playboy.

Okey, luego de un buen rato siendo retada por mi madre por no despegarme de la computadora, logré, por fin, leer todos los caps y no puedo no chillar y fangirlear con esta novela bc me tiene mal. Lo juro. Es demasiado perfecta, no puedo  
@woozi. 1. Me encanta la personalidad de Pietra, idk, es tan sencilla y tan serena que me cae bien. Por otro lado, Marilyn tiene es bastante contraria a ella xd y también me encanta, es imposible no amarlas askjf. Ahora, benditos sean esos hermanos. Oh-por-deos, i mean, uno modelo y el otro escrito ¿Quién quiere más? Aunque me dan ganas de golpear a Michael con el cubo del agua. Aún así, creo que ya lo amo  
2. Joshep estaba celoso, y de una chica que apenas conocía. Ya, no hay que decir más. Estoy oficialmente muerta, tirada en el suelo, hiperventilando ¡Todo! no puedo, no puedo. número uno KAITO ES UN AMOR AMOROSO QUE ME DAN GANAS DE AGARRARLE LOS CACHETES Y DARLE MUCHOS BESOS además como estaba ayudando a Marilyn fue muy klsajhf idk. número dos ¿Hello? Joshep ¿PUEDO DEMANDARLO POR SER TAN SEXY? ¿Por favor?   joder, si quieres hablarle ¡Solo hazlo! no es que vaya a comerte (aunque o lo haría   ) Andale, hasta se sonrojó cuando le hablaste ¿Quieres más de ahí? sencillo, hazle un stripper   solo eso, así la tendrás tirada en el suelo babeando por ti como hacemos todas xD
Pd: No puedo con esta novela es demasiado perfecta  
@wang. No te entiendo mujer ¿Qué obsesión tienes con hacer sufrir a los personajes desde el primer capítulo? i mean, ¿hello? Ya estás enfermando al pobre de luka, solo falta que le des un cáncer terminal y lo mates en el tercer capítulo (para ponerlo lejos bc te atreves al segundo) amo a kara, like always, tus personajes y tus caps siempre me encantan, ella es tan aklsjhfs que idk me cae bien, además y pinta y no sabía quién era luka xD ¡No pude no indentificarme con Leah! la tipa comenzó a fangirlear desde que leyó el nombre y me imaginé yo misma en esa escena ajaja okya. me ha encantado :3
@Kida Dios, y si no supiera la carrera que tomaste en la facultad diría que eres doctora xd demasiada medicina y muchas palabras terminadas en ía para mí, gracias.
Dios misericordioso dale buenos valores a esta chica para que no me corrompa por favor. ¡Quiero un doctor así! Sí okey, es frío y ella no le cae bien, pero es bc el no la conoce aún, sé que se pondrá todo perfect y voy a estar chillando en cada capítulo, lo sé xD
@Black widow.AMO A ZAREK entendiste? LO AMO! con solo la parte donde dice: La verdad es que a Zarek nunca le habían interesado las mundanas sin popularidad ni glamour ni dinero. Vale oro, el tipo vale oro xd. Me ha encantado tu capitulo no deje de emocionarme en ningun momento, y Raven es la diosa de todas las diosas!! Raven tuvo el impulso de alzar el dedo de en medio y sonreírle con una mueca tan burlona y venenosa que dejaba claro el mensaje de: muérete, perra. ahr. la amo, es un amor amoroso(? 

CAPITULO 006

wang. || rock and roll || siguiente: grimes.

Kaito Wayne.
Kaito Wayne había pasado por alto el hecho de que llevaba casi veinticuatro horas sin dormir y que lo único que había consumido en el día era aquella pequeña barra de cereal y un montón de bebidas energizantes que, según él, le proporcionaban las vitaminas necesarias para subsistir.
Por supuesto que no había mencionado nada de eso durante la extensa conversación vía telefónica con su madre, de lo contrario, habría tomado el primer avión directo a Los Ángeles para cuidar de su hijo como si de un niño pequeño se tratara.
La razón de su descuido iba mucho más allá de una rebeldía de su parte. Realmente no había tenido el tiempo suficiente para alimentarse como debía o dormir las ochos horas diarias recomendadas por todos los especialistas.
Su carrera estaba en ascenso, y su manager parecía notarlo puesto que había estado todo el día de un lado al otro, promocionando esto y aquello, filmando comerciales, en secciones interminables de fotografías para revistas cuyo nombre desconocía, dando show a beneficio y otros en honor a tal o cual persona.
Kaito no sabía cuál era el propósito de todo eso,  un par de fotos no lo iban a hacer más famoso. Mucho menos aquella película.  
Más si su manager lo decía, Kaito lo hacía. Todo sea por su sueño, solía repetirse.
Se había separado de su familia, de todos sus seres queridos, para triunfar en el mundo de la música, y quizás de la actuación. Eso mismo estaba haciendo.
Por eso cuando vi la lista de cosas que debía hacer, no le importó tener que saltarse una comida o dos, o dejar su siesta para más tarde, para que su carrera siguiera avanzando.
Aunque el asistente del director no estaba ayudando en nada.
Había aceptado formar parte de esa película solo porque estaba basado en un libro que su amigo Joseph había escrito. La curiosidad le picaba cuando recibió el libreto y no lo pensó dos veces.
Mas ese muchacho ya le había agotado la paciencia.
Dejo el celular sobre la pequeña mesa donde la estilista tenía todos los productos necesarios para transformarlo en el  personaje y miro a su amigo –ahora también era su jefe- a través del espejo que estaba frente a él.
Joseph puso los ojos en blanco dando a entender que el también estaba cansado de las quejas del asistente.

—Ya debería haber llegado—repitió por milésima vez. Algo innecesario puesto que aún el reloj no marcaba la hora indicada por el director. Kaito había llegado demasiado temprano, luego de que su sección fotográfica fuese cancelada y programada para el día siguiente.
—¿Puedes callarte?— le pidió el rubio, lo mejor posible. Más fue ignorado.
—Aún debe maquillarse, vestirse y…
—Ya no puedo con esto—lo interrumpió Joseph. –Saldré un rato antes de matar a alguien.
Kaito le sonrió antes de ver a su amigo desaparecer de la sala de maquillaje.
—¿Por qué mejor no vas a buscarla?—le sugirió Kaito. El muchacho lo miro con desagrado, pero no se opuso a la idea. De inmediato, él también se retiró.
La sonrisa del rubio se ensancho más. Podría descansar aunque sea solo unos segundos antes de que el director los llamara para realizar las pruebas.
Se recostó más en la silla y cerró los ojos, probando a la suerte.


A decir verdad, Kaito no era mucho de la ciencia ficción ni el romance. Harry Potter no era uno de sus libros favoritos, ni adoraba a la interminable colección de Jane Austen. A él le gustaba el misterio y muy pocas veces elegía la comedia. Pero tenía que admitir que ese libro lo tenía atrapado.
Joseph había hecho un gran trabajo. Y ya lo había felicitado por eso más de una vez. Posiblemente, y no porque el trabajara en la misma, la película seria galardonada.
Los actores eran geniales, y el equipo de producción algo que nunca había visto. El único problema era aquel infernal asistente y la inexperiencia de su compañera.
Marilyn, como se había presentado ella, era aún una estudiante de preparatoria. Aunque no era eso lo que preocupaba a Kaito.
Sus nervios le jugaban en contra, pero era muy obstinada, y podía ver detrás de todo el maquillaje y la ropa ajustada que llevaba para interpretar a Astoria, que era una actriz con todas las letras.
Lo llevaba en la sangre, al igual que él llevaba su afán de ser cantante. De algún modo le recordó a él, cuando sin nada más que un sueño, viajo desde Hong Kong hasta Los Ángeles a probarse.  
Marilyn era una pequeña niña en el cuerpo de una mujer que debía proteger. Como una hermana, como una amiga.  
Por lo general, no era de abrirse a nadie. Pero Marilyn era confianza, por lo que no tardo en aceptar cuando le pidió ir a comer ese día, junto con todos los del equipo. Ni mucho menos cuando la muchacha se le acercó para sentarse junto a él.
De alguna forma, se sintió aliviado con su presencia. Hasta que comenzó a sentir los ojos de su amigo quemando en su piel.
Sonrió.
Su amigo estaba celoso, por alguna extraña razón cuyo nombre y apellido, Kaito parecía conocer.  
Quizás esa película iba a tener un poco de comedia en el medio.

