Stuck In Love {Harry Styles}

-Suéltame-dije firmemente.
-No, quiero aclarar mi cabeza, me tienes confundido Scarlett-respondió.
-No Harry, ¿qué hablamos sobre el trato?
-Todavía hay tiempo, hasta la boda puedo tocarte si quisiera.
-Pero no es lo que quieres, en serio, no deseas estar conmigo de esta forma. Listo, tu mente ya está aclarada. 
Intenté zafarme del agarre, pero este se afirmó más aún.
Su rostro estaba muy cerca, nuestros labios a tan solo pulgadas.
Bajé la mirada, no quería que me besara de vuelta. Había jurado no permitírselo nunca más.
-Mírame Scar-susurró.
-Harry, por favor-me lamenté suavemente.
Sus largos dedos tomaron mi barbilla y le permití que lo hiciera.
Gran error de mi parte.
-Tan solo un beso-musitó mientras que su rostro se acercaba más y más, hasta que nuestros labios hicieron contacto.
El beso nunca fue suave. Fue uno con ferocidad y desesperación, tales sentimientos que no eran comunes en mi. 
Nuestros labios se movían rítmicamente sin parar, aún cuando no teníamos más aire en los pulmones. Me alejé de él una vez, pero me atrajo enseguida y no pude evitar seguir el beso que poseía tanta pasión para remover mi mundo.
Siempre tropezando con la misma piedra.
No sé cuanto tiempo estuvimos así.
-Harry-logré balbucear entre besos-¡Para!-grité pero no hubo caso. Pensé que la única forma de detenernos a ambos sería con un buen golpe. Eso hice, le di una bofetada lo menos dolorosa posible. Pero logré mi objetivo.
Se separó sorprendido y luego enojado, frunciendo el ceño.
-Iba en serio-le dije y esta vez fui yo la que me marché de la habitación primera.
Corrí hacia el baño y me encerré en el. Miré mi reflejo en el espejo y toqué mis labios hinchados. Cerré los ojos fuertemente, evitando las lágrimas. Definitivamente no poseía un auto-control suficiente como para detener los errores antes de tiempo.
Refregué mi rostro con agua intentando quitar el aroma impregnado de Harry que sentía por todas partes.
Respiré hondamente, reiteradas veces.
Unos golpes en la puerta me hicieron sobresaltar.
-Vete.
Le di la espalda a la puerta y me senté en el suelo, con la frente pegada a mis rodillas. Definitivamente los significados de estúpida y débil calzaban bien en mi.
Sentí el sonido de la puerta abriéndose suavemente, pero no me moví del lugar.
Luego unos brazos largos y fornidos me envolvieron, rodeándome por completo. Mi cabeza quedó recostada en el pecho de Harry en medio del abrazo extraño. Esto me hizo recordar a nuestra antigua amistad y lo mucho que lo necesitaba.
-No te entiendo-musité.
-Solo no lo intentes-aconsejó él, sin romper el momento.
Por un segundo pude ver a el Harry de antes, mi mejor amigo.
Esto me hizo creer que todavía había esperanza.
Estuvimos de esta forma por horas, o al menos así lo sentí. 
Creo que ya era hora de separarnos aunque no lo quisiera.
-Harry-murmuré con la voz ronca.
-¿Qué sucede?-preguntó casual, como si estar así fuera de lo más cotidiano.
-Creo que es momento de levantarnos.
-¿Te encuentras incómoda?-dijo mientras su mentón se posaba en mi cabeza.
-No, es tiempo de volver a la realidad.
-No estoy de acuerdo-objetó y miré hacia arriba.
Sus ojos buscaron los míos. Y con eso bastó para quedarnos en la misma posición por un largo rato.

[...] 

