Work bit*h. {Cancelada

Gracias lo quería hacer mas largo pero no pude ;-; así que pienso hacer el próximo mas largo.

Gracias me interesa por eso decidí subir lo que ya tenia de mi capítulo. Me estoy dando un respiro de casi todo pero no pienso dejar nada sin terminar. De verdad te agradezco el apoyo, yo también te quiero Dai

Gracias tal vez haga una excepción

Gracias   mucho sex también me caes bien.

Capítulo 004

―Di palabras justas, actúa natural y recuerda lo de siempre ―Lauren arreglaba mi corbata, como en cada nueva oferta de trabajo que esta vez gracias a ella lo había conseguido.
―Ser una perra, ―suspiré, y desordene algo mi cabello mientras me miraba a través del espejo. Ella asintió―. Lo sé, pero Lauren, es una empresa importante. ¿Qué haré si me demandan? ―pregunté un poco atemorizado.

Había trabajado para muchas empresas en Francia, pero cuando Lauren encontró en una revista Norteamérica que se buscaba un secretario y con experiencia decidió que seria buena idea; ya que mi ex amante era dueño de la anterior empresa donde había trabajado, le había dicho a su esposa que le era infiel conmigo, y ha de confesarme tarde que la mujer era vengativa y hasta había llegado a intentar arrollarme con su auto de primera calidad, así que con Lauren decidimos escapar antes de que pierda algo o Aswimi me intente arrollar de nuevo.

―Le harás una mamada, y caerá a tus pies. Me llamo Lauren Lewis y yo te he enseñado todo lo que sabes ―mi nana (bastante joven) tomo de mis mejillas y luego besó mi frente―. Bien, chico hermoso y lindo, ve a conquistarte a ese galán ―Lau golpeo mi trasero y se fue a atender nuevamente su negocio de tarot.

Tenia un traje ajustado, color gris y dejaba mucho a imaginar. Me apretaba el trasero y ni siquiera podía sentir mi polla. Igual que antes, llevaba el cabello desordenado, además de mis anteojos color negro y mi maletín que solo llevaba mi curriculum y algo de dinero.

Tome dos buses, un tren y un taxi porque ya no viajaría con adolescentes que se dirigían a la preparatoria e intentaban ligar conmigo y yo buscaba lo mismo que ellas, una polla.

Cuando el taxi me dejo en el lugar donde le había indicado no podía creer lo que estaba viendo, ―Lindo, ¿no? La empresa Campbell es todo un sueño, ¿Comenzaras a trabajar aquí? ―me preguntó el conductor del auto.
―Eso espero, solo es una entrevista ―dije mientras le entregaba un billete de cien dólares, y al minuto el hombre me entregaba el vuelto.
―Entonces, suerte muchacho. Es buena oportunidad muy buena, espero que consiga el trabajo.
―Gracias ―cerré la puerta del taxi y me encamine hacia la entrada de la lujosa empresa. La de Francia de mi ex no era nada a lo que era esta.

Realmente me quede fascinado cuando pude tener acceso a la empresa, aunque en un principio dos tipos mas grande que un closet me pidieron identificación y luego de diez minutos me dejaron entrar. Si quedaba, haría algo para que los despidan o hagan bien su trabajo en vez de ligar con cada mujer que quería entrar para su cita de trabajo.

Me acerque hacia un escritorio color negro, una joven estaba detrás de él, estaba bien vestida, tenia con el cabello recogido y dejaba ver en su cuello y orejas pendientes de diamantes o eso quería dar a entender. ―Hola, soy Christopher Evans y tengo una entrevista de trabajo con Oliver Campbell ―le dije educadamente, por poco había olvidado el nombre de mi y con mucha suerte, futuro jefe.

La joven me miro, y no fue agradable su mirada, era la típica mirada de "me molestas, vete" o mejor la de "¿tu quién eres? vete por donde entraste" además de puro desprecio.

―Séptimo piso, no eres el único que esta aquí, así que apúrate porque eres quinto en la lista ―dijo con el típico tono asqueroso de secretaria zorra malhumorada.
―Haré que te despidan cuando entre aquí, perra ―susurre casi inaudiblemente y me encamine hacia el ascensor.

Pocas personas se habían acumulado detrás de mi, ya que todos obviamente esperaban lo mismo que yo, el ascensor. Y de aclarar que había una escalera y nadie, nadie, se había ido por ese camino. Cuando bajo la estúpida caja de metal, solo admitían a seis personas allí así que entre con otras cinco mas y la verdad, puras mujeres y solo dos hombres, y yo que planeaba mirar culos abultados y solo habían pechos operados.

Mi móvil vibro dentro del bolsillo, y como pudo lo saque de su lugar. «¿Cómo te esta yendo, cariño?» ―Lauren.

Sonreí de lado por el mensaje, amaba a Lauren de una forma de hijo a madre, porque ella se había convertido en una madre para mi. Desde la muerte de mis padres ella me puso bajo su manto y cuido de mi, y jamás dejaría de darle las gracias por haber sido y aun ser una de las mujeres mas importantes en mi vida.

«Aun no he entrado, pero las secretarias son bastante malhumoradas. Supuestamente hay mas personas antes que yo, ¿qué dicen tus cartas?» Escribí rápidamente y luego envié. La respuesta llego rápido así que suponía que mi nana aun no tenia clientela al cual tirarle las cartas y predecir su futuro.

«Dicen que aunque creas que sea difícil, él caerá a tus pies. Eso es lo que dicen, corazón; y ellas son muy sabias, así que hazle caso y consigue ese trabajo» ―Lauren.

Luego de leer el mensaje, y realmente coincidir en que estaba nervioso, algo asustado y pensaba que seria difícil, guarde mi celular en el bolsillo nuevamente y me observe a través de los espejos del ascensor. No me había dado cuenta, o mas bien, no había notado el pequeño grupo de cuatro mujeres parloteando a lo loco algo que no había prestado el mínimo de atención. Ellas estaban detrás de mi, y yo estaba detrás del guapo joven, si es que así podía decirle porque aparentaba unos años mas que yo.

Y hablando de él, era lindo, muy lindo. Alto, delgado, cabello chocolate bastante esponjado, vestía de una camisa color blanca con el cuello y puño a cuadrille rosa oscuro; también llevaba un pantalón pitillo color rosa bebé (que se apega bastante bien a su trasero, que lo tenia) y un cinto blanco. Y por último, llevaba su saco en su mano izquierda, junto a su maletín negro. Mientras que su mano derecha solía acomodar su anteojo Ray-Ban y su cabello desarreglado.

Lo mire a través del espejo, y cuando él levanto la vista y ambos tuvimos contacto visual no evite sonreírle, y él me devolvió el gesto. Era lindo, condenadamente lindo y sexy. Lo que daría por una noche con un hombre así, si que pagaría bastante con tal de sentir su mano a través de mi cuerpo. Sin evitarlo mordí mi labio porque realmente estaba perdido en mis deseos que corrían por todo su cuerpo. Él me miro sonriente, como si supiera lo que estaba haciendo conmigo. ―Maldito condenado, que sabia lo bueno que estaba y lo que me hacia― pensé y se lo dije con la mirada aunque él pudiera no notarlo. Mordió su labio mirándome por el espejo, y era un juego erótico que ambos habíamos comenzado a hacer, que si fuese por mi ya estaría metiéndole la lengua hasta la garganta, y que esa era una idea repugnante pero con él si que prendía la situación.

Hice correr mi lengua por mis labios, y luego mis dientes lo apretaron levemente. Pude ver por arriba de sus anteojos como alzaba una de sus cejas, y luego sonreía, lo hacia, mostrando su hilera de dientes blancos y negando con la cabeza.

Había perdido la cuenta cuando el ascensor llegó al séptimo piso y todas las personas tuvimos que bajar, y realmente salí del trance de sus labios, sus ojos, su cabello, su todo; cuando una joven se acerco y le dijo: ―Señor Campbell, ya están las personas para ser entrevistadas.

Abrí mi boca, que creía que tocaría el suelo. Había ligado con el tipo que podría ser mi jefe, él también había seguido el juego, yo también jugué con él. Estaba hecho, me había ganado yo mismo una patada fuera de ese edificio.

El señor, sexy, Campbell se dio media vuelta observándome otra vez, me sonrió y luego fue junto a la señorita que se había acercado a su lado.


Poco a poco, los entrevistados entraban a la oficina y salían con cierto semblante de decepción. Así que, por mas egoísta que suene, yo seguía esperanzado por ganarme ese lugar, y ya era tarde de arrepentirme por haber coqueteado con, Oliver Campbell.

El tiempo que estuve sentado frente a una multitud de mujeres guapas, con trajes provocativos que a mi no me movían un mínimo pelo, me daban a entender que me metía en una empresa donde el jefe era el follador número una que se tiraba a mas de una en su oficina; así que tendría que eliminar la idea de que el tipo fuese homosexual como yo y podríamos follar una y otra vez en su escritorio. Cuando fue mi turno, me levante del cómodo asiento y con paso seguro entre a la oficina con Mr. Sexy.

Él estaba detrás del escritorio negro, sentado en una silla blanca de gran respaldo. Por los pocos segundos que observe la oficina, era espaciosa, tenia varios sillones, cuadros en las paredes, una tv gigantesca, un mini bar, entre mas cosas.

―Puedes tomar asiento ―me indico delante de él la silla, y dios, antes de dar un paso esa oleada de querer abalanzarme sobre él habían vuelto. Tenia voz sexy.
―Gracias ―susurré una vez sentado frente a él.
― ¿Christopher Evans, cierto? ―ojeo la lista que había sobre el escritorio, y luego de pronunciar mi nombre bajo sus lentes mirándome a los ojos.
―Cierto ―conteste, sin mirarlo a la cara, realmente no podía mantener contacto visual con él y era raro, ya que lo habíamos echo durante un buen rato en el ascensor.
―Bien, te explicaré brevemente que necesitas para contratarte y si es que lo tienes. En principio, tiempo completo a la empresa, serás mi secretario y estarás pendiente a mis llamadas, contactos, reuniones entre otras cosas ―asentí, esta vez mirando sus labios como se movían cada vez que decían alguna palabra. Y que me gusto cuando menciono que podría ser su secretario.

Él siguió hablando por un largo tiempo, explicándome que debería hacer y que si era contratado tendría que estar más horas en la oficina, aunque recibiría mejor paga, y quizá algunos viajes de negocios ya que yo tendría que estar detrás de él ―y lo estaba―. Solo él podría mandarme, y yo tendría el poder de dirigirme a quien sea por ser "Christopher Evans, el secretario de Oliver Campbell" aunque la única que no podría seguir mis ordenes seria Rose Schuman, la cual es la empleada fiel que siempre estuvo junto a su madre y padre, y es para él prácticamente una abuela, algo joven.

Asentí a todo lo que sus labios dijeron, en algunos breves momentos tuve que hablar pero después de todo había sido lindo cruzar una palabra con él. También le había entregado curriculum, que Oliver había ojeado y preguntado varias cosas de él.

― ¿Sabes? Eres buen candidato para el empleo ―dijo, y escuche como el asiento rechinaba y él se recargaba sobre el respaldo―. Estoy cansado de entrevistar a tantas mujeres, con suerte y serás el único hombre, además de mi, en la empresa ―comentó y luego soltó una carcajada pequeña―. ¿Serás capaz de mirarme y sostener la mirada aunque sea una vez?

Pestañe varias veces al escucharlo, no esperaba oír eso. Divague unos segundos hasta que me decidí a mirarlo a la cara, y que él ganara, porque él realmente sabia lo que hacia.

Mire hacia sus labios, entreabiertos, y subí mi mirada hasta sus ojos. Que eran de igual de hermosos como él. Un color verde oscuro, ese color tenían sus ojos. Él sonrió cuando mis labios ligeramente se abrieron.

―Estas contratado.

holu:

Primero: Esta muy muy muy muy muy bueno, puff.
Segundo: ¿Soy la siguiente? omg, ya me pongo a escribir, fuck.