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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Longwood University {nc
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Re: Longwood University {nc
Chichis, Dani va a poder subir después de Lore. Así que, Lore, te toca subir
Jaeger.
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Re: Longwood University {nc
CHICAS AMÉ VUESTROS COMENTARIOS
Me emocionáis, muchas gracias
Me emocionáis, muchas gracias
indigo.
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Re: Longwood University {nc
Un descuido total. Perdón. Prometo subir el capítulo está semana.
Toussaint
Re: Longwood University {nc
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Bart Simpson
Re: Longwood University {nc
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Bart Simpson
Re: Longwood University {nc
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Bart Simpson
Re: Longwood University {nc
Lore no se conecta desde abril. Te toca Jen, en cualquier caso subira después de vos
Jaeger.
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Re: Longwood University {nc
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Bart Simpson
Re: Longwood University {nc
¡Hola!
He terminado mi capítulo, así que de una vez lo dejo aquí. No estoy segura de quién sea la siguiente , pero espero pueda continúar pronto.
¡Saludos!
He terminado mi capítulo, así que de una vez lo dejo aquí. No estoy segura de quién sea la siguiente , pero espero pueda continúar pronto.
¡Saludos!
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Bart Simpson
Re: Longwood University {nc
capítulo 04
Erin Woodgate & Kaden Beckett Bart Simpson
Observo las fotografías en el monitor, han salido bastante bien. Mi hermano y yo nos encontramos en una campaña para Adidas, por lo tanto, cada producto de la compañía ha sido retratado en las fotografías.
- Me encantan – anuncio al fotógrafo.
- Es justo lo que quería escuchar – se aleja de la pantalla – Puedes descansar diez minutos y después proseguir con los bolsos deportivos.
- Está bien.
Me dirijo hacia la mesa de aperitivos y tomo una botella de agua, quito la tapa y doy un largo sorbo, a continuación, de mi bolsillo trasero del pantalón saco mi celular y me dispongo a observar mi correo electrónico por décima vez en los últimos veinte minutos.
Un mensaje en especial capta mi atención en el momento en que mi bandeja de entrada se ha abierto…
- ¿Qué? – la ronca y fastidiosa voz de mi hermano se adentra por completo en mis oídos – ¡Te estoy halando! – ni siquiera puedo observarlo, mi vista ha sido capturada por el mensaje. El chico arranca el celular de mis manos, es justo en este momento en que mi mirada viaja hacia él – ¡No puedes! – advierte enseguida negando con la cabeza.
- No he dicho ni hecho nada aún…
- Aun así, no puedes, Erin – se cruza de brazos – Sabes que mis padres jamás lo permitirán.
- ¿Por qué no?
- En primer lugar, ¿pediste permiso para hacer todo el trámite? – lo observo sin expresión alguna – Justo por eso…
- No necesito permiso, ya soy considerada una adulta.
- No es así hasta que cumplas los veintiuno, hermana – palmea mi frene – Te quedarás sin herencia.
- No necesito una herencia.
- ¡Tampoco estudiar! – suena exasperado – Tienes trabajo que te genera miles de dólares como ingreso y eres reconocida internacionalmente, para qué querrías cambiar eso por una carrera universitaria que ni siquiera vas a ejercer.
- No pienso cambiarlo – me encojo de hombros – Quiero ambos.
- ¿Qué pasa si llega el día en el que tienes que elegir entre ambos? – me quedo sin palabras – Eso pensé… Además, mírate – me echo un vistazo – Serás el hazme reír de toda la universidad.
- ¿Por qué lo sería, idiota? – le lanzo una dona que yacía sobre una bandeja de vidrio.
- Me estás ensuciando – se queja sacudiendo su ropa.
- Dices un montón de idioteces, crees que puedes hacerme sentir mal por cómo luzco pero eres igual a mí así que si yo soy fea, tú también lo eres.
- Bueno, hermana, a diferencia de ti, yo poseo un atractivo superior y “otro paquete” – revoleo los ojos cuando hace las comillas en el aire – El cual, por cierto, las chicas aman – le lanzo un trozo de fruta.
- Deja de ser jodidamente petulante y asqueroso.
- Volviendo al tema… – se aclara la garganta – Eres única, como un bicho raro y serás el objetivo del bullying, así que no lo hagas.
- ¡Oh, vamos! – lo miro de mala gana – Iré a la universidad, no a la escuela primaria – introduzco un trozo de sandía en mi boca.
- Tal parece que no has visto películas sobre universidades – sorbe algo de agua – Son salvajes, hermana.
- Eso es una idiotez – observo un instante una dona glaseada y antes de poder llevármela a la boca, mi estúpido hermano me detiene.
- No lo es – a continuación, sustituye la dona por un trozo de zanahoria.
- ¡Basta! No soy la única persona con heterocromía en el mundo, tú también la tienes, y no creo que en la universidad exista por lo menos una persona que no tenga conocimiento alguno de lo que es – muerdo ferozmente la zanahoria.
- No me refería a eso – levanta la ceja de manera malévola.
- ¿Entonces? – vuelvo a tomar la dona glaseada.
- Tu coeficiente emocional es igual a cero, hermana – vuelve a reemplazar la dona en mi mano, sin embargo, ahora es un trozo de apio.
- ¡Vaya! Es igual a tu coeficiente intelectual – muerdo el apio.
- Te explicaré de una manera en que puedas entender – se acerca y me rodea con su brazo – ¿Ves a ese grupo por allá? – asiento – ¿Sabes los nombres de las personas ahí? – lo miro de mala gana, él sabe que no lo sé – ¿Por qué no has ido siquiera a saludarlos?
- Porque estoy perdiendo mi preciado tiempo contigo – alejo su brazo de mí de forma brusca.
- ¡Exacto! ¿Sabes por qué tuve que hacer la campaña contigo? – lo observo obvia.
- ¿Es acaso porque querías dinero? – me cruzo de brazos.
- No – se lleva la dona que luché por comer a la boca – Estoy aquí porque nadie quería hacerla contigo... y también por el dinero.
- ¿Y? – me acerco a los bocadillos y me apodero de una dona con glaseado rosa y chispas de colores.
- Sin amistades en una universidad no vas a sobrevivir – justo a punto de morder un trozo, el chico la arrebata de mi mano y le da un gran mordisco.
- Estoy segura que puedo hacerlo – me encojo de hombros y busco algo con más calorías para comer.
- Hay otra cosa – toma mi mano y me obliga a sostener otro trozo de apio, luego la dirige hacia mis labios – Debes trabajar en tus expresiones faciales, si de por sí tu falta de empatía y cooperación es ya preocupante, tu rostro sin expresiones es frustrante.
- ¡Tu existencia es frustrante! – le lanzo el apio en la cara.
- ¡Lo digo por tu bien!
- Pues trabajaré en eso…
- ¿Y qué pasa si me entero que los chicos andan por ahí mirándote el trasero?
- Bastantes chicos han mirado mi trasero, incluso en ropa interior – me observa con seriedad.
- Espero que te refieras a las fotos y no a otra cosa.
- Eres un asqueroso – blanqueo los ojos y por fin logro encontrar otra dona glaseada.
- Estoy siendo realista, hermana – se acerca – No quiero tener que ir una y otra vez a patear el trasero de algún hijo de perra que haya intentado manosearte.
- No te queda el papel de hermano sobre protector – le clavo la mirada.
- Porque nunca había estado en esa posición…
- ¡Vayan a cambiarse de ropa! – ambos dirigimos la vista hacia Rick.
- Lo digo en serio, piénsalo bien.
A continuación palmea mi frente, roba la dona en mi mano y se va corriendo hacia los vestidores.
- ¡Kirian!
Mi grito llama la atención de todos ahí, sin embargo, sólo corro para recuperar tan preciado bocadillo.
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Un panini y un frappuccino a base de té de frambuesa son suficientes para perdonar los arrebatos de idiotez de mi hermano.
- Siempre me sales cara – se queja entregándome mi bebida y mi emparedado.
- Si no me hubieses quitado mi aperitivo, no tendría hambre justo ahora.
- Sí, sí – sale del drive thru del establecimiento de Starbucks y toma camino hacia mi casa.
- Tengo calor.
Me coloco las gafas para sol y me inclino para encender el aire acondicionado del auto. El idiota detiene el vehículo frente a un semáforo en rojo y se dispone a observar su celular mientras bebe un trago de su café frío.
- ¡Oh, oh! – lo observo confundida, él me dirige una mirada llena de terror.
- ¿Qué pasa?
- Es mamá.
- ¿Qué quiere?
- Estás muerta, hermana – lo miro sin entender, el chico baja el visor del auto y levanta la tapa del espejo – ¿Ves? Justo ahora, acabo de decir que mamá va a matarte y tu expresión es del todo indiferente.
- ¡No estoy indiferente!
Golpeo su hombro y lo miro de mala gana durante todo el camino a casa de mis padres, ni siquiera me digno a revisar mi celular porque sé que seguramente me ha escrito a mí también.
Kirian estaciona el auto frente a la casa, bajo como condenada a la horca, creo pensar qué sucede. Mi hermano se adentra a la casa siendo especialmente ruidoso, en cambio yo, me limito a ver sus patéticas expresiones y la forma en que llena de besos aduladores las mejillas de mamá, cabe mencionar que su tonto nombre fue elegido, o quizás creado, por mamá, por eso suele ser especialmente cariñosa con él. Ella clava sus grandes ojos verdes en mí.
- Vayan a ducharse, su padre no tardará en llegar para la cena.
Justo como lo haría un cachorro intimidado que camina con la cola entre las patas, me arrastro a la que continúa siendo mi habitación en esta casa. Tengo escasa ropa aquí, sin embargo, hay la suficiente para combinar un outfit que sea aprobado para una cena familiar. Me siento frente al tocador y cepillo mi cabello observándome al espejo, opto por no usar maquillaje alguno, tan sólo coloco un poco de brillo en mis labios.
Me levanto de la silla una vez que escucho los ladridos estruendosos de Kraken y Cronos, los perros gran danés de papá. Camino de puntitas hacia la puerta y la entreabro para asomarme un poco, justo en el momento en que lo hago, los tontos gatos de mamá se acercan corriendo hacia mí.
- ¡Fuera de aquí, gata estúpida!
La empujo suavemente con el pie para no lastimarla pero la gata se niega a irse, en cambio, el gato empieza a jugar con la correa de mi sandalia.
- ¡Déjala! ¿Qué te hace mi pobre Lunita? – mi hermano aparece y carga a la gata entre sus brazos – ¿Quién es la cosa más hermosa y esponjocita de este planeta? – puedo escuchar el ronroneo de la tonta gata, el gato en el piso maúlla atrayendo la atención de mi hermano el idiota – ¡También tú, Artemis!
- Te van a llenar por completo de pelos – el chico lo sostiene también entre sus brazos ahora cargando a ambos gatos.
- ¡No me importa! Es que míralos, parecen el yin yang.
Extrañamente, ambos pares de ojos azules de los gatos se posan en mí, ambos son gatos persas, pero la gata es negra y el gato blanco.
- Como tú no eres quien lava la ropa – me encojo de hombros.
- ¡A eso me refiero! – lo observo confundida – No tienes la capacidad de convivir con animales, menos de hacerlo con personas que son peores.
- Cierra el pico…
- ¡Ya bajen!
La voz de mi padre resuena en la planta alta, al instante mi hermano y yo nos observamos aterrados, deja a ambos gatos sobre el piso y jala mi mano obligándome a caminar hacia abajo. Como toda una cobarde me cubro con su cuerpo, por si cabe la posibilidad de que mi madre lance algún objeto en nuestra dirección, seguro sus 1.92 metros de estatura podrán cubrirme bien.
- Hola, papi – pronuncio mirándolo por encima del hombro de mi hermano. Me lanza una mirada endurecida y yo me aferro al suéter de Kirian.
- Buenas noches – mi hermano me obliga a soltarlo y me encamina hacia la silla frente a papá, él se sienta frente a mi madre quien es la que posee la mirada más fuerte en esta casa.
Ambos adultos no responden, simplemente sus miradas están clavadas en mi dirección, me mantengo tranquila por fuera, con mi expresión de “siempre” según mi hermano, pero por dentro me estoy muriendo de la ansiedad, ambas miradas logran desestabilizarme por completo.
Una de las mujeres que ayudan a mamá con las labores de la casa empieza a servir la entrada de la cena frente a nosotros, observo mi plato, es una especie de crema de hongos, la cual, por cierto, odio y mamá lo sabe a la perfección.
- Vas a comerte todo.
Esas palabras tienen más fuerza que mi hermano y mi padre juntos. ¡Cielos! estoy segura que lo sabe. A regañadientes, tomo la cuchara y de bocados pequeños empiezo a terminar el contenido. Es extraño, amo la pizza con champiñones, pero cuando se trata de crema, mi estómago se revuelve provocándome náuseas.
Una vez que la termino enjuago mi boca con una cantidad considerable de agua. El plato fuerte, es pechuga de pollo rellena con queso y espinacas… la segunda cosa que más odio, no puedo evitar hacer un gesto de repudio a pesar de que huele extremadamente bien.
- Sin gestos.
Ahora es mi padre quien se asegura de continuar la tortura, echo un vistazo a Kirian, me observa burlón, y justo por eso, termino con todo lo que hay en mi plato. Nadie ha dicho una sola palabra en lo que ha transcurrido de la cena.
Miro a mi madre dar un lento sorbo de su copa de champagne.
- Estuve en tu casa, y una de las cartas en tu correo llamó mi atención – empieza a hablar, trago saliva y doy un sorbo del líquido burbujeante rosáceo en mi copa – Creo que es bastante obvio que sabes por qué nos comportamos de esta manera – da otro sorbo de su copa – Lo único que quiero saber es por qué.
- Por qué, ¿qué? – me hago la loca, a continuación, termino el contenido de la copa y pido que me sirvan más, mi madre levanta una ceja y esboza una sonrisa de lado luciendo como Maléfica.
- Te has matriculado a la universidad sin avisarnos – es ahora mi padre quien habla.
Muerdo mi lengua un instante, formulando una respuesta que no les provoque desterrarme de este país.
- Quiero estudiar…
- Tienes todo en la vida – mi padre me interrumpe alzando la voz – Eres joven, hermosa, con un trabajo por el cual muchos venderían su alma al mismísimo diablo, ¿es acaso una protesta? ¿te estás revelando por algo?
- No – niego, observo a mi hermano quien se mantiene callado, con la vista fija en las burbujas de su copa y sin una pizca de burla en su rostro – Sólo quiero hacerlo.
- ¿Por qué? – la voz de mi madre se alza por encima de la de papá.
- Me gusta – me encojo de hombros.
- ¿Para qué? – papá se recarga sobre la mesa acercándose un poco hacia mí – ¿Al menos vas a ejercer algún día?
Kirian me ha hecho la misma pregunta desde que leyó en mi celular la notificación de aceptación, pero ni siquiera yo sé la respuesta.
- Tal vez.
- Eso no es suficiente – mi madre se inclina acortando un poco el espacio – ¿Podemos al menos saber en qué carrera universitaria te matriculaste?
- Historia…
Mi padre suelta una carcajada.
- ¿Historia, en serio? – su tono sarcástico me deja confundida, ¿acaso tiene algo de malo? – Deberías elegir por lo menos medicina o abogacía… no sé, arquitectura, algo que pueda traerte ingresos. Si es que llegas a ejercer.
- ¿Cuál es el problema? – me cruzo de brazos – ¿Qué es lo malo en todo esto?
Mi padre se pasa la mano por el cabello luciendo notablemente fastidiado.
- ¿Qué crees que dirán todos sobre esto? – los ojos de mamá se entrecierran – Seguro será tendencia en Twitter y los blogs estallarán con la noticia.
- Dirán que al menos uno de tus hijos es letrado.
- ¡Oye! – el rubio a mi lado reacciona dándome una mirada de pocos amigos.
Se observan entre sí un momento, luego regresan la mirada a mí cuando están sirviéndonos el postre. Echo un vistazo al plato que acaban de colocar frente a mí y a pesar de que los músculos de mi rostro no obedecen, estoy enviando señales a mi cerebro para que me haga fruncir el entrecejo.
Han servido un trozo enorme de tarta de chocolate, el cual por cierto odio también, observo a mi madre.
- Lo pensaremos, pero debes terminártelo todo.
Sospecho que en algún momento de esta velada tortuosa terminarán trayéndome el resto de la tarta, justo como aquella escena de Matilda en la que obligan a Bruce a comerse el pastel de chocolate tamaño colosal.
La cena ha terminado y me echo sobre mi cama en compañía de Luna y Artemis, ellos saben que los odio, quizás por eso se niegan a irse a pesar de que Kraken y Cronos se encuentran también en mi habitación. Observo al gato, éste me mira con sus redondos ojos azules, su pupila está tan dilatada que me hace sospechar que puede leer mis pensamientos. Estiro la mano para acariciar una de sus orejas y me lanza un arañazo.
- ¡Estúpido gato!
Al instante tomo asiento sosteniendo mi mano derecha con la izquierda.
- Entre gatos no se llevan.
Una vez que la voz de mi hermano se hace presente dentro de la habitación, Kraken gruñe por lo bajo mientras Cronos se levanta a jugar con él.
- Por eso te gruñe Kraken, entre perras tampoco se llevan – le lanzo uno de mis cojines.
- Los hermanos menores deben ser esclavos de los hermanos mayores, no te permito hablarme así – se acerca corriendo.
- Eres quince minutos mayor que yo.
- Eso es suficiente, soy mayor – se lanza sobre la cama cayendo encima de mí.
- ¡Estás pesado, idiota! – lo empujo haciendo que se recueste a un lado, al instante ambos gatos se dirigen hacia él.
- Hoy resultó mejor de lo que esperaba – suelta un suspiro.
- Al menos sigo con vida.
Kraken se encamina hacia nosotros y se acuesta entre mi hermano y yo sin dejar de quejarse por su presencia.
- Perra tonta – el rubio mira mal a la can quien al parecer lo ignora del todo, luego él revolea los ojos.
- ¿Crees que me obliguen a quedarme?
- No lo sé – su vista se clava en el techo de mi habitación – Pero si te dejan ir, ten por seguro que no te la pondrán fácil.
- Mierda…
- Tú así lo decidiste, hermana. Si en verdad lo quieres, vas a aceptar, y no creas que la universidad será fácil. He visto demasiadas películas como para no advertirte que las fraternidades son una mierda.
- No entraré a ninguna fraternidad – observo también el techo.
- ¿Qué hay del estatus? – me observa e imito su acción – ¿Crees que mamá no te obligará a unirte a una?
- No necesito estatus de nada, me aceptaron y tengo dinero suficiente para pagarme la universidad por mi cuenta, además no queda lejos de casa, no necesito apoyo alguno de ninguna estúpida fraternidad.
- Si yo fuera tú, no estaría tan confiado – se encoge de hombros – En fin… me voy a dormir.
Se levanta y acto seguido toma a ambos gatos y se los lleva hacia afuera, me levanto a emparejar la puerta y antes de dormir me hinco para hacer una oración, creo que incluso Dios tiene control sobre los demonios, así que le pediré que controle a mis padres.
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Condiciones que Erin debe cumplir para que papás no la saquen a fuerza de la universidad:
• Queda estrictamente prohibido descuidar el trabajo por la escuela.
• Queda estrictamente descuidar demasiado la escuela por el trabajo.
• Nada de novios.
• Ninguna razón por la cual internet explote hablando chismes sobre mí o mis padres.
• Las amistades deben ser aprobadas tanto por Kiara (mami) como por Ewan (papi).
• El estatus debe ser importante, cuídalo.
• También cuida tu lenguaje frente a los demás.
• Consumir bebidas alcohólicas está estrictamente prohibido.
• Estás muerta si consumes cualquier tipo de droga ilegal o legal (los medicamentos deben ser aprobados por mami y papi :v).
• Mantener una dieta balanceada; nada de saltarse las comidas.
• Debes mantener tu figura (o mamá te matará), nada de subir de peso, por lo tanto debes asistir al gimnasio por lo menos tres veces a la semana.
• Queda estrictamente prohibido tener notas menores a 9/10.
- ¿Quién redactó esto? – observo a mi hermano quien se encuentra al volante – ¿Un bebé?
- Fui yo – me mira de mala gana – Agradece que suavicé todo, de otro modo tendrías contrato para permanecer en la antigua Alcatraz y no en una escuela universitaria.
Revoleo los ojos y dirijo la vista hacia el frente, a lo lejos puedo ver los edificios de la universidad Longwood.
- Por favor ayúdame a que no se queden por más de tres minutos – el chico suelta una carcajada.
- ¿Por qué debo hacerlo yo? Córrelos tú.
- Porque tú, hermano. Eres un lamesuelas y si les pides que te lleven por un helado, ellos te llevarán a comprarte la heladería completa – el rubio entreabre la boca con sorpresa e indignación.
- Ese fue un golpe muy bajo, metí mis manos al fuego por ti y así me pagas – niega mientras me echa una mirada llena de resentimiento.
- Lo siento – me encojo de hombros – Retiro mis palabras.
Sonríe complacido, luego entra por el estacionamiento justo detrás de mis padres. Cierro los ojos con fuerza y mi corazón comienza a palpitar rápido en el momento en que ambos autos, seguido uno del otro, comienzan a llamar la atención de las personas que caminan cerca del área.
Kirian estaciona el auto y sale seguido de mí, es un chico muy alto, por lo tanto llama por completo la atención.
- Vaya, ¿son todos enanos aquí? – pregunta sarcástico y con tono petulante – Incluso tú serás considerada parte de los hombres, hermana – suelta una risa y coloca su mano en mi cabeza como si comparara mi estatura con la de los demás.