-Solo dame algo fuerte-grité al chico de la barra que atendía en un pub lo bastante alejado de los suburbios del pueblo.
Luego de lo ocurrido hoy en la tarde, decidí que era hora-aunque un poco tarde- de disfrutar mi soltería como lo tendría que haber hecho desde hace años. En seis días, mi vida estaría ligada a la de Harry Styles. No dudaba que por lo pronto pediríamos el divorcio.
Volví a la realidad en cuanto el chico me entregó el pedido; tequila. Colocó las rodajas del limón, un poco de sal en un plato y se marchó.
Tomé una pizca de sal y la tragué, para luego bajar el shot de la mágica bebida que quemó por mi garganta, por último mordí el limón.
El pub era pequeño y acogedor, de esos en donde la gente iba solo a pasar un buen rato y olvidarse de todo por un momento.
Poseía una pista de baile, con la capacidad para unas pocas personas. Ya algunas se encontraban bailando allí, lucían ebrias y despreocupadas. Deseé verme así.
Llamé al chico y le pedí otro vaso, hasta perder la cuenta de la cantidad de alcohol que podía soportar mi sistema.
Esto era lo que quería conseguir, quedar inconsciente por unas horas y pasarlas a solas.
Bajé de la barra y me reí al tambalearme. No podía caminar.
Aún en este estado logré llegar al centro de la pista y comencé a mover mis caderas al ritmo de la música. ¡Se sentía tan genial poder hacer tantas cosas sin sentir vergüenza de mi misma!
Al rato, sentí unas manos posarse en mi cintura y un cuerpo detrás balancearse al compás de mis pasos. Mi yo normal al sentir a un chico hacer eso lo hubiera apartado al instante, pero yo no estaba en ese estado.
Di media vuelta para encontrarme cara a cara con el joven. Era castaño y bastante guapo, ni hablar de su sonrisa.
Estuvimos bailando un rato largo, el ambiente se estaba tornando más cálido y yo más confundida.
-Me vibra la pierna-grité asustada interrumpiendo nuestro baile.
-¿No será que llevas el móvil allí?-preguntó riendo el chico.
Toqué el bolsillo y noté que había acertado. Comencé a reírme sin parar y decidí ignorar la llamada.
Volví a colocar mis brazos alrededor del cuello de mi compañero de baile. Creo que su nombre era Dave.
De un momento a otro, inconscientemente me di cuenta que estábamos aún más cerca. Y más, y más hasta que sentí sus labios rozar los míos. Fue un beso agradable y duradero, pero no se comparaba ni de cerca con los de... Ni siquiera podía recordar su nombre, o no quería simplemente.
-¿Eres de aquí?-pregunté arrastrando la voz, el chico poseía un acento americano.
-Soy de Estados Unidos-afirmó confirmando mis sospechas-llegue ayer al pueblo, en unos días mi primo se casa, no lo veo muy seguido pero no podía perderme una fiesta-me contó. Al instante fruncí el ceño.
-¿Có-cómo se llama tu primo?
-Edward.
-¿Styles?
-Sí, ese mismo. ¿Lo conoces?-cuestionó con curiosidad. Reí.
-Solo de vista.
Seguimos bailando unos minutos más, intente prestarle atención, pero mi mente ya no se encontraba allí.
-Lo-lo siento Dave, me tengo que ir-balbuceé un poco y me separé del castaño.
Antes de salir del pub pasé por la barra, pedí un vaso más y salí de allí. Necesitaba hacer algo, se que era precipitado pero lo necesitaba ver y decirle cuanto lo amaba.

________
Holaaaaaaaaaaa, siento la demora chicas, espero que les guste, las quiero  

Salí del club y me topé con el frío repentino de la noche. Por suerte el alcohol me había proporcionado bastante calor.
Decidí ir caminando, no tenía miedo. Por las carreteras de Chester nadie pasaba a estas altas horas de la madrugada. Y yo me sabía de memoria el camino hacia su casa a unos pocos kilómetros de aquí.
El camino era sinuoso y oscuro, sin un alma. Se sentía agradable.
Los pinos que rodeaban la calle, crecían altos. Sus copas se confundían con la noche estrellada. Aunque ya se veían asomar unos rayos de sol por el horizonte apenas visible. 
Debía recorrer esta caminata más seguido para despejar mi mente. 
Luego de unos minutos, sumida en mis pensamientos, sentí algo moverse a mi derecha. Comencé a caminar más rápido.
Luego lo sentí de vuelta. Miré hacia los arbustos y los vi moverse. 
El sonido de mi móvil me hizo sobresaltar. 
Miré la pantalla, era Ethan.

