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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 28
Harry permaneció en la entrada un largo instante, contemplándome desde la cabeza hasta los dedos de los pies, con manicura francesa en las uñas. A mí también me anonadó su aspecto. Le sentaban tan bien los vaqueros desgastados y la camiseta que vestía que me dieron ganas de desnudarle con los dientes.
—Sólo por encontrarte así ya ha merecido la pena el viaje. —Entró en casa y atrancó la puerta tras él—. ¿Qué tal estás?
—Bien. Gracias a ti. Gracias. —Se me estremecía el estómago porque él estaba ahí, conmigo, lo cual casi me daba... vértigo—. Pero ésa no puede ser la razón por la que has venido hasta aquí.
—He venido porque has tardado mucho en llamarme.
—No sabía que tuviera un plazo para hacerlo.
—Tengo que preguntarte algo que requiere una respuesta inmediata, pero, aparte de eso, quería saber si te sientes bien después de anoche. —Los ojos se le veían oscuros mientras me recorría de arriba abajo; su cara, imponente enmarcada en aquella increíble cortina de pelo negro—. ¡Dios, estás guapísima, ____. No recuerdo haber deseado nada tanto!
Aquellas sencillas y escasas palabras me pusieron mimosa, a cien. Demasiado vulnerable.
—¿Qué es tan urgente?
—Ven conmigo a la cena benéfica esta noche.
Me eché hacia atrás, sorprendida y emocionada con la petición.
—¿Vas a ir?
—Y tú también. Lo he comprobado, al saber que tu madre estaría allí. Vamos juntos.
Me llevé una mano a la garganta, debatiéndome entre la extrañeza que me producía lo mucho que él sabía de mí y la preocupación por lo que me estaba pidiendo.
—No era a esto a lo que me refería cuando dije que debíamos pasar tiempo juntos.
—¿Por qué no? —Aquella sencilla pregunta estaba teñida de desafío—. ¿Qué problema hay en que vayamos juntos a un evento al que los dos íbamos a acudir por separado?
—No es que sea muy discreto. Se trata de un acto prominente.
—¿Y? --Harry dio un paso hacia mí y me toqueteó un rizo. El peligroso susurro que había en su voz hizo que me estremeciera. Sentí la calidez de su enorme cuerpo macizo y percibí el aroma profundamente masculino de su piel.
Estaba cayendo bajo su embrujo, cada vez más.
—La gente hará suposiciones, mi madre sobre todo, que ya estará oliendo tu sangre de soltero en el agua.
Bajando la cabeza, Harry posó los labios en la curva de mi cuello.
—Me da igual lo que piense la gente. Sabemos lo que hacemos. Yo me encargaré de su madre.
—Si crees que puedes... —dije con la respiración entrecortada—, no la conoces bien.
—Pasaré a recogerte a las siete. —Me pasó la lengua por la palpitante vena de la garganta y me fundí en él, con el cuerpo laxo al atraerme hacia él.
—Todavía no he dicho que sí —logré articular.
—Pero no vas a decir que no. —Me cogió el lóbulo de la oreja entre los dientes—. No te dejaré.
Abrí la boca para protestar y él me la selló posando sus labios sobre los míos, acallándome con un voluptuoso y húmedo beso. Movía la lengua despacio, saboreándome de tal manera que me hizo desear que me hiciera lo mismo entre las piernas. Las manos se me fueron a su pelo, acariciándolo, tirando de él. Cuando me rodeó con sus brazos, me arqueé, curvándome en sus manos. Al igual que en su oficina, me tuvo boca arriba en el sofá antes de darme cuenta de que me estaba moviendo, tragándose con su boca mi sorprendido jadeo.
La bata cedió a sus hábiles dedos, y a continuación me puso las manos en los pechos, acariciándolos con suaves y rítmicos apretones.
—Harry...
—Shhh. —Me succionó el labio inferior, presionando y tirándome de mis sensibles pezones—. Saber que no llevabas nada puesto debajo de la bata estaba volviéndome loco.
—Has venido sin... ¡Oh! ¡Oh, Dios! Me rodeó un pezón con la boca, y aquella oleada de calor me produjo un velo de transpiración en la piel. Nerviosa, no dejaba de mirar la hora en el reloj del decodificador.
—Harry, no.
Levantó la cabeza y me miró con sus tormentosos ojos verdes.
—Es una locura, lo sé. No... No sabría explicarlo, ____, pero tengo que hacer que te corras. Llevo días pensándolo constantemente.
Me metió una mano entre las piernas. Las abrí sin pudor, tan excitado mi cuerpo que me sentía arrebatada, casi febril. Con la otra mano seguía magreándome los pechos, poniéndomelos duros e insoportablemente sensibles.
—Te me has puesto húmeda —murmuró, bajando la mirada hacia donde estaba abriéndome con los dedos—. Ahí también eres hermosa. Aterciopelada y rosa. Muy suave. No te habrás depilado hoy, ¿verdad?
Negué con la cabeza.
—Menos mal. No creo que hubiera aguantado ni diez minutos sin tocarte, no digamos diez horas. —
Me introdujo un dedo cuidadosamente. Me sentía tan vulnerable allí desnuda, con las piernas abiertas, toqueteada por un hombre cuya familiaridad con las normas de la depilación brasileña delataba un íntimo conocimiento de las mujeres.
Harry permaneció en la entrada un largo instante, contemplándome desde la cabeza hasta los dedos de los pies, con manicura francesa en las uñas. A mí también me anonadó su aspecto. Le sentaban tan bien los vaqueros desgastados y la camiseta que vestía que me dieron ganas de desnudarle con los dientes.
—Sólo por encontrarte así ya ha merecido la pena el viaje. —Entró en casa y atrancó la puerta tras él—. ¿Qué tal estás?
—Bien. Gracias a ti. Gracias. —Se me estremecía el estómago porque él estaba ahí, conmigo, lo cual casi me daba... vértigo—. Pero ésa no puede ser la razón por la que has venido hasta aquí.
—He venido porque has tardado mucho en llamarme.
—No sabía que tuviera un plazo para hacerlo.
—Tengo que preguntarte algo que requiere una respuesta inmediata, pero, aparte de eso, quería saber si te sientes bien después de anoche. —Los ojos se le veían oscuros mientras me recorría de arriba abajo; su cara, imponente enmarcada en aquella increíble cortina de pelo negro—. ¡Dios, estás guapísima, ____. No recuerdo haber deseado nada tanto!
Aquellas sencillas y escasas palabras me pusieron mimosa, a cien. Demasiado vulnerable.
—¿Qué es tan urgente?
—Ven conmigo a la cena benéfica esta noche.
Me eché hacia atrás, sorprendida y emocionada con la petición.
—¿Vas a ir?
—Y tú también. Lo he comprobado, al saber que tu madre estaría allí. Vamos juntos.
Me llevé una mano a la garganta, debatiéndome entre la extrañeza que me producía lo mucho que él sabía de mí y la preocupación por lo que me estaba pidiendo.
—No era a esto a lo que me refería cuando dije que debíamos pasar tiempo juntos.
—¿Por qué no? —Aquella sencilla pregunta estaba teñida de desafío—. ¿Qué problema hay en que vayamos juntos a un evento al que los dos íbamos a acudir por separado?
—No es que sea muy discreto. Se trata de un acto prominente.
—¿Y? --Harry dio un paso hacia mí y me toqueteó un rizo. El peligroso susurro que había en su voz hizo que me estremeciera. Sentí la calidez de su enorme cuerpo macizo y percibí el aroma profundamente masculino de su piel.
Estaba cayendo bajo su embrujo, cada vez más.
—La gente hará suposiciones, mi madre sobre todo, que ya estará oliendo tu sangre de soltero en el agua.
Bajando la cabeza, Harry posó los labios en la curva de mi cuello.
—Me da igual lo que piense la gente. Sabemos lo que hacemos. Yo me encargaré de su madre.
—Si crees que puedes... —dije con la respiración entrecortada—, no la conoces bien.
—Pasaré a recogerte a las siete. —Me pasó la lengua por la palpitante vena de la garganta y me fundí en él, con el cuerpo laxo al atraerme hacia él.
—Todavía no he dicho que sí —logré articular.
—Pero no vas a decir que no. —Me cogió el lóbulo de la oreja entre los dientes—. No te dejaré.
Abrí la boca para protestar y él me la selló posando sus labios sobre los míos, acallándome con un voluptuoso y húmedo beso. Movía la lengua despacio, saboreándome de tal manera que me hizo desear que me hiciera lo mismo entre las piernas. Las manos se me fueron a su pelo, acariciándolo, tirando de él. Cuando me rodeó con sus brazos, me arqueé, curvándome en sus manos. Al igual que en su oficina, me tuvo boca arriba en el sofá antes de darme cuenta de que me estaba moviendo, tragándose con su boca mi sorprendido jadeo.
La bata cedió a sus hábiles dedos, y a continuación me puso las manos en los pechos, acariciándolos con suaves y rítmicos apretones.
—Harry...
—Shhh. —Me succionó el labio inferior, presionando y tirándome de mis sensibles pezones—. Saber que no llevabas nada puesto debajo de la bata estaba volviéndome loco.
—Has venido sin... ¡Oh! ¡Oh, Dios! Me rodeó un pezón con la boca, y aquella oleada de calor me produjo un velo de transpiración en la piel. Nerviosa, no dejaba de mirar la hora en el reloj del decodificador.
—Harry, no.
Levantó la cabeza y me miró con sus tormentosos ojos verdes.
—Es una locura, lo sé. No... No sabría explicarlo, ____, pero tengo que hacer que te corras. Llevo días pensándolo constantemente.
Me metió una mano entre las piernas. Las abrí sin pudor, tan excitado mi cuerpo que me sentía arrebatada, casi febril. Con la otra mano seguía magreándome los pechos, poniéndomelos duros e insoportablemente sensibles.
—Te me has puesto húmeda —murmuró, bajando la mirada hacia donde estaba abriéndome con los dedos—. Ahí también eres hermosa. Aterciopelada y rosa. Muy suave. No te habrás depilado hoy, ¿verdad?
Negué con la cabeza.
—Menos mal. No creo que hubiera aguantado ni diez minutos sin tocarte, no digamos diez horas. —
Me introdujo un dedo cuidadosamente. Me sentía tan vulnerable allí desnuda, con las piernas abiertas, toqueteada por un hombre cuya familiaridad con las normas de la depilación brasileña delataba un íntimo conocimiento de las mujeres.
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 29
—Estás muy acogedora. —Harry sacó el dedo y volvió a clavármelo con delicadeza. Arqueé la espalda al apretar con ansia—. Y muy ávida. ¿Cuánto tiempo hace que no follas?
Tragué saliva.
—He estado muy ocupada con la tesis, buscando trabajo, trasladándome...
—Una temporada, entonces.
Sacó el dedo y a continuación me introdujo dos. No pude reprimir un gemido de placer. Aquel hombre tenía unas manos dotadas, seguras y expertas, y cogía lo que quería con ellas.
—¿Utilizas algún método anticonceptivo, ____?
—Sí. —Me aferré al borde de los cojines—. Por supuesto.
—Te demostraré que estoy limpio y tú harás otro tanto, y luego dejarás que te penetre.
—¡Por Dios, Harry! —Jadeaba por él, meneando las caderas descaradamente sobre aquellos dedos que empujaban.
Tenía la sensación de que ardería espontáneamente si él no salía. En mi vida me había excitado tanto.
Me moría por un orgasmo.
Si hubiera entrado Cary en aquel momento y me hubiera encontrado retorciéndome en la sala de estar de nuestra casa mientras Harry me follaba con los dedos, creo que no me habría importardo.
Harry respiraba entrecortadamente también. Tenía la cara sonrojada por la lujuria. Por mí. Cuando lo único que había hecho yo era responderle sin poder evitarlo. Me acarició la mejilla con la mano que tenía en mi pecho.
—Estás ruborizada. Te he escandalizado.
—Sí.
Su sonrisa era pícara y gozosa a la vez, y sentí una opresión en el pecho.
—Quiero sentir mi semen en ti cuando te folle con los dedos. Quiero que tú sientas mi semen en ti, para que pienses en el aspecto que tengo y los sonidos que hago cuando lo bombee dentro de ti. Y mientras pienses en ello, estarás deseando que vuelva a hacértelo una y otra vez.
Mi sexo se tensó alrededor de sus acariciadores dedos, la crudeza de sus palabras me empujaba al borde del orgasmo
—Te diré todas las formas en que quiero que me satisfagas, ____, y vas a hacerlo todo... a aceptarlo todo, y el sexo será explosivo, primario, sin limitaciones. Lo sabes, ¿verdad? Intuyes cómo será entre nosotros.
—Sí —musité, apretándome los pechos para aliviar el profundo dolor de mis pezones endurecidos—. Por favor, Harry
—Shhh... Te tengo. —Con la parte blanda de su pulgar empezó a frotarme suavemente el clítoris en círculos—. Mírame a los ojos cuando te corras.
Todo se tensó en mi centro, y esa tensión crecía a medida que me masajeaba el clítoris y empujaba los dedos adentro y afuera con un ritmo constante, sin prisas.
—Ríndete a mí, ____ —ordenó—. Ya.
Alcancé el clímax con un tenue grito, mis blancos nudillos a los lados de los cojines, mientras sacudía las caderas en su mano, sin asomo de vergüenza o timidez.
Tenía la vista fija en la suya, incapaz de apartar la mirada, fascinado con aquel triunfo masculino que le brillaba en los ojos.
En aquel momento me poseyó. Haría lo que quisiera. Y él lo sabía. Me atravesó un intenso placer. Entre el latido de la sangre en mis oídos, me pareció oírle decir algo con la voz quebrada, pero me perdí las palabras cuando apoyó una de mis piernas en el respaldo del sofá y abarcó mi abertura con su boca.
—No. —Le empujé la cabeza con las manos—. No puedo.
Estaba demasiado inflamada, demasiado sensible. Pero cuando me tocó el clítoris con la lengua, agitándola sobre él, creció de nuevo el deseo. Con más intensidad que la primera vez. Me bordeó mi palpitante abertura, provocándome, atormentándome con la promesa de otro orgasmo cuando yo sabía que no podía tener otro tan pronto. Entonces me introdujo la lengua y yo me mordí el labio para reprimir un grito.
Me corrí por segunda vez, estremeciéndose mi cuerpo violentamente, tensándose los músculos con desesperación alrededor de sus voluptuosos lametones. Su bramido me hizo vibrar. No tuve fuerzas para apartarle cuando se puso a lamerme el clítoris otra vez suave, incansablemente... hasta que volví a tener otro orgasmo, pronunciando su nombre con voz entrecortada.
Me había quedado sin energía cuando me estiró la pierna y aún estaba sin aliento cuando empezó a besarme desde vientre hasta los pechos. Me chupó los pezones, luego me levantó pasándome los brazos por la espalda. Sostenía mi cuerpo laxo y flexible mientras me tomaba la boca con violencia reprimida, magullándome los labios y delatando lo cerca del borde que estaba él.
Me cerró la bata y se levantó, mirándome desde arriba
—Harry...
—A las siete en punto, ____. —
Alargó el brazo y me tocó el tobillo, acariciando con los dedos la brillante cadenita que me había puesto para lucir por la tarde—. Y no te la quites. Quiero follar contigo vestida sólo con esto.
—Estás muy acogedora. —Harry sacó el dedo y volvió a clavármelo con delicadeza. Arqueé la espalda al apretar con ansia—. Y muy ávida. ¿Cuánto tiempo hace que no follas?
Tragué saliva.
—He estado muy ocupada con la tesis, buscando trabajo, trasladándome...
—Una temporada, entonces.
Sacó el dedo y a continuación me introdujo dos. No pude reprimir un gemido de placer. Aquel hombre tenía unas manos dotadas, seguras y expertas, y cogía lo que quería con ellas.
—¿Utilizas algún método anticonceptivo, ____?
—Sí. —Me aferré al borde de los cojines—. Por supuesto.
—Te demostraré que estoy limpio y tú harás otro tanto, y luego dejarás que te penetre.
—¡Por Dios, Harry! —Jadeaba por él, meneando las caderas descaradamente sobre aquellos dedos que empujaban.
Tenía la sensación de que ardería espontáneamente si él no salía. En mi vida me había excitado tanto.
Me moría por un orgasmo.
Si hubiera entrado Cary en aquel momento y me hubiera encontrado retorciéndome en la sala de estar de nuestra casa mientras Harry me follaba con los dedos, creo que no me habría importardo.
Harry respiraba entrecortadamente también. Tenía la cara sonrojada por la lujuria. Por mí. Cuando lo único que había hecho yo era responderle sin poder evitarlo. Me acarició la mejilla con la mano que tenía en mi pecho.
—Estás ruborizada. Te he escandalizado.
—Sí.
Su sonrisa era pícara y gozosa a la vez, y sentí una opresión en el pecho.
—Quiero sentir mi semen en ti cuando te folle con los dedos. Quiero que tú sientas mi semen en ti, para que pienses en el aspecto que tengo y los sonidos que hago cuando lo bombee dentro de ti. Y mientras pienses en ello, estarás deseando que vuelva a hacértelo una y otra vez.
Mi sexo se tensó alrededor de sus acariciadores dedos, la crudeza de sus palabras me empujaba al borde del orgasmo
—Te diré todas las formas en que quiero que me satisfagas, ____, y vas a hacerlo todo... a aceptarlo todo, y el sexo será explosivo, primario, sin limitaciones. Lo sabes, ¿verdad? Intuyes cómo será entre nosotros.
—Sí —musité, apretándome los pechos para aliviar el profundo dolor de mis pezones endurecidos—. Por favor, Harry
—Shhh... Te tengo. —Con la parte blanda de su pulgar empezó a frotarme suavemente el clítoris en círculos—. Mírame a los ojos cuando te corras.
Todo se tensó en mi centro, y esa tensión crecía a medida que me masajeaba el clítoris y empujaba los dedos adentro y afuera con un ritmo constante, sin prisas.
—Ríndete a mí, ____ —ordenó—. Ya.
Alcancé el clímax con un tenue grito, mis blancos nudillos a los lados de los cojines, mientras sacudía las caderas en su mano, sin asomo de vergüenza o timidez.
Tenía la vista fija en la suya, incapaz de apartar la mirada, fascinado con aquel triunfo masculino que le brillaba en los ojos.
En aquel momento me poseyó. Haría lo que quisiera. Y él lo sabía. Me atravesó un intenso placer. Entre el latido de la sangre en mis oídos, me pareció oírle decir algo con la voz quebrada, pero me perdí las palabras cuando apoyó una de mis piernas en el respaldo del sofá y abarcó mi abertura con su boca.
—No. —Le empujé la cabeza con las manos—. No puedo.
Estaba demasiado inflamada, demasiado sensible. Pero cuando me tocó el clítoris con la lengua, agitándola sobre él, creció de nuevo el deseo. Con más intensidad que la primera vez. Me bordeó mi palpitante abertura, provocándome, atormentándome con la promesa de otro orgasmo cuando yo sabía que no podía tener otro tan pronto. Entonces me introdujo la lengua y yo me mordí el labio para reprimir un grito.
Me corrí por segunda vez, estremeciéndose mi cuerpo violentamente, tensándose los músculos con desesperación alrededor de sus voluptuosos lametones. Su bramido me hizo vibrar. No tuve fuerzas para apartarle cuando se puso a lamerme el clítoris otra vez suave, incansablemente... hasta que volví a tener otro orgasmo, pronunciando su nombre con voz entrecortada.
Me había quedado sin energía cuando me estiró la pierna y aún estaba sin aliento cuando empezó a besarme desde vientre hasta los pechos. Me chupó los pezones, luego me levantó pasándome los brazos por la espalda. Sostenía mi cuerpo laxo y flexible mientras me tomaba la boca con violencia reprimida, magullándome los labios y delatando lo cerca del borde que estaba él.
Me cerró la bata y se levantó, mirándome desde arriba
—Harry...
—A las siete en punto, ____. —
Alargó el brazo y me tocó el tobillo, acariciando con los dedos la brillante cadenita que me había puesto para lucir por la tarde—. Y no te la quites. Quiero follar contigo vestida sólo con esto.
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 30!!!!
—Hola, papá, te he pillado en casa. —Agarré bien el auricular y tiré de un taburete hasta el mostrador de desayuno.
Echaba de menos a mi padre.
Durante los últimos cuatro años habíamos vivido lo suficientemente cerca uno del otro como para vernos por lo menos una vez a la semana.
Ahora, él vivía en Oceanside y yo en el otro extremo del país—. ¿Cómo estás?
Mi padre bajó el volumen del televisor.
—Mejor, ahora que me has llamado. ¿Qué tal te ha ido en tu primera semana de trabajo?
Le describí las jornadas de lunes a viernes, omitiendo todo lo que tenía relación con Harry.
—Me cae muy bien mi jefe, que se llama Mark, y el ambiente en la agencia es muy dinámico y un tanto insólito. Estoy contenta a la hora de ir y me quedo pegada a la silla a la de salir.
—Espero que sigan así las cosas. Pero tienes que procurar descansar también. Sal por ahí, vive la vida, diviértete. Aunque no excesivamente.
—Pues creo que ayer me pasé un montón. Salí de marcha con Cary y hoy he amanecido con una resaca de cuidado.
—No me lo cuentes, anda —refunfuñó—, que hace unas noches me desperté con un sudor frío pensando en qué sería de ti en Nueva York. Me tranquilicé diciéndome a mí mismo que eres demasiado inteligente para correr riesgos, gracias a unos progenitores que te han transmitido normas de seguridad por medio del ADN.
—Y es verdad —le dije, riéndome—. Eso me recuerda... que voy a empezar a entrenarme en Krav Maga.
—¿Ah, sí? —Hizo una pausa—. Uno de mis colegas es muy bueno en eso. Puede que me pase a verlo cuando vaya a visitarte y cambiamos impresiones.
—¿Vas a venir a Nueva York? —No podía disimular mi entusiasmo—. Ay, papá, me encantaría. Aunque tengo nostalgia del sur de California, Manhattan es impresionante. Creo que te gustará.
—A mí me gustaría cualquier sitio siempre que tú estuvieras allí.
—Hizo otra pausa antes de seguir—. ¿Cómo está tu madre?
—Bueno, pues... como es ella: guapa, encantadora y obsesiva-compulsiva.
Se me hizo un nudo en el estómago y me pasé la mano por él. Pensé que quizás mi padre aún quería a mi madre. Nunca se había casado. Ésa era una de las razones por las que nunca le conté lo que me había pasado. Siendo policía, habría insistido en que se presentaran cargos y el escándalo habría hecho polvo a mi madre. También me preocupaba que él le perdiese el respeto o incluso que la culpara, y no había sido culpa suya.
En cuanto ella se enteró de lo que estaba haciéndome su hijastro, dejó a un marido con quien era feliz y pidió el divorcio.
Yo seguía hablando cuando Cary entró a toda prisa, con una bolsita azul de Tiffany & Co. en la mano. Le hice un gesto de saludo.
—Hoy hemos estado en un spa; una manera estupenda de ponerle fin a la semana.
—Me alegro de que podáis pasar tiempo juntas. —Notaba su sonrisa en la voz—. ¿Qué planes tenéis para lo que queda del fin de semana?
Eludí el tema del acto benéfico, sabiendo como sabía que todo ese rollo de la ostentación y los cubiertos exorbitantemente caros pondrían más distancia entre mis padres.
—Cary y yo saldremos a cenar, y mañana tengo intención de quedarme en casa. Dormir hasta las tantas, con el pijama todo el día puesto, tal vez alguna película y comida a domicilio. Vegetar un poquito antes de que empiece una nueva semana de trabajo.
—Me suena a música celestial. Tal vez haga yo lo mismo el próximo día que tenga libre.
Eché un vistazo al reloj y vi que ya eran casi las seis.
—Tengo que arreglarme ya. Ten mucho cuidado en tu trabajo, ¿vale? Ya sabes que me preocupo mucho por ti.
—Así lo haré. Adiós, nena.
Aquella despedida, tan habitual en él, me hizo añorarle tanto que la emoción me produjo un nudo en la garganta.
—¡Ah, espera! Voy a comprar otro teléfono móvil. Te mandaré un mensaje con el nuevo número en cuanto lo tenga.
—¿Otro? Pero si ya te compraste uno cuando te trasladaste.
—Es una larga historia. Y muy aburrida
—Bueno... Hazlo cuanto antes. Son muy útiles en cuanto a la seguridad y también para jugar a los Pájaros Cabreados. (angri bird jajajaja)
—Yo ya no juego a eso. —Me eché a reír y una cálida oleada recorrió todo mi cuerpo al oírle reír a él también—. Te llamaré dentro de unos días. Sé bueno.
—Eso hago. Colgué.
Me quedé sentada un momento, envuelta en el silencio que siguió, con la sensación de que todo iba bien en mi mundo, sensación que no solía durar mucho; Cary hizo sonar el equipo de su dormitorio con música de Hinder, y eso me hizo ponerme en movimiento.
Corrí a mi habitación a prepararme para salir aquella noche con Harry
—Hola, papá, te he pillado en casa. —Agarré bien el auricular y tiré de un taburete hasta el mostrador de desayuno.
Echaba de menos a mi padre.
Durante los últimos cuatro años habíamos vivido lo suficientemente cerca uno del otro como para vernos por lo menos una vez a la semana.
Ahora, él vivía en Oceanside y yo en el otro extremo del país—. ¿Cómo estás?
Mi padre bajó el volumen del televisor.
—Mejor, ahora que me has llamado. ¿Qué tal te ha ido en tu primera semana de trabajo?
Le describí las jornadas de lunes a viernes, omitiendo todo lo que tenía relación con Harry.
—Me cae muy bien mi jefe, que se llama Mark, y el ambiente en la agencia es muy dinámico y un tanto insólito. Estoy contenta a la hora de ir y me quedo pegada a la silla a la de salir.
—Espero que sigan así las cosas. Pero tienes que procurar descansar también. Sal por ahí, vive la vida, diviértete. Aunque no excesivamente.
—Pues creo que ayer me pasé un montón. Salí de marcha con Cary y hoy he amanecido con una resaca de cuidado.
—No me lo cuentes, anda —refunfuñó—, que hace unas noches me desperté con un sudor frío pensando en qué sería de ti en Nueva York. Me tranquilicé diciéndome a mí mismo que eres demasiado inteligente para correr riesgos, gracias a unos progenitores que te han transmitido normas de seguridad por medio del ADN.
—Y es verdad —le dije, riéndome—. Eso me recuerda... que voy a empezar a entrenarme en Krav Maga.
—¿Ah, sí? —Hizo una pausa—. Uno de mis colegas es muy bueno en eso. Puede que me pase a verlo cuando vaya a visitarte y cambiamos impresiones.
—¿Vas a venir a Nueva York? —No podía disimular mi entusiasmo—. Ay, papá, me encantaría. Aunque tengo nostalgia del sur de California, Manhattan es impresionante. Creo que te gustará.
—A mí me gustaría cualquier sitio siempre que tú estuvieras allí.
—Hizo otra pausa antes de seguir—. ¿Cómo está tu madre?
—Bueno, pues... como es ella: guapa, encantadora y obsesiva-compulsiva.
Se me hizo un nudo en el estómago y me pasé la mano por él. Pensé que quizás mi padre aún quería a mi madre. Nunca se había casado. Ésa era una de las razones por las que nunca le conté lo que me había pasado. Siendo policía, habría insistido en que se presentaran cargos y el escándalo habría hecho polvo a mi madre. También me preocupaba que él le perdiese el respeto o incluso que la culpara, y no había sido culpa suya.
En cuanto ella se enteró de lo que estaba haciéndome su hijastro, dejó a un marido con quien era feliz y pidió el divorcio.
Yo seguía hablando cuando Cary entró a toda prisa, con una bolsita azul de Tiffany & Co. en la mano. Le hice un gesto de saludo.
—Hoy hemos estado en un spa; una manera estupenda de ponerle fin a la semana.
—Me alegro de que podáis pasar tiempo juntas. —Notaba su sonrisa en la voz—. ¿Qué planes tenéis para lo que queda del fin de semana?
Eludí el tema del acto benéfico, sabiendo como sabía que todo ese rollo de la ostentación y los cubiertos exorbitantemente caros pondrían más distancia entre mis padres.
—Cary y yo saldremos a cenar, y mañana tengo intención de quedarme en casa. Dormir hasta las tantas, con el pijama todo el día puesto, tal vez alguna película y comida a domicilio. Vegetar un poquito antes de que empiece una nueva semana de trabajo.
—Me suena a música celestial. Tal vez haga yo lo mismo el próximo día que tenga libre.
Eché un vistazo al reloj y vi que ya eran casi las seis.
—Tengo que arreglarme ya. Ten mucho cuidado en tu trabajo, ¿vale? Ya sabes que me preocupo mucho por ti.
—Así lo haré. Adiós, nena.
Aquella despedida, tan habitual en él, me hizo añorarle tanto que la emoción me produjo un nudo en la garganta.
—¡Ah, espera! Voy a comprar otro teléfono móvil. Te mandaré un mensaje con el nuevo número en cuanto lo tenga.
—¿Otro? Pero si ya te compraste uno cuando te trasladaste.
—Es una larga historia. Y muy aburrida
—Bueno... Hazlo cuanto antes. Son muy útiles en cuanto a la seguridad y también para jugar a los Pájaros Cabreados. (angri bird jajajaja)
—Yo ya no juego a eso. —Me eché a reír y una cálida oleada recorrió todo mi cuerpo al oírle reír a él también—. Te llamaré dentro de unos días. Sé bueno.
—Eso hago. Colgué.
Me quedé sentada un momento, envuelta en el silencio que siguió, con la sensación de que todo iba bien en mi mundo, sensación que no solía durar mucho; Cary hizo sonar el equipo de su dormitorio con música de Hinder, y eso me hizo ponerme en movimiento.
Corrí a mi habitación a prepararme para salir aquella noche con Harry
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
ooooh shi! Quien no quiere un dia en el spa??selu-biblioadictafulltime escribió:holiss de nuevo yo aqui molestando un poco.
Me encanto el cap a que no suena prometedor un dia en el spa?
Ahhhh me has hecho desear yo quiero relajarme así, ok mejor no me conformo con las vacaciones, en fin ah estado genial me dieron ganas de matar a Cary cuando desembucho lo de Hazz, ashhh dios por lo menos Monica no se lo tomo tan mal y empeso a actuar como una loca sobreprotectora, ahhh Cary malvado!!!
El regalo de Hazz desmuestra que piensa en rayis que emocionante wiii
En fin espero a que le sigas ansiosa, muy ansiosa, siguele!
PD:por favor
Cary vocon jajajaja
dkeksbfskdn!!!
ya la seguí :3
tengo mucha tarea :'(
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
mañana subiré mas capiss!!
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
WOWOWO!!NUEVA LECTORA!!Me Gusto mucho tu novela siguela!!!
DanielaMalik1D
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
DanielaMalik1D escribió:WOWOWO!!NUEVA LECTORA!!Me Gusto mucho tu novela siguela!!!
Hola! Y bienvenida!!!
me alegro de que te guste!!
hoy subiré capis!!
kisses
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Holis yo de nuevo.
Aaaaaaaa ame el cap estuvo genial, dios Harry es tan...sin caracteres.
Y le pidio ir juntos a la cena ahhh mori eso significa que esta interesada en ella ah si
Espero cap ansiosa ya quiero saber que pasa, porfiss siguele siguele
PD:si no comento mucho es que estoy complicada con algunos trabajos, apenas puedo subir en mi novela.
Besos.
Aaaaaaaa ame el cap estuvo genial, dios Harry es tan...sin caracteres.
Y le pidio ir juntos a la cena ahhh mori eso significa que esta interesada en ella ah si
Espero cap ansiosa ya quiero saber que pasa, porfiss siguele siguele
PD:si no comento mucho es que estoy complicada con algunos trabajos, apenas puedo subir en mi novela.
Besos.
Leyre
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
ESPERO CAP....HOLA..YO DENUEVO....ESTUVE HABLANDO SERIAMENTE CON MI PANDICORNIOVOMITAARCOIRISYCOMEDUENDES Y LLEGAMOS A LA CONCLUSION DE QUE SI NO SUBES CAPS TE VIOLARA Y TU NO QUERRAS ESO VDD?
JAJAJA. ..TE ESPERO..SUBE CUANDO PUEDAS
JAJAJA. ..TE ESPERO..SUBE CUANDO PUEDAS
DanielaMalik1D
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Hola! Ayer no me pude meter por que tuve unos problemitas... Pero voy a subir lo antes posible !!!selu-biblioadictafulltime escribió:Holis yo de nuevo.
Aaaaaaaa ame el cap estuvo genial, dios Harry es tan...sin caracteres.
Y le pidio ir juntos a la cena ahhh mori eso significa que esta interesada en ella ah si
Espero cap ansiosa ya quiero saber que pasa, porfiss siguele siguele
PD:si no comento mucho es que estoy complicada con algunos trabajos, apenas puedo subir en mi novela.
Besos.
jdjshejdhdis te aseguro que amaras los próximos caps!!
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
DanielaMalik1D escribió:ESPERO CAP....HOLA..YO DENUEVO....ESTUVE HABLANDO SERIAMENTE CON MI PANDICORNIOVOMITAARCOIRISYCOMEDUENDES Y LLEGAMOS A LA CONCLUSION DE QUE SI NO SUBES CAPS TE VIOLARA Y TU NO QUERRAS ESO VDD?
JAJAJA. ..TE ESPERO..SUBE CUANDO PUEDAS
Hola!!!
nonono!!! No quiero que tu PANDICORNIOVOMITAARCOIRISYCOMEDUENDES
O.O !!!
subiré ahora mismo!! Jajaajaja
kisses
me viole O.O
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
caro tomlimson escribió:DanielaMalik1D escribió:ESPERO CAP....HOLA..YO DENUEVO....ESTUVE HABLANDO SERIAMENTE CON MI PANDICORNIOVOMITAARCOIRISYCOMEDUENDES Y LLEGAMOS A LA CONCLUSION DE QUE SI NO SUBES CAPS TE VIOLARA Y TU NO QUERRAS ESO VDD?
JAJAJA. ..TE ESPERO..SUBE CUANDO PUEDAS
Hola!!!
nonono!!! No quiero que tu PANDICORNIOVOMITAARCOIRISYCOMEDUENDES
O.O !!!
subiré ahora mismo!! Jajaajaja
kisses
me viole O.O
MUY TARDE MUAJAJAJA EL YA VA EN CAMINO XD.....NA...SIGUELA CUANDO PUEDAS HERMOSA PORCIERTO...MI PANDICORNIOVOMITAARCOIRIRCOMEDUENDES PERDIO TU DIRECCION XD
DanielaMalik1D
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Gracias por esperar!! Hoy subiré capis!!
kisses lindas!
kisses lindas!
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 31
—¿Me pongo collar o no? —le pedí consejo a Cary cuando entró en mi cuarto con un aspecto verdaderamente espectacular.
Vestido con su nuevo esmoquin de Brioni, se le veía a la vez elegante y desenvuelto, y seguro de llamar la atención.
—A ver... —ladeó la cabeza para examinarme—, levántalo otra vez.
Me acerqué al cuello la gargantilla de monedas de oro. El vestido que me había enviado mi madre era rojo camión de bomberos y diseñado para una diosa griega. Sujeto sólo de un hombro, caía en diagonal por el pecho e iba plisado hasta las caderas y con una abertura desde lo alto del muslo hasta los pies. No tenía espalda, aparte de una fina tira de pedrería que iba de un lado a otro de ésta para evitar que la parte delantera se desprendiese. Por otra parte, el escote de atrás llegaba justamente hasta la hendidura de los glúteos en un atrevido corte en V.
—Olvídate del collar —me dijo—. Yo me inclinaba por unos pendientes de oro, pero ahora me parecen mejor unos aros con diamantes. Los más grandes que tengas.
—¿Sí? ¿En serio? —Fruncí un poco el ceño ante nuestra imagen reflejada en el espejo de cuerpo entero, y le observé mientras se dirigía a mi joyero y buscaba en él.
—Éstos. —Me trajo los aros de cinco centímetros que me había regalado mi madre cuando cumplí dieciocho años—. Confía en mí, Eva. Póntelos.
Me los puse y comprobé que tenía razón. Me proporcionaban un look muy distinto al de la gargantilla de oro, menos glamur pero más sensualidad. Además iban bien con la esclava, también de diamantes, que llevaba en el tobillo derecho, y que ya nunca me parecería la misma desde el comentario de Harry. Con el pelo retirado de la cara, cayendo en una cascada de abundantes rizos deliberadamente desordenados, tenía una imagen de recién-follada que se complementaba con sombra oscura de ojos y brillo incoloro en los labios.
—¿Qué haría yo sin ti, Cary Taylor?
—Nena —me puso las manos en los hombros y apretó su mejilla contra la mía—, nunca lo sabrás.
—A propósito, estás impresionante.
—Sí, ¿verdad? —Me guiñó un ojo y retrocedió un poco para que le viera bien.
A su manera, Cary podría hacer la competencia a Harry en lo que al atractivo se refería.
Cary tenía las facciones más delicadas, se podría decir que bonitas, comparadas con la belleza salvaje de Harry, pero ambos eran hombres imponentes, que hacían volver la cabeza y quedarse un rato disfrutando de aquel regalo para la vista.
Cuando nos conocimos, Cary no estaba tan bien, sino flaco y demacrado, con los ojos desorientados y sombríos. Pero me gustó de todos modos y hacía todo lo posible para sentarme a su lado en la terapia de grupo. Un día, me propuso de un modo muy brusco que me acostara con él, pues tenía el convencimiento de que la única razón por la que la gente se le acercaba era para follar. Al negarme, firme e irrevocablemente, fue cuando por fin nos compenetramos y llegamos a ser tan buenos amigos. Él se convirtió en el hermano que nunca había tenido.
Sonó el timbre del portero automático y di un respingo, lo cual me hizo darme cuenta de lo nerviosa que estaba. Miré a Cary.
—Se me olvidó decir en recepción que iba a venir.
—Yo iré a buscarle.
—¿Seguro que no te importa andar por ahí con Stanton y mi madre?
—¿Qué dices? ¡Pero si me adoran! —Su sonrisa se atenuó un poco—. ¿Salir con Harry te produce desasosiego?
Aspiré hondo, recordando cómo estaba unas horas antes: tumbada y aturdida por un orgasmo múltiple.
—No, la verdad es que no. Lo que ocurre es todo está yendo muy deprisa y mejor de lo que yo esperaba o creía que deseaba...
—Te estás preguntando dónde está la trampa. —Alargó la mano y me dio unos golpecitos en la nariz con la yema del dedo—. Él es la trampa, ____. Y tú te lo has llevado. Disfrútalo.
—Lo intento. —
Agradecía mucho que Cary entendiera cómo funcionaba mi mente. Era sumamente fácil estar con él, sabiendo que él leía entre líneas cuando yo no podía explicar algo.
—He investigado sobre él todo lo que podido esta mañana y he imprimido las cosas interesantes más recientes. Están en tu mesa, por si quieres verlas.
Recordaba haberle visto imprimiendo algo antes de prepararnos para ir al spa. Me puse de puntillas y le besé en la cara.
—Eres inmejorable. Te adoro
—Lo mismo digo, nena. —Se encaminó hacia la puerta—. Bajaré a recepción y le traeré. No te aceleres. Se ha adelantado diez minutos.
Sonriendo, le vi salir tranquilamente al corredor. Después de cerrar la puerta, me dirigí al pequeño cuarto de estar anexo a mi dormitorio. Sobre el nada práctico escritorio que había elegido mi madre, encontré una carpeta con varios artículos e imágenes impresas.
Tomé asiento y me sumergí en la historia de Harry Style. Era como estar viendo un descarrilamiento. Me enteré de que era el hijo de Geoffrey Style (Le cambie el nombre, no os enojeis), en otro tiempo presidente de una empresa de inversión de valores que más tarde resultó ser la pantalla de un enorme fraude tipo piramidal.
Harry sólo tenía cinco años cuando su padre se suicidó de un tiro en la cabeza para no ir a la cárcel.
Oh, Harry.
Traté de imaginármelo a esa edad y vi a un niño muy guapo, de pelo castaño con risos y ojos verdes, lleno de confusión y tristeza. Se me partió el corazón. La muerte del padre y las circunstancias que lo rodearon debieron de ser un tremendo golpe tanto para su madre como para él.
La tensión y el sufrimiento en aquellos momentos tan duros tuvieron que ser horrorosos, en particular para un niño tan pequeño. Su madre volvió a casarse, esta vez con Christopher Vidal, un ejecutivo de la música, y tuvo otros dos hijos, Christopher e Ireland (no se que les parezca, pero a mi me gusta este nombre), pero parecía que el aumento de la familia y la seguridad económica llegaron demasiado tarde para estabilizar a Harry tras semejante impresión.
Había estado demasiado bloqueado como para que le quedaran dolorosas secuelas emocionales.
Con ojos curiosos y críticos, estudié a las mujeres que habían sido fotografiadas junto a Harry, y pensé en su planteamiento de salir, socializar y sexo. También me di cuenta de que mi madre tenía razón: todas eran morenas. La mujer que más veces aparecía con él llevaba el sello de la ascendencia hispana.
—Magdalene Perez —murmuré, admitiendo a regañadientes que era despampanante. Tenía una pose de ostensible seguridad en sí misma que para mí quería yo.
—¿Me pongo collar o no? —le pedí consejo a Cary cuando entró en mi cuarto con un aspecto verdaderamente espectacular.
Vestido con su nuevo esmoquin de Brioni, se le veía a la vez elegante y desenvuelto, y seguro de llamar la atención.
—A ver... —ladeó la cabeza para examinarme—, levántalo otra vez.
Me acerqué al cuello la gargantilla de monedas de oro. El vestido que me había enviado mi madre era rojo camión de bomberos y diseñado para una diosa griega. Sujeto sólo de un hombro, caía en diagonal por el pecho e iba plisado hasta las caderas y con una abertura desde lo alto del muslo hasta los pies. No tenía espalda, aparte de una fina tira de pedrería que iba de un lado a otro de ésta para evitar que la parte delantera se desprendiese. Por otra parte, el escote de atrás llegaba justamente hasta la hendidura de los glúteos en un atrevido corte en V.
—Olvídate del collar —me dijo—. Yo me inclinaba por unos pendientes de oro, pero ahora me parecen mejor unos aros con diamantes. Los más grandes que tengas.
—¿Sí? ¿En serio? —Fruncí un poco el ceño ante nuestra imagen reflejada en el espejo de cuerpo entero, y le observé mientras se dirigía a mi joyero y buscaba en él.
—Éstos. —Me trajo los aros de cinco centímetros que me había regalado mi madre cuando cumplí dieciocho años—. Confía en mí, Eva. Póntelos.
Me los puse y comprobé que tenía razón. Me proporcionaban un look muy distinto al de la gargantilla de oro, menos glamur pero más sensualidad. Además iban bien con la esclava, también de diamantes, que llevaba en el tobillo derecho, y que ya nunca me parecería la misma desde el comentario de Harry. Con el pelo retirado de la cara, cayendo en una cascada de abundantes rizos deliberadamente desordenados, tenía una imagen de recién-follada que se complementaba con sombra oscura de ojos y brillo incoloro en los labios.
—¿Qué haría yo sin ti, Cary Taylor?
—Nena —me puso las manos en los hombros y apretó su mejilla contra la mía—, nunca lo sabrás.
—A propósito, estás impresionante.
—Sí, ¿verdad? —Me guiñó un ojo y retrocedió un poco para que le viera bien.
A su manera, Cary podría hacer la competencia a Harry en lo que al atractivo se refería.
Cary tenía las facciones más delicadas, se podría decir que bonitas, comparadas con la belleza salvaje de Harry, pero ambos eran hombres imponentes, que hacían volver la cabeza y quedarse un rato disfrutando de aquel regalo para la vista.
Cuando nos conocimos, Cary no estaba tan bien, sino flaco y demacrado, con los ojos desorientados y sombríos. Pero me gustó de todos modos y hacía todo lo posible para sentarme a su lado en la terapia de grupo. Un día, me propuso de un modo muy brusco que me acostara con él, pues tenía el convencimiento de que la única razón por la que la gente se le acercaba era para follar. Al negarme, firme e irrevocablemente, fue cuando por fin nos compenetramos y llegamos a ser tan buenos amigos. Él se convirtió en el hermano que nunca había tenido.
Sonó el timbre del portero automático y di un respingo, lo cual me hizo darme cuenta de lo nerviosa que estaba. Miré a Cary.
—Se me olvidó decir en recepción que iba a venir.
—Yo iré a buscarle.
—¿Seguro que no te importa andar por ahí con Stanton y mi madre?
—¿Qué dices? ¡Pero si me adoran! —Su sonrisa se atenuó un poco—. ¿Salir con Harry te produce desasosiego?
Aspiré hondo, recordando cómo estaba unas horas antes: tumbada y aturdida por un orgasmo múltiple.
—No, la verdad es que no. Lo que ocurre es todo está yendo muy deprisa y mejor de lo que yo esperaba o creía que deseaba...
—Te estás preguntando dónde está la trampa. —Alargó la mano y me dio unos golpecitos en la nariz con la yema del dedo—. Él es la trampa, ____. Y tú te lo has llevado. Disfrútalo.
—Lo intento. —
Agradecía mucho que Cary entendiera cómo funcionaba mi mente. Era sumamente fácil estar con él, sabiendo que él leía entre líneas cuando yo no podía explicar algo.
—He investigado sobre él todo lo que podido esta mañana y he imprimido las cosas interesantes más recientes. Están en tu mesa, por si quieres verlas.
Recordaba haberle visto imprimiendo algo antes de prepararnos para ir al spa. Me puse de puntillas y le besé en la cara.
—Eres inmejorable. Te adoro
—Lo mismo digo, nena. —Se encaminó hacia la puerta—. Bajaré a recepción y le traeré. No te aceleres. Se ha adelantado diez minutos.
Sonriendo, le vi salir tranquilamente al corredor. Después de cerrar la puerta, me dirigí al pequeño cuarto de estar anexo a mi dormitorio. Sobre el nada práctico escritorio que había elegido mi madre, encontré una carpeta con varios artículos e imágenes impresas.
Tomé asiento y me sumergí en la historia de Harry Style. Era como estar viendo un descarrilamiento. Me enteré de que era el hijo de Geoffrey Style (Le cambie el nombre, no os enojeis), en otro tiempo presidente de una empresa de inversión de valores que más tarde resultó ser la pantalla de un enorme fraude tipo piramidal.
Harry sólo tenía cinco años cuando su padre se suicidó de un tiro en la cabeza para no ir a la cárcel.
Oh, Harry.
Traté de imaginármelo a esa edad y vi a un niño muy guapo, de pelo castaño con risos y ojos verdes, lleno de confusión y tristeza. Se me partió el corazón. La muerte del padre y las circunstancias que lo rodearon debieron de ser un tremendo golpe tanto para su madre como para él.
La tensión y el sufrimiento en aquellos momentos tan duros tuvieron que ser horrorosos, en particular para un niño tan pequeño. Su madre volvió a casarse, esta vez con Christopher Vidal, un ejecutivo de la música, y tuvo otros dos hijos, Christopher e Ireland (no se que les parezca, pero a mi me gusta este nombre), pero parecía que el aumento de la familia y la seguridad económica llegaron demasiado tarde para estabilizar a Harry tras semejante impresión.
Había estado demasiado bloqueado como para que le quedaran dolorosas secuelas emocionales.
Con ojos curiosos y críticos, estudié a las mujeres que habían sido fotografiadas junto a Harry, y pensé en su planteamiento de salir, socializar y sexo. También me di cuenta de que mi madre tenía razón: todas eran morenas. La mujer que más veces aparecía con él llevaba el sello de la ascendencia hispana.
—Magdalene Perez —murmuré, admitiendo a regañadientes que era despampanante. Tenía una pose de ostensible seguridad en sí misma que para mí quería yo.
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 32!!
—Bueno, ya es hora. —Cary me interrumpió con un suave tono de picardía. Estaba en la puerta de mi habitación, apoyado insolentemente en la jamba.
—¿Ya? —Estaba tan absorta que yo no me había dado cuenta del tiempo que había pasado.
—Creo que está a punto de entrar a por ti. Apenas puede aguantar.
Cerré la carpeta y me levanté.
—Interesante, ¿verdad?
—Mucho.
¿Cómo habría influido el padre de Harry en él o, más concretamente, su suicidio? Todas las respuestas que quería me esperaban en la habitación de al lado. Salí del dormitorio y recorrí el pasillo en dirección a la sala de estar.
Me detuve en el umbral, con los ojos fijos en la espalda de Harry, que en ese momento observaba la calle por la ventana. El corazón se me puso a mil. El reflejo en el cristal me dejó adivinar su ánimo pensativo, por la mirada perdida y la expresión adusta. Los brazos cruzados delataban una inquietud inherente, como si se encontrara fuera de su elemento. Se le veía lejano y apartado. Un hombre intrínsecamente solo. Advirtió mi presencia, o tal vez percibió mis sentimientos.
Se dio la vuelta y luego se quedó inmóvil. Yo aproveché la oportunidad para empaparme de él, mirándole de hito en hito.
Era magnífico de arriba abajo. Con un atractivo tan sensual que me dolían los ojos sólo de verle. Un encantador mechón que le venía a la cara me hizo mover los dedos por las ganas de tocarlo. Y el modo en que me observaba él a mí... me aceleró las pulsaciones.
—_____. —Se aproximó con paso enérgico y airoso, cogió una de mis manos y se la llevó a la boca. Su mirada no podía ser más intensa. La sensación de sus labios en mi piel me puso la carne de gallina y despertó el recuerdo de aquella boca tentadora en otras partes de mi cuerpo. Me excité inmediatamente.
—Hola.
La satisfacción se asomó a sus ojos.
—Hola. Estás increíble. No veo el momento de lucirte por ahí.
Expresé con el suspiro el placer que sentía ante el cumplido.
—A ver si estoy a tu altura Harry
frunció ligeramente el entrecejo.
—¿Has cogido todo lo necesario?
Cary se acercó con un chal de terciopelo negro y unos guantes largos.
—Aquí tienes. He metido en el bolso la barra de labios.
—Eres un cielo, Cary.
Me hizo un guiño como diciéndome que había visto los condones en el bolsillo interior.
—Bajaré con vosotros.
Harry cogió el chal y me lo echó por los hombros. Liberó la parte del pelo que había quedado debajo, y el contacto de sus manos con mi cuello me afectó de tal manera que apenas me di cuenta cuando Cary me enfundó los guantes.
El tiempo que duró el descenso del ascensor hasta la entrada fue todo un ejercicio de supervivencia a la tensión sexual aguda. No parecía que Cary se diera cuenta; iba a mi izquierda, con las manos en los bolsillos y silbando. Harry, al otro lado era una fuerza irresistible.
Aunque ni se movía ni emitía ningún sonido, yo notaba la potente energía que irradiaba.
Me ardía la cara por la fuerza magnética que había entre nosotros y mi respiración se hizo entrecortada. Fue un alivio que se abrieran las puertas y saliéramos de aquel espacio cerrado.
Dos mujeres esperaban para entrar. Se quedaron con la boca abierta cuando vieron a Harry y Cary, y eso me distendió y me hizo sonreír.
—Señoras —las saludó Cary, con una sonrisa que realmente no era justa. Casi se podía ver el cortocircuito que tenía lugar en sus cerebros.
Por el contrario, Gideon hizo una leve inclinación de cabeza y me condujo adelante con una mano en la zona dorsal de mi espalda, piel con piel. El contacto fue eléctrico y me produjo una oleada de calor.
Le apreté una mano a Cary.
—Resérvame un baile.
—Por supuesto. Hasta luego.
Fuera, nos esperaba una limusina. El chófer abrió la puerta en cuanto Harry y yo salimos. Me deslicé hasta un extremo del asiento y me coloqué el vestido. Cuando Harry se sentó junto a mí, me di cuenta de lo bien que olía. Inhalé aquel aroma, instándome a mí misma a relajarme y disfrutar de su compañía.
Él me cogió la mano y me acarició la palma con las yemas de los dedos, cuyo roce hizo saltar chispas de lujuria.
—Bueno, ya es hora. —Cary me interrumpió con un suave tono de picardía. Estaba en la puerta de mi habitación, apoyado insolentemente en la jamba.
—¿Ya? —Estaba tan absorta que yo no me había dado cuenta del tiempo que había pasado.
—Creo que está a punto de entrar a por ti. Apenas puede aguantar.
Cerré la carpeta y me levanté.
—Interesante, ¿verdad?
—Mucho.
¿Cómo habría influido el padre de Harry en él o, más concretamente, su suicidio? Todas las respuestas que quería me esperaban en la habitación de al lado. Salí del dormitorio y recorrí el pasillo en dirección a la sala de estar.
Me detuve en el umbral, con los ojos fijos en la espalda de Harry, que en ese momento observaba la calle por la ventana. El corazón se me puso a mil. El reflejo en el cristal me dejó adivinar su ánimo pensativo, por la mirada perdida y la expresión adusta. Los brazos cruzados delataban una inquietud inherente, como si se encontrara fuera de su elemento. Se le veía lejano y apartado. Un hombre intrínsecamente solo. Advirtió mi presencia, o tal vez percibió mis sentimientos.
Se dio la vuelta y luego se quedó inmóvil. Yo aproveché la oportunidad para empaparme de él, mirándole de hito en hito.
Era magnífico de arriba abajo. Con un atractivo tan sensual que me dolían los ojos sólo de verle. Un encantador mechón que le venía a la cara me hizo mover los dedos por las ganas de tocarlo. Y el modo en que me observaba él a mí... me aceleró las pulsaciones.
—_____. —Se aproximó con paso enérgico y airoso, cogió una de mis manos y se la llevó a la boca. Su mirada no podía ser más intensa. La sensación de sus labios en mi piel me puso la carne de gallina y despertó el recuerdo de aquella boca tentadora en otras partes de mi cuerpo. Me excité inmediatamente.
—Hola.
La satisfacción se asomó a sus ojos.
—Hola. Estás increíble. No veo el momento de lucirte por ahí.
Expresé con el suspiro el placer que sentía ante el cumplido.
—A ver si estoy a tu altura Harry
frunció ligeramente el entrecejo.
—¿Has cogido todo lo necesario?
Cary se acercó con un chal de terciopelo negro y unos guantes largos.
—Aquí tienes. He metido en el bolso la barra de labios.
—Eres un cielo, Cary.
Me hizo un guiño como diciéndome que había visto los condones en el bolsillo interior.
—Bajaré con vosotros.
Harry cogió el chal y me lo echó por los hombros. Liberó la parte del pelo que había quedado debajo, y el contacto de sus manos con mi cuello me afectó de tal manera que apenas me di cuenta cuando Cary me enfundó los guantes.
El tiempo que duró el descenso del ascensor hasta la entrada fue todo un ejercicio de supervivencia a la tensión sexual aguda. No parecía que Cary se diera cuenta; iba a mi izquierda, con las manos en los bolsillos y silbando. Harry, al otro lado era una fuerza irresistible.
Aunque ni se movía ni emitía ningún sonido, yo notaba la potente energía que irradiaba.
Me ardía la cara por la fuerza magnética que había entre nosotros y mi respiración se hizo entrecortada. Fue un alivio que se abrieran las puertas y saliéramos de aquel espacio cerrado.
Dos mujeres esperaban para entrar. Se quedaron con la boca abierta cuando vieron a Harry y Cary, y eso me distendió y me hizo sonreír.
—Señoras —las saludó Cary, con una sonrisa que realmente no era justa. Casi se podía ver el cortocircuito que tenía lugar en sus cerebros.
Por el contrario, Gideon hizo una leve inclinación de cabeza y me condujo adelante con una mano en la zona dorsal de mi espalda, piel con piel. El contacto fue eléctrico y me produjo una oleada de calor.
Le apreté una mano a Cary.
—Resérvame un baile.
—Por supuesto. Hasta luego.
Fuera, nos esperaba una limusina. El chófer abrió la puerta en cuanto Harry y yo salimos. Me deslicé hasta un extremo del asiento y me coloqué el vestido. Cuando Harry se sentó junto a mí, me di cuenta de lo bien que olía. Inhalé aquel aroma, instándome a mí misma a relajarme y disfrutar de su compañía.
Él me cogió la mano y me acarició la palma con las yemas de los dedos, cuyo roce hizo saltar chispas de lujuria.
caro tomlimson
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