Kara Hanh.
Kara puso los ojos en blanco cuando Leah entro al estudio una vez más.
Había estado haciendo eso desde que se enteró que iba a fotografiar a Luka. Desde entonces, entraba y salía, buscando una cosa, trayendo otra, preguntando por sus planes de fin de semana. Hasta la había invitado a cenar esa misma noche.
La castaña la ignoro. Su interés era demasiado obvio, por lo que cuando entro por última vez, le pidió que le ayudara con las luces.
El dichoso Luka Rainey no había llegado aún, y ya habían pasado más de las tres de la tarde.
Había dejado plantada a su prima por aquel hombre que aún no conocía pero le ponía la piel de gallina con el simple hecho de recordar las imágenes que había visto en su teléfono.
Se vio obligada a apagarlo cuando se encontró a ella misma buscando información sobre el cantante.

—Sube un poco las de la izquierda— le indico a Leah. La pelirroja no tardo en mover las luces tal y como le había pedido. –Perfecto.
—¿No necesitas alguna otra cosa?— se apresuró a preguntar Leah.
—Necesito que Luka Rainey llegue rápido, tengo cosas que hacer y no tengo tiempo para esperarlo toda la vida—respondió mientras enfocaba una vez más su cámara. Aunque estaba segura de que si el chico se lo pedía, ella podía esperarlo por siempre. ¿Quien no lo haría?
—No hace falta que esperes más, amor. Ya estoy aquí. —Leah chillo frente a ella, mientras retorcía sus manos en un vago intento por controlarse. Kara saco rápidamente sus conclusiones, pero no fue hasta que despego la vista de su cámara encontrándose con aquel hombre, que sus piernas comenzaron a temblar al igual que las de su compañera de trabajo.
“Vaya, incluso es más lindo en persona.”, pensó la castaña.

—Y al parecer, aun no perdí mi encanto—dijo Luka. Eso no le cayó muy bien a Kara, pero tenía los sentidos demasiado dormidos como para reaccionar.- ¿Y bien?— pregunto.
—Yo…—logro articular Leah.— Yo creo que…
—Debería irte—soltó Kara de inmediato. Leah no estaba muy feliz con eso, pero no reprocho. Parecía estar bajo el efecto de alguna droga.
—Sera lo mejor-contesto la pelirroja, y sin más salió disparada de la sala. La castaña tomo una nota mental y se dijo a si misma que luego debería buscarla para preguntarle si se sentía bien.
—¿Y bien?— volvió a preguntar Luka. Kara sacudió su cabeza un poco despegando la vista de aquel cantante para así enfocarse en su trabajo.
—Llegas tarde—soltó ella, más a Luka pareció no importarle. —Párate en medio de ambas luces. Solo me tomara un par de minutos y luego puedes irte— explico ella.
El rubio obedeció, para su sorpresa.
No llevaba maquillaje, no estaba vestido de manera extravagante, pero a Kara le parecía que podía sacar arte de su imagen.
La forma en la que sus labios le sonreían la hacía temblar. Dejo de respirar cuando un hoyuelo se formó en su mejilla.
Aquel hoyuelo le parecía encantador.
Tuvo el impulso de correr hasta su oficina y buscar un lápiz y un papel para plasmar toda esa belleza en un dibujo, pero no estaba segura de lograrlo.
Tomo una fotografía al mismo tiempo que alejaba cualquier pensamiento cursi de su cabeza. Hacía tiempo que había dejado de pensar así. Quizás Leah la estaba contagiando como si de una enfermedad se tratara.
Continuo presionando el botón de la cámara mientras Luka se ponía en diferentes posiciones según le iba indicando un asistente de la revista.