-¡Vee!-gritó y aturdió mi oído. A pesar de su tono, supe que no estaba enojado sino más bien preocupado, ya que me llamo por mi segundo nombre.
-Ethan.
-¿En dónde mierda te metiste?
-Cálmate, solo vine al pub más lejos que pude encontrar, necesitaba tiempo a solas.
-Pero te he llamado millones de veces, al menos podrías haber avisado.
-Por favor, ya estoy lo bastante grande como para cuidarme sola, además no tengo-dejé de hablar al sentir otra vez el mismo sonido procedente del matorral. Apresuré la marcha.
-¿Que sucede?-preguntó alerta mi amigo.
-Na-nada.
Salté a escuchar un alboroto más cerca.
-Scarlett-advirtió.
-Hay algo allí-dije como si lo estuviera viendo.
-Dime ya en donde estas, pasaré por ti.
-No, necesito hacer algo antes-afirmé y corté.
Volví la vista hacia la derecha al mismo tiempo en el que una liebre salía de allí. Me reí al ver que mi susto se debía a un animal inofensivo y suspiré de alivio. El pequeño animal corrió en dirección contraria al encontrarse conmigo.
 Seguí hacia mi destino esperando llegar sin inconvenientes, y así fue. De momento.
El enorme portón apareció frente a mi, saludé al portero que me reconoció al instante y no dudó en dejarme pasar a pesar de lo temprano que era. Caminé más rápido, dejándome cegar por la ansiedad de ver su rostro.
El sol comenzaba a mostrar sus primeros rayos de luz, emanando un calorsito veraniego a pesar de estar en pleno invierno, con un frío crudo.
Para cuando el rocío dejó de caer, yo ya estaba húmeda de pies a cabeza, seguramente estar mojada era la menor de mis preocupaciones en este momento, no quería ni pensar en las ojeras bajo mis ojos. El efecto del alcohol a pesar de haber disminuido notoriamente, seguía corriendo por mi sistema, era más la valentía que me producía la bebida que los mareos que tendría que tener. Me colé por el jardín de la casa y me subí al enorme árbol que daba a su ventana, el roble tenía ya sus años pero seguía en pie cada vez más enorme. De pequeños solíamos pasar nuestras tardes aquí arriba, comiendo uvas y tirandole las semillas a las personas que pasaban por debajo. 
Suspiré y cerré los ojos con fuerza, deseando que se encontrara solo en su habitación. Cuando los abrí, el susto que me llevé fue enorme. Harry se encontraba en la ventana observándome con el ceño fruncido, a un metro aproximadamente de mí. Pero antes de decir nada, el susto había sido tan grande que yo me encontraba en el suelo. Sí, me había caído del árbol, desde una altura bastante importante. Me dolía la espalda por la caída pero eso no me impidió partirme de la risa por lo estúpida que había sido.
Tanto fue así que me atoré por reír sin parar, me sentía torpe.
El ambiente agradable se me fue de golpe en cuanto vi a Harry venir a por mí, con su semblante emanando varias emociones a la vez, preocupación, enojo, frustración.
Y fue aquí en cuanto entre en razón, había sido una idea enormemente idiota el haber venido a verlo, y más aún decirle que lo quería.
Me levanté y antes de salir corriendo arrepentida, tanteé que todos mis huesos estuvieran en su lugar. Si, había sido una caída significativa.
Ya lista para emprender la maratón, salí disparada de allí, huyendo. Me tomaría bastante rodear su inmenso hogar.
Pero antes de dar la vuelta a la esquina de su casa, sus manos me tomaron por la cintura jalandome hacia su cuerpo.
Maldije internamente al recordar que el más veloz de los dos, siempre había sido él.

