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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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The VIII elements.
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Re: The VIII elements.
gracias bebas, me sonrojan c: pensé que no les gustaría ji. espero ansiosa el siguiente capítulo jujuuuu. chau beibis.
p.d: si me encuentro algo ausente, es bc recién inicio el curso y estoy algo enredada; perdónenme ;-; es que el horario es extenso, pero bueh, ya no aburro más.
Invitado
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Re: The VIII elements.
Capítulo 04
Elemento II || Nirvana Clark || Seattle, Washington.
El sonido de la música inundaba todo el lugar. La discoteca estaba repleta de almas jóvenes, buscando diversión. Era algo bastante obvio, ¿Qué se esperaba un sábado a la noche en plena ciudad?
Podría verse a todos bailar, o ligar, o, quizá, teniendo un encuentro casual de una sola noche, sin lugar de amoríos, sentimientos o una llamada a la mañana siguiente hablando de la fabulosa noche que pasaron gracias al alcohol, el sexo y las hormonas.
Por el centro del gran boliche se encontraba Nirvana sosteniendo con una mano derecha un cigarrillo que se iba consumiendo solo y en su mano izquierda un daikiri mientras bailaba con cierta dificultad por culpa de su vestido blanco ajustado al cuerpo. La noche era joven. Eran tan solo las dos de la mañana y la muchacha había bebido cuatro daikiris y por supuesto, se sentía esplendida aunque no podía decir lo mismo de su mejor amiga, Amelia, quien había bebido de mas y parecía una gata en celo mientras bailaba con su novio, Raymond, quien, casualmente, también era vecino de Nirvana desde que esta tenia memoria.
Rodo los ojos como siempre acostumbraba hacer, hacia ya casi tres meses eran novios y la presencia de su vecino en cada salido de sábado le molestaba. Amelia iba a la casa de él antes que a la suya, se cambiaba allí, se bañaba allí y hasta dormía allí pero lo que mas le molestaba a la morocha era que Raymond no era malo, solamente no parecía entender el por qué de esa relación ni hasta el mismo parecía ser el tipo de chico que se interesaría en su amiga ya sea por el pálido rosa de su cabello o hasta por sus malos modales, o su ligera rutina de emborracharse, ser sumamente fácil y su delgado cuerpo.
Se sentía tan perdida en sus pensamientos que no se percato como una mano se situaba en su cintura y la acercaba hacia la boca de una completa desconocida, siguió sus instintos continuo con el beso hasta que la joven rubia que se había atrevido a besarla sin su permiso escapo una pequeña risa y desapareció entre la multitud, al terminar de observar metió el cigarrillo en su boca, inhalo y retuvo el humo hasta el tiempo que sus pulmones se lo permitieron para luego dispersarse por el lugar. La intimidante mirada de alguien sobre ella la hizo voltear para encontrarse a su guapo vecino observándola de arriba hacia abajo.
—¿Qué?— pregunto secamente.
—No sabia que te gustaran... Ya sabes, las chicas—dijo Raymond sonriendo pícaramente y mostrando sus hoyuelos.
—No me disgustan, aunque no haya sentido nada, besan bien— añadió Nirvana escapando una sonrisa.
—Eso no lo puedo negar.
—¿Amelia?
—Fue a buscar mas cerveza— rio el castaño.
—¿En ese estado? ¿Eres idiota? —agrego para liego salir corriendo de forma desesperada a la barra.
Cada vez que se alejaba mas del centro de la pista comenzaba a ver como el ambiente cambiaba, jóvenes muchos mas maduros y con una pinta de tener maldad en su mirada.
Al llegar a la barra no encontró rastro de su amiga y eso era un gran problema, en todas las veces que habían salido nunca paso algo así y sin contar que aunque faltaban unos meses ambas todavía eran menores de edad.
Comenzó a desesperarse. Sentía la necesidad de gritar en pleno boliche el nombre Amelia y que su borracha compañera conteste diciendo que estaba allí. Se encontró en el patio del lugar, donde claramente no se hallaba nadie, quizá, algún adolescente padeciendo de las consecuencias de estar ebrio pero ni un rastro de la muchacha de cabellos rosados.
Hacia frio, en Seattle siempre hacia frió. Se abrazo a si misma y entro.
Raymond se encontraba en la barra placenteramente hablando con el barman.
Y fue allí cuando una gran mezcla de emociones se apodero de ella. Empezó a padecer de una pequeño dolor de cabeza.
La acera estaba vacía, había manchas de vomito y un olor poco agradable para cualquier fosa nasal. Su abrigo no la mantenía en un estado muy cálido y temblaba de los nervios.
—¡¿Amelia?!— grito.
Pero no hubo respuesta.
Siguió caminando observando cada callejón de la calle, cada poste de luz o auto estacionado. Saco su celular y marco el numero correspondiente.
"El numero al que esta llamando no se encuentra dentro del área."
Por la calle había un rastro de pedazos de vidrio. Los siguió hasta que en el poste de luz de la esquina observo a una muy familiar cabellera.
Corrió. Corrió como nunca había corrido en su vida.
Las manos le sudaban, se le hacia mas difícil respirar, sus ojos se aguaron y el dolor de cabeza cada vez era mas fuerte. El cielo despejado se nublo de una manera instantánea, se había levantado viento y el sonido de los truenos inundaba la atmósfera.
—¿Que paso? — se atrevió a preguntar mientras abrazaba a Amelia.
—No lo sé... —dijo al borde de las lagrimas de adolescente— Todavía no lo sé.
—Todo va a estar bien— añadió mientras acariciaba el cabello rosada de su amiga, el dolor cada vez era mas fuerte, se había trasladado a todo su cuerpo, su vista de nublaba— Todo va a estar... Bien — dijo Nirvana antes de caer desmayada al frió suelo.
Podría verse a todos bailar, o ligar, o, quizá, teniendo un encuentro casual de una sola noche, sin lugar de amoríos, sentimientos o una llamada a la mañana siguiente hablando de la fabulosa noche que pasaron gracias al alcohol, el sexo y las hormonas.
Por el centro del gran boliche se encontraba Nirvana sosteniendo con una mano derecha un cigarrillo que se iba consumiendo solo y en su mano izquierda un daikiri mientras bailaba con cierta dificultad por culpa de su vestido blanco ajustado al cuerpo. La noche era joven. Eran tan solo las dos de la mañana y la muchacha había bebido cuatro daikiris y por supuesto, se sentía esplendida aunque no podía decir lo mismo de su mejor amiga, Amelia, quien había bebido de mas y parecía una gata en celo mientras bailaba con su novio, Raymond, quien, casualmente, también era vecino de Nirvana desde que esta tenia memoria.
Rodo los ojos como siempre acostumbraba hacer, hacia ya casi tres meses eran novios y la presencia de su vecino en cada salido de sábado le molestaba. Amelia iba a la casa de él antes que a la suya, se cambiaba allí, se bañaba allí y hasta dormía allí pero lo que mas le molestaba a la morocha era que Raymond no era malo, solamente no parecía entender el por qué de esa relación ni hasta el mismo parecía ser el tipo de chico que se interesaría en su amiga ya sea por el pálido rosa de su cabello o hasta por sus malos modales, o su ligera rutina de emborracharse, ser sumamente fácil y su delgado cuerpo.
Se sentía tan perdida en sus pensamientos que no se percato como una mano se situaba en su cintura y la acercaba hacia la boca de una completa desconocida, siguió sus instintos continuo con el beso hasta que la joven rubia que se había atrevido a besarla sin su permiso escapo una pequeña risa y desapareció entre la multitud, al terminar de observar metió el cigarrillo en su boca, inhalo y retuvo el humo hasta el tiempo que sus pulmones se lo permitieron para luego dispersarse por el lugar. La intimidante mirada de alguien sobre ella la hizo voltear para encontrarse a su guapo vecino observándola de arriba hacia abajo.
—¿Qué?— pregunto secamente.
—No sabia que te gustaran... Ya sabes, las chicas—dijo Raymond sonriendo pícaramente y mostrando sus hoyuelos.
—No me disgustan, aunque no haya sentido nada, besan bien— añadió Nirvana escapando una sonrisa.
—Eso no lo puedo negar.
—¿Amelia?
—Fue a buscar mas cerveza— rio el castaño.
—¿En ese estado? ¿Eres idiota? —agrego para liego salir corriendo de forma desesperada a la barra.
Cada vez que se alejaba mas del centro de la pista comenzaba a ver como el ambiente cambiaba, jóvenes muchos mas maduros y con una pinta de tener maldad en su mirada.
Al llegar a la barra no encontró rastro de su amiga y eso era un gran problema, en todas las veces que habían salido nunca paso algo así y sin contar que aunque faltaban unos meses ambas todavía eran menores de edad.
Comenzó a desesperarse. Sentía la necesidad de gritar en pleno boliche el nombre Amelia y que su borracha compañera conteste diciendo que estaba allí. Se encontró en el patio del lugar, donde claramente no se hallaba nadie, quizá, algún adolescente padeciendo de las consecuencias de estar ebrio pero ni un rastro de la muchacha de cabellos rosados.
Hacia frio, en Seattle siempre hacia frió. Se abrazo a si misma y entro.
Raymond se encontraba en la barra placenteramente hablando con el barman.
Y fue allí cuando una gran mezcla de emociones se apodero de ella. Empezó a padecer de una pequeño dolor de cabeza.
{**}
La acera estaba vacía, había manchas de vomito y un olor poco agradable para cualquier fosa nasal. Su abrigo no la mantenía en un estado muy cálido y temblaba de los nervios.
—¡¿Amelia?!— grito.
Pero no hubo respuesta.
Siguió caminando observando cada callejón de la calle, cada poste de luz o auto estacionado. Saco su celular y marco el numero correspondiente.
"El numero al que esta llamando no se encuentra dentro del área."
Por la calle había un rastro de pedazos de vidrio. Los siguió hasta que en el poste de luz de la esquina observo a una muy familiar cabellera.
Corrió. Corrió como nunca había corrido en su vida.
Las manos le sudaban, se le hacia mas difícil respirar, sus ojos se aguaron y el dolor de cabeza cada vez era mas fuerte. El cielo despejado se nublo de una manera instantánea, se había levantado viento y el sonido de los truenos inundaba la atmósfera.
—¿Que paso? — se atrevió a preguntar mientras abrazaba a Amelia.
—No lo sé... —dijo al borde de las lagrimas de adolescente— Todavía no lo sé.
—Todo va a estar bien— añadió mientras acariciaba el cabello rosada de su amiga, el dolor cada vez era mas fuerte, se había trasladado a todo su cuerpo, su vista de nublaba— Todo va a estar... Bien — dijo Nirvana antes de caer desmayada al frió suelo.
- jelou:
- holaaaa chicas, perdon por el capitulo tan corto, por la tardanza, por todo, la verdad, queria hacer un capitulo mas largo y no me salio tuve problemas para conectarme, ayer casi le robaron a un amigo y pero ahora esta todo bien, espero el proximo capitulo y prometo que los voy a hacer mas largos
donatella.
Re: The VIII elements.
aaaaa CÓMO LA TERMINÁS ASÍ??
eso no es justo donnie, NO ES JUSTO.
quiero seguir leyendo
pero bueno, espero el siguiente capi.
Las quiero.
eso no es justo donnie, NO ES JUSTO.
quiero seguir leyendo
pero bueno, espero el siguiente capi.
Las quiero.
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
---------
Re: The VIII elements.
Me encantó el capítulo, lo he amado:) Juro que me enamore de tu manera de escribir Aixa bella :3 El capítulo me encanto de principio a fin, e incluso estoy de acuerdo con Ally.. ¿cómo la dejas ahí? Osea, me dejo fascinada! Amo como la novela va tomando forma:)
jungkook.
Re: The VIII elements.
Ay gracias chicas son las mejores, el maldito word online no me ayudo con unos errores
Espero el próximo capitulo ahre
Espero el próximo capitulo ahre
donatella.
Re: The VIII elements.
¿por qué lo dejas así? NONONONO TIENES QUE CONTINUAR PLZ :c aixa, te juro que escribes hermoso y mucho bebé ♥ aún no sé como estoy en una ene cé con hermosas y perfectas escritoras jiji ♥ espero ansiosa el siguiente turno.
Invitado
Invitado
Re: The VIII elements.
Capítulo 05
Elemento I || Jessie Burn || New York.
Jazmines, rosas y el olor a un hermoso jardín de pequeñas flores. Rodeaba e inundaba a una pequeña niña que con su sonrisa iluminaba el día. Dos figuras observaban a la niña, sus miradas indicaban que estaban muy felices por aquel ángel que tenían a su lado. Lentamente se acercaron, la niña corrió a sus brazos. Un hombre de brazos fuertes la levanto en brazos después de unos largos besos y cariños una guerra de cosquillas empezó.
La madre de Jessie solo miraba. En sus ojos aparecieron algunas lágrimas pero esas lágrimas eran de felicidad. Susan era una joven que como toda mujer sueña en casarse y tener muchos hijos a quine cuidar y mimar. Casarse se la había cumplido pero el tener hijos no; Jessie llego a ellos como un milagro, ella no podía tener su propia sangre, eso a ellos no le importaba era su hija y eso nadie lo negaría.
–Porque tan pensativa– su esposo, la tomó por sorpresa y ella se asustó.
–Eres un tonto. Solo que me cuesta creer que al fin este con nosotros– La adopción de Jessie no fue fácil. Los señores Burn tuvieron que realizar algunos viajes, para buscar el lugar y casa perfecta para poder cuidar a la niña. La noticia que la adopción fue aceptada Susan paso un día completo llorando, siempre contando con el apoyo de su esposo Nick.
–Lo se cariño. Ahora disfrutemos, sabes que crecerá y ya no será más una niña. Quera salir, vivir su juventud.
– ¡Mami y Papi! – grito Jessie, saltando al divisar unas mariposas y ella iba tras ellas.
–Ten cuidado puedes caer.
(****)
Una joven de estatura media, cabellera negra el cual resplandecía por los rayos de sol que iluminaban toda su habitación. Se movía tras las sedosas sabanas que cubrían su cuerpo. Lentamente fue abriendo sus ojos que inmediatamente ella los cerros por la luz, se molestó mucho; unos minutos más tardo en levantarse, tomando el teléfono que estaba en la mesilla, la incesante canción Bad Girl anunciaba que sus padres la estaban llamando.
Susan y Nick decidieron tomarse unas vacaciones. El trabajo los mantenía ocupados cada vez se les hacía difícil pasar más tiempo con su hija. Los regalos, viajes, entre otras cosas no parecía que estaban haciendo efecto a medida que Jessie creció; las cosas cambiaron se convirtió en una joven rebelde, un tanto fresa, y rencorosa por la poca atención que le dan sus padres.
Jessie se fijó en la hora aún era las ocho de la mañana. No entraba hasta las diez a clases. Con algunas maldiciones contesto la llamada. Al escuchar la dulce voz de su madre, ella se estremeció, la misma voz del sueño. Apretó su celular para poder entender, últimamente aquellas escenas de su niñez que no lograba recordar ahora aparecían en sueños. Era como si ella hubiera viajado en el tiempo y estaba viviendo eso –Es producto de tu imaginación– se dijo pero su ara indicaba que no se quedaría con la duda.
–Mami, alguna vez tuvimos una casa con un jardín con variedad de flores– al otro lado de la línea solo se escuchó un ahogado respiro por parte de la señora Susan.
– ¿Cómo…?–
–Lo tuvimos o no–
–No– fue la respuesta más rápida que Susan dio. –A qué se debe su pregunta señorita–
–Te advierto que si te burlas no me vuelves a ver– le contesto Jessie a su madre antes de contarle su sueño. –Eso es lo que paso, en fin. Tengo que colgar, o tendré que tomar la moto para llegar a tiempo.
El sonido que la llamada había sido terminada se escuchó. Jess solo sonrió, su madre sabía que ella era un peligro conduciendo motos. A estas alturas sabe bien que ella es mejor conduciendo autos que motos. Jess no tardó mucho en cambiarse. Hoy iría con sus típicos vestidos, zapatos de tacón, un bolso que combinaría su conjunto. Al terminar recogió un poco su habitación, tomo su bolso. El sonido de sus tacones resonó por toda la casa. Más porque ella ahora estaba corriendo buscando sus libros y llaves. El orden no era común en ella. Cuando al fin encontró sus llaves, soltó un suspiro.
(****)
Las notas de Bed of roses resonaba por todo el vehículo. La joven que lo conducía al parecer no se daba cuenta de que su aceleración estaba descontrolada. La flecha que indicaba la aceleración cada vez marcaba más. A tan alta velocidad un accidente estaba a las puertas. Jessie al parecer eso era lo menos que le importaba. Al parecer esa adrenalina era el remedio más seguro que ahora tenía.
Otro auto le estaba pisando los talones. Al parecer igual aquella persona no se daría por vencido. Jessie lo estaba observando por el retrovisor y su ira aumentaba. Jessie sabía que sería imposible perderlo de vista era tan bueno como ella conduciendo.
Cuando Jessie se había mudado a una de las ciudades más pobladas. Ni por sus más remotos pensamientos imagino volverlo a ver. Ahora él todo un hombre de 24 años, claro que había desarrollado ahora tenía unos músculos que ella podía mirar. Un porte de caballero andante, esos ojos marrones que alguna vez la miraron de una manera especial. Ahora se volvieron a encontrar –Esto debe ser una pesadilla– se dijo mientras baja la velocidad de su auto. Cuando diviso una de sus cafeterías favoritas, estaciono, tomo su bolso y bajo del auto.
