Run in the dark || H.S || Capítulo 10 Publicado.

Capítulo 001

ByDecember.

Solo traía una bata blanca de hospital, sus pies  estaban desnudos y una extraña pulsera con su nombre y número de paciente rodeaba su brazo izquierdo. Sentía náuseas, y pánico. Demasiado de lo último.

—¡¿Quiénes son?! —Exclamó con un tono de desesperación en su voz hacia nadie en particular.

No recibió respuesta, como era de esperarse.

¿Risas? Sí, eso era lo que logró oír. Pero, eran extrañas. Como si… Imposible, ella no podía estar en aquel lugar. Descartó aquella idea rápidamente. No era un loquero, era ilógico. Ella se encontraba en perfecto estado.

—¡Sáquenme de aquí! —Exclamó angustiada mientras golpeaba con sus puños aquella puerta inservible sin picaporte.

Tal vez pasaron unos cinco minutos hasta que la joven se rindió. Se había dado cuenta de lo inútil que era. Se recostó contra puerta y colocó su oreja izquierda sobre ésta. Al principio no logró oír nada, pero luego unos pasos fue lo que llamó su atención. Odiaba no poder saber quién era, pero si sabía que estaba acompañado por algo más. Cada vez que caminaba, se escuchaba el chillido de unas ruedas. Como una camilla, o de ese estilo. El eco que provocaba cuando una puerta se abría, hizo que se diera cuenta que había más de una habitación allí, pero lo que más la aterró fue saber que no estaba sola. Varias veces, las voces de jóvenes sollozando o rogando eran acalladas con un portazo.

Sus pasos se acercaban, lograba sentirlo por lo que retrocedió todo lo que pudo, aunque no tenía absolutamente nada con que defenderse, se encontraba preparada para luchar esta vez.

Alguien se detuvo en su puerta, lo sabía ya que la pequeña luz que sobresalía de ésta por lo bajo se había convertido en  una sombra.

Logró oír una cerradura abrirse, y luego un joven  vestido de blanco acercó un plato de comida al suelo, junto con unos cubiertos de plástico. Sin bebida, sin  explicaciones, sin nada, aquel joven cerró la puerta sin siquiera prestarle atención.

—No, no, no. —Se levantó del suelo y trató de alcanzarlo antes de que fuera demasiado tarde. No había llegado a tiempo —. ¡Espera! ¿Dónde estoy?

Como siempre, ninguna respuesta.

Trató de recordar su rostro. Lo único que había llamado su atención fueron sus cansados ojos de un color verde esmeralda. Simplemente eso, había prestado más atención al plato de comida, el cual era una mezcla de extraños componentes. ¿Atún? Tal vez era eso, pero no lo sabría nunca ya que se negaba profundamente a probar aquello. Podrían haber ocultado algún tranquilizante u otro líquido desconocido. Jamás cerraría sus ojos nuevamente, a pasar que sabía que podría morir desnutrida, no comería tampoco nada.

Las dudas de lo que podría estar haciendo su familia en aquel momento rondaron por la mente de aquella joven por varias horas. Tal vez la estaban buscando, o simplemente no se habían dado cuenta aún que había desaparecido.

Hasta ese momento no se había dado cuenta en la situación que se encontraba. Podrían matarla en cualquier momento. Había leído informes sobre secuestros de jóvenes de aproximadamente dieciséis o diecisiete años. ¿Eran los mismos causantes de aquello? Le daba igual, de alguna u otra manera, debía salir de allí.

Bufó al tomar  aquellos inservibles cubiertos de plástico. No le servirían para defenderse. Sabían lo que hacían y por ese motivo, realmente estaba en problemas. Los gritos provocados por una joven fue lo que le llamó la atención. Se oían cerca, como si estuviera luchando con alguien.

—¡Vayan tras ella! —Exclamó una voz más grave. Era un hombre.

Pisadas de pies desnudos se detenían en momentos, seguidos por cerraduras abriéndose. La suya estaba incluida.

—¡Es de día! —Gritaba aquella joven —. Escapen, vamos.

¿Escapar? Su corazón se aceleró. Su oportunidad se había presentado y no iba a desaprovecharla. Comenzó a golpear su puerta ya que a pesar que no tenía seguro, el maldito picaporte no existía.

—¡Alguien abra por favor! —Exclamó —. ¡Estoy aquí!

Una joven vestida igual que ella apareció delante de ésta cumpliendo su pedido. Era una figura esbelta y de gran estatura. Lo único que dejaba a la vista era unas largas piernas tonificadas pero lastimadas quien sabe por qué motivo. Su rostro era demasiado angelical, tenía unos azules ojos color cielo, opacados por cansancio y cubiertos por unas  largas y rizadas pestañas. Sus labios rosados se encontraban lastimados de tantos morderlos y su cabello castaño cerca de un tono rubio  se encontraba despeinado y alborotado.

—Corre —dijo una vez que se dirigió hacia su izquierda desapareciendo por el frío corredor.

Había varias puertas de hierro abiertas y vacías. Las paredes eran de concreto y el suelo de mármol blanco. No tenía idea hacia donde ir ahora, era un pasillo demasiado extenso. Caminó con temor hacia donde aquella joven se había dirigido.

—¡Jane! —Exclamó una voz ronca detrás de ella —. ¡No te muevas!

Su cuerpo se paralizó al oír su nombre, entonces comenzó a correr, pero al doblar por el corredor, alguien se interpuso en su camino.

—¿Ibas hacia alguna parte? —Un joven de cabello castaño claro y mirada amenazadora apuntaba su cabeza con un revólver. Aquello era serio —. No queremos hacerles daño, pero no nos dejan otra opción.

—Scott, está bien —dijo la misma persona que hacía unas horas le había dejado su comida.

—No te metas, Styles —ordenó y éste calló.

Jane alzó sus manos en el aire en señal de de derrota.

—Creen que pueden hacer lo que quieran. —Golpeó fuertemente con su revólver el rostro de la joven —. ¡Están equivocadas! —Escupió aquellas palabras con ira una vez que ella cayera al suelo por el dolor y la sorpresa de aquella herida.

—¡Scott! Sabes que no puedes… Mierda, estás en problemas.

Luego de decir aquellas palabras, las luces del corredor comenzaron a apagarse rápidamente y la oscuridad los consumió.  

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