our little secret. {novela colectiva}

Capitulo 4

Jennea Finnegan

      
1997, Septiembre.
—Qué linda niña haz tenido Alexxandra. Es una hermosura.
Y vaya que lo era, la bebé parecía salida de los calendarios de bebés perfectos. Rubia con rizos en toda su cabeza, y orbes brillantes color verde agua. No lloraba demasiado y dormía prácticamente todo el tiempo.
— ¿Puedo cargar a la nena mamá?— el pequeño Bradley George estiró sus bracitos gorditos hacia arriba querido llegar hasta la cría dormida en los brazos de su madre.
— ¿Puede Alex?
—Por supuesto que sí, solo, ten cuidado, y es mejor si te sientas en algún sillón o en el pasto, te será más cómodo.
El niño obedeció sin chistar, apoyó sus muslos en el césped recién cortado y espero que Jennea sea depositada en sus frágiles brazos, tanto como el ser de la nena.
Y la observó, como seguía dormida plácidamente, sin mutase a abrir los ojos, como sí todo estuviese en paz, tal vez lo era, es decir, en el campo, no hay más que tranquilidad y trabajo duro. El sueño de Jennea fue interrumpido por Chelsea, la perrita de la familia Finnegan que acompañaba a Alexxandra Finnegan a todos lados. Pasó su larga lengua llena de bacterias provenientes de su baba por parte de la cara de la criatura de apenas un año. Se removió incómoda en los brazos del niño y justo cuando estaba por llorar el jovencito de pelo oscuro le cantó una canción de cuna, esa que solía cantarse su mamá a él, la misma que usaba para que Erón o Sila se durmieran, pero como eran simples mascotas no funcionaba realmente.
—Quiero que te duermas como un sol, que se acuesta en un campo de trigo, tengo aquí en mi pecho un corazón, Igualito al hueco de tu ombligo…
Señora Finnegan, el coche está listo. Mensaje recibido, la mujer de treinta y seis años tocó su vientre con dolor, aún los puntos de la cesárea le dolían en días nublados y húmedos como justo es que venía. Tomó el último trago de té que le quedaba en su taza y caminó hacia Jorgelina y su hijo, el rostro de Brad se volvió triste y apenado al haberse enterado que madre e hija ya se iban, y lo peor es que sabía que no volvería a ver a Jennea ni a Alex en meses o incluso años.
— ¡No se vayan!
Pero la mujer no le prestó atención, estaba conversando con Jorgelina, a él no le importaba de que, lo realmente importante era que la nena se iba a ir y él quería pasar más tiempo con ella.
2003, Enero.
Paseaba despreocupada por la vereda de mi casa esperando a que mis abuelos llegasen y me lleven donde mis primos, es decir, ¡quería conocerlos!, tan lindos parecían en las fotos, me senté en el último escalón del porche de casa, mamá me observaba por la ventana.
Doggie tercero corre hacia mí y me precipita al piso, Doggie tercero  es el único de mis perros que solo corre, no importa que tenga adelante. Ahora estaba persiguiendo palomas, pienso que es raro, porque se asusta con la oscuridad y con los sapos, llora, pero gracias a él ya no le temo al monstruo que vive debajo de mi cama. Me dí cuenta que mi rodilla sangraba, otra vez, ¿sabías que la parte que más me lastimo son mis rodillas? Es bobo.
Mamá viene hacia mí con un botiquín para curarme, me acabo de dar cuenta que he ensuciado mi falda de flores, es una pena, porque enserio me gustaba. Estuve a punto de llorar por el ardor de mi herida, pero ví que un claxon sonó y supe quiénes eran, ¡mis abuelos! Corrí hacia ellos, dejando a mamá sola con el botiquín su cara de preocupación en el porche.
El resto de las horas que duró mi visita jugué con mis primos, y con un amigo de ellos, es más grande que yo, como por cuatro años, tienen la misma edad que Dexter el mayor de los Smiths, mis primos obviamente. Es lindo, tiene ojos cafés y me ayudó varias veces que los animales de mi familia me habían hecho caer y casi volver a lastimar mi rodilla.
—Jenn, ¿te ayudo?
Creo que me acaba de preguntar si puede cargarme, ¿cómo negarse? Amo que me carguen, estiré mis brazos y él los tomó y de un tirón estaba siendo cargar como princesa hasta el pórtico de casa, mi mamá lo ha mirado mucho a James, ese es su nombre ¿sabías?, bueno lo ha mirado porque creo que lo conoce, pero como tiene… creo que doce o trece -no me llevo bien con las matemáticas- me parece imposible, ya que nunca oí de él y sus papis no vinieron.
—Eres mi mejor amigo James, ¿nunca nos vamos a separar no?
—Nunca Jenn.
2014, Agosto.
— ¿Crees que sea buena idea Jude?
El papel seguía en su mano, no había hecho nada más que mirarlo, no sabía si era correcto enviarle un mensaje de texto o no, es decir, era Jonnathan Mayer, lindo y musculoso, algo torpe pero, ¿acabo de mencionar que es lindo? Eso creo que es más importante que si sabe física.
—Jennea, hazlo, así nunca sabrás si fue una buena idea o no.
—Pero…
—Márcale.
Todo el aire que tenía en mis pulmones salió de mi boca en el momento que marqué y que del otro lado de la línea sonó:
— ¿Hola?

Spoiler:

Capitulo 3

Camille Mills

Seis años
El frio se hacía cada vez más intenso, el humo salía de mi boca sin previo aviso cada vez que bostezaba, estábamos a menos dos grados. Era primavera (una de las mejores estaciones del año) y sin embargo, el frio que hacía era mucho comparado con los días anteriores. Mi faldita a cuadros se arrugaba por la humedad que se percibía con facilidad, los chinos que no tenía en el pelo se formaban en ese día. Mi mami había mencionado que el clima estaba así porque se acercaba el huracán Mayo, gracias al cielo no nos iba a pasar nada por la poca intensidad que viene. Tomé mi pelo y me hice la trenza que mi madre me había enseñado a hacer hacía algunos días. Hacía muecas cada vez que me veía, el viento no ayudaba mucho a mantenerme bien peinada, tomando en cuenta que tenía la ventana abierta apropósito para no tener que ir a la escuela.

— ¿Estas lista Cami? — Mi mamá asomo su cabeza por entre la puerta y sonrió al verme — Recuerda que hoy nos va a visitar un amigo de papá, quiero que te portes muy bien con su hijo y su hija que es de tu edad. — Ella quería que me comportara correctamente siendo educada con el señor.

— Claro mami, me portare bien. — Hice una mueca –la cual ella no pudo lograr a ver– y pase por su lado sin mirarla mucho, no quería pelear con ella hoy. Bajé las escaleras de mármol en forma de caracol, y fui hacia la puerta de la entrada. Mi padre hablaba por teléfono, me miro de reojo pero siguió hablando hasta que el reloj marcara las siete veinte. En ese momento el dejo de hablar y apago su teléfono antes de dirigirme la palabra.

— ¿Ya quieres ir a la escuela? —Menciono él. No quería ir, mis amigas me habían dicho que nadie iba a ir ese día y no tenía ganas de estar sola en la escuela un lunes en la mañana.

— No, pero tengo que ir. — El kínder fue más divertido de como lo había imaginado, hacíamos dibujos para mostrar nuestra creatividad, incluso cantábamos canciones en inglés. La maestra me dijo que dibujara a mi familia, yo solo dibuje a mi nana, mi papa y mi mamá, tenía una familia muy pequeña pero con muchos parientes o conocidos fuera de ella. Cuando la escuela termino, mi nana fue por mí, con su mantelito rosa pastel y sus rosadas mejillas. Durante la trayectoria a mi casa, le conté con lujo de detalles sobre mi día en la escuela y como me fue. No terminaba de contarle cuando ella señalo hacia el frente dándome a entender que me callara porque había más gente en la casa. Ahí adentro había un señor con una niña en su lado izquierdo, y un niño en su lado derecho.
—Hola señor — dije de manera tímida —, ¿Quiénes son ellos? — Señale a los niños enseguida de él. — Mi padre me miro acusadoramente y le sonrió con pena al señor.

—Bueno señorita, él es Mason y tiene siete años y ella es Megan quien tiene tu misma edad, seis años. —Era la primera vez que alguien me hablaba así y me había sorprendido mucho. Mientras iba mencionado a los niños, los iba señalando. Megan era peli-negra de unos ojos azules muy bonitos, mientras que Mason era castaño y tenía unos ojos entre azules y grises. El me miro y sonrió falsamente sin que nadie lo notara. Levantó la mano y la agito de un lado al otro.

—Hola. —Una palabra completamente a secas sin sentimiento alguno. Me miro de arriba y abajo y se enfocó en la conversación que nuestros padres volvieron a entablar hacía unos segundos.


Once años: (31 Diciembre  2009, 11:59)

Cinco, cuatro, tres, dos, uno, ¡feliz año nuevo! Todos  se abrazaban y celebraban que el año había comenzado, ya habían comido las uvas y pedido un deseo, pero yo sabía que por más que mi mamá pidiera adelgazar, no se le cumpliría.  Resople y salude a los conocidos, había mucha gente pero yo solo lograba conocer a pocos mientras que los demás parecían conocerse muy bien. Me senté en la silla reclinable de madera sintética, tenía el presentimiento que tarde o temprano se rompería. Comencé a balancearme lentamente como lo hacía la abuelita Mary, ella decía que así se tranquilizaba pero yo por más que lo intentara, nunca pude hacerlo. Frustrada, me levante y me fui fuera de la casa a ver los  fuegos artificiales, la mayoría eran los típicos de navidad y año nuevo, pero habían otros que nunca había visto como uno que salía al cielo dando vueltas. Alguien me tomo por el hombro. Estaba obscuro pero podía ver el pelo de Megan desde aquí.

— Abrázame, ¡es año nuevo! — Ella me voltio girando mis hombros y me abrazo con mucha fuerza. Hace poco nos habíamos visto en la fuente del parque del centro, ella estaba con su blusa verde de la suerte y una cola alta sin ningún pelo fuera de ella.

— Ya te estoy abrazando. — Nos mantuvimos en esa posición unos segundos más y me separe, ella me miro de forma rara elevándola comisura derecha de sus labios.

— Oí algo — Murmuro acercándose a mi poniendo su boca cerca de mi oreja. —, me dijeron que va a haber un nuevo maestro en la escuela, se llama Edward. — Se despegó de mí y me miró.

— ¿Te lo dijo Jenny? — Pregunte con curiosidad, ella era su amiga, aparte de ser una de las chicas más insoportables del mundo.

— Si — Agito sus manos a su alrededor y asintió —, ella me lo dijo.

— Pues bien por ella.

Dieciséis años. (Actualidad)

— Vamos Cam, llevas cinco años diciendo que te gusta, pero no hacer absolutamente nada para que tú le puedas gustar a él. Pareciese como si en realidad no te importara. — Megan me movió de un lado a otro con desesperación

— Es mayor que nosotras, no puedo. — Moviendo mi cabello negué con la cabeza. El viento soplaba haciendo que tome mi falda y la apriete hacia mí. Muchos de nuestros compañeros tienen que correr para poder llegar a clases, ya solo faltan unos minutos para que comenzara y nosotras seguimos en los pasillos del colegio.

— Anda dile. — Mira hacia atrás y murmura. — Ahí está, háblale antes de que entre al aula tres. — Ella señala hacia la izquierda donde está el por entrar a clases. Hago una mueca.

— Ni aunque Michael Jackson volviera de la tumba, lo haré.

Holaaa: