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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)

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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky) - Página 17 Empty Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)

Mensaje por JUSTINLOVE11 Lun 19 Mar 2012, 10:29 am

Aww que cap tan triste ... Pero ya quitó saber que pasará después .siguela (:
JUSTINLOVE11
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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky) - Página 17 Empty Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)

Mensaje por zai Miér 21 Mar 2012, 9:18 am

SIGUELAAAAAAAAAAAA
zai
zai


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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky) - Página 17 Empty Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)

Mensaje por chelis Miér 21 Mar 2012, 11:57 am

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAIIIIIII!!!!
YO ESTOYYY LLLOOORAAAAAAAAANNNDOOOOOOO!!!!!!
TODO LO QUE SUFRIOOOO NICOLEEEE!!!!!!.... Y AHORA SE FUEEEEE!!!
AAAII LOS DOS ESTAN SUFRIENDOOOOO!!!!!!
PORFAAA PON OTRO CAAAAAAAPIIIISS
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky) - Página 17 Empty Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)

Mensaje por JUSTINLOVE11 Miér 21 Mar 2012, 5:00 pm

SIGUELAA!(:
JUSTINLOVE11
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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky) - Página 17 Empty Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)

Mensaje por yamii_jjonatikacrazy!! Miér 21 Mar 2012, 6:31 pm

BUENO CHICAS MUCHAS GRACIAS POR SUS COMENTARIOS!!
HE AQUÍ LES DEJO UN CAP MÁS!!
POR CIERTO CHICAS YA SOLO QUEDAN 3 CAPITULOS PARA QUE TERMINE LA NOVE :(





Capítulo 44

Obstáculos





Nicole atravesó desalentada las puertas del Hospital General de Chicago. Era la primera vez, en las tres semanas que llevaba en Chicago, que pisaba otra vez el hospital. Había evitado ir para no tener que hablar con Selena, porque aún no estaba preparada para su interrogatorio en tercer grado. También lo había evitado porque no había querido ver a Alex otra vez, después de que la dejara en su… en la casa de Paul. Tampoco lo había querido visitar, porque no quería encontrarse con la Doctora Evans y pelear, porque eso sí, ya no se iba a dejar mangonear tan fácilmente.

Las puertas corredizas se deslizaron ante ella, caminó por los blancos pasillos. Extrañaba su trabajo, y quería regresar, pero no se sentía con ganas de hacerlo. Saludó a las caras conocidas que iba encontrado, pero no se sentía con el mínimo de cordura social para entablar una conversación. También sabía que su aspecto no era nada halagador. Había estado perdiendo peso vertiginosamente, tanto que Paul la había obligado a tomar vitaminas, porque era eso, o metérselas por vía intravenosa. Todo mundo se lo hacía notar, pero para aquellos que no sabían la razón, la animaban a que siguiera y compartiese la receta. Si toda la gente que le preguntaba sobre su famosa fórmula de bajar de peso supiera que era el resultado de su lamentable estado de ánimo, dudaba que fueran a seguirla.

A pesar de las insistencias de Elizabeth y Richard, quienes habían regresado a Chicago tres días después que ella, y de Paul, se había negado a salir de la casa. Había pedido tiempo, y ellos se lo habían dado. Platicaban de cosas triviales e insignificantes: el tiempo, la ropa, la economía, el próximo alumbramiento de Ariana, la futura “no oficial” boda de Margot con Archer, la entrada de las niñas en el preescolar, el nuevo trabajo de en un buffet de arquitectos de Richard, de todo, menos del innombrable: Joseph Adams Jonas no tenía cabida en ningún tema.

Mientras entraba al elevador que la llevaría a la planta de Alex, miró el reflejo que la pared metálica le daba. Se acarició la mejilla y cerró los ojos con fuerza. Había pasado dos días encerrada en su cuarto. Había necesitado esos dos días más que cualquier cosa, aunque había llorado hasta el agotamiento. Había derramado lágrimas, pero no sólo por Joe, sino también por su bebé no nato, por su hermoso amigo de cuatro patas que extrañaba enormemente, por su hermana pequeña que había dejado, por la familia que le había dado la espalda de la manera más cruel, y por haber perdido el más maravilloso cuento de hadas de toda su vida. Respiró con fuerza una bocanada de aire por la boca, calmando sus ganas de llorar. Al tercer día había salido de su habitación, y todo se había vuelto monótono. Comía, bebía, platicaba con todos, pero no había nada que le produjera placer alguno.

Alex la había dejado en su habitación, y a pesar de sus quejas, le había recetado un par de calmantes y somníferos, pero sólo en caso de emergencias. Ni siquiera los había mirado. Había decidido afrontar el dolor por ella sola. Y en el día, se mantenía ocupada: leyendo, la limpieza, platicado con Paul, cuidando a Mary Ann, lo que fuera, con tal de mantenerse ocupada. Sin embargo, al caer la noche…

Siempre había podido dormir, abrazando sus almohadas, envolviéndose entre el extensión de ellas, pero ahora no podía. Tardaba horas en poder conciliar el sueño, y todo era culpa de Joe. No decía su nombre en voz alta, pero lo pensaba casi cada minuto. Se paseaba por todo la cama, tratando de dormir, y cuando por fin lo lograba, casi podía sentir la respiración de Joe, de cómo subía y bajaba mientras dormía, o el cómo era dormir aferrada a su pecho, abrazándolo del cuello, con una pierna alrededor de él. Incluso algunas veces había podido sentir su mano rodeándola, acercándola al calor de su cuerpo, jugando con sus cabellos, o el roce de sus labios con su frente…

Pero después despertaba, y se daba cuenta de que era un sueño, y las lágrimas volvían a inundar sus ojos. Gracias al cielo, había pasado del mar de llanto en tiempos de verano, a una simple llovizna de primavera. Sólo esperaba que pudiera terminar en sequía.