- ¡Ya, estúpido! – agacho mi rostro con el afán de cubrirme de la vista de los transeúntes y camino hacia la Range Rover de mi madre.
- Es lindo – es lo primero que dice al bajar del vehículo y observar el lugar.
- Lo es – me apresuro a hablar – Ya llegué, todo bien. Pueden irse, por favor no olviden a Kirian – lo jalo del brazo y lo empujo hacia la puerta trasera de la camioneta.
- No, no, no – mi padre avanza unos cuantos pasos – Debemos asegurar que llegues con bien a Phi Beta Kappa.
Lo observo petrificada un instante, dirijo la vista hacia mi hermano y él me observa con expresión de confusión.
- Eso no venía en el contrato – entrecierro los ojos.
- El contrato lo hacemos nosotros.
Es Kiara quien finaliza la discusión y se encamina hacia quién sabe dónde tomada de la mano de Ewan.
- Mierda – exclama mi hermano – Esa no la veía venir.
Me jala del brazo llevándome a mí y a mi miserable existencia a través del campus, siento vergüenza por la manera en que Kiara y Ewan caminan como si fueran por una de las alfombras rojas en los estrenos de sus películas, y las personas, ya sean alumnos o profesores, tan sólo los miran embobados y con la boca abierta.
Ni siquiera me permito memorizar el camino hacia el estacionamiento, hago lo posible para que mi hermano pueda ocultarme y así cuando ellos se vayan, los demás no puedan reconocerme. Llegamos hasta uno de los edificios más grandes, está bastante cuidado y pareciera que por la puerta y ventanas entra y sale perfección, clase y elegancia. “Phi Beta Kappa” está escrito en el edificio reconociéndolo como propietario de la fraternidad.
- Esto es parte del contrato – la sonrisa socarrona de Kiara comienza a sacarme de mis casillas – Me di a la tarea de inscribirte, ¿lo tomas?
La observo un instante, luego doy un vistazo alrededor. La forma en que los miran, es como si el oxígeno que respiran, no fuera digno de ser respirado por “ellos”, y digo ellos porque no quiero considerarme parte del clan “La familia súper estrella”.
- Lo tomo – la observo decidida.
- Bien – me abraza – No quiero que veas esto como parte de un plan de tortura ingeniado por Ewan y yo, quiero que tomes las cosas con seriedad y no simplemente tires todo a la basura porque se te antojó intentar algo nuevo – se separa de mí y me observa – Te amo, y quiero que me llames siempre que me necesites.
No entiendo si está tratando de confundirme y me hace experimentar alguna clase de síndrome de Estocolmo.
- Amor – ahora es Ewan quien prosigue el discurso de despedida – No podré verte tan seguido como tu madre y hermano, pero sabes que te amo. Aprovecha todo lo que puedas aprender de aquí y llámame siempre que quieras – me abraza y besa mi frente con ternura.
- Lo haré, gracias – ahora estoy completamente confundida, mi hermano se coloca frente a mí.
- Cara de condón… resiste – me abraza a la fuerza.
- Si ella tiene cara de condón también tú la tienes, tonto – reprende Kiara – Deja de molestarla.
- Está bien, lo siento – se disculpa.
- Mis llaves – extiendo la mano. El chico revolea los ojos y saca las llaves del mini cooper de su bolsillo delantero.
- Cuídalo, algún día será mío – me toma por los hombros.
- Estás idiota, yo lo compré – me abraza fuerte y se acerca a mi oído.
- No quiero que ningún idiota te manosee, y si lo hace, vendré a romperle la cara... y de paso chequear a tus amigas – guiña el ojo.
- Sí, ya vete.
El chico se aleja detrás de mis padres quienes voltean a despedirse con la mano.
- ¡No olvides practicar tus expresiones faciales!
Revoleo los ojos incómoda y observo la manera en que algunos estudiantes los detienen para pedirles una foto y ellos aceptan gustosos, es vergonzoso.
- Hola – una pelirroja acompañada de una rubia se me acercan – ¿Tu madre es Kiara Sherwood?
Mis ojos se entornan ligeramente, las observo a ambas, apuesto a que vieron la escena familiar de hace un momento.
- No.
Me encojo de hombros y desaparezco de ahí esperando que todo aquel que haya visto esto, se olvide rápido del asunto. Ahora, debería buscar el camino de regreso al estacionamiento y buscar mi auto.
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Han pasado al menos tres días desde que llegué aquí, debería estar buscando al chico que llevaré al baile en lugar de esconderme del todo. Cada vez que mi vista se posa en un rincón de cualquier lugar en el que me encuentre, todos son desconocidos para mí, a excepción de la poseedora de aquella melena rubia, ojos encantadoramente azules y baja estatura. Justo ahora tendría que hacer amistades y apoyarme en ellos, sin embargo, no he siquiera visto el papel con las pistas de las características de mi pareja.
Simplemente no puedo quitarle la visa de encima a la pequeña rubia, ella parlotea, ríe a carcajadas y brinca de un lado a otro con un par de gemelos. ¿Se me considera como enferma el no perdonarle que haya traicionado a mi hermano?
Después de todo, la traición no fue hacia mí, pero el muy idiota, sigue buscándola en Facebook y cualquier red social que tenga, y no mentiré, eso me molesta. Además, su padre es abogado de los míos y llevan una relación de amistad cercana, no es como si pudiera andar por la vida evitándola, mucho menos siendo odiosa con ella. No estoy segura si ha notado mi presencia hasta ahora, no es fácil para mí esconderme en cualquier rincón y…
- ¡Erin! – agita la mano del otro lado del camino.
Al instante la atención de sus compañeros de juegos y las personas que caminan cerca de ella desvían la vista hacia mi persona. Me aferro a la correa de mi mochila que cuelga en mi hombro derecho, aunque, no camino ni dos pasos cuando la chica ha llegado hasta mí.
- Una chica bonita – anuncia uno de los gemelos a metro y medio de distancia.
Una vez cerca de mí, el segundo gemelo entorna los ojos a tal punto que apenas y puedo ver su iris, le echa una mirada confundida al otro y éste frunce el entrecejo tanto que sus cejas se unen casi por completo.
- Hola – saludo sin ganas.
- ¿Ya te había saludado? – su sonrisa es tan enorme que comienza a asustarme – No recuerdo haberte visto, lo siento – hago memoria y creo que en realidad estaba más ocupada haciendo amistades y actuando como tonta que fijándose en las personas a su alrededor – ¡Oh! Ellos son Duncan y Dean – señala a ambos chicos.
- ¿Te hemos visto de algún lado? – pregunta uno de ambos, siendo sincera, no sé quién de ellos es Dean y quién es Duncan.
- No lo creo…
- ¡Sí! Ella es modelo, ha aparecido en cientos de portadas de…
- ¡Zoe! – me la llevo de ahí dejando a los hermanos atrás – Qué gusto verte.
- También le alegra verte – se detiene y me brinda un abrazo – ¿Por qué no me mandaste mensaje en todo este tiempo?
No estoy segura si está hablando en serio o simplemente está mintiendo, aunque supongo que opto por lo primero, su mirada se ve bastante sincera.
- En realidad han pasado muchas cosas – empezamos a caminar – ¿Puedo pedirte un favor?
- Claro – sonríe sin enseñar los dientes.
- Por favor no le comentes a nadie sobre mis padres, ni sobre mi trabajo.
- ¿Por qué no? – observa sus pisadas un instante y luego sube la mirada hacia mí – ¿No crees que se darán cuenta con el tiempo?
- Sé que lo harán – la observo – Pero, en realidad, preferiría que si lo hacen, lo hagan por su cuenta.
- Está bien, tienes mi palabra – se detiene en seco y levanta la mano derecha, a continuación sigue caminando y sigo su paso – Me sorprende verte aquí, ¿estás en Phi Beta Kappa?
Aspiro tanto aire como puedo antes de responder.
- Algo así – sus ojos se abren de la sorpresa al igual que su boca.
- ¿En serio? – asiento – ¿Pudiste encontrar a tu cita?
- Aún no – me encojo de hombros – Espero hacerlo pronto. Debo irme, Zoe, por favor recuerda mantener en secreto lo que hablamos.
- Tenlo por seguro – sonríe y se apresura a hablar – Y si necesitas ayuda para encontrar a tu cita, dímelo, quizás pueda ayudarte.
Asiento antes de caminar a grandes zancadas hacia la cueva que se nos ha asignado como habitación. Me dirijo hacia mi cama y me echo sintiéndome pesada.
- ¿Está todo bien? – le echo un vistazo a la castaña quien se encuentra doblando un suéter de lana color rosa.
- Claro – me encojo de hombros y me giro sobre la cama clavando la mirada en el techo.
Puedo distinguir una pequeña mancha causada por la humedad, me concentro en encontrar algún tipo de silueta en la misma; tal y como si se tratase de una nube.
- ¿Pudiste encontrar a tu cita?
Echo un vistazo hacia la castaña, su expresión es de fastidio e incomodidad, tampoco me es agradable conversar con las personas que no conozco, pero en vista de que es la única en la habitación por el momento, me obligo a siquiera responderle.
- No exactamente – la imagen del papelito siendo guardada en la bolsa trasera de uno de mis pantalones se me viene a la mente – ¿Qué hay de ti?
La chica niega y continúa doblando el resto de su ropa. Mi vista viaja hacia mi contenedor para la ropa que ya he usado, me levanto y de dos zancadas estoy frente al mismo, alzo la tapa y tomo el pantalón que usé el día en que entregaron los papeles, busco en la bolsa trasera y de inmediato lo localizo. Regreso el pantalón a su lugar y antes de salir de ahí observo Dallas quien se encuentra colocándose brillo para labios frente al espejo.
Camino lentamente en dirección de la enorme cafetería, me acerco a la máquina expendedora de café y después de llenar un vaso con cappuccino moka, busco una mesa vacía y alejada de las personas que ya se encuentran disfrutando de la tarde libre.
Examino el lugar detenidamente y después doy un ligero sorbo de café, acto seguido tomo el papel y lo desdoblo con cuidado para que no se rompa esperando leer cualquier palabra que contenga, sin embargo, tan sólo tiene dos dibujos. El primero es una hoja de arce color roja y el segundo es lo que parece la cabeza de un cánido color negro con ojos color azul intenso.
Puedo jurar que mi entrecejo se ha fruncido.
Echo otro vistazo hacia la cafetería intentando descifrar las pistas, mi vista viaja de chico en chico examinándolos de arriba abajo intentando averiguar si alguno de ellos será el tipo que debo convencer para que vaya conmigo. Dirijo la mirada una vez más hacia mi papel…
- ¿Un perro?
Ladeo el rostro tratando de encontrarle algún sentido, ¿algún chico cuyas facciones parezcan de perro?
- Erin, ¿cierto? – la repentina voz masculina me hace mirarlo de inmediato, es uno de los chicos que acompañaba a Zoe hace un rato.
- Uhm… sí – le proporciono una mirada incómoda, al instante su hermano me toma del brazo y me obliga a levantarme. De inmediato guardo el papel en el bolso de mi pantalón.
- ¿Por qué estás tan sola? – giro el rostro hacia la mesa.
- Mi café…
- Pierde el cuidado, yo lo llevo – de inmediato el otro chico toma el vaso entre sus manos y junto a su hermano me guían a una de las mesas.
Ahí se encuentran ya dos chicos, un rubio que parece entretenido con su celular y un castaño concentrado en su lectura. Me dirigen hacia la silla frente a ellos y sin permitirme moverme me hacen tomar asiento.
- Creo que alguien va a volverse loco gracias a una característica peculiar de esta chica.
Una vez que uno de los gemelos pronuncia esto, ambos chicos levantan la mirada. Sigo con la vista a los dos locos, tan sólo se encargaron de traerme y regresaron por donde llegaron riendo sobre algún tema exclusivo de ambos, regreso la mirada a ambos chicos frente a mí, en quienes al parecer, mi presencia no ha causado el menor alboroto. Los examino un instante reparando en el brazo derecho descubierto de ambos.
Completamente absorta, me encamino hacia el primer tatuaje que roba por completo mi atención; el lobo rojizo. A unos centímetros de él empiezo a delinear con mi índice la forma del mismo. Si no fuera por el color, diría que es el mismo; al parecer el de mi papel es un lobo negro y no un perro.
- ¿Te gusta?
La pregunta me saca del trance por completo. Levanto la mirada encontrándome a escasos centímetros del dueño del tatuaje, el chico sonríe de manera coqueta observando mi dedo en su piel hasta el momento en que sus ojos se encuentran con los míos, una vez que esto pasa, la sonrisa coqueta se reemplaza por una traviesa. Me alejo de su rostro lo suficiente como para recobrar del todo la compostura.
- Lo siento.
Me levanto y reparo en el tatuaje del otro chico.
- Qué rara – dice el castaño con expresión amarga y luego se limita a ofrecerme una mirada de pocos amigos, y regresar a su lectura.
Me giro siendo traicionada por mi suerte, chocando de frente con otro chico alto y con tal atractivo que podría ser modelo de pasarela.
- Hola, señorita.
Esboza una sonrisa petulante que hace juego a la perfección con sus ojos claros, recordándome a mi hermano justo en el momento en que le echa el ojo a alguna tipa. Lo observo directamente y su mirada se entorna como si una duda existencial se hubiese formulado en su cabeza.
¿Acaso es tan extraño encontrar a una persona con heterocromía, o que no haga demasiadas expresiones faciales?
- ¿Quién es esa?
Una cuarta voz se hace presente, aunque creo que me he avergonzado lo suficiente como para siquiera dirigir la mirada hacia el dueño de dicha voz, reparo un instante en el lobo blanco en el brazo derecho del castaño frente a mí y sin más, me marcho de ahí casi corriendo.
Cielos, después de esto no sé si podré regresar a este lugar.
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Me encuentro sentada en el rincón para lectura adaptado en una de las ventanas más recónditas del lobby de la casa de Phi Beta Kappa, leyendo un gruesísimo libro de historia universal, de tanto en tanto echo un vistazo hacia las chicas reunidas ahí. Algunas disponen de su tiempo para estudiar, en cambio otras – Zoe – se limitan – Zoe – a actuar de comediantes – Zoe. No me mal interpreten, me encanta la personalidad de la rubia, sin embargo, aún queda algo de inquietud en mí; causa de lo sucedido entre ella y mi hermano.
Regreso la mirada al libro y tengo que regresar media página de texto porque en realidad sólo estoy leyendo por leer, no le he prestado atención en lo absoluto. Una vez que he terminado de leer la página vuelvo la mirada hacia las demás, es raro que a pesar de ser un grupo de chicas, el ruido no es exactamente estruendoso. Bajo la vista nuevamente y ahora no sé en qué parte dejé la lectura, por lo que me obligo a leer nuevamente.
Me bastan veinte segundos para darme por vencida, de cualquier modo no es algo que necesite para estos días, aun así, uso el libro como escondite de mi rostro. He sido advertida por la persona más metiche del mundo para que practique mis expresiones y en realidad eso no es lo mío. Examino el lugar sintiéndome como una tonta sin tener el valor de ir hacia con cualquiera de ellas y presentarme por mí misma.
Devuelvo la mirada hacia afuera de la casa a través de la ventana, el día es bello, pareciera que esta noche será especialmente calurosa, y una gran molestia debido a las condiciones en las que nos encontramos viviendo. Regreso la vista y la fijo en la chica sobre el sillón de la ventana contigua, sostiene un libro entre sus manos con el título “Creación cinematográfica I”, de inmediato sé la carrera universitaria que se encuentra cursando.
De un instante a otro levanta la mirada, encontrando sus grandes ojos color marrón con los míos, de algún modo me parece familiar, pero simplemente me quedo como una tonta sin saber qué hacer. Estoy a punto de desviar la vista cuando ella esboza una sonrisa, a continuación levanta la mano y la agita a modo de saludo. Recuerdo las palabras de mi hermano e imito su acción lo mejor que puedo, en realidad no tengo un espejo cerca que pueda mostrarme si lo estoy haciendo bien. La chica se levanta del sillón y avanza en mi dirección.
- Hola – saluda.
- Hola – titubeo un instante.
- ¿Tú eres...? – abraza su libro frente a su pecho.
- Erin..der… Erender – frunce el ceño – Erin.
- Erin… – asiente – Tu nombre es lindo.
- Te agradezco – ahora estoy siendo tímida.
- ¿Sabes? – se gira hacia las chicas observándolas un instante – Ya te había visto por aquí y por allá, pero hasta ahora no había escuchado tu voz, mucho menos tu nombre – me maldigo mentalmente – Soy Lake, por cierto.
Aleja su mano derecha del libro y la estira hacia mí, la observo un instante antes de estrecharla.
- Un placer – siento la comisura de mi labio estirarse, espero con ansias que haya formado una sonrisa – Puedes sentarte si así lo quieres – la chica toma lugar a mi lado y ahora estoy buscando en mi cabeza alguna frase que pueda ayudarme a comenzar una conversación que no termine sólo en monosílabos.
- ¿Qué lees? – rompe el hielo y le agradezco infinitamente.
- Oh – levanto mi libro y le echo un vistazo – Historia universal, justo ahora estoy comenzando con la primera guerra mundial – su nariz se arruga un instante – ¿Qué hay de ti?
La chica levanta el libro dejando el título visible para mí, luego sonríe de lado.
- Cinematografía – asiento – Por cierto, vi la última película de tu madre, es muy buena.
Mis ojos se abren en su dirección.
- ¿Podrías…?
- Descuida, hay demasiada gente con suficiente fama aquí, no repararán sólo en ti – echa un vistazo a la multitud y regresa la vista hacia mí con una sonrisa sin mostrar los dientes – Aunque en realidad tu padre me gusta más – mis labios forman una línea tensa – Es broma. Mi padre es William Ryan – se encoge de hombros – Él y tu padre fueron compañeros de trabajo en Ocarina del tiempo – asiento levemente, siendo honesta recuerdo a su padre a la perfección, pero no recuerdo tal título de película en la que participara papá, el viejo ha actuado en tantas – Eran algo así como detectives, se encargaban de la búsqueda de aquellos viajeros en el tiempo que cometían infracciones. Fue muy buena, me gustó.
- Para serte sincera, no estoy segura de cuál película hables. Pero estoy dispuesta a verla y si quieres podemos charlar al respecto.
- Veámosla juntas… en serio me encanta.
Sonríe en grande y ahora me siento aliviada.
- Cambiando el tema… – golpeteo ligeramente la cubierta del libro con mis uñas – ¿Pudiste encontrar a la persona que será tu pareja para el baile de bienvenida?
Sus ojos brillan de la sorpresa, acto seguido su nariz vuelve a arrugarse con disgusto y regresa la vista hacia las chicas en el lobby armando lo que parece ser una rutina de baile.
- Lo hice – chasquea la lengua – Es una mierda todo eso del baile de bienvenida, por cierto. ¿Lo encontraste tú?
- Algo así – me encojo de hombros.
- Algo tiene este lugar que hace que los chicos crean que son la gran mierda y actúen como imbéciles – niega mientras se cruza de brazos.
- Supongo que se sienten poderosos al tener el control de la decisión.
- Idiotas machistas e inmaduros.
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Me estoy quedando sin ideas y sin candidatos, consideré la idea de que mi cita para el baile fuera un integrante de los lobos, pero la descarté cuando sólo pude ver a tres chicos con tatuajes de lobo, hay un cuarto acompañante y los gemelos pero hasta no he podido ver sus brazos descubiertos.
El timbre de mi última clase de inducción del día ha sonado, guardo mis libros en mi mochila y me encamino hacia la salida en dirección de la cafetería. A unos cuantos metros distingo a la chica con la que hablé ayer, viene hablando amenamente con una muchacha de piel morena clara, pelo oscuro y labios gruesos. Me detengo un instante preguntándome si será buena idea acercarme a ella. Tomo una bocanada de aire y con pasos firmes me encamino hacia su dirección.
- ¡Lake! Hola – la chica gira con una sonrisa en su rostro.
- Hola, Erin – echa un vistazo a su amiga y luego a mí – Ella es Ónix… Ónix, ella es Erin.
- Hola, mucho gusto – la casi pelinegra estira su mano hacia mí y yo imito el gesto.
- ¿Qué tal?
- ¿Pudiste encontrar a tu cita? – pregunta bajando la velocidad de su paso.
- Algo similar a eso – entorna los ojos con preocupación.
- ¿Necesitas ayuda?
- De hecho sí, me preguntaba si pudieras – observo a su acompañante – Pudieran… ayudarme con algunas pistas.
- Claro – responden al unísono, sin embargo, la chica de cabello oscuro no parece convencida del todo.
- ¡Oh! – exclama Ónix y hace señales con la mano, segundos después aparece un chico de rasgos afroamericanos, alto y con una hermosa sonrisa – Jason, ¿cómo estás? Él es Jason.
Se apresura a presentarlo.
- ¿El vicepresidente de Alfa Omega? – la pregunta de Lake me sorprende por completo.
- Sí – sonríe con inesperada timidez – Un placer – estira la mano hacia Lake quien estrecha su mano con la de él.
- Soy Lake.
- Erin – estrecho su mano también.
- ¿Crees que puedas ayudarnos con algo? – Lake me codea despacio, dándome a entender que él es el indicado para ayudarme, al instante mis dedos comienzan a jugar entre sí – Quiero decir, has estado más tiempo aquí, seguro conoces más sobre este lugar y los estudiantes, además eres el gran vicepresidente de Alfa Omega.
- Claro – antes de volver a mirarnos observa a Lake.
- Bueno…
- ¡Ven aquí!
La inesperada aparición de un chico de pelo castaño claro y labios carnosos, llevando casi a rastras a Lake nos deja a todos estupefactos. La chica suelta una que otra maldición mientras es llevada hacia quién sabe qué lugar.
- Eso fue… extraño – observo al chico quien inesperadamente sostiene el brazo de Ónix como asegurándose de que no regresará a por ella también, una vez que se da cuenta de ello, quita su agarre y se aclara la garganta – En fin, ¿necesitas ayuda con algo?
- Yo… sí – me llevo la uña de mi dedo pulgar un segundo antes de proseguir – Verás, no estoy segura quién es mi cita para el baile…
- Podríamos caminar a un lugar con más sombra, si no es mucha molestia – el tono incómodo de Ónix me obliga a continuar el paso.
- ¿Recuerdas las pistas?
- Sí – llevo mi mano hacia mi bolsillo trasero del pantalón – En realidad, en mi papel habían sólo dos dibujos.
- ¿Lo tienes a la mano? – se detiene y tanto Ónix como yo, imitamos su acción.
- Un momento – saco el papelito, lo desdoblo con cuidado y se lo muestro – Aquí está.
Su ceño está fruncido antes de entregárselo, una vez que lo observa un segundo, los músculos de su rostro dejan de contraerse y justo ahora está completamente serio y sin expresiones. Observo a Ónix quien se encuentra con mi mirada, seguro al igual que yo, está tratando de descifrar qué pasa por la mente del chico.
- ¿Y bien? – pregunta la chica.
- ¿Lo conoces? – pregunto después de ella.
El chico asiente y un rayo de esperanza atraviesa esa barrera asocial que no me permitía siquiera hablar con alguien.
Jason entreabre la boca dispuesto a darme una respuesta, pero un loco me gira con bastante fuerza, debo agregar, y clava sus penetrantes ojos cafés en mí rostro. Toma firmemente mis brazos y por la cercanía entre su rostro y el mío apenas puedo apreciar la forma de sus ojos ligeramente rasgados. De un segundo a otro me suelta y se aleja de ahí luciendo molesto de alguna manera, es ahora que puedo apreciar la contextura de su cuerpo. Es un chico muy alto, tanto como mi hermano, quizás un par de centímetros más, su espalda es ancha y en forma de triángulo invertido, reparo en sus brazos cubiertos por las mangas largas de su camisa, no puedo saber con exactitud si son tan fuertes como parece serlo su carácter.
- ¿Lo conoces? – la mano de Ónix se posa sobre mi hombro – Eso fue demasiado inesperado.
Niego aún con la vista en la dirección del chico que se ha perdido en el horizonte. Parpadeo un par de veces para sacarme de la cabeza aquella escena tan rara, ¿debí golpearlo?
Tal vez, pero fue demasiado rápido como para siquiera haber reaccionado.
- ¿Qué fue eso? – pregunto más para mí misma mientras giro sobre mis talones.
- Es él – echa un vistazo a la casi pelinegra, quien se ve tan confundida como yo.
- ¿Qué? – me encojo de hombros.
- Las pistas de tu cita… lo describen a él.
- Oye… ¿estás bien? – aún con el rostro fijo en Jason, mis ojos se desvían hacia Ónix que es quien hace la pregunta.
- Sí… – en realidad no estoy convencida de mi respuesta, regreso la mirada al chico – ¿Crees que…?
- No – se encoge de hombros – Lo siento. ¿Sabes? He hablado con Kaden prácticamente nada, y no diría que es el peor de los lobos, pero es difícil de sobrellevar por su síndrome de diva y megalomanía. Así que… te deseo suerte – se gira hacia la casi pelinegra – ¿Te veo al rato?
La chica asiente. Antes de irse da un ligero apretón en mi hombro como reconfortándome, agradezco su gesto pero en realidad no lo logra.
- En realidad no logro descifrar si de verdad te encuentras bien – sus ojos se entornan – Luces pálida.
La echo un vistazo mientras cientos de ideas se atraviesan por mi cabeza, ¿podré lograrlo?
- ¿Sabes algo sobre los lobos? – la casi pelinegra carraspea un instante.
- No realmente – avanza lentamente una vez más – Sólo que, a lo que Jason me ha comentado, será difícil que lo puedas convencer.
- ¿Ya habías hablado con Jason sobre el tema? – se detiene en seco y levanta una ceja mientras su mirada se clava en algún lugar a mi derecha – ¿Tu cita es alguno de ellos?
- Uhm, en realidad el tema salió en un momento en que nos los topamos – se lleva la mano hacia su brazo y lo rasca un momento.
- Entiendo – suspiro hondo y continúo caminando enseguida de Ónix.
- ¿Sabes? – su nariz se arruga con cierta incomodidad. Me concentro en lo que está a punto de decir – No sé si deba decirte esto pero, escuché de una chica a la que le robaron su papel y lo intercambiaron por otro – se encoge de hombros.
- Todo se vale… – repito las palabras dichas por la presidenta de la fraternidad.
- Así es – aprieta los labios formando una línea casi recta.
- ¿Qué tan mal me iría si robo un papel? – la observo, la morena se limita a levantar los hombros.
- El punto es que no lo descubran.
- Si lo hago, la persona a quien se lo robe terminará por descubrir que lo hice – me encojo aún más de hombros.
- Entonces hazlo y guarda el secreto – suspira – Será más fácil si nadie se entera de quién es tu cita hasta que puedas intercambiar el papel con las pistas con alguien más.
- Tienes razón – la observo con un deje de confianza.
- No te preocupes por mí, guardaré tu secreto.
- ¿Qué hay de Lake? – la castaña ha sido tan amable conmigo que de algún modo siento que traicionaría su confianza.
- ¿Ella vio las pistas?
- No.
- Entonces, si pregunta, podrías decirle que arreglaste lo de tu cita para el baile de bienvenida o simplemente mentirle e inventar otras pistas. Espero que no sea un mal consejo.
- Creo que en realidad es un mal consejo con un buen fin – ladea el rostro un instante, pareciendo concentrada en algo – Lamento meterte en esto, acabamos de conocernos y ya estoy haciendo que me guardes secretos.
- Descuida – sonríe amablemente, brindándome tranquilidad de cierta manera.
- Me encantan – anuncio al fotógrafo.
- Es justo lo que quería escuchar – se aleja de la pantalla – Puedes descansar diez minutos y después proseguir con los bolsos deportivos.
- Está bien.
Me dirijo hacia la mesa de aperitivos y tomo una botella de agua, quito la tapa y doy un largo sorbo, a continuación, de mi bolsillo trasero del pantalón saco mi celular y me dispongo a observar mi correo electrónico por décima vez en los últimos veinte minutos.
Un mensaje en especial capta mi atención en el momento en que mi bandeja de entrada se ha abierto…
- ¿Qué? – la ronca y fastidiosa voz de mi hermano se adentra por completo en mis oídos – ¡Te estoy halando! – ni siquiera puedo observarlo, mi vista ha sido capturada por el mensaje. El chico arranca el celular de mis manos, es justo en este momento en que mi mirada viaja hacia él – ¡No puedes! – advierte enseguida negando con la cabeza.
- No he dicho ni hecho nada aún…
- Aun así, no puedes, Erin – se cruza de brazos – Sabes que mis padres jamás lo permitirán.
- ¿Por qué no?
- En primer lugar, ¿pediste permiso para hacer todo el trámite? – lo observo sin expresión alguna – Justo por eso…
- No necesito permiso, ya soy considerada una adulta.
- No es así hasta que cumplas los veintiuno, hermana – palmea mi frene – Te quedarás sin herencia.
- No necesito una herencia.
- ¡Tampoco estudiar! – suena exasperado – Tienes trabajo que te genera miles de dólares como ingreso y eres reconocida internacionalmente, para qué querrías cambiar eso por una carrera universitaria que ni siquiera vas a ejercer.
- No pienso cambiarlo – me encojo de hombros – Quiero ambos.
- ¿Qué pasa si llega el día en el que tienes que elegir entre ambos? – me quedo sin palabras – Eso pensé… Además, mírate – me echo un vistazo – Serás el hazme reír de toda la universidad.
- ¿Por qué lo sería, idiota? – le lanzo una dona que yacía sobre una bandeja de vidrio.
- Me estás ensuciando – se queja sacudiendo su ropa.
- Dices un montón de idioteces, crees que puedes hacerme sentir mal por cómo luzco pero eres igual a mí así que si yo soy fea, tú también lo eres.
- Bueno, hermana, a diferencia de ti, yo poseo un atractivo superior y “otro paquete” – revoleo los ojos cuando hace las comillas en el aire – El cual, por cierto, las chicas aman – le lanzo un trozo de fruta.
- Deja de ser jodidamente petulante y asqueroso.
- Volviendo al tema… – se aclara la garganta – Eres única, como un bicho raro y serás el objetivo del bullying, así que no lo hagas.
- ¡Oh, vamos! – lo miro de mala gana – Iré a la universidad, no a la escuela primaria – introduzco un trozo de sandía en mi boca.
- Tal parece que no has visto películas sobre universidades – sorbe algo de agua – Son salvajes, hermana.
- Eso es una idiotez – observo un instante una dona glaseada y antes de poder llevármela a la boca, mi estúpido hermano me detiene.
- No lo es – a continuación, sustituye la dona por un trozo de zanahoria.
- ¡Basta! No soy la única persona con heterocromía en el mundo, tú también la tienes, y no creo que en la universidad exista por lo menos una persona que no tenga conocimiento alguno de lo que es – muerdo ferozmente la zanahoria.
- No me refería a eso – levanta la ceja de manera malévola.
- ¿Entonces? – vuelvo a tomar la dona glaseada.
- Tu coeficiente emocional es igual a cero, hermana – vuelve a reemplazar la dona en mi mano, sin embargo, ahora es un trozo de apio.
- ¡Vaya! Es igual a tu coeficiente intelectual – muerdo el apio.
- Te explicaré de una manera en que puedas entender – se acerca y me rodea con su brazo – ¿Ves a ese grupo por allá? – asiento – ¿Sabes los nombres de las personas ahí? – lo miro de mala gana, él sabe que no lo sé – ¿Por qué no has ido siquiera a saludarlos?
- Porque estoy perdiendo mi preciado tiempo contigo – alejo su brazo de mí de forma brusca.
- ¡Exacto! ¿Sabes por qué tuve que hacer la campaña contigo? – lo observo obvia.
- ¿Es acaso porque querías dinero? – me cruzo de brazos.
- No – se lleva la dona que luché por comer a la boca – Estoy aquí porque nadie quería hacerla contigo... y también por el dinero.
- ¿Y? – me acerco a los bocadillos y me apodero de una dona con glaseado rosa y chispas de colores.
- Sin amistades en una universidad no vas a sobrevivir – justo a punto de morder un trozo, el chico la arrebata de mi mano y le da un gran mordisco.
- Estoy segura que puedo hacerlo – me encojo de hombros y busco algo con más calorías para comer.
- Hay otra cosa – toma mi mano y me obliga a sostener otro trozo de apio, luego la dirige hacia mis labios – Debes trabajar en tus expresiones faciales, si de por sí tu falta de empatía y cooperación es ya preocupante, tu rostro sin expresiones es frustrante.
- ¡Tu existencia es frustrante! – le lanzo el apio en la cara.
- ¡Lo digo por tu bien!
- Pues trabajaré en eso…
- ¿Y qué pasa si me entero que los chicos andan por ahí mirándote el trasero?
- Bastantes chicos han mirado mi trasero, incluso en ropa interior – me observa con seriedad.
- Espero que te refieras a las fotos y no a otra cosa.
- Eres un asqueroso – blanqueo los ojos y por fin logro encontrar otra dona glaseada.
- Estoy siendo realista, hermana – se acerca – No quiero tener que ir una y otra vez a patear el trasero de algún hijo de perra que haya intentado manosearte.
- No te queda el papel de hermano sobre protector – le clavo la mirada.
- Porque nunca había estado en esa posición…
- ¡Vayan a cambiarse de ropa! – ambos dirigimos la vista hacia Rick.
- Lo digo en serio, piénsalo bien.
A continuación palmea mi frente, roba la dona en mi mano y se va corriendo hacia los vestidores.
- ¡Kirian!
Mi grito llama la atención de todos ahí, sin embargo, sólo corro para recuperar tan preciado bocadillo.
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Un panini y un frappuccino a base de té de frambuesa son suficientes para perdonar los arrebatos de idiotez de mi hermano.
- Siempre me sales cara – se queja entregándome mi bebida y mi emparedado.
- Si no me hubieses quitado mi aperitivo, no tendría hambre justo ahora.
- Sí, sí – sale del drive thru del establecimiento de Starbucks y toma camino hacia mi casa.
- Tengo calor.
Me coloco las gafas para sol y me inclino para encender el aire acondicionado del auto. El idiota detiene el vehículo frente a un semáforo en rojo y se dispone a observar su celular mientras bebe un trago de su café frío.
- ¡Oh, oh! – lo observo confundida, él me dirige una mirada llena de terror.
- ¿Qué pasa?
- Es mamá.
- ¿Qué quiere?
- Estás muerta, hermana – lo miro sin entender, el chico baja el visor del auto y levanta la tapa del espejo – ¿Ves? Justo ahora, acabo de decir que mamá va a matarte y tu expresión es del todo indiferente.
- ¡No estoy indiferente!
Golpeo su hombro y lo miro de mala gana durante todo el camino a casa de mis padres, ni siquiera me digno a revisar mi celular porque sé que seguramente me ha escrito a mí también.
Kirian estaciona el auto frente a la casa, bajo como condenada a la horca, creo pensar qué sucede. Mi hermano se adentra a la casa siendo especialmente ruidoso, en cambio yo, me limito a ver sus patéticas expresiones y la forma en que llena de besos aduladores las mejillas de mamá, cabe mencionar que su tonto nombre fue elegido, o quizás creado, por mamá, por eso suele ser especialmente cariñosa con él. Ella clava sus grandes ojos verdes en mí.
- Vayan a ducharse, su padre no tardará en llegar para la cena.
Justo como lo haría un cachorro intimidado que camina con la cola entre las patas, me arrastro a la que continúa siendo mi habitación en esta casa. Tengo escasa ropa aquí, sin embargo, hay la suficiente para combinar un outfit que sea aprobado para una cena familiar. Me siento frente al tocador y cepillo mi cabello observándome al espejo, opto por no usar maquillaje alguno, tan sólo coloco un poco de brillo en mis labios.
Me levanto de la silla una vez que escucho los ladridos estruendosos de Kraken y Cronos, los perros gran danés de papá. Camino de puntitas hacia la puerta y la entreabro para asomarme un poco, justo en el momento en que lo hago, los tontos gatos de mamá se acercan corriendo hacia mí.
- ¡Fuera de aquí, gata estúpida!
La empujo suavemente con el pie para no lastimarla pero la gata se niega a irse, en cambio, el gato empieza a jugar con la correa de mi sandalia.
- ¡Déjala! ¿Qué te hace mi pobre Lunita? – mi hermano aparece y carga a la gata entre sus brazos – ¿Quién es la cosa más hermosa y esponjocita de este planeta? – puedo escuchar el ronroneo de la tonta gata, el gato en el piso maúlla atrayendo la atención de mi hermano el idiota – ¡También tú, Artemis!
- Te van a llenar por completo de pelos – el chico lo sostiene también entre sus brazos ahora cargando a ambos gatos.
- ¡No me importa! Es que míralos, parecen el yin yang.
Extrañamente, ambos pares de ojos azules de los gatos se posan en mí, ambos son gatos persas, pero la gata es negra y el gato blanco.
- Como tú no eres quien lava la ropa – me encojo de hombros.
- ¡A eso me refiero! – lo observo confundida – No tienes la capacidad de convivir con animales, menos de hacerlo con personas que son peores.
- Cierra el pico…
- ¡Ya bajen!
La voz de mi padre resuena en la planta alta, al instante mi hermano y yo nos observamos aterrados, deja a ambos gatos sobre el piso y jala mi mano obligándome a caminar hacia abajo. Como toda una cobarde me cubro con su cuerpo, por si cabe la posibilidad de que mi madre lance algún objeto en nuestra dirección, seguro sus 1.92 metros de estatura podrán cubrirme bien.
- Hola, papi – pronuncio mirándolo por encima del hombro de mi hermano. Me lanza una mirada endurecida y yo me aferro al suéter de Kirian.
- Buenas noches – mi hermano me obliga a soltarlo y me encamina hacia la silla frente a papá, él se sienta frente a mi madre quien es la que posee la mirada más fuerte en esta casa.
Ambos adultos no responden, simplemente sus miradas están clavadas en mi dirección, me mantengo tranquila por fuera, con mi expresión de “siempre” según mi hermano, pero por dentro me estoy muriendo de la ansiedad, ambas miradas logran desestabilizarme por completo.
Una de las mujeres que ayudan a mamá con las labores de la casa empieza a servir la entrada de la cena frente a nosotros, observo mi plato, es una especie de crema de hongos, la cual, por cierto, odio y mamá lo sabe a la perfección.
- Vas a comerte todo.
Esas palabras tienen más fuerza que mi hermano y mi padre juntos. ¡Cielos! estoy segura que lo sabe. A regañadientes, tomo la cuchara y de bocados pequeños empiezo a terminar el contenido. Es extraño, amo la pizza con champiñones, pero cuando se trata de crema, mi estómago se revuelve provocándome náuseas.
Una vez que la termino enjuago mi boca con una cantidad considerable de agua. El plato fuerte, es pechuga de pollo rellena con queso y espinacas… la segunda cosa que más odio, no puedo evitar hacer un gesto de repudio a pesar de que huele extremadamente bien.
- Sin gestos.
Ahora es mi padre quien se asegura de continuar la tortura, echo un vistazo a Kirian, me observa burlón, y justo por eso, termino con todo lo que hay en mi plato. Nadie ha dicho una sola palabra en lo que ha transcurrido de la cena.
Miro a mi madre dar un lento sorbo de su copa de champagne.
- Estuve en tu casa, y una de las cartas en tu correo llamó mi atención – empieza a hablar, trago saliva y doy un sorbo del líquido burbujeante rosáceo en mi copa – Creo que es bastante obvio que sabes por qué nos comportamos de esta manera – da otro sorbo de su copa – Lo único que quiero saber es por qué.
- Por qué, ¿qué? – me hago la loca, a continuación, termino el contenido de la copa y pido que me sirvan más, mi madre levanta una ceja y esboza una sonrisa de lado luciendo como Maléfica.
- Te has matriculado a la universidad sin avisarnos – es ahora mi padre quien habla.
Muerdo mi lengua un instante, formulando una respuesta que no les provoque desterrarme de este país.
- Quiero estudiar…
- Tienes todo en la vida – mi padre me interrumpe alzando la voz – Eres joven, hermosa, con un trabajo por el cual muchos venderían su alma al mismísimo diablo, ¿es acaso una protesta? ¿te estás revelando por algo?
- No – niego, observo a mi hermano quien se mantiene callado, con la vista fija en las burbujas de su copa y sin una pizca de burla en su rostro – Sólo quiero hacerlo.
- ¿Por qué? – la voz de mi madre se alza por encima de la de papá.
- Me gusta – me encojo de hombros.
- ¿Para qué? – papá se recarga sobre la mesa acercándose un poco hacia mí – ¿Al menos vas a ejercer algún día?
Kirian me ha hecho la misma pregunta desde que leyó en mi celular la notificación de aceptación, pero ni siquiera yo sé la respuesta.
- Tal vez.
- Eso no es suficiente – mi madre se inclina acortando un poco el espacio – ¿Podemos al menos saber en qué carrera universitaria te matriculaste?
- Historia…
Mi padre suelta una carcajada.
- ¿Historia, en serio? – su tono sarcástico me deja confundida, ¿acaso tiene algo de malo? – Deberías elegir por lo menos medicina o abogacía… no sé, arquitectura, algo que pueda traerte ingresos. Si es que llegas a ejercer.
- ¿Cuál es el problema? – me cruzo de brazos – ¿Qué es lo malo en todo esto?
Mi padre se pasa la mano por el cabello luciendo notablemente fastidiado.
- ¿Qué crees que dirán todos sobre esto? – los ojos de mamá se entrecierran – Seguro será tendencia en Twitter y los blogs estallarán con la noticia.
- Dirán que al menos uno de tus hijos es letrado.
- ¡Oye! – el rubio a mi lado reacciona dándome una mirada de pocos amigos.
Se observan entre sí un momento, luego regresan la mirada a mí cuando están sirviéndonos el postre. Echo un vistazo al plato que acaban de colocar frente a mí y a pesar de que los músculos de mi rostro no obedecen, estoy enviando señales a mi cerebro para que me haga fruncir el entrecejo.
Han servido un trozo enorme de tarta de chocolate, el cual por cierto odio también, observo a mi madre.
- Lo pensaremos, pero debes terminártelo todo.
Sospecho que en algún momento de esta velada tortuosa terminarán trayéndome el resto de la tarta, justo como aquella escena de Matilda en la que obligan a Bruce a comerse el pastel de chocolate tamaño colosal.
La cena ha terminado y me echo sobre mi cama en compañía de Luna y Artemis, ellos saben que los odio, quizás por eso se niegan a irse a pesar de que Kraken y Cronos se encuentran también en mi habitación. Observo al gato, éste me mira con sus redondos ojos azules, su pupila está tan dilatada que me hace sospechar que puede leer mis pensamientos. Estiro la mano para acariciar una de sus orejas y me lanza un arañazo.
- ¡Estúpido gato!
Al instante tomo asiento sosteniendo mi mano derecha con la izquierda.
- Entre gatos no se llevan.
Una vez que la voz de mi hermano se hace presente dentro de la habitación, Kraken gruñe por lo bajo mientras Cronos se levanta a jugar con él.
- Por eso te gruñe Kraken, entre perras tampoco se llevan – le lanzo uno de mis cojines.
