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Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Friendzone.
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Re: Friendzone.
Anastacia no subió ): so tomaré el turno ofrecida porque dudo que suba alguien más y aun sigo faltando yo en esta ronda. El fin de semana lo subiré, por ahora comienzo a escribir.
Invitado
Invitado
Re: Friendzone.
chica, los siento mucho, si empezara a decir todas las cosas que me han sucedió en esta semana, solo eh tenido tiempo de estar en el computador en las noches y digamos que largos momento no, así que lo siento mucho, pero por favor de las ultimas en la primera ronda. gracias.
Invitado
Invitado
capítulo 011
Capítulo 011
She got a body like an hourglass, But I can give it to you all the time She got a booty like a Cadillac, But I can send you into overdrive (oh) (Stop and wait, wait for that, Stop, hold up, swing your bat).
“No trates de cambiar con tus acciones a una persona que amas. Esa persona no cambiará. Al final tu saldo serán números rojos, muchas cicatrices del alma, del orgullo, del cuerpo y del corazón.”
“No seas masoquista.”
“Si te ama no lo pensará dos veces antes de decir que sí a todas tus locuras, es más, querrá que tu ayudes a llevar a cabo todas las que se le ocurran; tampoco preferirá herirte ni lastimarte antes que abrazarte, brindarte su tiempo y cariño.”
“No mendigues ni siquiera un poco de su tiempo o de su cariño.”
“Vacía por dentro, ¿pues qué era lo que tenía? Un alma rota, si es que era cierto que el ser humano tenía un alma inmortal como algunos decían. Y un corazón, ¿pero de qué me servía a mí el corazón? Simplemente era como un motor artificial que me mantenía ligada a ese destrozo al que solía llamar vida, mi corazón, pisoteado en repetidas ocasiones sin compasión, despreciado por todos, herido de muerte y pobremente sanado... Un corazón que apenas resistía, golpeado un millón de veces por la maldad y el odio que las personas provocan, se desvanece de angustia, es corroído por la envidia, la vanidad y el egoísmo que lo envenenan... […] Sí eso es lo que tengo, un corazón envenenado, pues las posibilidades de encontrar un antídoto desaparecen cada día más.”
—Larga jordana, ¿no crees? —el hombrecito aparece de la nada y mi corazón parece que no puede circular más sangre, ahora toda se me estanco en el rostro.
—Bastante para un jugador de fútbol americano —sonreí.
Cerré el libro, pero el plegable que había dejado sobre la silla a mi lado pronto se fue mostrando y tuve que ser ágil para que no lo viera, no podía, al menos no por ahora.
Seguramente noto mis nervios por lo que solo siguió mirando el techo como un grandísimo genio. A pocos segundos de recoger mi cabello en una coleta muy alta, mi goma se dañó.
— Qué será lo que estás haciendo, América que todo te está saliendo mal — mis mejillas se tornaron color carmesí. ¿Ahora qué? Si lo ve es el fin de mi vida y que el sufrimiento de mis manos será en vano.
— ¿Por qué lo dices? —en sus mejillas se oscurecieron dos hoyitos muy simpáticos que me causaron un poco de curiosidad. En realidad jamás le había notado esos hoyuelos porque, porque… Bueno, en parte él casi no sonríe cuando está conmigo.
El reloj marca las nueve en punto cuando todos se han disipado, aburridos y cansados por la larga jornada de estudio que pronto allegaba la hora de comenzar. El espacio en blanco es extenso y la puerta de la biblioteca comienza a hacerse más lejana.
Ha pasado una semana desde que decidí no contarle nada a Jeremy. Nada, nada. Sinceramente sería devastador dañas años de amistad por un capricho que seguramente se me pasaría en menos de un mes. Fue difícil confrontarme a mí misma, tomar decisiones que no me apetecía resolver y por supuesto, envolverme en cuentos o rumores respecto a cualquier cosa. Esconderme, ¡claro! Soy fantástica para hacer eso, es mi respuesta a todo. Por eso se me hizo más fácil resolver concretamente que es lo que exactamente tengo o siento. Leer fue mi última alternativa y por ello ahora soy una patética lectora que sufre por el amor de su mejor amigo. Entretenerme es de la única manera que puedo encontrar paz y olvidarme de mis absurdos sentimientos.
Él por otro lado había iniciado su papeleo para entrar al equipo de fútbol y recién hoy había tenido que conocer a su capitán. Todo parecía estar yendo bien desde lo que me concernía.
“Por lo tanto, el amor es eso, un arte erróneo como yo, que te quiero, sin quererlo y por casualidad.”
Siempre odié los días calurosos. Sentada bajo el enorme árbol que vivía frente a mi casa, observaba a la gente ir y venir apurada de un lado al otro, de aquí para allá. Siempre lo mismo. No había diferencia. Llegue al punto de exasperarme por la rutina que ya había establecido y por lo cotidiana que podía ser mi vida.
Llegue a experimentar lo que toda chica de catorce o cercanos siempre pensaba del primera atravesado, de un chico que fuera más atractivo que los demás pordioseros que cruzaban mirada con ella. Jeremy siempre fue un chico maravilloso, completo y entregado. Agradaba hasta a las mascotas de los vecinos. Simplemente alguien que era para mí. Encajábamos, pero a veces nuestros engranes se oxidaban y no era lo mismo.
Variábamos en estados de ánimo, cuando yo podía estar radiando felicidad en él florecía el malhumor y la desgracia. Era difícil tanto para él como para mí coordinar en horarios, en citas, cenas, salidas, posibles encuentros después de semanas largas de estudio. Poco a poco se fue marchitando la amistad cultivada y se me hizo algo bastante brusco el cambio de ambiente, ya ni era la misma rutina agradable de los encuentros castos entre Jeremy y yo.
¿Cómo volvió a renacer aquello que estaba más muerto que flores marchitas? Una duda inundo a otra porque fue cuestión del destino que nos hayamos encontrado en un momento libre, solos, lejos de cualquier atadura. Aquello se volvió una relación eterna que hasta ahora no se ha vuelto a romper, en efecto han sido muchas desigualdades en ese camino pero nunca se asegura que no pueda funcionar.
—Ya me voy —murmuré— Tal vez te vea después.
—¿Tal vez?
—Sí. He dicho “tal vez” —afirmé y note su angustia o preocupación por la repentina despedida.
—Está bien. Te llamaré.
—Está bien.
Me estaba arrepintiendo de mi decisión inclusive antes de salir de la biblioteca. Agarré también mi mochila por si la necesitaba. Me la colgué en el hombro.
Le di un último aspiro a los libros y salí directamente a la calle. Ni siquiera me fijé cuando la crucé. No le di una última ojeada. Escuché el pitido de un auto. Un pitido horriblemente fuerte que aguzó mi oído. Ni siquiera pude voltear.
—¡América! ¡Oye! ¿Qué esperas, cabrona? Mueve el culo, aún falta pasar por Summer.
Mis ojos no aclaraban lo que veía pero si la maliciosa voz que me lo había dicho. Acorte las palabras que se venían y salte al auto como si mi vida dependiera de ello. El rechinido de las llantas alteró a las chicas traseras y el auto avanzo rápidamente. El viento era increíblemente refrescante, el sudor seso y mis manos ya se tornaron fríos.
—Esto parece una decisión que tomaste a última hora —abuchee para entrar más en ambiente. Brittany mordisqueo su chicle con rapidez.
—No es como que me agrade hacer salidas como estas, tú sabes…
—Sí, lo sé. Solo me gusta molestarte tanto que te saque de quicio y pueda luego conducir esta belleza de auto, ¿de dónde lo sacaste? —el rojo brillaba con tal intensidad que la luna se veía opaca. Anabel pego un gritito de alegría.
—Me lo dio mi padre, ¿cómo ves eso? —sonrió orgullosa y sonreí de la misma forma, pero en dirección al auto.
—Ojala no se estropee, sería una gran lastima…
De muchos tipos de refranes, desde los burlones hasta los reales; me costó creer que alguien tan espontaneo y caritativo como se podía diferenciar en la clase, Owen, preferiblemente hoy callo en todas las preguntas que se le formularon. En su última oportunidad antes de que la maestra Acora le pusiera el 6, formulo una misma pregunta de otra manera. Sorprendentemente este respondió con el descaro absoluto de no importarle mucho su clase ni su manera de interactuar con sus alumnos.
Lo gracioso fue que la dejo con el pico cerrado. Valla que nos llevamos sorpresas todos los días, uno nunca sabe.
El pasillo se llenó en pocos minutos y la campana retintineo en todos lados, causando estruendosos gritos.
—Ya deberían arreglar ese endemoniado aparato, me tiene cardiaca. Algún día demandare a ese tacaño director que no se pone en marcha con su mantenimiento —se quejó el capitán del equipo de fútbol y la persona a la cual buscaba.
—Te acompañaría pero prefiero lamer sus zapatos para que no me de mi última advertencia y pueda ser expulsado de aquí, es mejor no arriesgarse —él se giró y rió al ver mi expresión asustadiza fingida.
—Jeremy, ¿no?
—El mismo.
—Wow, eres más simpático de lo que me hubiera imaginado —estrechamos nuestras manos de una manera poco blanda. — Cuéntame, ¿has hecho algún tipo de deporte relacionado?
—Se me da el fútbol y derivados de él, el baloncesto y… —cerré los ojos dramáticamente— la natación, sí. Tengo mis reconocimientos, por supuesto, me gusta participar en todo tipo de competencias, practico arduamente.
—Ya veo —sonrió— te veré en las canchas, entonces.
—Hecho, adiós…
—Stanley. Adiós, Jeremy.
Me rasque mi barba recién afeitada. Que majo, ya se ven chicos buena gente y que no muestra empatía desde que pisan el colegio. Algunos hasta causan nauseas por su aspecto desaseado y poco sutil. Normalmente se llevan una buena imagen de mí, espero que sea cierto que en el equipo todos los tipos son amigables y no hacen novatadas tan crueles. De lo contrario me ganare mi último chance de mostrarle al director que no causare más problemas.
Una melena larga y rojiza comenzó a avanzar con rapidez hasta mis brazos estirados esperando por mi bella chica, ¿qué esperaban? Yo la conocía, conocía aquellos mechones rojo natural que suavizaban y neutralizaban cualquier esquivo.
—No te saltes las clases, América. Es la última vez que te lo advierto, y hablo muy en serio —mi tono podía ser serio, mi semblante creíble pero por dentro me derretía por sus hermosos ojos que aún me miraban tristemente por los sermones que siempre le tiraba al verla deambular en los pasillos.
—Jeremy…
—No te lo repetiré más, vete a clases.
—Es que necesito decirte algo…
—Me lo dirás después, vete.
—¡Jeremy!
—¡América Sangster! ¡Vete a clases ahora mismo o juro que…! —sus ojos se cristalizaron y me sentí culpable como todas las veces que exagero. Gracias papá— Oye, lo-lo siento…
—Ya me voy, adiós.
—No, espera, perdóname no quise gritarte así.
—Olvídalo.
¡Bien! Allá iba la sonrisa que me había recibido antes, ahora solo marcaba tristezas infinitas. Bien hecho, Jeremy, bien hecho.
"Porque el amor es un tiempo en dónde se vive y luego, sin más, se acaba todo, se muera todo, se extingue cada cosa con el fuego de la propia tristeza que quema sin piedad la alegría. Y yo no quiero que seas un tiempo, sino la vida o lo que llamamos vivir en compañía."
“No seas masoquista.”
“Si te ama no lo pensará dos veces antes de decir que sí a todas tus locuras, es más, querrá que tu ayudes a llevar a cabo todas las que se le ocurran; tampoco preferirá herirte ni lastimarte antes que abrazarte, brindarte su tiempo y cariño.”
“No mendigues ni siquiera un poco de su tiempo o de su cariño.”
“Vacía por dentro, ¿pues qué era lo que tenía? Un alma rota, si es que era cierto que el ser humano tenía un alma inmortal como algunos decían. Y un corazón, ¿pero de qué me servía a mí el corazón? Simplemente era como un motor artificial que me mantenía ligada a ese destrozo al que solía llamar vida, mi corazón, pisoteado en repetidas ocasiones sin compasión, despreciado por todos, herido de muerte y pobremente sanado... Un corazón que apenas resistía, golpeado un millón de veces por la maldad y el odio que las personas provocan, se desvanece de angustia, es corroído por la envidia, la vanidad y el egoísmo que lo envenenan... […] Sí eso es lo que tengo, un corazón envenenado, pues las posibilidades de encontrar un antídoto desaparecen cada día más.”
—Larga jordana, ¿no crees? —el hombrecito aparece de la nada y mi corazón parece que no puede circular más sangre, ahora toda se me estanco en el rostro.
—Bastante para un jugador de fútbol americano —sonreí.
Cerré el libro, pero el plegable que había dejado sobre la silla a mi lado pronto se fue mostrando y tuve que ser ágil para que no lo viera, no podía, al menos no por ahora.
Seguramente noto mis nervios por lo que solo siguió mirando el techo como un grandísimo genio. A pocos segundos de recoger mi cabello en una coleta muy alta, mi goma se dañó.
— Qué será lo que estás haciendo, América que todo te está saliendo mal — mis mejillas se tornaron color carmesí. ¿Ahora qué? Si lo ve es el fin de mi vida y que el sufrimiento de mis manos será en vano.
— ¿Por qué lo dices? —en sus mejillas se oscurecieron dos hoyitos muy simpáticos que me causaron un poco de curiosidad. En realidad jamás le había notado esos hoyuelos porque, porque… Bueno, en parte él casi no sonríe cuando está conmigo.
El reloj marca las nueve en punto cuando todos se han disipado, aburridos y cansados por la larga jornada de estudio que pronto allegaba la hora de comenzar. El espacio en blanco es extenso y la puerta de la biblioteca comienza a hacerse más lejana.
Ha pasado una semana desde que decidí no contarle nada a Jeremy. Nada, nada. Sinceramente sería devastador dañas años de amistad por un capricho que seguramente se me pasaría en menos de un mes. Fue difícil confrontarme a mí misma, tomar decisiones que no me apetecía resolver y por supuesto, envolverme en cuentos o rumores respecto a cualquier cosa. Esconderme, ¡claro! Soy fantástica para hacer eso, es mi respuesta a todo. Por eso se me hizo más fácil resolver concretamente que es lo que exactamente tengo o siento. Leer fue mi última alternativa y por ello ahora soy una patética lectora que sufre por el amor de su mejor amigo. Entretenerme es de la única manera que puedo encontrar paz y olvidarme de mis absurdos sentimientos.
Él por otro lado había iniciado su papeleo para entrar al equipo de fútbol y recién hoy había tenido que conocer a su capitán. Todo parecía estar yendo bien desde lo que me concernía.
“Por lo tanto, el amor es eso, un arte erróneo como yo, que te quiero, sin quererlo y por casualidad.”
Siempre odié los días calurosos. Sentada bajo el enorme árbol que vivía frente a mi casa, observaba a la gente ir y venir apurada de un lado al otro, de aquí para allá. Siempre lo mismo. No había diferencia. Llegue al punto de exasperarme por la rutina que ya había establecido y por lo cotidiana que podía ser mi vida.
Llegue a experimentar lo que toda chica de catorce o cercanos siempre pensaba del primera atravesado, de un chico que fuera más atractivo que los demás pordioseros que cruzaban mirada con ella. Jeremy siempre fue un chico maravilloso, completo y entregado. Agradaba hasta a las mascotas de los vecinos. Simplemente alguien que era para mí. Encajábamos, pero a veces nuestros engranes se oxidaban y no era lo mismo.
Variábamos en estados de ánimo, cuando yo podía estar radiando felicidad en él florecía el malhumor y la desgracia. Era difícil tanto para él como para mí coordinar en horarios, en citas, cenas, salidas, posibles encuentros después de semanas largas de estudio. Poco a poco se fue marchitando la amistad cultivada y se me hizo algo bastante brusco el cambio de ambiente, ya ni era la misma rutina agradable de los encuentros castos entre Jeremy y yo.
¿Cómo volvió a renacer aquello que estaba más muerto que flores marchitas? Una duda inundo a otra porque fue cuestión del destino que nos hayamos encontrado en un momento libre, solos, lejos de cualquier atadura. Aquello se volvió una relación eterna que hasta ahora no se ha vuelto a romper, en efecto han sido muchas desigualdades en ese camino pero nunca se asegura que no pueda funcionar.
—Ya me voy —murmuré— Tal vez te vea después.
—¿Tal vez?
—Sí. He dicho “tal vez” —afirmé y note su angustia o preocupación por la repentina despedida.
—Está bien. Te llamaré.
—Está bien.
Me estaba arrepintiendo de mi decisión inclusive antes de salir de la biblioteca. Agarré también mi mochila por si la necesitaba. Me la colgué en el hombro.
Le di un último aspiro a los libros y salí directamente a la calle. Ni siquiera me fijé cuando la crucé. No le di una última ojeada. Escuché el pitido de un auto. Un pitido horriblemente fuerte que aguzó mi oído. Ni siquiera pude voltear.
—¡América! ¡Oye! ¿Qué esperas, cabrona? Mueve el culo, aún falta pasar por Summer.
Mis ojos no aclaraban lo que veía pero si la maliciosa voz que me lo había dicho. Acorte las palabras que se venían y salte al auto como si mi vida dependiera de ello. El rechinido de las llantas alteró a las chicas traseras y el auto avanzo rápidamente. El viento era increíblemente refrescante, el sudor seso y mis manos ya se tornaron fríos.
—Esto parece una decisión que tomaste a última hora —abuchee para entrar más en ambiente. Brittany mordisqueo su chicle con rapidez.
—No es como que me agrade hacer salidas como estas, tú sabes…
—Sí, lo sé. Solo me gusta molestarte tanto que te saque de quicio y pueda luego conducir esta belleza de auto, ¿de dónde lo sacaste? —el rojo brillaba con tal intensidad que la luna se veía opaca. Anabel pego un gritito de alegría.
—Me lo dio mi padre, ¿cómo ves eso? —sonrió orgullosa y sonreí de la misma forma, pero en dirección al auto.
—Ojala no se estropee, sería una gran lastima…
{***}
De muchos tipos de refranes, desde los burlones hasta los reales; me costó creer que alguien tan espontaneo y caritativo como se podía diferenciar en la clase, Owen, preferiblemente hoy callo en todas las preguntas que se le formularon. En su última oportunidad antes de que la maestra Acora le pusiera el 6, formulo una misma pregunta de otra manera. Sorprendentemente este respondió con el descaro absoluto de no importarle mucho su clase ni su manera de interactuar con sus alumnos.
Lo gracioso fue que la dejo con el pico cerrado. Valla que nos llevamos sorpresas todos los días, uno nunca sabe.
El pasillo se llenó en pocos minutos y la campana retintineo en todos lados, causando estruendosos gritos.
—Ya deberían arreglar ese endemoniado aparato, me tiene cardiaca. Algún día demandare a ese tacaño director que no se pone en marcha con su mantenimiento —se quejó el capitán del equipo de fútbol y la persona a la cual buscaba.
—Te acompañaría pero prefiero lamer sus zapatos para que no me de mi última advertencia y pueda ser expulsado de aquí, es mejor no arriesgarse —él se giró y rió al ver mi expresión asustadiza fingida.
—Jeremy, ¿no?
—El mismo.
—Wow, eres más simpático de lo que me hubiera imaginado —estrechamos nuestras manos de una manera poco blanda. — Cuéntame, ¿has hecho algún tipo de deporte relacionado?
—Se me da el fútbol y derivados de él, el baloncesto y… —cerré los ojos dramáticamente— la natación, sí. Tengo mis reconocimientos, por supuesto, me gusta participar en todo tipo de competencias, practico arduamente.
—Ya veo —sonrió— te veré en las canchas, entonces.
—Hecho, adiós…
—Stanley. Adiós, Jeremy.
Me rasque mi barba recién afeitada. Que majo, ya se ven chicos buena gente y que no muestra empatía desde que pisan el colegio. Algunos hasta causan nauseas por su aspecto desaseado y poco sutil. Normalmente se llevan una buena imagen de mí, espero que sea cierto que en el equipo todos los tipos son amigables y no hacen novatadas tan crueles. De lo contrario me ganare mi último chance de mostrarle al director que no causare más problemas.
Una melena larga y rojiza comenzó a avanzar con rapidez hasta mis brazos estirados esperando por mi bella chica, ¿qué esperaban? Yo la conocía, conocía aquellos mechones rojo natural que suavizaban y neutralizaban cualquier esquivo.
—No te saltes las clases, América. Es la última vez que te lo advierto, y hablo muy en serio —mi tono podía ser serio, mi semblante creíble pero por dentro me derretía por sus hermosos ojos que aún me miraban tristemente por los sermones que siempre le tiraba al verla deambular en los pasillos.
—Jeremy…
—No te lo repetiré más, vete a clases.
—Es que necesito decirte algo…
—Me lo dirás después, vete.
—¡Jeremy!
—¡América Sangster! ¡Vete a clases ahora mismo o juro que…! —sus ojos se cristalizaron y me sentí culpable como todas las veces que exagero. Gracias papá— Oye, lo-lo siento…
—Ya me voy, adiós.
—No, espera, perdóname no quise gritarte así.
—Olvídalo.
¡Bien! Allá iba la sonrisa que me había recibido antes, ahora solo marcaba tristezas infinitas. Bien hecho, Jeremy, bien hecho.
"Porque el amor es un tiempo en dónde se vive y luego, sin más, se acaba todo, se muera todo, se extingue cada cosa con el fuego de la propia tristeza que quema sin piedad la alegría. Y yo no quiero que seas un tiempo, sino la vida o lo que llamamos vivir en compañía."
Invitado
Invitado
Re: Friendzone.
si estA COLECTIVA SE MUERE LAS VOY A GOLPEAR A CADA UNA DE USTEDES
peralta.
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Re: Friendzone.
¿YOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO? DIOS MÍO
Marie, si subiré, pero dame chance como máximo hasta el martes o miércoles, por favor :cccccccccccccccccc
Marie, si subiré, pero dame chance como máximo hasta el martes o miércoles, por favor :cccccccccccccccccc
Atenea.
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pixie.
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