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Hijo de la Pasión (Nick jonas & Tú /Adaptación )
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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HIJO DE LA PASIÓN (NICK JONAS & TÚ /ADAPTACIÓN ) {CAMBIO DE CUENTA}
CAPITULO 5 (PARTE 2)
Viviría aquellas dos semanas con la misma frialdad que él, pensó mientras entraban en el dormitorio, cuyas puertas daban directamente a la piscina. Delante de ella estaba la enorme cama que recordaba tan bien... Con sábanas de algodón egipcio, miraba la piscina y el mar, pero Invitado recordó que la última vez que estuvo allí no se fijó ni en lo uno ni en lo otro. Cuando estaba con Nick, no existía nada más que él.
Pero ya no.
Aquella vez iba a disfrutar de la piscina y de la playa y de todo lo que aquella isla pudiera ofrecerle.
Disfrutaría del sexo durante dos semanas, como habían acordado, pero aquella vez sería diferente. Disfrutaría de su cuerpo de la manera más superficial posible. No iba a enamorarse de Nick y no iba a creer que pudiera enamorarse de ella.
De esa forma, podría marcharse de allí con el corazón intacto.
Si él podía hacerlo, ella también y para demostrarlo se volvió hacia Nick con una sonrisa en los labios.
—Bueno... parece que tenemos todo lo que necesitamos —dijo, señalando la cama—. ¿Quieres que empecemos ya?
¿No era eso lo que quería?
—El sarcasmo no te pega. Tú no eres así.
—Tú no tienes ni idea de cómo soy, Nick —replicó ella—. Además, tú mismo dijiste que no has pagado cinco millones de dólares para charlar. ¿Para qué perder el tiempo?
Vio un brillo de incredulidad en sus ojos oscuros y le dieron ganas de reír.
Nick esperaba que protestase, que tartamudeara. Quería dominarla como lo había hecho antes. Pero aquella vez no iba a ser así. Aquella vez era ella quien tenía el control. En lugar de luchar contra las olas nadaría con ellas.
Lo había sorprendido y eso le gustaba.
—Voy a darme una ducha rápida. Nos vemos en la cama dentro de cinco minutos.
Lo estaba haciendo muy bien, pensó mientras se quitaba la ropa. Aunque ella no había elegido la situación, no había razón para que Nick diera las órdenes.
El agua estaba a una temperatura perfecta y cerró los ojos, canturreando y disfrutando de aquella sensación de poder...
—No sabía que supieras cantar.
Invitado abrió los ojos, sorprendida.
Nick estaba a unos centímetros de ella, gloriosamente desnudo y totalmente excitado, su cuerpo tan cerca de la perfección masculina como era posible.
—Debo felicitarte. Ducharnos juntos es una idea estupenda, meu amorzinho.
Recordando la promesa que se había hecho a sí misma de no parecer una damisela asustada, Invitado contuvo el deseo de aplastarse contra la pared.
—No hace falta que me sigas —dijo con frialdad, apartando la mirada de aquel torso de pectorales marcados y suave vello oscuro. No se atrevía a mirar más abajo. Aunque había visto todo lo que tenía que ver cuando abrió los ojos—. Tenemos un contrato y pienso cumplirlo. No te preocupes, no voy a escaparme.
—Ya lo sé, no podrías escapar de la isla aunque quisieras —sonrió Nick—. ¿Por qué iba a preocuparme cuando sé que no puedes decir que no? Invitado apretó los dientes, intentando ignorar los espasmos de excitación que sentía por dentro.
—Necesitas una isla privada para acomodar tu ego.
Nick sonrió mientras tiraba de su brazo con el gesto de un hombre de las cavernas.
—Me gusta que finjas resistirte. Así, tu rendición será más satisfactoria. Eres un reto y a mí me encantan los retos.
—Lo que estás diciendo es que no aceptas un no por respuesta.
—Quizá no hablo bien tu idioma.
—Lo hablas perfectamente —contestó Invitado, intentando controlar el calor que despertaba el roce del duro muslo masculino en sus piernas desnudas—. Pero tienes que salirte siempre con la tuya.
—¿Y qué hay de malo en eso? Especialmente, cuando los dos queremos lo mismo.
El corazón de Invitado latía con tal fuerza que casi no podía respirar y cuando él empezó a enjabonarle la espalda tuvo que contener un gemido.
—Tienes un cuerpo precioso.
Ella cerró los ojos mientras enjabonaba su pelo, dándole un suave masaje en el cuero cabelludo. Siempre había sido así. Nick sabía cómo tocarla, cómo hacer que se derritiera.
Cómo hacer que perdiera la cabeza.
Siguió lavándola, deteniéndose en ciertos sitios el tiempo suficiente como para excitarla para luego concentrar su atención en otro punto.
Hasta que el deseo de explorarlo de la misma forma fue irresistible. Incapaz de esperar más, Invitado alargó una mano para tocar su torso y más abajo, siguiendo la línea de vello oscuro que se perdía bajo el ombligo.
Pero él la tomó por las muñecas, negándole la satisfacción de tocarlo.
Invitado intentó soltarse, pero no podía. Nick bajó la cabeza para buscar sus labios, pero se negaba a besarla apropiadamente. Empezó a lamer la comisura de sus labios, a mordisquear su labio inferior, a besarla en el cuello... hasta que Invitado se apretó contra él, incapaz de pensar en nada que no fuera Nick y el placer que podía darle.
Nick cerró el grifo de la ducha y, sin que ella protestara, la envolvió en una toalla. Después, la tomó en brazos como si no pesara nada. Una vez en la cama, apartó la toalla de un tirón y se colocó sobre ella con un brillo de masculino orgullo en sus ojos negros.
Invitado pasó una mano por su espalda mientras intentaba colocarse bajo su miembro erguido, pero él se apartó.
—Tú estás tocándome... ¿por qué no puedo tocarte yo?
—Aún no —contestó Nick, sujetando sus manos y poniéndolas sobre su cabeza. Entonces empezó a besarla de una forma tan ardiente, tan sexual que la habitación pareció dar vueltas.
Exploraba su boca con tal sabiduría erótica que Invitado se sentía como drogada; tanto que no se dio cuenta de que había atado sus manos al cabecero de la cama hasta que intentó tocarlo.
—¿Qué haces?
—Ahora te tengo exactamente donde quiero, meu amorzinho. Eso la alarmó. Invitado intentó soltar sus manos, pero él eligió ese momento para pasar la lengua por uno de sus pezones y... sin poder evitarlo dejó escapar un gemido de placer.
Iba a insistir en que la soltara, pero Nick se metió el pezón en la boca y empezó a chupar con fuerza.
Invitado estaba ardiendo, pero él no parecía tener prisa. Cuando creyó que no podría soportarlo más, Invitado empezó a besar su estómago, sus muslos...
—Suéltame, por favor...
—Aún no. Aún tienes demasiadas inhibiciones. Piensas demasiado. Quiero mostrarte lo que puedes sentir, pero estás a salvo, meu amorzinho. Sé que para ti va a ser una tortura, pero serás incapaz de resistirte.
La incredulidad se mezclaba con un perverso placer cuando Nick metió la cabeza entre sus piernas. Percatándose de lo que iba a hacer, intentó cerrarlas, pero él las abrió con la mano, riendo.
Nunca se había sentido tan expuesta, tan vulnerable, y sus mejillas ardieron bajo el calor de su mirada. Entonces sintió que deslizaba los dedos en su interior, abriéndola para dejar paso a su lengua...
Invitado intentó liberarse, pero sus manos estaban atadas y no tenía forma de protegerse. Sin embargo, el deseo de protegerse desapareció enseguida porque lo que le estaba haciendo era tan delicioso, tan salvaje, que pensó que iba a perder el sentido.
.... Continuará ....