Jessie al fin pudo respirar al sentir que no la seguía. La puerta de Café Grumpy se abrió. La persona que estaba tras el servidor sonrió al verla. La joven se relajó, tomo el lugar que siempre estaba apartado para ella. Pidió un café bien cargado.
–Tus amigos han llamado muy preocupados– Maggie es una joven muy activa, risueña, a sus 23 años, es la dueña de una de las cafeterías más conocidas. Se casó cuando había cumplido la mayoría de edad. Es madre de un hermoso niño, con ojos azules, rubio como su padre. Ella siempre ha sido el apoyo de Jessie cuando sus padres no están con ella. La mujer estaba preocupada.
–Necesito estar sola– contesto Jessie, sus pensamientos eran confusos y necesitaba ordenarlos.
–Recuerda que aquí me tienes– Maggie dejo la taza de café y se retiró, no sin antes darle una mirada y negar con la cabeza.
Tanto como ella y la otra persona del auto necesitaban su tiempo para aclararse. Solo que el joven que conducía el otro auto y tenía las cosas. Su regreso era inevitable, sabía que Jessie se sorprendería con su llegada y de la manera. Al verla supo que no se lo había tomado muy bien. No dudo ni un poco en seguirla, luego se arreglaría con las autoridades y sus nuevos alumnos.
Jessie seguía sentada en esa cafetería. Su rostro estaba lleno de lágrimas, sus manos temblaban, la taza de café casi termina en el suelo, su respiración era muy irregular.
La familia de Jessie antes de establecer raíces en New York, tuvieron que mudarse varias veces. La razón era que siempre que llegaban a algún lugar su hija sufría de dolores insoportables en la marca en forma de reloj que Jessie tenía en la parte baja de su cadera. Susan y Nick como no soportaban ver a su hija hicieron lo posible para que ella no tuviera más dolor. Los dolores terminaron cuando llegaron a New York. Así es como Susan y Nick deshicieron todas las pruebas o cosas que hicieran recordar a Jessie esas cosas de niñez.
Lo que no se percataron era que Zayn McBane volvió a la vida de Jessie. Zayn es el hijo menor de la familia McBane. Una familia de dinero con grandes influencia y socio de una de las empresas de los padres de Jessie. Zayn y Jessie perdieron contacto cuando dejaron California. Jessie era una niña de 10 años y Zayn un adolescente de 15 años. Eran como hermanos Zayn siempre estaba al pendiente de las cosas que hacia Jessie, la defendía cuando ella cometía errores o travesuras que a sus padres no les gustaban. Ella también ayudaba a Zayn con sus escapadas, sus citas, sus amigas, y novias. Todo era perfecto para los ojos de Jessie cuando al fin pudo hacerse la idea que estaría bien, el dolor volvió. Y nuevamente tuvieron que irse.
Todos esos recuerdos que muchos pensaron no sería fácil para Jessie recordar. Fueron inútiles los recuerdos uno tras otro llegaban como flash a su cabeza. Mientras los flashes se posesionaban en su cabeza, el dolor de cabeza se hizo profundo y aumentaba cada vez. La taza que tenía en sus manos se desvaneció en la mesa regando todo el líquido sobre la mantelería que cubría la mesa y segundos después caer al suelo. Sus ojos se fueron cerrando poco a poco.- Hola:
- Hola chicas lamento la tardanza. Primero el código no iba y segundo recién tengo internet. Bueno eso es lo de menos espero que les guste el capitulo. No me quedo como lo esperaba pero el capitulo que tenia se borro y me toco empezar de nuevo. Prometo que el otro sera mejor.
Última edición por chelsy el Sáb 24 Ene 2015, 6:57 am, editado 1 vez
Invitado
Invitado
Re: The VIII elements.
uuu que se borre el capítulo es horrible pero este te quedó precioso, en serio, lo amé. Jamás pensé que alguien que deseaba tanto a una hija la deje de lado luego, me tomaste por sorpresa ahí, todo me encantó.
Sólo una cosa, ¿cambiaste a victoria?
Creo que sigo yo, entonces intentaré subir pronto. La verdad esa lista está un poco desordenada, pero tachando los que ya subieron seguiría yo, so, intentaré tenerlo pronto.
Sólo una cosa, ¿cambiaste a victoria?
Creo que sigo yo, entonces intentaré subir pronto. La verdad esa lista está un poco desordenada, pero tachando los que ya subieron seguiría yo, so, intentaré tenerlo pronto.
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Kida
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Re: The VIII elements.
Capítulo 06.
Elemento VIII || Dallas Fedder || Los Ángeles. { by Ally.
Todo dolía, era de lo único que estaba segura en ese momento. Sus ojos fuertemente cerrados intentando mantenerse inmersa en la ilusión de que no era más que una pesadilla, ya que, de alguna manera, abrirlos lo haría todo más real.
Ya ni siquiera estaba segura de si el significado de realidad que ella conocía permanecía siendo el mismo, no luego de las últimas horas.
El dolor amenazaba con arrastrarla y eliminar la poca cordura que aún le quedaba, mas la voz de su hermana lograba mantenerla anclada al mundo terrestre. Cada caricia que propiciaba a su cabello ardía, sin embargo le hacía sentir que aún vivía.
– Duele – estaba segura de que lo pronunció, mas no de que llegara a ser audible para la rubia que la miraba preocupada.
Al no recibir respuesta, abrió los ojos, no en su totalidad, si no lo suficiente como para divisar la silueta de Ellie. Necesitaba asegurarse de que aún seguía con ella. Vio como una lágrima escapó de sus ojos, como la limpió rápidamente y como se esmeraba por hacer cualquier cosa para apaciguar el dolor que la castaña sentía le desgarraba desde lo más profundo de su alma.
Ellie tomó la toalla que reposaba en su frente y la cambió por otra fría, siendo la castaña testigo de las marcas rojas que se hacían en sus manos cada vez que le quitaba una toalla de la cabeza. El frío la aliviaba algunos segundos, pero el alivio no era duradero y el poco tiempo que permanecía no era suficiente, no lo valía comparado con el dolor que estaba segura Ellie sentía cada vez que tocaba la tela o su piel en llamas. Parecía como si su cuerpo estuviera defendiéndose, pero de ella misma, por lo que no le encontraba ningún sentido.
Al ver que Ellie intentaba cambiar su toalla de nuevo, intentó alejarse, pero todo le dolía, a pesar de ello, igual luchó por que la rubia no lograra llegar al retazo de tela.
– Dallas, detente. Sólo intento ayudarte. – habló su hermana, casi susurrando.
– Lo sé, no quiero que lo hagas, no quiero hacerte daño. – susurró entre dientes.
– Me haces más daño impidiéndomelo – se encogió ante sus palabras, mas no la dejó de todas maneras.
El sonido de una puerta cerrándose distrajo a Ellise, sus ojos se abrieron ante el miedo.
– Nate – llamó Dallas, necesitaba a su hermano. De nuevo, su voz no era más que un susurro perdido en el aire de su habitación.
Ellise le hizo una seña para que hiciera silencio.
– No lo llames, no hagas ruido, sólo, no dejes que Nathan se preocupe, te prometo que pasará pronto, no hay necesidad de preocuparlo. – las palabras salían de su boca, pero Dallas presentía que no era eso realmente lo que la rubia quería decir. – Ya vuelvo, sólo, no hagas ruido.
En el momento en el que su hermana desapareció de la habitación, ya no había nada que la anclara a la realidad, de hecho, no había nada que la impulsara a seguir luchando, siendo la oscuridad la que la arrastraba fácilmente a un mundo al que no sabía si encontraría retorno.
Su entorno había cambiado. La luz del sol parecía haber sido succionada, sólo un manto negro cubría lo que debía ser el cielo y la neblina opacaba lo poco que realmente lograba divisar. El abrasador calor había sido reemplazado por un insoportable frío que lograba calarse por cada uno de sus huesos. No tenía la menor idea de dónde se encontraba, o si eso siquiera llegaba a ser algún lugar en el mundo físico. ¿Cómo rayos había llegado ahí?
Sus ojos se fueron adaptando a la oscuridad, sin embargo, no había absolutamente nada que pudiera llegar a ver. El lugar estaba vacío, o al menos eso esperaba. Comenzó a caminar, no con un rumbo exacto, ni siquiera sabía a dónde llevaba el camino que tomaba, sólo tenía por seguro que quería y necesitaba salir de ahí.
Cada paso le dolía más que el anterior, al no tener zapatos, el contacto directo con el suelo se sentía como si estuviera caminando por un cubo de hielo que no parecía tener fin. Aunque hace unos minutos la ropa le estorbaba, por lo que sólo tenía una blusa de tirantes y sus bragas, ahora no parecía tener suficiente. Titiritaba levemente y se envolvía con sus brazos esperando recuperar un poco del calor corporal, pero ni eso tenía en ese momento, es como si estuviera… ¿muerta?
Empezó a temblar más, esta vez tanto del miedo como del frío. Los pasos se empezaron a hacer trotes y esos trotes empezaron a crecer de velocidad. A los pocos segundos ya estaba corriendo, no quería estar más ahí.
Cuando Ellise volvió a la habitación de Dallas, luego de que Nathan se fuera, se arrepintió de haberla dejado sola por tanto tiempo. Dallas estaba más pálida de lo que había estado un par de horas antes, sus ojos cerrados con mayor fuerza, sus nudillos blancos por la fuerza con la que agarraba el cubre cama, gotas de sudor caían de su frente, su cuerpo entero temblaba y sus pies y labios comenzaban a tornarse azules.
Corrió a su lado en la cama e intentó despertarla, pero al momento de tocar su piel, no sólo sus manos se quemaron, si no también fue lanzada al lado contrario de la habitación. Impactó contra el librero, destrozando el mismo y desparramando los libros por todo el suelo. Se levantó adolorida y se acercó de nuevo a la cama, esta vez la tocó con más delicadeza, llegando sólo a sentir como sus manos ardían al tacto.
– Vamos Dallas, despierta, por favor – apartó la mano debido a lo insoportable del dolor y comenzó a acariciar su cabello, extrañamente, éste no quemaba tanto como lo hacía al tocar directamente su piel – vamos cariño, despierta. Lo siento, en serio lo siento, yo, no debí dejarte sola Dallas. Lo siento.
Se limpió las lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas y se dedicó a cuidar de ella hasta que volviera a sus sentidos y realmente esperaba que volviera pronto.
No estaba segura de cuánto tiempo llevaba allí. Estaba cansada de seguir corriendo, más cuando no parecía llegar a ningún lado.
Había tenido la ilusión de escuchar la voz de Ellie, mas no sabía cómo llegar a ella ni tenía las fuerzas para hacerlo.
Detuvo sus pasos, retomó el aliento y limpió las lágrimas que habían escapado de sus ojos. La respuesta no la encontraría llorando, ya lo había aprendido antes y le parecía estúpido el simple hecho de haberlo olvidado.
De pronto, el sentimiento de soledad que la había estado sofocando desde horas atrás, desapareció, no obstante, por un momento deseó que no lo hubiese hecho.
– Dallas – exclamó asustado luego de ver el cuerpo inmóvil de su hermana. Ellie pareció asustada por un momento luego de ver que Nathan entró a la habitación, sin embargo, dejó de importarle al momento de mirar a Dallas, no podría dejarla sola de nuevo.
Nate apartó los ojos de su hermana y miró la habitación, el librero estaba destrozado y los libros desparramados por el suelo, miró a Dallas de nuevo y sintió como su corazón se rompió por un momento. Su hermana se veía tan débil, herida, indefensa, perdida… Más que todo, estaba confundido, no sabía lo que estaba pasando. ¿Por qué su hermana estaba así? ¿Por qué no le habían llamado antes?
Reaccionando, se acercó a su hermana, se sentó en el borde de la cama y le sostuvo la mano, sólo para soltarla unos segundos luego debido al dolor. Miró su mano unos segundos, ese había sido el mismo dolor que había sentido a la salida de la universidad. Su mano estaba roja, pero el color y el dolor no duraron mucho, ambos desaparecieron, por lo que sin importarle tomó de nuevo la mano de su hermana y se negó a soltarla ante la presencia insoportable del dolor.
– Vamos Dallas, ¿qué te sucede? No me asustes pequeña, despierta. – la angustia en su pecho crecía poco a poco. Algo no estaba bien con ella.
Por otro lado, Ellise miraba sorprendida como la mano de Nathan no se apartaba, miraba como se tornaba roja, no obstante, se negaba a soltarla.
– Nathan, vamos, suéltala, Nathan, tu mano – al ver que no le hacía caso, Ellise tomó su mano y la soltó de la de la castaña. Nate tenía el ceño fruncido del dolor, pero de nuevo, luego de pocos segundos su mano perdió el color rojizo y sus facciones se suavizaron.
La rubia miró la escena sorprendida, miró sus propias manos, sólo para visualizar las marcas de quemadura aún en ellas, y luego miró a Nate de nuevo, él continuaba con la vista fija en la castaña.
Antes de poder decir cualquier otra cosa, el ensordecedor grito de Dallas llamó la atención de ambos. Se encogió en su lugar y empezó a retroceder, moviéndose como si estuviera luchando contra algo.
– No me toquen, suéltenme, no sé de qué me están hablando – de sus ojos salían lágrimas y tanto Nate como Ellie la miraban sin saber que ocurría. – No me toquen – gritó de nuevo, esta vez algo salió de la mano de Dallas, destrozando la lámpara y la mesa que la sostenía al lado de su cama. El sonido provocó que Nathan reaccionara y jalara a Ellise evitando que los fragmentos llegaran a lastimarla. La sostuvo entre sus brazos mientras otra nueva chispa salía de las manos de su hermana menor y destrozaba el armario. Sacó a la rubia de la habitación y cerró la puerta detrás de él.
– Nathan, no, ¿qué haces? Abre la puerta. – ignorando a Ellie, se acercó a Dallas y la tomó de los brazos, sosteniéndola a la cama. Cerró los ojos fuertemente debido al dolor que le provocaba rozar su piel, pero de nuevo, se negaba a soltarla. Abrió sus ojos, su hermana sudaba y lloraba, estaba asustada.
– Vamos Dallas, despierta. – otra chispa salió de su mano, esta vez rosando la mejilla de Nate. – Dallas – gritó ignorando el dolor y cerrando los ojos de nuevo.
De pronto, sintió como su hermana dejó de retorcerse y de luchar, sus agitadas respiraciones desaparecieron, su pecho dejó de moverse. Soltó una de sus manos y le tomó el pulso, uno que antes corría desbocado, iba perdiendo velocidad, hasta que dejó de sentirlo. El ardor de sus manos desapareció sólo para sentir como un frío inmenso brotaba de la piel de Dallas.
Nathan la miró asustado, esta vez eran sus propias mejillas las que se manchaban con sus lágrimas, sus ojos abiertos al tope y su corazón comenzando a desgarrarse.
– Dallas – susurró, su voz ronca debido a la pronta resequedad de su garganta – Dallas – llamó de nuevo esperando que abriera los ojos – No, no, no, no, Dallas, vamos enana, despierta – comenzó a sacudirla pero se detuvo luego de unos segundos al ver que ella aún no reaccionaba.
Soltó sus manos, se quitó encima de ella y se sentó al borde de la cama, apoyó sus codos en sus rodillas y su cabeza en sus manos, comenzando a llorar en silencio. La había perdido, a su hermanita, o al menos eso pensaba.
Detrás de él, la piel de Dallas volvía a retomar su color natural, su corazón suavemente comenzaba a latir y su sangre a correr dentro de sus venas, sus ojos se abrieron de golpe al momento en el que sus pulmones volvieron a llenarse de aire y pronunció el nombre de aquella persona que la había traído de vuelta a la cordura.
– Nate.
Ya ni siquiera estaba segura de si el significado de realidad que ella conocía permanecía siendo el mismo, no luego de las últimas horas.
El dolor amenazaba con arrastrarla y eliminar la poca cordura que aún le quedaba, mas la voz de su hermana lograba mantenerla anclada al mundo terrestre. Cada caricia que propiciaba a su cabello ardía, sin embargo le hacía sentir que aún vivía.
– Duele – estaba segura de que lo pronunció, mas no de que llegara a ser audible para la rubia que la miraba preocupada.
Al no recibir respuesta, abrió los ojos, no en su totalidad, si no lo suficiente como para divisar la silueta de Ellie. Necesitaba asegurarse de que aún seguía con ella. Vio como una lágrima escapó de sus ojos, como la limpió rápidamente y como se esmeraba por hacer cualquier cosa para apaciguar el dolor que la castaña sentía le desgarraba desde lo más profundo de su alma.
Ellie tomó la toalla que reposaba en su frente y la cambió por otra fría, siendo la castaña testigo de las marcas rojas que se hacían en sus manos cada vez que le quitaba una toalla de la cabeza. El frío la aliviaba algunos segundos, pero el alivio no era duradero y el poco tiempo que permanecía no era suficiente, no lo valía comparado con el dolor que estaba segura Ellie sentía cada vez que tocaba la tela o su piel en llamas. Parecía como si su cuerpo estuviera defendiéndose, pero de ella misma, por lo que no le encontraba ningún sentido.
Al ver que Ellie intentaba cambiar su toalla de nuevo, intentó alejarse, pero todo le dolía, a pesar de ello, igual luchó por que la rubia no lograra llegar al retazo de tela.
– Dallas, detente. Sólo intento ayudarte. – habló su hermana, casi susurrando.
