The Punk Muffins Tour.

A la mañana siguiente de lo que fue un viaje tedioso y largo, el tan alegre Ricky Montana estaba feliz por un incontable (contable, en realidad) numero de cosas. Primero, estaban en Texas que era su hogar. Segundo, se sentía más parte del tour que nunca porque había dejado de ser un grupo de adolescentes para pasar a ser un grupo de muchos amigos, al menos para él. Tercero, no tenía grandes cosas por las cuales preocuparse, y así sucesivamente.

Se despertó esa mañana con singulares ganas de esparcir su optimismo por el mundo, se había sentado y observado que el tour se ponía pesado al pasar el tiempo. Porque no bastaba con poder tener a tu familia en la gira contigo, si no que a veces simplemente extrañas las cosas más simples de la vida. Tu cama, tu lugar favorito en la mesa, tu propio horario para dormir una siesta, no lavarse lo dientes... ese tipo de detalles que hace a un hogar.

Mientras intentaba muy en vano arreglar su cabello (el cual en cualquier momento harían una junta de firmas para poder cortarlo), pensó en enseñarle a jugar a las cartas a Tessa. Porque ella le ganaba en las damas, en el ajedrez, incluso cuando jugaban al FIFA, y ya queria ganarle en algo (de la manera más amistosa posible).

— ¡Dobro jutro, kći! —saludo al acercarse a ella, casi gritando.
— Dobro jutro, Ricky —le contesto Tessa. A kilómetros se podía notar sus ánimos bajos.
— ¿Que sucede, kći? —le pregunto Ricky tomándola de la mano —. Tessa, si no me dice me veré obligado a hacer un escándalo aquí mismo.
— Creo que no sirvo para esto —le contesto, como si fuera una niña a la cual le revelaron el viejo truco de un mago.

Ricky paso el dorso de la mano por su frente para acomodar el sombrero que yacía en su cabeza y le sonrió. Y si hay algo que él sabía hacer, era levantar el animo (o al menos morir en el intento).

— Hablamos de esto, tienes una voz espectacular y nada a que temer.
— No tiene que ver con eso —le dijo—. Bueno, en parte. No creo servir para ser famosa.
— Mira Tessa, eso es una glupost, me encantaría decirte que la vida de una estrella —muy a pesar de que yo no lo fuera— es fácil, pero lamentablemente es algo con lo que debes relacionarte.
— Pero, ¿que sucede si no se que decir? ¿Si me confundo las palabras o me olvido algo importante? —Tessa se tapo la ara con desesperación, y empezó a andar en círculos por el lugar—. Por Dios, Ricky, ¿que sucede si me preguntan algo y contesto mal y lo confunden todo? Y si... ¡AAAH! ¡SERA UN DESASTRE!

Y mientras Tessa gritaba y agitaba los brazos por todo el lugar, Ricky pensó: ‹‹ bueno, al menos esta vez no esta llorando como cuando tenia que subir al escenario, progresamos ›› y vio que la muchacha yacía en el suelo.

— Kći —le hablo al volver a la realidad y le dio una patadita a Tessa, tirada en la alfombra—, lo peor que puede pasar es que un dinosaurio te orine encima.
— Pero los dinosaurios ya no existen.
— Exactamente, ¿lo vez? nada esta tan fatal como lo planteas —Tessa no se rio—. Bueno, debes de estar fatal porque mi estúpidas conclusiones sobre dinosaurios son las mejores del mundo.
— Quiero que un dinosaurio me saque la cabeza en cada entrevista que tengo —contesto la chica desde el piso.
— Vaya, lo veo dificil —dijo Ricky resoplando.
— En realidad, tengo ensayo vocal.

Tessa se sentó y apoyo las manos en sus rodillas.

— ¿Con la loca de Delaware? —pregunto Ricky.
— No le digas así —puntualizo—, solo es exigente.
— Te hace tomar té de jengibre, Tessa —hizo una muesca de asco—. Esta loca.
— ¿Lo ves? Por eso deberías conocerla mejor y estoy segura que a la larga podrían caerse bien. Y casarse y tener hijos y llamar a una de sus niñas "Tessa" para recordar el amor que nació entre ustedes gracias a mi.

Ricky suspiro. Aunque Tessa lo decía medio en broma, sabía que internamente su intención era juntarlos. A pesar de las indicaciones de que eso no pasaría - porque si alguien los conocía a ambos sabían que eran agua y aceite. Y que no se soportaban entre ellos.

— Aja, conectarme con Delaware. Genial. De paso iré a ponerme desnudo en el vaticano y empezare a gritar que Alá es grande, porque esta totalmente en mi lista de cosas por hacer suicidarme luego de acercarme a ella.
— Algún día me darás la razon.
— Estas chiflada kći, de verdad.
— Hey —dijo Tessa sonriendo—, nunca me dijiste que significaba kći en croata.

Antes de que pudiera decir algo, llamaron a Tessa y tuvo que marcharse.


— Me arrastraras al infierno contigo, Margo —dijo Arabella.

La chica movió su cabello con un toque de superioridad, a sus pies estaba una mochila que solo contenía grabadoras, cámaras y micrófonos. Margo y la joven Allman estaban escabulléndose, a pesar de que las dos no tenían por que hacerlo ya que las dos poseían permiso para deambular por el tour. Aunque claro, se suponía que era de manera privada - pero Margo tomaba la privacidad, la hacía una bola de papel y la tiraba a la basura.

Estaban arrastrando el pesado bolso por todos lados, como si su vida dependiera de ello.

— Las mejores cosas pasan detrás de escena —señalo, con mucha seriedad—. Y nosotras solo debemos ofrecer lo mejor.
— A pesar de que Marc sea mi hermano —puntualizo Arabella—, creo que esto es invasión a la privacidad.
— ¿Y que quieres hacer entonces? —preguntó—. ¿Solo sentarte y preguntarles como fue su día?
— No pretendo ofenderte, Margo —respondió la otra chica a su lado, aun estaban tirando cada una de las cuerdas de la mochila—, pero ese es nuestro trabajo despues de todo. Informar sobre la vida de ellos.
— Oh Arabella, dulce Arabella —comenzó la castaña soltando la cuerda y cayendo al piso,estaban de pie frente a la entrada—. Las personas que nos leen, no espera un momento, sus fans. Ellos esperan cosas importantes, sucesos transcendentales. Estúpidos dramas que alimenten sus mentes adolescentes. Por eso, considero parte de nuestro trabajo, como buenas vlogglers, darles lo que quieren.
— ¿Mentiras?

Margo hizo una pausa y inspiro aire con firmeza.

— No —resoplo—. Decoramos la verdad, eso es todo.

Ambas, un poco cansadas de traer a gatas todo el equipo, se sentaron en el suelo. Margo no se arrepentía de sus palabras, ella no gano su lugar en el palacio de la internet arrepintiéndose de las cosas que decía, y no lo haría ahora por (lo que ella consideraba) otra estupida banda.

— Te estas juntando mucho con Nikola —volvio a decir—, esa niña no comprende el delicioso saber del escándalo.
— Es un chico —le corrigió Arabella.
— Como sea —se levanto, poniendo de pie frente a la pequeña Allman—. Y esa chica Jackie, tambien es muy blanda. Aunque me agrada, pero nosotras Ara —dijo apuntándole con la mano—. Nosotras tenemos potencial.
— No quiero ser mala —dijo, Margo hazlo una ceja—. No porque tu lo seas, quiero decir, ser tan cruda.
— Es necesario —contesto.

De pronto una chica (que según sabía era la asistente de los manager de tpmt) apareció. Le sonrió a Arabella, luego ojeo una especie de libreta que tenia en sus manos.

— ¿Vienes? —pregunto, mirándola a Margo. La castaña antes de partir le guiño un ojo a su amiga y se fue, preparada para hacer trizas con sus preguntas.


― Mi teoría es ―comenzó Tristan, muy bien desparramado sobre los sillones que poseía el bus―, que Rob en realidad es Blake en el futuro, y viajo en el tiempo.
― No, no ―continuo Kenzo― Blake es el hijo no reconocido de Rob.

Adam lanzo una fuerte risa, por su parte Blake siguió vagando por su celular. El autobús estaba inmóvil en el estacionamiento y por fuera, se escuchaban los gritos de jovencitas hormonales esperando por ellos.

― Soy tu tío, pequeño idiota ―dijo el hombre, que estaba apoyado contra lo que sería el baño. Kenzo puso los ojos en blanco―. Y dejen de tontear, se supone que tienen cosas que hacer.
― ¿Podemos salir de aquí? ―pregunto su sobrino.
― ¿Escuchan eso? ―hizo silencio por unos segundos y las chicas parecían golpear el automóvil, los cuatro pasaron a mirarlo a él―. El que salga es carne fresca en una manada de leones hambrientos.
― Me aburro ―espeto Blake.
― La planta a hablado ―anuncio Tristan, y luego se incorporo―. Rob, cuéntanos algo sobre tu vida. Ábrete a la banda.
― Si ―añadió Adam―, vamos.
― ¿Me ven cara de guardería? ―pregunto irónicamente, y luego prosiguió―. Ademas no tengo nada que decirles que les interese.
― Cuéntales de Museum ―interrumpió Kenzo.
― No.
― ¿Que es Museum? ―pregunto Tristan.
― Es una buena historia ―insistia su sobrino.
― No.
― ¿Que es Museum? ―repitió Adam.
― Vamos, te encanta esa anécdota.
― Kenzo, basta.
― ¡Di de una jodida vez que es Museum! ―exclamo Blake, y todos lo miraron.