-No-dije intentando en vano soltarme de él en cuanto me sujeto por la espalda. Forcejeé un rato pero no lo logré.
-¿Qué haces aquí?-preguntó con tono molesto. No pretendía contestarle por lo que la situación se volvió silenciosa.
Solo se escuchaba mi respiración agitada y el tintineo de los últimos grillos de la madrugada que se marchaban junto al rocío que se dejaba caer sobre el césped. El sol ya había salido, calentando mi cuerpo.
-Scarlett-insistió, tomándome con más fuerza.
-Déjame, a sido una estupidez venir hasta aquí.
-Pero alguna razón tuviste para cometer cierta estupidez, así que... ¿qué venias a hacer, a altas horas de la madrugada?
Ignoré su pregunta.
-¿Qué hacías tú a esta hora observando el paisaje por la ventana?-cuestioné yo, era una coincidencia muy extraña. Él odiaba madrugar.
-Tan solo me desperté y no pude seguir durmiendo, ahora, ¿me responderás tú? El hecho de encontrarte husmeando por mi ventana de repente, fue un poco escalofriante.
-No vas a sacar palabra de mí-dije segura.
De a poco me fue soltando y suspiré de alivio al ver que desistía. Fue entonces cuando me tomó de la cadera y me giró, para quedar frente a frente.
-Sabes que siempre consigo lo que quiero-gruñó.
-Pues muchas veces, las cosas no funcionan de la manera que uno desea-al terminar de decirlo, vi sus cejas fruncirse y sus ojos recorrerme entera, mientras tomaba conciencia de mi atuendo poco casual y mi maquillaje en muy mal estado.
-Has tomado alcohol, lo siento en tu aliento.
Ahora era mi turno de fruncir mi ceño, yo ya estaba parcialmente sobria, pero no noté ese detalle.
-¿Acaso interesa?
-Dependiendo de la razón por la cual estaría interesado. Por ejemplo, se me ocurre una... Si no me dices que te hizo venir hasta aquí, puedo ir y comentarle a tu madre que andas saliendo sin permiso a los pubs por las noches a unos días de casarte conmigo. ¿Qué tal suena eso? Puedo mejorarlo aún... Además de que te escapas por las noches, sales con chicos a escondidas.
No sabía que existía tanta crueldad en Harry. Estaba en un aprieto grave, hasta que se me ocurrió una idea.
-Está bien, te contaré si no le dices nada a ella-dije dándome por vencida.
El asintió de forma alentadora para que continuara.
-Vine porque necesitaba decirte que...-te amo-debo agregar una condición al trato-Sí, fue lo único que se me ocurrió en el momento. Mentir.
-¿Y no podías esperar hasta más tarde?-preguntó enarcando la ceja.
-Mmm, quería sacarme el peso de encima cuanto antes, así que decidí hacer una parada por aquí antes de volver a mi hogar... Se trata del divorcio, apenas pasemos el período que se debe esperar luego del día de la boda, pediré la solicitud para separarnos legalmente. Así tú podrás darle rienda suelta a tus relaciones libremente y yo podré seguir con mi vida tranquilamente. Sin más ataduras, ¿qué opinas?
-Opino que luego de estar un año junto a mí, vas a cambiar tu opinión respecto al divorcio. Tal vez sea yo el primero en pedirla-guiñó un ojo.
-Ya lo veremos-contesté, aunque puede que tenga él la razón. Nunca se sabe.
Me di media vuelta, en dirección a la salida principal.
Iba saliendo por el enorme portón cuando sentí que Harry me llamaba y a la vez vi a Ethan esperando por mi en su auto.
Miré hacia el oji-verde, su rostro reflejaba arrepentimiento.
-¿Qué?-le pregunté.
-Nada... te espera tu chófer.
Fruncí el ceño, confundida y fui con destino al carro mi amigo el cual apenas entre, comenzó a sermonearme de pies a cabeza.
-Ethan-gruñí, mi cabeza palpitaba.
-Lo siento, la verdad es que me tenías muy preocupado. Te busque por todos lados, que suerte que sabía donde quedaba la casa de Harry, de todos modos, ¿qué hacías allí?
-No tengo idea, tomé bastante y no recuerdo como terminé allí-mentí, no quería que me abrumara a preguntas y reprimendas.
Él me miró desconfiado pero por el resto del viaje no emitió palabra alguna.
Luego de asegurarse de que yo estuviera en mi cama, se marchó algo enojado, murmurando que volvía por la tarde.
Mis parpados me pesaban, así que solo me deje llevar, con la imagen de Harry en mi mente.

Y me desperté con su imagen. Literalmente.
Al abrir mis ojos, me sobresalté al verlo sentado al costado mi cama, muy cercano a mí. Me sonrojé, me había estado observando mientras dormía.
-¿Qué haces aquí?
-Vengo a jugar al futuro esposo-contestó riéndose de su propio chiste personal.
-Mi madre no está en este momento, así que puedes irte o distanciarte un poco al menos.
-Me temo que no, ella debe de estar por aparecer nuevamente, ya lo hizo varias.
-¿Puedes tan solo marcharte? No hace falta que finjas en su ausencia-grité.
-¡Scarlett Violet! Cuida esos modales-vociferó mi madre furiosa apareciendo detrás de Harry. Había escuchado solo lo que yo había dicho, claramente.

Cuatro días para mi boda.
La estilista había pasado por mi hogar para probar diversos peinados a juego con el vestido escandaloso y muy llamativo, cosa que no reflejaba mi personalidad para nada.
Ya estaba todo reservado.
La situación por fuera parecía toda perfecto, unos padres orgullosos de su hija y su futuro esposo insuperable, de una muy buena y adinerada familia. La fiesta perfecta.
Por dentro, todo se desmoronaba aún más. Las peleas de mis padres eran aún más constantes, sobre todo porque se les iba a hacer imposible abarcar la suma del dinero de la deuda a tiempo y este corría sin parar. Además de todos los gastos que se iban sumando con la fiesta. Porque mi madre no era algo sencilla de satisfacer. 
Y recién ahora me había enterado de algo importante, entre los padres de Harry y los míos, llegaron a un acuerdo y nos compraron un penthouse lujoso, cerca de ambos hogares. Es decir, apenas terminada la boda, viviría oficialmente con él.
¿Cómo podremos cumplir con el trato si nos vamos a ver cara a  pero da igual, no es lo mismo estar en casas diferentes que compartirlo todo. Pero ya no podía hacer nada para evitarlo, iba a suceder de todas maneras.
Después de la visita inesperada de Harry a casa, por suerte no había vuelto a aparecer.
Necesitaba disfrutar de mi tiempo libre, del poco que quedaba al menos.

Dos días para la boda.
Mi madre y yo nos encontrábamos en el lujoso hotel del pueblo, pasando el día en el spa -cosa que me aburría demasiado-, que según ella esto ayudaba a relajar mis nervios y ansiedad por el casamiento. Ninguno de las dos actitudes se habían hecho presente. Lo único que sentía era frustración. No iba a ser fácil convivir con Harry. Y algo todavía peor; me habían prohibido ver a Ethan porque según mi madre perjudicaba mi relación con Harry, igualmente estaba en mi lista de invitados.
Estaba siguiendo sus reglas para no generar más conflictos de los que ya habían.

Un día para la boda.
Ahora sí puedo admitir que los nervios estaban a punto de salir a flote. Quería terminar con todo esto cuanto antes. De Harry no sabía absolutamente nada y menos de Ethan, así que en cuanto mi madre se marchó a confirmar los últimos retoques yo corrí a por mi móvil y marqué el número de mi amigo, casi desesperadamente.
Ya luego de haber hablado con él, me quede más calmada.
Pero aprovechando los beneficios del hotel, ¿qué mejor manera de relajarse que ir al spa?
Eso hice. Comencé por el tratamiento de las piedras calientes, y como en todo lugar estético, las chicas cotilleaban contándose todo, nos terminábamos enterando de todo lo que sucedía en el pueblo.
Me recosté en la camilla y me colocaron las piedras. Me dejé llevar por el ambiente calmo, dando por alto la conversación de dos chicas a mi lado, una en la camilla y otra al parecer empleada del lugar, ambas tendrían alrededor de los veinte años. Hasta que algo llamó mi atención y comencé a seguir su conversación disimuladamente.

-¿Has escuchado que Harry Styles celebra su boda mañana?-preguntó la empleada.
-Por supuesto que sí, es más, estoy invitada y me extraña demasiado que se case a tan temprana edad, pobre de su futura prometida si supiera con cuantas la ha engañado-contestó la otra.
-Yo estuve con el hace dos semanas, es muy bueno en la cama.
-Lo sé, yo estuve más de una vez, hoy arreglamos para vernos de vuelta, a pesar de que se casa mañana...-dijo la chica rica, presumiendo.
-Al parecer es un falso casamiento, el no es un hombre de una sola chica, dudo que cambie, aparte si lo sigue haciendo significa que no la quiere-touché, tenían razón en todo.
-Tal vez solo lo hace para quedar bien con sus padres.
-¿Sabes quien es la chica?
-Sí, es la hija de la familia Samuels, Scarlett o algo así.
-No sé quien es...
-Por supuesto que no, no podrían haber elegido a una chica peor para él. Estudia en el mismo instituto que yo, y es realmente rara además de que no es atractiva. Si yo estuviera en su lugar, él nunca me haría esa clase de cosas, obviamente-terminó diciendo a la vez que largaba una carcajada sin humor. Mientras yo quería salir corriendo de allí y esconderme.
Al parecer me veían como la chica estúpida, como si no supiera todo eso ya. Me sentía completamente humillada por él.
Al terminar la sesión, la chica que estaba cotilleando me aviso y retiró las piedras. Apenas terminó, me escabullí de allí para que no me vieran, por las dudas.
Ya me había alcanzado con escuchar ese tipo de conversación por hoy.
Así que el resto del día me la pase tirada en la cama de la habitación, sola como siempre.
Por la noche, me trajeron la cena a la habitación y luego simplemente me acosté en la cama y me dormí al instante. 
Mañana iba a ser un día muy atareado.

