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"Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 18 de 21. • 1 ... 10 ... 17, 18, 19, 20, 21
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
AAAAAAAAAAAAAAIIII..
JEJEJEJEJ
LOLAAAAA!!! MI HEROOOEEEEEE..!!!
Y TAMBIEN KEVIIIINNNNN!!!!!..
JEJEJEJEJEJE
AHORA JOE VE POR NICOLE!!!!
JEJEJEJEJ
LOLAAAAA!!! MI HEROOOEEEEEE..!!!
Y TAMBIEN KEVIIIINNNNN!!!!!..
JEJEJEJEJEJE
AHORA JOE VE POR NICOLE!!!!
chelis
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
CONTINUACION...
Eran las once de la mañana cuando Nicole estaba enfrente de la que alguna vez había sido su casa. Ahora solo la veía como un edificio más, alrededor de todas las demás casas residenciales. Seguía siendo pulcramente blanca, con un jardín delantero lleno de rosas rojas, las favoritas de su madre, pero que desde luego, eran cuidadas por un jardinero. Ella jamás se ensuciaría sus bellas manos, pero cuando era para presumirlas, estaba en primera fila. Veía los autos estacionados afuera de ella. Había gente, pero no sabía si eran su padre, su madre o Angie, o incluso visitas.
Pero ya estaba ahí. Había tomado una decisión. Y no regresaría a Chicago sin antes terminar con todo. Paul había insistido en acompañarla, pero ella había negado. Tenía que hacerlo sola. Sólo así podría cerrar el círculo, como le había dicho Ariana. Sólo le había pedido que si algo pasaba con Ariana le llamara al celular inmediatamente.
Bajó del auto acomodandose el traje. Se había arreglado para la ocasión. Llevaba unos pantalones de pinza color crema, una blusa del mismo tono de seda, y encima de un abrigo sin mangas tipo tweed de color verde bosque. Su cabellera estaba alzada en una cola, se había dejado un fleco que partió en dos. Y hasta se había maquillado discretamente. Iba a probarles a sus padres que no era la basura que ellos le habían hecho creer que era.
Caminó por la acera y tocó las rosas. Parecía que nada había cambiado ahí. Pero ella sí que lo había hecho. Tocó la puerta con fuerza. Y ahora sólo le tocó esperar. Se dio la vuelta para ocultar la mirada de miedo que tenía. Unos segundos más para calmarse no le haría daño.
― Angie, sabes que… ― Nicole se dio la vuelta para mirarla. Una mujer de mediana estatura, que no pasaba del metro y medio, la miró fugazmente. No era la Sra. Fairfax, la ama de llaves de siempre, pero llevaba el mismo uniforme azul cielo que recordaba. Tal vez habían jubilado a la mujer. La contemplaba como si hubiera visto un fantasma. ― Buenos días, disculpe la confusión señorita. ¿En que puedo servirle?
― ¿Se encuentra la Sra. Adams?
Cuando vio a la joven asentir, esperó unos segundos a que su alma regresara a pisar tierra.
― Sí, ¿a quien tengo que anunciar?
Nicole era rápida a la hora de analizar las cosas. Era obvio que la muchacha la había confundido con Angie, pero no la reconocía. Así que lo más seguro es que no supiera “quien” era ella. Y no quería acarrear problemas a la joven.
― Por favor, dígale que Nicole Marie está aquí.
― Claro. Pase por favor.
Caminó detrás de ella, por educación. Miró de reojo alrededor, todo estaba igual. Parecía más un museo que un hogar. En la casa de Paul a pesar de que algunas cosas se mantenían iguales, iban reformando la casa con el paso de los años. Y el aire de armonía que se respiraba en su casa, desde luego, no estaba en esta. La sirvienta la dejó en la sala y fue en busca de su madre. Miró los alrededores y enfocó su mirada en las fotografías que había encima del piano, y en la mesa a un costado. Miró cada una de ellas con detenimiento: sus padres, Angie, una de Angie graduándose y observó que los rasgos infantiles de la hermanita que había dejado atrás, habían sido sustituidos por una mujer hermosa de rasgos elegantes, y delicados. Miró el resto de las fotos, y sintió una pequeña punzada de dolor al comprobar que no había ninguna de ella. Tomó la de Angie y la acarició. Después de todos esos años, y sus padres la habían desterrado sin preocuparse por ella.
― ¿Cómo te atreves a venir a esta casa?
Apretó con fuerza el portarretrato, que tuvo miedo de romperlo. Respiró lentamente, para calmarse, mientras dejaba el objeto en su lugar y se daba la vuelta.
Contempló a su madre, Giselle Adams, ataviada con un traje de chaqueta color amarillo, sin un pelo fuera de su lugar. El color rojo de su cabellera era teñido, observó Nicole, más intenso de lo que recordaba. Ellas habían sacado el color de cabello de su abuela, y su padre. Sin embargo, le gustaba hacer creer a todos que ella era la pelirroja de la familia. Observó que tenía un par de arrugas en sus ojos y en la comisura de sus labios, pero su piel se veía estirada. Por lo que podía ver, Giselle no quería aceptar que estaba envejeciendo.
― ¿Ese es el recibimiento para tu hija después de ocho años de no verla?
Su madre alzó una ceja y contestó fríamente.
― Mi hija murió hace ocho años en un accidente, en un viaje por Europa.
Nicole decidió reírse de la respuesta de su madre. Era eso, o dejar que el dolor la llenase.
― Que snob eres, madre.
Su madre caminó hasta ella y la miró de los pies a la cabeza.
― Por lo menos, puedo ver que estos años te han hecho bien. Aunque claro, no serás una espiga nunca, pero no estás mal. ― Entonces enfocó su mirada en sus ojos ― Aunque puedo ver los ojos de tu abuela Marie en ti.
― Si, lo sé.
Giselle caminó y tocó la foto que Nicole había tomado segundos antes.
― ¿Y como está tu pequeño bastardo?
Nicole apretó los puños fuertemente. El tono helado de su voz, la nota de desprecio con que había hablado, y el que hubiera rebajado a una criatura a decirle bastardo hicieron que la furia hirviera en las entrañas de Nicole.
― El bebé murió.
Su madre se volvió rápidamente para mirarla, su cara tenía una expresión de... ¿sorpresa?
― ¿Qué? ¿Cuándo?
― El mismo día que me corrieron de la casa.
― Oh vaya… ― Fue hacia el pequeño minibar que había y se sirvió algún tipo de licor. ― Entonces ¿Por qué no regresaste a la casa? Si el problema ya estaba resuelto, sabes que podías haber regresado.
Ningún lo siento, ninguna pregunta acerca de cómo había sido. Al parecer, para su madre, era tan fácil olvidar.
― ¿Eso es todo lo que vas a decir?
― ¿Qué quieres que te diga? Ese niño era la deshonra de esta familia. ¿Te imaginas lo que nuestras amistades habrían dicho si se hubieran enterado? ― Se encogió los hombros y tomó un trago de su vaso ― Tal vez, fue una justicia divina.
Cerrar el círculo, pensó Nicole, no era tan fácil como había sido para Ariana. Ahora entendía que había tomado la mejor decisión de su vida, al quedarse con Paul.
― ¿No te interesa saber que he hecho todos estos años? ¿Por qué no regresé? Lo que he hecho con mi vida.
― Por como vistes, parece ser que tienes una buena vida. Oh, ya veo… Una vez puta, siempre lo eres.
― Pues lamento decepcionarte, madre. Tengo amigos, que sin pedir nada a cambio me han ayudado a salir adelante. Tengo una verdadera familia, incluso he terminado una carrera de enfermería en la Universidad de Chicago…
― Me pregunto como habrás pagado todos esos favores. ― Pero el tono en su voz dejó entendido el cómo había pagado esos favores.
― A veces me pregunto si tú y yo tenemos el mismo material genético ― le tiró una mirada dura a su madre, y esta tuvo el descaro de mostrarse indignada.
― Eres una grosera.
― Y tu una zorra sin sentimientos.
Al menos así podía aplacar su furia. Jamás le pondría una mano encima a su madre, pero no podía callarse más.
― ¡¿Como te atreves a hablarme así?! ¡Soy tu madre! ― gritó a voces.
― ¡Vaya! ¡Creo recordar que tu hija Nicole murió hace años!
No se dieron cuenta de que la puerta se había abierto y alguien entró en la sala.
― Mamá, se oyen gritos hasta… ― las palabras de Angie quedaron volando al aire. Se quedó mirando a su hermana y sus ojos se llenaron de lágrimas. ― ¡Nikky!
Nicole contempló a Angelina después de ocho años. Las fotos no hacían justicia con su hermosura. Y efectivamente como le había dicho Nick, era un poco más alta. Y con los tacones que llevaba, era aún más. Llevaba un vestido de una pieza de color azul turquesa y una diadema blanca en su cabellera pelirroja. Ella también sintió sus ojos inundarse de agua, pero las aguantó.
― Hola Angie.
― ¡Oh Dios mío! ― Angelina se tapó la boca con una mano, y con la otra se limpió una de las lágrimas que se deslizaba por sus mejillas. Corrió hacia ella, y las dos se fundieron en un gran abrazo, sin necesidad de palabras.
Pero fue su madre la que rompió con el encanto.
― Aléjate de ella, Angelina.
― ¿Pero mamá, como puedes ser tan fría? Ella es tu hija. ― la tomó de la mano y se la apretó ― Mi hermana.
― Tú eres mi única hija ― declaró abiertamente Giselle.
Angelina no podía creer las palabras de su madre, pero Nicole la abrazó y le apretó ambas manos.
