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Del amor y otras inquietudes | N.C.
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 4 de 6. • 1, 2, 3, 4, 5, 6
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
MickyEche escribió: Tenia en la cabeza que ya había escrito el comentario porque lo leí apenas lo subiste, torpe yo.
Como que se me revolucionaron todas las mariposas en la panza con la parte del baile y cuando se besaron fue como puuuuufff: mariposas muertas aparecieron tiburones asesinos.
Ame a la mamá de Nick, señora es usted mi mamá.
Y me encanta como narras de ambos puntos y en eso las admiro a ustedes dos porque yo no me siento tan cómoda y a ustedes les sale precioso!!!
Ame mucho este capitulo, quiero saber mas del libro de Nick.
Flor, espero el tuyo bebeeeeee
Ntp, Micky. Tu tranqui JAJAJJAJAJA Debo decir que también amé a sus papás, en especial a la serñora porque me la imagino una mujer mega refinada, delicada y por supuesto con una personalidad que la hace todo un personaje y aunque su papá no diga mucho, es del mismo modo que ella. A mí también me encanta cuando escribes desde Tyler, ya sabes el por qué. Espero leerte prontix!
lovesick
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
¿Estamos bien? pt. 2
flower.
iris
x
alexander
flower.
iris
x
alexander
Iris
Camino a la casa de Jessica, noto que el día está soleado. Las nubes parecen temerosas de acercarse al sol, con aspecto derretido rodean a la estrella. Detesto las analogías, pero no puedo evitar comparar y pensar sobre ello. Los sucesos de la cena de anoche invaden mi mente.
Calculando por la altura del sol, la hora no debería pasar de las 9 AM. La puntualidad es algo con lo que no me llevo bien, así que planee salir media hora antes. Si hay algo que disfruto hacer en un día tan hermoso como el de hoy, es caminar. Además de que ahorro en transporte público y taxis.
El siguiente paso...
Sé lo que significa, pero no estoy segura de poder decirlo en voz alta. Aplicándolo al lenguaje de las películas, me encuentro en el desarrollo o en los recuerdos del personaje principal. Se describe una relación con sus momentos soleados y de tormenta. Una relación en la que nos sentimos cómodos siendo dos. Una relación lo suficientemente fuerte que no nos perturba nada ni nadie ¿verdad?
Más temprano en la mañana, Alex parecía normal, su actitud era la de siempre. Todo parece estar bien para él ¿Por qué? Un sentimiento de coraje empieza a invadirme ¿Acaso no le perturbó en absoluto las palabras de mi madre? ¿Soy yo la única preocupada? Tal vez analizo las cosas sin razón alguna. No tengo por qué inquietarme ¿no?
No puedo permitir que mi relación más larga y estable deje su estado soleado. Esas nubes a su alrededor tienen que desaparecer. Porque de no ser así, una tormenta podría formarse al pasar los días y no estoy segura de que estemos preparados para soportarlo.
Sin darme cuenta frente a mí se halla la propiedad de la pareja a la que ayudaremos a tener su bebé.
Contemplo la puerta y me pierdo en ella, admiro el decorado de la entrada. Me recuerda a la casa de mi abuela en las costas de Busan. Se siente el aire a familia.
— Iris — Escucho una suave voz, me sobresalto como instinto y volteo. Mis ojos se encuentran con una cabellera rubia y una mirada azul, algo sorprendida ante mi acción reciente.
— Ana, ¿Cómo estás? — De mi boca salen esas palabras, seguido de una sonrisa en modo automático.
Los sábados, como hoy, siempre los dedico a ayudar en actividades sociales. Así fue desde que estuve en preparatoria hasta ahora. Soy consciente de que muchas personas les parecerá una pérdida de tiempo o de poca importancia. Personalmente, a lo largo de mi vida tuve buenos recuerdos participando de estas actividades. No solo me fue útil para un crédito extra o en la solicitud para el ingreso a la universidad, sino que me permitió conocer a Alexander.
También, por este medio conocí a la chica que me acompaña hoy, Ana Zillio. La conocí en un evento de caridad destinado para ayudar a los que duermen en la calles. Desde el momento que hablamos pude percibir que era el tipo de persona que tiene un alma pura e inocente. Compartimos el sentimiento del querer ayudar al prójimo, así que ¿porque no hacerla mi amiga?
— ¡Iris, baja de las nubes y trae unas toallas húmedas, rápido! — Una de las mujeres presentes me llama la atención. Tiene cabello castaño oscuro y pasa la mediana edad. Lo confirmo al ver algunas canas blancas y los pliegues que decoran su rostro.
— Lo siento mucho, ya voy. — Me incliné haciendo una reverencia de disculpas, una costumbre que realizamos en Corea del Sur cuando amerita la ocasión. Como ahora, que me encuentro muy apenada por mi comportamiento.
A pasos apurados tomé las toallas para dirigirme a los baños para humedecerlos. Veo el agua caer de la canilla y tomo la oportunidad de lavarme la cara.
No me siento al 100% comenzando porque que estoy siendo reprendida por cada una de las mujeres presentes. Mi falta de concentración se debe a mi cerebro, quien decidió irse a descansar o seguir pensando en lo de anoche. Debo disculparme con todas, en especial con Ana, quien se muestra muy paciente conmigo.
— Afuera hay una mujer que está por traer una vida y una parte está a tu cargo ¿¡qué demonios estás haciendo Iris Na!? — Susurro a la persona en el reflejo del espejo.
Un grito parecido a un aullido de dolor llama mi atención. El momento llegó. La mujer Jessica estaba teniendo a su bebe. Con rapidez recojo las telas y corro a donde se encuentra la conmoción. El milagro de la vida sucede ante mis ojos y no soy participe. Admiro a las mujeres que se atreven a traer al mundo un ser humano, que lleva en su código genético una perfecta mezcla de la pareja, a un lugar lleno de incertidumbres y a la vez lleno de esperanza.
El siguiente paso…
Algún día, ¿Alex y yo estaremos en los zapatos de esta pareja? Observo la expresión de la futura madre, todo ese dolor lo vale después de todo. El padre no está presente, pero puedo suponer que el hombre siente nervios y emoción, todo al mismo tiempo. ¿Cómo no emocionarse, si la persona que amas está expulsando al fruto de su amor? Mis emociones están a flor de piel. Mi imaginación vuela y me visualizo a mí misma en el lugar de Jessica.
¿Seré capaz de soportarlo? Y ¿Alex? Quien se encontraría mordiéndose las uñas en estado de pánico. Dispuesto a atacar su otra mano, atravesando un estado de preocupación por mí y por el bebé. La emoción que causa la escena imaginaria y la real, se manifiesta en lágrimas que recorren mis mejillas. Levanto mis manos hacia mi cara en un intento de secarlas.
¿Este es nuestro futuro? ¿Es lo que quiero?
Alex
Los fines de semana en los que puedo descansar son mis favoritos. Los disfruto más porque no tengo trabajo en la revista y a Evee taladrando mi cabeza con su voz y a Mark, el interno con sus insoportables preguntas.
El silencio es mi sonido favorito. Mi ambiente perfecto es sentarme en una silla o donde sea, con la ropa más cómoda posible y no hacer nada, con la mente despejada. Justo como estoy ahora. Aunque no logro encontrar el punto de relajación que deseo.
En busca de un poco tranquilidad, me decido por leer. En el mueble de televisión, debajo de este tomo uno de los libros de mi padre. Camino hacia el balcón y me siento en el suelo. Abro el libro y comienzo mi lectura.
"Algunos momentos se vuelven más vividos al pasar el tiempo. Las muchas despedidas y encuentros del ayer existieron para este momento. Cada camino que recorrí me guía hasta este lugar exacto. Dos almas desesperadas se encuentran, se aferran a ese momento compartido y con un hambre atroz devoramos todo. Estamos sedientos por más. Tanto es el sentimiento que nos consume poco a poco. Este tipo de momento es a lo que me refiero.”
A veces, me pregunto qué tipo de libros escribe mi padre. No logro descifrar la mayoría de la metáforas que emplea ¿Se considera esto una metáfora al menos? He leído la mayoría de los que ha sacado, los best-sellers en especial. Christopher suele burlarse de mí diciendo que solo las grandes mentes como las de un escritor o un abogado podrían entender.
¿Dos almas desesperadas? Se aferran a ese algo especial. Devoran toda su felicidad y se consumen entre sí. Parece un momento trágico. Sin embargo, siento que ellos son felices. ¿Qué tiene de malo? Mientras que la pareja se sienta cómoda y tranquila con los dos, no encuentro nada preocupante.
Mi cerebro divaga. No puedo evitar preguntarme qué cruzaba por la cabeza de mi padre cuando escribió estos párrafos. ¿Es pura ficción? O ¿Es una historia basada en la realidad? De ser ficción, mi admiración está creciendo. Pero si es testimonio real, no tengo idea como relacionarlo a su vida o a la de alguien. Él no es una persona muy sociable. Y la ingrata de mi madre no tiene que ver, de eso estoy seguro.
En una de las esquinas hay un pequeño dibujo a lápiz, es un arco iris con matices en gris. Iris. Ahora que lo recuerdo, ella me comentó que estaba leyendo uno de los libros de mi padre. Hace semanas si mal no recuerdo. ¿Podría ser que le haya aburrido? O tal vez se olvidó que se quedó en esa página.
Pienso ¿y si la pareja desesperada, fuéramos Iris y yo? La idea me parece divertida. Tuvimos muchos momentos especiales, de los que guardamos en nuestro corazón y memoria. No hemos “devorado” todo. Aún nos queda mucho por pasar. No quisiera que nuestra relación quede consumida.
“El sonido de la cigarras, que chirrea como si fuera el ruido de lluvia intermitente, se corta en un instante. En el silencio abrupto, aprecio lo hermoso de la vida. Solo el hecho de que tú estés aquí hace la diferencia. Incluso si esto es un sueño, escojo estar aquí. ¿Por qué el momento más feliz está acompañado de miedo?”
¿Qué demonios es esto? Mientras voy avanzando, me siento más estúpido. ¿Miedo? ¿De qué?
El siguiente paso...
Abro los ojos con sorpresa. La voz de la señora Na viene a mí, remarcando las tres palabras. La pregunta completa nos dejó atónitos en la cena. Si no fuera por el padre de Iris, quien con una expresión de nerviosismo cambio el tema antes de que la mujer continúe con su sarta de preguntas. Íbamos bien, ¿Por qué tuvo que arruinar la atmósfera?
Miento si digo que no estuve pensando en eso. Esa es la razón por la cual no consigo relajarme el día de hoy.
¿Qué significa ese siguiente paso? ¿Casarse? ¿Tener hijos? ¿Para qué? Luego te divorcias y todo se derrumba. Por un papel se destruye la paz. En una de mis manos se forma un puño. Cuando ya siento que las articulaciones palpitan por la fuerza, la extiendo y la observo detenidamente. Es la mano izquierda, donde se supone que debería ir los anillos de matrimonio.
Como si fuera un destello, imagino a Iris con un vestido blanco. Se ve hermosa, radiante y llena de júbilo. Es imposible no sonreír. ¿Quién no quiere casarse con la persona que quiere?
¿Acaso estamos listos para casarnos? Y lo más importante ¿Seremos felices?
Cierro el libro. Y miro hacia la calle. Tomo aire profundo. ― Solo somos dos almas que buscamos ― Hago una pausa pensando en cómo seguir. ― ¿Que estamos buscando?
A la distancia, escucho la notificación de mi móvil. Lo ignoro. Un segundo después vuelve a sonar. Con pereza me levanto y voy hacia la mesa donde lo dejé. Lo agarro, desbloqueo la pantalla y se abre la aplicación de mensajes. Christopher.
“Como lo siento hermano, pero nuestra madre insiste en verte.
Le pasé tu dirección.
Dale una oportunidad”
Estoy a punto de enviar mi respuesta y llega otro mensaje.
“¿Se lo dijiste a Iris?”
Por supuesto que no, como le voy a decir que mi madre, que hasta donde ella sabe falleció hace años, está de visita y exige verme. Estoy en problemas. Llevo mis manos hacia mi cara y suspiro. Tengo que hablar con Iris.
Como si fuera casualidad o más bien mala suerte. La puerta se abre, y la figura de mi novia aparece ante mí. Su presencia es diferente, la percibo decaída, cansada. Ella se percata de mí y cruzamos miradas. Sus ojos se ven agotados, sin el brillo que siempre llevan.
― Alex, tenemos que hablar. ― Asiento.
Hay mucho que nos tenemos que decir, ¿estaremos bien?
emmeCamino a la casa de Jessica, noto que el día está soleado. Las nubes parecen temerosas de acercarse al sol, con aspecto derretido rodean a la estrella. Detesto las analogías, pero no puedo evitar comparar y pensar sobre ello. Los sucesos de la cena de anoche invaden mi mente.
Calculando por la altura del sol, la hora no debería pasar de las 9 AM. La puntualidad es algo con lo que no me llevo bien, así que planee salir media hora antes. Si hay algo que disfruto hacer en un día tan hermoso como el de hoy, es caminar. Además de que ahorro en transporte público y taxis.
El siguiente paso...
Sé lo que significa, pero no estoy segura de poder decirlo en voz alta. Aplicándolo al lenguaje de las películas, me encuentro en el desarrollo o en los recuerdos del personaje principal. Se describe una relación con sus momentos soleados y de tormenta. Una relación en la que nos sentimos cómodos siendo dos. Una relación lo suficientemente fuerte que no nos perturba nada ni nadie ¿verdad?
Más temprano en la mañana, Alex parecía normal, su actitud era la de siempre. Todo parece estar bien para él ¿Por qué? Un sentimiento de coraje empieza a invadirme ¿Acaso no le perturbó en absoluto las palabras de mi madre? ¿Soy yo la única preocupada? Tal vez analizo las cosas sin razón alguna. No tengo por qué inquietarme ¿no?
No puedo permitir que mi relación más larga y estable deje su estado soleado. Esas nubes a su alrededor tienen que desaparecer. Porque de no ser así, una tormenta podría formarse al pasar los días y no estoy segura de que estemos preparados para soportarlo.
Sin darme cuenta frente a mí se halla la propiedad de la pareja a la que ayudaremos a tener su bebé.
Contemplo la puerta y me pierdo en ella, admiro el decorado de la entrada. Me recuerda a la casa de mi abuela en las costas de Busan. Se siente el aire a familia.
— Iris — Escucho una suave voz, me sobresalto como instinto y volteo. Mis ojos se encuentran con una cabellera rubia y una mirada azul, algo sorprendida ante mi acción reciente.
— Ana, ¿Cómo estás? — De mi boca salen esas palabras, seguido de una sonrisa en modo automático.
Los sábados, como hoy, siempre los dedico a ayudar en actividades sociales. Así fue desde que estuve en preparatoria hasta ahora. Soy consciente de que muchas personas les parecerá una pérdida de tiempo o de poca importancia. Personalmente, a lo largo de mi vida tuve buenos recuerdos participando de estas actividades. No solo me fue útil para un crédito extra o en la solicitud para el ingreso a la universidad, sino que me permitió conocer a Alexander.
También, por este medio conocí a la chica que me acompaña hoy, Ana Zillio. La conocí en un evento de caridad destinado para ayudar a los que duermen en la calles. Desde el momento que hablamos pude percibir que era el tipo de persona que tiene un alma pura e inocente. Compartimos el sentimiento del querer ayudar al prójimo, así que ¿porque no hacerla mi amiga?
— ¡Iris, baja de las nubes y trae unas toallas húmedas, rápido! — Una de las mujeres presentes me llama la atención. Tiene cabello castaño oscuro y pasa la mediana edad. Lo confirmo al ver algunas canas blancas y los pliegues que decoran su rostro.
— Lo siento mucho, ya voy. — Me incliné haciendo una reverencia de disculpas, una costumbre que realizamos en Corea del Sur cuando amerita la ocasión. Como ahora, que me encuentro muy apenada por mi comportamiento.
A pasos apurados tomé las toallas para dirigirme a los baños para humedecerlos. Veo el agua caer de la canilla y tomo la oportunidad de lavarme la cara.
No me siento al 100% comenzando porque que estoy siendo reprendida por cada una de las mujeres presentes. Mi falta de concentración se debe a mi cerebro, quien decidió irse a descansar o seguir pensando en lo de anoche. Debo disculparme con todas, en especial con Ana, quien se muestra muy paciente conmigo.
— Afuera hay una mujer que está por traer una vida y una parte está a tu cargo ¿¡qué demonios estás haciendo Iris Na!? — Susurro a la persona en el reflejo del espejo.
Un grito parecido a un aullido de dolor llama mi atención. El momento llegó. La mujer Jessica estaba teniendo a su bebe. Con rapidez recojo las telas y corro a donde se encuentra la conmoción. El milagro de la vida sucede ante mis ojos y no soy participe. Admiro a las mujeres que se atreven a traer al mundo un ser humano, que lleva en su código genético una perfecta mezcla de la pareja, a un lugar lleno de incertidumbres y a la vez lleno de esperanza.
El siguiente paso…
Algún día, ¿Alex y yo estaremos en los zapatos de esta pareja? Observo la expresión de la futura madre, todo ese dolor lo vale después de todo. El padre no está presente, pero puedo suponer que el hombre siente nervios y emoción, todo al mismo tiempo. ¿Cómo no emocionarse, si la persona que amas está expulsando al fruto de su amor? Mis emociones están a flor de piel. Mi imaginación vuela y me visualizo a mí misma en el lugar de Jessica.
¿Seré capaz de soportarlo? Y ¿Alex? Quien se encontraría mordiéndose las uñas en estado de pánico. Dispuesto a atacar su otra mano, atravesando un estado de preocupación por mí y por el bebé. La emoción que causa la escena imaginaria y la real, se manifiesta en lágrimas que recorren mis mejillas. Levanto mis manos hacia mi cara en un intento de secarlas.
¿Este es nuestro futuro? ¿Es lo que quiero?
Alex
Los fines de semana en los que puedo descansar son mis favoritos. Los disfruto más porque no tengo trabajo en la revista y a Evee taladrando mi cabeza con su voz y a Mark, el interno con sus insoportables preguntas.
El silencio es mi sonido favorito. Mi ambiente perfecto es sentarme en una silla o donde sea, con la ropa más cómoda posible y no hacer nada, con la mente despejada. Justo como estoy ahora. Aunque no logro encontrar el punto de relajación que deseo.
En busca de un poco tranquilidad, me decido por leer. En el mueble de televisión, debajo de este tomo uno de los libros de mi padre. Camino hacia el balcón y me siento en el suelo. Abro el libro y comienzo mi lectura.
"Algunos momentos se vuelven más vividos al pasar el tiempo. Las muchas despedidas y encuentros del ayer existieron para este momento. Cada camino que recorrí me guía hasta este lugar exacto. Dos almas desesperadas se encuentran, se aferran a ese momento compartido y con un hambre atroz devoramos todo. Estamos sedientos por más. Tanto es el sentimiento que nos consume poco a poco. Este tipo de momento es a lo que me refiero.”
A veces, me pregunto qué tipo de libros escribe mi padre. No logro descifrar la mayoría de la metáforas que emplea ¿Se considera esto una metáfora al menos? He leído la mayoría de los que ha sacado, los best-sellers en especial. Christopher suele burlarse de mí diciendo que solo las grandes mentes como las de un escritor o un abogado podrían entender.
¿Dos almas desesperadas? Se aferran a ese algo especial. Devoran toda su felicidad y se consumen entre sí. Parece un momento trágico. Sin embargo, siento que ellos son felices. ¿Qué tiene de malo? Mientras que la pareja se sienta cómoda y tranquila con los dos, no encuentro nada preocupante.
Mi cerebro divaga. No puedo evitar preguntarme qué cruzaba por la cabeza de mi padre cuando escribió estos párrafos. ¿Es pura ficción? O ¿Es una historia basada en la realidad? De ser ficción, mi admiración está creciendo. Pero si es testimonio real, no tengo idea como relacionarlo a su vida o a la de alguien. Él no es una persona muy sociable. Y la ingrata de mi madre no tiene que ver, de eso estoy seguro.
En una de las esquinas hay un pequeño dibujo a lápiz, es un arco iris con matices en gris. Iris. Ahora que lo recuerdo, ella me comentó que estaba leyendo uno de los libros de mi padre. Hace semanas si mal no recuerdo. ¿Podría ser que le haya aburrido? O tal vez se olvidó que se quedó en esa página.
Pienso ¿y si la pareja desesperada, fuéramos Iris y yo? La idea me parece divertida. Tuvimos muchos momentos especiales, de los que guardamos en nuestro corazón y memoria. No hemos “devorado” todo. Aún nos queda mucho por pasar. No quisiera que nuestra relación quede consumida.
“El sonido de la cigarras, que chirrea como si fuera el ruido de lluvia intermitente, se corta en un instante. En el silencio abrupto, aprecio lo hermoso de la vida. Solo el hecho de que tú estés aquí hace la diferencia. Incluso si esto es un sueño, escojo estar aquí. ¿Por qué el momento más feliz está acompañado de miedo?”
¿Qué demonios es esto? Mientras voy avanzando, me siento más estúpido. ¿Miedo? ¿De qué?
El siguiente paso...
Abro los ojos con sorpresa. La voz de la señora Na viene a mí, remarcando las tres palabras. La pregunta completa nos dejó atónitos en la cena. Si no fuera por el padre de Iris, quien con una expresión de nerviosismo cambio el tema antes de que la mujer continúe con su sarta de preguntas. Íbamos bien, ¿Por qué tuvo que arruinar la atmósfera?
Miento si digo que no estuve pensando en eso. Esa es la razón por la cual no consigo relajarme el día de hoy.
¿Qué significa ese siguiente paso? ¿Casarse? ¿Tener hijos? ¿Para qué? Luego te divorcias y todo se derrumba. Por un papel se destruye la paz. En una de mis manos se forma un puño. Cuando ya siento que las articulaciones palpitan por la fuerza, la extiendo y la observo detenidamente. Es la mano izquierda, donde se supone que debería ir los anillos de matrimonio.
Como si fuera un destello, imagino a Iris con un vestido blanco. Se ve hermosa, radiante y llena de júbilo. Es imposible no sonreír. ¿Quién no quiere casarse con la persona que quiere?
¿Acaso estamos listos para casarnos? Y lo más importante ¿Seremos felices?
Cierro el libro. Y miro hacia la calle. Tomo aire profundo. ― Solo somos dos almas que buscamos ― Hago una pausa pensando en cómo seguir. ― ¿Que estamos buscando?
A la distancia, escucho la notificación de mi móvil. Lo ignoro. Un segundo después vuelve a sonar. Con pereza me levanto y voy hacia la mesa donde lo dejé. Lo agarro, desbloqueo la pantalla y se abre la aplicación de mensajes. Christopher.
“Como lo siento hermano, pero nuestra madre insiste en verte.
Le pasé tu dirección.
Dale una oportunidad”
Estoy a punto de enviar mi respuesta y llega otro mensaje.
“¿Se lo dijiste a Iris?”
Por supuesto que no, como le voy a decir que mi madre, que hasta donde ella sabe falleció hace años, está de visita y exige verme. Estoy en problemas. Llevo mis manos hacia mi cara y suspiro. Tengo que hablar con Iris.
Como si fuera casualidad o más bien mala suerte. La puerta se abre, y la figura de mi novia aparece ante mí. Su presencia es diferente, la percibo decaída, cansada. Ella se percata de mí y cruzamos miradas. Sus ojos se ven agotados, sin el brillo que siempre llevan.
― Alex, tenemos que hablar. ― Asiento.
Hay mucho que nos tenemos que decir, ¿estaremos bien?
- holi:
- Hola!!! aqui les dejo el capitulo, escrito por mí y corregido por mi hermana. La cantidad de escrito en rojo que me dejó ajshajs que vergüenza ahre espero les guste y sigamos entrando al drama besos
14th moon
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
- Flower :
- Flor bella! No Como siempre y cada que te leo me dan ganas de llorar, sé que soy una debilucha pero tu cap es como la dinamita, la mecha ya está encendida y a punto de explotar. Bien hecho, gal. Ya ansio leerte de nuevo.
En este cap, me gustó mucho la parte de rabia de Iris:
Supongo que el que Alex se muestre siempre tan calmado puede llegar a impacientar.Un sentimiento de coraje empieza a invadirme ¿Acaso no le perturbó en absoluto las palabras de mi madre? ¿Soy yo la única preocupada? Tal vez analizo las cosas sin razón alguna. No tengo por qué inquietarme ¿no?
También me encantó el momento de self-conscious que tuvo, creo que fue una parte muy madura de tu personaje que no había visto y eso estuvo bueno.¿Seré capaz de soportarlo? Y ¿Alex? Quien se encontraría mordiéndose las uñas en estado de pánico. Dispuesto a atacar su otra mano, atravesando un estado de preocupación por mí y por el bebé. La emoción que causa la escena imaginaria y la real, se manifiesta en lágrimas que recorren mis mejillas. Levanto mis manos hacia mi cara en un intento de secarlas.
¿Este es nuestro futuro? ¿Es lo que quiero?
Luego debo decirte que lo que escribió su padre de Alex ha dado en el blanco con respecto a las relaciones y a todo esta divagación sobre lo que es o no el amor. Ahora que lo leo entiendo porque uno de sus mayores admiradores estaba encantado con él
Y luego sobre Alex, debo decir que en este capitulo también me encantó porque una parte de mi cree que lo vió intranquilo y ya era hora (por mi salud mental)¿Qué demonios es esto? Mientras voy avanzando, me siento más estúpido. ¿Miedo? ¿De qué?
El siguiente paso...
Como te dije antes, dinamita. Estoy lista para ver a estos dos pelear contra todo incluso si es contra ellos mismos. JAJAJAJA y luego no olvidemos al otro Choi que se mega mamó al darle la dirección a su mamá No lo veía venir.Miento si digo que no estuve pensando en eso. Esa es la razón por la cual no consigo relajarme el día de hoy.
¿Qué significa ese siguiente paso? ¿Casarse? ¿Tener hijos? ¿Para qué? Luego te divorcias y todo se derrumba. Por un papel se destruye la paz. En una de mis manos se forma un puño. Cuando ya siento que las articulaciones palpitan por la fuerza, la extiendo y la observo detenidamente. Es la mano izquierda, donde se supone que debería ir los anillos de matrimonio.
Suban prontix!
lovesick
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
Nonononononono!!!!
Como me absorbió este capitulo! No podía parar de leer!
Como los amo a estos dos. Aunque Alex siga teniendo sus cosas y creo que en algún punto le hace mal a la pobre Iris. No quiero que le mienta, como pudo hacerlo? Como no se le ha tirado con una propuesta de matrimonio a semejante mujer? En fin, lo ame.
Ahora mismo me pongo a hacer mi capitulo para subirlo lo mas pronto posible!!
Como me absorbió este capitulo! No podía parar de leer!
Como los amo a estos dos. Aunque Alex siga teniendo sus cosas y creo que en algún punto le hace mal a la pobre Iris. No quiero que le mienta, como pudo hacerlo? Como no se le ha tirado con una propuesta de matrimonio a semejante mujer? En fin, lo ame.
Ahora mismo me pongo a hacer mi capitulo para subirlo lo mas pronto posible!!
MickyEche
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
lovesick escribió:
- Flower
Flor bella! No Como siempre y cada que te leo me dan ganas de llorar, sé que soy una debilucha pero tu cap es como la dinamita, la mecha ya está encendida y a punto de explotar. Bien hecho, gal. Ya ansio leerte de nuevo.
En este cap, me gustó mucho la parte de rabia de Iris:Supongo que el que Alex se muestre siempre tan calmado puede llegar a impacientar.Un sentimiento de coraje empieza a invadirme ¿Acaso no le perturbó en absoluto las palabras de mi madre? ¿Soy yo la única preocupada? Tal vez analizo las cosas sin razón alguna. No tengo por qué inquietarme ¿no?
También me encantó el momento de self-conscious que tuvo, creo que fue una parte muy madura de tu personaje que no había visto y eso estuvo bueno.¿Seré capaz de soportarlo? Y ¿Alex? Quien se encontraría mordiéndose las uñas en estado de pánico. Dispuesto a atacar su otra mano, atravesando un estado de preocupación por mí y por el bebé. La emoción que causa la escena imaginaria y la real, se manifiesta en lágrimas que recorren mis mejillas. Levanto mis manos hacia mi cara en un intento de secarlas.
¿Este es nuestro futuro? ¿Es lo que quiero?
Luego debo decirte que lo que escribió su padre de Alex ha dado en el blanco con respecto a las relaciones y a todo esta divagación sobre lo que es o no el amor. Ahora que lo leo entiendo porque uno de sus mayores admiradores estaba encantado con él
Y luego sobre Alex, debo decir que en este capitulo también me encantó porque una parte de mi cree que lo vió intranquilo y ya era hora (por mi salud mental)¿Qué demonios es esto? Mientras voy avanzando, me siento más estúpido. ¿Miedo? ¿De qué?
El siguiente paso...Como te dije antes, dinamita. Estoy lista para ver a estos dos pelear contra todo incluso si es contra ellos mismos. JAJAJAJA y luego no olvidemos al otro Choi que se mega mamó al darle la dirección a su mamá No lo veía venir.Miento si digo que no estuve pensando en eso. Esa es la razón por la cual no consigo relajarme el día de hoy.
¿Qué significa ese siguiente paso? ¿Casarse? ¿Tener hijos? ¿Para qué? Luego te divorcias y todo se derrumba. Por un papel se destruye la paz. En una de mis manos se forma un puño. Cuando ya siento que las articulaciones palpitan por la fuerza, la extiendo y la observo detenidamente. Es la mano izquierda, donde se supone que debería ir los anillos de matrimonio.Suban prontix!
Bren!
Pos ya saben que amo el drama jahsja me esforzaré al máximo para escribir una discusión digna de estos dos mi punto era hacer que ambos reflexionaran sobre lo que para ellos es el siguiente paso, etc etc
El Sr. Choi esta a otro nivel ojalá aparezca y haga recapacitar a Alex ahre
Me alegra que te gustara
Pos ya saben que amo el drama jahsja me esforzaré al máximo para escribir una discusión digna de estos dos mi punto era hacer que ambos reflexionaran sobre lo que para ellos es el siguiente paso, etc etc
El Sr. Choi esta a otro nivel ojalá aparezca y haga recapacitar a Alex ahre
Me alegra que te gustara
14th moon
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
MickyEche escribió:Nonononononono!!!!
Como me absorbió este capitulo! No podía parar de leer!
Como los amo a estos dos. Aunque Alex siga teniendo sus cosas y creo que en algún punto le hace mal a la pobre Iris. No quiero que le mienta, como pudo hacerlo? Como no se le ha tirado con una propuesta de matrimonio a semejante mujer? En fin, lo ame.
Ahora mismo me pongo a hacer mi capitulo para subirlo lo mas pronto posible!!
Micky!!
Lloro me alegra que te haya gustado
Tu crees que Alex le hace mal a Iris? yo también, lloremos.
Esperare leerte!!! necesito saber que paso con Ana y Tyler!!
Lloro me alegra que te haya gustado
Tu crees que Alex le hace mal a Iris? yo también, lloremos.
Esperare leerte!!! necesito saber que paso con Ana y Tyler!!
14th moon
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
Entre enfrentamientos y pretensiones de huidas
MickyEche
Ana
x
Tyler
Tyler.
