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"Amor en Horas de Trabajo"-(Nick y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Amor en Horas de Trabajo"-(Nick y Tu)
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ya que hace como una semana y media que no subo cap maso! ok? :D
ya que hace como una semana y media que no subo cap maso! ok? :D
maru!!
Re: "Amor en Horas de Trabajo"-(Nick y Tu)
Capítulo 7
__(Tn) no podía creer lo rápido que había pasado el día y lo amable que era todo el mundo con ella en Ideas Bárbaras, especialmente su jefa.
De unos treinta años, Michelle era una morena atractiva, casada, con una niña de tres años y otro en camino. Era una persona amable y, a la vez, eficiente y muy precisa con las instrucciones. Sabía lo que quería y esperaba que las cosas se hicieran a su manera.
__(Tn) estaba acostumbrada a eso. En Jackson & Phelps la habían entrenado bien.
Pero prefería Ideas Bárbaras porque había un ambiente de trabajo muy agradable. Eran pocos empleados, unos veinte, y casi todos asomaron la cabeza en su despacho para saludarla.
Bueno, llamarlo «despacho» no era del todo apropiado. Más bien, un cubículo. La sala de trabajo de Ideas Bárbaras era un espacio abierto separado por paneles. El de Michelle era grande pero nada elegante, con muebles de pino, sin moqueta, sin puerta, con una ventana que daba a la calle.
Aun así, era una zona limpia y funcional, con ordenadores de última generación. A__(Tn) le encantó trabajar con un Macintosh G5, mucho más rápido que su Imac.
Afortunadamente, porque su predecesor había dejado las cosas patas arriba. Tenía tanto trabajo que, cuando llegó la hora del almuerzo, decidió comer un sándwich en su mesa. Margaret, la recepcionista, le llevó un café.
«Seremos buenas amigas», pensó __(Tn).
Sólo pudo descansar un poco después de comer y aprovechó para hacer tres llamadas. La primera, al restaurante, para decir que dejaba su trabajo. Afortunadamente, no le pusieron ninguna pega. La segunda, a la guardería para avisar de que llegaría tarde. Como esperaba, a Emily le dio lo mismo... ¡niña traidora! La tercera, a Dora, que se puso a dar saltos de alegría cuando le dijo que había conseguido el trabajo.
Desgraciadamente, no pudo contarle nada sobre el fiasco de los hermanos Jonas porque Michelle estaba a su lado.
En realidad, le gustaba trabajar cerca de Michelle. Aparentemente, en Ideas Bárbaras cada director creativo trabajaba con un diseñador gráfico a su lado, como una especie de ayudante personal. Y, en su opinión, ésa era la mejor manera de entrenar a futuros directores creativos. Ahora entendía que Harry Wilde nunca hubiese tenido que contratarlos en otras agencias. No le hacía falta.
—Hora de irse, chicas. Son las cinco.
__(Tn) giró la cabeza al oír la voz de Nick. Estaba apoyado en el panel y tuvo la impresión de que llevaba ahí un rato. Le sorprendía haber podido apartarlo de sus pensamientos durante casi todo el día. Pero, en cuanto sus ojos se encontraron de nuevo, volvió a sentir un escalofrío.
Lo deseaba igual que lo había deseado el viernes por la noche, pero ahora el deseo iba acompañado de miedo y preocupación.
Su vida desde que Emily nació había sido tan sencilla... Quizá un poco aburrida y sí, solitaria a veces. Pero sin estrés.
Si mantenía una relación con Nick Jonas, aunque fuera una relación fortuita, él empezaría a hacer demandas sobre su tiempo. Y, como madre soltera con un trabajo de nueve a cinco, __(Tn) sabía que no tendría mucho tiempo libre.
—¿Qué tal nuestra nueva chica, Michelle?
—Estupenda —contestó ella—. Es muy buena en su trabajo. Y sospecho que será muy buena en el mío también. Algún día —añadió, haciéndole un guiño.
__(Tn) no sabía qué decir como respuesta a tantos halagos, de modo que se quedó callada.
—Será mejor que nos vayamos —dijo Nick entonces—. A esta hora hay mucho tráfico. Voy a llevarla a casa —le explicó a Michelle—. Tiene que ir a buscar a su hija a la guardería y no sabe si llegará a tiempo.
—Sí, ya me ha contado que vas a rescatarla —sonrió Michelle—. Bueno, pues adiós. Y gracias por todo. Nos vemos mañana a las ocho y media.
—¿Ocho y media? —repitió Nick—. Pensé que el horario era de nueve a cinco.
—__(Tn) y yo hemos decidido que nos viene mejor de ocho y media a cuatro y media. Las guarderías abren a las ocho y así tenemos más tiempo para estar con las niñas por la tarde.
—Ah, muy bien —se encogió él de hombros.
Ese gesto le recordó a Jessie que los hombres como Nick Jonas no tenían hijos de los que preocuparse. Sólo se preocupaban por sí mismos.
Los hombres hacían eso muy bien, se recordó a sí misma. «Así que no pienses que va a llevarte a casa por solidaridad. Te lleva a casa porque quiere ligar contigo».
Le sorprendió que ese pensamiento no le pareciera mal. Quizá no debería haber estado sola tanto tiempo, se dijo. Conteniendo un suspiro, __(Tn) apagó el ordenador, tomó el bolso y se levantó.
—Adiós, Michelle. Gracias por ser tan amable conmigo. Hasta mañana.
—Es una chica encantadora, ¿verdad? —sonrió Nick mientras bajaban en el ascensor.
—Sí, mucho —asintió ella—. Y muy buena en su trabajo.
—Harry no contrata a nadie que no lo sea.
—Espero que no se lleve una desilusión conmigo.
—Estoy seguro de que no será así. Por aquí —murmuró Nick, cuando las puertas se abrieron. Estaban solos en el garaje, pero no la tocó, no se acercó siquiera—. Es éste —dijo, deteniéndose ante un elegante coche plateado.
El interior era de cuero gris y olía a nuevo. __(Tn) no sabía qué modelo era y no pensaba preguntar. Ella no sabía nada de coches. Lo cual le recordó...
—Por cierto, no voy a alquilar un coche todavía.
—¿Por qué no?
—Antes de lanzarme de cabeza, me gusta pensar las cosas bien.
—¿Eso es una costumbre, un hecho o una advertencia para mí?
—¿Necesitas una advertencia?
Nick arrancó y salió del garaje sin decir nada. Y siguió en silencio hasta que tuvo que detenerse en un semáforo.
—Mira, dejémonos de jueguecitos —le espetó, volviéndose para mirarla—. Fuiste al bar la otra noche buscando compañía masculina. Si no te hubieran dicho que yo era un hombre casado, te habrías acostado conmigo.
__(Tn) decidió que había llegado el momento de decir la verdad. No tenía por costumbre ir a bares a ligar con extraños.
—Nadie me dijo que estuvieras casado —le confesó, levantando la barbilla—. Me lo he inventado.
—¿Qué? Primero dices... ¡bah, vete al infierno! —exclamó él, mientras arrancaba de nuevo.
—¡Conduce y escucha! —le espetó __(Tn), con el tono que usaba para meter a Emily en la cama cuando se ponía revoltosa.
Nick obedeció, sorprendido por el tono autoritario. Su silencio le dio la oportunidad de contarle la verdad, empezando por su trabajo como señuelo para una agencia de detectives porque necesitaba el dinero. Le contó que odiaba ese trabajo y lo había dejado, pero que tuvo que hacerlo por última vez para poder comprarle a Emily un buen regalo de Navidad.
Nick la miró, incrédulo, cuando le contó no sólo que nunca había estado en El Sótano sino que nunca iba sola a un bar. Y estuvo a punto de meterse en el carril contrario cuando le dijo quién era su objetivo. Incluso le contó que le había dado a Jack un informe positivo porque le vio rechazar a la rubia.
—Por supuesto, entonces no sabía que tú no eras Curtis.
Nick se quedó sin palabras durante unos segundos.
—Muchas gracias por no destrozar el matrimonio de mi hermano. ¿Por que lo hiciste, te sentías culpable?
—¿Culpable? ¿Por qué?
—A ver, guapa, seamos serios. Si yo hubiera sido un pobre hombre casado y aburrido y tú hubieras entrado en el bar con ese cuerpazo tampoco habría sido capaz de resistirme.
—No exageres, no es para tanto.
—Créeme, sí lo es. Y eres una buena actriz, además. Yo habría jurado que te gustaba, que de verdad querías hacer el amor conmigo.
Podía decirle que no era así... o tomar una salida más fácil.
—Te encontraba atractivo, es verdad —admitió, poniéndose colorada—. Pero no me habría ido al hotel contigo. No me acuesto con extraños.
Esa era su historia y no pensaba contar nada más.
—Yo tampoco sabía tu nombre, pero me daba exactamente igual.
—Sí, bueno, tú eres un hombre. Eres de una especie completamente diferente. Las mujeres somos, en general, un poquito más selectivas.
—No todas las mujeres.
Posiblemente estaba acordándose de la rubia.
—Sí, es verdad. Y también sé que las madres solteras tienen cierta reputación de ser... digamos, presa fácil. No quiero que cometas ese error si estás pensando pedirme que salga contigo. Y supongo que así es. Si no, ¿por qué me llevas a casa?
Nick se volvió de nuevo para mirarla.
—Parece que me tienes pillado. ¿Qué puedo decir? Sí, me gustaría salir contigo. Y sí, hasta ahora, mis intenciones no eran del todo honorables.
—¿Y ahora?
—Sigo queriendo acostarme contigo. Pero también me gustaría conocerte fuera de la cama. Eres una mujer muy interesante, __(Tn) Denton.
Ella, cortada, miró su reloj para disimular. Eran casi las cinco y media y estaban todavía en Chatswood. Habría ido mucho más rápido en el tren.
—Entonces, ¿quieres salir conmigo? —insistió Kane.
__(Tn) no volvió la cabeza. Sabía que la estaba mirando, pero... esos ojos suyos la afectaban tanto como su sonrisa.
—Quizá —contestó.
—¿Cuándo?
—No me metas prisa, Nick.
Nick. Lo había llamado Nick.
—¿Qué tal el viernes por la noche? Supongo que el viernes pasado dejaste a tu hija con alguien,
¿No? Podríamos salir a cenar y luego a tomar una copa, o lo que quieras. Al cine, al teatro. Lo que te apetezca.
Acostarse con él estaría bien, pensó, sorprendiéndose a sí misma. Pero su orgullo era más importante.
—No sé si podré. Además, sigo sin saber nada de ti. Al menos, tú has leído mi currículum. Yo ni siquiera sé qué haces o por qué te ha encargado Harry Wilde que cuides de su negocio mientras está de viaje.
—Encontrarás la respuesta a esas preguntas sobre tu escritorio, mañana por la mañana. Es más fácil que intentar explicarte a qué me dedico. Tardaríamos toda la noche.
__(Tn) parpadeó. Eso sí era interesante.
—Muy bien, pero no sé nada de ti. Has dicho que estabas divorciado... ¿cuánto tiempo estuviste casado y por qué te divorciaste?
—Estuve casado tres años y fui yo quien pidió el divorcio.
—¿Por qué? ¿Tu mujer te engañaba?
La idea le parecía ridícula. Si Nick fuera su marido, nunca miraría a otro hombre.
—No que yo sepa —contestó él—. Natalie y yo teníamos diferencias de opinión sobre el asunto de los hijos. Deberíamos haberlo hablado antes de casamos, supongo, pero... ¿has visto a ese tío que se me ha puesto en medio? Con un cuatro por cuatro, claro —exclamó Nick, enfadado—. Son peor que los camioneros. ¿Por qué una persona sensata necesita un tanque para conducir en la ciudad? Yo no lo entiendo... ¿Por dónde iba? Ah, sí, mi divorcio. Mira, me di cuenta de que no podía hacerla cambiar de opinión sobre los niños, así que decidí cortar por lo sano. Fue una separación muy civilizada, en realidad. Seguimos siendo amigos.