- Los hermanos menores deben ser esclavos de los hermanos mayores, no te permito hablarme así – se acerca corriendo.
- Eres quince minutos mayor que yo.
- Eso es suficiente, soy mayor – se lanza sobre la cama cayendo encima de mí.
- ¡Estás pesado, idiota! – lo empujo haciendo que se recueste a un lado, al instante ambos gatos se dirigen hacia él.
- Hoy resultó mejor de lo que esperaba – suelta un suspiro.
- Al menos sigo con vida.
Kraken se encamina hacia nosotros y se acuesta entre mi hermano y yo sin dejar de quejarse por su presencia.
- Perra tonta – el rubio mira mal a la can quien al parecer lo ignora del todo, luego él revolea los ojos.
- ¿Crees que me obliguen a quedarme?
- No lo sé – su vista se clava en el techo de mi habitación – Pero si te dejan ir, ten por seguro que no te la pondrán fácil.
- Mierda…
- Tú así lo decidiste, hermana. Si en verdad lo quieres, vas a aceptar, y no creas que la universidad será fácil. He visto demasiadas películas como para no advertirte que las fraternidades son una mierda.
- No entraré a ninguna fraternidad – observo también el techo.
- ¿Qué hay del estatus? – me observa e imito su acción – ¿Crees que mamá no te obligará a unirte a una?
- No necesito estatus de nada, me aceptaron y tengo dinero suficiente para pagarme la universidad por mi cuenta, además no queda lejos de casa, no necesito apoyo alguno de ninguna estúpida fraternidad.
- Si yo fuera tú, no estaría tan confiado – se encoge de hombros – En fin… me voy a dormir.
Se levanta y acto seguido toma a ambos gatos y se los lleva hacia afuera, me levanto a emparejar la puerta y antes de dormir me hinco para hacer una oración, creo que incluso Dios tiene control sobre los demonios, así que le pediré que controle a mis padres.
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Condiciones que Erin debe cumplir para que papás no la saquen a fuerza de la universidad:
• Queda estrictamente prohibido descuidar el trabajo por la escuela.
• Queda estrictamente descuidar demasiado la escuela por el trabajo.
• Nada de novios.
• Ninguna razón por la cual internet explote hablando chismes sobre mí o mis padres.
• Las amistades deben ser aprobadas tanto por Kiara (mami) como por Ewan (papi).
• El estatus debe ser importante, cuídalo.
• También cuida tu lenguaje frente a los demás.
• Consumir bebidas alcohólicas está estrictamente prohibido.
• Estás muerta si consumes cualquier tipo de droga ilegal o legal (los medicamentos deben ser aprobados por mami y papi :v).
• Mantener una dieta balanceada; nada de saltarse las comidas.
• Debes mantener tu figura (o mamá te matará), nada de subir de peso, por lo tanto debes asistir al gimnasio por lo menos tres veces a la semana.
• Queda estrictamente prohibido tener notas menores a 9/10.
- ¿Quién redactó esto? – observo a mi hermano quien se encuentra al volante – ¿Un bebé?
- Fui yo – me mira de mala gana – Agradece que suavicé todo, de otro modo tendrías contrato para permanecer en la antigua Alcatraz y no en una escuela universitaria.
Revoleo los ojos y dirijo la vista hacia el frente, a lo lejos puedo ver los edificios de la universidad Longwood.
- Por favor ayúdame a que no se queden por más de tres minutos – el chico suelta una carcajada.
- ¿Por qué debo hacerlo yo? Córrelos tú.
- Porque tú, hermano. Eres un lamesuelas y si les pides que te lleven por un helado, ellos te llevarán a comprarte la heladería completa – el rubio entreabre la boca con sorpresa e indignación.
- Ese fue un golpe muy bajo, metí mis manos al fuego por ti y así me pagas – niega mientras me echa una mirada llena de resentimiento.
- Lo siento – me encojo de hombros – Retiro mis palabras.
Sonríe complacido, luego entra por el estacionamiento justo detrás de mis padres. Cierro los ojos con fuerza y mi corazón comienza a palpitar rápido en el momento en que ambos autos, seguido uno del otro, comienzan a llamar la atención de las personas que caminan cerca del área.
Kirian estaciona el auto y sale seguido de mí, es un chico muy alto, por lo tanto llama por completo la atención.
- Vaya, ¿son todos enanos aquí? – pregunta sarcástico y con tono petulante – Incluso tú serás considerada parte de los hombres, hermana – suelta una risa y coloca su mano en mi cabeza como si comparara mi estatura con la de los demás.
- ¡Ya, estúpido! – agacho mi rostro con el afán de cubrirme de la vista de los transeúntes y camino hacia la Range Rover de mi madre.
- Es lindo – es lo primero que dice al bajar del vehículo y observar el lugar.
- Lo es – me apresuro a hablar – Ya llegué, todo bien. Pueden irse, por favor no olviden a Kirian – lo jalo del brazo y lo empujo hacia la puerta trasera de la camioneta.
- No, no, no – mi padre avanza unos cuantos pasos – Debemos asegurar que llegues con bien a Phi Beta Kappa.
Lo observo petrificada un instante, dirijo la vista hacia mi hermano y él me observa con expresión de confusión.
- Eso no venía en el contrato – entrecierro los ojos.
- El contrato lo hacemos nosotros.
Es Kiara quien finaliza la discusión y se encamina hacia quién sabe dónde tomada de la mano de Ewan.
- Mierda – exclama mi hermano – Esa no la veía venir.
Me jala del brazo llevándome a mí y a mi miserable existencia a través del campus, siento vergüenza por la manera en que Kiara y Ewan caminan como si fueran por una de las alfombras rojas en los estrenos de sus películas, y las personas, ya sean alumnos o profesores, tan sólo los miran embobados y con la boca abierta.
Ni siquiera me permito memorizar el camino hacia el estacionamiento, hago lo posible para que mi hermano pueda ocultarme y así cuando ellos se vayan, los demás no puedan reconocerme. Llegamos hasta uno de los edificios más grandes, está bastante cuidado y pareciera que por la puerta y ventanas entra y sale perfección, clase y elegancia. “Phi Beta Kappa” está escrito en el edificio reconociéndolo como propietario de la fraternidad.
- Esto es parte del contrato – la sonrisa socarrona de Kiara comienza a sacarme de mis casillas – Me di a la tarea de inscribirte, ¿lo tomas?
La observo un instante, luego doy un vistazo alrededor. La forma en que los miran, es como si el oxígeno que respiran, no fuera digno de ser respirado por “ellos”, y digo ellos porque no quiero considerarme parte del clan “La familia súper estrella”.
- Lo tomo – la observo decidida.
- Bien – me abraza – No quiero que veas esto como parte de un plan de tortura ingeniado por Ewan y yo, quiero que tomes las cosas con seriedad y no simplemente tires todo a la basura porque se te antojó intentar algo nuevo – se separa de mí y me observa – Te amo, y quiero que me llames siempre que me necesites.
No entiendo si está tratando de confundirme y me hace experimentar alguna clase de síndrome de Estocolmo.
- Amor – ahora es Ewan quien prosigue el discurso de despedida – No podré verte tan seguido como tu madre y hermano, pero sabes que te amo. Aprovecha todo lo que puedas aprender de aquí y llámame siempre que quieras – me abraza y besa mi frente con ternura.
- Lo haré, gracias – ahora estoy completamente confundida, mi hermano se coloca frente a mí.
- Cara de condón… resiste – me abraza a la fuerza.
- Si ella tiene cara de condón también tú la tienes, tonto – reprende Kiara – Deja de molestarla.
- Está bien, lo siento – se disculpa.
- Mis llaves – extiendo la mano. El chico revolea los ojos y saca las llaves del mini cooper de su bolsillo delantero.
- Cuídalo, algún día será mío – me toma por los hombros.
- Estás idiota, yo lo compré – me abraza fuerte y se acerca a mi oído.
- No quiero que ningún idiota te manosee, y si lo hace, vendré a romperle la cara... y de paso chequear a tus amigas – guiña el ojo.
- Sí, ya vete.
El chico se aleja detrás de mis padres quienes voltean a despedirse con la mano.
- ¡No olvides practicar tus expresiones faciales!
Revoleo los ojos incómoda y observo la manera en que algunos estudiantes los detienen para pedirles una foto y ellos aceptan gustosos, es vergonzoso.
- Hola – una pelirroja acompañada de una rubia se me acercan – ¿Tu madre es Kiara Sherwood?
Mis ojos se entornan ligeramente, las observo a ambas, apuesto a que vieron la escena familiar de hace un momento.
- No.
Me encojo de hombros y desaparezco de ahí esperando que todo aquel que haya visto esto, se olvide rápido del asunto. Ahora, debería buscar el camino de regreso al estacionamiento y buscar mi auto.
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Han pasado al menos tres días desde que llegué aquí, debería estar buscando al chico que llevaré al baile en lugar de esconderme del todo. Cada vez que mi vista se posa en un rincón de cualquier lugar en el que me encuentre, todos son desconocidos para mí, a excepción de la poseedora de aquella melena rubia, ojos encantadoramente azules y baja estatura. Justo ahora tendría que hacer amistades y apoyarme en ellos, sin embargo, no he siquiera visto el papel con las pistas de las características de mi pareja.
Simplemente no puedo quitarle la visa de encima a la pequeña rubia, ella parlotea, ríe a carcajadas y brinca de un lado a otro con un par de gemelos. ¿Se me considera como enferma el no perdonarle que haya traicionado a mi hermano?
Después de todo, la traición no fue hacia mí, pero el muy idiota, sigue buscándola en Facebook y cualquier red social que tenga, y no mentiré, eso me molesta. Además, su padre es abogado de los míos y llevan una relación de amistad cercana, no es como si pudiera andar por la vida evitándola, mucho menos siendo odiosa con ella. No estoy segura si ha notado mi presencia hasta ahora, no es fácil para mí esconderme en cualquier rincón y…
- ¡Erin! – agita la mano del otro lado del camino.
Al instante la atención de sus compañeros de juegos y las personas que caminan cerca de ella desvían la vista hacia mi persona. Me aferro a la correa de mi mochila que cuelga en mi hombro derecho, aunque, no camino ni dos pasos cuando la chica ha llegado hasta mí.
- Una chica bonita – anuncia uno de los gemelos a metro y medio de distancia.
Una vez cerca de mí, el segundo gemelo entorna los ojos a tal punto que apenas y puedo ver su iris, le echa una mirada confundida al otro y éste frunce el entrecejo tanto que sus cejas se unen casi por completo.
- Hola – saludo sin ganas.
- ¿Ya te había saludado? – su sonrisa es tan enorme que comienza a asustarme – No recuerdo haberte visto, lo siento – hago memoria y creo que en realidad estaba más ocupada haciendo amistades y actuando como tonta que fijándose en las personas a su alrededor – ¡Oh! Ellos son Duncan y Dean – señala a ambos chicos.
- ¿Te hemos visto de algún lado? – pregunta uno de ambos, siendo sincera, no sé quién de ellos es Dean y quién es Duncan.
- No lo creo…
- ¡Sí! Ella es modelo, ha aparecido en cientos de portadas de…
- ¡Zoe! – me la llevo de ahí dejando a los hermanos atrás – Qué gusto verte.
- También le alegra verte – se detiene y me brinda un abrazo – ¿Por qué no me mandaste mensaje en todo este tiempo?
No estoy segura si está hablando en serio o simplemente está mintiendo, aunque supongo que opto por lo primero, su mirada se ve bastante sincera.
- En realidad han pasado muchas cosas – empezamos a caminar – ¿Puedo pedirte un favor?
- Claro – sonríe sin enseñar los dientes.
- Por favor no le comentes a nadie sobre mis padres, ni sobre mi trabajo.
- ¿Por qué no? – observa sus pisadas un instante y luego sube la mirada hacia mí – ¿No crees que se darán cuenta con el tiempo?
- Sé que lo harán – la observo – Pero, en realidad, preferiría que si lo hacen, lo hagan por su cuenta.
- Está bien, tienes mi palabra – se detiene en seco y levanta la mano derecha, a continuación sigue caminando y sigo su paso – Me sorprende verte aquí, ¿estás en Phi Beta Kappa?
Aspiro tanto aire como puedo antes de responder.
- Algo así – sus ojos se abren de la sorpresa al igual que su boca.
- ¿En serio? – asiento – ¿Pudiste encontrar a tu cita?
- Aún no – me encojo de hombros – Espero hacerlo pronto. Debo irme, Zoe, por favor recuerda mantener en secreto lo que hablamos.
- Tenlo por seguro – sonríe y se apresura a hablar – Y si necesitas ayuda para encontrar a tu cita, dímelo, quizás pueda ayudarte.
Asiento antes de caminar a grandes zancadas hacia la cueva que se nos ha asignado como habitación. Me dirijo hacia mi cama y me echo sintiéndome pesada.
- ¿Está todo bien? – le echo un vistazo a la castaña quien se encuentra doblando un suéter de lana color rosa.
- Claro – me encojo de hombros y me giro sobre la cama clavando la mirada en el techo.
Puedo distinguir una pequeña mancha causada por la humedad, me concentro en encontrar algún tipo de silueta en la misma; tal y como si se tratase de una nube.
- ¿Pudiste encontrar a tu cita?
Echo un vistazo hacia la castaña, su expresión es de fastidio e incomodidad, tampoco me es agradable conversar con las personas que no conozco, pero en vista de que es la única en la habitación por el momento, me obligo a siquiera responderle.
- No exactamente – la imagen del papelito siendo guardada en la bolsa trasera de uno de mis pantalones se me viene a la mente – ¿Qué hay de ti?
La chica niega y continúa doblando el resto de su ropa. Mi vista viaja hacia mi contenedor para la ropa que ya he usado, me levanto y de dos zancadas estoy frente al mismo, alzo la tapa y tomo el pantalón que usé el día en que entregaron los papeles, busco en la bolsa trasera y de inmediato lo localizo. Regreso el pantalón a su lugar y antes de salir de ahí observo Dallas quien se encuentra colocándose brillo para labios frente al espejo.
Camino lentamente en dirección de la enorme cafetería, me acerco a la máquina expendedora de café y después de llenar un vaso con cappuccino moka, busco una mesa vacía y alejada de las personas que ya se encuentran disfrutando de la tarde libre.
Examino el lugar detenidamente y después doy un ligero sorbo de café, acto seguido tomo el papel y lo desdoblo con cuidado para que no se rompa esperando leer cualquier palabra que contenga, sin embargo, tan sólo tiene dos dibujos. El primero es una hoja de arce color roja y el segundo es lo que parece la cabeza de un cánido color negro con ojos color azul intenso.
Puedo jurar que mi entrecejo se ha fruncido.
Echo otro vistazo hacia la cafetería intentando descifrar las pistas, mi vista viaja de chico en chico examinándolos de arriba abajo intentando averiguar si alguno de ellos será el tipo que debo convencer para que vaya conmigo. Dirijo la mirada una vez más hacia mi papel…
- ¿Un perro?
Ladeo el rostro tratando de encontrarle algún sentido, ¿algún chico cuyas facciones parezcan de perro?
- Erin, ¿cierto? – la repentina voz masculina me hace mirarlo de inmediato, es uno de los chicos que acompañaba a Zoe hace un rato.
- Uhm… sí – le proporciono una mirada incómoda, al instante su hermano me toma del brazo y me obliga a levantarme. De inmediato guardo el papel en el bolso de mi pantalón.
- ¿Por qué estás tan sola? – giro el rostro hacia la mesa.
- Mi café…
- Pierde el cuidado, yo lo llevo – de inmediato el otro chico toma el vaso entre sus manos y junto a su hermano me guían a una de las mesas.
Ahí se encuentran ya dos chicos, un rubio que parece entretenido con su celular y un castaño concentrado en su lectura. Me dirigen hacia la silla frente a ellos y sin permitirme moverme me hacen tomar asiento.
- Creo que alguien va a volverse loco gracias a una característica peculiar de esta chica.
Una vez que uno de los gemelos pronuncia esto, ambos chicos levantan la mirada. Sigo con la vista a los dos locos, tan sólo se encargaron de traerme y regresaron por donde llegaron riendo sobre algún tema exclusivo de ambos, regreso la mirada a ambos chicos frente a mí, en quienes al parecer, mi presencia no ha causado el menor alboroto. Los examino un instante reparando en el brazo derecho descubierto de ambos.
Completamente absorta, me encamino hacia el primer tatuaje que roba por completo mi atención; el lobo rojizo. A unos centímetros de él empiezo a delinear con mi índice la forma del mismo. Si no fuera por el color, diría que es el mismo; al parecer el de mi papel es un lobo negro y no un perro.
- ¿Te gusta?
La pregunta me saca del trance por completo. Levanto la mirada encontrándome a escasos centímetros del dueño del tatuaje, el chico sonríe de manera coqueta observando mi dedo en su piel hasta el momento en que sus ojos se encuentran con los míos, una vez que esto pasa, la sonrisa coqueta se reemplaza por una traviesa. Me alejo de su rostro lo suficiente como para recobrar del todo la compostura.
- Lo siento.
Me levanto y reparo en el tatuaje del otro chico.
- Qué rara – dice el castaño con expresión amarga y luego se limita a ofrecerme una mirada de pocos amigos, y regresar a su lectura.
Me giro siendo traicionada por mi suerte, chocando de frente con otro chico alto y con tal atractivo que podría ser modelo de pasarela.
- Hola, señorita.
Esboza una sonrisa petulante que hace juego a la perfección con sus ojos claros, recordándome a mi hermano justo en el momento en que le echa el ojo a alguna tipa. Lo observo directamente y su mirada se entorna como si una duda existencial se hubiese formulado en su cabeza.
¿Acaso es tan extraño encontrar a una persona con heterocromía, o que no haga demasiadas expresiones faciales?
- ¿Quién es esa?
Una cuarta voz se hace presente, aunque creo que me he avergonzado lo suficiente como para siquiera dirigir la mirada hacia el dueño de dicha voz, reparo un instante en el lobo blanco en el brazo derecho del castaño frente a mí y sin más, me marcho de ahí casi corriendo.
Cielos, después de esto no sé si podré regresar a este lugar.
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Me encuentro sentada en el rincón para lectura adaptado en una de las ventanas más recónditas del lobby de la casa de Phi Beta Kappa, leyendo un gruesísimo libro de historia universal, de tanto en tanto echo un vistazo hacia las chicas reunidas ahí. Algunas disponen de su tiempo para estudiar, en cambio otras – Zoe – se limitan – Zoe – a actuar de comediantes – Zoe. No me mal interpreten, me encanta la personalidad de la rubia, sin embargo, aún queda algo de inquietud en mí; causa de lo sucedido entre ella y mi hermano.
Regreso la mirada al libro y tengo que regresar media página de texto porque en realidad sólo estoy leyendo por leer, no le he prestado atención en lo absoluto. Una vez que he terminado de leer la página vuelvo la mirada hacia las demás, es raro que a pesar de ser un grupo de chicas, el ruido no es exactamente estruendoso. Bajo la vista nuevamente y ahora no sé en qué parte dejé la lectura, por lo que me obligo a leer nuevamente.
Me bastan veinte segundos para darme por vencida, de cualquier modo no es algo que necesite para estos días, aun así, uso el libro como escondite de mi rostro. He sido advertida por la persona más metiche del mundo para que practique mis expresiones y en realidad eso no es lo mío. Examino el lugar sintiéndome como una tonta sin tener el valor de ir hacia con cualquiera de ellas y presentarme por mí misma.
Devuelvo la mirada hacia afuera de la casa a través de la ventana, el día es bello, pareciera que esta noche será especialmente calurosa, y una gran molestia debido a las condiciones en las que nos encontramos viviendo. Regreso la vista y la fijo en la chica sobre el sillón de la ventana contigua, sostiene un libro entre sus manos con el título “Creación cinematográfica I”, de inmediato sé la carrera universitaria que se encuentra cursando.
De un instante a otro levanta la mirada, encontrando sus grandes ojos color marrón con los míos, de algún modo me parece familiar, pero simplemente me quedo como una tonta sin saber qué hacer. Estoy a punto de desviar la vista cuando ella esboza una sonrisa, a continuación levanta la mano y la agita a modo de saludo. Recuerdo las palabras de mi hermano e imito su acción lo mejor que puedo, en realidad no tengo un espejo cerca que pueda mostrarme si lo estoy haciendo bien. La chica se levanta del sillón y avanza en mi dirección.
- Hola – saluda.
- Hola – titubeo un instante.
- ¿Tú eres...? – abraza su libro frente a su pecho.
- Erin..der… Erender – frunce el ceño – Erin.
- Erin… – asiente – Tu nombre es lindo.
- Te agradezco – ahora estoy siendo tímida.
- ¿Sabes? – se gira hacia las chicas observándolas un instante – Ya te había visto por aquí y por allá, pero hasta ahora no había escuchado tu voz, mucho menos tu nombre – me maldigo mentalmente – Soy Lake, por cierto.
Aleja su mano derecha del libro y la estira hacia mí, la observo un instante antes de estrecharla.
- Un placer – siento la comisura de mi labio estirarse, espero con ansias que haya formado una sonrisa – Puedes sentarte si así lo quieres – la chica toma lugar a mi lado y ahora estoy buscando en mi cabeza alguna frase que pueda ayudarme a comenzar una conversación que no termine sólo en monosílabos.
- ¿Qué lees? – rompe el hielo y le agradezco infinitamente.
- Oh – levanto mi libro y le echo un vistazo – Historia universal, justo ahora estoy comenzando con la primera guerra mundial – su nariz se arruga un instante – ¿Qué hay de ti?
La chica levanta el libro dejando el título visible para mí, luego sonríe de lado.