Comienzo a caminar de manera decisiva hacia donde están las dos chicas. Mi cabeza zumba cosa que me hace pensar que de repente mi corazón subió hacia mi cráneo. Espero cualquier cosa de parte de Ana: una mirada fulminante, que se levante y se vaya, que se ría de mí; cualquier cosa excepto lo que pasa a continuación.
— ¡Hola Tyler! — saluda una amigable Iris. Es entonces cuando la chica rubia se da la vuelta y hace lo que nunca hubiese pensado: me sonríe.
— Hola Ty— dice con su paz característica.
— ¿Ustedes se conocen? —pregunta Iris algo confundida.
— Si, vamos a la misma congregación. En realidad, nos conocemos desde siempre — respondo.
— ¿Qué haces aquí? ¿Quieres sentarte? —pregunta una Ana de lo más desenvuelta, esto me sorprende, pero me agrada a la vez.
— Voy a buscar algo que comer, la jornada fue muy larga — digo con una sonrisa mirándola fijamente a los ojos. Ella me la devuelve con la misma intensidad, incluso con determinación.
— ¿Luego vuelves, Tyler? — interroga Iris.
— Si Ana me lo permite…
— ¡Perfecto! — exclama la asiática antes de que termine la oración. — Alex me espera en casa. —Y con mucha prisa se despide y se pierde entre las personas.
Ana y yo nos miramos. Por un instante la ida de Iris parece bastante graciosa y no podemos evitar reír. Ella me mira y recuerdo el por qué me gustaba tanto. Sus ojos parecen estar mostrándome su alma: tan transparente y sincera.
— Te espero aquí — dice de repente. — Ve a buscar tu comida. — Asiento de forma torpe y camino rápidamente dentro del local.
Ana.
Respiro de forma profunda cuando Tyler se va. Solo Dios sabe cuánto me costó sostener su mirada y no levantarme e irme cuando llego. Quiero llamar a Mita y pedirle que venga a buscarme, pero eso solo me haría quedar como una cobarde. Las palabras de mi hermana suenan en mi cabeza: “Eres intocable cuando te das cuenta”. Tengo que concentrarme en ello. Nadie me puede tocar, nadie puede hacerme daño. Eso solo va a suceder si lo creo realmente, si realmente me doy cuenta.
Seco mis manos sudorosas en mi vestido. Mi mochila está a mi lado, solo tengo que abrir la cremallera del bolsillo de adelante y sacar mi teléfono. Apretar la marcación rápida y el nombre de Mita aparecerá en la cima. Tyler se tarda bastante. Creo que me dejo plantada, estoy casi segura de ello cuando aparece y me sonríe. Es tarde para escapar. Hay que enfrentar.
— La cola era bastante larga — dice mientras se sienta con su bandeja. Abre lentamente su primera hamburguesa. Aprovecho y lo observo a detalle: sus pestañas son tan largas que cualquier mujer las envidiaría; la piel es blanca, aunque no tanto como la mía y parece hasta algo sonrojado; la sombra de su barba está ahí y sé que cualquier chica hubiese dado lo que sea por pasar sus labios por ella. — No me mires tanto — comenta y siento que voy a morir. — Sé que soy muy hermoso, que ni Brad Pitt me alcanza en cuanto a belleza, pero tampoco es para tanto.
Ríete, Ana.
¿Recuerdas cómo se hace? Necesitas hacerlo justo en este momento.
Y así lo hice, pero la ceja curiosa de Tyler hizo que me detuviera. Si amigos, sonó bastante falso. Mita tenía razón, no puedo ocultar mis sentimientos.
— Creo… que… creo que este es un buen momento para hablar del “tema.” — comente haciendo círculos en la mesa con el dedo índice. Intento no mirarlo ya que muero de vergüenza.
Él trago como pudo el bocado que tenía en la boca mientras asentía.
— Esta bien — una sonrisa floreció en su cara.
— ¿Necesitas una servilleta? — pregunte mirando con atención el resto de mayonesa que había quedado en la comisura de su boca.
Él ríe, negando con la cabeza. — Por favor. — dice extendiendo su mano la servilleta que ya había tendido para él. — Gracias.
Tyler.
¿Por qué ella habla con tanta seriedad? Siento la inmensa necesidad de reír. No puedo mantener la compostura en momentos tan tensos como estos.
— Mira, necesitamos hablar con seriedad — no puede decir eso justo en este momento. Arrugo los labios para que ninguna risa salga de ellos.
¡Dios! Parece tan determinada que asusta. Una carcajada quiere salir. Necesito mantener la boca cerrada para que no salga por ella alguna estupidez.
— Si, si, dale. Hablemos. Dime por donde quieres empezar. — le digo cruzando los brazos y suprimiendo una sonrisa.
Ana.
Sé que está a punto de reír y creo que si lo hace voy a golpearlo. Voy a romper todas las reglas que me he autoimpuesto durante toda mi vida y le voy a dar un puñetazo justo en medio de su cara. Ya medí la distancia y sé que mi puño puede llegar tranquilamente a su cara.
Respiro con bastante fuerza. El aire casi parece desgarrarme la garganta. Volteo mis ojos y lo miro fijamente, esta vez con más intensidad que nunca.
De pronto toda amenaza de sonrisa se borró de su rostro. Parece que incluso sabe lo que estoy a punto de hacer. Y, que, por una vez en mi vida, estoy dispuesta a hacerlo.
Es entonces cuando una pregunta de lo más estúpida sale de sus labios.
— ¡Espera! ¿Estamos jugando a uno de esos juegos de mantener la mirada? Porque si es así, y lo haces seguido, ya veo por qué no socializas demasiado.
Es todo lo que necesito para que los impulsos que he contenido salgan tan espontáneos como nunca en mi vida: suelto una risita algo psicótica y mi puño se estrella contra su perfecta nariz.
Tyler.
Debo decir que no me lo esperaba, aunque mi mente se remonta a los siete años: una Ana pequeña y con trenzas camina por los alrededores de la capilla. Un niño medio brabucón llamado James Johnson se acerca e intenta levantarle la falda y Ana hizo lo mismo que hace un instante: su puñetazo fue igual de fuerte que el que me acaba de dar.
Siento como un líquido se desliza por dentro de mi nariz. Llevo mi mano hacia a ella y al retirarla la sangre empapa mis dedos.
Mi vista se dirige a Ana y sus ojos están llenos de lágrimas.
“Ella está hablando en serio” — pienso.
Solo entonces me doy cuenta de lo importante que es para ella esto.
—No Anita, por favor, no llores — la calmo con rápidas palabras mientras me levanto y me pongo a su lado. Mi mano está a punto de tocar su cabeza cuando me doy cuenta que está llena de sangre. — Voy al baño, ya vuelvo. Por favor, no te vayas — suplico.
Ana.
Comienzo a hiperventilar de una manera extraordinaria cuando Tyler se va. No sé si quedarme o largarme de aquí en este preciso momento. No puedo creer lo que acabo de hacer.
Trato de respirar porque sé que estoy llegando al límite, estoy por desplomarme y lo sé.
Las niñas justo al frente me miran curiosas y si no hubiera cubierto mi cuota de rebeldía del año les gritaría que dejen de mirar así.
Estoy por levantarme y llamar a Mita cuando Tyler vuelve con un montón de servilletas en su nariz y se sienta a mi lado impidiendo mi segundo plan de huida en el día.
Tyler.
— Perdón, Ana. Sé que esto es importante para ti. — Digo poniendo una mano en su hombro. — Ya estoy bien, hiciste bien en hacerlo. Fui un imbécil y si hubiese sido tú también lo habría hecho.
Ana respira y me mira. Una lagrima se desliza por su mejilla, pero no me animo a secarla, no quiero que se aparte de mí. Buscamos algo en común: nuestra felicidad. Es hora que me comporte como el hombre que alguna vez quisieron criar mis padres.
La miro y no puedo evitar comparar su belleza con cierta rubia que me ronda la cabeza. Ella es bella de una manera demasiado inocente, llena de bondad y cosas buenas. Mientras que Milah es rebeldía y cosas prohibidas.
Dejo de mirarla antes que piense que soy extraño.
— Creo… creo que deberíamos conocernos. En realidad, más de lo que lo hacemos — digo algo dubitativo.
— Si, eso es lo que quiero. Necesito intentarlo. Sé que crees que soy algo extraña y tal vez no valgo tanto la pena, pero estoy dispuesta a intentar. Tienes que entender que Dios estuvo siempre que lo he necesitado y nadie más lo ha estado. Ni siquiera Mita — dice y su voz se corta. — Estoy dispuesta a intentar lo que sea por Él, mas no voy a casarme contigo si no hay amor de por medio: voy a vivir una vida plena llena de amor, voy a intentar eso contigo. Sin embargo, si no soy capaz de sentir nada solo significara que Dios nos ha puesto en el camino del otro por una razón: una enseñanza. Necesito saber si estás dispuesto a todo esto. Necesito que seas completamente sincero conmigo.
Entonces digo lo que nunca pensé en escuchar salir de mis labios.
— ¿Cuándo tendremos nuestra primera cita?
emme
MickyEche
Ana
x
Tyler
Tyler.
Comienzo a caminar de manera decisiva hacia donde están las dos chicas. Mi cabeza zumba cosa que me hace pensar que de repente mi corazón subió hacia mi cráneo. Espero cualquier cosa de parte de Ana: una mirada fulminante, que se levante y se vaya, que se ría de mí; cualquier cosa excepto lo que pasa a continuación.
— ¡Hola Tyler! — saluda una amigable Iris. Es entonces cuando la chica rubia se da la vuelta y hace lo que nunca hubiese pensado: me sonríe.
— Hola Ty— dice con su paz característica.
— ¿Ustedes se conocen? —pregunta Iris algo confundida.
— Si, vamos a la misma congregación. En realidad, nos conocemos desde siempre — respondo.
— ¿Qué haces aquí? ¿Quieres sentarte? —pregunta una Ana de lo más desenvuelta, esto me sorprende, pero me agrada a la vez.
— Voy a buscar algo que comer, la jornada fue muy larga — digo con una sonrisa mirándola fijamente a los ojos. Ella me la devuelve con la misma intensidad, incluso con determinación.
— ¿Luego vuelves, Tyler? — interroga Iris.
— Si Ana me lo permite…
— ¡Perfecto! — exclama la asiática antes de que termine la oración. — Alex me espera en casa. —Y con mucha prisa se despide y se pierde entre las personas.
Ana y yo nos miramos. Por un instante la ida de Iris parece bastante graciosa y no podemos evitar reír. Ella me mira y recuerdo el por qué me gustaba tanto. Sus ojos parecen estar mostrándome su alma: tan transparente y sincera.
— Te espero aquí — dice de repente. — Ve a buscar tu comida. — Asiento de forma torpe y camino rápidamente dentro del local.
Ana.
Respiro de forma profunda cuando Tyler se va. Solo Dios sabe cuánto me costó sostener su mirada y no levantarme e irme cuando llego. Quiero llamar a Mita y pedirle que venga a buscarme, pero eso solo me haría quedar como una cobarde. Las palabras de mi hermana suenan en mi cabeza: “Eres intocable cuando te das cuenta”. Tengo que concentrarme en ello. Nadie me puede tocar, nadie puede hacerme daño. Eso solo va a suceder si lo creo realmente, si realmente me doy cuenta.
Seco mis manos sudorosas en mi vestido. Mi mochila está a mi lado, solo tengo que abrir la cremallera del bolsillo de adelante y sacar mi teléfono. Apretar la marcación rápida y el nombre de Mita aparecerá en la cima. Tyler se tarda bastante. Creo que me dejo plantada, estoy casi segura de ello cuando aparece y me sonríe. Es tarde para escapar. Hay que enfrentar.
— La cola era bastante larga — dice mientras se sienta con su bandeja. Abre lentamente su primera hamburguesa. Aprovecho y lo observo a detalle: sus pestañas son tan largas que cualquier mujer las envidiaría; la piel es blanca, aunque no tanto como la mía y parece hasta algo sonrojado; la sombra de su barba está ahí y sé que cualquier chica hubiese dado lo que sea por pasar sus labios por ella. — No me mires tanto — comenta y siento que voy a morir. — Sé que soy muy hermoso, que ni Brad Pitt me alcanza en cuanto a belleza, pero tampoco es para tanto.
Ríete, Ana.
¿Recuerdas cómo se hace? Necesitas hacerlo justo en este momento.
Y así lo hice, pero la ceja curiosa de Tyler hizo que me detuviera. Si amigos, sonó bastante falso. Mita tenía razón, no puedo ocultar mis sentimientos.
— Creo… que… creo que este es un buen momento para hablar del “tema.” — comente haciendo círculos en la mesa con el dedo índice. Intento no mirarlo ya que muero de vergüenza.
Él trago como pudo el bocado que tenía en la boca mientras asentía.
— Esta bien — una sonrisa floreció en su cara.
— ¿Necesitas una servilleta? — pregunte mirando con atención el resto de mayonesa que había quedado en la comisura de su boca.
Él ríe, negando con la cabeza. — Por favor. — dice extendiendo su mano la servilleta que ya había tendido para él. — Gracias.
Tyler.
¿Por qué ella habla con tanta seriedad? Siento la inmensa necesidad de reír. No puedo mantener la compostura en momentos tan tensos como estos.
— Mira, necesitamos hablar con seriedad — no puede decir eso justo en este momento. Arrugo los labios para que ninguna risa salga de ellos.
¡Dios! Parece tan determinada que asusta. Una carcajada quiere salir. Necesito mantener la boca cerrada para que no salga por ella alguna estupidez.
— Si, si, dale. Hablemos. Dime por donde quieres empezar. — le digo cruzando los brazos y suprimiendo una sonrisa.
Ana.
Sé que está a punto de reír y creo que si lo hace voy a golpearlo. Voy a romper todas las reglas que me he autoimpuesto durante toda mi vida y le voy a dar un puñetazo justo en medio de su cara. Ya medí la distancia y sé que mi puño puede llegar tranquilamente a su cara.
Respiro con bastante fuerza. El aire casi parece desgarrarme la garganta. Volteo mis ojos y lo miro fijamente, esta vez con más intensidad que nunca.
De pronto toda amenaza de sonrisa se borró de su rostro. Parece que incluso sabe lo que estoy a punto de hacer. Y, que, por una vez en mi vida, estoy dispuesta a hacerlo.
Es entonces cuando una pregunta de lo más estúpida sale de sus labios.
— ¡Espera! ¿Estamos jugando a uno de esos juegos de mantener la mirada? Porque si es así, y lo haces seguido, ya veo por qué no socializas demasiado.
Es todo lo que necesito para que los impulsos que he contenido salgan tan espontáneos como nunca en mi vida: suelto una risita algo psicótica y mi puño se estrella contra su perfecta nariz.
Tyler.
Debo decir que no me lo esperaba, aunque mi mente se remonta a los siete años: una Ana pequeña y con trenzas camina por los alrededores de la capilla. Un niño medio brabucón llamado James Johnson se acerca e intenta levantarle la falda y Ana hizo lo mismo que hace un instante: su puñetazo fue igual de fuerte que el que me acaba de dar.
Siento como un líquido se desliza por dentro de mi nariz. Llevo mi mano hacia a ella y al retirarla la sangre empapa mis dedos.
Mi vista se dirige a Ana y sus ojos están llenos de lágrimas.
“Ella está hablando en serio” — pienso.
Solo entonces me doy cuenta de lo importante que es para ella esto.
—No Anita, por favor, no llores — la calmo con rápidas palabras mientras me levanto y me pongo a su lado. Mi mano está a punto de tocar su cabeza cuando me doy cuenta que está llena de sangre. — Voy al baño, ya vuelvo. Por favor, no te vayas — suplico.
Ana.
Comienzo a hiperventilar de una manera extraordinaria cuando Tyler se va. No sé si quedarme o largarme de aquí en este preciso momento. No puedo creer lo que acabo de hacer.