― Está bien, Angie. Con ella está todo perdido. Pero déjame verte. ― alzó su mano y la admiró ― ¡Dios! ¡Estás hermosa!
― Tú no te quedas atrás. Te he extrañado todos estos años. ― Entonces cambió su mirada de alegría a una de preocupación ― Yo… el bebé… ¿está…?
Nicole apretó los labios. Ella si pensaba en su bebé de una manera más real, no una cosa, o una mancha. Nicole aguantó las ganas de echarse a llorar, y contarle toda su vida. Pero se abstuvo por la presencia de su madre, así que sólo se limitó a mover su cabeza. Angie solo asintió y volvió a aferrarse a su mano.
― Lamento cortar la conversación, pero creo haberte dicho que no eres bienvenida en esta casa. Así que haz el favor de marcharte. ― Giselle caminó hacia el pasillo por la puerta, haciéndole ver que su presencia ya no era bien recibida.
― ¡Mamá..! ― empezó a protestar Angie pero Nicole la detuvo.
― Está bien, me voy. ― le dijo a su madre, pero se volvió a su hermana ― Pero Angie, si en algún momento me llegas a necesitar, lo que sea, para lo que sea, cuando sea, no importa que, o solo hablar, no dudes por favor. ― de su bolso sacó una pequeña hojita y se la dio ― Toma, este es mi número, y está el de la casa donde me puedes encontrar. Pregunta por mí.
― Te voy a extrañar. No quiero que te vayas.
― De ahora en adelante, no importa lo que ellos ― señaló a su madre ― digan, jamás me apartaré de ti. Te quiero mucho Angie. Y yo tampoco te olvidé. ― le susurró al abrazarla, recitándole palabras que había leído en la nota de Nick, para que entendiera que si había recibido el sobre. Acarició el rostro de su hermana y limpió sus lágrimas. Con un dolor desgarrador la soltó y caminó hacia su madre ― Y hoy si puedo salir por la puerta principal mamá. Y una cosa más, pese a todo lo que me has dicho, te perdono. Porque no puedo vivir odiándote ni a ti, ni a papá. Sólo espero que tú te puedas perdonar a ti misma.
Y diciendo estas últimas palabras, salió de ese lugar sin mirar atrás. Pero antes, tenía que hacer una parada más en la ciudad.
Manejó hacia Grandview, al norte de la ciudad, y se sorprendió de que no hubiera olvidado el camino a pesar del tiempo transcurrido. Estacionó su vieja camioneta, y bajó para caminar hacia el césped verde recién cortado. “Heaven”, el cementerio exclusivo para las familias de más alto abolengo, se alzaba ante ella. Caminó directamente hacia el lugar que le interesaba.
“Marie Adams Evreux. Amada madre, y esposa”.
Nicole contempló la pequeña placa y vio que había un gran ramo de rosas rojas frescas. Alguien había ido recientemente. Se inclinó y se arrodilló ante ella, y acarició como si fuera a su abuela a la que estuviera tocando.
― Lamento haber tardado tanto, Nana. Pero ya he regresado. ― sintió que las lágrimas fluían fácilmente por su rostro. ― ¡Oh, Nana, cuánta falta me has hecho…! ― gimió entre sollozos.
― Sabía que te iba a encontrar aquí.
Nicole se giró asustada al oír la voz detrás de ella.
― ¡Angie! ¿Pero qué…?
Su hermana se inclinó hasta ella.
― Espero que hayas dicho en serio eso de la ayuda porque en estos momentos, estoy segura de que me están desheredando. ― Angie trató de sonar bromista, pero estaba mortalmente nerviosa. Quizás apunto de un colapso. ― Si, bueno, lo de la desheredada es más bien porque me tomé la libertad de tomar esto de la caja fuerte de la casa.
Angelina le extendió una carpeta negra y ella se quedó sin saber que hacer.
― Angie… ― Nicole no entendía nada. ― ¿Qué es?
― Es tuyo. Bueno, al menos, hasta que hagas todo los trámites necesarios. Creo que Nick te podría ayudar con todo esto. Pero si conoces a un buen abogado, entonces háblale porque ― Angie se calló. Siempre que estaba nerviosa, hablaba hasta por los codos. Tomó una buena calada de oxígenos, para tranquilizarse. ― La abuela Marie te dejó todo. Eres dueña de la mitad de la empresa. ― jugó con sus manos ― Papá, bueno, él hizo creer a todos que estabas muerta. Y se adueñó, pero yo jamás pensé que te habías ido a ese viaje y habías tenido ese accidente. Sabía que algo había pasado.
Nicole ni siquiera lo miró. Confiaba en su hermana. Y el saber que se había arriesgado, incluso a la furia de sus padres por ella, hizo que su corazón saltara de alegría. Después de todo, el viaje había rendido frutos.
― Te he extraño mucho. ― Nicole la abrazó.
― Ocho años. ― contestó Angie.
Estuvieron un rato así, abrazadas. Pero la melodía del celular las separó. Nicole sacó el móvil de su bolso y contestó.
― ¿Qué pasó, Paul?
― Ariana se ha puesto de parto. Me pediste que te avisara. Es casi el destino. Tenías que salir tú de viaje, para que ella empezara con el labor.
Nicole sintió la adrenalina filtrarse por sus venas.
― Vamos para allá.
― ¿Vamos?
Nicole miró a su hermana, arrodillada frente a ella, y la tomó de la mano. Ahora que la tenía cerca, no la dejaría ir.
― Bueno, creo que esta familia tiene un nuevo miembro.
Paul esperó unos segundos.
― Cualquiera es bienvenido. Por mi pequeña, lo que sea.
― Te quiero Paul. Muchas gracias.
Colgó la llamada, y se levantó del pasto y Angie la siguió.
― Vamos. ― ofreciéndole su mano.
― ¿A donde? ― preguntó su hermana mientas la tomaba con fuerza.
Nicole sonrió.
― A casa.
Pero ya estaba ahí. Había tomado una decisión. Y no regresaría a Chicago sin antes terminar con todo. Paul había insistido en acompañarla, pero ella había negado. Tenía que hacerlo sola. Sólo así podría cerrar el círculo, como le había dicho Ariana. Sólo le había pedido que si algo pasaba con Ariana le llamara al celular inmediatamente.
Bajó del auto acomodandose el traje. Se había arreglado para la ocasión. Llevaba unos pantalones de pinza color crema, una blusa del mismo tono de seda, y encima de un abrigo sin mangas tipo tweed de color verde bosque. Su cabellera estaba alzada en una cola, se había dejado un fleco que partió en dos. Y hasta se había maquillado discretamente. Iba a probarles a sus padres que no era la basura que ellos le habían hecho creer que era.
Caminó por la acera y tocó las rosas. Parecía que nada había cambiado ahí. Pero ella sí que lo había hecho. Tocó la puerta con fuerza. Y ahora sólo le tocó esperar. Se dio la vuelta para ocultar la mirada de miedo que tenía. Unos segundos más para calmarse no le haría daño.
― Angie, sabes que… ― Nicole se dio la vuelta para mirarla. Una mujer de mediana estatura, que no pasaba del metro y medio, la miró fugazmente. No era la Sra. Fairfax, la ama de llaves de siempre, pero llevaba el mismo uniforme azul cielo que recordaba. Tal vez habían jubilado a la mujer. La contemplaba como si hubiera visto un fantasma. ― Buenos días, disculpe la confusión señorita. ¿En que puedo servirle?
― ¿Se encuentra la Sra. Adams?
Cuando vio a la joven asentir, esperó unos segundos a que su alma regresara a pisar tierra.
― Sí, ¿a quien tengo que anunciar?
Nicole era rápida a la hora de analizar las cosas. Era obvio que la muchacha la había confundido con Angie, pero no la reconocía. Así que lo más seguro es que no supiera “quien” era ella. Y no quería acarrear problemas a la joven.
― Por favor, dígale que Nicole Marie está aquí.
― Claro. Pase por favor.
Caminó detrás de ella, por educación. Miró de reojo alrededor, todo estaba igual. Parecía más un museo que un hogar. En la casa de Paul a pesar de que algunas cosas se mantenían iguales, iban reformando la casa con el paso de los años. Y el aire de armonía que se respiraba en su casa, desde luego, no estaba en esta. La sirvienta la dejó en la sala y fue en busca de su madre. Miró los alrededores y enfocó su mirada en las fotografías que había encima del piano, y en la mesa a un costado. Miró cada una de ellas con detenimiento: sus padres, Angie, una de Angie graduándose y observó que los rasgos infantiles de la hermanita que había dejado atrás, habían sido sustituidos por una mujer hermosa de rasgos elegantes, y delicados. Miró el resto de las fotos, y sintió una pequeña punzada de dolor al comprobar que no había ninguna de ella. Tomó la de Angie y la acarició. Después de todos esos años, y sus padres la habían desterrado sin preocuparse por ella.
― ¿Cómo te atreves a venir a esta casa?
Apretó con fuerza el portarretrato, que tuvo miedo de romperlo. Respiró lentamente, para calmarse, mientras dejaba el objeto en su lugar y se daba la vuelta.
Contempló a su madre, Giselle Adams, ataviada con un traje de chaqueta color amarillo, sin un pelo fuera de su lugar. El color rojo de su cabellera era teñido, observó Nicole, más intenso de lo que recordaba. Ellas habían sacado el color de cabello de su abuela, y su padre. Sin embargo, le gustaba hacer creer a todos que ella era la pelirroja de la familia. Observó que tenía un par de arrugas en sus ojos y en la comisura de sus labios, pero su piel se veía estirada. Por lo que podía ver, Giselle no quería aceptar que estaba envejeciendo.