- Cinematografía – asiento – Por cierto, vi la última película de tu madre, es muy buena.
Mis ojos se abren en su dirección.
- ¿Podrías…?
- Descuida, hay demasiada gente con suficiente fama aquí, no repararán sólo en ti – echa un vistazo a la multitud y regresa la vista hacia mí con una sonrisa sin mostrar los dientes – Aunque en realidad tu padre me gusta más – mis labios forman una línea tensa – Es broma. Mi padre es William Ryan – se encoge de hombros – Él y tu padre fueron compañeros de trabajo en Ocarina del tiempo – asiento levemente, siendo honesta recuerdo a su padre a la perfección, pero no recuerdo tal título de película en la que participara papá, el viejo ha actuado en tantas – Eran algo así como detectives, se encargaban de la búsqueda de aquellos viajeros en el tiempo que cometían infracciones. Fue muy buena, me gustó.
- Para serte sincera, no estoy segura de cuál película hables. Pero estoy dispuesta a verla y si quieres podemos charlar al respecto.
- Veámosla juntas… en serio me encanta.
Sonríe en grande y ahora me siento aliviada.
- Cambiando el tema… – golpeteo ligeramente la cubierta del libro con mis uñas – ¿Pudiste encontrar a la persona que será tu pareja para el baile de bienvenida?
Sus ojos brillan de la sorpresa, acto seguido su nariz vuelve a arrugarse con disgusto y regresa la vista hacia las chicas en el lobby armando lo que parece ser una rutina de baile.
- Lo hice – chasquea la lengua – Es una mierda todo eso del baile de bienvenida, por cierto. ¿Lo encontraste tú?
- Algo así – me encojo de hombros.
- Algo tiene este lugar que hace que los chicos crean que son la gran mierda y actúen como imbéciles – niega mientras se cruza de brazos.
- Supongo que se sienten poderosos al tener el control de la decisión.
- Idiotas machistas e inmaduros.
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Me estoy quedando sin ideas y sin candidatos, consideré la idea de que mi cita para el baile fuera un integrante de los lobos, pero la descarté cuando sólo pude ver a tres chicos con tatuajes de lobo, hay un cuarto acompañante y los gemelos pero hasta no he podido ver sus brazos descubiertos.
El timbre de mi última clase de inducción del día ha sonado, guardo mis libros en mi mochila y me encamino hacia la salida en dirección de la cafetería. A unos cuantos metros distingo a la chica con la que hablé ayer, viene hablando amenamente con una muchacha de piel morena clara, pelo oscuro y labios gruesos. Me detengo un instante preguntándome si será buena idea acercarme a ella. Tomo una bocanada de aire y con pasos firmes me encamino hacia su dirección.
- ¡Lake! Hola – la chica gira con una sonrisa en su rostro.
- Hola, Erin – echa un vistazo a su amiga y luego a mí – Ella es Ónix… Ónix, ella es Erin.
- Hola, mucho gusto – la casi pelinegra estira su mano hacia mí y yo imito el gesto.
- ¿Qué tal?
- ¿Pudiste encontrar a tu cita? – pregunta bajando la velocidad de su paso.
- Algo similar a eso – entorna los ojos con preocupación.
- ¿Necesitas ayuda?
- De hecho sí, me preguntaba si pudieras – observo a su acompañante – Pudieran… ayudarme con algunas pistas.
- Claro – responden al unísono, sin embargo, la chica de cabello oscuro no parece convencida del todo.
- ¡Oh! – exclama Ónix y hace señales con la mano, segundos después aparece un chico de rasgos afroamericanos, alto y con una hermosa sonrisa – Jason, ¿cómo estás? Él es Jason.
Se apresura a presentarlo.
- ¿El vicepresidente de Alfa Omega? – la pregunta de Lake me sorprende por completo.
- Sí – sonríe con inesperada timidez – Un placer – estira la mano hacia Lake quien estrecha su mano con la de él.
- Soy Lake.
- Erin – estrecho su mano también.
- ¿Crees que puedas ayudarnos con algo? – Lake me codea despacio, dándome a entender que él es el indicado para ayudarme, al instante mis dedos comienzan a jugar entre sí – Quiero decir, has estado más tiempo aquí, seguro conoces más sobre este lugar y los estudiantes, además eres el gran vicepresidente de Alfa Omega.
- Claro – antes de volver a mirarnos observa a Lake.
- Bueno…
- ¡Ven aquí!
La inesperada aparición de un chico de pelo castaño claro y labios carnosos, llevando casi a rastras a Lake nos deja a todos estupefactos. La chica suelta una que otra maldición mientras es llevada hacia quién sabe qué lugar.
- Eso fue… extraño – observo al chico quien inesperadamente sostiene el brazo de Ónix como asegurándose de que no regresará a por ella también, una vez que se da cuenta de ello, quita su agarre y se aclara la garganta – En fin, ¿necesitas ayuda con algo?
- Yo… sí – me llevo la uña de mi dedo pulgar un segundo antes de proseguir – Verás, no estoy segura quién es mi cita para el baile…
- Podríamos caminar a un lugar con más sombra, si no es mucha molestia – el tono incómodo de Ónix me obliga a continuar el paso.
- ¿Recuerdas las pistas?
- Sí – llevo mi mano hacia mi bolsillo trasero del pantalón – En realidad, en mi papel habían sólo dos dibujos.
- ¿Lo tienes a la mano? – se detiene y tanto Ónix como yo, imitamos su acción.
- Un momento – saco el papelito, lo desdoblo con cuidado y se lo muestro – Aquí está.
Su ceño está fruncido antes de entregárselo, una vez que lo observa un segundo, los músculos de su rostro dejan de contraerse y justo ahora está completamente serio y sin expresiones. Observo a Ónix quien se encuentra con mi mirada, seguro al igual que yo, está tratando de descifrar qué pasa por la mente del chico.
- ¿Y bien? – pregunta la chica.
- ¿Lo conoces? – pregunto después de ella.
El chico asiente y un rayo de esperanza atraviesa esa barrera asocial que no me permitía siquiera hablar con alguien.
Jason entreabre la boca dispuesto a darme una respuesta, pero un loco me gira con bastante fuerza, debo agregar, y clava sus penetrantes ojos cafés en mí rostro. Toma firmemente mis brazos y por la cercanía entre su rostro y el mío apenas puedo apreciar la forma de sus ojos ligeramente rasgados. De un segundo a otro me suelta y se aleja de ahí luciendo molesto de alguna manera, es ahora que puedo apreciar la contextura de su cuerpo. Es un chico muy alto, tanto como mi hermano, quizás un par de centímetros más, su espalda es ancha y en forma de triángulo invertido, reparo en sus brazos cubiertos por las mangas largas de su camisa, no puedo saber con exactitud si son tan fuertes como parece serlo su carácter.
- ¿Lo conoces? – la mano de Ónix se posa sobre mi hombro – Eso fue demasiado inesperado.
Niego aún con la vista en la dirección del chico que se ha perdido en el horizonte. Parpadeo un par de veces para sacarme de la cabeza aquella escena tan rara, ¿debí golpearlo?
Tal vez, pero fue demasiado rápido como para siquiera haber reaccionado.
- ¿Qué fue eso? – pregunto más para mí misma mientras giro sobre mis talones.
- Es él – echa un vistazo a la casi pelinegra, quien se ve tan confundida como yo.
- ¿Qué? – me encojo de hombros.
- Las pistas de tu cita… lo describen a él.
Lo describen a él…
Lo describen a él...
Lo describen a él…
Lo describen a él…
Lo describen a él...
Lo describen a él...
Lo describen a él…
Lo describen a él...
Lo describen a él…
Lo describen a él…
Lo describen a él...
Lo describen a él...
Lo describen a él…
- Oye… ¿estás bien? – aún con el rostro fijo en Jason, mis ojos se desvían hacia Ónix que es quien hace la pregunta.
- Sí… – en realidad no estoy convencida de mi respuesta, regreso la mirada al chico – ¿Crees que…?
- No – se encoge de hombros – Lo siento. ¿Sabes? He hablado con Kaden prácticamente nada, y no diría que es el peor de los lobos, pero es difícil de sobrellevar por su síndrome de diva y megalomanía. Así que… te deseo suerte – se gira hacia la casi pelinegra – ¿Te veo al rato?
La chica asiente. Antes de irse da un ligero apretón en mi hombro como reconfortándome, agradezco su gesto pero en realidad no lo logra.
- En realidad no logro descifrar si de verdad te encuentras bien – sus ojos se entornan – Luces pálida.
La echo un vistazo mientras cientos de ideas se atraviesan por mi cabeza, ¿podré lograrlo?
- ¿Sabes algo sobre los lobos? – la casi pelinegra carraspea un instante.
- No realmente – avanza lentamente una vez más – Sólo que, a lo que Jason me ha comentado, será difícil que lo puedas convencer.
- ¿Ya habías hablado con Jason sobre el tema? – se detiene en seco y levanta una ceja mientras su mirada se clava en algún lugar a mi derecha – ¿Tu cita es alguno de ellos?
- Uhm, en realidad el tema salió en un momento en que nos los topamos – se lleva la mano hacia su brazo y lo rasca un momento.
- Entiendo – suspiro hondo y continúo caminando enseguida de Ónix.
- ¿Sabes? – su nariz se arruga con cierta incomodidad. Me concentro en lo que está a punto de decir – No sé si deba decirte esto pero, escuché de una chica a la que le robaron su papel y lo intercambiaron por otro – se encoge de hombros.
- Todo se vale… – repito las palabras dichas por la presidenta de la fraternidad.
- Así es – aprieta los labios formando una línea casi recta.
- ¿Qué tan mal me iría si robo un papel? – la observo, la morena se limita a levantar los hombros.
- El punto es que no lo descubran.
- Si lo hago, la persona a quien se lo robe terminará por descubrir que lo hice – me encojo aún más de hombros.
- Entonces hazlo y guarda el secreto – suspira – Será más fácil si nadie se entera de quién es tu cita hasta que puedas intercambiar el papel con las pistas con alguien más.
- Tienes razón – la observo con un deje de confianza.
- No te preocupes por mí, guardaré tu secreto.
- ¿Qué hay de Lake? – la castaña ha sido tan amable conmigo que de algún modo siento que traicionaría su confianza.
- ¿Ella vio las pistas?
- No.
- Entonces, si pregunta, podrías decirle que arreglaste lo de tu cita para el baile de bienvenida o simplemente mentirle e inventar otras pistas. Espero que no sea un mal consejo.
- Creo que en realidad es un mal consejo con un buen fin – ladea el rostro un instante, pareciendo concentrada en algo – Lamento meterte en esto, acabamos de conocernos y ya estoy haciendo que me guardes secretos.
- Descuida – sonríe amablemente, brindándome tranquilidad de cierta manera.
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Bart Simpson
Re: Longwood University {nc
capítulo 04.2
Erin Woodgate & Kaden Beckett Bart Simpson
Seguimos caminando en dirección de la cafetería, intento prestar atención a las conversaciones de las demás buscando un buen candidato por el cual cambiar mi papel, aunque en realidad, no sé si es una buena idea, me costará mucho más trabajo buscarlo.
Una vez que cruzamos el umbral de la puerta de la cafetería, el ruido causado por las distintas charlas entre las personas aquí dentro me aturde de tal modo que ni siquiera puedo escuchar mis propios pensamientos, sin embargo, es algo positivo para mí. Sigo a Ónix hacia la sección de los alimentos e imito su acción cuando toma una de las bandejas, ¿estaré aprovechándome de su confianza al seguirla?
Coloco la cantidad mínima de calorías que me es posible, tengo que obligarme a no colocar sobre mi bandeja cualquier platillo o bocadillo que veo, no puedo mentir, estoy babeando por todo el menú. La chica a mi lado coloca un vasito de lo que parecen ser duraznos con crema.
- No tiene tantas calorías como parece, además es delicioso y te reconforta – sonríe. Estiro mis labios esperanzada en que una sonrisa se forme.
- Eres muy amable.
La chica asiente y de aquí procedemos a pagar por la comida y buscar un lugar dónde sentarme. A lo lejos observo a Lake mirar hacia todos lados con el ceño fruncido, ¿en qué momento su captor la dejó libre?, me intriga el saber quién y para qué se la llevaron; al parecer mi hermano, alias el más grande metiche del mundo, se está infiltrando en mi cabeza con esa telepatía de gemelos/mellizos que dicen que existe. Ahí se encuentra otra chica más, lo que más llama la atención son las pequeñas pecas de su rostro cual estrellas en el cielo oscuro. También en la mesa, las engalana con su presencia Dallas quien bebe del popote de su soda dietética con la elegancia que creo jamás podré llegar a tener, luego, la rubia melena de Zoe enciende mis sentidos de alerta. A unas dos mesas hacia la derecha distingo a otra de las chicas con las que comparto habitación, si mal no recuerdo, su nombre es Cameron. Debería disculparme y caminar en su dirección… sí, creo que lo haré.
- ¡Erin! – la voz chillona de Zoe capta todos mis sentidos al instante. La rubia se levanta dando un brinco y con unos cuantos brinquitos más llega hasta mí – Siéntate con nosotras, anda.
Casi a tropezones llego hasta uno de los asientos disponibles a su lado. Me siento a un lado de Lake, justo a la derecha de Zoe quien se encuentra en una de las orillas, y Ónix toma lugar a su izquierda.
- Hola – saludo tímidamente.
- ¡Ella es Erin! – la pequeña rubia casi grita llamando la atención de demasiadas personas.
- Zoe…
- Aquí en la mesa… – me interrumpe y empieza señalando a la otra chica de lindas pecas – Renée…
- Hola – levanta la mano y sonríe ligeramente.
- Dallas…
- La conozco, somos compañeras de habitación – esboza media sonrisa y mueve los dedos de su mano derecha a modo de saludo – Hola de nuevo.
- Hola, Dallas – me remuevo en mi asiento.
- Aquí Lake – la castaña sonríe ampliamente.
- Hablamos ayer.
- Y Ónix…
- Venimos juntas – la expresión de la rubia es cómica, sus cejas casi se juntan debido a la sorpresa. Ónix se gira hacia Lake – ¿Está todo bien?
- ¿Cómo que si está todo bien, pasó algo? – una muy animada Zoe se recarga sobre la mesa y esta vez puedo asegurar sin duda alguna que su preocupación es genuina.
- Todo bien – responde Lake casi forzosamente – ¿Jason pudo ayudarte? – ahora me mira.
- ¿Ayudar en qué? – nuevamente Zoe pregunta con la misma efusividad.
- Todo resuelto – me hundo ligeramente en mi asiento esperando que la pequeña rubia se entretenga en algo más.
- ¿Te conozco de algún lado, Erin? – mi vista se dirige hacia la chica de las pecas, me toma un segundo pensar en la respuesta antes de responder.
- ¡Sí! Es hija de Kiara Sherwood, la actriz. ¡Yo la conozco! – Zoe se adelanta a mi respuesta siendo demasiado ruidosa, a continuación su rostro se pone del todo serio – ¿Tus últimas palabras? – entrecierra los ojos y carraspea – Están horribles las cortinas – ahora responde con voz gruesa, de inmediato reconozco esa escena de una de las películas de mi madre – ¡Muérete, John! – para esta última frase pone un toque sensual a su tono de voz natural.
- Eres una loca – comenta Lake antes de soltar una carcajada.
Las demás acompañan las risas. En mi caso, me quedo estática, observando las locuras de la chica, ¿acaso se está burlando de mamá? No puedo asegurarlo, Zoe es el claro ejemplo de que a las personas pueden nacer con los cables cruzados en la cabeza. Me limito a comer lo que he traído en la bandeja.
- Amo esa película – suelta una risita – ¡Esperen! – su mano cae sobre mi hombro izquierdo con pesadez, me sobresalto y un trozo de lechuga que había pinchado con mi tenedor cae a mi pierna – ¡Objetivo localizado! – sin disimulo alguno, la chica une los dedos de sus respectivas manos, izquierda y derecha, formando dos círculos y a continuación los lleva a sus ojos usándolos como binoculares – ¡El ave ha aterrizado! ¡Esto no es un simulacro!, ¡Repito, esto no es un simulacro! – la observo con los ojos entornados, no me cabe en la cabeza que alguien sea así. Las demás en la mesa miran disimuladamente la dirección en que la chica está apuntando sus binoculares improvisados – ¡Beep! – veo a Zoe – ¡Beep! – puedo sentir mi entrecejo fruncirse nuevamente – ¡Beep!... ¡Beep! – repite el mismo sonido intermitentemente unos segundos, hasta que la velocidad aumenta – ¡Beep, beep, beep, beep, beep!
La dirección en la que apunta sus “binoculares” se mueve conforme sigue a cualquier persona que esté observando, así como la cantidad y velocidad de los “Beep” conforme a la cercanía de la misma. Mi vista sigue clavada en ella cuando por el rabillo del ojo distingo la silueta de una persona avanzando por detrás de mí hasta colocarse frente a Zoe. Levanto ligeramente la mirada encontrándome con el tatuaje de lobo rojizo, después observo al poseedor del mismo, se trata del chico rubio con intensos ojos azules y rostro angelical, él la observa levantando una ceja, posiblemente sorprendido por la locura de la chica.
- ¿Qué mierda? – pronuncia claramente y sin tapujos en dirección de la rubia.
- ¡Beep! – pronuncia sin alejar sus “binoculares” de sus ojos – Te estoy observando, Zack Rowling.
- Sí, como sea – le echa una mala mirada y a continuación sigue su camino.
El siguiente chico es el del lobo gris, me inquieta el hecho de que Zoe sigue observándolos detenidamente con sus binoculares improvisados, el castaño la mira con el ceño fruncido un segundo y sigue su camino como si nada.
- Eres de otro mundo, chica – el siguiente es el chico con camisa de manga larga, tan sólo puedo divisar su mirada de fastidio en dirección de la rubia y me giro hacia mi bandeja de inmediato.
- Eres única, Zozo – volteo nuevamente, ahora es el chico del lobo blanco.
Por el espacio que se hace entre Zoe y el lobo blanco observo que los tres lobos restantes han tomado asiento.
- Definitivamente pienso ir con Zack al baile de bienvenida – su tono es bastante serio, aunque sus “binoculares” me dicen todo lo contrario.
- He apostado por ti, Zozo.
- ¡Te quiero, Damian! – forma un “pico” con los labios, improvisando un beso.
Hace un guiño a la rubia y después se va, no sin antes echar un vistazo hacia el fondo de la mesa, de inmediato bajo el rostro para que no pueda verme. No es que sea importante, pero no quisiera dar motivos para que recuerde nuestro pequeñísimo y vergonzoso encuentro días atrás.
- ¿A qué se refiere con que ha apostado? – el tono inquieto de Dallas llama la atención de todas, Zoe se limita a levantar ambos hombros.
Me remuevo inquieta una vez más, acto seguido, mi mirada viaja hacia la pequeña rubia quien ha vuelto a improvisar los binoculares y se ha girado para hostigar al rubio.
- Mi plan será perfecto – gira el rostro hacia nosotras – ¡No va a fallar! ¿quieren que se los diga?
- Deberías comer, Zoe – sugiere Renée.
- ¡Oh! – Ónix se levanta de repente – Chicas, él es mi amigo Jason. ¡Jason!
El chico voltea y justo en el momento en que ve a la casi pelinegra esboza una sonrisa como si no la hubiese visto minutos atrás. La chica le hace señas para que se acerque y él obedece de inmediato.
- Buenas tardes – observa las bandejas sobre la mesa – Buen provecho.
- Gracias – respondemos al unísono.
- ¡Hola, Jason! – la rubia se sube a la silla y cuando se percata que aún lleva puestos los “binoculares”, de inmediato aleja las manos de su rostro – Soy Zoe.
- Hola, Zoe – sonríe divertido.
- Ella es Renée – ahora lo presenta Ónix, la chica levanta la mano a modo de saludo y después se concentra en sus asuntos los cuales parecen demasiado importantes– Ahí Dallas.
- Hola, Dallas.
- Un gusto, Jason – a continuación dirige toda su atención a su teléfono celular.
- Y a Lake y Erin te las presente hace un rato – la castaña a mi lado sonríe en grande y luego dirige su vista hacia su conversación con “Adam el imbécil”, en realidad no quería leer nada pero tengo vista de águila.
- Las recuerdo – asiente y a continuación echa un vistazo a la mesa de los lobos – ¿Tuviste algo de suerte con Kaden?
- ¿Disculpa? – me inclino un poco hacia él.
- El lobo negro…
- ¿Cuál lobo negro? – Zoe nuevamente se interesa por el tema – ¿Hay otro lobo? – ahora pregunta hacia el chico y luego se gira hacia mí – ¿Él es tu cita para el baile? ¿Está bueno?
Mi vista se clava en ella, luego echo un vistazo a Ónix quien observa casi aterrorizada a la rubia.
- Zoe – la llama – ¡Zoe! – la observa con curiosidad y los ojos bien abiertos – No trajiste bebida, deberíamos ir por algo para beber.
- ¡Sí!
- Sí, vamos – me levanto de mi asiento – Ya regresamos, ¿necesitan algo?
- ¿Sucede algo? – Lake frunce el entrecejo con un deje de curiosidad.
- No – se apresura a decir la casi pelinegra cubriendo por completo mis espaldas – Sólo iremos por algunas sodas.
- Oh, está bien – echa un vistazo a su celular y a continuación abre el libro que leía ayer.
Me levanto y camino detrás de Zoe y Ónix.
- Lo siento – susurra Jason.
- Descuida, pero por favor, mantén el secreto – echo un vistazo a la rubia – Espero que lo siga siendo.
- Creo que estamos comenzando una linda amistad, ¿no les parece? – la rubia pasa uno de sus brazos por los hombros de la pelinegra y el otro por mis hombros ocasionando que camine de puntitas debido a la diferencia de altura entre las tres.