—Creo que es todo por hoy— soltó ella cuando creyó que ya era suficiente.
—Perfecto, podríamos ir a celebrarlo—comento el chico. Kara pudo escuchar varias fanáticas a su alrededor que no pudieron disimular su emoción. —¿Qué te parece un café? ¿O un helado? ¿Incluso puedo esperar hasta que termines y podemos ir a cenar? — La castaña parpadeo varia veces al ver que le estaba hablando a ella. —¿Qué dices?
—¿Estás loco? —pregunto Kara. — Ni siquiera sabes mi nombre.
—¿Acaso es importa? — La castaña chillo ante su respuesta.
Inmediatamente cualquier pensamiento bueno hacia ese chico había desaparecido por completo convirtiéndose en puro odio.
—¿Quién te crees?
—Luka Rainey, preciosa. ¿Eso no te basta?
Kara no estaba segura si fue un acto reflejo o si realmente lo había planeado en su cabeza tan rápido que apenas le dio tiempo de procesarlo, pero su mano se movió de su lugar cargada de energía.
Lo siguiente que vio fue una marca roja en la mejilla del cantante. Se sintió orgullosa, su padre le había enseñado a defenderse y ella no lo había olvidado.

—¿Qué mierda te pasa?
—¡¿Qué mierda te pasa a ti?! —grito ella, llamando la atención de todos los que estaban presentes.
—Luka, será mejor que nos vayamos. Tienes una cita en veinte minutos y luego…— El manager, al menos eso pensó Kara, intervino entre los dos.
Sus miradas quemaban. Pero aquel hombre no le dio tiempo a nada. De a poco, convenció al rubio para que se moviera para así desaparecer de la vista de Kara.
Leah no tardó en llegar con la boca abierta y la mirada de sorpresa.

—¿Estas bien? —pregunto.
—Eso creo—soltó Kara.
Más sentía vergüenza de sus pensamientos.



Kara se sintió aliviada cuando finalmente llego a su departamento.
El aroma a lavanda la golpeo por completo, dándole la bienvenida, a penas cruzo la puerta. Junto a ella, la voz de su prima y, supuso, Marilyn, provocaron una sonrisa en la castaña.
Se quitó los zapatos por costumbre y los dejo junto con su abrigo y su cartera en la entrada para luego recorrer el pequeño pasillo que la llevaba hasta la sala de estar –que también funcionaba muy bien como comedor-.
Pietra se encontraba recostada en el sofá admirando a su amiga que no parada de dar salititos como si de una niña pequeña se tratara, son una sonrisa que podría bien competir con la del gato de Cheshire.

—Ya llegue—canturreo Kara para llamar la atención de ambas chicas. —¿Por qué Marilyn salta como loca con una sonrisa de feliz cumpleaños? Y, ¿Por qué Pietra escucha atentamente sin interrumpir?—pregunto frunciendo el ceño dramáticamente.
—Hola a ti también—respondió Pietra, enderezándose solo un poco en el sofá.— Marilyn me está contando como le fue en su primer día de rodaje—explico Pietra. Kara abrió los ojos con sorpresa justo antes de maldecirse mentalmente por no recordar tal acontecimiento.
—¡Oh! Es verdad—exclamó la castaña. —Lo había olvidado.
—No te preocupes Kara, tampoco es que haya ocurrido demasiado—soltó Marilyn.
—Para nada. Esto es algo que debemos hablar. Quiero todos los detalles, pero antes dejen que me cambie por algo más cómodo. Podemos pedir algo para cenar y…
—Ya pedí Pizza. Necesitaba algo verdaderamente comestible después de ese intento de lasaña que me dejaste para almorzar—la interrumpió Pietra.
—Primero que nada, la pizza no es algo verdaderamente comestible. Y segundo, hice mi mejor intento. Le puse mucho amor—respondió la castaña caminando hacia su habitación.
—Bueno pues, tu amor casi me intoxica—comento su prima a lo lejos.
Kara decidió ignorarla.
En un abrir y cerrar de ojos estaba en su habitación cambiando los apretados jeans por un short suelto y una remera dos tallas más grandes que le había quitado a un amigo. Algo cómodo que de vez en cuando utilizaba para dormir.
Recogió su pelo en una cola alta antes de volver a la sala donde su prima y su mejor amiga estaban deleitándose con una gran pizza.

—Está bien. Ahora cuéntame todo, desde el principio—dijo Kara sentándose frente a ellas, en el suelo.
—Bueno pues, todos son muy bueno. Me trataron muy bien, aunque debo admitir que al principio me sentí algo incomoda. Astoria lleva trajes muy ajustados y reveladores, no me sentía a gusto. Pero mi compañero, el que hace de Bellamy, me ayudo bastante. Es un chico agradable y déjenme decirles que está buenísimo—comenzó a explicar Marilyn, mientras devoraba una porción de pizza. Pietra no tardó en darle un pedazo a su prima, obligándola de cierta forma, a comer.
—Quizás pueda surgir algo ahí—comento Kara.
—No lo creo. No podría estar interesada en él de esa manera. Y creo que Kaito piensa exactamente lo mismo conmigo. Seremos muy buenos amigos lo presiento. Pero…
—¿Pero?—preguntaron las primas al unísono.
—El escritor sí que me interesa. Les juro que nunca conocí a alguien así. Aunque solo hablamos una vez, creo que fue suficiente para hacer que mi corazón se fijara en él. La piel se me erizo, a penas y podía hablar.— Kara y Pietra se miraron de reojo. El brillo que había en los ojos de su amiga era algo que jamás habían visto. Ni siquiera cuando les comento sobre el papel.— Sus ojos, sus labios, incluso su nariz era preciosa. ¿Es eso posible?
—Pero es tu jefe, Marilyn—comento Pietra tomando otra porción de pizza.
—Lo sé.
—Lo prohibido es mucho más tentador—dijo Kara y de inmediato se arrepintió. Había sonado mucho más lindo en su cabeza. Mas cuando recibió una mirada de desaprobación por parte de su prima se dio cuenta de que su comentario no tan desafortunado. Para ella resultaba bastante apropiado, pero claro, no era lo mismo para unas chicas de dieciocho años.
—Kara, se supone que nos debes llevar por el buen camino— comento Pietra.
—No existe el buen camino y el mal camino cuando se trata de amor, Pietra. El corazón quiere lo que quiere y no siempre está del lado del sentido común—explico la castaña.
Marilyn no tardo en estallar en risas seguida por Pietra. Kara se sintió un poco ofendida al principio, pero no dudo en unirse.
Quizás debería limitarse a asentir y callar antes de dar consejos tan patéticos como esos, pensó Kara.
También creyó que había pasado demasiado tiempo junto a Leah, tanto que se le había pegado el lado cursi amante de las novelas de amor, que tenía la pelirroja.

—Vaya, Pietra. No sabía que tu prima era la Doctora Corazón–comento Marilyn entre risas.
—Ni yo. Pero, podríamos hacer un negocio muy exitoso en base a eso—soltó Pietra. Kara volvió a reír.
Saltaba a la luz que ella no era una experta en el tema. A penas había tenido un par de novios en su adolescencia. Pero ahora veía las cosas con un poco más de madurez –al menos eso creía-.
Pietra y Marilyn eran aun inocentes a su manera.
Rieron hasta más no poder, y una vez que pudieron recomponerse, fueron dejándose vencer por el sueño.
Kara se sintió agradecidas de tenerlas junto a ella. De otra forma, no estaba segura de lo que podría llegar a ocurrir.
Sabía que no volvería a caer en el abismo, pero también era consciente de que ella no podía controlarlo.
Apoyo la cabeza sobre su prima y antes de pegar los ojos, una imagen paso por su cabeza.
Luka era prohibido, se recordó a si misma.

Spoiler:

CAPITULO 007

knee socks. || lesbian side. || siguiente: Kida.

Era bien sabido que Brooke Monaghan no era una persona fácil. Tenía la extravaganza de mil circos y el talento para buscar problemas de toda su familia. Histeria adolescente, jugo de naranja con hielo triturado y veinticinco gotas de edulcorante, por favor. No era de esperarse que no hubiera nadie dispuesto a encargarse de ella.

Por eso el anuncio seguía en el periódico hace más de un mes. Había pasado de "con urgencia" a "con urgencia y sin experiencia" a "¡con urgencia, sin experiencia!". Y aún así, las personas con media neurona no llamaban, y las que sí lo hacían eran de una incompetencia que sobrepasaba y corrompía la desesperación que sentían en la casa Monaghan. Todos menos Brooke, por supuesto, que era la que se encargaba personalmente de las entrevistas; otra posible razón por la que no aceptaban a ninguna de las que se dignaban a llamar.

También es por eso que ésta no prometía nada. Otra chica insulsa a la que había que romperle el corazón. Iba resultando difícil porque ya eran las cuatro y media de la tarde y la niña no aparecía. Era algo impresionante porque la reunión era treinta minutos antes. Brooklyn llegó veinte minutos luego de la hora acordada, como hacía siempre; para contribuir a la atmósfera de no-quieres-lidiar-conmigo. Se encontraba perturbada por el hecho de que alguien se atreviera a dejarla esperando. Otro jugo, veinte gotas, con un poco de vodka. Sí, ya sé que son las cuatro de la tarde.

—También sé que tu propina depende de tu eficacia y rapidez. Así que tienes cinco segundos, te quedan cuatro.

Ese día se había levantado de buen humor. La alarma ya había empezado a bajar de volúmen y a ralentizarse, como si se estuviera agotando la batería, cuando Brooke dio una vuelta en la cama; y con un manotazo la apagó. Se quedó así unos minutos más, un brazo sobre la mesa de luz, el otro luchando contra el sol matinal que le daba en la cara, y las piernas extendidas en un ángulo casi de 180°. Con la delicadeza de una muñeca de trapo con resaca, músculo a músculo, se incorporó. Inspiró el aroma a vodka que había, fuertemente (de la única manera en la que se puede inspirar vodka), a medida que giraba su cuello, que le producía un dolor agudo. Sacudió la cabeza, espabilada, y se dirigió a lavarse la cara. Tenía puesta la remera que había usado anoche: una musculosa negra con lentejuelas de colores en la parte delantera. Su pantalón había ido a parar en algún lado de la casa; la escalera, posiblemente.

Su baño estaba en condiciones para ser declarado en cuarentena. Había un esmalte de uñas naranja  flúor estrellado en el piso, algodones usados desparramados por doquier, un corpiño en el lavamanos, incluso una taza reposaba en la tapa del inodoro, con café todavía sin tomar.

Dado que el café frío no le suponía un problema, Brooklyn se sirvió el desayuno mientras escuchaba los gritos de su madre. Eran ya las tres de la tarde, y tenía que asistir a la entrevista. La relación que tenía con Azura era la que tienen dos compañeras de habitación que no congenian. Una es una persona descontrolada y despreocupada; la otra es una obsesiva del orden. El único contacto posible eran los gritos.

Mientras tortura al camarero; que parecía al borde de un accidente cerebrovascular, se escucha un chirrido infernal. Un taxista da un volantazo y maniobra bruscamente para frenar en la esquina del bar en el que aguarda Brooke, mientras discute con una pasajera con una crisis nerviosa. No se la podía ver bien, pero los alaridos que pegan los dos captan la atención de todos los clientes del lugar. La castaña parece divertida.

—¡Usted debería haber entendido que estoy en una entrevista de trabajo! ¿A quién se le ocurre parar a cargar gasolina mientras lleva a un pasajero?
—¿Pretendía que conduzca empujando el auto, señorita?
—¡Pretendía que tuviera gasolina suficiente antes de cargar a un pasajero! ¿Dónde hay un estúpido libro de quejas?

Luego de dos minutos de conflicto, la chica le tira el dinero del viaje y se baja del automóvil, enseñándole el dedo del medio furiosamente. Se acomoda el cabello y se lo ata. Se sacude el polvo de su jean negro e ingresa al local, mordiéndose el labio inferior. Brooke está segura de que es su cita. Si no lo es, lo va a ser. Tiene tez pálida y no es muy alta. Su pelo es de un negro unánime y para nada melancólico, que contrasta y combina con sus grandes ojos azules. Se ve ansiosa y sus mirada de Bambi busca a alguien. Brooke se levanta de su asiento y se acerca a ella, que se detiene, expectante. Le sonríe.

