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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Capítulo 8
«Siéntete sexy». Aún la obsesionaba la idea mientras bajaba en las escaleras metálicas desde el piso de maquillaje hasta la primera planta. Allí se detuvo, pensó y trazó un plan. Hasta el momento mágico en que empezara a sentirse sexy por dentro, ¿cómo iba a progresar con Nick? Encontró las escaleras mecánicas de subida y fue a la octava planta, entrando en otro mundo de fantasía de árboles muy decorados en el que todo estaba a la venta, árboles y adornos. Y allí, colgando en el umbral de una puerta, había una bola de muérdago.
Unos minutos más tarde, poseía su propia bola. Era dueña de algo salido de Bergdorf's por lo que había pagado ella.
En cuanto cruzó la puerta de la suite, descubrió que Nick y ella también tenían un árbol de navidad. Era uno diminuto, vivo, metido en una maceta de terracota, y alguien lo había colocado sobre la pequeña mesa redonda que podían usar para cenar si alguna vez cenaran allí. Dio por hecho que se trataba de un regalo de cortesía del St. Regis hasta que vio la tarjeta.
De una amiga, ponía. Espero que todos tus deseos de navidad se hagan realidad.
Con tristeza, pensó que probablemente era de una de las mujeres de Nick. Pero olía bien. Los árboles de su madre no olían nada. Se preguntó qué conclusión sacaría Maybelle del libro de su madre. Lo sabría pronto, porque había descubierto que Maybelle no era una mujer que se callara, y cuanto antes fuera, mejor.
Distribuyó el nuevo maquillaje sobre la encimera de mármol de su cuarto de baño y abrió la caja del muérdago. La bola venía con un colgador propio, así que acercó una silla hasta el arco que conducía a su dormitorio.
Entonces, titubeó, reflexionó un minuto y desarrolló la escena en su cabeza. Parecería demasiado obvio si lo hacía retroceder hasta la puerta de su dormitorio, por lo que decidió arrastrar la silla hasta el arco que llevaba al dormitorio de Nick.
Se veía hermoso ahí arriba, y con el árbol, la suite había adquirido un maravilloso aire navideño.
En ese momento ya podía concentrarse en el caso hasta que Nick regresara. Siempre y cuando pudiera ver a través de las pestañas.
-Los tipos de interés están bajando y yo, personalmente, considero que esta tendencia va a continuar.
-Hmmm -musitó Nick. Esa noche comía mollejas de ternera en un restaurante de la parte baja de la ciudad, Chanterelle, porque la noche anterior las mollejas de ______ habían tenido buen aspecto. Por otro lado, la conversación de Brie no avivaba el fuego.
-Esperamos algunas ofertas nuevas y atractivas de municipios de todo el país. Muy elevadas, Nick, y en tu franja impositiva... -frunció el ceño con aparente preocupación de verdad deberías pensar en invertir ahí.
-Hmmm -empezaba a preguntarse, tal como había hecho con Athena, qué lo había hecho pensar que Brie podría ser la mujer con la que quisiera sentar la cabeza. Era preciosa, aparte de una mujer dedicada a su trabajo, y seria, lo que representaba una cualidad perfecta en una mujer para largo plazo. Pero no había recordado lo seria que era.
-Podría llamar a tu agente de bolsa por la mañana -indicó Brie-. De hecho, me gustaría establecer una relación con tu firma de valores. Todos sus clientes deberían subirse a este caballo ganador y pronto.
-Hardy & White -dijo Nick.
-¿Qué?
-Mi firma de valores en Chicago es Hardy & White. Son tuyos si me dejas irme a casa-. Si no te enfadas cuando te diga que en cuanto acabe la cena he de irme al hotel. El caso empieza a complicarse. Aún no he terminado el trabajo del día.
-Pensé que sólo estabas tomando declaraciones -entrecerró un poco los ojos.
Supuso que ésa era la causa por la que la había incorporado a su lista de posibles esposas. Había mostrado un interés en los asuntos legales.
-Y así es -respondió mientras el camarero se llevaba los platos y les presentaba el menú de los postres-. Pero las pruebas han expuesto algunas ramificaciones, potencialmente complicadas, que...
-Yo tomaré la créme brúlé y un expreso -le dijo Brie al camarero.
-Lo mismo -se apresuró a pedir Nick, porque la boca de ella ya estaba preparada para el siguiente ataque.
-¿Por quién debería preguntar al llamar a Hardy & White?
-Dan Whitcomb. Ahora bien, esas ramificaciones deben abordarse antes de que nos encontremos en una situación de crisis de la que no podamos salir...
-Estoy segura de que podrás encontrar un minuto por la mañana para prepararme el terreno con Dan Whitcomb -dijo ella, escribiendo algo en la pantalla de su agenda.
-Será lo primero que haga -le aseguró con vehemencia. Por una simple llamada de teléfono, podría recuperar su alma y regresar a casa para averiguar qué había estado haciendo ______ esa noche.
Parecía un precio pequeño.
Nick no había querido ir a almorzar con Phoebe Angell ese día, pero ella casi lo había arrinconado. Tampoco había disfrutado de la cita con Brie, pero al menos había tenido una excusa para no «retomarlo donde lo dejamos» con Phoebe, que era lo que ella le había sugerido para esa noche. En su apartamento. No tenía muchas dudas sobre lo que planeaba.
Los dos encuentros poco satisfactorios deberían haberle brindado la oportunidad de quitarse a ______ y sus secretos de la mente, al menos durante un rato, pero habían surtido el efecto contrario. No era la misma persona a la que había conocido en la facultad, y el cambio resultaba perturbador. Mordiéndose el labio, entró en la suite. Se sorprendió al ver las pestañas de _____.
-Hola -saludó, casi tartamudeando. Sentada con aspecto inocente al escritorio, delante de su portátil, ella volvió a mover las pestañas, por dos veces.
-Hola -repuso-. Ninguno de los dos parece ser ave nocturna.
-En todo caso, no ahora. La presión del trabajo, el estrés... -calló, fascinado por la línea azul verdosa bajo los ojos de ella, que incluso podía ver a través de las pestañas inferiores, tan asombrosas como las superiores.
-Mira en la mesa -dijo ella a continuación mientras tecleaba algo-. Alguien te envió un árbol de navidad.
Se acercó al árbol y leyó la tarjeta.
-No sé quién -indicó-. Quizá alguien te lo enviara a ti -ella tenía que saber quién se lo había mandado. Uno de los hombres a los que había estado viendo, o peor, con el único con el que había salido las tres noches que llevaban en Nueva York.
Pareció titubear antes de responderle, y cuando lo hizo, no le ofreció una contestación definitiva.
-Quizá -fue todo lo que dijo-. Sea como fuere, tenemos un árbol.
Había esperado que le dijera «estoy segura de que no».
-Feliz navidad -felicitó al no ocurrírsele otra cosa-. No sé tú, pero mi deseo de Navidad es alcanzar un acuerdo para este caso -«y ganarme tu eterna admiración y sentirme lo bastante hombre como para cortejarte». Se acercó para disfrutar de otra visión de sus pestañas-. ¿En qué trabajas?
-He decidido investigar un poco las fundas de porcelana.
-No te hacen falta fundas -ya casi babeaba. En un esfuerzo por dejar de mirarle las pestañas, la inspeccionó a ella. Se había quitado la chaqueta que hacía juego con sus ojos, y en ese momento llevaba los pantalones ceñidos y el top que se había puesto debajo de la chaqueta. Casi podía ver la sombra provocada por sus pechos. ¿Habría salido con ese tipo, quienquiera que fuera, con esa ropa?
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
-No son para mí -explicó con paciencia. Pestañeó-. Quería saber si la testigo de los demandantes podía blanquearse los dientes.
-¿Qué has averiguado? -le importaba un bledo, pero necesitaba una distracción.
-Nada.
-Eso está bien -lo tenía hipnotizado la diferencia de su aspecto. Cada línea de su rostro parecía más... impresionante, o algo.
-No, Nick, no está bien -se volvió para mirarlo, y esbozó una sonrisa deslumbrante-. Tienes que estar cansado. Quizá sea hora de que nos acostemos.
«Oh, vaya, ¿de verdad lo crees? ¿No piensas que necesitamos conocernos un poco mejor? ¿Compartir primero unos besos? ¿Una o dos citas románticas? De acuerdo, si para ti está bien ahora, por mí no hay problema».
Con gran dificultad, logró salir de su sueño utópico. ______ no había querido decir que se acostaran juntos. Menos mal que se había tomado unos segundos para reflexionar antes de hablar.
Ella se puso de pie.
-Desde luego, si quieres tomar una infusión primero, o un café... -avanzó hacia él. Y Nick retrocedió un paso de forma instintiva.
Su cabello brillaba a la luz de la lámpara. Parecía un poco revuelto, lo que le preocupó, ya que ____ jamás lo tenía revuelto, aunque el lápiz de labios estaba perfecto, lo que lo tranquilizó.
-¿Ha llamado Phoebe para informarnos de los testigos que irán mañana? -lo que de verdad quería saber era el tiempo que llevaba en casa.
-Acabas de perderte su llamada -respondió ______. Movía la boca de forma diferente, más despacio-. La supermamá McGregor Ross consiguió una canguro, de modo que vamos a disponer de nuestros dos testigos -la sonrisa que exhibía se ampliar-. Phoebe pareció decepcionada de no encontrarte aquí.
-En tu imaginación -repuso Nick. Aún no la había llamado al teléfono de su casa que le había dado, y durante el almuerzo ella le había mencionado la omisión.
______ se acercó un poco más.
-No es mi imaginación. Tienes algo.
Él tragó saliva y retrocedió otro paso. Pero ella avanzó. Repitieron esa coreografía un par de ocasiones hasta que se dio cuenta de que lo había hecho retroceder hasta la puerta de su dormitorio. ¿Qué pretendía ella?
_______
lo miró directamente a los ojos. Entreabrió los labios.
-Mira arriba -pidió-. Te he atrapado bajo el muérdago.
-¿Qué muér...? -soltó, pero la súbita presión de la boca de ______- le cortó la palabra. No era más que un beso amistoso, una tradición navideña, entonces, ¿por qué se sintió tan acalorado?
La sintió jadear sobre su boca. Ésa era la señal que había estado esperando. La sangre pasó de temperatura ambiente a hervir en un segundo al experimentar la súbita visión de cómo sería ______ en la cama. Tímida al principio, por una vez sin tomar la iniciativa, aunque tampoco fingiendo que era reacia, para estallar bajo su contacto en calor y llamas, en oro líquido vertiéndose sobre él con una intensidad ardiente.
El sudor rompió en su frente y las rodillas estuvieron a punto de cederle cuando la sangre se precipitó hacia su creciente erección. Apoyó una mano a cada lado de la cara e ella, la mantuvo quieta y se permitió besarla como había anhelado hacerlo, de una forma profunda, cálida y apasionada. Pero quería más, quería sentirla en sus brazos y por ello la rodeó y extendió las manos en la espalda de ella, aplastándole los pechos contra su torso. Luego bajó las manos a la cintura, empujando las deliciosas curvas contra la dura tensión de su cuerpo.
Ni siquiera eso fue suficiente. Quería aferrar ese pequeño trasero, apretarla más contra él, pero cuando las manos comenzaron a descender por la espalda de _______, una voz dijo: «¿Qué diablos estás haciendo?»
No fue la voz de ______, sino una voz dentro de su cabeza. Ella no había solicitado eso de él... sólo un beso inocente bajo el muérdago. A regañadientes, se obligó a soltarla.
Estaba acalorada, con la boca inflamada, los ojos entornados. Nick se preguntó si lo había imaginado o si de verdad los labios de ella se habían aferrado a los suyos hasta el último momento. Lo había imaginado. No encajaba con ______ que no lo instara a parar.
-Vaya -murmuró ella con voz ronca-. Besa a Phoebe Angell de esa forma una vez y no tendremos ningún problema en convencerla de alcanzar un acuerdo.
Lenta, dolorosamente, dejó caer las manos a los lados. ¿Bromeaba o hablaba en serio? Retrocedió, alejándose del muérdago, de la mirada de esos ojos que en una ocasión había considerado fríos y que en ese momento veía como el interior de una sauna.
-No es así como quieres que solucione este caso, ¿verdad?
-No -repuso con expresión inescrutable.
-Bien, porque yo tampoco quiero solucionarlo así -entró en su habitación y cerró la puerta con un clic definitivo. Habría sido... infantil dar un portazo.
______ no podía dormir. Al final se levantó, se puso una práctica bata de viaje, que de pronto odió, y salió de puntillas al salón. Había una mezcla de chocolate caliente en la pequeña cocina. Se prepararía una taza para ver si así conseguía dormir.
Desde donde se hallaba, podía ver la puerta de Nick a través del arco del que colgaba el muérdago. No pudo resistirlo. Los pies se dirigieron hacia esa puerta. Con cuidado, apoyó la oreja contra la superficie. Desde dentro le llegó el ronquido suave que había imaginado en la fantasía con él, el ronquido que vibraría contra su piel desnuda. Un ronquido que la ayudaría a dormir.
El palpitar que sentía entre los muslos se hizo casi insoportable. Se apoyó en la puerta y dejó que ésta la mantuviera erguida mientras lo deseaba con una intensidad de la que no se creía capaz. La puerta se abrió y, con un chillido, cayó en el dormitorio.
La luz se encendió. Él se sentó en la cama y parpadeó con gesto somnoliento.
-¿______? -la miró con ojos apenas abiertos.
-Mmm, sí -se levantó del suelo-. Cielos, lo siento tanto. No podía dormir, así que fui a prepararme un chocolate caliente y...
«Está desnudo bajo las sábanas. Y su habitación es un caos».
-Y tropecé con la banqueta, ya sabes, la pequeña que hay delante del sillón de terciopelo beige -continuó, agrandando la mentira a medida que proseguía-. Temí haberte despertado, así que escuché detrás de la puerta para cerciorarme de que seguías dormido.
Pudo ver que él empezaba a despertarse. La miraba con expresión extraña, incluso mientras se subía la sábana por el pecho.
Probablemente fuera por su bata. No la hacía sentirse nada sexy.
-Entonces la puerta se abrió y me caí. Lo siento mucho, mucho, vuelve a dormirte porque no volverá a suceder.
Ya estaba. Había logrado salir viva. Después de volver a humillarse, huyó de la habitación, cerró la puerta y permaneció un momento fuera. De haber dejado pasar un minuto, se habría metido con él en la cama. O se habría puesto a ordenarle el cuarto.
Nick aún pensaba en lo sucedido mientras se duchaba al día siguiente y trataba de enfriarse. La había tenido a su alcance, y había tenido que luchar consigo mismo para no arrastrarla a la cama. Había estado preparado para ella, caliente, adormilado y drogado por un deseo que había ido creciendo tanto en su interior, que apenas te permitía mantener el control.
Pero no lo habría respetado por aprovecharse de ella. Habría lamentado haberlo despertado. Después de todo, el episodio se había debido a una casualidad.
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Chicas lo siento mañana subo mas.
Aca en Uruguay es pleno verano y yo estou engripada, cuando este mejor les subo cap
Aca en Uruguay es pleno verano y yo estou engripada, cuando este mejor les subo cap
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Gruñó, salió de la ducha y se secó. Una casualidad más y no sabía cómo respondería. Tenía que hacer tantas cosas al mismo tiempo. Solucionar ese caso, impresionar a ______, hacerla desear hacer el amor con un hombre tan inteligente y con éxito como él.
Lo que tenía que hacer era lograr que lo considerara inteligente y con éxito, arreglara o no el caso. Se vistió deprisa. Luego fue al salón.
Como siempre, _____ ya estaba allí, con un aspecto más nervioso que la mañana anterior, cuando no podía encontrar su tarjeta de crédito. Llevaba puesto el traje negro. La miró mejor. No era el traje negro de siempre, sino otro, completamente distinto. Hasta era posible que no llevara ningún top debajo, sólo la chaqueta ceñida y los pantalones ajustados.
Era irresistible.
Pero debía resistir. Necesitaba distraerse. Miró en torno al salón.
-¿Has perdido otra cosa?
-No, no, bueno, buscaba la tarjeta de una peluquería que me dio alguien, porque voy a necesitar un corte si nos quedamos mucho más tiempo o pareceré una reencarnación de los setenta, y quería estar preparada, ya sabes, pedir una cita para luego poder cancelarla si volvíamos a casa antes...
Arrojaba tarjetas profesionales como una loca. De pronto, las recogió todas y dijo:
-La verdad es que me siento muy abochornada por lo sucedido anoche. Me siento realmente estúpida.
Por una vez en la vida, Nick iba a comportarse como un verdadero caballero.
-¿Qué pasó anoche? -preguntó, con la esperanza de exhibir una expresión desconcertada.
-¿No lo recuerdas? -dejó de hurgar entre las tarjetas.
-Anoche. Claro que recuerdo anoche. Llegué, tú investigabas las fundas de porcelana en Internet, nos regalaron un árbol y me besaste bajo el muérdago.
Ella se ruborizó.
-Me dejé llevar por el espíritu navideño. Pero después de eso... ¿no recuerdas nada después de eso?
-Sí, hoy a las siete de la mañana.
Lo miró fijamente.
-Pero me hablaste.
-Siempre te hablo. ¿De qué me estás hablando?
-De nada -esbozó una sonrisa leve y bonita-. Creo que ya estamos listos para bajar a desayunar.
Aunque las pestañas no parecían tan largas como el día anterior, sí estaban mucho más largas que de costumbre y no quería empezar a obsesionarse con ellas o en lo que pudo haber pasado y no pasó, de modo que se situó detrás de ella y la guió hacia la puerta, sin permitirse mirarle el trasero en esa ocasión.
Casi habían salido cuando tuvo una ocurrencia. Sería una nimiedad, pero ayudaría a que la habitación se impregnara aún más del espíritu navideño. Después de todo, ella había comprado muérdago para recordar las fiestas.
-He olvidado una cosa dijo-. Ve delante y elige mesa. Bajaré en el siguiente ascensor -la empujó hacia el pasillo y cerró la puerta.
Tardó tres minutos en localizar lo que buscaba debajo del montón de ropa que se había puesto y quitado desde que habían llegado. Cinco minutos más tarde, el árbol de navidad exhibía un único adorno, el que había comprado en Bloomingdale's como su contribución a la fiesta de navidad que iba a celebrarse en su bufete. Era una bola de cristal enorme con líneas doradas y plateadas. Empequeñecía el árbol diminuto, pero le pareció que quedaba muy bonita. Esperó que ______ la notara.
De camino al ascensor, vio una tarjeta en el suelo del pasillo. Se agachó para recogerla. Y como tuvo que esperar unos minutos a que llegara, la leyó.
M. Ewing. Creadora de Imagen.
¿Creadora de imagen?
Pensó en su imagen. En la imagen que quería cambiar.
Esa gente solía engañar.
Aunque algunos expertos no lo hacían. Importantes figuras públicas pagaban por los servicios de creadores de imagen.
Nunca sabría si esa persona era una impostora o no. No necesitaba que nadie lo ayudara. Sólo necesitaba...
O quizá sí. Tal vez necesitara ayuda. No estaría de más que guardara la tarjeta. Llegó el ascensor. Guardó la tarjeta en el bolsillo y bajó para desayunar con _____, y esa mañana pensaba volver a los huevos. Al cuerno su corazón. Necesitaba toda la energía que pudiera conseguir.
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Capítulo 9
-¿Las manchas verdes le produjeron alguna incomodidad al bebé?
-No, y no gracias a su tinte -resopló McGregor Ross-. Se lo lavé de inmediato y le pasé loción por el pecho.
Aquella mujer se había teñido el pelo con el producto defectuoso. Al mirarse en el espejo y ver que su pelo estaba verde había agitado las manos y dejado caer tinte en el pecho del bebé.
Nick jugó con la pluma entre los dedos. Pensó que podría ser una mujer bonita si no tuviera esa expresión de mal genio.
-¿Cuánto tiempo persistieron las manchas?
-El tiempo suficiente para que se perdiera una audición importante, que podría haber lanzado su carrera de modelo.
-Pero ahora puede presentarse a las audiciones -Nick sonrió con gesto de ánimo.
-¡Está creciendo! ¡Perdió seis meses cruciales de oportunidades!
-¿Tuvo algún encargo en los meses anteriores al incidente del tinte?
-No, pero... -la señora Ross reaccionó como una gallina enfadada.
-¿Tuvo algún encargo después de que desaparecieran las manchas verdes?
-Bueno, no, pero...
-Me opongo a esta línea de interrogatorio -intervino Phoebe.
Nick necesitaba un descanso... un descanso de la avariciosa señora Ross, un descanso de los ojos invitadores de Phoebe y del modo en que los contradecía con sus protestas y comentarios agudos, y por encima de todo, necesitaba un descanso de la presión que le producía tener a _____ sentada al lado, tan cerca, que casi podía sentir cómo el calor de los cuerpos de ambos se combinaban en una reacción química explosiva.
La oportunidad le llegó en forma de llamada telefónica. Se excusó y siguió al pasante que le había llevado el mensaje, que lo guió a un despacho vacío.
-Nick. Bill Decker.
-Hola, Bill. ¿Qué sucede? -_____ y él informaban al jefe tres veces al día, de modo que debía de haber tenido una idea lo bastante buena como para no poder esperar a que uno de los dos lo llamara.
-He estado pensando -se detuvo.
-Pensando... -empleó el mismo tono de impaciencia que con la señora Ross.
-Bueno, odio sacar el tema.
Nick controló su impaciencia.
-¿Cómo os lleváis Phoebe Angell y tú?
-Bien, creo. ¿Se ha quejado de algo que haya dicho o hecho?
-No, no se apresuró a decir-. Bueno, sólo quiso saber qué clase de relación teníais Nick y tú, lo que hizo que me preguntara...
En ese momento Nick simplemente esperó. Tenía el mal presentimiento de que sabía lo que se avecinaba.
-Le aseguré que ____ y tú sólo erais compañeros. Quiero decir, ____ es ____.
«Ya no». Apretó la pluma entre los dedos. Sin analizar las alternativas, Bill descartaba cualquier posibilidad de que pudiera sentir algún interés físico en _____.
-Mi relación con ____ no es asunto de Phoebe -manifestó, sonando tan tenso como se sentía.
-Desde luego que no -se apresuró a corroborar Bill-, pero...
Nick suspiró.
-¿Pero qué, Bill? Suéltalo.
-Me preguntaba si un poco de atención personal a Phoebe podía facilitar el camino, suavizar la atmósfera, recanalizar sus intereses. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?
«¿Cómo no entenderlo? Lo has explicado de tres maneras»
-¿Por eso me asignaste el caso? -preguntó. Era directo y no lo idóneo para decirle al hombre que, en ese momento, era su jefe, pero tenía que saberlo-. ¿Quieres que me prostituya para sacar a Sensuous del apuro?
-Por supuesto que no -exclamó; luego continuó con suavidad-: Te quería en este caso porque estaba seguro de que podrías alcanzar un acuerdo... -titubeó- empleando todos los medios a tu disposición.
Sonó tan conmocionado, que le confirmó que ésa era precisamente la causa por la que le había dado el caso.
-Yo también tengo la certeza de que puedo alcanzar un acuerdo, Bill -afirmó, llegando a la conclusión de que la indignación no iba a aportarle nada-. Sin embargo, prefiero llevarlo de una forma más directa.
-¿Se- te ha ocurrido alguna idea directa? -preguntó Bill con sequedad.
-_____ y yo estamos llenos de ideas -mintió-. Es sólo cuestión de elegir la que mejor funcione.
Concluyeron la llamada en términos amistosos, pero Nick no se sentía bien consigo mismo. Era la gota que colmaba el vaso. Durante los últimos cinco minutos, había estado jugando en el bolsillo con la tarjeta de los Creadores de Imagen y en ese momento la sacó. Necesitaba cambiar su imagen... no sólo para que ______ lo valorara, sino para conseguir también su propia aprobación. Emplearía un nombre falso, pagaría en efectivo, nadie tendría que saber que el prometedor Nick Compton tenía, a la avanzada edad de veintinueve años, una crisis de seguridad.
Una voz masculina respondió en el número de Creadores de Imagen.
-Me gustaría solicitar una cita -dijo Nick.
-Sí -ronroneó la voz-. ¿Su nombre?
NIck titubeó.
-Jack Wright.
-Señor Wright.
«Me gustaría ser el hombre perfecto para _______».
Ese pensamiento lo sobresaltó tanto, que soltó la pluma y a punto estuvo de aplastarla con el zapato antes de recordar que era una pluma Mont Blanc y no un cigarrillo encendido.
Se agachó para recogerla.
-Mmm, quizá no sea una buena idea -musitó, sintiendo que la frente se le perlaba de sudor.
-Cuando nuestros clientes dicen eso -comentó la voz-, por lo general indica una emergencia. ¿Puede venir ahora mismo?
-¿Ahora? -graznó la palabra-. No, no, no puedo. Estoy trabajando.
-¿A la hora de comer?
Tal como había pensado. Un fraude. No tenían clientes. Ni siquiera suficiente sofisticación como para fingir que M. Ewing se hallaba muy ocupado, aunque quizá lograrían hacerle un hueco. Pero empezaba a pensar que, tal como había dicho el hombre, podía tratarse de una emergencia, y jamás obtendría tan deprisa una cita con un psiquiatra. Tal vez sólo necesitaba hablar con alguien y cualquiera serviría.
-Podría estar a las doce y media -dijo.
-Ella lo recibirá entonces.
¿Ella?
-¿Ella? -repitió en voz alta.
La voz se tornó helada.
-¿Tiene algún problema por consultar su imagen con una mujer?
-No, no, no -se apresuró a repetir-. Di por hecho, ya sabe, con el nombre M. Ewing, que... -se recobró-. Estaré allí a las doce y media -prometió con tono más firme.
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Pero primero tenía que escuchar a una mujer que estaba decidida a meter a su bebé en el juego de la moda. Pobre criatura.
A las doce y veinticinco, después de dejar a _____ y a Phoebe en el bufete, ganándose sus miradas extrañadas al ver que las abandonaba, observó con aprobación la mansión que al parecer albergaba a los Creadores de Imagen.
Subió por los escalones limpios hasta la puerta, donde sus sensaciones positivas se desplomaron. Contempló la aldaba. Bajo ningún concepto iba a agarrar esa cosa para hacerla sonar contra las bolas. Con sólo pensar en ello, experimentaba un agarrotamiento en la entrepierna. Así que llamó con los nudillos. Un momento más tarde, la puerta se abrió.
-Señor Wright -dijo el hombre ante la puerta, pero sus ojos fueron directamente al llamador-. Oh, gracias al cielo, pensé que lo habían robado.
-¿Alguna vez ha pensado en poner un timbre? -gruñó Nick
.
El hombre sonrió.
-Soy Richard -se presentó-. Maybelle está lista para recibirlo.
-¿Maybelle? -dijo, pero de todos modos lo siguió por el recibidor de mármol. Asimiló el despacho de esa tal Maybelle con un escrutinio rápido, observó que era poco usual, luego le dedicó un estudio a la mujer que había detrás del peculiar escritorio y llegó a la conclusión de que el pelo debía de haber pasado por varios tratamientos de choque. Se sentó, la miró con ojos centelleantes y dijo-: Su aldaba es obscena. Si está interesada en las imágenes de otros, me sorprende que no sea más cuidadosa con la suya.
También la mujer lo había estado estudiando, pero en ese instante centró su atención en la cara de él.
-¿De qué está hablando?
Nick hizo una mueca por el simple hecho de oír la voz de ella. Era una farsante, no cabía duda, y pensaba largarse de allí en cuanto dejara clara su postura acerca de la aldaba.
-El llamador -explicó.
-Oh, eso. Le dije a Dickie que eligiera uno. Yo jamás uso la puerta delantera, así que no sé qué compró. ¿No le gusta? Desde luego, transmite un sonido bien claro.
Nick se puso de pie.
-Será mejor que le eche un vistazo y que decida por sí misma.
Si comentaba «Eh, es fantástico», o lo que fuera que dijera con ese acento tejano, sabría que no pintaba nada ahí. Pero cuando salieron al exterior juntos y echó un vistazo a la puerta, chilló:
-¡Dickie!
El grito reverberó en las elegantes fachadas que alineaban la calle tranquila e invernal.
-¿Señora? -Richard apareció con expresión tímida.
-¿Qué es eso? -señaló Maybelle con dedo tembloroso.
-Bueno, es...
-No lo digas -espetó la mujer-. ¿Intentas arruinarme? ¿Qué va a pensar la gente? Yo te diré qué... que dirijo un servicio de acompañamiento masculino.
Dickie se irguió.
-Para mí, dice que tenemos sentido del humor.
-Bueno, pues no es eso lo que me dice a mí. Deshazte de ello. Compra alguna aldaba antigua y bonita que sólo parezca un llamador, ¿entendido?
-De acuerdo -aceptó con un suspiro.
-Y prepáranos un poco de café. ¿Le gusta normal o descafeinado? -le dedicó una mirada de evaluación.
-Normal, pero no... -se iba a ir, era lo que había decidido, en cuanto recuperara el abrigo.
La mirada expresó su aprobación.
-Por todos los santos. Le gusta normal, ¿has oído, Dickie? Prepáranos algo bien fuerte -añadió antes de conducir a Nick de vuelta por el recibidor-. No ha venido sólo para eso, ¿verdad? Me refiero a gritarme por la aldaba.
En vez de pedirle el abrigo, la miró, miró en unos ojos azules enormes que se ofrecían a escuchar lo que él tuviera que decir.
-No -reconoció.
-Entonces, siéntese -lo guió hacia el sillón que había del otro lado de su escritorio, que parecía el nido fosilizado de algún pterodáctilo ya desaparecido-. Ahora que nos hemos ocupado del llamador -indicó-, dígame qué le parece este escritorio. Quizá deba dedicar unos minutos a trabajar en mi propia imagen.
Había hecho todo lo que Maybelle le había indicado y, aun así, había invitado a otra a almorzar. Tampoco era a Phoebe Angell. Al menos a Phoebe ya la conocía.
Rechazó la poco entusiasta invitación de ésta para que comieran juntas y regresó al Hotel, ocupó una mesa para uno en el restaurante, pidió una ensalada y luego subió a la suite.
Abrió la puerta de la habitación y lo primero que vio fue el diminuto árbol de navidad... con el adorno que _Nick había comprado en Bloomingdale's la primera noche que pasaron allí.
El mensaje no verbal de ese único adorno la aturdió. Ella era demasiado verbal como para saber lo que significaba, pero estaba segura de que su intención era comunicarle algo. «Me alegro de que compraras el muérdago o algo así». Fue consciente del peso que se había asentado en el tronco inferior de su cuerpo, y comprendió que no era nada nuevo, estaba allí cada segundo que pasaba con Nick, aunque parecía hacerse más pesado, más duro de soslayar.
Mientras contemplaba el adorno, una certeza se aposentó en sus huesos. «Esta noche o nunca».
Después de acabar con el interrogatorio de McGregor Ross a las cinco y media, él anunció que tenía que irse.
Con una hora vacía hasta el encuentro con Maybelle en Bergdorf s, _____ decidió comprobar su correo electrónico.
La sorprendió tanto ver la dirección de Macon en la columna de recibidos, que prescindió de todos los mensajes de trabajo y abrió el de su hermano. Era mecánico, como de costumbre, pero el mensaje no era tan habitual.
"_____ ¿crees que alguien que ha sido educado como nosotros puede relajarse lo suficiente como para enamorarse de Macon?»
¿Macon? ¿Preguntaba sobre el amor? ¿La Tierra seguía girando? ¿La luna había escapado de su órbita?
Le contestó:
«No lo sé, pero creo que debemos probarlo para averiguarlo», los dedos aminoraron el ritmo sobre el teclado, luego tecleó con celeridad. «¿Qué es lo que haces exactamente en Pennsylvania»
Se levantó del ordenador. La suite parecía vacía sin Nick. Sentía como si su vida hubiera estado vacía sin él, y que continuaría estándolo. Era un buen consejo el que le había dado a Macon. Ella tampoco lo sabría jamás hasta no intentarlo.
-Esta noche vamos a comprar ropa interior -le informó a Maybelle cuando se reunieron en la primera planta de Bergdorf's, en el departamento de joyería.
La miró a los ojos.
-Oh, cariño, esto empieza a sonar bien -entonó Maybelle-. Pensaba dejar lo de la ropa interior para más tarde, pero si te sientes preparada, adelante. ¿Hoy ha sucedido algo interesante?
Subieron por la escalera mecánica hacia lencería.
-Nick ha salido con alguien -dijo, sintiéndose desanimada-. No con Phoebe, y no mencionó ni a Athena ni a Brie, de modo que es un desafío nuevo. Explicó que había ido a que le hicieran una endodoncia. Quizá haya mentido, pero tenía un aspecto horrible al volver.
Maybelle soltó una carcajada.
-Hoy recibí a un hombre que actuó como si hablar conmigo fuera peor que una endodoncia -movió la cabeza.
-Hombres -dijo _______-. Odian abrirse, ¿verdad?
-Sí, son como ostras -los ojos le brillaron victoriosos-. Con sólo mirar a éste supe que curiosear en su vida no serviría de nada. Tuve que aplastarle la coraza con un mazo. Lo hice venir una segunda vez en el mismo día. Es un récord.
______ sintió una cierta simpatía por el sujeto.
-¿Cuál era su problema, ya que no mencionamos nombres? -quiso saber.
-Oh, uno de los corrientes -indicó Maybelle-. Siempre se le han dado bien las mujeres, pero ahora quiere que lo miren de manera diferente. Si quieres saber mi opinión, está enamorado de una chica, pero todavía no lo sabe, y aunque lo supiera, no tendría ni idea de cómo decírselo.
Al llegar a lencería, Maybelle se perdió entre sedas, nylon, tonos pastel, negro y motivos de leopardo. Mientras daba vueltas y recogía cosas, charlando con otra vendedora obsequiosa, _______ permanecía paralizada, contemplando un maniquí con un camisón y una bata de color rosa intenso. La bata era de estilo kimono, con mangas amplias y un cinturón. Era corta, y el camisón aún más corto, con rebordes de encaje y unas sencillas tiras finas en los hombros. Maybelle pasó de camino a un probador.
-Quiero esto -anunció _______.
Maybelle se detuvo en seco.
-Es muy bonito -se dirigió a la vendedora-. Tráele un juego para que se lo pruebe, ¿quieres, cariño?
En el vestidor, tuvo una sensación con el camisón, y se intensificó cuando se lo puso. Debajo estaba desnuda y le rozaba el cuerpo como una caricia. Se movió con placer. El palpitar familiar del deseo se intensificó hasta que creyó que las rodillas le cederían. Si Nick hubiera estado con ella en el vestidor...
Se probó la bata. La cruzó sobre los pechos y la sujetó con el cinturón, luego vio cómo empezaba a separarse por la parte frontal, seda contra seda. Durante un momento, se apoyó en la pared del vestidor.
-¿Va todo bien? -quiso saber Maybelle.
-Sí -susurró.
-¿Eh?
-Al fin he descubierto lo que quiere decir -dijo con sonoridad suficiente para atravesar la puerta-. Me siento sexy.
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Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
-Sea lo que sea lo que tenga puesto -le susurró Maybelle a la vendedora-, nos lo llevaremos -luego la voz llegó con debilidad a través de la puerta -cerrada-. Ahora que lo sientes, cariño, ¿qué vas a hacer al respecto?
Se parecía mucho a lo que debería ser una confesión. En el anonimato del vestidor, hablando en voz baja a través de la puerta, le contó a Maybelle exactamente lo que pretendía hacer.
Entró en su habitación con su nueva ropa interior, luego salió de puntillas otra vez. No pudo evitarlo, tenía que colgar su abrigo. De pronto muerta de hambre, regresó al dormitorio y llamó al servicio de habitaciones.
-¿La subimos su cena con la del señor Compton? -preguntó la voz que contestó el teléfono.
Tuvo ganas de preguntar si era sólo una cena o dos, pero no podía hacerlo. Pensó un minuto.
-No, suba la suya cuando esté lista.
Desde su dormitorio, oyó el timbre, luego a nick salir de puntillas para recibir su cena. _____ tenía la oreja pegada a la puerta. De modo que, cuando el timbre volvió a sonar treinta minutos después, fue ella quien salió de puntillas y condujo al camarero con el carrito hacia su habitación. Cuando el camarero abandonó su cuarto, oyó a Nick salir con sigilo para entregarle la bandeja vacía.
Sintió que la tensión crecía. Cuando hiciera lo que tenía intención de hacer, tal vez lo sorprendiera. Su plan era lo que se podía llamar una emboscada, muy poco deportivo, pero altamente eficaz.
La noche siguió su curso. Al terminar de cenar, fue otra vez de puntillas a depositar la bandeja fuera de la puerta de la suite. Desde la habitación de Nick llegaban los sonidos apagados de una película de acción: ¡Bam! ¡Bang! ¡Crash! A continuación, se dio un baño de espuma. Se lavó el pelo, se lo secó hasta dejarlo como una cascada de seda, se maquilló otra vez y luego puso una película romántica.
Cuando ya no pudo soportarlo más, se acercó con sigilo hasta la puerta de Nick. Estaba dormido. El ronquido suave era una señal inconfundible.
Había llegado la hora.
Como si fuera una campaña de guerra, volvió a comprobar sus municiones. El maquillaje, ni poco ni mucho, el pelo, el camisón y la bata rosados, las uñas de las manos y de los pies.
«Deja de titubear. De acuerdo, primero puedes ponerte un poco de perfume».
Se dijo que quizá empezaba demasiado pronto.
«¡Cruza ese condenado pasillo!»
Avanzó por el salón, se situó en el exterior de la puerta de Nick...
Había olvidado los papeles que se suponía que tenía que agitar ante su cara.
Volvió a atravesar el salón. Recogió los papeles. Regresó a la puerta de Nick. «Basta de tonterías. Adelante».
Abrió la puerta con un ruido ensordecedor.
-¡Nick, se me ha ocurrido algo! -anunció-. Despierta. Tengo que hablar contigo ahora, mientras sigue fresco en mi mente -había llegado junto a la cama, donde él se debatía, tratando de sentarse. Se dejó caer en el borde y subió una rodilla hasta que lo tocó.
-¿Es por la mañana? -graznó él.
-Todavía no. Esto es demasiado importante para esperar hasta la mañana.
El acto de separar las piernas de esa manera, sintiendo que la bata se abría y que el aire fresco de la habitación penetraba entre sus muslos mientras en todo momento permanecía tan cerca de la masculinidad abrumadora de Nick, empezaba a surtir un efecto sorprendente en ella. Dejó los papeles del otro lado, lo que le brindó la excusa de inclinarse sobre él y rozarle el torso con los pechos. Él daba la impresión de tratar de cubrirse más, pero la posición que mantenía ella se lo imposibilitaba.
-¿Puedes despertar lo bastante como para escuchar?
Estaba tan despierto como nunca lo había estado en la vida. Quizá no tuviera los ojos plenamente abiertos, pero debajo del edredón todo cobraba vida. En la luz que entraba por el umbral, podía ver con bastante claridad como para reaccionar a la suavidad de la escueta bata que llevaba puesta. La rodilla de ella le empujaba el muslo y la bata se abría, proporcionándole un vistazo de sus pechos, suaves, cremosos, como la copa de un helado que suplicara que la lamieran.
Bajo la bata llevaba un camisón, pero no ocultaba nada. Sus manos anhelaban deslizarse por la abertura de la bata, coronarle los pechos, llevarlos a la boca uno por vez, descubrir y explorar los pezones. Quería hacerla gritar de placer y que le suplicara más.
Su erección, súbita y poderosa, palpitaba con insistencia.
-Hay un punto en común que aparece en todas las declaraciones -dijo ella, pero sus sentidos se pusieron en alerta cuando se acercó más, se inclinó más y apoyó la mano en el pecho de él con los dedos abiertos.
El aroma de su perfume le invadió el olfato, no abrumador pero sí fascinante, algo rico, misterioso y sugestivo. El resplandor de su cabello, el centelleo de sus ojos... proyectaban un hechizo sobre él.
_____ también lo sintió. Lo notó por el modo en que su voz salió lenta, densa, hasta que sonó como miel espesa.
-Todos quieren algo -afirmó, pero tenía los ojos clavados en su cara.
Dios, cuánto deseaba bajarla sobre él y tomarle la boca con tanto ardor y pasión que hiciera que ella deseara que la tomara toda con igual intensidad.
-Todo el mundo quiere algo -logró decir él con voz ronca.
Estaba desesperado por manifestarle lo que él quería. No, por demostrárselo, con la boca, con la lengua, con las manos, con el pene que le palpitaba dolorosamente por el anhelo de estar dentro de ella.
Pero eso era más de lo que podía esperar.
-Sí -corroboró ______-, y lo interesante de estos testigos es que todos ellos quieren lo mismo. Quieren... quieren...
A Nick se le paralizó el corazón cuando la boca de ella se acercó más y más, hasta que de pronto la tuvo allí, con los labios pegados a los suyos. La rodeó con los brazos y le recorrió el cuerpo largo, esbelto y dulce. Luego, al final, con un gemido que vibró por todo su ser, ella extendió las piernas sedosas e interminables y las situó encima, estirándolas sobre toda la extensión de su cuerpo.
_____ ya se encontraba en un estado de semejante éxtasis, que no supo cómo podría soportar más. Él era todo dureza masculina, la lengua se mezclaba con la suya, las manos le aferraban los glúteos y la moldeaban contra la parte de él que estaba más firme y era más exigente... En una agonía de deseo suspendido, separó los muslos y los cuerpos se fundieron, calor y humedad, e instintivamente se movió sobre él, paladeando el poder de nick mientras ella buscaba la liberación que con tanta desesperación necesitaba.
La besó con una pasión que no requería palabras ni explicaciones. El torso estaba pegado a sus pechos y _____ frotaba los pezones contra el vello rizado, enloquecida por el placer que le brindaba, disolviéndose en un torrente de fuego líquido.
-No podemos hacer esto -intentó apartarla.
Ella supo que tanto su corazón como su cuerpo no compartían sus palabras.
-Sí que podemos -le susurró al oído con absoluta determinación-. Lo estamos haciendo.
-No, no, no deberíamos... oh, Dios -musitó cuando ella le introdujo la lengua entre los labios para apoderarse otra vez de su boca.
-¿Por qué no deberíamos? -le mordisqueó la mandíbula.
-Porque tú realmente no quieres -jadeó a medida que los labios llegaban a su cuello-. Es sólo el momento. Es la noche y la navidad y la tensión del caso...
Sin aliento, se encontró tendida al lado de él. Era agradable, pero no donde quería estar.
-¿Y qué tiene de malo eso? -preguntó, la voz tan ronca por el deseo, que apenas podía hablar.
-Oh, ______ -musitó-. Nada, excepto... por la mañana vas a respetarme incluso menos.
Antes de que pudiera organizar su mente para preguntarle qué quería decir con esa declaración, Nick la rodeó rápidamente con el brazo y le tomó la boca.
Habían pasado el punto de no retorno.
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Capítulo 10
«De modo que esto es el éxtasis». Derrumbada en sus brazos, hormigueando todavía por los espasmos que la habían sacudido minutos antes, quiso pellizcarse para asegurarse de que no se trataba de un sueño nacido de sus sueños más profundos. Nunca le había pasado algo así. Unas relaciones breves e insatisfactorias que habían terminado de mutuo acuerdo y con igual alivio, pero en ningún momento se había sentido de esa manera. Se había jurado sentir eso con Nick, y al fin sucedía. Debía de haberse estado reservando para él todos esos años.
Se acurrucó contra su hombro y le besó el cuello. Él le había estado mordisqueando el lóbulo de la oreja y en ese momento deslizó su boca hacia la mejilla de ella, para llenarla de besos hasta el mentón. Después de desnudarla, le besó los pechos y le mordisqueó los pezones. Se retorció contra él, sorprendida de sentir que el calor palpitante volvía a crecer. Había otra cosa que quería, algo con lo que había fantaseado. Seguro que a él no le importaría.
El cuerpo sudoroso se deslizó por el de él hasta que se situó a horcajadas y pudo sentir la deliciosa dureza presionando la parte más sensible de su cuerpo. Con un sonido bajo de sorpresa, nick se acomodó debajo de ella, le coronó los glúteos con las manos y la movió con gentileza, bajándola más con cada oscilación de un modo que la iba a volver loca como no se moviera con fuerza y velocidad. Comenzó a mecerse contra él al tiempo que la palpitación crecía y se hacía más fuerte. Él se adaptó al ritmo y la instó a continuar, y cuando los espasmos volvieron a consumirla, _______ gritó:
-¡Dentro de mí! Te quiero dentro de mí ahora -sabía que era lo único que le hacía falta para sentirse completa.
-Sshhh -susurró él-. En un minuto, en un minuto...
-Oh, oh... -los temblores la recorrían como un terremoto, fragmentándola con su poder-. Ahora, por favor, ahora -gimió.
De algún modo, él estaba protegido y lo tuvo donde quería tenerlo, encima de ella, tomando el control, penetrándola. Jadeó ante el calor y la dureza de Nick y éste al principio la poseyó con suavidad. Luego, dominado por su propia necesidad, la embistió mientras ella se arqueaba a su encuentro, sintiendo la urgencia desesperada y suplicándole que compartiera su placer, hasta que al final, con un grito, la penetró una última vez y juntos se desplomaron en los profundos y palpitantes estremecimientos de la liberación.
Después, se aferró a ella, deslizándose a un costado, pero sin dejarla ir, sin dejar que se sintiera sola, y ella permaneció en sus brazos, jadeante en el aire fresco de la noche.
-¿Lo lamentas? -susurró _____ con voz extenuada.
-No -le mordisqueó el lóbulo de la oreja con suavidad-. ¿Y tú?
-Uh, uh. Ha sido agradable.
-Agradable. ¿Agradable?
Sintió la sonrisa de Nick contra su mejilla.
-Extremadamente agradable.
-Estoy seguro de que puedo mejorar eso -con las manos inició una lenta y enloquecedora exploración de su cuerpo. La noche no había hecho más que empezar.
Si eso era todo lo que podría tener de él, atesoraría esa única noche. Ella había provocado que tuviera lugar en un acto de atrevimiento del que nunca había soñado ser capaz, y lo mantendría para siempre en su corazón, aunque no pudiera tener a Nick para siempre en sus brazos.
-Vaya, prácticamente hemos destruido todo -Nick se sentó en la cama y contempló el caos del dormitorio con aparente satisfacción.
Todavía dormida a medias y tumbada boca abajo, ______ pasó la mano por la alfombra y recogió varias piezas de celofán que él había tirado con descuido en dirección a la papelera. De hecho, algunas habían aterrizado dentro.
-Admiro tu aplomo -manifestó antes de bostezar-. Me refiero a que recordaras los preservativos cuando decidimos cambiar de dormitorio.
-Tú no eres la única que está preparada.
-No pienso entregarte la medalla de oro -indicó ella-, pero te subiré un poco la nota -aún tenía puesto el reloj y lo miró, sorprendida de que hubiera sobrevivido a las acrobacias de la noche-. Menos mal que es sábado.
-Sí. De lo contrario, estaríamos metidos en serios problemas -_____ sintió que le pasaba los brazos por debajo del cuerpo y que le daba la vuelta-. Ha llegado el momento de la verdad -le recorrió el cuerpo con la vista.
-Ja -se burló, asombrada de lo descarada que se sentía-. Tú pierdes.
El le pasó los dedos por el vello púbico, que era de un rubio claro, e hizo que se moviera inquieta bajo las sábanas.
-Yo no lo llamaría perder -suspiró con pesar-. No estoy seguro de poder continuar hasta no haber desayunado y tomado una ducha.
-No pasa nada -aseguró ella-, aunque no era lo que había esperado de ti, pero... Nick, no te atrevas. Para ya. Sólo bromeaba. Necesitamos café. Ducharnos. Desayunar. Quiero cepillarme los dientes... Nick...
Su cita con Maybelle era a las cuatro de esa tarde, y ésta le había anunciado que tomarían el té en el Salón de Té de Lady Mendl, en Gramercy Park. Tomar el té en una tarde invernal sonaba maravilloso. Tenía que pensar en una razón plausible para separarse de Nick... y al fin la había encontrado.
-Esta tarde tengo una cita para que me arreglen las puntas del pelo -le dijo mientras almorzaban una sopa de pescado y quiche de cangrejo en la mesa redonda del salón-. Puede que esté ausente un par de horas. Necesito algunas cosas, pantys... -calló y se preguntó si era imaginación suya o por la cara de Nick había pasado una expresión de alivio. Tampoco podía culparlo. Ella misma se sentía exhausta. Y hambrienta. Rara vez tomaba más de una ensalada en las comidas, pero atacaba el cangrejo como si llevara días sin comer.
-A mí tampoco me vendría mal un corte de pelo, aparte de que me he quedado sin crema de afeitar.
-No me he dado cuenta -le dedicó una sonrisa íntima.
-Te habrías dado cuenta mañana.
De modo que aún no estaba aburrido. Eso era bueno.
-De acuerdo, entonces, podemos irnos a...
-Me gustaría irme a las dos y media -la interrumpió-. Puede que llegue al final del partido de fútbol si me voy pronto.
-Yo me quedaré un rato más y ordenaré mi ropa para la semana próxima. Volveré a eso de las cinco y media.
Lo miró y notó que él parecía mirarla de la misma manera, del modo en que las personas se observan cuando no han contado toda la verdad.
La mentira de ella, desde luego, era perfectamente inocente. Compraría unos pantys en Saks y, antes de ir a tomar el té, se metería en una de las innumerables peluquerías de Nueva York para que le retocaran las puntas. Lo único que hacía era no mencionar su cita con Maybelle, eso era todo. Tenía la impresión de que el plan de Nick no era tan inocente.
Quizá tenía que despedirse de alguien. Para siempre.
Quizá tenía que calmar a alguien hasta que se aburriera de ella.
Quizá necesitaba un corte de pelo y crema de afeitar, pero para ella su pelo estaba bien. Y allí donde su cara la había tocado, lo había sentido maravillosamente suave. Tembló.
-Lo que pienso, Jack -le dijo Maybelle-, es que te has enamorado de alguien y que te da miedo no ser lo bastante bueno para ella.
-No lo sé... enamorarse puede ser una palabra excesiva. O tal vez no. Desde luego, me ha obsesionado. En cuanto a lo de no ser demasiado bueno, no se, quizá sea lo bastante bueno, pero no lo bastante inteligente. O tal vez sí lo sea. Lo que pasa es que no consigo que nadie me vea de esa manera -se sentía aturdido de tanto desayuno, tanto almuerzo, tanta excitación, poco sueño e insuficiente información acerca de dónde diablos tenía que ir ______ esa tarde. Había mostrado algo evasivo en el modo en que había mencionado su corte de pelo.
Por supuesto, tampoco él había dicho la verdad, pero sabía sobre qué mentía y era perfectamente inocente.
-Bueno, háblame de tu chica -pidió Maybelle-. De cómo os conocisteis. Quizá algo haga clic en mi cabeza.
-La conozco desde hace mucho tiempo. Fuimos juntos a la facultad de Derecho.
-¿Los dos sois abogados?
-Sí.
-Es una coincidencia -musitó Maybelle, más para sí misma que para él.
-En realidad, no -indicó Nick-. La gente se conoce en la facultad. Es lo que nos pasó a nosotros. Estudiamos juntos.
-¿Estudiasteis juntos? ¿Nada más?
-No.
-¿No la considerabas bonita?
-Sí, me parecía muy bonita.
-Pero no era sexy.
-No se comportaba de forma, mmm, accesible -reconoció Nick.
-De acuerdo, os conocíais desde hacía tiempo, pero no había ocurrido nada y de pronto quieres hacer algo. ¿Qué ha cambiado?
-Ella -soltó-. Quiero decir, más o menos.
-¿Qué cambió? ¿Su pelo? ¿Su ropa?
-Su pelo no -respondió con rapidez-. Más le vale no cambiarlo. Su pelo... -empezaba a excitarse con sólo pensar en su condenado pelo-. Es como maíz de seda, pero incluso de un tono más claro -concluyó.
La expresión de Maybelle cambió. Fue un cambio infinitesimal, pero Nick había pasado demasiado tiempo en los tribunales como para no notar los matices en las caras de las personas. La estudió con detenimiento.
-¿Te han dicho alguna vez que tienes alma de poeta? -fue lo que dijo ella.
-No.
-De modo que ella no cambió su pelo. ¿Qué me dices de su ropa?
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
-Siempre tuvo un aspecto agradable -jugó con la pluma entre los dedos-. Lo que pasa es que su ropa no te hacía pensar que debajo había un cuerpo.
-¿Y ahora sí?
Nick frunció el ceño.
-Bueno, después de que le ensuciara el traje negro... -Maybelle se sobresaltó de forma visible-. ¿Estás bien?
-Sólo una punzada de la artritis, cariño. Continúa. ¿Cómo le ensuciaste el traje?
-Le eché mostaza encima. Luego apareció con esa chaqueta roja... -calló porque Maybelle había tirado al aire su taza de café.
-Oh, diablos -dijo, sonando realmente nerviosa-. ¡Dickie! -chilló-. Ven y tráeme unas toallas de papel.
Sí, estaba loco. Se enfrentaba al momento más importante de su vida, y se ponía en manos de una chiflada declarada.
Ahí demostraba lo inteligente que era. ¡Recurriendo a alguien que había descubierto al recoger una tarjeta en el pasillo del hotel! Si ____ lo supiera, podría despedirse de cualquier posibilidad de ganarse su respeto.
Maybelle jamás llegaba tarde, de modo que _____ notó cuando esa vez lo hizo. Llegó como un viento huracanado, con un abrigo que parecía compuesto por trozos de arco iris.
-Lo siento, cariño -dijo mientras, prescindía de la encargada del guardarropa y usaba el respaldo de su sillón para dejar el abrigo, cuyas mangas alcanzaron el suelo- Qué día he tenido.
-Lamento oírlo. ¿Algún problema personal o se trata de uno de sus clientes? -la sorprendió ver que apretaba los labios.
-No voy a decir ni una palabra de ninguno de mis clientes. Dickie siempre comenta que tengo la lengua suelta. Pensaba que si no mencionaba nombres... quiero decir, no es mi intención causarle ningún perjuicio a nadie, pero son todos tan interesantes... Pero ya no, voy a ser recta -frunció el ceño para indicar que hablaba en serio, y su rostro se colapsó en un millón de arrugas finas.
-Percibo que ha sucedido algo que te ha hecho sentirte de esta manera -comentó _____.
-Aún no ha sucedido -afirmó Maybelle con tono sombrío-, pero podría. Y ahora, cariño, te toca a ti. ¿Funcionó anoche tu plan?
______ asintió.
-Avanzamos -fue lo único que dijo, ya que no pretendía hablar de su vida sexual con nadie. Además, su vida sexual había sido tan escasa, que ya había adquirido la costumbre.
-Bueno, eso está bien -Maybelle la estudió-. ¿Crees que todo se ha debido a la ropa y a los zapatos, a todo ese maquillaje?
-¿Qué otra cosa podría haber sido? -contrarrestó, desconcertada por la pregunta.
-Podrías haber sido tú, que al fin has tenido la oportunidad de estar con el hombre que siempre has querido -comentó con nostalgia.
____ contuvo el aliento. Maybelle se había aproximado demasiado a la verdad.
-Y por el modo en que lo hiciste, finalmente te has desviado.
-Has estado leyendo el libro de mi madre.
-Todas y cada una de sus palabras.
-¿Qué te ha parecido?
Maybelle suspiró.
-Tenías razón, cariño. Que lo leyera nos ha ahorrado un montón de tiempo. Tu madre y tu padre te hicieron tal como eres, una persona muy dulce, pero tienes mezcladas tus prioridades.
_____ se sintió realmente aturdida.
-Mis prioridades no están mezcladas -protestó-. Lo primero era una vida ordenada. Es la única manera de mantener la cabeza centrada.
-Y tu corazón bajo llave, a la espera de que termines de limpiar la casa -indicó Maybelle en voz alta. Hurgó en un bolso que era un canguro con cremallera en la parte delantera, extrajo el libro de Ellen Trent y lo plantó de un golpe sobre la mesa. Todo el mundo en el elegante y pequeño salón de té alzó la vista-. Es un libro muy bueno -afirmó-, pero no es una vida buena salvo para tu santa madre, y disculpa mi franqueza.
-Señoras, ¿quieren tomar el té o han venido a romper el mobiliario? -un camarero arrogante las observó con marcado disgusto.
Después de que Maybelle le dedicara una mirada similar, abrió mucho los ojos.
-Wayne, ¿eres tú?
El hombre volvió a mirarla y el rostro se le iluminó.
-Maybelle, por todos los cielos. Desde luego que soy yo. ¿Y cómo estás tú?
-Muy bien -respondió Maybelle, luego añadió-: En cualquier caso, casi todos los días -el rostro volvió a despejársele y a irradiar luz-. ¡Y mírate tú! -musitó con tono de conspiración-. Impecable y trabajando en este lugar exquisito.
-Gracias a ti -le faltó hacer una genuflexión-. A propósito, Maybelle, ha pasado un año y aún no me has enviado una factura. Me preguntaba...
Maybelle realizó ese gesto con la mano llena de diamantes tan típico de ella.
-Sí, he de ponerme a ello uno de estos días. Pero ahora no podemos hablar de negocios. Estamos listas para tomar el té. Tráenos todo, y con bastante de esa nata de Devonshire.
______ alzó una mano para parar un taxi que la llevara de vuelta al St. Regis. Maybelle tenía la costumbre de dejarla con comentarios sueltos en lugar de consejos específicos. Y el comentario que no podía quitarse de la cabeza era «Es un libro muy bueno, pero no es una vida buena salvo para tu santa madre».
¿Acaso no le habían indicado lo mismo los sucesos de la última semana? Que el momento más feliz de su vida había sido despertar en pleno caos al lado de Nick esa mañana. Que el mejor árbol de navidad que jamás había tenido era el árbol diminuto de la suite. Que el mejor hombre que jamás había conocido era Nick Compton, quien en ese mismo momento la estaba esperando con sus posesiones diseminadas por todas las superficies planas. No sólo se había desviado, sino que había girado y pataleado y...
-¡Taxi!
Encontró a Nick encorvado delante del televisor del salón, moviendo los hombros al ritmo del quarterback del Northwestern, gritando palabras de ánimo a su equipo. Llevaba unos vaqueros negros y un jersey negro de cuello vuelto y tenía un aspecto celestial. Diseminados a su alrededor se veían los cojines del sofá, un periódico, la lata de un refresco, una bolsa de palomitas de maíz para microondas, el mando a distancia, sus zapatos, la bufanda, los guantes, el abrigo...
Había cierta esperanza para él. Al parecer había llevado sólo un abrigo. _____ sonrió.
-Eh -exclamó al verla-. Sólo perdemos por catorce puntos. ¡Es una victoria moral!
Se sentó en el sofá a su lado y dejó la bolsa de Saks en el suelo.
-Vamos, encanto, enciéndeme el árbol -cantó ella.
-Un momento, sólo un momento... ¡Defensa! -gritó, y casi la sacó volando fuera del sofá-. Lo siento -se disculpó de inmediato-. ¿Qué has dicho?
-Puede esperar -se acurrucó contra él y lamentó no saber ronronear.
Se había cortado el pelo. Había comprado crema de afeitar y luces para el árbol de navidad. Estaba enamorada.
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Celebraron la victoria moral del Northwestern con una botella de champán. Hicieron el amor en el sofá, sentados, con ______ a horcajadas sobre él, rodeándolo con las piernas... y en todo momento el cuerpo y el corazón de ella hormiguearon con deseo y amor y el anhelo abrumador de estar con él siempre.
Luego observó que su ropa se hallaba diseminada desde la cocina, donde habían empezado a hacer el amor, hasta la puerta de entrada, donde Nick había lanzado su nuevo sujetador rojo de encaje.
______ consideró que era una suerte magnífica que el cuarto de baño estuviera equipado con una bañera y una ducha separadas, al estilo europeo. Nick había ofrecido resistencia a la idea de darse un baño, insistiendo en que los hombres de verdad no tomaban baños de espuma, que él jamás había tomado un baño de espuma y que no iba a empezar en ese momento, pero en cuanto estuvo metida en la bañera, oculta por las burbujas y la espuma, cambió de parecer.
Le lavó el pelo a ______ con el champán que quedaba. El baño los condujo inevitablemente de vuelta a la cama. Para cenar pidieron que les subieran paté, queso, pan italiano y fruta.
Se hallaban acurrucados en el sofá, ____* con un camisón negro corto y Nick únicamente con unos boxers, cuando dijo:
-Como ibas diciendo...
Ella alzó la cabeza de su hombro.
-¿Cuándo?
-Anoche, cuando te metiste en mi habitación. Dijiste que se te había ocurrido una idea que podría llegar a funcionar con Phoebe y sus demandantes.
Ella suspiró y se hundió contra su pecho.
-No puedo imaginar que alguna vez tuviera una idea. Oh, espera, ya vuelve.
Había sido una idea loca, de psicología barata, que se había inventado como excusa para seducir a Nick con su nuevo camisón y bata rosas, aunque no podía revelarle eso.
-Pensaba que todo el mundo anhela obtener algo. Por ejemplo, sabemos por su testimonio que Kevin Knightson quiere entrar en el mundo del espectáculo, y McGregor Ross quiere que su hija sea una modelo infantil.
-Debería pensar más en la educación que va a recibir la pequeña -comentó Nick.
-Lo sé, pero ella no quiere lo que querríamos tú y yo -calló, sintiéndose un poco avergonzada-. Me refiero a lo que tú querrías y a lo que yo querría.
-Te he entendido.
-Hubo un momento -continuó, aliviada de que él no hubiera captado nada posesivo en sus palabras- en que los afectados parecían satisfechos con volver a tener sus cuartos de baño bien y ellos recuperar la normalidad. Phoebe los convenció de que querían más.
-Dinero.
-Sí, y todo el mundo quiere dinero, pero lo que sugiero es que tratemos de averiguar qué quieren más que el dinero.
-Mmmm -musitó Nick.
____ insistió.
-Probablemente hay algo que tú quieras más que el dinero, ¿no?
«Sí, quiero solucionar el caso para oírte decir que soy un abogado brillante. Y que tú no quieras otra cosa que añadir un abogado brillante a tu vida. De acuerdo, sé que no soy brillante, pero soy más inteligente que lo que imagina la gente, y de verdad espero no volver a recibir jamás otra llamada como la que me hizo Bill Decker, porque quiero perder la imagen de donjuán y sentar la cabeza con...»
Una sacudida de electricidad recorrió el cuerpo de Nick, pero fue más como una alarma de seguridad que la electricidad que generaba _____ en él. Esos eran pensamientos serios. Quizá demasiado serios para un hombre que había visto cambiar a una mujer de la antigua y conocida ______ a su objeto de deseo en el transcurso de una semana extremadamente tensa.
-No es una mala idea decía ella-, pero no sé cómo ejecutarla. No podemos conseguirle a Kevin un papel en Broadway. Yo no conozco a ningún productor o director de Broadway. ¿Tú? -bostezó.
Él sonrió. Incluso sin el bostezo, habría sabido que empezaba a entrarle el sueño. Jamás hablaba tanto.
-Iremos paso a paso. Primero averiguaremos qué es lo que quieren -dijo nick.
-¿Cómo?
-Preguntándoselo.
-Qué gran idea -los ojos se le entrecerraron. Luego añadió-: Nuestro árbol necesita más adornos.
-Mañana compraremos algunos.
-Yo los compraré. Tú compraste la luz.
-¿Crees que podremos cargarlos a nuestras cuentas de gastos?
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
-No.
-Me temía que dirías eso.
-Y tú también lo habrías dicho.
Tenía razón. Jamás engañaría en una cuenta de gastos. Pero, ¿cómo lo sabía ella?
-Deberíamos llamar a Bill antes de salir esta mañana -dijo _____ el lunes. Llevaba puesta una de esas faldas largas con la chaqueta que hacía juego con sus ojos.
Nick se encendió al recordar el top revelador que había lucido debajo de esa chaqueta la semana anterior. Esa noche, cuando llegaran a casa, le quitaría la chaqueta con rapidez para explorarla debajo del top. Gruñó.
-¿Qué te parece?
-Ah. Sí. Llamar a Bill. Podemos comentarle tu idea, ver si piensa que podemos hacer algo con ella.
Pero media hora más tarde, _____ dijo:
-No sonó especialmente entusiasmado, ¿verdad?
-No tiene tu imaginación. Yo sigo añadiendo esa pregunta a mi interrogatorio... «¿Qué es lo que quiere de verdad?»
-Eres muy brillante interrogando a los testigos. Eres educado, pero no cedes un ápice. La verdad es que estoy impresionada.
-Gracias -aquel comentario le había sonado a música celestial-. Podemos ver si emerge algún patrón, algo con lo que podamos trabajar.
Lo que no podía decirle a ____ era que Bill tenía su propia idea para solucionar el caso, a saber, que aceptara una de las no tan sutiles sugerencias de Phoebe de que fueran a cenar y vieran alguna película en la tele. En casa de ella.
Aquella segunda semana de interrogatorios, ella intensificó su persecución. Lo único que tenía que hacer ______ era solicitar un descanso para ir al tocador entre sesiones con los testigos, y Phoebe reanudaba el caso de ambos en un abrir y cerrar de ojos.
-El que seamos oponentes profesionales -solía concluir- no significa que no podamos ser amigos personales.
Él aducía estar ocupado, tener concertada ya una cita o simple cansancio, lo que era verdad. Porque vivía para las noches, cuando ______ y él podían olvidarse de sus fachadas distantes del día y entregarse al fuego devorador de sus actividades sexuales.
El viernes por la noche, después de otra semana larga de interrogar a los testigos, _____ extrajo una copia de las transcripciones de la estenógrafa y sugirió que empezaran a repasarlas en busca de pistas sobre los deseos especiales de cada testigo.
Nick tenía otras ideas sobre cómo podían pasar el tiempo, que compartió libremente con ella.
-Podemos trabajar en la cama -sugirió ______ con una caída de ojos.
-Oh, de acuerdo -cedió él.
Pero ella se centró exclusivamente en el trabajo. De forma metódica, leyeron las transcripciones y subrayaron las respuestas de los testigos que podrían indicar sus deseos más profundos. En el portátil, ______ escribió los nombres de los testigos, la página en la que aparecía la respuesta y un breve resumen de ésta.
-¿Tienes que ser tan organizada? -se quejó él.
-Sí -respondió.
-De acuerdo -se encogió de hombros. Fuera lo que fuere lo que necesitara ella para ser feliz, creía poder sobrellevarlo. Volvió al trabajo con su rotulador verde.
Una hora más tarde, ya habían reunido la siguiente información:
Kevin Knightson: Un buen papel en una producción, de teatro o de cine.
Tammy Sue Teezer: Quiero salir en un anuncio .y ganar toneladas de dinero y comprarme una casa en el campo y un perro grande.
McGregor Ross: Quiero que todo el mundo sepa que tengo el bebé más hermoso que jamás haya nacido.
Compton: (Inaudible)
Trent: (Inaudible)
-No tenías que copiar toda la conversación -volvió a quejarse él, porque en realidad ya tenía ganas de pasar a las Fases Dos, Tres, Cuatro y quizá Cinco de la noche.
-Era demasiado graciosa como para no hacerlo -_____ frunció los bonitos labios rosados.
Trabajaron un rato más.
-Todos tienen en común el mundo del espectáculo, Nick -observó ella.
-Y es una suposición bastante lógica -indicó él-. La gente que se tiñe el pelo de color rojo zanahoria, o lo intenta -añadió con una mueca-, tiene un objetivo.
-Trata de llamar la atención -acordó ____.
-Haciendo algo tan diferente que capte la atención de los demás.
Ella suspiró.
-Me parece que vamos a tener que montar un espectáculo en el granero de papá.
-¿De qué estás hablando?
-¿Nunca has visto esas viejas películas en blanco y negro con Judy Garland y Mickey Rooney?
-¿Esas en que Judy y Mickey montan un espectáculo para recaudar dinero para la escuela o la orquesta?
-Sí, las mismas.
-No, jamás las vi.
Ella le dio un golpe en el brazo. Pero Nick se adelantó, se la atrapó, se la abrió, se llevó el dedo índice a la boca y lo rodeó con la lengua.
-Consultémoslo con la almohada -indicó ella con voz somnolienta.
-O no -la miró fijamente-. Por favor, ¿quieres deshacerte de ese portátil?
-Encantada.
tefisasias
Re: Naviad Magica (Nick y Tu) Adaptacion
Capítulo 11
Nick entró en el despacho de Maybelle el martes por la noche y la descubrió repasando lo que parecía ser un catálogo de universidades.
-Hola, Jack -saludó, guardando el catálogo con celeridad en un cajón.
El miró el conjunto impresionante de diplomas, tardó un segundo en especular si estaría pensando en añadir otra experiencia académica, luego se sentó y comenzó a hablar. Lo primero que mencionó fue la idea de _______ de determinar lo que quería cada demandante para tratar de conseguírselo como un modo de solucionar el caso.
-Parece una mujer verdaderamente brillante -afirmó Maybelle.
Exhibía esa expresión peculiar que él ya le había notado varias veces. Pero había renunciado a tratar de descifrar su significado.
-Lo es -convino-. Y creo que empieza a pensar que yo también soy bastante brillante -bajó la cabeza.
-¿Qué ha dicho? -Maybelle sonó encantada.
Nick parafraseó el cumplido de ella acerca de lo bien que manejaba el interrogatorio de los testigos. No quería sonar como si alardeara.
-¡Hurra! -exclamó ella-. ¡Querías hacer ese pequeño cambio en tu imagen y lo has conseguido! -por su cara pasó una expresión de alivio-. Ya no me necesitas más.
-Sí que te necesito.
Ella hizo un gesto de cansancio. Con el ceño fruncido, Nick pensó si sus problemas serían tan aburridos.
-Mi jefe sigue siendo un problema -desde el principio, había tenido cuidado de no mencionar nombres-. Prácticamente me pidió que sedujera a la oposición si quería solucionar este caso lejos de los tribunales.
-¿Hombre o mujer?
-Mujer.
-En todo caso, eso es un plus -cuando él la miró con ojos centelleantes, ella preguntó-: ¿Quieres seducir a la dama?
-No.
-Entonces, no lo hagas.
-No pretendo hacerlo.
-Bien. Ya hemos aclarado eso -Maybelle pareció satisfecha.
-No hemos aclarado nada -Nick sintió que enrojecía-. La cuestión es que prácticamente me pidió que le hiciera el amor a la abogada de la oposición. Es poco ético y profesional.
-Inverosímil.
-Mucho.
-Supongo que porque estás cautivado por esa otra chica.
-No, sólo porque es poco ético y profesional.
Maybelle bufó y él cruzó los brazos.
-Me da la impresión de que estás más interesada en ella que en mí.
-¿Qué ella?
-En la mujer por la que... tengo ciertos sentimientos... aunque decir que estoy «cautivado» es ir demasiado lejos. Creo que buscas una respuesta fácil a mi problema.
También ella lo imitó y cruzó los brazos.
-Quizá es porque tu problema tiene una respuesta fácil. Abre los ojos, y de paso la boca. Ve a casa y piensa en ello.
Desde el punto de vista de Nick, no fue una sesión satisfactoria. Quizá fuera hora de que Maybelle regresara a la universidad.
El miércoles por la tarde se hallaba en la sala de conferencias de Phoebe leyendo la nota que le había dejado _____. Voy a comprar una maleta. Regresaré al hotel poco después de las ocho.
Bajo ningún concepto podía creer que _____ pudiera hacer el amor con él con un placer tan evidente y al mismo tiempo ver a otro. Sin embargo, en la mano tenía prueba de lo contrario. Por segunda vez esa semana, había ido a alguna parte sin él. Le habría encantado haberla ayudado a elegir una maleta, pero no lo había invitado. Ergo, tenía una vida que no lo incluía a él, en la que posiblemente estaba incluido otro hombre. Si algo había aprendido con la práctica de la abogacía, era a ser lógico.
Estaba apretando los dientes, mordiéndose el labio y jugando con la pluma al mismo tiempo cuando un ligero ruido lo alertó del hecho de que no era la única persona en la sala. Giró y a su espalda vio a Phoebe.
Ella se había quitado la chaqueta y lucía una camiseta que no tenía espacio suficiente para sus pechos y que no terminaba por cubrirle la cinturilla de la falda muy corta. Además, lo miraba con ojos entornados.
«Sí, estoy metido en problemas».
-Hola, Phoebe -empleó el tono animado que usaba con las mujeres cuando intentaba comunicarles que no estaba interesado-. Ya me iba. Nos vemos por la...
Le bloqueaba el paso.
-No te vayas -su voz fue tan suave, que costaba creer que pertenecía a Phoebe la abogada-. Tengo una botella de un vino maravilloso en mi despacho. Ven a probarlo.
De pronto, se le ocurrió que, en un momento u otro, iba a tener que enfrentarse al problema, y bien podía ser allí mismo, cuando estaba un poco furioso con ______.
-De acuerdo -aceptó-. Gracias.
Al llegar, observó que ella había atenuado las luces. «Gran problema». Comenzó a abrir el vino, sin hablar, mirándolo mientras giraba el sacacorchos, tal como una serpiente podría hacer con un ratón. Pero ni Phoebe parecía una serpiente ni él se sentía como un ratón. Aunque sabía que lo que ella tenía en mente era devorarlo.
Se le ocurrió hablar de los más cercano.
-Ya casi estamos en Navidad -dijo-. ¿Qué quieres de la Navidad, Phoebe?
Lo miró con anhelo.
-A ti -susurró.
-¿Cuál es tu segunda elección? -habló con tanta gentileza como fue capaz.
Lo miró fijamente, y él se sintió horrorizado al ver que sus ojos parecían brillantes.
-¿Quieres decir lo que quiero realmente de la vida? -la voz le tembló.
Nick asintió tontamente, con un susto de muerte de que fuera a contárselo.
-Lo que quiero es que, por una vez, mi padre me diga que he llevado bien un caso -tartamudeó-. Todo esto... -con la mano abarcó el vino, la camiseta- fue idea suya. Yo no quería hacerlo de esta manera. No es la correcta y, además, cualquiera con dos ojos puede ver que estás enamorado de _____.
Nick le entregó el pañuelo del bolsillo del pecho y una de las tarjetas de Maybelle, luego permaneció allí un rato, palmeándole el hombro y preguntándose si tenía razón. ¿Amaba a _____?
Cada mañana ______ se preguntaba cómo podía ser más perfecta la vida. El jueves al amanecer mientras reflexionaba sobre ello supo cómo podía ser más feliz. No soportaba que a veces Nick se fuera sin que ella supiera adónde iba. Claro que ella también lo hacía.
tefisasias
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