- ¿Recuerdas qué era lo que hablábamos hace un instante? – pregunto con la esperanza de que al tener tantas ideas en su cabeza se le haya olvidado el tema del lobo negro por completo.
- Sí, justo estaba por comentarles sobre mi plan de conquista de Zack. ¿Les cuento?
- Estoy ansiosa por escucharlo.
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Voy camino hacia mi penúltima clase de inducción. No puedo dejar de pensar en el condenado papel, hoy en la mañana estuve a punto de robar uno nuevo; los baños se llenan por completo así que me levanto cuarenta minutos antes de la hora que suena la alarma más temprano y tomo una ducha.
Pensé demasiado en la posibilidad de que al robar un papel nuevo, éste tuviese las características de otro lobo, sin embargo las posibilidades eran relativamente nulas. Al final, mi conciencia no me permitió hacerlo.
Un escalofrío recorre mi cuerpo de repente, salgo de la telaraña que me he creado en la cabeza y fijo la vista hacia el frente.
- Mierda.
El lobo negro platica amenamente con una chica, ésta está recargada en uno de los pilares de la pared y él tiene el brazo derecho extendido y la mano recargada en el mismo, mirándola y sonriendo coqueto. Me detengo en seco y sin pensarlo me giro en busca de otro camino, llegando sana y salva a mi aula de clases.
Introducción a la Filosofía, consta de dos horas, abarcando la penúltima y la última clase del día de hoy. Gracias al cielo logro dejar de lado todo el drama ocasionado por el asunto del primer reto de la fraternidad, y me concentro por completo en la clase, tanto que las dos horas se me pasan volando.
Una vez que camino por los pasillos que dan hacia la salida puedo visualizar cómo un trozo de papel doblado cae del pantalón de una chica en un intento fallido de guardarlo en su bolsa trasera. Observo hacia todos lados en busca de alguien que lo haya visto, al ver a todos distraídos, me acerco casi corriendo y lo tomo entre mis manos, lo desdoblo con sumo cuidado y el dibujo de la bandera de Inglaterra más la frase “Lenguas Extranjeras” parecen brillar frente a mis ojos.
Lo tomé buscando cobre y encontré oro.
Camino lentamente, feliz de la vida y sin preocupación alguna hasta que puedo visualizar a la dueña del papel. Está acompañada de otras dos chicas y las tres sonríen entre sí. Cierro con fuerza los ojos y sigo mi camino.
Sin éxito alguno me detengo tan sólo algunos pasos delante de ella, me maldigo a mí misma y regreso hasta donde está.
- Hola – saludo sin ánimo alguno – Lo siento pero, creo que se te cayó esto.
Entrego el papel y la chica lo mira, acto seguido, esboza una sonrisa aún más grande de lo que ya era.
- Es mío, gracias.
Asiento y después me marcho hacia cualquier lugar lejos de ahí, lo más pronto posible. Espero Kirian vea esto a través de nuestra telepatía de hermanos mellizos, de esta manera no se atreverá a decir que mi inteligencia emocional es igual a cero y no poseo la capacidad de ser empática.
En los edificios cerca del estacionamiento giro por el pasillo hacia la derecha y me pongo en cuclillas recargando mis puños y frente sobre la pared.
- El muro no se caerá – justo después de esa frase, el olor a tabaco se adentra por mis fosas nasales. Abro los ojos y giro el rostro para ver al dueño de aquella voz, se trata de un rubio, sentado sobre el piso mientras fuma un cigarrillo – ¿Quieres? – niego – El tabaco no es exactamente un ansiolítico, pero me sirve bien como placebo – regreso la vista hacia la pared grisácea del edificio sintiéndome ridícula – ¿Está todo en orden?
Lo observo nuevamente y lentamente me levanto hasta erguir por completo la espalda, el rubio me mira hacia arriba.
- Todo está bien – me encojo de hombros – Lamento perturbar tu momento de paz.
- ¿En serio? – levanta una ceja sin dejar de fruncir el entrecejo – No parece que lo lamentes.
- También lamento eso – me giro sobre mis talones dispuesta a marcharme de ahí.
- ¿Puedo saber tu nombre, chica de la mirada peculiar? – me detengo y giro en ciento ochenta grados.
- Erin – mi tono suena sin pizca alguna de confianza – ¿Cuál es tu nombre, chico del cigarrillo?
Sonríe de lado, acto seguido restriega la colilla del cigarrillo en el piso apagándolo por completo, se pone de pie frente a mí, quedando su mirada a algunos escasos diez centímetros por encima de la mía, quizás menos.
- Eres alta – dice sin dejar de sonreír de manera confiada – Llámame Gap.
El ligero aroma a cigarro que se desprende de él, extrañamente no me molesta en lo absoluto, por el contrario, encuentro cierta sensualidad en ello. Observo el aro metálico en el lado derecho de su nariz, sus labios gruesos y luego reparo en la cadena que se esconde en el cuello de su playera.
- Hasta luego… Gap.
Me alejo de él y me encamino hacia el estacionamiento, ubico mi auto y antes de entrar echo un vistazo hacia el chico; él sigue observándome. Blanqueo los ojos antes de subirme al vehículo y arrancarlo en dirección del Starbucks más próximo a la universidad.
Envío el mensaje a mi hermano seguido de la ubicación, yo no tardo más que cinco minutos en llegar. Pido dos bebidas frías y con impaciencia espero a mi estúpido hermano.
Observo la hora en mi teléfono celular por millonésima vez, alzo la mirada y no hay rastro de Kirian por ninguna parte. Doy un sorbo exhaustivamente largo a mi té cuando la camioneta de mi hermano se estaciona afuera. Golpeo levemente la mesa con ambas palmas de mis manos hasta que el rubio llega, se sienta frente a mí y da un sorbo de la que asume es su bebida.
- No sé si pueda hacer esto – su ceño se frunce.
- ¿Tan pronto vas a renunciar? – se recarga sobre la mesa concentrándose por completo en la charla.
- Él es un completo idiota, hermano.
- ¿A quién te refieres con “él”? – hace las comillas en el aire.
- La fraternidad está haciendo retos – comienzo a explicar con desesperación – Debo hacer que un tipo, quien por cierto es un completo patán, vaya conmigo al baile de bienvenida, ese es el primer reto.
- ¿Ya lo invitaste?
- No.
- ¿Entonces? Deja de comportarte como una niña y hazlo, te dije que no sería fácil.
- El tipo está loco – mi tono es completamente serio.
- ¿Cómo lo sabes si ni siquiera lo has invitado? – da otro sorbo de su bebida – Ponte algo escotado, mientras el pelado vea tus tetas, no tendrá oportunidad de decir que no.
- ¡Soy tu hermana, idiota! – le propino un buen zape – No hables como si fuera una tipa cualquiera que apenas y conoces.
- Lo siento – se encoge de hombros – Pero, si en realidad quieres seguir estudiando, debes hacer cualquier cosa, apenas llevas una semana siendo alumna de Longwood, no te des por vencida, idiota.
- Tú eres el idiota.
- Sabes a lo que me refiero.
- Kirian… el tipo vino hacia mí, se puso así de mi cara – con mi mano muestro la cercanía del tipo.
- ¿Te besó?
- ¡No!
- Entonces no pasó nada, quizás sólo quería verte de cerca, ha de parecer miopía.
- Miopía… – resoplo fastidiada – No lo creo.
Se dedica a beber su café frío mientras me observa como estúpido.
- Tal vez quiera algo, ¿y si le ofreces dinero?
- ¿Y si quiere favores sexuales en vez de dinero? – el líquido ascendiendo por el popote se detiene en seco y luego baja hasta reincorporarse al resto de bebida.
- ¡Ni creas que lo vas a hacer! Ofrécele a alguna modelo y ya – levanto la ceja obvia – Cierto… no tienes amigas modelos.
- Gracias por recordármelo.
- Yo puedo ayudarte con eso, tengo muchas amigas. Dile que conoces a muchas modelos, le muestras el catálogo para que elija y yo la consigo para él.
- ¿Ahora eres proxeneta? – lo miro de mala gana.
- ¡Eso! Has practicado tus expresiones faciales – levanta la mano para chocarla con la mía, lo ignoro por completo – ¿Hiciste amigas?
Al instante se me vienen a la cabeza Zoe y sus locuras, Lake, Ónix, Dallas y Renée. ¿Podría ya considerarlas como amigas?
- No exactamente – evado su mirada.
- ¡Socializa!
- ¡Estoy socializando! – me quejo sin sacar el popote de mi boca.
- Pasado mañana me iré a Francia, regresaré una semana después y cuando esté aquí quiero que tengas por lo menos una amiga, ¿me entendiste?
- ¿A qué vas a Francia? – entorno los ojos.
- Sesión para Marie Claire – levanta las cejas repetidas veces con sorna.
- Presumido de mierda.
- ¡Me has dicho mierda! – me señala con el dedo índice.
- Sí, lo hice.
- Por eso no tienes amigos.
Se cruza de brazos y desvía la vista hacia la ventana.
- Deja de actuar como un niño – suspiro con pesadez – Eres la única persona que puede entenderme.
- ¿Estás tratando de manipularme? – me mira con fastidio.
- ¡No! – alargo la “o” – Bueno… en realidad sí, pero, es cierto y lo sabes.
- Hermana – carraspea antes de continuar – Te daré la perfecta motivación para que cumplas ese estúpido reto. Mis padres han colgado lonas de “Bienvenida de vuelta a casa, sabíamos que regresarías pronto. Te amamos” – hace las comillas en el aire – Desde el día que te fuiste, tanto en tu casa, como en la mía y en la de ellos, para que la veas una vez que entres por la puerta de la casa a la que que llegues primero.
Este hombre se ve, quiero decir, actúa como idiota, pero en ciertas ocasiones, escasas, suele dar justo en el punto.
- ¿Sabes qué? – me levanto de la silla – Lo haré, estoy decidida – camino hacia la salida – Ellos creen que no soy capaz, pero yo seré quien ría al último. Regresaré a la universidad, buscaré al idiota y lo obligaré a ir conmigo al baile.
- Espera…
Sin voltear atrás, subo a mi auto y emprendo marcha hacia la universidad una vez más. Camino a paso firme por el campus hasta adentrarme al umbral de la cafetería, toda la motivación que tenía se esfuma; puedo verla salir como una bruma que jala inclusive mi espíritu, justo en el momento en que mi mirada se topa con la mesa de los lobos. Me quedo estática, recargada en el marco de la puerta, observando la mirada de superioridad del lobo negro, rebusco con curiosidad en su brazo derecho, nuevamente cubierto por la manga larga de su playera.
- Erin – me giro una vez que escucho la voz de Ónix, la chica se acerca dando un vistazo alrededor – ¿Pudiste cambiar la hoja?
Mi espíritu que huía en compañía de mi motivación cual globo de helio que se ha escapado de las manos despistadas de su dueño, ahora huyen con más rapidez.
- No pude hacerlo – me encojo por completo de hombros.
- ¿Tienes alguna idea de…? – niego antes de que pueda terminar su pregunta – ¡Sh, sh!
Lleva su índice a su boca indicándome que guarde silencio, la palabra “lobo” resuena una y otra vez a lo lejos, hasta que el sonido se hace cada vez más fuerte, causa de la cercanía de quien sea que está hablando.
- Es en serio, esa rubia ridícula tiene a un lobo como cita, ¿por qué yo no tener a uno también? – se queja una morena con voz chillona.
- Él ni siquiera va a aceptar ir con ella…
Pasan por detrás de nosotras y siguen camino hacia la salida del edificio, Ónix me observa con los ojos bien abiertos y la miro tratando de descifrar sus pensamientos. Toma mi brazo y sin objeción la sigo por completo, a escasos metros de las chicas, la casi pelinegra empieza a reír fuerte y segundos después lo hago también siguiéndole el juego.
- ¡No puedo creer que te haya tocado uno de los lobos como pareja! – casi grita intencionalmente.
- ¡Shh! No grites, se supone que es un secreto – mi voz suena apagada y sin expresión alguna, Ónix me mira de mala gana y da un apretoncito en mi brazo.
- No deberías dejarlo debajo de tu almohada, alguien te lo puede robar – justo pasamos a un lado de las chicas.
- No te preocupes, nadie entraría a mi habitación – nuevamente mis escasos dotes de actuación se ven reflejados – La cual es la penúltima en la casa de Phi Beta Kappa…
- Erin – me regaña en susurros – Hazlo mejor.
- Lo siento – me disculpo en susurros también – Deberíamos salir a buscar vestidos para el baile.
- Vayamos hoy.
Damos vuelta en dirección contraria de la salida y nos escondemos en la entrada de uno de los salones.
- ¿Crees que dé resultado?
- Habrá que averiguarlo más tarde, ahora vayamos a comer, de verdad muero de hambre – empezamos a caminar nuevamente hacia la cafetería – ¿Sí dejaste el papel debajo de tu almohada?
- Rayos…
Le echo un vistazo y a continuación me dirijo corriendo hacia el edificio de las Phi Beta Kappa a dejar mi hoja donde se supone debe estar.
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Termino de ducharme y ya vestida me dirijo hacia mi dormitorio, con cuidado y en puntitas camino hacia mi cama. Echo un vistazo rápido a las demás chicas, todas están completamente dormidas. Doblo mi pijama y la introduzco en el cajón inferior del pequeño buró, del cajón superior tomo el cepillo y peino mi melena con tranquilidad y cuidado, cinco minutos después escucho unas tres alarmas más. Una es de alguna de mis roommates, enciende la lámpara de su buró y me echa un vistazo.
- Buenos días – saluda sentada en su cama con un ojo cerrado a causa de su somnolencia.
- Buen día, Cameron.
Me levanto de la cama y me dispongo a tender las cobijas, quito la funda a la almohada y la sacudo antes de volverla a poner. Un pequeño trozo de papel sale volando y cae al piso. Me inclino a tomarlo y enciendo la lámpara para ver con más claridad, sobre el papel están escritas las palabras “Psicología” y “Pelirrojo”, además hay un dibujo de la bandera de Irlanda.
Mi alma y motivación que se habían ido como un globo relleno de helio, de repente regresan a mi cuerpo. Siento tantas emociones que no tengo idea de cómo reaccionar.
- ¿Qué sucede? – una muy adormilada Dallas se sienta sobre su cama restregándose los ojos con ambas manos – ¿Por qué estás vestida tan temprano? – me mira arrugando la nariz – ¿Qué hora es? – enciende la pantalla de su celular frente a su rostro – ¡Mierda! Se me hará tarde.
Dicho esto se levanta como de rayo, toma una toalla y se va corriendo hacia las regaderas. Aún en mi trance, camino arrastrando los pies en dirección de la última habitación del sótano con la hoja en mano. Las chicas ahí se encuentran alistándose para las clases, Renée se aplica base de maquillaje frente al espejo, mientras Zoe ya vestida brinca inquieta sobre su cama.
- Buenos días – Lake saluda con la mano disponible, la otra sostiene la toalla enredada en su cuerpo.
- Hola…
- ¡Erin! – saluda la rubia sin dejar de brincar como loca.
Ónix aparece en medio de mi camino con la confusión plasmada en su rostro, con los dedos de su mano derecha peina hacia atrás su cabello mojado.
- Me es difícil saber si te encuentras bien o mal – dice la casi pelinegra con honestidad.
- Funcionó – digo por lo bajo pero suficientemente alto para que pueda escucharme.
- ¿En serio? – sus ojos brillan de la sorpresa, luego se acerca a mí a paso veloz.
- Sí – asiento repetidas veces.
- ¿Todo está bien? – ahora se acerca la castaña.
- Lo está – sonrío de pura felicidad – Hoy me acercaré con mi cita para el baile de bienvenida.
- ¡Eso! – junta las manos dando un pequeño aplauso.
- Las dejo para que sigan alistándose – me dirijo hacia todas.
- Hasta luego, Erin – Renée levanta la mirada de su espejo para despedirse.
- ¡Nos vemos en la cafetería a la hora de la comida! – Zoe deja de saltar y se despide con la mano.
- Bye.
Me despido agitando la mano y regreso a mi habitación, ordeno por completo mi espacio y me encamino hacia mi clase sin ocultar en lo absoluto mi destreza en pasarela, provocada por mi gran emoción.
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Mi mano se levanta una y otra vez para opinar en clase, estoy demasiado sabelotodo hoy. Inclusive estoy entusiasmada por llamar a mamá y papá para darles la noticia de que pasaré con éxito mi primera prueba, pero no será tan divertido puesto que Kirian no estará ahí para grabar sus reacciones con su teléfono celular.
Cuando el timbre suena, salgo del aula pisando firme. Cruzo el pasillo hasta llegar al que da a la salida del edificio.
- ¿Acaso estoy en el Victoria’s Secret Fashion Show? – me detengo al reconocer la voz, giro levemente el rostro hacia mi izquierda encontrándome con el chico del cigarrillo y melena rubia. Regresa la paleta a su boca y camina algunos pasos hasta quedar frente a mí, sonríe de lado y a continuación saca su paleta nuevamente – ¿Pudiste concluir la primera prueba de Phi Beta Kappa?
- ¿Quién…?
- Es obvio – levanta ambos hombros con desdén – Las chicas lindas se unen a Phi Beta Kappa.
Observo su lengua mientras habla, está teñida de un rojo intenso, luego veo directamente a sus ojos no sin antes detenerme un momento en sus labios gruesos.
- Casi.
- ¿Casi? – levanta una ceja – Estamos a unos tres días del baile de bienvenida.
- Sí, yo… estoy en eso – meto mis manos a los bolsillos de mi chaqueta.
- Tu hoja – vuelve a introducir la paleta, dudo un instante antes de mostrarle mi papel. Lo toma y lo coloca frente a su rostro.
- ¿Rumpelstiltskin? – pregunta más para sí mismo con una sonrisa burlona en el rostro, acto seguido vuelve a recordar que estoy frente a él – Quiero decir… ¿te acercaste a él?
- No exactamente.
- ¿Al menos sabes quién es? – lame sus labios y patéticamente es en lo único que puedo concentrarme. Carraspeo para recuperar la compostura y sin decir una palabra lo observo, el chico respira hondo – Su nombre es Harvey Stewart – gira el rostro en busca de algo o alguien – Creo que lo vi entrar a los sanitarios del edificio… ven – toma mi mano y me lleva al pasillo que da a la izquierda justo a la entrada del edificio – Esperemos a ver si sale.
- Ahí va un pelirrojo – señalo por la ventana.
- ¡Alcánzalo! Es él.
- Gracias, Gap – arranco el papel de su mano y me dirijo a grandes zancadas hacia afuera. Me basta con caminar a paso veloz para colocarme detrás de él, respiro hondo armándome de valor – ¿Harvey?
El chico voltea y detiene por completo su caminata. El muchacho es de mi estatura, posee cabello color rojo intenso y ojos verdes como esmeraldas, además, su rostro está lleno de pequeñas pecas que bajan por su cuello.
- Disculpa, ¿nos conocemos?
- No aún, ¿eres Harvey Stewart que estudia la carrera de psicología? – muestro el papel desdoblado frente a él.Lo observa un instante entornando los ojos, luego me mira y asiente.
- También soy pelirrojo e irlandés – sonríe de lado y me siento aliviada porque no sea un loco demente.
- No sé cómo decirte esto – empiezo a caminar lento y él sigue mi paso – Ya lo sabes, por supuesto, pero según esta hoja, debes ser mi pareja para el baile de bienvenida. Así qué… ¿aceptarías ser mi pareja para el baile?
El chico sonríe, frunce el entrecejo, como si lo que acabara de decirle fuese una broma.
- Pues… sí – levanta ambos hombros.
- Perfecto… ¿vas hacia la cafetería? – asiente – ¿Está bien si te acompaño?
- Claro – aumentamos la velocidad de nuestros pasos – ¿Cuál es tu nombre?
- Llámame Erin.
- Erin… me gustan tus ojos – me echa un vistazo sin rastro alguno de flirteo y luego regresa la mirada hacia el frente.
- Gracias – me encojo de hombros sintiéndome tímida y estúpida. Cerca de la entrada Dallas y Zoe platican con ánimo, bueno, en realidad sólo Zoe, la castaña mantiene una expresión de pocos amigos, observo a Ónix y Lake integrarse con ellas – ¿Me pasas tu número telefónico?
- Oh, claro – le entrego mi teléfono y registra su número por su cuenta.
- Te mando mensaje después de la comida.
- Lo estaré esperando.
Se aleja hacia un grupo integrado por dos chicos y dos chicas a platicar, yo me acerco hacia las chicas con las que compartí mesa ayer.
- ¿Y ese chico? – Lake levanta las cejas repetidas veces.
- Encontré a mi cita para el baile, acaba de aceptar ir conmigo.
- ¡¿En serio?! – Zoe le echa un vistazo al pelirrojo y luego, brinca de la felicidad un instante, acto seguido se detiene y la emoción se va de su rostro – Espera… pero – señala hacia atrás con el ceño fruncido.
- ¿Pero?
La pregunta de Ónix la toma por sorpresa, la miro completamente extrañada antes de ser tomada por el brazo sin advertencia alguna. El chico es lo bastante fuerte como para llevarme casi a rastras a algunos metros de la entrada a la cafetería.
- ¡Suéltame! ¿Quién rayos eres tú? – me suelto de su agarre y es justo ahora que puedo reconocerlo.
- ¿Qué es esto? – ignora por completo mi pregunta y coloca frente a mi rostro la hoja de papel de la cual creí haberme deshecho.
- ¿Una hoja con dibujos? – me hago la loca por completo.
