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All too well
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: All too well
- comentario kkita:
- En primer lugar, Ginevra Breedless es lo único que está bien en este mundo. En serio, la amo mucho no sé que. Es que me la imaginó como esas chicas que tropiezan muchas veces, pero nunca con la misma piedra y no se deja caer nunca, de las que saltan en la cama y ríen porque sí. Mis filz son muchos, ya sé. Yo no sé que pensar de Aspen porque me gusta y al mismo tiempo lo odio como Gin lo odia y bueno, mi dilema (?) Y ARTHUR ES UN CAPO, AGUANTE ARTHUR, TEAM ARTHUR, ahr. Sería capaz de enamorarme de él y eso que es re tarado, pero me gusta mucho su personaje y y y y Y OLVIA ES UNA NENITA HERMOSA, AMO LA RELACIÓN QUE TIENE CON LOU, LES QUIERO DAR UN ABRAZO A LAS DOS Y con Paul eran hermanastros Y a ella le sigue gustando, yo lo sé Y Crystal y Oli son amor
En resumen me encantó todo, pero aguante Arthur, wacho. ARTHUR ES LEY :filo:
zuko.
Re: All too well
Me siento re mal por enterarme hasta ahora, en serio en serio lo siento mucho kate.
qué puedo decir de el capítulo, es largo, hermoso y tuyo, me encanta Tu escritura captiva demasiado y amo todo lo escribís en serio es hermoso. Como enfocaste a cada personaje llama mucho la atención y simplemente te deja con ganas de leer más. En serio amé el capi kate.
Espero el siguiente.
qué puedo decir de el capítulo, es largo, hermoso y tuyo, me encanta Tu escritura captiva demasiado y amo todo lo escribís en serio es hermoso. Como enfocaste a cada personaje llama mucho la atención y simplemente te deja con ganas de leer más. En serio amé el capi kate.
Espero el siguiente.
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: All too well
Que raro vos diciendome boluda jajajajajajaj te voy a comentar bien como te mereces (me estoy conteniendo para no expresar mis sentimientos sobre el capitulo ¿?) A PREPARAR CAP SE HA DiCHO
katara.
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Re: All too well
GRACIAS POR LOS COMENTARIOS me alegra mucho que os haya gustado
Pd: Sos boluda, mile, ¿cómo quieres que te llame sino?
Pd: Sos boluda, mile, ¿cómo quieres que te llame sino?
indigo.
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Re: All too well
OMG necesito comentar tu cap Kate en serio que lo ame lo comentare dignamente cuando pueda, en serio perdon por dejar esto tan misero
Kurisu
Re: All too well
ESE CAPÍTULO ME DIO MUCHOS FEELS, KATE LO AME. Prometo dejar un comentario digno de este capítulo apenas pueda
Invitado
Invitado
Re: All too well
Es el mejor capitulo de inicio que he leido, lo juro, kate ;-;
Quisiera expresar mejor cuan enamorada estoy por el cap pero mi tiempo es escaso por culpa de los estudios en este momento, así que me temo que no podré hacer el comentario más largo, so para la siguiente ronda será muy largó el comentario ya lo verás, pero en verdad que estuvo genial que incluso me puse sentimental en las historias de los personajes, no se soy sensible y fácil de dañar el alma con historias tan hermosas...llore, simplemente, Espero el siguiente ansiosa, besos.
Quisiera expresar mejor cuan enamorada estoy por el cap pero mi tiempo es escaso por culpa de los estudios en este momento, así que me temo que no podré hacer el comentario más largo, so para la siguiente ronda será muy largó el comentario ya lo verás, pero en verdad que estuvo genial que incluso me puse sentimental en las historias de los personajes, no se soy sensible y fácil de dañar el alma con historias tan hermosas...llore, simplemente, Espero el siguiente ansiosa, besos.
Última edición por frodo. el Mar 10 Mar 2015, 5:23 pm, editado 1 vez
trunks
Re: All too well
Mierda, mierda, mierda. No puedo con esto. FUE JODIDAMENTE HERMOSO MI KATE ;-; honestamente me quedé sin palabras para expresar lo que tu cap me dejó. Es que tu manera de escribir es adictiva criatura, de verdad Estoy intentando de verdad buscar palabras correctas pero soy un manojo de feels en estos momentos, no puedo, ay. Espero el que sigue porque sino muero, ¿ok? Besos
byers.