Trato de respirar porque sé que estoy llegando al límite, estoy por desplomarme y lo sé.
Las niñas justo al frente me miran curiosas y si no hubiera cubierto mi cuota de rebeldía del año les gritaría que dejen de mirar así.
Estoy por levantarme y llamar a Mita cuando Tyler vuelve con un montón de servilletas en su nariz y se sienta a mi lado impidiendo mi segundo plan de huida en el día.
Tyler.
— Perdón, Ana. Sé que esto es importante para ti. — Digo poniendo una mano en su hombro. — Ya estoy bien, hiciste bien en hacerlo. Fui un imbécil y si hubiese sido tú también lo habría hecho.
Ana respira y me mira. Una lagrima se desliza por su mejilla, pero no me animo a secarla, no quiero que se aparte de mí. Buscamos algo en común: nuestra felicidad. Es hora que me comporte como el hombre que alguna vez quisieron criar mis padres.
La miro y no puedo evitar comparar su belleza con cierta rubia que me ronda la cabeza. Ella es bella de una manera demasiado inocente, llena de bondad y cosas buenas. Mientras que Milah es rebeldía y cosas prohibidas.
Dejo de mirarla antes que piense que soy extraño.
— Creo… creo que deberíamos conocernos. En realidad, más de lo que lo hacemos — digo algo dubitativo.
— Si, eso es lo que quiero. Necesito intentarlo. Sé que crees que soy algo extraña y tal vez no valgo tanto la pena, pero estoy dispuesta a intentar. Tienes que entender que Dios estuvo siempre que lo he necesitado y nadie más lo ha estado. Ni siquiera Mita — dice y su voz se corta. — Estoy dispuesta a intentar lo que sea por Él, mas no voy a casarme contigo si no hay amor de por medio: voy a vivir una vida plena llena de amor, voy a intentar eso contigo. Sin embargo, si no soy capaz de sentir nada solo significara que Dios nos ha puesto en el camino del otro por una razón: una enseñanza. Necesito saber si estás dispuesto a todo esto. Necesito que seas completamente sincero conmigo.
Entonces digo lo que nunca pensé en escuchar salir de mis labios.
— ¿Cuándo tendremos nuestra primera cita?
- holi:
Holaa!! Perdón la demora, pero mejor tarde que nunca.
Como les dije, le tengo que dar créditos a mi hermana, Martu, por haberme ayudado
Espero que les guste. Acá van algunas cositas que nos dieron gracia cuando escribíamos Martu y yo.- Perlitas:
MickyEche
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
Micky me paso más tardecita a hacerte el comentario que te mereces.
lovesick
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
- Micky :
- Wey, debiste verme leyendo tu cap en la madrugada, fue toda una experiencia porque no podía emocionarme agustito porque mis hermanos ya estaba bien muertix (dormidos).
Me pareció genial que la mayor parte del cap lo narrará Tyler, ya quería leerlo un poquis para saber como se desenvuelve con los demás y saber que es lo que piensa. Aunque debo decir que también me agrado ver esta faceta de Anita, yo como Ty, pensando que ella es muy soft&sweet y que se nos revelaaaaaa jajajajaja me encantó, me hizo reír muchisímo y el drama es todo lo que mi vida necesitaba. Quiero el siguiente cap yaaaaa!
Te dejo las partes que más me gustarón:
Pa mi que Iris notaba que algo estaba apunto de pasar y decidió huir.— ¿Ustedes se conocen? —pregunta Iris algo confundida.
— Si, vamos a la misma congregación. En realidad, nos conocemos desde siempre — respondo.
— ¿Qué haces aquí? ¿Quieres sentarte? —pregunta una Ana de lo más desenvuelta, esto me sorprende, pero me agrada a la vez.
— Voy a buscar algo que comer, la jornada fue muy larga — digo con una sonrisa mirándola fijamente a los ojos. Ella me la devuelve con la misma intensidad, incluso con determinación.
— ¿Luego vuelves, Tyler? — interroga Iris.
— Si Ana me lo permite…
— ¡Perfecto! — exclama la asiática antes de que termine la oración. — Alex me espera en casa. —Y con mucha prisa se despide y se pierde entre las personas.
JAJJAJAJAJAJ Tyler y yo almas gemelas. Cuando leí esto, instintivamente quería reírme también de puro nervio que acá la Brenda se rié siempre en los peores momentos, si señor.¿Por qué ella habla con tanta seriedad? Siento la inmensa necesidad de reír. No puedo mantener la compostura en momentos tan tensos como estos.
— Mira, necesitamos hablar con seriedad — no puede decir eso justo en este momento. Arrugo los labios para que ninguna risa salga de ellos.
¡Dios! Parece tan determinada que asusta. Una carcajada quiere salir. Necesito mantener la boca cerrada para que no salga por ella alguna estupidez.
Agarren a la boxeadora! JAJAJAJ No puedo. En mi defensa he sido Ty y he sido Ana en la vida. Por Dios! Soy una rídicula pero admito que vivo por estás escenas donde quién menos te lo esperas actúa por puro impulso. En fin. Una parte de Ty se lo merecía, debe tomarse este asunto con más seriedad.— ¡Espera! ¿Estamos jugando a uno de esos juegos de mantener la mirada? Porque si es así, y lo haces seguido, ya veo por qué no socializas demasiado.
Es todo lo que necesito para que los impulsos que he contenido salgan tan espontáneos como nunca en mi vida: suelto una risita algo psicótica y mi puño se estrella contra su perfecta nariz.
Aw. Por esto a Tyler, si o si. Se me hace taaaan tierno y preoucupado por todo, porque comparandolo con el animal de Nick te apuesto a qué se hubiera reído o le hubiera hecho un cumplido por haberlo golpeado.
—No Anita, por favor, no llores — la calmo con rápidas palabras mientras me levanto y me pongo a su lado. Mi mano está a punto de tocar su cabeza cuando me doy cuenta que está llena de sangre. — Voy al baño, ya vuelvo. Por favor, no te vayas — suplico.
Veeees, Tyler es el hombre que mi vida necesita en la vida real.Ana respira y me mira. Una lagrima se desliza por su mejilla, pero no me animo a secarla, no quiero que se aparte de mí. Buscamos algo en común: nuestra felicidad. Es hora que me comporte como el hombre que alguna vez quisieron criar mis padres.
OMG. Santa cachucha! Fuertes declaraciones. Esto último me acaba de inspirar para mi cap. JAJAJAJA amo su comparación, supongo que parte de lo que dice es cierto.La miro y no puedo evitar comparar su belleza con cierta rubia que me ronda la cabeza. Ella es bella de una manera demasiado inocente, llena de bondad y cosas buenas. Mientras que Milah es rebeldía y cosas prohibidas.
Dejo de mirarla antes que piense que soy extraño.
subo prontix!
lovesick
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
JAHSJA nonono micky te pasaste!! que buenos memes se mandaron
Ahora sí, con respecto al cap:
Tyler! no puedes tomarte nada en serio jashaj parece cosmo de los padrinos magicos "fuera impulso de idiotez" no se si lo conocen o se acuerdan
Le dijo Anita, estoy soft
La piña que se comió por andar de chistoso JASAJAJA muy bien Ana se lo merecía
Sisis mucha risa y estúpido Tyler, pero miren lo madura que es Ana ay no se la amo cualquier persona rechazaría esa propuesta o que se yo pero ella lo va a intentar de corazón,, lloro
Ahora sí, con respecto al cap:
Tyler! no puedes tomarte nada en serio jashaj parece cosmo de los padrinos magicos "fuera impulso de idiotez" no se si lo conocen o se acuerdan
Le dijo Anita, estoy soft
La piña que se comió por andar de chistoso JASAJAJA muy bien Ana se lo merecía
Sisis mucha risa y estúpido Tyler, pero miren lo madura que es Ana ay no se la amo cualquier persona rechazaría esa propuesta o que se yo pero ella lo va a intentar de corazón,, lloro
AAAAAHHH ya zarpo el barco anaxtyler estoy lista para el amorEntonces digo lo que nunca pensé en escuchar salir de mis labios.
— ¿Cuándo tendremos nuestra primera cita?
14th moon
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
Vodka para el desayuno
Lovesick | Milah Townsend & Nicholas Audrey | Talk to me—
Milah
>>Hace tres meses.
Conozco este sentimiento, como vodka para el desayuno.
Tan buena idea al principio...
Me siento como si estuviera drogada, mi cabeza da vueltas, mi corazón late a un ritmo acelerado, mi respiración es entrecortada. De repente cada roce lo siento a flor de piel que no puedo evitar entreabrir la boca, reaccionando. Pidiendo más.
Mi cuerpo se mueve con el de Nicholas, me he olvidado como fue que voluntariamente llegamos a su departamento, como fue que dejé que me desnudara.
— Lo pasé tan mal. — Susurré cerca de su oído mientras lo siento apretarme el hombro con sus manos y aferrarse a una de mis piernas. Mis manos se apoyan por detrás de su cuello, y de vez en cuando viajan a su rostro.
Nicholas permanece con los ojos cerrados y el cabello cayéndole sobre el rostro. — No fue mi intención. —Susurra apenas. — Nunca quise que dejaras Nueva York.
No me reconozco. Mi cuerpo reclama el suyo como si fuera un cigarrillo de los rojos cuando estoy estresada, cuando estoy pensando de más.
Lo tomo de su mentón en un ataque repentino, mi pulgar alcanza su labio inferior que él no tarda en morder ligeramente. Sus ojos verdes se abren y me observan como un todo, sin una pizca de egoísmo o rebeldía. — Y aún así, no tuve opción. — Siento como los míos se cristalizan, con recelo.
Recelo de lo que me hizo.
De lo que nos hizo.
Se inclina hasta recargarse en mi pecho que me hace estremecer contra el suyo cuando entra en mi. Sus embestidas son lentas como si temiese romperme como a la Milah joven y descarriada que alguna vez fui. Mis dedos se enredan entre su cabello, jalándolo, obligándolo a darme la cara. No sé en que momento es cuando las lagrimas salen, pero en este momento me conformo con ser consolada con un par de besos y tal vez un orgasmo.
Nicholas
Hace tres meses<<
Mi mano debajo de la almohada me despierta, me doy cuenta de que estoy solo cuando siento el espacio frio en el otro lado de la cama.
—Agh. Con que así se siente que te dejen. — Susurro acurrucándome del lado donde durmió Milah, o al menos donde yo recuerdo haberla dejado. Me siento un poco decepcionado. En realidad quería verla.
Cierro los ojos con pesadez, por mi nariz entra su perfume caramelizado que ha quedado impregnado en la almohada. Ayer definitivamente me deje llevar.
Verla bailar me recordó a la vida que teníamos y a lo que solíamos ser.
Me recordó a toda la felicidad que tuvimos; la manera en la que sus ojos se abrían de par en par al verme, el modo en el que me abrazaba siempre que podía, el como siempre me tomaba de la mano de regreso a casa porque decía que un día de estos, con mi costumbre de perderlo todo, un día podría olvidar como volver a casa.
¿Valió la pena?
— Me siento más solo que nunca.
Me estiro a duras penas a las orillas de la cama buscando mi celular en el suelo, lo primero que se me ocurre es hablarle a Mills. Mis dedos rápidamente teclean el numero de su celular pero después caigo en la cuenta de que es el numero antiguo, el de hace cinco años.
Milah.
>>Hace tres meses...
Billy es al primero que me encuentro en el lobby de mi edificio. Se pasa una mano tras el cabello y evita lucir irritado por verme sana y a salvo.
— ¿Para qué tienes celular si no vas a contestar? ¿Sabes qué? No quiero saber. —Sale del elevador pero lo mantiene abierto para mi tapando con su mano el sensor. — Por cierto, Lee está arriba.
En cuanto lo dice doy un giro sobre mis pies para caminar en dirección contraria, pero Billy se interpone y me devuelve al ascensor con disgusto, dándome ya un sermón con la mirada.— Desde que volví a estado muy sobreprotector.
— No me imagino por qué. — Contesta Billy con una sonrisa cómplice. — Ojala no tuvieras un gran historial de ser una causa problemas.
— Oye, yo no los causo. Sólo estoy donde no debo. — Digo defendiéndome.
— ¿Sí? Pues sigues sin entender. — Sin dudarlo, enarca las cejas mientras se señala el cuello con un dedo. — Por favor, no causen otro alboroto fuera del Theo's. ¿De acuerdo?
Antes de que pueda decir algo, deja que el ascensor se cierre frente a mí. Instintivamente me espejeo con la cámara del celular esperando lo peor y puedo verlo claramente.
Ooooooh, con un carajo.
Tengo un maldito chupetón en mi cuello.
No puedo escapar de esta. Nada evitara que llegue al departamento ni aunque pulse todos los botones.
Y tengo razón, para mi mala suerte, Killian camina de un lado a otro en el largo pasillo apenas las puertas se abren.
—¿En dónde estabas? — Me pregunta con interés y el ceño fruncido. — ¿Y por qué haces eso? ¿Te duele el cuello? — El único modo que se me ha ocurrido es poner mi mano sobre el chupetón para taparlo, así que cuando Lee me me imita me siento avergonzada.
Nicholas me ha marcado, sin cuidado alguno.
—Es muy temprano para que empieces. Y no eres mi padre. — Ni siquiera me molesto en esquivarlo, paso a su lado chocando hombro con hombro para caminar escaleras arriba, donde mi mamá ya está acomodando unas flores en las escaleras.
— No serían mis hijos sino estuvieran peleando. — Cuando paso a su lado le doy un beso rápido al aire, esquivándola. Me niego a decir que he salido huyendo del departamento de Nick, en cambio me convenzo a mi misma de que tenía prisa por tomar una ducha.
Una que quite su olor de mí. — ¿Qué tal te fue ayer? — Dice mi madre tan veloz que no puedo fingir que no la he escuchado.
— En realidad bien. Yo... — Tuve sexo con Nicholas. — Hicimos una leve escena en Central Park. — Bajo mi mano de mi cuello pero me paro frente a ella desde un ángulo donde no se vea lo morado de mi piel. —¿Qué tal tu Noche de Apuestas?
— Logre ganar unos cientos de dólares. — Dice observándome de pies a cabeza, discretamente. — Ahora que lo pienso, tu padre debía hacer trampa. No sé porque yo perdía siempre. — Me brinda una sonrisa más antes de bajar por las escaleras. — Por cierto, Sebastian estuvo aquí.
Me tenso.
— ¡No finjas que lloras por esto! — Gritó con las lagrimas resbalándole de las mejillas. — ¡Es culpa de ustedes dos que papá...
Mi manó chocó contra su rostro en una cachetada que nos dejó perplejos a los dos. Mis manos estaban más entumecidas por el golpe que por el frío invernal. Bastian se mordió el labio inferior con fuerza, ni siquiera dirigió su mirada hacia a mí. Se acomodó la bufanda y extendió el paraguas que llevaba en su mano antes de dejarme ahí.
— Sebastian.
— ¿Y qué es lo que dijo? — Pregunto como si nada, aunque en el fondo pido que no venga. Me trueno los dedos ante la mínima espera.
— Qué pasara luego a casa, tal vez podríamos cenar juntos.
Mi mamá se asoma por las escaleras y me obligó a mi misma a sonreírle. — Avísame, cuando lo sepas. — Para no estar aquí.
Para huir.
Cuando salgo de la regadera puedo ver claramente el chupetón en mi cuello, justo en donde termina mi clavícula e inicia mi cuello. No es tan grande pero hace contraste con mi piel blanca que llama la atención de inmediato. Tomo un poco de base de maquillaje y comienzo a cubrirlo.
Me siento avergonzada de lo que pasó y definitivamente no puede volver a ocurrir.
Mi corazón se siente pesado de sólo pensarlo, no puedo evitar revivir lo de anoche: las manos de Nick sobre mí, su nariz perfilada clavándose entre mis piernas, sus labios delgados recorriéndome el cuello, que cada que parpadeo que me siento un poco ridícula.
