánimo. Ahora mismo, estoy sentado en la vereda esperando a que la chica se digne a salir. Después de aceptar mi invitación entró de nuevo a la residencia con la excusa de que “debía cambiarse de ropa”. No entiendo por qué, ya que llevaba puesto una remera holgada y unos shorts de tela, yo hubiera salido así pero no soy quien para juzgar.
Dentro del enigma que es Hana Lee, no entiendo la razón de sus acciones. Por más que trato de descifrar el tipo de persona que es, cambia totalmente en un parpadeo. Sí ayer amaba el color rojo, hoy le jura lealtad al amarillo. Se equivoca bastante y es muy torpe pero aun así sigue intentándolo. Un día ella se olvidó de ponerse los guantes para manipular las rosas y se clavó algunas espinas, y a pesar de mis regaños de que no debería tocarlas más, entregó un ramo de rosas con sus manos llenas de banditas elásticas a una cliente.
Es increíblemente frustrante.
Otra cosa que no entiendo, la principal de todas, es su motivación de querer acercarse a mí. Las personas pasan de mí o me ven con una mirada de pánico, como si fuera un sujeto peligroso. Por lo que, no encuentro una razón para relacionarse conmigo. He escuchado en los pasillos de la universidad, los diferentes adjetivos con los que me describen: arisco, extraño, antipático. Entonces, ella viene y dice “seamos amigos” con una sonrisa que… ¿es así todo el tiempo?
Sacudo la cabeza para borrar mis pensamientos. Es un día soleado no debo abrumarlo con malos recuerdos.
━Luciel, aquí estoy. ━Volteo y ahí está de nuevo esa sonrisa. Me da dolor de cabeza.
━¿Te fuiste a cambiar? ━Ella asiente con entusiasmo. Me paro y miro hacia adelante ━Te ves igual que siempre. Andando, chica abeja.
Mientras camino delante de Hana, escucho un bufido de su parte y sus pasos siguiéndome.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Los paisajes de playa son relajantes, en especial el de Galena Town. Lo que difiere con el resto de las playas del mundo es que no hay muchas personas aquí, por lo que pasar un buen tiempo es posible. El ruido de las olas chocando entre ellas y con las rocas del muelle, el suave viento con sabor salado, sumado a un sol entre nubes, es el clima perfecto. Estoy sentado sobre la arena bajo la sombra de una palmera disfrutando de la vista de la playa.
━Luciel ━Escucho mi nombre con la última vocal alargada. Adiós a la paz. Suspiro algo cansado, levanto la vista y la pelinegra viene trotando hacia mí.
━Te fuiste al baño y ahora llegas con ¿raspado? ━Pregunto con la vista fija en el pequeño vasito en su mano con hielo color violeta.
━Fue tentador ¿okey? Además está rico y es barato, ¿quieres? ━Me extiende el vaso.
━No gracias. Si querías helado debiste pedirlo y hubiéramos ido a comprar. ━Me lavanto con brusquedad. ━Caminemos. ━Ella murmura un quejido y la observo levantar su bolso.
━¡No camines tan rápido! ¡Hey! ━Escucho como viene detrás mío.
Me detengo a esperarla y cuando ya está a mi lado. ━Tienes piernas cortas.
━¿Disculpa? Mido un metro sesenta y ocho, y tengo puestas sandalias con plataforma así que un metro setenta para ti ━Presume y hace un gesto con el pelo mientras se adelanta. ━Tú eres demasiado alto. ━Voltea y me saca la lengua. A veces es como una niña. Aguanto las ganas de reírme y carraspeo.
Estamos caminando en silencio en lo que mi acompañante termina de tomar su raspado que a este punto y con el calor pasó a ser jugo. De soslayo su semblante es sereno y parece disfrutar del momento. Quisiera iniciar conversación y bombardearla con preguntas, como ella me hace a mi cada día. Pero ¿qué debería preguntarle? Caigo en cuenta de que no tengo la menor idea de sus preferencias y gustos, a excepción de sus flores favoritas y una tendencia, preocupante, a comer postres dulces.
La voz de Selene viene a mi cabeza: “No sabes lidiar con las mujeres, hermanito”. Aunque la razón de ese comentario fue porque me vio “tratando” de declinar la confesión de una vecina en Toronto. A pesar que quise contradecirla con que podía hablar con ella tranquilamente me aplastó diciendo que es mi hermana y que sabía muchas cosas vergonzosas sobre mí.
No me dio la respuesta y tampoco se lo pedí. Estoy perdido.
En lo que puedo contar de mi vida, lidiar con mi madre fue sencillo. Hice todo lo que ella esperaba, estoy estudiando arquitectura y en un futuro tomaré el mando de la empresa de papá. La hice feliz. Le dije a abuela Nara que cuidaría de la florería y está feliz. Mucho más sencillo fue con mi ex novia que sólo le importaba quedar bien entre nuestras familias. Esta es la primera vez que conozco a alguien tan voluble como Hana. Con ella mi día puede ir bien como puede ir mal. ¿Por qué es tan complicado?
Al tiempo en que el sol pasó estar sobre nosotros, anunciando mediodía, decidimos comer en un puesto de comidas en el muelle. Compramos hotdogs y los acompañamos con gaseosas. Nos sentamos en una de las mesas que ofrecía el lugar. Ambos teníamos la vista al mar.
━Creo que ahora es mi turno. ━Hablo y me recargo más en la silla.
━¿Turno de qué? ━Pregunta.
━Te haré todo tipo de preguntas y tienes que responder, no te puedes negar. ━Hice un gesto de arma con mis dedos disparando.
━¿Qué? ¿Quieres saber sobre mí? ━Pregunta con ceño fruncido.
━Tengo que conocer todo sobre la molestia que invade mi florería todos los días. ━Levanto mis hombros sin interés. Ella ríe.
━Adelante, pregunta lo que quieras.
━¿Por qué te mudaste aquí?
━Vine de vacaciones, y como está cerca de la ciudad pensé “¿por qué no?” ━Ríe levemente. ━Igual sólo me quedaré hasta que termine las vacaciones de verano, así que descuida no me tendrás molestándote para siempre.
━Oh, gracias a dios. ━Junto mis manos en forma de agradecimiento. Ambos reímos. ━Eres de Corea del Sur, ¿no? ━Hana se sobresalta ━Lo sé porque te escuché hablando coreano una vez.
━Si, nací y crecí en Busan. Luego vine a Toronto a estudiar.
━¿Por qué? Hasta donde sé hay buenas universidades en Seúl.
━Quería salir del país y por suerte di con un programa donde te dejan estudiar y te ofrecen un hogar con muchos estudiantes extranjeros. Viví ahí hasta hace un mes que llegué a Galena Town. ━Sonríe al finalizar.
━Eso es tener suerte. Salir de tu país natal e independizarte, pero ¿no extrañas a tu familia?
La sonrisa típica de Hana se fue apagando y su mirada se volvió triste. No debí preguntar eso, por supuesto que extraña a su familia. Soy un insensible. Abro la boca para cambiar mi pregunta pero ella ya está hablando.
━Te mentiría si te dijera que no. ━Se acomoda el pelo y toma aire, su mirada deambula desde la mesa hacia el mar. ━Hay días en los que pienso si he tomado una buena decisión. Irme de casa, dejarlos solos. ━Hace una pausa ━Hablo seguido con mis padres y aunque sonreímos, nos contamos como fue el día, decimos que nos extrañamos, sé muy bien que les duele cuando tengo que decir adiós.
━Seguro debió ser difícil. Adaptarse a un nuevo continente con horarios y costumbres diferentes.
━Lo fue, el primer año, apenas manejaba el idioma y era callada. Sentía mucho la falta de mi familia. Ni hablar de las clases ━Suelta un intento de risa pero falla, y sus ojos se cristalizan.
En el momento, sin pensarlo mi mano estaba camino hacia la de ella pero detuve mi acción. Sólo me quedo mirando, esperando a que continúe.
━Ya estoy en mi último año, solo me queda aprobar este trabajo final y podré graduarme.
━¿Eso te mantuvo ocupada esto días?
━Sí, créeme que es más difícil de lo que crees.
━¿Sobre qué es?
Se toma unos segundo en responder. ━Estoy escribiendo sobre humanidades, la cultura actual, esas cosas.
━¿Eso te mantiene en el estado deplorable de esta mañana?
━No me veía tan mal. ━Hace un puchero.
━Estabas lista para ser un extra zombie en The Walking Dead ━Bromeo. Ella abre la boca indignada, pero se transforma en una risa.
━Eres malo.
La charla finaliza cuando recibo un mensaje de Selene, exigiendo mi presencia en la florería porque tiene cita con su novio y debe estar lista. Tengo una buena hermana que me cubre, dicho esto con puro sarcasmo. Aunque, sí lo admito, se supone que era un ir, saludar y volver.
Decido robar unos 10 minutos y la acompaño hasta la residencia.
━Gracias por lo de hoy. Parece que nunca dejo de ser una molestia para ti Luciel ━Sonríe apenada. Sus palabras me toman desprevenido.
━No te preocupes, la pasé bien. ━Toco su hombro con el fin de tranquilizarla. ━Además, al fin veo cómo eres Hana Lee. Siempre te la pasas sonriendo y hoy pude ver otras facetas tuyas, como frustración y ese ceño fruncido de una niña de 5 años a la que no le compraron su dulce favorito. ━Ella me golpea levemente el brazo que no logra ni pasar la camisa. ━Hasta tus golpes son de infante.
━Deja de molestarme. ━Chilla.
━Ya, está bien. nos vemos ━Me doy la vuelta y me despido con la mano. ━En la florería, espero.
━No dudes de ello, nos vemos Luciel.
Empiezo a correr una vez escucho que la puerta se cierra. Mi hermana me matara pero valió la pena conocer a la verdadera Hana. Creo que ya no es una molestia.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
No puedo creer lo que acaba de pasar. Juro que jamás he pasado un momento así.
━Qué extraño sujeto, ¿para quienes serán las peonías y violetas? ━Observa la puerta por donde el último cliente salió.
La invasora cumplió su promesa de ayer y hoy está aquí en la florería para “ayudarme” a cambio de, y cito “pasar tiempo conmigo para conocerme mejor”. Lo bueno es que se ve mejor, está más relajada aunque sigue siendo torpe y entrometida.
━No les des tantas vueltas, es un cliente más, no nos importa su vida personal. ━Hablé sin mirarla concentrado en guardar los envoltorios.
━El hombre se veía bastante arrepentido por algo. ━La observo apoyar los codos en el mostrador con expresión pensativa.
Aproveche la cercanía y le golpee la frente con el dedo. ━Déjalo ir.
━¡Auch! Así no se trata a tu ayudante y menos a una mujer ━Se soba la frente, la cual se ve enrojecida.
━No eres mi ayudante ━Extendí mi mano para darle otro más pero ella fue más rápida y sujeta mi muñeca. Su mirada es desafiante. ━Wow. Aprendes rápido, pequeña saltamontes, digo abeja. ━Ella refunfuña y me rio.
La puerta se abre y levanto la cabeza para ver quién es. Si es otro cliente pidiendo flores con algún significado, tendré que ponerle cinta a la boca de la entrometida. Para la suerte de la susodicha, es Selene.
━Hana, ¡volviste! ━Mi hermana deja sus bolsas en el suelo y corre a abrazarla. ━Se te extraño aquí ━Se separan aunque no le suelta los brazos ━En especial mi hermano. Tenías que verlo, se la pasaba mirando como desesperado la puerta esperando que fueras… ━Carraspeo para interrumpir su palabrerío.
━Hola Selene, que gusto verte, querida hermanita. ━Sonrío aunque no intento transmitir felicidad.
━Bien, bien, me callaré. ━Camina en mi dirección y sobre el mostrador deja un sobre. Antes de que pregunte se adelanta. ━Es por la cena de cumpleaños de la abuela Nara. ━Abro los ojos aturdido ━¿Lo olvidaste? ━Carcajea suavemente. ━Cumple 80 años y espero que recuerdas la promesa que le hicimos de niños.
━No puede ser ━Llevo las manos a mi cara. Las bajo para ver a Selene con desesperación en busca de ayuda.
━Ni se te ocurra. Esta vez yo tengo a alguien. ━Guiña el ojo y se adentra a la habitación de atrás con una risa casi maléfica.
Evito cruzar miradas con Hana, quien como espectadora, se mantiene callada. Estoy jodido.
14th moon
Re: Our twenties
CAPÍTULO 24.2
14th moon • Luciel Kang & Hana Lee
- cloudy days:
- Meterme en problemas no es algo común en mí. Si me encuentro en uno, puedo solucionar todo yo solo. Pero un hombre debe admitir cuando es derrotado. Como en esos momentos donde de niño lloraba porque no quería levantarme temprano para ir a la escuela o los domingos a la iglesia. O cuando me enojé bastante que rompí el florero favorito de mamá porque la disputa sobre el control remoto la había ganado Selene.
Bueno eso último fue venganza por capricho. Pero fui yo quien decidió dejar de pelear pese a que Selene era quien había manipulado todo a su favor.
Ese día lo recuerdo porque la abuela Nara vino a visitarnos desde Galena Town a Toronto. Ella y el abuelo, vieron que estaba triste y me llevaron a tomar helado, dejando a mi hermana de lado porque “ella quería ver la televisión”.
El apoyo por parte de los padres de mi mamá fue aumentando, tanto que en mis días de rebelde vine a vivir con ellos a este pueblo y pensaba alejarme de mi verdadera casa. Aunque ese apoyo me defendió de la ira de mi padre, la decepción de mi madre y la indiferencia de Selene, sabía que ellos con su palabras harían que volviera a casa.
━Tal vez no sea hoy, pero mañana sí. ━Repetí lo que dijo mi abuelo mientras me rodeaba con el brazo por los hombros.
Por esa razón no puedo negarme a una petición de ellos. Más cuando confiaron en mí para hacerme cargo de la florería algunos días hasta que se volvió regular de cada verano.
Vuelvo la vista de nuevo a la invitación con algunas manchas rosas como si se tratase de mármol, que con letras doradas en cursiva invitaba cordialmente a su familiares a su reunión privada familiar. ¿Hace cuanto estoy observando el papel?
━Mira cuanto quieras la invitación. Eso no hará que aparezca una acompañante para ti. ━Se burla con una risita.
━Cállate.
━Admítelo Luciel, no tienes a nadie que conozcas que te pueda hacer el favor. Ese es el problema, quien te conoce no soportaría estar a lado tuyo todo un día. ━Continúa con su monólogo de burlarse de mí, eso puedo soportarlo bien pero admito que eso dolió un poco.
━¿Y tú? ¿Quién es el infeliz sin ganas de vivir que decidió salir contigo? ━Respondo y la miro fijamente. Selene enmarca una ceja y entrecierra los ojos. ━¿Te has visto en el espejo? los hombres huyen de tí porque tienen miedo de que los asesines. ━Sonrío con satisfacción. Ella devuelve la misma sonrisa.
━No faltes el domingo. ━Se levanta y se va hacia las escaleras.
No sé si me tomo por tonto de nuevo porque la fiesta se hará aqui en nuestra casa. Volteo hacia la pared de vidrio que nos permite ver el gran jardín con algunas decoraciones.
El acontecimiento del domingo era de lo único que hablaba mi familia últimamente. La fiesta de la abuela Nara, esto y lo otro. Que los tíos de Montreal iban a llegar y hasta algunos familiares de Vancouver, Quebec y Ottawa también vendrían a visitarnos. Los Kang invadieron todo Canadá.
Igual no me quejo de que la familia se junte. Sólo lo hacemos por los cumpleaños de los abuelos y si se da con la organización, en las fiestas de fin de año. Lo que sí es exhausto es tener que socializar con alguien al cual no ves por muchos meses. Hasta tienen el tupe de enojarse si no recuerdas su nombre.
Volviendo a mi problema principal: la falta de acompañante. Todo es a raíz de la ridícula promesa que le hicimos Selene y yo de niños a la abuela. Empezó siendo una broma que luego pasó a dejar de serlo y provocarme estrés por no poder cumplirla.
“Sí abuela, cuando cumplas 80 prometemos tener pareja”
━¡Aahh! ━Exclamó por el recuerdo de mi yo de 8 años.
━Luciel, ¡silencio! ━Escucho la voz de mi madre desde el segundo piso.
Digo un par de groserías en voz baja y decido ir a descansar. Si sigo recordando el pasado me dará más dolor de cabeza. Mientras voy subiendo las escaleras me distraigo viendo las fotos en la pared. Me detengo en una en la que estoy sonriendo mientras sostengo un avión de madera.
━Niño sinvergüenza, ¿te crees muy sonriente, verdad? ahora vas a ver en el futuro ━ Amenazo con el dedo índice apuntando hacia el cuadro.
Abro los ojos de repente y reparo en lo que acabo de hacer. Oficialmente, he perdido la cabeza. Tengo que buscar una solución pronto.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
━Llegas tarde, chica abeja.
━Buenos días para ti también, Luciel ━Hace una expresión de sorpresa ━Tengo un deja vu.
━¿De que siempre llegas tarde? Sí seguro. ━Se cruza de brazos y me fulmina con la mirada.
━Bien, ¿por qué me llamaste para venir hoy a la florería? ¿Qué no cierran los domingos? ¿a dónde vamos? ¿Por qué me dijiste que me vistiera “semi-formal”? ━Cuestiona.
━Vamos a ir a un lugar. Deje mi auto a una cuadra, camina. ━Ordeno y empiezo a caminar.
━Ahora que te veo mejor, también estás bien vestido. ¿A dónde vamos Luciel? ━Vuelve a preguntar. Jadea en sorpresa y por un momento sentí pánico ━¿Acaso me llevas a una cita? ━Parpadea seguidamente.
Decido evadir las preguntas y continuar el paso. Al cabo de 5 minutos ya estamos frente a mi auto. Pretendo no escuchar los comentarios e interrogatorios sobre este. Desactivo la alarma y abro las puertas para que entremos. Nos sentamos y enciendo el auto.
Agradezco mentalmente que Hana no está bombardeando con preguntas o intentos de hacer charla conmigo. Es más, se encuentra callada. Giro levemente para verla y está mirando el camino ignorando mi presencia. Aunque sus manos están jugando con la punta de su vestido verde de cuadros.
━Por si te lo preguntas, estamos yendo hacia el norte del pueblo. ━Hago una pausa para tomar aire ━Mi casa.
━Luciel estas...
━Espera, déjame explicarte mejor. Es el cumpleaños de mi abuela y antes de que me preguntes que tienes que ver con eso, solo quise llevarte como mi acompañante. ━Lo último la deja con la boca semiabierta y su mirada baja a su manos, las cuales siguen jugando con su vestido. ━Oye, el sol está fuerte ¿no? tienes algo roja la cara.
━Si, debí traer un sombrero. ━Trastabilla al hablar y ríe. Tiene una sonrisa contagiosa.
Antes de que me de cuenta, la entrada a la zona de mansiones se alza ante nosotros. Pasamos unas casas antes de llegar a la mía, que es más que obvio la única con muchos autos en su entrada. Ante la dificultad para encontrar lugar, dejo el auto frente a la casa del vecino.
Ambos salimos del vehículo. Hana me observa mientras saco del maletero el regalo para mi abuela. Le hago una señal para avanzar. No doy dos pasos y siento las mano de Hana sobre mi brazo.
━Umh Luciel, ¿hay algo que deba tener en cuenta? O sea es mi primera vez en este tipo de eventos en este tipo de casas, Bueno no lo es, si cuenta el trabajo de camarera que hice de favor con Isabella. Era una casa como esta, ¡ah no! Esta es mucho más grande, te apuesto que es así. ━Empieza a divagar, un hábito raro pero frecuente al parecer. Frunzo el ceño para procesar toda la información que estoy recibiendo. ━Ese día hizo mucho calor como hoy y terminé con la nariz sangrante por estar bajo el sol todo el día. Igual no te preocupes, no me sangrará hoy ━Ríe nerviosa. ━Que horrible sería que empiece a sangrar ¿no crees? Para eso me quedaré en la sombra. Me portaré bien aunque no sé qué tanto es el grado de etiqueta. ¿Mi atuendo está bien? Estoy lejos de casa para cambiarme y...
━Hana ━La detengo. ━Tranquila, solo no te alejes de mí ¿si? ━Ella asiente en silencio.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Si me dijeran que pasaría toda una tarde en una casa lujosa en vez de sentada pegada al escritorio, no me lo creería. Me siento la protagonista de un drama de televisión, la cual es anfitriona de una fiesta por algún hecho importante, sonríe a sus invitados y bebe champaña. Luce un espectacular vestido claro y deja su cabello suelto y el maquillaje lo más natural posible para presumir que es joven, bella y próspera.
No obstante, todo es color dorado hasta que ocurre una tragedia. Siempre te suben a lo más alto para que la bajada sea la más horrible. La trama se vuelve triste que te hace empatizar con la protagonista y decir “Mira lo que le hicieron, pobrecita”. Pero eso es la ficción, en la vida real, el contexto es que soy una invitada más, lo único emocionante que puede suceder es ser la espectadora si desata una pelea aquí.
Luciel me trajo, con una mentira, hasta su casa para que “sea su acompañante” en el cumpleaños de su abuela. A mi parecer, no era necesario ocultarlo, no me hubiese negado ante la idea. Somos amigos, los favores son comunes. Aunque admito que en el fondo esperaba que fuera una salida entre los dos, solos.
El evento estaba yendo bien, todos los invitados que supongo son familiares de Luciel, estaban conversando o jugando, como los niños en el jardín. La cumpleañera del día estaba rodeada de sus seres queridos. Así que esto es una familia grande, se debe sentir menos solitario saber que tienes personas con quien contar. ¡Despierta Hana! Tú solo viniste a cumplir con la misión de ser la acompañante, eso no significa que esto es una presentación de parejas para que en el futuro esta sea mi familia. No, eso solo le pasa a la protagonista de la novela, no a la invitada y menos a la espectadora.
Como mi acompañante se fue a quien sabe donde, me tomo la libertad de ir a donde quiera. La mesa dulce. Está llena de bocaditos dulces y agridulces, desde pastelería fina a lo más clásico. De una bandeja, agarro un pequeño bombón bañado en chocolate. Dejo que el sabor crujiente y dulce llegue hasta mis adentros. Esto es más o menos como estar drogada.
━Hana, aquí estás. ━Escucho la voz de Luciel, quien está parado a mi lado.
━Solo vine por un dulce ━Apunto con la cabeza la bandeja de bombones. ━Por cierto, no he visto a nadie comer de aquí o más bien comer. Es una fiesta. Sólo beben y conversan ¿así son los cumpleaños en tu familia?
━Sí, más o menos. ━Se une a mi y come uno de los bombones.
━Otra cosa, me dijiste que tu familia, incluyéndote, viven en Toronto ━Él asiente en silencio ━Entonces ¿de quién es esta casa? ¿de tus abuelos?
━Es de mis padres, la compraron para poder pasar los veranos aquí o por si queremos quedarnos unos días. ━Explica, su mirada recorre toda la casa.
━Mmh ━Me quedo mirando otra vez embelesada con la sala.
━Oh mira, ahí está Selene. ━Indica a una dirección opuesta a donde estamos, fijo la mirada y me encuentro con el ángel. La hermana de Luciel está hablando con una mujer mayor, quien está sentada en una silla que la hace ver como la reina absoluta. ━Hana, ven te presentaré a mi abuela ━Sin dejarme tiempo a procesarlo, toma mi mano para avanzar.
━Espera un segundo. ━Con mi otra mano lo detengo. ━Es algo vergonzoso pero, ¿me veo bien? ━Lo miro con una sensación cálida en mi y su rostro solo se muestra perplejo ante mi pregunta.
━Si te ves linda - hace una sonrisa de costado, confío en que dice la verdad.━ Vamos. ━Esta vez no toma mi mano, agarra mi cintura y me guía.
Cada vez más cerca, me percato de la presencia de un hombre a lado de Selene. Está vestido formal con una camisa semi abierta. Ni hablar del ángel quien se ve despampanante como siempre.
Luciel - la mujer mayor sonríe de felicidad y se levanta para abrazar a su nieto.
━Abuela Nara, feliz cumpleaños.
━Mi adorable nieto, está tan grande. ━Estira su mano hacia su rostro pero como es bajita, él se agacha hasta su mano. Le da una caricia en la mejilla, tan típico de abuelas. ━Oh, trajiste a una jovencita. ━Sus ojos ahora están en mi y no puedo evitar sonrojarme.
━Ella es Hana Lee.
━Hola, mucho gusto en conocerla. ━Levanto mi mano para que la estreche. ━Feliz cumpleaños y espero que lo esté pasando bien. ━Ella toma mi mano y le da un ligero apretón.
━Oh, eres muy adorable y educada. ━Me sonríe enternecida.
Pasadas las presentaciones, los nietos y su abuela estaban conversando sobre cómo les estaba yendo en los estudios y trabajos. Hablaron de la florería y el pequeño negocio que está iniciando Selene. Conocimos a su pareja, YuHan, quien nos contó que trabaja en una empresa como gerente. El hombre parecía agradable e increíblemente apuesto, pero en mi opinión nadie es digno de estar a lado de Selene.
Luego de unos minutos la pareja se excuso para ir a otro lado, y nos quedamos Luciel, su abuela y yo.
━¿Luciel, le traes a tu abuela una limonada? Que sea suave por favor.
━ Sí, cómo no. ━Gira a verme ━Ahora vuelvo, te quedarás con ella ¿si? ━Asiento y lo veo irse hacia un pasillo.
Estamos en un cómodo silencio observando a los demás invitados.
━Ahora que mi nieto no está, ¿te puedo hacer una pregunta? ━Habla la anciana con su atención ahora en mi.
━Claro, lo que quiera pregunte.
━¿Desde cuándo mi nieto y tú se conocen? ━Pregunta.
━Unas tres semanas, creo. ━Respondo algo extrañada.
━¿Están saliendo o ya son novios?
¿Qué? ¿Acaso dijo lo que creo que dijo? Abro los ojos sorprendida. Las palabras se quedan atoradas en mi boca. No se que responder.
━Discúlpeme pero su nieto y yo no...
━No es necesario que te excuses, entiendo perfectamente ━Sonríe y me guiña como si fuéramos cómplices de un secreto. ━Sólo espero que te trate bien.
Asentí no del todo convencida, pero si eso cierra la conversación, acepto.
━¿Por qué será que se está tardando Luciel?
━Si quiere, puedo ir a buscarlo. Tal vez tiene problemas.
━De acuerdo, ve. La cocina está por ese pasillo a la vuelta.
En el camino voy pensando por qué la abuela Nara me preguntó eso. ¿Acaso Luciel le dijo algo? Quiero creer que no, porque sólo somos amigos. Exactamente, eso. Aunque se estuvo portando muy bien conmigo. Parece estar más atento conmigo, sin mencionar la salida a la playa de la semana pasada. Hoy me trajo aquí, de sorpresa, donde está toda su familia...
¿Será que le gusto a Luciel? Eso no puede ser, se arruinaría toda mi investigación. Se supone que no deberíamos estar juntos, hago un trabajo sobre los chicos como él que solo les importa ellos mismos y nadie más… Ese no es Luciel. El chico de la florería quien por casualidad nos conocimos por el accidente de la abeja, el cual me trajo un apodo divertido “chica abeja”. Río para mi adentros, es un buen chico. Creo que debería cambiar el tema de mi escrito o buscar a otra persona.
Oh, la cocina ¿donde era? Miro a mi alrededor y no sé dónde estoy. Esto me pasa por distraída. No perdamos la calma Hana, la abuela dijo el primer pasillo la segunda puerta, pero veo muchas puertas y una bifurcación de pasillos a mi delante.
Pienso dar la vuelta para al menos volver a donde conozco y decir que me perdí. Oh Hana Lee, eres la mejor en dar primeras impresiones. Giro pero antes de hacerlo escucho murmuraciones que se hacen más altas. Conversación privada, debería irme.
━...Y no puedo creer que trajeras a Hana al cumpleaños de la abuela ━Escucho mi nombre y me quedo quieta. ¿Esa es la voz de Selene? Las voces se escuchan más de cerca y busco donde esconderme. Por suerte una de las puerta se encuentra semi abierta, sin pensarlo dos veces entro y me escondo ahí. Sé que es malo espiar pero es mi curiosidad quién manda ahora.
━Sí, no le veo problema alguno, es simpática y a la abuela le cayó bien. ━La otra voz es de Luciel.
━Sí claro lo que digas, pero la trajiste a la reunión familiar, que justo es el día cuando "tenemos que presentarle a alguien a Nara ¿no te das cuenta que la abuela seguro piensa que Hana y tu son pareja?
━No, no lo creo
━¿Ah no? A mis ojos se ven como una pareja, es más los vi comer bombones y sonreír. Hasta YuHan pensó igual.
━No me importa lo que piensen. No es cierto. ━El tono de voz de Luciel se volvió serio. Esto no me gusta nada.
━Tranquilo. No es malo que te guste alguien. ━En mi campo de visión veo como Selene apoya su mano en el brazo de su hermano. Por el contrario a la reacción que esperaba, él solo hace un sonido de fastidio y quita la mano de su hermana.
━No te hagas ideas tontas. Eso nunca podría pasar. ¿Enserio crees que me gustaría alguien como Hana? La viste como es ━Hace una pausa ━Es torpe y algo inmadura, y sonríe demasiado que es muy desesperante.
