Run in the dark || H.S || Capítulo 10 Publicado.

Capítulo 003

ByDecember.

Dieron la vuelta y sin soltar sus manos, corrieron desesperadamente hasta que sus súplicas, luego de varios corredores recorridos, fueron escuchadas. Una puerta que daba hacia el exterior se encontraba delante de ellas, a solo unos metros. No había nada que podía impedirles el paso, podrían ser libres.

Una puerta de acero era lo único que les impedía volver a ver la luz del sol. Aumentaron su paso hasta que pararon en seco cuando un joven de cabello castaño claro y ojos color azul cielo se interpuso en su camino.

—Mierda —susurró Chlöe.

—No se muevan —ordenó a sus espaldas aquel joven morocho que había seguido sus pasos junto con dos hombres un tanto más mayores. 

Helen soltó su mano para tapar su rostro con ellas. Necesitaba un respiro, tan cerca… Pero a la vez tan lejos. Debía ser una mala broma aquello.

—¿Qué es lo que van a hacernos? —Preguntó con voz temblorosa la oji azul.

El castaño les hizo una seña para que aquellos dos desconocidos se fueran por donde habían venido, pero antes, Malik les susurró algo. 

—Nada —respondió rápidamente Louis, el joven que les había quitado sus posibilidades de vivir nuevamente, mientras tomaba el brazo de ella. Chlöe trató de zafarse de su agarre, pero éste era demasiado fuerte —. Tiene suerte de que Scott o su hermano no las hayan visto —le susurró pero ella no le respondió.

—Huyan con nosotras —comentó de la nada Helen. 

Zayn comenzó a reír y Chlöe frunció su ceño. ¿Qué era lo que le divertía?

—¿Crees que es así de fácil? —Le respondió ya serio —¿Qué puedes atravesar aquellas puertas e irte como si nada hubiese sucedido? 

—Si —esta vez, fue Chlöe quien habló.

—Ustedes no lo entienden… —Helen interrumpió a Malik quien cabizbajo comenzaba a decir aquellas típicas palabras que a ella le cansaban.

—¡Estamos tratando de comprender, idiota! —Exclamó más que enfada y su compañera abrió sus ojos asombrada por su valentía, ya que a partir de ahora, podrían  hacerle lo que quisieran con ella tan solo por faltarles el respeto, o eso, era lo que Scott siempre le decía —. Pero lo único que hacen es tenernos cautivas por quien sabe cuánto tiempo sin explicarnos nada, dejándonos que nos pudramos en esas habitaciones hasta que cuando se les digna sacarnos de allí, solo nos espere algo peor. 

—No es nuestra decisión.

Helen soltó una péqueña risa sin humor.

—¿Acaso alguien no tiene derecho a decidir sobre su propia vida? 

—Cuando te han quitado todo —comenzó a hablar Tomlinson con enfado —, cuando estás a punto de perder todas tus ganas de seguir adelante, y alguien viene a ofrecerte una nueva oportunidad, simplemente la tomas, sin importar nada.

—Le debemos demasiado ahora.

—Es como si hubieran lavado su cerebro para que respondieran aquello —susurró Chlöe.

Los dos hombres se acercaron nuevamente a ellos luego de unos diez minutos, pero con dos objetos en sus manos que antes no tenían.

—¡Por favor! —sollozó la oji azul mientras trataba de zafarse nuevamente de su agarre, pero le fue inútil.

—Lo siento —fueron las últimas palabras del castaño luego de que inyectara en su sangre aquel líquido que producía que sus ojos se cerraran aunque tratara de luchar.

Pasaron tal vez quince o veinte minutos, Chlöe despertó lentamente. Por primera vez había soñado, luego de tanto tiempo sin hacerlo. Soñó con su novio y su mejor amigo. Los tres iban en un auto descapotable rojo, aquel con el que su pareja siempre había soñado manejar. Su cabello se enredaba a causa del viento, pero no le importaba aquello. Era feliz, se sentía libre. Manejaban por una ruta desierta, a gran velocidad. Grandes extensiones de campo rodeaban la carretera y el sol estaba a punto de salir.

—¡Chlöe! —Exclamó aquel joven de cabellos dorados y dulce sonrisa —¡Chlöe! —Dijo nuevamente y la joven volteó pero sus rostros comenzaron a borrarse lentamente. Así fue como de a poco, fue despertando de un dulce sueño, para encontrarse en una pesadilla.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó preocupado Louis mientras se alejaba de ella.

—¿Acaso ahora te importa? —Preguntó enfadada.

Tomlinson suspiró.

—Has dormido más de la cuenta, pensamos que nos excedimos nos él sedante que te dimos.

—¡Pero si estoy de maravilla! —Exclamó con un tono de sarcasmo en su voz y una sonrisa falsa en su rostro —. Esto es como estar en un spa. 

Louis se cruzó de brazos y colocó sus ojos en blanco. Se había preocupado por nada. 

—No es tiempo de bromas —le reprochó —. Tienes que comer algo, luego vendrá Steph.

—¡No hice nada! —Exclamó con terror en sus ojos.

Steph era el hermano menor de Scott. Ambos se dedicaban a castigar de alguna manera a aquellos que se habían metido en problemas cuando se les ordenaba.

—Uno de los hombres que acompañaba a Zayn, le informó que ustedes estuvieron a punto de huir… Chlöe, yo no dije nada, lo prometo —dijo preocupado el castaño cuando la joven quitó su vista de sus ojos.

—¿A  quién le interesa eso? No harás nada para evitar que yo sufra.

—¿Acaso quieres que yo lo haga? —Hablaba en serio cuando lo preguntó.

—Simplemente diles que me castigaste —la oji azul lo miró una súplica en sus ojos —por favor, Louis. 

—Recuerda que soy Tomlinson para ti.

—A la mierda con eso, ¡diles que lo hiciste!

Louis mordió su labio apenado. Odiaba hacer aquello, pero no estaba en sus manos decidir. Tenía una cuenta que pagar, y debía hacer lo que se le ordenaba.

—Sabes que no puedo, lo siento Armstrong, debo llamar a Steph.

—¡Están enfermos! —Exclamó molesta mientras que Louis cerraba la puerta con cerradura y dejaba que la joven suplicara y sollozara de dolor por el castigo que sería elegido por el hermano de Scott, el cual se encontraba desaparecido.

Un hombre de aproximadamente veintidós años, cabello color castaño oscuro y ojos color café se acercaba hacia Tomlinson. 

—Me ordenaron que la dejara sin comer por una semana. 

Louis frunció su ceño, no era tan duro como creía, pero en sus manos observaba una cuerda de cuero. 

—¿Qué tienes en mente? 

—Antiguamente, cinco azotes en la espalda eran un buen castigo —respondió con una sonrisa. 

—Steph, no. 

—Dime una razón por la que no deba hacerlo, casi huyen —dijo enfado —. No pensó en despedirse de ti, Tomlinson. Ella te detesta, no lo olvides.

—No lo hago por ese motivo, idiota. Esto está mal.

—¿Así? ¿Vas a pelear por ella? —Hablo con tono de burla mientras aferraba fuertemente aquella cuerda.

—Si.

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