__(Tn) intentó disimular su decepción. Nick Jonas no quería tener hijos. Muy bien. Era una buena advertencia.
—Ya veo.
—¿Y tú? ¿Por qué no estás con el padre de tu hija?
Le podría haber contado la versión larga, pero decidió que seguramente no estaría interesado.
—Murió en un accidente. Antes de que naciera Emily.
—Ah, lo siento, de verdad. Espero que su familia te apoyase.
—Nunca les dije que estaba embarazada. Lyall no se llevaba bien con sus padres y, francamente, por lo que me había contado, a mí no me gustaban mucho. Además, viven en Nueva Zelanda.
—¿Y tus padres?
__(Tn) hizo una mueca.
—Mi madre también fue madre soltera, pero en sus tiempos era mucho peor. Es irlandesa y católica... en fin, se mudó a Australia cuando yo era muy pequeña, pero para entonces ya era una mujer amargada.
—¿Sigue viviendo aquí?
—No, hace un par de años volvió a Irlanda. Se llevó un disgusto cuando supo que yo estaba embarazada, me dijo que estaba loca. Pero te aseguro que somos muy diferentes.
—No lo dudo. Tú tienes mucha personalidad, __(Tn) Denton. Eres muy valiente.
—¿Valiente? No lo creo —suspiró Jessie—. La verdad es que pasé mucho miedo. Por no hablar de la depresión. No una depresión posparto, sino preparto. Pero no podría haber hecho otra cosa. Emily es mi niña y, aparte de los problemas económicos, ha sido una experiencia increíble. No la cambiaría por nada del mundo. Además, ahora tengo un trabajo decente y se acabaron los problemas de dinero.
Recalcó eso porque no quería que pensara que necesitaba ayuda de ningún hombre.
—He leído en tu currículum que has trabajado de camarera. ¿Qué tal?
Ella se encogió de hombros.
—Ya te puedes imaginar. Pero es lo único que encontré, además del trabajo con Jack Keegan. ¿Tú sabes lo que cuesta una muñeca Felicity?
—Pues sí, la verdad es que sí lo sé. Tengo que regalarle una a mi sobrina. Podríamos ir juntos de compras.
__(Tn)sonrió.
—¿Piensas seducirme en la sección de muñecos de peluche? ¿Qué quieres, ahorrarte una cena?
Nick soltó una carcajada.
—No creo que un hombre tacaño pudiera seducirte, __(Tn)
—Uno lo hizo. Y el resultado es Emily.
—¿Y vas a castigarme a mí por eso?
—Digamos que ahora tengo más cuidado. Además, no has tenido suerte. Dora compró la muñeca el sábado, así que tendrás que comprar la muñeca Felicity tú solito. Un consejo, por cierto, hazlo pronto o te quedarás sin ella.
—Lo haré —sonrió Nick—. Estamos llegando a Roseville, por cierto.
__(Tn) miró de nuevo su reloj.
—Vamos a llegar justo a tiempo.
—¿Y si llegas tarde qué pasa?
—Que te ponen una multa por cada cuarto de hora.
—¿Y si ha habido un accidente y estás retenida en un atasco?
—Por eso pienso tomar el tren a partir de ahora.
Pero así te harás una idea de lo estresante que es ser madre soltera. No tengo mucho tiempo libre.
Gira ahí, en esa calle. Es una casa pintada de azul.
No tiene pérdida.
—¿Trabajarías si no tuvieras que hacerlo? —preguntó él, mientras doblaba la esquina.
—No tengo que trabajar. Podría quedarme en casa cobrando el subsidio. Pero no creo que ése sea un buen ejemplo para Emily. Yo creo que si uno puede trabajar, debe hacerlo. Además, me gusta tener dinero. El subsidio es un asco, te lo aseguro.
—¿Y si estuvieras casada y tu marido ganase mucho dinero? ¿Trabajarías entonces?
__(Tn) sonrió.
—Yo no suelo fantasear, Nick.
—Estaba pensando en la mujer de mi hermano, Lisa. No trabaja y yo pensé que era feliz, pero por lo visto no es así. Le aconsejé que contratara a una niñera y fuese al gimnasio, pero tengo la impresión de que eso no es más que una solución temporal. Creo que necesita algo más.
