playboy.

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CAPITULO 001

barnes. || brain and alcohol || siguiente: blackbird.

— ¡Kara, debo irme! —Grito desesperada porque llegaba tarde a clases, otra vez.
—Lo sé, tienes cinco minutos para llegar; corre—Le dijo su prima desde su habitación, riendo al escuchar como cerraba la puerta desesperadamente.

Pietra era una chica muy precisa con los horarios de citas para cualquier cosa, pero era muy mala siguiendo los horarios del instituto. Siempre llegaba tarde por algo, parecía que lo planeaba todas las mañanas, pero ella por más que se despertara temprano, algo la hacía perder el tiempo y hacer que llegara tarde. Ya sea porque se tardaba tomando el desayuno o porque se quedaba hablando con su prima bastante rato.

Si, vivía con su prima aunque recién cumplía los dieciocho. Sus padres Vivian demasiado lejos y haciendo unos cuantos papeles, Pietra logro vivir en un lugar más cerca, de casi todo. Tenía cerca su trabajo de medio tiempo, el instituto y los lugares de entretenimiento; hasta el trabajo de su prima se encontraba cerca por cualquier emergencia.

Corriendo como podía, casi sin aliento, logro llegar un minuto antes de que tocara el timbre de entrada. Lo primero que hizo antes de entrar fue organizar su uniforme, porque se le había arrugado casi todo; pero corría la suerte que siempre usaba shorts debajo de la pollera reglamentada, sin que nadie se diera cuenta.
Luego de que ato los cordones de sus zapatos, camino tranquilamente hacia su casillero, donde sabía que Marilyn la estaría esperando. Eran amigas desde el jardín de infantes, cuando empezaron la primaria Mary ya sabía que siempre llegaba tarde por lo que le dijo que siempre la estaría esperando en su casillero. Como lo dedujo, su amiga se encontraba leyendo unos cuantos papeles apoyada en el casillero al lado del de ella.

Marilyn se encontraba repasando el guion de su película estreno. Si, el sueño de su amiga era ser una gran actriz y lo estaba logrando, había audicionado para el papel sub protagónico de una película basada en un libro y había quedado, por lo que se la pasaba leyendo el guion todos los días para que nada se le olvidara. Pietra estaba muy feliz por ella, hasta la había ayudado para que practicara sus líneas, la mayoría de las veces se practicaba en la casa de su amiga porque amaba el trato y la tranquilidad de su casa, sus padres eran buenas personas y ella era hija única. No era que su casa era un desastre, pero su prima siempre tenía trabajo y no quería molestarla con ello, pero siempre que iban a la casa de Pietra, comían pizza las tres sentadas en el sillón de la sala de estar, mirando alguna que otra película.

— ¿Cuánto más vas a leer eso? Hasta yo me lo he aprendido, Mary—.Bromeo la chica.
—Hasta hoy a la tarde, me han llamado que hoy empezaremos a organizarnos en el set. No quiero ponerme nerviosa en ningún momento del que estemos filmando—. Hablo la chica sin despegar los ojos de aquellos papeles.
—Está bien, pero yo te dije que leer el libro también te ayudaría—. Cerró el casillero y la miro—. Debes hacerme caso algunas veces, también tengo razón algunas veces.
—Lo leí anoche, no sé de qué puede ayudarme, Pietra.
—De mucho, ya lo veras—. Sonrió y tomo a Marilyn del brazo para llevársela hacia el salón de clases.

Aunque sabían que ya había tocado el timbre, caminaban tranquilas. El profesor de la primera hora era un señor con demasiado sobre peso, y su salón estaba en el tercer piso, por lo que el único que siempre llegaba tarde era el mismo profesor de Literatura.

En el camino hablaban de cosas como que vestuario le harían poner a Marilyn, si Pietra podría ir a verla al estudio y poder conocer más sobre el cine y su detrás de escenas. Llegaron, como planearon, diez minutos antes del que el profesor llegara; en ese tiempo se acomodaron y sacaron sus libros para continuar con su charla.