― ¿Ese es el recibimiento para tu hija después de ocho años de no verla?
Su madre alzó una ceja y contestó fríamente.
― Mi hija murió hace ocho años en un accidente, en un viaje por Europa.
Nicole decidió reírse de la respuesta de su madre. Era eso, o dejar que el dolor la llenase.
― Que snob eres, madre.
Su madre caminó hasta ella y la miró de los pies a la cabeza.
― Por lo menos, puedo ver que estos años te han hecho bien. Aunque claro, no serás una espiga nunca, pero no estás mal. ― Entonces enfocó su mirada en sus ojos ― Aunque puedo ver los ojos de tu abuela Marie en ti.
― Si, lo sé.
Giselle caminó y tocó la foto que Nicole había tomado segundos antes.
― ¿Y como está tu pequeño bastardo?
Nicole apretó los puños fuertemente. El tono helado de su voz, la nota de desprecio con que había hablado, y el que hubiera rebajado a una criatura a decirle bastardo hicieron que la furia hirviera en las entrañas de Nicole.
― El bebé murió.
Su madre se volvió rápidamente para mirarla, su cara tenía una expresión de... ¿sorpresa?
― ¿Qué? ¿Cuándo?
― El mismo día que me corrieron de la casa.
― Oh vaya… ― Fue hacia el pequeño minibar que había y se sirvió algún tipo de licor. ― Entonces ¿Por qué no regresaste a la casa? Si el problema ya estaba resuelto, sabes que podías haber regresado.
Ningún lo siento, ninguna pregunta acerca de cómo había sido. Al parecer, para su madre, era tan fácil olvidar.
― ¿Eso es todo lo que vas a decir?
― ¿Qué quieres que te diga? Ese niño era la deshonra de esta familia. ¿Te imaginas lo que nuestras amistades habrían dicho si se hubieran enterado? ― Se encogió los hombros y tomó un trago de su vaso ― Tal vez, fue una justicia divina.
Cerrar el círculo, pensó Nicole, no era tan fácil como había sido para Ariana. Ahora entendía que había tomado la mejor decisión de su vida, al quedarse con Paul.
― ¿No te interesa saber que he hecho todos estos años? ¿Por qué no regresé? Lo que he hecho con mi vida.
― Por como vistes, parece ser que tienes una buena vida. Oh, ya veo… Una vez puta, siempre lo eres.
― Pues lamento decepcionarte, madre. Tengo amigos, que sin pedir nada a cambio me han ayudado a salir adelante. Tengo una verdadera familia, incluso he terminado una carrera de enfermería en la Universidad de Chicago…
― Me pregunto como habrás pagado todos esos favores. ― Pero el tono en su voz dejó entendido el cómo había pagado esos favores.
― A veces me pregunto si tú y yo tenemos el mismo material genético ― le tiró una mirada dura a su madre, y esta tuvo el descaro de mostrarse indignada.
― Eres una grosera.
― Y tu una zorra sin sentimientos.
Al menos así podía aplacar su furia. Jamás le pondría una mano encima a su madre, pero no podía callarse más.
― ¡¿Como te atreves a hablarme así?! ¡Soy tu madre! ― gritó a voces.
― ¡Vaya! ¡Creo recordar que tu hija Nicole murió hace años!
No se dieron cuenta de que la puerta se había abierto y alguien entró en la sala.
― Mamá, se oyen gritos hasta… ― las palabras de Angie quedaron volando al aire. Se quedó mirando a su hermana y sus ojos se llenaron de lágrimas. ― ¡Nikky!
Nicole contempló a Angelina después de ocho años. Las fotos no hacían justicia con su hermosura. Y efectivamente como le había dicho Nick, era un poco más alta. Y con los tacones que llevaba, era aún más. Llevaba un vestido de una pieza de color azul turquesa y una diadema blanca en su cabellera pelirroja. Ella también sintió sus ojos inundarse de agua, pero las aguantó.
― Hola Angie.
― ¡Oh Dios mío! ― Angelina se tapó la boca con una mano, y con la otra se limpió una de las lágrimas que se deslizaba por sus mejillas. Corrió hacia ella, y las dos se fundieron en un gran abrazo, sin necesidad de palabras.
Pero fue su madre la que rompió con el encanto.
― Aléjate de ella, Angelina.
― ¿Pero mamá, como puedes ser tan fría? Ella es tu hija. ― la tomó de la mano y se la apretó ― Mi hermana.
― Tú eres mi única hija ― declaró abiertamente Giselle.
Angelina no podía creer las palabras de su madre, pero Nicole la abrazó y le apretó ambas manos.
― Está bien, Angie. Con ella está todo perdido. Pero déjame verte. ― alzó su mano y la admiró ― ¡Dios! ¡Estás hermosa!
― Tú no te quedas atrás. Te he extrañado todos estos años. ― Entonces cambió su mirada de alegría a una de preocupación ― Yo… el bebé… ¿está…?
Nicole apretó los labios. Ella si pensaba en su bebé de una manera más real, no una cosa, o una mancha. Nicole aguantó las ganas de echarse a llorar, y contarle toda su vida. Pero se abstuvo por la presencia de su madre, así que sólo se limitó a mover su cabeza. Angie solo asintió y volvió a aferrarse a su mano.
― Lamento cortar la conversación, pero creo haberte dicho que no eres bienvenida en esta casa. Así que haz el favor de marcharte. ― Giselle caminó hacia el pasillo por la puerta, haciéndole ver que su presencia ya no era bien recibida.
― ¡Mamá..! ― empezó a protestar Angie pero Nicole la detuvo.
― Está bien, me voy. ― le dijo a su madre, pero se volvió a su hermana ― Pero Angie, si en algún momento me llegas a necesitar, lo que sea, para lo que sea, cuando sea, no importa que, o solo hablar, no dudes por favor. ― de su bolso sacó una pequeña hojita y se la dio ― Toma, este es mi número, y está el de la casa donde me puedes encontrar. Pregunta por mí.
― Te voy a extrañar. No quiero que te vayas.
― De ahora en adelante, no importa lo que ellos ― señaló a su madre ― digan, jamás me apartaré de ti. Te quiero mucho Angie. Y yo tampoco te olvidé. ― le susurró al abrazarla, recitándole palabras que había leído en la nota de Nick, para que entendiera que si había recibido el sobre. Acarició el rostro de su hermana y limpió sus lágrimas. Con un dolor desgarrador la soltó y caminó hacia su madre ― Y hoy si puedo salir por la puerta principal mamá. Y una cosa más, pese a todo lo que me has dicho, te perdono. Porque no puedo vivir odiándote ni a ti, ni a papá. Sólo espero que tú te puedas perdonar a ti misma.
Y diciendo estas últimas palabras, salió de ese lugar sin mirar atrás. Pero antes, tenía que hacer una parada más en la ciudad.
Manejó hacia Grandview, al norte de la ciudad, y se sorprendió de que no hubiera olvidado el camino a pesar del tiempo transcurrido. Estacionó su vieja camioneta, y bajó para caminar hacia el césped verde recién cortado. “Heaven”, el cementerio exclusivo para las familias de más alto abolengo, se alzaba ante ella. Caminó directamente hacia el lugar que le interesaba.
“Marie Adams Evreux. Amada madre, y esposa”.
Nicole contempló la pequeña placa y vio que había un gran ramo de rosas rojas frescas. Alguien había ido recientemente. Se inclinó y se arrodilló ante ella, y acarició como si fuera a su abuela a la que estuviera tocando.
― Lamento haber tardado tanto, Nana. Pero ya he regresado. ― sintió que las lágrimas fluían fácilmente por su rostro. ― ¡Oh, Nana, cuánta falta me has hecho…! ― gimió entre sollozos.
― Sabía que te iba a encontrar aquí.
Nicole se giró asustada al oír la voz detrás de ella.
― ¡Angie! ¿Pero qué…?
Su hermana se inclinó hasta ella.
― Espero que hayas dicho en serio eso de la ayuda porque en estos momentos, estoy segura de que me están desheredando. ― Angie trató de sonar bromista, pero estaba mortalmente nerviosa. Quizás apunto de un colapso. ― Si, bueno, lo de la desheredada es más bien porque me tomé la libertad de tomar esto de la caja fuerte de la casa.
Angelina le extendió una carpeta negra y ella se quedó sin saber que hacer.
― Angie… ― Nicole no entendía nada. ― ¿Qué es?
― Es tuyo. Bueno, al menos, hasta que hagas todo los trámites necesarios. Creo que Nick te podría ayudar con todo esto. Pero si conoces a un buen abogado, entonces háblale porque ― Angie se calló. Siempre que estaba nerviosa, hablaba hasta por los codos. Tomó una buena calada de oxígenos, para tranquilizarse. ― La abuela Marie te dejó todo. Eres dueña de la mitad de la empresa. ― jugó con sus manos ― Papá, bueno, él hizo creer a todos que estabas muerta. Y se adueñó, pero yo jamás pensé que te habías ido a ese viaje y habías tenido ese accidente. Sabía que algo había pasado.
Nicole ni siquiera lo miró. Confiaba en su hermana. Y el saber que se había arriesgado, incluso a la furia de sus padres por ella, hizo que su corazón saltara de alegría. Después de todo, el viaje había rendido frutos.
― Te he extraño mucho. ― Nicole la abrazó.
― Ocho años. ― contestó Angie.
Estuvieron un rato así, abrazadas. Pero la melodía del celular las separó. Nicole sacó el móvil de su bolso y contestó.
― ¿Qué pasó, Paul?
― Ariana se ha puesto de parto. Me pediste que te avisara. Es casi el destino. Tenías que salir tú de viaje, para que ella empezara con el labor.
Nicole sintió la adrenalina filtrarse por sus venas.
― Vamos para allá.
― ¿Vamos?
Nicole miró a su hermana, arrodillada frente a ella, y la tomó de la mano. Ahora que la tenía cerca, no la dejaría ir.
― Bueno, creo que esta familia tiene un nuevo miembro.
Paul esperó unos segundos.
― Cualquiera es bienvenido. Por mi pequeña, lo que sea.
― Te quiero Paul. Muchas gracias.
Colgó la llamada, y se levantó del pasto y Angie la siguió.
― Vamos. ― ofreciéndole su mano.
― ¿A donde? ― preguntó su hermana mientas la tomaba con fuerza.
Nicole sonrió.
― A casa.
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
awwwww!!!
que biennn!! ue este con su hermana
pero no pude creer que su mama la tratara asii
eso imperdonable :¬¬:
me encata siguelaaaaaaaa
que biennn!! ue este con su hermana
pero no pude creer que su mama la tratara asii
eso imperdonable :¬¬:
me encata siguelaaaaaaaa
next to you
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
aaaaaaaaaaiiiiiii
que madreeeee!!!!!..
pero tenemos el amor incondicional de una hermana!!!.. y de unos amigoss como paul y su familiaaaaaa!!!!!
pon otroo porfaa
que madreeeee!!!!!..
pero tenemos el amor incondicional de una hermana!!!.. y de unos amigoss como paul y su familiaaaaaa!!!!!
pon otroo porfaa
chelis
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
BUENO CHICAS AQUI LES DEJO UN CAP MAS DE LA NOVE...
AUNQUE ES EL PENULTIMO!! O SEA SE HACERCA EL FIN!!! DE LA NOVE!! :(
AUNQUE ES EL PENULTIMO!! O SEA SE HACERCA EL FIN!!! DE LA NOVE!! :(
Capítulo 46
Nuevos miembros
Nuevos miembros
Llegaron a Chicago en tiempo record. Nicole se había saltado varios límites de velocidad en todo el condado y ningún policía de tránsito la había detenido. Tal vez, pensó con ironía, era porque llevaba un ángel con ella. Dos horas y quince minutos después estaban entrando en el Hospital de Chicago y fueron directamente a la sala de Maternidad. Sabía en carne propia, lo nerviosa que estaba Angie al conocer a toda una nueva familia, pero sabía que sería aceptada. Nunca dudaría del amor de los Jonas.
La pequeña salita azul estaba llena del clan. Richard y Elizabeth estaban sentados tratando de contener a las pequeñas Mary Ann y Allie que estaban de un lado para otro. Paul quien tenía un pequeño recipiente en su mano del que fluía vapor, estaba mirando hacia la ventana. Margot y Archer estaban sentados en el lado opuesto a Richard y Eli, así que no las veían. David, como era de esperar, estaría en la sala de parto con Ariana. El único que faltaba…
Paul fue primero en verla, y quedarse sin palabras. Su mirada bailaba de su hermana a ella, una, dos veces. Después simplemente asintió. Y con eso, Nicole supo que Angie ya tenía la bienvenida. Trató de ahogar las lágrimas.
― ¡Tía Nikyyy! ― El grito de Allie anuncio al resto de la familia su presencia. La pequeña salió corriendo hacia ella y se fue a refugiar a sus brazos. ― Mi bebé está por llegar. Lo va a traer la ziueña.
― Cigüeña ― corrigió Nicole.
― La zi-ue-ña
Nicole abrazó fuertemente a su sobrina, y se rió por lo bajo, al tratar de entender sus palabras. Le dio un beso en sus pequeños rizos negros y la acomodó entre sus brazos para después ver que todos estaban absortos, contemplándolas.
― Permítanme presentarles a mi hermana, Angelina Adams. ― Tomó a Angelina y la acercó a la multitud. ― La cual se quedará con nosotros por tiempo indefinido.
― ¡Dios! Son casi idénticas ― exclamó Elizabeth, directa como siempre.
― Si, bueno, yo soy la inteligente. Aunque a veces ella se pasa de sabihonda, pero bueno, creo que viene de familia, aunque creo que soy la más parlanchina, nunca paro de hablar y de hablar y bueno ― Nicole vio que sus mejillas tomaban un color casi igual al de su cabello. Angie suspiro, y los saludó ― Mucho gusto.
Todos se rompieron a las risas, y uno por uno se fueron presentando. Durante el viaje de Springfield a Chicago, Nicole le había platicado a Angie un pequeño resumen de lo que había sido su vida en esos años que habían estado separadas, y sabía quien era Paul. Así que cuando este se presentó extendiéndole la mano, Angie, como era, Angie, no tomó la mano, sino que lo abrazó efusivamente, y le dijo algo al oído que nadie pudo escuchar. Paul se había quedado sorprendido y miró a Nicole. Ella solo pudo darle una leve sonrisa y alzar un hombro, como disculpándose. Paul le devolvió el gesto, y abrazó a Angelina.
― Bienvenida ― susurró Paul.
Entonces Elizabeth, como siempre, se llevó a Angie, y entre ella y Margot, fueron introduciéndola en el clan Jonas. Nicole tenía el presentimiento de que se llevarían de maravilla.
― ¿Cuándo comenzó? ― preguntó a Paul que se había quedado a su lado.
― Casi después de que te fuiste. Pero cuando le dije a Ariana donde habías ido, me pidió que te avisara hasta que ya hubiera entrado a quirófano. ― Miró a Angie y después a ella ― Debo entender que él que ella esté aquí, quiere decir que todo fue bien.
Nicole recordó la breve y para nada placentera plática con su madre, y no pudo sentirse triste. Pese a todo, eran sus padres. Pero había dicho en serio lo de perdonarla. Por su parte, el pasado quedaría donde estaba.
― No todo. ― Se acercó a él, y le tomó el brazo paternalmente, ambos mirando a la nueva miembro de la familia ― Pero creo que me he llevado la mejor parte. ― Entonces recordó algo ― ¿Sabes que ahora resulto ser una heredera? ― Paul no entendió así que Nicole le explicó rápidamente, omitiendo ciertos detalles. Entonces buscó discretamente: Estiró el cuello e hizo un barrido de 360 grados por todo la sala, pero no había rastros de él.
― No ha venido. ― dijo Paul.
― ¿Quién? ― preguntó Nicole, tratando de conservar un poco de dignidad. A veces odiaba ser tan transparente.
― Papá Noel… ― contestó con sarcasmo Paul ― ¿Pues como que quién? ― Nicole decidió no contestar. A veces su boca la metía en problemas ― Le avisamos, pero al parecer no estaba. Demi fue la que recibió el mensaje.
― Oh.
Pero no agregó más. Sin embargo, su mente si que estaba trabajando. ¿Dónde rayos estaría Joe? ¿Qué, en el nombre del cielo, sería más importante que el nacimiento de su sobrino?
Pasaron las horas, pero nadie se quejó. Por el contrario, la llegada de Angelina animó la sala. Ella habló de sus estudios, de su vida, de lo que había hecho todos esos años. Nicole entendió que toda esa información iba destinada a ella. No se sorprendió al ver que su familia la había recibido muy bien. Angie era así, tan viva, tan activa, que agrada a todo el mundo.
Entonces David apareció en sala, con una cámara de vídeo en una mano. Se veía muy cansado, pero inmensamente feliz.
― ¡Es un niño! ― anunció el orgulloso padre. ― Un chicote que pesa cuatro kilos y trecientos gramos. Es enorme. Están trasladando a Ariana a su cuarto. ― Entonces se pasó la mano por su castaña cabellera y se quedó serio. Por lo visto, la adrenalina había abandonado su sistema ― ¡Dios! Creo que me tengo que sentar un rato.
Richard y Elizabeth llegaron en ese momento junto con las niñas que las habías llevado a la cafetería a comer algo.
― ¡Papi! ¡Papi! ― Allie corrió hacia su padre y éste la abrazó y alzó para sentarla en sus rodillas. Lo miró con sus grandes ojos azules ― ¿Ya tenemos bebé?
― Si preciosa, ya tenemos bebé. ― David no trató de ocultar las lágrimas que estaban asomándose en sus ojos azules. Dejó que corrieran mientras besaba en la coronilla a su pequeña.
― ¿Y a que hora vino la ziueña? ― preguntó separándose de los molestosos besos de su padre. Entonces hizo un puchero ― ¡Yo la quería ver! ― se volteó a ver su prima ― Ves, Mary Ann, te dije que por ir al baño no veríamos la ziueña.
― Tú eras la que tenías ganas. ― Se defendió la pequeña de Richard. Sus mejillas estaban sonrojadas. Y le sacó la lengua a su prima.
Todos se carcajearon de ver la tierna escena de las pequeñas.
― Tal vez para la próxima, cariño ― animó David a su pequeña ― Ahora fue muy rápido.
― ¿La próxima? ― gritó Richard ― ¿Acabas de salir de ahí, y ya estás pensado en la próxima? ― inquirió horrorizado.
David sonrió y alzó las manos al cielo.
― Yo no tengo la culpa. Mi mujer me dijo que quiere formar su propio buffet de abogados.
― Dios nos ampare y nos agarre confesados. ― comentó Archer, y se ganó un golpe cariñoso en las costillas por parte de Margot.
― ¿Y ya pensaron en un nombre? ― Nicole se moría por saber por el nombre de su próximo ahijado. Ariana y David no habían querido saber el sexo del bebé, y les dijeron que hasta que naciera, les dirían el nombre.
― Ariana se los dirá ― le contestó David con una sonrisa enigmática.
― ¿Y…? ― preguntó Richard mientras extendía su mano.
― Si, vale. ― Miró sin muchas ganas a la esposa de su cuñado ― Eli, durante todo un año, cuando quieras, podemos hacer de niñeros de Mary Ann. ― Elizabeth fue la más sorprendida y preguntó que qué rayos pasaba y David contestó ― Richard tiene una teoría acerca de las mujeres de esta familia. Dice que son tan dominantes, que sus genes superan los nuestros. ― Miró a Richard y suspiró resignado ― Es un Jonas. Tiene el gran y enorme mata de cabello negro, ― pero agregó rápidamente ― Y unos lindos ojos son azules.
― Ariana los tiene azules. ― aclaró Richard, como si hubiera dicho que el agua que caía del cielo, venía de arriaba hacia abajo.
― Pero son más de mi tono. ― defendió el padre, tratando de reponer el orgullo herido.
― Digas lo digas, los genes Jonas dominaran. ― sentenció Ricky.
― Ya verás. Para la próxima saldrá castaño.
― Blah, blah, blah…. ― Richard molestaba a su cuñado, pero estaba feliz por él. Entonces se acercó y le dio el abrazo y empezaron a llover las felicitaciones.
― ¿Son siempre así? ― murmuró Angie a Nicole cuando llegó a su lado.
Nicole asintió.
― Casi siempre. Pero los amo por ello.
― Son una verdadera familia. ― Angie jamás había presenciado muestras de afecto de ese estilo. Sus padres no habían sido precisamente afectuosos con ella. Sintió la mano de Nicole envolver la suya.
― Y tú, cariño, formarás parte de ella.
David reparó en ella y Elizabeth, hizo honor y le dio una muy resumida versión de las cosas.
― Un nuevo miembro de la familia.
David sonrió, y le dio la bienvenida. Angie correspondió al saludo y le dio las felicitaciones. Al cabo de unos minutos, una enfermera le anunció a David que su esposa ya estaba en su habitación. Dejó a todos ahí y les dijo que regresaría para avisarles que podían verla. Allie fue una niña buena y se quedó sin rechistar. Todos estaban ansiosos de poder ver a Ariana y conocer al miembro más reciente, así que fueron a la tienda de regalos del Hospital para comprarles algo nuevo a la mamá y al pequeño. Ella y su hermana se quedaron para esperar las noticias de David. Entonces, vio una cabellera color miel y sonrió. Alex jamás pasaba inadvertido con su tremenda estatura. Él sintió la mirada sobre sí, y la vio, y se acercó a ella.
― ¿Qué te trae por acá? ― Le preguntó mientras le daba un cálido beso en la mejilla.
― ¡Angie! ― le habló a su hermana, sin contestar a la pregunta de Alex. Ella se acercó y Alex se quedó ensimismado al contemplarla juntas. Ella no pudo evitar reírse de su cara ― Alex, te quiero presentar a mi hermana. Angelina ― Se volvió a su hermana ― Angie, el Doctor Alexander González.
Angie le dio la mano, pero él, en vez de estrecharla, le dio un beso en los nudillos de su mano.
― Encantada- ― contestó Angie.
Fueron tres reacciones diferentes: Nicole alzando los ojos, Angelina ruborizándose y Alex guiñando como un chulo.
― Un placer.
― ¡Hey! ― Nicole los separó y miró a Alex ― Aterriza tu avión, piloto. Ella está fuera de tus fronteras.
― ¿Celosa? ― Alex estaba dándole una sonrisa extendida.
― Quisieras. Pero ahora tengo que velar por ella. Y no quiero precisamente un gurú del amor para mi hermanita veinteañera.
― Jamás vas a olvidar eso del gurú verdad. ― pero no pudo evitar sonreír. Ahí estaba de regreso, la Nicole que él había conocido.
― Nop. Así que compórtate, o verás por todo el hospital unos lindos volantes de propaganda para el Gurú…
― Ok, ya entendí. Le quitas la diversión a todo.
― Citando las palabras de Ariana: Pero así me quieres.
― A veces me preguntó por qué. ― contestó después de un gran suspiro.
Angie los había observado atentamente en silencio, primero a uno, después al otro, y sus reacciones. Tenías sus dudas, pero…
― ¿Debo entender que él y tú son…? ― hizo ademanes, y dejó la pregunta al aire, y fue su hermana la que respondió primero.
― ¡Oh, no! No, no ― gritó Nicole.
― Vaya, gracias ― repeló ofendido Alex.
― Vale, quise decir: ¡Dios, no! ¡Por Dios nooooo! ― Esta última la hizo para molestar a Alex, pero ya bastaba de tantos juegos, y le aclaró a su hermana ― No, Alex es un gran amigo. El mejor del mundo.
― ¿Y que hacen por aquí? ― Entonces se hizo la luz y su sonrisa se ensanchó. ― Oh, ya veo. Ariana. ― Nicole asintió y Alex la abrazó ― Si no alcanzo a ver a David o a ella, felicítalos de mi parte. ― Quería quedarse más tiempo y conocer a la nueva hermana de Nicole pero tenía una cirugía esa tarde y tenía muchas que hacer ― Bueno, me despido. ¿Pensante en lo que hablamos?
― Sí gurú. Sigo pensando.
Alex sacudió la cabeza lentamente y le dio un beso, y se despidió de Angie de igual forma.
― Tic tac, tic tac… el tiempo pasa preciosa.
― Lárgate.
Observaron al doctor alejarse, y Angie miró a su hermana con sus ojos brillando. A Nicole no le gustó esa mirada.
― Creo que tú y yo tenemos mucho de que hablar. Empezando por cierto dios bronceado que se acaba de ir.
Nicole la miró seriamente.
― Angie, aún no se me olvida que acabas de entrar en los veinte. Así que compórtate.
Angelina hizo una mueca y chistó.
― En estas cuestiones, eres peor que mamá ― Entonces se dio cuenta de lo que había dicho. Empezó a balbucear, buscando disculparse. ― Lo siento, no quise, yo… lo siento mucho Nikky. En serio, no quise decirlo. Bueno, lo dije, pero no quería que sonara así… Tú sabes que nadie es peor que ella. Por eso estoy aquí, ¿no? Ella y tú son tan diferentes. Cómo el día y la noche, o como…
Se calló al sentir la mano de Nicole en su hombro, y sintió un nudo al contemplar la mirada de amor que veía. Había pasado muchos años desde que alguien la había mirado así.
― Todo está bien. Tenemos muchas cosas de que hablar, y lo haremos resolviendo paso a paso.
Justo cuando todos estaban regresando con globos y regalos envueltos, David apareció por el otro pasillo y les hizo una señal de que lo acompañara. Allie fue la primera en llegar hasta su padre y seguirlo. Angelina, por comodidad, había decido quedarse en la sal, junto con Archer. Ellos sentían que ese primer momento tenía que ser sólo con la familia.
Entraron en la habitación y contemplaron un cuadro digno de admirar: David sentado a un lado de la cama de Ariana, con Allie en sus rodillas, besando tiernamente a su esposa. Todos quedaron maravillados por la escena tan tierna de la que eran testigos.
― Bueno, ¿ya no? Quiero ver al bebé, no cómo lo hicieron. ― habló Richard, ganándose un golpe por parte de su esposa.
Ariana se veía cansada, y cuando trató de reírse, soltó muecas de dolor. David se quedó serio y tomó su mano para consolarla. Su cabellera estaba extendida sobre la almohada, y sus ojos se mantenían entrecerrados.
― Hola… ― murmuró Ariana, saludando a todos.
― Descansa, mujer. Que tuviste un día de los más entretenido. ― dijo Elizabeth.
Todos se acercaron para felicitarla, y darle sus regalos. Ella asentía, pero no participaba mucho en la conversación. Sin embargo, cuando la Doctora Evans entró en el cuarto cargando una manta azulita, la vida regresó mágicamente a Ariana. Sus ojos se nublaron, y sus mejillas se tiñeron de un dulce rosa.
― ¡Y aquí viene el nuevo miembro! ― dijo Alice antes de entregarle el bebé a Ariana ― ¡Felicidades!
Todo mundo tenía ya la cámara lista, esperando poder ver a la personita que se escondía detrás del trozo de tela. Ariana se sentó con la ayuda de David, y él se recostó a su lado, subiendo una pierna en la cama, mientras que Allie se subía por su pecho.
Alzando la manta, todos admiraron a un angelito que tenía una gran pelusa de pelo negro. Sus ojos estaban cerrados y movía su boquita cómo si estuviera chupando algo. Una de sus manos estaba alzada en un puñito bien fuerte, y ella jugó con sus dedos. Su carita estaba toda rosada, y David tenía razón, era un muchachote.
Ariana miró a todos con lágrimas que en algún momento se habían desbordado.
― Bueno familia, aquí tienen al nuevo miembro. Saluden por favor a Nicholas Steve O’Connor. ― volvió a contemplar a su bebé ― Pero para la familia, será el pequeño Nick.
Entonces alzó su mirada entrelazándola con la de su madre y la de Nicole. Las dos estaban ya derramando agua de sus ojos. Margot miraba a su nieto, y casi pudo sentir la presencia de su esposo difunto, dándole ánimos, y de su hermana, agradeciendo el cuidado de su hija en todos esos años. Saber que su sobrina le había puesto a su hijo el nombre de aquél hombre que la había criado como a su hija, no tenía palabras para expresarlo. Nicole por su parte, sintió la más bella y sublime de las emociones. Pertenecer a una familia. Quizás no había lazos de sangre, pero todos ellos eran las personas más importantes de su vida. Si tan sólo Joe estuviera ahí…
Alice se quedó a petición de Ariana, y estuvo platicando con Allie, en lo que todos pasaban. Entonces empezaron las fotos. Algunos con flash y otros sin él, pero dejaron de tomarla cuando la memoria de la cámara digital dijo: “Ya no más”. El sonido del celular de Paul levantó al pequeño Nicky de su siesta, ganándose la mirada asesina de todas las mujeres de la habitación. Sonrojado, salió de la habitación para contestar. Ariana se encargó de darle de comer a su nuevo retoño, mientras que Allie no terminaba de lanzarle besitos al bebé y después a su querida “Mammi”. Cada uno miraba fascinado al bebé, a la familia O’Connor completa.
Nicole vio cuando la Doctora Evans emprendía la salida de la habitación, y recordó que tenía que aclarar algunos puntos con ella. Dejó a la familia y fue detrás de ella, y la encontró justo antes de que entrara en el ascensor.
― Doctora Evans.
Nicole la miró con más detenimiento en esta ocasión. Su vestimenta había cambiado radicalmente. Siempre que no estaba operando, llevaba tacones altos, y un lindo conjunto de ropa. Ahora llevaba unos pantalones de mezclilla viejos y gastados y una camisa que decía “Los bebés los trae la cigüeña” y abajo “Doctora Cigüeña”. Pensó que si Allie supiera leer, le habría encantado la camisa. Su cara no estaba llena de maquillaje ni siquiera de un tenue lápiz labial. Y aún así, se veía guapa. Incluso años más joven. Parecía más una estudiante de medicina en su tercer año, que una mujer con doble doctorado.
Alice dejó pasar el elevador y miró a Nicole, y le sonrió. ¡Le sonrió a ella!
― Alice, por favor. Dado que te hice la vida imposible por tres años, creo que me puedes tutear. ¿Qué sucede?
Si bien lo que decía era cierto, su cambio de actitud era tan radical como el cambio de ropa. Nicole lo soltó de un golpe.
― No estamos comprometidos. Alex y yo. Él sólo lo dijo… ― y recordó el por qué lo había dicho, pero no se lo iba a decir. ― Bueno, no sé porqué lo dijo, pero no estamos yendo al altar.
― Ya lo sabía.
Nicole se sorprendió. Si que los rumores corrían rápido por ese hospital.
― ¿Alex se lo dijo?
Alice soltó una sencilla risilla.
― Se podría decir que sí.
― Oh vaya, bueno, yo sólo eso. Y muchas gracias por haber traído a mi sobrino. Ariana dijo que sólo tendría el bebé si usted la asistía.
― Ella ha hecho la mayor parte ― Volvió a presionar el botón del ascensor. ― ¿Sabes? Creo que nunca me disculpé. ― la miro directamente ― Lo siento mucho, por todo lo que pasó estos años. Me comporté de una manera un poco infantil, y ahora me un poco de vergüenza admitirlo.
Se quedaron calladas mirando el contador del elevador. Del piso 2 al piso 3 y se paró. Entonces Nicole no pudo evitar preguntar.
― ¿Usted está enamorada de él, verdad?
Alice no se molestó en mirarla, pero Nicole pudo observar de perfil que la mirada adoptaba un aire de tristeza y quizás, de decepción.
― Eso ya no tiene importancia. Porque me he dado cuenta de que él jamás lo estará de mí.
― Bueno, no creo…
Alice bajó la cabeza y la sacudió suavemente.
― No hace falta que mientas para hacerme sentir mejor. ― suspiró ― Lo sé. Y creo que después de muchos años, al final, lo he superado. Además, ahora ya no importa. ― El elevador estaba llegando a su destino, así que Alice por fin la miró ― Una vez más, lamento mucho si en el pasado me comporté como una zorra contigo. Me gustaría decirte que quizás podríamos ser amigas, pero no creo que tengamos tiempo.
Nicole no entendió lo último.
― Bueno, un café quizás…
― No lo creo. ― Pero después agregó rápidamente ― Oh, no es por ti. ― El elevador llegó por fin y Alice entró en él y le dio una sonrisa perfecta. Tan perfecta que no podía ser de verdad ― Estás viendo a la futura nueva jefa de toda el ala de pediatría y ginecología del Hospital St. Ives General.
Nicole abrió los ojos sorprendida.
― ¿Pero eso no está…?
Alice asintió.
― Florida. Miami para ser más exactas.
Las puertas del ascensor empezaron a cerrarse, pero Nicole metió la mano y la detuvo.
― Una vez alguien me dijo que el amor, a veces tiene muchos obstáculos, pero si en verdad se ama a esa persona, hay que luchar para derribarlos. ― no sabía porqué le estaba dando alas a la doctora, sabiendo lo que opinaba Alex de ella, pero Nicole presentía que ninguno de los dos la había conocido en verdad.
Alice dejó de sonreír y por fin todo su rostro adoptó la misma expresión que sus ojos: la tristeza.
― ¿Y que pasa cuando has luchado por años, y de nada ha servido?
Nicole se encogió de los hombros.
― Quizás no usaste la mejor estrategia. ― Nicole soltó las puertas.
Pero Alice se quedaría con la última palabra.
― O quizás, no era amor. ― Las puertas empezaron a cerrar y Alice volvió a poner esa máscara de indiferencia ― Si alguna vez visitas Miami, podemos ir por ese café. ― Y por fin las puertas se cerraron.
Nicole se quedó mirando las gruesas y frías puertas de acero que se alzaban frente a ella. ¿Y si lo que había compartido con Joe no era amor, sino el resultado de la lujuria? Pero pudo oír una voz interior, que le decía que no. Y pensó que sólo había una manera de averiguarlo.
La pequeña salita azul estaba llena del clan. Richard y Elizabeth estaban sentados tratando de contener a las pequeñas Mary Ann y Allie que estaban de un lado para otro. Paul quien tenía un pequeño recipiente en su mano del que fluía vapor, estaba mirando hacia la ventana. Margot y Archer estaban sentados en el lado opuesto a Richard y Eli, así que no las veían. David, como era de esperar, estaría en la sala de parto con Ariana. El único que faltaba…
Paul fue primero en verla, y quedarse sin palabras. Su mirada bailaba de su hermana a ella, una, dos veces. Después simplemente asintió. Y con eso, Nicole supo que Angie ya tenía la bienvenida. Trató de ahogar las lágrimas.
― ¡Tía Nikyyy! ― El grito de Allie anuncio al resto de la familia su presencia. La pequeña salió corriendo hacia ella y se fue a refugiar a sus brazos. ― Mi bebé está por llegar. Lo va a traer la ziueña.
― Cigüeña ― corrigió Nicole.
― La zi-ue-ña
Nicole abrazó fuertemente a su sobrina, y se rió por lo bajo, al tratar de entender sus palabras. Le dio un beso en sus pequeños rizos negros y la acomodó entre sus brazos para después ver que todos estaban absortos, contemplándolas.
― Permítanme presentarles a mi hermana, Angelina Adams. ― Tomó a Angelina y la acercó a la multitud. ― La cual se quedará con nosotros por tiempo indefinido.
― ¡Dios! Son casi idénticas ― exclamó Elizabeth, directa como siempre.
― Si, bueno, yo soy la inteligente. Aunque a veces ella se pasa de sabihonda, pero bueno, creo que viene de familia, aunque creo que soy la más parlanchina, nunca paro de hablar y de hablar y bueno ― Nicole vio que sus mejillas tomaban un color casi igual al de su cabello. Angie suspiro, y los saludó ― Mucho gusto.
Todos se rompieron a las risas, y uno por uno se fueron presentando. Durante el viaje de Springfield a Chicago, Nicole le había platicado a Angie un pequeño resumen de lo que había sido su vida en esos años que habían estado separadas, y sabía quien era Paul. Así que cuando este se presentó extendiéndole la mano, Angie, como era, Angie, no tomó la mano, sino que lo abrazó efusivamente, y le dijo algo al oído que nadie pudo escuchar. Paul se había quedado sorprendido y miró a Nicole. Ella solo pudo darle una leve sonrisa y alzar un hombro, como disculpándose. Paul le devolvió el gesto, y abrazó a Angelina.
― Bienvenida ― susurró Paul.
Entonces Elizabeth, como siempre, se llevó a Angie, y entre ella y Margot, fueron introduciéndola en el clan Jonas. Nicole tenía el presentimiento de que se llevarían de maravilla.
― ¿Cuándo comenzó? ― preguntó a Paul que se había quedado a su lado.
― Casi después de que te fuiste. Pero cuando le dije a Ariana donde habías ido, me pidió que te avisara hasta que ya hubiera entrado a quirófano. ― Miró a Angie y después a ella ― Debo entender que él que ella esté aquí, quiere decir que todo fue bien.
Nicole recordó la breve y para nada placentera plática con su madre, y no pudo sentirse triste. Pese a todo, eran sus padres. Pero había dicho en serio lo de perdonarla. Por su parte, el pasado quedaría donde estaba.
― No todo. ― Se acercó a él, y le tomó el brazo paternalmente, ambos mirando a la nueva miembro de la familia ― Pero creo que me he llevado la mejor parte. ― Entonces recordó algo ― ¿Sabes que ahora resulto ser una heredera? ― Paul no entendió así que Nicole le explicó rápidamente, omitiendo ciertos detalles. Entonces buscó discretamente: Estiró el cuello e hizo un barrido de 360 grados por todo la sala, pero no había rastros de él.
― No ha venido. ― dijo Paul.
― ¿Quién? ― preguntó Nicole, tratando de conservar un poco de dignidad. A veces odiaba ser tan transparente.
― Papá Noel… ― contestó con sarcasmo Paul ― ¿Pues como que quién? ― Nicole decidió no contestar. A veces su boca la metía en problemas ― Le avisamos, pero al parecer no estaba. Demi fue la que recibió el mensaje.
― Oh.
Pero no agregó más. Sin embargo, su mente si que estaba trabajando. ¿Dónde rayos estaría Joe? ¿Qué, en el nombre del cielo, sería más importante que el nacimiento de su sobrino?
Pasaron las horas, pero nadie se quejó. Por el contrario, la llegada de Angelina animó la sala. Ella habló de sus estudios, de su vida, de lo que había hecho todos esos años. Nicole entendió que toda esa información iba destinada a ella. No se sorprendió al ver que su familia la había recibido muy bien. Angie era así, tan viva, tan activa, que agrada a todo el mundo.
Entonces David apareció en sala, con una cámara de vídeo en una mano. Se veía muy cansado, pero inmensamente feliz.
― ¡Es un niño! ― anunció el orgulloso padre. ― Un chicote que pesa cuatro kilos y trecientos gramos. Es enorme. Están trasladando a Ariana a su cuarto. ― Entonces se pasó la mano por su castaña cabellera y se quedó serio. Por lo visto, la adrenalina había abandonado su sistema ― ¡Dios! Creo que me tengo que sentar un rato.
Richard y Elizabeth llegaron en ese momento junto con las niñas que las habías llevado a la cafetería a comer algo.
― ¡Papi! ¡Papi! ― Allie corrió hacia su padre y éste la abrazó y alzó para sentarla en sus rodillas. Lo miró con sus grandes ojos azules ― ¿Ya tenemos bebé?
― Si preciosa, ya tenemos bebé. ― David no trató de ocultar las lágrimas que estaban asomándose en sus ojos azules. Dejó que corrieran mientras besaba en la coronilla a su pequeña.
― ¿Y a que hora vino la ziueña? ― preguntó separándose de los molestosos besos de su padre. Entonces hizo un puchero ― ¡Yo la quería ver! ― se volteó a ver su prima ― Ves, Mary Ann, te dije que por ir al baño no veríamos la ziueña.
― Tú eras la que tenías ganas. ― Se defendió la pequeña de Richard. Sus mejillas estaban sonrojadas. Y le sacó la lengua a su prima.
Todos se carcajearon de ver la tierna escena de las pequeñas.
― Tal vez para la próxima, cariño ― animó David a su pequeña ― Ahora fue muy rápido.
― ¿La próxima? ― gritó Richard ― ¿Acabas de salir de ahí, y ya estás pensado en la próxima? ― inquirió horrorizado.
David sonrió y alzó las manos al cielo.
― Yo no tengo la culpa. Mi mujer me dijo que quiere formar su propio buffet de abogados.
― Dios nos ampare y nos agarre confesados. ― comentó Archer, y se ganó un golpe cariñoso en las costillas por parte de Margot.
― ¿Y ya pensaron en un nombre? ― Nicole se moría por saber por el nombre de su próximo ahijado. Ariana y David no habían querido saber el sexo del bebé, y les dijeron que hasta que naciera, les dirían el nombre.
― Ariana se los dirá ― le contestó David con una sonrisa enigmática.
― ¿Y…? ― preguntó Richard mientras extendía su mano.
― Si, vale. ― Miró sin muchas ganas a la esposa de su cuñado ― Eli, durante todo un año, cuando quieras, podemos hacer de niñeros de Mary Ann. ― Elizabeth fue la más sorprendida y preguntó que qué rayos pasaba y David contestó ― Richard tiene una teoría acerca de las mujeres de esta familia. Dice que son tan dominantes, que sus genes superan los nuestros. ― Miró a Richard y suspiró resignado ― Es un Jonas. Tiene el gran y enorme mata de cabello negro, ― pero agregó rápidamente ― Y unos lindos ojos son azules.
― Ariana los tiene azules. ― aclaró Richard, como si hubiera dicho que el agua que caía del cielo, venía de arriaba hacia abajo.
― Pero son más de mi tono. ― defendió el padre, tratando de reponer el orgullo herido.
― Digas lo digas, los genes Jonas dominaran. ― sentenció Ricky.
― Ya verás. Para la próxima saldrá castaño.
― Blah, blah, blah…. ― Richard molestaba a su cuñado, pero estaba feliz por él. Entonces se acercó y le dio el abrazo y empezaron a llover las felicitaciones.
― ¿Son siempre así? ― murmuró Angie a Nicole cuando llegó a su lado.
Nicole asintió.
― Casi siempre. Pero los amo por ello.
― Son una verdadera familia. ― Angie jamás había presenciado muestras de afecto de ese estilo. Sus padres no habían sido precisamente afectuosos con ella. Sintió la mano de Nicole envolver la suya.
― Y tú, cariño, formarás parte de ella.
David reparó en ella y Elizabeth, hizo honor y le dio una muy resumida versión de las cosas.
― Un nuevo miembro de la familia.
David sonrió, y le dio la bienvenida. Angie correspondió al saludo y le dio las felicitaciones. Al cabo de unos minutos, una enfermera le anunció a David que su esposa ya estaba en su habitación. Dejó a todos ahí y les dijo que regresaría para avisarles que podían verla. Allie fue una niña buena y se quedó sin rechistar. Todos estaban ansiosos de poder ver a Ariana y conocer al miembro más reciente, así que fueron a la tienda de regalos del Hospital para comprarles algo nuevo a la mamá y al pequeño. Ella y su hermana se quedaron para esperar las noticias de David. Entonces, vio una cabellera color miel y sonrió. Alex jamás pasaba inadvertido con su tremenda estatura. Él sintió la mirada sobre sí, y la vio, y se acercó a ella.
― ¿Qué te trae por acá? ― Le preguntó mientras le daba un cálido beso en la mejilla.
― ¡Angie! ― le habló a su hermana, sin contestar a la pregunta de Alex. Ella se acercó y Alex se quedó ensimismado al contemplarla juntas. Ella no pudo evitar reírse de su cara ― Alex, te quiero presentar a mi hermana. Angelina ― Se volvió a su hermana ― Angie, el Doctor Alexander González.
Angie le dio la mano, pero él, en vez de estrecharla, le dio un beso en los nudillos de su mano.
― Encantada- ― contestó Angie.
Fueron tres reacciones diferentes: Nicole alzando los ojos, Angelina ruborizándose y Alex guiñando como un chulo.
― Un placer.
― ¡Hey! ― Nicole los separó y miró a Alex ― Aterriza tu avión, piloto. Ella está fuera de tus fronteras.
― ¿Celosa? ― Alex estaba dándole una sonrisa extendida.
― Quisieras. Pero ahora tengo que velar por ella. Y no quiero precisamente un gurú del amor para mi hermanita veinteañera.
― Jamás vas a olvidar eso del gurú verdad. ― pero no pudo evitar sonreír. Ahí estaba de regreso, la Nicole que él había conocido.
― Nop. Así que compórtate, o verás por todo el hospital unos lindos volantes de propaganda para el Gurú…
― Ok, ya entendí. Le quitas la diversión a todo.
― Citando las palabras de Ariana: Pero así me quieres.
― A veces me preguntó por qué. ― contestó después de un gran suspiro.
Angie los había observado atentamente en silencio, primero a uno, después al otro, y sus reacciones. Tenías sus dudas, pero…
― ¿Debo entender que él y tú son…? ― hizo ademanes, y dejó la pregunta al aire, y fue su hermana la que respondió primero.
― ¡Oh, no! No, no ― gritó Nicole.
― Vaya, gracias ― repeló ofendido Alex.
― Vale, quise decir: ¡Dios, no! ¡Por Dios nooooo! ― Esta última la hizo para molestar a Alex, pero ya bastaba de tantos juegos, y le aclaró a su hermana ― No, Alex es un gran amigo. El mejor del mundo.
― ¿Y que hacen por aquí? ― Entonces se hizo la luz y su sonrisa se ensanchó. ― Oh, ya veo. Ariana. ― Nicole asintió y Alex la abrazó ― Si no alcanzo a ver a David o a ella, felicítalos de mi parte. ― Quería quedarse más tiempo y conocer a la nueva hermana de Nicole pero tenía una cirugía esa tarde y tenía muchas que hacer ― Bueno, me despido. ¿Pensante en lo que hablamos?
― Sí gurú. Sigo pensando.
Alex sacudió la cabeza lentamente y le dio un beso, y se despidió de Angie de igual forma.
― Tic tac, tic tac… el tiempo pasa preciosa.
― Lárgate.
Observaron al doctor alejarse, y Angie miró a su hermana con sus ojos brillando. A Nicole no le gustó esa mirada.
― Creo que tú y yo tenemos mucho de que hablar. Empezando por cierto dios bronceado que se acaba de ir.
Nicole la miró seriamente.
― Angie, aún no se me olvida que acabas de entrar en los veinte. Así que compórtate.
Angelina hizo una mueca y chistó.
― En estas cuestiones, eres peor que mamá ― Entonces se dio cuenta de lo que había dicho. Empezó a balbucear, buscando disculparse. ― Lo siento, no quise, yo… lo siento mucho Nikky. En serio, no quise decirlo. Bueno, lo dije, pero no quería que sonara así… Tú sabes que nadie es peor que ella. Por eso estoy aquí, ¿no? Ella y tú son tan diferentes. Cómo el día y la noche, o como…
Se calló al sentir la mano de Nicole en su hombro, y sintió un nudo al contemplar la mirada de amor que veía. Había pasado muchos años desde que alguien la había mirado así.
― Todo está bien. Tenemos muchas cosas de que hablar, y lo haremos resolviendo paso a paso.
Justo cuando todos estaban regresando con globos y regalos envueltos, David apareció por el otro pasillo y les hizo una señal de que lo acompañara. Allie fue la primera en llegar hasta su padre y seguirlo. Angelina, por comodidad, había decido quedarse en la sal, junto con Archer. Ellos sentían que ese primer momento tenía que ser sólo con la familia.
Entraron en la habitación y contemplaron un cuadro digno de admirar: David sentado a un lado de la cama de Ariana, con Allie en sus rodillas, besando tiernamente a su esposa. Todos quedaron maravillados por la escena tan tierna de la que eran testigos.
― Bueno, ¿ya no? Quiero ver al bebé, no cómo lo hicieron. ― habló Richard, ganándose un golpe por parte de su esposa.
Ariana se veía cansada, y cuando trató de reírse, soltó muecas de dolor. David se quedó serio y tomó su mano para consolarla. Su cabellera estaba extendida sobre la almohada, y sus ojos se mantenían entrecerrados.
― Hola… ― murmuró Ariana, saludando a todos.
― Descansa, mujer. Que tuviste un día de los más entretenido. ― dijo Elizabeth.
Todos se acercaron para felicitarla, y darle sus regalos. Ella asentía, pero no participaba mucho en la conversación. Sin embargo, cuando la Doctora Evans entró en el cuarto cargando una manta azulita, la vida regresó mágicamente a Ariana. Sus ojos se nublaron, y sus mejillas se tiñeron de un dulce rosa.
― ¡Y aquí viene el nuevo miembro! ― dijo Alice antes de entregarle el bebé a Ariana ― ¡Felicidades!
Todo mundo tenía ya la cámara lista, esperando poder ver a la personita que se escondía detrás del trozo de tela. Ariana se sentó con la ayuda de David, y él se recostó a su lado, subiendo una pierna en la cama, mientras que Allie se subía por su pecho.
Alzando la manta, todos admiraron a un angelito que tenía una gran pelusa de pelo negro. Sus ojos estaban cerrados y movía su boquita cómo si estuviera chupando algo. Una de sus manos estaba alzada en un puñito bien fuerte, y ella jugó con sus dedos. Su carita estaba toda rosada, y David tenía razón, era un muchachote.
Ariana miró a todos con lágrimas que en algún momento se habían desbordado.
― Bueno familia, aquí tienen al nuevo miembro. Saluden por favor a Nicholas Steve O’Connor. ― volvió a contemplar a su bebé ― Pero para la familia, será el pequeño Nick.
Entonces alzó su mirada entrelazándola con la de su madre y la de Nicole. Las dos estaban ya derramando agua de sus ojos. Margot miraba a su nieto, y casi pudo sentir la presencia de su esposo difunto, dándole ánimos, y de su hermana, agradeciendo el cuidado de su hija en todos esos años. Saber que su sobrina le había puesto a su hijo el nombre de aquél hombre que la había criado como a su hija, no tenía palabras para expresarlo. Nicole por su parte, sintió la más bella y sublime de las emociones. Pertenecer a una familia. Quizás no había lazos de sangre, pero todos ellos eran las personas más importantes de su vida. Si tan sólo Joe estuviera ahí…
Alice se quedó a petición de Ariana, y estuvo platicando con Allie, en lo que todos pasaban. Entonces empezaron las fotos. Algunos con flash y otros sin él, pero dejaron de tomarla cuando la memoria de la cámara digital dijo: “Ya no más”. El sonido del celular de Paul levantó al pequeño Nicky de su siesta, ganándose la mirada asesina de todas las mujeres de la habitación. Sonrojado, salió de la habitación para contestar. Ariana se encargó de darle de comer a su nuevo retoño, mientras que Allie no terminaba de lanzarle besitos al bebé y después a su querida “Mammi”. Cada uno miraba fascinado al bebé, a la familia O’Connor completa.
Nicole vio cuando la Doctora Evans emprendía la salida de la habitación, y recordó que tenía que aclarar algunos puntos con ella. Dejó a la familia y fue detrás de ella, y la encontró justo antes de que entrara en el ascensor.
― Doctora Evans.
Nicole la miró con más detenimiento en esta ocasión. Su vestimenta había cambiado radicalmente. Siempre que no estaba operando, llevaba tacones altos, y un lindo conjunto de ropa. Ahora llevaba unos pantalones de mezclilla viejos y gastados y una camisa que decía “Los bebés los trae la cigüeña” y abajo “Doctora Cigüeña”. Pensó que si Allie supiera leer, le habría encantado la camisa. Su cara no estaba llena de maquillaje ni siquiera de un tenue lápiz labial. Y aún así, se veía guapa. Incluso años más joven. Parecía más una estudiante de medicina en su tercer año, que una mujer con doble doctorado.
Alice dejó pasar el elevador y miró a Nicole, y le sonrió. ¡Le sonrió a ella!
― Alice, por favor. Dado que te hice la vida imposible por tres años, creo que me puedes tutear. ¿Qué sucede?
Si bien lo que decía era cierto, su cambio de actitud era tan radical como el cambio de ropa. Nicole lo soltó de un golpe.
― No estamos comprometidos. Alex y yo. Él sólo lo dijo… ― y recordó el por qué lo había dicho, pero no se lo iba a decir. ― Bueno, no sé porqué lo dijo, pero no estamos yendo al altar.
― Ya lo sabía.
Nicole se sorprendió. Si que los rumores corrían rápido por ese hospital.
― ¿Alex se lo dijo?
Alice soltó una sencilla risilla.
― Se podría decir que sí.
― Oh vaya, bueno, yo sólo eso. Y muchas gracias por haber traído a mi sobrino. Ariana dijo que sólo tendría el bebé si usted la asistía.
― Ella ha hecho la mayor parte ― Volvió a presionar el botón del ascensor. ― ¿Sabes? Creo que nunca me disculpé. ― la miro directamente ― Lo siento mucho, por todo lo que pasó estos años. Me comporté de una manera un poco infantil, y ahora me un poco de vergüenza admitirlo.
Se quedaron calladas mirando el contador del elevador. Del piso 2 al piso 3 y se paró. Entonces Nicole no pudo evitar preguntar.
― ¿Usted está enamorada de él, verdad?
Alice no se molestó en mirarla, pero Nicole pudo observar de perfil que la mirada adoptaba un aire de tristeza y quizás, de decepción.
― Eso ya no tiene importancia. Porque me he dado cuenta de que él jamás lo estará de mí.
― Bueno, no creo…
Alice bajó la cabeza y la sacudió suavemente.
― No hace falta que mientas para hacerme sentir mejor. ― suspiró ― Lo sé. Y creo que después de muchos años, al final, lo he superado. Además, ahora ya no importa. ― El elevador estaba llegando a su destino, así que Alice por fin la miró ― Una vez más, lamento mucho si en el pasado me comporté como una zorra contigo. Me gustaría decirte que quizás podríamos ser amigas, pero no creo que tengamos tiempo.
Nicole no entendió lo último.
― Bueno, un café quizás…
― No lo creo. ― Pero después agregó rápidamente ― Oh, no es por ti. ― El elevador llegó por fin y Alice entró en él y le dio una sonrisa perfecta. Tan perfecta que no podía ser de verdad ― Estás viendo a la futura nueva jefa de toda el ala de pediatría y ginecología del Hospital St. Ives General.
Nicole abrió los ojos sorprendida.
― ¿Pero eso no está…?
Alice asintió.
― Florida. Miami para ser más exactas.
Las puertas del ascensor empezaron a cerrarse, pero Nicole metió la mano y la detuvo.
― Una vez alguien me dijo que el amor, a veces tiene muchos obstáculos, pero si en verdad se ama a esa persona, hay que luchar para derribarlos. ― no sabía porqué le estaba dando alas a la doctora, sabiendo lo que opinaba Alex de ella, pero Nicole presentía que ninguno de los dos la había conocido en verdad.
Alice dejó de sonreír y por fin todo su rostro adoptó la misma expresión que sus ojos: la tristeza.
― ¿Y que pasa cuando has luchado por años, y de nada ha servido?
Nicole se encogió de los hombros.
― Quizás no usaste la mejor estrategia. ― Nicole soltó las puertas.
Pero Alice se quedaría con la última palabra.
― O quizás, no era amor. ― Las puertas empezaron a cerrar y Alice volvió a poner esa máscara de indiferencia ― Si alguna vez visitas Miami, podemos ir por ese café. ― Y por fin las puertas se cerraron.
Nicole se quedó mirando las gruesas y frías puertas de acero que se alzaban frente a ella. ¿Y si lo que había compartido con Joe no era amor, sino el resultado de la lujuria? Pero pudo oír una voz interior, que le decía que no. Y pensó que sólo había una manera de averiguarlo.
yamii_jjonatikacrazy!!
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
omg!!
esta de lo mejor me encantaa
pero lo que ella y joe compartieron si fue amor jumm
siguela esta genialll
esta de lo mejor me encantaa
pero lo que ella y joe compartieron si fue amor jumm
siguela esta genialll
next to you
Re: "Domar al alma salvaje" (Joe y Nikky)
Wow me encantaron los capis ! Ya quiero que JOE y nicole se vuelvan a ver (: siguela pronto (:
JUSTINLOVE11
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