Viviría aquellas dos semanas con la misma frialdad que él, pensó mientras entraban en el dormitorio, cuyas puertas daban directamente a la piscina. Delante de ella estaba la enorme cama que recordaba tan bien... Con sábanas de algodón egipcio, miraba la piscina y el mar, pero Invitado recordó que la última vez que estuvo allí no se fijó ni en lo uno ni en lo otro. Cuando estaba con Nick, no existía nada más que él.
Pero ya no.
Aquella vez iba a disfrutar de la piscina y de la playa y de todo lo que aquella isla pudiera ofrecerle.
Disfrutaría del sexo durante dos semanas, como habían acordado, pero aquella vez sería diferente. Disfrutaría de su cuerpo de la manera más superficial posible. No iba a enamorarse de Nick y no iba a creer que pudiera enamorarse de ella.
De esa forma, podría marcharse de allí con el corazón intacto.
Si él podía hacerlo, ella también y para demostrarlo se volvió hacia Nick con una sonrisa en los labios.
—Bueno... parece que tenemos todo lo que necesitamos —dijo, señalando la cama—. ¿Quieres que empecemos ya?
¿No era eso lo que quería?
—El sarcasmo no te pega. Tú no eres así.
—Tú no tienes ni idea de cómo soy, Nick —replicó ella—. Además, tú mismo dijiste que no has pagado cinco millones de dólares para charlar. ¿Para qué perder el tiempo?
Vio un brillo de incredulidad en sus ojos oscuros y le dieron ganas de reír.
Nick esperaba que protestase, que tartamudeara. Quería dominarla como lo había hecho antes. Pero aquella vez no iba a ser así. Aquella vez era ella quien tenía el control. En lugar de luchar contra las olas nadaría con ellas.
Lo había sorprendido y eso le gustaba.
—Voy a darme una ducha rápida. Nos vemos en la cama dentro de cinco minutos.
Lo estaba haciendo muy bien, pensó mientras se quitaba la ropa. Aunque ella no había elegido la situación, no había razón para que Nick diera las órdenes.
El agua estaba a una temperatura perfecta y cerró los ojos, canturreando y disfrutando de aquella sensación de poder...
—No sabía que supieras cantar.
Invitado abrió los ojos, sorprendida.
Nick estaba a unos centímetros de ella, gloriosamente desnudo y totalmente excitado, su cuerpo tan cerca de la perfección masculina como era posible.
—Debo felicitarte. Ducharnos juntos es una idea estupenda, meu amorzinho.
Recordando la promesa que se había hecho a sí misma de no parecer una damisela asustada, Invitado contuvo el deseo de aplastarse contra la pared.
—No hace falta que me sigas —dijo con frialdad, apartando la mirada de aquel torso de pectorales marcados y suave vello oscuro. No se atrevía a mirar más abajo. Aunque había visto todo lo que tenía que ver cuando abrió los ojos—. Tenemos un contrato y pienso cumplirlo. No te preocupes, no voy a escaparme.
—Ya lo sé, no podrías escapar de la isla aunque quisieras —sonrió Nick—. ¿Por qué iba a preocuparme cuando sé que no puedes decir que no? Invitado apretó los dientes, intentando ignorar los espasmos de excitación que sentía por dentro.
—Necesitas una isla privada para acomodar tu ego.
Nick sonrió mientras tiraba de su brazo con el gesto de un hombre de las cavernas.
—Me gusta que finjas resistirte. Así, tu rendición será más satisfactoria. Eres un reto y a mí me encantan los retos.
—Lo que estás diciendo es que no aceptas un no por respuesta.
—Quizá no hablo bien tu idioma.
—Lo hablas perfectamente —contestó Invitado, intentando controlar el calor que despertaba el roce del duro muslo masculino en sus piernas desnudas—. Pero tienes que salirte siempre con la tuya.
—¿Y qué hay de malo en eso? Especialmente, cuando los dos queremos lo mismo.
El corazón de Invitado latía con tal fuerza que casi no podía respirar y cuando él empezó a enjabonarle la espalda tuvo que contener un gemido.
—Tienes un cuerpo precioso.
Ella cerró los ojos mientras enjabonaba su pelo, dándole un suave masaje en el cuero cabelludo. Siempre había sido así. Nick sabía cómo tocarla, cómo hacer que se derritiera.
Cómo hacer que perdiera la cabeza.
Siguió lavándola, deteniéndose en ciertos sitios el tiempo suficiente como para excitarla para luego concentrar su atención en otro punto.
Hasta que el deseo de explorarlo de la misma forma fue irresistible. Incapaz de esperar más, Invitado alargó una mano para tocar su torso y más abajo, siguiendo la línea de vello oscuro que se perdía bajo el ombligo.
Pero él la tomó por las muñecas, negándole la satisfacción de tocarlo.
Invitado intentó soltarse, pero no podía. Nick bajó la cabeza para buscar sus labios, pero se negaba a besarla apropiadamente. Empezó a lamer la comisura de sus labios, a mordisquear su labio inferior, a besarla en el cuello... hasta que Invitado se apretó contra él, incapaz de pensar en nada que no fuera Nick y el placer que podía darle.
Nick cerró el grifo de la ducha y, sin que ella protestara, la envolvió en una toalla. Después, la tomó en brazos como si no pesara nada. Una vez en la cama, apartó la toalla de un tirón y se colocó sobre ella con un brillo de masculino orgullo en sus ojos negros.
Invitado pasó una mano por su espalda mientras intentaba colocarse bajo su miembro erguido, pero él se apartó.
—Tú estás tocándome... ¿por qué no puedo tocarte yo?
—Aún no —contestó Nick, sujetando sus manos y poniéndolas sobre su cabeza. Entonces empezó a besarla de una forma tan ardiente, tan sexual que la habitación pareció dar vueltas.
Exploraba su boca con tal sabiduría erótica que Invitado se sentía como drogada; tanto que no se dio cuenta de que había atado sus manos al cabecero de la cama hasta que intentó tocarlo.
—¿Qué haces?
—Ahora te tengo exactamente donde quiero, meu amorzinho. Eso la alarmó. Invitado intentó soltar sus manos, pero él eligió ese momento para pasar la lengua por uno de sus pezones y... sin poder evitarlo dejó escapar un gemido de placer.
Iba a insistir en que la soltara, pero Nick se metió el pezón en la boca y empezó a chupar con fuerza.
Invitado estaba ardiendo, pero él no parecía tener prisa. Cuando creyó que no podría soportarlo más, Invitado empezó a besar su estómago, sus muslos...
—Suéltame, por favor...
—Aún no. Aún tienes demasiadas inhibiciones. Piensas demasiado. Quiero mostrarte lo que puedes sentir, pero estás a salvo, meu amorzinho. Sé que para ti va a ser una tortura, pero serás incapaz de resistirte.
La incredulidad se mezclaba con un perverso placer cuando Nick metió la cabeza entre sus piernas. Percatándose de lo que iba a hacer, intentó cerrarlas, pero él las abrió con la mano, riendo.
Nunca se había sentido tan expuesta, tan vulnerable, y sus mejillas ardieron bajo el calor de su mirada. Entonces sintió que deslizaba los dedos en su interior, abriéndola para dejar paso a su lengua...
Invitado intentó liberarse, pero sus manos estaban atadas y no tenía forma de protegerse. Sin embargo, el deseo de protegerse desapareció enseguida porque lo que le estaba haciendo era tan delicioso, tan salvaje, que pensó que iba a perder el sentido.
.... Continuará ....
SparklyGirl
Re: Hijo de la Pasión (Nick jonas & Tú /Adaptación )
Siguela, está muy buena.. Otro cap, rápidoooo jaja
Daiiiiaaa
Re: Hijo de la Pasión (Nick jonas & Tú /Adaptación )
Nick malo!!!.. como la hace sufrir asiii!!!!!????
chelis
HIJO DE LA PASIÓN (NICK JONAS & TÚ /ADAPTACIÓN ) {CAMBIO DE CUENTA}
CAPITULO 5 (PARTE 3)
El sensual ataque con los dedos y la lengua la hizo sentir un orgasmo tan intenso que gritó de placer. La sensación siguió y siguió, sus dedos y su boca testigos del caos sensual que estaba creando por todo su cuerpo.
Era tan fuerte que perdió el contacto con la realidad, con todo, controlada enteramente por las eróticas sensaciones que provocaba aquel hombre.
Por fin los espasmos cesaron y Nick se colocó a su lado, acariciando su pelo.
Agotada, Invitado observó su sonrisa de triunfo mientras desenganchaba el pañuelo de seda con que había atado sus manos para someterla a sus caprichos y lo pasaba por uno de sus pezones.
—Ahora puedes tocarme —dijo en voz baja.
Y Invitado deseó tener fuerzas para borrar esa sonrisa de una bofetada. Desgraciadamente, estaba sufriendo tal sobrecarga sensual que no podía pensar en nada más que en su deseo por él.
De modo que agarró su impresionante miembro con un gemido de femenina admiración.
Con un gruñido de aprobación, él la tomó por las caderas para colocarla donde quería y la penetró con fuerza. Para Invitado era tan increíble tenerlo dentro otra vez que dejó escapar un sollozo de alivio.
Envolviendo las piernas en su cintura, movió las caderas instintivamente mientras él murmuraba algo sobre su boca antes de empezar a moverse con un ritmo pagano, primitivo, fuera de control.
Invitado le clavaba las uñas en la espalda y Nick clavaba los dedos en sus muslos, besándola con fuerza, conectándolos de todas las formas posibles hasta que la inevitable explosión la envolvió de nuevo, dejando el tiempo suspendido. Como a lo lejos, lo oyó gemir roncamente y supo que su orgasmo había apresurado el de Nick. Sintió la fuerza líquida de su escape, sintió que empujaba con más fuerza durante unos segundos, sintió el vello masculino rozando sus delicados pechos mientras él se quedaba sin aliento...
Unos segundos después abrió los ojos y vio un hombro masculino cubierto de sudor, sintió el peso de su cuerpo.
Y entonces Nick se dio la vuelta, llevándola con él.
—Ha sido asombroso —murmuró—. Eres tan salvaje en mi cama... Y no intentes fingir que no te ha gustado. Estás loca por mí y tengo heridas de guerra en la espalda que lo demuestran.
Ese recordatorio de su desinhibición la horrorizó y se apartó a toda prisa, percatándose de que, de nuevo, Nick era quien controlaba la situación. Y, a juzgar por su sonrisa satisfecha, lo sabía.
Para no abrazarlo, Invitado saltó de la cama.
—Bueno, he pensado que cinco millones de dólares exigían una representación especial —replicó, fingiendo indiferencia, mientras se dirigía al baño.
Pero cuando cerró la puerta, enterró la cara entre las manos.
Recordaba sus palabras mientras la desataba:
«Ahora puedes tocarme».
Siempre era él quien daba las órdenes y ella, como siempre, era incapaz de decir que no. De hecho, lo único que le importaba cuando estaba en su cama era darle placer. Nick había orquestado cada segundo de esa seducción sin permitirle a ella ese privilegio. Y, aunque claramente había disfrutado del encuentro, en ningún momento se había mostrado consumido de deseo. Al contrario que ella.
La verdad era que en el dormitorio Nick Jonas siempre daba las órdenes. Y su habilidad en ese departamento era tal que podía convertirla en un amasijo tembloroso en apenas unos segundos.
Y se odiaba a sí misma por no poder resistirlo. ¿Qué le estaba pasando?
En los últimos siete años había criado a un niño, había levantado un negocio propio... Se consideraba una mujer independiente e inteligente. Se sentía orgullosa de sí misma.
Pero en la cama de Nick Jonas esa mujer desaparecía y, en su lugar, estaba la chica desesperada de amor que había sido a los dieciocho años.
Dos semanas, se recordó a sí misma mientras se echaba agua fría en la cara. Sólo tenía que aguantar dos semanas y luego podría volver a su casa, con su hijo.
Y entonces podría dejar a Nick Jonas atrás, en el pasado para siempre, donde debía estar.
... Continuará ...
PD: Yo estaria feliz dos semanas con él <3
El sensual ataque con los dedos y la lengua la hizo sentir un orgasmo tan intenso que gritó de placer. La sensación siguió y siguió, sus dedos y su boca testigos del caos sensual que estaba creando por todo su cuerpo.
Era tan fuerte que perdió el contacto con la realidad, con todo, controlada enteramente por las eróticas sensaciones que provocaba aquel hombre.
Por fin los espasmos cesaron y Nick se colocó a su lado, acariciando su pelo.
Agotada, Invitado observó su sonrisa de triunfo mientras desenganchaba el pañuelo de seda con que había atado sus manos para someterla a sus caprichos y lo pasaba por uno de sus pezones.
—Ahora puedes tocarme —dijo en voz baja.
Y Invitado deseó tener fuerzas para borrar esa sonrisa de una bofetada. Desgraciadamente, estaba sufriendo tal sobrecarga sensual que no podía pensar en nada más que en su deseo por él.
De modo que agarró su impresionante miembro con un gemido de femenina admiración.
Con un gruñido de aprobación, él la tomó por las caderas para colocarla donde quería y la penetró con fuerza. Para Invitado era tan increíble tenerlo dentro otra vez que dejó escapar un sollozo de alivio.
Envolviendo las piernas en su cintura, movió las caderas instintivamente mientras él murmuraba algo sobre su boca antes de empezar a moverse con un ritmo pagano, primitivo, fuera de control.
Invitado le clavaba las uñas en la espalda y Nick clavaba los dedos en sus muslos, besándola con fuerza, conectándolos de todas las formas posibles hasta que la inevitable explosión la envolvió de nuevo, dejando el tiempo suspendido. Como a lo lejos, lo oyó gemir roncamente y supo que su orgasmo había apresurado el de Nick. Sintió la fuerza líquida de su escape, sintió que empujaba con más fuerza durante unos segundos, sintió el vello masculino rozando sus delicados pechos mientras él se quedaba sin aliento...
Unos segundos después abrió los ojos y vio un hombro masculino cubierto de sudor, sintió el peso de su cuerpo.
Y entonces Nick se dio la vuelta, llevándola con él.
—Ha sido asombroso —murmuró—. Eres tan salvaje en mi cama... Y no intentes fingir que no te ha gustado. Estás loca por mí y tengo heridas de guerra en la espalda que lo demuestran.
Ese recordatorio de su desinhibición la horrorizó y se apartó a toda prisa, percatándose de que, de nuevo, Nick era quien controlaba la situación. Y, a juzgar por su sonrisa satisfecha, lo sabía.
Para no abrazarlo, Invitado saltó de la cama.
—Bueno, he pensado que cinco millones de dólares exigían una representación especial —replicó, fingiendo indiferencia, mientras se dirigía al baño.
Pero cuando cerró la puerta, enterró la cara entre las manos.
Recordaba sus palabras mientras la desataba:
«Ahora puedes tocarme».
Siempre era él quien daba las órdenes y ella, como siempre, era incapaz de decir que no. De hecho, lo único que le importaba cuando estaba en su cama era darle placer. Nick había orquestado cada segundo de esa seducción sin permitirle a ella ese privilegio. Y, aunque claramente había disfrutado del encuentro, en ningún momento se había mostrado consumido de deseo. Al contrario que ella.
La verdad era que en el dormitorio Nick Jonas siempre daba las órdenes. Y su habilidad en ese departamento era tal que podía convertirla en un amasijo tembloroso en apenas unos segundos.
Y se odiaba a sí misma por no poder resistirlo. ¿Qué le estaba pasando?
En los últimos siete años había criado a un niño, había levantado un negocio propio... Se consideraba una mujer independiente e inteligente. Se sentía orgullosa de sí misma.
Pero en la cama de Nick Jonas esa mujer desaparecía y, en su lugar, estaba la chica desesperada de amor que había sido a los dieciocho años.
Dos semanas, se recordó a sí misma mientras se echaba agua fría en la cara. Sólo tenía que aguantar dos semanas y luego podría volver a su casa, con su hijo.
Y entonces podría dejar a Nick Jonas atrás, en el pasado para siempre, donde debía estar.
... Continuará ...
PD: Yo estaria feliz dos semanas con él <3
SparklyGirl
Re: Hijo de la Pasión (Nick jonas & Tú /Adaptación )
yo quiero a un Nick por dos semanaaass!!!!!... o para toda la vida!!!
chelis
HIJO DE LA PASIÓN (NICK JONAS & TÚ /ADAPTACIÓN ) {CAMBIO DE CUENTA}
CAPITULO 6 (Parte 1)
Tumbada frente a la piscina dos semanas después, Invitado decidió que había sufrido un absoluto cambio de personalidad. En lugar de ser una mujer independiente, ahora se sentía como una esclava sexual, dispuesta a obedecer las órdenes de su amo.
Nick sólo tenía que mirarla y ella caía en sus brazos con un entusiasmo tan predecible como humillante.
A pesar de la sensual adicción, secretamente se sentía avergonzada de sí misma. Y no sabía qué era peor: saber que había vuelto a ser la niña de dieciocho años que hacía todo lo que Nick quería o que estuviese disfrutando tanto.
Si no fuera porque echaba mucho de menos a Río, habría sido completamente feliz.
Aunque Nick le había asegurado que el dinero había sido transferido a la cuenta y, según Jason, todo estaba bien, no podía dejar de preocuparse.
Daba igual que llamara a su hijo todos los días una o dos veces cuando Nick estaba haciendo algo. Daba igual que Río pareciese contento.
Lo echaba de menos.
Desesperadamente.
Y quería volver a casa.
Pero tenía que dar por terminado su acuerdo con Nick quien, por el momento, había hecho una buena inversión. Porque apenas salían de la cama.
Quizá era la isla, se decía. Era imposible dejar de recordar cómo había sido entonces. Nada más llegar allí volvió a ser la Invitado de los dieciocho años...
—Estás soñando otra vez —Nick salió de la piscina de un salto y se apartó el pelo de la cara—. Pero no hay necesidad de soñar cuando se tiene el objeto soñado a mano. Si quieres volver al dormitorio, meu amorzinho, sólo tienes que decirlo.
La arrogante suposición de que estaba pensando en él debería haber hecho que quisiera abofetearlo, pero Invitado no dijo nada porque era verdad. Soñaba con él.
Y eso era lo más terrible de todo, pensó, mientras alargaba la mano para tomar su copa. Aparte de su hijo, no había nadie en el mundo con quien quisiera estar además de Nick y se odiaba a sí misma por ello. Sería diferente si la relación fuera de igual a igual, pero no era así.
Siempre era él quien ejercía el control. Él decidía cuándo comían, cuándo dormían, cuándo hacían el amor. Incluso cómo hacían el amor. Cualquier intento por su parte de tomar una decisión era descartado.
—Llevas aquí casi una hora —dijo él entonces acercándose con una toalla al cuello, el agua cayendo por su espectacular torso—. Vuelve dentro antes de que te quemes.
Ella abrió la boca para decir que haría lo que le diese la gana, pero entonces pensó que así podría llamar a Río.
Podría llamarlo delante de Nick, pero como él no había mencionado el asunto desde que llegaron a la isla, le pareció más sensato no hablar del tema.
Pero, de repente, echaba tanto de menos a su hijo que el dolor era casi físico.
Tenía que oír su voz. —Tienes razón, no quiero quemarme. Voy a tumbarme un rato. La verdad es que estoy cansada.
Era cierto. Al contrario que Nick, que parecía poseer una energía sobrenatural, para ella era imposible soportar las noches en vela sin echar una cabezadita de vez en cuando.
Una vez en el dormitorio sacó el móvil del bolso y, mirando por encima del hombro, marcó el número de su casa.
—¿Río?
—Hola, mamá. ¡Tienes que comprarme un pez!
Invitado sonrió. Sonaba tan normal. Y tan parecido a su padre. Siempre dando órdenes.
—¿Eh? ¿Un pez?
—Uno como el que me han dado en el colegio. Es más bonito...
Invitado sonrió. Para su hijo, todo era bonito.
Hablaron durante unos minutos y cuando colgó lo hizo con desgana, sintiendo que se le partía el corazón.
Pero cuando estaba guardando el móvil en el bolso, vio la carta y recordó la razón por la que estaba haciendo aquello. Por su hijo.
Entonces vio algo que brillaba en el fondo del bolso y... Invitado soltó una carcajada. Eran unas esposas. Río se había disfrazado de policía para la obra del colegio y debía haberlas metido en el bolso después de la fiesta. No sabía cómo no las habían detectado en el aeropuerto.
De repente, se le ocurrió una idea...
¿Se atrevería?
Antes de perder el valor, las ató al cabecero de la cama y las tapó con la almohada.
—He decidido que también yo necesito descansar un rato —oyó la voz de Nick.
—Tú nunca estás cansado. Además, nos hemos levantado hace una hora.
—Una hora es mucho tiempo. Especialmente, cuando te pones ese biquini.
—Tú elegiste este biquini. Yo no traje ropa, ¿recuerdas?
—Y por el momento, minha docura, no la has necesitado.
—Eres insaciable —le espetó Kimberley.
—Soy insaciable contigo —murmuró él, arrugando el ceño.
—¿Por qué pones esa cara?
—Por nada —contestó Nick, empujándola hacia la cama—. No me canso de ti —dijo entonces, quitándole el biquini.
Pero, por una vez, Invitado había decidido ejercer el control. Estaba decidida a torturarlo como la torturaba él cada noche.
Era su turno.
Sabiendo que tendría que actuar con rapidez, tomó sus manos y las levantó por encima de su cabeza para ponerle las esposas.
—¿Qué haces? —preguntó él, sorprendido.
Invitado contuvo el aliento al ver cómo tiraba para intentar liberarse. ¿Aguantarían las esposas? —Lo que tú me haces a mí —contestó, inclinándose para pasar la lengua por la comisura de sus labios—. Ahora eres todo mío.
Observó la sorpresa en su rostro y, por primera vez en su vida, tuvo el placer de ver a Nick Jonas incapaz de controlar una situación. El pobre hacía un esfuerzo para controlar el deseo y pensar con claridad porque no estaba acostumbrado a que lo dominasen.
¿Cuántas veces había intentado ella hacer eso, sin conseguirlo?
—Ninguna mujer te ha hecho esto, ¿verdad? —murmuró, colocándose sobre él. Pero cuando sintió la erección masculina rozando su abdomen se apartó. No estaba dispuesta a tocarlo todavía—. Estás a punto de descubrir lo que es estar a merced de otra persona.
—Meu Deus, Invitado. Suéltame ahora mismo.
Ella pasó un dedo por su torso, sin dejar de sonreír.
—No estás en posición de dar órdenes, así que será mejor que te relajes. Quién sabe, puede que te guste que alguien te mande por una vez.
—Invitado... exijo que me sueltes.
...... Continuará.....
Tumbada frente a la piscina dos semanas después, Invitado decidió que había sufrido un absoluto cambio de personalidad. En lugar de ser una mujer independiente, ahora se sentía como una esclava sexual, dispuesta a obedecer las órdenes de su amo.
Nick sólo tenía que mirarla y ella caía en sus brazos con un entusiasmo tan predecible como humillante.
A pesar de la sensual adicción, secretamente se sentía avergonzada de sí misma. Y no sabía qué era peor: saber que había vuelto a ser la niña de dieciocho años que hacía todo lo que Nick quería o que estuviese disfrutando tanto.
Si no fuera porque echaba mucho de menos a Río, habría sido completamente feliz.
Aunque Nick le había asegurado que el dinero había sido transferido a la cuenta y, según Jason, todo estaba bien, no podía dejar de preocuparse.
Daba igual que llamara a su hijo todos los días una o dos veces cuando Nick estaba haciendo algo. Daba igual que Río pareciese contento.
Lo echaba de menos.
Desesperadamente.
Y quería volver a casa.
Pero tenía que dar por terminado su acuerdo con Nick quien, por el momento, había hecho una buena inversión. Porque apenas salían de la cama.
Quizá era la isla, se decía. Era imposible dejar de recordar cómo había sido entonces. Nada más llegar allí volvió a ser la Invitado de los dieciocho años...
—Estás soñando otra vez —Nick salió de la piscina de un salto y se apartó el pelo de la cara—. Pero no hay necesidad de soñar cuando se tiene el objeto soñado a mano. Si quieres volver al dormitorio, meu amorzinho, sólo tienes que decirlo.
La arrogante suposición de que estaba pensando en él debería haber hecho que quisiera abofetearlo, pero Invitado no dijo nada porque era verdad. Soñaba con él.
Y eso era lo más terrible de todo, pensó, mientras alargaba la mano para tomar su copa. Aparte de su hijo, no había nadie en el mundo con quien quisiera estar además de Nick y se odiaba a sí misma por ello. Sería diferente si la relación fuera de igual a igual, pero no era así.
Siempre era él quien ejercía el control. Él decidía cuándo comían, cuándo dormían, cuándo hacían el amor. Incluso cómo hacían el amor. Cualquier intento por su parte de tomar una decisión era descartado.
—Llevas aquí casi una hora —dijo él entonces acercándose con una toalla al cuello, el agua cayendo por su espectacular torso—. Vuelve dentro antes de que te quemes.
Ella abrió la boca para decir que haría lo que le diese la gana, pero entonces pensó que así podría llamar a Río.
Podría llamarlo delante de Nick, pero como él no había mencionado el asunto desde que llegaron a la isla, le pareció más sensato no hablar del tema.
Pero, de repente, echaba tanto de menos a su hijo que el dolor era casi físico.
Tenía que oír su voz. —Tienes razón, no quiero quemarme. Voy a tumbarme un rato. La verdad es que estoy cansada.
Era cierto. Al contrario que Nick, que parecía poseer una energía sobrenatural, para ella era imposible soportar las noches en vela sin echar una cabezadita de vez en cuando.
Una vez en el dormitorio sacó el móvil del bolso y, mirando por encima del hombro, marcó el número de su casa.
—¿Río?
—Hola, mamá. ¡Tienes que comprarme un pez!
Invitado sonrió. Sonaba tan normal. Y tan parecido a su padre. Siempre dando órdenes.
—¿Eh? ¿Un pez?
—Uno como el que me han dado en el colegio. Es más bonito...
Invitado sonrió. Para su hijo, todo era bonito.
Hablaron durante unos minutos y cuando colgó lo hizo con desgana, sintiendo que se le partía el corazón.
Pero cuando estaba guardando el móvil en el bolso, vio la carta y recordó la razón por la que estaba haciendo aquello. Por su hijo.
Entonces vio algo que brillaba en el fondo del bolso y... Invitado soltó una carcajada. Eran unas esposas. Río se había disfrazado de policía para la obra del colegio y debía haberlas metido en el bolso después de la fiesta. No sabía cómo no las habían detectado en el aeropuerto.
De repente, se le ocurrió una idea...
¿Se atrevería?
Antes de perder el valor, las ató al cabecero de la cama y las tapó con la almohada.
—He decidido que también yo necesito descansar un rato —oyó la voz de Nick.
—Tú nunca estás cansado. Además, nos hemos levantado hace una hora.
—Una hora es mucho tiempo. Especialmente, cuando te pones ese biquini.
—Tú elegiste este biquini. Yo no traje ropa, ¿recuerdas?
—Y por el momento, minha docura, no la has necesitado.
—Eres insaciable —le espetó Kimberley.
—Soy insaciable contigo —murmuró él, arrugando el ceño.
—¿Por qué pones esa cara?
—Por nada —contestó Nick, empujándola hacia la cama—. No me canso de ti —dijo entonces, quitándole el biquini.
Pero, por una vez, Invitado había decidido ejercer el control. Estaba decidida a torturarlo como la torturaba él cada noche.
Era su turno.
Sabiendo que tendría que actuar con rapidez, tomó sus manos y las levantó por encima de su cabeza para ponerle las esposas.
—¿Qué haces? —preguntó él, sorprendido.
Invitado contuvo el aliento al ver cómo tiraba para intentar liberarse. ¿Aguantarían las esposas? —Lo que tú me haces a mí —contestó, inclinándose para pasar la lengua por la comisura de sus labios—. Ahora eres todo mío.
Observó la sorpresa en su rostro y, por primera vez en su vida, tuvo el placer de ver a Nick Jonas incapaz de controlar una situación. El pobre hacía un esfuerzo para controlar el deseo y pensar con claridad porque no estaba acostumbrado a que lo dominasen.
¿Cuántas veces había intentado ella hacer eso, sin conseguirlo?
—Ninguna mujer te ha hecho esto, ¿verdad? —murmuró, colocándose sobre él. Pero cuando sintió la erección masculina rozando su abdomen se apartó. No estaba dispuesta a tocarlo todavía—. Estás a punto de descubrir lo que es estar a merced de otra persona.
—Meu Deus, Invitado. Suéltame ahora mismo.
Ella pasó un dedo por su torso, sin dejar de sonreír.
—No estás en posición de dar órdenes, así que será mejor que te relajes. Quién sabe, puede que te guste que alguien te mande por una vez.
—Invitado... exijo que me sueltes.
...... Continuará.....
SparklyGirl
HIJO DE LA PASIÓN (NICK JONAS & TÚ /ADAPTACIÓN ) {CAMBIO DE CUENTA}
CAPITULO 6 (Parte 2)
—Órdenes, demandas, exigencias... no quiero oír nada de eso. Pero cuando haya terminado contigo estarás suplicándome. Como tú me haces suplicar a mí.
—Eso es diferente...
—¿Cómo que es diferente? —sonrió ella, inclinando la cabeza para besar sus hombros—. ¿Porque tú eres un hombre y yo soy una mujer? ¿No dijiste que creías en la igualdad de oportunidades? Vamos a ver si decías la verdad.
Por primera vez, tenía la oportunidad de admirar su cuerpo como él había insistido en admirar el suyo. Podía tomarse su tiempo y pensaba hacerlo.
Deslizando la mano hacia abajo, Invitado le quitó el bañador de un tirón, dejándolo expuesto a su mirada.
Estaba duro y totalmente dispuesto para la sensual exploración que tenía en mente.
—Suéltame ahora mismo. Esto no tiene gracia...
—No debe tenerla —lo interrumpió ella. Era magnífico, pensó. Pero iba a hacerlo esperar.
—¡Suéltame, Invitado! —exclamó Nick, tirando de las esposas.
—De eso nada. Por una vez, te tengo exactamente donde quiero y vas a quedarte así hasta que yo lo diga.
—No puedes hacerme esto...
—Sí puedo. Es hora de que aprendas que no puedes controlarlo todo. Voy a enseñarte lo que es la tortura del placer.
Él soltó una palabrota en su idioma y tiró de las esposas de nuevo, pero estaban firmemente enganchadas al cabecero de la cama y Invitado empezó a besarlo por todas partes, despacio, tomándose su tiempo. Por todas partes, excepto en su palpitante masculinidad.
Una vez lo rozó con los dedos sin querer y lo oyó contener el aliento mientras, por instinto, levantaba las caderas hacia ella. Pero Invitado se apartó, usando la lengua para excitar sus diminutos pezones.
Nick dijo algo en portugués y ella levantó la cabeza. —Si esperas que te entienda, vas a tener que hablar en mi idioma, querido. ¿Qué quieres?
—Quiero que me toques —confesó él—. Tócame.
—Aún no. No estoy preparada y tú tampoco.
—Invitado, por favor...
—Cuando esté lista, te tocaré. Tú sólo tienes que quedarte ahí tumbado...
—¡Esto no es ninguna broma!
—Claro que no. Yo no bromeo con el sexo. Relájate, Nick. Puede que no te hayas dado cuenta, pero esta vez soy yo quien da las órdenes. Voy a hacer que me supliques —murmuró, pasando la lengua por su cuello—. Voy a hacer que te desesperes de tal forma que no recuerdes ni tu nombre.
Entonces deslizó una mano por su torso, dejándola a unos milímetros de su miembro.
—Te haré pagar por esto.
—Eres tú quien está pagando, Nick.
Pero la verdad era que también ella estaba pagando un precio. Sentía un deseo abrasador, nuevo, una sensación de poder que no había experimentado nunca. Supuestamente, era ella quien estaba seduciéndolo, pero tener aquel perfecto cuerpo masculino a su merced era una tentación difícil de resistir.
Siguió chupándolo, besándolo, explorándolo por todas partes excepto en ese sitio que palpitaba hacia ella.
—Invitado...
—Aún no. No me has suplicado.
—Meu Deus... —murmuró Nick, cerrando los ojos.
Ella miró hacia abajo. Estaba rígido, duro como una piedra. Más excitante que nunca. ¿Cómo no se le había ocurrido hacer aquello antes?
Por primera vez, se sentía fuerte y poderosa.
Por primera vez, se sentía como una igual.
Por primera vez, podía atormentarlo como él la atormentaba.
Y esperó hasta que todos los músculos de su cuerpo estaban tensos, hasta que no pudo esperar más.
—Invitado... te estoy suplicando...
Y entonces lo tocó.
Con la boca. Sus roncos gemidos de placer excitándola, animándola a seguir. Lo exploró con los dedos, con la lengua, hasta que no pudo controlar su propio deseo.
Sólo entonces se colocó sobre él, mirándolo a los ojos mientras dejaba que sólo la punta de su miembro la tocase. Nick levantó las caderas, intentando penetrarla, pero Invitado no le dejó.
—Sigo controlando, Nick.
Y lo hizo esperar hasta que vio que su frente se había cubierto de sudor, hasta que ella misma no podía esperar más, hasta que lo deseaba de tal forma que no podía controlarse. Y entonces, finalmente, lo tomó. Dentro de ella, para sentir la palpitante erección, hasta que olvidó que eran hombre y mujer y se convirtieron en uno solo.
Y cuando llegó la inevitable explosión fue tan intensa que, por un momento, tuvo miedo de lo que había liberado. Era una bestia que no podía domesticarse. Una bestia que los arrebató a los dos. Una bestia que tenía que correr libre hasta que se quemara.
Y se quemó por fin. Con una riada de gemidos, gruñidos, sollozos y gritos de placer.
Intentando llevar aire a sus pulmones, se tumbó de lado, un brazo sobre su torso, sus piernas sobre las de él.
—¿Nick?
Pero él no respondió y Invitado decidió quitarle las esposas.
De inmediato, Nick la tomó entre sus brazos.
—No puedo creer que hayas hecho eso.
—¿Estás enfadado?
—¿Enfadado? ¿Cómo iba a enfadarme por sentir el placer más intenso de mi vida? Además, no tengo fuerzas para enfadarme. No tengo fuerzas para nada.
Invitado sonrió.
—Ha estado bien, ¿eh?
—Ha sido increíble. ¿De dónde has sacado esas esposas?
Ella se puso tensa. Ésa era una pregunta que no había esperado y no quería estropear el momento hablando de Río.
—Alguien que conozco me las dio... de broma.
Entonces Nick la abrazó y Invitado se quedó sorprendida. Nick Jonas toleraba algún abrazo después del sexo, pero nunca había sido él quien iniciara el contacto.
Él quería sexo, no quería ninguna relación emocional.
—No puedo creer que hayas hecho eso. Y no puedo creer que yo te haya dejado.
—No me has dejado, perdona. Lo que pasa es que no tenías alternativa. Por primera vez en tu vida, estabas sometido.
Él rió entonces.
—Tenías razón. Ahora eres una mujer diferente desde luego. Hace siete años no te habrías atrevido a hacer eso. De hecho, te sorprendía todo lo que yo te hacía.
—Porque era una cría y tú eras mi primer amante. Nunca había hecho esas cosas y tú eras tan autoritario, tan exigente...
—A la fuerza. Tenías tantas inhibiciones que no querías dejarte llevar. Sólo lograste relajarte cuando te convenciste a ti misma de que era yo quien estaba seduciéndote. Todo era culpa mía, ¿verdad, meu amorzinho?
......Continuará.....
—Órdenes, demandas, exigencias... no quiero oír nada de eso. Pero cuando haya terminado contigo estarás suplicándome. Como tú me haces suplicar a mí.
—Eso es diferente...
—¿Cómo que es diferente? —sonrió ella, inclinando la cabeza para besar sus hombros—. ¿Porque tú eres un hombre y yo soy una mujer? ¿No dijiste que creías en la igualdad de oportunidades? Vamos a ver si decías la verdad.
Por primera vez, tenía la oportunidad de admirar su cuerpo como él había insistido en admirar el suyo. Podía tomarse su tiempo y pensaba hacerlo.
Deslizando la mano hacia abajo, Invitado le quitó el bañador de un tirón, dejándolo expuesto a su mirada.
Estaba duro y totalmente dispuesto para la sensual exploración que tenía en mente.
—Suéltame ahora mismo. Esto no tiene gracia...
—No debe tenerla —lo interrumpió ella. Era magnífico, pensó. Pero iba a hacerlo esperar.
—¡Suéltame, Invitado! —exclamó Nick, tirando de las esposas.
—De eso nada. Por una vez, te tengo exactamente donde quiero y vas a quedarte así hasta que yo lo diga.
—No puedes hacerme esto...
—Sí puedo. Es hora de que aprendas que no puedes controlarlo todo. Voy a enseñarte lo que es la tortura del placer.
Él soltó una palabrota en su idioma y tiró de las esposas de nuevo, pero estaban firmemente enganchadas al cabecero de la cama y Invitado empezó a besarlo por todas partes, despacio, tomándose su tiempo. Por todas partes, excepto en su palpitante masculinidad.
Una vez lo rozó con los dedos sin querer y lo oyó contener el aliento mientras, por instinto, levantaba las caderas hacia ella. Pero Invitado se apartó, usando la lengua para excitar sus diminutos pezones.
Nick dijo algo en portugués y ella levantó la cabeza. —Si esperas que te entienda, vas a tener que hablar en mi idioma, querido. ¿Qué quieres?
—Quiero que me toques —confesó él—. Tócame.
—Aún no. No estoy preparada y tú tampoco.
—Invitado, por favor...
—Cuando esté lista, te tocaré. Tú sólo tienes que quedarte ahí tumbado...
—¡Esto no es ninguna broma!
—Claro que no. Yo no bromeo con el sexo. Relájate, Nick. Puede que no te hayas dado cuenta, pero esta vez soy yo quien da las órdenes. Voy a hacer que me supliques —murmuró, pasando la lengua por su cuello—. Voy a hacer que te desesperes de tal forma que no recuerdes ni tu nombre.
Entonces deslizó una mano por su torso, dejándola a unos milímetros de su miembro.
—Te haré pagar por esto.
—Eres tú quien está pagando, Nick.
Pero la verdad era que también ella estaba pagando un precio. Sentía un deseo abrasador, nuevo, una sensación de poder que no había experimentado nunca. Supuestamente, era ella quien estaba seduciéndolo, pero tener aquel perfecto cuerpo masculino a su merced era una tentación difícil de resistir.
Siguió chupándolo, besándolo, explorándolo por todas partes excepto en ese sitio que palpitaba hacia ella.
—Invitado...
—Aún no. No me has suplicado.
—Meu Deus... —murmuró Nick, cerrando los ojos.
Ella miró hacia abajo. Estaba rígido, duro como una piedra. Más excitante que nunca. ¿Cómo no se le había ocurrido hacer aquello antes?
Por primera vez, se sentía fuerte y poderosa.
Por primera vez, se sentía como una igual.
Por primera vez, podía atormentarlo como él la atormentaba.
Y esperó hasta que todos los músculos de su cuerpo estaban tensos, hasta que no pudo esperar más.
—Invitado... te estoy suplicando...
Y entonces lo tocó.
Con la boca. Sus roncos gemidos de placer excitándola, animándola a seguir. Lo exploró con los dedos, con la lengua, hasta que no pudo controlar su propio deseo.
Sólo entonces se colocó sobre él, mirándolo a los ojos mientras dejaba que sólo la punta de su miembro la tocase. Nick levantó las caderas, intentando penetrarla, pero Invitado no le dejó.
—Sigo controlando, Nick.
Y lo hizo esperar hasta que vio que su frente se había cubierto de sudor, hasta que ella misma no podía esperar más, hasta que lo deseaba de tal forma que no podía controlarse. Y entonces, finalmente, lo tomó. Dentro de ella, para sentir la palpitante erección, hasta que olvidó que eran hombre y mujer y se convirtieron en uno solo.
Y cuando llegó la inevitable explosión fue tan intensa que, por un momento, tuvo miedo de lo que había liberado. Era una bestia que no podía domesticarse. Una bestia que los arrebató a los dos. Una bestia que tenía que correr libre hasta que se quemara.
Y se quemó por fin. Con una riada de gemidos, gruñidos, sollozos y gritos de placer.
Intentando llevar aire a sus pulmones, se tumbó de lado, un brazo sobre su torso, sus piernas sobre las de él.
—¿Nick?
Pero él no respondió y Invitado decidió quitarle las esposas.
De inmediato, Nick la tomó entre sus brazos.
—No puedo creer que hayas hecho eso.
—¿Estás enfadado?
—¿Enfadado? ¿Cómo iba a enfadarme por sentir el placer más intenso de mi vida? Además, no tengo fuerzas para enfadarme. No tengo fuerzas para nada.
Invitado sonrió.
—Ha estado bien, ¿eh?
—Ha sido increíble. ¿De dónde has sacado esas esposas?
Ella se puso tensa. Ésa era una pregunta que no había esperado y no quería estropear el momento hablando de Río.
—Alguien que conozco me las dio... de broma.
Entonces Nick la abrazó y Invitado se quedó sorprendida. Nick Jonas toleraba algún abrazo después del sexo, pero nunca había sido él quien iniciara el contacto.
Él quería sexo, no quería ninguna relación emocional.
—No puedo creer que hayas hecho eso. Y no puedo creer que yo te haya dejado.
—No me has dejado, perdona. Lo que pasa es que no tenías alternativa. Por primera vez en tu vida, estabas sometido.
Él rió entonces.
—Tenías razón. Ahora eres una mujer diferente desde luego. Hace siete años no te habrías atrevido a hacer eso. De hecho, te sorprendía todo lo que yo te hacía.
—Porque era una cría y tú eras mi primer amante. Nunca había hecho esas cosas y tú eras tan autoritario, tan exigente...
—A la fuerza. Tenías tantas inhibiciones que no querías dejarte llevar. Sólo lograste relajarte cuando te convenciste a ti misma de que era yo quien estaba seduciéndote. Todo era culpa mía, ¿verdad, meu amorzinho?
......Continuará.....
SparklyGirl
HIJO DE LA PASIÓN (NICK JONAS & TÚ /ADAPTACIÓN ) {CAMBIO DE CUENTA}
CAPITULO 6 (Parte 3)
—Pero yo era virgen...
—Lo sé. Y ser el único hombre que se había acostado contigo me excitaba como no te puedes imaginar. Y ahora, a dormir. Tienes que dormir un rato para recuperar fuerzas.
Después de dar la orden, Nick cerró los ojos y se quedó dormido, sin dejar de abrazarla.
Y era tan agradable que Invitado no se atrevió a moverse. Estar entre sus brazos la hacía sentir segura, a salvo. Lo cual era ridículo, pensó, porque no había nada seguro en una relación basada exclusivamente en el sexo...
Eso la hizo pensar. Y poco a poco, cuando empezó a entender su relación con Nick por primera vez, la sensación de felicidad desapareció.
Para ella era mucho más que sexo y siempre lo había sido. Había querido pensar que lo que sintió por Nick no era más que un enamoramiento adolescente. ¿Quién no se habría sentido fascinada por un hombre como Nick Jonas? Pero la verdad era que había amado a Nick desde el día que lo conoció y el tiempo no había conseguido matar ese sentimiento. Lo que sintió cuando era una cría era lo mismo que sentía ahora que era una mujer. El amor era la razón por la que estando con Nick era tan vulnerable. El amor era la razón por la que no había vuelto a mirar a otro hombre en todos esos años.
Daba igual que fuera un hombre frío, sin sentimientos.
Daba igual que él no la amase.
Lo amaba de todas formas.
Invitado cerró los ojos. No quería pensar, no quería darle más vueltas a sus sentimientos. Pronto todo terminaría porque las dos semanas estaban a punto de expirar.
Nick despertó varias horas después, cuando ya había anochecido.
Estaba solo en la cama y experimentó algo que no reconoció inmediatamente. Decepción, decidió, rechazando la oportunidad de examinar sus sentimientos en profundidad.
El sexo más explosivo de su vida lo había dejado descansado y dispuesto a apreciar a la mujer que había sido parte de esa experiencia.
¿Era sorprendente que se sintiera decepcionado al no encontrarla entre sus brazos?
Nick se levantó de la cama y, mirando las esposas con una sonrisa en los labios, se puso unos pantalones.
La encontró en la piscina, pálida, con el móvil en la mano.
—¿Ocurre algo?
Invitado se volvió, asustada, y guardó el móvil en el bolso a toda prisa.
—No, nada.
—¿Con quién estabas hablando?
—Con un amigo.
¿Un amigo?
Nick sintió una punzada de celos. ¿Había estado hablando con otro hombre después de lo que había habido entre ellos? ¿Saldría con alguien? ¿Habría atado a otro hombre a su cama?
Se dio cuenta entonces de que no sabía nada sobre aquella mujer y, de repente, sintió el deseo de saberlo todo.
—Esta noche vamos a cenar en la terraza. Y vamos a hablar.
Ella parpadeó, sorprendida. Pero parecía preocupada, con la cara larga, como si estuviera dándole vueltas a algo...
No sabía qué podía ser. Desde luego, no podía sentirse insatisfecha porque él se había encargado de que no fuera así. De modo que el problema tenía que ser otro... Y conociendo a las mujeres, Luc intuía lo que podía ser. Quizá habían pasado demasiado tiempo en la cama, pensó. A las mujeres les gustaba hablar y en aquellas dos semanas apenas habían mantenido una conversación completa. Debía ser eso. Y, sin saber por qué, sentía el deseo de darle todo lo que quisiera. Quería hacerla feliz.
Y si para eso tenían que hablar, estaba dispuesto a hacer un sacrificio.
Convencido de haber encontrado la solución al problema, Nick señaló la habitación con el gesto satisfecho de un hombre que cree tener todas las respuestas.
—Hay ropa en el armario. Elige lo que quieras y reúnete conmigo en la terraza.
Ella lo miró como si no entendiera, como si estuviese hablando en otro idioma.
—¿Para qué voy a vestirme si vas a desnudarme en cinco minutos?
—Esta noche estoy interesado en charlar contigo. Pienso descubrirlo todo sobre ti.
—¿Y tú, Nick? ¿Tú también vas a hablar? A lo mejor yo también quiero descubrirlo todo sobre ti.
Él arrugó el ceño, pero se recuperó enseguida. Si quería que hablase, hablaría. Cierto, no era su pasatiempo favorito, pero lidiaba con inquisitivos periodistas todos los días y estaba acostumbrado a hablar sobre muchos temas. Seguro de que podía mantener una conversación con una mujer atractiva si había incentivos suficientes.
—Estoy dispuesto a contarte todo lo que quieras saber. Ve a cambiarte, le diré al servicio que vamos a cenar en la terraza.
Invitado se levantó con la gracia de una bailarina y Nick tuvo que hacer un esfuerzo para controlar el impulso de portarse como un cavernícola y llevarla a la cama de inmediato.
Recordando su desolada expresión de antes, se recordó a sí mismo que una pequeña inversión podía dar sorprendentes resultados y ése podía ser el caso con Invitado Townsend.
Estaba seguro de que conteniéndose un poco conseguiría extraordinarios dividendos en el dormitorio.
Y para que la inversión fuera completa necesitaba unas flores, una buena botella de vino y una cena deliciosa. Así Invitado volvería a sonreír.
Muy fácil, pensó, mientras se dirigía a la cocina para hablar con el chef y el ama de llaves. Manejar a las mujeres no era muy diferente de manejar un negocio. Sólo era cuestión de identificar sus debilidades y luego entrar a matar.
Antes de que terminasen de cenar, Invitado habría vuelto a sonreír.
Y él podría satisfacer al cavernícola que llevaba dentro.
Capitulo 6 subido, Dejen sus comentarios y Cada vez la Nove se pone Mejor! ;)
—Pero yo era virgen...
—Lo sé. Y ser el único hombre que se había acostado contigo me excitaba como no te puedes imaginar. Y ahora, a dormir. Tienes que dormir un rato para recuperar fuerzas.
Después de dar la orden, Nick cerró los ojos y se quedó dormido, sin dejar de abrazarla.
Y era tan agradable que Invitado no se atrevió a moverse. Estar entre sus brazos la hacía sentir segura, a salvo. Lo cual era ridículo, pensó, porque no había nada seguro en una relación basada exclusivamente en el sexo...
Eso la hizo pensar. Y poco a poco, cuando empezó a entender su relación con Nick por primera vez, la sensación de felicidad desapareció.
Para ella era mucho más que sexo y siempre lo había sido. Había querido pensar que lo que sintió por Nick no era más que un enamoramiento adolescente. ¿Quién no se habría sentido fascinada por un hombre como Nick Jonas? Pero la verdad era que había amado a Nick desde el día que lo conoció y el tiempo no había conseguido matar ese sentimiento. Lo que sintió cuando era una cría era lo mismo que sentía ahora que era una mujer. El amor era la razón por la que estando con Nick era tan vulnerable. El amor era la razón por la que no había vuelto a mirar a otro hombre en todos esos años.
Daba igual que fuera un hombre frío, sin sentimientos.
Daba igual que él no la amase.
Lo amaba de todas formas.
Invitado cerró los ojos. No quería pensar, no quería darle más vueltas a sus sentimientos. Pronto todo terminaría porque las dos semanas estaban a punto de expirar.
Nick despertó varias horas después, cuando ya había anochecido.
Estaba solo en la cama y experimentó algo que no reconoció inmediatamente. Decepción, decidió, rechazando la oportunidad de examinar sus sentimientos en profundidad.
El sexo más explosivo de su vida lo había dejado descansado y dispuesto a apreciar a la mujer que había sido parte de esa experiencia.
¿Era sorprendente que se sintiera decepcionado al no encontrarla entre sus brazos?
Nick se levantó de la cama y, mirando las esposas con una sonrisa en los labios, se puso unos pantalones.
La encontró en la piscina, pálida, con el móvil en la mano.
—¿Ocurre algo?
Invitado se volvió, asustada, y guardó el móvil en el bolso a toda prisa.
—No, nada.
—¿Con quién estabas hablando?
—Con un amigo.
¿Un amigo?
Nick sintió una punzada de celos. ¿Había estado hablando con otro hombre después de lo que había habido entre ellos? ¿Saldría con alguien? ¿Habría atado a otro hombre a su cama?
Se dio cuenta entonces de que no sabía nada sobre aquella mujer y, de repente, sintió el deseo de saberlo todo.
—Esta noche vamos a cenar en la terraza. Y vamos a hablar.
Ella parpadeó, sorprendida. Pero parecía preocupada, con la cara larga, como si estuviera dándole vueltas a algo...
No sabía qué podía ser. Desde luego, no podía sentirse insatisfecha porque él se había encargado de que no fuera así. De modo que el problema tenía que ser otro... Y conociendo a las mujeres, Luc intuía lo que podía ser. Quizá habían pasado demasiado tiempo en la cama, pensó. A las mujeres les gustaba hablar y en aquellas dos semanas apenas habían mantenido una conversación completa. Debía ser eso. Y, sin saber por qué, sentía el deseo de darle todo lo que quisiera. Quería hacerla feliz.
Y si para eso tenían que hablar, estaba dispuesto a hacer un sacrificio.
Convencido de haber encontrado la solución al problema, Nick señaló la habitación con el gesto satisfecho de un hombre que cree tener todas las respuestas.
—Hay ropa en el armario. Elige lo que quieras y reúnete conmigo en la terraza.
Ella lo miró como si no entendiera, como si estuviese hablando en otro idioma.
—¿Para qué voy a vestirme si vas a desnudarme en cinco minutos?
—Esta noche estoy interesado en charlar contigo. Pienso descubrirlo todo sobre ti.
—¿Y tú, Nick? ¿Tú también vas a hablar? A lo mejor yo también quiero descubrirlo todo sobre ti.
Él arrugó el ceño, pero se recuperó enseguida. Si quería que hablase, hablaría. Cierto, no era su pasatiempo favorito, pero lidiaba con inquisitivos periodistas todos los días y estaba acostumbrado a hablar sobre muchos temas. Seguro de que podía mantener una conversación con una mujer atractiva si había incentivos suficientes.
—Estoy dispuesto a contarte todo lo que quieras saber. Ve a cambiarte, le diré al servicio que vamos a cenar en la terraza.
Invitado se levantó con la gracia de una bailarina y Nick tuvo que hacer un esfuerzo para controlar el impulso de portarse como un cavernícola y llevarla a la cama de inmediato.
Recordando su desolada expresión de antes, se recordó a sí mismo que una pequeña inversión podía dar sorprendentes resultados y ése podía ser el caso con Invitado Townsend.
Estaba seguro de que conteniéndose un poco conseguiría extraordinarios dividendos en el dormitorio.
Y para que la inversión fuera completa necesitaba unas flores, una buena botella de vino y una cena deliciosa. Así Invitado volvería a sonreír.
Muy fácil, pensó, mientras se dirigía a la cocina para hablar con el chef y el ama de llaves. Manejar a las mujeres no era muy diferente de manejar un negocio. Sólo era cuestión de identificar sus debilidades y luego entrar a matar.
Antes de que terminasen de cenar, Invitado habría vuelto a sonreír.
Y él podría satisfacer al cavernícola que llevaba dentro.
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