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"Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
Capítulo Dos: Parte-.2
___(Tn) apenas podía vislumbrar las marcas de sus dientes bajo esa tenue luz, pero recordó el instante en vividos colores.
-¡Oh, sí! Yo… lo siento. Pensé…
-Olvídalo -dijo e hizo un gesto hacia ella.
Joseph continuó subiendo la colina, pisando con fuerza para estimular la circulación mientras seguía moviéndose. Sabía que ella lo seguía porque podía escuchar sus pisadas detrás de él. Después de un rato, llegaron a un espacio despejado y Joseph se detuvo. Era un camino estrecho y cubierto por unos treinta centímetros de nieve, pero al fin y al cabo era un camino. Aspiró profundamente y soltó un espeso vaho nebuloso. Con los brazos en jarras, descansó su peso en su pierna sana y se volvió.
Oyó la exclamación de ___(Tn) antes de que pudiera ver el motivo. Surgió como una aparición, tan cerca, que casi chocó con ella. En ese momento la nieve caía más espesa y Joseph se limpió el rostro con la mano para asegurarse de que no estaba viendo visiones. Y no lo estaba, era un hecho. Había una cabaña: era un chalet de esquiadores. No muy grande, no muy impresionante, pero era un refugio sólido y real.
Con una reserva de energía que había conservado enterrada muy dentro, trotó hacia la puerta del frente. Forzó la cerradura y quedó agradablemente sorprendido cuando se abrió sin mucho esfuerzo.
Sólo había una habitación, con una escalera de hierro, de caracol, que llevaba a una buhardilla que servía de dormitorio. Una mesa redonda y dos sillas estaban en el rincón contiguo a la cocina. Un pequeño sofá y una silla estaban frente a la chimenea. Joseph adivinó que se trataba de un refugio para fines de semana que, aunque no era lujoso ofrecía todas las comodidades. Encendió la luz y nada sucedió, porque no había electricidad.
___(Tn) se quedó de pie en el centro del cuarto mientras Joseph daba una vuelta para hacer un inventario. Un baño funcional pero pequeño estaba escondido detrás de la escalera. Abrió el grifo y descubrió que los dueños no habían cerrado la llave general. Tenía sentido, ya que con la llegada de la primavera, no había necesidad de preocuparse por las tuberías congeladas. De regreso al cuarto principal, Joseph le dijo a ___(Tn):
-Somos afortunados -ella asintió, abrazándose; tenía demasiado frío para responder.
El primer instinto de Joseph fue envolverla entre sus brazos y atraerla hacia sí. Vaciló y luego se quedó inmóvil como un muerto. No estaba seguro de quién calentaba a quién, y entonces se volvió dándole la espalda. Había una chimenea en la pared opuesta, revisó la caja de leña y se alegró al encontrarla medio llena. «Suficiente para la noche», pensó y procedió a encender un fuego. Se sentó sobre sus piernas y se calentó las manos ante las llamas.
-¡Ah! Qué bien se siente -dijo ___(Tn) al acercarse a él por detrás.
Joseph se volvió ante el sonido de su voz. Trató de ignorarla, pero con la calidez del fuego que empezaba a filtrarse en él, se rindió y la miró. La extenuante subida y el frío habían teñido sus mejillas de un tono rosado. Ella le sonrió; la felicidad por haber encontrado refugio brillaba en sus enormes ojos castaños. Incluso en ese momento, desaliñada, cansada y dolorida constituía una visión memorable. Una belleza natural, saludable, completa. Joseph sintió que una nueva calidez invadía su sistema nervioso. «¡Peligro!», se dijo.
Su rodilla protestó cuando se levantó.
-El sistema eléctrico está desconectado -dijo mientras salía del cuarto. En ese momento estaba oscuro y la única fuente de luz era el fuego.
-Habrá velas en algún lugar -dijo ___(Tn) mientras empezaba a buscarlas-. Las vi hace un minuto -encontró las velas y encendió una.
-La luz no me preocupa -señaló el radiador junto a la pared-. El sistema es eléctrico o de gas, no lo sé. Lo revisaré mañana. Por hoy, al menos…-señaló el fuego-… ésa es nuestra única fuente de calor -afuera el viento aullaba como para remarcar su comentario-. Tendremos que dormir junto al fuego si queremos mantenernos calientes.
Joseph subió la escalera de caracol hasta la buhardilla. La cama era de tamaño grande y parecía bastante cómoda, pero no había sábanas, sólo un colchón desnudo cubierto con un cubrecama de parches y un par de almohadas. Era obvio que los dueños habían cerrado el lugar durante esa temporada o al menos hasta el verano.
-Cuidado con la cabeza -gritó. Levantó el colchón de la cama y lo lanzó desde la buhardilla hasta el piso inferior.
___(Tn) dio un salto hacia atrás cuando vio aterrizar el colchón sobre el polvoriento suelo con un ruido seco. Las dos almohadas siguieron. Antes de que pudiera reaccionar, Joseph ya estaba abajo de nuevo y apartaba los muebles para colocar el colchón frente a la chimenea. Extendió el cubrecama sobre él.
-Ahí tienes –dijo-. Eso servirá.
-¿Eso servirá para qué? -Preguntó ella.
Joseph la miró. Ella estaba de pie, con las manos en las caderas y una expresión de incredulidad.
-Nos proporcionará una cama.
-¿Nos?
-Sí, nos.
-¿Nos es tú y yo?
-No veo a nadie más por aquí, cariño.
-Yo no soy tu “cariño”, señor Jonas, y no voy a dormir contigo en ese colchón.
Joseph frunció el ceño. Si alguien debía quejarse de la situación, debía ser él.
-Como gustes -le dijo.
Se quitó la chaqueta, las botas y se soltó el botón de los vaqueros. Con un movimiento, se acostó sobre el colchón. Se cubrió con la colcha, suspiró profundamente y cerró los ojos.
-¿Qué piensas que estás haciendo?
Joseph abrió un ojo.
-Voy a dormir.
-¿Ahora?
-Querida, el cielo está tan oscuro como el carbón y lo estará hasta mañana. Yo me he levantado con el alba y estoy molido; tengo la rodilla como si alguien me la hubiera golpeado con fuerza con un clavo. El fuego está encendido y estamos a salvo por esta noche y no estoy de humor para tu insolencia. ¿Entendido? -Cerró los ojos y rodó hacia un lado-. Así que hazme el favor de dormirte.
___(Tn) estaba furiosa. Abrió la boca para decir algo pero luego la cerró. No tenía sentido discutir con ese cretino esa noche. Se desabrochó la chaqueta y se metió los guantes en los bolsillos. Llevando con cuidado la vela frente a sí, fue al baño a lavarse. Bajo la tenue luz, revisó el gabinete bien surtido de medicinas. Su cabeza palpitaba, gemía y suspiraba por una aspirina. Su ruego fue respondido y con rapidez tomó dos tabletas antes de regresar a la habitación principal.
Cuando regresó, Joseph estaba tumbado de costado frente al fuego. Ella se quitó la chaqueta y las botas y caminó de puntillas sobre el colchón. Era maravilloso sentir el calor del fuego y flexionó los dedos entumecidos frente a él. Miraba a Joseph, que le había dejado exactamente la mitad del colchón.
___(Tn) sacudió la cabeza rechazando su oferta y en cambio se acomodó lo mejor que pudo sobre el sofá de dos asientos, utilizando su chaqueta como manta. Cerró los ojos. Empezó a dolerle cada chichón y moratón que había obtenido durante la caída. El sofá era demasiado pequeño para sus largas piernas. Cambió de posición y, en el proceso un resorte suelto se le clavó en la espalda. «¡Fabuloso!», pensó. Se volvió de costado para lograr una posición mejor, pero con cada movimiento encontraba un nuevo obstáculo para su comodidad.
Se mordió el labio. Joseph no había movido ni un solo músculo. El espacio que había dejado para ella permanecía invitadoramente intacto. Tan silenciosamente como le fue posible, se levantó y de puntillas fue hasta el colchón. Allí, junto al fuego, se cubrió con la colcha. Suspiró cuando la suavidad del colchón acunó su dolorido cuerpo.
Mientras yacía sobre su costado mirando al fuego, escuchó el sonido apagado de la nieve al golpear contra las ventanas. La tormenta había arreciado y aunque le hubiera gustado lo contrario, pensó que Joseph tenía razón. Eran afortunados y estaban a salvo esa noche. En lugar de reflexionar sobre su destino, debía estar orando de agradecimiento por haber encontrado esa cabaña.
Se obligó a relajarse y, cuando la tensión abandonó su cuerpo el cansancio se apoderó de ella y en pocos minutos cayó profundamente dormida.
Joseph supo el minuto exacto en que ella se rindió, ya que su cuerpo se aflojó y él sintió su suave y redondeado trasero apoyado contra el suyo. Colocó mejor la manta sobre ambos, aspiró profundamente y soltó el aire hacia la oscuridad.
Bueno, en ese momento él también podría decir que había dormido con la famosa ___(Tn) Beck. Se arrebujó cerca de ella, respiró el aroma de su caro perfume y el suyo propio de mujer, y una emoción diferente lo asaltó. Pensó en el carrete de película que estaba en el bolsillo de su chaqueta y en cómo reaccionaría ella si se enterase. Sin embargo, a pesar de todo, su cuerpo de nuevo respondió a la imagen de ___(Tn).
Era un infierno estar allí en ese lugar, pensó mientras de forma inconsciente se aproximaba más a ella.
¡Era un verdadero infierno!
-¡Oh, sí! Yo… lo siento. Pensé…
-Olvídalo -dijo e hizo un gesto hacia ella.
Joseph continuó subiendo la colina, pisando con fuerza para estimular la circulación mientras seguía moviéndose. Sabía que ella lo seguía porque podía escuchar sus pisadas detrás de él. Después de un rato, llegaron a un espacio despejado y Joseph se detuvo. Era un camino estrecho y cubierto por unos treinta centímetros de nieve, pero al fin y al cabo era un camino. Aspiró profundamente y soltó un espeso vaho nebuloso. Con los brazos en jarras, descansó su peso en su pierna sana y se volvió.
Oyó la exclamación de ___(Tn) antes de que pudiera ver el motivo. Surgió como una aparición, tan cerca, que casi chocó con ella. En ese momento la nieve caía más espesa y Joseph se limpió el rostro con la mano para asegurarse de que no estaba viendo visiones. Y no lo estaba, era un hecho. Había una cabaña: era un chalet de esquiadores. No muy grande, no muy impresionante, pero era un refugio sólido y real.
Con una reserva de energía que había conservado enterrada muy dentro, trotó hacia la puerta del frente. Forzó la cerradura y quedó agradablemente sorprendido cuando se abrió sin mucho esfuerzo.
Sólo había una habitación, con una escalera de hierro, de caracol, que llevaba a una buhardilla que servía de dormitorio. Una mesa redonda y dos sillas estaban en el rincón contiguo a la cocina. Un pequeño sofá y una silla estaban frente a la chimenea. Joseph adivinó que se trataba de un refugio para fines de semana que, aunque no era lujoso ofrecía todas las comodidades. Encendió la luz y nada sucedió, porque no había electricidad.
___(Tn) se quedó de pie en el centro del cuarto mientras Joseph daba una vuelta para hacer un inventario. Un baño funcional pero pequeño estaba escondido detrás de la escalera. Abrió el grifo y descubrió que los dueños no habían cerrado la llave general. Tenía sentido, ya que con la llegada de la primavera, no había necesidad de preocuparse por las tuberías congeladas. De regreso al cuarto principal, Joseph le dijo a ___(Tn):
-Somos afortunados -ella asintió, abrazándose; tenía demasiado frío para responder.
El primer instinto de Joseph fue envolverla entre sus brazos y atraerla hacia sí. Vaciló y luego se quedó inmóvil como un muerto. No estaba seguro de quién calentaba a quién, y entonces se volvió dándole la espalda. Había una chimenea en la pared opuesta, revisó la caja de leña y se alegró al encontrarla medio llena. «Suficiente para la noche», pensó y procedió a encender un fuego. Se sentó sobre sus piernas y se calentó las manos ante las llamas.
-¡Ah! Qué bien se siente -dijo ___(Tn) al acercarse a él por detrás.
Joseph se volvió ante el sonido de su voz. Trató de ignorarla, pero con la calidez del fuego que empezaba a filtrarse en él, se rindió y la miró. La extenuante subida y el frío habían teñido sus mejillas de un tono rosado. Ella le sonrió; la felicidad por haber encontrado refugio brillaba en sus enormes ojos castaños. Incluso en ese momento, desaliñada, cansada y dolorida constituía una visión memorable. Una belleza natural, saludable, completa. Joseph sintió que una nueva calidez invadía su sistema nervioso. «¡Peligro!», se dijo.
Su rodilla protestó cuando se levantó.
-El sistema eléctrico está desconectado -dijo mientras salía del cuarto. En ese momento estaba oscuro y la única fuente de luz era el fuego.
-Habrá velas en algún lugar -dijo ___(Tn) mientras empezaba a buscarlas-. Las vi hace un minuto -encontró las velas y encendió una.
-La luz no me preocupa -señaló el radiador junto a la pared-. El sistema es eléctrico o de gas, no lo sé. Lo revisaré mañana. Por hoy, al menos…-señaló el fuego-… ésa es nuestra única fuente de calor -afuera el viento aullaba como para remarcar su comentario-. Tendremos que dormir junto al fuego si queremos mantenernos calientes.
Joseph subió la escalera de caracol hasta la buhardilla. La cama era de tamaño grande y parecía bastante cómoda, pero no había sábanas, sólo un colchón desnudo cubierto con un cubrecama de parches y un par de almohadas. Era obvio que los dueños habían cerrado el lugar durante esa temporada o al menos hasta el verano.
-Cuidado con la cabeza -gritó. Levantó el colchón de la cama y lo lanzó desde la buhardilla hasta el piso inferior.
___(Tn) dio un salto hacia atrás cuando vio aterrizar el colchón sobre el polvoriento suelo con un ruido seco. Las dos almohadas siguieron. Antes de que pudiera reaccionar, Joseph ya estaba abajo de nuevo y apartaba los muebles para colocar el colchón frente a la chimenea. Extendió el cubrecama sobre él.
-Ahí tienes –dijo-. Eso servirá.
-¿Eso servirá para qué? -Preguntó ella.
Joseph la miró. Ella estaba de pie, con las manos en las caderas y una expresión de incredulidad.
-Nos proporcionará una cama.
-¿Nos?
-Sí, nos.
-¿Nos es tú y yo?
-No veo a nadie más por aquí, cariño.
-Yo no soy tu “cariño”, señor Jonas, y no voy a dormir contigo en ese colchón.
Joseph frunció el ceño. Si alguien debía quejarse de la situación, debía ser él.
-Como gustes -le dijo.
Se quitó la chaqueta, las botas y se soltó el botón de los vaqueros. Con un movimiento, se acostó sobre el colchón. Se cubrió con la colcha, suspiró profundamente y cerró los ojos.
-¿Qué piensas que estás haciendo?
Joseph abrió un ojo.
-Voy a dormir.
-¿Ahora?
-Querida, el cielo está tan oscuro como el carbón y lo estará hasta mañana. Yo me he levantado con el alba y estoy molido; tengo la rodilla como si alguien me la hubiera golpeado con fuerza con un clavo. El fuego está encendido y estamos a salvo por esta noche y no estoy de humor para tu insolencia. ¿Entendido? -Cerró los ojos y rodó hacia un lado-. Así que hazme el favor de dormirte.
___(Tn) estaba furiosa. Abrió la boca para decir algo pero luego la cerró. No tenía sentido discutir con ese cretino esa noche. Se desabrochó la chaqueta y se metió los guantes en los bolsillos. Llevando con cuidado la vela frente a sí, fue al baño a lavarse. Bajo la tenue luz, revisó el gabinete bien surtido de medicinas. Su cabeza palpitaba, gemía y suspiraba por una aspirina. Su ruego fue respondido y con rapidez tomó dos tabletas antes de regresar a la habitación principal.
Cuando regresó, Joseph estaba tumbado de costado frente al fuego. Ella se quitó la chaqueta y las botas y caminó de puntillas sobre el colchón. Era maravilloso sentir el calor del fuego y flexionó los dedos entumecidos frente a él. Miraba a Joseph, que le había dejado exactamente la mitad del colchón.
___(Tn) sacudió la cabeza rechazando su oferta y en cambio se acomodó lo mejor que pudo sobre el sofá de dos asientos, utilizando su chaqueta como manta. Cerró los ojos. Empezó a dolerle cada chichón y moratón que había obtenido durante la caída. El sofá era demasiado pequeño para sus largas piernas. Cambió de posición y, en el proceso un resorte suelto se le clavó en la espalda. «¡Fabuloso!», pensó. Se volvió de costado para lograr una posición mejor, pero con cada movimiento encontraba un nuevo obstáculo para su comodidad.
Se mordió el labio. Joseph no había movido ni un solo músculo. El espacio que había dejado para ella permanecía invitadoramente intacto. Tan silenciosamente como le fue posible, se levantó y de puntillas fue hasta el colchón. Allí, junto al fuego, se cubrió con la colcha. Suspiró cuando la suavidad del colchón acunó su dolorido cuerpo.
Mientras yacía sobre su costado mirando al fuego, escuchó el sonido apagado de la nieve al golpear contra las ventanas. La tormenta había arreciado y aunque le hubiera gustado lo contrario, pensó que Joseph tenía razón. Eran afortunados y estaban a salvo esa noche. En lugar de reflexionar sobre su destino, debía estar orando de agradecimiento por haber encontrado esa cabaña.
Se obligó a relajarse y, cuando la tensión abandonó su cuerpo el cansancio se apoderó de ella y en pocos minutos cayó profundamente dormida.
Joseph supo el minuto exacto en que ella se rindió, ya que su cuerpo se aflojó y él sintió su suave y redondeado trasero apoyado contra el suyo. Colocó mejor la manta sobre ambos, aspiró profundamente y soltó el aire hacia la oscuridad.
Bueno, en ese momento él también podría decir que había dormido con la famosa ___(Tn) Beck. Se arrebujó cerca de ella, respiró el aroma de su caro perfume y el suyo propio de mujer, y una emoción diferente lo asaltó. Pensó en el carrete de película que estaba en el bolsillo de su chaqueta y en cómo reaccionaría ella si se enterase. Sin embargo, a pesar de todo, su cuerpo de nuevo respondió a la imagen de ___(Tn).
Era un infierno estar allí en ese lugar, pensó mientras de forma inconsciente se aproximaba más a ella.
¡Era un verdadero infierno!
Aquí el capítulo chicas(: Espero les guste y subire el siguiente si veo más comentarios. Un beso. Ciao♥
Karely Jonatika
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
OMJ!!!!!!!!!!!!!!
SIGUEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A ver si pasan por mi nove y mis shot's? ;)
https://onlywn.activoforo.com/t8476-una-caida-de-amor-joe-y-tu (shot)
https://onlywn.activoforo.com/t8493-lamour-est-pour-lair-nick-j-y-tu (shot)
https://onlywn.activoforo.com/t8715-all-this-time-joe-y-tu#655224 (nove)
SIGUEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A ver si pasan por mi nove y mis shot's? ;)
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https://onlywn.activoforo.com/t8715-all-this-time-joe-y-tu#655224 (nove)
mary(mariana)
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
OMGG, SIGUELASAA. ESTA VES SOLO DURMIERON JUNTOS, PERO DESPUES HARAN OTRA COSASS...
ASH Q PERVER SOYY...
SIGUELAAA PORFISSS
AMOO COMO ESCRIBES... ATT: TU MEGA FIEL LECTORA!!
ASH Q PERVER SOYY...
SIGUELAAA PORFISSS
AMOO COMO ESCRIBES... ATT: TU MEGA FIEL LECTORA!!
Yhosdaly
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
♥Capítulo Tres: Parte 1♥
___(Tn) tenía un sueño muy agradable. Era un día claro de verano, el cielo tenía un tono azul tan vivido que hería sus ojos. Se encontraba hundida en los suaves cojines de un sofá y tumbada bajo el sol. Estaba en una playa cuya blancura lamían las olas. Una suave brisa suavizaba su piel ardiente y ella levantó el rostro para aprovecharla. Mientras se arrebujaba para acomodarse de forma más profunda en el sofá sucedió la cosa más extraña del mundo.
El cojín comenzó a moverse.
Con gran cuidado ___(Tn) abrió un ojo y luego el otro. Justo como sospechaba. El aire era frío y no cálido, no estaba en una playa y su cabeza definitivamente no descansaba sobre un cojín. Descansaba sobre él.
El momento de pánico de inmediato desapareció. Él era un desconocido, pero todo era relativo. ¿Podía considerarlo realmente un desconocido después de haber compartido una cama con él? Además de ser en extremo luchador, se había comportado con ella como un caballero. Aun así, no se parecía en nada a los hombres que conocía. La más prudente acción a seguir sería permanecer lejos de él hasta que pudiera estar absolutamente segura de quién y qué era. Permaneció sin moverse durante largo rato, tratando de decidir qué hacer.
Su aroma llenaba sus sentidos. Él ni siquiera olía como cualquiera de los otros hombres que había conocido. No había indicios de alguna colonia de marca de prestigio, ningún artificio de cualquier tipo. Él olía como… un hombre, lo que no era desagradable pero, bajo aquellas circunstancias sí era bastante intimidante.
Con angustiosa lentitud, ___(Tn) ladeó la cabeza para poder observarlo mejor. Su pecho subía y bajaba con su lenta y regular respiración. Centímetro a centímetro fue separándose de él, que en todo momento no movió ni un solo músculo y cuya respiración permaneció constante. Ella iba a rodar fuera del colchón cuando un brazo salió y se enredó en torno a su cintura, acercándola a su cuerpo. Balbuceó algo y tragó saliva de forma audible.
___(Tn) lo miraba incrédula; sus rostros estaban apenas a unos centímetros uno del otro. No sabía si empujarlo o empezar a deslizarse de nuevo. Lo estudió y trató de tomar una decisión. Bajo la luz del día pudo verlo mejor. Su cabello era de color castaño oscuro, espeso y un poco rebelde. Tenía altos pómulos, un mentón fuerte y un labio inferior lleno.
Había una expresión de disgusto en su rostro y ella no pudo evitar preguntarse cómo habría llegado hasta allí. Tenía arrugas de risa en torno a los ojos, lo que quería decir que a veces reía, aunque ella todavía no lo había visto hacerlo. Ella recordaba sus ojos castaños, que en ese momento estaban ocultos por unos párpados rodeados de las pestañas más largas que hubiera visto en un hombre.
Sin embargo, tenía que estar de acuerdo con su primera opinión. Él era apuesto de una forma ruda y parecía normal… aunque en realidad no sabía lo que eso significaba actualmente. Quizá le hubiera dicho la verdad, quizá no había estado siguiéndola y había salido a dar una vuelta cuando sucedió lo inesperado. ¿Qué diferencia había? Dentro de unas horas serían rescatados, ella estaba segura de eso, y todo aquello quedaría como un pequeño episodio que ambos no tardarían en olvidar.
De forma extraña ese pensamiento no le gustó. Experimentaba una extraña sensación de expectación al estar acostada junto a él, como si estuviera en espera de algo, de algo nuevo, inimaginable y fuera de su alcance.
El brazo de él se tensó en torno suyo y la atrajo más cerca. Sus cuerpos habían estado al mismo nivel, uno contra el otro, pero en ese momento se tocaban en cada lugar íntimo y estratégico. Lo que era confuso era la ambivalencia que sentía al estar apretada contra él de esa forma. Ella no lo conocía, no quería conocerlo, pero sentía algo especial al encontrarse entre sus brazos, algo que hacía que su estómago se contrajera y los latidos de su corazón se aceleraran. Sin embargo, en cierta forma, eso también la tranquilizaba, la hacía sentirse… a salvo.
Era extraño. «A salvo» no era una expresión que ella generalmente usara cuando se refería a los hombres. Apartó ese pensamiento como si se tratara de una aberración, pues se dijo que sin duda esa situación inusual la habría trastornado. ___(Tn) intentó moverse y luego cambió de opinión. No podía imaginar una forma de hacerlo sin despertarlo o algo peor, debido a la posición de sus cuerpos.
Como si Joseph pudiera leerle el pensamiento, bajó la mano lentamente por su espalda, muy despacio. Entonces se detuvo y ___(Tn) se mantuvo quieta como una piedra, esperando su siguiente movimiento. No la desilusionó. Despacio pero con firmeza, la mano se movió hacia su trasero, acunándolo y acariciándolo.
La sensación de seguridad se disipó al instante, pero en su lugar surgió otra totalmente diferente. Su contacto era cálido, mientras que el cuarto estaba frío; de su cuerpo emanaba un calor que la hizo acurrucarse contra él. Sintió su piel erizarse y el calor de él se filtró a ella mientras que la mano continuaba con su movimiento. Un aleteo se inició en el estómago, por temor o excitación, no podía estar segura.
Su brazo estaba atrapado debajo del de él, pero se las arregló para dejar libre la mano. Intentó empujar su pecho en protesta. Le había parecido lo mejor que podría hacer, pero se encontró con una pared de músculo duro que no cedió ni un centímetro. Tenía la camisa azul de franela algo abierta, revelando una camiseta color gris. Tenía la palma de la mano extendida sobre su corazón y su firme palpitar se mantenía al mismo ritmo que el suyo.
Cerró los ojos, tratando de decidir si permanecer tranquila en sus brazos con la esperanza de que se echara a un lado y ella pudiera escapar… o seguir su primer impulso y subir con fuerza la rodilla para poner un final inmediato a la situación.
No tuvo que hacer ninguna de las dos cosas.
Joseph se despertó. Desorientado, la miró durante largo rato. Al principio no recordaba dónde estaba o con quién. En su vida se había despertado en muchos lugares extraños, así que no se mostró muy sorprendido. La conciencia fue llegando de forma gradual, probablemente, empezando con la identidad de la joven y de ese «algo» que sostenía en la palma de la mano.
-Lo siento -dijo y retiró la mano de inmediato, liberándola.
___(Tn) no perdió el tiempo y se escapó de la cama. Desafortunadamente no tenía a dónde ir. Lo observó. Él estaba sentado en el centro del colchón, pasándose una mano por su revuelto cabello. Parecía llenar la habitación por completo, lo que hizo que ___(Tn) se preguntara cómo había podido ella compartir un espacio tan pequeño con un hombre tan grande.
Se sentía increíblemente nerviosa por estar atrapada con alguien tan masculino como Joseph Jonas. Él se levantó, se calzó las botas y salió en dirección al baño. Ella le dio la espalda y revisó la cocina, en espera de que volvieran a reunirse.
Las tuberías gruñían su inconformidad cuando ella probó los grifos, aunque finalmente soltaron una reserva herrumbrosa de agua. Mientras la dejaba correr para que se aclarara, sus ojos se fijaron en la cafetera automática que estaba en un rincón del mostrador. En ese momento habría dado todo lo que poseía por una taza de café.
-Revisa los armarios -dijo Joseph al regresar al cuarto principal-. Quizá haya algo.
Joseph probó su rodilla. Parecía que se había hecho más daño con la caída de lo que había pensado, porque le dolía como un demonio.
___(Tn) no sólo encontró una caja de café sin abrir, sino también unas galletitas saladas, mantequilla de cacahuete y otros alimentos enlatados.
-¡Oh, mira! -Dijo y señaló las provisiones.
-Al menos no nos moriremos de hambre -dijo Joseph.
Él estaba detrás de ella cuando se volvió.
-No estaremos aquí demasiado tiempo para preocuparnos por eso –dijo.
-¿No?
-Para ahora ya deben de haber descubierto nuestra desaparición.
Joseph sacudió la cabeza y se dirigió hacia la ventana. La nieve todavía caía, enorme, espesa, copos de marzo cargados con humedad. Los árboles y arbustos se inclinaban por la inesperada carga.
-Echa un vistazo al cielo -le dijo-. Esta tormenta está lejos de terminar. No van a enviar helicópteros a buscarnos hasta que el cielo escampe.
___(Tn) se mordió el labio. No le gustaba lo que él decía. Estar atrapada durante una noche con él era una cosa pero estar atrapada por un tiempo indefinido era otra completamente distinta. Se movió hacia la ventana y se quedó parada junto a él.
-¿No podemos tratar de regresar por nuestra cuenta? -Le preguntó.
Joseph la miraba incrédulo.
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no lo haremos.
-¿Quién lo dice?
-Yo lo digo.
-¿Y en qué se basa tu autoridad? -Preguntó ___(Tn) con una mano en la cadera.
-Sé un poco sobre entrenamiento de supervivencia -respondió con calma aunque su sangre empezaba a hervir.
-Yo también. Quizá me vaya sola.
Exasperado, Joseph la ignoró e intentó abrir la puerta. Estaba congelada, pero con unos cuantos golpes de su puño contra el marco, solucionó el problema. Al abrir la puerta un montón de nieve cayó dentro de la cabaña.
-Sé mi invitada, señorita Beck -le dijo señalándole la salida.
___(Tn) se sintió como si el corazón se le hubiera caído a los pies. Allí no había salida, no había vereda, no había nada. Sólo nieve. Por todos lados. Tragó y le lanzó una débil sonrisa de disculpa.
-En realidad estamos atrapados aquí ¿verdad? -Dijo con suavidad.
-Ahora estás viendo el cuadro.
-¿Durante cuánto tiempo?
-Durante el que sea necesario.
Joseph se puso su chaqueta y cogió una pala de la pared trasera.
-¿Qué estás haciendo? -Preguntó ___(Tn).
-Necesitamos más leña. Echaré un vistazo por aquí para ver si existe alguna provisión atrás.
Con la puerta abierta hacía mucho frío. El cuarto que antes estaba frío, con el viento que soplaba en ese momento, se estaba convirtiendo en una nevera. ___(Tn) estaba inmóvil, temblando, con la lata de café en la mano.
-¿Por qué no haces algo útil? -Dijo Joseph cuando limpiaba el umbral.
-¿Qué quieres que haga?
-Para empezar, aviva el fuego. Termina los leños de esa caja -se movió para cerrar la puerta a su espalda—. Y prepara…
-¿Hacer el…? -La puerta estaba cerrada y él ya se había ido. ___(Tn) miró la lata de café en su mano y suspiró. -¿Cómo se supone que se hace eso?
El cojín comenzó a moverse.
Con gran cuidado ___(Tn) abrió un ojo y luego el otro. Justo como sospechaba. El aire era frío y no cálido, no estaba en una playa y su cabeza definitivamente no descansaba sobre un cojín. Descansaba sobre él.
El momento de pánico de inmediato desapareció. Él era un desconocido, pero todo era relativo. ¿Podía considerarlo realmente un desconocido después de haber compartido una cama con él? Además de ser en extremo luchador, se había comportado con ella como un caballero. Aun así, no se parecía en nada a los hombres que conocía. La más prudente acción a seguir sería permanecer lejos de él hasta que pudiera estar absolutamente segura de quién y qué era. Permaneció sin moverse durante largo rato, tratando de decidir qué hacer.
Su aroma llenaba sus sentidos. Él ni siquiera olía como cualquiera de los otros hombres que había conocido. No había indicios de alguna colonia de marca de prestigio, ningún artificio de cualquier tipo. Él olía como… un hombre, lo que no era desagradable pero, bajo aquellas circunstancias sí era bastante intimidante.
Con angustiosa lentitud, ___(Tn) ladeó la cabeza para poder observarlo mejor. Su pecho subía y bajaba con su lenta y regular respiración. Centímetro a centímetro fue separándose de él, que en todo momento no movió ni un solo músculo y cuya respiración permaneció constante. Ella iba a rodar fuera del colchón cuando un brazo salió y se enredó en torno a su cintura, acercándola a su cuerpo. Balbuceó algo y tragó saliva de forma audible.
___(Tn) lo miraba incrédula; sus rostros estaban apenas a unos centímetros uno del otro. No sabía si empujarlo o empezar a deslizarse de nuevo. Lo estudió y trató de tomar una decisión. Bajo la luz del día pudo verlo mejor. Su cabello era de color castaño oscuro, espeso y un poco rebelde. Tenía altos pómulos, un mentón fuerte y un labio inferior lleno.
Había una expresión de disgusto en su rostro y ella no pudo evitar preguntarse cómo habría llegado hasta allí. Tenía arrugas de risa en torno a los ojos, lo que quería decir que a veces reía, aunque ella todavía no lo había visto hacerlo. Ella recordaba sus ojos castaños, que en ese momento estaban ocultos por unos párpados rodeados de las pestañas más largas que hubiera visto en un hombre.
Sin embargo, tenía que estar de acuerdo con su primera opinión. Él era apuesto de una forma ruda y parecía normal… aunque en realidad no sabía lo que eso significaba actualmente. Quizá le hubiera dicho la verdad, quizá no había estado siguiéndola y había salido a dar una vuelta cuando sucedió lo inesperado. ¿Qué diferencia había? Dentro de unas horas serían rescatados, ella estaba segura de eso, y todo aquello quedaría como un pequeño episodio que ambos no tardarían en olvidar.
De forma extraña ese pensamiento no le gustó. Experimentaba una extraña sensación de expectación al estar acostada junto a él, como si estuviera en espera de algo, de algo nuevo, inimaginable y fuera de su alcance.
El brazo de él se tensó en torno suyo y la atrajo más cerca. Sus cuerpos habían estado al mismo nivel, uno contra el otro, pero en ese momento se tocaban en cada lugar íntimo y estratégico. Lo que era confuso era la ambivalencia que sentía al estar apretada contra él de esa forma. Ella no lo conocía, no quería conocerlo, pero sentía algo especial al encontrarse entre sus brazos, algo que hacía que su estómago se contrajera y los latidos de su corazón se aceleraran. Sin embargo, en cierta forma, eso también la tranquilizaba, la hacía sentirse… a salvo.
Era extraño. «A salvo» no era una expresión que ella generalmente usara cuando se refería a los hombres. Apartó ese pensamiento como si se tratara de una aberración, pues se dijo que sin duda esa situación inusual la habría trastornado. ___(Tn) intentó moverse y luego cambió de opinión. No podía imaginar una forma de hacerlo sin despertarlo o algo peor, debido a la posición de sus cuerpos.
Como si Joseph pudiera leerle el pensamiento, bajó la mano lentamente por su espalda, muy despacio. Entonces se detuvo y ___(Tn) se mantuvo quieta como una piedra, esperando su siguiente movimiento. No la desilusionó. Despacio pero con firmeza, la mano se movió hacia su trasero, acunándolo y acariciándolo.
La sensación de seguridad se disipó al instante, pero en su lugar surgió otra totalmente diferente. Su contacto era cálido, mientras que el cuarto estaba frío; de su cuerpo emanaba un calor que la hizo acurrucarse contra él. Sintió su piel erizarse y el calor de él se filtró a ella mientras que la mano continuaba con su movimiento. Un aleteo se inició en el estómago, por temor o excitación, no podía estar segura.
Su brazo estaba atrapado debajo del de él, pero se las arregló para dejar libre la mano. Intentó empujar su pecho en protesta. Le había parecido lo mejor que podría hacer, pero se encontró con una pared de músculo duro que no cedió ni un centímetro. Tenía la camisa azul de franela algo abierta, revelando una camiseta color gris. Tenía la palma de la mano extendida sobre su corazón y su firme palpitar se mantenía al mismo ritmo que el suyo.
Cerró los ojos, tratando de decidir si permanecer tranquila en sus brazos con la esperanza de que se echara a un lado y ella pudiera escapar… o seguir su primer impulso y subir con fuerza la rodilla para poner un final inmediato a la situación.
No tuvo que hacer ninguna de las dos cosas.
Joseph se despertó. Desorientado, la miró durante largo rato. Al principio no recordaba dónde estaba o con quién. En su vida se había despertado en muchos lugares extraños, así que no se mostró muy sorprendido. La conciencia fue llegando de forma gradual, probablemente, empezando con la identidad de la joven y de ese «algo» que sostenía en la palma de la mano.
-Lo siento -dijo y retiró la mano de inmediato, liberándola.
___(Tn) no perdió el tiempo y se escapó de la cama. Desafortunadamente no tenía a dónde ir. Lo observó. Él estaba sentado en el centro del colchón, pasándose una mano por su revuelto cabello. Parecía llenar la habitación por completo, lo que hizo que ___(Tn) se preguntara cómo había podido ella compartir un espacio tan pequeño con un hombre tan grande.
Se sentía increíblemente nerviosa por estar atrapada con alguien tan masculino como Joseph Jonas. Él se levantó, se calzó las botas y salió en dirección al baño. Ella le dio la espalda y revisó la cocina, en espera de que volvieran a reunirse.
Las tuberías gruñían su inconformidad cuando ella probó los grifos, aunque finalmente soltaron una reserva herrumbrosa de agua. Mientras la dejaba correr para que se aclarara, sus ojos se fijaron en la cafetera automática que estaba en un rincón del mostrador. En ese momento habría dado todo lo que poseía por una taza de café.
-Revisa los armarios -dijo Joseph al regresar al cuarto principal-. Quizá haya algo.
Joseph probó su rodilla. Parecía que se había hecho más daño con la caída de lo que había pensado, porque le dolía como un demonio.
___(Tn) no sólo encontró una caja de café sin abrir, sino también unas galletitas saladas, mantequilla de cacahuete y otros alimentos enlatados.
-¡Oh, mira! -Dijo y señaló las provisiones.
-Al menos no nos moriremos de hambre -dijo Joseph.
Él estaba detrás de ella cuando se volvió.
-No estaremos aquí demasiado tiempo para preocuparnos por eso –dijo.
-¿No?
-Para ahora ya deben de haber descubierto nuestra desaparición.
Joseph sacudió la cabeza y se dirigió hacia la ventana. La nieve todavía caía, enorme, espesa, copos de marzo cargados con humedad. Los árboles y arbustos se inclinaban por la inesperada carga.
-Echa un vistazo al cielo -le dijo-. Esta tormenta está lejos de terminar. No van a enviar helicópteros a buscarnos hasta que el cielo escampe.
___(Tn) se mordió el labio. No le gustaba lo que él decía. Estar atrapada durante una noche con él era una cosa pero estar atrapada por un tiempo indefinido era otra completamente distinta. Se movió hacia la ventana y se quedó parada junto a él.
-¿No podemos tratar de regresar por nuestra cuenta? -Le preguntó.
Joseph la miraba incrédulo.
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no lo haremos.
-¿Quién lo dice?
-Yo lo digo.
-¿Y en qué se basa tu autoridad? -Preguntó ___(Tn) con una mano en la cadera.
-Sé un poco sobre entrenamiento de supervivencia -respondió con calma aunque su sangre empezaba a hervir.
-Yo también. Quizá me vaya sola.
Exasperado, Joseph la ignoró e intentó abrir la puerta. Estaba congelada, pero con unos cuantos golpes de su puño contra el marco, solucionó el problema. Al abrir la puerta un montón de nieve cayó dentro de la cabaña.
-Sé mi invitada, señorita Beck -le dijo señalándole la salida.
___(Tn) se sintió como si el corazón se le hubiera caído a los pies. Allí no había salida, no había vereda, no había nada. Sólo nieve. Por todos lados. Tragó y le lanzó una débil sonrisa de disculpa.
-En realidad estamos atrapados aquí ¿verdad? -Dijo con suavidad.
-Ahora estás viendo el cuadro.
-¿Durante cuánto tiempo?
-Durante el que sea necesario.
Joseph se puso su chaqueta y cogió una pala de la pared trasera.
-¿Qué estás haciendo? -Preguntó ___(Tn).
-Necesitamos más leña. Echaré un vistazo por aquí para ver si existe alguna provisión atrás.
Con la puerta abierta hacía mucho frío. El cuarto que antes estaba frío, con el viento que soplaba en ese momento, se estaba convirtiendo en una nevera. ___(Tn) estaba inmóvil, temblando, con la lata de café en la mano.
-¿Por qué no haces algo útil? -Dijo Joseph cuando limpiaba el umbral.
-¿Qué quieres que haga?
-Para empezar, aviva el fuego. Termina los leños de esa caja -se movió para cerrar la puerta a su espalda—. Y prepara…
-¿Hacer el…? -La puerta estaba cerrada y él ya se había ido. ___(Tn) miró la lata de café en su mano y suspiró. -¿Cómo se supone que se hace eso?
Aquí el capítulo chicas, espero que les guste(: Un beso y gracias por sus comentarios. Ciao♥
Karely Jonatika
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
hay sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!
Me encanta tu noveeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!
seguila!!!!
¿A ver si pasan por mi nove y mis shot's? ;)
https://onlywn.activoforo.com/t8715-all-this-time-joe-y-tu#655224 (nove)
https://onlywn.activoforo.com/t8476-una-caida-de-amor-joe-y-tu (shot)
https://onlywn.activoforo.com/t8493-lamour-est-pour-lair-nick-j-y-tu (shot)
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mary(mariana)
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
Awuaaa me encato,
siguelaa no pense q Joseph estaba sormido...
siguelaaa aunq yo se q eso q paso cuando el dormia se hara realidad y mas completo...
ash q pervert es mi naturalidad!!!
siguelaa plsss
mega amo esta novee"""
att: tu megaa fiel lectora!!
siguelaa no pense q Joseph estaba sormido...
siguelaaa aunq yo se q eso q paso cuando el dormia se hara realidad y mas completo...
ash q pervert es mi naturalidad!!!
siguelaa plsss
mega amo esta novee"""
att: tu megaa fiel lectora!!
Yhosdaly
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
♥Capítulo Tres: Parte 2♥
Por supuesto que sabía cómo hacer café, pero con una cafetera y una cocina o una cafetera automática, no con una lata y una chimenea. Pero estaba decidida a que él no la intimidara, por lo que buscó un abrelatas en los cajones.
Joseph empezó a palear con ansiedad a pesar de sus doloridos músculos por haber pasado una noche en una cama diminuta con una hermosa mujer en una posición difícil. Su mente corría, consumida por pensamientos que no estaban relacionados. Pensamientos sobre la pérdida de su equipo, sobre su misión perdida y sobre todo, pensamientos sobre ___(Tn).
Se detuvo y se apoyó contra la esquina de la cabaña. No había podido dormir mucho con el cuerpo de ___(Tn) apretado contra él toda la noche. Dormitó y luego despertó para encontrar la pierna de ella sobre la suya, su brazo sobre su pecho, su mano sobre su cadera. Parecía que la señorita Beck era una durmiente inquieta.
Había sido de lo más incómodo… y de lo más perturbador. Ella era muchas cosas para él: mimada, inconstante, egoísta, pero a pesar de todo, no podía negar que físicamente se sentía muy atraído hacia ella. Él no había tenido relaciones significativas en mucho tiempo. Solamente una vez había estado a punto de comprometerse y eso había ocurrido muchos años antes, cuando estaba en la universidad y no conocía nada mejor.
Una vez que escogió su trabajo, todo eso cambió. No había lugar en su vida para compromisos con ninguna mujer. Cuando todo estaba dicho y hecho, incluso la más liberada de ellas quería una casa en el campo con una valla blanca, cuando todo lo que él deseaba era la libertad de irse y cubrir cualquier noticia que surgiera que fuera actual y vital.
Las mujeres y su trabajo simplemente no se mezclaban y, aunque lo hiciera, ___(Tn) Beck sería la última mujer que él elegiría. Si estuviera buscando a una mujer, lo que no hacía, sería a alguien con sustancia, alguien con un propósito, alguien que se preocupara por algo más que por su última manicura. Él se imaginaba a ___(Tn) de pie, con las manos en las caderas, exigiendo que regresaran a los senderos.
«Maleducada. Princesita consentida…» pensó. Entonces aquella imagen fue sustituida por la que tenía impresa en su mente de forma indeleble: ___(Tn) en la bañera burbujeante de agua caliente, con el rostro fulgurante por el éxtasis.
Joseph recogió la pala y empezó a trabajar de nuevo. Con una fuerza nacida de la frustración, cavó profundamente en la espesa nieve. Quizá a él no le gustara ___(Tn), pero estaba seguro como un demonio de que no podía negar que deseaba hacer el amor con ella.
Ese era definitivamente su problema más acuciante. En ese momento estaba claro para él, aunque no para ella, que era probable que tuviera que pasar otra noche, quizá dos, juntos. Le molestaba no saber cómo enfrentarse a ese problema. Él que siempre se había enorgullecido de su autocontrol, parecía tener muy poco cuando se trataba de ___(Tn).
Una carga de leña estaba amontonada a varios metros de distancia de la cabaña. Después de musitar una oración de agradecimiento, Joseph procedió a examinar el perímetro de la cabaña para ver qué más podía encontrar. Un depósito grande de gas propano estaba protegido contra la pared trasera. El medidor casi se registraba vacío, pero casi, no totalmente. Joseph dio la vuelta a la perilla y escuchó el siseo del gas entrando en la tubería. Supuso que el calentador de gas estaba al otro lado de la pared, detrás de la escalera de caracol. Imaginó que al menos podrían disfrutar de agua caliente y usar la cocina.
Cogió un montón de leña y regresó hasta la puerta del frente. Dejó la carga y regresó a por más, varias veces. Luego abrió la puerta y metió una brazada de leña; lo brusco de su entrada sorprendió a ___(Tn).
-¡Oh! -Exclamó la joven llevándose una mano a la boca.
Joseph se apresuró a ir hacia ella.
-¿Qué ha sucedido?
-Yo… estaba haciendo el café. Trataba de hacer el café… Me sorprendiste y me quemé la mano.
-Déjame ver —dijo Joseph, tomó su mano derecha. La palma estaba roja e inflamada-. Vamos.
___(Tn) lo siguió; no tenía alternativa. Él tiraba de su mano, junto con el resto de ella, hacia la puerta de la cabaña.
-¿Qué…?
-El frío es el mejor remedio para una quemadura -le dijo con un tono que no admitía réplica.
-No está tan mal…
Él le metió la mano en el montón de nieve más cercano.
Se quedaron juntos, inclinados sobre el montón de nieve mientras Joseph sostenía la muñeca derecha de ___(Tn). Grandes copos de nieve caían sobre ellos. Durante un largo rato permanecieron en silencio; ___(Tn) miraba hacia un lado y Joseph hacia el otro y ambos, de forma desesperada, trataban de evitar el contacto de sus miradas.
No podía ser. ___(Tn) cambió su peso de un pie al otro y, en el proceso, resbaló. Ella extendió la mano hacia él y de forma automática el brazo de Joseph se disparó para sujetarla por detrás. Él la atrajo hacia su cuerpo para apoyarla y la cabeza de ella cayó hacia atrás, contra su hombro.
Sus ojos se encontraron. Joseph la miraba y gimió por dentro. Ella estaba nerviosa y él podía sentir su cuerpo tembloroso contra el suyo. Sus ojos marrones estaban muy abiertos y el rubor de sus mejillas sólo aumentaba su atracción. Resultaba tan tentadora como un bombón. Y sólo Dios sabía que pasar las horas acostado junto a ella en la oscuridad había sido para él como el dulce tormento del infierno.
Todas las imágenes que Joseph tenía de ella, todas las ideas preconcebidas de lo que ___(Tn) era, se desvanecieron en el aire frío como el vaho de su aliento. Su mirada se centró en su boca. Sus labios estaban entreabiertos. La invitación estaba allí, lo supiera ella o no. Sin pensar en las consecuencias, sin ningún pensamiento coherente, Joseph bajó su cabeza hasta la suya.
El pánico invadió a ___(Tn). ¡Él iba a besarla! ¿Quería ella que lo hiciera? No había tiempo para tomar decisiones, ya que en milésimas de segundo sus labios estarían sobre los de ella. Podía sentir su cálido aliento mezclarse con el suyo propio. Su estómago se contrajo y una espiral de calor bajó hasta el centro de su ser.
-Yo… creo que ya estoy bien ahora -dijo y las palabras casi se perdieron en su boca.
-¿Eh?
-Mi mano –dijo-. Ya está bien ahora.
Joseph la miró durante largo rato y luego parpadeó en un intento, aunque sin éxito, de recordar en primer lugar qué era lo que estaba haciendo. Entonces lo recordó todo y sacó la mano de ella del montón de nieve para examinarla. Se dijo que ella tenía razón. Lo rojizo estaba en ese momento sonrosado y la inflamación había desaparecido. Miró de nuevo su rostro levantado hacia él. La cautela había regresado y dio gracias a Dios por eso. ¿Qué le había sucedido? ¡Había estado a punto de besarla!
Sacudió la cabeza y se retiró de ella. Joseph Jonas se había dejado llevar por una fuerza desconocida sobre la que no había tenido ningún control. ¿Quién lo creería? Jack se habría reído con ganas y ninguna persona que lo conociera lo hubiera creído, y mucho menos él mismo.
-Te estás congelando -dijo Joseph y por primera vez se dio cuenta de que ella sólo llevaba puesto el suéter-. Vamos.
Abrió la puerta y la empujó hacia dentro. Su mirada recorrió el cuarto con rapidez. Su «cama» estaba bien hecha y el fuego estaba ardiendo. La olla culpable que había derramado estaba sobre el borde de la chimenea. Así que ella no era tan inútil como él pensaba… Marcó un tanto para Su Alteza y se volvió hacia ella.
-Hay un depósito de gas propano allí detrás que probablemente sea suficiente para suministrarnos agua caliente y, si somos cuidadosos… -señaló la cocina-… para cocinar, pero no para calentar el ambiente. Me temo que tendremos que conformarnos con la chimenea.
-Somos afortunados de tener tanto -dijo Alex.
-Tienes razón.
Joseph fue hasta la chimenea y revisó lo que ella había hecho. Salía vapor de la olla y ante el aroma del café se le hacía la boca agua. Sumergió un tazón que sacó lleno de café de la olla y le dio un trago. Dejando aparte los granos, que no podían evitarse, estaba bueno ¡muy bueno! Disimuló su sorpresa.
-¿Cómo está? -Le preguntó ella, que se encontraba cerca.
-No está mal -respondió y concentró su atención en la taza en lugar del rostro de ella.
En ese momento no podía mirarla, no se atrevía por temor a que ella viera lo que había en sus ojos. «¿Y qué hay en tus ojos, Jonas?» se preguntó. ¿Respeto? ¿Deseo? ¿Temor? Un poco de cada uno, sin lugar a dudas, se contestó.
___(Tn) se movió hacia Joseph con cautela. Se arrodilló junto a él, sumergió un tazón en la olla y se sirvió algo de café, todo sin apartar los ojos de su rostro serio.
No podía entenderlo. Había algo en él que la turbaba. Él era reservado y durante la mayor parte del tiempo completamente intratable y, sin embargo en algunas ocasiones lo había sorprendido mirándola con la más extraña expresión en el rostro… como si sintiera dolor.
Quizá en esas ocasiones él estuviera pensando en su pierna y no en ella, aunque no podía estar segura. Sólo sabía que sus instintos nunca se equivocaban y que en ese momento le decían que había mucho más en ese hombre que lo que sus ojos veían.
Joseph empezó a palear con ansiedad a pesar de sus doloridos músculos por haber pasado una noche en una cama diminuta con una hermosa mujer en una posición difícil. Su mente corría, consumida por pensamientos que no estaban relacionados. Pensamientos sobre la pérdida de su equipo, sobre su misión perdida y sobre todo, pensamientos sobre ___(Tn).
Se detuvo y se apoyó contra la esquina de la cabaña. No había podido dormir mucho con el cuerpo de ___(Tn) apretado contra él toda la noche. Dormitó y luego despertó para encontrar la pierna de ella sobre la suya, su brazo sobre su pecho, su mano sobre su cadera. Parecía que la señorita Beck era una durmiente inquieta.