La vista se me nubla. Siento que me falta el aire. Me dejo caer al suelo quedando en cuclillas. Sin darme cuenta, una gota cae en mis rodillas. Estoy llorando.
━ Luciel Kang, eso fue horrible. Se ve que aun sigues siendo igual de antipático y seco de siempre.
La conversación se detiene y por un momento pienso que se dieron cuenta de que estoy aquí. Tapo mi boca para evitar que se oiga mi respiración. Pasos se alejan y asumo que se fueron.
¿Este es el momento dramático donde la protagonista es despojada de su pequeño momento de felicidad? Se supone que no debía ser la protagonista, soy el personaje secundario recurrente el cual eliminan en dos capítulos. Quiero irme de aquí. Odio todo esto.
14th moon
Re: Our twenties
Annie tropical de la vida [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] me divertí mucho con tu comentario, perdón por no haberlo visto antes, me alegra que te haya gustado. Nos leemos prontix! [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
- pa mi CHAAAAAAAAAAAN:
- Holi [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] -chan, que me paso a leerme el contexto de ese gif de Luciel que me dejó babeando, óseaaaa si ubicas que tengo una debilidad por los hombres? [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Además, este usuario ama a Hana y siente feito porque presiente que está a punto de darse en su madre.
Ahora, me gustó mucho la intro. No sé, si ubicas cuando disque Zayn dejó 1D (digo disque porque sólo él sabe que pei) porque quería ser un chico normal de veintitantos, bueno así me imagine a Hana con dedo insensible muriéndose de calor mientras teclea todo un testamento que btw chef's kissmi chan escribió:La arrogancia y vanidad de este tipo de personas domina sobre su ser, convirtiéndolo en uno frívolo y peligroso ante cualquiera que se interponga en su camino.mi chan escribió:El “humillado” con la cabeza gacha solo debe aguantar los maltratos y tranquilizarse con un “todo estará bien”, frase que se repite tanto que llega al punto de que esas tres palabras no tienen sentido.
Yo necesito la continuación de esta parte. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]¿Cuándo se deja de ser superficial? La persona superficial deja de serlo cuando aprende a ponerse en lugar del otro y entiende la diferencia de la palabra necesidad y querer. Deja en el pasado sus actitudes desagradables y empieza mirar con el corazón.
JAJAJAJAJJAJAJ LA AMO, me la imagina quitándose el polvo de los hombros como toda una REINAmi chan escribió:━¡Vaya! ━Bostezo. ━No voy tan mal como esperaba. ━Estiro los brazos con pereza.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] JUSTO COMO ME GUSTAN, es imposible que no me muera por él. aunque en el fondo ya sabemos que está como de: más vale que vuelvas, besos en el yoyopo.mi chan escribió:Hace unos días le dejé un mensaje a Luciel expresándole lo apenada que estaba por no ir a la florería y su respuesta fue un emoji de celebración junto con un “espero no volver a verte chica abeja”.
I told u b4 JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJ chale este morro. se le quiere, se le quiere.¡Tengo pruebas! Ayer recibí un mensaje de él preguntando si estaba bien y cuestionando mi falta de mensajes diarios. Mi respuesta se envió tarde porque… no tengo una razón, solo me olvidé.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH, AGUAAAAAAAAAANTA! Cómo que está en la residenciaaaa?
Me per? JAJAJAJAAJJAJAJA ay. sólo eso. ay.━“Chica abeja, ¿estás en tu casa? Podrías bajar, necesito” No, no, no. ━Borro lo que estoy escribiendo. ━Me lleva, ¿qué estoy escribiendo? y en primer lugar, ¿qué hago aquí? ━Observo la gran mansión blanca sintiendo el arrepentimiento apoderarse de mí.
Maldición.
mientras tanto los moods de Hanami chan escribió:━ S-sí, todo perfecto. Ehm ¿dijiste que estás abajo? ━Su voz suena algo temblorosa. ━¿Es necesario o sea que me veas? Porque no estoy tan…━Sólo baja y ya.━Okey, dame un rato y bajo. ━Cuelga. Guardo el aparato en mi bolsillo trasero de mi pantalón.
JAJAJAJAJJAJJAJAJAJAJAJAJAJA tiene contactos en Luciel me parece adorable lo preocupado que estaba por Hana y aunque diga que fue por Selene la verdad es que nadie lo obligo. pero dejemosle creer que tiene la razón.Ahora estoy tenso. Libero sus brazos y llevo mi mano a mi barbilla. ¿Cómo le explico que un sujeto anónimo me lo dijo? En efecto, el informante anónimo del que rumorean en la universidad es real, y sabe todo, hasta la fecha de cumpleaños de tu mascota, ¿qué clase de personas admiten en la universidad?
<-------------- así vive Hana en mi mente [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] pobrecita bebé, me mucha ternura su torpeza.Dentro del enigma que es Hana Lee, no entiendo la razón de sus acciones. Por más que trato de descifrar el tipo de persona que es, cambia totalmente en un parpadeo. Sí ayer amaba el color rojo, hoy le jura lealtad al amarillo. Se equivoca bastante y es muy torpe pero aun así sigue intentándolo. Un día ella se olvidó de ponerse los guantes para manipular las rosas y se clavó algunas espinas, y a pesar de mis regaños de que no debería tocarlas más, entregó un ramo de rosas con sus manos llenas de banditas elásticas a una cliente.
Weeeeey [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] me recordó cuando jugamos lo de las 2X preguntas AJJAJAJAJJAJ y salimos traumadas, aguas con tus preguntas Luciel.━Te haré todo tipo de preguntas y tienes que responder, no te puedes negar. ━Hice un gesto de arma con mis dedos disparando.
━¿Qué? ¿Quieres saber sobre mí? ━Pregunta con ceño fruncido.
Oh, no. Ve por la chica abeja [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] no quiero que esto sea sólo algo como un Summer love.━Oh, gracias a dios. ━Junto mis manos en forma de agradecimiento. Ambos reímos.
JAJAJAJJAJAJAJA y se suponía que el traumado era Mason.JAJAJAJAJAJAJJAJA amé esta parte.La puerta se abre y levanto la cabeza para ver quién es. Si es otro cliente pidiendo flores con algún significado, tendré que ponerle cinta a la boca de la entrometida. Para la suerte de la susodicha, es Selene.
Luciel estaba en flow pero el trucuqui sólo funciona una vez. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Es algo tranqui. JAJAAJJAJAJAJJAEvito cruzar miradas con Hana, quien como espectadora, se mantiene callada. Estoy jodido.
se lleva pero no se aguanta, a veaaaaaaaaa.━Admítelo Luciel, no tienes a nadie que conozcas que te pueda hacer el favor. Ese es el problema, quien te conoce no soportaría estar a lado tuyo todo un día. ━Continúa con su monólogo de burlarse de mí, eso puedo soportarlo bien pero admito que eso dolió un poco.
alguien está disfrutando el momento.━Vamos a ir a un lugar. Deje mi auto a una cuadra, camina. ━Ordeno y empiezo a caminar.
━Ahora que te veo mejor, también estás bien vestido. ¿A dónde vamos Luciel? ━Vuelve a preguntar. Jadea en sorpresa y por un momento sentí pánico ━¿Acaso me llevas a una cita? ━Parpadea seguidamente.
FUCK YES!!!!!!!! [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] LUCIELXHANA yo sólo vivo por estos momentos. Casi se me va el aire de la emoción.━Ese día hizo mucho calor como hoy y terminé con la nariz sangrante por estar bajo el sol todo el día. Igual no te preocupes, no me sangrará hoy ━Ríe nerviosa. ━Que horrible sería que empiece a sangrar ¿no crees? Para eso me quedaré en la sombra. Me portaré bien aunque no sé qué tanto es el grado de etiqueta. ¿Mi atuendo está bien? Estoy lejos de casa para cambiarme y...
━Hana ━La detengo. ━Tranquila, solo no te alejes de mí ¿si? ━Ella asiente en silencio.
por un segundo creí que ya le había pasado algo malo, pero Hana está como yo en las bodas, deseando que llegué alguien y diga: YO ME OPONGO JAJJAJAJAJAJAJAJ veamos si tenemos suerte, bee.No obstante, todo es color dorado hasta que ocurre una tragedia. Siempre te suben a lo más alto para que la bajada sea la más horrible. La trama se vuelve triste que te hace empatizar con la protagonista y decir “Mira lo que le hicieron, pobrecita”. Pero eso es la ficción, en la vida real, el contexto es que soy una invitada más, lo único emocionante que puede suceder es ser la espectadora si desata una pelea aquí.
*cof cof* :homer:dices.¡Despierta Hana! Tú solo viniste a cumplir con la misión de ser la acompañante, eso no significa que esto es una presentación de parejas para que en el futuro esta sea mi familia. No, eso solo le pasa a la protagonista de la novela, no a la invitada y menos a la espectadora.
Ya estamos progresando. "El confiancitas" le dicen a Luciel.━Si te ves linda - hace una sonrisa de costado, confío en que dice la verdad.━ Vamos. ━Esta vez no toma mi mano, agarra mi cintura y me guía.
NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO Agarrenme porque me le voy a Luciel! NO PUEDO CREERLO estoy impaktadiziissisisiismaaaa (así como cuando se usaba metroflog) ósea al principio estaba como de valió━No me importa lo que piensen. No es cierto. ━El tono de voz de Luciel se volvió serio. Esto no me gusta nada.
━Tranquilo. No es malo que te guste alguien. ━En mi campo de visión veo como Selene apoya su mano en el brazo de su hermano. Por el contrario a la reacción que esperaba, él solo hace un sonido de fastidio y quita la mano de su hermana.
━No te hagas ideas tontas. Eso nunca podría pasar. ¿Enserio crees que me gustaría alguien como Hana? La viste como es ━Hace una pausa ━Es torpe y algo inmadura, y sonríe demasiado que es muy desesperante.
La vista se me nubla. Siento que me falta el aire. Me dejo caer al suelo quedando en cuclillas. Sin darme cuenta, una gota cae en mis rodillas. Estoy llorando.
━ Luciel Kang, eso fue horrible. Se ve que aun sigues siendo igual de antipático y seco de siempre.verguchisi el morro se enamora de ella porque sentía que Hana no lo tenía muy claro pero al parecer sí y la cosa fue al revés.
sólo voy a decir que golpe avisa [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] para el siguiente cap. 5COMENTARIOS, OK.
Nos leemos prontix, chan!
Tu cap rifa [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
lovesick
Re: Our twenties
- Flor :
- Flooooor [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] cariño aquí donde me lees camino con paso finito, el estar a tiempo con los comentarios me llena de felicidad Aún más felicidad ver como se desarrolla todo con Hana y Luciel, me encanta que no me perdí con los cambios de narrador, los dos son tan diferentes que es muy llevadero saber quien esta narrando Empiezo diciendo que cada día amo más la personalidad de Hana, es toda una protagonista, ósea literal tiene protagonista por toda la frente, incluso las ganas de ser personaje secundario Por otro lado Luciel es super bello y esta cayendo en el poso del amor, no le creo ni por un segundo el que no le gusta Hana, más claro no lo puedo tener luego de leer sus pensamientos Floor, si me haces sufrir con que todo era una tetra de Luciel llorare mares . Bueno en fin, seguidamente algunas partes que me gustaron :
El calor es tan sofocante Últimamente siento que me derrito de tanto que hace, así que comprendo completamente el querer un ventilador portátil 24/7.Las altas temperaturas aún hacen sufrir a este hermoso pueblo, que no me sorprendería si una mariposa se quemase viva en mis vistas. Si no fuera por el pequeño ventilador de mano que compré de una tienda de variedades, no viviría.
Lo que no comprendo es : como no encuentra un momentico para ducharse con el calor que hace ?sin bañarse por cuatro días porque en mi cabeza la ducha tomaría mucho tiempo.
Me fascino todo este escrito, ósea es algo que no debería influenciar a las personas, pero aún así es un gran factor para absolutamente todo; incluso cuando algunas personas se jactan de "nunca le hago caso a lo que piensen o digan los demás", una total mentira, es falso que alguien nunca le ponga atención a eso ¡es inevitable!La apariencia física no es importante pero ¿por qué cobra importancia cuando se trata de vender un producto de belleza que te hace lucir más joven, con piel más brillante o sin imperfecciones?
Aja cariño, lo que te haga dormir en las noches¡Tranquilo Luciel! Viniste aquí porque Selene te obligo.
Obviamente me imagine que Luciel le iba a decir a Hana que lo acompañara, pero nada serio ; naturalmente no espere que la engañara de tal manera y no le explicara toda la situación━Llegas tarde, chica abeja.
Aunque el quiera negarlo con todo lo que tiene cariño. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]¿Será que le gusto a Luciel?
Esto es lo que más me molesta de los engaños, que luego lastiman a las personas, ¿Por qué no son capaces de ser claros desde el principio? Y ya que estamos, otra cosa que también me molesta es que la indecisión de algunas personas y que no tengan claros los sentimientos por las otras, terminan lastimando a hermosas personas con excelentes personalidades, que la mayoría de las veces son sensibles━No te hagas ideas tontas. Eso nunca podría pasar. ¿Enserio crees que me gustaría alguien como Hana? La viste como es ━Hace una pausa ━Es torpe y algo inmadura, y sonríe demasiado que es muy desesperante.
Flor, déjame decirte que Luciel y Hana son preciosos y me encanta leer de ellos, porque me refrescan el día, pero con este capítulo tuve un amor/odio por Luciel Quiero acabarlo a golpes para que entre en razón. Hana como siempre siendo totalmente bella, que nunca cambie . Esperare la próxima ronda con muchas ansias para saber más de ellos.
pera
Re: Our twenties
buenas buenas, como andan chicas??
siento la demora y ya que ando con un poco de tiempo vengo a dejar comentarios,, aqui seguimos las reglas okey?? jhsjashajs
siento la demora y ya que ando con un poco de tiempo vengo a dejar comentarios,, aqui seguimos las reglas okey?? jhsjashajs
- andrea:
- muy buenas tardes, primero que nada una disculpa por la inmensa demora y la salteada ah es que no me contuve a leer el siguiente cap y colgue con el tuyo, pero bueno lo dije, reglas son reglas. Así que aqui tu comentario:
nada que ver pero NO PUEDE SER QUE LA MINA USE EL MISMO PERFUME DESDE SIEMPRE??? osea yo termino uno y el siguiente que uso es de diferente olor. Encima se ve que fueron novios con Logan hacen bastante tipo años atrás y la tipa aun usa el mismo perfume? eso es de psicópatas ahSigo corriendo sin frenar mis pasos, pero Fiorella se atraviesa en el camino y me detengo para no chocar con ella. El olor de su perfume llega a mi nariz, es el mismo que usaba cuando la conocí; antes amaba ese aroma, ahora lo odio.—Eres mi prometida —dice con un tono arrogante levantando el mentón—. Deberías haberme dicho que vendrías a este lugar —sonríe arrogante—. Un pajarillo llamado Fiorella me dijo que estabas en este diminuto pueblo.
NOO la traición, pero que podíamos esperara de la rata de su hermanastra
EWWW QUE DICE que horror no la toques bicho horrible. Alto red flag, amigo esos deseos de dominación no son sanos—Fiorella no me interesa, la que me interesa eres tú —intenta tocar mi cabello, pero me alejo antes de que lo haga.
—¿Por qué te intereso? —pregunto fastidiada y confundida—. No me conoces, nunca te he visto en alguna de las cenas de negocios de Gaspare —con mi dedo índice golpeo su pecho—. ¡No entiendo por qué te intereso!
—Me interesas porque eres sexy e inteligente —susurra de manera sórdida mientras me observa con ojos de deseo—. Quiero que seas mía y así romper esa fortaleza que te rodea, para que seas mi sumisa y hagas todo lo que ordene.
Ya era feo que tenga que bancarse a su padre dictador, tiene un pajero masoquista detras de ella. y ni el tal Logan hace algo bueno aqui. Todos los hombre son una vergüenza aqui ajsajsajjajja me causa gracia lo ultimo, osea le tenia fé al interés romántico?? pero termino siendo un cobarde chanta. En fin, ya se desea que los hunda a todos con su gran reportaje
PEro que es con lo que tanto la amenzo????Busco mi teléfono celular en el bolsillo de la chaqueta, voy hacia la aplicación de WhatsApp; busco el último mensaje de Gaspare y le entrego el teléfono a Julia. Cuando observa la fotografía queda impactada, su rostro está blanco como un papel de mantequilla y tapa su boca con la palma de su mano.
eso no me lo esperaba, pero que viejo maldito— Me está amenazado con destruir mi carrera —siento mucha angustia y caen más lágrimas—. Gaspare sabe que amo mi carrera de periodista, si no me caso con Cassio dijo que me destruirá —siento que caigo al pozo profundo de oscuridad—. Amenazó con destruir lo que más amo.
LLORO esta enamorada basta, eso no se ve muy seguido por aquí¡Estoy feliz! Mi corazón brinca de felicidad por lo que dice, sé que está borracha; pero como dice mi madre, los niños pequeños y los borrachitos dicen la verdad.—¿Quieres ir a una cita conmigo? —carraspea y siento que está nervioso.
—Sí —río mientras muerdo mi labio inferior—. Quiero ir a una cita contigo.
—¡Sí! —se levanta del asiento celebrando, pero se da cuenta de que los comensales lo están observando y vuelve a su asiento con el rostro sonrojado.
aaaa que bello el amor joven aqui andamos mendigando y no hablo solo de Hana, yo tambien we DUREN
En fin, veamos que sucede con los planes malévolos del padre y futuro nuero, y como va el compromiso [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
14th moon
Re: Our twenties
CAPÍTULO 25.
betty • elio & taianna.
- and the tears come streaming down your face:
- Adaptarse o morir.
Y yo he tenido que adaptar mi reloj biológico al sol porque, de lo contrario, iba a morir joven. Despertar cada día a cacerolazo limpio no es saludable. Tenía que hacer algo antes que mi abuela se pusiera más creativa con sus formas de levantarme por las mañanas. Así que decidí recurrir a la alarma, un concepto desconocido para mí hasta hace nada.
No sé si madrugas te ayuda Dios o, quien sea que maneje el cotarro. Pero es increíble la cantidad de cosas que puedes hacer cuando no despiertas con la hora pegada al culo y no tienes tiempo para algo más que recordar tu nombre antes de tener que salir a la calle. Mi preferida son los paseos matutinos con Verne por Galena, cuando el sol aun no ha despertado, ni traído consigo el asfixiante calor. Otra de ellas son los desayunos.
Esta mañana, cuando llego de uno de esos paseos; la casa huele a café, tostadas y bollería recién hecha. Hasta hace unos días, para mí lo de «recién hecho» no era más que una leyenda urbana. Ningún croissant espera a las doce del día a que yo me levante.
—Una fruta diaria y tu vida será mucho más larga —advoca Flora, sentada al lado de mi abuela a la mesa. Con una manzana pegada al rostro de la Cara, muy dispuesta a metérsela ella misma en la boca.
—¿Quién te ha dicho a ti que deseo alargar la tortura de soportaros?
—¡Abuela!
—¡Cara!
Chillamos Flora y yo al unísono. Ella se limita a darle un bocado a su ensaimada, revolando los ojos. Ha transcurrido más de un mes desde su desmayo, pero es la única que ha superado el susto. Cualquier alusión a la muerte que sale de su boca es suficiente para que se me encajen las pelotas en la garganta. Y, por la forma en la que Flora estruja la manzana, diría que también.
—Vamos, un mordisco —ataca de nuevo con expresión divertida—. Abre la boquita que viene el avión… —canturrea.
—A mí no me hables como si fuera retrasada, niña. —Flora sonríe de lado, inmune a la expresión mortífera de Cara. Al final, tras poner los ojos en blanco, es ella quien da un mordisco a la manzana—. Da de comer a Elio, que está en los huesos. Mucho tabaco y poca fibra.
Me encuentro agachado bajo el mueble del fregadero, sirviéndole el desayuno a Verne, pero puedo notar la fuerza de su mirada reprobatoria en la nuca. Cara ha tomado la costumbre de esconderme los paquetes de tabaco y romperme todos los cigarrillos. Si se preocupara por su salud un cuarto de lo que se preocupa por la nuestra…
—No me interesa alargar la vida de Elio. ¿Tienes todos los volantes para la cita médica?
—Sí.
—Acuérdate de decirle que la pastilla para la tensión te produce mareos.
—Vale.
—Y…
—¿Quieres ir tú al médico por mí? —resopla Cara como una niña pequeña. Que es en lo que se convierte en estas situaciones.
—Mejor escribo a Paco —murmulla Flora ignorando el sarcasmo de la abuela.
Tras colocar el cuenco del perro me siento a la mesa frente a ellas. Me sirvo café ya con una tostada entre los dientes. Flora está tecleando en el teléfono y Cara curiosea por encima de su hombro. Acción que desata otra conversación pasivo-agresiva entre ellas. El desayuno también incluye espectáculo, como veis. La mayoría de los días, sus discusiones se convierten en ruido de fondo porque suelo aprovechar el rato para leer. Y me encanta ese ruido, las voces, la cuchara rasgando el fondo de la taza y el sonido del agua al fregar los platos. Sin el peso del silencio que solía aplastarme en casa de mis padres.
Esta mañana delego del libro y me dedico a observarlas, sonriendo sin remedio. Aunque he sabido que en todos estos años Flora ha estado con mi abuela, la distancia se ponía a jugar con mi cabeza y a veces me era imposible no imaginarme a Cara sola. Comprobar que no ha sido así me calienta el pecho.
—¿Os las apañaréis durante la mañana? —pregunta la abuela desde el fregadero cuando se levanta para lavar su taza. Le está costando bastante delegar en nosotros. Sobre todo, si Paco no está para vigilarnos. Como hoy, que la acompañará al hospital para su chequeo. Entiendo que de mí dude, pero Flora y Marco lo mantienen todo siempre bajo control, a pesar de sus peleas.
Flora rebufa, chocando la espalda en el respaldo de la silla con fuerza.
—Me las apañaría mejor sola.
—Qué apreciado me siento siempre contigo —bromeo, aunque el trozo de tostada baja con dificultad por mi garganta. Porque yo también pienso que se las apañaría mejor sin mí.
—Búscate una cheerleader si quieres adulación. —Le saco la lengua y ella me regala una peineta. Cada día estamos más unidos….
—Espero que estas discusiones queden relegadas a la intimidad —interviene la abuela con voz seria—. Seréis mis nietos, pero si mi negocio se ve afectado por vuestras infantilerías no dudaré en lanzaros por el precipicio... Tú me ayudarás, ¿verdad? —le dice a Verne en un tono meloso. Se ha sentado a su lado y menea el rabo y recibe sus caricias de buena gana. Sonrío al ver que trata a mi bebé como lo que es, un bebé. A pesar de su reticencia inicial a que lo trajera.
—Tranquila —carraspea la chica, fijando la mirada en su café.
—Eso, aquí la sargento no nos pasa ni una. —Mi comentario me agasaja una patada en la espinilla antes de que Flora se levante de la silla. Me echo hacia atrás, por temor a que se me tire encima. Pero se limita a llevar los restos de su desayuno al fregadero.
Tras acabarme el café me marcho a asearme y cambiarme. Rebusco entre la maleta, que aún no he deshecho, alguna camiseta que no sea merch de anime ni una camisa demasiado arreglada; mi fondo de armario no tiene término medio. Después me sujeto la mitad del pelo en la parte alta de la cabeza y recojo mis cosas; la libreta, el móvil y el tabaco, que he optado por esconder entre el colchón y el somier para que la abuela no lo encuentre.
Cuando salgo, ninguna de las dos está ya en el salón. Relleno el cuenco del agua de Verne y lo acaricio un poco antes de marcharme. Las voces de Flora y la abuela viajan desde el vestíbulo, tronantes como un rayo:
—Coge el bastón, cabezota —exige la primera.
—Está bien… —Me sorprende que no presente batalla. Ha pasado de negarse a utilizarlo y amenazarnos con atizarnos con él a aceptar llevarlo al menos cuando sale de paseo. Pero nada más.
—¡Auch! ¡No me agredas!
—Así aprendes a no decirme lo que tengo que hacer, insolente. —A continuación, el ruido de la puerta principal cerrarse se expande por la casa.
Vale, no he dicho nada… Sonrío al imaginar la escena. La abuela con el bastón en alto dando porrazos a Flora. Se ve que lo de los instintos agresivos le vienen de ella. Así como yo heredé la capacidad de dormir aun con un terremoto desatándose en la habitación. «Herencia». Me resulta fácil olvidar que no me unen lazos de sangre a Cara. Ni a mis padres, ya que estamos. Aunque con ellos siempre lo he tenido presente. Aunque no recuerdo nada previo a la adopción y, mis primeros recuerdos conscientes fueran con ellos. Me dijeron que me habían adoptado cuando tenía dos años, fue una adopción abierta, para darme la oportunidad de conocer a mis padres biológicos en caso de quererlo. Pero no quise, es suficiente con dos progenitores que no parecen desearme, como para ir a preguntar a los otros dos por qué tampoco lo hicieron. De niño me preguntaba con frecuencia si esta era la razón del desentendimiento de Cordelia y Tadeo. Que, al no haberme engendrado, tal vez no me vieran del todo como su hijo y hubieran caído tarde en el tremendo error de adoptar a un niño que no era suyo. Ya que, a esas alturas, no podían devolverme. ¿Lo habrían hecho de existir la posibilidad? «Te quieren, Elio, aunque sus actos no lo demuestren». ¿Cuánta veracidad tiene el amor sin actos que lo sustenten? ¿Me quieren como a un hijo o a alguien que agarras cariño a fuerza del tiempo?
Deshago mis pensamientos, negándome una vez más a seguir dándoles un tiempo que ellos no me han dado. Suficiente tuve el día que fui a buscar a Verne. «Deja de intentar solucionar la vida de los demás y haz algo con la tuya», me dijo mi padre aquel día. Y viene a mi cabeza con mayor frecuencia de la que me gustaría. Sin importar todos mis intentos por relegarla al olvido.
Abandono la casa, encerrando la reciente amargura tras la puerta.
Fuera de la residencia Flora la ayuda a subirse a la furgoneta de Paco, a pesar de los manotazos al aire de la abuela por sacársela de encima. El coche ya está desapareciendo por la curva cuando llego a la acera.
Flora y yo nos encaminamos hacia la cafetería en completo silencio. Yo me enciendo un cigarrillo, para calmar los nervios que siempre me invaden ante la perspectiva de ir a trabajar. Ella va con su Tablet, en cuya pantalla veo gráficas y artículos que supongo, estarán relacionados con su tesis. Me resulta increíble que esté estudiando, trabajando y entre medias viva pendiente de Cara sin sufrir un colapso.
—Gracias por cuidar de la abuela —digo soltando humo cuando ya estamos dentro del bullicio mañaneros de Galena.
Flora se tensa a mi lado. Levanta la vista de la Tablet y me observa con rictus de oler mierda, básicamente. Deteniéndose en mitad de la calle.
—No lo hago por ti, engreído. A ver qué te crees —masculla hostil, echándose a un lado para alejarse. Como si le hubiera dicho que despellejo gatitos en mi tiempo libre.
—Ya lo sé. Pero lo haces. Eres la razón por la que no ha estado sola. Acepta el cumplido y ya, cascarrabias.
—Vale —bisbisea, pasándose la mano por el pelo rapado. Sus labios se contorsionan.
—Uy… ¿Estás intentando no sonreír? —La pincho.
—Yo que tú no acercaría la cabeza al horno hoy. No vayas a tropezar y te la desfigures —amenaza.
Como decía, cada día nos llevamos mejor.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Los turnos matutinos en el Tasty Pastry son kriptonita. Entre las siete y las doce hay un flujo de clientes ininterrumpido. Carezco de la habilidad y rapidez necesarias para atenderlos a todos sin que se acumulen los pedidos. Marco está detrás del mostrador atendiendo y Flora en la cocina. Yo me encargo de servir las mesas, sin los ojos avizores de Paco, previniendo cualquier cagada, es un desastre. Apunto los pedidos, los preparo y los sirvo. Fácil. Salvo si eres Elio. Porque mi mano no va a la velocidad a la que los clientes me dan la comando y debo pedir que me lo repitan, tampoco me fío un pelo de mí mismo y compruebo unas cinco veces que he puesto lo correcto antes de llevarlo a las mesas, lo que me ralentiza. Esa es la peor parte, las endemoniadas bandejas. No sé con quién hizo Paco un pacto para colocársela en la punta de los dedos y mantenerla erguida por encima de su cabeza sin que se le derrame nada; el hombre navega por la repostería con la gracilidad de una gacela en patines. Mientras que yo la sujeto con ambas manos, me la pego al cuerpo y aun así las tazas y los platos se mueven más que en un festival de heavy metal.
Son las once de la mañana y ya me las he apañado para equivocarme en cinco pedidos, tirar una bandeja de cupcakes al suelo y, la última de todas; chocarme con una señora a la que ella iba el baño y yo salía de la barra, derramando todo lo que llevaba en la bandeja al suelo. El sonido estalla en el Tasty Pastry igual a una bomba, deteniendo las conversaciones y atrayendo todas las miradas hacia mí.
—Lo siento mucho. ¿Se encuentra bien? —pregunto a la señora, notando cómo la cara me enrojece al punto que igual me estallan todos los vasos sanguíneos.
—Sí, no te preocupes. —Me da una sonrisa de lástima. Justo me fijo que es una de las señoras a las que he llevado el pedido equivocado hace un rato. «De puta madre, Elio».
Retoma el camino hacia el baño y yo me agacho para recogerlo todo. Me tiemblan las manos. Vaya inútil estoy hecho. Con lo torpe que soy tendría que poner más atención. Se ve que ni eso puedo hacer… No sé de qué me sorprendo, era cuestión de tiempo que la cagara. Si hasta debería felicitarme a mí mismo por haber aguantado un mes sin meter la pata.
Tiro la bandeja en la barra y me aprieto los párpados. Respiro hondo, tratando de calmarme.
—Elio —Mi primo aparece a mi lado, parpadeo para deshacer los puntos negros en mi visión.
—Lo siento. Invita a su mesa, lo pago yo —replico de inmediato, con la vergüenza nadando a sus anchas.
Me imagino lo que debe estar pensando de mí en este momento. Que no se me puede dejar solo, que todo iría mejor si me hubiera quedado en Toronto. En fin, mil mierdas como las que me estoy diciendo yo a mí mismo.
—Nada más es una bandeja, tranquilo. Tómate un descanso y serénate. —Sonríe y me revuelve el pelo.
—Pero…
—Calla, si te da algo me quedo solo frente a los leones. Venga, mueve el culo.
Me empuja fuera de la barra. Paso por el almacén a por el paquete de tabaco y después salgo a la parte trasera del local. Buscando un poco de sombra porque el sol a esta hora ya es insoportable. Fumo dos cigarrillos del tirón queriendo vencer la crispación y los reproches. Pero sobre todo lucho contra la necesidad de cerrar la maleta e irme. Como siempre que la situación me supera. He querido convencerme de que esta vez sería diferente. Sin importar cuánto me agobiase, no iba a desaparecer cuando las cosas se pusieran difíciles. Sin embargo, ¿para qué? Esta mañana solo confirma lo que llevo pensando desde que vine. Que mi presencia aquí solo entorpece las cosas. Por mucho que yo me esfuerce en no cagarla. Vuelvo a preguntarme por qué estoy aquí. Si acaso he venido por las razones correctas. ¿Estaba pensando en mi abuela o, solo quería sentirme útil, para variar?
—¿Ya te estás escaqueando? —Levanto la vista para encontrar a Flora al lado del cubo de basura, con las manos sobre las caderas.
—Es mejor que esté aquí, de verdad —comento con amargura, jugando con el paquete de tabaco. La escucho resoplar.
—Te crees que eres el único que comete errores, pero aquí ninguno nació sabiendo llevar una bandeja, ni haciendo pasteles —dice con dureza. Al levantar la cabeza me encuentro con Flora. Se ha sentado frente a mí, con las piernas cruzadas y la espalda bien recta—. Acabarás por aprender si te esfuerzas. Pero esconderte aquí a lloriquear no es la manera.
—No estoy lloriqueando. —Me quejo. Intento decidir si quiere animarme o hundirme más en la miseria.
Pone los ojos en blanco.
—A punto estabas —rebate sonriendo de lado, a la par que se encoge de hombros—. Que no se te suba a la cabeza lo que voy a decirte, eh. —Hace crujir el cuello, como si estuviera preparándose para una tarea difícil. Y añade—: Sabes tratar con la gente. A los clientes les encantas, quién sabe el motivo, pero es así. Tanto que encuentran hasta gracioso que metas la pata. Y nos hemos ahorrado una burrada en ingredientes este mes porque has engatusado a los proveedores.
—Oye, qué maja eres cuando quieres. —Me da la segunda patada del día en la espinilla. Carraspeo antes de responder, un poco acongojado—. Gracias por los ánimos.
—No te confundas, no intento consolarte, solo digo la verdad —asevera, encogiendo los hombros—. Preferiría que ninguno hubieras venido a molestar. Pero ya estás aquí y Cara es feliz por ello. —Agacha la mirada y carraspea—. Piensa en eso cuando te den ganas de salir por patas.
—¿Quién ha dicho nada de salir por patas? —inquiero. A ver si también va a leer la mente.
Flora se levanta del suelo y se sacude el delantal.
—No eres el único que a veces quiere salir corriendo... En fin, más te vale entrar pronto. Porque de lo contrario de la cucaracha nada más quedará el delantal.
Sin más dilación, vuelve dentro de la repostería.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Beltrán, Marco y yo nos juntamos en el apartamento de mi primo aprovechando que su compañero de piso ha salido. Beltrán a veces nos usa de Conejillos de India para probar sus videojuegos y esta tarde hemos ido a su empresa para probar un parche de los Sims 4 en el que están trabajando. El sim que he creado se las ha apañado para generar dos incendios y que los servicios sociales le quitaran a un niño en las tres horas que he estado jugando. No es por echarme flores, pero diría que he batido un récord a incompetencia en un juego de rol. Yo que necesitaba una pequeña victoria para solventar la mañana desastrosa que he tenido...
Tras acabar, hemos cogido algo de cenar y ahora estamos aquí bebiendo cerveza. Beltrán en el sillón y Marco y yo en el sofá. La noche es tranquila, Marco habla y presume de Pongo cual padre orgulloso de su bebé, con el perrito tumbado entre los dos. Ninguno parece tener ánimo de salir y esta no se convertirá en una de esas en las que en acabamos en un tugurio de la ciudad con ropa interior de brillantina. O despertando en una cama rodeado de boas de colores y encontrar a Beltrán subido a unos tacones de quince centímetros mientras cinco drag queen le daban indicaciones sobre cómo hacerlo correctamente.
Han pasado años y todavía sigo sin saber qué ocurrió esas dos noches para que se dieran esas mañanas. Pero cosas de esa índole ocurren desde que me hice amigo de Beltrán en el instituto. A veces será egoísta, manipulador y se olvidará de la lealtad con frecuencia, sin embargo, es una de las pocas constantes de mi vida. Y me lo paso genial con él. Siempre y cuando no esté en modo «Amante del Siglo XVIII». Que es el caso de hoy. Va a suspiro por minuto porque Reaven ha rechazado salir a cenar con él. Lo que significa que nos toca aguantar sus lamentos.
—Otro suspiro más y te meto el botellín por el culo.
—Puesto a elegir, méteme otra cosa. —Me guiña un ojo. Suelto una carcajada. Muy valiente ahora pero cuando le hago la proposición de verdad…
—Nada de insertar objetos en el ano —interviene Marco, con voz chillona y meliflua ya que se encuentra mirando a Pongo.
—No lo rechacéis sin probarlo antes —digo, meneando las cejas.
—Para qué perder el tiempo cuando tengo a una diosa de la primavera conmigo. —Beltrán, a pesar de la advertencia, suspira de nuevo tras soltar tremenda cursilería. Es el tío más empalagoso del universo.
—Puag. ¿Te pagan por decir sandeces?
—No te pongas celoso, cielito. Para ti también tengo.
—Chicos, hay niños delante. —Nos regaña Marco, tapándole las orejas a Pongo. Quien ni nos entiende ni nos presta atención, pues está entretenido mordisqueando una pelota de tele, encajado en la apertura entre los dos cojines.
—¿Cómo va todo? —pregunta Beltrán tras dar un trago a la cerveza. Mi primo y yo nos miramos sorprendidos—. ¿Qué? Una cosa es que no estéis en mi lista de prioridades y otra que me deis del todo igual.
—Qué majo… Pues ya que preguntas, en la mierda —sentencio en mi versión más dramática. «Todo se pega». He intentado animarme con la charla motivacional de Flora, pero no he sido capaz de deshacerme de la sensación de derrota en todo el día. Ella misma lo ha dicho, me necesita para no matar a mi primo. Bien podría haberse inventado todo para mantenerme en Galena.
—Venga, Elio —rechista Marco—. Cuando Flora te atice con una pinza porque se te tuestan un pelín de más las tartaletas, te quejas. —Habla de dramatismo, pero se ha pasado la tarde lloriqueando por esto mismo.
—No es una competición por quién ha tenido peor día. Podemos compartir el sentimiento de miseria. —Acaricio a Pongo detrás de las orejas, reprimiendo mi suspiro dramático. No vaya a ser yo quien acabe con objetos no autorizados en el ano.
—¿Nadie me va a preguntar a mí qué tal estoy? —interviene este, con una mano en el pecho con gesto ofendido.
—¿Qué tal? —cede Marco, sin el más mínimo interés. Pues lo sabemos de sobra después de horas de lamentos.
—Fatal. Destrozado. Aplastado por el…
—Eh, que te ensarto la cerveza —advierto cuando empieza a entrar en bucle.
—Yo no sé para qué me junto con vosotros. Sois más deprimentes que dos poetas nihilistas. —Se queja mi primo, incorporándose de un salto enérgico, pegando una palmada tronante—. ¿Un karaoke para subir los ánimos? —propone encendiendo la televisión, sin aguardar nuestra respuesta.
—Me pido a Whitney Houston —acepta Beltrán, antes que ninguno se lo adelante a escoger diva del pop.
—Aquí el único con potencial para Whitney soy yo —rebate Marco, juzgándolo con la mirada.
—No es lo que dice la máquina.
—Esa noche estaba afónico. No cuenta.
—Lo que te haga sentir mejor, corazón.
Discuten un poco más antes de que proponga que lo echen a suertes. Gana Beltrán, que de una manera u otra acaba saliéndose con la suya. Marco se va por Megan Thee Stallion y yo escojo a Madonna. Montamos todo un concierto, para desgracia del pobre Pongo, que va a refugiarse a su transportín, traumatizado por semejante derroche de talento.
Pasamos horas destrozando canciones y, con cada una, voy sintiéndome mejor. Sé que no tendría que machacarme tanto. Es algo innato y, después de años bajo el machaque de mis padres…, es difícil dejar atrás las costumbres. Pero tal como me ha dicho Flora, no en todo soy un desastre y quejarme no me convertirá en mejor camarero —voy a escoger creer que su charla no tenía intenciones de retenerme en el pueblo—. Puede que nada lo haga, que sea cierto que mi presencia aquí no es decisiva. Pero a veces se me olvida que no vine a Galena a solucionarle la vida a nadie, sino a estar con mi abuela. Eso es todo.
Dejo a Marco y Beltrán en una batalla encarnizada por Britney Spears y Christina Aguilera y salgo al balcón a fumar. Este da al callejón tras el Tasty Pastry, vacío. Pero aun así llega el rumor de la actividad nocturna de las calles principales. Saco el teléfono para mirar la hora. Son las dos, quizás podría ir al Monet cuando salga de aquí.
Justo cuando voy a guardarlo, me entra una llamada. Sonrío al ver el nombre en la pantalla.
—No me lo digas, estabas deshojando margaritas pensando en lo mucho que me echas de menos —Aaren no pierde el tiempo en adularse. Con su acostumbrado tono adulador.
—Puede, eres el único que me trae sopitas cuando tengo resaca. —Su risa aguda me estalla en la oreja y se me introduce en lo más profundo del tímpano—. ¿Desde qué parte del mundo llamas?
Aaren es mi mejor amigo. Es el único que tengo. De verdad, me refiero. Colegas con los que pasar el rato, los tengo a pares. También está Beltrán y, Marco, aunque él es familia; quienes se encuentran en una categoría más cercana. Sin embargo, Aaren sería al único que llamaría si tuviera que esconder un cadáver, porque sabría que me ayudaría. Es la única persona en mi vida de la que me permito depender.
Casi no podemos vernos y nos comunicamos sobre todo por mensaje y videollamada. Ya que hace dos años su carrera como modelo despegó y desde entonces se pasa la vida viajando, trabajando en campañas, pasarelas y reportajes fotográficos con marcas internacionales. Está bastante solicitado y, allá donde voy, me encuentro con su cara en una marquesina o en la portada de alguna revista. Es como Bloody Mary, el cabrón.
—Desde Bélgica… ¡Ah!
Doy un respingo.
—Por lo que más quieras, dime que no me estás llamando mientras follas —suplico, aferrándome a la barandilla con la mano libre. Nunca se sabe con él.
—¡Claro que no! Charlie está echándose la siesta y me ha dado una patada —Lo escucho moverse y, a continuación, el sonido de una puerta abrirse y cerrarse—. Tengo que contarte una cosa.
—A ver si adivino, por fin os habéis casado. —bromeo, como cada vez que va a darme una noticia. Aaren guarda un silencio prolongado. Se me abren los ojos hasta el nacimiento del cabello—. ¡No jodas! ¿En serio?
—Qué manera de joderme la noticia… Pero sí, nos casamos hace una semana —responde. Me lo imagino hacer un mohín al tiempo que sus ojos se transforman en dos cuchillas afiladas—. Fue en Suiza después de una sesión de fotos. Supongo que nos dio por ahí.
Me lo cuenta con la misma emoción que si me hablara de que se ha cortado las uñas de los pies. Pero Aaren es poco expresivo y, de esas personas que cuanto más sienten, menos lo aparenta. Aunque luego se encierra en el baño a gritar —no es una exageración, es lo que hizo después de firmar su primer contrato con Gucci—.
—Enhorabuena. —Sonrío, no es que yo sea fan del matrimonio. Pero después de todo lo que han pasado los dos, en parte por mi culpa, se lo merecen—. Cuando vuelvas te organizo la despedida de soltero —añado, apagando la colilla en la barandilla, soltando el humo de la última calada, que se eleva hacia el cielo plagado de estrellas.
—Pues empieza ya. Dentro de tres semanas estoy en Toronto. —A mitad de agosto, según mis cálculos—. Vamos a quedarnos unos meses. Charlie tiene trabajo allí y yo he despejado mi agenda.
—Justo ahora que me he mudado regresas. —Chasco la lengua. Aunque no puedo dejar de sonreír. Hace más de cinco meses que no nos vemos y solo fue un día en Los Ángeles, cuando yo estaba allí de vacaciones y ellos hicieron una parada exprés antes de marcharse a Nueva York.
—¿Te has mudado? Como tu mejor amigo me tienes que informar de tus decisiones vitales —apostilla, indignado.
—Mira quién habla. Que me acabo de enterar que te has casado. —Aaren se ríe, antes de pedir que me explique—: Estoy en Galena con mi abuela. Está delicada de salud. De momento me quedo aquí. —Eso espero—. Pero está a una hora de la ciudad, no te vas a librar de mí, tranquilo.
Durante unos segundos solo se escucha el crepitar de la línea. Y con este sé que su contestación no será ningún comentario sarcástico o irónico.
—Me alegra que estés haciendo algo.
—Llámame vago en toda la cara —bromeo, con el deje amargo de costumbre.
—Sabes que no lo digo en ese sentido, gilipollas.
—A ver cuánto me dura...
—Durará lo que tú quieras, Elio.
El problema es que no sé bien lo que quiero.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—Qué andas escribiendo —pregunta Taianna, con el torso superior pegado a la superficie de la barra en uno de sus intentos por cotillear mi libreta. La cubro con las manos, protector—. ¿Tus pensamientos más oscuros? ¿La lista de la compra? ¿Una confesión de amor tórrido por la panadera?
—No has dado ni una. Y en todo caso sería para el panadero —señalo, cerrando la libreta para evitar que pueda captar nada.
—Es digno de muchas cartas de amor. Lane está de buen ver a pesar de su edad, pero… —Menea la cabeza, desechando la idea de ser ella quien confiese su tórrido amor por la panadera.
—No pienso compartir a Dean —apostillo, apuntándola con el dedo como advertencia.
—Está casado. —Encoge los hombros, pasando la bayeta con parsimonia por la barra. Sin llegar a eliminar los círculos que abandonan los vasos en esta.
—En ese caso, sí que estoy dispuesto a compartir. —Le guiño un ojo.
—Rompe hogares. —Me saca la lengua y se marcha a atender a un cliente a las mesas.
Es la media noche de un miércoles, así que no hay demasiada actividad en el Monet. Han transcurrido casi dos semanas desde que a mí se me ocurrió abrir mi enorme bocaza. Mi incapacidad para mantenerme fiel a mi palabra no me pilla de nuevas. Cambio de opinión en el intermedio entre tomar aire y soltarlo; prueba de esto es el incidente con la bandeja de hace una semana, que casi me catapulta de vuelta a Toronto. Pero estaba determinado a no ser infiel a esta palabra. No era mi intención acostarme con Taianna. Aunque de eso puedo culpar al alcohol, aquella noche dos los íbamos como una puta cuba. Y fue un polvo intrascendental, si me hubiera detenido entonces no estaría aquí ahora. Pero es que también cuento con una capacidad innata para meter las narices donde no me llaman.
Así pues, de querer mantener una distancia de cordialidad con Taianna, he pasado a ofrecerle mi ayuda para que traiga de vuelta su inspiración. Como si yo fuera experto en ese ámbito y obviando la razón por la que quise mantenerme distanciado.
En realidad, no la obvio. Que la mintiera está presente en mi cabeza en cada rato que he pasado con Taianna desde esa mañana en el porche. Y, no han sido pocos. Nos vemos constantemente. Sobre todo, por las noches en la terraza de la residencia. Al parecer compartimos insomnio y gastamos madrugadas enteras con el otro. Taianna se las pasa intentando convencerme de que le enseñe lo que escribo, escuchando música o preguntándome acerca de la trama del libro que sea que esté leyendo en ese momento. Otras veces charlamos sobre series, películas y animes. Y compartimos cotilleos del Tasty Pastry y el Monet; cómo nos ha ido ese día en nuestros respectivos trabajos.
Siempre estoy a un impulso de confesarle que el día que nos encontramos la reconocí de inmediato. Pero, también de inmediato, la vergüenza me lleva a retractarme. Qué le voy a decir. «Lo siento, es que ese día se me juntó el pánico porque me pillaste en bolas con la vergüenza ajena que me da mi yo del pasado y decidí mentirte». Me va a mandar a la mierda. Sé que debería afrontarlo y comportarme como un adulto que acepta las consecuencias de sus actos. Pero siempre me voy en dirección contraria a los «debería». Y me gusta pasar tiempo con ella, porque puedo desahogarme en paz sin tener que mantener la compostura.
Trago la culpa con un sorbo de whiskey.
—Venga, yo te enseñé lo mío. Ahora te toca a ti —contraataca Taianna a su regreso. Sonríe sin enseñar los dientes, pronunciando la curva ya de por sí marcada de sus cejas.
—Nada más son tonterías —desecho jugueteando con una servilleta.
Antes solía escribir historias, así como los libros, me hacían sentir acompañado. Cuando era niño, mi abuela me hacía leérselas en voz alta mientras desayunábamos o, recitárselas por teléfono si yo no estaba en el pueblo. Como es mi abuela, se deshacía en cumplidos y me hizo prometerle que algún día escribiría un libro. Igual que muchas otras promesas, esta también la rompí. Hace mucho que desistí de escribir historias. Ahora solo me dedico a escribir galimatías que me vienen a torrentes. No merecen la pena. Y son míos. Esta libreta es una manifestación de mí. Me entra un pánico incomparable a nada cada vez que alguien da indicios de querer verlos.
Taianna pone los ojos en blanco. Agarra una bandeja, coloca los vasos y sirve dos copas. La sostiene como una campeona a la altura de Paco. La observo salir de la barra y recorrer el local. A su vuelta, en lugar de meterse detrás de la barra de nuevo, se deja caer en el taburete a mi lado. Con la bandeja abrazada al pecho.
—A lo mejor la única forma de que recupere la inspiración es leyendo tus tonterías. —Trata de convencerme, con un pestañeo coqueto que exagera a lo extremo.
—Me temo que entonces no la recuperarás nunca —lo digo como si me apenara—. Hablando de eso, ¿cuándo empezamos?
—Cuando me enseñes lo que escribes.
—Qué pesadita eres… —resoplo. Bien que suelta collejas cuando indagas en su vida, pero no tiene reparo alguno para indagar en la del resto—. Y no me cambies de tema.
Taianna pone una expresión categórica. Cada vez que saco el tema del concurso se cierra en banda, lo evade o se pone a hablar de cualquier otra cosa.
—Primero lo primero. Has venido a que te enseñe a llevar una bandeja, ¿no? —Se levanta de un salto y aguarda que acepte. Casi suplicando con sus ojos castaños que no insista.
—De acuerdo. —Ya seguiré insistiendo después. Porque sí que le he pedido que me ayude. Si no aprendo, a este paso no va a quedar una sola taza en el Tasty Pastry por mi culpa.
—No tiene mucho misterio… —Empieza cuando me levanto. Hago rodar el hombro para destensarme mientras Taianna se estira para agarrar un par de vasos vacíos y situarlos en la bandeja—. Todo es cuestión de equilibrio, no de fuerza.
—Genial, como no me tropiezo con mis propios pies…
Suelta una risita. Es increíble lo distinta que se vuelve cuando no se siente acorralada. Pasa de ser fría y evasiva a derrochar luz y calidez. Es una yuxtaposición armónica entre invierno y verano. Y a veces me dan ganas dejar de fingir que no me doy cuenta por qué se esconde. Pero se supone que es una desconocida para mí.
—Usa solo las yemas de tus dedos para sostenerla, así la afianzas más. Y asegúrate de colocarlos en el centro. Por esto del equilibrio. ¿Ves? —Me va instruyendo siguiendo cada paso con lentitud. Acaba sosteniendo la bandeja a la altura de su cabeza—. Ahora prueba tú.
—A ver… —Agarro la bandeja e intento repetir sus movimientos. Todo marcha bien mientras la mantengo pegada a mi estómago, pero en el momento que la aparto, esta empieza a bambolearse. La agarro con la otra mano para frenarla.
—Estás demasiado preocupado por tirarla. Tiene que ser como cuando esperabas a que cargaran los videojuegos de pequeño. Hacerle pensar a la bandeja que no te importa si se cae.
—Es un objeto inanimado.
—La experta aquí soy yo. Hazme caso.
Se planta a centímetros de mí. Con su mano me obliga a apartar la bandeja del cuerpo y subirla a la altura de mi hombro. Esta empieza a temblar y estoy a punto de sostenerla con la otra mano de nuevo. Pero Taianna la sujeta y me dice que la mire, olvidándome de la bandeja. Está tan cerca que puedo ver las luces de neón serpenteando por sus ojos, cada peca que se esparce por sus mejillas y me veo invadido por su perfume: una mezcla a limón y canela que no debería oler tan bien. Por unos instantes, me quedo gilipollas mirándole los labios, largos, carnosos, entreabiertos y con la línea inferior de los incisivos a la vista. Me azota el recuerdo de su tacto sobre los míos besándome con abandono, gimiendo contra mi boca, esos incisivos pellizcándome la piel… «Elio, que te vas por donde no es».
Levanto la vista y me encuentro con sus ojos puestos en mis labios. De puta madre. Fue un polvo sin más, pero Taianna me atrae sin necesidad de alcohol atenuante. Y sé que yo a ella también le atraigo. Porque momentos como el de ahora, donde nos quedamos así de cerca, en medio de la anticipación por lo que podría pasar si nos acercamos dos centímetros más, se repiten casi cada día. Y no me importaría repetirlo, la verdad. Pero sería liar demasiado las cosas.
—Te lo dije. —Desvía la mirada a un punto detrás de mí y da un paso atrás, apartándose el pelo de la cara. Parpadeo, tardo un momento en darme cuenta que la bandeja está quieta y los vasos siguen en pie. Pero, una vez me embarga la emoción, esta empieza a temblar de nuevo—. Poco a poco, colega. —Me da unas palmaditas en el hombro.
—Gracias —digo sentándome de nuevo, de espaldas a la barra. Tras depositar la bandeja en esta.
Taianna hace un gesto desinteresado. A continuación, agacha la vista a los pies. Se queda así unos momentos antes de volver a mirarme.
—La dueña de la galería en la que trabajaba me ha llamado. La semana que viene tengo que ir a recoger las obras que no vendieron en mi última exposición.
Carece de emoción y afección en la voz. Imposible determinar si lo lamenta o le da absolutamente igual. Aunque en este momento sea un calco de la chica que me llevó a su estudio hace unas semanas. Pienso que esto es muy Taianna, no encuentro otra forma de describirlo. El pragmatismo con el que entona las frases y se dirige a los demás la mayor parte del tiempo. Escondida tras el cristal invisible que la separa de ti.
No puedo afirmar conocerla. El tiempo nos reescribe a todos. Corrige y añade información al manuscrito. La adulta no es la niña de diez años; igual que yo no soy el Elio de doce —por suerte—. Pero en el par de semanas que he pasado releyéndola, he descubierto que hay párrafos de Taianna que se han mantenido intactos a la criba del tiempo. Como la precisión y cuidado con la que selecciona las emociones que muestra. O la vulnerabilidad que oculta tras su sonrisa de Mona Lisa. La misma que utilizó cuando el otro día me contó lo que había ocurrido en su última exposición y por qué no era capaz de dibujar de nuevo. Esa sonrisa que me está dedicando ahora.
Siendo honesto, no le ofrecí mi ayuda desde el desinterés. Sino que estaba buscando otra razón por la que no irme. Un compromiso que me retuviera cada vez que me entraran ganas de huir. También porque, aunque trato de olvidarlo de verdad y no hacer ningún tipo de alusión a ello, recuerdo perfectamente a la Taianna que pintaba y que me confesó que solo haciéndolo se sentía ella misma. Y yo admiro a las personas como ella, Cara, Marco, Flora, Beltrán… Que saben quiénes son y lo que quieren hacer con ello y no desisten y siguen peleando por conseguirlo sin importar cuánto erren.
Así que si puedo ayudar en algo a que Taianna se dé cuenta que de este revés puede salir. Que no es una farsante y que, tal vez ella no la ve, pero sigue siendo la niña que dibujaba mundos enteros solo con un palo en la arena de la playa…
—Te acompaño —respondo.
—Como quieras. —Encoge los hombros.
—¿Taianna? —Se gira hacia a mí a mitad de camino hacia una mesa. Aprieto los puños. «Díselo, venga»—. Gracias otra vez. —Pero al final reculo, como de costumbre.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Agosto llega y, pasa otro mes en el que no me marcho. La situación con las bandejas mejora. Todas las noches Taianna me obliga a prácticar en la terraza o en el porche y, los avances se van notando. Aun estoy lejos de ser una gacela en patines, pero al menos no se me ha caído nada en la última semana. Aunque sigo prefiriendo cuando me toca detrás de la barra —como esta tarde—, menos probabilidades de meter la pata y más paz mental para mí.
—Dame tarta de limón.
—¿Qué has comido?
—Tarta de limón.
—Hasta luego.
—¡Eh, hay una ley que te obliga a darle a los clientes lo que quieren!
Flora se detiene en el quicio de la puerta que conduce al almacén. Taianna pone cara de ilusión al ver que se para, pero se le cae cuando Flora se limita a hacerla una peineta mientras le sonríe con malicia, lo que provoca que se dé de cabezazos contra la vidriera. No le dura más de un segundo, claro.
Se arrastra de lado por el expositor y se coloca frente a mí.
—En realidad, tiene derecho a decidir a quién atender —puntualizo.
—Cierra el pico, cerebrito —masculla—. Rápido, dame dos antes de que vuelva —exige con premura. Ha pasado los últimos quince minutos discutiendo con Flora por la tarta. Un escenario que se repite cada día. Al final siempre me escribe un mensaje para que le saque cosas de contrabando.
—¿Para que me mate? No —respondo concentrado en secar el vaso con el trapo.
—Flora no es mi jefa. Puedo comer lo que quiera. —Taianna aprieta los labios, soltando aire por la nariz. Sonrío.
La torturo un poco más antes de ponerle las dos porciones para llevar. Aplaude emocionada, tras dejar el dinero en la encimera.
—¿Se la has dado?
Los dos nos tensamos al escuchar la voz de Flora, que ha reaparecido con dos bandejas de cupcakes. Pone tal expresión de odio que la temperatura desciende en el establecimiento. Taianna le devuelve la peineta antes de salir corriendo hacia la salida como una exhalación.
Me aparto de Flora cuando se sitúa a mi lado para poner las bandejas en su sitio. Prosigo con mi tarea de secar vasos hasta que noto la energía estática de una presencia a mi lado. Al alzar la vista la encuentro analizándome. Se pasa el dedo por la curva que forma su barbilla al tener los labios fruncidos.
—Pensé que no ibas a retomar la relación con Taianna. —Suelta con calma, como si estuviera observando un fenómeno interesante.
Bien, el día de mi muerte ha llegado. Se me recordará por ser un gran bebedor de chupitos. Puestos a dejar una huella en el mundo, esta no es de las peores.
—Ya, respecto a eso… —Me rasco la cabeza buscando una explicación factible que no poseo.
—No se lo digas —interrumpe, apoyando un codo sobre la barra. Se me desencaja la mandíbula. Flora debe pensar que no la he entendido, porque pasa a explicarse—: Que la recuerdas, no se lo digas.
Me quedo patidifuso. ¿Es una prueba? ¿Mi vida depende de la respuesta que le dé? Me cruzo de brazos con instinto protector. Dando un paso hacia atrás.
—¿Puedo preguntar por qué?
Flora encoge los hombros, clavando los ojos en la puerta de entrada. Por donde Taianna ha salido hace solo unos minutos.
—Por alguna razón contigo no se pone tan a la defensiva.
—A ver si lo entiendo—empiezo a decir, totalmente descolocado—, me estás dando vía libre para mentir a tu mejor amiga.
—De momento —apostilla—. No sé por qué le dijiste que no la recordabas, tus motivos tendrás… Ahórratelos. —Me corta cuando abro la boca, adelantando una mano como si pretendiera retenerme físicamente—. Igual que ella tiene los suyos para mentirle a su familia. Pero eso irrelevante. Ha dejado que la ayudes y, Taianna no se deja ayudar por nadie. Necesita a alguien que la obligue a no dejar lo del concurso de lado.
—¿Y por qué no tú?
—Ya has visto que nunca me escucha. Pero a ti sí. —resopla incrédula. Me ahorro decirle que quizás se debe a que soy menos brusco. Pero acabo de evadir la muerte, no es plan—. No creo que se enfade cuando se lo cuentes, pero quédatelo para ti de momento.
Para haber estado a punto de matarme cuando se enteró que mentí, en primera estancia. Me cuesta creer que ahora me esté diciendo esto. Y el beneplácito de Flora no me libera de la culpa. Pero ella la conoce más, después de todo. Si piensa que es lo mejor… Además, no seré yo quien se queje por haber evitado la muerte.
—De acuerdo —accedo.
—Pero si la haces daño te pongo los huevos de corbata —amenaza, dándome un empellón en el centro del pecho.
Quizás he hablado demasiado rápido.
Última edición por betty. el Jue 20 Ene 2022, 12:25 pm, editado 2 veces
indigo.
----
Re: Our twenties
CAPÍTULO 25.02
betty • taianna & elio.
- when you lose something, you can't replace:
- Es un martes como cualquier otro en el Monet. Créeme, cuando digo como «cualquier otro», tómatelo al pie de la letra. Podría ser el de hace tres años o el de dentro de cinco. Los humanos somos seres de costumbres y los habitantes de Galena se entregan a esta máxima con orgullo y dedicación.
A las diez y once minutos, Bennedict, el médico del pueblo, entrará por la puerta y se sentará en la barra; en el tercer asiento por la derecha. Antes de que lo pida yo le estaré preparando su café solo «en vaso, no en taza». A las diez y trece minutos llegará Mario con el aura apresurada de Toronto. Ha venido todos los martes de la primera semana de cada mes desde que tengo seis años. Volverá pasado mañana antes de regresar a la ciudad para tomar otro té verde. Mientras bebe dicho té, Bennedict le propondrá ir a cenar con su familia y Mario le dará una excusa poco elaborada para librarse del compromiso. Bennedict me mirará, encogiendo un solo hombro como diciendo; «Otra vez será», aunque esa vez nunca llegue. Entre las diez y veinte y las diez y media habrá un agujero negro de inactividad. Pasado este el Cuarteto de Mamás se sentará en La Urraca, pedirán batidos anti-detox vomitivos y tras pasar diez minutos de duda, también encargarán media docena de sfogliatella para compartir porque «ya lo quemaremos en el gimnasio mañana, ¡un día es un día!». A la que yo llevo el pedido a las mamás vendrá Magnolia, la anciana de los 101 Gatos. Se quejará de que las mamás le han quitado el sitio, le preguntaré por los gatos sin el más mínimo interés por esas criaturas del Infierno y dirá algo como que Mordiscos le ha pegado la conjuntivitis a Maullidos, que a su vez se la ha pasado a Lucifer...
No habrá alteración alguna en estos acontecimientos. Ni hoy, ni mañana, ni al siguiente. Cada día es una sucesión de costumbres inalterables. En los que me recuerdo que esto es pasajero y que no me quedaré atrapada en el yugo atemporal del Monet. Ni de Galena.
—Ya empieza el espectáculo. —Antoni se frota las manos, ilusionado, al ver a mi madre acercarse a la mesa de
Magnolia con una porción de cassata colocada en el plato con suma minuciosidad— ¿Diez dólares a que encuentra un fallo? —propone a mi hermana.
—Hecho. —Martina acepta con el mismo entusiasmo que él. Como si esto no tuviera lugar cada día desde hace veinte años. Pero, bueno, no todo el mundo siente la misma repulsa por la rutina de este lugar como yo.
—Va a hacer un agujero en el suelo —comento yo al ver la insistencia con la que mi madre repiquetea con su tacón rojo en los tablones de madera. Estoy situada entre Martina y Antoni. Con el codo sobre el expositor, sosteniéndome la mejilla en la mano. Bajo el pelo, escondo un auricular inalámbrico por el que se reproducen Los Éxitos de los 2000.
Los tres observamos la batalla silenciosa entre Zelda y Magnolia, que dura ya veinte años. Quizás más, pero mi memoria no alcanza a tanto. Uno de los propósitos de vida de mi madre es que la anciana alabe alguno de sus postres italianos. Pero esta siempre encuentra algo que criticar. En este momento, Magnolia mastica la cassata con parsimonia deliberada y el rostro velado por la inexpresión. Mamá parece dispuesta a moverle la mandíbula ella misma para que trague más rápido. Desde aquí no alcanzo a escuchar lo que dicen. Pero por la manera en la que mi madre se crispa después que Magnolia le dé su veredicto, imagino que no ha sido lo que esperaba.
—Esto es mejor que cualquier propina. Maldivas allá vamos… —canturrea Antoni después que Martina le pase el billete y se lo guarde en el delantal.
—Vieja quisquillosa… —rumia mamá al acercarse a la barra. Se descuelga el trapo del hombro y comienza a pasarlo por el expositor con rabia—. «La cassata no lleva moras» ¡Qué sabrá! ¡Ni que fuera italiana!
Me incorporo antes que me pase la bayeta a mí por la cara.
—Tú tampoco lo eres —le recuerdo. Mamá me fulmina con la mirada. Le tiembla el labio superior, yo le sonrío con inocencia.
—Tus postres son una delicia, no se lo tomes en cuenta —interviene Martina, lanzándome un reproche con la mirada. Siempre Suiza, ella. Y siempre preparada para ser la hija ejemplar.
—Mañana haré que se trague sus palabras… —amenaza antes de marcharse con su taconeo asesino hacia la cocina.
Es un rencor viejo que se remonta a la abuela Lyra, la madre de papá. Nunca aceptó que Zelda se casara con él por el simple hecho de no ser italiana. Mamá se pasó años intentando ganarse su aceptación, pero la vieja murió sin dársela. Así que la ha tomado con Magnolia. Se aferra a esta pelea con una entrega que raya en lo ridículo. Pero,
oye, en este aspecto no puedo juzgar a mi madre.
—¿Quieres tomar algo esta noche? Jasón se queda con Patrick. —Mi hermana apoya la espalda en el expositor y ladea el rostro hacia mí.
—No lo sé. —Me marcho al fregadero para empezar a fregar lo que se ha acumulado de los desayunos. Subo el volumen de la música antes de colocarme los guantes.
—Vamos, hermanita. Hace mucho que no salimos las dos juntas. —Martina me persigue. Choca su cadera con la mía y por poco me tira al suelo.
—Le dije a una compañera de piso que la ayudaría con sus deberes —miento para salir del paso. Reaven no me pediría ayuda en ese aspecto jamás, pues sabe lo que le conviene.
—Otro día será… —Los labios de mi hermana se arquean hacia abajo y el brillo alegre en sus ojos se opaca. Me dice que va a la cocina a ayudar a Antoni y mamá a cocinar.
«No te sientas mal, Taianna», me regaño. Esta es la tercera semana desde que empecé a trabajar en el Monet. La cercanía de Martina, la paz en general con mi familia, está condicionada por esto. Y yo no puedo fingir que no es así, ni acostumbrarme. En el momento en que cuelgue el delantal volverán los reproches y los comentarios hirientes. Es asombroso cómo la actitud de alguien hacia ti cambia en el momento que le das lo que quiere y haces lo que piensa que deberías hacer.
El resto de la mañana pasa entre despliegues de costumbres. A cada hora, el volumen de mi música aumenta. Sé que me metí aquí por pie propio, pero cada día que pasa más me cuesta ponerme detrás de esta barra. Así que, en cada uno, me recuerdo que es uno menos para largarme. No sé adónde ni para qué. Pero cualquier sitio será mejor.
Cerca de las dos, Elio aparece en la cafetería. Normalmente me alegro de verlo, porque es una grieta en la costumbre. Que se pase por aquí durante mis turnos hace que estos sean más amenos. Por extraño que me resulte pensar así tratándose de él. Pero tengo que preservar un nivel mínimo de sinceridad. Y la verdad más plana es que disfruto pasando tiempo con Elio.
Hoy, sin embargo, hubiera preferido que no viniera. A pesar de que se lo mencionara con la esperanza de que me acompañara.
—¿Lista? —Crea un ritmo alegre con las manos sobre la barra. Sonríe y se sube las gafas de sol a la cabeza. El pelo sigue el movimiento y deja al descubierto su rostro.
El buen humor que desprende me produce ganas de gruñir. La semana pasada recibí una llamada de Jacinta para pedirme que me pasara hoy a recoger los restos de mi carrera como artista a la galería. Sabía que esto ocurriría, no debería haberme afectado. Tampoco que, tras la llamada, cuando entré en la página web viera que mi nombre había sido borrado del catálogo. Me han despedido, no iban a dejarme allí para el recuerdo. Pero me afecta. Así que cuanto puedo hacer es pretender que no es así.
—Has traído la furgoneta, ¿verdad? —pregunto sacándome el delantal y el auricular de la oreja. Jacinta hizo una lista de los cuadros que no se han vendido. Son los más grandes, así que no caben en el coche de mi familia.
—Tenemos tres horas antes que Paco me amenace con traerla de vuelta.
Asiento. Me mordisqueo el labio inferior. No seré yo amiga del positivismo, pero esto es lo último que tendré que hacer antes de cerrar este capítulo. Lo he aceptado. He tocado fondo, nunca he estado tan abajo y me he apuntado el concurso para ir hacia arriba de nuevo. Aunque no tenga la más remota idea qué encontraré allí.
—De sobra. Será rápido —respondo tragándome el bloque de cemento del pecho.
—¿Qué será rápido? —Martina sale de la cocina en este preciso momento. Cruza los brazos y ladea el rostro repasando a Elio con la mirada. Como si fuera la primera vez que lo viera. Casi se lo come, al igual que el Cuarteto de Mamás.
—Voy a acompañarlo a Toronto a por unas cosas —respondo de carrerilla. Antes de darle a Elio la oportunidad de meter la pata. Sabe que mi familia desconoce que me despidieron, pero nunca se es demasiado precavida—. ¿Sigue en pie lo de ir a tomar algo?
No sé si lo hago para impedir que Martina se dé cuenta que es una mentira o porque sé que no cuenta con amigas con las que salir. En muchos aspectos solo me tiene a mí y soy tan gilipollas para olvidarme de que se pasó semanas dedicándome su trato gélido porque me negué a ser su salvavidas.
—Pensé que tenías que ayudar a una compañera.
—Bah, prefiero la noche de hermanas. ¡Llámame luego! —Salgo de detrás de la barra antes que responda. Los ojos de Elio me persiguen, haciendo que me sienta juzgada— ¿Qué?
Levanta las manos en señal de rendición. Pongo los ojos en blanco antes de agarrarlo por la muñeca y tirar de él hacia la salida.
Elio procura darme conversación durante el trayecto entre Galena y Toronto. Pero le pido que se calle, así que acaba por sacar un libro y ponerse a leer apoyado contra la puerta. Los nudillos se me resienten de tanto que aprieto el volante. Y, otras cosas también acaban resentidas en este trayecto. Pienso en todas las veces que he recorrido esta carretera y estas calles. Cómo se ha transformado en función de mí. a primera vez no parecía terminar nunca, estaba demasiado ansiosa por llegar a la galería y alejarme de Galena para empezar mi nueva vida. Similar a todas las veces que volví para alguna comida familiar. O la última, cuando el camino fue a la inversa, cuando Flora fue a buscarme. Recuerdo perfectamente que no paré de decirme que en un mes la recorrería de nuevo para regresar a Toronto.
En esta ocasión, se me antoja más corta que nunca. Antes de que esté preparada, aparco en lateral a la galería: «el exilio de le brun». Sin mayúsculas, cada letra del nombre atornillada al ladrillo de la fachada en un tipografía negra y cursiva. La fachada es acristalada y desde fuera se atisban las diferentes salas en las que no hace mucho, pero con sabor a una vida, mis obras estuvieron expuestas.
—Puedo ir yo. —Me ofrece Elio, inclinado sobre el salpicadero para tener una vista privilegiada de la galería.
Rechazo el ofrecimiento. Me seco el sudor de la frente y respiro hondo. Aunque sí acepto que me acompañe porque sola no podré cargar con los cuadros. Dentro nos recibe una chica que no llegué a conocer, dice que es la nueva asistenta de Jacinta. No pregunto ni por ella ni por Jonah y le anuncio a lo que he venido. Nos conduce al almacén trasero, al lado de las oficinas. Mis cuadros se encuentran al fondo; tapados con papel marrón. Son un total de diez. Pinté veinte e hice cinco esculturas que los complementaban. Al final se vendieron más de la mitad. Más de lo que merecía teniendo en cuenta las críticas.
No pierdo el tiempo en contemplarlos y no le permito a mi cabeza ponerse a rememorar. Paso por el trago como si me estuviera quitando una banda de cera; es doloroso pero rápido. Sin embargo, cuando cargamos el último cuadro en la parte trasera de la furgoneta y Elio abrocha la lona de nuevo, no puedo detener la sensación de que debajo de esta hemos colocado un cadáver. El mío, para ser precisa.
Hago el camino inverso con el velocímetro rozando el límite de velocidad permitido. Con unas ganas inusitadas de regresar a Galena.
—Voy a preguntarte una cosa. Pero no me pegues —anuncia Elio cuando estamos a unos cinco minutos de llegar al pueblo. Le echo una mirada, si ha hecho ese apunte significa que querré pegarle. Asiento, si no me está pidiendo permiso, de todas formas— ¿Por qué no le cuentas a tu familia que te despidieron?
Hace unas noches le conté que me había peleado con ellos antes de irme del pueblo. No entré en detalles. Desconoce que el motivo es que llamaron a Jonah y rechazaron la oferta que me hizo para retenerme en Galena. Pero quizás debería haber sido más específica, para ahorrarme ahora la dichosa pregunta.
—Instinto de supervivencia.
—Tendrías que decírselo.
—¿Cuándo te he dado permiso para que me digas qué hacer?
—Es un consejo.
—Que no te he pedido. Limítate a ayudarme en lo del concurso, no necesito un guía espiritual —refunfuño. Traspaso el cartel que indica la llegada al pueblo. Hogar dulce hogar.
—Cada vez que saco el tema del concurso cambias de tema —señala contenido. Noto su mirada clavada en mí, que es como una picazón. No respondo, si lo hiciera tendría que darle la razón. Me apunté el concurso, llamé a Jonah y desde entonces no he hecho nada activo por conseguir pintar de nuevo—. Por eso creo que deberías decírselo a tu familia. Sigues demasiado aferrada a lo que ocurrió.
—No sabes qué ocurrió. Así que no hables como…
—Me refiero a que te despidieran y lo sabes —interrumpe.
Aprieto los dientes hasta que me duelen, con una furia que se transmite al pedal. La capacidad que tiene este tío para pulsarme los botones equivocados es alucinante. Aparco en la primera plaza libre que encuentro, a las afueras de Galena.
—¿Qué haces? —inquiere mirando a por la luna del coche.
—Largarme —mascullo peleándome con el cinturón.
—Taianna, no seas cría. Lo siento si he dicho algo que te haya molestado —dice con una calma y entereza que todavía me cabrea más.
—Déjame en paz.
Me bajo del coche y me meto por la llanura llena de zarzas que conduce a la playa. Huyendo de la verdad, como de costumbre.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Acompaño a Jasón al centro cultural para su clase de judo. Insiste de nuevo en que le diga Martina lo del colegio y yo no tengo excusa para no habérselo dicho aún. Lo intenté anoche, cuando salí con Martina a tomar unas copas, para aprovechar que el alcohol le calma la intransigencia. Pero no tardó en empezar a soltar frases del estilo: «Qué contenta estoy de que hayas entrado en razón». «Ahora has vuelto al Monet tengo mucho más tiempo para mí». «Dices que serán unos meses, pero verás como cambias de opinión respecto a irte». «¿Recuerdas que fantaseábamos con dirigir el Monet de niñas?». A cada comentario me bebí un chupito de ron. Llegó un punto de la noche en el que, si alguien me hubiera dicho que era un extraterrestre, le habría pedido que me condujera a su nave nodriza. Por descontado, olvidé comentarle lo del cambio de colegio del niño.
La resaca me ha perseguido durante todo el día. Aumentando el malhumor que arrastro desde ayer. Esta mañana poco me ha faltado para descuartizar a Flora por despertarme.
Mi padre vendrá a recoger a Jasón cuando termine la clase. Pero en lugar de marcharme a la residencia a dormir la mona, me quedo un rato con Billy hablando. Después de eso, mis pasos cobran voluntad propia y me conducen a la puerta de la clase de arte. Mi mano se queda suspendida sobre la manilla, sin atreverse a entrar. Una sensación similar a la que siento cuando voy a mi estudio me embarga ahora.
La abro de todas maneras.
El olor a pintura estalla en mis fosas nasales. Me veo momentáneamente cegada por la luz que se cuela a raudales por los amplios ventanales y, en ese destello; me siento como la niña que no podía esperar a los lunes y los jueves para venir a esta sala. Y es en ese destello en que dejo de sentirme una impostora, un fraude y un cadáver. Es un destello y enseguida desaparece, pero la sensación de vacío que abandona contiene más tiempo.
Al fondo de la estancia, donde se amontonan los materiales, está Maia. Viste su inseparable bata blanca, repleta de manchas de pintura en contraste con su piel negra. Conserva el moño apretado en lo alto de la cabeza, tan imponente, elegante y serio como su presencia. Que se transmite en la mirada que me dedica cuando se gira hacia mí.
Me abrazo a mí misma. ¿A quién estará viendo Maia? ¿A la niña, la farsante o el cuerpo sin vida?
—Te has tomado tu tiempo. ¿Para qué has venido? —asevera elevando una ceja. Aunque desconozco si lo hace por haber tardado o por haber venido. Así es Maia, nunca podrás saber si se alegra de verte o se limita a aceptar que no se librará de ti.
Camino hasta situarme a su lado. Está lavando los pinceles en el fregadero. Cojo uno yo también y la ayudo. Durante un rato solo se escucha el sonido del agua correr. Pero cuando Maia repite la pregunta, lo vomito todo. Lo del despido, que ha pasado más de un año desde que pinté y lo del concurso. Ella escucha sin interrupciones, haciendo sonidos de cuando en cuando para hacer ver que me está escuchando.
—En la ficción los protagonistas van a ver a sus maestros cuando tuercen el camino —comento queriendo bromear. Pero es precisamente la razón por la que estoy aquí. Quizás Maia pueda decirme si he hecho bien al apuntarme al concurso o debería rendirme de una vez. Ella chista moviendo la cabeza de lado a lado.
—Nada más te di un pincel y un lienzo en blanco, el resto fue cosa tuya.
Pero hizo mucho más. Me animó a seguir, me escuchó delirar sobre mis ideas, se quedó conmigo en todas las exposiciones del centro cultural porque ni siquiera Martina venía a verme y, cuando le conté que me habían contratado en la galería, me regaló una sonrisa orgullosa y me invitó a cenar para celebrarlo. A veces no necesitas más que eso. No buscas que te digan que lo conseguirás o que todo saldrá bien. Simplemente que te brinden su apoyo.
—Imagino que te enteraste.
—Lo vi con mis propios ojos. He ido a todas tus exposiciones —aclara, secándose las manos en la bata.
Sonrío a pesar de los nervios.
Trago saliva.
—¿Opinas lo mismo que ellos? —murmuro casi esperando que no me escuche. Maia resopla. Sus ojos se tiñen verdes se tiñen de reclamo.
—No estás haciendo la pregunta adecuada, Taianna. La opinión del resto nunca debe prevalecer sobre la tuya. No dependas de la mía para validar o invalidar lo que ocurrió.
Es el primer y único consejo que me dio en todos los años que pasé siendo su alumna. Que estuviera segura de lo que pensaba de mi trabajo si quería enseñárselo al mundo. Porque en él me encontraría tantas opiniones como personas y no podía dejarme influenciar por ellas. Sí aceptarlas, aprender de ellas, pero nunca permitir que me hicieran dudar de mí misma.
—No sé qué pregunta debería hacerme —confieso. No sé nada. Llevo meses en modo detector de metales, esperando encontrar una moda y no una lata oxidada bajo la arena.
—Acompáñame. —Maia camina hasta el lienzo más próximo. Me indica con el dedo que me acerque, señalando el taburete con la barbilla—. Quita esa cara de terror, no voy a obligarte a dibujar… Vamos, ven aquí. Mi clase empieza en diez minutos.
Con pasos inseguros, obedezco. Me siento en el taburete, el plástico está frío y me produce un escalofrío. Maia se coloca a mi espalda y apoya las manos en mis hombros. Igual se piensa que saldré corriendo.
—¿Por qué empezaste a dibujar?
Podría contestar con muchas variantes. Empecé a pintar porque sí, porque en esta sala no me sentía tan fuera de lugar, porque nunca he sido más yo que cuando dibujaba, porque me hacía feliz… Pero al ver el lienzo en blanco, encuentro la adecuada:
—Por las posibilidades. Cada vez que dibujaba sentía que el mundo se expandía y podía ir en la dirección que yo escogiera. —Noto que Maia me da un leve apretón en el hombro izquierdo.
—¿Por qué pintabas en la galería? Sé sincera, la respuesta es para ti. No para mí.
—Porque quería demostrarle a mi familia que se equivocaban. Restregarles en la cara todo mi éxito y que se tragaran sus palabras. —Esta respuesta llega casi más rápido que la primera.
—Así que pasaste de dibujar para ti y empezaste a hacerlo por los demás… —resume, lanzando una daga directa a mi pecho. Se me reseca la boca y se me cierra la garganta.
—Supongo que sí.
Maia se agacha, situando su rostro a la altura del mío.
—Y ahora, ¿por qué quieres pintar ahora?[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Al final de la tarde del día siguiente, me reúno con Elio en la parte trasera del Tasty Pastry. He estado evitándolo desde que me acompañó a la galería. Pero esta mañana me escribió un mensaje para decirme que tenía que sacar los cuadros de la furgoneta de Paco. Vamos a hacerlo ahora, aprovechando que es la hora de descanso en el Monet y está vacío antes de que empiece la jornada nocturna. Así me ahorro preguntas de dónde salen los cuadros y por qué los llevo al estudio.
Elio sale de la cafetería cuando me enciendo mi segundo cigarrillo. No me doy cuenta hasta que se pone delante de mí y sacude la mano delante de mi rostro. Ya que tengo los auriculares puestos y no escucho el sonido de la puerta. Me los coloco en el cuello y detengo la música.
—Hola —saluda sonriendo.
Como ya es costumbre, me desconcierta. Esperaba que me echara en cara que lo dejara tirado en medio de la nada. No tiene licencia de conducir, así que me imagino que tuvo que llamar a alguien. Si él me hubiera hecho eso a mí lo saludaría con un puñetazo en la cara. Pero Elio posee una paciencia infinita, es tranquilo, inalterable y siempre está de buen humor. O, quizás le trae sin cuidado lo que sucedió. Esta también es una opción tangible.
Correspondo el saludo agachando la mirada. Me pasa las llaves de la furgoneta, estacionada al inicio del callejón. Una vez de entro y, antes de arrancar, me giro hacia él, situando la espalda contra la puerta. Porque, al parecer, a mí no me trae sin cuidado.
—Te dejé tirado después de pedirte que me acompañaras, ¿cómo es que no estás enfadado? —No pretendo que sea así, pero me sale a modo de reproche.
—Era una posibilidad… Siempre meto las narices donde nadie me llama, es como una especie de talento. —Encoge los hombros, sonriendo con timidez—. Perdona.
—La relación con mi familia es un tema peliagudo —bisbiseo, pasándome un mechón de pelo detrás de la oreja—. No tendría que haber actuado así. Lo siento.
No estoy acostumbrada a disculparme cuando alguien se mete en mis asuntos. Son míos y me incomoda que los pongan en la palestra y, que me digan las verdades que eludo por omisión. Me siento juzgada y expuesta. Sobre todo porque tienen razón.
—Ya, qué me vas a contar —suspira, pasándose la mano por el muslo—. Yo te habría tirado por la ventana si hubieras hecho algún comentario de mis padres.
—Veo que no ha cambiado nada. —El comentario se me escapa, dije estas mismas palabras cada verano que nos reencontrábamos y él me hablaba de la situación con sus padres, que me sale de manera natural.
—¿Quieres que te tire por la ventana? —bromea, aunque no le brillan los ojos como suelen hacerlo.
—Tú verás, si no sacamos estos cuadros Paco te asesina. No quiero que vaya a la cárcel por tu culpa.
—Flora y tú sois únicas para hacer sentir a los demás valorados —rechista con indignación, cruzándose de brazos.
—Gracias, es innato.
En el Monet, subimos los cuadros al desván en silencio. Solo interrumpido cuando Elio se tropieza o choca y estamos a punto de despeñarnos por las escaleras varias veces. Abro la puerta del estudio con mayor facilidad que la última vez. Pero cuando empezamos a meter los cuadros dentro no soy capaz de eludir la sensación de cementerio, ni que cada uno de estos es un cuerpo sin vida. Que será enterrado junto a los otros.
Los apilamos en la pared a un lado de la puerta, en fila, las esquinas superpuestas como si fuera un abanico. Con el último, mi mano se aferra a la esquina del cuadro, como si me sostuviera a un aliento final. Elio está frente a mí, también sujeto al cuadro.
—¿Te importa si los veo?
Nada me falta para gritar que no, lista para sacarlo a patadas. «Son mis huesos, muestra un poco de respeto», quisiera decirle. Pero, en su lugar, tal vez porque Elio no conoce a la persona que era antes de la de ahora o, porque el mismo cansancio a esconderme que me atrapa cuando estoy en su presencia, acabo por rasgar el papel. Repitiendo el mismo movimiento con los nueve cuadros restantes.
Doy un paso atrás y dejo que Elio los observe. Me sorprende no sentir esa angustia habitual cada vez que alguien mira mis cuadros. Como si estuviera mirando partes de mi alma que no sabía que estaba revelando cuando los pintaba.
—Eros, storgé, philia y ágapé —adivina cuando va por el quinto cuadro, el que corresponde a la tira de philia. Hago un ruido afirmativo con la boca.
Sin el resto de cuadros, la historia está incompleta. Así que procedo a explicárselo como si estuviera en una exposición para clase. La sensación es similar a cuando tenía que hacerlo en la galería. Solo que sin el orgullo, ni el sudor de manos que solían acompañarme. Le cuento que por cada tipo de amor hice cinco cuadros y una escultura. En ellos se manifiesta cada amor antes, durante y después de este.
Sin el resto de cuadros, la historia está incompleta. Así que procedo a explicárselo como si estuviera en una exposición para clase. La sensación es similar a cuando tenía que hacerlo en la galería. Solo que sin el orgullo, ni el sudor de manos que solían acompañarme. Le cuento que por cada tipo de amor hice cinco cuadros y una escultura. En ellos se manifiesta cada amor antes, durante y después de este.
—Leí en Internet las críticas —dice y con sus palabras recibo un latigazo gélido en la columna—. Ahora entiendo a qué se referían. Son buenos, pero no transmiten amor. Fuera lo que fuera en lo que pensabas cuando los dibujaste no era esto.
Da un paso cauteloso hacia atrás cuando me coloco a su lado, casi me río por su reacción. También es triste que tenga por un animal lastimado que salta con cada verdad que le echan a la cara. Y la verdad objetiva es que no transmiten nada. Por eso dolieron tanto. Lo peor que pueden decirle a una persona que se gana la vida creando, es que no emociona, ni transmite nada. Nada.
Indiferencia absoluta.
—En mi familia. Pero no en ellos como tal. Sino en restregarles en la cara mi nueva vida —confieso, aunque, sin entrar en detalles.
Elio se resitúa a mi lado, con una mirada compresiva. No habla. Nos quedamos hombro contra hombro observando el cuadro. Cuanto más lo hago, menos me reconozco en él. Y menos me duele no hacerlo. Porque no quiero ser la Taianna que hizo exactamente lo que prometió no hacer; vivir para su familia. Solo ahora logro ver que mis dos años en Toronto giraron en torno a ellos. Maia tenía razón, dejé de pintar para mí y empecé a hacerlo para los demás.
Y a esa persona la quemé en la hoguera ayer. Junto con Reaven y Flora. No va volver, ni quiero que lo haga. Quiero que se quede enterrada y deje de cazarme como un fantasma.
¿Por qué quiero pintar ahora?
Para empezar de cero.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Es sábado por la mañana. Anoche me quedé dormida más pronto que de costumbre mientras veía Iron Man con Flora y Reaven, por lo que hoy me despierto temprano. Me doy una ducha antes de ir a la cocina a comer cereales. Me siento sobre la isleta meciendo las piernas. Lo mejor de despertarse temprano es la soledad, complicada de conseguir viviendo con más de siete personas. Entre el lapso de una canción y otra, escucho el sonido del timbre. Compruebo la hora en el reloj de la cocina, nada más son las ocho.
Me bajo de un salto y abro la puerta con la cuchara sujeta entre los dientes. Parpadeo al ver a Elio, apoyado de lado en el marco de la puerta; los brazos cruzados sobre el pecho. Como de costumbre, parece haberse escapado de un cuadro renacentista. Los rizos le enmarcan el rostro, despejado y un poco somnoliento, de manera despreocupada pero precisa, cada uno en su sitio. Lleva una mochila colgada en un hombro y en el otro, una manta. Viste una camiseta blanca ancha y un bañador azul marino.
Lanza una mirada instantánea a mis piernas desnudas, antes de bajarla a sus pies con la mandíbula tensada. Tomo consciencia de que estoy en bragas, con una camiseta que llega al borde mi estómago. Pero no me incomoda, no soy nada pudorosa. Además, Elio ya me ha visto sin ropa. Es tarde para pudores…
—¿Te has caído de la cama? —saludo cogiendo más cereales del bol antes que se reblandezcan demasiado. Mastico mientras Elio responde.
—Basta ya con tanto chiste… —bufa. Me río, recordando la hostia que se dio el otro día cuando fue a buscar el botiquín para Reaven—. Prepárate, vamos a salir.
Doy unos pasos atrás al ver la sonrisa indescifrable que me dedica. La misma que ponía cuando era niño antes de tírame al lago o ir a chivarse a Cara porque le había molestado.
—No.
—Sí.
—¿Adónde?
—De excursión —anuncia elevando la voz con emoción.
—No soy muy callejera —rebato.
Pone los ojos en blanco y suspira.
—Tienes diez minutos. Sino empiezo a perseguirte por la casa cantando la sintonía de Bob Esponja.
—Tampoco me amenaces. ¿Puedo terminar de desayunar? —le digo rindiéndome. Porque lo veo capaz de cumplir su amenaza y, no creo que mis compañeras de piso valoren el espectáculo. Y puede que tenga un poco de curiosidad.
—No.
—Qué mal te sienta madrugar…
Dejo el bol en el fregadero antes de ir a mi habitación. Reaven y Flora siguen dormidas, las dos en la cama de la primera. Flora tiene acorralada a Reaven en el filo del colchón. Me apuesto los dedos a que acaba despertando en el suelo, como yo hace un par de horas. Saco del armario un vestido rojo vino con dibujos de flores en ocre, de tirantes, largo y holgado que compré en un rastrillo en Toronto hace unos años. Agosto ha llegado con fuerza y, es una lástima que como sociedad todavía nos escandalice la desnudez, porque el calor es insoportable. En el baño me lavo los dientes, me deshago el moño y me atuso el pelo. De vuelta en la habitación recojo el móvil de la mesilla, el tabaco y regreso al salón.
Elio está secándose las manos en un trapo después de fregar los restos de mi desayuno. Le tiendo mis cosas para que las guarde en su mochila y me calzo las sandalias, sentada en el escalón de la entrada.
—¿Voy a arrepentirme? —inquiero a Elio cuando se planta delante de mí y me ofrece la mano para ayudarme a levantarme.
—No lo sé. Pero tienes prohibido pegarme.
«Vamos, que sí lo haré», pienso. Elio contrae los dedos para que acepte el ofrecimiento, sonriendo a pleno, con su sonrisa cuadrada que le encoge los ojos hasta convertirlos en dos simpáticas rendijas. Me quedo unos momentos mirando la mano con recelo. No se me da bien confiar en la gente, en ninguna circunstancia, ni para lo más mínimo. Prefiero depender de mí enteramente, incluso para lo más mínimo.
Me levanto por mi propio pie, pero de todas maneras salgo de casa. Porque es época de cambio y porque con este chico la curiosidad siempre vence a cualquier otra emoción. En el porche aguarda Verne, meneando el rabo de lado a lado. Al ver a su dueño se pone a saltar y ladrar, se adelanta a nosotros y corre por el camino de entrada.
Tomamos el camino en dirección al pueblo. Las terrazas están repletas de la mezcla homogénea entre residentes y turistas que corresponde al verano. Es muy fácil distinguirlos. Los habitantes del pueblo se quedan mirándonos, giran los cuellos para continuar haciéndolo cuando nos alejamos y cuchichean.
—¿Tengo restos de pasta de dientes? —pregunta Elio desconcertado cuando estamos en el paseo del puerto. Levanta la mano para saludar a un grupo de señoras que apartan la mirada, escopetadas porque las ha cazado.
—Pueblo pequeño, Infierno grande… Están hablando sobre nosotros. —Carraspeo y busco mi voz aguda de señora octogenaria que se mete en todo—: «¿Esa no es la hija menor de los Favro? Nadie sabe por qué ha vuelto» «¿Y él…?» «Es uno de los nietos de Cara, ha venido con el morenito a ayudar». «Pepa, no seas anticuada, ya no se llama así a la gente de color». «Seguro que hay algo turbio en ese asunto, te lo digo yo». «¿Estarán juntos? El chico es demasiado guapo para ella».
Elio se sorprende al principio, sus ojos redondeados por esta. Antes de soltar una carcajada y aplaudir, Verne empieza a ladrar y más atención se atrae hacia nosotros. Le saco la lengua a la Rita, la zapatera, cuando se queda mirando de más.
—Gracias, gracias… —le hago una reverencia.
—Bueno, sí que nos acostamos —comenta meneando las cejas y frunciendo los labios parodiando una expresión seductora.
—¡Cállate, van a oírte!
—Me duele que reniegues así de mí. —Suelta un suspiro melodramático, con la mano en el corazón—. Las señoras tienen razón, soy demasiado guapo para ti.
Le pego una patada que tan solo le hace reír. Me tomo la situación con humor, pero no me agrada que se extiendan rumores de mí por el pueblo. Sobre todo, si conciernen a mi inexistente vida amorosa. Porque siempre le llegan a mi madre y, mañana, cuando vaya a trabajar seguro que me acribilla a preguntas. Y ya hace los suficientes acerca de Elio y por qué pasamos tanto tiempo juntos sin ningún aliciente.
Salimos del paseo y tomamos el camino hacia los colegios e institutos. Desembocamos en las praderas donde se encuentran las granjas. Aquí el sol es más intenso y el polvo me reseca la garganta. Elio me va contando que ayer en el Tasty Pastry fue una mujer con su marido y, que cuando este se marchó, ella se sacó el anillo y poco después apareció otra mujer. Las pilló liándose en la parte trasera de la repostería, entre los cubos de basura, como dos adolescentes.
—¿No me vas a decir adónde me llevas? —pregunto cuando llevamos cerca de media hora caminando. Me duelen las piernas y tengo el cuello empapado en sudor.
—Es una sorpresa. Ten paciencia.
—Odio las sorpresas.
—Lástima, a mí me encantan.
Arrugo la nariz con desagrado.
Cruzamos distintos paisajes; campos de flores, cerezos, trigales, praderas verdes donde pastan ovejas… Entonces el aire caliente se carga del aroma suave, dulce y un poco ácido de los melocotones; los melocotoneros se expanden a ambos lados del camino, con sus hojas de un verde intenso y los melocotones de distintas tonalidades. Me olvido de que estoy cansada y me adelanto a Elio, corriendo para situarme en la linde del camino.
Cierro los ojos e inspiro hondo. Este es mi lugar favorito de Galena. Mi padre es amigo de la dueña y en septiembre nos traía a recoger los melocotones maduros. O, antes, veníamos a pasear. Martina y yo nos pasábamos horas jugando al escondite entre los árboles, mientras papá se echaba la siesta bajo alguno de ellos después de que lo agotáramos.
—Sea donde sea que quieras ir, sigues sin mí —le digo a Elio cuando se sitúa a mi lado.
—Es aquí.
Deja la mochila en el suelo y extiende la manta sobre el césped, a la sombra de un árbol. A continuación, saca una botella para perros y le da de beber a Verne, antes de que este se vaya a corretear. Me descalzo y me siento sobre la manta, con la espalda apoyada en el árbol. Elio está frente a mí, de rodillas sobre ella.
—¿Por qué querías venir? —Levanto la vista a las ramas, por donde se filtran líneas de luz. Me alegra que mi reticencia inicial no me impidiera acompañarlo.
—Vas a dibujar.
Mi cuerpo se queda tieso al escucharlo. Cuando lo miro, veo que de la mochila ha sacado un cuaderno de dibujo y una caja con lápices. Ambos objetos parecen nuevos, sin estrenar. Y me resultan de lo más amenazantes. «Por esto me ha dicho que no le pegase».
Despego los labios preparada para poner mil excusas sobre por qué no puedo hacerlo. Pero Elio me acalla adelantando una mano.
—Inténtalo. Tienes que perder el miedo. —Deposita el cuaderno en mis piernas extendidas y la caja a un lado de ellas. Con el cuidado con el que le ofreces comida a un animal salvaje.
—No sé si podré —confieso, pasando los dedos por la tapa.
Vivo en un constante juego de cuerda; por un lado, tiran mis ganas de hacerlo, bullentes e ilusionadas. Es una necesidad compulsiva. Por otro, el miedo. Sé que dejo que me arrastre a su lado seguiré atrapada en este vacío que me acompaña a todas partes. Pero el hecho de salir de él es aterrador porque el resultado puede ser que no sea capaz de dibujar de nuevo.
—Busca algo aquí que te guste e imítalo en la hoja. Tienes que copiar, no crear. No tiene que ser bueno, ni emocionar. Solo tiene que estar en la hoja.
—Pero…
—Terapia de choque, Taianna. Cuanto más dibujes menos miedo te dará hacerlo cada vez —interrumpe de nuevo. Me mira tentativo antes de abrir el cuaderno—. Es como cuando me enseñaste a llevar una bandeja. Hazle creer que no te importa.
«Yo no sé para qué abro la boca».
—Deja las terapias para los profesionales.
—No nos vamos a ir hasta que dibujes.
—¿Y si morimos deshidratados?
—He traído agua, no te preocupes.
Nada, no hay manera. Y algo me dice que si intento salir corriendo es capaz de atarme al árbol. Tomo aire de manera entrecortada. Pero termino por asentir. Elio me aprieta en la rodilla para darme ánimos antes de tumbarse de espaldas sobre la manta. Usa los brazos de almohada y cierra los ojos.
Durante un rato, lo único que consigo es abrir la caja y sacar el lápiz negro. Lo hago girar entre mis dedos, sintiendo el tacto liso de la madera en la piel. Lo acerco y alejo de la hoja sin llegar a colocar la mina en el papel. Reculo cada vez que una de las críticas acude a mi cabeza y me estrangula el corazón.
Apoyo lo cabeza en el árbol, clavándome la corteza rugosa en el cráneo. Miro a Elio, que parece haberse quedado dormido. El sueño le redondea las facciones, aunque la línea de su mandíbula continúa marcada. Las pestañas largas descansan en las comisuras de sus ojos. La luz del sol juega con la sombra de las ramas en su cuerpo. En su pelo negro aparecen reflejos caobas.
Observándolo, siento el estallido que viaja hasta mis dedos, incitándome a crear. Esta vez no lo rechazo. Tomo aire y me dejo impulsar por él. El primer trazo en el papel es impreciso, temeroso y casi vuelvo a recular. «No pares». Respiro hondo, continúo. Me sumerjo en una batalla constante con mi cabeza. Pero más trazos nacen en el papel. Y, cuando me quiero dar cuenta, caigo en trance. Mi mano cobra vida propia y desoye cualquier mierda que le manda mi cerebro. Negro. Azul. Amarillo. Naranja. El sonido de la mina rasgando el papel. Más trazos.
Cuando termino, tiro el lápiz a un lado.
La adrenalina me zarandea por dentro. Me siento como si me hubiera lanzado por un precipicio y, por imposible que pareciera, he sobrevivido. Tan imposible que me cuesta procesarlo. Pero lo he hecho, he sobrevivido. He dibujado. Y necesito más.
Mi mirada se cruza con la casa unifamiliar que hay en el campo de enfrente. Paso la hoja y vuelvo a agarrar el lápiz. Me enfrento a otro momento de miedo y duda, pero clavo la mina en la hoja con empeño. Empiezo a dibujar la casa, que me sé de memoria. Y, cuando acabo con su estructura, sin quererlo, añado las figuras de dos niños pequeños sentados en el camino. Una niña de trenzas largas y un niño con el pelo revuelto.
Al acabar, levanto la vista y me sobresalto al encontrar a Elio despierto. Se ha sentado y sostiene el peso de su cuerpo con un brazo, mientras que con el otro acaricia a Verne, que tiene la cabeza apoyada en sus piernas. Sus ojos están clavados en la casa y sonríe. Sé que él no se acuerda de nada. Pero yo no puedo evitar rememorar todas las veces que, como en mi dibujo, nos sentamos frente a esa casa y nos imaginamos viviendo en ella de mayores. Elio se dedicaría a leer, yo a dibujar; nos alimentaríamos de melocotones e iríamos al pueblo de cuando en cuando para que nuestras familias no se preocuparan.
Me resulta raro darme cuenta que la Taianna de siete años no se imaginaba su vida fuera de este pueblo. Recordar que hubo un tiempo en el que no lo aborrecí.
—Has dibujado —Vuelvo a mirar a Elio, que observa el dibujo de la casa sonriendo.
—Y nadie ha muerto deshidratado —sonrío de regreso.
Tengo el corazón cansado de tantas pulsaciones y me siento como si estuviera dentro de una noria que va a toda velocidad. Pero, bajo todo eso, hay una calma plena que hacía tiempo que no experimentaba.
—¿Puedo verlo? —pide poniéndose de rodillas y arrastrándose hacia donde estoy.
Cambio la hoja al primer dibujo. Me despego del árbol y se lo tiendo. Se le arquean las cejas al encontrarse a sí mismo en la hoja. Se inclina más sobre el cuaderno, analizando el dibujo con minuciosa atención. Experimento un pico de pánico porque de pronto me siento expuesta. Sin embargo, desaparece cuando Elio levanta la vista y sonríe.
—¿Por qué has usado estos colores? —pregunta lanzándome un vistazo antes de centrarse en el dibujo de nuevo.
Lo miro también, inclinándome hacia él. Es Elio durmiendo, tal como estaba antes. Lo he dibujado usando distintos colores: predominan el amarillo y el azul, lamiéndose, pero sin llegar a mezclarse, con algunas salpicaduras de naranja; limitando el negro a los contornos de su cuerpo y sus facciones.
—Todos tenemos colores. Esos son los tuyos —explico. Esta es su paleta, la que he pasado descubriendo estas semanas. Él no dice nada, solo mira el dibujo con más atención—. Gracias por obligarme a hacerlo, Elio.
—No he hecho nada —reniega, encogiéndose de hombros. Pero se equivoca.
Levantamos la vista a la vez. Estamos más cerca de lo que esperaba, si moviera un poco la cabeza mis labios rozarían los suyos. Es en esta cercanía peligrosa e inconveniente, que aparece si me despisto, donde la electricidad de la noche en que nos acostamos comienza a fluir y a arrastrarme hacia Elio. A la que me resisto constantemente, porque no repito polvo y porque no quiero liar las cosas. Aunque sea tan atractivo que dé rabia.
Pero en este instante, con las emociones por fuera, el olor de los melocotones mezclándose con su colonia, sus ojos clareados por el sol y su piel morena… Bueno, cuesta resistirse. Y estoy decidida a no hacerlo cuando mi teléfono empieza a sonar y me saca del trance. Elio se asusta y se cae de culo sobre la manta. Yo me quedo quieta, regañándome en silencio por lo que iba a hacer y por la decepción que se ha quedado en mi pecho. Elio pelea con la cremallera para sacar el móvil, se le resbala de los dedos cuando intenta pasármelo. Me incorporo y lo agarro por mí misma.
Es una llamada de Flora.
—Dime —descuelgo. Me rodeo las rodillas con un brazo y clavo la vista en las flores de mi vestido.
—Tu hermana ha traído a Jasón. Tengo que marcharme a Toronto, así que vuelve de donde sea que estés… ¿Dónde estás, por cierto? Es raro que hayas salido de la cama tan temprano.
—Ahora voy.
Chasco la lengua cuando la llamada finaliza. Miro la pantalla, no hay ningún mensaje de Martina avisando —ya que no pregunta, lo mínimo que me avise con antelación— de que llevaría al niño. Pero espero de demasiado, como siempre.
La casa aparece en mi visión periférica. Ojalá pudiera quedarme a vivir aquí y no regresar nunca.
indigo.
----
Re: Our twenties
holaaa!!
Aquí dejo mi capítulo! Voy a estar escribiendo los comentarios que debo también Que disfruten
Aquí dejo mi capítulo! Voy a estar escribiendo los comentarios que debo también Que disfruten
hange.
Re: Our twenties
CAPÍTULO 26.1
mandu. • Flora & Marco
- Wake up, you need to make money:
Los domingos son para dormir. Para tomar una siesta que dura de la mañana a la tarde completa, salir a pasear un rato o jugar con la play por horas. Por eso, cuando suena mi celular con la música de Beyoncé a todo dar, casi me caigo de culo de la cama.
Con los ojos cerrados, quito el volumen del teléfono y me giro para quedar acostado en mi estómago, planeando seguir durmiendo. Para mi desgracia, Pongo decide hacer aparición después, empezando a patear como puede junto a mi cama. Todavía no puede saltar encima, pero dudo que le falte mucho para poder hacerlo. Da saltos pequeños a cada rato.
Abro un ojo y miro a Pongo, sentado frente a la cama, con la cabeza ladeada y el hocico moviéndose hacia mí, como esperando algo. Agarro el celular para ver la hora y otra llamada me interrumpe. Intento rodar el único ojo que tengo abierto cuando veo que son mis hermanos.
—Venga, Pongo.
Al final decido levantarme. Me incorporo en la cama, aun con la pijama puesta y agarro a Pongo para sentarlo en mi regazo. Dejo la llamada correr, mientras bostezo y acaricio a mi perro.
No hablo tan a menudo como quisiera con mis hermanes. Por video llamada, quiero decir. Nos mandamos memes diarios por el grupo familiar que tenemos (uno sin nuestros padres), y fotos de algo relevante en nuestro día a día. Cada uno tiene sus ocupaciones. Alda es con quien más frecuentaba, la menor, pero como me largue de Toronto, ahora eso se redujo a las veces que podemos hablar.
A la tercera vez que llaman, contesto el facetime y veo mi rostro adormilado y con las marcas de la sábana en una mejilla mientras espero que las demás pantallas carguen. Debería afeitarme en unos días, no me gusta dejar que crezca mucho o me salen espinillas y es irritante.
—¿Ese es Pongo? ¡Ya creció! —Alda es la primera en aparecer, chillando a todo dar.
Lleva el cabello en un moño rizado desaliñado y recuerdo que ha estado visitando a una amiga en California, muy notable en su nariz más morena de lo que ya es, con la piel escamando.
—Solo un poco, pero sí —respondo—. ¿Por qué me están bombardeando el teléfono un domingo?
—Tú dinos —dice Amelio.
Su voz suena algo entrecortada. Trato de recordar en dónde dijo que estaría estos meses, algún lugar de Indonesia. Parece estar tirado en un patio, rodeado de montañas, aunque no se ve mucho porque ya es de noche.
—Exacto —se une Massimo, el mayor de todos—. ¿Quieres decirme por qué papá me llamó diciendo que no había estado tan decepcionado desde que me fui de la casa? —suelta una risotada y se frota la barba.
—¿Dijo eso? —Amelio arquea sus cejas— No pensé que alguien lo superaría.
A pesar de que Massimo es la copia de papá, alto, rostro serio y actitud fuerte, no podrían ser más opuestos. En vez de escoger una carrera tradicional, dijo que sería tatuador y se largó desde que pudo de la casa. Después de unos años estableció su propia tienda en Ottawa, y a pesar de que nosotros estuvimos encantados, mis padres —específicamente papá—, todavía parece como si le hubieran matado a alguien cuando se lo mencionan.
—No puedo creer que te haya llamado —ruedo los ojos—, es un exagerado.
—Sí, debieron verlo el día de la graduación —agrega Alda, sacudiendo la cabeza—. Al menos la abuela lo mandó a callar.
—Dígannos exactamente qué pasó —Massimo se mueve por su estudio, puedo ver cuadros a tinta por detrás suyo—. Sé que ni él ni mamá dijeron toda la pintura. Y cuando hablo con Cara, se rehúsa a contarme el chisme —refunfuña.
Suelto una risita e ignoro el punzón en mi estómago. A pesar de que el trabajo y la distancia no les permiten visitar mucho, Massimo y Amelio siempre han tratado de mantenerse en contacto con la abuela. Me sorprendió verla siendo capaz de usar facetime y videollamadas de whatsapp para hablar con ellos, unas semanas después de establecerme en Galena. Me contó como Flora y Paco se sentaron a enseñarle por horas.
—Solo escuché que dejaste ir mucho dinero por la borda, o algo así —musita Amelio, encogiéndose de hombros—. Así que cuenta —sonríe con malicia.
A veces su picardía me recuerda a Cara. De todos, es quien más se parece a ella, con la misma nariz y ojos. Aunque Amelio se parezca a papá, él también se parece a su papá, que por algunas fotos que he visto era Massimo, Alda y yo nos parecemos más, salvo que su cabello es tres veces más largo y rizado que él mío, y su tono de piel más oscuro.
—No quería que viniera a atender a Tasty con la abuela —explico, acariciando las orejas de Pongo—. Porque me ofrecieron trabajar en una cadena de restaurantes en Europa, y me serviría para pagar la deuda de la Universidad.
—¿Y por qué decidiste quedarte? —inquiere Massimo— A principio de año Cara mencionó que tenías muchísimo sin pasarte por allí.
Aprieto la quijada y desvío la mirada hacia Pongo, distrayéndome con sus pequeñas manchas.
—Y fue de sorpresa, según lo que sé —agrega Amelio—. Flora me mandó fotos y mensajes explícitos de cómo iba a quedarme sin hermano y sin primo-
—¿Flora? ¿Desde cuándo hablan? —la pregunta me sale sin pensarlo.
Pero es difícil creer que Flora te-asesinaré-con-la-espátula le tenga tanta confianza a mi hermano. Tengo la sensación de haberme perdido de muchas cosas mientras estaba metido en la universidad, en mi vida social y en buscar préstamos para no quedarme sin la carrera.
—Depende, ¿por qué la pregunta? —Amelio enarca una ceja.
Alda y Massi imitan su expresión, con sonrisas sardónicas y risitas para nada disimuladas. Ruedo los ojos y carraspeo, acomodándome en la cama.
—Porque parece que quiere asesinarme desde que llegué —explico—, y a Elio también. Pensé que eso se extendía a toda la familia.
—Soy la excepción, ¿qué te puedo decir? —Amelio me dedica una sonrisa torcida.
—A mí también me trata bien —Alda se encoge de hombros—. Digo, es enojona y eso, pero me cae bien de todas formas.
—Ya, muy bien, excelente —los corto, rodando los ojos—. ¿Qué más quería saber o ya tienen la información que querían?
Los dejo y se pasan horas fastidiándome. Claro que, si no fuera yo el objeto de burla, no me importaría para nada. Pero ahora mismo no me sienta aguantar sus comentarios. De todas formas, no tienen reparos en reírse en mi cara.
—Aún no respondes porqué decidiste mudarte a Galena, nunca nos mencionaste nada de eso —Massi coloca el celular en algún sitio y se cruza de brazos, entrecerrando los ojos.
—Exacto, no te vas a escapar —mi hermana coloca el mentón en sus puños, dedicándome toda su atención.
—Te puedo enviar mil mensajes si no respondes. Soy bueno en eso —agrega Amelio.
Suelto un suspiro profundo y me dejo caer hacia atrás, apoyando la espalda en los colchones. Me rasco la corta barba, buscando las palabras. Que ya están ahí, pero sacarlas es otra cosa totalmente. No porque me cueste hablar, sino porque este tema en específico me hace sentir bien y mal al mismo tiempo.
—Papá le pidió, bueno, más bien le ordenó a Cara que se retire —empiezo, sin mirar la pantalla—. Había pensado en hacer un tiempo en Europa y volver, más por el dinero que otra cosa, pero entre todo eso y los días que estuve aquí después de tanto tiempo, recordé porqué había empezado todo —me encojo de hombros—. Y ya no quería dejar a la abuela más tiempo sola…bueno, no, pero ustedes entienden.
Hay un silencio en la línea. Bajo la mirada hacia la pantalla y veo que los tres me están mirando con seriedad, pero no sé muy bien qué refleja eso. Hago una mueca —pensando en más cosas que agregar. Pero me muerdo la lengua. No quiero hablar de culpabilidad ni de vergüenza con nadie.
—Hmmm, está bien —Massi es el primero en hablar—. Me alegra que hayas tomado una decisión por ti, aunque haya significado discutir con ellos —me da una mirada penetrante.
Massimo sabe lo que me cuesta. Enfrentarme a ellos. No soy como él o Amelio, que pudieron agarrar sus cosas e irse. Incluso ahora, me fui con la mitad de la verdad empacada, sin decirles claramente que no planeo moverme de Galena.
—Gracias —aprieto los labios.
Otro silencio. Sin embargo, no lo siento cargado. Más bien, contemplativo. Por todo lo que nos fastidiamos, son la mejor red de apoyo que tengo. Aunque sea a distancia y con pocas palabras.
—¿Cómo vas a pagar las deudas? —inquiere Amelio, después de un rato.
—Con dolor, sudor y lágrimas —sonrío de lado.
La llamada dura un rato más. Amelio nos enseña su casa Airbnb por estadía en Indonesia, Alda habla de cómo aprendió a surfear un poco y Massimo nos enseña su último tatuaje, una especie de paisaje fantástico en la espalda de un hombre robusto. Les hablo de la repostería, Cara y Paco, que no deja de fastidiarme cada que puede, y cómo es trabajar con Elio y Flora. Vuelvo a sorprenderme cuando me entero de que a veces Flora participa en las videollamadas cuando Cara habla con Alda o Amelio, y despacho el sentimiento amargo que resurge en mi estómago.
Cuando termino la llamada, a penas me da tiempo a darle comida a Pongo y preparar algo para mi cuando suena otra vez. ¿Qué sucede hoy que todos me llaman?
Contesto sin mirar, esperando que sea alguno de mis hermanes. Pero me equivoco.
—¿Por qué no has llamado? —la voz de mi padre suena acusatoria y fría.
Mi primera reacción es decirle que él tampoco lo ha hecho, a pesar de que sí he hablado con mamá. Me trago las ganas. No va a cambiar nada y no me apetece discutir. Me voy con la mejor opción.
—He estado ocupado —coloco el celular en altavoz mientras friego, aprovechando que estoy solo en el departamento—. Ya sabes, trabajando…
—¿Hasta cuando vas a seguir jugando al pastelero local? —me interrumpe.
Inspiro por la nariz, apretando la quijada. Casi se me sale un “¿qué te importa?”, pero no me atrevo.
—No se para que llamas si ya sabes qué decisión tomé.
—Podrías haberte ido a probar esa oportunidad y después volver…
—¿Para eso llamaste? —cierro la llave con agresividad y mi tono de voz sube.
Nuestra relación nunca fue la mejor. Siempre se mantuvo entre distanciamiento, expectativas, reglas y comentarios frívolos. Pero éramos cordiales, y a veces nos llevamos bien. Siempre y cuando yo siguiera su corriente. E ignorara sus comentarios hirientes. Aunque los tuviera grabados de por vida, como el hecho de que pensaba que me iba a morir de hambre por estudiar gastronomía y se negó a darme un centavo.
Ahora que estoy empezando a cambiar y me harté de sus mierdas, a veces no sé cuando ser Marco con la máscara y Marco de verdad. Con mi madre todo es más fácil, pero ella tampoco se mete demasiado, y no sé cómo sentirme al respecto. Prefiero no pensar en eso, realmente.
—Bueno, pasa una linda semana… —digo, a punto de colgar.
—Sí, gracias —carraspea—. Ah, las cosas que pediste para tu perro llegaron aquí, asumo que fue porque se te olvidó cambiar la dirección —comenta, con un tono de voz más cordial—. Te lo enviaré con Alda en una semana, cuando vuelva de viaje. Dijo que quería ir a visitar.
—Oh…está bien, gracias.
—¿No necesitas nada ahora mismo?
—No, puedo esperar.
Esa es otra cosa que siempre me ha descolocado. Cuando cambia de careta y se pone a hablar como si todo estuviera bien siempre, y no sé cómo reaccionar. La conversación se mete en un silencio incomodo más rápido de lo que me gustaría. Antes habría buscando de que hablar sin problemas, y tengo que obligarme a mí mismo a no hacerlo. Lo único que va a provocar es a darle más motivos para cuestionar todo lo que digo o hago.
Al final, me pregunta por Cara como si no fuera un gran hipócrita y se despide con una frase que me hierve la sangre.
—Piensa en lo que te dije, todavía tienes tiempo de corregir tu error.
—Adiós.
Cuelgo el teléfono, preguntándome por qué tengo que aguantarlo incluso cuando ya no vivo con el. Decido que encerrado no voy a resolver nada. Pongo el concierto de Beyonce a todo dar y me meto al baño, buscando dejar salir todo el malhumor.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Termino saliendo de la casa, paseando a Pongo por el vecindario. Grabo un poco de Pongo caminando y corriendo por las aceras de Galena, oliendo flores y extraños por igual. Esta vez no olvido varias fundas plásticas, por si se le ocurre dejar regalos en la calle.