— ¿Y tienes que besarlo? — Pregunto curiosa Pietra.
—Es una pregunta muy obvia, tonta. Es un libro de romance y ciencia ficción, es obvio que tenemos que besarnos. Dicen que el escritor también estará presente durante el rodaje para ver cómo va todo—Dijo Marilyn mientras continuaba acomodando sus cosas.
—Es bueno que ya hayas dado tu primer beso, sería algo incómodo ¿No? —. Le bromeo la chica.
—No lo sé, es solo actuación, Pietra. No es la gran cosa.

Odiaba cuando su amiga se volvía así de cortante, muchas veces se ponía de ese modo cuando estaba estresada o triste. Aunque esa era su personalidad pero un poco más calmada, odiaba cuando le contestaba como si fuera ignorante, la sacaba de loca. Sabía que iba a costar aceptarlo, porque cuando se ponía de ese modo, lo hacía durante todo el día; podía durar días, semanas, incluso llego a durar dos meses.

Después de unos segundos, el profesor de literatura llego todo sudado. Con su carácter, sin decir ni buenos días, tomo un marcador de su bolso y comenzó a escribir sobre el tema de unos exámenes para la semana entrante. Nadie decía nada, todos sabían sobre su personalidad, y sin quejarse comenzaron a escribir los temas.

La clase de Pietra y Marilyn era algo diferente a las demás; se la llamaba “La clase de oro”. Pero nadie reclamaba nada, sabían que ahí no se entraba por una posición social, sino por tu gran capacidad en los estudios y los estudiantes con mejores notas entraban allí. Muchos de los niños mimados no llegaban a postularse para esa clase, porque solo entraban los cuarenta mejores entre los quinientos cincuenta estudiantes que tenía aquel instituto.

Pietra no era una chica de mucho dinero, sus padres vivían en un pequeño pueblo a las afueras de la ciudad y su economía no era mala, pero tampoco eran millonarios. En cambio, Marilyn era hija de un multimillonario y una camarera, vivía en buenas condiciones pero no era una familia de farándula, no vivían con las cámaras en su casa y tenían una vida tranquila.

Cuando el profesor termino de escribir todos los temas, se hacía tiempo para la siguiente clase. Por lo que Pietra pensó en dejar a Marilyn leer su guión tranquila y tomar su teléfono para escuchar un poco de música y despejar su mente. La playlist comenzó con “Bae bae” de Bigbang, dejando su teléfono a un lado y comenzando a escribir un pequeño resumen del próximo examen.

Michael and Joshep Crane.

—Hey, Mike ¿Conoces a Caroline Jones? —Pregunto Joshep desde la puerta de entrada.
—No, no conozco a ninguna Caroline—Mintio Michel desde la habitación.
—Lo siento, Michael dice que no te conoce. Lo lamento.
— ¡Dile a tu maldito hermano que cuando lo vea le cortar…!

Caroline no tuvo tiempo de decir nada más cuando Joshep había cerrado la puerta en la cara de la chica. El hermano mayor estaba cansado de atender a todas las chicas que venían a reclamarle las “noches de amor y pasión” que pasaba con todas las mujeres, siempre el mismo Michael, aquel que no tomaba sus acciones enserio, aquel que solo por tener una cara bonita tenia todos los trabajos del mundo para él.

Joshep sabía lo duro que era no tener trabajo de entretenimiento por no ser “hermoso y con un buen físico”. Su madre era modelo y su padre era actor, pero él nunca se había interesado por ello y siguió su carrera como escritor, había escuchado varios comentarios de la gente diciendo que él no era lo suficiente bonito como su hermano como para ser modelo o actor, tampoco tenía el físico como para ser modelo, hasta le habían dicho que nada de lo que hiciera le iría bien.  Aunque eso era todo mentira, Joshep era un chico apuesto, joven y delgado; tenía un buen porte y siempre trataba de mostrarse feliz y contento en las firmas de autógrafos de sus fans.

Michael era todo lo contrario a Joshep, no era nada reservado y siempre le gustaba llamar la atención con escándalos de farándulas, era modelo y esperaba ansioso que alguien lo llamara para filmar una película. Ese fue uno de los puntos clave para que los hermanos se pelearan, ya que Michael quería protagonizar la película del libro de su hermano, pero este terminó eligiendo a otro actor del cual debutaría con ese film; nunca nadie se había visto tan molesto como Michael ese día; tenía los ojos de furia y le había dicho de todo menos lindo.
El hermano mayor camino hacia la habitación de su hermano y entro, lo miro decepcionado y camino nuevamente hacia la puerta.

—Es la última vez que te ayudo, Michael. Tienes 18 años, ya eres mayor de edad y esta vez va enserio—. Ahí fue cuando el mayor cerró la puerta fuertemente y se escuchó que salía del departamento.
—Pff como si él no se aburriera de estar siempre escribiendo— Se levantó de la cama—. A parte ¿Qué le molesta? Solo tiene que echarlas.

Resoplando y maldiciendo a su hermano, camino hacia el baño para poder refrescar su cara e ir al instituto. Se cambió el atuendo que traía por el uniforme y camino hacia el estacionamiento mientras escuchaba música desde su teléfono; puso su auto en encendido y se puso en marcha hacia el colegio.

Michael, aunque nadie lo creyera, pertenecía también a la clase de oro y aunque no fuera de los mejores, siempre postulaba como el puesto veintidós, nunca cambiaba su posición. Era algo extraño, porque nunca se lo veía en una biblioteca, tampoco se gastaba mucho en ir hacia su casillero más que para verse con sus amigos y tampoco se creía que su hermano lo ayudara ya que todos sabían que no tenían una buena relación entre ellos. Habían peleado varias veces en público y Michael sacaba provecho de eso dejando a Joshep como el malo de la película y terminando como la victima que todos amaban.

También estaban sus fans, aquellas que siempre estaban para él, que le dejaban algún detalle como chocolates, cartas de amor, hasta le habían regalado un celular. Pero todas ellas eran de clases inferiores y con casi todas ellas había pasado una noche; pero con las únicas que no había salido era con una chica de su misma clase. Tenía esa política, ya que, todas ellas lo molestarían en sus clases y no quería eso; pero ya se estaba empezando a aburrir de siempre las mismas caras y por ello decidió dejar de lado un poco esa política; tenía pensado romperla en una de las fiestas del curso durante esa noche.

Cuando Michael estaba pensando en quien elegir, una de las chicas paso por delante de él, una de sus compañeras de clase superior. Su próxima meta.

Spoiler:

CAPITULO 002

blackbird. || rock and roll || siguiente: grimes.

Kara Hahn

Con una nueva pincelada remarco lo que parecía ser un rostro. Kara no sabía muy bien que estaba haciendo, solo se estaba dejando llevar por sus instintos, tal cual le había recomendado su profesor de arte.
Los colores oscuros predominaban  en aquella pintura y a decir verdad, se veía bastante bien. La castaña realmente se había esmerado puesto que ese era su trabajo final del semestre.
Limpio sus manos en un pedazo de tela ya sucio para poder agarrar su taza de café y darle un sorbo.
El fuerte aroma entro por sus fosas nasales haciéndola sentir plena. Amaba esa bebida más que cualquier otra y ya había tomado tanto que la cafeína había dejado de tener efecto en ella. Dio otro sorbo, antes de mirar el reloj de pared que se encontraba en su estudio.
10:59 am.
Kara dejo la taza a un lado y salió corriendo hasta el baño. Abrió la ducha y se quitó la ropa lo más rápido que pudo.
Tenía exactamente una hora para llegar a su trabajo.
Se maldijo internamente por reírse de su prima en la mañana. Ahora era ella la que estaba en apuros y a diferencia de Pietra, no creía tener todo fríamente calculado. Quitarse la pintura de la piel no era un trabajo fácil.  
Y así eran los días de Kara Hahn. Estudio, trabajo, y a veces, más trabajo.
Desde que vino a la cuidad para realizar sus estudios universitarios, Kara, no había parado ni un segundo.  A excepción de esta mañana, puesto que sus clases habían terminado, ella asistía a la facultad religiosamente para luego correr hacia el trabajo -actualmente en una revista, en la parte de fotografía-.
El alquiler no se pagaba solo, mucho menos sus estudios ni las cosas que necesitaba para sus cuadros. Pietra ayudaba bastante, mas Kara era cociente que no podía pedirle a una chica de su edad que se encargara de ciertas cosas. Ella era la mayor, y por sobre todas las cosas, había aceptado cuidarla.
Eso creía hacer.  
Media hora después, la castaña corría escalera abajo para poder tomar el autobús que pasaba frente a su edifico y así poder llegar a tiempo su trabajo.


No había podido sacar toda la pintura de sus manos, mucho menos había tenido tiempo para comer, y creía que tenía una media de cada color, pero al menos había llegado a tiempo a la su oficina.

— ¡Bueno días Joe!— saludo al oficial de policía que estaba en la entrada, con quien a veces almorzaba. Era muy amigable y Kara ya conocía a casi toda su familia.
— ¡Buenos días señorita Hahn! —contesto el hombre con cabello blanco y bigote perfectamente cortado. — Hoy no podre almorzar con usted, tengo que retirarme antes para recoger el pastel para el cumpleaños de mi nieto.
— No te preocupes Joe, voy tarde así que seguro me tengo que saltar el almuerzo para reponer los minutos perdidos. Mándale un saludo a tu esposa, y por supuesto un feliz cumpleaños a tu nieto de mi parte —soltó Kara, comenzando a subir las escaleras.
Su oficina estaba en el tercer piso puesto que no le llevo mucho tiempo. Odiaba los ascensores y todo lugar cerrado, por lo que no tenía más opción que subir trotando aunque llegara con una gota de sudor en la frente.

— ¡Kara! — No alcanzo a poner un pie dentro de la oficina y su jefe ya la estaba llamando. Kara respiro profundo y contó hasta diez antes de acercarse a él con la mejor cara. Sabía que tendría bien merecido todo lo que iba a decirle ya que no era la primera vez que llegaba tarde al trabaja pero realmente no estaba de humor para ser regañada.
—Juro que no volverá a suceder— dijo antes de que Mike, su jefe, le llenara la paciencia.
— ¿De qué hablas? —pregunto este frunciendo el ceño, aunque no dejo de mirar los papeles que tenía en la mano.  Kara se percató de los pantalones verde mente que llevaba ese día, combinados con un suéter color arena. Se mordió la punta de la lengua para no reírse.
—Yo solo…
—Olvídalo, no tengo tiempo para eso. Vamos retrasados. Sandy se enfermó porque la muy malcriada salió de fiesta el fin de semana y acaba de avisar que no podrá venir a trabajar hoy. —Kara recordó que Sandy debía cubrir el concierto de Coldplay ese mismo fin de semana, pero no dijo nada. Era imposible pelear con Mike.  — Necesito que te encargues de las sesiones fotográficas de hoy—soltó el mismo, pasándole una pila de papeles y carpetas a la castaña.
—Está bien —afirmo Kara conteniendo la emoción. Una sección fotográfica era todo lo que quería hacer desde que entro a trabajar en la revista.
—Y Kara… —dijo Mike antes de que la castaña pudiera retirarse a su escritorio.
—¿Si? — Esta vez Mike la miro.
—Lávate bien las manos antes de la primera sección. El cliente es un tanto… odioso.
¿Más que usted?, pensó la muchacha. Asistió escondiendo sus manos de la vista de su jefe y luego salió de la oficina, en silencio.