Había sido de lo más incómodo… y de lo más perturbador. Ella era muchas cosas para él: mimada, inconstante, egoísta, pero a pesar de todo, no podía negar que físicamente se sentía muy atraído hacia ella. Él no había tenido relaciones significativas en mucho tiempo. Solamente una vez había estado a punto de comprometerse y eso había ocurrido muchos años antes, cuando estaba en la universidad y no conocía nada mejor.
Una vez que escogió su trabajo, todo eso cambió. No había lugar en su vida para compromisos con ninguna mujer. Cuando todo estaba dicho y hecho, incluso la más liberada de ellas quería una casa en el campo con una valla blanca, cuando todo lo que él deseaba era la libertad de irse y cubrir cualquier noticia que surgiera que fuera actual y vital.
Las mujeres y su trabajo simplemente no se mezclaban y, aunque lo hiciera, ___(Tn) Beck sería la última mujer que él elegiría. Si estuviera buscando a una mujer, lo que no hacía, sería a alguien con sustancia, alguien con un propósito, alguien que se preocupara por algo más que por su última manicura. Él se imaginaba a ___(Tn) de pie, con las manos en las caderas, exigiendo que regresaran a los senderos.
«Maleducada. Princesita consentida…» pensó. Entonces aquella imagen fue sustituida por la que tenía impresa en su mente de forma indeleble: ___(Tn) en la bañera burbujeante de agua caliente, con el rostro fulgurante por el éxtasis.
Joseph recogió la pala y empezó a trabajar de nuevo. Con una fuerza nacida de la frustración, cavó profundamente en la espesa nieve. Quizá a él no le gustara ___(Tn), pero estaba seguro como un demonio de que no podía negar que deseaba hacer el amor con ella.
Ese era definitivamente su problema más acuciante. En ese momento estaba claro para él, aunque no para ella, que era probable que tuviera que pasar otra noche, quizá dos, juntos. Le molestaba no saber cómo enfrentarse a ese problema. Él que siempre se había enorgullecido de su autocontrol, parecía tener muy poco cuando se trataba de ___(Tn).
Una carga de leña estaba amontonada a varios metros de distancia de la cabaña. Después de musitar una oración de agradecimiento, Joseph procedió a examinar el perímetro de la cabaña para ver qué más podía encontrar. Un depósito grande de gas propano estaba protegido contra la pared trasera. El medidor casi se registraba vacío, pero casi, no totalmente. Joseph dio la vuelta a la perilla y escuchó el siseo del gas entrando en la tubería. Supuso que el calentador de gas estaba al otro lado de la pared, detrás de la escalera de caracol. Imaginó que al menos podrían disfrutar de agua caliente y usar la cocina.
Cogió un montón de leña y regresó hasta la puerta del frente. Dejó la carga y regresó a por más, varias veces. Luego abrió la puerta y metió una brazada de leña; lo brusco de su entrada sorprendió a ___(Tn).
-¡Oh! -Exclamó la joven llevándose una mano a la boca.
Joseph se apresuró a ir hacia ella.
-¿Qué ha sucedido?
-Yo… estaba haciendo el café. Trataba de hacer el café… Me sorprendiste y me quemé la mano.
-Déjame ver —dijo Joseph, tomó su mano derecha. La palma estaba roja e inflamada-. Vamos.
___(Tn) lo siguió; no tenía alternativa. Él tiraba de su mano, junto con el resto de ella, hacia la puerta de la cabaña.
-¿Qué…?
-El frío es el mejor remedio para una quemadura -le dijo con un tono que no admitía réplica.
-No está tan mal…
Él le metió la mano en el montón de nieve más cercano.
Se quedaron juntos, inclinados sobre el montón de nieve mientras Joseph sostenía la muñeca derecha de ___(Tn). Grandes copos de nieve caían sobre ellos. Durante un largo rato permanecieron en silencio; ___(Tn) miraba hacia un lado y Joseph hacia el otro y ambos, de forma desesperada, trataban de evitar el contacto de sus miradas.
No podía ser. ___(Tn) cambió su peso de un pie al otro y, en el proceso, resbaló. Ella extendió la mano hacia él y de forma automática el brazo de Joseph se disparó para sujetarla por detrás. Él la atrajo hacia su cuerpo para apoyarla y la cabeza de ella cayó hacia atrás, contra su hombro.
Sus ojos se encontraron. Joseph la miraba y gimió por dentro. Ella estaba nerviosa y él podía sentir su cuerpo tembloroso contra el suyo. Sus ojos marrones estaban muy abiertos y el rubor de sus mejillas sólo aumentaba su atracción. Resultaba tan tentadora como un bombón. Y sólo Dios sabía que pasar las horas acostado junto a ella en la oscuridad había sido para él como el dulce tormento del infierno.
Todas las imágenes que Joseph tenía de ella, todas las ideas preconcebidas de lo que ___(Tn) era, se desvanecieron en el aire frío como el vaho de su aliento. Su mirada se centró en su boca. Sus labios estaban entreabiertos. La invitación estaba allí, lo supiera ella o no. Sin pensar en las consecuencias, sin ningún pensamiento coherente, Joseph bajó su cabeza hasta la suya.
El pánico invadió a ___(Tn). ¡Él iba a besarla! ¿Quería ella que lo hiciera? No había tiempo para tomar decisiones, ya que en milésimas de segundo sus labios estarían sobre los de ella. Podía sentir su cálido aliento mezclarse con el suyo propio. Su estómago se contrajo y una espiral de calor bajó hasta el centro de su ser.
-Yo… creo que ya estoy bien ahora -dijo y las palabras casi se perdieron en su boca.
-¿Eh?
-Mi mano –dijo-. Ya está bien ahora.
Joseph la miró durante largo rato y luego parpadeó en un intento, aunque sin éxito, de recordar en primer lugar qué era lo que estaba haciendo. Entonces lo recordó todo y sacó la mano de ella del montón de nieve para examinarla. Se dijo que ella tenía razón. Lo rojizo estaba en ese momento sonrosado y la inflamación había desaparecido. Miró de nuevo su rostro levantado hacia él. La cautela había regresado y dio gracias a Dios por eso. ¿Qué le había sucedido? ¡Había estado a punto de besarla!
Sacudió la cabeza y se retiró de ella. Joseph Jonas se había dejado llevar por una fuerza desconocida sobre la que no había tenido ningún control. ¿Quién lo creería? Jack se habría reído con ganas y ninguna persona que lo conociera lo hubiera creído, y mucho menos él mismo.
-Te estás congelando -dijo Joseph y por primera vez se dio cuenta de que ella sólo llevaba puesto el suéter-. Vamos.
Abrió la puerta y la empujó hacia dentro. Su mirada recorrió el cuarto con rapidez. Su «cama» estaba bien hecha y el fuego estaba ardiendo. La olla culpable que había derramado estaba sobre el borde de la chimenea. Así que ella no era tan inútil como él pensaba… Marcó un tanto para Su Alteza y se volvió hacia ella.
-Hay un depósito de gas propano allí detrás que probablemente sea suficiente para suministrarnos agua caliente y, si somos cuidadosos… -señaló la cocina-… para cocinar, pero no para calentar el ambiente. Me temo que tendremos que conformarnos con la chimenea.
-Somos afortunados de tener tanto -dijo Alex.
-Tienes razón.
Joseph fue hasta la chimenea y revisó lo que ella había hecho. Salía vapor de la olla y ante el aroma del café se le hacía la boca agua. Sumergió un tazón que sacó lleno de café de la olla y le dio un trago. Dejando aparte los granos, que no podían evitarse, estaba bueno ¡muy bueno! Disimuló su sorpresa.
-¿Cómo está? -Le preguntó ella, que se encontraba cerca.
-No está mal -respondió y concentró su atención en la taza en lugar del rostro de ella.
En ese momento no podía mirarla, no se atrevía por temor a que ella viera lo que había en sus ojos. «¿Y qué hay en tus ojos, Jonas?» se preguntó. ¿Respeto? ¿Deseo? ¿Temor? Un poco de cada uno, sin lugar a dudas, se contestó.
___(Tn) se movió hacia Joseph con cautela. Se arrodilló junto a él, sumergió un tazón en la olla y se sirvió algo de café, todo sin apartar los ojos de su rostro serio.
No podía entenderlo. Había algo en él que la turbaba. Él era reservado y durante la mayor parte del tiempo completamente intratable y, sin embargo en algunas ocasiones lo había sorprendido mirándola con la más extraña expresión en el rostro… como si sintiera dolor.
Quizá en esas ocasiones él estuviera pensando en su pierna y no en ella, aunque no podía estar segura. Sólo sabía que sus instintos nunca se equivocaban y que en ese momento le decían que había mucho más en ese hombre que lo que sus ojos veían.
Aquí la última parte del tercer capítulo. Espero que les guste. Un beso y gracias por sus comentarios. Ciao♥
Karely Jonatika
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
Woww!! Me encanto el capii ,diguelaa!!!
Muero x mas ACCIONN!!!
SIGUELAA PORFISS!! Y PODRIAS HACER UN MARATON??? :) SI SI SI PORFISS!!
MUERO X SABER Q SIGUEE
AMO COMO ESCRIBES!!
ATT: TU FIEL LECTORA!!
Muero x mas ACCIONN!!!
SIGUELAA PORFISS!! Y PODRIAS HACER UN MARATON??? :) SI SI SI PORFISS!!
MUERO X SABER Q SIGUEE
AMO COMO ESCRIBES!!
ATT: TU FIEL LECTORA!!
Yhosdaly
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
Ahora subo capítulo Yhosdaly(: gracias por todas tus firmas, subire el capítulo entero en lugar de dividirlo en dos partes. Ciao♥
Karely Jonatika
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
♥Karely Jonatika♥☼ escribió:Ahora subo capítulo Yhosdaly(: gracias por todas tus firmas, subire el capítulo entero en lugar de dividirlo en dos partes. Ciao♥
graciass!!! pero seguro?? y asi lo espero? :/
Yhosdaly
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
♥Capítulo Cuatro♥
-¿Por qué no te gusto?
La mano de Joseph se inmovilizó justo cuando el tazón llegaba a sus labios. Tomó un gran trago de café y la espió por encima del borde durante un rato.
-¿Qué te hace pensar que no me gustas?
-En principio, tu actitud -le dijo ella y procedió a sentarse estilo yoga frente a él-. Desde el principio te has mostrado muy hostil.
-¿Hostil?
-Molesto, como si la avalancha hubiera sido culpa mía.
-No fue culpa de nadie. Si parezco molesto es porque se supone que debería estar a bordo de un avión rumbo a África -revisó su reloj-, justo en este mismo momento.
-¿África? ¡Qué maravillosas vacaciones!
-No, es más bien trabajo.
-¿Qué es lo que haces? -Le preguntó y tomó un trago de café.
-Escribo.
Se dijo que parecía lo más cercano a la verdad, porque escribía el texto de sus fotografías. ___(Tn) sonreía.
-Un escritor. Eso lo explica.
-¿Explica qué?
Ella lo señaló.
-Esa apariencia desaliñada que tienes.
-¿Desaliñado? ¿Yo voy desaliñado?
-Bueno no exactamente desaliñado, no descuidado, sino… desordenado.
-Desordenado… -de alguna forma a él le pareció que había un cumplido en algún lado si conseguía hurgar lo suficiente.
-Sí, irreverente. Como si no te importara lo que la gente pensase de ti. Un tipo independiente.
-¿Y eso es bueno?
-Me gusta -dijo ___(Tn) y se encogió de hombros.
-¿Sí, por qué?
-Oh, no lo sé. La mayoría de los hombres se aprovecharían de una situación como ésta. Tratarían de impresionarme y todo eso.
-¿Los hombres hacen eso contigo?
-Constantemente.
-¿Muchos hombres?
___(Tn) entornó los ojos. Él se estaba adentrando en el territorio de los rumores y ella no estaba segura de sí le gustaba la dirección que tomaba la conversación…
-Suficientes.
-¿Cuántos es «suficiente»? -Preguntó Joseph. A su vez, se preguntó a sí mismo por qué insistía en ese asunto cuando él ya sabía más de eso de lo que le hubiera gustado saber.
-¿Es que no lees los periódicos? ¡Miles!
Ella estaba irritada y eso era bueno, o al menos eso le pareció a Joseph.
-Yo nunca he conocido a nadie que haya tenido miles de amantes.
-Yo conozco a cientos.
-Cientos y miles. Vaya, vaya, señorita Beck, has andado por ahí ¿no?
-Algo.
-Y me pregunto qué es lo que se siente -le preguntó de forma casi retórica.
___(Tn) ya había tenido suficiente. Se levantó y echó las últimas gotas de su café al fuego. El líquido siseó al hacer contacto con las llamas, casi tanto como su temperamento ante esa ridícula conversación. Él era como todos los demás. Interesado únicamente por lo exterior y no por la personalidad. Bueno ¿y qué habría esperado?
-Mi experiencia con los hombres en general es que ellos son codiciosos, hambrientos de hacer dinero, que sólo se preocupan por satisfacer lo que consideran que son sus dos más importantes necesidades humanas, y sucede que ambas están localizadas por debajo de sus cinturas… sus bolsillos y sus…
Joseph comprendió.
-Me lo imagino.
Se enfrentaban el uno al otro, se estudiaban, tratando de decidir si terminaban con eso o proseguían. Joseph había lanzado la carnada. Por alguna razón primitiva deseaba oírla decir las palabras, quería saberlo todo sobre su chocante vida sexual de sus propios labios… de aquellos sensacionales y llenos labios que él simplemente deseaba devorar.
-Tregua -dijo él y le tendió la mano-. Después de todo, yo no soy uno de ellos. Eso lo dijiste tú misma.
-Tú todavía eres un hombre -dijo ___(Tn) y se negó a estrechar su mano.
Joseph se estiró y tomó su mano a pesar de su renuencia. Él le dio la vuelta y estudió su palma; luego, con delicadeza, le acarició la suave piel con movimientos lentos y circulares, mientras la miraba.
-Sí, lo soy.
Lo dijo suavemente; su voz era tan tierna como la caricia de sus dedos sobre su mano. La joven se dijo que Joseph era un hombre, sí, pero diferente a los que ella conocía. Un hombre exigente, uno que había excitado su interés cuando nadie antes ni siquiera había rozado la superficie.
El silencio era ensordecedor. ___(Tn) se apartó y caminó al otro lado. Necesitaba espacio y no lo encontraba. Se volvió hacia Joseph con la espalda apoyada contra la puerta.
-Fijemos algunas reglas, señor Jonas.
-Joseph.
-Entonces, Joseph. Parece que vamos a estar atrapados aquí por algún tiempo. Quizá un día o quizá más. Cualquiera que sea el caso, quiero que sepas que lo que se ha escrito sobre mí, la mayoría de las veces, es falso.
-¿La mayoría?
-Sí. Los periódicos siempre tienen un granito de verdad en sus historias, algo que las justifique, pero la realidad es que todo lo demás es inventado.
-¿Quieres que yo crea que no has tenido miles de amantes? -Dijo sonriente.
___(Tn) no le devolvió la burlona sonrisa.
-No me importa qué es lo que creas. Yo sólo quiero estar segura de que comprendas que no soy un juego fácil mientras nos encontremos en esta situación.
Joseph levantó las cejas; por mucho que lo hubiera intentado, jamás habría podido borrar la sonrisa de su rostro.
-¿Debo entender que yo no debo insinuarme?
___(Tn) vaciló y luego asintió.
-Sí, creo que eso es lo que trataba de decir.
-Bueno, no preocupes a tu hermosa cabeza con eso, corazoncito. Yo tengo menos interés aún que tú en insinuarme -él mismo se sorprendió al notar la facilidad con que le salió esa mentira.
___(Tn) sintió que sus mejillas enrojecían. ¿Quién se creía que era él para hablarle de esa forma? No importaba, ella no se pondría a su nivel.
-Está bien, señor Jonas.
-Joseph -volvió a decir.
-Está bien para mí, Joseph -repitió ella.
-Bien -apretó las manos para controlarse. Lo que en realidad deseaba era borrar esa expresión de seguridad de su rostro… con un beso-. Ahora que hemos quitado eso del camino ¿qué me dices si buscamos algo de comer por ahí?
-¿Comer? -No podía creer que él pudiera pensar en comida en ese momento.
-Sí, me muero de hambre. Tú también debes de estar hambrienta. ¿Cuándo fue la última vez que comiste?
-Pues no sé. ¿Ayer por la mañana?
Joseph buscaba en los armarios.
-¡Tan… tan! -Sostenía en alto dos latas de sopa de fideos y sonreía ampliamente-. ¡Un festín!
«¡Dios, sí que es apuesto!» pensó Alex. Pensó en Justin Farrell y en su truncada boda. No sentía ningún remordimiento sobre la cancelación de la boda y sin embargo, dentro de ella, sentía tristeza y nostalgia por una vida plena que le parecía inalcanzable. Sin importar cuántas veces ella pensara lo contrario, lo quería todo.
Joseph abrió las latas de sopa y vació el contenido en otro cazo que encontró en el armario situado debajo del fregadero. Añadió agua, la revolvió y fue hacia la cocina. El cuarto no tardó en llenarse con el aroma de la sopa de pollo. El estómago de ___(Tn) empezó a gruñir y se acercó a la fuente de tan tentador olor. Joseph le sonreía sobre su hombro mientras completaba su tarea. Puso el cazo sobre la mesa y una cuchara al otro lado.
-¡Adelante! -Le dijo.
Ella se quedó con la boca abierta al verlo comer de la olla.
-¿No vas a servir la sopa?
-¿Servirla dónde? -Le preguntó.
-En platos.
-¿Para qué?
-Porque estás comiendo de la olla.
-¿Y?
-Bueno… es que… eso no se hace.
-¿No se hace? -Soltó una carcajada-. Debes de estar bromeando. Mira a tu alrededor, ___(Tn). Esto no es el Ritz y yo no soy un maldito mayordomo -levantó la cuchara y se la pasó-. Toma. Sírvete antes de que me lo termine todo.
Ella tomó la cuchara y él siguió comiendo. Aunque se encontraba increíblemente molesta con él, su estómago no tenía tal problema. Joseph la miró y sonrió, con la boca llena de sopa de fideos. «El muy granuja», pensó y, sin embargo, dio un paso hacia adelante y se sentó frente a él.
Reacia, hundió su cuchara en la sopa y la probó. Estaba buena, tan buena que la boca se le empezó a hacer agua por la expectación. Estaba hambrienta y hasta el momento en que probó la sopa, no se había dado cuenta de cuánto. Sin más estímulo, metió la cuchara en el cazo con fuerza vengativa.
Sus cucharas entraron en duelo por los últimos fideos. Joseph dejó de comer y puso su cuchara sobre la mesa. ___(Tn) también se detuvo para ver qué hacía él.
-Vamos -le dijo Joseph-. Termínala.
-¿Estás seguro? -Le preguntó.
-Sí, estoy seguro -le dijo.
Ella parecía una niña hambrienta que volvía a casa de la escuela, lista para comerse un ansiado refrigerio. Él la observaba comer mientras bebía y se llenaba de ella con los ojos. Cuando ___(Tn) terminó, lo miró y sonrió. Sin pensarlo, él se inclinó para quitarle un pedacito de fideo de los labios.
Cuando su dedo continuó rozando su labio inferior, la sonrisa de ___(Tn) desapareció con lentitud. Ella estaba hipnotizada por sus ojos ardientes y por el roce de su calloso dedo. Su contacto permanecía mucho después de que lo que él intentara limpiar hubiera desaparecido. Ella no retrocedió porque no podía. Él la retenía con un cierto tipo de fuerza invisible; se sentía tan atrapada como un animal bajó las luces de un camión.
El estómago no tan lleno de Joseph se retorció al mirar los ojos castaños de ella, levemente entornados. ¡Señor! Aquella mujer le hacía cosas con esa mirada de bienvenida de las que ni siquiera tenía conciencia. «Error», se dijo de repente.
Joseph retiró la mano, empujó su silla y se levantó. Buscó en los armarios y encontró un tazón limpio, que llevó a la mesa. Levantó la olla y vertió el caldo frío en el tazón y luego lo colocó con rudeza ante ___(Tn). Algo del contenido se derramó hacia los lados y sobre el mantel.
-La sopa, Su Alteza -le dijo y se alejó.
Quizá fue lo que él dijo o la forma en que lo dijo, porque de pronto y de forma irracional, ___(Tn) sintió que la sangre le subía al rostro con tal fuerza que si hubiera tenido puesto un corcho, habría explotado. Cogió el tazón que goteaba y lanzó el contenido directamente hacia Joseph. Le cayó justo en la mitad de la cabeza, pecho y hombros. Se encogió cuando el caldo lo golpeó; luego se quedó inmóvil como una piedra cuando el líquido le empapó la tela de la camisa de cuadros y goteó hasta la punta de sus dedos.
Entonces volvió el rostro hacia ella.
La furia que había en sus ojos era algo digno de contemplar. Era poderosa y amenazante; el corazón de ___(Tn) palpitaba con fuerza por el temor, aunque se sentía increíblemente excitada. Empujó la silla y se levantó despacio. Se movió hacia Joseph como si un poderoso rayo emanara de él y la ordenara acercarse y se apoyó en la mesa. Joseph clavó su mirada en la de ella y entonces asió sus hombros y la atrajo hacia sí con una sacudida que la hizo castañetear los dientes.
-¿Por qué rayos has hecho eso? -Rugió él.
Su voz profunda y áspera, pero a alto volumen, hizo que el estómago de la joven se encogiera de pavor. ___(Tn) no le respondió porque no podía. No tenía idea de por qué había hecho tal cosa. A ella le había costado años aprender a controlar su explosivo genio. Era por completo inusual en ella no pensar antes de actuar y, sin embargo, de forma impulsiva había replicado a su burla. Desconocía el motivo. Sabía lo que él pensaba de ella; era lo mismo que pensaban todos y, sin embargo, mientras le parecía correcto que los otros obraran así, no quería que él la considerara una inútil, frívola y maleducada.
-¿Y bien? -Le preguntó de nuevo.
Ella estaba arrepentida y deseaba decir algo que lo hiciera comprender por qué lo había atacado; en cambio, levantó una mano hasta su mejilla. Con el suave y sutil toque, limpió la humedad de su rostro. La forma en que Joseph le apretaba los hombros se suavizó hasta el punto de acariciarla. ___(Tn) levantó la otra mano y con las dos acunó su rostro.
-Lo siento -dijo en voz muy baja.
Sus palabras cayeron sobre él como agua fría. Joseph empezó a temblar por dentro. Ella lo volvía loco. Frío, caliente, frío, caliente. No podía aguantar mucho más, aunque sólo estuviera sucediendo en su mente. ¿Era así? ¿Era él el único que sentía esas sensaciones? ¿O era ese discurso de «fuera manos» simplemente una trampa? ¿Libraba ella también su propia batalla?
Él tenía que descubrirlo.
Joseph la atrajo hacia sí. Cuando sus cuerpos se tocaron, él se detuvo y la miró, dándole la oportunidad de retirarse. ___(Tn) no lo hizo y despacio, con infinito cuidado, Joseph inclinó la cabeza y rozó con su boca la de ella. Era suave, cálida y sus labios sabían a cielo.
Él profundizó el beso y después cerró los ojos al mundo para entrar en uno nuevo, más peligroso que cualquiera de sus viajes. Él le abrió los labios con la lengua y ella lo dejó entrar al abrir su boca en silenciosa invitación. Joseph no perdió el tiempo en aceptar la invitación. Su lengua se introdujo en la boca de ella, jugó con la suya, la saboreó y probó que estaba viva.
___(Tn) escuchó un gemido y comprendió que había salido de su propia garganta. ¡Ella nunca había besado así antes! La boca de él había conquistado por completo la suya y su lengua no había dejado espacio sin tocar. Era un beso de lo más voraz, un beso de lo más intimidante que podía imaginar. Sus rodillas se debilitaron y se apoyó en aquellos amplios hombros, que no le fallaron; enterró sus dedos en la tela de su camisa, en silenciosa gratitud por su fuerza.
Joseph estaba perdido. El mundo giraba en su cabeza, daba vueltas y vueltas, sin control. Apretó el cuerpo de ella contra el suyo y sintió que ella se derretía y alimentaba su dura excitación. Si ésa era la batalla que tenía que luchar, la derrota era inminente.
Cuando ella envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo apretó contra sí, Joseph sintió que los dedos de ella se deslizaban por su cabello, a la altura de su nuca. ¿Era ésa la mujer que le había marcado límites? Tenía una forma curiosa de demostrarlo y quizá todo fuera un juego para ella. Estaba acostumbrada a jugar a esos juegos con los hombres.
Joseph interrumpió el beso. La expresión aturdida de la joven era reflejo de la suya. Los cuerpos estaban casi pegados y ambos se movieron pero no se separaron. Joseph parpadeó para volver a la realidad y entonces la perdió cuando su mirada se centró en sus labios ligeramente entreabiertos. Luchó contra el impulso de volver a besarla… una y otra vez.
Miró el cuarto y centró su mirada en el colchón y el fuego ardiente. Sería tan fácil guiarla hacia esa escena perfecta… Le desabrocharía el sostén y cuando la tocara, ella se estremecería con una necesidad tan poderosa y urgente como la suya propia.
Ella ya se estremecía, pero él había vuelto a la realidad y comprendió que todavía estaban parados junto a la mesa, abrazados. El rostro de ella estaba oculto sobre su pecho y sus hombros subían y bajaban. ¿Lloraba? Él se inclinó para mirarla.
No. Se estaba riendo.
-¿Dónde está la gracia? -Preguntó con su sentido del humor maltrecho.
___(Tn) lo miraba.
-Tú –dijo-. Hueles a sopa de pollo.
-¿Y de quién es la culpa?
-Ya te dije que lo siento —ella se retiró de él, poco preparada para hacer comentarios sobre los efectos de ese beso-, pero tú me provocaste.
-Supongo que entonces es culpa mía.
-No, yo acepto la plena y total responsabilidad. No debí dejar que lo que alguien pensara de mí me afectara. La mayoría de las veces no me afecta, pero en esta ocasión… -levantó los hombros.
-¿En esta ocasión?
-Me llegó. Creo que estaba nerviosa. ¿Por qué lo hiciste?
-¿Hice qué?
-Besarme. Dijiste que no tenías interés en mí.
-Parecía como si quisieras que yo te besara.
___(Tn) sacudió la cabeza.
-No quería.
-Sí y tú también me besaste.
___(Tn) se mordió el labio. Había notado que ella hacía eso a menudo cuando pensaba en algo. Deseaba que no lo hiciera porque cada vez que lo hacía, lo encendía. Su labio inferior era tan lleno, tan apetecible… ___(Tn) lo miraba a los ojos.
-Lo hice, ¿verdad? -Dijo más para sí misma que para él-. Quítate la camisa.
-¿Perdón?
-Que te quites la camisa para lavarla en el fregadero…
Joseph vaciló y luego obedeció. ___(Tn) lo observaba mientras se desabrochaba cada botón con deliberada lentitud. ¿Estaba tratando de tentarla? La camisa azul de franela colgaba abierta y revelaba una ajustada camiseta de color gris, que cubría un pecho muy musculoso. Él se desabrochó los puños y se quitó la camisa para entregársela.
___(Tn) dio un paso hacia él y la tomó sin tocarlo. Se volvió y la sostuvo en alto al caminar hacia el fregadero. Al abrir el grifo, su aroma la asaltó. Se dijo que eso era algo insano, la locura. Allí estaba ella, atrapada en ese lugar desconocido, con un hombre que ni siquiera estaba segura de que le gustaba, tan inesperado como una aparición del cielo. Y sin embargo experimentaba ante él una sensación que nunca había experimentado.
Deseo.
Nunca fue una palabra usual en su vocabulario. Ella la usaba con poca frecuencia y sólo para exagerar algo que ella deseara. Desear a un hombre conjuraba todo tipo de gloriosas posibilidades. Lo sabía todo sobre ellos, pero contrariamente a la opinión pública, no de primera mano. Seguramente había bastantes hombres que afirmaban haber tenido relaciones con ella, pero mentían.
Cuando sucedió por primera vez y vio a su anterior admirador pontificar en un programa de chismes de la televisión, se había sentido abatida. Incluso llamó a ese mequetrefe para quejarse. Él se rió y la llamó «aguafiestas». ¿A quién le importaba que ella no se hubiera rendido a él? Todos sabían que se había entregado a todos los demás.
Después de eso, se protegió más. Sólo se citaba con gente que le habían presentado y sólo iba a lugares muy públicos con ellos. Ni un solo hombre se quedó lo suficiente para raspar bajo la superficie de ___(Tn) Beck. Todo lo que veían era su largo cabello de color miel rojiza, su estupendo cuerpo y su cuantioso dinero.
Así que cuando todo estuvo dicho y hecho, ___(Tn) Beck continuaba siendo virgen. «La última virgen americana», según ella suponía y la parte irónica del asunto era que nadie la creería y que la única forma de probarlo era perderla. Eso significaba encontrar a la única persona digna de saber la verdad. El problema era que no existía tal hombre y con los años se iba tornando más exigente. A los veinticinco años creía firmemente que el día nunca llegaría.
Levantó la camisa del fregadero y empezó a escurrirla. Lanzó un vistazo por encima del hombro y vio a Joseph sentado en el suelo mirando al fuego. ¿Estaba pensando en ella y en el beso que habían compartido? Había sido poderoso y voraz y su reacción probablemente había ayudado a reforzar la opinión que él tenía de ella como «mujer fácil». Su corazón se encogió al pensarlo porque no quería que él pensara eso de ella y, lo que era peor no sabía por qué.
-Hecho -le dijo y levantó la camisa húmeda para su inspección.
-Gracias -le dijo sin volverse.
___(Tn) llevó la camisa hasta el fuego. Tiró de una silla para acercarla y colgó la camisa sobre el respaldo.
-¿Es todo lo que tienes que decir? Ni siquiera la has mirado. ¿Ves? No ha quedado ni una mancha.
Joseph se volvió hacia ella. Parecía demoníaco allí sentado, en el suelo, frente al fuego, con un reflejo de las llamas bailando en sus ojos. Era positivamente el más fabuloso hombre que ella hubiera visto en su vida. ¿O empezaba a atraerla más y más conforme pasaba el tiempo? ¿Podía un hombre apoderarse de una mujer?, se preguntaba.
-La camisa tiene un aspecto estupendo, ___(Tn) -dijo con voz velada-. Sin ninguna duda, eres una mujer de mucho talento.
La mano de Joseph se inmovilizó justo cuando el tazón llegaba a sus labios. Tomó un gran trago de café y la espió por encima del borde durante un rato.
-¿Qué te hace pensar que no me gustas?
-En principio, tu actitud -le dijo ella y procedió a sentarse estilo yoga frente a él-. Desde el principio te has mostrado muy hostil.
-¿Hostil?
-Molesto, como si la avalancha hubiera sido culpa mía.
-No fue culpa de nadie. Si parezco molesto es porque se supone que debería estar a bordo de un avión rumbo a África -revisó su reloj-, justo en este mismo momento.
-¿África? ¡Qué maravillosas vacaciones!
-No, es más bien trabajo.
-¿Qué es lo que haces? -Le preguntó y tomó un trago de café.
-Escribo.
Se dijo que parecía lo más cercano a la verdad, porque escribía el texto de sus fotografías. ___(Tn) sonreía.
-Un escritor. Eso lo explica.
-¿Explica qué?
Ella lo señaló.
-Esa apariencia desaliñada que tienes.
-¿Desaliñado? ¿Yo voy desaliñado?
-Bueno no exactamente desaliñado, no descuidado, sino… desordenado.
-Desordenado… -de alguna forma a él le pareció que había un cumplido en algún lado si conseguía hurgar lo suficiente.
-Sí, irreverente. Como si no te importara lo que la gente pensase de ti. Un tipo independiente.
-¿Y eso es bueno?
-Me gusta -dijo ___(Tn) y se encogió de hombros.
-¿Sí, por qué?
-Oh, no lo sé. La mayoría de los hombres se aprovecharían de una situación como ésta. Tratarían de impresionarme y todo eso.
-¿Los hombres hacen eso contigo?
-Constantemente.
-¿Muchos hombres?
___(Tn) entornó los ojos. Él se estaba adentrando en el territorio de los rumores y ella no estaba segura de sí le gustaba la dirección que tomaba la conversación…
-Suficientes.
-¿Cuántos es «suficiente»? -Preguntó Joseph. A su vez, se preguntó a sí mismo por qué insistía en ese asunto cuando él ya sabía más de eso de lo que le hubiera gustado saber.
-¿Es que no lees los periódicos? ¡Miles!
Ella estaba irritada y eso era bueno, o al menos eso le pareció a Joseph.
-Yo nunca he conocido a nadie que haya tenido miles de amantes.
-Yo conozco a cientos.
-Cientos y miles. Vaya, vaya, señorita Beck, has andado por ahí ¿no?
-Algo.
-Y me pregunto qué es lo que se siente -le preguntó de forma casi retórica.
___(Tn) ya había tenido suficiente. Se levantó y echó las últimas gotas de su café al fuego. El líquido siseó al hacer contacto con las llamas, casi tanto como su temperamento ante esa ridícula conversación. Él era como todos los demás. Interesado únicamente por lo exterior y no por la personalidad. Bueno ¿y qué habría esperado?
-Mi experiencia con los hombres en general es que ellos son codiciosos, hambrientos de hacer dinero, que sólo se preocupan por satisfacer lo que consideran que son sus dos más importantes necesidades humanas, y sucede que ambas están localizadas por debajo de sus cinturas… sus bolsillos y sus…
Joseph comprendió.
-Me lo imagino.
Se enfrentaban el uno al otro, se estudiaban, tratando de decidir si terminaban con eso o proseguían. Joseph había lanzado la carnada. Por alguna razón primitiva deseaba oírla decir las palabras, quería saberlo todo sobre su chocante vida sexual de sus propios labios… de aquellos sensacionales y llenos labios que él simplemente deseaba devorar.
-Tregua -dijo él y le tendió la mano-. Después de todo, yo no soy uno de ellos. Eso lo dijiste tú misma.
-Tú todavía eres un hombre -dijo ___(Tn) y se negó a estrechar su mano.
Joseph se estiró y tomó su mano a pesar de su renuencia. Él le dio la vuelta y estudió su palma; luego, con delicadeza, le acarició la suave piel con movimientos lentos y circulares, mientras la miraba.
-Sí, lo soy.
Lo dijo suavemente; su voz era tan tierna como la caricia de sus dedos sobre su mano. La joven se dijo que Joseph era un hombre, sí, pero diferente a los que ella conocía. Un hombre exigente, uno que había excitado su interés cuando nadie antes ni siquiera había rozado la superficie.
El silencio era ensordecedor. ___(Tn) se apartó y caminó al otro lado. Necesitaba espacio y no lo encontraba. Se volvió hacia Joseph con la espalda apoyada contra la puerta.
-Fijemos algunas reglas, señor Jonas.
-Joseph.
-Entonces, Joseph. Parece que vamos a estar atrapados aquí por algún tiempo. Quizá un día o quizá más. Cualquiera que sea el caso, quiero que sepas que lo que se ha escrito sobre mí, la mayoría de las veces, es falso.
-¿La mayoría?
-Sí. Los periódicos siempre tienen un granito de verdad en sus historias, algo que las justifique, pero la realidad es que todo lo demás es inventado.
-¿Quieres que yo crea que no has tenido miles de amantes? -Dijo sonriente.
___(Tn) no le devolvió la burlona sonrisa.
-No me importa qué es lo que creas. Yo sólo quiero estar segura de que comprendas que no soy un juego fácil mientras nos encontremos en esta situación.
Joseph levantó las cejas; por mucho que lo hubiera intentado, jamás habría podido borrar la sonrisa de su rostro.
-¿Debo entender que yo no debo insinuarme?
___(Tn) vaciló y luego asintió.
-Sí, creo que eso es lo que trataba de decir.
-Bueno, no preocupes a tu hermosa cabeza con eso, corazoncito. Yo tengo menos interés aún que tú en insinuarme -él mismo se sorprendió al notar la facilidad con que le salió esa mentira.
___(Tn) sintió que sus mejillas enrojecían. ¿Quién se creía que era él para hablarle de esa forma? No importaba, ella no se pondría a su nivel.
-Está bien, señor Jonas.
-Joseph -volvió a decir.
-Está bien para mí, Joseph -repitió ella.
-Bien -apretó las manos para controlarse. Lo que en realidad deseaba era borrar esa expresión de seguridad de su rostro… con un beso-. Ahora que hemos quitado eso del camino ¿qué me dices si buscamos algo de comer por ahí?
-¿Comer? -No podía creer que él pudiera pensar en comida en ese momento.
-Sí, me muero de hambre. Tú también debes de estar hambrienta. ¿Cuándo fue la última vez que comiste?
-Pues no sé. ¿Ayer por la mañana?
Joseph buscaba en los armarios.
-¡Tan… tan! -Sostenía en alto dos latas de sopa de fideos y sonreía ampliamente-. ¡Un festín!
«¡Dios, sí que es apuesto!» pensó Alex. Pensó en Justin Farrell y en su truncada boda. No sentía ningún remordimiento sobre la cancelación de la boda y sin embargo, dentro de ella, sentía tristeza y nostalgia por una vida plena que le parecía inalcanzable. Sin importar cuántas veces ella pensara lo contrario, lo quería todo.
Joseph abrió las latas de sopa y vació el contenido en otro cazo que encontró en el armario situado debajo del fregadero. Añadió agua, la revolvió y fue hacia la cocina. El cuarto no tardó en llenarse con el aroma de la sopa de pollo. El estómago de ___(Tn) empezó a gruñir y se acercó a la fuente de tan tentador olor. Joseph le sonreía sobre su hombro mientras completaba su tarea. Puso el cazo sobre la mesa y una cuchara al otro lado.
-¡Adelante! -Le dijo.
Ella se quedó con la boca abierta al verlo comer de la olla.
-¿No vas a servir la sopa?
-¿Servirla dónde? -Le preguntó.
-En platos.
-¿Para qué?
-Porque estás comiendo de la olla.
-¿Y?
-Bueno… es que… eso no se hace.
-¿No se hace? -Soltó una carcajada-. Debes de estar bromeando. Mira a tu alrededor, ___(Tn). Esto no es el Ritz y yo no soy un maldito mayordomo -levantó la cuchara y se la pasó-. Toma. Sírvete antes de que me lo termine todo.
Ella tomó la cuchara y él siguió comiendo. Aunque se encontraba increíblemente molesta con él, su estómago no tenía tal problema. Joseph la miró y sonrió, con la boca llena de sopa de fideos. «El muy granuja», pensó y, sin embargo, dio un paso hacia adelante y se sentó frente a él.
Reacia, hundió su cuchara en la sopa y la probó. Estaba buena, tan buena que la boca se le empezó a hacer agua por la expectación. Estaba hambrienta y hasta el momento en que probó la sopa, no se había dado cuenta de cuánto. Sin más estímulo, metió la cuchara en el cazo con fuerza vengativa.
Sus cucharas entraron en duelo por los últimos fideos. Joseph dejó de comer y puso su cuchara sobre la mesa. ___(Tn) también se detuvo para ver qué hacía él.
-Vamos -le dijo Joseph-. Termínala.
-¿Estás seguro? -Le preguntó.
-Sí, estoy seguro -le dijo.
Ella parecía una niña hambrienta que volvía a casa de la escuela, lista para comerse un ansiado refrigerio. Él la observaba comer mientras bebía y se llenaba de ella con los ojos. Cuando ___(Tn) terminó, lo miró y sonrió. Sin pensarlo, él se inclinó para quitarle un pedacito de fideo de los labios.
Cuando su dedo continuó rozando su labio inferior, la sonrisa de ___(Tn) desapareció con lentitud. Ella estaba hipnotizada por sus ojos ardientes y por el roce de su calloso dedo. Su contacto permanecía mucho después de que lo que él intentara limpiar hubiera desaparecido. Ella no retrocedió porque no podía. Él la retenía con un cierto tipo de fuerza invisible; se sentía tan atrapada como un animal bajó las luces de un camión.
El estómago no tan lleno de Joseph se retorció al mirar los ojos castaños de ella, levemente entornados. ¡Señor! Aquella mujer le hacía cosas con esa mirada de bienvenida de las que ni siquiera tenía conciencia. «Error», se dijo de repente.
Joseph retiró la mano, empujó su silla y se levantó. Buscó en los armarios y encontró un tazón limpio, que llevó a la mesa. Levantó la olla y vertió el caldo frío en el tazón y luego lo colocó con rudeza ante ___(Tn). Algo del contenido se derramó hacia los lados y sobre el mantel.
-La sopa, Su Alteza -le dijo y se alejó.
Quizá fue lo que él dijo o la forma en que lo dijo, porque de pronto y de forma irracional, ___(Tn) sintió que la sangre le subía al rostro con tal fuerza que si hubiera tenido puesto un corcho, habría explotado. Cogió el tazón que goteaba y lanzó el contenido directamente hacia Joseph. Le cayó justo en la mitad de la cabeza, pecho y hombros. Se encogió cuando el caldo lo golpeó; luego se quedó inmóvil como una piedra cuando el líquido le empapó la tela de la camisa de cuadros y goteó hasta la punta de sus dedos.
Entonces volvió el rostro hacia ella.
La furia que había en sus ojos era algo digno de contemplar. Era poderosa y amenazante; el corazón de ___(Tn) palpitaba con fuerza por el temor, aunque se sentía increíblemente excitada. Empujó la silla y se levantó despacio. Se movió hacia Joseph como si un poderoso rayo emanara de él y la ordenara acercarse y se apoyó en la mesa. Joseph clavó su mirada en la de ella y entonces asió sus hombros y la atrajo hacia sí con una sacudida que la hizo castañetear los dientes.
-¿Por qué rayos has hecho eso? -Rugió él.
Su voz profunda y áspera, pero a alto volumen, hizo que el estómago de la joven se encogiera de pavor. ___(Tn) no le respondió porque no podía. No tenía idea de por qué había hecho tal cosa. A ella le había costado años aprender a controlar su explosivo genio. Era por completo inusual en ella no pensar antes de actuar y, sin embargo, de forma impulsiva había replicado a su burla. Desconocía el motivo. Sabía lo que él pensaba de ella; era lo mismo que pensaban todos y, sin embargo, mientras le parecía correcto que los otros obraran así, no quería que él la considerara una inútil, frívola y maleducada.
-¿Y bien? -Le preguntó de nuevo.
Ella estaba arrepentida y deseaba decir algo que lo hiciera comprender por qué lo había atacado; en cambio, levantó una mano hasta su mejilla. Con el suave y sutil toque, limpió la humedad de su rostro. La forma en que Joseph le apretaba los hombros se suavizó hasta el punto de acariciarla. ___(Tn) levantó la otra mano y con las dos acunó su rostro.
-Lo siento -dijo en voz muy baja.
Sus palabras cayeron sobre él como agua fría. Joseph empezó a temblar por dentro. Ella lo volvía loco. Frío, caliente, frío, caliente. No podía aguantar mucho más, aunque sólo estuviera sucediendo en su mente. ¿Era así? ¿Era él el único que sentía esas sensaciones? ¿O era ese discurso de «fuera manos» simplemente una trampa? ¿Libraba ella también su propia batalla?
Él tenía que descubrirlo.
Joseph la atrajo hacia sí. Cuando sus cuerpos se tocaron, él se detuvo y la miró, dándole la oportunidad de retirarse. ___(Tn) no lo hizo y despacio, con infinito cuidado, Joseph inclinó la cabeza y rozó con su boca la de ella. Era suave, cálida y sus labios sabían a cielo.
Él profundizó el beso y después cerró los ojos al mundo para entrar en uno nuevo, más peligroso que cualquiera de sus viajes. Él le abrió los labios con la lengua y ella lo dejó entrar al abrir su boca en silenciosa invitación. Joseph no perdió el tiempo en aceptar la invitación. Su lengua se introdujo en la boca de ella, jugó con la suya, la saboreó y probó que estaba viva.
___(Tn) escuchó un gemido y comprendió que había salido de su propia garganta. ¡Ella nunca había besado así antes! La boca de él había conquistado por completo la suya y su lengua no había dejado espacio sin tocar. Era un beso de lo más voraz, un beso de lo más intimidante que podía imaginar. Sus rodillas se debilitaron y se apoyó en aquellos amplios hombros, que no le fallaron; enterró sus dedos en la tela de su camisa, en silenciosa gratitud por su fuerza.
Joseph estaba perdido. El mundo giraba en su cabeza, daba vueltas y vueltas, sin control. Apretó el cuerpo de ella contra el suyo y sintió que ella se derretía y alimentaba su dura excitación. Si ésa era la batalla que tenía que luchar, la derrota era inminente.
Cuando ella envolvió los brazos alrededor de su cuello y lo apretó contra sí, Joseph sintió que los dedos de ella se deslizaban por su cabello, a la altura de su nuca. ¿Era ésa la mujer que le había marcado límites? Tenía una forma curiosa de demostrarlo y quizá todo fuera un juego para ella. Estaba acostumbrada a jugar a esos juegos con los hombres.
Joseph interrumpió el beso. La expresión aturdida de la joven era reflejo de la suya. Los cuerpos estaban casi pegados y ambos se movieron pero no se separaron. Joseph parpadeó para volver a la realidad y entonces la perdió cuando su mirada se centró en sus labios ligeramente entreabiertos. Luchó contra el impulso de volver a besarla… una y otra vez.
Miró el cuarto y centró su mirada en el colchón y el fuego ardiente. Sería tan fácil guiarla hacia esa escena perfecta… Le desabrocharía el sostén y cuando la tocara, ella se estremecería con una necesidad tan poderosa y urgente como la suya propia.
Ella ya se estremecía, pero él había vuelto a la realidad y comprendió que todavía estaban parados junto a la mesa, abrazados. El rostro de ella estaba oculto sobre su pecho y sus hombros subían y bajaban. ¿Lloraba? Él se inclinó para mirarla.
No. Se estaba riendo.
-¿Dónde está la gracia? -Preguntó con su sentido del humor maltrecho.
___(Tn) lo miraba.
-Tú –dijo-. Hueles a sopa de pollo.
-¿Y de quién es la culpa?
-Ya te dije que lo siento —ella se retiró de él, poco preparada para hacer comentarios sobre los efectos de ese beso-, pero tú me provocaste.
-Supongo que entonces es culpa mía.
-No, yo acepto la plena y total responsabilidad. No debí dejar que lo que alguien pensara de mí me afectara. La mayoría de las veces no me afecta, pero en esta ocasión… -levantó los hombros.
-¿En esta ocasión?
-Me llegó. Creo que estaba nerviosa. ¿Por qué lo hiciste?
-¿Hice qué?
-Besarme. Dijiste que no tenías interés en mí.
-Parecía como si quisieras que yo te besara.
___(Tn) sacudió la cabeza.
-No quería.
-Sí y tú también me besaste.
___(Tn) se mordió el labio. Había notado que ella hacía eso a menudo cuando pensaba en algo. Deseaba que no lo hiciera porque cada vez que lo hacía, lo encendía. Su labio inferior era tan lleno, tan apetecible… ___(Tn) lo miraba a los ojos.
-Lo hice, ¿verdad? -Dijo más para sí misma que para él-. Quítate la camisa.
-¿Perdón?
-Que te quites la camisa para lavarla en el fregadero…
Joseph vaciló y luego obedeció. ___(Tn) lo observaba mientras se desabrochaba cada botón con deliberada lentitud. ¿Estaba tratando de tentarla? La camisa azul de franela colgaba abierta y revelaba una ajustada camiseta de color gris, que cubría un pecho muy musculoso. Él se desabrochó los puños y se quitó la camisa para entregársela.
___(Tn) dio un paso hacia él y la tomó sin tocarlo. Se volvió y la sostuvo en alto al caminar hacia el fregadero. Al abrir el grifo, su aroma la asaltó. Se dijo que eso era algo insano, la locura. Allí estaba ella, atrapada en ese lugar desconocido, con un hombre que ni siquiera estaba segura de que le gustaba, tan inesperado como una aparición del cielo. Y sin embargo experimentaba ante él una sensación que nunca había experimentado.
Deseo.
Nunca fue una palabra usual en su vocabulario. Ella la usaba con poca frecuencia y sólo para exagerar algo que ella deseara. Desear a un hombre conjuraba todo tipo de gloriosas posibilidades. Lo sabía todo sobre ellos, pero contrariamente a la opinión pública, no de primera mano. Seguramente había bastantes hombres que afirmaban haber tenido relaciones con ella, pero mentían.
Cuando sucedió por primera vez y vio a su anterior admirador pontificar en un programa de chismes de la televisión, se había sentido abatida. Incluso llamó a ese mequetrefe para quejarse. Él se rió y la llamó «aguafiestas». ¿A quién le importaba que ella no se hubiera rendido a él? Todos sabían que se había entregado a todos los demás.
Después de eso, se protegió más. Sólo se citaba con gente que le habían presentado y sólo iba a lugares muy públicos con ellos. Ni un solo hombre se quedó lo suficiente para raspar bajo la superficie de ___(Tn) Beck. Todo lo que veían era su largo cabello de color miel rojiza, su estupendo cuerpo y su cuantioso dinero.
Así que cuando todo estuvo dicho y hecho, ___(Tn) Beck continuaba siendo virgen. «La última virgen americana», según ella suponía y la parte irónica del asunto era que nadie la creería y que la única forma de probarlo era perderla. Eso significaba encontrar a la única persona digna de saber la verdad. El problema era que no existía tal hombre y con los años se iba tornando más exigente. A los veinticinco años creía firmemente que el día nunca llegaría.
Levantó la camisa del fregadero y empezó a escurrirla. Lanzó un vistazo por encima del hombro y vio a Joseph sentado en el suelo mirando al fuego. ¿Estaba pensando en ella y en el beso que habían compartido? Había sido poderoso y voraz y su reacción probablemente había ayudado a reforzar la opinión que él tenía de ella como «mujer fácil». Su corazón se encogió al pensarlo porque no quería que él pensara eso de ella y, lo que era peor no sabía por qué.
-Hecho -le dijo y levantó la camisa húmeda para su inspección.
-Gracias -le dijo sin volverse.
___(Tn) llevó la camisa hasta el fuego. Tiró de una silla para acercarla y colgó la camisa sobre el respaldo.
-¿Es todo lo que tienes que decir? Ni siquiera la has mirado. ¿Ves? No ha quedado ni una mancha.
Joseph se volvió hacia ella. Parecía demoníaco allí sentado, en el suelo, frente al fuego, con un reflejo de las llamas bailando en sus ojos. Era positivamente el más fabuloso hombre que ella hubiera visto en su vida. ¿O empezaba a atraerla más y más conforme pasaba el tiempo? ¿Podía un hombre apoderarse de una mujer?, se preguntaba.
-La camisa tiene un aspecto estupendo, ___(Tn) -dijo con voz velada-. Sin ninguna duda, eres una mujer de mucho talento.
Listo(: Un beso. Ciao♥
Karely Jonatika
Re: "Una Niña Rica" (Joe&Tu) [TERMINADA]
Quiiero mass!!!!!!! :(
siguelaaa porffisss1!! me encanta sta novee!!
siguelaaaa
siguelaaaaa
att: tu megaa fiel lectora!!!
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siguelaaaa
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Yhosdaly
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