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Capítulo 007

Me aprontaba para la fiesta de bienvenida a los nuevos jugadores del Arsenal, donde gracias a un “favor” que le hice al guardia que estaría en portería, conseguiría entrar sin problemas. Se me hacía agua la boca de solo pensar todos los jovencitos con hambre de chicas que habría allí esa noche, sin dudas, tendría una presa fácil para elegir.
Me coloqué mi vestido negro por sobre las rodillas con detalles en dorado a los lados, tenía mangas largas pero que fuese pegado al cuerpo lo hacía sumamente sensual y sabía que no pasaría desapercibida. Me coloqué los tacones aguja, tomé mi sobre cannel y luego de colocarme mi abrigo a tono salí de mi departamento. La zona de la ciudad donde vivía no me hacía sentir nada orgullosa, odiaba aquel lugar, pero mi mente me repetía que solo sería algo provisorio, hasta que algún imbécil con mucho dinero caiga rendido a mis pies y le quite toda su maldita fortuna, una sonrisa ambiciosa se formó en mis labios ante aquel pensamiento.
No podía caminar demasiado con esos tacones, ya bastante debía soportar sobre ellos en la fiesta si quería llamar la atención, por eso, cuando vi un taxi cerca de la avenida, corrí hacia él hasta que lo detuve. Le indiqué el camino al chofer y emprendió la marcha.
 
Una vez en la puerta del club donde se llevaría a cabo la fiesta, bajé del vehículo con un simple “gracias” pero obviamente, eso no sería suficiente.
 
―Hey muñeca, la paga― reclamó a través de la ventanilla.
―Que Dios te la pague― Le tiré un beso antes de apresurarme a la entrada y perderme entre la gente.
―Pss, Aby― Sentí mi nombre y miré hacia un lado encontrándome con Brandon, el niño bonito que me dejaría entrar. Me hizo seña de que lo siguiera y salí de la fila para ir tras él.
―No entraré por la puerta de servicio― negué rotundamente cuando estuvimos frente a ella.
―Oye, no eres nadie ¿Ok? Agradece que te dejaré entrar, vamos― me empujó haciéndome entrar y cerró la puerta tras de mí.
―Aun no me pagas todo lo que habíamos acordado― pegó mi espalda contra su cuerpo y posó sus manos en mi abdomen subiéndolas hacia mis pechos.
―Oye oye― puse mis manos sobre las de él para quitarlas con brusquedad y apartarme para voltear a verlo ―Tengo mucho por hacer esta noche ¿Ok? Otro día hablamos de eso, sabes que cumplo con mis promesas― dije poniendo cara de niña buena a lo que el asintió.
―Al menos un adelantito ¿Si?― insistió haciendo un pequeño puchero mientras una vez más se acercaba a mí y me tomaba por la cintura.
―Nada― le di apenas un corto beso sobre sus labios antes de voltear y sentir su palma chocar contra mi trasero.
―Te ves perfecta hoy.
―Igual que siempre― fue lo último que dije antes de salir en busca del salón principal el cual para mi suerte no estaba muy lejos de allí.
Al entrar en este, me encontré con el presidente del club dando un estúpido y aburrido discurso de bienvenida, mientras todos lo miraban con atención y aplaudían ante alguna frase que terminaba.
Caminé lentamente observando el panorama.
― ¿Señorita? ― Observé al mozo quien amablemente me ofrecía una copa de champagne la cual acepté sin dudarlo, hacía demasiado tiempo no bebía algo de primera mano.
―Gracias― sonreí amablemente y borré de inmediato mi sonrisa cuando el sujeto se fue, llevé la copa hacia mi boca y bebí un sorbo el cual degusté con placer, definitivamente quería acostumbrarme a esto por lo cual debía fijar un objetivo para esa misma noche pasarla en un hotel de lujo.
 
A cada lado que miraba chocaba con futbolistas sexys con un cuerpo de ensueño y de seguro una gorda billetera, el solo pensar que pagarían mi tarjeta de crédito me daban ganas de saltarle a la arteria yugular al primero que se cruzase en mi camino, pero debía elegir bien.
Hacía apenas una semana había llegado a la ciudad desde Los Angeles, escapando del pasado y todo lo que recordase a él, por eso, no podía permitirme quedarme sin nada y tener que volver a pedirle ayuda a Thomas, quien seguro me mataría si se enterase que estoy viva ¿Loco no? La única manera de huir sin que nadie me persiguiera era darme por muerta, y así fue, mi pasado murió y fue enterrado al otro lado del atlántico.
Salí de mis pensamientos los cuales debía borrar de mi mente, cuando vi pasar a un joven sumamente guapo, con un traje gris, corbata a tono y camisa blanca debajo, un look usual para una fiesta de este estilo, pero me atrajo su enorme trasero que resaltaba debajo del ajustado pantalón, se encontraba de perfil, y sin duda me gustaba lo que veía, pero me gustó aun más cuando volteó hacia mi lado con una enorme sonrisa mientras charlaba con otro de los jugadores. No es que sepa mucho de fútbol, a decir verdad lo único que me importa de ellos es su dinero, pero a él lo conocía, Ethan Prince. Además de ser posiblemente de los hombres más atractivos dentro del mundo del fútbol, debe ganar una fortuna, ya que su pase fue de los más comentados en el último tiempo, sin duda, ya tenía mis ojos fijados en él, Prince sería mi presa.
Debía pensar la manera correcta de acercarme a él, que creyera que era una lanzada no me serviría ya que por lo poco que se de él, es un chico de bajo perfil, además, no era conveniente que me involucrasen con él desde un principio, por ahora todo debía ser muy bien pensado, dar cada paso con cautela.
Estaba segura de que esa noche, yo no sería la única chica en busca de una billetera, por eso, debía acercarme a él cuanto antes, lo que me dio el empujón para hacerlo fue ver a una chica rubia con un estilo sumamente prostibulario acercarse a él y su compañero.
 
―Hola cariño― habló la chica con aspecto de zorra ¿acaso esa era su novia? Lo confirmé cuando lo besó en los labios y él le correspondió, mierda, tenía un estorbo que quitar de mi camino.
Podría haber buscado a otro chico, pude ver a unos cuantos que me dedicaron sonrisas cómplices pero lo cierto era que mi objetivo era Ethan, y la maldita zorra que tenía por novia había arruinado mis planes. Pero solo por esa noche, no me cruzaría de brazos, tendría a ese hombre a mis pies aunque fuese lo último que haga.
Salí por la puerta principal, por donde debí haber entrado, ya no había nadie entrando, por lo cual el trabajo de portero ya no era necesario, al pasar junto a Brandon, lo tomé de su muñeca y lo arrastré conmigo hasta el costado de la entrada, donde estaba algo oscuro y nadie podría vernos.
 
― ¿A qué hora termina tu turno? ― pregunté sobre sus labios.
―Ahora mismo si me dejas ir a cambiarme vamos a mi departamento― besó mis labios.
―Si demoras más de cinco minutos me iré ¿Ok? ― El asintió y de inmediato, salió a toda velocidad a cambiarse. Amaba jugar con los hombres de esa manera, hacerlos caer a mis pies hasta que me rueguen por un poco de placer. Tal como esperaba, en menos de cinco minutos, el castaño de ojos verdes caminaba hacia mí, ahora él fue quien me tomó de la mano para alejarnos de allí.
― ¿Qué tal van tus planes? ― cuestionó dándome el casco de su motocicleta para luego él también colocarse el suyo.
 ―Mal, pero nada que un buen polvo no pueda arreglar― le hice una guiñada y él me dedicó una sonrisa extremadamente sensual. Debía olvidarme de Prince por un rato, ya se me ocurriría algo, mientras, me permitiría una noche de sexo con un londinense de ensueño.
 
 
 

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