—No pude evitar escuchar. Kara, ¡eso es genial! —grito Leah una de sus compañeras de trabajo cuyo principal fuerte era escuchar atrás de las puertas y las fiestas sin organización alguna.
—¡Yo tampoco! —soltó Kara con más emoción.
—Tienes que agradecerle a Sandy por haberse enfermando, de otra forma nunca hubieses conseguido ese puesto. ¿A quién tienes que tomarle fotos?  —Kara miro mal a su compañera, aunque tenía razón, no le gusto que tirara su esfuerzo a la basura.
Le paso los papeles sin decir nada. Sandy, sin notar la cara de su amiga, comenzó a mirar entre los mismos.

—¡Oh por Dios! —chillo.
—¿Qué?
—¡Oh por Dios, Kara! — volvió a repetir, esta vez alzando uno de los papeles para que la castaña lo pudiese ver. — ¡Vas a tomarle fotos a Luka Rainey!
—¿A quién? —pregunto Kara con confusión. A veces admiraba la capacidad que tenía su amiga para conocer a todos los del medio, incluso aquello cuyos nombres no eran tan conocidos.
—¡Luka Rainey! —Kara se tapó los oídos. No podía aguantar un grito más de aquella pelirroja.
—¿Y quien es ese?
—¿Cómo que quien es ese? Key, despierta. Estas trabajando para el mundo del entretenimiento. Luka Rainey es el cantante más famoso en los últimos tiempos. Y no solo es famoso por sus escándalos, sino también por su hermosa voz y como baila…. Ah, creo que voy a explotar si sigo pensando en ese hombre.
La castaña no aguanto más a su amiga -sobretodo por aquel apodo que le había puesto- y camino a su escritorio. Tomo su teléfono y de inmediato escribió en su buscador Luka Rainey. Las imágenes no tardaron en aparecer.

— ¡Oh no! —fue lo único que la castaña pudo articular.
— Lo sé, es todo un dios — contesto Leah a su lado, soltando un suspiro.  
Se ve, más bien, como un error, pensó la castaña, mas no pudo decir nada. Kara estaba cautivada.


Luka Rainey

El timbre retumbo en toda la estancia llegando hasta los oídos de Luka.
Sabía quién era perfectamente, puesto que hacía ya cinco años y dos meses, que su manager lo visitaba en su departamento al mediodía para informarle todo lo que debía hacer en el día como si él no lo supiera.
Al principio eran solo dos veces a las semanas, pero en los últimos tiempos y luego de aquellos rumores de paternidad y homosexualidad, Carter lo visitaba a diario.
Luka estaba cansado de eso, pero no lo podía despedir ya que era alguien asignado por la empresa que lo había llevado a la fama.
Estaba atado de manos y pies con eso, aunque le gustaba divertirse con el dejando que se encargara de las mujeres que llevaba a su casa.
Realmente era divertido para el ver como Carter tenia de despertar y explicarle a aquellas chicas que debía irse.
Hoy no era la excepción.
Luka terminó de ponerse los zapatos que había elegido para la ocasión y salió del closet para ir a abrirle a su manager.
Una rubia –mal teñida para su gusto- descansaba en su cama como si no hubiese un mañana. Al rubio le causo nauseas el simple hecho de recordar lo mucho que había insistido para pasar la noche con él.
No lo había planeado, puesto que tenía cosas importantes para hacer en la mañana, pero aquella rubia, cuyo nombre no recordaba, había insistido demasiado y a él le gustaban las personas perseverantes.
Sin molestarse en lo absoluto, dejo que siguiera descansando,  y tomando las llaves de su coche y su billetera junto con sus anteojos de sol, salió de su departamento para encontrarse con Carter a punto de gritar del enojo.  

—Habíamos quedado que esto no se iba a volver a repetir.
—Lo sé, Carter… Pero eres demasiado irresistible para mí —se burló el rubio.
—Estaba punto de irme.
—Me hubieses hecho un favor. — El manager apretó los puños conteniendo la rabia. En toda su carrera no le había tocado alguien tan caprichoso y mimado como Luka Rainey.
—¿Podemos hablar de lo que realmente importa… adentro? —pregunto Carter intentando entrar al departamento de su cliente. Luka se interpuso en su camino de inmediato. —Tienes una sección de fotos a las dos, luego una…
—Una entrevista en la radio esa de la vez pasada, y a la noche una cena de caridad… Ya lo sé, Carter. Relájate. Ahora no puedo hablar contigo. Tengo algo que hacer antes de la sección fotográfica. — Su manager lo miro con desconfianza. Luka ya se le había escapado de las manos más de una vez.
—¿Y qué es eso que tienes que hacer?
—Algo que no es de tu importancia. Así que si me disculpas, debo irme para no llegar tarde. —respondió Luka colocándose los anteojos de sol. —Hazme un favor y despierta a Clary o Fanny o como se llame y dile que lo pase genial pero que debe irse. Deja que tome el desayuno que esta sobre la mesa y luego dale un par de dólares para que pueda tomarse un taxi.
Sin más, Luka dio media vuelta y se dirigió hacia el ascensor escuchando los gritos de Carter.
Descendió hasta la cochera para buscar su auto y una vez en él, salió hacia el Hospital Central donde encontraría a su amigo.
Días atrás había recibido una llamada y era hora de enfrentarse a los resultados.
Toda acción tiene sus consecuencias, recordó lo que siempre decía su padre.

—Maldito viejo. — Luka podía escuchar en su cabeza la voz de su padre reprochando todo lo que había hecho mal. Ya no estaba con él, pero el rubio aun podía sentir su presencia.
Acelero y en menos de lo que espero, estaba frente a las puertas de aquel edificio que el tanto odiaba.
Pudo escuchar los suspiros de las enfermeras cuando paso frente a ellas. Incluso una de ellas saco su teléfono sin discreción alguna y le tomo una fotografía.
Luka no entendía como podían reconocerlo cuando aún llevaba los lentes puestos y una enorme capucha cubría su cabeza.
Camino más rápido hasta llegar a la oficina del doctor Mitchell. Entro sin pedir permiso.
Un par de ojos azules lo miraron con emoción. Hacía mucho tiempo que no veía a Ian, y casi podía jurar que seguía siendo el mismo de siempre.

—Espero no interrumpirlo, doctor.  Pero necesito una consulta. —bromeo el rubio. Minutos después, ambos se abrazaron como si nada hubiese pasado.
Ian era un gran amigo, Luka lo sabía perfectamente.
—Toma asiento— lo invito Ian. Luka asintió y se sentó en uno de los sillones que había en la  sala.— Te estaba esperando, aunque debo decir que pensé que la espera iba a ser en vano.
—Que bien me conoces— respondió Luka provocando la risa del médico. — Pero esta vez es diferente. Esto me importa.
—¿Hace cuánto comenzaste con esos dolores? —pregunto su amigo tomando su rol enserio. Ian estaba preocupado, no podía negarlo.
—Desde el año pasado. Tuve una recaída y me internaron una semana en terapia.  ¿Qué tan grave es? —se atrevió a preguntar Luka finalmente.
—Grave. —El rubio se quitó los anteojos para mirar mejor a su amigo y ahora doctor.  No mentía.
—¿Tiene solución? —volvió a preguntar.  Respiro profundo esperando lo peor. Luka sabía que lo suyo iba más allá que una simple indigestión.  
—No lo sé.
Y entonces, lo problemas comenzaron.

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