– Lo sé, no quiero que lo hagas, no quiero hacerte daño. – susurró entre dientes.
– Me haces más daño impidiéndomelo – se encogió ante sus palabras, mas no la dejó de todas maneras.
El sonido de una puerta cerrándose distrajo a Ellise, sus ojos se abrieron ante el miedo.
– Nate – llamó Dallas, necesitaba a su hermano. De nuevo, su voz no era más que un susurro perdido en el aire de su habitación.
Ellise le hizo una seña para que hiciera silencio.
– No lo llames, no hagas ruido, sólo, no dejes que Nathan se preocupe, te prometo que pasará pronto, no hay necesidad de preocuparlo. – las palabras salían de su boca, pero Dallas presentía que no era eso realmente lo que la rubia quería decir. – Ya vuelvo, sólo, no hagas ruido.
En el momento en el que su hermana desapareció de la habitación, ya no había nada que la anclara a la realidad, de hecho, no había nada que la impulsara a seguir luchando, siendo la oscuridad la que la arrastraba fácilmente a un mundo al que no sabía si encontraría retorno.
{**}
Su entorno había cambiado. La luz del sol parecía haber sido succionada, sólo un manto negro cubría lo que debía ser el cielo y la neblina opacaba lo poco que realmente lograba divisar. El abrasador calor había sido reemplazado por un insoportable frío que lograba calarse por cada uno de sus huesos. No tenía la menor idea de dónde se encontraba, o si eso siquiera llegaba a ser algún lugar en el mundo físico. ¿Cómo rayos había llegado ahí?
Sus ojos se fueron adaptando a la oscuridad, sin embargo, no había absolutamente nada que pudiera llegar a ver. El lugar estaba vacío, o al menos eso esperaba. Comenzó a caminar, no con un rumbo exacto, ni siquiera sabía a dónde llevaba el camino que tomaba, sólo tenía por seguro que quería y necesitaba salir de ahí.
Cada paso le dolía más que el anterior, al no tener zapatos, el contacto directo con el suelo se sentía como si estuviera caminando por un cubo de hielo que no parecía tener fin. Aunque hace unos minutos la ropa le estorbaba, por lo que sólo tenía una blusa de tirantes y sus bragas, ahora no parecía tener suficiente. Titiritaba levemente y se envolvía con sus brazos esperando recuperar un poco del calor corporal, pero ni eso tenía en ese momento, es como si estuviera… ¿muerta?
Empezó a temblar más, esta vez tanto del miedo como del frío. Los pasos se empezaron a hacer trotes y esos trotes empezaron a crecer de velocidad. A los pocos segundos ya estaba corriendo, no quería estar más ahí.
{**}
Cuando Ellise volvió a la habitación de Dallas, luego de que Nathan se fuera, se arrepintió de haberla dejado sola por tanto tiempo. Dallas estaba más pálida de lo que había estado un par de horas antes, sus ojos cerrados con mayor fuerza, sus nudillos blancos por la fuerza con la que agarraba el cubre cama, gotas de sudor caían de su frente, su cuerpo entero temblaba y sus pies y labios comenzaban a tornarse azules.
Corrió a su lado en la cama e intentó despertarla, pero al momento de tocar su piel, no sólo sus manos se quemaron, si no también fue lanzada al lado contrario de la habitación. Impactó contra el librero, destrozando el mismo y desparramando los libros por todo el suelo. Se levantó adolorida y se acercó de nuevo a la cama, esta vez la tocó con más delicadeza, llegando sólo a sentir como sus manos ardían al tacto.
– Vamos Dallas, despierta, por favor – apartó la mano debido a lo insoportable del dolor y comenzó a acariciar su cabello, extrañamente, éste no quemaba tanto como lo hacía al tocar directamente su piel – vamos cariño, despierta. Lo siento, en serio lo siento, yo, no debí dejarte sola Dallas. Lo siento.
Se limpió las lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas y se dedicó a cuidar de ella hasta que volviera a sus sentidos y realmente esperaba que volviera pronto.
{**}
No estaba segura de cuánto tiempo llevaba allí. Estaba cansada de seguir corriendo, más cuando no parecía llegar a ningún lado.
Había tenido la ilusión de escuchar la voz de Ellie, mas no sabía cómo llegar a ella ni tenía las fuerzas para hacerlo.
Detuvo sus pasos, retomó el aliento y limpió las lágrimas que habían escapado de sus ojos. La respuesta no la encontraría llorando, ya lo había aprendido antes y le parecía estúpido el simple hecho de haberlo olvidado.
De pronto, el sentimiento de soledad que la había estado sofocando desde horas atrás, desapareció, no obstante, por un momento deseó que no lo hubiese hecho.
{**}
– Dallas – exclamó asustado luego de ver el cuerpo inmóvil de su hermana. Ellie pareció asustada por un momento luego de ver que Nathan entró a la habitación, sin embargo, dejó de importarle al momento de mirar a Dallas, no podría dejarla sola de nuevo.
Nate apartó los ojos de su hermana y miró la habitación, el librero estaba destrozado y los libros desparramados por el suelo, miró a Dallas de nuevo y sintió como su corazón se rompió por un momento. Su hermana se veía tan débil, herida, indefensa, perdida… Más que todo, estaba confundido, no sabía lo que estaba pasando. ¿Por qué su hermana estaba así? ¿Por qué no le habían llamado antes?
Reaccionando, se acercó a su hermana, se sentó en el borde de la cama y le sostuvo la mano, sólo para soltarla unos segundos luego debido al dolor. Miró su mano unos segundos, ese había sido el mismo dolor que había sentido a la salida de la universidad. Su mano estaba roja, pero el color y el dolor no duraron mucho, ambos desaparecieron, por lo que sin importarle tomó de nuevo la mano de su hermana y se negó a soltarla ante la presencia insoportable del dolor.
– Vamos Dallas, ¿qué te sucede? No me asustes pequeña, despierta. – la angustia en su pecho crecía poco a poco. Algo no estaba bien con ella.
