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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Friendzone.
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Re: Friendzone.
Ogygia escribió:lemon. escribió:Ogygia escribió:HOLA, HE AQUÍ ELENA, VUESTRA MAYOR FAN(?.
Bueh, creo que conozco a la mayoría, ahque. He estado stalkeando diálogos de esta novela desde que se anunciaron los resultados. Me arrepiento tantísimo de no haber audicionado, pero estaba de exámenes, lloro y eso.
Soy vuestra lector y fan número uno de esta colectiva(?)
Pd: el prólogo quedó super cute, y los gráficos del primer post están genial, espero el primer capítulo socorroNana, preciosa no me digas que querías participar aquí que me entra la melancolía. Escribes de lo más perfectísimo, mujer. En fin, ya pronto la comienzo para que disfrutes un poco de esta temática tan de la vida diaria. Muchas gracias y bueno, te esperamos por acá
pues sí, ah, quise, but exámenes. y cuando me dí cuenta ya estaban los resultadoslloro. aw gracias, no es para tanto socorro. anyways pienso disfrutar al máximo de cada cap, porque tiene una pinta genial.y si algún día necesitas una sustituta me ofrezco voluntaria como tributo.
No lo contesté al segundo de leerlo porque estaba pensando en qué contestarte si quieres ser parte de aquí mándame un mp en cuanto leas esto. Si no, báñame con ácido sulfúrico.
wanweird
Re: Friendzone.
Ogygia escribió:Daqueen. escribió:ELENAAAAAAAAAAAA OMG
DREAAAAAAAAAAAAAAAA ILY
Y hay apodo asdjnasjkdnasndjas ay, que lindo que vayas a leer esta hermosa nc ;____; yyy eso
Atenea.
-------
Re: Friendzone.
los apodos son cools y drea suena cute voy a leer y algo más, ah, estoy emocionadaDaqueen. escribió:Ogygia escribió:Daqueen. escribió:ELENAAAAAAAAAAAA OMG
DREAAAAAAAAAAAAAAAA ILY
Y hay apodo asdjnasjkdnasndjas ay, que lindo que vayas a leer esta hermosa nc ;____; yyy eso
spitfire.
Re: Friendzone.
Bueno, pues vengo aquí a dejar mi comentario porque el prólogo me ha encantado y las imágenes y en serio ha quedado hermoso<3
me ha encantado la trama, y pues eso, seré su fiel lectora.
Soy Yaz, por cierto c:
pd. espero cap pronto
me ha encantado la trama, y pues eso, seré su fiel lectora.
Soy Yaz, por cierto c:
pd. espero cap pronto
believe.
Re: Friendzone.
Capítulo 1
You look so deep, You no that it humbles me You by my side and troubles them dont trouble me Many have called but the chosen is you Whatevery you want shawty I'll give it to you your world is my world And my fight is your fight my breath is your breath.
Esta mañana había ido de lo más miserable.
La verdad es que, acá entre nos, levantarme temprano no es mi acción preferida. Para empezar, odio los lunes. El cariño hacia ese día de la semana es tan nulo como el que le tengo a la cebolla. Y vaya que la cebolla es mi archienemiga. Es infantil y puedo hablarles de las riñas entre mi madre y yo en la mesa a la hora de la merienda o la cena, pero eso provocaría alguna jaqueca o un SPM adelantado. Los síndromes pre-menstruales son igual de horrendos que los lunes o la cebolla. O el tomate cocido. O una pizza sin queso.
Esta mañana el despertador no inundó a mis oídos con su ejemplar y muy amada orquesta sinfónica para levantarme y obligarme a sacar el culo fuera de las mantas y la suavidad de mi cama para ir al instituto —reconozcan cuánta ironía ha habido allí, esto es inteligente, merecedor de un Premio Nobel o un Oscar, quizá—, así que tuve que escuchar a mamá desde la planta baja gritoneando sus impropias palabrotas dignas de camionero, los azotes a las pobres puertas de caoba instaladas por mi padre (o sea, los gabinetes, cajoneras y alacenas) y estuve lista para un día de escuela en verdadero tiempo récord.
Vamos. Merezco un premio.
¿Un tour por la Casa Blanca? ¿Una tarde con Obama? ¿Un Diploma?