Re: All too well
Holis ah lo más probable es que el jueves suba kate ya sabés por qué (escuela consumidora de sueños y anhelos¿?) y mañana comento como se debe tu capitulo porq
katara.
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Re: All too well
Alec y Dai muchas muchas gracias por vuestros comentarios
Boluda SUBE. YA (sin presión)
Boluda SUBE. YA (sin presión)
indigo.
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Re: All too well
Capítulo 02.
Julie Rose Thompson | Jules Allen | Aleisha Smoak | Tobias Woods || dylan.
Cuando Julie era pequeña, su tia Katia le obsequió el libro favorito de su madre, "La bella y la bestia". Desde entonces ese libro se convirtió en su favorito, era la esencia y el alma de su madre en una historia tan común y antigua. Pero sucedió que ella creció, olvidó el cuento, reprimió el dolor de la pérdida de su madre, ocultó sus sueños.
Había creado una capa superficial a su alrededor, se había dejado llevar por ilusiones y no por amor. La niña que era estaba cubierta de polvo por tantos años en una caja vieja en el fondo del ropero, estaba envuelta en una historia antigua que nunca finalizaba, entre páginas ásperas y un aroma peculiar que le resultaba delicioso. Estaba frente a todo lo que era y dejó; dañó el libro, lo olvidó, el tiempo transcurrió.
Y con este mismo en la maleta se hizo paso entre las personas en el aeropuerto sintiendo su corazón latir desbocadamente. No eran solo los nervios de un nuevo comienzo revolucionando su interior. Era la simple búsqueda que su mirada inconscientemente realizaba, la decepción al no encontrarlo, su mente descarrilar entre pensamientos negativos. Estaba segura de que él no la dejaría sola, no como ella lo había dejado.
Julie tomó una gran bocanada de aire cuando se dirigió hacia su destino, lo reconoció a metros e inclusive podía ver sus ojos verdes brillar desde aquella distancia.
Lo observó atentamente reparando en cada detalle de su rostro y contextura. No había cambiado mas que su vestimenta, recordaba todo más de lo que querría.
- Rose tanto tiempo sin tu bella presencia en mi vida.
- Jules tanto tiempo sin escuchar tu voz me hizo feliz - Contestó la castaña con sarcasmo fingido.
Jules la observó durante unos segundos preguntándose a sí mismo si debería abrazarla como cuando eran pequeños y él se colgaba de su cuello, tal vez podría tomar su mano y no darle mayor importancia a lo que sentía.
Entre ambos había una tensión que se acrecentaba al transcurrir los segundos. La última vez que se miraron a los ojos estaba grabada en ambos, Jules tenía sus ojos cargados en lágrimas y ella su conciencia martillando su mente y un sentimiento que destrozaba su interior.
Finalmente él se decidió por tomar su maleta y hacer caso omiso a su extraña y a la vez tan pronunciada necesidad de tomar su mano. Ella, en cambio, caminó detrás de él suponiendo seguridad de sí misma, con la mirada alta y el resonar de sus zapatos haciendo eco en el estacionamiento.
Ella no es la misma, pensó Jules.
Y tal vez él no estaba equivocado.
El viaje hacia la residencia transcurrió en un silencio mutuo con John Legend sonando de fondo rompiendo el ensordecedor sonido de bocinas y coches a toda velocidad en la carretera. Julie no hacía más que observar perdida todo su alrededor al mismo tiempo que levantaba su guardia preparada para ignorar cualquiera de sus comentarios.
Esperó por él, por sus anécdotas en aquella ciudad, por su manera de relatar el frío que los envolvía cada día sin cansancio. Esperó por su sonrisa ladeada cuando la miraba hablar, por su extraña pero relajada manera de conducir hasta en las peores circunstancias.
Pero todo aquello nunca llegó. Con sus ojos verdes opacos y sus manos en torno al volante tiesas y sin su libertinaje al momento de hablar.
Él había cambiado, pensó Julie.
Y tal vez estaba equivocada.
Al llegar a la universidad, ninguna palabra fue capaz de describir la sensación de ahogo que invadió a ambos por separado. Julie se limitó a correr fuera del coche sin decir una sola palabra y abandonarlo junto a la compañía de la radio que emitía un programa especial de música clásica, el ambiente perfecto para tener pena aún por su propia vida.
Jules la observó alejarse, con su melena chocolate deslizándose por su espalda hasta la cintura donde finalizaba en delicados bucles. Aún desde aquella distancia podría reconocerla sin necesidad de observar su rostro. Odiaba la manera en la que su mente descarrilaba al oír su risa, inclusive odiaba el preciso momento en el que abrió su corazón a ella. Sin dudar, la música clásica empeoró su estado de ánimo.
«¿Que necesitaba una compañera de habitación? Injusticia.»
«¿Quién necesita un compañero cuando se es la mente más prodigiosa de todas las facultades?»
«La universidad debería dejar en paz a sus estudiantes y preocuparse por la cantidad de títulos que llenarán los pasillos.»
Esos y muchos más comentarios rondaban en la mente de Aleisha cuando salió con el rostro enrojecido de la furia de su reunión con el director. Él aseguraba ver un avance extremo en sus capacidades mentales, pero también que poco a poco estaba generando un retroceso en aquellas intelectuales desde "Lo ocurrido", ya que no era capaz de mencionar los acontecimientos. ¡Inclusive le había asignado ayuda psicológica indefinida y obligatoria! Estaba comenzando el año y ya contaba con un director preocupado, una nueva compañera -que seguro era un dolor de cabeza- y una psicóloga pacifista y amante de los Beatles. Caminó rápidamente por los corredores vacíos de estudiantes y aseguró que su día no podía ser peor.
En el camino se dejó llevar por el silencio y se preguntó -como muchas veces ocurría- ¿Qué hubiese echo su mejor amiga en aquellas circunstancias? ¿Arrojaría uno de sus premios directo al rostro del director? ¿Haría una protesta contra aquella obligación? Lo que estaba segura es que no se opondría contra su psicóloga por el simple hecho de que sus chicos -como ella llamaba a John, Paul, Ringo y George- estaban en medio de todo el asunto. Contuvo toda emoción una vez más y dejó de pensar en ella, ya nada volvería.
Llegó a la habitación y cerró la puerta con todas su fuerzas, aún con el rostro enrojecido y el enojo calando en su interior. Esperaba encontrarse con unas suaves mantas, o tal vez un nuevo libro para devorar, pero simplemente sus súplicas no fueron escuchadas.
Sin percatarse de la maleta que yacía frente a ella tropezó y cayó con su poca delicadeza en un golpe seco. No se molestó en levantar la mirada para saber que frente a ella su nueva compañera de cuarto había sido la responsable de tal caída.
«Respira, Aleisha respira.»
«¡Y UN DEMONIO!»
- ¿Qué eres ciega que no ves la maleta niña tonta? - Vociferó con toda su voz haciendo estremecer a la castaña frente a ella.
Tomó impulso con la propia maleta para estabilizarse nuevamente y observó a su nueva "convivencia" con los ojos entornados. No dejo denotar en su rostro ni una pizca de sensibilidad, mucho menos de alguna de las emociones que contenía febrilmente en su interior.
- Disculpa, ¿Si? Ha sido un error - Comentó sin observarla a los ojos de la vergüenza - Por cierto, Soy Julie Thomp...
- No me interesa, iré a ducharme y en lo que vuelvo intenta aprender a ordenar un cuarto, o por lo menos la mitad de uno... - Sacudió su coleta que contenía su precioso cabello dorado mientras se dirigía rápidamente al baño.
Julie necesitó de unos segundos para comprender, aún observando la maleta causante de todo, que naturalmente su compañera rozaba el odio al hablar con ella y que en realidad no sería un comienzo tan impresionante y lleno de emoción como pensaba.
En cambio, Aleisha centró toda su atención en dejar de pensar en aquella fotografía que había colgado en una de las esquinas del espejo del baño. Le traía tantos recuerdos dolorosos y alegres al mismo tiempo que no dejó que su poca cordura se esfumase nuevamente. No encontró palabras en su mente para describir la personalidad que había reflejado. Tomó una bocanada de aire al observar su reflejo, estaba cansada de ocultar y simular que el pasado no influía en ella y en su entorno como realmente lo hacía. Un cambio como aquél significaba que alguien más reemplazaría a una de las personas más importantes que había conocido en su vida, y que tal vez necesitaba dejar volar los recuerdos y vivir por una vez en su vida.
"Entre sus más finas manos aquella pieza antigua reposaba como un diamante en la más delicada eternidad esperando por ser encontrado. Y en sus brillantes ojos perlados, la piedra preciosa destellaba entre ellos, una pizca de luz para su infinita oscuridad, una débil esperanza entre el vano camino de la desolación. Ella era la vida entre la muerte..."
El despertador a su lado resonó en toda la habitación, Tobias apartó delicadamente la pluma sobre el papel y se deshizo del espantoso ruido que advertía con hacer estallar sus tímpanos. Naturalmente Tobias Woods era un escritor con una inspiración mayoritariamente nocturna lo que a veces se prolongaba hasta el amanecer o inclusive el mediodía.
Existían solo dos cosas que podían arrancarlo de entre los sueños, y una inevitablemente era su pasión por la escritura que había heredado de su padre y este de su abuelo al que le precedía una infinidad de familiares que habían gozado de este arte en sus tiempos. Y él, como todos los Woods, había convivido con su gran talento desde la infancia. Tenía la capacidad de poder ver en lo demás lo extraordinario, algo que a muchas personas les hacía falta y a él le ayudaba para describir con sencillez y a la misma vez una complejidad absoluta.
Con las manos manchadas de tinta y unas inmensas ojeras se dirigió al cuarto del baño con pesadumbre. Su mirada ausente le devolvió un reflejo de sí mismo que quizo olvidar, tenía el rostro pálido y por más que tomase todo el café posible no se quitaría la sensación de que flotaba en vez de caminar. Era el sueño o ya se estaba volviendo loco. Optó por la segunda opción aunque no descartó la primera.
Ni bien regresó a su cuarto se dio cuenta que el reproductor de música seguía encendido con la misma canción que desde hacía ya ocho horas mínimo. No se preocupó por apagarlo o reducir el volumen, su hogar a esas horas estaba completamente vacío y de esa canción nunca se aburriría.
«Nobody said it was easy...» cantaba Chris Martin mientras sus ojos avellana registraban cada gaveta buscando qué podía vestir un nuevo día en la universidad. Comúnmente, Tobias tendría que sentirse emocionado, pero los nervios los había dejado atrás hacía ya dos años en su primer día en aquél lugar. Después de todo, solitario o no, ese año sería como los demás: sin una pizca de emoción o aventura; eso procuraba dejarlo en sus historias, donde pertenecían. Cuando finalmente encontró algo abrigado entre su poca ropa de invierno, apagó el reproductor a todo su pesar y siguió su camino al comedor, y si tenía un poco de suerte Marian le habría cocinado su desayuno favorito antes de ir a trabajar.
Al llegar los platos de hot cakes se vislumbraban en medio de la mesada junto a una pequeña nota que casi pasaba desapercibida bajo los ojos de Tobias. Sabía que no sería igual sin Marian en su vida y que probablemente con su padre no serían los mismos. Ambos eran una gota de agua, orgullosos, valientes, sensibles pero por sobre todo apasionados y sin Marian, la esposa de su padre, la relación se hubiese estrechado años atrás donde una pelea por día irrumpía el ambiente tranquilo.
«Samantha lo tiene todo» pensó sin medir en sus palabras, estaba seguro que ella no tenía que preocuparse por lo que él y que seguramente su vida sería mucho menos monótona o aburrida. Pensó que seguramente su hermanastra sería feliz.
Comió todo lo que su estómago le dejó y con un pequeño retraso se subió al coche para dirigirse hacia la universidad, mínimamente el desayuno le había repuesto algunas energías pero no del todo. En el camino se mantuvo tranquilo y el silencio sepulcral no lo abandonó en todo su trayecto, estaba inusualmente pensativo y por sobre todo tenía una sensación diferente a la de los nervios en la boca del estómago. Pero él era escritor no brujo y por ende no creía en las sensaciones.
Sostuvo el volante con ambas manos tiesas al conducir por el estacionamiento de la universidad, cientos de estudiantes se reencontraban junto a la puerta de la misma con el frío calando sus huesos como a él y el aroma a pinos que inundaba el ambiente y te incentivaba a aspirar profundamente cuanto puedas. Salió del coche tan justo como la primer clase daría su comienzo, con el viento que se había revolucionado aquella mañana y la hierba seca bajo sus pies. Estaba increíblemente melancólico cuando sus pasos se alargaron por los pasillos repletos, todo lo que visualizaba a su alrededor le hacía sentir mal pero inútilmente no comprendía qué.