—Me buscas a mí, seguramente.
—¿Tú eres... Steve Loughty?—pregunta, un tanto confundida. La castaña advierte entonces que ella estaba aplicando para otro trabajo, y que la que solicitaba el suyo la había plantado. Esas cosas no le pasaban. Extiende los brazos, llamando a ser observada
—El mismo.

La chica se ríe nerviosamente; luego de haberse dado cuenta de que no, definitivamente no era Steve. Se coloca el pelo detrás de su oreja izquierda y mira el suelo, zapateando. Qué linda. Probablemente se perdió las clases de interacción con extraños, que tanto le gustan a Brooklyn.  Intenta excusarse.

—Oh, bueno, supongo que llegué demasiado tarde y perdí mi entrevista. Es que el taxista...
—Sí, tuvo problemas con la gasolina, escuchamos todos—comentó Brooke, sonriendo.
—¡Ay, qué vergüenza! No era mi intención armar un alboroto—se comienza a disculpar sin necesidad, poniéndose colorada.



Las dos chicas están sentadas hace cuarenta minutos, conversando. Como justificativo de sus actos, esperan a ver si aparecen sus respectivas "citas". Es complicado explicar cómo consiguieron terminar allí; sobretodo para Ada. Sí, se llama Ada. Y no suele interactuar con nadie más que con su gato y su hermano, de acuerdo a súbitas confesiones acompañadas de jugo de naranja, sin alcohol. Entonces todo se debe y es gracias al poder de convicción y la determinación vaga que emplea Brooke para todo. La pelinegra la analiza con timidez. Sonrisa fácil, ¿vida fácil? No siempre, pero es el caso. Botas bucaneras, remera corta (está en forma, anota mentalmente, después tacha), campera de cuero negra, pantalón ajustado. No trabaja, no está en una relación, no tiene hijos. Sí, vida fácil.

—Bueno, ¿qué trabajo querías conseguir?—le pregunta Brooklyn, mordiendo una medialuna.
—Oh, estaba por aplicar para chef de un restaurante. El hombre, Steve, prefería entrevistarme aquí en vez de en su negocio, y luego, si pasaba, me llevaría allí.
—Así que cocinas.

Había algo conmovedor y gracioso en Ada, observa la castaña. Sonríe y se pierde en las migas de pan hasta que advierte que la están mirando, y se sonroja. Agacha la cabeza para que el cabello le cubra el rostro, y murmura incoherencias.

—Algo tengo que hacer bien, ¿no?—ríe distraídamente, terminando de tomar su bebida. Brooke la contempla cuidadosamente, intentando descifrar qué diría si...

El teléfono de la chica con vida fácil vibra, y ella se inclina un poco para leer el nombre del contacto en la llamada. Azura. Su mamá seguramente estaría alucinando al ver que su intolerante hija todavía no volvía a su casa. No pensaba responder, pero los ojos inocentes de Ada declararon que podría llegar a ser divertido.

—Mamá.
—¡Hija! ¿Todo en orden? ¿Qué te pareció la chica?—el tono de preocupación, alivio e incertidumbre hacen sonreír a Brooke. Le responde a su madre, mirando fijamente y sin parpadear a la pobre Ada.
—No está nada mal.

Puede sentir cómo se tensan sus piernas debajo de la mesa. El tinte rojo le mancha la cara, una vez más. Como predijo Brooke, agacha la cabeza. Sabe que hablan de ella.

—¡Oh, Dios! No se te ocurra ponerle las manos encima, pobre ángel. Si ha llegado a convencerte no hagas que se marche, Brooklyn—chilla su madre, lo suficientemente alto como para que llegue a los oídos del pobre ángel, que no sabe cómo reaccionar.
—No le he hecho nada todavía—la chica continúa sonriendo, y se pasa la lengua por los labios. Ada parece a punto de irse corriendo—. Tengo que colgar, má. Nos vemos mañana.
—¡¿Mañana?! ¿No vas a volver hoy?