El gran día había llegado.
Abrí mis ojos sin caer aún de que hoy era mi boda.
A las siete y media llegó mi madre con un humor agradable, como nunca antes, desde que tengo uso de razón.
Y si los días anteriores no había ni rastro de Harry, menos hoy ya que según mi madre, es de mala suerte ver al novio antes de la boda. Que conveniente, por suerte el trato ya estaba planteado, la cuestión era poder cumplirla por ambas partes. Esa era una de mis mayores preocupaciones. Tal vez no me sentía lo suficientemente fuerte para lo que me esperaba a continuación.

Las horas se pasaron lentamente, vino el sastre y me probó el vestido para darle los retoques finales, mientras que la estilista ya esperaba impaciente por comenzar.
A las seis llame a Ethan, quien calmó mis nervios y me dio ánimos.
Para las siete de la tarde ya estaba casi pronta. Por suerte todo estaba saliendo sin inconvenientes.
Me maquillaron delicadamente y el peinado terminó siendo menos llamativo de lo que esperaba. Me colocaron el vestido, que por cierto pesaba bastante complementándolo con unos tacones delicados pero muy altos.
A las ocho estaba oficialmente pronta y fue allí cuando realmente me vi de pies a cabeza en el espejo. Quedé sorprendida por el resultado; no me veía tan ostentosa como esperaba, hasta admitiría que tal vez estaba bonita. Mi palidez cotidiana estaba un poco tapada por el rubor, mis labios ya no se veían resecos y las ojeras habían desaparecido. Mi pelo azabache caía en armoniosas ondas y lucía un brillo espectacular. Con respecto al vestido, este se ajustaba perfectamente a las pocas curvas que tenía (aunque no fuesen tan pronunciadas, ya que era una tabla prácticamente) este vestido me favorecía, y a pesar de que no era mi estilo, estaba conforme con el resultado.
-Estas preciosa-exclamó mi madre muy emocionada.
Ella lucía un vestido escarlata a juego con sus accesorios y maquillaje, que le quedaban de maravilla.

Bajé del hotel al hall, en donde me esperaba un fotógrafo para sacar un par de fotografías de la pre-boda. Luego de esto me subí en la camioneta y para mi sorpresa la conducía Mark, mi mayordomo. Me sonrió y guiñó el ojo, de copiloto iba Bianca, ambos vestidos de gala, porque por supuesto no iban a estar fuera de la lista de invitados. Esto, colaboró con mi estado de ánimo, favoreciéndonos.
A las nueve ya estábamos de camino a la Iglesia, ya que nueve y media me tocaba entrar.
Al llegar a la Iglesia local de Chester, mis nervios aumentaron aún más. La noche estrellada se encontraba cálida respecto a la estación y había un aroma agradable a hojas secas. El estacionamiento estaba repleto, todos coches para nada humildes. La iglesia se veía perfectamente rural, pero hermosa, poseía un enorme campanario en el medio. Los campos detrás de ella, creaban un ambiente acogedor y a la vez espacioso. Bajé del coche para dar paso a que me acomodaran el vestido y revisaran si estaba todo en su lugar. Por último me colocaron el velo y me entregaron el ramo de rosas color crema.
Cerré los ojos y respiré el aire puro que corría por allí. La luz de la luna bañaba todo a su alrededor. Todo parecía muy calmo y no se escuchaba ni el murmullo proveniente de la iglesia, solo a los grillos cantando.
Mi padre apareció de repente y me observó atónito mientras cambiaba lugar con mi madre. Se veía apuesto con el traje que en su bolsillo delantero llevaba pequeñas rosas a juego con mi ramo. Solo quedábamos él y yo fuera.
Lo vi sonreírme genuinamente, y me sorprendió aquel acto. Pocas veces lo había visto sonreír así. Parecía feliz de verdad, y por esta vez me alegré de ser la razón, olvidando todos los inconvenientes pasados por el momento.
La campana sonó retumbando por toda la zona, marcando las nueve y media en punto. Era la hora de comenzar la ceremonia.
-Ha llegado el momento-animó mi padre tomando mi brazo, para juntos posicionarnos frente a las enormes puertas de madera cerradas.
La campana dejó de sonar y fue allí cuando se abrió la entrada. 
La luz me cegó por un momento. 
Luego pude ver todo con claridad.