Cuando me encontré con la mujer que me dio la vida (misma que lanzaba chispas por los ojos y todo) prácticamente introdujo el waffle dentro de mi boca y me pinchó con el tenedor en el pulmón. O el páncreas. Una nunca sabe.
Yo: ¿Qué diablos te sucede?
Mamá: Siempre te levantas tarde.
Yo: Papá siempre se levanta tarde. Es una especie de herencia maldita, pienso yo.
Mamá: Trágate tu desayuno si no quieres que cometa un asesinato.
Yo: ¿Asesinato? Madre, no estoy a favor de esa actitud terrorista; pero te ayudaré a enterrar el cuerpo.
Mamá: Creo que eres adoptada.
Yo: Vaya. Eso es amable.
Así que me frunció el ceño —su nariz respingona luce de lo más graciosa cuando lo hace— y yo reí, me tragué el desayuno y fui a cepillarme los dientes. Salí corriendo hacia mi coche, gritando algún “hasta luego” y me monté en él, conduciendo a toda velocidad rumbo al instituto. Mi primera clase era con la Srta. Perkins. Es una solterona de cuarenta y pocos años que utiliza ropa holgada y sin estilo. Lleva gafas de montura ancha colgando por su cuello y una sonrisa de lo más falsa en el rostro. Es guapa. Rubia, alta y delgada. Pero la literatura es el amor de su vida. (Aunque dicen que está secretamente enamorada del conserje). Y en su clase, llegar tarde es como un delito federal.
Las primeras dos horas no fueron tan malas. Escuché a la Srta. Perkins hablar de algún héroe de la literatura y después dio un drástico cambio, iluminando a nuestras mentes con la apasionada obra de Emily Brontë (la más que utilizada) Cumbres Borrascosas. Mi siguiente clase fue con el Sr. Kennedy, quien nos puso a trabajar en algunos ejercicios de álgebra y nos hizo (esto es opresión, ¿se dan cuenta?) encontrar el valor de la mayoría de las letras del abecedario. No soy muy buena con las matemáticas, pero suspender una materia no es mi propósito.
La llegada del timbre fue fantástica. Me encontré con algunos de mis compañeros diciendo cosas como “¡Putas Matemáticas!”, “¿Para qué me servirá en la vida el álgebra?”, “El Sr. Kennedy es un homosexual reprimido”, “Que le den” y ese tipo de barbaridades que solemos decir. Sonriendo, caminé hacia mi casillero, porque las escuelas públicas de Estados Unidos son de lo más guay, y guardé los materiales pesados de mi mochila dentro de la taquilla. Pasé por un par de parejas empujándose la lengua en la garganta y el equipo de las animadoras correteando por los pasillos gritando un “¡Vamos Osos!”.
Finalmente, después de otras dos horas de clases, me encontré en la cafetería con mis amigos. Llevaba la charola de plástico verde vómito con un saludable sándwich de pechuga de pollo, una leche chocolatada y una suculenta manzana verde. Me senté en medio de mi mejor amigo y George. Allí estaban Coraline, Jeremy, Alex, Connor, Bo y otros más de la pandilla. Hundí el trasero en la banca de plástico y suspiré.
—Luces como si te hubiera arrollado un tren —bromea George, llevándose una papa frita a la boca. Todos ríen. Le sonrío, dándole un amistoso golpe en el hombro y llevo mi comida a la boca.
—Déjame adivinar —me dice Stan, en modo juguetón— Te levantaste tarde —suelto una risa entre dientes, poniendo los ojos en blanco y me recargo en su hombro. Stanley siempre huele bien. Lleva la colonia que le regalé la Navidad pasada. Desde que su madre le compró ese perfume no se ha distanciado de él. Además de que siempre le menciono lo bello que huele con ella puesta.
—Adivinas bien, el negocio de la magia negra le va bien a tu estilo —le comento en modo socarrón. Una sonrisa juguetea entre sus labios mientras trata de parecer indignado y yo me río.
—Vaya, qué chistosa —me pica con sus dedos en la tripa y yo me carcajeo— Sigue en tu modo de payaso y acabas llorando de la risa —hace una pausa dramática, sonriendo— En el suelo.
—Uh, Stanley, utilizar las cosquillas en mi contra es caer demasiado bajo —lo señalo con mi dedo índice y nos reímos. Le doy un sorbo a mi leche y me dirijo a Brooke, quien nos observa con una sonrisa tierna en el rostro. Me ruborizo violentamente y la pateo por debajo de la mesa— Hola, Bo.
—Hola, Britt —me saluda de vuelta, risueña— Creo que los moretones no van bien conmigo. Estamos entrando a la primavera y la nieve y el frío se despiden un rato para iluminarnos con flores y pájaros cantando, no es muy amable agredir a las personas, ¿lo sabes? Tenemos una charla pendiente. No es normal esos ataques repentinos de ira —sonríe con todos los dientes y se encoge de hombros.
—Cállate, ingeniosa —ambas nos reímos y le doy un mordisco a mi sándwich— Mamá se enojó conmigo esta mañana.
Brooke es la única que conoce mi loco y profundo amor hacia Stanley McKinley. Cabe mencionar que es mi mejor amiga además de ese rubio de pispiretos ojos azules. Al principio, cuando caí en cuenta de lo mucho que me gustaba Stan y comencé a tener ese tipo de dudas existenciales que salen a la luz cuando te enteras de un amor de lo más sincero hacia tu mejor amigo, ella estuvo allí para mí. Bo se había dado cuenta desde antes. Incluso desde antes de que yo me diera cuenta. Tiene ese don de analizar a las personas y encontrar las respuestas con tan solo observarte. Da un poco de miedo, pero amo todo de ella.
—Cuéntame… amo a tu madre —me dice, riendo.
Mientras caminábamos hacia las taquillas, Alex, George y yo; me encontré con algunos chicos nuevos del equipo de fútbol. Siendo el capitán del equipo de los Osos de la Boston High, la popularidad es algo casi tan importante como mis calcetines de la suerte. O como el beso en la mejilla que deja Britt cada que salgo a algún juego.
Sonrío de medio lado, cruzándome con un chico y provocando que un par de libros que llevaba en las manos se estrellen estrepitosamente en el suelo.
—Lo siento, iba distraído —le digo, inclinándome hacia abajo y recogiendo un par de papeles y un libro de Biología. Sonriendo amigablemente, le entrego sus materiales y éste me observa detenidamente. Tiene ese tipo de miradas duras.
— ¿Tu eres Stanley McKinley? ¿El capitán del equipo? —me pregunta, cogiendo sus pertenencias de mis manos. Asiento, sosteniendo la oreja de mi mochila en un hombro y cambiando el peso de mi cuerpo de una pierna a la otra.
—El mismo —escucho el sonido de la cámara de Alexander y estrecho mis ojos. Volteo hacia ellos, tratando de lucir exasperado, y se ríen entre dientes— Esperen un momento, chicos —casi les ruego.
—Soy uno de los nuevos, Owen Reynolds —me tiende su mano y yo estampo mi palma contra la suya, mientras él estrecha la mía. Vaya chico. Ambos nos reímos y se la estrecho también. Estoy acostumbrado a las palmadas en el pecho y los gritos de gorila. O algo parecido. Conecto mis ojos con los suyos, que son marrones (como los de Brittany) e instantáneamente me cae bien. Es muy alto, muy delgado y un poco extraño, pero luce amigable y tenemos algo en común.
—Mucho gusto, Owen —le sonrío— Dime Stan —hago una pausa— ¿Ocurre algo?
—No —hace un mohín— Simple curiosidad. El coach dijo que no actuemos como nenas y conozcamos a los demás, así que —se encoge de hombros y yo sonrío de oreja a oreja, contagiándolo— Veme aquí.
Me río. Me cae bien.
—Bueno, no eres una nena —sonrío por última vez— De hecho, no tienes una voz de nena, pero me dio mucho gusto conocerte. ¿Nos vemos en el entrenamiento?
—Claro —sonríe y yo asiento.
—Hasta el rato, Owen —comienzo a caminar y Alex cuelga su brazo larguirucho por mi cuello.
—Ese es mi chico —me río, empujándolo y provocando que se carcajee— Siempre actuando como todo un caballero. Si no te conociera tan bien podrías interpretar el papel de Jesús en la pastorela de la iglesia la siguiente Navidad.
—Cállate, idiota —hundo mi mano en su cabeza llena de rulos y lo abrazo un poco, dándole un sonoro beso en la frente.
— ¿Qué demonios? —susurra George, revoleando los ojos como un chiquillo. Ambos nos reímos y Alex baja su mano y la posa en mi espalda baja— Ustedes me dan miedo, en serio chicos.
—Ven Georgie, para ti también hay amor —digo en un tono meloso y nos carcajeamos los tres.
Llegamos al patio del instituto y nos echamos —para nada en sentido literal— sobre el césped. Me recargo en un tronco de un árbol frondoso y verde y Alexander se acuesta a mi lado, utilizando mi mochila de almohada.
—Te la presto si quieres, siéntete como en casa —le digo con sarcasmo y George se ríe.
—Son unas nenas —dice el moreno y Alex le da un ligero golpe en la nuca.
—Cállate, Brooks.
—Idiota.
—Ya, dejen de actuar como bebés —bufo, ganándome un par de miradas pesadas.
—Cambiando de tema… necesito hablarte de algo, Stanley —me dice George, recargándose sobre un codo. En su rostro juega una sonrisilla arrogante y superior, pero estoy acostumbrado a sus gestos. Pongo los ojos en blanco, esperando a que diga alguna idiotez.
—Ilumíname.
— ¿Desde cuándo Brittany tiene las tetas grandes? —me pregunta, verdaderamente interesado. Lo observo frunciendo el entrecejo y siento mis mejillas calientes. Alex me observa detenidamente, midiendo mi reacción. Todos saben que Brittany es intocable. Esa chica es prácticamente mía. Le conozco desde tercer grado y nuestra relación es… la mejor que tendré nunca. Es mi mejor amiga y yo me encargo de protegerla de patanes. George es mi amigo y lo quiero mucho, pero es un patán y Britt es Britt. Mi Britt.
—Deja de verle las tetas —mi voz suena un poco más ronca cuando lo digo, pero no quiero pelearme con él. Es mi amigo— Pervertido —una letanía de palabrotas (grotescas e impropias, según Britt) se acumulan en mi cerebro, queriendo salir y ser expulsadas, pero retengo mi mal genio. Sólo porque es George.
—Veámoslo de esta manera —me dice, haciendo señas con su mano libre— Soy un chico guapo —se apunta hacia el pecho y su sonrisa arrogante vuelve a formársele en el rostro— Y demonios, ella es una chica guapa, caliente como el infierno —aprieto la mandíbula y mi puño pica. Queriendo ser lanzado directo a esa atractiva barbilla, hundirse en esa nariz, formándole un hematoma…— Los chicos guapos congenian —se encoge de hombros— ¿Qué pasa si me la tiro?
Jesús.
Veo los ojos verdes de Alex relampaguear y su cuerpo tensándose. Esperando mi respuesta. De pronto está sentado y tengo su mano en mi hombro.
—Stan… —comienza.
— ¿Qué pasa si te pateo en las bolas? —George se ríe.
—Hermano, compartir es vivir, por favor —se carcajea abiertamente y el agarre de mi mejor amigo se refuerza sobre mi hombro. Observo al cielo, buscando un poco más de cordura. De pronto se calla y me observa detenidamente, acusándome con su dedo índice, al borde de un ataque catártico— No me digas que estás enamorado de ella —se burla, riéndose entre dientes y con una sonrisa grande en el rostro.
¡AYUDA! Grito internamente.
Con las cejas juntas, los puños apretados y la mandíbula tensa, me convenzo a mí mismo de que no es así. Patrañas. Ella es mi todo, prácticamente, pero es mi mejor amiga. Me encanta su sonrisa, su voz por las mañanas, sus ocurrencias. Me encanta verle sonrojada, me encanta que se ría de mis estupideces… que confíe en mí. Me gusta su infantil pijama de cerdos rosados y morados y su cabello rubio después de levantarse. Es hermosa. Linda. Carismática. Leal. Buena amiga. Inteligente. Guapa, sí. Pero es mi mejor amiga. Y los mejores amigos no se enamoran.
Es como incesto.
— ¡Qué carajos, George! —chillo como las animadoras. Patético— Es como mi hermana. Claro que no estoy enamorado de ella.
Pero una vocecilla, una voz escondida muy dentro de mí me reta, preguntando: ¿Seguro?
Y no sé qué pensar. No debo enamorarme de Brittany Grimbley. Simplemente no. No es sano.
La verdad es que, acá entre nos, levantarme temprano no es mi acción preferida. Para empezar, odio los lunes. El cariño hacia ese día de la semana es tan nulo como el que le tengo a la cebolla. Y vaya que la cebolla es mi archienemiga. Es infantil y puedo hablarles de las riñas entre mi madre y yo en la mesa a la hora de la merienda o la cena, pero eso provocaría alguna jaqueca o un SPM adelantado. Los síndromes pre-menstruales son igual de horrendos que los lunes o la cebolla. O el tomate cocido. O una pizza sin queso.
Esta mañana el despertador no inundó a mis oídos con su ejemplar y muy amada orquesta sinfónica para levantarme y obligarme a sacar el culo fuera de las mantas y la suavidad de mi cama para ir al instituto —reconozcan cuánta ironía ha habido allí, esto es inteligente, merecedor de un Premio Nobel o un Oscar, quizá—, así que tuve que escuchar a mamá desde la planta baja gritoneando sus impropias palabrotas dignas de camionero, los azotes a las pobres puertas de caoba instaladas por mi padre (o sea, los gabinetes, cajoneras y alacenas) y estuve lista para un día de escuela en verdadero tiempo récord.
Vamos. Merezco un premio.
¿Un tour por la Casa Blanca? ¿Una tarde con Obama? ¿Un Diploma?
Cuando me encontré con la mujer que me dio la vida (misma que lanzaba chispas por los ojos y todo) prácticamente introdujo el waffle dentro de mi boca y me pinchó con el tenedor en el pulmón. O el páncreas. Una nunca sabe.
Yo: ¿Qué diablos te sucede?
Mamá: Siempre te levantas tarde.
Yo: Papá siempre se levanta tarde. Es una especie de herencia maldita, pienso yo.
Mamá: Trágate tu desayuno si no quieres que cometa un asesinato.
Yo: ¿Asesinato? Madre, no estoy a favor de esa actitud terrorista; pero te ayudaré a enterrar el cuerpo.
Mamá: Creo que eres adoptada.
Yo: Vaya. Eso es amable.
Así que me frunció el ceño —su nariz respingona luce de lo más graciosa cuando lo hace— y yo reí, me tragué el desayuno y fui a cepillarme los dientes. Salí corriendo hacia mi coche, gritando algún “hasta luego” y me monté en él, conduciendo a toda velocidad rumbo al instituto. Mi primera clase era con la Srta. Perkins. Es una solterona de cuarenta y pocos años que utiliza ropa holgada y sin estilo. Lleva gafas de montura ancha colgando por su cuello y una sonrisa de lo más falsa en el rostro. Es guapa. Rubia, alta y delgada. Pero la literatura es el amor de su vida. (Aunque dicen que está secretamente enamorada del conserje). Y en su clase, llegar tarde es como un delito federal.
Las primeras dos horas no fueron tan malas. Escuché a la Srta. Perkins hablar de algún héroe de la literatura y después dio un drástico cambio, iluminando a nuestras mentes con la apasionada obra de Emily Brontë (la más que utilizada) Cumbres Borrascosas. Mi siguiente clase fue con el Sr. Kennedy, quien nos puso a trabajar en algunos ejercicios de álgebra y nos hizo (esto es opresión, ¿se dan cuenta?) encontrar el valor de la mayoría de las letras del abecedario. No soy muy buena con las matemáticas, pero suspender una materia no es mi propósito.
La llegada del timbre fue fantástica. Me encontré con algunos de mis compañeros diciendo cosas como “¡Putas Matemáticas!”, “¿Para qué me servirá en la vida el álgebra?”, “El Sr. Kennedy es un homosexual reprimido”, “Que le den” y ese tipo de barbaridades que solemos decir. Sonriendo, caminé hacia mi casillero, porque las escuelas públicas de Estados Unidos son de lo más guay, y guardé los materiales pesados de mi mochila dentro de la taquilla. Pasé por un par de parejas empujándose la lengua en la garganta y el equipo de las animadoras correteando por los pasillos gritando un “¡Vamos Osos!”.
Finalmente, después de otras dos horas de clases, me encontré en la cafetería con mis amigos. Llevaba la charola de plástico verde vómito con un saludable sándwich de pechuga de pollo, una leche chocolatada y una suculenta manzana verde. Me senté en medio de mi mejor amigo y George. Allí estaban Coraline, Jeremy, Alex, Connor, Bo y otros más de la pandilla. Hundí el trasero en la banca de plástico y suspiré.
—Luces como si te hubiera arrollado un tren —bromea George, llevándose una papa frita a la boca. Todos ríen. Le sonrío, dándole un amistoso golpe en el hombro y llevo mi comida a la boca.
—Déjame adivinar —me dice Stan, en modo juguetón— Te levantaste tarde —suelto una risa entre dientes, poniendo los ojos en blanco y me recargo en su hombro. Stanley siempre huele bien. Lleva la colonia que le regalé la Navidad pasada. Desde que su madre le compró ese perfume no se ha distanciado de él. Además de que siempre le menciono lo bello que huele con ella puesta.
—Adivinas bien, el negocio de la magia negra le va bien a tu estilo —le comento en modo socarrón. Una sonrisa juguetea entre sus labios mientras trata de parecer indignado y yo me río.
—Vaya, qué chistosa —me pica con sus dedos en la tripa y yo me carcajeo— Sigue en tu modo de payaso y acabas llorando de la risa —hace una pausa dramática, sonriendo— En el suelo.
—Uh, Stanley, utilizar las cosquillas en mi contra es caer demasiado bajo —lo señalo con mi dedo índice y nos reímos. Le doy un sorbo a mi leche y me dirijo a Brooke, quien nos observa con una sonrisa tierna en el rostro. Me ruborizo violentamente y la pateo por debajo de la mesa— Hola, Bo.
—Hola, Britt —me saluda de vuelta, risueña— Creo que los moretones no van bien conmigo. Estamos entrando a la primavera y la nieve y el frío se despiden un rato para iluminarnos con flores y pájaros cantando, no es muy amable agredir a las personas, ¿lo sabes? Tenemos una charla pendiente. No es normal esos ataques repentinos de ira —sonríe con todos los dientes y se encoge de hombros.
—Cállate, ingeniosa —ambas nos reímos y le doy un mordisco a mi sándwich— Mamá se enojó conmigo esta mañana.
Brooke es la única que conoce mi loco y profundo amor hacia Stanley McKinley. Cabe mencionar que es mi mejor amiga además de ese rubio de pispiretos ojos azules. Al principio, cuando caí en cuenta de lo mucho que me gustaba Stan y comencé a tener ese tipo de dudas existenciales que salen a la luz cuando te enteras de un amor de lo más sincero hacia tu mejor amigo, ella estuvo allí para mí. Bo se había dado cuenta desde antes. Incluso desde antes de que yo me diera cuenta. Tiene ese don de analizar a las personas y encontrar las respuestas con tan solo observarte. Da un poco de miedo, pero amo todo de ella.
—Cuéntame… amo a tu madre —me dice, riendo.
***
Mientras caminábamos hacia las taquillas, Alex, George y yo; me encontré con algunos chicos nuevos del equipo de fútbol. Siendo el capitán del equipo de los Osos de la Boston High, la popularidad es algo casi tan importante como mis calcetines de la suerte. O como el beso en la mejilla que deja Britt cada que salgo a algún juego.
Sonrío de medio lado, cruzándome con un chico y provocando que un par de libros que llevaba en las manos se estrellen estrepitosamente en el suelo.
—Lo siento, iba distraído —le digo, inclinándome hacia abajo y recogiendo un par de papeles y un libro de Biología. Sonriendo amigablemente, le entrego sus materiales y éste me observa detenidamente. Tiene ese tipo de miradas duras.
— ¿Tu eres Stanley McKinley? ¿El capitán del equipo? —me pregunta, cogiendo sus pertenencias de mis manos. Asiento, sosteniendo la oreja de mi mochila en un hombro y cambiando el peso de mi cuerpo de una pierna a la otra.
—El mismo —escucho el sonido de la cámara de Alexander y estrecho mis ojos. Volteo hacia ellos, tratando de lucir exasperado, y se ríen entre dientes— Esperen un momento, chicos —casi les ruego.
—Soy uno de los nuevos, Owen Reynolds —me tiende su mano y yo estampo mi palma contra la suya, mientras él estrecha la mía. Vaya chico. Ambos nos reímos y se la estrecho también. Estoy acostumbrado a las palmadas en el pecho y los gritos de gorila. O algo parecido. Conecto mis ojos con los suyos, que son marrones (como los de Brittany) e instantáneamente me cae bien. Es muy alto, muy delgado y un poco extraño, pero luce amigable y tenemos algo en común.
—Mucho gusto, Owen —le sonrío— Dime Stan —hago una pausa— ¿Ocurre algo?
—No —hace un mohín— Simple curiosidad. El coach dijo que no actuemos como nenas y conozcamos a los demás, así que —se encoge de hombros y yo sonrío de oreja a oreja, contagiándolo— Veme aquí.
Me río. Me cae bien.
—Bueno, no eres una nena —sonrío por última vez— De hecho, no tienes una voz de nena, pero me dio mucho gusto conocerte. ¿Nos vemos en el entrenamiento?
—Claro —sonríe y yo asiento.
—Hasta el rato, Owen —comienzo a caminar y Alex cuelga su brazo larguirucho por mi cuello.
—Ese es mi chico —me río, empujándolo y provocando que se carcajee— Siempre actuando como todo un caballero. Si no te conociera tan bien podrías interpretar el papel de Jesús en la pastorela de la iglesia la siguiente Navidad.
—Cállate, idiota —hundo mi mano en su cabeza llena de rulos y lo abrazo un poco, dándole un sonoro beso en la frente.
— ¿Qué demonios? —susurra George, revoleando los ojos como un chiquillo. Ambos nos reímos y Alex baja su mano y la posa en mi espalda baja— Ustedes me dan miedo, en serio chicos.
—Ven Georgie, para ti también hay amor —digo en un tono meloso y nos carcajeamos los tres.
Llegamos al patio del instituto y nos echamos —para nada en sentido literal— sobre el césped. Me recargo en un tronco de un árbol frondoso y verde y Alexander se acuesta a mi lado, utilizando mi mochila de almohada.
—Te la presto si quieres, siéntete como en casa —le digo con sarcasmo y George se ríe.
—Son unas nenas —dice el moreno y Alex le da un ligero golpe en la nuca.
—Cállate, Brooks.
—Idiota.
—Ya, dejen de actuar como bebés —bufo, ganándome un par de miradas pesadas.
—Cambiando de tema… necesito hablarte de algo, Stanley —me dice George, recargándose sobre un codo. En su rostro juega una sonrisilla arrogante y superior, pero estoy acostumbrado a sus gestos. Pongo los ojos en blanco, esperando a que diga alguna idiotez.
—Ilumíname.
— ¿Desde cuándo Brittany tiene las tetas grandes? —me pregunta, verdaderamente interesado. Lo observo frunciendo el entrecejo y siento mis mejillas calientes. Alex me observa detenidamente, midiendo mi reacción. Todos saben que Brittany es intocable. Esa chica es prácticamente mía. Le conozco desde tercer grado y nuestra relación es… la mejor que tendré nunca. Es mi mejor amiga y yo me encargo de protegerla de patanes. George es mi amigo y lo quiero mucho, pero es un patán y Britt es Britt. Mi Britt.
—Deja de verle las tetas —mi voz suena un poco más ronca cuando lo digo, pero no quiero pelearme con él. Es mi amigo— Pervertido —una letanía de palabrotas (grotescas e impropias, según Britt) se acumulan en mi cerebro, queriendo salir y ser expulsadas, pero retengo mi mal genio. Sólo porque es George.
—Veámoslo de esta manera —me dice, haciendo señas con su mano libre— Soy un chico guapo —se apunta hacia el pecho y su sonrisa arrogante vuelve a formársele en el rostro— Y demonios, ella es una chica guapa, caliente como el infierno —aprieto la mandíbula y mi puño pica. Queriendo ser lanzado directo a esa atractiva barbilla, hundirse en esa nariz, formándole un hematoma…— Los chicos guapos congenian —se encoge de hombros— ¿Qué pasa si me la tiro?
Jesús.
Veo los ojos verdes de Alex relampaguear y su cuerpo tensándose. Esperando mi respuesta. De pronto está sentado y tengo su mano en mi hombro.
—Stan… —comienza.
— ¿Qué pasa si te pateo en las bolas? —George se ríe.
—Hermano, compartir es vivir, por favor —se carcajea abiertamente y el agarre de mi mejor amigo se refuerza sobre mi hombro. Observo al cielo, buscando un poco más de cordura. De pronto se calla y me observa detenidamente, acusándome con su dedo índice, al borde de un ataque catártico— No me digas que estás enamorado de ella —se burla, riéndose entre dientes y con una sonrisa grande en el rostro.
¡AYUDA! Grito internamente.
Con las cejas juntas, los puños apretados y la mandíbula tensa, me convenzo a mí mismo de que no es así. Patrañas. Ella es mi todo, prácticamente, pero es mi mejor amiga. Me encanta su sonrisa, su voz por las mañanas, sus ocurrencias. Me encanta verle sonrojada, me encanta que se ría de mis estupideces… que confíe en mí. Me gusta su infantil pijama de cerdos rosados y morados y su cabello rubio después de levantarse. Es hermosa. Linda. Carismática. Leal. Buena amiga. Inteligente. Guapa, sí. Pero es mi mejor amiga. Y los mejores amigos no se enamoran.
Es como incesto.
— ¡Qué carajos, George! —chillo como las animadoras. Patético— Es como mi hermana. Claro que no estoy enamorado de ella.
Pero una vocecilla, una voz escondida muy dentro de mí me reta, preguntando: ¿Seguro?
Y no sé qué pensar. No debo enamorarme de Brittany Grimbley. Simplemente no. No es sano.
- besi en la coli:
- No me terminó de gustar el final no me gustó soy una escritora mediocre, lo siento. Ahqué. Es todo lo que salió. Escribí mas o menos todo lo que quería dejar en claro. Me aventuré y utilicé a algunos de sus personajes, espero que no les moleste y que la perspectiva que tomé de ellos de acuerdo a las fichas sea la correcta. De igual modo mis bebés están a su disposición, ya tramé con algunas. Izzybú, no me dijiste nada de la bff de Bo así que. Es mía ahora, ah. Espero les guste y se hayan inspirado y todo. Sigue my baby Stephylú. Las amo, locas.
Última edición por lemon. el Vie 27 Jun 2014, 3:45 am, editado 1 vez
wanweird
Re: Friendzone.
believe. escribió:Bueno, pues vengo aquí a dejar mi comentario porque el prólogo me ha encantado y las imágenes y en serio ha quedado hermoso<3
me ha encantado la trama, y pues eso, seré su fiel lectora.
Soy Yaz, por cierto c:
pd. espero cap pronto
Hola bby Yaz, bienvenida a este humilde lugar tu hogar. Siéntete como en casa, ¿gustas café? ¿limonada, té, soda, agua? Dime. Ahno. Muchas gracias, me alegra que te haya gustado todo. Besitos.
wanweird
Re: Friendzone.
ay. fue jodidamente hermoso me dejaste con la misma sensación con la que me quedo cuando travis maddox dice que ama a abby (?) o cuando patch besa a nora (?) mi cara se deforma y mis feels explotan PORQUE FUE HERMOOOOOOOOSO pillaste a la perfección el estilo de brooke, marie XD "—Hola, Britt —me saluda de vuelta, risueña— Creo que los moretones no van bien conmigo. Estamos entrando a la primavera y la nieve y el frío se despiden un rato para iluminarnos con flores y pájaros cantando, no es muy amable agredir a las personas, ¿lo sabes? Tenemos una charla pendiente. No es normal esos ataques repentinos de ira —sonríe con todos los dientes y se encoge de hombros." PLZ ES PERFECTA PERFECTA HACES QUE LA AME MÁS DE LO NORMAL (?) y stan, O M G huele bien, ahre (?) lleva colonia de macho pistacho (?) y george y las tetas de britt hahahha<33 morí cuando dice "— Soy un chico guapo —se apunta hacia el pecho y su sonrisa arrogante vuelve a formársele en el rostro—" ME REÍ MUCHO WEON (?) XDDDDDD fue perfecto el primer cap, marie, eres una diosa y te re amoooo ya quiero empezar con el mío, so, voy a ir preparándome (?) ;-; fue perfecto, bai.
michael.
Re: Friendzone.
es que no cada vez que leo lo de las tetas grande y eso de incesto me mato de la risa, joder, pene escribes maravillosamente bien, pero si tu dice que es mierda, es una mierda mu cute, lo ame definitivamente lo ame, y george es mi platónico, eso me recuerda a george weasley, mierda, esop espero pacientemente el siguiente cap
Última edición por Anastacia el Vie 27 Jun 2014, 4:13 pm, editado 1 vez
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