Escuchó como alguien toca la puerta de mi habitación.
— ¿Milah? Pasaré cerca del Opera.— Me pregunta Killian desde el otro lado de la puerta, más calmado. —¿Quieres un aventón? — Estoy a punto de decir que no, pero si llegó un minuto tarde sólo haré que Aleksi pierda los estribos junto al Rey Cruel y lo que menos necesito es una pelea de dos contra uno.
— ¡Por supuesto! Dame un minuto.
Me tardo un poco más de lo prometido pero aún estoy a tiempo de llegar al Opera. Killian conduce de manera lenta y segura que llega a ser un poco exasperante para mi gusto. Aún así, evito hacer alguna broma de hermanos para no tentar mi suerte , hay cierta tensión en el aire.
—Sé que estuviste con Nicholas. — Suelta de pronto, rompiendo el silencio con su sinceridad. Me muerdo el interior de mi mejilla con fuerza, ¿será que puedo abrir la puerta y dejarme caer? No quiero tener esta conversación.
— ¿Ah, sí? ¿Y quién te lo dijo?
Veo como sus manos aprietan un poco más el volante de lo necesario para conducir.
— ¿Entonces, es cierto? — Me pregunta con un poco de ingenuidad que me hace sentir mal.
— Creí que vivías casi del otro lado de Manhattan. Así que: ¿Fue Sebastian? — No responde.
— ¡Maldición, Milah! — Dice negando con la cabeza un par de segundos después. — ¿Acaso no recuerdas todo lo que él provocó? Escribió cosas horribles de papá. De Sebastian. De mí. Y también de ti. ¿No te bastó con eso? Él hirió a tu familia.
Me muerdo el interior de mi mejilla al escucharlo. Me da un vistazo rápido para poder ver mi reacción. No tiene caso que le mienta a mi hermano, después de todo él poseía cierta capacidad para leerme, casi tan buena como la de Nicholas. —Sólo fue sexo. — Digo carraspeando un poco la garganta. — Aunque mi vida sexual no es tu asunto. Ni mucho menos el de Sebastian.
— ¿Estás segura?
Por supuesto que no lo estoy, después de todo ayer había mandado a la mierda los 1869 días que pase sola e intentando sanar, intentando arreglarme a como diera lugar, preguntándome cómo serían las cosas si lo volviera a ver una vez más. Y creí ya tenía la respuesta y un plan.
Pero en él, no tenía planeado acostarme con Nicholas a la mínima pizca de felicidad.
—Eso lo dice todo. — Killian luce muy molesto como si deseara amarrarme a una silla por el bien común, como si eso pudiera resolver nuestros problemas, curar la herida. — No quiero lidiar con mierda de este tipo, Milah. No de nuevo. Y si fuera tú, no me fiaría de él de nuevo.
— ¿Recuerdas la escena del segundo acto? ¿La que te comente? — Pregunta Aleksi colocándose de nuevo en la posición que está marcada con una equis roja en el suelo. — Creo que deberíamos ensayarla más, siento que salió rígida.
Asiento, mientras termino de estirar los dedos de los pies, desde mi punto de inicio. Cuando terminaba nuestro ensayo colectivo, nos gustaba quedarnos a ensayar por nuestra cuenta algunas de las escenas, en especial aquellas que requerían de secuencias de mayor dificultad. — Dime algo, por alguna razón creo que está noche tienes algo contra mi.— Dice franco. — Así que arreglémoslo. Esto podría ser una buena racha.
— No es nada.
— Sé de antemano que cuando alguien dice no es "nada", siempre es "algo".
Me llevo el dedo al cuello de tortuga de mi entero, dejando ver el chupetón. De todos modos, era obvio que de entre todas las personas no iba a poder ocultárselo por mucho tiempo a Alek, después de todo es con quién paso más tiempo de puro contacto físico.
Aleksi me da una mirada seria, mientras bajo la cabeza avergonzada. — Preferiría que me consultarás antes de darle un boleto a cualquier conocido mío.
Aleksi se pasa una mano por detrás de la cabeza, buscando como salvar su trasero. — Dijo que era un "amigo de la infancia" tuyo. — Continua haciendo las comillas con sus manos. — Y por lo que veo, uno muy bueno.
— Uhg, no tenías derecho. — Declaro.
— ¿Por qué estás tan enojada? — Pregunta estirando las piernas. — ¿Acaso esto es una escena?
—¡Porque no se suponía que me acostará con él! — Grito trágicamente. — Nicholas es la razón por la que me fui de Nueva York y tú... ¡Le diste un maldito boleto para nuestro puto ballet!
Aleksi se cruza de brazos en absoluto silencio. Parte de nuestra amistad era no inmiscuirnos en las cosas del otro pero al mismo tiempo tener confianza absoluta y cierto interés en el otro para que las cosas funcionaran entre nosotros como pareja de ballet.
Abro la boca para comenzar a contarle ciertas cosas que me he estado guardando prácticamente desde que me fui de aquí. Terminamos acostados sobre la pista, olvidándonos por completo que Giselle está a la vuelta de la esquina.
vinagre para la cena
Lovesick | Nicholas Audrey & Milah Townsend | Talk to me—
Nicholas
Tres meses atrás...
Ni siquiera soy capaz de concentrarme en lo que hago.
Escribo líneas y líneas pero no son sólo más que puntos consecutivos que significan nada. Me dejo caer sobre el sofá, rendido ante mi bloqueo de escritor y también sobre alguien más.
— Lo pasé tan mal. — Susurró.
Por supuesto que no dejo de pensar en ella. Las imágenes vienen solas y se siente como si de pronto tuviera un poco de vinagre para la cena.
Me ha estado consumiendo la duda sobre que hacer, ¿Debo llamarla? ¿Cuántos días debía esperar en secundaria? ¿Debo ir a buscarla a su casa? Bueno, esa última no. Monique me echaría con una sonrisa en la cara o peor aún, podría encontrarme a Killian por casualidad y está vez sería vetado de uno de los edificios más bonitos de Manhattan.
— Ugh. ¿Qué se supone que debo hacer? — Meto una de mis manos al bolsillo del pantalón donde puedo sentir un pliegue. Cuando lo tomo me doy cuenta que es el boleto de ballet que aquel hombre me dio. Hace algunos días. — Giselle. — La mujer que muere loca y delirante al ver descubrir la mentira de su gran amor.
Tiene que ser una broma.
Me enfocó en los detalles y siento como mi corazón se detiene al leer el lugar, el Opera Metropolitan. Me levanto de prisa en busca de mis llaves y salgo sin dudar de mi departamento casi vacío.
Estoy comenzando a arrepentirme.
No estoy seguro que a la nueva Milah le guste el hecho de verme aquí. No. Somos adultos. Ella se fue de mi casa hace un par de días porque seguramente tenía otras cosas que hacer como venir a ensayar o alguna mierda artística.
O simplemente ya no quería verme.
—Ugh, mierda. — No tardo en encenderme un cigarrillo, estar caminando de un lado a otro en medio de la explanada frente al Opera me hace sentir expuesto. No hay ningún alma caminando a esta hora. ¿Por qué no sale?
—¿Estás esperando a Milah? — Puedo ver su figura esbelta tras de mí. La voz me hace sobresaltarme y mi pie resbala directo al piso mojado. Su brazo agarra el mío con fuerza y seguridad, de un tirón me lleva de nuevo al suelo seco, lejos de la fuente.
Va vestido a juego de unos deportivos azul marino y la sudadera colgado de su espalda, en la otra mano sostiene una maleta. — ¿Me invitas uno? — Me pregunta directo, enarcando una ceja con dirección hacia mi cigarro.
— Claro. — Estoy un poco desorientado. ¿De dónde salió? Saco la cajetilla seguido del encendedor. — ¿Ella está aquí?
— Sí. Un poco molesta por lo que le hiciste. — Comenta el rubio. En general soy un asco con los nombres, pero Aleksi tiene cierta picardía en su personalidad, que podría asociarlo fácilmente con un chocolate caro, uno de presentación y sabor increíble que es un tanto inolvidable.
— ¿A qué te refi... — Me señala su cuello con un dedo.
— Chupetones. — Suelta exhalando el humo del cigarrillo por la boca, diciéndolo como si fuera la cosa más obvia del mundo. — Ya casi desaparecen pero la ha tenido de mal humor, después de todo, nos podrías meter en problemas si alguien los llega a ver.
—"¿Nos?"
—Claro, ya te lo dijo ella, somos pareja de ballet.— Me explica con cierto tono. — Lo que significa que no importa que yo sea un genio del ballet si ella no lo hace bien ni luce como debería lucir, nada de esto tendrá sentido.
Para este momento comprendo que estoy siendo sermoneado por su compañero, quién se ha erguido de tal modo que ahora soy consciente de nuestra diferencia de altura.
— ¿Entiendes lo que digo? — Asiento. — O acaso quieres que ella luzca cómo una.. ¿cómo se les dice aquí en Ámerica? ¿Hooker?
— ¡Alek! ¿Qué mierda estás haciendo? — Pregunta Milah detrás, Aleksi deja esa postura de poder y se relaja con el cigarrillo entre los dientes. Levanto una mano en dirección a Milah que sólo me escudriña con los ojos azules.
— Saludaba a Nicholas Audrey. — Su mano me pellizca la mejilla en un arrebato suyo. — Es más guapo de lo creí. — Y con eso me hace enrojecer. ¿Cómo puede decir algo como eso? ¿No me estaba dejando claro las cosas hace unos segundos? — Bien, Nick. Ha sido un placer. Platiquemos otro día.
Aleksi pasa de largo entre nosotros, caminando hacia la avenida principal sin siquiera mirar atrás.
— ¿Qué haces aquí? —Pregunta Milah comenzando a caminar también, puedo ver sus mejillas enrojecidas y algunos cabellos oro fuera del peinado perfecto.
Tiro el cigarrillo a medio terminar. Ni siquiera yo mismo sé que hago aquí.
— Ah, maldición. — Se me olvidaba que esta Milah ya no se anda con rodeos. — Si no me vas a decir, entonces...
— ¿Y si te dijera que te necesito?
Vinagre para la cena.
Nadie dijo algo sobre beberla o comerla, y aún así yo no parezco entender. Es como si percibiera el olor y aún así decidiera hacer caso omiso.
Así se siente estar a lado de Milah, como vinagre y no sólo en la cena sino en la herida. La miro y quiero decirle: Maldición, no he podido dormir tranquilo desde que lo arruiné, pero aceptar la culpa es también aceptar que no valió la pena. Y aún no sé si eso es verdad.
Por ahora también podría estar confundido, ella en mi cama respirando con dificultad me nubla el juicio, creo que ahora siento a Milah en mis venas y tal vez es por eso que me siento tan adicto que no creo que pueda dejarla ir. No es sólo el acto de tenerla a mi merced sino contribuirle del mismo modo.
Es como si ella llenara ese espacio vacío que tengo, ese que siento, que a momentos me asfixia y me puede.
— ¿Qué sucede? — Pregunto mientras le cubro la espalda con las sabanas y me estiro lo suficientemente lejos del colchón como para poder encender un cigarrillo. — ¿Por qué me miras de ese modo?
Apenas le doy una calada, Milah se recarga sobre sus codos luego de quitarme el cigarro de los dedos. — No sé de que me estás hablando.
— Vamos, Mills. — Sonrió al verla sacar el humo por sus fosas nasales. — ¿Y desde cuándo fumas?
— ¿Por qué tanto interés en lo mío? — Suelta seca. Toma mis dedos y me devuelve el cigarrillo antes de recostarse. Su cabello se acomoda tras de su cabeza dejándome admirarla en todo su esplendor. Las luces de la ciudad entran por mi ventana y me la muestran como una estrella.
¿Quién de los dos fue el que pagó el precio de mis actos? ¿Yo que soy escritor o tú, que ahora eres bailarina?
— No estés a la defensiva. Es sólo que creí que odiabas el sabor. — Digo refiriéndome al pasado. — Tus besos saben a nicotina y a veneno para ratas. — En cuanto lo digo hunde su rostro en el colchón, ocultándose por algo que dijo tan ingenuamente, sin imaginarse que años después ella fumaría la misma mierda barata capitalista.
No puedo evitar reír.
— Sí te lo digo, te burlaras de mí. — Comenta risueña pero con seriedad. De hecho se siente como una advertencia, como si estuviera a punto de tocar una fibra delicada.
—Eso no es cierto. — Devuelvo la colilla a mi boca, sintiendo como el efecto del cigarrillo me calma.
— Claro que sí, Nicholas. — Milah pasa el cabello tras de su oreja, mientras me observa con atención. — ¿Por qué quieres saber? ¿Para alimentar tu narcisismo?
— ¿Así que se trata de mí? — Pregunto mientras exhalo el humo hacia su dirección. Aplasto el cigarrillo contra el suelo y me acomodo a su lado.
— No creo que sea buena idea hablar de ello. — Susurra Milah. — De hecho, no creo que sea buena idea que hablemos de nada.
— ¿Por qué? — Mis dedos rozan su espalda peligrosamente sintiendo como se estremece a mi toque.
— Porque no confío en ti, Nicholas. — Suelta sin piedad y se me detiene el mundo en un segundo.
El silencio de pronto se vuelve palpable entre nosotros, demasiado grande.
— ¡Niña tonta! — Levanto la voz en un arrebato. — Si no confías en mí, ¿Por qué entonces estás desnuda en mi cama? Eh. ¡¿Esperas tener más sexo conmigo o acaso estás enamorada de mi?!
Milah se cubre repentinamente su desnudez con las sabanas antes de levantarse de la cama, muy molesta.
¿Por qué estoy actuando así?
La veo andar por la habitación vacía y con cajas sin desempacar buscando su ropa. Lo primero que encuentra en el piso caoba son sus bragas negras, sin costuras. Tira las sabanas y comienza a vestirse frente a mí con la cara en alto.
Di algo o ella saldrá por esa puerta, no estoy listo para estar solo. — Lo lamento.
— No lo hagas. Tienes razón, Nick. Como siempre. — Escucho cierto tono en su voz, rabioso. — No sé que hago haciéndome parte de tu vida de nuevo. De hecho, algo debe estar mal conmigo. — Cuando lo dice sonríe y me deja perplejo.
Es como si de pronto estuviera hablando con la Milah real, no la que finge no aquella que se comporta o la Milah del pasado, sino esta que apenas si reconozco.
— Escribiste cosas horribles de papá, de Sebastián, de Killian, de mí. — Continua. — ¿Y qué hago yo? Fumar. Fumar... fumar en tu puto nombre porque eso fue lo que me quedó. — Lo siguiente que encuentra es su camiseta, y por último los jeans desgastados color azul.
Cuando sale de la habitación me levanto tan rápido como puedo, colocándome también los jeans para poder pisarle los talones. — Milah.
— No sólo me dejaste tu ausencia sino tu puto vicio. — Se queja. — ¡Ahg! ¿En dónde mierda están mis converse?
— Milah.
— Prefiero caminar descalza por todo Manhattan antes que seguir perdiendo mi tiempo contigo, grandísimo idiota. — Milah tiene los ojos ya llenos de lágrima, miro la puerta de mala gana, no quiero dejarla ir llorando.
Me haría sentir más culpable. Me coloco a espaldas contra la puerta.
— Abre la maldita puerta. — Ordena, una vez que toma su maleta sin cerrar.
— No hasta que me escuches.
— ¡Abre la maldita puerta! — Tira la maleta a sus pies, antes de empujarme con ambas manos en mi pecho desnudo. — ¡Abre la puerta! ¡Abre la puerta! — Solloza.
Por supuesto que puedes hacer conmigo lo que quieras.
La tomo de las muñecas en cuanto la veo más desesperada y me inclino a besarla; mi lengua reclama la suya mientras siento sus mejillas humedecidas. La escucho gemir en cuanto nos separamos.
— Hay algo que quiero decirte. — Asiento confundido, aún en trance por el beso. — Conocí a alguien en Inglaterra.
Limón en la herida
Lovesick | Nicholas Audrey & Milah Townsend | Talk to me—
Nicholas
Actualidad.
Sebastian podrá ser un Rossi pero también por sus venas corre la sangre Townsend; delgado, atlético, alto, rubio como la arena, y volátil. Como Milah, como Killian y como Theodore.
— Basta de juegos, Sebastian. ¿Cómo me encontraste?
— No hagas preguntas tontas, Nick. — Dice fastidiado. — Porque comenzare a creer que querías ocultarte de mí. Ahora, pasemos a lo importante. ¿Qué es lo que planeas hacer?
— No sé de que estás hablando. — Me encojo de hombros.
— Ah, no sabes de lo que hablo. — Dice entre dientes, chocando las palmas contra el capote de mi auto. — Hablo de cierta rubia estúpida que está empeñada en... — Enarcó una ceja. Ella eligió a Fhinneas. No a mí.
— Escucha, Sebastian. No he visto a Milah desde el cumpleaños de Monique. ¿Ah, no sabes de qué te hablo? Bueno, ese cumpleaños al que de seguro no asististe.
— ¿De qué hablas? ¿De la fiesta donde le propusieron matrimonio y ella acepto sin pensárselo un segundo? Sí, estuve ahí.— Aclara con una sonrisa de oreja a oreja. — Te recuerdo que es de mi mamá y de mi hermana de quienes hablamos.
Le miro confundido. ¿Él estaba ahí? — No planeo hacer absolutamente nada. Ahora, déjame en paz.
— ¿Estás seguro de qué no tienes ganas de denigrarnos? — Pregunta no del todo convencido.
— ¿Para qué? ¿Para qué rompas mi parabrisas de nuevo? — Digo con sarcasmo pero él abre los ojos con sorpresa al escucharme decirlo. — Asustaste a mi mamá, imbécil.
— ¿Rompieron tu parabrisas? — Pregunta en cuanto se levanta completamente y da un paso hacia atrás mirando mi auto sin poder creerlo. — Espera. ¿Estás insinuando qué yo lo hice? Odio admitirlo pero no he sido yo.
— Sí, como no.
— Nicholas, si hubiera sido yo lo sabrías. — Dice como si eso fuera mucho mejor. — Además, mi problema es contigo, no con tus padres.
No puedo evitar mi disgusto al escucharlo decir la verdad. Tiene razón. Ese no es su estilo, Sebastian iría por mi de frente no mediante un juego absurdo. —¿Algo más? — No me detengo a esperarlo, subo al auto y me apresuro a salir de aquí rápidamente.
Verlo me estaba produciendo dolor de cabeza. Sebastian se acerca hasta mi ventanilla con una sonrisa de oreja a oreja. — Deja ir a Milah. — Dice mirándome con la intensidad de un mar. — No sé si está es una etapa de negación pero te juro que yo no sólo romperé tu parabrisas, quemaré el puto auto si es necesario. ¿Estamos?
Asiento con fastidio.
Entre más rápido terminará esto, más rápido podría irme.
— Y por cierto... creo que deberías revisar las llantas de tu auto. — Se aleja antes de que si quiera pueda tomarle el brazo. — Nos vemos.
—¡Sebastian!
Milah
Hace tres meses...
— ¿Me estabas usando? — Es lo primero que pregunta Nick en cuanto le digo que conocí a alguien más en Inglaterra.
— No. — Aunque mi respuesta no le basta. ¿Cómo podría? Hace cinco minutos estaba desnuda en su departamento y ahora estaba aquí, comentándole de la existencia de alguien que ni siquiera sabía que estaba en mi vida.
— Vete. — Dice derrotado, me suelta y se quita de enfrente.
— ¿Ni siquiera me vas a escuchar? — Le pregunto.
— ¿Para qué? ¿Para que me digas "no es lo que parece"? Ni siquiera sé que está sucediendo. — De mala manera se dirige hasta la cocina. Me limpio las lagrimas con la palma de la mano y lo observo abrir una botella de cerveza del refrigerador, que es lo único que está en orden en este departamento.
— Me fui cinco años...
— Y conociste a alguien. Ya me quedó claro. — Suelta Nick mirándome una última vez antes de dejarse caer el el suelo.
— Se llama Fhinneas.
— No te pregunte.
— No sé porque estás tan molesto. — Camino hacia él para enfrentarlo cara a cara. No se va a librar de mi tan fácil. No ahora. — No es justo.
— Estoy molesto porque parece que la culpa te está carcomiendo. — Destapa la cerveza antes de empinársela. —No sé que haces aquí. Conmigo. Y sé que pasa algo, así que no finjas que no es así.
Él tiene razón. Tampoco estoy siendo justa. Llevo todo este tiempo convenciéndome a mi misma sobre lo que siento. — Cuando estoy contigo no me reconozco.
Milah
Actualidad.
Sebastian está de pie frente a la tumba de papá. No sé si es por el verano que ya azota la ciudad, creo que si entrecierro los ojos creo que puedo verlos juntos, hablando.
Bastián le habla a papá como si esperara una respuesta, por supuesto que como cualquier hijo el adoraba a papá y papá lo adoraba a él. Me siento un poco incomoda por la manera en la que lo estoy viendo. Estoy segura de que luzco como una acosadora, escondida tras unos árboles con tal de no ver a mi primo.
No estoy lista para enfrentarme a él, de nuevo. No estoy lista para escucharlo y reconocer que tal vez tiene razón.
Retrocedo con dirección a mi auto, no quiero sentir que estoy invadiendo la privacidad de Bastian al entrometerme entre él y sus confesiones. Saco mi celular, de pronto no me apetece estar sola. No puedo llamarle a Aleksi porque está inflando su ego siendo entrenador de un patinador de hielo.
Tampoco puedo llamarle a Lee porque no me entendería como un amigo sino como mi hermano. Y no puedo llamarle a Fhinn porque está a mil kilómetros en Inglaterra y de nada me serviría escucharlo por llamada.
Cuando bajo con el pulgar entre todos mis contactos comienzo a reír ante la idea de llamar al Rey Cruel, mi entrenador me tomaría de loca antes de siquiera escuchar mis problemas. Pero pronto veo el contacto de Tyler y no me lo pienso dos veces antes de llamarlo.
—¿Milah? — Dice asombrado. — ¿Eres tú?
Guardo una pequeña risa porque me lo imagino revisando dos veces la pantalla.— ¿Estás ocupado?
— Mmm. Ligeramente. — Me muerdo el labio ante la espera. — Estoy a nada de salir del taller.
— Es cierto. — Susurro recordando que ahora él trabaja en un taller. —Uhm... bueno tienes suerte. Te llevaré mi auto y de este modo no me sentiré culpable.
Tyler comienza a reír por mi ingenio. — Entonces... ¿tú quieres venir?
— ¿Puedes recibirme?
— Por supuesto. Yo te enviare mi ubicación.
El taller de Tyler se encuentra -según él- muy cerca de su casa. Cuando bajo del auto le muestro el six de cervezas que he traído conmigo en mi viaje al 7 eleven y él en cambio me recibe con una sonrisa mientras se limpia con el antebrazo el sudor de su frente.
Le escribo rápidamente a mamá que he traído su auto a una revisión, cortesía de mi bolsillo. Junto con una foto de mí en el taller.
Tyler Harrison viste una camiseta negra de tirantes que muestran sus brazos fornidos, y al resto de su cuerpo lo cubre un overol azul, lo encuentro increíblemente sexy con las manchas de grasa negras.
Carajo, deja de mirarlo. Bajo la cabeza antes de que se de cuenta.
— Estoy seguro de que no estás aquí sólo porque tu auto en perfecto estado necesita una revisión. — Dice mientras toma una de las herramientas de la caja y vuelve a inclinarse sobre el cofre. — ¿Qué sucede?
—Yo he... — Ni siquiera sé que debería decir. — He sido muy estúpida. Y al parecer no tengo muchos amigos. — Contesto. Destapo una de las cervezas que he traído y se la ofrezco.
— Eso no es cierto. — Dice serio.
— Sí, lo es. — Digo con una sonrisa mientras intento cambiarle de tema. — ¿Ya hablaste con Ana Zillio? — Decir su nombre me causa cierto sentir y no logro ocultarlo a tiempo. Inmediatamente, Ty Ty gira hacia mi dirección curioso, dispuesto a averiguar que ha sido eso.
Él toma su cerveza de mi mano, en el toque pasa su índice rozando la palma de la mía. Es algo muy sutil pero tan real que nos toma desprevenidos a los dos.
—¿Acaso son celos, Milah Townsend?
El que eso haya salido de su boca me parte un poco en risa, reconozco este lado. Este es el Tyler que conozco. — ¿Nadie te ha dicho que jugar con fuego te puede quemar? — Me muerdo mi labio sin reparo alguno.
¡¿Qué mierda me sucede?! ¿Por qué dije eso? ¡Por un demonio! ¡Estoy comprometida!
Tyler parece saber los pensamientos que me invaden, y de inmediato trata de hacerme sentir mejor. Aunque su mano ya tiene la cerveza y debería de darle un trago, sigue enfocado en mí. Se acerca hacía a mi con una sonrisa traviesa y divertida, con intención.
No sé porque no me puedo hacer hacia atrás. No sé porque no le puedo decir que no. ¿Es porque se trata de Tyler? Siento como mi trasero se recarga en la puerta del auto mientras Tyler se inclina hacia a mi.
El claxon de un auto suena dos veces. Tyler y yo nos separamos el uno del otro enseguida, me siento como si me hubieran cachado robando o algo peor. Tyler es el primero en recomponerse enseguida, le da un sorbo rápido a la cerveza antes de caminar hacia el auto que acaba de entrar.
— Bienvenido. ¿Se te ofrece algo?
— Yo... — En cuanto escucho su voz me quedo congelada. Oh, mierda. Ni siquiera puedo mirarlo. — Mis llantas están... están ponchadas. Leí que se les podía poner un parche si no es un hoyo muy grande.
No había visto a Nicholas desde que le di el sí a Fhinneas, así que encontrarme en una situación como esta, es demasiado incomodo.
— Milah. — Me habla Ty con una sonrisa. — ¿Me dejarías arreglar sus llantas primero? — Me pregunta Tyler. — No creo que tarde más de quince minutos, después podría invitarte a comer. — Señala, pero ni siquiera puedo concentrarme en él porque por encima de su hombro puedo ver a Nicholas, atento a todo lo que hago.
Asiento. — Claro. Tomate tu tiempo.
Tyler toma de nuevo su caja de herramientas antes de caminar hacia el auto de Nick que ha quedado varado en la entrada. Cuando creo que nada puede ir peor veo a Fhinn entrar al taller, sonriente. Por supuesto, completamente ignorante de la situación en la que me encontraba.
— ¡Amor!
Última edición por lovesick el Dom 09 Ene 2022, 9:23 pm, editado 4 veces
lovesick
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
- lil comment:
- HOLAAA, el día de hoy siento un deja vu comentando un capitulo tuyo bren! JAJAJA
Que manera de iniciar el capitulo ya se me hacía que habria fuego aquí.
Leyendo a Milah ensayando para la obra, unas ganas de que fuera no se live action y se viera como bailan
que les dije?? FUEGOOOO Nick me caes bien.― ¿Sería extraño si te dijera que te necesito?― Me pregunta con una sonrisa en el rostro, subo a su auto sin pensarlo dos veces.
... Ahora me caes mal SE PASÓ EL BLANQUITO ESTE, QUIERE PELEAR, ESO ME ESTA DICIENDO.— Niña tonta. ¿Y si no confías en mí por qué estás aún desnuda en mi cama? — Responde animado y enarcando una ceja. — ¿Esperas tener más sexo conmigo o de nuevo estás enamorada de mí?
Amo como protegen todos a Milah, bah Lee y Bastian cuidan de que no caiga en las redes malvadas de Nick
Perdón pero no había caído que todo eso fue hace DOS MESES jajsjasj yo como idiota ahi preguntándome y el tonto del novio esta pintado o que? en fin, ya apareció el niño finheas y la actualidad es que la dulce Milah tiene un anillo en el dedo
Se ve medio (muuuy) incomodo lo que se viene mm hay que preparamos para el drama
Update: ya no le tengo pena a Nick we es tu culpa bren haces que lo odie ahre
14th moon
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
- Bren:
Mi bebita, como te digo que ame este capitulo?
Es decir, tremenda la tensión sexual, mami. Tengo que decir que lo que mas amo de tus capítulos son esas idas y venidas en el tiempo, me encanta que haya como ese salto que te permite dar una idea de por qué son las cosas así en estos momentos.
Me encanta que traten a Lee como un hijito mas, es muy tierno y me enloquece ya que Lee se ha convertido en uno de mis personajes favoritos, es mi bebé.
Aunque ese final me robo hasta el alma
Disculpame, pero esto me volo la tanga a la bosta, de verdad.Bren escribió:Tyler está con una camiseta negra de tirantes y al resto de su cuerpo lo cubre un overol azul marino, tiene manchas de grasa negra por todas partes que en vez de parecerme algo sucio lo encuentro increíblemente sexy, bajo la mirada antes de que se de cuenta que no dejo de admirarlo.El claxon de un auto nos separa, Ty toma su cerveza de mis manos y se aleja para recibirlo, cuando está bajo la sombra puedo ver a Nicholas Audrey bajar del auto y quedarse completamente pasmado.
Esta parte le dio un desenlace perfecto! Esos son encuentros del cuarto tipo y no es charla. Me puedo llegar a infartar si pasa y tengo unas ganas de decirle a Milah: "corre, bola"Sólo a mí me pasaban estás cosas. — Yo… — Habla él intentando ignorarme mientras finjo no conocerlo pero en cambio Ty nota que Nick no para de mirarme.— ¿Se te ofrece algo? — Le pregunta cruzándose de brazos.Nick por fin le presta atención y comienza a tartamudear. — Mi… mi… mis llantas… me poncharon ambas: la original y la de repuesto. — Señala él. — Leí que se les puede poner un parche si no es muy grande el hoyo.No había visto a Nick desde que le dí el sí a Finn, así que esto es demasiado incómodo. — ¿Me dejarías arreglar sus llantas primero? — Me pregunta Tyler. — No creo que tarde más de quince y después podría invitarte a comer. — Señala y asiento, aún demasiado consciente de que Nick también está aquí posiblemente escuchando todo.Tyler se acerca al carro de Nicholas, quién tiene que moverse para no estorbarle a Ty, cuando creo que nada podría ir peor veo a un Finn entrar al taller, sonriente, completamente ignorante de la situación en la que me encontraba. — ¡Amor!
Me diste el calce justo para hacer maravillas en mi capitulo, no veo las horas de publicarlo.
En fin, como todo lo que haces, fue exquisito. Me lo devore.
No pude comentar antes porque aká, la nenita de Martina, no me presto la compu en como dos semanas
Hermanos, ojala no existiera (ahre que me muero)
Flor! Subí pronto!
MickyEche
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
No estamos bien pt. 3
flower.
iris
x
alexander
flower.
iris
x
alexander
Alex
Odio esto. No me gusta ver tristeza en el rostro de Iris. Ese lienzo pálido no merece ser teñido de azul. De repente el sentimiento de miedo me invade y siento que la habitación se va reduciendo. No puedo respirar.
Aunque ella sí puede, la veo tomar aire y se aclararse la garganta. — Como nos… — Hace una pausa, está dudando con sus palabras — Crees que nosotros… — Vuelve a detenerse. — Iré directo al grano ¿Cómo me ves a mí? — Arrugo el entrecejo, no logro comprender sus palabras.
— ¿Cómo te veo? — Miro el suelo buscando un ápice de respuesta.
