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Reminders of reality

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Mensaje por indigo. Miér 18 Jul 2018, 10:12 am

Allyyyyy:
indigo.
indigo.


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Mensaje por peralta. Lun 23 Jul 2018, 8:01 pm

ahh voy a leer Reminders of reality - Página 4 2841648573
peralta.
peralta.


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Mensaje por hange. Lun 23 Jul 2018, 8:37 pm

muero con los caps Reminders of reality - Página 4 1129725545 Reminders of reality - Página 4 1129725545 estoy comenzando a shippear a los pjs demasiado rápido, alguien ayúdeme Reminders of reality - Página 4 1129725545
hange.
hange.


http://www.wattpad.com/user/EmsDepper
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Mensaje por Jaeger. Miér 08 Ago 2018, 5:49 pm

Holi Reminders of reality - Página 4 1477071114 lei el cap entero y me encanto! voy a dejarte un comentario pronto, Kate Reminders of reality - Página 4 2841648573

Por cierto, siento estar tardandome en subir :( me quede sin internet, sin cargador para mi laptop, pero que no cunda el pánico que ya se le estoy usando la laptop de mi sobrina xD Subiré pronto prontito Reminders of reality - Página 4 1477071114
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Jaeger. Miér 22 Ago 2018, 9:47 pm

muchacha ojos de papel :

Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Jaeger. Miér 22 Ago 2018, 9:51 pm

Siento tardar, antes que termine el mes subo capitulo Reminders of reality - Página 4 1477071114
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Kida Dom 23 Sep 2018, 5:21 pm

Les tengo una sorpresa, aun no se las enseño porque bueno, la vida se metió un poco en mi camino y no lo he terminado jeje. Pero les quería decir igual Reminders of reality - Página 4 285151902

___________________________________________

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I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
Kida


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Mensaje por peralta. Dom 23 Sep 2018, 7:06 pm

omggg Reminders of reality - Página 4 2841648573 Reminders of reality - Página 4 2841648573
peralta.
peralta.


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Reminders of reality - Página 4 Empty Re: Reminders of reality

Mensaje por Jaeger. Dom 23 Sep 2018, 9:08 pm

Yo quiero saber la sorpresa!
Perdón por la tardanza :( ya voy a subir en estos dias!!
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por indigo. Lun 15 Oct 2018, 2:42 pm

[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
indigo.
indigo.


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Mensaje por Jaeger. Jue 18 Oct 2018, 3:16 pm

ESTOY TERMINADO EL CAPITULO, PERDÓN Reminders of reality - Página 4 1054092304
Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por Jaeger. Lun 22 Oct 2018, 7:19 pm

holi:




Capítulo 07
Blair Hawthorne | By Stark.


Aun seguía tapándome la boca con la mano, demasiado impresionada por como sacaban a Maxie a upa sobre el hombro mientras Bailey soltaba palabrotas que no sabía que una niña de once años supiera. Niall Horan, el sexy y tierno duende, estaba con un paño en la nariz sin poder detener la hemorragia. A su alrededor estaban Louis, Zayn y Liam, preocupados y tan confundidos por la reacción de la que se supone que es su fan. Jamás creí que los conocería así, no con Maxie rompiéndole la nariz a uno de ellos.

—¿Usted la conoce, señorita? —pregunto uno de los de seguridad en mi dirección.

—No, es la primera vez que la veo —mentí descaradamente, pero no me iban a sacar de allí y mucho menos por culpa de la locura de Maxie.

Entrecerró los ojos en mi dirección sin mucha confianza en mis palabras. Mi rostro de ángel ayudo a convencerlo cuando hice un puchero con mis labios y termino cediendo. Un muchacho se acercó hacia Niall para atenderlo. Los miembros se quedaron a su alrededor, aun preocupados. Yo me quede aun lado sin entender bien que hacer. ¿Tenía que irme? Porque yo no iba a marcharme sino obtenía un autógrafo de Harry Styles, el amor de mi vida; amor que no aparecía en ninguna parte. ¿Dónde diablos estaba? ¿Y Libbie?

—Ya se detuvo la hemorragia —comento luego de pocos minutos de revisarlo—¿Qué le hiciste a esa chica?

—Prefiero no hablar de ello—contesto con muecas de dolor esparcidas en su rostro. Le costaba hablar.

La atención se centró en mi cuando Liam Payne fue el primero en acercarse. Los nervios me traicionaron y se me formo en el rostro una sonrisa tímida. El me devolvió el gesto con más confianza.

—Disculpa, te has visto envuelta en este rollo. ¿Cómo te llamas?

—Espera, yo te conozco —esta vez fue turno de Louis en acercarse, volándome por completo el corazón. Pronto tenia a Niall acercándose, mejor del golpe. Tres One Di tan cerca que creía que iba a morir—Eres la hija de Benjamín Hawthorne, ¿cierto? Blair.

Ni siquiera me importaba ser conocida por ser hija de papi, es más, me llenaba de orgullo porque él era adorado aunque yo fuese un desastre. Y que tus amores platónicos de adolescencia sepan tu nombre era mil veces mejor que nada.

—Sí, es mi papa.

—¡Amo sus películas! —exclamo Louis con euforia.

—Y tu madre es espectacular —comento Liam aun sonriendo—He tenido la oportunidad de conocerla, es admirable.

—Gracias—no sabía que más decir.

—Lástima que no te parezcas ni un tantito a ellos.

La acusación me pareció extraña y cuando busque a la persona, me sorprendió ver a Zayn Malik dirigiéndose a mí con una sonrisa burlona en el rostro. Lejos de sentirme intimidada, su comentario me molesto. No es que no haya tenido mi época de súper amor por todos los miembros y no este contenta con conocerlos, pero Harry acaparaba toda mi atención y amor desde el primer momento. Me gustaba Zayn como ídolo, era un chico lindo con estilo de chico malo y en persona era mil veces mejor. Pero yo, que había conocido a las grandes estrellas del mundo del espectáculo, no se me hacía inalcanzable las estrellas. Estaba acostumbrada a pasar entre famosos y famosos, que sabía que eran personas normales como yo, no estaba intimidada.

—Así que eres tu—sus amigos se abrieron entre ellos para darle espacio, tan curiosos como yo.

—¿Disculpa?

Zayn señalo el casco que se encontraba en una mesa a pocos metros de nosotros.

—La loca del auto.

Mi boca se abrió tan en grande que me costó cerrarla, casi creía que se me había trabado. No me podía creer que el imbécil que casi atropello era uno de los One Direction.

—¿Tú eras el imbécil?

Su expresión se oscureció y pensé que no había elegido las mejores palabras para expresarme.

—¿Imbécil? Fuiste tú la loca que casi me mata.

—No me digas así, no soy una loca. Te apareciste de la nada.

—No estabas prestando atención en lo absoluto —frunce el ceño, molestándose—Deberías ser más atenta y considerada.

—Soy ambas cosas, además de bonita.

—Como sea, la demanda la tendrás.

Lo fulmine con la mirada. ¿Cómo es que de un encuentro maravilloso sucedían tantos desastres? Libbie desapareciendo, Maxie golpeando al duende más lindo y tierno mientras que Zayn Malik va a denunciarme. Lo peor es que Harry aun no aparecía. ¿Y si me echaban antes de poder verlo?

—Espera, Zayn, tranquilo —Liam intervino colocando una mano sobre su hombro—Ya le rompieron la nariz a Niall, no busques más problemas.

—¿Buscar problemas? —inquirió indignado en su dirección— ¿No viste lo que le hizo a Sophia?

—¿Sophia?

—Su moto—contesto Louis a mi pregunta.

—¿Le pusiste nombre a tu motocicleta? —me reí sin evitarlo.

Se giró hacia a mí con rudeza.

—¿Y eso que tiene de malo?

—Vamos a calmar las aguas, ella es una fan y está aquí por el M&G.

Zayn cerró la boca y asintió, aunque no se veía muy contento por ello. Le eche una mala mirada en su dirección, retándolo a que vuelva a joderme.

—¿Quieres sentarte? —me ofreció Niall

—¿Y Harry?

—Es tu preferido.

—Sip —conteste sin culpa.

Nial y Louis revolearon los ojos, como si no fuese novedad. Zayn me ignoro y Liam en cambio solo sonrió. Opte por copiar al moreno e ignore su existencia. Ni siquiera porque me demandara iba a terminar de arruinarme la noche.
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Masajee las sienes mientras esperaba con paciencia a que se abriera el jodido programa de edición. La tarea era crear una propaganda de un paquete de galletitas y debía entregarlo al final del día, en la última clase. Me pase toda la semana filmando un paquete de galletas de chocolate mientras Libbie andaba por detrás de mí y se reía por mis estúpidas tareas. Al final, la use de modelo en varias tomas con las benditas galletas. Estaba con la laptop tratando de no perder la paciencia y esperando a que los archivos se carguen. Cuando finalmente se abrió, el alivio no llego hasta que seleccione los videos de mi video cámara y los deje cargando, a cuentas que tardaría un rato.

Las salas de estudios eran privadas y había que reservarlas con tiempo. Con un par de billetes y favores, Henry, el encargado, prometió que siempre tendría una reservada para mí, y prácticamente la tenia de escondite secreto porque solo yo tenía la llave y nadie más entraba. El único con copia era Kyle, pero porque el cabrón me la había robado en una ocasión y aprovecho a hacerse una para él. En ese momento, Kyle había ido hasta el fast food de al frente para traer nuestros almuerzos mientras yo trataba de terminar de editar el video.

La música de Yellow Monkey's, la banda de mi hermano, comenzó a sonar desde mi celular indicándome la llamada entrante de este. Tome el celular bebiendo un sorbo de mi agua y dejando la botella en la mesa al contestar.

—¡Melanie!

Gruñí.

—Idiota. ¿Dónde estás?

Podía escuchar la música de Judas Priest al máximo mientras carcajadas y gritos se escuchan por detrás. Trav intento callarlos, diciéndoles que necesitaba hablar por teléfono, pero solo aumento el ruido hasta que fue más leve. De seguro se había encerrado en el baño de nuevo.

—Disculpa, los chicos están demasiado emotivos…

—Tus monos siempre están emotivos. No me jodas.

—No puedes culparlos, Bibble. La gira está yendo de maravilla.

Le di la razón sin ganas. Era cierto que su banda ya estaba alcanzando el éxito que jamás se esperaron y que no les cabía la alegría en el cuerpo. Lo cierto era que odiaba a la mayoría de sus amigos porque eran unos idiotas, sexys, pero idiotas al fin y al cabo.

—Te preguntaba dónde estabas.

—De camino a San Diego. Tenemos un concierto de beneficencia el próximo fin de semana. ¿Quieres venir?

—Papi cortó mis tarjetas.

—Ya sé.

—¿Y para que preguntas?

—Para que te mueras de ganas, ¿para qué más?

Ignore su risotada burlona detrás de la línea mientras aguantaba las ganas de gritarle. Jodernos era nuestro tiempo preferido. Travis y yo éramos parecidos en muchas cosas además de nuestros cabellos rubios y ojos azules. Mandy decía que era la personalidad maligna de papi. Ser engreídos, burlones y coquetos estaba en nuestro factor de sangre. También nos irritábamos fácilmente, éramos tercos y no conocíamos lo que era trabajar duro. O, al menos, yo no lo sabía. Travis tuvo que ponerse el mundo al hombro cuando comenzó con la música y mucho lo juzgaron por ser hijo de papi, así que se decidió a cerrarles la boca y hacer buena música. Y lo había logrado.

—Aun si pudiese ir, ¿para que iría contigo y tus estúpidos amigos?

—Pensaba pasar tiempo de caridad entre hermanos. ¿Tan mala es la idea?

—Si—respondí de inmediato, arrebatándole otra risita. De seguro estaría sonriendo detrás de la línea—Podrías meterte en problemas, aunque sea un poquito.

—¿Tan malo es que Owen te siga?

—Dímelo tú. Estuvo todo un verano contigo.

—Solo te digo que el tipo tiene un olor fuerte cuando defeca. Demasiado.

—¡No me pongas cosas asquerosas en la mente! —chille con una mueca de asco azotando mi rostro.
Travis volvió a reír.

—Si solo llamas para joder, adiós.

—¡Espera, espera! —aguarde ante su exaltación—Hablaba enserio de que vengas el próximo fin de. ¿Por qué no vienes con Libbie? Será unas minis vacaciones para ustedes.

Lo pensé por unos instantes. Ciertamente, no tenía otra cosa que hacer más que encerrarme el fin de semana a estudiar o salir con Will a las citas de siempre. Unos días lejos de Los Ángeles venían como anillo al dedo. Pero existían dos problemas antes de aceptar.

—Papi no me dejara ir. Estoy castigada.

—Mandy estuvo de acuerdo, así que Benjamín no tiene voz ni voto en este asunto.

—Pero Libbie no va a querer ir. Quizás tenga que trabajar…

—Entonces, arréglatela para convencerla de que se tome un respiro. La última vez que la vi seguía igual de sexy y preciosa, pero esas ojeras ya tenían vida propia.

—¿No estarás pensando en acosarla de nuevo?

El flechazo insano de Travis hacia Libbie era algo que no me gustaba. Mujeriego hasta la mierda de madre, así era Trav y, generalmente, cuando le ponía el ojo a una chica no paraba hasta meterla en cama. Libbie siempre fue la excepción porque vivía en nuestra casa y porque papi le lincharía si se atrevía a tocarle un pelo. Pero ya no éramos niños y Libbie no vivía con nuestros padres. Yo amaba a mi hermano, pero hasta yo me daba cuenta que Liberty era mucho para él y que solo tenía un maldito capricho.

—Lo dices como si me hubiese metido en su habitación a escondidas.

—¿Y no lo hiciste?

—¡Claro que no! —exclamo molesto. Tuve que distanciar la bocina porque me dolió el tímpano—Nunca le haría eso a nadie y mucho menos a Libbie. Solo déjate de bobadas y vengan. Mandy mandara dos billetes de avión y una tarjeta dorada junto con Owen.

Mis ánimos subieron al piso. ¡Tarjeta dorada!

—La única que puede usar la tarjeta es Libbie —aclara, desinflando la emoción de golpe—Mama no puede ir en contra de Benjamín, pero no castigaron a Libbie así que puede tener una a su nombre.

Me pregunte qué diría la castaña cuando se enterara que tenía una extensión de la tarjeta dorada y con gastos ilimitados de mami. De seguro, toda bonachona, no querría usarla para nada y seria capas de cortarla con una tijera. Si intentaba hacerlo, estaba segura que saltaría sobre ella y la dejaría calva por no darme la oportunidad de irme de compras antes.

—Bien, intentare convencerla y te llamo.

—Dile que traiga ese pijama sexy que tenia de…

Corte la llamada de inmediato y deje el celular sobre la mesa. En ese momento, Kyle abrió la puerta de la sala y cerro detrás de él, en su mano llevaba una bolsa con dos grandes paquetes por dentro.

—¿Hablabas con alguien? —inquirió dejando la bolsa sobre la mesa y comenzó a sacar las cajas con nuestro almuerzo.

—Con Travis. Quiere que vaya a San Diego el próximo fin de semana.

—Pero estás castigada.

—Mami dio permiso.

—Entonces, si podrás ir —me echo una sonrisa antes de llevarse una papa a la boca—¿Terminaste con esto?

Menee la cabeza haciendo un puchero mientras Kyle se seguía llenado la boca de papas fritas.

—Pues apúrate, hay que entregarlo en menos de una hora.

Ya lo sabía, pero él que me lo recordara afloro todos mis nervios. Así que olvide el asunto de San Diego y me centre en la publicidad que debía durar menos de treinta segundos.

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Harry Styles estaba a tan pocos metros de mí. Juraría que en cualquier momento sedería ante mis impulsos e iría hasta él. Lo único que me detuvo fue la manera en que miraba a Libbie. Eso fue todo. Un hombre deja de ser un hombre cuando se interesa por Libbie o ella por él, así que solo me fui hasta la barra en busca de reponer el trago que mi mejor amiga había robado. No le basto con robarse a mi amorcito.

—Un bulldog, por favor —pedí al barman en cuanto llego mi turno.

—Enseguida, preciosa —guiño un ojo en mi dirección.

Lo ignore sin demasiadas ganas de coquetear y ligar un trago gratis. Además, había visto a la odiosa de Elena entrar y no fuera que le vaya con el cuento a Will. Siempre se las daba de inventar historias y terminábamos en una discusión donde no nos hablábamos por semanas. Odiaba que Will confiara más en ella que en mí. Sabía que mi pasado era razón para dudar, pero hasta el momento nunca tuve intensiones de engañarlo, ni siquiera cuando la ocasión se presentó numerosas veces.

—¿En qué piensas, muñeca?

Un escalofrío recorrió mi espalda. Me sobresalte ante el aliento en mi oído y lo sentí alejarse hasta colocarse a mi lado. Zayn me sonrió con burla, notando mi reacción. Revolee los ojos y lo ignore, tomando el trago frente a mí.

—Lo mismo que ella—pidió simplemente en dirección del barman y este asintió—Que coincidencia encontrarte aquí. También viniste con la chica que golpeo a Niall. Pensé que no la conocías…

—¿Qué quieres? —solté sin más.

Me observo con atención, aflorando mis nervios. No me agrado esa sensación.

—Estás ebria.

—¿Y? —le di un sorbo a mi trago.

—¿Vas a seguir tomando?

—¿Y a ti que te importa?

—¿Por qué te enojas? Solo estoy preguntando.

—No deberías. No eres mi amigo.

—Tengo miedo de aquel que se cruce contigo conduciendo ebria. Si sobria casi me matas…

—¿Y le sigues con eso? Ya te dije que fue tu culpa.

Pero, anterior de las veces en que se molestó, esta vez pareció hacerle gracia. Sonrió y lo único que pensé en ese momento es que era sexy el maldito, aunque un patán sin dudas.

—¿No te lesionaste por lo de esa vez? —pregunto más serio, refiriéndose al accidente.

—No.

—¿Y tu amiga?

—Tampoco—alivie la tensión de mi voz cuando me menciono a Libbie.