Por otro lado, Ellise miraba sorprendida como la mano de Nathan no se apartaba, miraba como se tornaba roja, no obstante, se negaba a soltarla.
– Nathan, vamos, suéltala, Nathan, tu mano – al ver que no le hacía caso, Ellise tomó su mano y la soltó de la de la castaña. Nate tenía el ceño fruncido del dolor, pero de nuevo, luego de pocos segundos su mano perdió el color rojizo y sus facciones se suavizaron.
La rubia miró la escena sorprendida, miró sus propias manos, sólo para visualizar las marcas de quemadura aún en ellas, y luego miró a Nate de nuevo, él continuaba con la vista fija en la castaña.
Antes de poder decir cualquier otra cosa, el ensordecedor grito de Dallas llamó la atención de ambos. Se encogió en su lugar y empezó a retroceder, moviéndose como si estuviera luchando contra algo.
– No me toquen, suéltenme, no sé de qué me están hablando – de sus ojos salían lágrimas y tanto Nate como Ellie la miraban sin saber que ocurría. – No me toquen – gritó de nuevo, esta vez algo salió de la mano de Dallas, destrozando la lámpara y la mesa que la sostenía al lado de su cama. El sonido provocó que Nathan reaccionara y jalara a Ellise evitando que los fragmentos llegaran a lastimarla. La sostuvo entre sus brazos mientras otra nueva chispa salía de las manos de su hermana menor y destrozaba el armario. Sacó a la rubia de la habitación y cerró la puerta detrás de él.
– Nathan, no, ¿qué haces? Abre la puerta. – ignorando a Ellie, se acercó a Dallas y la tomó de los brazos, sosteniéndola a la cama. Cerró los ojos fuertemente debido al dolor que le provocaba rozar su piel, pero de nuevo, se negaba a soltarla. Abrió sus ojos, su hermana sudaba y lloraba, estaba asustada.
– Vamos Dallas, despierta. – otra chispa salió de su mano, esta vez rosando la mejilla de Nate. – Dallas – gritó ignorando el dolor y cerrando los ojos de nuevo.
De pronto, sintió como su hermana dejó de retorcerse y de luchar, sus agitadas respiraciones desaparecieron, su pecho dejó de moverse. Soltó una de sus manos y le tomó el pulso, uno que antes corría desbocado, iba perdiendo velocidad, hasta que dejó de sentirlo. El ardor de sus manos desapareció sólo para sentir como un frío inmenso brotaba de la piel de Dallas.
Nathan la miró asustado, esta vez eran sus propias mejillas las que se manchaban con sus lágrimas, sus ojos abiertos al tope y su corazón comenzando a desgarrarse.
– Dallas – susurró, su voz ronca debido a la pronta resequedad de su garganta – Dallas – llamó de nuevo esperando que abriera los ojos – No, no, no, no, Dallas, vamos enana, despierta – comenzó a sacudirla pero se detuvo luego de unos segundos al ver que ella aún no reaccionaba.
Soltó sus manos, se quitó encima de ella y se sentó al borde de la cama, apoyó sus codos en sus rodillas y su cabeza en sus manos, comenzando a llorar en silencio. La había perdido, a su hermanita, o al menos eso pensaba.
Detrás de él, la piel de Dallas volvía a retomar su color natural, su corazón suavemente comenzaba a latir y su sangre a correr dentro de sus venas, sus ojos se abrieron de golpe al momento en el que sus pulmones volvieron a llenarse de aire y pronunció el nombre de aquella persona que la había traído de vuelta a la cordura.
– Nate.
- Hi.:
- en serio lamento la tardanza. Espero que el capítulo sea de su agrado.
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: The VIII elements.
Yo creí haber comentado acá pero me confundí. Primero diré que amé tu capítulo jess, lo juró. Me encanto de principio a fin y me muero por saber cómo avanzará la historia de Jessie. Estoy encantada ;3 Fantástico tu capítulo Jess :)
Ahora Ally, tu capítulo me fascinó. Mierda, yo sabía que a Dallas le pasaría algo en su piel pero sin dudas esto fue maravilloso. Me encanto que Nate protegiera a Ellie y después tomará a su hermana entre sus brazos, ignorando el dolor o lo que pudiese sentir. Me gusto mucho, de verdad ^_^ Maravilloso capítulo, hermosa forma de retomar la nc ;)
Bueno creo que le tocaría a Dani ahora so esperamos tu capítulo pero antes quería hablar de algo con todas las que quedamos debido a los tres elementos que me parece que quedaron libres bc nadie se reportó por ellos hasta ahora :|
Ahora Ally, tu capítulo me fascinó. Mierda, yo sabía que a Dallas le pasaría algo en su piel pero sin dudas esto fue maravilloso. Me encanto que Nate protegiera a Ellie y después tomará a su hermana entre sus brazos, ignorando el dolor o lo que pudiese sentir. Me gusto mucho, de verdad ^_^ Maravilloso capítulo, hermosa forma de retomar la nc ;)
Bueno creo que le tocaría a Dani ahora so esperamos tu capítulo pero antes quería hablar de algo con todas las que quedamos debido a los tres elementos que me parece que quedaron libres bc nadie se reportó por ellos hasta ahora :|
jungkook.
Re: The VIII elements.
Ohhh, este capitulo es genial. No me cansare de decirte que eres una gran escritora Ally. Que lindo los hermanos de Dallas queriendo ayudarlas. Eso es un verdadero amor.
Ellie se llevo la peor parte pobresita quemada y golpeada claro sin intension,
Nate es genial, soportar el dolor por estar con ella.
Quiero saber que pasa después.
Esperare el próximo capitulo,
Ellie se llevo la peor parte pobresita quemada y golpeada claro sin intension,
Nate es genial, soportar el dolor por estar con ella.
Quiero saber que pasa después.
Esperare el próximo capitulo,
Invitado
Invitado
Re: The VIII elements.
Gracias chicas
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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