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"Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Wjakjsaksa yaaa..
sigue esta tambien entonces!!
Estare esperando!!... o al menos lo intentare! xdd
sigue esta tambien entonces!!
Estare esperando!!... o al menos lo intentare! xdd
CrazyxJonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo 7:
-Eres una mujer muy hermosa.
-Gracias.
-¿Mejor?
Asentí, y me aparté de él cuando separó sus manos. Sabía que estaba a punto de abrir las piernas y pedirle que me follara.
-Ya estoy bien.
-De acuerdo.
Después de un par de segundos, asintió y se levantó. Lo miré mientras volvía a su lugar en el suelo, y recogía su cuaderno de dibujo. Esperó hasta que volví a la posición que habíamos acordado y coloqué la seda de nuevo en su lugar, antes de empezar a trabajar de nuevo. Mi excitación hacía que permanecer inmóvil me resultara casi imposible.
De repente, Joseph me habló.
-Háblame.
Fruncí el ceño.
-¿Que te hable?
-Cuéntame qué tal te ha ido el día.
Suspiré.
-Bueno, he tenido una buena mañana, pero la tarde ha sido un infierno.
-Oh, ¿en serio?
-Sí. Un arrogante hombre me manipuló para que posara desnuda en su estudio.
-Debe de ser realmente horrible ser tan hermosa.
Lo miré, y vi que una sonrisa se había deslizado en sus labios mientras miraba atentamente el papel frente a él.
-¿Por eso es por lo que estoy aquí?
-La belleza es algo maravilloso y diverso. He conocido a mujeres que quizá no encajan con la definición tradicional de belleza, pero que eran absolutamente hermosas para mí. Y después hay mujeres como tú... un rostro precioso, y esas curvas... Mi abuelo hubiera dicho que eres como diez kilómetros de mala carretera. Llena de curvas, desafiante, y emocionante al explorarla.
-¿Y tú quieres explorarme?
Levantó la mirada.
-De todos los modos posibles.
-¿Le dices eso a todas las mujeres que traes a tu estudio?
Se levantó y caminó hacia mí. Se sentó en el borde de la plataforma, y me pasó el dedo por la línea de la mandíbula.
-______(tn) -El modo cariñoso en el que dijo mi nombre, combinado con el suave roce de sus dedos sobre mi rostro, me hicieron desear abrazarlo. -Cuéntame por qué tienes esa imagen tan pobre de ti misma.
Me sonrojé; necesité hacer un gran esfuerzo para no moverme.
-No sé a qué te refieres. Estoy aquí tumbada, desnuda. ¿Qué más quieres?
Siguió mirándome sin decir nada. Me sentí casi penetrada por su mirada, como si estuviera leyendo mi alma. Sus oscuros ojos lo tomaban todo de mí, y me moví, incapaz de controlarme.
Sus ojos se oscurecieron aún más, permitiéndome ver su respuesta a mi acción. Él me deseaba, a pesar de la imagen fría que estaba representando.
En silencio, Joseph me observó mientras yo jugueteaba con el cojín.
La seda roja se deslizó por mi piel, y sentí que me sonrojaba cuando mis pezones se irguieron más al ser empujados por el material. Posó sus ojos sobre mi pecho. Se pasó la lengua por el labio inferior. Tragué saliva, Casi podía sentir su boca sobre mí. Tenía los pezones tan duros que me dolían. Moví las piernas, y vi cómo su mirada se movía por mi cuerpo hasta ellas. Deseé no llevar la seda puesta. Quería que él viera los húmedos rizos de mi sexo, para que supiera cuánto lo deseaba.
Suspiró, y se levantó.
-No estás tan desnuda como tú piensas.
-He hecho exactamente lo que me has pedido ¿Qué más quieres? -Mi respuesta fue brusca y dura. Me arrepentí de haber perdido el control, pero me había dolido que rechazara mi respuesta sexual.
-Creo que sabes a lo que me refiero. Pero te escondes a ti misma más de lo que escondes al mundo.
Vi cómo se alejaba de la plataforma. Se giró para mirarme mientras la tensión crecía entre nosotros, y entonces bajó los ojos al suelo.
Durante un largo momento no dijo nada, y yo no fui capaz de dejar que el silencio persistiera.
-¿Qué más te da?
Joseph recogió la bata del suelo.
-Hemos terminado.
-No han pasado dos horas -Presioné mis labios brevemente. Había hecho lo que él había querido, y su insatisfacción me ponía furiosa.
-No, pero estás demasiado tensa para continuar.
-Lo siento.
No quería disculparme; por un momento, me permití un poco de auto-desprecio por la disculpa. La situación era ridícula. No importaba cómo intentara justificarme, seguía sin estar cómoda con la idea de posar para él. Decir que no a Joseph Jonas parecía imposible. ¿Quién era él para entrar en mi vida, y empezar a pedir mi tiempo y atención? Pensé en mi vida antes de que él apareciera, y lo odié por recordarme una de las cosas que había perdido.
-Vístete y te acompañaré a la salida.
Me levanté y dejé que la seda cayera. Joseph me tendió una mano para ayudarme a bajar. Dejé que mis dedos se cerraran sobre su palma un momento, antes de soltarlo. En silencio, me ofreció la bata.
La miré brevemente, la descarté, y caminé hasta el biombo. Me vestí rápidamente, aliviada porque la sesión hubiera terminado. Allí, de pie, con mi vestido puesto, aún me sentía desnuda.Mi clítoris vibraba entre mis labios menores, y tenía los pezones increíblemente duros. Cogí mi bolso, dejé el biombo y me enfrenté a la razón por la que mi cuerpo había reaccionado con tanta fuerza.
Joseph estaba junto a las escaleras, con la puerta abierta de nuevo.
Levanté la barbilla, y caminé hasta él.
Pasando a su lado, bajé las escaleras. Al final, me detuve y me pregunté si aquel final
precipitado significaba que había cambiado de idea respecto a que fuera yo la que posara. Se
acercó a mí y me acompañó a la salida.
Mientras sacaba sus llaves para dejarme salir, tomé aire profundamente, y dije:
-Señor Jonas...
-Joe -me corrigió. -Mis amigos me llaman Joe.
No estaba segura de querer ser su amiga.
-¿Quieres que vuelva mañana?
-Sí -Giró la llave en la cerradura, y me abrió la puerta. -Pediremos algo de comida, y
pasaremos algo de tiempo juntos antes de intentarlo de nuevo.
Caminé rápidamente hasta mi coche, y lo miré mientras abría la puerta del conductor. Seguía donde yo lo había dejado.
No tenía sentido involucrarme con un hombre, sobre todo ahora que mi carrera iba por buen camino, y debería haberme sentido agradecida por su contención. Pero en lugar de eso, me sentía rechazada y enfadada.
Me coloqué el cinturón de seguridad y encendí el motor. Joe cerró la puerta mientras encendía luces. El deseo me estaba consumiendo, y saqué el coche del aparcamiento esperando ser capaz de llegar a casa antes de rendirme y caer en sus brazos.
disfruten el cap :D
-Eres una mujer muy hermosa.
-Gracias.
-¿Mejor?
Asentí, y me aparté de él cuando separó sus manos. Sabía que estaba a punto de abrir las piernas y pedirle que me follara.
-Ya estoy bien.
-De acuerdo.
Después de un par de segundos, asintió y se levantó. Lo miré mientras volvía a su lugar en el suelo, y recogía su cuaderno de dibujo. Esperó hasta que volví a la posición que habíamos acordado y coloqué la seda de nuevo en su lugar, antes de empezar a trabajar de nuevo. Mi excitación hacía que permanecer inmóvil me resultara casi imposible.
De repente, Joseph me habló.
-Háblame.
Fruncí el ceño.
-¿Que te hable?
-Cuéntame qué tal te ha ido el día.
Suspiré.
-Bueno, he tenido una buena mañana, pero la tarde ha sido un infierno.
-Oh, ¿en serio?
-Sí. Un arrogante hombre me manipuló para que posara desnuda en su estudio.
-Debe de ser realmente horrible ser tan hermosa.
Lo miré, y vi que una sonrisa se había deslizado en sus labios mientras miraba atentamente el papel frente a él.
-¿Por eso es por lo que estoy aquí?
-La belleza es algo maravilloso y diverso. He conocido a mujeres que quizá no encajan con la definición tradicional de belleza, pero que eran absolutamente hermosas para mí. Y después hay mujeres como tú... un rostro precioso, y esas curvas... Mi abuelo hubiera dicho que eres como diez kilómetros de mala carretera. Llena de curvas, desafiante, y emocionante al explorarla.
-¿Y tú quieres explorarme?
Levantó la mirada.
-De todos los modos posibles.
-¿Le dices eso a todas las mujeres que traes a tu estudio?
Se levantó y caminó hacia mí. Se sentó en el borde de la plataforma, y me pasó el dedo por la línea de la mandíbula.
-______(tn) -El modo cariñoso en el que dijo mi nombre, combinado con el suave roce de sus dedos sobre mi rostro, me hicieron desear abrazarlo. -Cuéntame por qué tienes esa imagen tan pobre de ti misma.
Me sonrojé; necesité hacer un gran esfuerzo para no moverme.
-No sé a qué te refieres. Estoy aquí tumbada, desnuda. ¿Qué más quieres?
Siguió mirándome sin decir nada. Me sentí casi penetrada por su mirada, como si estuviera leyendo mi alma. Sus oscuros ojos lo tomaban todo de mí, y me moví, incapaz de controlarme.
Sus ojos se oscurecieron aún más, permitiéndome ver su respuesta a mi acción. Él me deseaba, a pesar de la imagen fría que estaba representando.
En silencio, Joseph me observó mientras yo jugueteaba con el cojín.
La seda roja se deslizó por mi piel, y sentí que me sonrojaba cuando mis pezones se irguieron más al ser empujados por el material. Posó sus ojos sobre mi pecho. Se pasó la lengua por el labio inferior. Tragué saliva, Casi podía sentir su boca sobre mí. Tenía los pezones tan duros que me dolían. Moví las piernas, y vi cómo su mirada se movía por mi cuerpo hasta ellas. Deseé no llevar la seda puesta. Quería que él viera los húmedos rizos de mi sexo, para que supiera cuánto lo deseaba.
Suspiró, y se levantó.
-No estás tan desnuda como tú piensas.
-He hecho exactamente lo que me has pedido ¿Qué más quieres? -Mi respuesta fue brusca y dura. Me arrepentí de haber perdido el control, pero me había dolido que rechazara mi respuesta sexual.
-Creo que sabes a lo que me refiero. Pero te escondes a ti misma más de lo que escondes al mundo.
Vi cómo se alejaba de la plataforma. Se giró para mirarme mientras la tensión crecía entre nosotros, y entonces bajó los ojos al suelo.
Durante un largo momento no dijo nada, y yo no fui capaz de dejar que el silencio persistiera.
-¿Qué más te da?
Joseph recogió la bata del suelo.
-Hemos terminado.
-No han pasado dos horas -Presioné mis labios brevemente. Había hecho lo que él había querido, y su insatisfacción me ponía furiosa.
-No, pero estás demasiado tensa para continuar.
-Lo siento.
No quería disculparme; por un momento, me permití un poco de auto-desprecio por la disculpa. La situación era ridícula. No importaba cómo intentara justificarme, seguía sin estar cómoda con la idea de posar para él. Decir que no a Joseph Jonas parecía imposible. ¿Quién era él para entrar en mi vida, y empezar a pedir mi tiempo y atención? Pensé en mi vida antes de que él apareciera, y lo odié por recordarme una de las cosas que había perdido.
-Vístete y te acompañaré a la salida.
Me levanté y dejé que la seda cayera. Joseph me tendió una mano para ayudarme a bajar. Dejé que mis dedos se cerraran sobre su palma un momento, antes de soltarlo. En silencio, me ofreció la bata.
La miré brevemente, la descarté, y caminé hasta el biombo. Me vestí rápidamente, aliviada porque la sesión hubiera terminado. Allí, de pie, con mi vestido puesto, aún me sentía desnuda.Mi clítoris vibraba entre mis labios menores, y tenía los pezones increíblemente duros. Cogí mi bolso, dejé el biombo y me enfrenté a la razón por la que mi cuerpo había reaccionado con tanta fuerza.
Joseph estaba junto a las escaleras, con la puerta abierta de nuevo.
Levanté la barbilla, y caminé hasta él.
Pasando a su lado, bajé las escaleras. Al final, me detuve y me pregunté si aquel final
precipitado significaba que había cambiado de idea respecto a que fuera yo la que posara. Se
acercó a mí y me acompañó a la salida.
Mientras sacaba sus llaves para dejarme salir, tomé aire profundamente, y dije:
-Señor Jonas...
-Joe -me corrigió. -Mis amigos me llaman Joe.
No estaba segura de querer ser su amiga.
-¿Quieres que vuelva mañana?
-Sí -Giró la llave en la cerradura, y me abrió la puerta. -Pediremos algo de comida, y
pasaremos algo de tiempo juntos antes de intentarlo de nuevo.
Caminé rápidamente hasta mi coche, y lo miré mientras abría la puerta del conductor. Seguía donde yo lo había dejado.
No tenía sentido involucrarme con un hombre, sobre todo ahora que mi carrera iba por buen camino, y debería haberme sentido agradecida por su contención. Pero en lugar de eso, me sentía rechazada y enfadada.
Me coloqué el cinturón de seguridad y encendí el motor. Joe cerró la puerta mientras encendía luces. El deseo me estaba consumiendo, y saqué el coche del aparcamiento esperando ser capaz de llegar a casa antes de rendirme y caer en sus brazos.
disfruten el cap :D
Nani Jonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Joe es tan.... aashh!!
Pero en fin...
waaaaaa siguelaa pleasee!! :DD
Pero en fin...
waaaaaa siguelaa pleasee!! :DD
CrazyxJonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Siguela...plis
me encanta Joey Joey Joey eres tannn..hermoso
me encanta Joey Joey Joey eres tannn..hermoso
#Ale
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Siguela por faaaa!!
quiero volver a leerlo (? xdd :DD ♥
quiero volver a leerlo (? xdd :DD ♥
CrazyxJonas
Re: "Mi Escultura Perfecta" - Joe y tu Terminada
Capitulo O8:
Me coloqué el cinturón de seguridad y encendí el motor. Joe cerró la puerta mientras encendía luces. El deseo me estaba consumiendo, y saqué el coche del aparcamiento esperando ser capaz de llegar a casa antes de rendirme y caer en sus brazos.
Por fin, inserté la llave en la puerta de mi apartamento, y la abrí. El viaje a casa no había hecho nada más que llevar al límite mi respuesta física a Joe. Tiré las llaves y el bolso a un lado, y cerré la puerta con un suspiro de alivio. Cuatro cerraduras y una cadena después, la tensión comenzó a abandonar mi cuerpo.
Fui a la cocina y saqué una botella de vino. Con una generosa copa de vino en la mano, entré en la sala de estar. Aún podía olerlo; el aroma del almizcle me había seguido a casa. Sumergiéndome en mis pensamientos sobre Joseph Jonas, tomé un generoso sorbo de vino y dejé la copa.
Me senté en el sofá, y me dedique un tiempo a pensar en aquel hombre.
Esperaba que Joseph Jonas estuviera sufriendo tanto como yo. Sería lo justo. Cuando pude, me levanté del sofá y fui a la cocina a rellenar mi copa. Miré el teléfono y el contestador automático.
La luz indicadora de mensaje estaba parpadeando demencialmente. Pulsé el botón de "Reproducir". El aparato emitió un zumbido, y después no se oyó nada. Colgaron. Borré el mensaje y encontré dos más iguales antes de llegar al mensaje final. En el momento en el que Demi comenzó a hablar, sonreí.
«Será mejor que tengas un montón de cosas sucias y jugosas que contarme.».
-Qué carcelario -Eché un vistazo al aparato mientras Demi continuaba.
«Sí, sé lo que estás pensando. Pero si estuviéramos en la cárcel, definitivamente, querría una amante como Joseph Jonas soltó Demi. -Oh, y he estropeado mis zapatos nuevos, así que ya te imaginarás cómo me siento ahora».
Me lo imaginaba. Demi adoraba sus zapatos del mismo modo en el que yo adoraba mis bolsos. Me recordó una entrevista que tenía planeada para primera hora de la mañana, y después se cortó, seguramente por el límite de tiempo del contestador. Borré su mensaje y pensé en el resto de llamadas. Parecía que había llegado el momento de cambiar mi número de teléfono de nuevo.
Incomoda con la idea, caminé hacia el dormitorio mientras sorbía mi vino. Fui a mi escritorio, y me senté ante el ordenador. Me eché hacia atrás en la silla y observé cómo se descargaba el correo a mi bandeja de entrada. Había un email de Nick, y supuse que me había escrito para ver si había recibido la invitación de la boda. No le había escrito, ni había recibido ningún mensaje suyo, desde hacía más de seis meses. Habría sido difícil contactar con el después de percatarme de cuánto daño le había hecho al dejar Nueva York.
Abrí el email a regañadientes y suspiré. Como no había manera de que pudiera ira Nueva York para asistir a su boda, deseaba poder ignorar el mensaje y la invitación sin más. Pero no podía hacer eso: aquel hombre había sido el centro de mi mundo después de la violación. Se había ocupado de todo, e incluso ahora me era difícil imaginar cómo habría sobrevivido sin él. Nunca nadie pareció entender mi dolor y mi horror del modo en el que Nick lo hacía.
Cerré el mensaje y lo marqué para leerlo más tarde. Si lo ignoraba completamente, llamaría. Entonces tendría que decirle que no podía ir a Nueva York. De hecho, no había vuelto desde que me marché. Mis padres tenían que venir a verme en navidad y en los cumpleaños, aunque habían dejado claro que no les gustaba nada pasar la navidad en L.A
Mi madre me había mandado dos cartas en cadena, un chiste y el boletín de su club de jardinería. Nunca había llegado a entender por qué pertenecía a un club de jardinería, pues vivía en un apartamento. Al parecer, ella pensaba que las macetas de su ventana contaban como jardín. Le eché un vistazo al boletín; sabía que no me lo habría mandado si no contuviera algo sobre ella. Lo encontré casi al final. Julia Witherspoon-Rothell estaba allí, en toda su gloria, con una brillante pala en la mano. El artículo afirmaba que había creado un huerto comunitario en Brooklyn.
Ya que los huertos comunitarios habían sido la pasión de mi madre desde hacía más de diez años, no fue una sorpresa. Pero era agradable, y en cierto modo divertido, verla allí, de pie con un mono de diseño y zapatilla de deporte blancas. Miré el reloj y fruncí el ceño. Era demasiado tarde para llamarla. Se iba a la cama con el sol, siempre lo hacía. Me terminé el vino, y fui a darme otra ducha.
Ahora que el deseo ocupaba un segundo plano, me irritaba haber respondido a Joe tan intensamente. Para ser sincera, nunca había sido el tipo de mujer que se niega algo. Si lo quería, generalmente lo conseguía. Verme obligada a lidiar con mis necesidades era un ligero golpe a mi orgullo, sobre todo si esas necesidades habían sido provocadas por un hombre.
Mañana sería un nuevo día, un día que terminaría frente a Joseph Jonas, desnuda.
Entré en la galería Holman e intenté ignorar a las dos secretarias de la planta de ventas que
estaban mirándome descaradamente. Toda la maldita galería se había enterado del trato que había
acordado con Joseph Jonas. Era difícil decidirse entre estar cabreada por ello, o complacida.
Demi estaba esperándome fuera de mi despacho, y el resto del equipo estaba merodeando cerca de su
escritorio. Pase a su lado, cogí el café que me ofreció e intenté sonreírle mientras entraba en
mi oficina y cerraba la puerta con firmeza tras ella.
Manteniendo la falsa sonrisa en mi rostro, miré a Demi directamente a los ojos.
-Si le cuentas a alguno de esos traidores de ahí fuera lo que voy a decirte ahora, te mataré y
destrozaré tu cadáver en la trituradora de papel.
Demi levantó la mano haciendo la señal universal de honor de los scouts, símbolo en el que nunca
he confiado.
-Prometo no contar nada a los traidores. Sin embargo, si no empiezas a hablar pronto, voy a
morirme.
-Vale. Me desnudé, me dibujó, y después me puse la ropa y me marché.
Demi frunció el ceño.
-Eso no merecía mi promesa.
-Fue sólo un acuerdo comercial. -Me senté en mi escritorio, y suspiré mientras empezaba a
sonrojarme. -Un acuerdo tan íntimo que, cuando terminó el tiempo, lo único que quería era
salir pitando de allí.
-¿Hizo algo raro?
Levanté la mirada y chasqueé la lengua ante su expresión indignada.
-¿Por qué lo preguntas? ¿Es que vas a ir a darle una paliza si lo hizo?
-Quizá.
-No, no hizo nada raro -suspiré. -Lo único que hizo fue sentarse en el suelo y dibujar.
-Oh -Demi se sentó y miró un momento la zona de trabajo, antes de centrar sus ojos en mí.
-¿Vas a volver hoy?
-Sí.
-¿Te estás comportando así solo porque estás nerviosa, o de verdad pasas de todo esto?
-Bueno -suspiré, y me detuve a pensar antes de responder. -Vale, es halagador que un artista
conocido internacionalmente se sienta inspirado por mí.
-¿Te dijo que lo inspirabas?
-Sí.
Dejó escapar un silbido, y negó con la cabeza.
-Guau. ¿Y eso no hizo que tu ego explotara?
-Bueno, no pude discutirle -Encogiéndome de hombros, dejé caer mi mirada hasta el escritorio
frente a mí. -Es un hombre increíble, a pesar de haberme tendido una trampa para obligarme a
posar para él.
-Ojalá un artista famoso y demencialmente sexy me tendiera una trampa para que me desnudara para él.
Me reí mientras se levantaba.
-Ten cuidado con lo que deseas
-¿No pasó nada?
-Ese hombre tiene algo.
-Sí, los hombres que son guapísimos y ricos siempre tienen algo.
Me reí y agité la cabeza.
-Es arrogante y dominante. Admito que lo encuentro atractivo. Habría que estar muerta para no hacerlo -Cogí un bolígrafo y lo golpeé suavemente contra el cristal de mi escritorio.
listo chicas disfruten el cap las qiero
Me coloqué el cinturón de seguridad y encendí el motor. Joe cerró la puerta mientras encendía luces. El deseo me estaba consumiendo, y saqué el coche del aparcamiento esperando ser capaz de llegar a casa antes de rendirme y caer en sus brazos.
Por fin, inserté la llave en la puerta de mi apartamento, y la abrí. El viaje a casa no había hecho nada más que llevar al límite mi respuesta física a Joe. Tiré las llaves y el bolso a un lado, y cerré la puerta con un suspiro de alivio. Cuatro cerraduras y una cadena después, la tensión comenzó a abandonar mi cuerpo.
Fui a la cocina y saqué una botella de vino. Con una generosa copa de vino en la mano, entré en la sala de estar. Aún podía olerlo; el aroma del almizcle me había seguido a casa. Sumergiéndome en mis pensamientos sobre Joseph Jonas, tomé un generoso sorbo de vino y dejé la copa.
Me senté en el sofá, y me dedique un tiempo a pensar en aquel hombre.
Esperaba que Joseph Jonas estuviera sufriendo tanto como yo. Sería lo justo. Cuando pude, me levanté del sofá y fui a la cocina a rellenar mi copa. Miré el teléfono y el contestador automático.
La luz indicadora de mensaje estaba parpadeando demencialmente. Pulsé el botón de "Reproducir". El aparato emitió un zumbido, y después no se oyó nada. Colgaron. Borré el mensaje y encontré dos más iguales antes de llegar al mensaje final. En el momento en el que Demi comenzó a hablar, sonreí.
«Será mejor que tengas un montón de cosas sucias y jugosas que contarme.».
-Qué carcelario -Eché un vistazo al aparato mientras Demi continuaba.
«Sí, sé lo que estás pensando. Pero si estuviéramos en la cárcel, definitivamente, querría una amante como Joseph Jonas soltó Demi. -Oh, y he estropeado mis zapatos nuevos, así que ya te imaginarás cómo me siento ahora».
Me lo imaginaba. Demi adoraba sus zapatos del mismo modo en el que yo adoraba mis bolsos. Me recordó una entrevista que tenía planeada para primera hora de la mañana, y después se cortó, seguramente por el límite de tiempo del contestador. Borré su mensaje y pensé en el resto de llamadas. Parecía que había llegado el momento de cambiar mi número de teléfono de nuevo.
Incomoda con la idea, caminé hacia el dormitorio mientras sorbía mi vino. Fui a mi escritorio, y me senté ante el ordenador. Me eché hacia atrás en la silla y observé cómo se descargaba el correo a mi bandeja de entrada. Había un email de Nick, y supuse que me había escrito para ver si había recibido la invitación de la boda. No le había escrito, ni había recibido ningún mensaje suyo, desde hacía más de seis meses. Habría sido difícil contactar con el después de percatarme de cuánto daño le había hecho al dejar Nueva York.
Abrí el email a regañadientes y suspiré. Como no había manera de que pudiera ira Nueva York para asistir a su boda, deseaba poder ignorar el mensaje y la invitación sin más. Pero no podía hacer eso: aquel hombre había sido el centro de mi mundo después de la violación. Se había ocupado de todo, e incluso ahora me era difícil imaginar cómo habría sobrevivido sin él. Nunca nadie pareció entender mi dolor y mi horror del modo en el que Nick lo hacía.
Cerré el mensaje y lo marqué para leerlo más tarde. Si lo ignoraba completamente, llamaría. Entonces tendría que decirle que no podía ir a Nueva York. De hecho, no había vuelto desde que me marché. Mis padres tenían que venir a verme en navidad y en los cumpleaños, aunque habían dejado claro que no les gustaba nada pasar la navidad en L.A
Mi madre me había mandado dos cartas en cadena, un chiste y el boletín de su club de jardinería. Nunca había llegado a entender por qué pertenecía a un club de jardinería, pues vivía en un apartamento. Al parecer, ella pensaba que las macetas de su ventana contaban como jardín. Le eché un vistazo al boletín; sabía que no me lo habría mandado si no contuviera algo sobre ella. Lo encontré casi al final. Julia Witherspoon-Rothell estaba allí, en toda su gloria, con una brillante pala en la mano. El artículo afirmaba que había creado un huerto comunitario en Brooklyn.
Ya que los huertos comunitarios habían sido la pasión de mi madre desde hacía más de diez años, no fue una sorpresa. Pero era agradable, y en cierto modo divertido, verla allí, de pie con un mono de diseño y zapatilla de deporte blancas. Miré el reloj y fruncí el ceño. Era demasiado tarde para llamarla. Se iba a la cama con el sol, siempre lo hacía. Me terminé el vino, y fui a darme otra ducha.
Ahora que el deseo ocupaba un segundo plano, me irritaba haber respondido a Joe tan intensamente. Para ser sincera, nunca había sido el tipo de mujer que se niega algo. Si lo quería, generalmente lo conseguía. Verme obligada a lidiar con mis necesidades era un ligero golpe a mi orgullo, sobre todo si esas necesidades habían sido provocadas por un hombre.
Mañana sería un nuevo día, un día que terminaría frente a Joseph Jonas, desnuda.
Entré en la galería Holman e intenté ignorar a las dos secretarias de la planta de ventas que
estaban mirándome descaradamente. Toda la maldita galería se había enterado del trato que había
acordado con Joseph Jonas. Era difícil decidirse entre estar cabreada por ello, o complacida.
Demi estaba esperándome fuera de mi despacho, y el resto del equipo estaba merodeando cerca de su
escritorio. Pase a su lado, cogí el café que me ofreció e intenté sonreírle mientras entraba en
mi oficina y cerraba la puerta con firmeza tras ella.
Manteniendo la falsa sonrisa en mi rostro, miré a Demi directamente a los ojos.
-Si le cuentas a alguno de esos traidores de ahí fuera lo que voy a decirte ahora, te mataré y
destrozaré tu cadáver en la trituradora de papel.
Demi levantó la mano haciendo la señal universal de honor de los scouts, símbolo en el que nunca
he confiado.
-Prometo no contar nada a los traidores. Sin embargo, si no empiezas a hablar pronto, voy a
morirme.
-Vale. Me desnudé, me dibujó, y después me puse la ropa y me marché.
Demi frunció el ceño.
-Eso no merecía mi promesa.
-Fue sólo un acuerdo comercial. -Me senté en mi escritorio, y suspiré mientras empezaba a
sonrojarme. -Un acuerdo tan íntimo que, cuando terminó el tiempo, lo único que quería era
salir pitando de allí.
-¿Hizo algo raro?
Levanté la mirada y chasqueé la lengua ante su expresión indignada.
-¿Por qué lo preguntas? ¿Es que vas a ir a darle una paliza si lo hizo?
-Quizá.
-No, no hizo nada raro -suspiré. -Lo único que hizo fue sentarse en el suelo y dibujar.
-Oh -Demi se sentó y miró un momento la zona de trabajo, antes de centrar sus ojos en mí.
-¿Vas a volver hoy?
-Sí.
-¿Te estás comportando así solo porque estás nerviosa, o de verdad pasas de todo esto?
-Bueno -suspiré, y me detuve a pensar antes de responder. -Vale, es halagador que un artista
conocido internacionalmente se sienta inspirado por mí.
-¿Te dijo que lo inspirabas?
-Sí.
Dejó escapar un silbido, y negó con la cabeza.
-Guau. ¿Y eso no hizo que tu ego explotara?
-Bueno, no pude discutirle -Encogiéndome de hombros, dejé caer mi mirada hasta el escritorio
frente a mí. -Es un hombre increíble, a pesar de haberme tendido una trampa para obligarme a
posar para él.
-Ojalá un artista famoso y demencialmente sexy me tendiera una trampa para que me desnudara para él.
Me reí mientras se levantaba.
-Ten cuidado con lo que deseas
-¿No pasó nada?
-Ese hombre tiene algo.
-Sí, los hombres que son guapísimos y ricos siempre tienen algo.
Me reí y agité la cabeza.
-Es arrogante y dominante. Admito que lo encuentro atractivo. Habría que estar muerta para no hacerlo -Cogí un bolígrafo y lo golpeé suavemente contra el cristal de mi escritorio.
listo chicas disfruten el cap las qiero
Nani Jonas
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Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.