—Escucha, lo material no importa. Pero enserio debes prestar atención—dijo suave, mas no sonó a un regaño—Los tres pudimos quedar muy mal. Por mi parte, admito que no estaba prestando del todo atención, llegaba tarde al concierto y solo pensaba en acelerar. Lo siento.

Pese a que era orgullosa y testaruda, su honestidad me hizo sentirme culpable por echarle toda la mierda a él. Solo asentí, sin poder ser tan madura como él y disculparme. Sin  embargo, Zayn no pareció molestarle ello y volvió a sonreírme. Flaquee un instante.

Entonces, algo frio azoto mi cara. Cerré los ojos por impulso y abrí la boca sintiendo el vodka llegar hasta mis labios. Las exclamaciones ahogadas a mí alrededor no se hicieron esperar, y fue suficiente con oler su perfume a zorra para darme cuenta quien era. Sentí a Zayn pasarme un pañuelo y se lo arrebate con brusquedad, demasiado molesta como para no tomarlas con él. Limpie mi rostro y abrí los ojos, digiriendo mi mirada fulminante hacia Elena Monroe y su sonrisa maliciosa.

«Yo la mato.»

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Rezaba por todos los dioses del Olimpo que adoraba Maxie, que ningún paparazi nos tomara una insignificante foto. Ya podía ver la portada de los diarios de mañana: La hija de Benjamín Hawthorne y Zayn Malik juntos. Aceptaría toda responsabilidad y culpa si solo se tratase de Harry Styles, pero como mi amor platónico decidió poner los ojos en mi amiga, renunciar a él y amarlo en secreto era mi destino. Las cosas cambiaban cuando era otro fulano, incluso si era Zayn Malik.

Aparco el auto dentro del estacionamiento del edificio. Tome una gorra de su guantera y me la puse encima, tapando mi cabello debajo de su abrigo.

—¿Aun te duele? —me echo una mirada al mismo tiempo que abría la puerta.

—¡Claro que me duele! —chille sintiendo como el tobillo me latía por dentro—¡Apúrate y sácame de aquí!

Zayn revoleo los ojos mientras murmuraba algo para sí mismo. Camino alrededor del auto hasta llegar a la puerta del acompañante. Esta vez me negué a que me llevara en brazos.

—No me cargues, solo déjame apoyarme en ti —insistí. Le pegue un manotazo cuando intento volver a levantarme—¡Que no me cargues!

—Será más rápido si te cargo.

Lo rechace en otro intento.

—¡No!

Largo un suspiro frustrado mientras me dirigía esas miradas profundas y serias en las que trataba de descifrarme. Yo me apachuchaba como niña por el dolor y la ebriedad sintiendo los cachetes calientes y rojos.
—Blair, por favor —pidió amablemente.

Me quede un poco tonta observándolo. Era la primera vez que lo escuchaba decir mi nombre.

—No quiero—hice un puchero en los labios mientras seguía negando.

Medio sonrió, con paciencia.

—A ver, apoya el pie.

Lo hice. Apoye la planta sobre el suelo helado. El dolor fue aún más fuerte y el frio quemó la planta de mi pie.

—¡Ay, ay, ay! —lloriquee con más ganas de llorar.

—Ya, ya. Ahora deja que te levante.

No luche más. Me alzo en sus brazos pacientemente. En el trayecto al ascensor y una vez subiendo los pisos, me queje un par de veces de lo frio que estaba el suelo y lo mucho que me dolía el tobillo.

—Aguarda, ya llegamos…

—¡¿Este maldito ascensor no puede ir más rápido?!

—¿Siempre eres así de odiosa?

—¡Si y que!

Zayn meneo con la cabeza y me ignoro, aunque una sonrisa parecía querer asomarse en su rostro. Deje reposar mi cabeza en su hombro mientras seguía lloriqueando de dolor. Lo sentí tensarse ante nuestra cercanía. Mi aliento chocaba perfectamente contra su cuello y tuve la tentación de jugarle una pequeña broma, solo para burlarme de él luego. Tuve que frenar mis impulsos alcohólicos y no hacer una de las mías. No cuando tenía a Will a mi lado.

El ascensor finalmente se detuvo en el séptimo piso y salimos hacia el pasillo.

—¿Por dónde?

—Esa—señale la puerta con el número 77 escrito en ella.

—¿Tienes las llaves?

Cerré los ojos tras suspirar con frustración. No, las había olvidado. Confiando en que las mañas que compartíamos con Libbie no se irían tan fácilmente, estire la mano hacia el picaporte y lo gire, abriéndola al instante.

—Lo sabía.

—¿Dejan la puerta abierta?

Me encogí de hombros. Avanzamos dentro del departamento y sentí vergüenza por el desorden que teníamos en casa. Estábamos tan frenéticas por salir a mover las caderas que ni siquiera nos ocupamos en esconder el desorden. A Zayn no parecía interesarle, estaba más pendiente de seguir mis instrucciones hasta mi habitación, la cual estaba el triple de desordenada. Me dejo cuidadosamente en la cama y dio dos pasos atrás, tomando distancia.

—¿Necesitas que te traiga hielo? ¿Tienes alguna crema para tu tobillo? —inquirió amablemente.

Me costaba un poco creer que era el tipo que juraba denunciarme hasta hace una semana atrás, y como era una mierda de orgullosa, le dije que se vaya.

—¿Enserio? Si no lo cuidas se va a poner peor—insistió, aun con generosidad.

—Ya te dije que estoy bien. ¿Puedes largarte?

—Estoy intentando siendo amable, muñeca.

—No lo seas. Yo no lo seré así que tampoco tú.

—Que terca —suspiro.

Salió de la habitación. Por un momento creí que había seguido mis órdenes, no fue dos minutos después en que volvió a entrar con una comprensa fría que teníamos guardada en el congelador, pues no era novedad que Libbie y yo podíamos ser bastante torpes.

—¿Qué se supone que…?

—Solo es un instante —prometió con seriedad.

Por extraño que pareciera, lo deje. Cerré la boca y lo deje hacer lo suyo. Lloriquee cuando al moverla me dio una puntada en el tobillo y trate de quitárselo, mas Zayn lo sujeto con firmeza y consiguió dejarme la comprensa.

—Creo que tengo ungüento para el tobillo—señale el tocador de mi habitación.

Asiento y rápidamente fue allí, tomando cada frasco entre sus manos, buscando el correcto.

—¿Por qué tienes tantos?

—¿Y por qué no?

Sonrió ante mi respuesta, mas no me miro. Logro encontrarla y se acercó nuevamente, retiro la compresa y comenzó a aplicar la crema mientras masajeaba lentamente mi pie. Me abstuve de gritar varias veces. La maldita de Elena iba a pagarme caro por hacer que me torciera el tobillo.

—¿Suele pasarte esto a menudo?

—¿A qué te refieres?

—Ser tan bruta contigo misma —contesto elevando sus ojos a mí, sonriendo otra vez.

—No soy bruta, solo estaba ebria.

—¿Estabas?

—Sí, estaba. Después de esa caída recupere la consciencia.

Eso pareció divertirlo. No hablo más, solo se concentró en masajear lentamente mi tobillo con mucho cuidado y muy concentrado. Se mostraba seguro de lo que estaba haciendo, como si ya lo hubiese hecho antes, y, por primera vez, Zayn me dio curiosidad. No esa curiosidad que tienes por una estrella de saber todo lo que le gusta y que hace las 24/7. Sino él, su persona. Creía que tenía un trastorno bipolar por portarse tan bien conmigo cuando prácticamente me odiaba por dejar a su moto en mal estado y casi matarlo a él. Pero ya se había disculpado aunque la culpa no era suya en totalidad, se había planteado en el medio de la pelea con Elena cuando bien podía haberse simplemente ido y dejar el problema para otro. Y no solo eso, me traía a casa y se encontraba tratando de hacer que el dolor en tobillo sea mucho más leve. Y yo solo me comportaba como una niña malcriada.

—¿Tienes algún vendaje?

—En el botiquín del baño.

—Permiso, entonces.

Se aventuró por sí mismo a buscar el baño. Rezaba que al menos nuestras tangas no estuvieran desparramadas por el suelo como tantas veces sucedía. Definitivamente, Libbie y yo tendríamos la limpieza de primavera antes.

Zayn volvió y se dispuso a dejar la comprensa arriba del tobillo. Lo mire sin entender.

—Es mejor dejar que el frio actué al menos media hora antes de vendarte—explico pacientemente.

—¿Cómo sabes tanto de esto?

—Tengo dos hermanas menores —explico moviendo la compresa hacia un lado. —Sia le gustan mucho el futbol y Nia baila ballet, así que tuve que aprender bastante sobre torceduras a temprana edad.

—Ah.

Había olvidado sobre sus hermanas menores. Gemelas o mellizas, alguna de las dos, no recuerdo bien. En cada entrevista, Zayn resaltaba lo importante que era su familia, en especial sus pequeñas hermanas.

Los ojos del moreno se fijaron en un peluche en particular. Mi rostro se puso rojo y lo tome de inmediato, escondiéndolo detrás de mí. La comisura de sus labios se levantó, se veía divertido por descubrirlo.

—¿Ese es un peluche de Harry?

—Sí, ¿y qué? —respondí a la defensiva.

Zayn levanto las manos en alto.

—Nada, nada. Solo que Harry parece más colado por tu amiga que por ti.

Hice una mueca de dolor por ello. El arrepentimiento azoto sus facciones en cuanto lo noto.

—¿Crees que no lo es? —espete molesta. Todos los puntos a favor se desbordaron con eso—Cualquiera que conociera a Libbie estaría colado por ella. No es sorpresa para mí, idiota.

—Lo siento—el miel de sus ojos parecía derretirse—no sabía que te gustaba tanto Harry.

Saque a mi pequeño Hazza detrás de mí y lo abrace con fuerza. Mire a Zayn con un puchero en los labios. Lo observe intentando disimular su sonrisa, mas no podía ganar esa batalla.

—Es mi amor platónico. Generalmente, los amores platónicos no se hacen realidad.

—Pero tú amiga…

—Harry no era el preferido de Libbie, así que al menos me queda el consuelo de que ella tampoco consiguió a su platónico.

Termino revelando su sonrisa. Y, contra todo pronóstico, yo también le sonreí.

—Tenemos todavía veinticinco minutos para colocarte el vendaje, ¿o prefieres hacerlo tú? —pregunto amable.

—Honestamente, no sé cómo vendarme. Libbie es quien lo hace cuando me tuerzo el pie. Pero si quieres irte, puedes hacerlo. Es tarde y de seguro Libbie no tardara en volver.

—Puedo quedarme por un momento más.

Entonces, sucedió: nos miramos tan profundo, como si el resto no existiera y nada más importara. La tensión en el ambiente fue palpante, su aroma parecía haber llenado toda la habitación y se acoplaba con el ritmo de mi corazón latiendo tan fuerte que dolía. Mis impulsos estaban por ceder, él también lo noto y dio el primer paso en acercarse muy lentamente. Pero, tan pronto estaba por inclinarme hacia Zayn y besarlo, la imagen de Will azoto con fuerza en mi cabeza. Fue la sonrisa, el aroma y la calidez de William lo que me hizo ceder.

Rompí la conexión y tome el control remoto de la televisión, me recosté en la cama y me concentre más en sintonizar con netflix. Zayn se quedó un segundo más donde estaba, hasta que finalmente sonrió y se dejó caer en el suelo frente al televisor, con la espalda apoyada en la cama. No le pregunte por qué había decidido tomar el suelo como asiento cuando la cama era lo suficientemente grande para los dos. Ambos sabíamos que estuvo a punto de suceder. Jugar con fuego siempre fue mi especialidad, pero no quería joder las cosas con Will.

—¿Que películas te gustan? —quebré el silencio, fingiendo estar despreocupada mientras hacía zapping por netflix.

—Las de acción y las de terror

—Odio las de acción y terror.

—¿Te dan miedo? —se burló con su sonrisa socarrona. El ambiente tenso comenzó a disminuir, y en parte agradecía que pusiera de su parte.

—Claro que no.

—Eres una miedica.

Mi lado competitivo se encendió y busque en la sección de terror. Contra mi voluntad, puse la de 1922, esperando a que no me haga encima porque no iba a dejar que me limpiara el trasero.

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Desperté a eso del medio día tras la llamada de Mandy. La cabeza me dolía como la mil mierda y tenía la garganta agrietada por tanta sed. Por suerte, Libbie habría llegado en algún momento de la noche y dejado pastillas para la resaca y una botella de agua que consumí en instantes. El tobillo ya no dolía tanto como anoche y se había deshinchado un poco, apenas y daba una pequeña puntada.

—Melanie, ¿me estas escuchando? —rezongo mama a través de la línea.

—Sí, Mandy, te escucho.

—Es mama, niña. ¿Cuántas veces debo decírtelo? —insistió cansina—¿Por qué a tu padre nunca lo llamas por su nombre?

—Porque papi es papi.

—Pero tu papi te rompió las entradas para ver a tus chicos. ¿Recuerdas?

Gruñí en respuesta.

—Sí, y por eso está en penitencia. No voy a hablar con él hasta que se disculpe… o hasta que vuelva a Los Ángeles.

—Pues, va a tener que ser más pronto de lo que crees, nena, porque ya se ha tomado un avión para allá.

Cerré los ojos y suspire.

—¿Qué hice?

—¿Qué hiciste? Por ahora no me he enterado, estoy esperando a que los diarios me lo comuniquen —resalto con ironía—El problema es Libbie.

—¿Ah? ¿Cómo que Libbie?

—Sí. Benjamín se enteró que anda con este chico de la banda esa que las volvía locas hace años atrás. El de cabeza de arbusto.

Omití el insulto hacia mi gran amor porque la preocupación fue más importante. Pero, así como vino, se fue de inmediato. Benjamín adoraba a Libbie, siempre le hablaba con dulzura y cariño mientras que a Travis y a mí nos lanzaba el vozarrón.

—Solo viene a hacer berrinches. ¿Cierto?

—Ya lo conoces —se río mama—Intente detenerlo, pero el desgraciado se subió al jet cuando estaba en la ducha. Imagínate la sorpresa que me lleve cuando llegue al rodaje y me avisaron que se marchó. Es un irresponsable.

—Está loco—fue mi turno de reírme—Esta bien, estaremos atentas.

—Pero… ¿enserio Libbie anda con ese muchacho? —inquirió Mandy con curiosidad—Es buen mozo, pero salió con la chica Swift, y ya sabes que tu padre es un fan secreto de ella. Además, tú andabas como posesa con ese de adolescente.

—No es “ese”. Es el amor de mi vida…

—Y todavía andas así. Además parece que es de Liberty, no tuyo.

—Ni me lo recuerdes…

—Y otra cosita para que le avises a Libb…

—¿Acaso soy su lechuza o qué?

—La llame, pero no contesta su celular. Además, ¿Cuántas veces la pobre habrá echo de mensajera para ti?

—Bah, bien. Dime.

—Benjamín quiso depositarle un millón de dólares en su cuenta bancaria.

—Libbie no tiene cuenta, Mandy.

—Bueno, iba a tener una antes que yo lo detuviera. No creo que le agrade…

—Sí, lo sé. Esta loca, ¿cierto? ¿Quién no querría un millón de dólares?

Mamá se rio una vez más antes de proseguir con la historia sobre como lo descubrió. La conversación siguió un poco más antes de terminar con un beso y abrazo a la distancia.

Batalle unos minutos contrala pereza hasta que finalmente mi estómago gruño y ya no hubo manera de retenerlo. Luego de una ducha y otra pastilla más para el maldito dolor de cabeza, me secaba el cabello mientras pensaba lo sucedido con Zayn la noche anterior. Parecía un maldito sueño que uno de los One Direction me haya traído a casa y se quedara casi dos horas conmigo hablando prácticamente de todo y nada mientras yo chillaba de miedo ante la maldita película de terror y él se carcajeaba de mí. La tensión de ayer se había borrado por completo y parecíamos dos viejos amigos. No tenía amigos hombres salvo Kyle —y todo el mundo sabía que, para mí, Kyle tenía más vagina que pene. Al menos paro la denuncia y no tendría que lidiar con papi y su furia nuevamente. Aunque ya no tenía nada más que perder, salvo el departamento, pero era sabido que mami le iba a partir la madre si me echaba.

Salí de mi habitación y le eche un vistazo hacia el cuarto de Libbie, hallándolo solitario. Pensé que debería estar haciendo el almuerzo, pero no había ningún aroma que llegara a mis fosas nasales. Me aventure hacia la sala donde si la encontré, desparramada sobre el sillón con el cabello revuelto y la ropa de ayer toda desarreglada, al borde de caer al suelo. Si no fuese porque su pecho baja y subía, habría pensado que estaba muerta.

Sin piedad, le lance un cojín lo suficientemente fuerte para que finalmente cayera y se impactara contra el suelo.

—Maldición, puta madre —mascullo con dolor mientras se sujetaba la cabeza y me echaba un vistazo con los ojos entrecerrándose—¿Qué mierda te pasa? ¿No respetas la resaca?

—No hiciste mi almuerzo—me queje sobando mi estómago—¿Quieres pizza?

No contesto, enseguida llevo una mano hacia su boca y se levantó a tropezones, corriendo directamente hacia el baño. Al menos la resaca no me había hecho tan mierda como a ella.

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Después de que se duchara y tomara pastillas para calmar su resaca, Libbie estaba casi de vuelta. Digo casi porque aun parecía muerta y moribunda, sentada junto a mí bebiendo sprite para bajar el dolor de barriga, y en la otra mano su porción de pizza—nunca abandonar una porción es uno de nuestros mandamientos.

Espere a que terminara de comer mientras veíamos Insatiable por Netflix. Busque dos bolsas de snack antes de volver a sentarme a su lado, lista para contarle.

—Mandy dijo que papi planea poner un millón de dólares en tu cuenta bancaria sino dejas tu trabajo y te apuntas en la uni.

Libbie volteo a mirarme incrédula mientras yo seguía comiendo de mis patatas con extra picante. Benjamín era un maniático y no aceptaba que ellaera independiente y no se valía por el dinero de sus tutores, así como yo. Papi no sabía nada sobre sus deudas y no entendía porque trabajaba tanto si el departamento lo compro para nosotras y los gastos los cubría él. Lo que temía era que si rebuscaba demasiado, podría llegar a saber sobre los tipos malos persiguiendo a Libbie por el asqueroso e infeliz de Bruno. Mandy era más comprensible y le parecía bien que su hija adoptiva quisiera ser una mujer independiente y fuerte—y comentaba a menudo que yo debería ser como ella— así que lograba mantenerlo bastante a raya.

—¿Qué? ¿Ya lo hizo? —inquirió preocupada. Y como no si el viejo actuaba como psicópata.

—Mama no lo dejo, dijo que debería preguntarte a ti en vez de hacer lo que siempre se le da la gana.

Su ceño fruncido al igual que sus labios

—Puede hacerlo a escondidas.

—Pero mama lo descubriría. Siempre lo descubre.

—¿Por qué quiere hacerlo ahora? —extendió su brazo para sacar de mi paquete unas cuantas papas—Pensé que había quedado claro que no lo quería.

—Papi quiere que vuelvas a la uni. Una vez que lo hagas, te pondrá un estudio fotográfico.

Me reí por su expresión incrédula. Así era papi, nos costaba dejarnos volar por nuestra cuenta y quería facilitarnos las cosas para que no tuviéramos que pasarla tan duro como él a nuestra edad. De familia bastante pobre y con un talento único en la actuación, le costó muchísimo poder llegar hasta donde estaba. En lo personal, a mí no me molestaba que me mimara y me facilitara las cosas, pero entendía a Libbie perfectamente. Esa cara puse yo cuando supe que papi abriría una empresa productora si yo me volvía directora de cine como él, solo para producir todas mis pelis.

—Deberías echarle una llamadita.

—Lo hare mañana, o cuando sea de día en Rusia —soltó un suspiro. Mi celular sonó con la notificación de un whatsapp, lo saque del bolsillo de mi pijama—Todavía es incómodo que me regale tantas cosas…

Me ahorre la información de que ya venía en camino.

—Es su manera de amenazarte con que vuelvas a estudiar —comente distraída mientras abría el chat de Will. No contesto ninguno de mis mensajes aunque los había leído, así que era seguro que Elena le fue con el cuento.

—Esto es porque no te andas metiendo en problemas—me acuso con los ojos entrecerrados.

—Si me meto en problemas la cago, y si no lo hago también—tire el celular lejos de mí. No iba a enroscarme en ello. Que creyera lo que quisiera—Además, acepta que si es tu culpa.

—¿Qué cosa? ¿Qué le haya pedido a tu amorcito que vaya a ver a una niña enferma de cáncer?

—¡Eso y que no me hayas avisado! —le lance una patada.

—¡No me pegues que todavía estoy enferma! —me devolvió el golpe.

—Que enferma ni que enferma, ¡estas así por ebria!

—¡Como si fuese la única! —me soltó en la cara dos patatas. Alcance a morder una en el aire—Ey, ¿qué paso después del antro?

—Vine a casa —me lleve esta vez un cheetos de la bolsa. Tener apetito atroz era cosa de mí, no podía vivir sin mis patatas extra picantes y mis cheetos.

—Sí, ya se —puso los ojos en blanco—Pero olvidaste un detalle...

—¿Hablas de Zayn?

Me guiño un ojo en respuesta y fue mi turno de girar los ojos. Ayer casi la cago, una vez más mi amor por Will fue lo suficientemente fuerte para controlarme. Antes de que pudiera contarle sobre la conversación y sobre que iba a retirar la demanda, la puerta del departamento se abrió de golpe, asustándonos hasta las mierdas a las dos. Teníamos que aprender a ponerle el maldito seguro.

El hombre más sexy que marco tendencia en los ’80 y '90 entro sin más. Sus ojos azules casi fuera de órbita y una expresión de sufrir algún tipo de ataque cardiaco en cualquier momento. Nos echamos una miradita de reojo entre las dos mientras nos hundíamos en el asiento. Curiosamente, me alegraba no ser la única en problemas porque hubiera rumores y notas navegando en internet solo de mí, sino de ambas.

—¿Quién es ese Harry Styles?—fue lo primero que pregunto Benjamín en dirección de Libbie.

Retuve el suspiro de puro alivio que se llenó en mis pulmones. Era bueno no ser siempre la problemática y que esa vez papá se centrara en ella. La castaña se encogió sobre sí misma, intimidada por la cara de pocos amigos y su mirada regañona y herida que sostenía el hombre. Papá siempre fue exagerado y todo un dramático, rasgo que herede de él. Lo cierto era que por muy machote y duro que se viera por fuera o actuara en su vida profesional, tenía una debilidad grande y desgarradora: las mujeres que amaba. Ser extremadamente celoso era uno de sus defectos que la gente no conocía para nada. Yo ya estaba acostumbrada a sus planteos sobre romper su corazón y de mis promesas falsas de niña sobre casarme con él. Cuando empecé a salir con Will y lo conoció, ya se había hecho la idea y al menos tenía el consuelo de que era un buen chico. Pero nunca supero sus celos con Liberty, su hija adoptiva. Cuando Libbie empezó a salir con Bruno, alias, el lame pollas, por poco y papi la mandaba a Australia para que no lo viera nunca más, y de hecho hubiese sido una buena idea para que se evite tantos líos.

Avanzo hasta sentarse en la mesa ratona de madera tallada delante del sillón, quedándose en el medio tan cerca y sin apartar la vista de mi amiga.

—Contesta, Liberty, ¿quién ese playboy?

—Papi, no le digas así—replico en un intento de ayudarla. Libbie se veía como si deseara que la tierra se la trague—No es playboy, solo que es muy solicitado.

Libbie me envió esa mirada de "gracias por tu ayuda, estúpida". Se la devolví solo sonriendo con inocencia que no poseía.

—¡Salió con Taylor!—reclamo papi angustiado y desesperado—Y todo el mundo sabe que cuando Taylor hace una canción sobre ellos es que son unos imbéciles. ¡Este lo es!

—Siempre dices que no hay que llevarnos por los rumores —intervengo nuevamente aunque ni pelo de importancia me da—Aunque esa canción "Style" es muy obvia.

Libbie resoplo y sino fuese porque papa estaba tan cerca de ella y sin quitarle la vista de encima, de seguro me tiraba del cabello y me daba un buen manotazo para que cerrara la boca.

—Es un malentendido, Benjamín, yo...

—Cariño, no quiero decirte cómo manejar tu vida—le interrumpe—No quiero ser un viejo metiche...

—¿Ah no?

La mirada fulminante hacia a mí fue suficiente para que levantara las manos arriba.

—Es un mujeriego—prosiguió mientras yo le arrebataba a mi compañera de regaño la bolsa de cheetos y comenzaba a comerlas—tu mereces alguien mucho mejor. Además, eres una niña con toda una vida con por delante. No te ates a ese backstreet boy barato.

—Solo tiene 20, papi, déjala.

—¡Tú no te metas sino ayudas! ¡Calla! —me grito rojo de furia.

Me aguante la risa por su exageración mientras Libbie tenía que soportarle dándole consejos para que no se enrede con nadie, sobre ser joven y aprovechar las oportunidades de la vida. Que para salir con chicos era para casarse y eso después de los cuarenta o cuando él estirara la pata, y si era lo último, mejor.

Muchos creyeron que podría estar celosa de compartir a papi, pues aunque tuviese dos hermanos más, fui criada y siempre tratada como hija única. Ni siquiera Logan con nueve años tenía tantos privilegios como yo. Libbie en la familia me daba más espacio para que se ocupara de ella y deje se fisgonear en mi cuarto en busca de algo que le rompiera el corazón—los condones, por ejemplo. No me sentía absolutamente nada culpable el tenerlo aquí a papi intentando que vaya por el camino del celibato. Después de todo, él la adoraba y confiaba en ella, mucho más de lo que confiaba en mí. Liberty la había pasado mal cuando su padre la abandono y al menos quería que tuviese a Benjamín detrás de ella cada vez que girara hacia atrás, solo para saber que estaría allí para apoyarla. Con Mandy era lo mismo: ellos se habían ocupado en ser sus padres adoptivos al pie de la letra.

—¡Todo esto es tu culpa! —me acuso de repente Benjamín, herido.

—¿Mi culpa? —exprese incrédula.

—¡Sí! ¡Todo por ir a ese condenado concierto! ¿Es que no pueden ser chicas normales y centrarse en otra cosa en vez de chicos?

—Centrarse en chicos es parte de la vida normal, papi. Aparte no te hagas el devoto, en internet hay millones de notas sobre ti y quien sabe cuántas fulanas de la farándula—le acuse con el dedo, abrió la boca con indignación.

—¡Son solo rumores! ¡La única en mi vida ha sido siempre tu madre!

—Sí, ya se —revoleo los ojos y me adelanto—Te enamoraste de ella desde críos, pero ella ni te pelaba porque andaba enamorada de Johnny Deep. Pero mamá me conto que también era porque eras un mujeriego nato y te gustaba jugar con el corazón de las mujeres.

—¡Deep también lo era y eso no la detuvo a enamorarse!

—Estaba de moda Freddy Krueger, papi. Además, Johnny sigue estando sabroso incluso cincuentón como tú.

—¡Cállate! ¡Cállate! —tomo mi paquete de cheetos y lo tiro hacia un costado. Prosiguió a levantarse mientras las lágrimas comenzaban a golpear su rostro. Revolee los ojos por lo dramático que era—¡No puedo creer que me hagan esto! ¡Libbie con novio y tú prefiriendo a ese maldito de Deep! ¿Qué tan malo he sido en la vida?

—Karma, papi, karma —agregue alcanzando la bolsa de cheetos que había quedado en mis pies y empecé a comer de nuevo—Después de todo, también tienes unas cuantas canciones en tu dedicatoria y han sido todo un hit hasta ahora. Vaya que te odiaban, y algunas todavía te odian.

No contesto. Simplemente nos miró a ambas como si fuéramos unas criminales rompiendo su frágil y dulce corazón.

—Necesito un cigarrillo—prosiguió hacia el balcón sacando de su pantalón una caja de tabaco y el encendedor.

—Pensé que había dejado de fumar—mascullo Libbie a mi lado.

—Solo lo hace cuando esta alterado o nervioso. O cuando mami no está cerca.

—Tengo que decirle que no estoy saliendo con Harry —volteo hacia donde se fue el hombre, seguramente lloriqueando—No quiero más confusiones.

—¡No! Espérale un segundo más…

Libbie puso los ojos en blanco.

—Pareciera que te gusta torturarlo.

—Las entradas —le recuerdo sonriéndole con malicia.

Me encesto un golpe en la cabeza y solo me reí. Sip, era malvada hasta con papi, pero nadie le dijo que debía ser tan cruel con su princesa y mucho menos impedirle estar cerca de mi amor platónico en épocas de adolescente. Para colmo, cuando se diera cuenta que era el mismo sujeto que me tenía suspirando desde cría el que pretendía con su otra hija, no iba a quedar dudas de que Harry Styles iba a ser su enemigo nº 1.

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Esa noche papi se quedó con nosotras y durmió en el sillón. Ninguna iba a pasarle su cuarto para que se dedicara a chusmear todo lo que teníamos. Pues aunque no teníamos nada que ocultar—salvo mis condones y mi consolador—, tener a un chusma de primera no era una idea que te dejara descansar. Por la mañana se marchó luego de disfrutar los panckes de Libbie y con la promesa de volver pronto por sus nenas.

El lunes, aun castigada y sin poder usar mi auto, le envié un mensaje a Will para que pasara a recogerme. Prefería tenerlo a él de chofer que a mi mejor amiga, así que la despedí. Pese a que Will no había contestado ninguno de mis mensajes en dos días, estaba segura que hoy aparecería. Y no me equivoque: apareció diez minutos antes de lo esperado. No bajo del auto para abrirme la puerta como solía hacerlo, simplemente se quedó con la mirada fija hacia delante y las manos apretando con fuerza el volante. Conocía bien a Will. Éramos demasiados opuestos, pero nos entendíamos bien. Estaba enojado conmigo porque Elena le fue con el chisme y él había decidido creerle. Que yo no le rogara era mi manera de hacerle ver que yo no tenía nada de que sentirme culpable, pues no había hecho nada. Si pudo haber pasado algo, pero no pasó y fue justamente porque lo quería a él.

En el camino a la universidad no cruzamos ninguna palabra, ni siquiera un saludo. Siempre fui una mierda de orgullo y no sería la excepción, pero eso no significaba que me torturara menos. Will nunca se molestaba conmigo sino estaba Elena de por medio. Todavía no comprendía del todo como esa zorra podía significar tanto para él. Suponía que la quería tanto como yo al odioso de Kyle, la diferencia era que mi amigo no se metía donde no le llamaban y no hablaba mierda de él.

Aparco en el estacionamiento, y pese a que ambos sabíamos que llegaríamos tarde, ninguno se atrevió a salir.

—¿Vas a seguir aplicándome la ley del hielo? —pregunte de brazos cruzados, sin mirarlo.

Will no contesto.

—El fin de semana me voy a San Diego.

Eso basto para que volteara a verme. Y no le gusto la noticia. La inseguridad estaba en sus ojos, aun así no podía contenerme de ser cruel con él, no cuando su desconfianza me hería.

—¿Por qué?

—Zayn me invito a ir con los chicos y con él de gira —me encogí de hombros, fingiendo estar más preocupada por mis uñas que por su reacción—Ya sabes, ahora que somos tan íntimos no quiere separarse de mí.

—Ya entendí, Blair—gruño molesto—Sé que no pasó nada con ese tipo. Confió en ti.

—¿Enserio? Porque tu silencio de estos dos días no dice lo mismo, William.

—Golpeaste a Elena. ¿Cómo crees que no voy a enojarme?

—¿Así que estas molesto por ello? —lo observe incrédula, furiosa y con una mierda de celos—¡Ella tiro su bebida en mi cara!

Sus ojos titubearon y callo.

—¿A que no te dijo eso, eh? Solo dice lo que le conviene y tú, muy imbécil, en vez de preguntarme solo le crees.

—Ella estaba molesta contigo. Creía que Zayn y tu…—no termino la oración. La mirada fulminante que le dirigí no le permitió—Blair, por favor, no peleemos por esto. Nosotros…

—¡Lo dices como si yo fuera la maldita culpable! —chille histérica y me saque bruscamente el cinturón. Trate de abrir la puerta, pero Will aún no  había sacado el seguro. —¡Ábreme!

—No, escucha…

—Ya escuche suficiente, Will. Le crees más a ella que a mí, la misma historia de mierda de siempre.

—Me dijo que Zayn te llevo a casa. ¿Cómo quieres que no me vuelva loco? Estabas enamorada de él de adolescente.

—¡De Harry! ¡No del idiota de Zayn!

Resoplo y se revolvió el cabello como si quisiera arrancárselo. Como odiaba pelear con William, sobre todo si era por la zorra entrometida. No es como si pudiera insistirle con que la loca estaba enamorada de él y por eso hacia todo esto, lo único que lograría sería ponerlo en mi contra.

Levanto la cabeza y me dirigió una mirada arrepentida y triste. A mí se me revolvió el estómago porque todavía quería gritarle, pero no deseaba hacerlo sentir peor.

—Lo siento, tienes razón—admitió y alcanzo una de sus manos—Es solo que enserio no me gusto que pelearan las dos. Ambas son importantes para mí y en cierta manera es estresante ver como se agarran de los pelos cada vez que no están de acuerdo en algo.

—¿Y crees que es mi culpa? —le solté la mano, demasiado orgullosa como para dejarlo pasar—Si no la mate después de joderla con Kyle, fue por ti, William—mi confesión parece sorprenderlo—Eres una mierda de injusto cuando se trata de Elena y sus mentiras.

—Elena no me miente —replico al instante.

—¿Entonces? ¿Qué son esas mierdas que dice de mí?

—Solo lo malinterpreta. Ella…

No aguante más. Baje todo el vidrio del asiento y me dispuse a salir por la ventana tan rápido como pude. Will grito mi nombre y yo seguí caminando con pasos largos y rápidos hacia la entrada de la universidad. Segundos después, escuche el motor rugir detrás de mí y voltee de inmediato: se marchó, ni siquiera me siguió. Lo observe irse hasta que desapareció al doblar la esquina.

Reprimí las lágrimas y entre al edificio.


Última edición por Stark. el Dom 31 Mar 2019, 9:07 pm, editado 3 veces
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Reminders of reality - Página 4 Empty Re: Reminders of reality

Mensaje por Jaeger. Lun 22 Oct 2018, 7:21 pm

Capítulo 07.2
Blair Hawthorne | By Stark.



Libbie y yo éramos amigas desde antaño. Ni siquiera recuerdo una vida antes de ella. Y ella me conocía como la misma mierda. El lunes por la noche, apenas y vio mi cara se dejó desplomar arriba del sillón sin siquiera sacarse su chaqueta o el bolso que colgaba a su costado. Yo me encontraba comiendo mis frituras mientras veía Grey Anatomy. Hasta ese punto extrañaba a mi novio: ver su serie preferida aunque yo solo la odiaba.

—¿Te peleaste con Will?

Asentí con un puchero y el ceño fruncido.

—Enserio esa Elena es de lo peor. Esta loca.

—Y va a quedar pelada para la próxima en que la vea —jure. Me las iba a pagar.

—No te preocupes, de seguro no pasaran más de tres días en que vuelva a hablarte —intento animarme con una sonrisa, pero esta no parecía llegarle a los ojos. Libbie se veía con sus ojeras aun pronunciadas, completamente cansada—Sabes que William no puede estar demasiado tiempo sin ti.

—Sí, lo sé. Pero enserio me choca que le crea más a esa fulana.

—Es su mejor amiga. Tú le creerías todo lo que te diga Kyle o yo.

—Pero yo sé cuándo Kyle habla babosadas y tú eres malísima mintiendo. En cierta parte, es lo que él quiere creer: que yo soy una zorra.

—Deja de ser tan pesimista. Arréglalo con él, no dejes que esa loca logre lo que quiere.

—Mejor déjame de darme ánimos y solo tráeme más papitas, está ya casi no tiene y estoy terminando la octava temporada.

—Pensé que odiabas Grey Anatomy…

—Aun lo odio, pero ya me ves: sufriendo.

—Masoquista.

—No soy la única.

Libbie revoleo los ojos y se levantó del sillón, quitándose el bolso con pereza y la chaqueta.

—Travis me llamo. ¿Cuándo pensabas decirme lo de San Diego?

—No lo sé. ¿El viernes?

—¡Blair!

—¿Qué? Es mejor arrastrarte que decirte con anticipación.

—¿Y así eres mi mejor amiga?

—Porque lo soy es porque te conozco bien: no quieres ir, quieres quedarte aquí a trabajar.

—En verdad—se dejó caer nuevamente en el sillón—, pero si voy a ir.

La observe con los ojos abiertos, sorprendida.

—Mandy también me llamo. Dijo que quería que vaya para vigilarte y no hagas una de las tuyas…

—Bah.

—¿Usaremos el jet privado de Mandy?

—¿Eso te dijo ella?

—No, te pregunto.

—Ah, entonces usaremos el de Kyle —azote la mano, restándole importancia al asunto.

—¿No son de sus padres?

—Sí, ¿pero cuando viste a Kyle usarlo con su permiso? Además, no es como si una aventura en San Diego vaya a perdérsela.

Se encogió de hombros, dándome la razón. Se quedo allí conmigo unos minutos mas en que yo seguía sumiendo mi depresión en patatas y la serie que detestaba. Capte su mirada en un momento, brillaban como cada vez que tenia una idea.

—¿Qué te parece pizza y maratón de Los Simpson?

Hice un puchero y me estire para abrazarla.

—Tu si que sabes animarme.

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Los días pasaron y ya nos veíamos dentro del jet privado de papi, quien estaba castigado por escaparse y Mandy nos lo prestó para la ida y la vuelta. Así que sin más, el viernes en la mañana Owen nos pasó a buscar en el auto y nos llevó hasta el aeropuerto. Ya instaladas en nuestros asientos, mirándonos frente a frente, paso uno de los camareros dejando aperitivos y una copa de champagne para cada una.

—Amo este maldito jet—dijo Libbie admirando todo a su alrededor como si fuera la primera vez. No lo era, pero supongo que seguía siendo excéntrico y sorprendente para ella.

—Papi dijo que si te gusta y te apuntas en la uni, te lo regala.

—Algún día va a convencerme, ten por seguro ello—declaro con una sonrisa a la vez que meneaba la cabeza.

Estaba por contestarle que tal vez debería aceptarlo y planeemos viajar por todo el mundo, pero los escandalosos gritos que provenían de afuera captaron nuestra atención. Al cabo de unos segundos, la extrañes de ello se esfumo en cuanto vi a Kyle forzar a Maxie subirse. Esta resistía contra todo y todos para no hacerlo. Ni Libbie ni yo nos levantamos, solo observamos el espectáculo de Maxie chillando como loca y Kyle recibiendo la golpiza por secuestrador.

—¡No quiero ir a San Diego! ¡Tengo proyectos que entregar, Kyle! —le grito roja de la furia.

—Puedes hacerlo allí, te traje tus carpetas y tu laptop—Kyle levanto el bolso donde estaban las pertenencias de la pelinegra. Lo asomo hacia afuera—Si no te sientas, lo dejare caer.

Maxie entrecerró la mirada y parecía prometerle futura muerte.

—No te atreverías.

—Soy un imbécil, claro que sí.

Su sonrisa socarrona y de desgraciado lo decía todo: si lo haría. Kyle no prometía en vano, él siempre cumplía con su palabra. Así que sin más, Maxie se sentó en el asiento al lado de Libbie mientras que Kyle se sentó a mi lado. Saque de mi billetera $100 dólares y se lo pase.

—¿Y eso?

—Apostamos por si realmente podría traer a Maximiliana. Y te digo, amiga, que me has fallado.

—¡Cállate! —tomo un puñado de snacks y me los lanzo en la cara, pero ni eso pudo detener la risa escandalosa que salió de mis labios por su expresión.

Kyle y Libbie me siguieron, burlándonos de su desgracia. Ella era la única loca que no quiere un fin de semana en San Diego.

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El evento de beneficencia era para los niños que sufrían diferentes discapacidades, por lo que armaron juegos para que ellos pudieran participar, concursos e invitaron bandas para que vayan a tocar. Yellow Monkey’s fueron una de las que se ofrecieron participar sin obtener ninguna ganancia, y podía decir con orgullo que mi hermano no hubiese aceptado un solo centavo si le hubieran ofrecido.

Estábamos sentados en una de las mesas devorando cada uno su hamburguesa mientras escuchábamos tocar a la banda de Travis. Había demasiadas personas y niños delante del escenario que se hacía casi imposible estar allí, así que preferimos disfrutar de ello a la vez que llenábamos nuestro estómago. Pasamos el resto de la tarde uniéndonos a las distintas actividades y disfrutando de las demás bandas que se presentaban, algunas no tan conocidas y otras si lo eran. Ya cuando no había tantas personas, nos sumamos para bailar y saltar. Aprovechamos el tiempo máximo hasta que comenzó a oscurecer y las personas comenzaron a irse, era la señal de volver al hotel.

Libbie había rentado un auto con la tarjeta dorada que Mandy le envió, y aunque al principio no quiso, tres de nosotros amenazándola hizo que cediera y fuera la conductora designada. En la puerta del hotel había varias fans gritando con sus carteles y remeras de los monos. Tuvimos que entrar por la puerta detrás, los de seguridad ya me conocían, papi había estado con nosotros en este hotel con anterioridad. Subimos hasta la suite de los monos, nuestra suite estaba a un piso de ellos. Ryan, el bajista de la banda, fue quien nos abrió. Cerro la puerta de golpe en cuanto vio mi rosto.

—¿Y eso que mierda fue? —inquirió Maxie sorprendida.

—Blair jugo con su corazón —contestaron Libbie y Kyle al mismo tiempo.

—No jugué con su corazón, yo le dije que no era mujer de nadie—aclare y volví a golpear la puerta.

—Aun así lo destrozaste.

—Te llevo serenata y todo.

—Si, y por eso papi casi lo mata.

Libbie y Kyle se echaron a  reír mientras le contaban a Maxie la breve relación con Ryan. Travis y él fueron amigos desde la preparatoria y juntos fundaron a Yellow Monkey’s. Ryan siempre fue atractivo y sensible, me gustaba como me miraba cada vez que estábamos en la misma habitación y que fuese tan atento conmigo. Salimos por unos tres meses, meses en que todo fue lindo y divertido a su lado, pero conocí a Will y, pues, el resto es historia. Deje a Ryan por Will y no me arrepiento. Si rompí su corazón, aunque yo no tenía la culpa que el imbécil de William me haya engatusado y me llevara al camino de la monogamia y la fidelidad. Ryan intento conquistarme nuevamente llevando una serenata debajo de mi ventana. Lo que no sabía era que papa es fanático de las armas y no dudo en salir a correrlo a los mariachis y a él con una escopeta. Todavía puedo recordar como abrazaba mi barriga, sofocada por las carcajadas junto a mis dos estúpidos mejores amigos.

Travis fue quien me abrió en la segunda vez. Cabello rubio corto, ojos azules, mandíbula ancha y una sonrisa de oreja a oreja, Travis era el más parecido a papá y solo era dos años más grande que yo. No dudo un solo segundo para hacerme a un lado con brusquedad, sus brazos enseguida se dirigieron a Libbie y la elevo en alto. Ella chillo y se rio mientras pedía que la suelte. Una vez que la dejo en el suelo, no dude en darle un puntapié por maldito.

—¡Mierda, Blair! —grito en mi dirección con una mueca de dolor, pero sin borrar su sonrisa—No te pongas celosa, vente para aquí.

Estiro su brazo para abrazarme y se lo golpee, solo ocasione que Travis se riera y lo intentara de nuevo. No me resistí y lo abrace, extrañándolo. Si podíamos pelear todo el tiempo, pero era mi hermano y mi más grande compañero.

—Ella es Maxie, nuestra amiga—le presento Libbie señalando a la pelinegra—Y a este ya lo conoces.

—¿Cómo que “este”? —inquirió Kyle ofendido. Estiro la mano y se dio un apretón junto a un abrazo corto de esos que hacen los hombros—Que bueno verte, Trav.

—A ti también, Kyle. ¿Mi hermana todavía te tiene como esclavo?

—Nah, ya no me hace jugar a las muñecas con ella. Ahora me obliga a beber.

—Era de esperarse.

—¡Oigan!

Se rieron de mí mientras los fulminaba con la mirada.

—Un placer—Max estiro la mano hacia Trav, quien le devolvió el saludo junto a una sonrisa.

—Debo agradecerte por soportar a ricitos de oro—puso una mano sobre mi cabeza—Es odiosa, pero es buena.

—¡Basta, Travis! ¡Deja de pretender que no estoy! —le quite bruscamente y pase de él, entrando a la habitación—Me estoy muriendo de sed. ¡Quiero agua!

Ni siquiera me sorprendió que la suite estuviese echa un asco: ropa tirada por todos lados, humo a cigarrillo, botellas de alcohol derramadas en el suelo e instrumentos perfectamente apilados. Era lo único que no parecía llevar destrozos en él. La ruidosa música por poco y no me rompe los tímpanos al adentrarme aún más. Escuchaban AC/DC mientras comían pizzas y jugaban a los videojuegos. Ryan se encontraba de brazos cruzados en la puerta del balcón con el ceño fruncido. En cuanto me vio, soltó un suspiro y se fue para afuera. No evite revolear los ojos, tan dramático.

—¡Ricitos! —chillo Kurt levantándose del suelo y dándome un fuerte abrazo de oso—¡Qué bueno es verte!

—A mí también me da gusto—comente devolviéndole el gesto y le sonreí en cuanto me separe. Les eche una mirada a los demás miembros, saludándolos sin muchas ganas—Idiotas.

—Su majestad—soltó Manson con ironía.

No era secreto que me odiaban y yo a ellos también. Después de todo, los amigos de Travis eran tan idiotas como él. Excepto Kurt, él era un dulce de leche.

—¡Libbie! —grito de repente Ben, el tecladista.

Mi mejor amiga fue recibida mucho mejor que yo. Y como no si ella era la simpática de las dos. Yellow Monkey’s la adoraban tanto que era la única mujer que dejaban que entrara a sus ensayos. Ni siquiera yo podía aun cuando Trav era mi hermano y Ryan mi novio.

—¡Qué bueno es verte!

—Y para mi verlos a ustedes, chicos. ¿Cómo han estado? ¡Están haciéndolo genial en la gira!

Libbie se sentó en el sillón mientras ellos se reunían en ronda para contarle todas las aventuras que vivieron en la carretera. Los deje ser y le eche una mirada a los otros dos y entendieron: esto iría para rato.

—Nos vamos a nuestra suite, necesitamos una ducha —le dije a Travis, quien se mantenía a mi lado con los brazos cruzados y mirando embobado en dirección a mi amiga.

Ni me pelo. Kyle le dio un zape en la cabeza para que reaccionada.

—¿Ya se van? —inquirió distraído.

—Ducha y comida —explico Maxie sin más.

—Esperen, ¿les parece si dentro de dos horas los busco? Hay una fiesta en el penhouse del hotel, es amigo nuestro así que no habrá inconveniente con que vengan.

—No lo sé, estoy un poco cansada —comento Maxie masajeándose la nuca.

Kyle y yo pensamos en lo mismo y le dimos un culaso para sacarla de la vista de Travis.

—¡Hey!

—Allí estaremos—sentenciamos los dos.

—Dile a Libbie que vaya dentro de un rato, todavía tiene que bañarse y cenar algo.

Travis asintió con una sonrisa y eso fue todo. Mi amigo y yo enredamos nuestros brazos mientras caminábamos hacia la salida, haciendo omisión ante las protestas de Maxie.

—Nunca volveré a irme de viaje con ustedes. ¡Me tienen como su caniche!

—Supervivencia del más fuerte, mi quería Maximiliana—respondió Kyle con sorna—Además, es una fiesta en un penhouse. ¿A cuántas has ido?

Max no contesto, así que dimos por terminado el asunto. No fue hasta que dos dio una patada en el trasero a cada uno y se fue corriendo.

—¡Yo voy primero en la ducha!

—¡Desgraciada!

—¡¿Qué pretendes tú de mí?! —chillo dramáticamente Kyle.

—¡Tramposa! —solté una carcajada en medio de mi maldición y le seguí el paso corriendo.

Pronto los tres nos vimos en vuelto a una pequeña carrera por quien llegaba primero a la habitación. Madurar es de verduras.

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Lo que prometía ser una fiesta grandiosa supero a todas las expectativas que tenía en mente. Luces de neón recorriendo cada rincón, música a toda volumen con la que los invitados movían el cuerpo y deliciosos tragos en mano de excelentes barman —y muy sexys, para que mentir. El tal amigo de los monos era Morrison Cowell, otro de mis ex novios-amigo de Travis. Admitía que había salido con gran parte de sus amigos, pero a Travis le daba lo mismo, siempre y cuando no fuera mi corazón el que se rompiera.

Pese a que las cosas con Morrison habían terminado incluso peor de lo que termino con Ryan, su recibimiento fue con amable y cordial, aunque por momentos lo observe apretar con fuerza la mandíbula, como si se retuviera a si mismo de no gritarme y echarme a patadas. Y como no, me acosté con su hermano después de terminar con él por teléfono. En mi defensa, Joe era más sexy y él fue quien me busco. Pensaba que lo había superado, pero no al parecer no era tan así.

—Te sigue mirando —insistió Libbie con una risita escandalosa escapando de sus labios. Iba por su cuarto trago y creo que esas margaritas estaban demasiado fuertes. Yo también me sentía algo ebria luego de la tercera.

—Ignóralo.

—Ahora es Ryan quien te mira —se burló Kyle desde mi otro costado.

—Ya basta —gruñí para su diversión.

—¿Has salido con alguien más de aquí?—pregunto Maxie echando un vistazo a ambos. Para mi suerte, estaban de una esquina a otra.

—Por suerte, no. Ahora, dejemos ese drama y vamos a mover el culo—decrete tirando el vaso de plástico en el suelo. Sujete a Libbie de la mano y tire de ella para llevarla a la pista.

Kyle y Maxie nos siguieron mientras una canción latina comenzó a sonar. Pese a que no entendíamos absolutamente nada, nos manteníamos cantando de manera distorsionada mientras los tragos seguían llegando y seguíamos bailando. Travis se acercó junto con Kurt y un champagne que no dude arrebatar una copa de las manos de mi hermano. Bailamos, cantamos a gritos y nos echamos a reír cuando Maxie por poco y no se parte la madre contra el suelo.

No se cuánto tiempo paso, solo que necesitaba sentarme y beber una cerveza. Fui hasta la barra, abandonando la ronda de baile en la que los demás monos se sumaron, me senté y me alcanzaron una botella de cerveza sin siquiera pedirla. Revise mi celular en busca de una señal, pero Will no había mandado siquiera un mensaje. En mi garganta se formó un nudo, di un sorbo grande para poder pasar la angustia y no echarme a llorar como una idiota. Termine por apagar el celular y guardarlo en mi bolso, más segura de no humillarme a mí misma llamándolo borracha. Ya había pasado una semana desde que Will no me dirigía una palabra y yo creía que en cualquier momento moriría. Odiaba estar lejos de él y me odiaba por ser tan orgullosa.

—Vaya, que coincidencia.

El sonido de la voz tan familiar hizo que sintiera un repentino escalofrío. Voltee rápidamente sin poder creerlo, Zayn estaba tomando asiento junto a mí con una sonrisa suave en el rostro. Mi sorpresa pareció darle gracia, porque enseguida se rió y se acercó hacia a mí. Se me paralizo el corazón al sentir su fragancia tan cerca.

—¿Tanto te sorprende verme?

—¿Qué haces aquí?—no pude contenerme en preguntarle.

—Morrison es amigo de Niall. Decidimos venir, también nos estamos hospedando aquí.

—¿Decidimos?

Mis ojos se desviaron hacia donde estaba Libbie. Como lo imagine, Harry estaba hablando con ella. Las cosas parecieron tensarse cuando Travis apareció de la nada y rodeo con su brazo la cintura de Libbie, sonriendo falsamente hacia Harry. Libbie no se mostraba incomoda, ella adoraba a Travis y seguramente pensaba que eran celos de hermano mayor, pero estaba bastante lejos de la realidad. Por otro lado, observe con sorpresa a Niall alejarse de Maxie, quien parecía asesinarlo con la mirada. Kyle se mantenía a su lado con una sonrisa divertida mientras le pasaba un brazo por los hombros y la atraía hacia él, seguramente tratando de calmar a la bestia en su interior. Le dijo algo en el oído que logro hacerla sonreír y ambos se alejaron hacia la terraza con los ojos de Niall sobre ellos.

—Vaya, que pequeño es el mundo —termine por concluir bebiendo más de mi cerveza—¿Y los demás?

—Estaban muy cansados para sumarse a la fiesta—Zayn se apoyó en la barra, recibiendo su trago de cerveza. No tardó en darle un sorbo—Tuvimos un concierto hoy.

—Ah, genial.

Por extraño que pareciera, estar cerca de él me supo incómodo. Todavía recordaba la tensión que se creó en mi habitación. Estaba segura que si yo hubiera dado el sí, entonces Zayn y yo nos habríamos enredado entre las sabanas que tantas veces compartí con Will. Ese pensamiento me revolvió el estómago, y maldije en mi interior por amar a Will. Ni cuando engañe a Ryan, a Morrison o a los otros, jamás había sentido esa culpa. Observe a Zayn de reojo y lo capte mirándome. Tuve que huir de sus ojos porque nuevamente sentí el fuego quemarme por dentro, y eso no era buena señal.