El sonido del elevador le anunció que ya estaba en su piso. Salió y dobló a la derecha, rogando no encontrarse con Selena. Hablaría con ella después. Se acercó a la recepción dónde estaba la jefa de enfermeras, la enfermera Ross, y después de cordiales saludos, le comunicó que Alex estaba en su oficina. Fue directamente hacia ahí, y con los nudillos golpeó la puerta.

― Adelante. ― fue la voz de Alex, fuerte y segura, hablando del otro lado.

Entró y no se extrañó de encontrar a Alex enterrado entre hojas y papeles. Ser el mejor, implicaba muchas veces, estar encerrado en ese tipo de situaciones. Sonrió, pero después su mente vagó. ¿Por qué no había podido enamorarse de él? Él era el hombre perfecto: su pelo era de un color casi miel, rubio, su tez era clara, pero parecía estar bronceado, de ojos azules intensos, que le recordaban a los tonos que se veían en el mar Caribe, rasgos varoniles que lo harían acreedor a un lugar entre los hombres más guapos del país, una sonrisa devastadora, una hilera de dientes perfectamente blancos, y todo un caballero, pero al parecer nada de eso lo hacía perfecto para ella. El silencio hizo que Alex alzara la cabeza de sus papeles y se la quedara mirando. Dejando todo, bajó las manos hacia el escritorio.

― ¿A que debemos el placer de tu visita?

― Pues ya vez… ― contestó Nicole encogiéndose de hombros y cerrando la puerta detrás de sí. Trató de sonreír pero sus labios no podían torcerse. Era como si hubiese olvidado sonreír.

― Han pasado semanas.

El tono de Alex dejó ver que era una reprimenda, cosa que a ella no le hizo ninguna gracia.

― He estado ocupada.

― ¿Haciendo…?
― Cosas. Ya sabes. ― Para mantenerse ocupada se acercó a él, y del bolso extrajo una roja cajita de terciopelo y se la extendió ― Te traje esto.

Alex no dijo nada y se la quedó mirando. Entonces se levantó y se elevó en todo su esplendor de metro noventa y dos, era altísimo. Llevaba la ropa de quirófano, un uniforme azul marino de camisa y pantalón, y encima la perfecta bata blanca de médico. Salió de detrás del escritorio y se acercó a ella, para después apoyarse y sentarse sobre el borde de la mesa, mirando la caja que sabía que contenía en anillo de compromiso.

― Me gustaría que te lo quedaras. Como un regalo,

Nicole ahora si sonrió.

― Un ramo de flores es un regalo. Los chocolates son un regalo… ¿pero esto? ― negó efusivamente ― No, lo siento. No me lo puedo quedar.

Ella se lo volvió a tender y Alex después de mucho pensarlo, lo aceptó. Estuvo jugando con la cajita, y la abrió para admirar la sortija con un diamante incrustado en él. Después la miró a ella.

― Si te lo volviera a proponer, ¿Qué me dirías?

Nicole se extrañó por la pregunta. Eso era, desde luego, algo en verdad no se había esperado al ir a dejarle el anillo. Y lo que más le sorprendió fue la que no tenía que pensar en una respuesta. Ya la sabía.

Suspiró cansadamente y cerró los ojos.

― Que la respuesta sigue siendo la misma. Quizás… quizás me haya hecho mucho daño… ― después enfocó sus ojos con los de él, y porque era Alex, podía seguir hablando ― pero por un breve y corto tiempo, conocí el amor, Alex. Lo conocí de una forma que no te lo puedo explicar, y jamás podría casarme contigo, atándote a sabiendas de que no te amo, y que jamás lo haré. Aunque me duela con toda el alma, aún lo amo. Y creo que siempre lo haré.

― Algo así me esperaba. ― Alex tomó su mejilla y la rozó con sus dedos, le producía un fuerte dolor el ver a su pequeña Nicole tan triste, ― ¿Como estas?

Nicole quitó su rostro fuera de su contacto.

― ¡Dios mío! Todo mundo me hace esa pregunta diez mil veces al día. Paul, Elizabeth y Richard. ― Se movió por la oficina ― ¿Qué quieren que les diga? ¿Qué estoy harta de estar llorando todas las noches? ¿Qué no puedo dormir? ¿Qué he bajado de peso por primera vez en años, y en vez de estar alegre por ello, no me importa ni una…?

Se calló de repente, avergonzada por la escena que había hecho. Alex llegó a ella y la giró para que se quedara frente a ella, y la abrazó.

― Ven acá.

Nicole se dejó abrazar, y se espabiló un poco, pasando su mano por su cara, frustrada.

― Lo siento, Alex. No sé que…

Alex la calló tapándole la boca.

― Nah, me alegro de que lo hayas hecho. Estoy casi seguro de que jamás lo podrías haber hecho con los demás. Recuerda que una vez te dije que me preocupaba por tu felicidad. Eso no ha cambiado. Por eso, es que te voy a decir esto. ― la tomó de la barbilla para que no escondiera su mirada ― Deberías de ir a verlo. ― Nicole iba a hablar pero Alex no la dejó siquiera abrir la boca ― No, tú ahora te callas. No sé que pasó entre ustedes, pero sé que a ambos les afectó mucho. Sin embargo, te diré lo que me dijo una amiga hace no mucho tiempo ― Hizo contacto con su mirada ― El amor, a veces tiene que pasar por muchas pruebas y obstáculos para demostrar que en verdad es tan fuerte como piensan. Esas dificultades les darán dos caminos: O bien su amor era tan débil que se perdió en la primera prueba de fe… o es mucho más fuerte de lo que pensaban, que incluso, puede perdonar y seguir adelante.

Nicole apretó los labios, resecos ahora. Sintió una opresión en el pecho, un leve cosquilleo en la boca del estómago.

― Pues entonces creo que se ha perdido en la primera prueba de fe. ― susurró bajando la mirada.

Alex la volvió a obligar dulcemente a que lo mirara.

― O quizás, aún no han luchado para aclarar las cosas y perdonar.

Ella asintió. Tenía que pensar en eso.

― ¿En serio te dijo eso alguien?

― Bueno, le he puesto de mi propia cosecha también. ― contestó orgulloso ― Ahora me debes de llamar Alex, el gurú del amor.

Nicole soltó la primera risa sincera y espontánea desde hacía semanas. Imaginar a Alex con un turbante rojo, su “tercer ojo”, y esa ropa hindú no hizo sino aumentar su risa. Al cabo de un rato estaba riendo a soltando pequeñas lágrimas de felicidad. Después de todo, estaba viva, y podía sentir algo más que tristeza y dolor.

― Oh Alex…

No pudo completar la frase ya que la puerta se abrió atrozmente y la doctora Evans apareció en el umbral.

― Alex, tengo a… ― y la frase se murió ahí. Se calló y se los quedó mirando fijamente y Nicole vio por unos momentos una mirada conocida en los ojos de la doctora. Ella la había sentido en carne propia. ― Lo siento mucho la interrupción. Es un placer verte de regreso Nicole.

Nicole frunció el ceño. Alice y ella jamás se habían tratado, pero ahora la mujer se comportaba cómo si fueran viejas amigas, y más aún, su tono se oía en verdad sincero.

― Gracias Dra. Evans. También me agrada verla de nuevo. ― “Hay que ser cordial”, se dijo a sí misma Nicole.

― ¿Se te ofrece algo Alice? ― Alex apretó su cintura y la acercó contra su cuerpo. Ella lo miró extrañada pero no dijo nada.

― El Jefe quiere unas palabras con todos los adjuntos en la sala de reuniones en cinco minutos.

― Estaré ahí. Gracias. ― El “Gracias” de Alex, fue más bien un “Ahora lárgate”, observó Nicole, y no entendía porque se estaba comportando tan grosero con la Doctora Evans.

“Vale, no es santo de mi devoción, pero no me agrada esto”, una vez más, la voz interna de Nicole habló.

Alice se quedó parada donde como si estuviera dudando en que decir o hacer, lo cual era raro, ya que esa mujer siempre actuaba con mano firme. Tenía la mirada fija en Alex, pero no es su rostro… ¡El anillo! ¡Claro!

― Yo… muchas felicidades a ambos. Espero que sean muy felices. ― agregó Alice, esperando algo.

― En realidad… ― empezó Nicole pero el fuerte apretón de Alex la hizo callar.

― Gracias Alice. Lo seremos. Bueno, te veo en la sala.

La doctora Alice Evans salió de la habitación, dejando a la feliz pareja solos.

― ¿Por qué lo has hecho? ― regañó Nicole golpeándolo en el brazo musculoso.

Ella era mujer, y no le gustaría que alguien la tratase así, con la punta del pie. Le extrañaba que Alex fuera así. Alex dejó la cajita y se la metió en la bolsa del pantalón, y se masajeó el golpe. Le había dado duro.

― ¡Esa mujer me exaspera! ― alzó la voz Alex señalando con el dedo índice de su mano derecha al lugar por donde Alice había salido instantes atrás ― Ha estado detrás de mí desde que la conozco, siempre iba detrás de mí, era… ― buscó una palabra, y terminó con la misma ― ¡Desesperante! Estoy casi seguro de que aceptó el trabajo en este hospital porque sabía que yo estaba aquí. Es una acosadora de hombres. Jamás me casaría con una mujer que muestra tan poco respeto por sí misma.

Nicole alzó una ceja y no comentó nada.

― ¿Terminaste?

― Creo que sí. Al menos hasta que se riegue la voz de que no estamos comprometidos, me la quitaré de encima por un par de días.

Nicole negó lentamente. Los hombres y sus mentes a veces eran tan… obtusos.

― No te voy a negar que la Dra. Evans no es mi total agrado, pero oye, no es tan mala. Es una excelente doctora, y se preocupa por todos sus pacientes con total entrega. Tiene treinta y un años, y es jefa de su plata. Si no fuera porque conmigo en verdad se portó mal, la admiraría.

― ¿Tu la estas defendiendo? ― preguntó Alex incrédulo ― Sé que te hizo la vida difícil en el ala de pediatría. Aunque creo que no tanto como a mí, siempre ha estado encima de mí.

― Ella está enamorada de ti. ― lo dijo como si hubiera revelado el Tercer Secreto de la Virgen de Epifanía. ― Quizás deberías de darle la oportunidad. Podría ser que detrás de esa mascara hay otra mujer.

Nicole alzó las cejas un par de veces, pero Alex regresó detrás de su escritorio y alzó las manos al cielo.

― Gracias, pero no gracias. Óyelo bien, jamás me verás rondando a Alice Evans en esta vida.

― Hay un refrán de Margot que me encanta. Y dice “Nuca digas…”

― “… de esta agua no beberé jamás”. ― Alex terminó por ella ― Lo sé. Pero créeme, ni aunque esté en medio del Sahara podría beber un agua etiquetada como “Alice Evans”. ― Le hizo un ademán con la mano ― Y mejor, vete a resolver tus propios problemas, deja los míos en paz.

― Está bien, sólo te dejo porque Ariana llega hoy. Quizás ya esté en casa de Richard. Quiere que la Doctora Evans reciba al nuevo retoño como lo hizo con Allie, y dado que no puede volar, han hecho el viaje en auto, y llevan varios días viajando. La doctora Evans se ha convertido de manera extraoficial en la obstetra de la familia Mitchells.

Alex asintió

― Saluda a todos de mi parte, y tú… piensa en lo que te dije.

― Lo haré, Alex, gurú del amor. ― contestó guiñándole el ojo y saliendo rápidamente antes de que Alex le aventara el pisapapeles que tenía en su mano.

Salió del hospital, y respiró profundamente, filtrando el aire en sus pulmones. Gracias a Alex se sentía mejor, pero dudaba que esa alegría le durase todo el día, por no decir, de toda la vida. Tenía que pensar muy bien las cosas. Quizás sería mejor ir a casa de Paul y ver a Ariana al día siguiente. Ella estaría cansada, se dijo, así que no tenía razones para agotarla más.

Fue hacia su camioneta y entró, pensando en las palabras de la “amiga” de Alex. Ella misma le había afirmando a Alex que aún amaba a Joe, y si quizás…

Sacudió la cabeza con fuerza, y prendió el motor, para tomar la calle Cermark e ir directo a Lake Shore Drive. Ahora que había salido, no quería regresar a la casa, no todavía. Llegó hasta el sitio de MacCornick, siguió la ruta y vio el campo de soldados. Oyó el zumbido de los aviones cuando estuvo cerca del aeropuerto Merrill C. Meigs. Admiró el esplendor que se ofrecía a lo lejos el Museo de Historia Natural y siguió por todo Lake Shore, embelesada por la belleza del Lago Michigan a su lado derecho. Pasó por el pequeño embarcadero del lago, donde había un montón de embarcaciones privadas y públicas. Llegó a Costa Dorada, y sin pensarlo, se estacionó unos segundos para quedarse mirando cómo el sol hacía que el agua del lago pareciera estar cubierto de pequeños diamantes. Llevaba ocho años viviendo en Chicago y cada día que había pasado se sorprendía de estar allí.

Sin pensarlo, y en un arrebato, bajó del auto, se quitó los zapatos y caminó por la playa. Su otra parada después de ver a Alex, había sido el cementerio, pero no había encontrado el valor. No se sentía con la fuerza suficiente para ir ahí, no después de lo que le había pasado. Sabía que no podía llorar eternamente a ese bebé, pero no podía evitarlo. Había pasado medio día fuera y de seguro Paul estaría preocupado. Llegó a la casa, dejó el auto afuera, porque había otro ocupando su parking. Era en BMW de Ariana.

Suspiró y entró en la casa, acercándose a la sala, dónde se oía el ruido de la televisión. Y ahí estaba, la futura madre comiendo directamente de un pote de helado con los pies alzados encima del sillón. Se quedó con la cuchara en el aire y la miró con el ceño fruncido.

― Estoy enojada. No me fuiste a recibir. ― Y se metió la cuchara.

Nicole se sonrojó.

― Pensé que estarías cansada. Te iba a ver mañana.

― Pues ya estoy aquí. ¿Podemos hablar?

En un primer impulso, pensó en negarse, pero entonces recordó quien era ella. Y lo que sabía. Ariana era la única persona a excepción de Paul, a la que le había comentado parte de su tragedia, para tratar de arreglar las cosas entre ella y su padre. Y había servido. Compartir su dolor le había quitado un peso de encima, y además, ella y Paul habían forjado sus lazos…

“… O es mucho más fuerte de lo que pensaban, que incluso, puede perdonar y seguir adelante”. Las palabras de Alex retumbaron en sus oídos. Quizás ella estaba ahí por una razón.

― Creo que sí.

― Entonces ven, ― pidió Ariana, dándole unas palmadas al espacio al lado suyo, Comió otro poco más de helado ― Lo siento, pero ya no me puedo mover. Además, David sólo me dejó venir si le prometía que no iba a hacer esfuerzos.

Nicole asintió y sonrió con delicadeza. Se acercó y se sentó a su lado. Ariana bostezó cansadamente y tapándose la boca, se disculpó, y sonriéndole, le colocó los pies encima de sus piernas, dándole a entender lo quería.

― ¿Quién empieza, tú o yo? ― Le preguntó, pero después gimió de placer cuando Nicole le masajeó los hinchados pies ― Mejor tú. Yo tengo que disfrutar esto.

Nicole siguió con el masaje, y pensó muy bien en su pregunta.

― ¿Cómo fue para ti regresar después de tantos años a tu vieja casa, con tu familia, y verlos después de todo lo que había pasado?

Ariana detuvo por segunda vez la cuchara camino su boca

― Eso no me lo esperaba. Puedo preguntar el por qué.

Nicole le contó el resto de la historia. Ella ya sabía la parte de su bebé, y que su familia la había echado, pero no sabía toda la historia completa. Le contó todo, desde las palabras de sus padres, la apuesta, como había parado en Chicago, como había conocido a su padre, la pelea con Joe, sus palabras, y como la había hecho sufrir. Y ahora, ella tenía la duda de si no había hecho mal en no haber regresado a casa de sus padres.

Ariana había dejado el recipiente de helado en el piso, se había sentado con mucho esfuerzo, y la rodeó con sus brazos.

― Tú una vez me ayudaste, ¿te acuerdas? ― Nicole asintió ― Creo que sé mejor que nadie lo que quieres decir. Pero toma mi palabra como la voz de la experiencia. Esos fantasmas del pasado te van a seguir atormentado. Tienes que cerrar el círculo. Te voy repetir las palabras que me dijo Steven una vez, y que me llevó años entenderlas.

>> Algunas veces hay que dejar ir el pasado, para que tu vida fluya, como el agua del manantial. Porque hay muchas rocas que van tapando la vertiente, hasta que el rió ya no puede seguir. Si tu familia no te perdona, o no quiere saber nada de ti, pues ellos se lo pierden. Por tu parte, te liberaras de esas ataduras del pasado, podrás mirar hacia el futuro con la cabeza en alto, sin preguntar “Y si… “, porque tu eres una maravillosa mujer, una persona como ninguna otra, y estoy sumamente orgullosa de llamarte hermana. ― Nicole estaba al borde de las lágrimas. Ariana jamás la había llamado así. Se llevaban bien, era la madrina de su hijo, pero nunca se lo había dicho.

― Tú también lo eres para mí.

Se dieron un gran abrazo. Ariana no la soltó.

― Y sobre lo que hizo Joe, bueno, no puedo hablar por él. Pero tienes que luchar por él. Pero primero cierra el círculo. Creo que para mí, no sería lo mismo todo lo que tengo con David, si primero no hubiera regresado a casa. Lo vas a pensar, ¿verdad?

Nicole lo pensó. ¿Por qué todo mundo le decía que ella tenía que luchar? ¿Y Joe qué?

