Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 3 de 10. • Comparte
Página 3 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Holiiiiiiii.
Me han encantado los capítulos. :3
Siguela!!
Me han encantado los capítulos. :3
Siguela!!
hugmehemmo
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Pasé de página. JAJJAJAJAJAJJA.
Siguela!! :D
Siguela!! :D
hugmehemmo
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
:33selu-biblioadictafulltime escribió:Oooooooooooooooooo dios ame todos los cap
Cary me encanta es tan agradable el amigo que todas querrian tener.
Ni hablar de Steve y Mark son una pareja divertida.
Me ha encantado todo, me enganche totalmente, tu novela es sensacional.
Harry Styles es un dios todo virilidad ya quiero saber que le propone
Por favor siguele
PD:sin presión
Ahora! Pero yala sigo :33
kwfkwldjwi morirás con la propuesta :33
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
ahora mismo la sigo linda :33hugmehemmo escribió:Holiiiiiiii.
Me han encantado los capítulos. :3
Siguela!!
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 17
Cross apretó un botón de su escritorio que cerró las puertas; luego otro que escarchó al instante la pared de cristal, protegiéndonos completamente de la vista de sus empleados. Con las láminas reflectantes, de una preciosa tonalidad azul zafiro, que había en las ventanas exteriores, la intimidad estaba garantizada.
Se quitó la chaqueta y la colgó en un perchero de cromo.
Luego volvió a donde yo me había quedado parada nada más cruzar la puerta.
—¿Quieres tomar algo, ____?
—No, gracias. —¡Caray! Estaba aún más apetecible sólo con el chaleco.
Veía mejor lo en buena forma que estaba, aquellas vigorosas espaldas. La forma tan bonita en que se le marcaban los bíceps y el culo cuando se movía.
Señaló hacia el sofá de cuero negro.
—Siéntate.
—Tengo que volver a trabajar.
—Y yo tengo una reunión a las dos. Cuanto antes resolvamos esto, antes volveremos a nuestros respectivos asuntos. Y ahora, siéntate.
—¿Qué cree que vamos a resolver?
Suspirando, me levantó como a una novia y me llevó hasta el sofá. Me dejó caer de culo, y luego se sentó a mi lado.
—Tus objeciones. Ya es hora de que hablemos de qué es lo que hace falta para que te me pongas debajo.
—Un milagro. —Me eché hacia atrás, ampliando el espacio que nos separaba.
Tiré del dobladillo de mi falda verde esmeralda, lamentando no haberme puesto pantalones—. Su manera de acercarse me parece grosera y ofensiva. Y un tío bueno como pocos, pero eso no iba a reconocerlo.
Se me quedó mirando con ojos entrecerrados.
—Puede que sea directa, pero es sincera. No me pareces de esa clase de mujeres que quieren sandeces y halagos en lugar de la verdad.
—Lo que no quiero es que me traten como si fuera una muñeca hinchable.
Style arqueó las cejas.
—En fin...
—¿Hemos terminado? —Me levanté Agarrándome de la muñeca, tiró de mí para que volviera a sentarme.
—De ninguna manera. Hemos establecido unos puntos de discusión: entre nosotros existe una poderosa atracción sexual, pero ninguno de los dos quiere comprometerse. Entonces ¿qué es lo que quieres tú... exactamente? ¿Seducción, ____? ¿Quieres que te seduzcan?
Aquella conversación me fascinaba y horrorizaba a partes iguales. Y, sí, también me tentaba. No podía ser de otro modo ante un hombre tan guapo y viril como aquél, empeñado en retozar conmigo. A pesar de todo, ganó la indignación.
—Las relaciones sexuales que se planifican como si fueran una transacción comercial no me ponen.
—Fijar unos criterios al principio probablemente evitará que haya expectativas exageradas y decepción al final.
—¿Está de broma? —dije, frunciendo el ceño—. Escúchese. ¿Por qué llamarlo un polvo siquiera? ¿Por qué no ser claro y llamarlo expulsión seminal en un orificio previamente acordado?
Me encabronó que echara la cabeza hacia atrás y riera a carcajadas. Aquel sonido profundo y gutural me inundó como un torrente de agua tibia.
Cada vez me sentía más vulnerable en su presencia.
Su risa campechana le hacía menos dios del sexo y más humano. De carne y hueso. Real. Me levanté y me eché hacia atrás, fuera de su alcance.
—En el sexo esporádico no tiene por qué haber vino y rosas, pero, por el amor de Dios, sea lo que sea, debería ser personal. Incluso amistoso. Con respeto mutuo por lo menos. Cuando se puso de pie, el humor le había desaparecido y se le habían ensombrecido los ojos.
—No hay señales contradictorias en mis asuntos privados. Tú quieres que cambie de actitud, pero no se me ocurre una buena razón para hacerlo.
—Yo no quiero que haga una mierda, aparte de dejarme volver al trabajo. —Me encaminé hacia la puerta y tiré del picaporte, y maldije en voz baja cuando vi que ni se movía—. Déjeme salir, Style. Le sentí aproximarse por detrás. Puso las palmas en el cristal a ambos lados de mi espalda, enjaulándome. Cuando le tenía tan cerca era incapaz de pensar en mi supervivencia. La fuerza y la exigencia de su voluntad proyectaban un campo de fuerza casi tangible. Style se me acercó tanto que me sentí encerrada allí dentro con él. Todo lo que quedaba fuera de aquella burbuja dejó de existir, mientras que en su interior mi cuerpo entero se estiraba hacia el suyo. El que produjera en mí un efecto tan profundo y visceral estando yo tan sumamente irritada hacía que la cabeza me diera vueltas. ¿Cómo podía ponerme tan cachonda un hombre cuyas palabras deberían haberme enfriado por completo?
—Date la vuelta, ____.
Cerré los ojos contra la oleada de excitación que me produjo aquel tono autoritario. ¡Dios, qué bien olía! Aquel vigoroso cuerpo irradiaba avidez y pasión y estimulaba el salvaje deseo que yo sentía por él. Esa incontrolable reacción se vio intensificada por la frustración con Stanton, que no terminaba de desaparecer, y mi más reciente irritación con el propio Style. Le deseaba. Mucho. Pero no me convenía. Sinceramente, podía joderme la vida yo solita. No necesitaba la ayuda de nadie. Apoyé la frente, que me ardía, en el cristal climatizado.
—Déjelo, Style.
—Ya lo hago. Eres muy complicada. —Me rozó detrás de la oreja con los labios. Luego me puso una mano abierta en el estómago, separando los dedos para incitarme a que me apretara contra él. Estaba tan excitado como yo, con la polla dura y gorda pegada a la parte inferior de mi espalda—. Date la vuelta y dime adiós.
Decepcionada y pesarosa, me giré entre sus brazos, arqueándome contra la puerta para que se me enfriara un poco la espalda.
Él estaba encorvado sobre mí, con su abundante cabello enmarcándole la hermosa cara y el antebrazo apoyado en la puerta para acercarse aún más. Yo apenas tenía espacio para respirar. La mano que antes me había puesto en la cintura descansaba ahora en la curva de mi cadera, apretando, volviéndome loca. Me miraba fijamente, con aquella mirada intensa, penetrante.
—Bésame —dijo con voz ronca—. Concédeme eso al menos.
Jadeando suavemente, me lamí los labios secos. Él gimió, inclinó la cabeza y me selló la boca con la suya. Me sorprendió lo suaves que eran sus labios firmes y la delicadeza de la presión que ejerció. Suspiré y él introdujo la lengua, saboreándome con largas lengüetadas, sin prisas. Su beso era seguro, diestro y con el punto justo de agresividad para excitarme salvajemente.
- AHORA TERMINO EL CAPITULO 18 Y LO SUBO :33
GRACIAS POR LEER
Cross apretó un botón de su escritorio que cerró las puertas; luego otro que escarchó al instante la pared de cristal, protegiéndonos completamente de la vista de sus empleados. Con las láminas reflectantes, de una preciosa tonalidad azul zafiro, que había en las ventanas exteriores, la intimidad estaba garantizada.
Se quitó la chaqueta y la colgó en un perchero de cromo.
Luego volvió a donde yo me había quedado parada nada más cruzar la puerta.
—¿Quieres tomar algo, ____?
—No, gracias. —¡Caray! Estaba aún más apetecible sólo con el chaleco.
Veía mejor lo en buena forma que estaba, aquellas vigorosas espaldas. La forma tan bonita en que se le marcaban los bíceps y el culo cuando se movía.
Señaló hacia el sofá de cuero negro.
—Siéntate.
—Tengo que volver a trabajar.
—Y yo tengo una reunión a las dos. Cuanto antes resolvamos esto, antes volveremos a nuestros respectivos asuntos. Y ahora, siéntate.
—¿Qué cree que vamos a resolver?
Suspirando, me levantó como a una novia y me llevó hasta el sofá. Me dejó caer de culo, y luego se sentó a mi lado.
—Tus objeciones. Ya es hora de que hablemos de qué es lo que hace falta para que te me pongas debajo.
—Un milagro. —Me eché hacia atrás, ampliando el espacio que nos separaba.
Tiré del dobladillo de mi falda verde esmeralda, lamentando no haberme puesto pantalones—. Su manera de acercarse me parece grosera y ofensiva. Y un tío bueno como pocos, pero eso no iba a reconocerlo.
Se me quedó mirando con ojos entrecerrados.
—Puede que sea directa, pero es sincera. No me pareces de esa clase de mujeres que quieren sandeces y halagos en lugar de la verdad.
—Lo que no quiero es que me traten como si fuera una muñeca hinchable.
Style arqueó las cejas.
—En fin...
—¿Hemos terminado? —Me levanté Agarrándome de la muñeca, tiró de mí para que volviera a sentarme.
—De ninguna manera. Hemos establecido unos puntos de discusión: entre nosotros existe una poderosa atracción sexual, pero ninguno de los dos quiere comprometerse. Entonces ¿qué es lo que quieres tú... exactamente? ¿Seducción, ____? ¿Quieres que te seduzcan?
Aquella conversación me fascinaba y horrorizaba a partes iguales. Y, sí, también me tentaba. No podía ser de otro modo ante un hombre tan guapo y viril como aquél, empeñado en retozar conmigo. A pesar de todo, ganó la indignación.
—Las relaciones sexuales que se planifican como si fueran una transacción comercial no me ponen.
—Fijar unos criterios al principio probablemente evitará que haya expectativas exageradas y decepción al final.
—¿Está de broma? —dije, frunciendo el ceño—. Escúchese. ¿Por qué llamarlo un polvo siquiera? ¿Por qué no ser claro y llamarlo expulsión seminal en un orificio previamente acordado?
Me encabronó que echara la cabeza hacia atrás y riera a carcajadas. Aquel sonido profundo y gutural me inundó como un torrente de agua tibia.
Cada vez me sentía más vulnerable en su presencia.
Su risa campechana le hacía menos dios del sexo y más humano. De carne y hueso. Real. Me levanté y me eché hacia atrás, fuera de su alcance.
—En el sexo esporádico no tiene por qué haber vino y rosas, pero, por el amor de Dios, sea lo que sea, debería ser personal. Incluso amistoso. Con respeto mutuo por lo menos. Cuando se puso de pie, el humor le había desaparecido y se le habían ensombrecido los ojos.
—No hay señales contradictorias en mis asuntos privados. Tú quieres que cambie de actitud, pero no se me ocurre una buena razón para hacerlo.
—Yo no quiero que haga una mierda, aparte de dejarme volver al trabajo. —Me encaminé hacia la puerta y tiré del picaporte, y maldije en voz baja cuando vi que ni se movía—. Déjeme salir, Style. Le sentí aproximarse por detrás. Puso las palmas en el cristal a ambos lados de mi espalda, enjaulándome. Cuando le tenía tan cerca era incapaz de pensar en mi supervivencia. La fuerza y la exigencia de su voluntad proyectaban un campo de fuerza casi tangible. Style se me acercó tanto que me sentí encerrada allí dentro con él. Todo lo que quedaba fuera de aquella burbuja dejó de existir, mientras que en su interior mi cuerpo entero se estiraba hacia el suyo. El que produjera en mí un efecto tan profundo y visceral estando yo tan sumamente irritada hacía que la cabeza me diera vueltas. ¿Cómo podía ponerme tan cachonda un hombre cuyas palabras deberían haberme enfriado por completo?
—Date la vuelta, ____.
Cerré los ojos contra la oleada de excitación que me produjo aquel tono autoritario. ¡Dios, qué bien olía! Aquel vigoroso cuerpo irradiaba avidez y pasión y estimulaba el salvaje deseo que yo sentía por él. Esa incontrolable reacción se vio intensificada por la frustración con Stanton, que no terminaba de desaparecer, y mi más reciente irritación con el propio Style. Le deseaba. Mucho. Pero no me convenía. Sinceramente, podía joderme la vida yo solita. No necesitaba la ayuda de nadie. Apoyé la frente, que me ardía, en el cristal climatizado.
—Déjelo, Style.
—Ya lo hago. Eres muy complicada. —Me rozó detrás de la oreja con los labios. Luego me puso una mano abierta en el estómago, separando los dedos para incitarme a que me apretara contra él. Estaba tan excitado como yo, con la polla dura y gorda pegada a la parte inferior de mi espalda—. Date la vuelta y dime adiós.
Decepcionada y pesarosa, me giré entre sus brazos, arqueándome contra la puerta para que se me enfriara un poco la espalda.
Él estaba encorvado sobre mí, con su abundante cabello enmarcándole la hermosa cara y el antebrazo apoyado en la puerta para acercarse aún más. Yo apenas tenía espacio para respirar. La mano que antes me había puesto en la cintura descansaba ahora en la curva de mi cadera, apretando, volviéndome loca. Me miraba fijamente, con aquella mirada intensa, penetrante.
—Bésame —dijo con voz ronca—. Concédeme eso al menos.
Jadeando suavemente, me lamí los labios secos. Él gimió, inclinó la cabeza y me selló la boca con la suya. Me sorprendió lo suaves que eran sus labios firmes y la delicadeza de la presión que ejerció. Suspiré y él introdujo la lengua, saboreándome con largas lengüetadas, sin prisas. Su beso era seguro, diestro y con el punto justo de agresividad para excitarme salvajemente.
- AHORA TERMINO EL CAPITULO 18 Y LO SUBO :33
GRACIAS POR LEER
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 18
Oí, a lo lejos, el ruido de mi bolso al dar en el suelo; acto seguido tenía las manos en su pelo. Tiraba de sus sedosos mechones para dirigir su boca hacia la mía.
Él ahondó el beso, acariciándome la lengua con suculentos deslizamientos de la suya.
Notaba el desbocado latido de su corazón contra mi pecho, prueba de que no era el ideal imposible que me había forjado en mi calenturienta imaginación.
Se apartó de la puerta dando un empujón. Rodeándome la nuca con una mano y la curva de mis nalgas con la otra, me levantó en el aire.
—Te deseo, ____. Complicada o no, no puedo evitarlo.
Todo mi cuerpo estaba en contacto con el suyo, dolorosamente consciente de cada duro y ardiente centímetro de su ser.
Respondí a su beso como si fuera a comérmelo vivo.
Se me había puesto la piel húmeda y muy sensible, y los pechos blandos y pesados. El clítoris reclamaba atención a gritos, palpitando al ritmo del furioso latido de mi corazón. Fui vagamente consciente de que nos movíamos, y de repente noté que caía de espaldas en el sofá.
Style estaba apalancado sobre mí con una rodilla en el cojín y el otro pie en el suelo. Apoyaba el torso en el brazo izquierdo, mientras que con la otra mano me agarraba por detrás de la rodilla, deslizándola por el muslo con decisión y firmeza.
Le oí resoplar cuando llegó al punto en el que la liga sujetaba la parte superior de mis medias de seda. Apartó los ojos de los míos y miró hacia abajo, levantándome la falda para desnudarme de cintura para abajo.
—¡Santo Dios, ____! —En su pecho resonó un murmullo, y aquel primigenio sonido me puso la piel de gallina—. Tu jefe tiene mucha suerte de ser gay.
Medio atolondrada, vi cómo el cuerpo de Style descendía hacia el mío, y separé las piernas de manera que encajara el ancho de sus caderas. Se me tensaron los músculos con la urgencia de alzarme hacia él, para acelerar el contacto entre nosotros, por el que había suspirado desde la primera vez que le vi. Volvió a bajar la cabeza y de nuevo me tomó la boca, lastimándome los labios con un delicado punto de violencia.
De repente, se apartó de mí, poniéndose de pie a trompicones. Yo me quedé allí tumbada, jadeante y húmeda, deseosa y dispuesta.
Entonces me di cuenta de por qué había reaccionado de aquella tempestuosa manera.
Había alguien detrás de él.
Oí, a lo lejos, el ruido de mi bolso al dar en el suelo; acto seguido tenía las manos en su pelo. Tiraba de sus sedosos mechones para dirigir su boca hacia la mía.
Él ahondó el beso, acariciándome la lengua con suculentos deslizamientos de la suya.
Notaba el desbocado latido de su corazón contra mi pecho, prueba de que no era el ideal imposible que me había forjado en mi calenturienta imaginación.
Se apartó de la puerta dando un empujón. Rodeándome la nuca con una mano y la curva de mis nalgas con la otra, me levantó en el aire.
—Te deseo, ____. Complicada o no, no puedo evitarlo.
Todo mi cuerpo estaba en contacto con el suyo, dolorosamente consciente de cada duro y ardiente centímetro de su ser.
Respondí a su beso como si fuera a comérmelo vivo.
Se me había puesto la piel húmeda y muy sensible, y los pechos blandos y pesados. El clítoris reclamaba atención a gritos, palpitando al ritmo del furioso latido de mi corazón. Fui vagamente consciente de que nos movíamos, y de repente noté que caía de espaldas en el sofá.
Style estaba apalancado sobre mí con una rodilla en el cojín y el otro pie en el suelo. Apoyaba el torso en el brazo izquierdo, mientras que con la otra mano me agarraba por detrás de la rodilla, deslizándola por el muslo con decisión y firmeza.
Le oí resoplar cuando llegó al punto en el que la liga sujetaba la parte superior de mis medias de seda. Apartó los ojos de los míos y miró hacia abajo, levantándome la falda para desnudarme de cintura para abajo.
—¡Santo Dios, ____! —En su pecho resonó un murmullo, y aquel primigenio sonido me puso la piel de gallina—. Tu jefe tiene mucha suerte de ser gay.
Medio atolondrada, vi cómo el cuerpo de Style descendía hacia el mío, y separé las piernas de manera que encajara el ancho de sus caderas. Se me tensaron los músculos con la urgencia de alzarme hacia él, para acelerar el contacto entre nosotros, por el que había suspirado desde la primera vez que le vi. Volvió a bajar la cabeza y de nuevo me tomó la boca, lastimándome los labios con un delicado punto de violencia.
De repente, se apartó de mí, poniéndose de pie a trompicones. Yo me quedé allí tumbada, jadeante y húmeda, deseosa y dispuesta.
Entonces me di cuenta de por qué había reaccionado de aquella tempestuosa manera.
Había alguien detrás de él.
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
MAÑANA SUBIRE MAS CAPITULO!!!
GRACIAS POR LEER!
ME SACAN UNA SONRISA CON CADA COMENTARIO x3 *-*
(soy muy cursi *w*)
GRACIAS POR LEER!
ME SACAN UNA SONRISA CON CADA COMENTARIO x3 *-*
(soy muy cursi *w*)
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Holis ame los cap.
Dios santo Harry es tan sexy....no puedo creer que se hayan besado, ni los terminos que usaba, adoro que sea autoritario es super excitante.
Oh dios mio habia alguien viendolos???
Omg!! No puedes dejarle así siguele por favor, siguele muero de intriga, no soporto el suspenso, ok ya, me calmo.
PD:soy impaciente
Dios santo Harry es tan sexy....no puedo creer que se hayan besado, ni los terminos que usaba, adoro que sea autoritario es super excitante.
Oh dios mio habia alguien viendolos???
Omg!! No puedes dejarle así siguele por favor, siguele muero de intriga, no soporto el suspenso, ok ya, me calmo.
PD:soy impaciente
Leyre
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
selu-biblioadictafulltime escribió:Holis ame los cap.
Dios santo Harry es tan sexy....no puedo creer que se hayan besado, ni los terminos que usaba, adoro que sea autoritario es super excitante.
Oh dios mio habia alguien viendolos???
Omg!! No puedes dejarle así siguele por favor, siguele muero de intriga, no soporto el suspenso, ok ya, me calmo.
PD:soy impaciente
Jajaja x3
ya veras....
ahora en un termino el cap 19 :3
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 19
Avergonzada ante la repentina irrupción en nuestra intimidad, me incorporé a toda prisa, estirándome la falda.
—... reunión de las dos es aquí.
Tardé un buen rato en darme cuenta de que Style y yo seguíamos solos en la sala, y de que la voz que había oído venía del altavoz.
Style estaba de pie al otro extremo del sofá, con la cara roja, el ceño fruncido y respirando agitadamente. Tenía la corbata aflojada y la bragueta tensa gracias a su magnífica erección. Yo me horrorizaba pensando en mi propio aspecto; y, para colmo de males, volvía tarde al trabajo.
—¡Jesús! —Se llevó las manos a la cabeza—. ¡En pleno día y en mi oficina!
Me puse de pie y traté de recomponerme un poco.
—Déjame a mí —se acercó y me levantó la falda otra vez. Disgustada por lo que había estado a punto de ocurrir cuando debía estar trabajando, le di un manotazo.
—Basta ya. Déjeme en paz.
—Cállate, ____ —dijo en tono grave, y me ayudó a remeter la blusa, negra y de seda, y a que la línea de botones quedase derecha. Luego me bajó la falda, alisándola con manos expertas y serenas—. Arréglate la coleta.
Style recuperó la chaqueta y se la puso antes de colocarse bien la corbata. Llegamos a la puerta al mismo tiempo, y cuando me agaché para recoger el bolso, él se inclinó conmigo.
Me cogió por la barbilla y me obligó a mirarle.
—Eh, ¿te encuentras bien? —me preguntó suavemente.
Me ardía la garganta. Estaba excitada, furiosa y de lo más abochornada. Nunca en la vida había perdido la cabeza de aquella manera. Y me sentaba fatal que hubiera ocurrido precisamente con él, un hombre cuya actitud hacia la intimidad sexual era tan fría que me deprimía con sólo pensarlo. Sacudí la cabeza para que me soltara la barbilla
—¿Cómo estoy?
—Preciosa y como para echarte un polvo. Te deseo tanto que me hace daño. Estoy a punto de llevarte otra vez al sofá y hacer que te corras hasta que me supliques que pare.
—No se te puede acusar de retórico —le reproché, pero dándome cuenta de que no me sentía ofendida. La verdad era que aquella crudeza tenía un tremendo efecto afrodisíaco. Con las piernas temblorosas y apretando firmemente la correa del bolso, sentía la tremenda necesidad de huir de aquel hombre. Y cuando terminara mi jornada, quería estar sola con una buena copa de vino.
Style seguía junto a mí.
—Ahora voy a ocuparme de lo que me queda por hacer y a las cinco habré terminado. A esa hora vendré a buscarte.
—No, no venga. Esto no cambia nada.
—Ya lo creo que sí.
—No sea pretencioso, Style. He estado ofuscada un ratito, pero todavía no quiero lo que quiere usted.
—Claro que lo quieres; lo que pasa es que no te gusta el modo en que yo pretendo dártelo. Así que volveremos a vernos y repasaremos. Otro negocio. Preparado de antemano.
Se me tensó todo el cuerpo. Puse una mano sobre la suya e hice girar el pomo para deslizarme acto seguido por debajo de su brazo y salir de allí.
El secretario de Style, boquiabierto, se levantó inmediatamente, lo mismo que las tres personas, una mujer y dos hombres, que estaban esperándole. Le oí hablar detrás de mí.
—Scott les acompañará a mi despacho. Yo llegaré enseguida.
Me alcanzó por la zona de recepción y me pasó el brazo por detrás a la altura de la cadera. No quería montar un numerito, así que esperé hasta llegar a los ascensores para zafarme. Él se lo tomó con tranquilidad y apretó el botón de llamada. Yo no aparté la vista de la tecla encendida.
—Tengo muchas cosas que hacer.
—Pues mañana.
—Voy a estar muy ocupada todo el fin de semana.
—¿Con quién? —me preguntó impulsivamente, acercándose mucho a mí
—A usted no le...
Me tapó la boca con la mano.
—No sigas. Dime tú cuándo, entonces. Y, antes de que contestes que nunca, mírame y dime si soy la clase de hombre a quien se rechaza así como así.
Tenía el gesto firme, los ojos entrecerrados y la mirada resuelta. Yo me estremecí. No estaba nada segura de ganarle la batalla de la tenacidad a Harry Style. Tragué saliva, y esperé hasta que retiró la mano.
—Creo que los dos necesitamos calmarnos y tomarnos un par de días para pensar.
—El lunes, al salir del trabajo —insistió. Llegó el ascensor y entré.
Luego, me volví hacia él y contraataqué.
—El lunes, a la hora de comer.
Sólo tendríamos una hora. Escapatoria garantizada.
—Va a suceder, ____ —dijo, justo antes de que se cerraran las puertas, y sonó más como una amenaza que como un promesa.
—No te apures, ____ —me tranquilizó Mark cuando llegué hasta mi mesa casi a las dos y cuarto—, que no te has perdido nada. Yo he comido tarde con el señor Leaman y acabo de llegar.
—Gracias. Pero, dijera lo que dijera, yo me sentía muy mal.
La dura mañana del viernes parecía haber tenido lugar varios días atrás. Trabajamos sin interrupción hasta las cinco, cambiando impresiones sobre un anuncio de comida rápida e ideando algunos retoques, de modo que nos sirviera para una cadena de tiendas de alimentación obiológica.
—Para que luego hablen de extraños compañeros de cama —había bromeado Mark, sin saber hasta qué punto tenía razón en cuanto a mi vida privada.
Acababa de cerrar el ordenador y estaba a punto de sacar el bolso del cajón, cuando sonó el teléfono.
Eché un vistazo al reloj y vi que eran exactamente las cinco, así que contemplé la posibilidad de no hacer caso a la llamada, teniendo en cuenta que, estrictamente hablando, mi jornada había terminado.
Avergonzada ante la repentina irrupción en nuestra intimidad, me incorporé a toda prisa, estirándome la falda.
—... reunión de las dos es aquí.
Tardé un buen rato en darme cuenta de que Style y yo seguíamos solos en la sala, y de que la voz que había oído venía del altavoz.
Style estaba de pie al otro extremo del sofá, con la cara roja, el ceño fruncido y respirando agitadamente. Tenía la corbata aflojada y la bragueta tensa gracias a su magnífica erección. Yo me horrorizaba pensando en mi propio aspecto; y, para colmo de males, volvía tarde al trabajo.
—¡Jesús! —Se llevó las manos a la cabeza—. ¡En pleno día y en mi oficina!
Me puse de pie y traté de recomponerme un poco.
—Déjame a mí —se acercó y me levantó la falda otra vez. Disgustada por lo que había estado a punto de ocurrir cuando debía estar trabajando, le di un manotazo.
—Basta ya. Déjeme en paz.
—Cállate, ____ —dijo en tono grave, y me ayudó a remeter la blusa, negra y de seda, y a que la línea de botones quedase derecha. Luego me bajó la falda, alisándola con manos expertas y serenas—. Arréglate la coleta.
Style recuperó la chaqueta y se la puso antes de colocarse bien la corbata. Llegamos a la puerta al mismo tiempo, y cuando me agaché para recoger el bolso, él se inclinó conmigo.
Me cogió por la barbilla y me obligó a mirarle.
—Eh, ¿te encuentras bien? —me preguntó suavemente.
Me ardía la garganta. Estaba excitada, furiosa y de lo más abochornada. Nunca en la vida había perdido la cabeza de aquella manera. Y me sentaba fatal que hubiera ocurrido precisamente con él, un hombre cuya actitud hacia la intimidad sexual era tan fría que me deprimía con sólo pensarlo. Sacudí la cabeza para que me soltara la barbilla
—¿Cómo estoy?
—Preciosa y como para echarte un polvo. Te deseo tanto que me hace daño. Estoy a punto de llevarte otra vez al sofá y hacer que te corras hasta que me supliques que pare.
—No se te puede acusar de retórico —le reproché, pero dándome cuenta de que no me sentía ofendida. La verdad era que aquella crudeza tenía un tremendo efecto afrodisíaco. Con las piernas temblorosas y apretando firmemente la correa del bolso, sentía la tremenda necesidad de huir de aquel hombre. Y cuando terminara mi jornada, quería estar sola con una buena copa de vino.
Style seguía junto a mí.
—Ahora voy a ocuparme de lo que me queda por hacer y a las cinco habré terminado. A esa hora vendré a buscarte.
—No, no venga. Esto no cambia nada.
—Ya lo creo que sí.
—No sea pretencioso, Style. He estado ofuscada un ratito, pero todavía no quiero lo que quiere usted.
—Claro que lo quieres; lo que pasa es que no te gusta el modo en que yo pretendo dártelo. Así que volveremos a vernos y repasaremos. Otro negocio. Preparado de antemano.
Se me tensó todo el cuerpo. Puse una mano sobre la suya e hice girar el pomo para deslizarme acto seguido por debajo de su brazo y salir de allí.
El secretario de Style, boquiabierto, se levantó inmediatamente, lo mismo que las tres personas, una mujer y dos hombres, que estaban esperándole. Le oí hablar detrás de mí.
—Scott les acompañará a mi despacho. Yo llegaré enseguida.
Me alcanzó por la zona de recepción y me pasó el brazo por detrás a la altura de la cadera. No quería montar un numerito, así que esperé hasta llegar a los ascensores para zafarme. Él se lo tomó con tranquilidad y apretó el botón de llamada. Yo no aparté la vista de la tecla encendida.
—Tengo muchas cosas que hacer.
—Pues mañana.
—Voy a estar muy ocupada todo el fin de semana.
—¿Con quién? —me preguntó impulsivamente, acercándose mucho a mí
—A usted no le...
Me tapó la boca con la mano.
—No sigas. Dime tú cuándo, entonces. Y, antes de que contestes que nunca, mírame y dime si soy la clase de hombre a quien se rechaza así como así.
Tenía el gesto firme, los ojos entrecerrados y la mirada resuelta. Yo me estremecí. No estaba nada segura de ganarle la batalla de la tenacidad a Harry Style. Tragué saliva, y esperé hasta que retiró la mano.
—Creo que los dos necesitamos calmarnos y tomarnos un par de días para pensar.
—El lunes, al salir del trabajo —insistió. Llegó el ascensor y entré.
Luego, me volví hacia él y contraataqué.
—El lunes, a la hora de comer.
Sólo tendríamos una hora. Escapatoria garantizada.
—Va a suceder, ____ —dijo, justo antes de que se cerraran las puertas, y sonó más como una amenaza que como un promesa.
—No te apures, ____ —me tranquilizó Mark cuando llegué hasta mi mesa casi a las dos y cuarto—, que no te has perdido nada. Yo he comido tarde con el señor Leaman y acabo de llegar.
—Gracias. Pero, dijera lo que dijera, yo me sentía muy mal.
La dura mañana del viernes parecía haber tenido lugar varios días atrás. Trabajamos sin interrupción hasta las cinco, cambiando impresiones sobre un anuncio de comida rápida e ideando algunos retoques, de modo que nos sirviera para una cadena de tiendas de alimentación obiológica.
—Para que luego hablen de extraños compañeros de cama —había bromeado Mark, sin saber hasta qué punto tenía razón en cuanto a mi vida privada.
Acababa de cerrar el ordenador y estaba a punto de sacar el bolso del cajón, cuando sonó el teléfono.
Eché un vistazo al reloj y vi que eran exactamente las cinco, así que contemplé la posibilidad de no hacer caso a la llamada, teniendo en cuenta que, estrictamente hablando, mi jornada había terminado.
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 20
Pero como todavía me sentía fatal por haberme pasado con la hora de la comida, lo consideré un castigo y contesté.
—____, cielo, dice Richard que te dejaste el móvil en su oficina.
Solté un bufido y me dejé caer sobre el respaldo de la silla. Me imaginaba el pañuelo empapado que solía ir asociado con aquel característico tono de inquietud de mi madre. Me trastornaba y al mismo tiempo me partía el corazón.
—Hola, mamá, ¿cómo estás?
—Muy bien, gracias. —Mi madre tenía voz de niña y, a la vez, entrecortada, como la de Marilyn Monroe cruzada con la de Scarlett Johansson—. Clancy te ha dejado el teléfono en la portería de tu casa. No deberías ir a ninguna parte sin él. Nunca se sabe si vas a necesitar llamar a alguien...
Había estado dándole vueltas a la idea de quedarme con el teléfono y derivar las llamadas a otro número que no supiera mi madre, pero eso no era lo que más me importaba en aquel momento.
—¿Y qué opina el doctor Petersen de que fisgues en mi teléfono?
El silencio al otro lado de la línea fue muy significativo.
—El doctor Petersen sabe que me preocupo por ti.
—Mamá, creo que es hora de que vayamos juntas de nuevo a la consulta —le dije, pellizcándome el puente de la nariz.
—Ah, sí... claro. De hecho, él me ha dicho que le gustaría volver a verte. Probablemente porque piensa que no estás colaborando mucho.
Cambié de tema.
—Me gusta mucho mi nuevo trabajo.
—Eso es estupendo, ____. ¿Te trata bien tu jefe?
—Sí, es fantástico. No podría ser mejor.
—¿Es guapo?
—Sí, mucho. Pero no está libre —contesté, y sonreí.
—¡Qué pena! Los mejores nunca lo están. Ella se rio y mi sonrisa se hizo más abierta. Me encantaba que estuviera contenta. Ojalá lo estuviera con más frecuencia.
—Estoy deseando verte mañana en la cena benéfica.
Monica Tramell Barker Mitchell Stanton, una deslumbrante belleza rubia a quien nunca le había faltado atención masculina, se sentía como pez en el agua en los actos de sociedad —Vamos a pasarlo bien —dijo mi madre entrecortadamente—. Tú, Cary y yo. Iremos al spa y nos pondremos guapas y a tono. Estoy segura de que te vendría bien un masaje después de trabajar.
—Yo no voy a rechazarlo, por supuesto, y sé que a Cary le encantará.
—¡Qué ilusión me hace! Os mando un coche a casa a eso de las once.
—Estaremos listos.
Cuando colgué, me recliné en la silla y suspiré por un baño caliente y un orgasmo.
Me tenía sin cuidado que Harry Style se enterase de que me masturbaba pensando en él. La frustración sexual debilitaba mi posición, y él seguro que no tenía ese problema. No me cabía duda de que contaría con un orificio condescendiente antes de que terminase el día.
El teléfono sonó de nuevo mientras me cambiaba los zapatos de tacón por los de caminar.
Casi nunca se podía despistar a mi madre durante demasiado rato.
Los cinco minutos que habían pasado desde que terminó nuestra conversación eran el tiempo justo que había tardado en darse cuenta de que el problema del móvil no estaba resuelto.
De nuevo pensé en no hacer caso de la llamada, pero no quería llevarme a casa ningún disgusto del día. Respondí con la frase habitual, pero con menos energía.
—Sigo pensando en ti.
La voz ronca y aterciopelada de Style me envolvió con tal sensación de alivio que comprendí cuánto había deseado volver a oírla.
Ese mismo día. Mi ansia era tan profunda que tuve la certeza de que aquel hombre iba a convertirse en una droga para mí, la fuente principal de muchos e intensos goces. —Sigo tocándote, ___. Sigo saboreándote. He estado empalmado desde que te fuiste, pasando por dos reuniones y una teleconferencia. Te doy ventaja: pon tú las condiciones.
—A ver... déjame que piense... —le hice esperar, sonriendo al recordar aquello de las pelotas moradas que había dicho Cary—. Pues... no se me ocurre nada. Pero sí que puedo darte un consejo de amiga: vete a pasar el rato con alguna mujer que babee por ti y te haga creer que eres un dios. Folla con ella hasta que no podáis con el alma ninguno de los dos. Así, cuando me veas el lunes, ya se te habrá pasado todo y volverás al orden obsesivo-compulsivo de tu vida normal.
Oí un crujido de cuero y me imaginé a Style reclinándose en la silla.
—Ésa era tu carta blanca, ____. La próxima vez que ofendas a mi inteligencia, te daré unos azotes
—A mí no me gustan esas cosas —repliqué, pero la advertencia, hecha con aquella voz, me electrizó. Oscuro y Peligroso, no había duda.
—Ya hablaremos de eso. Mientras tanto, dime lo que sí te gusta. Yo seguí en mis trece.
—Es indudable que tienes voz de teléfono erótico, pero yo me largo; he quedado con mi vibrador.
Debería haber colgado en ese momento, para que el efecto «calabazas» hubiera sido total, pero no pude resistirme a saber si lo encajaría como yo me imaginaba. Además, estaba divirtiéndome con él.
—Ay, ___ —Style pronunció mi nombre en un desalentado susurro—, estás decidida a hacerme poner de rodillas, ¿verdad? ¿Qué haría falta para convencerte de formar un trío con un amigo que funciona a pilas?
No hice caso de sus preguntas, pero me alegré de que no pudiera ver el temblor de mis manos cuando me puse el bolso en bandolera.
No pensaba hablar de los amigos a pilas con Harry Style. Nunca había hablado abiertamente sobre la masturbación con ningún hombre, y mucho menos iba a hacerlo con alguien que, a efectos prácticos, era un desconocido.
—Mi amigo a pilas y yo tenemos un viejo pacto: cuando terminamos, sabemos exactamente cuál de los dos ha usado al otro, y la usada no soy yo. Adiós, Harry.
Colgué y me dirigí a las escaleras, con la idea de que bajar veinte pisos andando cumpliría dos funciones: una, eludir artefactos mecánicos, la otra, ahorrarme una sesión de gimnasio
Pero como todavía me sentía fatal por haberme pasado con la hora de la comida, lo consideré un castigo y contesté.
—____, cielo, dice Richard que te dejaste el móvil en su oficina.
Solté un bufido y me dejé caer sobre el respaldo de la silla. Me imaginaba el pañuelo empapado que solía ir asociado con aquel característico tono de inquietud de mi madre. Me trastornaba y al mismo tiempo me partía el corazón.
—Hola, mamá, ¿cómo estás?
—Muy bien, gracias. —Mi madre tenía voz de niña y, a la vez, entrecortada, como la de Marilyn Monroe cruzada con la de Scarlett Johansson—. Clancy te ha dejado el teléfono en la portería de tu casa. No deberías ir a ninguna parte sin él. Nunca se sabe si vas a necesitar llamar a alguien...
Había estado dándole vueltas a la idea de quedarme con el teléfono y derivar las llamadas a otro número que no supiera mi madre, pero eso no era lo que más me importaba en aquel momento.
—¿Y qué opina el doctor Petersen de que fisgues en mi teléfono?
El silencio al otro lado de la línea fue muy significativo.
—El doctor Petersen sabe que me preocupo por ti.
—Mamá, creo que es hora de que vayamos juntas de nuevo a la consulta —le dije, pellizcándome el puente de la nariz.
—Ah, sí... claro. De hecho, él me ha dicho que le gustaría volver a verte. Probablemente porque piensa que no estás colaborando mucho.
Cambié de tema.
—Me gusta mucho mi nuevo trabajo.
—Eso es estupendo, ____. ¿Te trata bien tu jefe?
—Sí, es fantástico. No podría ser mejor.
—¿Es guapo?
—Sí, mucho. Pero no está libre —contesté, y sonreí.
—¡Qué pena! Los mejores nunca lo están. Ella se rio y mi sonrisa se hizo más abierta. Me encantaba que estuviera contenta. Ojalá lo estuviera con más frecuencia.
—Estoy deseando verte mañana en la cena benéfica.
Monica Tramell Barker Mitchell Stanton, una deslumbrante belleza rubia a quien nunca le había faltado atención masculina, se sentía como pez en el agua en los actos de sociedad —Vamos a pasarlo bien —dijo mi madre entrecortadamente—. Tú, Cary y yo. Iremos al spa y nos pondremos guapas y a tono. Estoy segura de que te vendría bien un masaje después de trabajar.
—Yo no voy a rechazarlo, por supuesto, y sé que a Cary le encantará.
—¡Qué ilusión me hace! Os mando un coche a casa a eso de las once.
—Estaremos listos.
Cuando colgué, me recliné en la silla y suspiré por un baño caliente y un orgasmo.
Me tenía sin cuidado que Harry Style se enterase de que me masturbaba pensando en él. La frustración sexual debilitaba mi posición, y él seguro que no tenía ese problema. No me cabía duda de que contaría con un orificio condescendiente antes de que terminase el día.
El teléfono sonó de nuevo mientras me cambiaba los zapatos de tacón por los de caminar.
Casi nunca se podía despistar a mi madre durante demasiado rato.
Los cinco minutos que habían pasado desde que terminó nuestra conversación eran el tiempo justo que había tardado en darse cuenta de que el problema del móvil no estaba resuelto.
De nuevo pensé en no hacer caso de la llamada, pero no quería llevarme a casa ningún disgusto del día. Respondí con la frase habitual, pero con menos energía.
—Sigo pensando en ti.
La voz ronca y aterciopelada de Style me envolvió con tal sensación de alivio que comprendí cuánto había deseado volver a oírla.
Ese mismo día. Mi ansia era tan profunda que tuve la certeza de que aquel hombre iba a convertirse en una droga para mí, la fuente principal de muchos e intensos goces. —Sigo tocándote, ___. Sigo saboreándote. He estado empalmado desde que te fuiste, pasando por dos reuniones y una teleconferencia. Te doy ventaja: pon tú las condiciones.
—A ver... déjame que piense... —le hice esperar, sonriendo al recordar aquello de las pelotas moradas que había dicho Cary—. Pues... no se me ocurre nada. Pero sí que puedo darte un consejo de amiga: vete a pasar el rato con alguna mujer que babee por ti y te haga creer que eres un dios. Folla con ella hasta que no podáis con el alma ninguno de los dos. Así, cuando me veas el lunes, ya se te habrá pasado todo y volverás al orden obsesivo-compulsivo de tu vida normal.
Oí un crujido de cuero y me imaginé a Style reclinándose en la silla.
—Ésa era tu carta blanca, ____. La próxima vez que ofendas a mi inteligencia, te daré unos azotes
—A mí no me gustan esas cosas —repliqué, pero la advertencia, hecha con aquella voz, me electrizó. Oscuro y Peligroso, no había duda.
—Ya hablaremos de eso. Mientras tanto, dime lo que sí te gusta. Yo seguí en mis trece.
—Es indudable que tienes voz de teléfono erótico, pero yo me largo; he quedado con mi vibrador.
Debería haber colgado en ese momento, para que el efecto «calabazas» hubiera sido total, pero no pude resistirme a saber si lo encajaría como yo me imaginaba. Además, estaba divirtiéndome con él.
—Ay, ___ —Style pronunció mi nombre en un desalentado susurro—, estás decidida a hacerme poner de rodillas, ¿verdad? ¿Qué haría falta para convencerte de formar un trío con un amigo que funciona a pilas?
No hice caso de sus preguntas, pero me alegré de que no pudiera ver el temblor de mis manos cuando me puse el bolso en bandolera.
No pensaba hablar de los amigos a pilas con Harry Style. Nunca había hablado abiertamente sobre la masturbación con ningún hombre, y mucho menos iba a hacerlo con alguien que, a efectos prácticos, era un desconocido.
—Mi amigo a pilas y yo tenemos un viejo pacto: cuando terminamos, sabemos exactamente cuál de los dos ha usado al otro, y la usada no soy yo. Adiós, Harry.
Colgué y me dirigí a las escaleras, con la idea de que bajar veinte pisos andando cumpliría dos funciones: una, eludir artefactos mecánicos, la otra, ahorrarme una sesión de gimnasio
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Subo Otros Capítulos?
Subo o no?
vosotras decidme :3
Subo o no?
vosotras decidme :3
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
Al parecer nadie quiere que siga subiendo capítulos :(
ok :'(
ok :'(
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
subiré el capitulo 21 y 22
caro tomlimson
Re: No te escondo nada - Harry S. y Tu [[MEGA-HOT]] (18) CAP 39!!!!! "3
CAPITULO 21
Me alegré tanto de llegar a casa después de un día como el que había tenido, que entré literalmente bailando en el apartamento.
Mi sincero «¡Dios, por fin en casa!», acompañado de unos bailes, fue lo bastante vehemente como para sobresaltar a la pareja que estaba en el sofá.
—¡Huy! —exclamé, avergonzada por mis tonterías.
No es que Cary estuviera en una situación comprometida con su invitado cuando yo aparecí sin previo aviso, pero sí que se encontraban lo suficientemente cerca el uno del otro para que se intuyera una cierta intimidad.
Sin querer, pensé en Harry Style, que prefería despojar de intimidad al acto más íntimo que uno se puede imaginar.
Yo había tenido ligues de una noche y amigos con derecho a roce, y nadie sabía mejor que yo que hacer el amor y fornicar eran dos cosas muy diferentes, pero no creo haber visto nunca el sexo como un apretón de manos.
Me parecía triste lo que hacía Style, aunque no fuese alguien que inspirase compasión precisamente.
—Hola, nena —me saludó Cary, poniéndose de pie—. Tenía la esperanza de que llegases antes de que Trey se marchara.
—Tengo clase dentro de una hora —explicó Trey, rodeando la mesa, mientras yo dejaba la bolsa de los zapatos en el suelo y el bolso sobre un taburete en el mostrador de desayuno—, pero me alegro de haber podido conocerte antes de irme.
—Yo también. —Le estreché la mano que me tendió y, de paso, le estudié de un vistazo. Era de mi edad aproximadamente, estatura media y agradablemente musculoso. Tenía un rebelde pelo rubio y los ojos color avellana. En cuanto a la nariz, se le debía de haber roto en alguna ocasión, eso resultaba evidente.
—¿Qué os parece una copa de vino?
—Me apunto —contestó Trey.
—Yo tomaré una también. —Cary se unió a nosotros en el mostrador de desayuno.
Llevaba unos vaqueros negros y un jersey de los que dejan los hombros descubiertos del mismo color, con un aire informal y elegante que armonizaba maravillosamente con el pelo castaño oscuro y los ojos verde esmeralda, pero Style eran mas brillantes, tenían algo de misterio en esos verdes.
Abrí la vinoteca y saqué una botella cualquiera.
Trey, con las manos en los bolsillos de los pantalones, se balanceaba sobre los pies y charlaba en voz baja, mientras yo descorchaba la botella y servía.
Entonces, sonó el teléfono y yo descolgué el auricular de la pared.
—¿Sí?
—Hola, ____. Soy Parker Smith.
—Hola, Parker, ¿qué tal?
—Espero no molestarte con mi llamada. Tu padrastro me ha dado el número.
Ah. Ya había tenido yo bastante Stanton para un día.
—Claro que no me molesta, ¿ocurre algo?
—¿Sinceramente? Bueno, pues parece que las cosas ahora van bien. Tu padrastro es como mi hada madrina. Está financiando unas cuantas mejoras en la seguridad del gimnasio y algunas modernizaciones que hacen mucha falta. Por eso te llamo. El centro va a estar cerrado unos días. Volvemos a abrir dentro de una semana, a contar desde el lunes
Cerré los ojos y traté de reprimir un ramalazo de ira. Pero Parker no tenía la culpa de que Stanton y mi madre fueran dos maníacos superprotectores empeñados en controlarme. No veían lo irónico que resultaba que me defendieran estando rodeada de personas tan cualificadas para hacerlo.
—Fantástico. Estoy deseando ir a entrenarme con vosotros.
—Yo también. Voy a darte caña, ____. Tus padres darán el dinero por bien empleado.
Puse un vaso delante de Cary y tomé un buen sorbo del mío.
No dejaba de sorprenderme toda la colaboración que podía comprarse con dinero. Pero Parker no tenía la culpa.
—Por mí, fenomenal.
—Empezaremos contigo en cuanto abramos la próxima semana. Tu chófer tiene el horario.
—Muy bien. Pues hasta entonces.
Colgué el auricular y capté la mirada, dulce y amorosa, que Trey le dirigió a Cary cuando creía que no le veíamos ninguno de los dos. Me hizo pensar que mis problemas podían esperar
—. Trey, siento mucho que tengas que marcharte. ¿Puedes venir el miércoles a cenar pizza? Me gustaría que hiciéramos algo más que decirnos hola y adiós.
—Tengo clase —me sonrió, con cara de pena, y miró otra vez a Cary de soslayo—, pero podría venir el martes.
—Perfecto. Encargamos la comida y nos vemos una película.
—Me encanta la idea. Cary me premió tirándome un beso cuando acompañó a Trey hasta la puerta.
Cuando volvió a la cocina, cogió su vaso de vino y dijo:
—Bueno, ____, suéltalo ya. Se te ve muy estresada.
—Lo estoy —admití, botella en mano dando vueltas por el salón.
—Es por Harry Style ¿no?
—Pues claro. Pero no quiero hablar de él. —Aunque la persecución de Harry había sido estimulante, su objetivo era asqueroso—; mejor hablamos de Trey y de ti. ¿Cómo os conocisteis?
—Me lo encontré en un curro. Trabaja media jornada como ayudante de un fotógrafo. Es muy sexy, ¿verdad? —le brillaban los ojos de felicidad—, y todo un caballero, a la vieja usanza.
—¿Pero queda alguno de ésos? —murmuré antes de liquidar el primer vaso
—¿Qué quieres decir?
—Nada, lo siento Cary. Me ha caído muy bien y es evidente que tú le molas. ¿Estudia Fotografía?
—Veterinaria.
—¡Vaya! Eso está muy bien.
—Eso mismo pienso yo. Pero dejemos a un lado a Trey por el momento y dime qué es lo que te mortifica. Dilo de una vez.
—Mi madre —contesté, suspirando—, que se ha enterado de mi interés por el gimnasio de Parker y está fastidiándola.
—¿Y cómo se ha enterado? Te juro que yo no se lo he dicho a nadie.
—Ya sé que no has sido tú; ni se me hubiera ocurrido pensarlo. —Agarré la botella y me serví otro vaso—. Toma nota: ha estado fisgando en mi móvil.
Cary hizo un gesto de asombro levantando las cejas.
—¿En serio? Qué miedo.
—¿A que sí? Se lo conté a Stanton, pero él no quiere saber nada.
—Bueno. —Se pasó la mano entre el largo flequillo—. ¿Y qué vas a hacer?
—Comprar otro teléfono. Y hablar con el doctor Petersen a ver si puede inculcarle un poco de sensatez.
—Buena jugada, pásale el asunto a su loquero. Esto... y en tu trabajo, ¿va todo bien? ¿Todavía te gusta?
—Mucho. —Recliné la cabeza en los cojines y cerré los ojos—. Mi empleo y tú sois ahora mismo mi salvación.
—¿Y qué me dices del macizo supermillonario que quiere trincarte? Venga, ____, que me muero por saberlo. ¿Qué ha pasado?
Se lo conté, por supuesto. Quería su opinión sobre todo aquello; sin embargo, cuando terminé, se quedó callado. Levanté la cabeza para mirarle y le encontré con los ojos brillantes y mordiéndose el labio.
—Cary, ¿en qué piensas?
—En que esta historia me pone muy caliente —se echó a reír, y el sonido afectuoso y masculino de su risa barrió buena parte de mi irritación—. Apuesto a que está muy confundido en estos momentos. Habría dado dinero por verle la cara cuando le respondiste a eso de que quería darte unos azotes en el culo.
Me alegré tanto de llegar a casa después de un día como el que había tenido, que entré literalmente bailando en el apartamento.
Mi sincero «¡Dios, por fin en casa!», acompañado de unos bailes, fue lo bastante vehemente como para sobresaltar a la pareja que estaba en el sofá.
—¡Huy! —exclamé, avergonzada por mis tonterías.
No es que Cary estuviera en una situación comprometida con su invitado cuando yo aparecí sin previo aviso, pero sí que se encontraban lo suficientemente cerca el uno del otro para que se intuyera una cierta intimidad.
Sin querer, pensé en Harry Style, que prefería despojar de intimidad al acto más íntimo que uno se puede imaginar.
Yo había tenido ligues de una noche y amigos con derecho a roce, y nadie sabía mejor que yo que hacer el amor y fornicar eran dos cosas muy diferentes, pero no creo haber visto nunca el sexo como un apretón de manos.
Me parecía triste lo que hacía Style, aunque no fuese alguien que inspirase compasión precisamente.
—Hola, nena —me saludó Cary, poniéndose de pie—. Tenía la esperanza de que llegases antes de que Trey se marchara.
—Tengo clase dentro de una hora —explicó Trey, rodeando la mesa, mientras yo dejaba la bolsa de los zapatos en el suelo y el bolso sobre un taburete en el mostrador de desayuno—, pero me alegro de haber podido conocerte antes de irme.
—Yo también. —Le estreché la mano que me tendió y, de paso, le estudié de un vistazo. Era de mi edad aproximadamente, estatura media y agradablemente musculoso. Tenía un rebelde pelo rubio y los ojos color avellana. En cuanto a la nariz, se le debía de haber roto en alguna ocasión, eso resultaba evidente.
—¿Qué os parece una copa de vino?
—Me apunto —contestó Trey.
—Yo tomaré una también. —Cary se unió a nosotros en el mostrador de desayuno.
Llevaba unos vaqueros negros y un jersey de los que dejan los hombros descubiertos del mismo color, con un aire informal y elegante que armonizaba maravillosamente con el pelo castaño oscuro y los ojos verde esmeralda, pero Style eran mas brillantes, tenían algo de misterio en esos verdes.
Abrí la vinoteca y saqué una botella cualquiera.
Trey, con las manos en los bolsillos de los pantalones, se balanceaba sobre los pies y charlaba en voz baja, mientras yo descorchaba la botella y servía.
Entonces, sonó el teléfono y yo descolgué el auricular de la pared.
—¿Sí?
—Hola, ____. Soy Parker Smith.
—Hola, Parker, ¿qué tal?
—Espero no molestarte con mi llamada. Tu padrastro me ha dado el número.
Ah. Ya había tenido yo bastante Stanton para un día.
—Claro que no me molesta, ¿ocurre algo?
—¿Sinceramente? Bueno, pues parece que las cosas ahora van bien. Tu padrastro es como mi hada madrina. Está financiando unas cuantas mejoras en la seguridad del gimnasio y algunas modernizaciones que hacen mucha falta. Por eso te llamo. El centro va a estar cerrado unos días. Volvemos a abrir dentro de una semana, a contar desde el lunes
Cerré los ojos y traté de reprimir un ramalazo de ira. Pero Parker no tenía la culpa de que Stanton y mi madre fueran dos maníacos superprotectores empeñados en controlarme. No veían lo irónico que resultaba que me defendieran estando rodeada de personas tan cualificadas para hacerlo.
—Fantástico. Estoy deseando ir a entrenarme con vosotros.
—Yo también. Voy a darte caña, ____. Tus padres darán el dinero por bien empleado.
Puse un vaso delante de Cary y tomé un buen sorbo del mío.
No dejaba de sorprenderme toda la colaboración que podía comprarse con dinero. Pero Parker no tenía la culpa.
—Por mí, fenomenal.
—Empezaremos contigo en cuanto abramos la próxima semana. Tu chófer tiene el horario.
—Muy bien. Pues hasta entonces.
Colgué el auricular y capté la mirada, dulce y amorosa, que Trey le dirigió a Cary cuando creía que no le veíamos ninguno de los dos. Me hizo pensar que mis problemas podían esperar
—. Trey, siento mucho que tengas que marcharte. ¿Puedes venir el miércoles a cenar pizza? Me gustaría que hiciéramos algo más que decirnos hola y adiós.
—Tengo clase —me sonrió, con cara de pena, y miró otra vez a Cary de soslayo—, pero podría venir el martes.
—Perfecto. Encargamos la comida y nos vemos una película.
—Me encanta la idea. Cary me premió tirándome un beso cuando acompañó a Trey hasta la puerta.
Cuando volvió a la cocina, cogió su vaso de vino y dijo:
—Bueno, ____, suéltalo ya. Se te ve muy estresada.
—Lo estoy —admití, botella en mano dando vueltas por el salón.
—Es por Harry Style ¿no?
—Pues claro. Pero no quiero hablar de él. —Aunque la persecución de Harry había sido estimulante, su objetivo era asqueroso—; mejor hablamos de Trey y de ti. ¿Cómo os conocisteis?
—Me lo encontré en un curro. Trabaja media jornada como ayudante de un fotógrafo. Es muy sexy, ¿verdad? —le brillaban los ojos de felicidad—, y todo un caballero, a la vieja usanza.
—¿Pero queda alguno de ésos? —murmuré antes de liquidar el primer vaso
—¿Qué quieres decir?
—Nada, lo siento Cary. Me ha caído muy bien y es evidente que tú le molas. ¿Estudia Fotografía?
—Veterinaria.
—¡Vaya! Eso está muy bien.
—Eso mismo pienso yo. Pero dejemos a un lado a Trey por el momento y dime qué es lo que te mortifica. Dilo de una vez.
—Mi madre —contesté, suspirando—, que se ha enterado de mi interés por el gimnasio de Parker y está fastidiándola.
—¿Y cómo se ha enterado? Te juro que yo no se lo he dicho a nadie.
—Ya sé que no has sido tú; ni se me hubiera ocurrido pensarlo. —Agarré la botella y me serví otro vaso—. Toma nota: ha estado fisgando en mi móvil.
Cary hizo un gesto de asombro levantando las cejas.
—¿En serio? Qué miedo.
—¿A que sí? Se lo conté a Stanton, pero él no quiere saber nada.
—Bueno. —Se pasó la mano entre el largo flequillo—. ¿Y qué vas a hacer?
—Comprar otro teléfono. Y hablar con el doctor Petersen a ver si puede inculcarle un poco de sensatez.
—Buena jugada, pásale el asunto a su loquero. Esto... y en tu trabajo, ¿va todo bien? ¿Todavía te gusta?
—Mucho. —Recliné la cabeza en los cojines y cerré los ojos—. Mi empleo y tú sois ahora mismo mi salvación.
—¿Y qué me dices del macizo supermillonario que quiere trincarte? Venga, ____, que me muero por saberlo. ¿Qué ha pasado?
Se lo conté, por supuesto. Quería su opinión sobre todo aquello; sin embargo, cuando terminé, se quedó callado. Levanté la cabeza para mirarle y le encontré con los ojos brillantes y mordiéndose el labio.
—Cary, ¿en qué piensas?
—En que esta historia me pone muy caliente —se echó a reír, y el sonido afectuoso y masculino de su risa barrió buena parte de mi irritación—. Apuesto a que está muy confundido en estos momentos. Habría dado dinero por verle la cara cuando le respondiste a eso de que quería darte unos azotes en el culo.
caro tomlimson
Página 3 de 10. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10
Temas similares
» No te escondo nada (Harry y tu) HOT
» No te escondo nada -Harry styles- (hot)
» No te escondo nada - Nick Jonas & Tú {HOT}
» No Te Escondo Nada. [Zayn Malik] ·Hot·
» Nada mas que una noche (Harry Styles y Tu)
» No te escondo nada -Harry styles- (hot)
» No te escondo nada - Nick Jonas & Tú {HOT}
» No Te Escondo Nada. [Zayn Malik] ·Hot·
» Nada mas que una noche (Harry Styles y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 3 de 10.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.