—Pareces preocupada por algo.

Quise responderle que era porque la tensión sexual resultaba ser algo evidente entre nosotros, pero eso sería cagar más las cosas de lo que ya estaban. Así que solo conteste:

—Pelee con mi novio.

—¿Por qué?

En otra ocasión, le hubiese dicho que se ocupe de sus asuntos. Pero estaba ebria y con el corazón triste. Además, quería poner un distanciamiento a esa incomodidad. ¿Qué mejor manera que hablarle de Will?

—Porque su mejor amiga es una bruja y le encanta inventarse cuentos; cuentos que él termina creyendo porque es un imbécil—trate de dar otro trago a mi bebida, pero estaba vacía. Molesta, golpee la barra, llamando la atención del barman—Oye, asegúrate que esto esté lleno el resto de la noche antes que salte de la terraza.

—Genial, otra borracha problemática —el chico puso los ojos en blanco.

No lo dude un segundo. Tome el recipiente con maní y se lo lance. Para su suerte, logro esquivarlo.

—¿Tienes algo más que decir?

No dijo nada, solo lleno mi vaso de nuevo con cierta aspereza y se marchó del otro lado de la barra para seguir tomando órdenes.

Zayn soltó una risotada luego de un breve silencio.

—¿De qué mierda te ríes? —balbucee ebria.

—Su mejor amiga es la con la que te liaste a los golpes, ¿no? —dejo caer su cabeza en su puño, apoyado en la barra.

—Si, por su culpa Will y yo peleamos —resople y lleve una mano sobre mi cara, tirando mis rizos hacia atrás. —Nunca peleamos sino es por esa bruja.

—¿Y por qué no lo llamas e intentas arreglarlo?

—No es mi culpa que él le crea. ¿Por qué debería hacerlo?

—¿Siempre eres tan orgullosa?

—Sí, ¿y qué?

Levanto las manos hacia arriba.

—No estoy criticándote. Solo pienso que el orgullo es una estupidez—abrí la boca para gritarle, pero se adelantó—Te lo digo por experiencia: te alejas de las personas que más quieras por solo querer tener la razón. Deberías llamarlo y decirle que deberían dejar la mierda atrás y simplemente estar juntos.

Aunque sus palabras eran razonables, parte de mí no quería escucharlo y seguir siendo la mierda de orgullo que era. Pero, diablos, extrañaba a Will tanto que estaba que me echaba a llorar.

—¿Y si no quiere hablar conmigo? —termine mi trago y el cantinero volvió a llenar mi vaso con sus ojos sobre mí, aun cuidadoso de que no fuera a lanzarle algo más.

—Haz que te escuche.

—¿Y si no se soluciona y me deja? —resople con tristeza. Realmente prefería morir a que eso sucediera.

—Siempre puedes venir a mi habitación a ahogar penas —choco su vaso con el mío.

El escalofrió volvió a recorrer mi espina dorsal mientras su mirada se oscurecía. Tuve miedo de que los latidos de mi corazón pudiesen ser escuchados. Intente percibir diversión, esperando a que suelte un “¡era broma! ¿realmente te lo creíste?”. Pero no percibí nada de ello. Su invitación era real.

—Creo que voy a llamarlo.

Me baje del taburete con las piernas temblándome, por poco no me caigo de cara al suelo. Zayn me sujeto del brazo y su cercanía se sintió como la electricidad. Me separe de golpe sin siquiera querer mirarlo y camine entre la muchedumbre, haciéndome espacio entre los cuerpos sudorosos que invitaban a que me una a ellos. Llegue a la terraza me senté en una de las mesas que había afuera. Torpemente, saque mi celular de mi bolso y lo prendí. Espere impacientemente a que terminara de actualizarse antes de marcar el número de Will. No contesto. Insistí dos veces más hasta que finalmente lo hizo.

—Will, lo siento —balbucee borracha. Me apoye en la mesa mientras sentía todo dar vueltas—No quiero pelear más. Te extraño tanto que creo que voy a morirme sin ti…

Lo único que escuche de regreso fue una risita llena de burla que reconocí de inmediato. Le eche un vistazo a mi teléfono: eran las 3:49 am. ¿Cómo es que Elena estaba con el celular de Will a estas horas?

—Creo que es un poco tarde, considerando en la situación en la que William y yo nos encontramos—sentí todo lo que había bebido llegarme hasta la garganta—Lo siento, Blair, pero creo que esta vez perdiste.

—¡Maldita desgraciada! —chille en alto, sin importarme captar la mirada de otros sobre mí.

Tranco la llamada y con desesperación volví a marcar, queriendo tele transportarme para terminar de quitarle todo su cabello de la cabeza. Pero no contesto ninguna de mis llamadas, en cambio, envió una imagen al whatsapp. La abrí con miedo. El corazón se me rompió cuando vi que Will estaba durmiendo con el torso dormido en la cama mientras ella estaba con su remera y en ropa interior. Tire con fuerza el celular sobre el suelo a la vez que comenzaba a llorar frenéticamente.

—¿Blair?

Entre el llanto, pude distinguir a Morrison venir hasta a mí con los ojos preocupados.

—¿Estas bien?

Menee con la cabeza sin poder contestarle. Tomo mi celular y lo dejo arriba de la mesa. Le había roto la pantalla y, por milagro, aún seguía funcionando.

—No va bien con tu novio, ¿cierto?

Asentí con tristeza mientras más lágrimas seguían cayendo. De pronto, lo escuche reírse. Levante la mirada y lo observe. Se estaba riendo de mí.

—Bueno, alguna vez tenía que pasar. ¿Sabes? Fuiste una mierda conmigo y con muchos otros—dejo su vaso sobre la mesa, cerca de mí—Bebe un trago, te hará pasar el mal rato. Y recuerda, el karma existe.

Se dio la vuelta, marchándose. Observe el vaso mientras las lágrimas de pronto dejaron de caer. Impulsiva y agresiva como soy, no iba a dejar que ese imbécil me tratara como escoria. Así que tome el vaso y se lo lance por la cabeza. La gente a nuestro alrededor soltó gritos ahogados. Morrison se dio la vuelta con sus ojos queriendo asesinarme. No le di tiempo de nada más, me quite el zapato y se lo di por la cabeza.

—¡Maldición! —grito ante el golpe. Intente darle un segundo, pero me sujeto de la muñeca con fuerza—¿Crees que por ser mujer no voy a darte tu merecido? —me zarandeo fuertemente. Me retuve a gritar de dolor, no iba a darle el gusto—¡Hace tiempo que quiero darte una lección! ¡No eres más que una promiscua que se vale por la fama de sus padres! ¡No eres más que una…!

Pero Morrison dejo de hablar cuando Zayn apareció y le encesto un golpe. Caí de pompas al suelo mientras observaba sorprendida como le daba otro, tumbándolo en el suelo. No basto más de un segundo en que el moreno me ayudo a levantarme.

—¿Estas bien?

—Sí, pero…

Morrison se incorporaba y tenía la nariz sangrando. Lo vi tomar una silla y levantarla. Grite para advertirle a Zayn, pero parecía ser demasiado tarde. Para nuestra suerte, Travis entro en escena y le dio una patada que logro hacerlo volar. Sus ojos azules estaban inyectados de sangre y mantenía la mandíbula bien apretada.

—¡¿Qué mierda quisiste hacerla a mi hermana, hijo de puta?! —exclamo furioso. Lo levanto de la camisa y le volvió a golpear—¿Te crees muy hombre para hacerle eso a una mujer?

—¡Trav, basta! ¡Lo vas a matar! —le grito Manson, pero Travis lo empujo a un lado cuando intento detenerlo.

—Eso voy a hacer: lo voy a matar. Nadie toca a mi hermanita.

—¡No, Travis! —chille e intente ir hacia él.

De pronto, los demás amigos de Morrison se lanzaron contra Travis y los monos saltaron de quien sabe dónde. La pelea comenzó y por poco no me encestan un puñetazo a mí. Zayn me sujeto de los brazos y me saco de allí. La fiesta había terminado.

Después de ello, todo se volvió borroso.

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Desperté como el fin de semana pasado: resaca y más mierda de resaca. Me sentía pesada, la boca pastosa y seca mientras el estómago se me revolvía por dentro. Juré por millonésima vez en la vida que no volvería a pasarme de tragos, estaba harta de tener que soportar la mierda del otro día.

Agotada, aun sintiendo que dormí unas veinte horas, todavía no tenía las fuerzas necesarias para poder afrontar el día. Hoy los monos nos darían un tour por todo San Diego, más a Maxie y Libbie porque Kyle y yo lo conocíamos como la palma de nuestra mano. Dudaba si acompañarlos, pero definitivamente no iba a dejar a Libbie sola con Travis, quien parecía hacer hasta lo imposible porque ella le diera una oportunidad. Con la idea en mente de salvar el mundo, me levante perezosamente con cuidado de que la cabeza no me estalle. Inspire y exhale con suavidad, intentando no morir en el intento. Abrí los ojos con dificultad y observe la habitación del hotel en busca de mi bata para ponerme. Por alguna extraña razón, había despertado en ropa interior.

Pronto, las cosas a mi alrededor comenzaron a cobrar más sentido. No estaba mi valija, no teníamos la habitación con balcón porque Maxie y Kyle nos la habían ganado a Libbie y a mí. Tampoco veía la ropa tirada que dejamos con Libb la noche pasada cuando corrimos a vestirnos para la fiesta. Entonces, lo vi: estaba del otro lado de la cama con la cabeza apoyada en la almohada, completamente rendido a sus sueños y sin intención de despertarse. Ahogue el grito ahogado cuando observe su espalda desnuda y me eche una mirada a mí misma.

Antes que la histeria estallara por completo, me incorpore con cuidado y tome todo lo que parecía ser mío. Me puse el vestido de lentejuelas con los zapatos en mi mano mientras caminaba con suavidad desde la habitación hasta la sala de la suite. Pare de inmediato cuando vi a Harry Styles dormir junto a Louis Tomlinson en los sillones, ambos desparramados por completo. Quizás en otra ocasión, hubiese saltado arriba de ellos y me habría aprovechado de Styles, pero ahora lo único que quería era correr, salir de aquí y ponerme a llorar como la maldita idiota que era.

Engañe a Will. A mi Will.

No era la primera vez en mi vida que me acostaba con otra persona estando de novia. Jamás me intereso la fidelidad ni la monogamia, no creía en el amor para siempre, salvo el de mis padres. Pero la culpa que sentía por hacerle esto a Will era demasiado, tanto que las lágrimas comenzaron a caer por si solas y solo podía tener un profundo odio y repudio por mí misma.

Mi celular sonó justo en el momento en que cerré despacio la puerta detrás de mí. Se me cayó de la mano cuando intente contestar, aun llorando y nerviosa.

—¡Blair! ¡¿Dónde carajos te metiste?! —chillo Libbie apenas conteste. Se oía aliviada y molesta a la vez—¡No apareciste en toda la noche, estaba preocupada!

La voz se me ahogo y no pude hablar por varios segundos. La sentí llamarme más angustiada, por lo que tome coraje para hablar.

—Dios, Libb... la cague.

—¿Qué? ¿Qué paso? ¿Estás bien? —sus preguntas llegaron frenéticamente—¡Contesta, Blair! ¿Dónde estás?

—Estoy saliendo de la habitación de Zayn.

El silencio en la otra línea fue suficiente. No era necesario que se lo diga, ella ya lo había adivinado. Aun así, necesitaba decírselo para saber que era verdad.

—Me acosté con Zayn, Libbie. La cague.

Tardo un poco mas en responderme.

—Esta bien, tranquila. Vamos a solucionarlo.

—¿Como? ¡No puedo volver el tiempo atrás! ¡Ni siquiera recuerdo que paso anoche!

—¡Cálmate! Ahora lo que necesito es que vuelvas a la habitación lo mas rápido posible —insistió desesperada—Travis termino en la comisaria y los chicos también. ¡Incluso Kyle!

El problema de Zayn y Will quedo atrás cuando la escuche. Quise preguntarle como mierda habían terminado allí, no fue hasta que mi mente comenzó a recordar pequeños trozos de la noche pasada: yo llamando a Will, Elena contestando y enviando la imagen de ellos en la cama—cosa que logro disminuir la culpa y el dolor por haberlo engañado—, Morrison burlándose de mi, Zayn defendiéndome y, por ultimo, Travis como loco intentando matarlo.

—Ay Dios, no.

—La noticia se esparció tan rápido que Benjamín ya viene en camino—se me doblo el zapato cuando la escuche, tuve que sujetarme de la pared—Y esta furioso. Vente y báñate, no vaya a ser que se entere que desapareciste.

Corte la llamada y ni siquiera espere el ascensor. Me quite los zapatos y corrí por las escaleras para llegar hasta el piso de nuestra habitación. Papi estaba en camino y nosotros en un montón de problemas.

Jaeger.
Jaeger.


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Mensaje por indigo. Vie 28 Dic 2018, 2:02 pm

se me ha nublado el papel:

indigo.
indigo.


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Mensaje por hange. Lun 31 Dic 2018, 11:43 am

HOLA, HAPPY NEW YEAR 2019 Reminders of reality - Página 4 1477071114

Capítulo 08
Maxie McCoy | By Ritza.

Maxie McCoy odiaba tener que levantarse temprano. Y sí, por Maxie McCoy, hablaba de mí. Lo odiaba mucho más cuando había pasado la noche completa en vela. Desgraciadamente, esa noche no había sido por causa de alguna tarea de diseño. Mucho peor, no dejaba de pensar en mi absolutamente horrorosa reacción ante ver al innnombrable después de tantos años.

El concierto fue sobrellevable (tanto como lo podía ser cientos de niñas gritando barbaridades). Pero cuando fui obligada a entrar al meet & greet y cuando el innombrable se atrevió a intentar saludarme con un abrazado descarado…Pues, no pude evitarlo. Exploté.

Miré a Niall Horan, y sentí todas las veces que esperé a que me contestara una llamada o un mensaje, caerme encima como una tonelada de bloques de hielo. Pero este hielo no me dejó en un estado catatónico, próximo a morirme congelada, estática como una pared de concreto. No. Este hielo me impulsó a la acción desesperada por no hundirme otra vez en un ciclo tóxico de emociones negativas.

En segundos, demostré lo funcional que era tener un entrenador físico que te gritara: “¡saca tu coño interior!” 25 veces por sesión.

Me cuadré tomando impulso con mi pierna derecha, levantando la izquierda y alzando el brazo derecho hacia detrás. Posición lista. Salté de un pie a otro con toda la fuerza que pude y mi brazo derecho se enderezó como una pieza de un robot, impulsando toda la fuerza en mis nudillos. Y toda esa fuerza terminó haciendo un horrible contacto seco con la nariz de Niall James Horan.

Su grito de dolor, su expresión contorneada de forma extraña y la manera en que echó su cabeza hacia atrás como latigazo: todo valió la pena. Ignoré los gritos, maldiciones y jadeos de todos alrededor.

Hades, humildemente te doy las gracias por esta gran oportunidad.

Niall se cubrió la nariz con ambas manos y, con la voz patosa y ahogada, pidió una toalla o un pañuelo o algo con torpeza y rapidez. Me quedé quieta, sin hablar y con el dolor y ardor de los nudillos propagándose por toda mi mano. No la miré, no quise perderme ninguna expresión de la cara de Niall en este momento.

—Maxie, ¿¡estás demente!? —chilló Bailey, mientras Blair me miró con la boca abierta y se alejó.
—¿Por qué hiciste eso, estás loca? —demandó Zayn, yendo hacia Niall.
—¡Responde! —gritó Liam, acercándose.

Uno de los camarógrafos le pasó una toalla húmeda a Niall, y le indicó que se sentara y estirase la cabeza hacia detrás un momento. Uno de los guardias me agarró por el brazo con fuerza y me echó hacia detrás. Pero daba igual. Zayn fue con ellos, a revisar si su tabique estaba roto. No lo estaba, todavía no tenía tanta fuerza.

—Maxie, ¿qué te pasa? Pareces una loca —Bailey me miró como si no me reconociera.

Estuve muy tentada a decirle que Maxie sí es una loca. Más aun cuando las ganas de seguir golpeándolo persistieron dentro de mí. Apreté la mano izquierda, la que no me dolía, y contemplé pegarle una patada en la entrepierna. Una por cada año.

—Esta bien, chicos —logró decir Niall, aunque su voz estaba más patosa aun—. Me merecía eso.

Inevitablemente, chocamos miradas. Los ojos de Niall me miraron como siempre: grandes, azules, profundos. Como si pudieran saber todo de mí con solo echarme un vistazo. Con tanta calma y misterio como el océano. Pero no era el Niall que llegué a conocer una vez. Empezando por su actitud y terminando por su cabello teñido de rubio, casi blanco. No podía saber nada de mí ahora. Eso no evitó que sintiera una punzada. Maldito seas.

Un nudo se formó en mi garganta y algo pesado ejerció presión sobre mi pecho. Apreté las dos manos, y siseé por el dolor de la derecha. Pero era soportable, dolía menos que cuando golpeaba las bolsas del gimnasio por dos horas seguidas. Di un paso hacia Niall, pero Louis puso un brazo frente a mí, impidiéndome el paso.

—Te mereces más que eso —mi voz tembló, no sabía si de ira o de dolor. ¿Se podía explotar del enojo? — Te espero fuera, Bailey.

El guardia me “escoltó” hacia afuera. La verdad no lo sentía. Por ellas, tal vez. Pero podría llevarme a Niall al ring ahora mismo y usarlo de bolsa personal y no me importaría. Todo el rencor, el enojo, las decepciones y el dolor de los últimos ocho años parecían haber explotado furiosamente dentro de mí. Como un experimento fallido de un científico. Si no salía del recinto, acabaría matando a alguien.

No tenía idea si presentaría cargos o algo así contra mí. O si en pocas horas aparecería en internet como la chica loca que atacó a Niall en un meet & greet. Ni me importaba.

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De eso habían pasado ya varios días. Bailey no me dijo más que “hola y adiós” hasta el tercero. No me importaba mucho, de todos modos tenía que fregar por mí y ella no entendía por qué lo ataqué. Y su ofensa porque casi “maté” a uno de sus ídolos fue tan grande que no me preguntó cuál fue el motivo. Ava y Fernando, en cambio, eran otro cuento.

Fernando era un tipo que me llevaba casi tres cabezas, bastante intimidante de aspecto porque amaba ir al gimnasio. Cabello oscuro corto y mandíbula rectangular —pero sus ojos eran siempre amigables, acompañados de una sonrisa tonta y torcida. Tenía esa capacidad de hacerse amigo de todos. Ava era, igual, más alta que yo, morena y con el cabello negroazul. Y siempre llevaba sus uñas pintadas de algún color oscuro y perfectamente largas. Eran los únicos amigos que conservaba desde el instituto, cuando me mudé a Estados Unidos hace años.

Estaba reunida con ellos en Wendy’s, días después del concierto, cuando les conté todo.

—No puedo creer que lo hayas pateado en la cara —Fernando sacudió la cabeza—, pobre infeliz. Su cara le da dinero, ¿sabes?
Yo no puedo creer que no le hayas pateado las bolas —comentó Ava, mientras comía papas fritas a la velocidad de la luz— ¿Sangró mucho, al menos? Dime que sí.

Seguí masticando mi hamburguesa con toda la paciencia del universo. Ambos sabían cuál era mi historia con Niall —como lo conocía de Irlanda, donde vivía antes de que mis padres se divorciaran.

—Eso creo —contesté después de tragar—, me sacaron de una vez.
—Qué asco —Fernando se estremeció e hizo una mueca—. Repito: pobre infeliz.
—Debiste patearle las bolas —Ava sacudió su cabello negro-azul, y continuó comiendo papas.

Ava, obviamente, estaba de mi lado salvaje. Aunque a veces ella claramente propasaba los límites. Fernando, por otro lado, era tan simpático como adverso a las peleas. No tenía idea si era por vagancia o porque sencillamente era un pacifista, pero nunca le gustaban los líos físicos. La única forma de saber que estaba realmente molesto era cuando recurría a eso.

—Ya. El concierto pasó y desgraciadamente, me reconoció —tomé un sorbo de mi refresco—. Ahora podemos decir que nunca más me lo volveré a encontrar, ¿de acuerdo?
—Si, si —masculló Ava.
—¿Estás segura de eso?
—¿Qué quieres decir con eso? —lo miré con ojos entrecerrados— Nando…
—¡Nada! Solo que nunca digas nunca, la vida es muy jodida.
—Cállate, impío —le golpeé con una papa—. No me amargues el futuro.
—Solo digo. ¿Tal vez, quiere disculparse por…eso? —Fernando dio un mordisco a su segunda hamburguresa y me miró con ojos entrecerrados— Es una posibilidad.
—Pffft —Ava bufó y se explotó de la risa.
—Nando, cierra el pico. No hablaré con él —me crucé de piernas y pegué mi espalda en la silla—. El innombrable llegó demasiado tarde, y Maxie nunca olvida.

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Días después, me arrepentí por un momento tener a alguien tan sensato como Nando de amigo. El karma, los Dioses o quien quiera que fuera el encargado del destino, decidió jugarme una muy mala broma. Cuando nos topamos con el séquito de cantantes otra vez, en una simple disco de la ciudad.

Y luego en San Diego, después de ser obligada a venir por Kyle, estábamos en una fiesta de un tipo rico en el penthouse de un aun más rico hotel. Todo estaba de maravilla, hasta que aparecieron ellos. One Direction incompleto (faltaban dos), en vivo, y el rubio traidor sin sangre en su nariz.

¿Hades, qué te hice?

Harry se puso a hablar con Libbie directamente, que igual estaba con Travis. Desde donde estaba no podía alzarme para buscar a Blair, aunque ella no me ayudaría en nada —está obsesionada con ellos. Solo quedaba Kyle, que me miraba como si quisiera explotarse de la risa.  

—Una no puede ni siquiera venir a emborracharse en paz. No. Tienen que aparecer el séquito de hijos de puta acosadores —sacudí la cabeza y resoplé—. No entiendo por qué-
—¡Maxie! —Kyle soltó una carcajada mientras Niall se acercaba—¿Estás segura de que estás bien?

Apoyé mi cabeza en su hombro y dejé caer los brazos. En el máximo intento por no pensar en romper cosas. Ni para chillar.

—….No.

Kyle suspiró y se removió, hasta pasarme un brazo por los hombros. Su altura me hacía sentir como una mascota a la que deben proteger.

—¿Quieres hablar de ello?
—No.

Tomé aire y alcé la cabeza, ignorando del todo a Niall y cualquier otro peste-dandy-direction cerca de nosotros. Recordé lo que Marty, mi entrenador, solía escupir (literalmente) en mi cara después de que una vez lloré frente a él.

“¡Antes de llorar por un pendejo, haz que llore sangre por hacerte sufrir! ¡Eres una vikinga, Maxie!”

Alcé la barbilla y miré los ojos claros de Kyle, sonriendo. Ignoré la voz que me incitaba a cometer homicidio. Kyle entrecerró los ojos, pero de todos modos me sonrió.

—Vamos a bailar hasta rompernos la vida. ¿Quieres?

Kyle estaba a punto de jalarme hacia la pista cuando Niall se apareció en nuestro campo de visión. Apreté mi lata de cerveza con tanta fuerza que crugió un poco debajo de mis dedos, y lo miré como si quisiera enterrarlo en el núcleo de la Tierra.

—¡Hola! —dijo, por encima de la música— Qué pequeño es el mundo.
—Veo que aún tienes nariz —arrugé el rostro y cuadré mis hombros.

Niall sonrió torpemente. No podía ser tan idiota como para no comprender que no quería hablarle, ni hoy ni nunca. Sin embargo, en vez de irse, se presentó con Kyle y luego volvió a mirarme. ¿Era idiota, o qué? Al parecer, no había pedido la costumbre de afrontar los problemas como si fueran un chiste.

—Sí, aunque casi me la arrancas — se tocó la nariz con suavidad, como recordando la patada—. ¿Cuando aprendiste a golpear así, Max? —me miró de pies a cabeza— Casi no-
—¡No me digas Max! —las ganas de tirarle la cerveza encima casi me superaban— ¡Perdiste el derecho hace años!
—De acuerdo, Max —Niall sonrió un poco, y dio un paso hacia atrás. ¿Creía que estaba bromeando?
—¿Quieres que te golpee otra vez? —incliné la cabeza.
—¡Esta bien, cálmate! —alzó ambos brazos y dio otro paso hacia atrás— Solo quería decirte que-
—Ahórratelo —volteé la cara, apoyándome más en Kyle, para no cometer un delito.
—Un placer —Kyle le sonrió—, pero ya nos vamos, duende.

La última parte la dijo más bajo, en mi oido. Se me salió una sonrisa ante el rostro de ofendido de Niall. Bien sabio, Kyle me jaló hacia la terraza. Probablemente queriendo evitar un lío físico. Me dejé llevar y le di otro sorbo largo a la cerveza, tratando de calmar a Maxie la boxeadora.

Luego de eso, la noche estuvo relativamente bien. Kyle y yo bailamos unas canciones más en el balcón cuando, de súbito, la música bajó de volumen y se escucharon un montón de gritos y golpes provenientes de la sala. Nos echamos a correr sin dudarlo, y cuando llegamos, lo primero que vi fue a Manson salir volando y a un chico estamparle una trompada a…¿Bryan? ¿Ryan? Otro de la banda de Travis. Había botellas rotas en el suelo y las personas estaban alejándose a toda prisa del grupo de chicos golpeándose.

—¿Ves a la chicas? —le grité a Kyle, alzándome en puntillas para poder ver mejor, sin éxito.

Kyle me agarró del brazo y llegamos hasta Libbie, quien era sujeta por Harry de una forma protectora.

—¿Qué está pasando? —preguntó Kyle— ¿Dónde está Blair?
—Zayn se la llevó —explicó Libbie, y sacudió la cabeza, mirando hacia la pelea con las cejas juntas y los labios fruncidos—. Están peleando porque Morrison trató de sobrepasarse con ella, la tiró al suelo…
—¿Qué? —chillamos al mismo tiempo.

Maxie la boxeadora no necesitaba mucho para salir a flote. Me di la vuelta y salí directo al tumulto, para echarle una golpiza al tal Morrison. Me haría bien practicar estos días, ya que no iría al gimnasio. Pero di tres pasos y alguien me empujó hacia detrás, junto a Libbie, otra vez.

—¿Qué coño…? —chillé.
—Quédate ahí —ordenó Kyle—, y se si pone my feo, váyanse —le dijo a Libbie esta vez.
—Ay sí, tu tan macho despachando a damiselas en apuros —Libbie rodó los ojos y lo miró como si acabara de decir la peor bobería del mundo (que era verdad).
—Hablo en serio: no intervengan, por su bien —Kyle comenzó a alejarse.
—¿Estás loco? —salté en mi lugar, extentiendo los brazos— ¡Puedo pelear mejor que ustedes!

En ese momento, un tipo desconocido cayó encima de una pequeña mesa de café de madera, rompiéndola. Otro tipo cayó al suelo, otro de los amigos de Travis. Observé a Kyle ir corriendo a ayudarlo a ponerse de pie, y otra botella resonó rompiéndose del otro lado de la sala. Qué mierda.

Intenté meterme otra vez pero Libbie me sujetó de un brazo, e increíblemente, Niall del otro. ¿Cuándo llegó el pendejo aquí?

—¡Suéltenme!
—¿Quieres que te golpeen? —exclamó Niall, a quien ignoré olímpicamente.
—Maxie, este no es el momento —Libbie me pasó un brazo por los hombros—, ya intentamos hacer que paren y-
—¿Acaso una chica lo intentó? Son todos unos estúpidos sin neuronas —rodé los ojos— ¡Además, trataron de…!
—¿Crees que yo no quiero partirle su madre? —me gritó Libbie— Pero lo único que vamos a lograr ahí es que nos partan el rostro con cristal.

Rechiné los dientes y me solté de Niall con brusquedad, pegándome más a Libbie. Ella se encontraba mirando hacia el tumulto, y me di cuenta que la única razón por la que no se había ido fue por el agarre que Harry tenía en su cintura. Resoplé y me sacudí el cabello con brusquedad, sintiendo aire caliente dentro de mí.

BAM BAM BAM

Me quedé frizada, al mismo tiempo que muchas personas comenzaron a correr hacias las escaleras de emergencia. BAM BAM BAM. Libbie y yo nos miramos, con ojos abiertos como platos y quijadas sueltas. Los chicos seguían peleando, inconscientes a los golpes en la puerta o a nuestras advertencias.

—¡Policia! ¡Abran la puerta o la derribamos! —se escuchó una voz femenina y profunda.

BAM BAM BAM

La gente empezó a correr por las escaleras de emergencias. Justo cuando Libbie y yo estábamos a punto de ir hasta los chicos, Harry la tomó por el antebrazo y Niall me empujó detrás del tumulto. Tuvimos que correr o íbamos a ser aplastadas. En poco tiempo, nos arrastramos con el grupo y salimos por las escaleras de emergencia, hasta varios pisos abajo, donde nos hospedábamos. No paramos de correr hasta estar en frente de nuestra habitación, en el piso 7.

Libbie se apoyó contra la pared junto a la puerta y se cubrió el rostro, mientras yo continué caminando de un lado a otro. Paso, paso, paso, giro; paso, paso, paso, giro. Me encantaría poder golpear el saco de arena ahora mismo.

—¿Qué coño, quién demonios llamó a la policía? —mascullé, estirando los brazos y mirando el suelo alfombrado.
—Seguro el mismo hotel, había mucho ruido —contestó el innombrable.
—¿Y por qué Blair se fue con Zayn? ¿Dónde se metieron? —me pasé una mano por la cara con fuerza— Los voy a picotear, a ella y a Kyle. ¡Obligándome a venir a este viaje para después meterse en líos!
—Maxie, baja la voz —Libbie suspiró—, nos puedes meter en problemas también.

Chasqueé la lengua, pero le hice caso. Gritando no resolvía nada. Pero se sentía bien. Observé a Harry ponerse junto a Libbie mientras Nial me miraba, en silencio. Abrió y cerró al boca varias veces, hasta que me crucé de brazos frente a él, esperando.

—¿Qué? —enarqué una ceja.
—¿Quieren…?
—No. Todavía te detesto.
—¡Maxie! —Libbie estaba más que exasperada.

Rodé los ojos y me mordí la mejilla por dentro.

—Gracias —rechiné los dientes—, por acompañarnos. Adiós —me di la vuelta y fui a entrar a la habitación—. Te espero dentro, Libbie.

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Libbie y yo a penas dormimos pocas horas. Por la espera de la llama de los chicos, donde Kyle le explicó que Benjamin había contactado a Travis. Que venía en camino (desde Russia), lo cuál significaba que básicamente, estábamos jodidos. Tampoco pegamos el ojo esperando señales de vida de Blair. Si Benjamin llegaba a aparecer antes que su hija, y ella aparecía con algún chico —Zayn—, pues, según lo que me explicó Liberty, no sería nada bueno.

A eso de las seis de la mañana, el celular de Libbie resonó por toda la sala de la habitación. La suite tenía dos habitaciones más grande que mi departamento, cada una con su baño incluyendo jacuzzi. Una sala, comedor y cocina; además de una pantalla casi del tamaño de mi cama. Pero no había podido disfrutar nada de eso gracias a unos cimios sinvergüenza.

Mientras Libbie conversaba con Benjamin, me puse a buscar en la laptop noticias sobre la pelea de ayer. Para que él se enterase tan rápido, mínimo tuvo que haber un escándalo.

—Pero no es lo que crees, la pelea empezó porque-

Libbie se calló abruptamente, y se quedó mirando la pantalla del celular como si no lo creyera. Luego arrastró sus pies por la alfombra y se sentó junto a mi en el enorme sillón beige, moviendo el celular de un lado a otro.

—Voy a llamar a Blair hasta romperle el celular —masculló, atusándose el pelo castaño—. Si Benjamin llega y ella no está, será todo mucho peor.

Comencé a asentir, con una mueca en el rostro. Giré la laptop hacia ella con la ventana de “The Hollywood Gossip” abierta. El título decía, en letras de cajón, gruesas y negras: “San Diego: ¿el nuevo centro de peleas de adolescentes celebridades?”.

—¿Peor qué esto?

Habían varios videos movidos de toda la pelea, fotos de la fiesta y luego fotos del desastre. Un video de la policía llegando y llevándose a los monos. Fotos borrosas de los tres dandies entrando a la fiesta; luego Harry con Liberty, Zayn con Blair. Ni hablar del artículo en sí. Lo único bueno es que yo no me veía de frente en la foto en que tomaron de Niall hablando con un tipo, se veía solo el perfil de Kyle. Pero no diría eso en voz alta.

Artemisa, gracias por mantenerme invisible al ojo de la cámara. Amén.

—¿Cuál es el jodido problema de esta gente? —Libbie suspiró con fuerza, entrecerrando los ojos en la pantalla— ¿Y por qué Blair no contesta el jodido celular?
—Uno: no tienen vida propia —me tumbé en el sillón, abrazando un cojín—. Dos: está bebida y trasnochada.
—Arg, el punto de venir aquí era relajarnos —Libbie se rascó la cabeza. Cortó la llamada y volvió a marcar— ¡Contesta! No sabemos si está bien…

Sacudí la cabeza. No quería preocuparme más. En cambio, agarré otra vez la laptop y puse la foto de ella y Harry sonriéndose.

—Al menos los paparazzis están enamorados de Harry y tu —me encogí de hombros, sonriendo de lado.

Libbie me tiró un almohadón en la cara y volvió a su celular. Puse la laptop en la pequeña mesa de café y traté de arreglarme el cabello. Era la verdad.

—No pasa nada, son puros cuentos —musitó, cruzada de brazos.
—Ajá. No me lo tienes que decir, yo solo digo lo que pasa —le guiñé un ojo.
—¿Y tú, cuándo vas a contar lo que te pasa con Niall? —me señaló con otro cojín.

Fue como si presionaron un botón. Un balde de agua fría me calló en todo el cuerpo, y me puse de pie con la velocidad de un relámpago.

—Lo siento, no sé de qué hablas —comencé a alejarme hasta mi habitación.
—¡Maxie!
—Me voy a dar una laaaaaarga ducha —asentí varias veces y agité la mano—, muy larga. ¡Sayonara!
—¡Maximiliana…! —soltó una exclamación ahogada— ¡Blair! ¿¡Dónde carajos te metiste!?

Solté un suspiro largo y mis hombros se relajaron. Me metí a la ducha con más ganas. No había dormido nada —a ver si esto me ayudaba a descansar algo.

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Podría contar con los dedos de una mano las veces que había visto al padre de Blair. Sabía que era alguien importante, así como el padre de Kyle. Pero así como era importante, era de ocupado —y no es como que yo pasara todo el tiempo del mundo con Blair.

Así que podía entenderse perfectamente que lo último que quería hacer es estar presente cuando él se pusiera a regañar a sus hijos. Pero Libbie dijo que no podía esconderme.

Cociné un montón de pancakes mientras Libbie y Blair se miraban y se mordían los labios y se removían en sus asientos. Incluso contemplé hacer palomitas de maíz, pero no había.

—Ponerse nerviosas no va a resolver nada —suspiré, con la boca llena—, mejor coman algo.
—Como si tu no estuvieras igual —Blair rodó los ojos—. Y sí, dame pancakes.
—No estoy nerviosa, estoy enojada —la señalé con mi tenedor—, con todos ustedes. Sus locuras casi nos cuestan muy caro —tomé un sorbo de agua—, pero como Benjamin te tiene casi haciéndote pis, decidí ser una buena persona y no gritarles. Por ahora.
—Eres una pesada, Maxie —Blair rodó los ojos y se robó un pedazo de mi pancake.
—¡Oye, desgraciada!
—Me están provocando dolor de cabeza, cállense —ordenó Libbie, masajeando sus sienes.

Llegó como a medio día. Estaba en Russia, sí, a casi medio día en un vuelo corriente. Pero también tenía un jet. Qué bueno que mis padres no tenían uno.

El señor Benjamin era de buen porte, super alto, con una mandíbula bien definida. Tenía unos ojos azules brillantes que ahora mismo parecían veneno letal. Y el cabello rubio castaño. Todo un papote mayor —pero nunca lo diría en voz alta. Creo que Blair me asesinaría o se burlaría de mi por el resto de mi vida.

—Hola, papito lindo —Blair lo saludó con una sonrisa mientras se hacía a un lado para que pasara—. ¿Y esta visita sorpresa por qué?

Ahogué mi risa mientras masticaba el último trozo de mis pancakes. Libbie se puso la mano en la frente y se puso de pie a saludarlo, pero sin acercarse mucho. Yo observaba todo desde detrás del desayunador de mármol de la cocina, que daba vista ala sala y a la puerta principal.

El aura que desprendía Benjamin era de puro peligro. Las miró sin decir nada, con los labios apretados y la nariz arrugada. Llevaba una camisa azul medio arrugada y una mochila de esas modernas y planas.  Caminó hasta el centro de la sala en silencio, y luego se giró hacia ellas.

—Algún día me voy a quedar calvo —masculló, dejando la mochila en el sillón— ¿Eso es lo que quieren? ¿Qué me quede calvo y con más arrugas?

Oh Dios. Iba a ahogarme. No sabía si reírme o empezar a grabar.

—Papi, deja que te expliquemos que fue lo que pasó —Blair intentó acercarse a él.
—Sí, la verdad es que-
—No, no me van a comprar con sus rostros de borrego —Benjamin sacó su celular del bolsillo y se alejó—. Voy a hacer un par de llamadas a ver si logro que salgan de las páginas de chismes…otra jodida vez. ¿Acaso no se cansan de los niñatos esos? ¿Qué les ven a esos pendejos?
—¡Papi, One Direction ni siquiera…!
—No quiero escucharlo —alzó la mano y Blair dio un pisotón en el suelo—. Envié a Owen a buscar a los chicos y pagar la fianza —comentó cuando salió del aeropuerto, por el teléfono—. Y todos van a escucharme bien de una buena vez.

Benjamin se había encerrado en la habitación de Blair y Libbie, hablando con no se quién para que removieran los videos y fotografías donde salían “sus bebés”. Pero por los gritos frustrados que estaba soltando, dudaba que estuviera teniendo éxito. Me alegró que no notó mi presencia.

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Antes de que transcurrieran dos horas, Libbie se encontraba abriendo la puerta de las suite. Del otro lado estaba Owen, el “guardaespaldas” de las chicas, acompañada de Travis y Kyle. Travis, que era casi igual que su hermana, solo que alto y con el rostro rectangular, tenía unos cuantos moretones y cortes superficiales. Kyle tenía el labio partido, pero más nada. Aparentemente el resto de la banda se había escapado.

Benjamin aun seguía discutiendo en una habitación, dónde entró Owen a hablar con él. Libbie y Blair aprovecharon ese momento para acercarse y ver si los muchachos se encontraban bien.

—¿Nadie se cortó profundo? ¿Los demás cómo están? —Blair examinó el rostro de Kyle mientras Libbie tocaba con delicadeza un moretón en el mentón de Travis.
—No, todos estamos bien, incluso el asqueroso de Morrison —Travis chasqueó la lengua.
—Si, bueno, eso no importa —Libbie movió sus hombros—, lo que importa ahora es cómo nos libramos de la muerte segura por parte de Benjamín.
—Tiene que entender que-

La puerta de la habitación se abrió bruscamente y Benjamín salió como alma que llevaba el diablo. Incluso sentada en el desayunador, enderecé la espalda y me crucé de brazos. Suprimí las ganas de ponerme de pie junto al resto, que se habían colocado uno al lado de otro instintivamente. No sabía decir si era para cuidarse o por intimidación.

—¡Castigados todos! —anunció, mirando de uno a uno— Durante su carrera, durante su vida laboral, durante su matrimonio, durante el matrimonio de sus hijos, ¡no me importa!
—Pero, si por lo menos… —empezó Travis.
—¡Es que no entiendo! ¿Creen que eso estuvo bien, irse de golpes así en una fiesta? Donde estoy seguro que todos estaban alcoholizados. Pudieron haberles roto una botella de cristal en la cabeza o incluso sacarles un ojo, ¡y encima fueron arrestados!

Pasó el resto de los minutos discutiendo y diciendo lo malo que les podría ir por el resto de la vida si su record criminal estaba afectado aunque sea por la idiotez mas grande. Todos intentaron interrumpirlo para explicarse, pero Benjamin no daba el brazo a torcer. Owen estaba detrás suyo con los brazos cruzados, mirando todo con ojos inexpresivos.

—¿Qué creen que pasaría si eso hubiera escalado y realmente alguien hubiera salido herido? —increpó, con su pecho bajando y subiendo por todos sus gritos— ¿Eh?
—No me importa —Travis se acercó a él, con los puños apretados— El hijo de puta de Morrison empujó a Blair y casi la golpea. ¿Qué querías que hiciera?
—¡Es que…! —se calló abruptamente— ¿Cómo dices?

El semblante de Benjamin se transformó. Si antes pensaba que estaba enojado, ahora parecía la viva reencarnación de Hades si lo hubieran traicionado. O peor. Miró de Travis a Libbie y luego a Blair, y entonces empezó a acercarse a ella y a revisarla como si fuera un medico de emergencia.

—¿Cómo que la empujó? ¿Qué coño le pasa, quiere que lo borre del mapa? ¿Te hizo algo más, cielo? ¿Estas bien?

Travis y Libbie, por fin, pudieron relatar como es que había sucedido todo. En ese momento fue que decidí acercarme hasta ellos, situándome junto a Kyle al lado de un sillón. Lo aceptaba: había estado demasiado intimidada con el padre de Blair como para acercarme antes.

—Debiste darle más duro —Benjamin chasqueó la lengua, con toda la frente arrugada por el enojo—. Debieron mandarlo al hospital.
—¡Papi!

Travis sonrió y Kyle soltó una risita, mientras Blair trataba de sacarse las manos de Benjamin de encima y decirle que no estaba herida para nada.

—¡Esta bien! Les retiro la mitad del castigo, siempre y cuando dejen de meterse en líos estúpidos —alzó una mano—. Y sobre todo, siempre y cuando dejen de juntarse con los niños esos de One Direction.
—¡Pero…!
—No nos estamos juntando con One Direction —refutó Libbie, cruzada de brazos.
—¡Ja! No me hables, niña, a mí no me engañas —Benjamín alzó un brazo y giró el rostro—. No sé que le ves a ese niñato play boy con cabeza de brócoli.

Blair y Libbie chillaron al mismo tiempo. Libbie estampando el suelo porque ella estaba enfrascada en decir que no sucedía nada con ella y Harry Styles. Blair porque ella estaba frustrada con esos idiotas. Pero Benjamín no desistía, se puso los brazos en las caderas y torció los labios.

—Sin peros, son feos y estúpidos, no entiendo qué les ven.
—Estoy muy de acuerdo —me senté en el sillón, sonriendo cuando Blair me fulminó con la mirada.
—¿En serio? Espero que tú tampoco hayas estado con estos irresponsables fiesteros —Benjamin entrecerró los ojos en mi rostro, sin pensarlo me eché un poco hacia atrás.
—Yo estaba durmiendo cuando pasó todo, señor —cuadré los hombros solemnemente—. Ni siquiera quería venir, Kyle me obligó.
—¡Mentirosa! —Kyle me miró con la boca abierta— No le creas nada.
—¿Por qué mentiría? —alcé una ceja.
—Para salvarte el culo, tonta.

Si no fuera por Liberty, le habría partido el otro lado del labio.

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Al final, Benjamin partió otra vez en la noche. Aparentemente había dejado diligencias a mita la mitad por venir a San Diego. Después de llevarlo al aeropuerto, decidimos ir a la suite donde se hospedaba la banda de Travis para chusmear allí un rato.

Todavía no me sé los nombres de todos, pero escuché algunas de sus canciones y son bastante buenas. Solo sé identificar a Ryan, el de la serenata, porque es el único que ignora deliberadamente a Blair y a todo lo relacionado con ella.

Como tienen dos días libres, decidimos jugar con las consolas y tomar alcohol —en mi opinión, la mejor forma de pasar el día. Sin ir a ningún lugar público donde podríamos encontrarnos con los idiotas de One Direction. En el momento nos encontrábamos jugando just dance, con Kyle, Libbie y…Mike…Mann..Manson, actualmente bailando una canción de Dua Lipa. Libbie llevaba la ventaja por mucho, aunque Kyle le estaba empatando.

—¡Mueve esas caderas, Manson! —chilló Blair, alzando su cerveza— ¡Pareces una columna de cemento!
—No seas tan mala —otro chico, solo sé que su nombre es co K, chocó su hombro con suavidad.
—Solo soy sincera —Blair hizo un guiño.

Yo me dedicaba a grabar a Kyle y a Libbie para la posteridad. Esto me serviría más que una ofrenda a mis dioses cuadno necesitara un favorcito. Travis y el otro chico se mantenían en un sillón al otro lado de la sala, y no pude no fijarme en que el hermano de Blair no le quitaba los ojos encima a Libbie. En un principió pensé que también la trataba como a Blair, pero eso cambió rápidamente cuando vi en la forma que se quedaba mirándola más de lo normal.

—¡Y boom! ¡Liberty les patea el culo a todos! —chilló Libbie, alzando los dos brazos con la pose de “rock”.
—Por favor, que no se te pegue la horrible manía de Maxie de hablar en tercera persona —Kyle juntó ambas manos en signos de “por favor”—. Es demasiado raro para soportarlo.
—¡Oye! —gritamos las dos, y ella le pegó un manotazo.
—Vamos, nos toca —Travis se levantó del sillón, terminando de tomarse su cerveza.

Travis, otro chico y Kyle se pusieron los controles y uno de ellos comenzó a buscar entre las canciones. Libbie se metió en el baño al momento en que comenzaron a bailar una canción de Lady Gaga,y levanté mi celular, esperando a que empezara el coro para grabar. Antes de que Liberty volviera, aproveché para acercarme a Blair y susurrarle al oído:

—A tu hermano le gusta Libbie, ¿cierto? —ladeé la cabeza y observé sus ojos con atención.

Blair me miró y luego volvió a mirar a los chicos. Una corta sonrisa pronto iluminó su rostro y, con sus pecas, parecía una niña traviesa acostumbrada a salirse con la suya.

—Vaya, duraste casi dos días en darte cuenta, eso es un nuevo record —asintió seguidas veces—. La única persona que no se da cuenta es la tonta de Libbie, ¿puedes creerlo?

Abrí la boca y busqué a Libbie con la mirada, que venía saliendo del baño. Volví a mirar a Blair.

—Es mentira.
—No. Ella dice que es “amor de hermano mayor” —se encogió de hombros, abriendo otra cerverza—. Aunque prefiero que piense eso.
—Sí, pero es que-
—¿De qué hablan? —Libbie se tiró al sillón junto a nosotras.
—De lo triste que es que nos vamos mañana en la noche —suspiré, echando la cabeza hacia atrás—, y casi no disfrutamos nada porque a estos se les ocurrió pasarse de locos.
—Muy cierto, Maxie y yo casi ni dormimos —Libbie rodó los ojos.
—¡Ya me disculpé!
—Eso no va a devolverme las horas de sueño que perdí —me crucé de brazos.
—Exacto.

Un tiempo después, la mitad del grupo se había encerrado en sus habitaciones y el resto quedamos en el balcón hablando mierdas y tomando más ron y cerveza.  El balcón era casi tan grande como una habitación, con dos sillones marrones de 3 personas, una pequeña mesa de cristal en medio. El barandal daba una gran vista al escenario de edificios y a lo lejos, la negrura del mar mezclada con la del cielo. Era estupendo.

Con la quinta ronda de cervezas, Travis se sentó junto a Libbie y le pasó un brazo por el hombro —algo que había hecho varias veces en la noche. Observé todo desde el otro sillón, y ella ni siquiera se inmutó. ¿En serio?

Blair y Libbie habían estado hablando del itinerario para mañana, de modo que pudiéramos conocer algunas cosas antes de tener que ir al aeropuerto. A mi lado, Blair y Kyle se miraron y luego miraron a Travis, con los labios un poco torcidos.

—Lo siento, no quiero ser metiche ni nada…
—Ya lo estas siendo —interrumpió Blair, sonriendo.

Travis suspiro y se pasó una mano por el rostro.

—Kyle, ayúdame por favor.

Kyle abrazó a Blair por detrás y le cubrió la boca ágilmente, provocando risotadas por toda la sala. Blair intentó zafarse del agarre sin éxito, porque Kyle se puso de forma en que no pudiera atentar contra sus bolas. Travis aplaudió para llamar nuestra atención.

—Tuve una larga y argumentativa discusión con Mandy, y al final, la convencí de que podríamos alargar sus “mini vacaciones” a una semana más —nos sonrió de oreja a oreja—. ¿Qué les parece?
—¿Hablas en serio? —inquirió Libbie, alzando las cejas— Pero…
—Sí, me habían dicho que ya sus clases acabaron —se encogió de hombros—. Ella dijo que no tendría problemas en hablar con Benjamín, siempre y cuando no se nos ocurriera meternos en líos otra vez.
—Pero mi trabajo-
—Calla, Liberty, nunca te tomas vacaciones —Kyle rodó los ojos—, no te hará mal.
—No puedo creer lo que voy a decir —comenté, con los ojos bien abiertos—: pero estoy de acuerdo con Kyle. ¿De verdad no hay ningún inconveniente con que nos quedemos?
—¡Hja heghame habhah! —chilló Blair, pataleando en el sofá.
—Creo que ya deberías soltarla… —Manson miró a Blair con un deje de preocupación.
—¡Eres un idiota, casi me asfixio! —le dio un empujón a Kyle y se concrentró en respirar de forma apresurada— ¿Qué clase de mejor amigo eres?

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—¿Puedo quedarme en San Diego unos días más? —le pregunté a mi madre por teléfono.

Realmente, estaba preguntando de más. Ella había estado insistiendo en que me fuera de vacaciones con mis amigos por una vez en mi vida, en vez de pasarme el verano “como una vaga pegada a la computadora”. Pero estas vacaciones había tomado clases extra (igual que los demás), y realmente no tenía planes de hacer más nada que ver mis preciadas series en Netflix. Era una forma muy productiva de pasar el tiempo, si me lo preguntaban.

—¿Cómo? ¿No era solo un fin de semana?

Empecé a explicarle como el hermano de Blair —que Odín lo bendiga—, nos había invitado a conocer San Diego por una semana o más, ya que todos estabamos terminando las materias extra de la uni y entramos en vacaciones. Me concentré en hacer mucho énfasis en que eran unas vacaciones practicamente gratis varias veces, para que entendiera mi punto.

La tercera vez que repetí que nos hospedabamos en un hotel cinco estrellas sin pagar, Kyle levantó la mirada de su celular y me miró con diversión en el rostro. Después se tumbó en mi cama y comenzó a pintarme la pierna con un marcador azul.

Quedarme en San Diego tenía sus pros y contra. Como contra, podría encontrarme con el innombrable otra vez. Esperaba que no —y confiaba que no, como ellos estaban en gira, tendrían que cambiar de estado cada 3 o 4 días. Y como pro, pues, ¡conocería la ciudad donde se hace la convención de cómics! Estaba tan emocionada —pero me rehusaba a mostrarlo de más en frente de Kyle, luego de haberlo amenazado de muerte por obligarme a venir.

—¿Qué dijo? —preguntó Kyle, cuando corté la llamada.
—Que si, mientras le envíe fotos y videos de todo —me encogí de hombros— ¿Qué estas haciendo con mi pierna, quieres que me de cáncer?
—Un tatuaje. Gratis —me sonrió y continuó con su dibujo. Era una especie de animales caricaturescos corriendo a lo largo de mi pierna— Por cierto, esto es marcador permanete.
—¡Kyle, te voy a matar!
—¡Es broma! No te muevas, vas a dañar mi arte —se rió y levantó su celular—, ahora sonríe.
—¡No me grabes! No estoy peinada.
—¿Acaso te peinas? —Kyle me miró con la boca en forma de “O”.

Me volteé para agarrar una almohada y lanzarla a su rostro. Traté de quitarle el celular, sin éxito. Empezó a reírse, pero de todos modos me mantenía alejada con su brazo.

—¡Déjame! No puedes evitar que le enseñe mi obra al mundo.
—¡No es una obra, son garabatos!
—¡Retira lo dicho, desgraciada!
—¡Oblígame, idiota!

Cuando Libbie, Blair y su hermano Travis entraron a la habitación, tenía a Kyle bajo una llave en el suelo alfombrado. Yo sonreía mientras él le daba palmazos al suelo.

—Sufre, por estúpido.
—¡Max, suéltalo! —chilló Blair— No me quiero quedar sin mejor amigo.
—Nah, estará bien. Los escurridizos como él tienen 7 vidas —rodé los ojos, y Kyle me fulminó con la mirada.
—¡Maxie! —sentenció Blair.

Lo dejé caer al suelo como un saco de papas. Kyle toció un poco y se alejó de mi como si fuera la plaga — a ver si seguía fastidiándome para la proxima. Me dejé caer en el sillón, rodando los ojos.

—Siempre arruinando la diversión, ni siquiera lo apreté.

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A la hora de comida, estábamos entrando a uno de los Restaurantes mexicanos del hotel cuando Blair se quedó de pie en seco. Como si tuviera un sensor en la sangre, soltó un corto chillido y con su barbilla señaló a una mesa alejada. Donde estaban los chicos de One Direction comiendo y hablando. Qué suerte.

Continué caminando en dirección al otro lado del lugar, para tomar una mesa lo más lejos posible de ellos. Sorprendentemente, Liberty y Blair me siguen sin rechistar, y bajan la cabeza y desvían sus miradas del quinteto. Fugazmente, Kyle y yo nos miramos con el ceño fruncido. ¿Acaso nos perdimos de algo?

—¿Qué les pasa que están escondiéndose de sus amores? —Kyle alza una ceja mientras revisa el menú— La otra noche parecían muy amigochos.
—No jodas y pide tu comida, Kyle —Libbie chasqueó la lengua.
—Eso.
—Luego se quejan de que yo no cuento nada —comenté, fijándome en la sección de pastas.

Todo estaba bien. Sumamente bien. Hasta que cuando estamos todos hartos hasta al coronilla, descansando en las sillas y esperando el postre: una alerta roja se repliega por toda la mesa. Como si tuviera un radar, mis ojos oscuros se topan con los del innombrable. Los muevo de inmediato, pero para fijarme en que los otros dos miran en dirección a mis amigas. Entrecierro los ojos y comienzo a topar la mano de Libbie por debajo de la mesa.

—¿Qué…qué…? —balbucea, sonmolienta de tanto comer.
—Creo que vienen a saludar —mascullé, disimulando la mirada y poniéndole atención a mi jugo aguado—. Demonios, ¿por qué no se han ido?
—¿Acaso les tienes miedo? —Kyle enarcó una ceja y sonrió con esa forma tan irritante.
—No creo que vengan a saludar —Blair sacudió la cabeza—. Tienen cosas que hacer, ¿verdad?

Me encogí de hombros pero Kyle pareció percatarse de algo, porque juntó las cejas y giró el rostro a Blair mientras mordisqueaba un pie. De reojo, miró hacia la mesa de los susodichos y volvió a su mejor amiga.

—¿Qué te pasó? —inquirió, con fuerza e inclinándose hacia ella— Hace un día estabas como una loca irritante obsesionada y…¡Oye, no me pegues!
—¡No soy una loca obsesionada!
—Claro que sí. Pero tranquila, así te quiero —Kyle le lanzó un beso, epxlotando en carcajadas.

Yo había estado moviendo mi pierna de arriba abajo debajo de la mesa. Cuando escuché el leve chirrido de las patas de metal contra el piso de madera, me levanté del asiento como un resorte y me fui al baño sin mirar atrás. Alcancé a susurrar una excusa estúpida. No estaba de humor para aguantar a nadie sin pegarle una patada en el culo.

Salí del baño mirando mis viejas y sucias vans con estampado de flamencos azules. Si me atrevía a hacer contacto visual con el innombrable, estaba perdida. Ahí fue cuando unos converse blancos entraron en mi campo de visión. Para evitar chocar con la persona, me eché hacia atrás, alzando la cabeza y parando en seco. Y delante de mí no estaba nadie más que el innombrable.

Me di la vuelta como un títere y comencé a alejarme, pero me sujetó del brazo. Estuve tentada a hacerle una llave, pero recordé que estábamos en un hotel y podrían echarme. El jacuzzi valía todo. Como no me solté, el innombrable me hizo girar y avanzamos hasta estar ocultos detrás de los tarros con palmas en el pasillo.

Me solté de su agarré y me crucé de brazos. ¿Por qué Odín me hacía esto? Mantuve la mirada fija en mis sucias vans, con los dientes apretados.

—¿Podemos hablar? —se me acercó un paso— Seré breve, tengo que tomar un vuelo. Por favor.

Continué rechinando los dientes, pero relajé mis hombros. Subí la mirada y me eché hacia atrás, con la espalda erguida, como miraba a mis contrincantes en el ring.

—Habla.
—No voy a entrar en detalles ahora, porque tengo que irme pronto —miró la hora en su celular y luego lo guardó—, pero realmente me gustaría hablar contigo. De todo. Y disculparme por haber sido un-
—¿Imbécil? ¿Idiota? ¿Energúmeno? —casi le escupía en la cara, y sentía mis mejillas rojas. Dioses, paciencia— ¿Caranalga? ¿Diarreoso?
—Sí…—suspiró, bajando la mirada—. De verdad, Maximiliana. He querido contactarte desde hace un tiempo pero…todo esto…

Casi me quedé sin aire al ver su rostro, su mueca de incomodidad. ¿O arrepentimiento, dolor? No importaba. Clavé mis uñas en los brazos y me mordí la lengua.

—¿Ya acabaste?

Asintió y ni siquiera discutió. Supongo que si sé acordaba de algunas cosas de mi.

—Te voy a contactar tan pronto tenga un break, de verdad.

Estaba pisando el suelo con tanta fuerza que me estaba comenzando a doler. El innombrable no esperó mi respuesta, sino que se dio la vuelta y se fue. Qué bien, porque no iba a decirle nada.

Me devolví al baño y me senté encima de los lavamanos, lavándome la cara hasta recomponerme. Hasta sacar sus estúpidos y tristones ojos azules de mi cabeza. Ahora iba a tener que buscar la forma de cambiarme el nombre y el número de teléfono de la casa. Jódete, Niall Horan.

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En la tarde, Blair, Kyle y Travis se dedicaron a mostrarnos varios puntos turísticos de la ciudad. Específicamente en el Parque Balboa, donde estaban la mayoría de las atracciones: El zoológico, muchísimos museos, jardines y más cosas. No podíamos explorar todo en un día, así que fuimos viendo de lugar en lugar como podíamos.

Cuando estaba anocheciendo, se nos unieron los demás chicos de la banda y al final el grupo tomó la decisión de ir a un bar a cenar. Con todo el alboroto, llegamos al hotel a las una de la madrugada. La banda se fue a descansar, porque al día siguiente debían ir a hacer una entrevista. Pero nosotros cuatro pedimos una reserva de alcohol a la habitación y fuimos a la sala a vivir la vida loca como Dios mandaba: beber como holgazanes hablando mierdas. Blair y Libbie se sentaron en el sillón más grande de color crema en forma de L, mientras Kyle se tirón en un puff redondo y usó otro para sus pies. Yo me dejé caer en uno de esos sillones de estilo francés que parecían de los muebles donde se tiraba la gente en terapia. Abracé un cojín y crucé las piernas, señal de que estaba más o menos borracha.

—Ya que estás lo suficientemente alcoholizada, ¡cuéntanos lo que te pasa con Niall, idiota! —Blair me tiró un cojín a la cara— Ya llevo demasiado tiempo esperando porque sueltes la sopa.
—¡Oye!
—¡Secundo la moción! —Kyle levantó el brazo casi automáticamente, seguido por Libbie.

Rodé los ojos y bebí cerveza hasta que se acabó. ¿Ya qué? Tenía que hablar tarde o temprano —mejor ahora, que tenía la lengua más ligera por la cerveza. Agarré otra botella de la nevera antes de ir a la sala y sentarme en el sillón invididual, con las piernas cruzadas. Libbie incluso comenzó a bajar el volumen de la música electrónica.

—Vamos, vamos, cuenta —Blair se movía de un lado a otro en el sillón—. Los vi hablando muy serios cuando bajamos a comer, ¡no mientas!

Libbie me miró con la boca abierta y Kyle con las cejas alzadas. Qué bueno que Yellow Monkeys no estaban. Apreté el cojín y solté un bufido.

—Qué metiches —les saqué la lengua.
—Tu no puedes hablar —me recriminó Libbie.

Tome aire y agarré la cerveza con ambas manos. Pasé los pulgares de arriba abajo en el cuello de la botella, mientras pensaba cómo iniciar. Al diablo todo. Solté la cerveza junto a una pata del sillón y me hice una coleta alta, cualquier cosa por tener las manos ocupadas.

—Prepárense para el penoso y oscuro pasado que rodea a Maximilia McCoy —recité, apoyando los codos en mis rodillas.
—Tienes que parar de hablar en tercera persona —Kyle soltó una risotada.
—Silencio, inculto. No me interrumpas.
—¡Pero…!
—Kyle, ¡shhh! —Libbie le tiró un cojín.
—Bueno, bueno, no es la gran cosa, pero como todavía no lo perdono y nunca jamás lo haré…lo sigo odiando —agarré la botella para dar un trago y suspiré—. Sucede que el innombrable y yo nos conocemos desde educación primaria, más o menos…

Blair y Libbie chillaron, con los ojos saliéndose de sus cuencas. Alcé un brazo cuando comenzaron a discutirme, aunque eso no las detuvo. Incluso Kyle me miraba boquiabierto.

—¿¡Cómo pudiste…?
—¿Por qué nunca nos dijiste!?
—¿Qué te pasa? ¿Quién oculta esta clase de cosas?
—¡Maxie, te pasas!
—Éramos mejores amigos. Éramos —me aseguré de decir la palabra con bastante énfasis y cara de pocos amigos—. Resumiendo, fuimos uña y dedo incluso cuando me mudé a América a los 13 años. Pero cuando se metió a X-factor, todo comenzó a cambiar. Me ignoraba, más que nada —carraspeé y me acabé la botella. Con la mano libre me rasqué el cuello—. Hasta que llegaron las vacaciones de Navidad otra vez, fui a visitarlo y estaba rodeado de gente desconocida…y actúo como si yo fuera una fan loca e interesada, así que seguridad me sacó de su casa —apreté el cuello de la botella hasta que me dolieron los dedos y resoplé—. Entonces, eso pasó una y otra vez, hasta que me cansé y lo mandé a la mierda…y luego juré no volvérmelo a encontrar otra vez. Pero la vida es una jodida cagada, y los Dioses se divierten con mi miseria.

Parpadeé con velocidad y me ahogué con otra cerveza pequeña, tratando de eliminar los recuerdos fugaces que cruzaron por mi mente desde que había comenzado a contar la historia. Principalmente en vacaciones de verano. Niall de antes y Niall después de que se le subiera todo a la cabeza. Pasé la mirada por los chicos, pero sin determe mucho. No quería ver cómo estaban mirándome.

—Y, resumido: eso es todo lo que pasó. Acordemos nunca volver a tocar el tema, gracias —me dejé caer en el espaldar del sillón.
—No, idiota, ahora es que empieza el chisme —Blair rodó los ojos—, hay muchos detalles que no contaste.
—Blair, un poco más de comprensión, ¿quieres? —Libbie le dio un codazo.

Kyle se puso de pie y avanzó hasta la cocina, para buscar cervezas para todas. Mientras, Libbie y Blair discutían de cuál era la forma más gentil de sacarme más información —como si yo no estuviera escuchándolas. Lo que hacía el alcohol.

—Oye, Maxie —me llamó Kyle— ¿Quieres una bebida más fuerte?

No sé qué habrá visto en mi cara, porque no me estaba sonriendo como de costumbre. Pero asentí de todas maneras. De todos modos, mañana no tenía nada que hacer.

—¡Sorpréndeme!
—¿Y para nosotras qué? —inquirió Blair, enarcando una ceja.
—Lo que pidieron: más cerveza —Kyle puso dos botellas en el desayunador y luego una botella de whisky—, y para la señora violenta Maximiliana con un pasado oscuro-
—¡Ya entendimos! —chillé.
—¿Hace cuánto pasó todo eso, Maxie? —cuestionó Libbie, mientras se paraba a buscar su cerveza— Te mudaste para acá a los 13,¿verdad?
—Sí —me acabé la cerveza de un largo trago y la dejé en el suelo—, el primer año todo fue más o menos bien —fruncí el ceño, con la mirada clavada en mis medias—. Luego nos fuimos distanciando. The X-Factor fue cuando teníamos como 16, así que a partir de eso…supongo.

Kyle regresó a la sala con cervezas, el whisky y vasos para tomar shots. Por un momento, una pequeña voz en mi cabeza se escuchó de forma casi racional. No bebas tanto, al final no te ayuda en nada. Pero sí que iba a ayudarme. Me encontraba sintiendo todo este volcán de emociones no deseadas dentro de mí, desde la boca del estómago hasta la base de mi garganta. Lo último que quería era seguir dándole mente a las cosas, y eso solo iba a suceder si sucumbía al maravilloso y letal alcohol.

—¿No piensas abundar más del tema? —preguntó Libbie, mordiéndose los labios— De verdad creo que te ayudaría a sanar si lo sacas todo.

Kyle me sirvió un shot, pero yo agarré la botella y serví otro. Me bajé los dos sin pausa y me estremecí de golpe. Luego de que serví shots para todos, miré a Blair con una pequeña sonrisa.

—Si por “sanar” te refieres a “perdonar y olvidar”, pues no va a pasar, Maxie no olvida —me encogí de hombros—. Pero si voy a contarles esto, a ver si sacia su curiosidad—. Luego de que Simon les diera esto del contrato con la disquera, le mandé felicitaciones y muchos deseos de éxito, porque a pesar de todo era mi mejor amigo y quería verlo feliz. Niall respondió diciendo que en unos meses estaría en Irlanda, para diciembre, y que fuera a celebrar con él y sus amigos y familia —solté una risita, recordando lo feliz que había estado en esa época—. Los meses pasaron y casi no hablamos, pero no importaba. Aunque le enviaba muchos mensajes al principio que no me respondía. Luego cuando llegó el día de la fiesta y fui hasta su casa, no me dejaron pasar. Porque según Niall, yo estaba en esta lista de personas interesadas que solo querían acercarse porque ahora era “famoso”.

Un silencio reinó en la suite en ese momento. Miré mi vasito de shot vacío, pero sin fijarme realmente en él. El rostro frío y desinteresado de Niall Horan nunca iba a ser borrado de mi memoria. Ni la forma en que me sentí cuando me sacaron de la fiesta de esa manera.

—Como soy terca y estúpida, no me rendí, e intenté acercarme más veces. Estaba segura de que alguien le estaba metiendo mierdas en la cabeza —suspiré y me pasé una mano por el rostro—, pero luego entendí que ya no habría más “Niall y Max”. Y eso es todo, amigos.

Levanté un brazo e hice el signo de “paz” con los dedos. Los tres me estaban mirando con el rostro serio, probablemente no sabrían qué decir. Igual que Nando y Ava la primera vez que les conté todo. Pero no tenían que decir nada, realmente, no era necesario.

—Ahora que eso está fuera de la caja, pasemos a un tema mucho más alegre —aplaudí y fui a servir más shots—. Como que Harry se come a Libbie con la mirada cada vez que la mira, por ejemplo.

Tardaron varios segundos, pero captaron todo. Liberty se puso de pie y me pasó un brazo por los hombros,  tomando un shot con la otra mano.

—Eso está muy lejos de ser verdad, no me jodas —rodó los ojos—. La rompecorazones aquí es Blair.
—¡Eso es…! Bueno, está bien, es verdad, ¡no me miren asi! ¡No es mi culpa ser un ángel de la belleza!

Kyle estalló en risas y empezó a decirle que él era más bello. Y así, entre risas y tonteadas, pasamos la madrugada. Ahogué todo el odio con whisky y cerveza, y me dediqué a pasarla bien con los chicos.

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Un poco antes del amanecer, me arrepentí totalmente de haber ahogado mis penas con alcohol. Blair y Libbie estaban durmiendo desparramadas en el sillón que se resultó ser un sofa cama. Kyle y yo las arropamos y decidimos dejarlas allí.

Mientras él se metió a la cocina a buscar algún bocadillo —porque era un pozo sin fondo—, yo me tambaleé a la habitación. Me solté el cabello de la coleta y me cambié los pantalones por shorts deportivos. Estaba ligeramente mareada y adormilada, con un dolor de estómago que probablemente sería peor en la mañana.

Mi intención era tirarme a dormir; sin embargo, cuando subí de ponerme los shorts, todo pasó a dar vueltas de forma violenta. Mierda. Extendí los brazos en un intento porque todo dejara de moverse pero fue en vano. Entonces, comencé a sentir una mezcla amarga y caliente subirme por el estómago. Me lancé corriendo al baño.

Llegué a tiempo al inodoro para vomitar la primera ronda. Mis rodillas chocaron con el suelo frío y sujeté al cuerpo del toilet como pude para no caerme de cara. En el momento en que me di cuenta que mi cabello iba a mancharse, escuché pasos apresurarse al baño y momentos después, Kyle me estaba sujetando el cabello con una mano y la espalda con otra.

No sabía que era peor. Que estaba vomitando y que estaba viéndolo alguien más a primera plana, o que estaba llorando al mismo tiempo y no tenía la menor idea de por qué.


Cuando todo pareció salir, Kyle me dejó para tomar una ducha. Hice una nota mental de agradecerle mañana, cuando estuviera conciente y con voz. Salí del baño con pijama nuevo y un moño desaliñado lo más arriba de mi cabeza que pude. Kyle me esperó con una botella de agua, pastillas y una taza de leche caliente. El agradecimiento subió al triple.

—Gracias —abracé una almohada y me apoyé en el espaldar de la cama, sentía como si hubiera corrido media ciudad.

Kyle se encogió de hombros y  dejó la taza vacía en la mesita que separaba las dos camas. Apoyó ambos brazos en el borde del colchón y se quedó mirando sus pies por un momento. Yo esperé su sermón sin moverme. Y no es como si tuviera fuerzas para discutir.  

—Entonces…¿todavía lo aprecias? ¿Todavía te gusta?

Pero entonces preguntó eso y me quedé en blanco. Lo miré esperando que me explicara, pero Kyle estaba serio, esperando mi respuesta.

—¿Qué? —mi voz salió como un ronquido débil— Nunca dije que me gustara, solo dije que éramos mejores amigos.
—No tenías que decirlo.

Nos quedamos mirando en silencio por un momento. ¿En serio creía eso? Me fijé en sus pestañas, más abundantes que las mías. ¿De dónde sacó eso?

—No me gusta.
—¿Estás segura? —su expresión no cambió, así que yo no entendía nada.
—No me gusta, Kyle. Ni siquiera quiero volver hablarle por el resto de mi vida.

Sin embargo, en contra de todo lo que dije, en algún momento del día soñé con Niall. Desgraciadamente. Con uno de los momentos que creí más significativos de mi vida: cuando nos besamos por primera vez. Me levanté con una resaca titánica y un sabor amargo en la boca, y fui directo al baño a googlear el significado de los sueños. La verdad era que no sabía qué karma estaba pagando.
hange.
hange.


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