― Pero es que él ni siquiera se ha puesto en contacto conmigo. Han pasado semanas, y no sé nada. Si me amara…

Ariana le dio un par de golpes en su mano.

― Cariño, Joe, pese a que es mi hermano, tengo que admitirlo, a veces es un idiota. A veces los hombres actúan de manera tan… tonta. Pero te puedo decir esto: cada vez que te miraba, se podía ver el amor en su mirada. Eras su universo entero. Vale la pena luchar por ello, ¿no lo crees? Y ya si él no da su brazo a torcer, entonces háblame. Le daré una paliza que no olvidará. Y después, me encargaré de hacerle la vida imposible. Eso es que lo que se hace con los ex de las hermanas.

― No tengo experiencia en ello.

― Yo tampoco, pero creo que juntas aprenderemos.

Nicole asintió, y soltó una carcajada.

― Bueno, entonces, me voy. ― Estiró su espalda, para acomodarse. Le dolía una barbaridad ― David ha de estar que se muere. He sentido el celular vibrar cada cinco minutos. A veces, parece ser peor. ― Sacó su teléfono móvil de una de los bolsos de su vestido de maternidad. Apenas lo había sacado cuando la luz del teléfono empezó a parpadear. Ariana sonrió y la miró ― ¿Ves?

Abrió la tapa del celular y respondió.

― ¿Quién es?... ¡Hola amor! ¿Cuánto tiempo?... Pero me amas, así que no te quejes… Estoy bien… Si ya habías hablado con papá entonces no sé porqué estás tan desesperado… Nicole me ha dado un masaje… ¡No me hables en ese tono, que tú no eres el que carga doce kilos extras!... Así está mejor… No, papá me va a llevar… Vale, te veo en unos minutos. Te amo.

Colgó y Nicole se paró para ayudarla a levantarse. Ariana se arregló las arrugas de su vestido, y se puso los mocasines.

― A veces, esto de la maternidad es una hostia. Tener un bebé más aun. Pero una vez que los vez, no puedes sino pensar que todo el dolor ha valido la pena. ― Se acarició el abultado vientre y después la miró ― Entonces, ¿lo pensarás?

― Lo haré.

Llamaron a Paul, y él insistió en llevar a Ariana a casa de Richard, a pesar del ofrecimiento de Nicole. No estaba tan lejos, pero ni él ni David querían que Ariana caminara. Ariana sólo alzó los ojos al cielo, como pidiendo paciencia. Nicole prometió ir a visitarla pronto, y hacer compras para el nuevo bebé. Los salió a despedir y esperó a que desaparecieran, y entró nuevamente en la casa. Se había pasado todo el día tan nerviosa por tantas cosas, que se le había olvidado comer. Iba camino a la cocina, cuando el timbre sonó. Nicole frunció el ceño. Paul no podría haber regresado tan rápido, y desde luego no tocaría el timbre.

Caminó hacia la puerta y la abrió para quedarse sorprendida de saber quien era su visita.

― Hola. ― Nick se veía un poco incómodo, y algo receloso.

Nicole respondió el saludo, pero aún no entendía que hacía ahí. A menos que…

― ¿Le ha pasado algo a Joe? ― sintió como sus entraña se anudaban esperando la respuesta de Nick.

Él negó con la cabeza.

― Está bien. Mira, sé que no es de mi incumbencia, sé, que no debería de meterme en lo que llaman, y sé muchas cosas. Pero a veces son un cabeza hueca, tozudo e hijo de… Bueno, varias cosas. Y no hago caso a todo lo que sé.

Nicole trató de sonreír, poniéndose un poco nerviosa.

― Ok, no entiendo, pero bueno. ¿Quieres pasar?

Nick volvió a negar.

― No sé que es lo que pasó entre ustedes dos, pero te puedo asegurar de que Joe la está pasando mal.

Oír su nombre y saber que estaba mal, la pusieron en defensa.

― ¿Él te mandó aquí?

Nick soltó una risilla junto con una exhalación.

― Si supiera que estoy aquí, me mataría.

Nicole no sabía que rayos significaba eso, pero no quería preguntar.

― A lo que voy es que los vi a ustedes esa noche, y jamás, en todo lo que llevo conociendo a Joseph, lo he visto mirar a una mujer como lo ha hecho contigo. Además, no sólo yo se ha dado cuenta de eso. Todo el mundo en el rancho opina lo mismo. Te repito, no sé que es lo que pasó, pero vengo en voz de la razón, para pedirte que hables con él. ― Nicole estaba un poco incómoda. No conocía a Nick de nada. Pero ahí estaba ― Esta hecho un saco de mierda, y honestamente, a veces huele como tal. ― Nicole no pudo evitar sonreír ante la broma ― Pero es una buena persona. Te puedo decir que lo que yo se de él. Es un gran amigo, de los que sabes que cuando llegan a tu vida, los atesorarás el resto de tu vida, es leal como un perro, sabes que siempre podas contar con él, se partiría un brazo antes que traicionarte aunque a veces es medio cabezota, pero esa es otra cualidad de él. Jamás se da por vencido. Vale mil veces más de lo que cualquier persona.

Nicole escuchó todo el discurso absorta.

― Me extraña que seas tú el mensajero. Pensé que sería Kevin.

― Créeme, él quería venir, pero si Joe lo pierde de vista, se vuelve loco. Es casi como su sombra. Sabe que tú y él se llevan bien, y que sí el desaparecía, a donde iría. Lo mismo va para Demi. Es peor que Lola.

Nicole pensó en todo lo que le dijo. Al final solo pudo agregar lo más sabio.

― Gracias.

Nick asintió, pero se la quedó mirando fijamente, tanto que Nicole pensó si tenía algo en la cara, o en los dientes, porque no la dejaba de mirar.

― Angelina es tu hermana.

Nicole se tensó por sus palabras. No era una pregunta, de eso estaba segura. ¿Se lo habría dicho Joe? Como si Nick le hubiera leído el pensamiento, agregó

― No, él no me ha dicho nada. Pero hay que ser ciegos para no ver el parecido. Tienen casi la misma altura, aunque Angelina es un poco más alta. El mismo cabello, aunque los ojos de ella son marrones. ― Ella sabía que él la conocía, pero no tenía idea de cómo. Nick le volvió a leer la mente. ― Soy inversionista, y hecho negocios con tu familia. Te pareces mucho a ella.

Nicole sintió su garganta secarse. Volver a hablar de su hermana, con alguien que la conocía, le parecía casi un sueño.

― ¿La conoces mucho? ― susurró su pregunta.

― Es una gran muchacha. Es muy vivaz, aunque siento que se reprime mucho. Tus padres son muy serios en algunas cosas.

“No tienes idea”, pensó Nicole

― Le dije que te conocí.

Eso si que la dejó en estado de shock.

― ¿La has visto recientemente?

― Hoy en la mañana. Tuve una reunión en una de las compañías para las que trabajo en Springfield y ella estaba ahí. Le pregunté a ella si tenía una hermana llamada Nicole y casi se desmaya. Con mucha discreción, nos alejamos de tus padres, y la llevé a su casa. Me pidió que te diera esto.

Nicole miró el sobre color crema que él le extendió, y que hasta ese momento, se le había pasado por alto.

― ¿Qué es?

― No tengo idea. Pero fue muy cuidadosa al dármelo. No quería que nadie lo viera.

Nicole lo tomó pero no hizo movimiento alguno para abrirlo. En cambio lo miró con firmeza.

― ¿Por qué haces todo esto?

Nick sólo se encogió de hombros.

― He aprendido muchas cosas en esta vida, unas son que algunas veces hay que doblegar el orgullo, escuchar con atención todas las versiones de la historia, y pelear por lo que se ama. ― Su mirada perdió el brillo que había mantenido durante la conversación ― Si yo hubiera sabido esto hace tres años, las cosas serían diferentes para mí. Es por eso que lo hago. He visto el amor en la mirada de ambos. Sería una estupidez dejar ir al amor de tu vida. Fue un placer verte de nuevo, pelirroja. ― Se despidió haciendo un saludo con un sombrero invisible, ― Pero será un placer mayor, volverte a ver en Texas.

Se dio la vuelta, para montarse en su auto y marcharse. Nicole se había quedado como estatua parada en el umbral de la casa. Pasaron unos segundos, para que su cerebro volviera a reaccionar. Cerró la puerta, y se fue a la sala, y se sentó donde hacía unos momentos había estado con Ariana.

Abrió el sobre y sacó su contenido.

Se quedó sin respirar unos segundos. Era una imagen en blanco y negro, un poco vieja, y que estaba pegada con cinta adhesiva, maltratada y toda arrugada, pero que se había conservado a pesar de los años que habían pasado. Sintió una lágrima deslizarse por sus mejillas. Era el ultrasonido de su bebé. El que había dejado en casa de sus padres muchos años atrás.

Tapó su boca con su mano libre para evitar los sollozos, pero no podía hacer lo mismo por las lágrimas.

Tenía una hoja pegada y una simple línea se leía.

“Nunca te he olvidado. Angie”

Abrazó con fuerza la fotografía. Estuvo así, pero no supo por cuanto tiempo. Fue la voz de Paul la que la sacó de su aturdimiento.

― ¿Nicole? ¿Estás bien?

Se acercó a ella, y la abrazó.

― Mañana voy a salir.

― ¿Puedo preguntar a donde vas?

Nicole soltó la fotografía y la dejó sobre su regazo. Paul la vio y se quedó pasmado.

― A Springfield.
yamii_jjonatikacrazy!!
yamii_jjonatikacrazy!!


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Mensaje por chelis Miér 21 Mar 2012, 7:01 pm

WUUUUUAAAUUUUU
NO LO PUEDO CREEEEERRRRRRR
ENSERIIIIOOOOO!!!!!
AAIII PON OTROOO PORFIIISS
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por next to you Miér 21 Mar 2012, 7:43 pm

OMG
tienes que segurilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
este de lo mejorrr
waaaaaaaaaaaaaaaa
morii siguelaaaaaaaaaaaaaa
next to you
next to you


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Mensaje por chelis Miér 21 Mar 2012, 8:37 pm

CUANDO SUBIRAS OTRO CAPIS?
chelis
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Mensaje por JUSTINLOVE11 Dom 25 Mar 2012, 3:57 pm

Ow ME encantó el capi! Siguela pronto...(:
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Mensaje por chelis Dom 25 Mar 2012, 9:30 pm

UN CAPIS
chelis
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Mensaje por JUSTINLOVE11 Vie 30 Mar 2012, 4:21 pm

y los capis¡???
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Mensaje por chelis Vie 30 Mar 2012, 7:46 pm

PORFIIISSSSSS
chelis
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Mensaje por yamii_jjonatikacrazy!! Sáb 31 Mar 2012, 9:43 pm

gracias por sus comentarios chicas y sorry por no haber subido cap antes :lol:



Capítulo 45


Reconciliaciones






[size=12]― Joe, por Dios, báñate.
La aguda voz de Demi hizo que levantara la mirada hacia ella, que tenía la nariz tapada con dos dedos. Había estado en las caballerizas desde las cinco de la mañana, como todos los días. Bueno, como todos los días desde que… ella se había ido. Eran las diez de la mañana, y estaba en la cocina del Cuartel, tratando de desayunar. Había escogido esa hora porque nadie estaba ahí. Lola estaba encerrada en sus comidas, y menús, y no decía nada, así que Gracias al Cielo, no contaba. Ni los huéspedes, ni Kevin, ni nadie. Pero se había olvidado de Demi. Y ese día no estaba con el humor para aguantar los cometarios sarcásticos de la pequeña.
Habían pasado veintiún días, trece horas, dos minutos y… miró el reloj en forma de gato que colgaba de la cocina… tres segundos, cuatro segundos, cinco segundos… Pasó su atención a Demi. Al menos era menos doloroso que contar el tiempo.
― No seas grosera chiquilla. Te puedo dar un par de nalgadas cuando quiera.
Si bien sabía que no olía a rosas, no era tanto como le hacía creer Demi, pero la chica ni se inmutó con el tono beligerante de su voz, e hizo sus manos temblar como hojas.
― Uyyy, mira que miedo. ― Volvió la vista a su plato de cereal, tomó un sorbo y lo miró ― Pero en serio, haz esto a favor de la humanidad. Hueles a según la definición de un diccionario: excremento, suciedad o porquería de algunos animales.
― Demetria… ― La amenaza fue implícita junto con el tono de voz.
― Joseph… ― Demi le respondió con la misma.
― No me repeles.
― No apestes. ― Soltó la cuchara sin delicadeza y lo miró con los ojos echando fuego ― Y ese look de “Naufrago”, tipo Tom Hanks, odio decirte, pero no te queda. ¿Cuánto tiempo más vamos a tenerte que aguantarte de esta manera?
― Es por tiempo indefinido. ― susurró Joe. Quizás, por el resto de su vida.
Ya no aguanto más. ― oyeron que Lola golpeaba algo y gritaba en español,
Se acercó a Joe y le dio un gran golpe con el cucharón.
― ¡Ayyyy! ― gritó Joe y se masajeó la cabeza ― ¿Y eso porque es?
― Porque eres un cabezota, un… idiota, sinvergüenza, burro cabezón, tonto
Cuando Lola estaba tan enojada como acontecía en esos momentos, mezclaba el inglés con su lengua natal, el español, creando un raro dialecto. Siguió oyendo su lista de malas virtudes, algunas si entendía, pero otras, no tenía ni idea. Aunque si eran del mismo origen que las que sí entendía, entonces eso no decía nada bueno. Terminó toda la enumeración con otro cucharazo en la mano. Joe gimió.
―… Nadie te lo ha querido decir, pero yo no soy ellos. ― Se sentó en la silla a un lado de él, y tomó la mano que había golpeado. ― A ver, mijo. Pon atención, porque te lo voy a explicar con palitos y bolitas. ― dijo mientras movía las manos, y le volvió a dar un golpe con la cuchara. Trató de ser rápido, pero Lola fue más veloz ― ¡Eres el idiota más grande del universo! ― Bueno, pensó Joe, para eso no hacía falta palitos y bolitas ― Dejar ir a una mujer como esa… ¡Uff! ¿Donde chingaos tienes el cerebro? Aunque ahora que lo pienso, quizás no tienes. Y aquí estás, llorando por ella…
Eso si que lo dejó sin aire. Pese a su orgullo masculino, se había pasado dos días llorando por ella, y por su partida, en la soledad de su casa. Pero nadie se había enterado de eso.
― No estoy llorando.
Lola le respondió con otro cucharazo en la cabeza, y oyó la risotada de Demi. Le dio una mirada asesina y la muy descarada sólo se encogió de hombros.
― Eso es porque no te vemos. Pero estás como perro sin dueño, vagando. Trabajas, pero más que nada, le haces la vida imposible a todo el mundo. Ahora, lo que te voy a decir, es que, o haces algo, o por Dios que… ― buscó una amenaza efectiva ― que… que… ¡que no vuelves a comer aquí!
― No soy Kevin, Lola. La comida no es mi punto débil.
― Oí eso, cabrón. ― contestó Kevin entrando en la cocina, seguido de Chris y Pancho.
― Pues es la verdad ― objetó Joe.
― Pues ya veré que hago. ― contestó Lola ― Pero mira, mijo, ella te quiere. Hay que estar verdaderamente ciegos para no verlo. Y ella es una de las mujeres más nobles y buenas que conozco. Si quieres pasar el resto de tu vida encerrado en este rancho sin hacer nada. Entonces, bien. Pero será después de que hayas ido a verla, y ver si ya lo de ustedes no tiene solución. ― la mirada en su rostro cambió de furia a una dulce ― Lucha mijo, lucha.
― Es que tú no entiendes Lola…
― Lo único que todos entendemos es que los dos se aman, tuvieron una pelea, y ahora los dos están sufriendo. ― agregó Chris, metiéndose en la disputa.
Joe lo dudaba mucho. Quizás Nicole ya estaba mejor. Incluso había regresado con Alex, cosa que hacía que su estómago se contrajera a la cuarta parte de su tamaño. Pero él se había hecho a un lado, porque después de todas las veces que la había hecho sufrir, que la había decepcionado, tal vez, ella se merecía alguien mejor. Pero eso, nadie lo entendía.
― Nicole está mejor sin mí. ― sentenció, sin mirar a nadie. Ni él se lo creía. Pero quizás con el tiempo, lo terminara creyendo de verdad.
Kevin ya había tenido suficiente. Golpeó la mesa con fuerza.
― ¡Eso es una mierda! ― Joe lo miró pero no había ningún sentimiento en su mirada ― Mira, los dos son mis mejores amigos, así que soy imparcial. Carajo, Joe, ¡vete por ella! ¿Que haces aquí? Si yo estuviera en tus zapatos, y supiera que tengo una mínima, ¡mínima! posibilidad de que ella me escuche, estaría en Chicago en este momento.
Joe miró a todos los presentes, y no dijo nada. Se paró y se fue.
― Bueno, ¡vete! ― fue la voz de Kevin la que sonó a su espalda ― Y si vuelves a aparecer por aquí, será mejor que sea después de un baño de diez horas. ¡Apestoso!