- ¿Y por qué esta hoja con dibujos me la entregó una tipa que no eres tú? – su pregunta parece tener una respuesta obvia, la cual finjo no saber – A pesar de que estaba esperando encontrarme con tu feo rostro la primera vez que lo viera, Husky.
- Pues… no sé – me encojo de hombros.
- ¿Acaso crees que una novata como tú puede rechazarme desde el principio? – los músculos de su rostro están tensos, su mandíbula se aprieta de tal forma que creo que sus dientes comenzarán a rechinar en cualquier instante – Las cosas no son así, Husky. Yo soy el que rechaza, no tú.
- ¿Qué te hace pensar que ese papel es mío? – levanto una ceja.
- Tu amiga la rubia – señala a Zoe quien al instante abre los ojos como dos platos y se encoge de hombros, cabe mencionar que al parecer se acercaron para escuchar el intento de discusión desde más cerca – Ella – la chica lleva de inmediato las uñas a su boca y empieza a morderlas con la preocupación reflejada en su rostro – Dijo a los gemelos, sí, Duncan y Dean, que yo soy tu pareja para el baile. Y bueno, el rumor viajó y llegó hasta mis oídos – pongo todo de mí para que mis músculos faciales gesticulen un ceño fruncido dirigido a la rubia.
- ¿Era… un secreto? – pregunta Zoe con inocencia, intentando esbozar una sonrisa la cual se ve más como una mueca de pena. Revoleo los ojos antes de observarlo nuevamente.
- Las cosas están así… ya tengo pareja para el baile de bienvenida.
Su entrecejo se frunce aún más. Incluso sus mejillas se han puesto rojas.
- Kaden, ¿quieres tranquilizarte? – el pelirrojo se acerca a mi rescate, levanta las manos intentando tranquilizar al chico quien parece estar a punto de hacer erupción cual volcán.
- ¿Tú quién mierda eres?
- Él es mi cita para el baile – me cruzo de brazos, como si esto me ayudara a reafirmar mi frágil firmeza.
- ¿Cita? – desdoblo la hoja de papel con las características del irlandés y la agito frente a su rostro, éste la arrebata de mi mano y la observa con más detenimiento – ¿Me estás diciendo que prefieres llevar a Ronald McDonald antes que a mí?
Levanto ambos hombros con desdén, el chico me echa una mirada envenenada y a continuación arruga mi papel entre su mano, luego lo tira al piso.
- ¡No lo maltrates! – estoy a punto de inclinarme para recogerlo cuando me toma por los hombros y me regresa a la postura que estaba.
- Vamos, Kaden. Estás exagerando las cosas, no hagas un espectáculo.
- ¡Tú cállate, Quasimodo! – se inclina por el papel y estira la mano para entregárselo, dando un empujón al chico, éste toma la hoja arrugada a la fuerza – Ella te buscará. Y tú, Husky – se acerca a mi rostro y clava en mis ojos su intensa mirada – Ahora más que nunca vas a arrepentirte de lo ocurrido. Ni siquiera pienses que puedes deshacerte de mí así de fácil, esperarás a que se me dé la gana de elegir un color que sea de mi agrado para tu vestido, ¿entendiste, fea?
Debo admitirlo, su mirada empieza a provocarme miedo.
- Tal vez no lo has entendido, pero yo ya tengo pareja.
Levanta una ceja y acto seguido clava la vista en Harvey, al chico le toma sólo un instante para bajar la mirada y luego mirarlo resignado, a continuación, me ve a mí.
- Lo siento, Erin. No iré contigo al baile…
Lo observo sin entender del todo por qué accede ante la petición infantil del castaño. El pelirrojo me echa un último vistazo avergonzado y luego se va.
- Guarda bien esto, Husky – el castaño toma mi mano y me obliga a sostener el papel con sus características, avanza dos pasos antes de regresar nuevamente – Y por favor, deshazte de esa cara de póker que llevas pegada en el rostro, es desesperante.
Dicho esto se va por donde supongo que vino, dejándome del todo perpleja.
- Al menos dijo por favor… – las palabras de Zoe no me tranquilizan en lo absoluto – Lo siento – esboza un puchero.
- ¿Qué fue eso? – pregunto en dirección de las chicas, a Ónix, para ser exacta.
- Acabas de conseguir cita para el baile – Lake se encoge de hombros respondiendo acertadamente a mi pregunta – Aunque deberías tener cuidado, el tipo está muy loco.
- Sí – Zoe corre cerca de mí con los brazos cubriendo su pecho pretendiendo estar asustada – Me dio miedo.
- Tú lo provocaste – clavo la mirada en la rubia quien parece hacerse aún más pequeña de la vergüenza.
- Eso fue fácil – comenta Dallas con el entrecejo fruncido llamando nuestra atención, y salvando a Zoe de mi mirada póker/asesina – Para pertenecer al clan de los ridículos y petulantes lobos, prácticamente no tuviste que pedirle que fuera contigo al baile. Él se adjudicó ser tu pareja por su cuenta.
¡Touché!
En teoría tiene razón. Pero sucedió de una manera tan extraña que tengo bastantes dudas con respecto a su comportamiento, la primera y más importante, ¿qué hice desde un principio para que destile tanto desagrado hacia mí?
Me es fácil leer su mirada y estoy segura de que por alguna razón no le agrado en lo absoluto.
Observo nuevamente a Zoe, su mirada azul se cruza con la mía y al instante sonríe apenada, no sé si rodear su cuello con mis manos y zarandearla hasta que deje de respirar, o simplemente agradecerle por su intervención no premeditada que ha provocado que consiga justo al chico que el destino, injustamente, me proporcionó como pareja para el baile de bienvenida.
Una vez que cruzamos el umbral de la puerta de la cafetería, el ruido causado por las distintas charlas entre las personas aquí dentro me aturde de tal modo que ni siquiera puedo escuchar mis propios pensamientos, sin embargo, es algo positivo para mí. Sigo a Ónix hacia la sección de los alimentos e imito su acción cuando toma una de las bandejas, ¿estaré aprovechándome de su confianza al seguirla?
Coloco la cantidad mínima de calorías que me es posible, tengo que obligarme a no colocar sobre mi bandeja cualquier platillo o bocadillo que veo, no puedo mentir, estoy babeando por todo el menú. La chica a mi lado coloca un vasito de lo que parecen ser duraznos con crema.
- No tiene tantas calorías como parece, además es delicioso y te reconforta – sonríe. Estiro mis labios esperanzada en que una sonrisa se forme.
- Eres muy amable.
La chica asiente y de aquí procedemos a pagar por la comida y buscar un lugar dónde sentarme. A lo lejos observo a Lake mirar hacia todos lados con el ceño fruncido, ¿en qué momento su captor la dejó libre?, me intriga el saber quién y para qué se la llevaron; al parecer mi hermano, alias el más grande metiche del mundo, se está infiltrando en mi cabeza con esa telepatía de gemelos/mellizos que dicen que existe. Ahí se encuentra otra chica más, lo que más llama la atención son las pequeñas pecas de su rostro cual estrellas en el cielo oscuro. También en la mesa, las engalana con su presencia Dallas quien bebe del popote de su soda dietética con la elegancia que creo jamás podré llegar a tener, luego, la rubia melena de Zoe enciende mis sentidos de alerta. A unas dos mesas hacia la derecha distingo a otra de las chicas con las que comparto habitación, si mal no recuerdo, su nombre es Cameron. Debería disculparme y caminar en su dirección… sí, creo que lo haré.
- ¡Erin! – la voz chillona de Zoe capta todos mis sentidos al instante. La rubia se levanta dando un brinco y con unos cuantos brinquitos más llega hasta mí – Siéntate con nosotras, anda.
Casi a tropezones llego hasta uno de los asientos disponibles a su lado. Me siento a un lado de Lake, justo a la derecha de Zoe quien se encuentra en una de las orillas, y Ónix toma lugar a su izquierda.
- Hola – saludo tímidamente.
- ¡Ella es Erin! – la pequeña rubia casi grita llamando la atención de demasiadas personas.
- Zoe…
- Aquí en la mesa… – me interrumpe y empieza señalando a la otra chica de lindas pecas – Renée…
- Hola – levanta la mano y sonríe ligeramente.
- Dallas…
- La conozco, somos compañeras de habitación – esboza media sonrisa y mueve los dedos de su mano derecha a modo de saludo – Hola de nuevo.
- Hola, Dallas – me remuevo en mi asiento.
- Aquí Lake – la castaña sonríe ampliamente.
- Hablamos ayer.
- Y Ónix…
- Venimos juntas – la expresión de la rubia es cómica, sus cejas casi se juntan debido a la sorpresa. Ónix se gira hacia Lake – ¿Está todo bien?
- ¿Cómo que si está todo bien, pasó algo? – una muy animada Zoe se recarga sobre la mesa y esta vez puedo asegurar sin duda alguna que su preocupación es genuina.
- Todo bien – responde Lake casi forzosamente – ¿Jason pudo ayudarte? – ahora me mira.
- ¿Ayudar en qué? – nuevamente Zoe pregunta con la misma efusividad.
- Todo resuelto – me hundo ligeramente en mi asiento esperando que la pequeña rubia se entretenga en algo más.
- ¿Te conozco de algún lado, Erin? – mi vista se dirige hacia la chica de las pecas, me toma un segundo pensar en la respuesta antes de responder.
- ¡Sí! Es hija de Kiara Sherwood, la actriz. ¡Yo la conozco! – Zoe se adelanta a mi respuesta siendo demasiado ruidosa, a continuación su rostro se pone del todo serio – ¿Tus últimas palabras? – entrecierra los ojos y carraspea – Están horribles las cortinas – ahora responde con voz gruesa, de inmediato reconozco esa escena de una de las películas de mi madre – ¡Muérete, John! – para esta última frase pone un toque sensual a su tono de voz natural.
- Eres una loca – comenta Lake antes de soltar una carcajada.
Las demás acompañan las risas. En mi caso, me quedo estática, observando las locuras de la chica, ¿acaso se está burlando de mamá? No puedo asegurarlo, Zoe es el claro ejemplo de que a las personas pueden nacer con los cables cruzados en la cabeza. Me limito a comer lo que he traído en la bandeja.
- Amo esa película – suelta una risita – ¡Esperen! – su mano cae sobre mi hombro izquierdo con pesadez, me sobresalto y un trozo de lechuga que había pinchado con mi tenedor cae a mi pierna – ¡Objetivo localizado! – sin disimulo alguno, la chica une los dedos de sus respectivas manos, izquierda y derecha, formando dos círculos y a continuación los lleva a sus ojos usándolos como binoculares – ¡El ave ha aterrizado! ¡Esto no es un simulacro!, ¡Repito, esto no es un simulacro! – la observo con los ojos entornados, no me cabe en la cabeza que alguien sea así. Las demás en la mesa miran disimuladamente la dirección en que la chica está apuntando sus binoculares improvisados – ¡Beep! – veo a Zoe – ¡Beep! – puedo sentir mi entrecejo fruncirse nuevamente – ¡Beep!... ¡Beep! – repite el mismo sonido intermitentemente unos segundos, hasta que la velocidad aumenta – ¡Beep, beep, beep, beep, beep!
La dirección en la que apunta sus “binoculares” se mueve conforme sigue a cualquier persona que esté observando, así como la cantidad y velocidad de los “Beep” conforme a la cercanía de la misma. Mi vista sigue clavada en ella cuando por el rabillo del ojo distingo la silueta de una persona avanzando por detrás de mí hasta colocarse frente a Zoe. Levanto ligeramente la mirada encontrándome con el tatuaje de lobo rojizo, después observo al poseedor del mismo, se trata del chico rubio con intensos ojos azules y rostro angelical, él la observa levantando una ceja, posiblemente sorprendido por la locura de la chica.
- ¿Qué mierda? – pronuncia claramente y sin tapujos en dirección de la rubia.
- ¡Beep! – pronuncia sin alejar sus “binoculares” de sus ojos – Te estoy observando, Zack Rowling.
- Sí, como sea – le echa una mala mirada y a continuación sigue su camino.
El siguiente chico es el del lobo gris, me inquieta el hecho de que Zoe sigue observándolos detenidamente con sus binoculares improvisados, el castaño la mira con el ceño fruncido un segundo y sigue su camino como si nada.
- Eres de otro mundo, chica – el siguiente es el chico con camisa de manga larga, tan sólo puedo divisar su mirada de fastidio en dirección de la rubia y me giro hacia mi bandeja de inmediato.
- Eres única, Zozo – volteo nuevamente, ahora es el chico del lobo blanco.
Por el espacio que se hace entre Zoe y el lobo blanco observo que los tres lobos restantes han tomado asiento.
- Definitivamente pienso ir con Zack al baile de bienvenida – su tono es bastante serio, aunque sus “binoculares” me dicen todo lo contrario.
- He apostado por ti, Zozo.
- ¡Te quiero, Damian! – forma un “pico” con los labios, improvisando un beso.
Hace un guiño a la rubia y después se va, no sin antes echar un vistazo hacia el fondo de la mesa, de inmediato bajo el rostro para que no pueda verme. No es que sea importante, pero no quisiera dar motivos para que recuerde nuestro pequeñísimo y vergonzoso encuentro días atrás.
- ¿A qué se refiere con que ha apostado? – el tono inquieto de Dallas llama la atención de todas, Zoe se limita a levantar ambos hombros.
Me remuevo inquieta una vez más, acto seguido, mi mirada viaja hacia la pequeña rubia quien ha vuelto a improvisar los binoculares y se ha girado para hostigar al rubio.
- Mi plan será perfecto – gira el rostro hacia nosotras – ¡No va a fallar! ¿quieren que se los diga?
- Deberías comer, Zoe – sugiere Renée.
- ¡Oh! – Ónix se levanta de repente – Chicas, él es mi amigo Jason. ¡Jason!
El chico voltea y justo en el momento en que ve a la casi pelinegra esboza una sonrisa como si no la hubiese visto minutos atrás. La chica le hace señas para que se acerque y él obedece de inmediato.
- Buenas tardes – observa las bandejas sobre la mesa – Buen provecho.
- Gracias – respondemos al unísono.
- ¡Hola, Jason! – la rubia se sube a la silla y cuando se percata que aún lleva puestos los “binoculares”, de inmediato aleja las manos de su rostro – Soy Zoe.
- Hola, Zoe – sonríe divertido.
- Ella es Renée – ahora lo presenta Ónix, la chica levanta la mano a modo de saludo y después se concentra en sus asuntos los cuales parecen demasiado importantes– Ahí Dallas.
- Hola, Dallas.
- Un gusto, Jason – a continuación dirige toda su atención a su teléfono celular.
- Y a Lake y Erin te las presente hace un rato – la castaña a mi lado sonríe en grande y luego dirige su vista hacia su conversación con “Adam el imbécil”, en realidad no quería leer nada pero tengo vista de águila.
- Las recuerdo – asiente y a continuación echa un vistazo a la mesa de los lobos – ¿Tuviste algo de suerte con Kaden?
- ¿Disculpa? – me inclino un poco hacia él.
- El lobo negro…
- ¿Cuál lobo negro? – Zoe nuevamente se interesa por el tema – ¿Hay otro lobo? – ahora pregunta hacia el chico y luego se gira hacia mí – ¿Él es tu cita para el baile? ¿Está bueno?
Mi vista se clava en ella, luego echo un vistazo a Ónix quien observa casi aterrorizada a la rubia.
- Zoe – la llama – ¡Zoe! – la observa con curiosidad y los ojos bien abiertos – No trajiste bebida, deberíamos ir por algo para beber.
- ¡Sí!
- Sí, vamos – me levanto de mi asiento – Ya regresamos, ¿necesitan algo?
- ¿Sucede algo? – Lake frunce el entrecejo con un deje de curiosidad.
- No – se apresura a decir la casi pelinegra cubriendo por completo mis espaldas – Sólo iremos por algunas sodas.
- Oh, está bien – echa un vistazo a su celular y a continuación abre el libro que leía ayer.
Me levanto y camino detrás de Zoe y Ónix.
- Lo siento – susurra Jason.
- Descuida, pero por favor, mantén el secreto – echo un vistazo a la rubia – Espero que lo siga siendo.
- Creo que estamos comenzando una linda amistad, ¿no les parece? – la rubia pasa uno de sus brazos por los hombros de la pelinegra y el otro por mis hombros ocasionando que camine de puntitas debido a la diferencia de altura entre las tres.
- ¿Recuerdas qué era lo que hablábamos hace un instante? – pregunto con la esperanza de que al tener tantas ideas en su cabeza se le haya olvidado el tema del lobo negro por completo.
- Sí, justo estaba por comentarles sobre mi plan de conquista de Zack. ¿Les cuento?
- Estoy ansiosa por escucharlo.
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Voy camino hacia mi penúltima clase de inducción. No puedo dejar de pensar en el condenado papel, hoy en la mañana estuve a punto de robar uno nuevo; los baños se llenan por completo así que me levanto cuarenta minutos antes de la hora que suena la alarma más temprano y tomo una ducha.
Pensé demasiado en la posibilidad de que al robar un papel nuevo, éste tuviese las características de otro lobo, sin embargo las posibilidades eran relativamente nulas. Al final, mi conciencia no me permitió hacerlo.
Un escalofrío recorre mi cuerpo de repente, salgo de la telaraña que me he creado en la cabeza y fijo la vista hacia el frente.
- Mierda.
El lobo negro platica amenamente con una chica, ésta está recargada en uno de los pilares de la pared y él tiene el brazo derecho extendido y la mano recargada en el mismo, mirándola y sonriendo coqueto. Me detengo en seco y sin pensarlo me giro en busca de otro camino, llegando sana y salva a mi aula de clases.
Introducción a la Filosofía, consta de dos horas, abarcando la penúltima y la última clase del día de hoy. Gracias al cielo logro dejar de lado todo el drama ocasionado por el asunto del primer reto de la fraternidad, y me concentro por completo en la clase, tanto que las dos horas se me pasan volando.
Una vez que camino por los pasillos que dan hacia la salida puedo visualizar cómo un trozo de papel doblado cae del pantalón de una chica en un intento fallido de guardarlo en su bolsa trasera. Observo hacia todos lados en busca de alguien que lo haya visto, al ver a todos distraídos, me acerco casi corriendo y lo tomo entre mis manos, lo desdoblo con sumo cuidado y el dibujo de la bandera de Inglaterra más la frase “Lenguas Extranjeras” parecen brillar frente a mis ojos.
Lo tomé buscando cobre y encontré oro.
Camino lentamente, feliz de la vida y sin preocupación alguna hasta que puedo visualizar a la dueña del papel. Está acompañada de otras dos chicas y las tres sonríen entre sí. Cierro con fuerza los ojos y sigo mi camino.
Sin éxito alguno me detengo tan sólo algunos pasos delante de ella, me maldigo a mí misma y regreso hasta donde está.
- Hola – saludo sin ánimo alguno – Lo siento pero, creo que se te cayó esto.
Entrego el papel y la chica lo mira, acto seguido, esboza una sonrisa aún más grande de lo que ya era.
- Es mío, gracias.
Asiento y después me marcho hacia cualquier lugar lejos de ahí, lo más pronto posible. Espero Kirian vea esto a través de nuestra telepatía de hermanos mellizos, de esta manera no se atreverá a decir que mi inteligencia emocional es igual a cero y no poseo la capacidad de ser empática.
En los edificios cerca del estacionamiento giro por el pasillo hacia la derecha y me pongo en cuclillas recargando mis puños y frente sobre la pared.
- El muro no se caerá – justo después de esa frase, el olor a tabaco se adentra por mis fosas nasales. Abro los ojos y giro el rostro para ver al dueño de aquella voz, se trata de un rubio, sentado sobre el piso mientras fuma un cigarrillo – ¿Quieres? – niego – El tabaco no es exactamente un ansiolítico, pero me sirve bien como placebo – regreso la vista hacia la pared grisácea del edificio sintiéndome ridícula – ¿Está todo en orden?
Lo observo nuevamente y lentamente me levanto hasta erguir por completo la espalda, el rubio me mira hacia arriba.
- Todo está bien – me encojo de hombros – Lamento perturbar tu momento de paz.
- ¿En serio? – levanta una ceja sin dejar de fruncir el entrecejo – No parece que lo lamentes.
- También lamento eso – me giro sobre mis talones dispuesta a marcharme de ahí.
- ¿Puedo saber tu nombre, chica de la mirada peculiar? – me detengo y giro en ciento ochenta grados.
- Erin – mi tono suena sin pizca alguna de confianza – ¿Cuál es tu nombre, chico del cigarrillo?
Sonríe de lado, acto seguido restriega la colilla del cigarrillo en el piso apagándolo por completo, se pone de pie frente a mí, quedando su mirada a algunos escasos diez centímetros por encima de la mía, quizás menos.
- Eres alta – dice sin dejar de sonreír de manera confiada – Llámame Gap.
El ligero aroma a cigarro que se desprende de él, extrañamente no me molesta en lo absoluto, por el contrario, encuentro cierta sensualidad en ello. Observo el aro metálico en el lado derecho de su nariz, sus labios gruesos y luego reparo en la cadena que se esconde en el cuello de su playera.
- Hasta luego… Gap.
Me alejo de él y me encamino hacia el estacionamiento, ubico mi auto y antes de entrar echo un vistazo hacia el chico; él sigue observándome. Blanqueo los ojos antes de subirme al vehículo y arrancarlo en dirección del Starbucks más próximo a la universidad.
“Te veo en 15 minutos aquí”
Envío el mensaje a mi hermano seguido de la ubicación, yo no tardo más que cinco minutos en llegar. Pido dos bebidas frías y con impaciencia espero a mi estúpido hermano.
Observo la hora en mi teléfono celular por millonésima vez, alzo la mirada y no hay rastro de Kirian por ninguna parte. Doy un sorbo exhaustivamente largo a mi té cuando la camioneta de mi hermano se estaciona afuera. Golpeo levemente la mesa con ambas palmas de mis manos hasta que el rubio llega, se sienta frente a mí y da un sorbo de la que asume es su bebida.
- No sé si pueda hacer esto – su ceño se frunce.
- ¿Tan pronto vas a renunciar? – se recarga sobre la mesa concentrándose por completo en la charla.
- Él es un completo idiota, hermano.
- ¿A quién te refieres con “él”? – hace las comillas en el aire.
- La fraternidad está haciendo retos – comienzo a explicar con desesperación – Debo hacer que un tipo, quien por cierto es un completo patán, vaya conmigo al baile de bienvenida, ese es el primer reto.
- ¿Ya lo invitaste?
- No.
- ¿Entonces? Deja de comportarte como una niña y hazlo, te dije que no sería fácil.
- El tipo está loco – mi tono es completamente serio.
- ¿Cómo lo sabes si ni siquiera lo has invitado? – da otro sorbo de su bebida – Ponte algo escotado, mientras el pelado vea tus tetas, no tendrá oportunidad de decir que no.
- ¡Soy tu hermana, idiota! – le propino un buen zape – No hables como si fuera una tipa cualquiera que apenas y conoces.
- Lo siento – se encoge de hombros – Pero, si en realidad quieres seguir estudiando, debes hacer cualquier cosa, apenas llevas una semana siendo alumna de Longwood, no te des por vencida, idiota.
- Tú eres el idiota.
- Sabes a lo que me refiero.
- Kirian… el tipo vino hacia mí, se puso así de mi cara – con mi mano muestro la cercanía del tipo.
- ¿Te besó?
- ¡No!
- Entonces no pasó nada, quizás sólo quería verte de cerca, ha de parecer miopía.
- Miopía… – resoplo fastidiada – No lo creo.
Se dedica a beber su café frío mientras me observa como estúpido.
- Tal vez quiera algo, ¿y si le ofreces dinero?
- ¿Y si quiere favores sexuales en vez de dinero? – el líquido ascendiendo por el popote se detiene en seco y luego baja hasta reincorporarse al resto de bebida.
- ¡Ni creas que lo vas a hacer! Ofrécele a alguna modelo y ya – levanto la ceja obvia – Cierto… no tienes amigas modelos.
- Gracias por recordármelo.
- Yo puedo ayudarte con eso, tengo muchas amigas. Dile que conoces a muchas modelos, le muestras el catálogo para que elija y yo la consigo para él.
- ¿Ahora eres proxeneta? – lo miro de mala gana.
- ¡Eso! Has practicado tus expresiones faciales – levanta la mano para chocarla con la mía, lo ignoro por completo – ¿Hiciste amigas?
Al instante se me vienen a la cabeza Zoe y sus locuras, Lake, Ónix, Dallas y Renée. ¿Podría ya considerarlas como amigas?
- No exactamente – evado su mirada.
- ¡Socializa!
- ¡Estoy socializando! – me quejo sin sacar el popote de mi boca.
- Pasado mañana me iré a Francia, regresaré una semana después y cuando esté aquí quiero que tengas por lo menos una amiga, ¿me entendiste?
- ¿A qué vas a Francia? – entorno los ojos.
- Sesión para Marie Claire – levanta las cejas repetidas veces con sorna.
- Presumido de mierda.
- ¡Me has dicho mierda! – me señala con el dedo índice.
- Sí, lo hice.
- Por eso no tienes amigos.
Se cruza de brazos y desvía la vista hacia la ventana.
- Deja de actuar como un niño – suspiro con pesadez – Eres la única persona que puede entenderme.
- ¿Estás tratando de manipularme? – me mira con fastidio.
- ¡No! – alargo la “o” – Bueno… en realidad sí, pero, es cierto y lo sabes.
- Hermana – carraspea antes de continuar – Te daré la perfecta motivación para que cumplas ese estúpido reto. Mis padres han colgado lonas de “Bienvenida de vuelta a casa, sabíamos que regresarías pronto. Te amamos” – hace las comillas en el aire – Desde el día que te fuiste, tanto en tu casa, como en la mía y en la de ellos, para que la veas una vez que entres por la puerta de la casa a la que que llegues primero.
Este hombre se ve, quiero decir, actúa como idiota, pero en ciertas ocasiones, escasas, suele dar justo en el punto.
- ¿Sabes qué? – me levanto de la silla – Lo haré, estoy decidida – camino hacia la salida – Ellos creen que no soy capaz, pero yo seré quien ría al último. Regresaré a la universidad, buscaré al idiota y lo obligaré a ir conmigo al baile.
- Espera…
Sin voltear atrás, subo a mi auto y emprendo marcha hacia la universidad una vez más. Camino a paso firme por el campus hasta adentrarme al umbral de la cafetería, toda la motivación que tenía se esfuma; puedo verla salir como una bruma que jala inclusive mi espíritu, justo en el momento en que mi mirada se topa con la mesa de los lobos. Me quedo estática, recargada en el marco de la puerta, observando la mirada de superioridad del lobo negro, rebusco con curiosidad en su brazo derecho, nuevamente cubierto por la manga larga de su playera.
- Erin – me giro una vez que escucho la voz de Ónix, la chica se acerca dando un vistazo alrededor – ¿Pudiste cambiar la hoja?
Mi espíritu que huía en compañía de mi motivación cual globo de helio que se ha escapado de las manos despistadas de su dueño, ahora huyen con más rapidez.
- No pude hacerlo – me encojo por completo de hombros.
- ¿Tienes alguna idea de…? – niego antes de que pueda terminar su pregunta – ¡Sh, sh!
Lleva su índice a su boca indicándome que guarde silencio, la palabra “lobo” resuena una y otra vez a lo lejos, hasta que el sonido se hace cada vez más fuerte, causa de la cercanía de quien sea que está hablando.
- Es en serio, esa rubia ridícula tiene a un lobo como cita, ¿por qué yo no tener a uno también? – se queja una morena con voz chillona.
- Él ni siquiera va a aceptar ir con ella…
Pasan por detrás de nosotras y siguen camino hacia la salida del edificio, Ónix me observa con los ojos bien abiertos y la miro tratando de descifrar sus pensamientos. Toma mi brazo y sin objeción la sigo por completo, a escasos metros de las chicas, la casi pelinegra empieza a reír fuerte y segundos después lo hago también siguiéndole el juego.
- ¡No puedo creer que te haya tocado uno de los lobos como pareja! – casi grita intencionalmente.
- ¡Shh! No grites, se supone que es un secreto – mi voz suena apagada y sin expresión alguna, Ónix me mira de mala gana y da un apretoncito en mi brazo.
- No deberías dejarlo debajo de tu almohada, alguien te lo puede robar – justo pasamos a un lado de las chicas.
- No te preocupes, nadie entraría a mi habitación – nuevamente mis escasos dotes de actuación se ven reflejados – La cual es la penúltima en la casa de Phi Beta Kappa…
- Erin – me regaña en susurros – Hazlo mejor.
- Lo siento – me disculpo en susurros también – Deberíamos salir a buscar vestidos para el baile.
- Vayamos hoy.
Damos vuelta en dirección contraria de la salida y nos escondemos en la entrada de uno de los salones.
- ¿Crees que dé resultado?
- Habrá que averiguarlo más tarde, ahora vayamos a comer, de verdad muero de hambre – empezamos a caminar nuevamente hacia la cafetería – ¿Sí dejaste el papel debajo de tu almohada?
- Rayos…
Le echo un vistazo y a continuación me dirijo corriendo hacia el edificio de las Phi Beta Kappa a dejar mi hoja donde se supone debe estar.
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Termino de ducharme y ya vestida me dirijo hacia mi dormitorio, con cuidado y en puntitas camino hacia mi cama. Echo un vistazo rápido a las demás chicas, todas están completamente dormidas. Doblo mi pijama y la introduzco en el cajón inferior del pequeño buró, del cajón superior tomo el cepillo y peino mi melena con tranquilidad y cuidado, cinco minutos después escucho unas tres alarmas más. Una es de alguna de mis roommates, enciende la lámpara de su buró y me echa un vistazo.
- Buenos días – saluda sentada en su cama con un ojo cerrado a causa de su somnolencia.
- Buen día, Cameron.
Me levanto de la cama y me dispongo a tender las cobijas, quito la funda a la almohada y la sacudo antes de volverla a poner. Un pequeño trozo de papel sale volando y cae al piso. Me inclino a tomarlo y enciendo la lámpara para ver con más claridad, sobre el papel están escritas las palabras “Psicología” y “Pelirrojo”, además hay un dibujo de la bandera de Irlanda.
Mi alma y motivación que se habían ido como un globo relleno de helio, de repente regresan a mi cuerpo. Siento tantas emociones que no tengo idea de cómo reaccionar.
- ¿Qué sucede? – una muy adormilada Dallas se sienta sobre su cama restregándose los ojos con ambas manos – ¿Por qué estás vestida tan temprano? – me mira arrugando la nariz – ¿Qué hora es? – enciende la pantalla de su celular frente a su rostro – ¡Mierda! Se me hará tarde.
Dicho esto se levanta como de rayo, toma una toalla y se va corriendo hacia las regaderas. Aún en mi trance, camino arrastrando los pies en dirección de la última habitación del sótano con la hoja en mano. Las chicas ahí se encuentran alistándose para las clases, Renée se aplica base de maquillaje frente al espejo, mientras Zoe ya vestida brinca inquieta sobre su cama.
- Buenos días – Lake saluda con la mano disponible, la otra sostiene la toalla enredada en su cuerpo.
- Hola…
- ¡Erin! – saluda la rubia sin dejar de brincar como loca.
Ónix aparece en medio de mi camino con la confusión plasmada en su rostro, con los dedos de su mano derecha peina hacia atrás su cabello mojado.
- Me es difícil saber si te encuentras bien o mal – dice la casi pelinegra con honestidad.
- Funcionó – digo por lo bajo pero suficientemente alto para que pueda escucharme.
- ¿En serio? – sus ojos brillan de la sorpresa, luego se acerca a mí a paso veloz.
- Sí – asiento repetidas veces.
- ¿Todo está bien? – ahora se acerca la castaña.
- Lo está – sonrío de pura felicidad – Hoy me acercaré con mi cita para el baile de bienvenida.
- ¡Eso! – junta las manos dando un pequeño aplauso.
- Las dejo para que sigan alistándose – me dirijo hacia todas.
- Hasta luego, Erin – Renée levanta la mirada de su espejo para despedirse.
- ¡Nos vemos en la cafetería a la hora de la comida! – Zoe deja de saltar y se despide con la mano.
- Bye.
Me despido agitando la mano y regreso a mi habitación, ordeno por completo mi espacio y me encamino hacia mi clase sin ocultar en lo absoluto mi destreza en pasarela, provocada por mi gran emoción.
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Mi mano se levanta una y otra vez para opinar en clase, estoy demasiado sabelotodo hoy. Inclusive estoy entusiasmada por llamar a mamá y papá para darles la noticia de que pasaré con éxito mi primera prueba, pero no será tan divertido puesto que Kirian no estará ahí para grabar sus reacciones con su teléfono celular.
Cuando el timbre suena, salgo del aula pisando firme. Cruzo el pasillo hasta llegar al que da a la salida del edificio.
- ¿Acaso estoy en el Victoria’s Secret Fashion Show? – me detengo al reconocer la voz, giro levemente el rostro hacia mi izquierda encontrándome con el chico del cigarrillo y melena rubia. Regresa la paleta a su boca y camina algunos pasos hasta quedar frente a mí, sonríe de lado y a continuación saca su paleta nuevamente – ¿Pudiste concluir la primera prueba de Phi Beta Kappa?
- ¿Quién…?
- Es obvio – levanta ambos hombros con desdén – Las chicas lindas se unen a Phi Beta Kappa.
Observo su lengua mientras habla, está teñida de un rojo intenso, luego veo directamente a sus ojos no sin antes detenerme un momento en sus labios gruesos.
- Casi.
- ¿Casi? – levanta una ceja – Estamos a unos tres días del baile de bienvenida.
- Sí, yo… estoy en eso – meto mis manos a los bolsillos de mi chaqueta.
- Tu hoja – vuelve a introducir la paleta, dudo un instante antes de mostrarle mi papel. Lo toma y lo coloca frente a su rostro.
- ¿Rumpelstiltskin? – pregunta más para sí mismo con una sonrisa burlona en el rostro, acto seguido vuelve a recordar que estoy frente a él – Quiero decir… ¿te acercaste a él?
- No exactamente.
- ¿Al menos sabes quién es? – lame sus labios y patéticamente es en lo único que puedo concentrarme. Carraspeo para recuperar la compostura y sin decir una palabra lo observo, el chico respira hondo – Su nombre es Harvey Stewart – gira el rostro en busca de algo o alguien – Creo que lo vi entrar a los sanitarios del edificio… ven – toma mi mano y me lleva al pasillo que da a la izquierda justo a la entrada del edificio – Esperemos a ver si sale.
- Ahí va un pelirrojo – señalo por la ventana.
- ¡Alcánzalo! Es él.
- Gracias, Gap – arranco el papel de su mano y me dirijo a grandes zancadas hacia afuera. Me basta con caminar a paso veloz para colocarme detrás de él, respiro hondo armándome de valor – ¿Harvey?
El chico voltea y detiene por completo su caminata. El muchacho es de mi estatura, posee cabello color rojo intenso y ojos verdes como esmeraldas, además, su rostro está lleno de pequeñas pecas que bajan por su cuello.
- Disculpa, ¿nos conocemos?
- No aún, ¿eres Harvey Stewart que estudia la carrera de psicología? – muestro el papel desdoblado frente a él.Lo observa un instante entornando los ojos, luego me mira y asiente.
- También soy pelirrojo e irlandés – sonríe de lado y me siento aliviada porque no sea un loco demente.
- No sé cómo decirte esto – empiezo a caminar lento y él sigue mi paso – Ya lo sabes, por supuesto, pero según esta hoja, debes ser mi pareja para el baile de bienvenida. Así qué… ¿aceptarías ser mi pareja para el baile?
El chico sonríe, frunce el entrecejo, como si lo que acabara de decirle fuese una broma.
- Pues… sí – levanta ambos hombros.
- Perfecto… ¿vas hacia la cafetería? – asiente – ¿Está bien si te acompaño?
- Claro – aumentamos la velocidad de nuestros pasos – ¿Cuál es tu nombre?
- Llámame Erin.
- Erin… me gustan tus ojos – me echa un vistazo sin rastro alguno de flirteo y luego regresa la mirada hacia el frente.
- Gracias – me encojo de hombros sintiéndome tímida y estúpida. Cerca de la entrada Dallas y Zoe platican con ánimo, bueno, en realidad sólo Zoe, la castaña mantiene una expresión de pocos amigos, observo a Ónix y Lake integrarse con ellas – ¿Me pasas tu número telefónico?
- Oh, claro – le entrego mi teléfono y registra su número por su cuenta.
- Te mando mensaje después de la comida.
- Lo estaré esperando.
Se aleja hacia un grupo integrado por dos chicos y dos chicas a platicar, yo me acerco hacia las chicas con las que compartí mesa ayer.
- ¿Y ese chico? – Lake levanta las cejas repetidas veces.
- Encontré a mi cita para el baile, acaba de aceptar ir conmigo.
- ¡¿En serio?! – Zoe le echa un vistazo al pelirrojo y luego, brinca de la felicidad un instante, acto seguido se detiene y la emoción se va de su rostro – Espera… pero – señala hacia atrás con el ceño fruncido.
- ¿Pero?
La pregunta de Ónix la toma por sorpresa, la miro completamente extrañada antes de ser tomada por el brazo sin advertencia alguna. El chico es lo bastante fuerte como para llevarme casi a rastras a algunos metros de la entrada a la cafetería.
- ¡Suéltame! ¿Quién rayos eres tú? – me suelto de su agarre y es justo ahora que puedo reconocerlo.
- ¿Qué es esto? – ignora por completo mi pregunta y coloca frente a mi rostro la hoja de papel de la cual creí haberme deshecho.
- ¿Una hoja con dibujos? – me hago la loca por completo.
- ¿Y por qué esta hoja con dibujos me la entregó una tipa que no eres tú? – su pregunta parece tener una respuesta obvia, la cual finjo no saber – A pesar de que estaba esperando encontrarme con tu feo rostro la primera vez que lo viera, Husky.
- Pues… no sé – me encojo de hombros.
- ¿Acaso crees que una novata como tú puede rechazarme desde el principio? – los músculos de su rostro están tensos, su mandíbula se aprieta de tal forma que creo que sus dientes comenzarán a rechinar en cualquier instante – Las cosas no son así, Husky. Yo soy el que rechaza, no tú.
- ¿Qué te hace pensar que ese papel es mío? – levanto una ceja.
- Tu amiga la rubia – señala a Zoe quien al instante abre los ojos como dos platos y se encoge de hombros, cabe mencionar que al parecer se acercaron para escuchar el intento de discusión desde más cerca – Ella – la chica lleva de inmediato las uñas a su boca y empieza a morderlas con la preocupación reflejada en su rostro – Dijo a los gemelos, sí, Duncan y Dean, que yo soy tu pareja para el baile. Y bueno, el rumor viajó y llegó hasta mis oídos – pongo todo de mí para que mis músculos faciales gesticulen un ceño fruncido dirigido a la rubia.
- ¿Era… un secreto? – pregunta Zoe con inocencia, intentando esbozar una sonrisa la cual se ve más como una mueca de pena. Revoleo los ojos antes de observarlo nuevamente.
- Las cosas están así… ya tengo pareja para el baile de bienvenida.
Su entrecejo se frunce aún más. Incluso sus mejillas se han puesto rojas.
- Kaden, ¿quieres tranquilizarte? – el pelirrojo se acerca a mi rescate, levanta las manos intentando tranquilizar al chico quien parece estar a punto de hacer erupción cual volcán.
- ¿Tú quién mierda eres?
- Él es mi cita para el baile – me cruzo de brazos, como si esto me ayudara a reafirmar mi frágil firmeza.
- ¿Cita? – desdoblo la hoja de papel con las características del irlandés y la agito frente a su rostro, éste la arrebata de mi mano y la observa con más detenimiento – ¿Me estás diciendo que prefieres llevar a Ronald McDonald antes que a mí?
Levanto ambos hombros con desdén, el chico me echa una mirada envenenada y a continuación arruga mi papel entre su mano, luego lo tira al piso.
- ¡No lo maltrates! – estoy a punto de inclinarme para recogerlo cuando me toma por los hombros y me regresa a la postura que estaba.
- Vamos, Kaden. Estás exagerando las cosas, no hagas un espectáculo.
- ¡Tú cállate, Quasimodo! – se inclina por el papel y estira la mano para entregárselo, dando un empujón al chico, éste toma la hoja arrugada a la fuerza – Ella te buscará. Y tú, Husky – se acerca a mi rostro y clava en mis ojos su intensa mirada – Ahora más que nunca vas a arrepentirte de lo ocurrido. Ni siquiera pienses que puedes deshacerte de mí así de fácil, esperarás a que se me dé la gana de elegir un color que sea de mi agrado para tu vestido, ¿entendiste, fea?
Debo admitirlo, su mirada empieza a provocarme miedo.
- Tal vez no lo has entendido, pero yo ya tengo pareja.
Levanta una ceja y acto seguido clava la vista en Harvey, al chico le toma sólo un instante para bajar la mirada y luego mirarlo resignado, a continuación, me ve a mí.
- Lo siento, Erin. No iré contigo al baile…
Lo observo sin entender del todo por qué accede ante la petición infantil del castaño. El pelirrojo me echa un último vistazo avergonzado y luego se va.
- Guarda bien esto, Husky – el castaño toma mi mano y me obliga a sostener el papel con sus características, avanza dos pasos antes de regresar nuevamente – Y por favor, deshazte de esa cara de póker que llevas pegada en el rostro, es desesperante.
Dicho esto se va por donde supongo que vino, dejándome del todo perpleja.
- Al menos dijo por favor… – las palabras de Zoe no me tranquilizan en lo absoluto – Lo siento – esboza un puchero.
- ¿Qué fue eso? – pregunto en dirección de las chicas, a Ónix, para ser exacta.
- Acabas de conseguir cita para el baile – Lake se encoge de hombros respondiendo acertadamente a mi pregunta – Aunque deberías tener cuidado, el tipo está muy loco.
- Sí – Zoe corre cerca de mí con los brazos cubriendo su pecho pretendiendo estar asustada – Me dio miedo.
- Tú lo provocaste – clavo la mirada en la rubia quien parece hacerse aún más pequeña de la vergüenza.
- Eso fue fácil – comenta Dallas con el entrecejo fruncido llamando nuestra atención, y salvando a Zoe de mi mirada póker/asesina – Para pertenecer al clan de los ridículos y petulantes lobos, prácticamente no tuviste que pedirle que fuera contigo al baile. Él se adjudicó ser tu pareja por su cuenta.
¡Touché!
En teoría tiene razón. Pero sucedió de una manera tan extraña que tengo bastantes dudas con respecto a su comportamiento, la primera y más importante, ¿qué hice desde un principio para que destile tanto desagrado hacia mí?
Me es fácil leer su mirada y estoy segura de que por alguna razón no le agrado en lo absoluto.
Observo nuevamente a Zoe, su mirada azul se cruza con la mía y al instante sonríe apenada, no sé si rodear su cuello con mis manos y zarandearla hasta que deje de respirar, o simplemente agradecerle por su intervención no premeditada que ha provocado que consiga justo al chico que el destino, injustamente, me proporcionó como pareja para el baile de bienvenida.
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Bart Simpson
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