Rob no tuvo más opción. Sacudiendo su cabeza en modo de negación, se hizo espacio en el sillón. Kenzo sonrió con satisfacción, mientras que el resto de los chicos lo miraban esperando a que dijera algo de una vez. Suspiro.

― Museum era una banda que tenía cuando rondaba más o menos por su edad ―comenzó―. Con mis mejores amigos, o al menos eran mis mejores amigos en su momento. Eramos buenos, vale admitir. Mi puesto era ser el guitarrista principal, realmente queríamos hacer algo serio. Teníamos un mini fans club en nuestra ciudad natal y estábamos a punto de que nos notara alguna importante discográfica.
― ¿Y que paso? ―pregunto Tristan, acomodado con su pera en sus rodillas.
― Bueno, cosas de la vida ―prosiguió, buscado archivos en su memoria―. Por mi parte, deje embarazada a mi novia ―los jóvenes (menos Kenzo) parecían sorprendidos―. Y los demás tambien tenían sus asuntos, así que nos separamos y así termine. Diez años despues, divorciado. Me fui a vivir con mi hermana y aqui estoy.
― Pero sigues de todos modos ―dijo Kenzo―, siempre te digo eso.
― Si Rob ―añadió Adam―, mientras no nos succiones la juventud, sigues siendo genial.
― Saben algo ―los interrumpió el chico de cabello colorido―, aun no le pusimos apodo a nuestro Robert.
― No soy una mascota ―repuso con el ceño fruncido.
― Pero es necesario ―prosiguió―, ahora veamos: Big Rob, o Robbie Rob, Rabbit Rob...
― Joder ―dijo él, casi para si mismo―. Menudo año.


― ¿Me pediste ayuda porque amas mi presencia, no es así Ziggy? ―pregunto Otelo haciendo ojitos.
― No ―contesto―. Solo eres lo suficientemente tonto para hacer lo que te digo sin tener que decírtelo dos veces.
― Algun día veras que mi amabilidad es la formula de que caigas a mis pies.
― Vas a romper algo, ten cuidado.
― De acuerdo ―le contesto Otelo.

Cinco minutos despues, había desenredado los cables a la perfeccionan. Tal vez sonaba algo estúpido decirlo, pero Otelo parecía haber nacido para esto, si: desenredar cosas, acomodar otras, llevar y traer. Porque podía ser un poco tonto y podía intentar tirarse hasta a los arboles, y sobre todo conjugaba mal los verbos en ingles; pero es un chico servicial.  

― Eh, Otelo ―dijo Ziggy―, gracias.
― Estoy a tu disponabilidad.
― ¿Que?
― Disponesablidad - ugh, disponu
― Disponibilidad ―le corrigió Ziggy con una sonrisa.
― Si, lo siento. Mi ingles esta en proceso de aprendizaje.
― Pero lo haces muy bien ―comento―, ¿quien te enseño?
― Vee ―le contesto, aun tenia la cinta de los cables jugando en sus manos.
― Oh, ya veo, ¿es tu novia?
― ¿Coquetería contigo si lo fuera? ―se rio.
― Espero que no ―contesto Ziggy, a lo cual empezó a cruzarse de brazos―. Ahora eres libre. Gracias, de nuevo.


Margo tomo asiento frente a The Punk Muffins y las miradas se cruzaron como lanzas prendidas fuego. No era un dato desconocido, el saber que dichosa chica como Margo tenia una afición por la banda (o más bien, por los chismes de la misma). Y era algo que había surgido de manera natural, así como el desagrado entre ellos.

Muchos fans de ellos la odiaban, otros a pesar de todo la adoraban. A pesar de no tener muy buena fama, Margo nunca bajo los niveles sobre lo que escribía, decia y/o publicaba sobre ellos. Incluso los fandoms habían pedido que no la dejaran entrar al tour, así no molestaría a las demás bandas y cantantes del mismo. Pero Margo era más ambiciosa que todo aquello. Ademas, su vlog tenia repercusión y muchos querían aparecer en él, aunque hablara miserias.  

― Encantada de volver a verlos, muchachos ―dijo con falsa simpatía.
― Creí que aquella petición si había fusionado y no estarías aquí ―escupió verbalmente Dexter hacía ella.
― Dex, la calvicie es inevitable, ¿te lo han dicho? ―le contesto, el chico puso los ojos en blanco.

Margo saco su flamante teléfono celular, y busco entre las notas. Luego, se preparo para su ataque.

― Rainbow ―empezó mirando a la muchacha―, ¿que se siente ser una de las mujeres más influyentes de este año?
― ¿Lo soy? ―la miro extrañada―, wow. Bien, no tenia idea.
― ¿Acaso no lees lo que tus fans te escriben?
― No dijo eso ―interrumpió Marc.
― No estoy hablando contigo ahora, humpy dumpy.
― Solo no lo sabía ―se defendió Rainbow.
― Excusas, claro ―volteo hacia el baterista―. Jason, ¿algo que compartir con nosotros?
― Ehm...
― Deja de manipular lo que decimos, niña loca.
― No me hables así, Allman.
― ¿Y que harás? ―pregunto prepotente―, ¿inventaras otra vez que tengo un hijo perdido por el mundo o que mi familia no me quiere? No me interesa.
― No te metas conmigo.
― Tu ―la señalo con firmeza―. No te metas con nosotros. Vives de las idioteces que inventas sobre lo que hacemos.
― No invento nada, transmito lo que oigo ―río Margo―. ¿Crees que me importan tanto? Digo, aun no publique nada sobre el rollo  de "Mainbow" y las confabulaciones que circulan en las redes sociales.
― Eso empezó y termino como un chiste interno, no es real y lo sabes.
― ¿Ah sí? ¿Por que, Marc? ¿Rainbow no es suficientemente buena para decirle al mundo que es tu novia?
― Cállate.
― Porque oí sobre Tessa, pero todos andan hablando de tu y Rainbow. “Marc y Rainbow aquí” “Marc y Rainbow allá” ¿Que te parece, eh? Son una bomba. Sumemos el drama de groupies que anda alrededor de Dexter y oh, Jason el niño que se esta rebelando.
― No conviertas un chistes en una gran cosa ―objeto el baterista. A Dexter prácticamente le temblaba la vena del cuello.
― Veremos los vlogs mañana, “Mainbow, la pareja que se oculta del mundo ¿por que sera?, ¿que ocultan?, ¿acaso estan involucrado terceros?”
― Me cansaste ―le corto el habla Marc―, y se termino la entrevista, puede irte.

Margo vio como la seguridad estaba esperando para que ella saliera, pero antes de dar un paso más les sonrió de una manera macabra.

― No subestimen el poder de una chica en internet, Muffins.



― Una vez más, mi niña. Casi tienes la nota ―la alentaba Delaware, estaban en la parte trasera del bus.
― Podría hacerlo cuando lleguemos. Te prometo que lo haré diez veces mejor ―le propuso Tessa.
― Si, pero habrías perdido este valioso tiempo sin hacer nada. Ademas haz tomado tu té, suenas como terciopelo.
― Bueno...
― Practicar no te matara.
― Lo se ―le contesto Tessa.

Otra vez, la cálida voz de muchacha inundo el autobús. Delaware la miraba con admiración, con aquella misma admiración del día en que Tessa había adicionado para The X Factor. Etapa a etapa, hasta que se consagro ganadora. Si, así se sentia el orgullo. Orgullo del bueno, claro.

― Pero ―la interrumpió, alzando una mano al aire―, falta algo.

La muchacha se sentó con clara frustración en su rostro. A su vez, Delaware se puso de pie. Le encantaba aclarar cosas estando de pie.

― ¿Recuerdas aquel chico en el concurso, que canto la misma cancion que tú? Y claro, antes de ti. Así que tuviste que subir y patearle las posaderas.
― Defying Gravity, si ―asintió Tessa.
― Esa noche tocaste el cielo con tu nota más alta. Y le ganaste y no solo le pateaste las posaderas a él, si no a todos.
― Pero ese día tenia algo que ganar, y ahora ya no.

Delaware tomo asiento junto a Tessa, paso su mano por el cabello de la chica dejándolo detrás de su oreja.

― Mi niña ―la llamo, ese apodo que había adoptado desde el día uno en que se conocieron―, siempre debes buscar algo por lo cual querer ganar. Aunque no haya nada, inventalo.  
― Lo dices porque eres una genio ―dijo Tessa, a lo que la mujer río despacio.
― Por eso y porque siempre tengo razon ―se puso de pie rápidamente―, siempre. Ahora levántate, el mundo es una posadera gigante que debemos patear.


― Te compadezco ―hablo Monica―. No puedo ayudar a una, y tu ayudas a cuatro.
― No seas tan dramática ―río Brazil a su lado―. Es cuestión de tenacidad, Mo.
― Renunciaría a veces. La señora Kravitz es una profesional en gritar desde otras habitaciones y perdí más y más café, como si viviera de eso. Aunque Chelsie es buena onda conmigo, y Tessa es una excelente amiga. Pero me estreso.

Monica había soñado más de una vez con ser ella la elegida. La que se subía al escenario y tenia a miles de personas gritando su nombre. Pero volviendo a su realidad, las cosas no eran así. Y se hacía lo que se podía.

― Tal vez necesitas un novio ―añadió su amiga a su lado, en un tono muy casual.
― ¿De aquí?, ¿el tour? También me depilares las cejas con cinta adhesiva, Brazil. Por favor.
― ¡Oye! ―se quejo―. No todos son tan malos.
― ¿Y donde esta tu chico, hm? ―pregunto Monica, golpeando despacio su hombro.
― Hablamos sobre ti, yo soy una historia diferente.
― Ya lo vez ―suspiro―. No estamos tan mal, con novios estaríamos peor.
― Amen.


Brezee disfrutaba de su trabajo cada día de su vida, despertaba con una sonrisa en su rostro y mil ideas rodando por su cabeza. Ser la vestuarista de Greenless, no solo les había dado un estilo único si no que tambien, la había hecho una chicas más sociable de lo que solía ser. Y eso, la llenaba de felicidad.

Hace unas semanas, ella y Ryder se habían llevado demasiado bien (aunque si Ryder hacía eso con todas, Brezee no lo notaba) y eso le causaba sentimientos que describía, simbólicamente, como mariposas en el estomago. Se habia jurado no dejarse llevar por las emociones, pero su corazon de azúcar siempre le ganaba a su cerebro.

― Brez ―dijo el chico Rosenstock detrás de ella―. Hueles a bien, como a flores.
― Gracias ―le contesto―, tu tambien hueles am, ¿bien?
― Acabamos de tocar, es Texas y no hay aire acondicionado. Sumándole que soy baterista, lo acepto. Mi aroma no es de rosas.

La joven rio. Todo lo que Ryder decía le causa una risa y rubor en su mejillas. Trataba de evitarlo pero era demasiado obvia. Lo único que queria era que Ryder no lo notara, o al menos si lo hacia, no huyera de ella.

― Las pobres camisetas que eligió con tanto amor ―bromeo―, bañadas en sudor.
― Creo que sera mejor que solo me ponga pantalones y toque sin nada arriba, ¿que opinas?

Oh no, el rojo intenso atacaba su rostro.

― Era un chiste ―se auto contesto el chico―. Iré con los demás, ¿vienes?
― En unos segundo, debo juntar unas cosas.
― De acuerdo.

Media vuelta y el muchacho había partido con el resto de la banda. Brezee se dedico a juntar unas chaquetas que, a pesar de no ser de los chicos de Greenless, sentia la necesidad de hacerlo por los demás.

― Típico ―dijo una voz detrás de ella, que la hizo dar un salto―, dejas al torpe chico de seguridad por el chico lindo de la banda.
― Ronald, casi me matas de un susto.
― ¿Eso es un sí? ―pregunto.
― ¿Que cosa?
― Lo que dije antes.
― Ah ―pensó―, no. No es así, porque yo no te deje. Porque no eramos nada.
― Pudimos ser novios.
― Pudimos si ―se movió a un lado de él―, pero los secretos que ocultas de mi lo han impedido.


― Literalmente ―dijo Otelo.
― ¿Que?
― Literalmente estamos sobre el escenario.

Su amiga miro hacía abajo, al igual que lo hacia él. Se veían las luces y las personas saltando, pero sobre todo se oía a The Punk Muffins tocando con todo, como lo hacían en cada concierto que daban. Ya era una de las ultimas tres canciones, indicando que la noche terminaría pronto y todos ellos deberían volver a dormir para otro día en el tour.

Otelo se tiro hacía atrás, estaban subidos con Vee en una especie de piso colgante por encima del escenario, pero no lo suficiente como para que ellos sean vistos.

― Me alegra haberte convencido para venir conmigo ―le dijo el chico.
― Creo que fui yo la que te convenció ―le contesto Vee.
― Cincuenta y cincuenta ―apunto él―. No hubiera venido hasta aquí, cruzando el oceano, sin mi mejor amiga.
― Lo se Otty ―Vee se recostó a su lado―. Oh no, ¿que sería de ti sin mi?
― Un idiota sin su otra media naranja idiota en el mundo.