Joe caminó en grandes zancadas hacia las caballerizas. ¡Apestoso!, él no era ningún apestoso. Si, quizás no había tomado un baño en un… echó cuenta de los días… mejor detuvo la cuenta. ¡Maldición! Se tenía que bañar. Se frotó la barba que había crecido exponencialmente. ¿Desde cuando no se rasuraba? ¡Ah sí! Tres malditas semanas. Se le había olvidado por completo. Como todos los días después de la partida de Nicole, se levantaba antes del alba, y trabajaba de sol a sombra, sin descanso, y hasta muy altas horas de la noche. Después llegaba a su casa, se quitaba las botas y se acostaba a dormir completamente exhausto.
El alumbramiento de Campana lo había mantenido muy ocupado en la primera semana, ya que su potrillo había venido en mala posición. Al final, después de mucho dolor para la yegua, un hermoso jaquillo de color chocolate había nacido.
Pero la alegría de ese día se había esfumado como agua hirviendo a cien grados. Felicity lo había visitado preguntándole por Nicole. Joe se sintió mal, por mentirle a la pobre muchacha, diciéndole que Nicole había confiado en él y le había platicado de su situación. Al principio Felicity había estado recelosa de su ayuda, pero al final, había aceptado. Ella le contó que había estado dispuesta a tomar la opción de Nicole y dar al bebé en adopción, pero al final, su novio y ella habían arreglado todo, y esperaba poder contar con ella para la boda.
Fue ese suceso el que lo había detenido de ir detrás de Nicole. Después de que ella se hubiera marchado, y aun cuando la muchacha no le hubiera dicho nada, él ya sabía la verdad. Pero habérselo oído decir a Felicity fue el tiro de gracia.
Así que había tomado la decisión más sabia. La amaba tanto, como para atarla a un hombre que no había confiado lo suficiente en ella.
Sin saber por qué, acabó enfrente de la cuadra de Blackshadow. Lo había visitado constantemente. La primera semana el animal, cada vez que oía a alguien acercarse, se paraba para sacar su cabeza y ver si era Nicole. Y cuando se daba cuenta de que no era ella, se volvía a echar en la esquina oscura de su cobertizo. Al final de la semana, una parte dentro de sí, le dijo la verdad. Que ella no iba a regresar.
― Hola chico, ¿Cómo estas?
Blackshadow se levantó de su esquina y se acercó con desgana hacia él. Habían llegado a un acuerdo silencioso entre ellos. Joe le estaría siempre agradecido por aquella noche en la que había cuidado a Nicole debajo de la tormenta, y que gracias a sus bufidos, la había podido encontrar. Por su parte, la deuda (por lo de su pierna) estaba saldada.
En cuando a Blackshadow, después de comprender que Nicole se había ido, lo aceptaba, de una manera rara, pero al menos no le lanzaba cozes y patadas. Ambos habían perdido a la única persona que lo significaba todo para ellos. Blackshadow había entrado en depresión también, según el veterinario. No comía, se mantenía alejado, era el animal más dócil de todo el rancho. El viejo espíritu del bello corcel había desaparecido.
― Yo igual la extraño mucho. ― Se sentía tonto al hablar con el caballo. Pero él era el único ser viviente en todo el bendito rancho que entendía el dolor de la pérdida ― Le he hecho tanto daño. Y pensé que Delta era una zorra. Creo que yo soy peor que ella. ― Blackshadow acercó su cabeza para que le acariciara. Joe sonrió. Ahora ambos eran buenos amigos. Hay que ver lo que las circunstancias hacen ― ¿Tú también la extrañas no?
― ¿Joe?
Joe se quedó donde estaba. Oyó los pasos de Kevin acercándose pero no lo miró.
― ¿Qué quieres Kevin?
Su oído escuchó como Kevin suspiraba, y jugaba con sus botas con el piso. Y porque conocía a su amigo, casi lo podía imaginar jugando con alguna piedra inviable.
― Solo decirte que lamento mucho lo que pasó en la cocina.
Joe asintió.
― Está bien. Yo tampoco puse mucho de mi parte.
Estuvieron unos minutos más en silencio. Sólo se oía el ruido de la respiración del caballo. Al final, oyó el golpe de las manos de Joe contra su pantalón, como un acto de desesperación.
― Deberías de ir a verla.
― ¿Porque todo el mundo me está diciendo lo que debo o no hacer?
Kevin caminó y se situó enfrente de él, al otro lado de Blacky, para mirarlo.
― Quizás porque vemos que no haces ni una y ni otra cosa.
Joe lo pensó bien antes de responder. No tuvo el coraje para mirar a Kevin.
― Ella merece algo mejor, Kevin.
Kevinle dio una leve caricia a Blacky, y suspiró.
― Si quieres engañarte con eso, está bien. Dios sabe que hemos hecho todo para que te des cuenta de que ella y tú deben estar juntas. Pero trata de entender esto. La vas a volver a ver. Es parte fundamental de tu familia, y tal vez, no hoy, no mañana, pero la vas a volver a ver. ¿Y que sucederá cuando la veas? ― Joe bajó la cabeza, negándose a responder. Él había pensado en eso durante todo el tiempo, pero no había encontrado una respuesta. Kevin siguió hablando. ― Joe, si yo tuviera una mujer como Nicole en mi vida, que me amara de la misma manera que ella te ama a ti, me pasaría el resto de mi vida enmendando todas las estupideces que he cometido, y la haría inmensamente feliz hasta en final de mis días.
Kevin se dio la vuelta, y empezó a caminar hacia la salida. Blacky empezó a llamar su atención, sacudiendo su cabeza, empujándolo a la nada. Tal vez…
― ¡Kevin! ¡Espera! ― rugió Joe. Kevin se detuvo y rodó sobre sus pies y lo miró, expectante. ― Necesito tu ayuda.
Kevin sólo tomó el ala de su sombrero de paja, e hizo una leve inclinación.
― Por los amigos, lo que sea.
CONTINUARA...!!! 8)
yamii_jjonatikacrazy!!
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Mensaje por next to you Dom 01 Abr 2012, 3:01 pm

waaa siiiiiiii que la busque
que genial cap
siguela










next to you
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Mensaje por JUSTINLOVE11 Dom 01 Abr 2012, 7:47 pm

AAAA! un capi al fin!(: siguela pronto ya quiero saber que pasara!!!
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