La chica da por finalizada la llamada, con una sonrisa de costado. Se le forma un pequeño hoyuelo en su mejilla izquierda que la hace ver más tierna de lo que en verdad es. Un pequeño silencio se forma en torno de ellas a medida que se miran. Unos cinco segundos después, Ada intenta ser rápida, levantarse de su silla y salir volando. Brooke consigue atraparla y agarra su mano derecha con fuerza. Se levanta ella también, y queda a su lado. Es más alta que la pelinegra, qué adorable.

—¿Te asusté, nena?—se burla despacio, Ada no reacciona antes de dejar pasar otros segundos más.
—No hay que hablar con extraños, sabes.
—La verdad—Brooke bufa—, me pareces más Blancanieves que Caperucita.

Ada está intimidada y atontada. Siente una extraña sensación en el pecho que confunde fácilmente con los nervios. Pero quién puede culparla, este tipo de historias sólo se cuentan y mueren en la mente de quien las vive. Y ella era una chica de sentimientos profundos, y empatía exclusivamente para el exterior. Para los demás. Ratoncito de sensaciones, sabía no caer en las trampas, porque cuando las veía, las rodeaba. De modo que tampoco había que hacerla responsable por querer escapar a los alaridos de una persona, de una chica, que parecía contar con mucho más control y conocimiento de sí misma que ella.

—No soy una chica de buenas impresiones, podrás ver—continúa, más humana, Brooke.
—¿Para qué trabajo habías venido aquí?—tartamudea, luego de recordar que no se lo había preguntado. ¿No estabas por irte, Ada?
—Oh, no, yo estoy buscando a alguien que trabaje en mi casa, como mucama.

Una pequeña chispa recorrió a la ojiazul. Había trabajado de mucama una vez, y había ido todo bien hasta que la familia que tenía la casa se mudó; y no pudo continuar. No le gustaba tanto como cocinar, y estaba segura de que la paga era inferior. Además, Brooke la asustaba, ya lo había dicho. Basta, ni lo consideres.

—Bueno, espero que tengas suerte con eso—intenta deshacerse de la mano de la castaña, que había bajado la intensidad.
—Justamente, iba a ofrecerte a ti el trabajo—sonríe tan sincera, y su hoyuelo, y la ingenuidad de Ada.
—Yo soy chef, no mucama. Además, sé que la paga debe ser...
—Te pago tres veces más de lo que te iban a pagar en ese trabajo—la mirada de Brooke arroja chispas de una intensidad tan contagiosa, y tan tentadora; que Ada empieza a ver las estrellas de la claudicación.
—Brooke, Brooklyn—corrige, nerviosa, despertando sonrisas—, no puedo. No es un trabajo para mí, no me parece interesante ni...
—Nosotras podemos hacerlo interesante.

La insinuación le pone los pelos de punta. Sus rodillas se juntan e instintivamente da un paso atrás. ¿A qué estaba jugando esa extraña chica?

—No soy ese tipo de chica.
—¿Segura?—Brooke se muerde el labio, hasta un punto seductoramente insoportable. No, no había forma. Con fuerza, arroja su brazo derecho hacia un costado, soltándose. Eso es, determinación. Voluntad. Segura. Empieza a alejarse y a preguntarse cómo se va a olvidar de lo que acaba de pasar. Esa chica es como una hiena, había hecho lo correcto—. Espera. Una última cosa. Piénsalo, ten—la persigue a largas y fáciles zancadas, y le da una tarjeta. Tiene un nombre y un número de teléfono, y una dirección—. Por si cambias de opinión. Sería bueno que... que aceptaras.

Luego de darle el papel, muy lentamente, inclina su cuello hasta quedar a la altura de Ada. Ya no le duele, por suerte. Le da un suave beso en la mejilla derecha de la pelinegra, tira un billete grande sobre la mesa, le guiña un ojo y desaparece. A Ada le está bajando la presión. Esa chica la confunde, primero amable, después depredadora, después humana, después sincera, después.

¿Qué diría su hermano cuando le contara que fue a intentar ser chef, y terminó como mucama?

Spoiler: