¿Quien es ese chico? [Logan Lerman]

Sus ojos fulguraban y emanaban una ternura tremenda, que no pudiendo resistirme más, tomé sus mejillas acaloradas entre mis manos y besé la comisura de sus labios lentamente, hasta llegar a la sensual abertura de su boca y así saborear su aliento.

Entreabrí los ojos y me separe un poco de ella, para después plantarle otro beso y resbalar la humedad de mis labios por su mentón. Su pecho se contraía agitadamente arriba bajo, mientras sus ojos aún seguían cerrados. Me aventure a pasarle una mano por uno de sus senos, provocando que al instante se levantara del borde y decidiera marcharse. No obstante, con un movimiento impetuoso de mi parte la detuve de la cintura atrayéndola hacia a mí. La mire a los ojos; no decía absolutamente nada, pero seguía nerviosa, quizá ahora nerviosa por otra razón.
La bese de nuevo, esta vez con un beso más exigente, que por lo que pude notar, Clara no supo manejar; pero eso era lo de menos. A continuación, introduje mis dedos en su cabello, dándole unas ligeras caricias, y luego la tumbe delicadamente en la cama, a la vez que jugueteaba con la punta de mi lengua en la curva de su garganta. Gimió bajito. La sentía tensa e indispuesta a continuar, pero ya la tenía ahí, debajo de mi cuerpo, a unos pocos segundos de hacerla mía y posteriormente completamente mía.

—Logan—musitó Clara a la vez que intentaba imponer su esfuerzo por definir una buena distancia entre nosotros. Pero yo era más fuerte que ella y no permitiría que se escapara así nada más.
—Relájate— le susurre en el oído al mismo tiempo que metía la mano en la parte baja de su blusa para poder quitársela. Pude oír claramente un ligero gemido de su parte y su aliento cerca de mi cuello, mientras excitado, mordía despacio el lóbulo de su oreja. Sin perder más tiempo, desabotoné sus vaqueros y los bajé despacio, sintiendo como la delicadeza de sus piernas friccionaba contra las yemas de mis dedos. Estaba hermosa. Tan delicada y exquisita. Su brasier era de un inocente color celeste claro. Un color que hacia contraste con sus pequeños y redonditos pechos amelonados,… hermosa.

A pesar de su inexperiencia deslizó mi camisa con rapidez y prosiguió con mis bóxers. Gruñí en el momento justo cuando su mano roso ahí, provocando que quisiera sentir su intimidad ya...
—Logan—su dulce voz agitada pronunciando mi nombre...
— ¿Qué? —acaricié su pierna derecha suavemente arriba abajo
—Logan—dijo de nuevo insistente, como queriendo gritar
—Dime—articule en su boca

— ¡Logan, despierta!, ¡Logan, son las 7 de la mañana! —Y en ese momento desperté o más bien me despertaron.
Tenía la almohada pegada en mi boca y apretujándola contra mí. Bobby, que estaba parado a un lado mío, me miraba con los ojos entrecerrados y con una disimulada sonrisa que estaba a punto de explotar en una risotada. Así que, apenado, alejé de inmediato el algodón de mi cara y me recargué rápidamente en el cabecero de la cama, tomando conciencia de que todo había sido un sueño. Pero que sueño…

Dios, sí que me había excitado; El bulto en mis bóxers no podía engañar a nadie. A toda prisa arrejunté la sábana cubriendo con urgencia esa delatora parte de mi cuerpo que se insinuaba en la tela de mi ropa interior.
—Discúlpame si interrumpí ese bello momento con tu almohada—rió mi compañero y yo solo pude esbozar una tonta sonrisa.

De refilón mire por la ventana; todavía estaba el sol y ni siquiera había viento como en mi narcosis erótica. Guardé el cuaderno y mis bolígrafos en la mochila; pues mi tarea de álgebra ya estaba terminada. No más reglas generales de tercer término y factorización.
Me encaminé a la regadera, esperando que el agua fría me sacara de aquellas cavilaciones hormonales.



— ¿CÓMO TE LLAMAS? —pregunto mi descubridor con un tono de autoridad. Volteé a todos lado para ver si tenía alguna posibilidad de escapar, pero para ser sinceros eran muy pocas—. He dicho cómo te llamas—Repitió aquel joven. Sentí como se acercaba curioso detrás de mí, así que apreté los ojos y me gire en talones dispuesta a justificarme.
—Clara. Puedo explicarlo—el hombre era mi nuevo profesor de Literatura: el universitario, rubio y atractivo. Llevaba un libro en la mano, con el dedo índice introducido en las hojas como separador.
—Pues si que espero una muy buena explicación para no acusarte—dijo
—Verá…
—Le advierto que no quiero mentiras, señorita Clara—sujetó el libro con sus dos manos y luego golpeo la contra parte con los nudillos—. Por lo que veo, eres excelente para hacer creerle al mundo lo que quieras… Permíteme—de la nada se oyó una vibración, salvándome de su intimidante contrariedad. Saco el móvil de uno de los bolsillos de su pantalón y miro unos segundos a la pantalla. —.Tienes suerte, Clara—hizo una mueca con la boca—La conversación quedará pendiente para mañana. De verdad que me tienes totalmente sorprendido e interesado por saber qué es lo que te provoco a realizar esta locura.
—No me delate, por favor. Le prometo que lo que hago es por una buena causa
—Descuida, no lo aré, pero si espero que lo que me dirás mañana, será nada más que la pura verdad. En fin, tengo un compromiso que no puede esperar… Te veré mañana a la 1 de la tarde en el Starbucks de la vuelta para que me cuentes tu historia… ¿señorita?...
—Clara, Clara Mcguire—asintió con la cabeza y se despidió caballerosamente con un saludo de mano
—Un gusto

Espere a que se marchara para comenzar a saltar de la impotencia que me invadía en ese momento.
Todo eso me pasaba por torpe y descuidada. Por ser tan ingenua como para creer que yo le podía llegar a gustar a Logan Lerman… No, él solo se fijaría en chicas de cara bonita y buenos atributos o, que pudieran darle más que un buen taco de ojo. Yo misma lo había visto con ese tipo de mujeres; como por ejemplo: la guapa rubia a la que accidentalmente le tire la copa encima la noche que fui a Party Night, la misma a la que termine por denominarla Barbie, y la sexy pelirroja con la que conversaba en el automóvil esa misma noche que me dio un aventón al Instituto.



LA MUCHACHA en realidad que había sido bastante descuidada para proteger su identidad los últimos días. No era necesario ser muy inteligente para saber que en cualquier momento la descubrirían.
Se acomodó la peluca en su lugar, y se encamino en dirección a la biblioteca; Podría estar tranquila terminando sus deberes en silencio y, sin necesidad de verle la cara a su compañero de habitación. Después pensaría en como arreglárselas con el profesor de Literatura, sinceramente no tenía ganas de quebrarse demasiado la cabeza pensando en las consecuencias.


MIENTRAS SE RETOCABA EL MAQUILLAJE, Dana Tomson pensó en varias alternativas de cómo hacer posible aquella pequeña mentira que le había dicho a Sara: Que Logan la invitara a salir. Con una toallita enredada en el dedo eliminó el exceso de labial en los labios y acto seguido hizo una extraña mueca de beso.
—Te amo, Dana—Había dicho Logan la última vez, dándole suaves caricias en la espalda.

Un escalofrió le paso por la nuca al recordar el físico espectacular de Logan Wade sentado en el asiento de cuero y con un brillo pícaro en sus ojos azules que la hizo alucinar. En definitivo, no tenía por qué pensarle tanto.
Se acerco al teléfono y tumbándose en la cama, tecleó uno por uno los dígitos de la nota que Logan le había echo anotar.

— ¿Si? —oyó del otro lado de la línea; una voz varonil y deliciosa
—Hola, soy Dana, Logan… ¿Te acuerdas? —Que pregunta más tonta, claro que tenía que acordarse, cavilo ella egocéntricamente. Logan respiro hondo y respondió indiferentemente:
—Sí, habíamos quedado que me llamarías
—Sé que es lunes, pero esperaba que pudiéramos vernos
—No puedo; te dije que los lunes y miércoles estoy ocupado
— ¿Entonces qué tal mañana? —dijo incitante. El ojiazul tardo diez segundos en contestar, memorizando las palabras de su amigo Liars.
—Ok… No tengo ánimos de salir lejos, Dana ¿Te parece en el Starbucks a las 2?
— ¿En el Starbucks? —exclamo incrédula. Nunca se lo hubiera esperado del chico que estaba locamente enamorado de ella y que le daba todo con solo mirar el objeto, ropa o brillante que mirara con esmero. Le pareció poca cosa, pero igual accedió; solo quería verlo de nuevo.
—Si quieres, si no podemos dejarlo para otra ocasión
—No, me parece perfecto—Mentirosa, si que sabía como mentir. Mentir era su segundo nombre y todavía no mostraba sus mejores cualidades para dar crédito a ese nombre.
—Entonces te veo mañana—Logan se despidió, alcanzando a escuchar el tonito sensual de me muero de las ganas por verte de Dana Tomson.
Esta se mordió el labio inferior, a la vez que se hacia un rulo en el cabello con el dedo índice.

CLARA TOMÓ EL LIBRO DE LA ECONOMIA ACTUAL de los Estados Unidos, en el pasillo 11 y comenzó a hojearlo; Estados Unidos no es solo la más desquiciada "potencia" económica a nivel mundial de la actualidad, sino también la mayor economía imperial colonizadora de la historia. Sus cifras de PIB son comparables con todo el bloque europeo, y ni siguiera la suma del PIB de las tres siguientes potencias mundiales pueden igualarlo… Un minuto posterior a su fugaz lectura, concluyó en que era la mejor elección de libro para el tema de contaduría.
Escogió el mejor asiento en la última mesa y antes de abrir su cuaderno le echo un vistazo a los demás lugares; solo había dos chicos pequeños de anteojos grandes y peinado gracioso, y, del otro lado, en la próxima esquina, un moreno que tecleaba en su mini laptop. Era Zachary. Al parecer el chico sintió la mirada de Clara clavada en su perfil y se levantó la vista para ver a quien pertenecía tal atención.

Clara, vertiginosamente escondió la cara en el libro, —que por cierto estaba al revés— y simulo no verlo. Pasado un segundo volvió a mirar de soslayo y, en cuanto menos se lo esperaba, el chico se dirigía valentón a su mesa.

—Vaya día—susurró Clara contra el libro.

Con el libro cubriéndole la cara, Clara ignoró la presencia de Zachary, que estiraba la mano en el respaldo de la silla que daba justo enfrente para abrirse paso—Que bueno que te encuentro aquí —dijo Zac golpeando ligeramente los nudillos en la mesa. La chica no contesto, ni siquiera quito el libro de su rostro para verle. El moreno le bajó el libro agresivamente cerrándolo de inmediato—. Desde hace un par de semanas he querido disculparme contigo por la manera tan violenta con la que te he tratado, Liars, pero por una u otra cosa te desapareces. Eres raro, perdón que lo diga.
—Hago cosas, y no tienes por qué disculparte. Tuviste razones para hacerlo—respondió la muchacha volviendo la vista al libro y abriéndolo de nuevo.
—En realidad no. Tú no tienes culpa de las idioteces que comete el imbécil de Lerman—el chico de ojos avellana se rasco la mejilla reflexionando en si lo hacía o no—. En fin, espero podamos ser amigos, Liars—se decidió por un sí y, le tendió la mano. Clara sonrió amablemente como señal de que todo había quedado en el pasado devolviéndole el saludo de mano.
—Perfecto—Zac esbozó una sonrisa levantándose de allí— ¿sin rencores?
—Sin rencores
—Por si las dudas, Logan no cuenta entre mi arrepentimiento. Él me las debe— rió el chico mientras a lo lejos le exigían silencio con la bibliotecaria.

Los roces con su primer enemigo habían quedado atrás. Solo esperaba que con el paso del tiempo, David también aceptara a Bobby y pudieran llegar a ser amigos de verdad. No le gustaba tener disgustos con la gente ni mucho menos discusiones sin motivos verdaderos.

Después de terminar los deberes de contaduría y matemáticas, pensó en que sería buena idea cumplir con la mentira que le había dicho a Logan y dejar de lado a una de las tantas que ya había cometido: ir con su amigo Nelson y jugar un rato a las cartas o al ajedrez, que sabía ella.

Jugaron al ajedrez y para ser un juego bastante aburrido, fue entretenido para Clara… ¿Quién lo diría?




CON MUCHO CUIDADO de no hacer ningún ruido abrió la puerta introduciéndose a la habitación, en la típica forma silenciosa que los ladrones suelen hacer para cometer sus atracos en los interiores de las mejores mansiones.
Clara observó con cierto esmero al ojiazul mientras dormía y, no pudiéndose aguantar la tentación, se acerco a él de la misma manera sigilosa de hace unos segundos. Silenciosa, se incoó en la orilla de la cama y, apoyando su mentón en sus brazos, reposó estos en la almohada del chico, suspirando.
—Sabes…eres un idiota, Logan, pero a pesar de eso presiento que comienzo a quererte… O quizá ya te quiero ¿Qué tonta, verdad?—en ese instante Logan giro la cabeza de lado, quedando su nariz tan cerca de la suya. Clara sintió su corazón alterarse cuando el aire caliente que fluía de la nariz de Logan Wade se desvanecía cálidamente en su boca. Sus cejas eran como las de un dios; arqueadas y semi pobladas: personalidades que alcanzan rápidamente los objetivos que se proponen, de carácter sensible y romántico, según había leído en un libro de antología china.

Lo miró por última vez y antes de lo que canta un gallo, Logan entreabría los ojos. La chica fue más rápida, pues en el instante en que se percato, comenzó a arrastrarse por la alfombra como los muchachos que son mandados a sitios de entrenamiento para el ejército, con los codos realizando la mayor parte del esfuerzo.

« Por un pelo y me descubre» Susurro Clara metiéndose por debajo de la sábana.

Después de estar meditando en cada rasgo de su compañero, creyó que había sido suficiente tiempo para tontear sobre su enamoramiento. Mañana tendría un peso más grande que cargar con su profesor de Literatura.




A LA MAÑANA SIGUIENTE todo inicio como todos los días; Logan y Clara se despertaron para ir a sus respectivas clases sin imaginarse que el uno con el otro comenzaban a sentirse afectuosos. Logan había soñado por tercera vez consecutiva con la castaña, mientras Clara no había podido dormir del todo bien pensando en él, en la ex novia de este, en Kevin y, en lo que le diría al profesor Richard Tyler cuando lo tuviera cara a cara.

En esta ocasión Clara no intentó poner demasiada atención a clase, para ser más precisos ni siquiera miraba a la pizarra, se la había pasado mirando por la ventana y jugando con los bolígrafos, ida en sus cavilaciones; No estaba de ánimos para levantar la mano y opinar. Por otra parte, Logan Lerman había estado recordando a Clara bajo la oscuridad del auto y su mirada marrón inquietante cuando él se la devolvía intensamente a propósito.
« Pienso en ella, porque me quiero acostar con ella…solo es por esa razón, no hay otra» Se repetía cada cinco minutos para no olvidarlo.




1:06, VESTIDA COMO UNA CHICA, Clara se fijó en el diminuto reloj digital de su móvil y, valiente o lo más que pudo, miró a todas partes a ver en qué lugar se ayeaba su maestro. En una de las esquinas una sombra alzo el brazo y comenzó a agitarlo. Allí estaba, en una mesa del rincón.

Richard Tyler le señalo amablemente que podía sentarse y comenzó la charla:

—Me alegra que hayas venido—empezó el rubio —, y tal como eres
—Gracias por no decir nada... ¿No lo hará, cierto? —dijo Clara algo inquieta
—Descuida, no diré absolutamente nada. Bueno depende de la situación
—No es justo que me amenace
—Dime Richard, nada de usted ¿está bien?, me siento viejo sabes
—La razón por la que hago esto, es porque mi padre trabaja aquí—pronunció la chica casi inaudible después de respirar hondo y a arriesgarse a la verdad.
—Eso no es una razón. Muchos hijos de profesores estudian en el mismo lugar
—Pero él no sabe que yo soy su hija—Richard apoyó los codos en la mesa y juntando los nudillos le dio más importancia al asunto. —Cuando tenía diez años, comencé a sentir rencor hacia el hombre que me había procreado. Nunca había estado conmigo desde mi infancia, en mis cumpleaños y en las noches cuando sentía miedo. Polly, mi amiga tenia, tiene a su padre que la ama tanto. Estaba con ella cada que lo necesitaba. Le enseñó a andar en bicicleta y le hacia el avión cuando se portaba mal. Yo en cambio jamás lo conocí, jamás supe que era sentir que tu padre te protegiera de los regaños de tu madre, que te abrazara, que te hiciera sentir que le importabas más que a cualquier otra cosa en el mundo. A los trece supe que todo estaba perfecto; Laureen era mi mamá y papá al mismo tiempo; no me hacía falta cariño, pero aun así sabia que me faltaba algo para ser completamente feliz—el joven sintió una punzada de compasión hacia la chica que tenía enfrente. Se notaba y se percibía que estaba muy triste por todo ello—. Pero cuando cumplí los 15, encontré una fotografía de él debajo del colchón de Laureen… Estaba rota y arrugada pero podía ver toditas sus facciones; era un hombre feliz, como podía verlo en su sonrisa. Enserio no parecía mala persona. Entonces fue que me di cuenta que siempre había soñado con verlo, conocerlo y tener una plática o juegos de padre e hija tal como en mis sueños despiertos y deseos a la estrella del anochecer cuando era una niña. —Clara sintió un nudo en la garganta que en cualquier momento sabía que iba a interrumpirse por unas cuantas lagrimas traicioneras—Tuve que esperar dos años para hacer esta locura. Dos años que tuve que jugármelas todas con mi madre por descubrir un poco más de él.
— Pero le mentiste. Les has mentido a todos, Clara
—Lo sé, pero no le hago daño a nadie con mentir…un poco—la castaña sonrió a medias, nerviosa
— ¿No crees que es mejor que le digas directamente a tu “padre” que eres y quien eres?
—No puedo. Tenía pensado hacerlo antes de ver que una persona como él sería incapaz de abandonar a su familia—Clara amplió una sonrisa y sus ojos fulguraron al hablar de Kevin Konrad—. Él es bueno, Richard; Tiene un carisma que te contagia y un alma de ángel que te hace sentir tan bien cuando estas a su lado… Estoy segura que hay algo detrás de todo esto, y comienzo a sospechar que mi mamá tiene algo que ver. Tengo que descubrir que es.
— ¿Entonces por qué no se lo dices a ella?
—Lo negaría. Lo ha negado en toda mi vida,… Definitivamente nunca me lo diría

—Como maestro te digo que se lo digas ahora antes de que sea muy tarde para excusarte, te descubran y todo salga mal. Pero como hijo de un padre que se desgasta la vida criticando su carrera, te digo que sigas haciendo lo que haces hasta que lo logres. Claro, esta vez siendo más precavida y cuidadosa. Pues si tú no hubieras llegado despotricando a un tal Logan y por supuesto quitándote la peluca mientras leía mi libro, jamás te hubiera descubierto—Clara dejo salir una risilla de cuanta razón tiene.

—Gracias, Richard
—No agradezcas. Y si de algo sirve en lo que yo pueda apoyarte eh.




EXTRAÑO, PERO ESTABA LLEGANDO tarde a mi reunión con Dana Tomson. No era mucho tiempo el que había pasado desde las acordadas 2, sin embargo seguía siendo tiempo sin importar cuántos fueran los minutos.

—Hola, cariño—saludó la pelirroja en cuanto me vio entrar. Le di un beso en la mejilla y me senté en el asiento contiguo —. Habíamos quedado a las dos, son casi las 3—añadió ella con cierta finura arruinada, a la vez que metía no se qué cosas en su pequeño bolso de mano.
—No exageres, no es para tanto, guapa. ¿Ya pediste algo? —pregunte sin interés volviendo la vista al local entero. Si que era extenso; Le aproximaba un 15 por 7 de metros cuadrados.
—No, te estaba esperando—se escuchaba molesta pero aun así no perdía su coquetería
—Iré por dos cafés—No tenía ganas, para ser sinceros de entablar conversación con ella. Tal vez debí haberme quedado con David, en lugar de venir a perder una parte de mi dignidad, aceptando citarme con Dana después de lo que me hizo.
—Si no te molesta, yo prefiero un Vainilla Capuccino— citó la chica con una sonrisa amplia, que hasta ahora no me había dado cuenta que me hastiaba.
—Sí, claro…—musité sarcástico para mí

Me asomé en el cristal, verificando los precios y los mejores sabores del menú. Dana deseaba un Vainilla Capuccino y yo la iba a complacer, eso anivelaría mi llegada un poco tardía en nuestra cita y quedaríamos más o menos a mano. Y bueno, yo solo quería un café. Aunque ahora que veía con suma atención, mi paladar suplicaba a gritos por el sabor de un Mango Maracuyá.
La señorita me atendió cortésmente e ipso facto a mi pedido se sumió en su labor de servir.

Parado donde estaba, podía ver a la sexy pelirroja jugando y acomodándose el cabello de un lado y luego al otro sin decidirse precisamente. Recordé muchas de las veces en que solía esperarla a la salida de su casa para salir a pasear a un sitio agradable.

Unas risas me sacaron de mi ensimismamiento. A dos mesas, exactamente en una del rincón, Clara reía alegremente en compañía de un joven rubio y de espalda ancha, de no más de 25 años, quien le respondía de la misma manera, a sus anchas.

No, ni una pizca de celos, por supuesto que no. Eso sería una estupidez, ni siquiera me gustaba...mucho.
—Aquí su Capuccino y Maracuyá, joven
—Gracias—tomé los vasos y me encamine a mi respectivo lugar, sin dejar de mirar por ningún momento a Romeo y a Julieta. Inclusive cuando me senté ahora frente a Dana, mi cerebro no me permitía fijar la vista a otro lugar. Mierda, cabeza tonta.

—Logan, sé que no tengo vergüenza al pedir que me perdones por lo que paso hace ya tanto tiempo. Pero si vieras lo mal que me he sentido en todo este transcurso de cuatro años, pensando cada día en el mal que te hice—miré a Dana a los ojos volviendo a ese día cuando la vi besarse apasionadamente con aquel hombre. Lo quite inmediato de mi memoria.
—Despreocúpate, te dije que lo había olvidado—le di un sorbo a mi Maracuyá y mire de refilón a la mesa donde estaba Clara y su acompañante.
— ¿Crees que puedas perdonarme?
—Sí, te perdono—no le puse atención, solo me delimite a fingir que lo hacía. —Oye, no tardo, preciosa, espérame aquí.
—Pero…
Decidido me acerque a la mesa donde estaban Clara y el rubio dialogando jubilosos. No sé porque me había atrevido a hacerlo pero ahora estaba detrás de Clara, tocando su hombro para llamar su atención. —Hola—pronuncié clavándole la mirada al joven y posteriormente a Clara cuando se giro a verme, sorprendida. Llevaba el cabello dadivoso y sus lentes de armazón al estilo Ugly Betty, como siempre.