Los meses pasan más rápido de lo que llego a detenerme a contemplar. Con el día a día en el Tasty, visitando a la abuela y luchando contra ella para que no se nos vuelva Hulk y luchando contra Flora y Paco, estamos en agosto antes de darme cuenta. Acostumbrarme a la nueva vida no ha sido tan difícil cómo pensé. Lo más complicado de mi día es salir vivo de la cocina cuando la comparto con Flora, o evitar que mate a algún cliente cuando la ponen a atender.
No sé si debería extrañarme o no. Que me meto allí y se siente como si siempre haya sido mi lugar, y que me tomé un buen tiempo en aceptarlo. La culpa de dejar a la abuela tirada por un tiempo no disminuye con ese pensamiento. Cara sin habérmelo propuesto, pensando
Sigo el camino hacia el vecindario donde está la residencia, y en poco tiempo estoy cruzando el umbral de la puerta de la casa de Cara. Tengo a Pongo en brazos desde que cruzo el patio de la entrada, por si acaso. Me llega la vaga idea de dar una caminata por el parque, ahora que tiene su bastón (a pesar de que lo usa más como arma que otra cosa); o simplemente sentarnos a ver una película.
—¿Abuela? —no hay respuesta.
Cruzo por la sala, extrañándome que no haya nadie merodeando por aquí un domingo en la tarde. Después de unos minutos, Elio me responde que ha salido con Taianna. Estoy a punto de mandarle una nota de voz fastidiándolo, cuando unas voces me llaman la atención.
Guardo el celular en mi bolsillo trasero y me acomodo a Pongo entre mis brazos. Avanzo por el pasillo hasta la puerta que está detrás de la cocina, la cual lleva al patio trasero. Allí me encuentro con Cara, Flora y un horrible olor a químicos. Mi abuela está sentada en una de las sillas del comedor, que supongo que Flora ha cargado hasta aquí. Y Flora está con las manos en guantes, poniéndole tinte en toda la cabeza.
—Me está picando ya —refunfuña Cara, removiéndose en la silla.
—Aguanta un momento —replica Flora—, te lo acabo de poner. ¿De qué lado te pica?
—En todas partes.
—Por eso no quería teñirte —veo los hombros de Flora tensarse—, te quejas por todo.
—¿Disculpa? Eres tú la brusca —intenta darle un manotazo, pero por su posición, falla—. ¿Quién te enseñó a teñir así?
—Tengo como dos años tiñéndote la cabeza y de repente te molesta —refuta, sin dejar de colocar el químico en su cabeza—. Para la próxima ve al salón de la vieja Ramírez y que te cobre un riñón. No me importa.
—¡Qué insolente eres!
Cara ahoga una exclamación y hace todo un espectáculo de cruzarse de brazos y moverse, para hacerle el trabajo más difícil a Flora. No puedo evitar soltar una risita, alertándolas de mi presencia. Y Pongo que quiere saltar a saludarlas desde que hemos entrado, suelta unos ladridos agudos.
—¿Quién está ahí? —Cara intenta girarse, pero Flora no la deja.
Echa un vistazo por su hombro y rueda los ojos cuando me ve.
—Una cucaracha —responde, dándome la espalda.
Dejo a Pongo en el piso y avanzo, sin soltarle la correa. Rodeo la silla, para verles la cara y le paso la mano por la mejilla a Cara.
—Sabes, abuela, si quieres te puedo teñir yo para la próxima —apoyo mi brazo libre en mi cadera—, también me tiño yo mismo y soy mejor compañía que cierta persona.
—¿Sabes qué pasa si te tiro esto en la cara? —Flora no tarda en responder, levantando el peine con un poco del tinte.
—No empiecen otra vez —interrumpe Cara—, suficiente tuve con esta semana en la repostería. Déjenme descansar un día.
Le doy una sonrisa a ambas, que se ensancha cuando Flora refunfuña por lo bajo y me dedica una mirada fulminante. Cuando Pongo hace amague de acercársele, lo fulmina a él.
—Como usted diga, mi señora —hago una inclinación de cabeza.
Flora no responde, se limita a rodar los ojos y seguir con su trabajo. Termina de colocar el tinte en la coronilla de la cabeza y le pone una funda de plástico al final.
—35 minutos —dice, mirando su celular—. Voy a hacer café mientras tanto.
—Calienta las galletas, también, por favor.
Cuando Flora se mete a la casa y nos quedamos solos, Cara me mira con esos ojos oscuros y sabiondos que me hacen preguntarme si la magia existe. O simplemente es porque tiene muchos más años que yo. Sea como sea, dice exactamente lo que necesito escuchar.
—Hablaste con Junior, ¿cierto?
Trato de sonreír, aunque creo que sale torcido. Abuela disfruta de decirle Junior a mi padre, aunque no se parezca en nada a su nombre, solo porque le irrita.
—¿Tanto se me nota? —me siento en el césped, frente a ella.
Pongo automáticamente se acurruca en mi regazo. Le acaricio, repartiendo besos por encima de su cabeza.
—No, es que yo lo sé todo —me guiña un ojo, por siempre picara—. Y te conozco. Ya te he dicho que no le hagas caso a lo que dice. La mitad del tiempo no sabe expresarse y dice algo mal, y la otra no sabe lo que está diciendo. Las dos están mal, no tú.
Intento reírme, pero sale apagada, recordando su expresión de pastelero local. Nunca aprobó mucho de mi carrera, a pesar de que haya visto que el negocio de Cara es exitoso dentro de lo que cabe. Realmente, nunca aprueba nada que no sea como él lo diga. No debería hacerme efecto después de tantos años, pero aquí estamos.
Cara agarra la toalla que tiene en los hombros y se rasca un poco detrás de la oreja, cuidando de no tocar el tinte. Aprieta los labios un poco, dándome una mirada que me hace sentir como cuando intentaba decirle una mentira y me atrapaba.
—¿Qué te dijo ahora?
—Nada nuevo —ruedo los ojos—, todavía sigue dolido porque no me fui al otro trabajo. Y de repente le importa que no lo llamo.
—¿Y por qué no lo llamas? Es tu papá-
Suelto un sonido entre chasquido y bufido antes de que ella termine de hablar. Es la excusa más tonta y lo sabe.
—No, gracias.
—Solo llámalo para callarle la boca —sonríe con malicia—. O mejor, me das el teléfono a mí, que yo le digo un par de cosas para que vea.
Eso sí me hace reír. De solo imaginarme a Cara sermoneando a mi papá y luego colgándole sin darle chance a responder pone una imagen mental en mi mente muy divertida. Trato de no recordar de la última vez que nos vimos, cuando Cara acabó en el hospital. No quiso decirme exactamente qué la hizo ponerse tan mal, y no importa cuanto haya preguntado, mis padres no dan detalles.
—Me gustaría ver eso —admito, sonriendo.
—¿Puedo unirme a la llamada? Yo también tengo cosas que decirle —Flora aparece otra vez, cargando una bandeja con el café y las galletas.
Coloca la bandeja en el césped, y le pasa una tasa a cara junto con sus galletas. Me doy cuenta de que ya está endulzado, igual que el suyo, y me pasa por la cabeza el pensamiento de que pareciera que Flora vive aquí. No en un piso más arriba que forma parte de la residencia. Y me digo que es cierto, es la que ha vivido con Cara, por mucho más tiempo del que me gusta admitir.
—¿A mi padre? —pregunto, tratando de distraerme.
—Claro. No me cae bien —espeta, soplando su café—. Sin ofender.
Su tono de voz no me asegura el hecho de que realmente no quiera ofender, pero lo dejo pasar —estoy al tanto de que no es la persona más agradable. No respondo, preguntándome si habrá escuchado más de la conversación con la abuela y esperando que no se le ocurra mencionar nada de eso.
—Yo venía a preguntarte si querías ir al parque o a ver una película —digo, cambiando de tema.
—Después de que me saque este tinte, no tengo problema —dice mi abuela, señalando su cabeza—. ¿Cuánto tiempo es que falta, otra vez?
Mira hacia Flora, que se ha mantenido de pie apoyándose en la pared. La mira con confusión falsa, como si no tuviera el celular con el temporizador en su regazo. Flora rueda los ojos y sigue tomando café, sin responderle.
—Respóndeme, descarada.
—Te vas a dar cuenta cuando suene la alarma —frunce los labios—. Marco, aleja a tu perro de mí.
—Deja de decirlo como si fuera una cosa horrorosa, como tú —acerco a Pongo a mí, protegiéndolo de la mirada grosera de Flora—. Es una preciosidad.
—¿Quieres que te demuestre la definición de horroroso? —da un paso en mi dirección, amenazante.
—Cinco minutos —interrumpe Cara—, no puedo tener cinco minutos con ustedes. Me hacen sentir más vieja de lo que soy.
—No es mi culpa —masculla Flora, terminándose su café.
—Nunca lo es —murmullo contra mi taza, pero Flora me escucha, y me da una mirada que promete nada bueno.
—Si siguen así, van a tener turno juntos hasta que aprendan a resolver sus diferencias.
La amenaza es suficiente para callar a Flora, que se pone tan recta como un poste eléctrico. Cara no parece bromear, tampoco, mirándonos sin ningún amago de diversión en el rostro. Es suficiente para que dejemos de discutir hasta que es momento de lavarle la cabeza; sin embargo, siento las miradas fulminantes ocasionales que me da.
Suspiro. Se supone que venía a relajarme. Al final las espero en la sala, buscando el blower para secarle el cabello a Cara cuando salga de la ducha y posiblemente, pasar la tarde con ella sin hostilidades externas.
Y obtengo mi deseo. Flora se va a hacer su tesis, y faltando poco para el atardecer, Cara, Pongo y yo emprendemos una caminata hacia el lago. La brisa de la playa contrasta con el clima cálido, que se va refrescando a medida que oscurece. Cara camina un poco más aliviada con el bastón, aunque haya que obligarla a usarlo —cuando no lo olvida a propósito. El cojeo disminuye y eso es lo que importa.
Pongo no ha venido por la playa aun, así que corre emocionado por la arena, hasta donde da la cuerda al menos. No pienso soltarlo hasta tenerlo entrenado bien. Avanzamos por el bazar que da a la playa, con destino a los bancos que están en el mirador. Hay personas por aquí y allá, jugando volleyball, haciendo ejercicio, comiendo helado o simplemente bañándose.
Estando con Cara es uno de los pocos momentos que disfruto el silencio. Donde no siento esa presión interna y externa de llenarlo con algo, aunque sea la conversación más superficial del mundo. Cuando llegamos a un banco vacío, sujeto a Cara de la espalda para ayudarla a sentarse, aunque me manotea para que la deje en paz. Tomo asiento junto a ella, envolviendo la cuerda de Pongo en mi muñeca.
—Entonces—empieza Cara, con la vista fija en el agua— ¿Por qué compraste un perro de la nada? ¿Tan mal te sientes?
Me ahogo con mi propia saliva, tosiendo un poco.
—¡Abuela! No tienes nada de tacto, ¿te lo han dicho? —acuso, alzando un poco la voz.
—No llegue a esta edad por tener tacto —me da una mirada que es presumida y de reproche a la vez—. Te hice una pregunta.
—No es nada de eso. Siempre quise un perro —me rasco el cuello, mirando hacia el horizonte—. Nunca me dejaron en la casa, y en el campus universitario tampoco podía. Además, no sabía si iba a tener tiempo o la capacidad de cuidarlo como debe ser.
—¿Y ahora sí?
No la miro, pero su voz es dura. El atardecer pinta el cielo de tonalidades rosadas y naranjas suaves, pasteles, que se pierden en la línea en que se conectan con el agua.
—Eso creo —me encojo de hombros—. Decidí dejar de tener miedo y solo hacerlo.
—Hmm… —Cara me da una mirada picara—, ¿y estamos hablando solo del perro?
Siento mi rostro calentarse y desvío la mirada hacia Pongo, con ganas de esconderme. Que solo aumentan con la carcajada sonora de mi abuela. Sabe cómo dar en la diana, y todavía no se si eso me gusta o no.
—Estoy aquí porque quiero —murmuro y me encojo de hombros—. Siento no haberlo hecho antes.
Cara choca suavemente su hombro con el mío, haciéndome levantar la mirada. Me dedica su sonrisa, llena de arrugas y experiencia, pero también una alegría que me saca un poco del peso de encima.
—Me alegra que estes aquí, igual que Elio —me da un apretón de mejilla más fuerte de lo que me gustaría—, y no te culpo de nada, ¿entendido?
—Pero…—mi voz suena estrangulada porque aún no me suelta.
—¿Quedó claro, sí o no?
Me da una mirada dura, y empiezo a entender. En vez de responderle, me le tiro encima y le reparto besos por toda la cara. Su reacción adversa es automática.
—¡Pesas demasiado! —dice, intentando apartarme— ¿Por qué tengo nietos tan melosos?
—Tenemos que compensar por ti —sonrío, dándole palmadas en la cabeza.
Debido a nuestro alboroto, Pongo empieza a mover la cola y a querer saltar encima del banco, así que lo cargo para que empiece a lamer a la abuela también.
—Genial, otro perro encima de mi —farfulla.
—Los amas, deja de negarlo.
—Al otro tal vez, a este no, que se hace en todas partes.
—¡Que fue un accidente, es un bebe![Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El lunes llego a Tasty Pastry a eso de las ocho de la mañana. Ya hay actividad dentro cuando llego. Paco está acomodando una bandeja de rollos de canela en la vitrina, apenas murmurando un saludo cuando me ve entrar. Sigo de largo hacia la cocina, sin detenerme en el casillero.
Flora está concentrada en mezclar la harina para brownies, según puedo adivinar. Tiene los labios apretados, pero no es con estrés, sino con la concentración extrema que siempre tiene cuando se pone a cocinar. Con un brazo bate la mezcla y con el otro inclina el bowl en varias direcciones, asegurándose de no desperdiciar nada.
No se da cuenta de que estoy allí hasta que hago un espectáculo de plantarme en el medio de la cocina y estampar el frasco lleno de pelotas pequeñas de felpa en la isla. No deja de batir, pero levanta la mirada, con el ceño fruncido y desorientada. Les da un vistazo a las pelotas y alza una ceja.
—¿Qué es esto?
—Un regalo para ti —inclino la cabeza y señalo el frasco—. Cada vez que quieras insultar o golpear a nosotros o algún cliente, vas a tomar una y vas a hacer ejercicios hasta que te calmes.
A medida que voy hablando, el rostro de Flora cambia y su frecuencia de batido se va volviendo más lenta. La confusión pasa a ser fulminación con los ojos, torcedura de los labios y arruga la nariz. Doy un paso hacia atrás por si acaso.
—¿Qué? —masculla, casi dejando de batir por completo.
—Ya me oíste —coloco los brazos en jarras—. Mira, incluso las compre verdes. Te gusta ese color, ¿cierto?
Cuando no dice nada y su quijada se tensa y floja, me pregunto si realmente fue una buena idea. Ir impulsivamente a comprar esto mientras pasaba a buscar la comida de Pongo me pareció una buena idea. ¿Tal vez debí comprar las rojas?
—¿Flora…?
Por la mirada que me da, por un momento me arrepiento de poner el jarrón cerca suyo, porque bien podría usarlo como arma —no sería la primera vez. En cambio, se limita a darme la vuelta y volver a cocinar.
—Si no tienes nada más que decir, sal de mi cocina —ordena, espalda recta y moviendo su brazo con más fuerza de la necesaria.
Otra vez sigo mis instintos y opto por retirarme. Elio me espera del otro lado de la puerta, con las cejas alzadas y una expresión entre burla y sorpresa.
—No sabía que no te importaba atentar contra tu vida así —masculla, aguantándose la risa.
—No estuvo tan mal, ¿o sí?
—No sé —se encoge de hombros—. No hizo nada porque estaba cocinando. ¿Pero después?
Trago saliva audible mente y doy un respingo. Decido irme al mostrador y a atender a clientes, manteniéndome lo más lejos posible de la cocina hasta que me toque hacer los postres para los pedidos de mañana.
Como todos los lunes y martes, Flora sale temprano de la cocina para irse a clases, y yo disfruto de toda la tarde con la cocina para mi solo. Cambio de música a canciones instrumentales de Disney y me relajo, olvidándome de atender y murmurando por lo bajo.
Según la letra apresurada de Elio en no sé cuántos post-it, tengo que preparar un pedido de 20 brownies y otro de 25 rollos de canela para mañana. Los postres de hoy ya están colocados en la vitrina y a menos que venga una horda, no sé acabarán por ahora.
Hago la mezcla de los brownies un poco diferente a lo usual, para que queden más dulces y chocolatosos. Combino la azúcar granulada y azúcar en polvo, harina, cocoa en polvo, chips de chocolate y sal en un bowl mediano, hasta quedar conforme con la textura. Después, en un bowl más grande, mezclo los huevos, aceite de oliva y agua. Le pregunté a la abuela si podría añadirle cosas a los postres según crea, para ir experimentando, y este es el primer pedido donde me atrevo hacerlo.
Mezclo los ingredientes secos con los mojados, obteniendo un resultado espeso, sin grumos. Pareciera un chocolate gigante derretido, y me aguanto probar la mezcla más de una vez. Prosigo con la bandeja para ornear, donde vierto la mezcla hasta que queda todo nivelado. Finalmente, coloco el horno a la temperatura adecuada y pongo un temporizador de 43 minutos.
Elio se mete a la cocina para fregar cuando el turno de la tarde está en sus horas más bajas. Los brownies todavía se hornean, y yo me encuentro disolviendo levadura en agua tibia para los rollos de canela.
—¿Les pusiste algo diferente? —inquiere, dándole un vistazo al horno.
—Sí, tienen chispas de chocolate —sonrío, sin levantar la mirada—, y un poco de agua de más para que queden más jugosos.
—¿Y lo consultaste a la sargento de la cocina?
Dejo reposar la levadura, mirando el reloj para estar atento a diez minutos y luego miro a Elio. Enarca una ceja y sonríe de lado. De seguro recordando el episodio de las pelotas de esta mañana.
—Le dije a Cara, si a eso te refieres —ruedo los ojos—. Y dijo que va a venir en la tarde para cerrar, ¿no ha llegado?
—Sí. Te saludó, pero estabas embobado —señala mi estación de trabajo—. Está atendiendo a sus clientes estrella, las viejas chismosas.
Si cocino solo, se me hace fácil olvidarme del mundo. Enfocado en lo que estoy, muchas veces se me pasa el tiempo sin percatarme.
Creo que Elio me dice algo más antes de salir al mostrador, pero no lo escucho, volviendo a mi trabajo. Busco otro bowl para mezclar aparte la margarina con la leche tibia, y añado la mezcla de levadura con está, usando la batidora. Cuando está todo uniforme, le añado azúcar y huevo con lentitud, sin dejar de batir. Me concentro tanto que no escucho que la música se ha detenido, hasta que apago la batidora.
Sin algún pedido paralelo que hacer para la repostería en tiempo rápido, termino con los pedidos una hora y media antes de cerrar. Cara me ayuda a colocarlos en caja, enseñándome como hacer los lazos para la decoración que siempre me quedan mal. Las letras lila del logo de la empresa están en el frente y la tapa de las cajas, y la dejo llamando a los clientes para avisarles que ya están sus pedidos.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El martes, a pesar de que me levanto temprano y bajo con intenciones de abrir Tasty Pastry, Flora está allí cuando llego. Ya tiene la mitad de la cocina echa desastre, con los auriculares puestos y mezclando masa de galletas tan enfocada que no me escucha.
Me coloco el delantal, y me quedo mirándola un momento, esperando que me vea. O tal vez me ignora a propósito. Su cabello rapado está creciendo un poco, y noto como se le empiezan a enrollar los rizos. Se ha cambiado el piercing de la nariz por un aro y lleva un pintalabios oscuro, como casi siempre. Apoyo la cadera en la isla, junto a ella, con los brazos cruzados.
—Sabes, te ves casi inocente cuando estas concentrada cocinando y no tienes cara de asesina.
Levanta la mirada de forma lenta e intimidante —que estoy acostumbrado, pero no por eso significa que deje de causarme un poco de miedo. Sus ojos redondos me miran como si quisieran dejarme mudo solo con un vistazo.
—¿Ves? Ya volviste a la normalidad —ladeo la cabeza.
—¿Qué quieres?
Vuelve a atender a las galletas. Está vertiendo la mezcla en los moldes circulares antes de entrarlo al horno. Sus movimientos son rápidos y precisos, aún con la distracción que presento. Es admirable observarla, yo ya me hubiera distraído. Al estar con personas es diferente.
—Hay una tarta helada para este fin de semana —explico, agitando el post it en el aire— ¿Quieres hacerla tu o yo?
—¿Por qué me preguntas? —levanta la cabeza otra vez, frunciendo el ceño.
—Estoy tratando de ser democrático.
—Hazlo tú. No tengo problema.
Vuelve a lo suyo. Termina el primer molde de 25 galletas cuando se percata que aún no me voy. Esta vez decide dejar la mezcla a un lado y se voltea para mirarme de frente, con los puños en las caderas.
—¿Necesitas algo? —enarca una ceja.
—Si, quiero hablar sobre la pregunta que te hice la otra vez, después de visitar a Maggie.
Tarda un momento en recordar, pero sabe perfectamente de qué hablo. Su estancia se pone más recta y se gira, dándome la espalda.
—Estoy trabajando —musita.
—¿Cuándo, entonces?
—Después.
—¿Cuándo es después? —me inclino hacia ella.
—No lo sé. ¿Por qué me estás interrumpiendo?
—Porque nunca cedes.
—Marco, estás interrumpiendo mi trabajo —me fulmina con la mirada—. Salte o te saco.
Rechino los dientes, pero lo acepto. Igual, Paco me ha estado mirando desde fuera hace rato, esperando que vaya a colocarme delante porque me toca atender con él hoy. Suspiro y salgo de la cocina, preguntándome realmente por qué me trata así. No hablo de fastidiar a las personas porque es divertido, como cuando molesto a Taianna. Lo de Flora es diferente.
No creo que a Elio le tenga más aprecio, pero por lo menos con él trabaja de forma más amena. Cada vez que hay una discusión me dan ganas de hacerle cosquillas para que deje de quejarse —sin embargo, valoro mucho mi vida para ponerla en peligro así. Pero sí quiero alcanzar una rutina tolerable entre ambos.
Aprovecho el momento en que está recogiendo antes de irse a asesoría. Paco y Elio están atendiendo clientes, mientras Flora se ocupa de los trastes que usó y yo organizo todo en los gabinetes correspondientes.
—Tengo ideas para los postres de otoño y la decoración para Halloween —anuncio—. ¿Podemos juntarnos el viernes después de cerrar para hablarlo?
Flora no responde de una vez. Se ocupa terminando de secar los trastes, con los labios apretados en contemplación.
—Luego podemos enseñarles a Cara, Paco y Elio a ver que opinan —agrego, con voz apacible.
Después de un silencio largo, ella suelta un suspiro profundo, dejando caer los hombros y la cabeza un poco.
—¿A qué hora? —me mira de reojo.
—No suspires así, que pareciera que te estoy mandando a la guerra.
—Hora, Marco.
—¿A las 8?
—Bien. Ya me voy, entonces.
Está quitándose el delantal cuando recuerdo algo más.
—Flora, espera. Otra cosa.
Se queda tiesa en la puerta, con los hombros encogidos y la espalda recta. Cuando se voltea, veo su quijada tensarse y me dedica una mirada con irritación contenida, alzando una ceja.
—¿Qué?
—Necesito un favor —intento sonreír.
—¿Qué favor? —se cruza de brazos, apoyándose en una pierna y entrecerrando los ojos.
—Pues…sucede que tengo que cerrar hoy y ahora mismo me tengo que poner a hacer unos pedidos y entonces no tendré tiempo y—
—Ve al punto.
—Se me olvidó ponerle comida a Pongo, y Elio y Paco no estarán desocupados por ahora. ¿Podrías sacarla y echarle un cucharón? —junto las manos frente mi rostro— Por favor. Están encima de la lavadora. Solo es sacar y—
Me callo abruptamente porque creo que le tiembla un ojo. Abre la boca para decirme una sarta de insultos (nada nuevo) y extiende su mano hacia mí.
—Dame las llaves.
Me quedo boquiabierto, esperando insultos que nunca llegan. O tal vez un empujón. Cuando no hago amague de dársela, ocupado mirándola como si fuera un alienígena, resopla y me saca las llaves del bolsillo ella misma.
—¿Estoy muerto? —cuestiono, mirándola de pies a cabeza. Me paso la mano por la cara.
Flora ni siquiera me dedica otra mirada. Pasa de largo, ahora en dirección a la salida trasera. Escucho su voz cargada de ironía.
—Sí, prepárate para el viaje hacia el inframundo.
Anonadado, empiezo a sacar los materiales de los cupcakes para la tarde. ¿En serio solo lo hizo y ya? Podría estar exagerando, pero no recuerdo la última vez que Flora me hizo un favor. Sigo sorprendido cuando poco tiempo después, vuelve a abrir la puerta y me entrega las llaves con brusquedad. Sonríe de esa forma que tiene, mitad malicia y mitad diversión.
—Pongo hizo pupú en tus zapatos, tienes que limpiar eso —anuncia con una sonrisa, empezando a caminar hacia la salida principal—. Ah, y ahora me debes una. ¡Adiós!
—¿Qué? —chillo— ¡Flora!
Solo escucho su sonrisa y el tintineo de la puerta abrirse y cerrarse. Miro al techo, buscando paciencia y solo espero que no haya sido mucha pupú. Me hago una nota mental de buscar más videos en youtube de como entrenar a dálmatas para hacer sus necesidades.
Última edición por mandu. el Miér 08 Dic 2021, 4:41 pm, editado 2 veces
hange.
Re: Our twenties
CAPÍTULO 26.2
mandu. • Flora & Marco
- I got hustle though, ambition, flow inside my DNA:
Agosto llega rápido. La mitad de la semana llega rápido. Los días me pasan casi sin darme cuenta: entre trabajo, tesis, Cara, y no perder la cabeza con todos ellos. Principalmente con Elio y Marco, y mi asesor. El miércoles planeo durar todo el día encerrada en la cocina, y llego desde temprano a terminar un pedido de macaroons para esa misma tarde.
En esa hora entre que abrimos y la gente empieza a llegar, Cara y Elio llegan a la repostería. No la dejo sentarse bien antes de empezar a hacerle preguntas a diestra y siniestra.
—¿Qué dijo el doctor?
Le tiendo una taza de té a Cara y otra a Elio, en modo tregua porque se ha ofrecido a levantarse súper temprano para acompañar a Cara al médico. No he podido por tener que acabar un pedido de macaroons en la mañana.
Cara se toma su tiempo para responderme, dando sorbos a la bebida. Luego de la visita, los dos han caído a la pastelería. Cara no tardó en demandar una taza de té, que no dudo en prepararle antes de que agarre un delantal y se meta en la cocina ayudarme.
—En general, todo ha ido bien —musita Elio, apoyado a un costado de la isla—. Te envié una foto de los análisis. Dice que aún tiene el colesterol alto, pero fuera de eso, está todo bien. Que vaya la próxima semana para indicarle una guía alimentaria.
He dejado mi celular tirado después de que me avisara que venían a la repostería, así que hago una nota mental de revisarlo luego. Pongo los brazos en jarras y enarco una ceja a Cara, que sigue atenta a su té.
—Eso es por estar comiendo tanta chuchería —suelto, sin poder contenerme.
—Tengo una repostería, ¿qué quieres que coma, plantas? —arruga el rostro más de lo que ya lo tiene, y sus hombros tiemblan.
Sonrío de lado y cambio de peso en un pie, apoyando la cadera en el marco de la puerta.
—La verdad es que estuve investigando sobre dietas—
—¡Ni se te ocurra!
Estallo en risas. Cara tiene los ojos abiertos de par en par y me señala con la mano que tiene libre, cuidando que la taza no se le caiga. Tiene la expresión de alguien frustrado.
—Solo estoy diciendo —levanto los brazos.
—El médico no ha dicho nada de dietas estrictas —levanta la barbilla solo que baje el nivel de postres y haga más ejercicio —mueve su dedo como si fuera un cuchillo—. Así que saca cualquier idea boba que tengas en la cabeza.
Abro la boca para argumentarle de sobre los jugos verdes y sus beneficios. Saben a pura mierda, pero tardé demasiado tiempo viendo videos de cómo hacerlos más ricos para que esté en mejor salud. Pero Paco entra a la cocina antes de que pueda empezar bien.
—Suficiente blablablá —dice, haciendo un gesto con la barbilla en mi dirección—. Tú vienes conmigo. Atendemos hasta la hora del almuerzo —me señala con su pequeño cuaderno.
Aguanto el gruñido que quiero soltar a los cuatro vientos, pero no evito apretar los dientes y tirar la cabeza hacia atrás. Maldita la hora en que acordamos esto. Tiro todo mi plan de cocinar por la borda, y me dan ganas de tirarme a mí también. Cara suelta una risotada, con sus ojos oscuros llenos de diversión. Para la próxima le cobro por teñirle el pelo.
—Eso es, ¡andando! —ordena Cara, señalando hacia fuera.
Paco y ella se sonríen, con malicia, burlándose de mí porque así son. Luego él se da la vuelta y sale con su paso calculado de siempre. Escucho la risita por lo bajo de Marco, que se encuentra aplastando harina en una esquina de la cocina. Suspiro y voy detrás de Paco, no sin antes mandarle una mirada fulminante a Marco.
Lo intento. No es como si atendiera todos los días ni me tocara tanta gente, como a Elio. Pero esté día todo sale mal. En resumen: soy un desastre. El hijo impertinente de una señora me dice mesera calva y casi me tira su postre encima. En otro momento soy yo la impertinente (no lo niego y no me importa), porque le dije imbécil retrógrada a una señora que no dejaba de mirar mi piercing de la nariz y hacer comentarios indecentes. Tener que aguantar los cambios de órdenes de un grupo de adolescentes que vinieron, al parecer, después de darse un baño en la playa y dejaron el piso lleno de arena.
Mi cliente favorito es un viejo que tiene años viniendo a la repostería. Siempre pide lo mismo, se sienta en la misma mesa de la esquina del ventanal de cristal y se queda en silencio leyendo hasta que pasa una hora más o menos. Cero quejas, cero ruidos, cero desastres con la comida.
Lo peor de todo es cuando me toca junto con Elio. Él que se presiona tanto que termina haciendo más desastres de lo normal, cuando ya es torpe. Aunque vaya mejorando con el tiempo y es un milagro que todavía no haya roto nada. Yo que estoy a dos segundos de mandar al diablo a cada cliente. Y más terrible que eso: ver a Marco soltando risitas desde la cocina, como si estuviera mirando el reality tv de la década.
—Voy a matar a tu primo —mascullo, cuando paso junto a Elio, llevando una orden de brownies.
—¿Podrías no hacerlo? Es el único que tengo.
—Tienes más primos —frunzo el ceño.
—Pero no viven aquí —rueda los ojos.
—También se está burlando de ti —señalo, antes de irme a la mesa correspondiente.
Cuando regreso, con la bandeja vacía, Elio se acerca con un aire conspirativo a mi oído.
—Está bien, si me preguntan, diré que no sé nada.
Le sonreímos con malicia a Marco, y después de eso, parece un poco frustrado porque la tenemos contra él. Algo de lo que no tiene pruebas.
Terminamos el día sin ningún cliente siendo magullado, aunque debo admitir que solté más insultos de lo esperado. Creí poder ser más tolerante. Sin embargo, tampoco es que me sorprenda. Odio esta parte del trabajo con todo mi ser. Y todavía pienso que estoy perdiendo tiempo preciado que debería ser usado en cocinar. Se lo digo a Paco, cuando estamos saliendo del local.
—Nunca vas a cambiar si sigues pensando así —me reprocha, aunque no con mal tono.
—¿Y quién dijo que quiero cambiar? —me cruzo de brazos.
—Querer, necesitar; suenan similares, pero no son iguales.
—Paco, no te entiendo cuando te pones todo filosófico —frunzo los labios.
En vez de responder, me sonríe, con un aire de burla que no me pone a la defensiva. Pasa un brazo por mis hombros y me abraza de lado mientras caminamos.
—Lo vas a entender algún día. El punto es, que, si quieres manejar tu propio negocio en el futuro, es una habilidad útil y necesaria.
Me muerdo el interior de la mejilla. No respondo. No le digo que yo no quiero tener mi propio negocio, sino que quiero quedarme en TASTY por siempre y no tener que joder con nada más. Es mi espacio, y no me veo haciendo más nada en el futuro.
En cambio, lo abrazo por la cintura y correspondo el gesto. Me tranquilizo un poco, y me doy cuenta de la tensión de mis hombros y cuello. Y de la molestia de mi rostro, por haber sonreído tanto todo el día.
—¿No te duele la cara de estar como el joker el día entero? —pregunto, masajeándome una mejilla—. Es agotador.
—Ya me acostumbré —se ríe.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El jueves tengo un desliz. Dejo quemar casi todo un bache de 40 brownies, dejo caer la mezcla de cupcakes al suelo y termino tirándole casi diez pelotas a Marco cuando empieza a reírse de mí. Acabo saliendo tarde del trabajo, porque Paco me hace limpiar toda la cocina y dejarla impecable.
Al llegar a la casa y revisar el correo, me doy cuenta de que el asesor ha devuelto nuestro último avanza de la tesis con un montón de correcciones y errores que hay que corregir para el próximo lunes. Y el hecho de que tuvo que esperar al jueves, casi al final de la semana, en vez de decirlo antes, me hace explotar.
Pienso en cocinar, pero creo que terminaré atacando la cocina si me pongo a eso. En cambio, me saco el uniforme y me pongo ropa deportiva. Envuelvo mis audífonos en el cuello y descargo el playlist de rap de Megan y Normani. Voy a correr con Reaven, aunque ella no tarda en quedarse atrás y tirarme una sarta de insultos. Para los que no estoy de humor, así que me dedico a correr hasta que siento las piernas ardiendo, tensas, adoloridas.
Sé que probablemente tengo el aura de ogro cuando llego a la residencia. Hay chicas mirando películas y otras haciendo cena, pero subo de largo para darme una ducha —después de pelear con Reaven para ver quien va primero. Taianna está en la habitación cuando salgo, mirándome desde su cama.
—Hablas de mí, pero tienes el peor mecanismo de supervivencia de todas aquí —enarca una ceja en mi dirección, sacándose uno de los auriculares.
—¿Me está hablando la chica que se apuntó en el concurso, pero está haciendo nada para crear su obra? —le devuelvo, sentándome en el escritorio.
—No dejas pasar una, desgraciada.
—Mira quién habla —chasqueo la lengua.
—¿No vas a comer algo?
—No, tengo que adelantar esta mierda —señalo mi laptop, encendiéndose—. El asesor mandó correcciones.
Tai me dedica una mirada entre reproche e indiferencia que no quiero entender, así que le doy la espalda y trato de concentrarme. Mientras más rápido termine con la investigación, mejor para mí. Pablo está conectado, así que me pongo los audífonos para hablar por llamada mientras trabajamos en el archivo.
Hay que alinear los hechos históricos sobre nuestras familias versus la historia de la repostería y gastronomía extranjera de Toronto en sí, por más tedioso que sea. Escucho a Reaven entrar a la habitación y tirarse junto a Taianna, a su rutina de ver doramas. Por un momento, me da la tentación de unirme a su maratón, tan solo para relajarme un rato y reírme de la actuación que tienen.
Después de haber quemado las cartas el otro día, me da curiosidad saber un poco más de Reaven y cómo está lidiando con sus cosas. Sin embargo, no sé cómo preguntar sin fastidiarla, así que lo más que pude hacer es dejar mi negación a un lado y me he unido con ellas a ver un dorama. Me dormí a la mitad del capítulo, pero la intención es lo que cuenta —o es lo que dice mi madre. Es eso o cocinar. No soy muy buena para lo demás, puedo admitirlo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El viernes me quedo con Marco después de que cerramos. Me despido de Paco, le saco el dedo del medio a Elio y le doy un beso a Cara —cuya expresión facial parece como si me hubiera clonado, cuando le digo que Marco y yo trabajaremos en algo. Sacamos empanadas de su nevera y las fríe, más su laptop, y subimos a la azotea de su departamento para no molestar a su compañero de piso.
El suelo de la azotea está revestido en madera y hay un jardín, o residuos de uno que Cara empezó, pero dejó de lado hace muchos años. Hay mesetas de todos los tamaños distribuidas por el espacio, y una pequeña mesa de madera con dos sillas. Da la vista por encima de Galena, hasta la playa.
Como cada vez que decidimos enfocarnos en la repostería, trabajamos con precisión y eficiencia. La presentación queda terminada antes de las 8, con varias ideas para decorar el local, nuevos postres que añadir y un presupuesto básico que el resto va a corregir cuando se los enseñemos a Cara. Estoy de pie, recogiendo para irme cuando Marco me interrumpe.
El sudodicho guarda la laptop en su bolso y procede a estampar una botella y dos vasos pequeños de cristal en la mesa, y se deja caer en la silla coja. Observo la etiqueta y leo que es un tequila de canela, y los vasos de shots están decorados como souvenirs de Toronto.
—¿Qué es esto? —pongo los brazos en jarras.
—Tú y yo, vamos a conversar —indica hacia la silla frente a él—. Siéntate.
—Ya estábamos hablando —refuto, sin tomar ningún asiento.
—Pero evitas todas las preguntas serias —destapa la botella—. Siento que de verdad quieres desaparecerme la mitad del tiempo y-
—Ay, no me digas —ruedo los ojos— Y yo pensé que estaba disimulando.
—Y —enfatiza, fulminándome con la mirada—, por lo menos quiero hacer un esfuerzo para que llevemos las cosas en paz.
—¿Y eso se logra con alcohol?
—Eres menos rabiosa cuando estás borracha, ¿me culpas? —se cruza de brazos.
Suelto un suspiro y observo el tequila como si fuera una planta venenosa. La verdad me haría bien tomar algo. He estado pensando sacar a Taianna otra vez para bajarnos otra botella de vino en la playa, pero alcohol gratis nunca se rechaza. Doy un paso hacia la silla vacía.
—¿En qué consiste esto? —señalo los vasos medio llenos.
—Hacemos preguntas puntuales. Respondes o bebes.
Arrugo la cara, y abro la boca para preguntarle si ya se le gastaron las neuronas. Sin embargo, se me enciende el bombillo y miro hacia él y la botella varias veces, antes de sentarme con brusquedad en la silla. La madera vieja cruje, pero no se cae. Acomodo el pequeño cojín en mi espalda y me doy el primer shot sin decir nada, ganándome una mirada sorprendida de Marco.
—Salud —expulso aire, sintiendo el sabor a canela y el ardor del alcohol bajarme por la garganta. —Yo empiezo —anuncio.
Marco se ha quedado mirándome con las cejas alzadas, pero termina dándose un shot también. Agarra la botella y vuelve a servir.
—No sé por qué me sorprendo —chasquea la lengua.
—Cállate. ¿Por qué decidiste venir ahora a ayudar a Cara y no antes?
Marco tose y casi se le cae la tapa mientras intenta cerrar la botella otra vez. No me mira a los ojos al responder.
—Vaya, vas por mi yugular de una vez —hace una mueca—, ¿no podrías empezar por algo más ligero?
—Dijiste preguntas puntuales —me cruzo de brazos—. Responde.
Su respuesta es bajarse otro chupito. Cobarde.
—Pregúntame en un par de shots más —dice.
Me aguanto las ganas de sonreír. Para no decirle que ha sellado un pacto con el diablo al ponerme a hacer esto. Tomo nota en mi cabeza y juego dandole un poco de vueltas a mi pequeño vaso.
—¿Planeas irte de Galena si consigues una oportunidad de trabajo en otro lado? —me pregunta, su rostro extrañamente serio.
—Claro que no —me echo hacia atrás—, ¿qué clase de pregunta es esa?
—Solo era curiosidad —se encoge de hombros.
—¿Por qué dejaste de visitar a Cara? No quiero excusas de la universidad, eso es una mierda —advierto, entrecerrando los ojos.
Marco bebe otra vez.
—Para alguien que quería hablar, no estas diciendo nada —refunfuño.
—De haber sabido que ibas a preguntarme estas cosas, no hago nada.
—No seas debilucho —ruedo los ojos—. ¿Qué crees, que te iba a preguntar por tu manicure?
—Algo menos sensible —tuerce los labios.
—Pensé que por eso trajiste el alcohol —doy toques con mi índice en la mesa—. Nueva regla: no se puede negar más de dos preguntas seguidas, o me largo de aquí.
—Ya, ya, está bien. Mi turno: —toma aire antes de hablar—, ¿por qué no te quedaste en Toronto con tu mamá cuando se mudó?
—Prefiero vivir aquí —me encojo de hombros.
—Elabora un poco más.
—Y yo era la pesada —ruedo los ojos, pero el alcohol me suelta la lengua de todas formas—. A pesar de que adoro a mi mamá, no pasé tanto tiempo con ella creciendo, y eso no iba a cambiar si me mudaba. Al menos aquí ya tenía compañía.
—Pero...
—No se puede alargar la pregunta —lo fulmino con los ojos—, me toca a mí.
Le pregunto cosas bobas como sobre su trabajo de grado, para buscar consejos indirectamente sobre el mío y ver si es normal que esté perdiendo la cabeza. Antes de darme cuenta, se me están subiendo los shots, siento los ojos más pesados pero el cuerpo más ligero. Y por eso no tengo las defensas tan altas al momento en que Marco salta con su pregunta mágica.
—¿Por qué me odias? —la pregunta de Marco no me sorprende, pero si su expresión. Como si de verdad le doliera.
—Ya te dije que no te odio.
—Bueno, algo malo sientes —fija la mirada en mí—. Porque a pesar de que Elio te irrita, no es lo mismo. No lo tratas como si fuera una basura en tus ojos.
Abro la boca para responder, pero el temblor de su voz me detiene. Junto las cejas, fijándome en sus ojos cristalizados y luego bajando a sus manos, que no dejan de jugar con el cuello de la botella.
Suspiro y me paso una mano por la cara, contemplando qué decirle. Bien podría mandarlo a la mierda e irme de aquí. Pero nunca he sido alguien que escoge la opción menos violenta.
Me doy el shot y agarro el suyo también, echando la cabeza hacia atrás y sintiendo el ardor con más fuerza en mi garganta y la boca del estómago esta vez. Tendré que robarme postres del almacén si quiero llegar viva hoy y no amanecer tirada en la playa.
—Si no vas a responder—
—Teníamos como once o doce años. Era verano, cuando Elio y tú venían a pasar tiempo con Cara —mi voz está clara, fuerte, como si no tuviera una tercera parte de una botella de tequila en mi sistema—. Tenía una competencia de artes marciales y vine a pedirle a Cara que fuera conmigo porque mi mama no podía ir. ¿Te acuerdas?
Marco se queda en blanco por un momento. Espero, deseando que se acuerde y si no, se lo voy a hacer acordar. Aprieto mi vaso, intentando quedarme sentada y no aventarlo contra la pared. O a él, mejor.
—¿Ese verano? Recuerdo que tu competencia era el penúltimo día antes de irme y...espera...
Siento una especie de satisfacción amarga al verlo darse cuenta, recordar todo. Como cuando de pequeño insistes e insistes para que te compren algo, por semanas, y cuando lo hacen: estás feliz porque te lo compraron, pero no sabes decir muy bien si valió la pena o no.
Esa tarde Cara dejó a Elio y a Marco a cargo de Paco, era domingo así que la repostería estaba cerrada y la competencia seria solo en la mañana. Gané el primer lugar, por su puesto, así que después de ducharme y cambiarme Cara me dijo que la acompañara a la cafeteria para regalarme mi pastel favorito por haber ganado.
Taianna dijo que tenia que ir con su hermana y luego la convencería de que la dejara en Tasty, así que partimos.
Cuando llegamos, ni siquiera me enoje porque sus nietos estaban allí. Aunque mi yo de aquel tiempo estaba envidiosa porque quería toda la atención de Cara, solo tenía mente para mi pastel. Mientras sacaba todo, salí a la parte de atrás y usé el teléfono de Paco para llamar a mi mama. Al terminar la llamada, Marco estaba allí, con los cachetes inflados, el rostro rojo y los puños apretados. Me puse a la defensiva en el momento.
—¿Qué?
—¿Por qué tenías que llevarte a mi abuela hoy? Sabiendo que me voy mañana y no vuelvo hasta el próximo año.
Todavia no habia crecido y recuerdo que Marco me llevaba como una cabeza y media, pero eso no evito que casi me le tirara encima cuando dijo eso.
—Yo no me lleve a nadie, y solo fue en la mañana.
—Se supone que en la mañana iriamos a los juegos en el muelle —se cruzo de brazos— ¿No tienes una familia que vaya contigo a esos eventos?
—¿Cuál es tu problema? —le di un empujón que casi lo tiró al suelo— Cara dijo que queria acompañarme.
—Mi problema es que estás aqui metida como si vivieras aqui —estampó los pies contra el suelo—. Cara no es tu familia, es la mía, así que deja de hacerte la que estás en tu casa que ella solo te tiene pena.
Después de ahí hubo un accidente con el pastel, porque lo busqué y se lo tiré en la cara a Marco y le pateé tan duro que se puso a llorar. Me disculpé con Cara, pero nunca con él. Me fui corriendo hasta mi casa y esperé a mama sola en su habitación.
Mi memoria es la mejor para ciertas cosas. Como recetas, canciones de rap y eventos traumáticos. Porque nunca he olvidado eso. Vuelvo al presente, para mirar a Marco con la garganta cerrada y el cuerpo tieso. Él parece que se quiere esconder y evita mi mirada como un ladrón evitando las cámaras de seguridad, pero no encuentra donde meterse.
—En conclusión: no te odio —repito, poniéndome de pie—, pero tampoco te paso. Sé que no soy un ángel, pero ¿cómo le dices algo así a una niña?
Estoy hablando demasiado ya, y lo noto por el temblor en mi voz. Agarro mi cartera del suelo y me preparo para bajar las escaleras de caracol. Parpadeo, notando mi cabeza dar vueltas y la noche demasiado brillante. Pero no estoy tan borracha que no pueda caminar a casa. Marco me agarra del brazo antes de que avance mucho.
—Flora, tenía como doce años, era un niño idiota.
—Todavía lo eres —sacudo mi brazo de su agarre.
—Y tú una rencorosa, por lo visto.
Su comentario me aguijonea, y reculo hacia atrás, con una mueca en la cara. La expresión de Marco decae, como si se diera cuenta, lo que me pone peor.
—Vete al diablo —rechino los dientes y me doy la vuelta.
—No, espera, sigamos hablando —intenta meterse en mi camino con torpeza.
—¿Para qué? Ya escuchaste lo que querias que dijera.
—Oye, no, Flora —logra agarrarme ambos brazos, en el medio entre yo y la escalera—. Lamento mucho haberte dicho eso y hablado tanta mierda, de verdad no pensé lo que dije y tampoco era con la intensión de que te afectara.
—No es excusa.
—Lo sé —baja la cabeza.
—Tú solo estabas aquí los veranos —aprieto el agarre en mi bolso y miro por encima de su hombro—. Desde que llegué al pueblo, mi mamá estuvo demasiado ocupada con el hospital y a mi padre es una variable casi inexistente. Cara y Paco eran los que me cuidaban —intento explicarle sin irme demasiado profundo, porque primero muerta—. Eso es todo.
—Flora...
—Si me miras con pena, te saco los ojos —alzo un poco la voz, sintiéndome más acorralada que nunca—. No es que yo sea una santa, —inspiro, apretando los puños—, pero a veces dices cosas horribles.
—Lo siento.
No sé qué responderle. No quiero responderle. Ni siquiera sé qué pensar después de decirle todo, tras todo este tiempo. Así que hago la segunda mejor opción.
—¿Puedo irme ya? —enarco una ceja— O quieres que te quite a la fuerza.
Marco suelta un suspiro y parece que con eso también suelta años de vida; sin embargo, se hace a un lado para que pueda pasar. No le dedico ni el amague de una mirada mientras bajo las escaleras, porque a pesar de la borrachera, no sé qué coño me ha poseído para contarle todo y porque estoy demasiado mareada. Me aseguro de poner el pie en el escalón correcto para no acabar matándome.
No me doy cuenta de que me ha seguido hasta que estoy en el final, ya en el primer piso.
—¿A dónde vienes?
—Te acompaño. Es de madrugada y eres un peligro para todo Galena y para ti misma cuando estás borracha.
—Todavía no estoy así de borracha.
—Nunca se sabe contigo.
—Aish.
En el camino, me pregunto cómo deberia sentirme. ¿Aliviada porque ya lo dije todo? Aunque sus disculpas no hayan echo nada más que enojarme más. Aprieto los puños y pateo todas las rocas que veo en el camino. Algunos faroles están encendidos por las calles, así que no está totalmente oscuro. Marco se mantiene unos cuantos pasos detrás de mí y no intenta iniciar ninguna conversación.
Cuando llegamos a la puerta de la Residencia, me volteo con la intención de mandarlo a su casa —hasta que recuerdo que su abuela también vive aquí y a lo mejor le da por tirarse allí está noche. No obstante, antes de abrir la boca, me topo con su mirada un poco cristalina —ya sea por el alcohol o por otra razón. Ni siquiera me atrevo a considerar otra razón.
—Te dije que te iba a sacar los ojos —le recuerdo.
—No te miro con pena por ti. Lo hago porque fui un idiota todo este tiempo y no me di cuenta —se lleva una mano a la nuca, rascándose—. Una cosa es que te joda con palabras inofensivas, pero sé como se siente cuando te dicen cosas que te marcan —su voz se corta, y carraspea—. Por eso me disculpo.
—Ya, el look de perro arrepentido no te queda bien —aprieto los labios—. Adiós.
—Tomo eso como un no me perdonas todavía.
—Tú lo dijiste: soy rencorosa —sonrío, con la espalda tensa.
No digo lo último hasta que estoy dándole la espalda, metiendo las llaves para entrar.
—...pero es un comienzo.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Subo las escaleras con la visión borrosa, dejando los zapatos tirados al abrir la puerta y voy directo a la cocina a buscar dos botellas de agua. Creo escuchar a algunas de las chicas en la terraza, pero no me paro a saludar, con la borrachera que tengo no me da para mucho.
Ya en mi habitación, veo a Reaven echa una bola debajo de sus sábanas y a Taianna desparramada en su cama, con los auriculares puestos. Tiro mi bolso en una esquina de la habitación, agarro mi almohada y me tiro en el suelo, apoyando la espalda en un lado de la cama. Dejo una de las botellas de agua en la mesita de noche y me concentro en destapar la otra sin hacer un desastre. Parece que todos los shots que me bebí juntos me están subiendo ahora.
—¿Qué tan borracha estás?
Pego un salto, dándome en el codo con el metal de la base de la cama. Tai me mira desde la suya, con los ojos adormilados pero atentos.
—Puta madre —gruño—, ¿por qué no estás durmiendo?
—Soy una gárgola —estira los labios en una sonrisa ladina—, ahora responde.
—Estaba bebiendo —explico, dando sorbos del agua.
—Mira, casi no me doy cuenta.
—...con Marco.
Taianna se incorpora tan rápido como puede y con torpeza, al mismo tiempo que yo empiezo a tomar agua como si quisiera atragantarme. Mi mejor amiga abre los ojos exageradamente y le falta poco por tirarse a mi lado en el suelo. Se estruja la cara con las manos y sujeta la sábana, envolviéndola en su cuerpo, para sentarse junto a mi con las piernas cruzadas.
—Empieza a contar —chasquea los dedos—. ¿Te lo tiraste o lo tiraste por el muelle?
—Ninguna —fulmino el piso con la mirada—. Me preguntó por qué lo odio.
—Ah, el misterio —suelta un bostezo—. Nunca me contaste. ¿Hoy es el día?
Haga la distinción de terminarme la primera botella de agua antes de responder. Cómo me gustaría golpear un sandbag.
—Sí.
Taianna me mira como si me hubiera cambiado el rostro. Suelta un silbido alargado y se lleva una mano a la cabeza, pasando los dedos entre su cabello.
—Recuérdame jugar la lotería en la tarde —sonríe, siempre jodiendo.
Le pego una patada en la rodilla, que sale patética por mi estado de embriaguez. Taianna se ríe para sí misma por lo bajo y hace un gesto con la mano para que empiece a hablar. Le recuento todo, me salto algunas partes y me enredo en otras, pero al final termino diciéndole lo que importa de verdad.
Decirle a Marco se sintió como comerse una toronja pensando que era naranja dulce; sin embargo, decirle a Taianna es como flojar una tensión que ni siquiera sabías que tenías hasta que vas al quiropráctico. Ni siquiera me cuestiono el porqué: estoy muy consciente de que a Marco no lo he perdonado, ni de chiste.
A Taianna le cambia el rostro, tanto como le puede cambiar estando medio dormida y siendo Taianna. Abre y cierra la boca varias veces, mirándome con esos ojos enormes de halcón que tiene. Me siento como si pudiera ver las cosas que deliberadamente no le dije, y la yo borracha tiene ganas de cambiar el tema preguntándole si ahora está de lado de su apreciado Marco. Así que me atraganto con más agua.
—Eso fue muy desgraciado por parte suya, haya sido un niño o no —sacude la cabeza—. ¿Sabes si se quedó a dormir donde Cara o se devolvió a su departamento? —dice, intentando ponerse de pie con todo y sábana.
—¿Qué haces?
—Voy a ir a matarlo, ¿qué más? —suelta con indiferencia— Bueno, no lo mataré, es mejor que sufra en vida.
—Cállate que suenas más borracha que yo —la tiro del brazo para que vuelva a sentarse—. Fue hace mucho tiempo, no vale la pena.
—¿Entonces por qué sigues guardándole rencor?
Aprieto tanto la botella de agua que cruje y por poco me la tiro encima. O a Tai, ya que estamos. Se me acalora el rostro y entrecierro los ojos, dividida entre tomarlas con ella o robarme su idea de ir a desaparecer a Marco. Me mira con una ceja alzada, retándome a negarme. Al final, no hago ninguna de las anteriores.
Cuando me dedico a terminarme el agua sin responder, Tai decide hacerme otra pregunta.
—¿Qué hizo cuando se lo contaste?
—Pidió perdón como un perro arrepentido —ruedo los ojos.
—¿Y lo perdonaste? —le doy una mirada—. Ya, claro que no. ¿Cara sabe lo que te dijo?
—No —carraspeo—, yo no se lo conté, y ese día pateé a Marco en la entrepierna así que creo que quedó lo suficientemente frustrado para no decirle a nadie el porqué.
—Ah, por eso Paco dijo que estabas castigada… —fija la mirada en el techo por un momento—. Y yo pensando que solo había sido porque tu eres Flora el demonio de Tasmania.
Volteo los ojos, pero sonrío de todas formas, acordándome de nuestro primer instructor de artes marciales. Me puso ese nombre después de tirarme encima de unos idiotas que se burlaron de mis trenzas.
Nos quedamos en silencio. A veces se me olvida lo fácil que es contarle cosas a Taianna cuando no nos estamos tratando de sacar los cojones mutuamente. Tiro la botella de agua vacía al bote de basura y me paso una mano por el rostro.
—Me voy a desmaquillar —anuncio, poniéndome de pie con un poco de dificultad.
Una vez en el baño, pongo música de la banda sonora de Black Panther, asegurándome de bajar el volumen. Primero empiezo echándome agua en los ojos para sacar las pestañas, y estoy en proceso de remover la poca sombra de ojos cuando la puerta del baño cruje.
Taianna entra al baño, arrastrando las sábanas aun rodeándole. Sigo quitándome el delineador de los ojos y el labial, mirándola a través del espejo. Después de tantos años no me pregunto qué le pasa por la cabeza —al menos no en voz alta. Pero si frunzo el ceño, esperando que diga algo.
Hasta que se acerca y pasa sus brazos por encima de mis hombros, abrazándome por la clavícula y apoyando su barbilla en mi hombro. Siento mi cuello tensarse y mi mano se pausa, con el algodón en el aire. No digo nada ante su mirada serena, pero tampoco creo estar segura de querer escuchar lo que me va a decir.
—Cara te ama, sabes —murmura—. Eres prácticamente su familia. No importa lo que sea que te haya dicho otra gente.
Aprieto los labios y dejo salir aire con profundidad por la nariz. Suelto el algodón en el lavamanos y le doy un apretón en el antebrazo.
—Ya.
Nos quedamos así un rato, abrazadas. Hasta que siento un nudo en mi garganta, que me hace saltar en acción otra vez. Carraspeo y aprieto los dientes.
—Ahora salte que no he terminado y me quiero bañar.
—No, me voy a quedar aquí durmiendo —Taianna me apretuja más, sacudiendo la cabeza de un lado a otro, pegándome con su cabello.
—Pensé que eras una gárgola —enarco una ceja.
—Sí, pero de repente me estoy volviendo de piedra inerte otra vez.
—Taianna—
Suelto un gruñido cuando deja caer su peso muerto en mi espalda y me sujeto del lavamanos para no caer de cara contra la cerámica. La risa estridente de Taianna retumba en el baño. Intento pegarle un codazo para que no vaya a despertar a nadie, pero no puedo, enredada en las sábanas también.
—¡Quita, pendeja!
Terminamos forcejando hasta que las dos caemos de cuelo en el frío suelo del baño, y la puerta esta vez la abre Reaven, que nos mira entre sonámbula e instinto asesino.
—¿Se puede saber qué hacen a estas horas? —gruñe, estrujándose los ojos— me despertaron de mi sueño con Gong Yoo.
—Culpa a la gárgola de tu compañera de KDramas —me pongo de pie y señalo con un pulgar la puerta—. Largo, mañana tengo trabajo.
Taianna me saca la lengua y Reaven rueda los ojos, pero ambas se van. Esta vez me aseguro de ponerle seguro al baño, y retomo mi desmaquillarte —aunque con una ligereza en el pecho que antes no estaba allí.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El sábado el cumpleaños de Jade y según sus palabras, primero muerta que dejar de celebrar por una estúpida tesis. Así que esa semana trabajamos de madrugada por llamadas de zoom y telefónicas, para dejar el fin de semana libre para poder beber en paz. Otra razón por la cual odiar al asesor.
Sé que hay algo malo cuando Cara me deja un mensaje de voz para que pase por su casa antes de irme a Toronto el sábado por la tarde. Decido primero ducharme tras la jornada de trabajo y preparar mi mochila, antes de bajar y dejarla en el pasillo de la entrada.
Cara me abre la puerta después de varios toques. Siento el cable tembloroso de nervios subirme por la espalda, así que cierro los puños y trato de no tensar los hombros.
—¿Tienes que irte rápido? —me pregunta, dándole un vistazo a la mochila.
—No, tengo tiempo para dos buses más —cierro la puerta detrás de mí—. ¿Qué sucede?
Cara no responde de inmediato, sino que avanza con su paso lento y seguro hasta indicar a su sillón. Es enorme, marrón y tan cómodo a pesar de los años que tiene. Huele a su colonia mezclado con su polvo de bebé, que se unta todas las noches.
Me siento y es difícil no dejarme hundir en los cojines fofos del sillón, atenta a que no me ha tirado ningún insulto o queja. Siento el cable tensarse cada vez más.
—Cara, ¿qué pasa? —nunca he sido la más paciente.
Cara suspira y me mira con fijeza. Trato de adivinar lo que hay en sus ojos marrones y en cómo se juntan sus cejas. ¿Preocupación? ¿Reproche? ¿Frustración?
—Es sobre Marco y Elio.
Mi primera reacción es crisparme como un animal amenazado.
—No hicieron nada —Cara se apresura a decirme y yo me desinflo.
—Entonces, ¿qué es?
—Paco me ha estado reportando sobre las actitudes de todos desde que llegaron, como sabes —explica, con un tono de voz suave, que casi nunca utiliza.
—No, no sabía —agarro un cojín.
—Pues ya lo sabes —manotea en el aire—. Y ha estado diciéndome sobre cómo llevan todo. Las discusiones no son nuevas y eso ya lo sabemos.
Estoy abrazando el cojín con tanta fuerza que creo que les voy a dejar marca. Ni siquiera me enojo con Paco, aunque me frustra que tenga que hacer eso. Sin poder evitarlo, chasqueo la lengua y pienso en qué le habrá dicho que quedé mal por culpa de esos dos payasos.
—Pero necesito que sean un equipo, ¿me entiendes? —me taladra con la mirada— Esto no es un juego de cuando estaban de vacaciones y hacían inventos en la cocina para pasar el tiempo. Es un trabajo.
No puedo decir nada. No me gusta nada de lo que me está diciendo, y asumo que tampoco me va a gustar lo que viene a continuación.
—Es un trabajo del que necesita de todos ustedes para salir a flote. Esa pastelería es mi bebé, y lo sabes —me dedica su sonrisa, torcida y arrugada, tan familiar—. Sufrí demasiado para sacarla a flote. Y necesita de todos para seguir así. Por más que quiera, estos huesos están viejos —suelta una risotada amarga, dándose una palmada en la rodilla—. Así que-
Por una razón estúpida e inexplicable, se me hace un nudo en la garganta, tan duro y amargo como tragarse más ron del que soporta. Desvío la mirada hacia la ventana que da afuera, concentrándome en los arbustos del jardín y en las casas del frente.
—Sé que has estado estresada con la universidad y que tener a más gente ahí no te gusta, pero todos ustedes son mi familia y se vale que me apoyen. ¿Está bien?
Me tiembla el labio inferior así que me lo muerdo, tratando de que no salga ni un pedazo de lágrima de mis ojos. Solo cuando Cara me jala con más fuerza de la que debería tener, haciéndome agachar para abrazarme, es cuando me permito llorar un poco.
Hasta que escucho la puerta de cristal de afuera abrirse y las voces lejanas de Marco y Elio. Me levanto del regazo de Cara de un sopetón y me limpio la cara. Cara me mira con una sonrisa de diversión mientras vuelvo mi rostro a su estado normal, dando palmaditas en mis mejillas y limpiando todo con un pañuelo pequeño.
—¿Te quedó claro? —inquiere, justo antes de que abran la puerta.
—Sí —carraspeo cuando mi voz suena ronca—. Sí, está bien. Voy a tratar de no querer matarlos más a menudo.
La risotada de Cara me hace sonreír, y me da otra palmada en el muslo.
—Pues vete a abrir la puerta —me ordena, sonriendo—. Se acabó la sesión.
Ruedo los ojos y me levanto. Cuando abro la puerta, Elio casi se cae de boca y choca conmigo, pero me hago a un lado y no termina estrellándose porque se agarra de la puerta. Marco y él me da una mirada entre confusión y no sé qué más.
—¿Qué me miran, pendejos? —alzo el pecho, con los puños apretados— Terminen de entrar.
Me hacen caso, aún sin quitar la expresión de sus rostros. Cara se ha puesto de pie para recibirlos.
—Adiós, Cara.
—Avísame cuando llegues.
—Ajá.
—¿De qué estaban hablando? —escucho que pregunta Marco.
—No les incumbe, chismosos. ¿A qué vinieron?
—Yo duermo aquí...
—¿Y tú?
—Soy tu nieto.
—Aish.
hange.
Re: Our twenties
- BRENDA:
Bueno, bueno, bueno el mareo emocional que me acabo de comer en el capítulo 11 y el que me veo que me comeré en el siguiente
he de admitir que me siento un poco perdida volviendo a leer todo por que no recordaba nada, pero una vez situada sigo en shock un poquito. Por que me está gustando un poco demasiado la dinamica entre enolah y mason, sobretodo ese final del once que me ha dejado lokisima. Nena, entre el stalker que tiene de la compañía (que no me ha quedado muy claro si lo sabe o no mason), su relación que entrenoto cositas del pasado, el emborrachamiento hippie de las compis de residencia (pd. has definido a yuna a la perfección con las mini interacciones) que ha sido muy gracioso, mason modo ex acosador después de una ruptura y luego esa otra parte en la que es el cumpleaños de la madre y acaba en la bañera con el mira
sigo con el 23, ay madre.
menos mal que me continuas con lo del pasado por que casi me da un ataque pensando que iba a haber un corte temporal largo de un mes y no iba asimilarlo. Y me pones un pov mason
ay lo ves, se conocían de niños yo sabía, tengo olfato para estas cosas y el crushing se ve a la legua, me encanta gracias.
ay lo de las orquídeas me ha matado que le ha enviado unas fotos con significado te juro que me meo
y luego los otros dos ahí discutiendo en la tienda xdd
ay hana y enolah siendo un amorAhora que lo pienso, ¿Qué cosa no le hubiera gustado a Ari? Era una niña con todo un futuro por delante, le esperaba una vida llena de felicidad, amor y éxito. Una vida que yo le arrebate.just why??
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
me alegro de que haya decidido confiar en hana y contarle qué le pasa y qué le ha pasado, creo que eso al menos le ayudará a sentirse algo más liviana aun que siga carcomiéndose por la culpa *heartbroken*
creo que el encontronazo con mason y luego la cita con su madre me ha pillado tan desprevenidad como a enolah. what? y luego entonces después de todo eso significa que mason se va a mudar a galena? uuuh se vienen cositas e.e
He de decir, que la madre de mason no me cae mal como pensé en un primer instante, me parece que la mujer es bastante directa sí que olé xd pero ah, es una situación muy complicada.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
excuse moi? ¿Cómo? ¿¡Cómo que no la dejará ir en 2 años!? Es que había letra pequeña en el contrato o qué cojones mason, NO. No me puedes marear tanto a la pobre chiquilla, ni a nosotras como espectadoras! ¿¡Qué quiere decir eso!? No, no no
Me ha encantado Brenda, no puedo esperar por ver qué hay detrás de ese matrimonio y los secretos de la empresa
- ANNIE:
solo recordaba que tu prota me parecía una dulzura y así es <3
empecemos un poco por el trece.
ay el comienzo me parece tan lindo, ella en la firma de libros que ha hecho las ilustraciones sin querer demasiada atención y luego emm sam... si, emm, es editor o jefe del departamento(?) bc las formas de ilusionar a alguien para darle la patada gracias(?) pero luego amé la interacción con su madre so idk i keep an eye in u...
Describes de una manera preciosa, de verdad me encanta leer libros con descripciones detalladas y creo que en tu escritura va mucho con tu personaje, creo que muestras más el mundo interior que tiene nana ~
y el grupo de wa familiar, ese que tenemos todes
Me meo con pía, creo que es la típica amiga que viene con una sonrisa de oreja a oreja y sabes que o quiere algo o te va a liar si o si.— Nuestros ojos no hicieron chispas — interrumpo de inmediato.
Ahhhh la Pía pero si le va con el nombre, toda pilla ella. que manera de manejar los hilos tiene aquí la amiga jaja me encanta, pero sufro por nana, ay pobre. yo creo que no tiene nada que discutir, pía es de esas personas que siempre se salen con la suya, tiene pinta de tener ese don.
ayyyy intercambio de clases, love it!! quiero más de na eun y dmitri
pd. quiero que graben la reacción de clara al recibir su cuadro plz
bueno, sigo con el veintidós ^^
empezaré comentando, ¿por qué las conversaciones que tenemos -y más en el trabajo- son tan random?
Aclarar que me refería a el tema de que ha llegado tarde por que ha ganado la medalla su hijo, la discusión ha venido de la nada a darnos una hostia de realidad ay no
pero luego la interacción entre charlie y nana fue tan linda tu puedes charlie!! fighting!!
Esto me parece super sweeeet!! no solo la dinámica entre ambas, si no también conocer un poco el lado de nana y ver como su pintura también refleja en parte no solo sus emociones si no también su evolución. amiga, aquí todos tenemos al menos una pizca de miedo a ser juzgados pero por desgracia el miedo solo nos ata de manos y pies— Reformulo: Me encanta el hecho de que pintes a las personas con las que te sientes cómoda y sabes que estarán en tu vida un tiempo — remarca la última parte.
jajajaja la conversación de besugos entre josh y na eun tiene que haber sido desesperante para ambos pero me ha encantado jaja
y el momento ramen, mascarillas y k-drama jeje
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
ay amo a su madre, gracias
La fiesta he tenido que hacer un esfuerzo por no reírme en alto por que es de madrugada, pero entre que llega a la fiesta que le obliga a ir pía y aquella está coqueteando por las esquinas y luego la historia de como se conocieron
tengo una amiga que me recuerda mucho mucho a pía y ay me hace amarla mucho. es que no tiene filtro, y se ha quedado con la idea de que se lanzan miradas con flechas de amor en la cabeza y es que cada comentario que suelta pía es una perlita
Bish, la nana es otra pilla, pero más inteligente he de agregar, ay la amo!!
la clase de arte, josh, dmitri y nana mira, me la he imaginado tal cual que me parto. la compartativa de cachorro herido y en celo ha sido maravillosa, tnku dmitri
ay la galería yo me esperaba que la pobre estuviera de sujetavelas o bebiendo agua, saliendo al baño y contemplando algún cuadro cuando entonces dmitri llega
AY QUE CASI ME CAGIGO LITERAL DE LA SILLA AL LEER QUE DMITRI LE DICE SIN PELOS EN LA LENGUA QUE QUIERE ESTAR CON ELLA POR QUE LE GUSTA obvio, pero omgg
quiero saber como sigue la dinámica de estos dos plzz que me ha gustado mucho son como muy diferentes pero veo que se entienden, me escuchas nana? te entiendeee!!¿Qué acaba de pasar?
pd. espero que al final de la novela haga una exposición con su nombre porfa
Última edición por pixie. el Dom 13 Feb 2022, 1:57 pm, editado 1 vez
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Our twenties
- FLOR:
al comienzo de tu capítulo catorce, con hana a penas a dos meses de la entrega es como jeje ¿por qué me suena tan familiar ese tipo de cosas? xd todas somos hana (:
Dios, cualquiera que pueda ver el cuaderno de hana creerá que es una stalker no que lo he está siendo sujeto de investigación para que escriba. aun que... un poquito stalker si está siendo
¿como? ajaja que le debe 50 dolares yo me piro pitando- Chica abeja.
uh, me parece que luciel las coge a la legua hana ohh me encanta que hana tenga hasta plan b, y me pregunto cuantas variantes habrá calculado en la cabeza antes de actuar jaja
ay menos mal que al final además de coger el dinero, va a comer con ella bien, bien.— ¿Cuánto vas a esperar para decirme lo que planeas?
{...}
— No creas que no me di cuenta que en la última semana me estuviste espiando
AY DIOS QUE SE DIÓ CUENTA
ay madre, yo creo que en ese momento me habría esfumado de la escena que vergüenza que la pilló!! la verdad es que pensé que hana iba a decirle la verdad, que en parte no me parecería mal que le contara la verdad no creo que sea malo... pero si no lo hace y luego se entera pues se montó el drama, ay
ahh me costó un poco de pillar, pero vamos creo que aquí se llama el 3 en ralla, jaja jugaron a eso para acceder a ser amigos y verse, EL PACTO me encantó. ahora ella estará pasando el día con él para poder conocerlo ahora entiendo la escena del capítulo de brenda jaja me encanta la dinámica de ambos, funcionan super bien juntos <3
me da bastante envidia lo bien que se llevaba hana con sus compis de apartamento, la verdad es que parece que eran un grupo muy guay, me habría encantado vivir con ellos
y luego la parte en la que hana está jugando al solitario me recuerda a cuando era pequeña y me quedaba embobada mirando a mi madre jugar al solitario en el pc y cuando yo lo intentaba fallaba estrepitosamente xdd
vamos con la segunda parte
por qué será que siempre que hablas de alguien acaba o por aparecer o por tener noticias de esa persona de inmediato (?) bueno le salió bien jaja enolah diciéndole que a luciel le gusta― No puede ser. Lo invocamos. ― Exclamé.
esta frase te juro que me da ansiedad bueno el castigo no es tan malo, menos mal. ay dios, es que cuando ves aparecer una escalera en escena sabes que algo va a ir mal. y veo a hana que es un poco como yo y es que las alturas suelen ser peligrosas, más si eres torpe. Pues obvio luciel decide pedirle algo a hana y por tener que estirarse se cae― Tarde Lee. Si trabajaras aquí estarías despedida.
Por un momento creí que luciel la había agarrado como la típica escena de película/drama en la que justo llegan a tiempo para salvarla aun que sea de algo tan ridiculo como que les manchen con el café. pero en tu caso se cayó encima cuando trató de hacerlo y eso lo hizo todavía más realista y i love it ay madre cuando trata de ver si está bien y sin ver bien donde coloca la mano se la pone cerca de la entrepierna y luego sale corriendo y se acaba estampando contra la puerta
ay pobre hana pero fue un momento muy gracioso que confunda a la hermana de luciel con un ángel jeje por cierto, por qué no podía ser solo uno guapo de la familia y tienen que ser todos too many beauty― ¿Eres un ángel? ― Murmuro.
esto
y esto― ¿Tienes algo que hacer ahora? ― La pregunta abrupta de Luciel me interrumpe.
la invitó a salir!! ay que lindos paseando por las calles de galena al atardecer comiendo un helado por favorÚltimamente, descubrir un poco más sobre Luciel Kang es lo que más disfruto.
ahhh voy a ver como sigues en el próximo
si hana fuera creadora de contenido en yt o tiktok tendría un video que se titularía: como me volví el main character de mi vida por que ella es así, tiene ese aire de seguridad, carácter y como si brillara. Tengo que decir, Hana, hija enciéndete el aire si no lo pagas tú que vas a asarte mientras trabajas! te habla una que ha llegado a vivir sin aire acondicionado y es lo peor en verano, en invierno puede ser pasable con un kilo de mantas pero en verano no
Me gusta mucho su reflexión en respecto a la belleza, la seguridad, la autoestima y el sistema que los rodea. Me pregunto si hana escribirá ensayo o novela, me encantaría leer sobre esta mirada crítica y analítica sobre la sociedad y ver como une ambas cosas con su sujeto: Luciel. Y bueno también quiero ver como acaba la cosa, puesto que espero que ambos acaben juntos de algún modo por el shippeo obv y como eso afectará a su trabajo, además de que y si el se entera, como se lo tomara? creo que me estoy adelantando mucho, don't mind me
si quieres saber mi opinión o en mi experiencia, creo que van de la mano. esta claro que la que más importancia tiene es la autoestima, y hay veces que alguien puede tener baja la autoestima por equis razones aun que sea bello, pero tampoco suele ser la mayoría de casos. y la autoestima juega un gran punto con la seguridad, vamos es muy difícil tener la autoestima baja y tener seguridad por que al final es una balanza desnivelada de manera continua hasta que aprendes a poder mejorarlo...
QUE SE VIENE LA PARTE NARRADA POR LUCIEL
ahhh es tan obvio que aun que "le obligó" selene él quiere estar ahí yendo a recogerla y por eso está nervioso por que aquí mi amiga hana es bien bella No solo la llamó amiga (y bueno colega del trabajo por que se puso nervioso) si no que la invita a la playa
Ves amigo, la curiosidad y el interés van de la mano para conocer a alguien más que simplemente por que no los acabes de comprender siempre hay una pizca de curiosidad hace que arda el fuego más tardeExisten algunas cosas que no entiendo y entre esas está Hana Lee.
Y entre su incomprensión de por qué ella quiere acercarse a él, hace que él quiera acercarse a ella por que quiere saber más Ay al final Luciel supo como abrir paso a la conversación y tomó su turno para conocer más a Hana, una a la que ve más sincera y honesta. ¿Ya descubriste que te gusta?
pd.amo a su hermana
el hecho de que le dijo a hana que se arreglara pero no le dijo donde iban ni para qué. ay hana nerviosa es muy cute, pobcrecita en el lio inesperado que te metieron
Hana, amiga, a menuda fiesta aterizaste para que la abuela que ha sido engañada te sujiera cosas que no son y ahora tu te lo replantees todo... me pregunto cómo reaccionará hana con luciel a partir de ahora━¿Están saliendo o ya son novios?
¿Qué? ¿Acaso dijo lo que creo que dijo? Abro los ojos sorprendida. Las palabras se quedan atoradas en mi boca. No se que responder.
LUCIEL, TÚ Y YO VAMOS A TENER QUE TENER UNA CONVERSACIÓN SOBRE COMO TRATAR A LOS SERES HUMANOS Y APRENDER A CALLAR ESA BOCAZA. EL PAVO ESTE QUE ME HABÍA EMPEZADO A CAER BIEN Y LA CAGA DE MANERA TAN ESTREPITOSA. ¿Por qué? ¿Tienes miedo luciel?━No te hagas ideas tontas. Eso nunca podría pasar. ¿Enserio crees que me gustaría alguien como Hana? La viste como es
ay flor, no me esperaba para nada este final, yo creía que se iba a volver todo más cómico con hana creyendo que le gustaba gracias a la conversación con su abuela pero ahora será un drama por que le ha hecho daño a Hana -cosa que no te perdono, que lo sepas luciel- ¿que pasará? volverá a verlo? deberá por que tiene que acabar su trabajo, desde luego se ha lucido, a este paso va a sacar matricula gracias a su comportamiento... No puedo esperar por leer más nos vemos linda
✦ ausente.✦
pixie.
Re: Our twenties
- kate kate:
Hey, gal [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Cómo estas? Let's be honest. Ya recordé en dónde dejaste la historia de la ronda pasada y de nuevo vuelvo a poner todas mis esperanzas en Tai y Elio.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Y antes de que empiece a comentar tu cap, quiero decir que tus gifs siempre son *chef's kiss* salgo re enamoradaAdaptarse o morir.
Y yo he tenido que adaptar mi reloj biológico al sol porque, de lo contrario, iba a morir joven. Despertar cada día a cacerolazo limpio no es saludable. Tenía que hacer algo antes que mi abuela se pusiera más creativa con sus formas de levantarme por las mañanas. Así que decidí recurrir a la alarma, un concepto desconocido para mí hasta hace nada.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—¿Quién te ha dicho a ti que deseo alargar la tortura de soportaros?
—¡Abuela!
—¡Cara!—A mí no me hables como si fuera retrasada, niña. —Flora sonríe de lado, inmune a la expresión mortífera de Cara. Al final, tras poner los ojos en blanco, es ella quien da un mordisco a la manzana—. Da de comer a Elio, que está en los huesos. Mucho tabaco y poca fibra.
JAJAJAJJAJAJAJA ESTE USER AMA A LA SEÑORA CARA.—¿Quieres ir tú al médico por mí? —resopla Cara como una niña pequeña. Que es en lo que se convierte en estas situaciones.
Y por supuesto, la amistad entre Flora y Elio. *Tratando de enfocarse en lo positivo para no encasillarse en la parte donde Elio explicó lo que sentía de su adopción y de sus papás *—Uy… ¿Estás intentando no sonreír? —La pincho.
—Yo que tú no acercaría la cabeza al horno hoy. No vayas a tropezar y te la desfigures —amenaza.
JAJAJAJAJJAJAJAJAJ ESTE MORROEl sim que he creado se las ha apañado para generar dos incendios y que los servicios sociales le quitaran a un niño en las tres horas que he estado jugando.
*Inserte Panic At the Disco! vibes [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] *Tras acabar, hemos cogido algo de cenar y ahora estamos aquí bebiendo cerveza. Beltrán en el sillón y Marco y yo en el sofá. La noche es tranquila, Marco habla y presume de Pongo cual padre orgulloso de su bebé, con el perrito tumbado entre los dos. Ninguno parece tener ánimo de salir y esta no se convertirá en una de esas en las que en acabamos en un tugurio de la ciudad con ropa interior de brillantina. O despertando en una cama rodeado de boas de colores y encontrar a Beltrán subido a unos tacones de quince centímetros mientras cinco drag queen le daban indicaciones sobre cómo hacerlo correctamente.
JAJAJAJAJAJJAJA LA MEJOR ESCENA EVER, Elio en bolas nos dió vida. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Siempre estoy a un impulso de confesarle que el día que nos encontramos la reconocí de inmediato. Pero, también de inmediato, la vergüenza me lleva a retractarme. Qué le voy a decir. «Lo siento, es que ese día se me juntó el pánico porque me pillaste en bolas con la vergüenza ajena que me da mi yo del pasado y decidí mentirte». Me va a mandar a la mierda. Sé que debería afrontarlo y comportarme como un adulto que acepta las consecuencias de sus actos. Pero siempre me voy en dirección contraria a los «debería». Y me gusta pasar tiempo con ella, porque puedo desahogarme en paz sin tener que mantener la compostura.
Trago la culpa con un sorbo de whiskey.
No es que a alguien le importe, pero los hombres que escriben mi DEBILIDAD.Cuando era niño, mi abuela me hacía leérselas en voz alta mientras desayunábamos o, recitárselas por teléfono si yo no estaba en el pueblo. Como es mi abuela, se deshacía en cumplidos y me hizo prometerle que algún día escribiría un libro. Igual que muchas otras promesas, esta también la rompí. Hace mucho que desistí de escribir historias. Ahora solo me dedico a escribir galimatías que me vienen a torrentes. No merecen la pena. Y son míos. Esta libreta es una manifestación de mí. Me entra un pánico incomparable a nada cada vez que alguien da indicios de querer verlos.
¡Vamos, Elio! TU PUEDEEEEEEEEEES [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Pinche ELIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO jajajajajjajajajja AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH por qué no se arriesga y le diceeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee. Este dude quiere que alguien lo empuje o algo.—Te acompaño —respondo.
—Como quieras. —Encoge los hombros.
—¿Taianna? —Se gira hacia a mí a mitad de camino hacia una mesa. Aprieto los puños. «Díselo, venga»—. Gracias otra vez. —Pero al final reculo, como de costumbre.
Mi Tai Tai bella. Me encanta como todos le temen a Flora, es como las mamás, cuando te miran y automáticamente sus hijos se calman.—Dame tarta de limón.
—¿Qué has comido?
—Tarta de limón.
—Hasta luego.
—¡Eh, hay una ley que te obliga a darle a los clientes lo que quieren!
Flora se detiene en el quicio de la puerta que conduce al almacén. Taianna pone cara de ilusión al ver que se para, pero se le cae cuando Flora se limita a hacerla una peineta mientras le sonríe con malicia, lo que provoca que se dé de cabezazos contra la vidriera. No le dura más de un segundo, claro.
Se arrastra de lado por el expositor y se coloca frente a mí.
—En realidad, tiene derecho a decidir a quién atender —puntualizo.
—Cierra el pico, cerebrito —masculla—. Rápido, dame dos antes de que vuelva —exige con premura. Ha pasado los últimos quince minutos discutiendo con Flora por la tarta. Un escenario que se repite cada día. Al final siempre me escribe un mensaje para que le saque cosas de contrabando.
—¿Para que me mate? No —respondo concentrado en secar el vaso con el trapo.
¿Cómo que no se lo diga? ¿Leí bien? Afirmativo! Estoy en shock. Ayyyyy, Flora tiene razón, pero por alguna razón siento que en cuanto Tai se enteré va a valer
jajajajajaja super cute aunque la Tai se lo quería comer vivo por ser feliz.Cerca de las dos, Elio aparece en la cafetería. Normalmente me alegro de verlo, porque es una grieta en la costumbre. Que se pase por aquí durante mis turnos hace que estos sean más amenos. Por extraño que me resulte pensar así tratándose de él. Pero tengo que preservar un nivel mínimo de sinceridad. Y la verdad más plana es que disfruto pasando tiempo con Elio.
Hoy, sin embargo, hubiera preferido que no viniera. A pesar de que se lo mencionara con la esperanza de que me acompañara.
—¿Lista? —Crea un ritmo alegre con las manos sobre la barra. Sonríe y se sube las gafas de sol a la cabeza. El pelo sigue el movimiento y deja al descubierto su rostro.
El buen humor que desprende me produce ganas de gruñir.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] chócalas, Tai.Asiento. Me mordisqueo el labio inferior. No seré yo amiga del positivismo, pero esto es lo último que tendré que hacer antes de cerrar este capítulo. Lo he aceptado. He tocado fondo, nunca he estado tan abajo y me he apuntado el concurso para ir hacia arriba de nuevo. Aunque no tenga la más remota idea qué encontraré allí.No pierdo el tiempo en contemplarlos y no le permito a mi cabeza ponerse a rememorar. Paso por el trago como si me estuviera quitando una banda de cera; es doloroso pero rápido. Sin embargo, cuando cargamos el último cuadro en la parte trasera de la furgoneta y Elio abrocha la lona de nuevo, no puedo detener la sensación de que debajo de esta hemos colocado un cadáver. El mío, para ser precisa.
Martina no me cae mal, lo juro. Pero aquí quería MATARLA. ¿Por qué no se da cuenta de que está matando a la Tai artista?«Qué contenta estoy de que hayas entrado en razón». «Ahora has vuelto al Monet tengo mucho más tiempo para mí». «Dices que serán unos meses, pero verás como cambias de opinión respecto a irte». «¿Recuerdas que fantaseábamos con dirigir el Monet de niñas?».
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Y es en ese destello en que dejo de sentirme una impostora, un fraude y un cadáver.
Weeeeeee toda la escena donde aparece Elio y Tai intentando arreglar las cosas a su modo me puede mucho. Además me encanta como Elio siempre la entiende, sin presiones. Me dan mucha ternura esos dos.
JAJAJAJJAJAJAAJAJAJJA ESTE MORRO. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]—Bueno, sí que nos acostamos —comenta meneando las cejas y frunciendo los labios parodiando una expresión seductora.
—¡Cállate, van a oírte!
—Me duele que reniegues así de mí. —Suelta un suspiro melodramático, con la mano en el corazón—. Las señoras tienen razón, soy demasiado guapo para ti.
Sólo quiero decir y no recuerdo si ya lo dije antes pero necesito uno de estos en mi vida, es que AUBSVJLGVDSKHDWB me gusta mucho como la apoya, es decir como que sutilmente la empuja al borde pero él va detrás de ella cuidandolaaaaaa.
FLORAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAALevantamos la vista a la vez. Estamos más cerca de lo que esperaba, si moviera un poco la cabeza mis labios rozarían los suyos. Es en esta cercanía peligrosa e inconveniente, que aparece si me despisto, donde la electricidad de la noche en que nos acostamos comienza a fluir y a arrastrarme hacia Elio. A la que me resisto constantemente, porque no repito polvo y porque no quiero liar las cosas. Aunque sea tan atractivo que dé rabia.
Pero en este instante, con las emociones por fuera, el olor de los melocotones mezclándose con su colonia, sus ojos clareados por el sol y su piel morena… Bueno, cuesta resistirse. Y estoy decidida a no hacerlo cuando mi teléfono empieza a sonar y me saca del trance. Elio se asusta y se cae de culo sobre la manta. Yo me quedo quieta, regañándome en silencio por lo que iba a hacer y por la decepción que se ha quedado en mi pecho. Elio pelea con la cremallera para sacar el móvil, se le resbala de los dedos cuando intenta pasármelo. Me incorporo y lo agarro por mí misma.
jajajajajj Kate Kate me muero por saber como van a ir las cosas con estos dos pero necesito más aún los detalles sobre el regreso de Taianna más poderosa que nunca Nos leemos prontix!
lovesick
Página 14 de 15. • 1 ... 8 ... 13, 14, 15
Página 14 de 15.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.