Hasta que entre todos los rostros irreconocibles, la vio. Su cabello pelirrojo caía por sus hombros como recordaba, su piel pálida por el invierno y las mejillas sonrosadas por el frío, sus ojos verde oliva no lo miraron pero él sabía que color tenían desde mucho antes de atravesar las puertas. El la recordaba, inevitablemente, demasiado bien.
Había creado una capa superficial a su alrededor, se había dejado llevar por ilusiones y no por amor. La niña que era estaba cubierta de polvo por tantos años en una caja vieja en el fondo del ropero, estaba envuelta en una historia antigua que nunca finalizaba, entre páginas ásperas y un aroma peculiar que le resultaba delicioso. Estaba frente a todo lo que era y dejó; dañó el libro, lo olvidó, el tiempo transcurrió.
Y con este mismo en la maleta se hizo paso entre las personas en el aeropuerto sintiendo su corazón latir desbocadamente. No eran solo los nervios de un nuevo comienzo revolucionando su interior. Era la simple búsqueda que su mirada inconscientemente realizaba, la decepción al no encontrarlo, su mente descarrilar entre pensamientos negativos. Estaba segura de que él no la dejaría sola, no como ella lo había dejado.
Julie tomó una gran bocanada de aire cuando se dirigió hacia su destino, lo reconoció a metros e inclusive podía ver sus ojos verdes brillar desde aquella distancia.
Lo observó atentamente reparando en cada detalle de su rostro y contextura. No había cambiado mas que su vestimenta, recordaba todo más de lo que querría.
- Rose tanto tiempo sin tu bella presencia en mi vida.
- Jules tanto tiempo sin escuchar tu voz me hizo feliz - Contestó la castaña con sarcasmo fingido.
Jules la observó durante unos segundos preguntándose a sí mismo si debería abrazarla como cuando eran pequeños y él se colgaba de su cuello, tal vez podría tomar su mano y no darle mayor importancia a lo que sentía.
Entre ambos había una tensión que se acrecentaba al transcurrir los segundos. La última vez que se miraron a los ojos estaba grabada en ambos, Jules tenía sus ojos cargados en lágrimas y ella su conciencia martillando su mente y un sentimiento que destrozaba su interior.
Finalmente él se decidió por tomar su maleta y hacer caso omiso a su extraña y a la vez tan pronunciada necesidad de tomar su mano. Ella, en cambio, caminó detrás de él suponiendo seguridad de sí misma, con la mirada alta y el resonar de sus zapatos haciendo eco en el estacionamiento.
Ella no es la misma, pensó Jules.
Y tal vez él no estaba equivocado.
El viaje hacia la residencia transcurrió en un silencio mutuo con John Legend sonando de fondo rompiendo el ensordecedor sonido de bocinas y coches a toda velocidad en la carretera. Julie no hacía más que observar perdida todo su alrededor al mismo tiempo que levantaba su guardia preparada para ignorar cualquiera de sus comentarios.
Esperó por él, por sus anécdotas en aquella ciudad, por su manera de relatar el frío que los envolvía cada día sin cansancio. Esperó por su sonrisa ladeada cuando la miraba hablar, por su extraña pero relajada manera de conducir hasta en las peores circunstancias.
Pero todo aquello nunca llegó. Con sus ojos verdes opacos y sus manos en torno al volante tiesas y sin su libertinaje al momento de hablar.
Él había cambiado, pensó Julie.
Y tal vez estaba equivocada.
Al llegar a la universidad, ninguna palabra fue capaz de describir la sensación de ahogo que invadió a ambos por separado. Julie se limitó a correr fuera del coche sin decir una sola palabra y abandonarlo junto a la compañía de la radio que emitía un programa especial de música clásica, el ambiente perfecto para tener pena aún por su propia vida.
Jules la observó alejarse, con su melena chocolate deslizándose por su espalda hasta la cintura donde finalizaba en delicados bucles. Aún desde aquella distancia podría reconocerla sin necesidad de observar su rostro. Odiaba la manera en la que su mente descarrilaba al oír su risa, inclusive odiaba el preciso momento en el que abrió su corazón a ella. Sin dudar, la música clásica empeoró su estado de ánimo.
«¿Que necesitaba una compañera de habitación? Injusticia.»
«¿Quién necesita un compañero cuando se es la mente más prodigiosa de todas las facultades?»
«La universidad debería dejar en paz a sus estudiantes y preocuparse por la cantidad de títulos que llenarán los pasillos.»
Esos y muchos más comentarios rondaban en la mente de Aleisha cuando salió con el rostro enrojecido de la furia de su reunión con el director. Él aseguraba ver un avance extremo en sus capacidades mentales, pero también que poco a poco estaba generando un retroceso en aquellas intelectuales desde "Lo ocurrido", ya que no era capaz de mencionar los acontecimientos. ¡Inclusive le había asignado ayuda psicológica indefinida y obligatoria! Estaba comenzando el año y ya contaba con un director preocupado, una nueva compañera -que seguro era un dolor de cabeza- y una psicóloga pacifista y amante de los Beatles. Caminó rápidamente por los corredores vacíos de estudiantes y aseguró que su día no podía ser peor.
En el camino se dejó llevar por el silencio y se preguntó -como muchas veces ocurría- ¿Qué hubiese echo su mejor amiga en aquellas circunstancias? ¿Arrojaría uno de sus premios directo al rostro del director? ¿Haría una protesta contra aquella obligación? Lo que estaba segura es que no se opondría contra su psicóloga por el simple hecho de que sus chicos -como ella llamaba a John, Paul, Ringo y George- estaban en medio de todo el asunto. Contuvo toda emoción una vez más y dejó de pensar en ella, ya nada volvería.
Llegó a la habitación y cerró la puerta con todas su fuerzas, aún con el rostro enrojecido y el enojo calando en su interior. Esperaba encontrarse con unas suaves mantas, o tal vez un nuevo libro para devorar, pero simplemente sus súplicas no fueron escuchadas.
Sin percatarse de la maleta que yacía frente a ella tropezó y cayó con su poca delicadeza en un golpe seco. No se molestó en levantar la mirada para saber que frente a ella su nueva compañera de cuarto había sido la responsable de tal caída.
«Respira, Aleisha respira.»
«¡Y UN DEMONIO!»
- ¿Qué eres ciega que no ves la maleta niña tonta? - Vociferó con toda su voz haciendo estremecer a la castaña frente a ella.
Tomó impulso con la propia maleta para estabilizarse nuevamente y observó a su nueva "convivencia" con los ojos entornados. No dejo denotar en su rostro ni una pizca de sensibilidad, mucho menos de alguna de las emociones que contenía febrilmente en su interior.
- Disculpa, ¿Si? Ha sido un error - Comentó sin observarla a los ojos de la vergüenza - Por cierto, Soy Julie Thomp...
- No me interesa, iré a ducharme y en lo que vuelvo intenta aprender a ordenar un cuarto, o por lo menos la mitad de uno... - Sacudió su coleta que contenía su precioso cabello dorado mientras se dirigía rápidamente al baño.
Julie necesitó de unos segundos para comprender, aún observando la maleta causante de todo, que naturalmente su compañera rozaba el odio al hablar con ella y que en realidad no sería un comienzo tan impresionante y lleno de emoción como pensaba.
En cambio, Aleisha centró toda su atención en dejar de pensar en aquella fotografía que había colgado en una de las esquinas del espejo del baño. Le traía tantos recuerdos dolorosos y alegres al mismo tiempo que no dejó que su poca cordura se esfumase nuevamente. No encontró palabras en su mente para describir la personalidad que había reflejado. Tomó una bocanada de aire al observar su reflejo, estaba cansada de ocultar y simular que el pasado no influía en ella y en su entorno como realmente lo hacía. Un cambio como aquél significaba que alguien más reemplazaría a una de las personas más importantes que había conocido en su vida, y que tal vez necesitaba dejar volar los recuerdos y vivir por una vez en su vida.
El despertador a su lado resonó en toda la habitación, Tobias apartó delicadamente la pluma sobre el papel y se deshizo del espantoso ruido que advertía con hacer estallar sus tímpanos. Naturalmente Tobias Woods era un escritor con una inspiración mayoritariamente nocturna lo que a veces se prolongaba hasta el amanecer o inclusive el mediodía.
Existían solo dos cosas que podían arrancarlo de entre los sueños, y una inevitablemente era su pasión por la escritura que había heredado de su padre y este de su abuelo al que le precedía una infinidad de familiares que habían gozado de este arte en sus tiempos. Y él, como todos los Woods, había convivido con su gran talento desde la infancia. Tenía la capacidad de poder ver en lo demás lo extraordinario, algo que a muchas personas les hacía falta y a él le ayudaba para describir con sencillez y a la misma vez una complejidad absoluta.
Con las manos manchadas de tinta y unas inmensas ojeras se dirigió al cuarto del baño con pesadumbre. Su mirada ausente le devolvió un reflejo de sí mismo que quizo olvidar, tenía el rostro pálido y por más que tomase todo el café posible no se quitaría la sensación de que flotaba en vez de caminar. Era el sueño o ya se estaba volviendo loco. Optó por la segunda opción aunque no descartó la primera.
Ni bien regresó a su cuarto se dio cuenta que el reproductor de música seguía encendido con la misma canción que desde hacía ya ocho horas mínimo. No se preocupó por apagarlo o reducir el volumen, su hogar a esas horas estaba completamente vacío y de esa canción nunca se aburriría.
«Nobody said it was easy...» cantaba Chris Martin mientras sus ojos avellana registraban cada gaveta buscando qué podía vestir un nuevo día en la universidad. Comúnmente, Tobias tendría que sentirse emocionado, pero los nervios los había dejado atrás hacía ya dos años en su primer día en aquél lugar. Después de todo, solitario o no, ese año sería como los demás: sin una pizca de emoción o aventura; eso procuraba dejarlo en sus historias, donde pertenecían. Cuando finalmente encontró algo abrigado entre su poca ropa de invierno, apagó el reproductor a todo su pesar y siguió su camino al comedor, y si tenía un poco de suerte Marian le habría cocinado su desayuno favorito antes de ir a trabajar.
Al llegar los platos de hot cakes se vislumbraban en medio de la mesada junto a una pequeña nota que casi pasaba desapercibida bajo los ojos de Tobias. Sabía que no sería igual sin Marian en su vida y que probablemente con su padre no serían los mismos. Ambos eran una gota de agua, orgullosos, valientes, sensibles pero por sobre todo apasionados y sin Marian, la esposa de su padre, la relación se hubiese estrechado años atrás donde una pelea por día irrumpía el ambiente tranquilo.
«Samantha lo tiene todo» pensó sin medir en sus palabras, estaba seguro que ella no tenía que preocuparse por lo que él y que seguramente su vida sería mucho menos monótona o aburrida. Pensó que seguramente su hermanastra sería feliz.
Comió todo lo que su estómago le dejó y con un pequeño retraso se subió al coche para dirigirse hacia la universidad, mínimamente el desayuno le había repuesto algunas energías pero no del todo. En el camino se mantuvo tranquilo y el silencio sepulcral no lo abandonó en todo su trayecto, estaba inusualmente pensativo y por sobre todo tenía una sensación diferente a la de los nervios en la boca del estómago. Pero él era escritor no brujo y por ende no creía en las sensaciones.
Sostuvo el volante con ambas manos tiesas al conducir por el estacionamiento de la universidad, cientos de estudiantes se reencontraban junto a la puerta de la misma con el frío calando sus huesos como a él y el aroma a pinos que inundaba el ambiente y te incentivaba a aspirar profundamente cuanto puedas. Salió del coche tan justo como la primer clase daría su comienzo, con el viento que se había revolucionado aquella mañana y la hierba seca bajo sus pies. Estaba increíblemente melancólico cuando sus pasos se alargaron por los pasillos repletos, todo lo que visualizaba a su alrededor le hacía sentir mal pero inútilmente no comprendía qué.
Hasta que entre todos los rostros irreconocibles, la vio. Su cabello pelirrojo caía por sus hombros como recordaba, su piel pálida por el invierno y las mejillas sonrosadas por el frío, sus ojos verde oliva no lo miraron pero él sabía que color tenían desde mucho antes de atravesar las puertas. El la recordaba, inevitablemente, demasiado bien.
Sigue: Hook (Steph).
- El peor capitulo de la historia de los capitulos:
- Primero que nada, Kate, me encanta como el Ruperto en el codigo de la cabecera armoniza y convive con lo demás lo segundo es que editare este capitulo porque tiene miles de errores que ahora (00.39 a.m) no puedo revisar pero que por la tarde haré. Lo tercero es que quedó horrible, para nada me gustó el capitulo. Y lo cuarto es que perdon por la tardanza, tenia planeado subirlo con anterioridad pero bueno, ahora notamos que no soy buena calculando el tiempo ni especulandolo Las amo y besoooosssssss
Editado
Milu la que se quiere tirar de la terraza xx
Última edición por dylan. el Mar 17 Mar 2015, 6:25 pm, editado 2 veces
katara.
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