¿Cuál es la respuesta correcta? ¿Qué debo responder a eso? Si le respondo que la veo como la siempre la vi, no lograre más que un quejido y probablemente se enfade. Creo que está buscando una reafirmación de mis sentimientos hacia ella.
La miro y está nerviosa. Sus manos juguetean con la punta de su remera. Subo más arriba y me detengo en su cuello. Observo el pequeño collar de plata que le di en su cumpleaños. El diseño es sencillo, pero cuando lo vi por primera vez en el escaparate supe que se vería increíble en ella. Se está mordiendo los labios, los mismos que me vuelven loco de sólo pensarlo. En otras circunstancias, la tomaría del rostro y la besaría. ¿Te han dicho que tienes unos lindos labios, Iris Na?
¿Cómo puede ser que estés dudando de mis sentimientos? Iris, eres la única persona que hace que sienta calidez. Esa Calidez que sólo puede darte ese ser especial. Eres como expresa tu nombre, Iris, llena de colores. Puedes pintar, hacer sentir emociones a las personas que se mantienen en gris. Haces de mi lienzo un mundo lleno de color y calidez, y mi deseo de preservarlo así tal como está, lucha contra el temor de que se rompa.
— No entiendo a qué te refieres. — Opto por la defensiva. — Si esto tiene que ver con lo que dijo tu madre ayer. No puedo creer que estés dudando de nosotros. — Me cruzo de brazos. — Estamos bien Iris.
— ¿Bien dices? Alex es claro que algo no está bien.
— ¿Qué es? Dime entonces, dime a donde quieres llegar. — Sus ojos se abren con sorpresa al escuchar que levanto la voz.
Se tapa la boca y no estoy seguro si es porque le causa gracia la situación o es que quiere ocultar que está decepcionada de mi respuesta. Luego se acomoda el cabello tras las orejas y respira fuerte una vez más.
No quiero que llores, amor mío. No lo hagas.
— Con esto. — Sus brazos se abren y señalan nuestro hogar. — ¿Alexander eres feliz con esto?
— ¿Y qué? ¿Tú no? — Mi respuesta es abrupta. La estoy lastimando lo sé. — ¿No eres feliz aquí conmigo? — Doy vuelta la situación. Vamos Iris dilo.
Quiero escuchar las palabras que está ocultando entre sus palabrerías y cuestiones sin sentido. Palabras que no dice porque teme a lastimarme.
— No hagas eso. — Susurra en lo bajo. — No me hagas ver como si yo fuera la única que tiene problemas. Estamos en una relación. Los dos. — Remarca el “dos” apuntándonos. — Y si dentro de la relación ocurre algo que afecte a una de las partes tenemos que resolverlo. Decirnos la verdad.
La verdad. Es un valor que te enseñan desde que eres niño. A veces, decir la verdad tiene sus beneficios. Como cuando le conté a mi madre del jarrón que rompió Christopher jugando con la pelota de futbol. Ella lo castigó y yo recibí dos galletas del frasco como recompensa. Pero otras veces no tanto. Como cuando reprobé dos materias y no quise mostrar mi libreta de calificaciones. Al final, mis padres lo descubrieron y no me dejaron salir con mis amigos hasta que aprobara. La verdad en ese tiempo sonaba peligrosa.
Y lo sigue siendo ahora mismo. Si en estos momentos debo ser sincero, la única confesión que poseo es sobre una persona que está a quien sabe cuántos kilómetros de aquí. Persona a la cual estuve ignorando por años y años.
Siento mi móvil vibrar en mi bolsillo. No quiero saber qué es o quién es.
— ¿Alex me estas escuchando? — Su voz suena furiosa.
— Bien te responderé – levanto la voz. Estoy cansado. — Si soy feliz Iris, lo soy y mucho. Ahora responde tú
— Yo…
Está dudando. Es justo lo que no quería que pasase.
Detesto discutir. No lleva a ningún lado y las personas se lastiman cuando lo hacen. Las posibilidades de que una discusión termine bien son una en un millón.
Me siento exhausto. La habitación da vueltas y las paredes se están cerrando. Otra vez no puedo respirar.
— Necesito tomar aire. — Camino apresurado en busca de mis llaves y mi billetera que por suerte están en el mueble de la televisión.
— ¿A dónde vas? — Pregunta. — Alexander. — Exclama, pero decido ignorarla.
Me dirijo a la puerta, y siento su mano aferrarse a mi brazo. La volteo a ver. Al momento que veo sus ojos llenos de lágrimas me arrepiento. Soy un idiota. En mi intento egoísta de proteger el lienzo, borré los colores y ahora se encuentra totalmente azul. Sacudo mi brazo y consigo soltarme de su agarre.
Iris
Me detengo un momento a pensar en lo que acaba de suceder. Hablamos, empezamos a levantar la voz y no llegamos a nada. Para el colmo Alex se fue. Sin previo aviso las lágrimas ya estaban cayendo.
Llorar es lo único que me queda. El problema no era complicado y pienso que pudimos haberlo solucionado. Ahora cree que no quiero estar con él y debatir sobre ello conmigo misma, sólo me provoca dolor de cabeza.
— Tal vez deba descansar. — Susurro como si hubiera perdido. Y lo hice.
Rendida, me dejo caer sobre la cama. El suave cubrecama me da soporte y confort. Pero por alguna razón mis ojos no quieren cerrarse. Así que me distraigo viendo las paredes, el suelo y todo mí alrededor. Siento un nudo en mi garganta al ver una foto mía y de Alexander. A juzgar por la ropa y nuestro aspecto, es de cuando estábamos en secundaria.
8 años.
Ocho años exactamente desde que Alexander y yo nos conocemos. El tiempo sí que vuela. Ahora que lo pienso una gran parte de mi vida estuve con Alex, y estoy bien con eso. Creo. Observo con detenimiento la foto y pienso qué cambio en la pareja joven de la imagen y en la que somos hoy. Frunzo el entrecejo al no poder mencionar algo, a excepción del aspecto físico.
Mis amigos, que al pasar los años fueron desapareciendo uno tras otro, tampoco callaron sus opiniones sobre mi relación con el asiático. Me pregunto que será de ellos. La única persona que me quedó es Olivia. Aunque admito que nos hemos distanciado. Ya no tenemos la misma relación de cuando éramos niñas y soñábamos con graduarnos e irnos de viaje juntas.
Siempre le tuve miedo a la soledad. No tengo hermanos. Recuerdo que una vez tuve la audacia de pedirles a mis padres un hermano o hermana, pero por desgracia y por fuerzas que iban más allá de mi comprensión a los seis años no logré nada. Plantearme ahora una vida sin Alexander u Olivia, es inimaginable.
Con respecto a Alex, siento que hemos llegado al punto en el cual somos amigos y pareja al mismo tiempo. Confío en él, sé que no me traicionaría. Sabe todo sobre mí y yo se todo sobre él. Hasta me atrevo a decir que, el hecho de que se fuera a mitad de una discusión es un hábito suyo.
Cuando peleamos por pequeñas cosas, como cuando comentamos una película a la salida del cine por ejemplo y no coincidimos en opiniones, él solo cambia el tema comentando sobre otra película o invitándome a salir. Y volvemos a lo mismo. Aún me sigue costando comprender ese lado suyo. Huir de las discusiones no lleva a ningún lado. Fuera de todo esto, estoy segura que hay una razón. Sólo que no la sé.
El cambio es una opción. Cada día, al paso del tiempo, las personas cambian y lo ideal es que sea para mejor. No quiero que Alex cambie, no quiero que nuestra relación cambie. Solo quiero…
¿Qué es lo que quiero?
Alex
Le indico al taxista la dirección del bar que suelo visitar a veces. Theo’s se encuentra en el centro de la ciudad así que no quiero ver lo que me costará el viaje. En este momento, me arrepiento de no haber descargado previamente esas aplicaciones de viajes que son más baratas y confiables.
El viaje no duró más de 15 minutos. Le pago al conductor y bajo del auto. Como es de esperar el lugar está abierto y repleto de gente.
Tomo asiento en la zona del bar, frente al barman. Este me mira y presiento que me reconoce pero a la vez le sorprende verme aquí. No soy un cliente que viene seguido pero tuve mis momentos aquí, momentos que no deseo recordar ahora.
— Dame el trago del día. — Le pido.
— ¿Cerveza artesanal? Enseguida
— ¿Qué? No, todo menos eso. — Cierro los ojos y me froto la cara. Está jugando conmigo.
Detesto la cerveza.
Me entrega un vaso con un líquido transparente gaseoso. Cuando lo ingiero reconozco el fuerte sabor del vodka y la segunda bebida es una gaseosa de limón. Suspiro con pesadez. No es el mejor lugar para pensar pero es a dónde vengo para despejarme un rato.
Una persona común en estos momentos llamaría a alguien, ya sea un amigo o un familiar para que le aconseje. La cosa es que yo no tengo a nadie además de Iris. No tengo amigos cercanos desde que me gradué de la secundaria. ¿Desde hace cuánto no hablo con ellos? Fácil. Desde que no coincidimos en universidades. Cada uno hizo su vida. El traidor de mi hermano no es opción porque seguro ahora esta con mi madre y no quiero verla. Así que estoy solo.
Rio con amargura. Soy patético.
A la mitad de mi fiesta llamada “pena por mí mismo”, noto la presencia de alguien más a unos asientos de donde estoy. Es otro hombre. El alcohol aún no me afectó así que puedo decir con claridad que ya lo he visto antes.
— Oiga barman, sírveme otro que invito esta ronda para todos. — Remarco la ultima palabra. Para este punto mandé la cuenta de mi tarjeta al demonio.
— De acuerdo. — No muy convencido acepta mi petición y empieza a servir tragos.
Reparo mejor en el hombre, tiene un rostro anguloso y el cabello algo ondulado.
— Disculpe. — Llamo la atención del desconocido. — Siento que ya lo he visto antes o ¿me equivoco? — Entrecierro mis ojos buscando entre mi memoria el rostro del extraño.
— Tal vez. — Resopla mientras sonríe.
Si he de ser consciente de algo, es que no lo conozco lo suficiente como para andar contándole mis cosas personales. Sin embargo, parece que a mi yo exterior le importa un mierda.
— De desconocido a desconocido, dígame ¿ha pasado por una situación que aunque sabe que la jodió y que no merece ninguna oportunidad, aun así quiere que protegerse a sí mismo y salvar lo único que le queda? — Parece que mi abrupta confesión toman por sorpresa al hombre. Abre los ojos y toma aire, está pensando en cómo responder.
— ¿Problemas de pareja? — Asiento. — Mira no soy el indicado para…
— Sólo respóndame. — Interrumpo terminando el liquido del vaso.
— Si estas de acuerdo, puedes contarme lo que sucede y yo te escucharé. — Su voz es calmada y una vez más voy en contra mi propia conciencia.
Es la primera vez que hablo de mis problemas con otra persona que no sea mi conciencia. Para ser sincero nunca me plantee la idea de necesitar a alguien que me escuchara o alguien con quien hablar.
Mi familia no es del tipo de familia que siempre está unida y que se demuestran que se quieren cada vez que se ven. Con suerte nos juntamos para acción de gracias o las fiestas de fin de año, si es que alguna de mis tías decide que nos reunamos.
— Ayer, los padres de mi novia vinieron a cenar a mi casa, que comparto con ella – observo como él hace una mueca y sisea. — Y venía todo bien ¿sabes? Los conozco desde hace mucho así que no hubo silencios incómodos. — Cambio mi posición en la silla y tomo un sorbo del trago. — La cena se fue a la mierda cuando la madre de mi novia mencionó e insinuó sobre “el siguiente paso”. No reaccioné en el momento, es más no lo tomé en serio. En cambio mi novia ha estado pensando en ello. — Hago una pausa para respirar. — Hoy discutimos, ella empezó a bombardearme de preguntas sobre que si soy feliz con la relación. Por cómo estamos, y a pesar de que le dije que sí, ella no parecía satisfecha. — Suspiro con pesadez y me paso una mano por mi cabello. — No sé qué es lo que quiere.
— Escucha, todo el mundo te dirá lo mismo: la comunicación es la clave. Habla con ella y podrán resolverlo. Como se lo dije antes, no soy el indicado para aconsejarle o darle una solución. Es su relación después de todo. — Levanta los hombros. — ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
— Siete u ocho años, no estoy seguro.
— Wow. Sería una pena mandar esos años al desagüe.
Esa respuesta no fue la que esperaba. Incluso las revistas de interés general llegan a tal conclusión. Entiendo que no iba a darme una solución concreta, ya que sólo somos dos extraños en un bar… Aun así le estoy agradecido. Parte del peso que cargaba se fue. Tal vez es cierto lo que dicen, hablar con un desconocido te libera. O más bien, hablar con alguien.
— Saldré a fumar afuera. Nos vemos. — Menciona mientras se le levanta tomando su móvil.
El extraño se va y me quedo conmigo mismo otra vez. Le doy vueltas a las palabras del hombre. Debo hablar con Iris. Debo tratar de resolver esta situación y si la única solución es separarnos… pues tendré que aceptarlo.
Decido terminar mi estadía en el bar. Pago la cuenta, y luego de que el empleado confirmara que me veo lo suficientemente estable como para irme solo, hago mi salida del lugar.
Afuera me encuentro al extraño nuevamente, ahora se encuentra hablando por teléfono. Busco su mirada para despedirme de él y cuando lo consigo hago un ademán de despedida con la cabeza. Mientras voy caminando y me fijo la hora, caigo en la cuenta de que no le he preguntado su nombre. En otra ocasión será me digo a mí mismo mientras sonrío de lado por mi falta de atención.
Llamo a un taxi, le indico la dirección de mi casa y una vez cómodo dentro de él, mi vista se pierde en la ciudad.
emmeOdio esto. No me gusta ver tristeza en el rostro de Iris. Ese lienzo pálido no merece ser teñido de azul. De repente el sentimiento de miedo me invade y siento que la habitación se va reduciendo. No puedo respirar.
Aunque ella sí puede, la veo tomar aire y se aclararse la garganta. — Como nos… — Hace una pausa, está dudando con sus palabras — Crees que nosotros… — Vuelve a detenerse. — Iré directo al grano ¿Cómo me ves a mí? — Arrugo el entrecejo, no logro comprender sus palabras.
— ¿Cómo te veo? — Miro el suelo buscando un ápice de respuesta.
¿Cuál es la respuesta correcta? ¿Qué debo responder a eso? Si le respondo que la veo como la siempre la vi, no lograre más que un quejido y probablemente se enfade. Creo que está buscando una reafirmación de mis sentimientos hacia ella.
La miro y está nerviosa. Sus manos juguetean con la punta de su remera. Subo más arriba y me detengo en su cuello. Observo el pequeño collar de plata que le di en su cumpleaños. El diseño es sencillo, pero cuando lo vi por primera vez en el escaparate supe que se vería increíble en ella. Se está mordiendo los labios, los mismos que me vuelven loco de sólo pensarlo. En otras circunstancias, la tomaría del rostro y la besaría. ¿Te han dicho que tienes unos lindos labios, Iris Na?
¿Cómo puede ser que estés dudando de mis sentimientos? Iris, eres la única persona que hace que sienta calidez. Esa Calidez que sólo puede darte ese ser especial. Eres como expresa tu nombre, Iris, llena de colores. Puedes pintar, hacer sentir emociones a las personas que se mantienen en gris. Haces de mi lienzo un mundo lleno de color y calidez, y mi deseo de preservarlo así tal como está, lucha contra el temor de que se rompa.
— No entiendo a qué te refieres. — Opto por la defensiva. — Si esto tiene que ver con lo que dijo tu madre ayer. No puedo creer que estés dudando de nosotros. — Me cruzo de brazos. — Estamos bien Iris.
— ¿Bien dices? Alex es claro que algo no está bien.
— ¿Qué es? Dime entonces, dime a donde quieres llegar. — Sus ojos se abren con sorpresa al escuchar que levanto la voz.
Se tapa la boca y no estoy seguro si es porque le causa gracia la situación o es que quiere ocultar que está decepcionada de mi respuesta. Luego se acomoda el cabello tras las orejas y respira fuerte una vez más.
No quiero que llores, amor mío. No lo hagas.
— Con esto. — Sus brazos se abren y señalan nuestro hogar. — ¿Alexander eres feliz con esto?
— ¿Y qué? ¿Tú no? — Mi respuesta es abrupta. La estoy lastimando lo sé. — ¿No eres feliz aquí conmigo? — Doy vuelta la situación. Vamos Iris dilo.
Quiero escuchar las palabras que está ocultando entre sus palabrerías y cuestiones sin sentido. Palabras que no dice porque teme a lastimarme.
— No hagas eso. — Susurra en lo bajo. — No me hagas ver como si yo fuera la única que tiene problemas. Estamos en una relación. Los dos. — Remarca el “dos” apuntándonos. — Y si dentro de la relación ocurre algo que afecte a una de las partes tenemos que resolverlo. Decirnos la verdad.
La verdad. Es un valor que te enseñan desde que eres niño. A veces, decir la verdad tiene sus beneficios. Como cuando le conté a mi madre del jarrón que rompió Christopher jugando con la pelota de futbol. Ella lo castigó y yo recibí dos galletas del frasco como recompensa. Pero otras veces no tanto. Como cuando reprobé dos materias y no quise mostrar mi libreta de calificaciones. Al final, mis padres lo descubrieron y no me dejaron salir con mis amigos hasta que aprobara. La verdad en ese tiempo sonaba peligrosa.
Y lo sigue siendo ahora mismo. Si en estos momentos debo ser sincero, la única confesión que poseo es sobre una persona que está a quien sabe cuántos kilómetros de aquí. Persona a la cual estuve ignorando por años y años.
Siento mi móvil vibrar en mi bolsillo. No quiero saber qué es o quién es.
— ¿Alex me estas escuchando? — Su voz suena furiosa.
— Bien te responderé – levanto la voz. Estoy cansado. — Si soy feliz Iris, lo soy y mucho. Ahora responde tú
— Yo…
Está dudando. Es justo lo que no quería que pasase.
Detesto discutir. No lleva a ningún lado y las personas se lastiman cuando lo hacen. Las posibilidades de que una discusión termine bien son una en un millón.
Me siento exhausto. La habitación da vueltas y las paredes se están cerrando. Otra vez no puedo respirar.
— Necesito tomar aire. — Camino apresurado en busca de mis llaves y mi billetera que por suerte están en el mueble de la televisión.
— ¿A dónde vas? — Pregunta. — Alexander. — Exclama, pero decido ignorarla.
Me dirijo a la puerta, y siento su mano aferrarse a mi brazo. La volteo a ver. Al momento que veo sus ojos llenos de lágrimas me arrepiento. Soy un idiota. En mi intento egoísta de proteger el lienzo, borré los colores y ahora se encuentra totalmente azul. Sacudo mi brazo y consigo soltarme de su agarre.
Iris
Me detengo un momento a pensar en lo que acaba de suceder. Hablamos, empezamos a levantar la voz y no llegamos a nada. Para el colmo Alex se fue. Sin previo aviso las lágrimas ya estaban cayendo.
Llorar es lo único que me queda. El problema no era complicado y pienso que pudimos haberlo solucionado. Ahora cree que no quiero estar con él y debatir sobre ello conmigo misma, sólo me provoca dolor de cabeza.
— Tal vez deba descansar. — Susurro como si hubiera perdido. Y lo hice.
Rendida, me dejo caer sobre la cama. El suave cubrecama me da soporte y confort. Pero por alguna razón mis ojos no quieren cerrarse. Así que me distraigo viendo las paredes, el suelo y todo mí alrededor. Siento un nudo en mi garganta al ver una foto mía y de Alexander. A juzgar por la ropa y nuestro aspecto, es de cuando estábamos en secundaria.
8 años.
Ocho años exactamente desde que Alexander y yo nos conocemos. El tiempo sí que vuela. Ahora que lo pienso una gran parte de mi vida estuve con Alex, y estoy bien con eso. Creo. Observo con detenimiento la foto y pienso qué cambio en la pareja joven de la imagen y en la que somos hoy. Frunzo el entrecejo al no poder mencionar algo, a excepción del aspecto físico.
Mis amigos, que al pasar los años fueron desapareciendo uno tras otro, tampoco callaron sus opiniones sobre mi relación con el asiático. Me pregunto que será de ellos. La única persona que me quedó es Olivia. Aunque admito que nos hemos distanciado. Ya no tenemos la misma relación de cuando éramos niñas y soñábamos con graduarnos e irnos de viaje juntas.
Siempre le tuve miedo a la soledad. No tengo hermanos. Recuerdo que una vez tuve la audacia de pedirles a mis padres un hermano o hermana, pero por desgracia y por fuerzas que iban más allá de mi comprensión a los seis años no logré nada. Plantearme ahora una vida sin Alexander u Olivia, es inimaginable.
Con respecto a Alex, siento que hemos llegado al punto en el cual somos amigos y pareja al mismo tiempo. Confío en él, sé que no me traicionaría. Sabe todo sobre mí y yo se todo sobre él. Hasta me atrevo a decir que, el hecho de que se fuera a mitad de una discusión es un hábito suyo.
Cuando peleamos por pequeñas cosas, como cuando comentamos una película a la salida del cine por ejemplo y no coincidimos en opiniones, él solo cambia el tema comentando sobre otra película o invitándome a salir. Y volvemos a lo mismo. Aún me sigue costando comprender ese lado suyo. Huir de las discusiones no lleva a ningún lado. Fuera de todo esto, estoy segura que hay una razón. Sólo que no la sé.
El cambio es una opción. Cada día, al paso del tiempo, las personas cambian y lo ideal es que sea para mejor. No quiero que Alex cambie, no quiero que nuestra relación cambie. Solo quiero…
¿Qué es lo que quiero?
Alex
Le indico al taxista la dirección del bar que suelo visitar a veces. Theo’s se encuentra en el centro de la ciudad así que no quiero ver lo que me costará el viaje. En este momento, me arrepiento de no haber descargado previamente esas aplicaciones de viajes que son más baratas y confiables.
El viaje no duró más de 15 minutos. Le pago al conductor y bajo del auto. Como es de esperar el lugar está abierto y repleto de gente.
Tomo asiento en la zona del bar, frente al barman. Este me mira y presiento que me reconoce pero a la vez le sorprende verme aquí. No soy un cliente que viene seguido pero tuve mis momentos aquí, momentos que no deseo recordar ahora.
— Dame el trago del día. — Le pido.
— ¿Cerveza artesanal? Enseguida
— ¿Qué? No, todo menos eso. — Cierro los ojos y me froto la cara. Está jugando conmigo.
Detesto la cerveza.
Me entrega un vaso con un líquido transparente gaseoso. Cuando lo ingiero reconozco el fuerte sabor del vodka y la segunda bebida es una gaseosa de limón. Suspiro con pesadez. No es el mejor lugar para pensar pero es a dónde vengo para despejarme un rato.
Una persona común en estos momentos llamaría a alguien, ya sea un amigo o un familiar para que le aconseje. La cosa es que yo no tengo a nadie además de Iris. No tengo amigos cercanos desde que me gradué de la secundaria. ¿Desde hace cuánto no hablo con ellos? Fácil. Desde que no coincidimos en universidades. Cada uno hizo su vida. El traidor de mi hermano no es opción porque seguro ahora esta con mi madre y no quiero verla. Así que estoy solo.
Rio con amargura. Soy patético.
A la mitad de mi fiesta llamada “pena por mí mismo”, noto la presencia de alguien más a unos asientos de donde estoy. Es otro hombre. El alcohol aún no me afectó así que puedo decir con claridad que ya lo he visto antes.
— Oiga barman, sírveme otro que invito esta ronda para todos. — Remarco la ultima palabra. Para este punto mandé la cuenta de mi tarjeta al demonio.
— De acuerdo. — No muy convencido acepta mi petición y empieza a servir tragos.
Reparo mejor en el hombre, tiene un rostro anguloso y el cabello algo ondulado.
— Disculpe. — Llamo la atención del desconocido. — Siento que ya lo he visto antes o ¿me equivoco? — Entrecierro mis ojos buscando entre mi memoria el rostro del extraño.
— Tal vez. — Resopla mientras sonríe.
Si he de ser consciente de algo, es que no lo conozco lo suficiente como para andar contándole mis cosas personales. Sin embargo, parece que a mi yo exterior le importa un mierda.
— De desconocido a desconocido, dígame ¿ha pasado por una situación que aunque sabe que la jodió y que no merece ninguna oportunidad, aun así quiere que protegerse a sí mismo y salvar lo único que le queda? — Parece que mi abrupta confesión toman por sorpresa al hombre. Abre los ojos y toma aire, está pensando en cómo responder.
— ¿Problemas de pareja? — Asiento. — Mira no soy el indicado para…
— Sólo respóndame. — Interrumpo terminando el liquido del vaso.
— Si estas de acuerdo, puedes contarme lo que sucede y yo te escucharé. — Su voz es calmada y una vez más voy en contra mi propia conciencia.
Es la primera vez que hablo de mis problemas con otra persona que no sea mi conciencia. Para ser sincero nunca me plantee la idea de necesitar a alguien que me escuchara o alguien con quien hablar.
Mi familia no es del tipo de familia que siempre está unida y que se demuestran que se quieren cada vez que se ven. Con suerte nos juntamos para acción de gracias o las fiestas de fin de año, si es que alguna de mis tías decide que nos reunamos.
— Ayer, los padres de mi novia vinieron a cenar a mi casa, que comparto con ella – observo como él hace una mueca y sisea. — Y venía todo bien ¿sabes? Los conozco desde hace mucho así que no hubo silencios incómodos. — Cambio mi posición en la silla y tomo un sorbo del trago. — La cena se fue a la mierda cuando la madre de mi novia mencionó e insinuó sobre “el siguiente paso”. No reaccioné en el momento, es más no lo tomé en serio. En cambio mi novia ha estado pensando en ello. — Hago una pausa para respirar. — Hoy discutimos, ella empezó a bombardearme de preguntas sobre que si soy feliz con la relación. Por cómo estamos, y a pesar de que le dije que sí, ella no parecía satisfecha. — Suspiro con pesadez y me paso una mano por mi cabello. — No sé qué es lo que quiere.
— Escucha, todo el mundo te dirá lo mismo: la comunicación es la clave. Habla con ella y podrán resolverlo. Como se lo dije antes, no soy el indicado para aconsejarle o darle una solución. Es su relación después de todo. — Levanta los hombros. — ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
— Siete u ocho años, no estoy seguro.
— Wow. Sería una pena mandar esos años al desagüe.
Esa respuesta no fue la que esperaba. Incluso las revistas de interés general llegan a tal conclusión. Entiendo que no iba a darme una solución concreta, ya que sólo somos dos extraños en un bar… Aun así le estoy agradecido. Parte del peso que cargaba se fue. Tal vez es cierto lo que dicen, hablar con un desconocido te libera. O más bien, hablar con alguien.
— Saldré a fumar afuera. Nos vemos. — Menciona mientras se le levanta tomando su móvil.
El extraño se va y me quedo conmigo mismo otra vez. Le doy vueltas a las palabras del hombre. Debo hablar con Iris. Debo tratar de resolver esta situación y si la única solución es separarnos… pues tendré que aceptarlo.
Decido terminar mi estadía en el bar. Pago la cuenta, y luego de que el empleado confirmara que me veo lo suficientemente estable como para irme solo, hago mi salida del lugar.
Afuera me encuentro al extraño nuevamente, ahora se encuentra hablando por teléfono. Busco su mirada para despedirme de él y cuando lo consigo hago un ademán de despedida con la cabeza. Mientras voy caminando y me fijo la hora, caigo en la cuenta de que no le he preguntado su nombre. En otra ocasión será me digo a mí mismo mientras sonrío de lado por mi falta de atención.
Llamo a un taxi, le indico la dirección de mi casa y una vez cómodo dentro de él, mi vista se pierde en la ciudad.
- holi:
- Holuu como han estado?? LES PIDO PERDON POR HABER TARDADO EN SUBIR no hay escusa lloro. Espero les guste.
14th moon
Re: Del amor y otras inquietudes | N.C.
- Flor:
- Holi, Flor. Ntp. El punto es que avisaste y subiste, así que no problem. Bueno, no sé por donde comenzar porque ya sabía que este cap tendría drama al cien. De mis partes favoritas del cap ha sido que narrarás un poco más desde la perspectiva de Alex, me refiero a una mucho más emocional en un punto pues crítico por todo esto que se trae con Iris.
Creo que tu capitulo tiene mucha emoción, y ha sido de mis favoritos tuyos hasta el momento, está perfectamente narrado. Alucino.
Me ha encantado la intro (creo que te puse eso en Our 20 y sorry si suena repetitivo) pero es la verdad. No sé como sentirme con respecto a Alex, por un lado creo que él sabe que está mal con su relación con Iris, tal cuál ella, pero no lo quiere aceptar porque es como dar un paso hacia esa realidad.Odio esto. No me gusta ver tristeza en el rostro de Iris. Ese lienzo pálido no merece ser teñido de azul. De repente el sentimiento de miedo me invade y siento que la habitación se va reduciendo. No puedo respirar.
Y luego está esta parte, no. Bien hecho, Flor. No ha pasado ni medio cap y ya me tienes nerviosa. *B toma un trago de café para no llorar* Admiro que Iris sea quién este manejando el asunto. Tiene qué.[...]— Iré directo al grano ¿Cómo me ves a mí? — Arrugo el entrecejo, no logro comprender sus palabras.
— ¿Cómo te veo? — Miro el suelo buscando un ápice de respuesta.
¿Cuál es la respuesta correcta? ¿Qué debo responder a eso? Si le respondo que la veo como la siempre la vi, no lograre más que un quejido y probablemente se enfade. Creo que está buscando una reafirmación de mis sentimientos hacia ella.— ¿Alex me estas escuchando? — Su voz suena furiosa.
— Bien te responderé – levanto la voz. Estoy cansado. — Si soy feliz Iris, lo soy y mucho. Ahora responde tú
— Yo…
Leyéndo esto me digo a mi misma, necesitan hablarlo, y luego recuerdo que eso es lo que estaban haciendo y que así terminó esto. Pinche, Alex. jajajja no te hubieras ido.Llorar es lo único que me queda. El problema no era complicado y pienso que pudimos haberlo solucionado. Ahora cree que no quiero estar con él y debatir sobre ello conmigo misma, sólo me provoca dolor de cabeza.
Oh, shit. No puedo evitar sentirme mal por Iris. Es decir ella ya aceptó que algo no va bien con ellos y su rutina.8 años.
Ocho años exactamente desde que Alexander y yo nos conocemos. El tiempo sí que vuela. Ahora que lo pienso una gran parte de mi vida estuve con Alex, y estoy bien con eso. Creo.El cambio es una opción. Cada día, al paso del tiempo, las personas cambian y lo ideal es que sea para mejor. No quiero que Alex cambie, no quiero que nuestra relación cambie. Solo quiero…
¿Qué es lo que quiero?
JAJAJJAJA En este punto me dije a mi misma: Sólo falta que Nick esté ahí también y que le diga algo sin filtro o sin vergüenza. JAJAJAJ pero no me esperaba que estuviera ahí y que aunque le dijera a Alex que él no era el mejor, no le dijo nada inmaduro y lo escuchó y todo. (Yo sé que es él ) APLAUSOS PA MI BEBÉ. Denle un Oscar a ese hombre.
JAJAJAJA Flor de tu cap me ha llegado la inspiración, supongo que te hablaré de esto por el grupo, mientras tanto bien hecho.
Suban prontix!
lovesick
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