—Debería buscar una buena guardería y ponerse a trabajar, aunque sea a tiempo parcial. O hacer trabajo voluntario. Seguramente necesita la compañía de un adulto. Y algún reto, además de ser madre y esposa.
—Sí, es un buen consejo —suspiró Nick—. Ah, ahí está la casita azul. Y faltan dos minutos para las seis. ¡Lo hemos logrado!
—Afortunadamente —dijo ella, saliendo del coche—. Muchas gracias, Nick. Por favor, no me esperes. Mi casa está a diez minutos de aquí. Hasta mañana.
Sin esperar respuesta, cerró la puerta y entró corriendo en la guardería.
Nick se quedó mirándola, con una sonrisa en los labios.
—No vas a librarte de mí tan fácilmente, cariño.
Después de quitar la llave del contacto, salió del coche, se cruzó de brazos y esperó pacientemente el retorno de__(Tn).
__(Tn) no podía creer lo rápido que había pasado el día y lo amable que era todo el mundo con ella en Ideas Bárbaras, especialmente su jefa.
De unos treinta años, Michelle era una morena atractiva, casada, con una niña de tres años y otro en camino. Era una persona amable y, a la vez, eficiente y muy precisa con las instrucciones. Sabía lo que quería y esperaba que las cosas se hicieran a su manera.
__(Tn) estaba acostumbrada a eso. En Jackson & Phelps la habían entrenado bien.
Pero prefería Ideas Bárbaras porque había un ambiente de trabajo muy agradable. Eran pocos empleados, unos veinte, y casi todos asomaron la cabeza en su despacho para saludarla.
Bueno, llamarlo «despacho» no era del todo apropiado. Más bien, un cubículo. La sala de trabajo de Ideas Bárbaras era un espacio abierto separado por paneles. El de Michelle era grande pero nada elegante, con muebles de pino, sin moqueta, sin puerta, con una ventana que daba a la calle.
Aun así, era una zona limpia y funcional, con ordenadores de última generación. A__(Tn) le encantó trabajar con un Macintosh G5, mucho más rápido que su Imac.
Afortunadamente, porque su predecesor había dejado las cosas patas arriba. Tenía tanto trabajo que, cuando llegó la hora del almuerzo, decidió comer un sándwich en su mesa. Margaret, la recepcionista, le llevó un café.
«Seremos buenas amigas», pensó __(Tn).
Sólo pudo descansar un poco después de comer y aprovechó para hacer tres llamadas. La primera, al restaurante, para decir que dejaba su trabajo. Afortunadamente, no le pusieron ninguna pega. La segunda, a la guardería para avisar de que llegaría tarde. Como esperaba, a Emily le dio lo mismo... ¡niña traidora! La tercera, a Dora, que se puso a dar saltos de alegría cuando le dijo que había conseguido el trabajo.
Desgraciadamente, no pudo contarle nada sobre el fiasco de los hermanos Jonas porque Michelle estaba a su lado.
En realidad, le gustaba trabajar cerca de Michelle. Aparentemente, en Ideas Bárbaras cada director creativo trabajaba con un diseñador gráfico a su lado, como una especie de ayudante personal. Y, en su opinión, ésa era la mejor manera de entrenar a futuros directores creativos. Ahora entendía que Harry Wilde nunca hubiese tenido que contratarlos en otras agencias. No le hacía falta.
—Hora de irse, chicas. Son las cinco.
__(Tn) giró la cabeza al oír la voz de Nick. Estaba apoyado en el panel y tuvo la impresión de que llevaba ahí un rato. Le sorprendía haber podido apartarlo de sus pensamientos durante casi todo el día. Pero, en cuanto sus ojos se encontraron de nuevo, volvió a sentir un escalofrío.
Lo deseaba igual que lo había deseado el viernes por la noche, pero ahora el deseo iba acompañado de miedo y preocupación.
Su vida desde que Emily nació había sido tan sencilla... Quizá un poco aburrida y sí, solitaria a veces. Pero sin estrés.
Si mantenía una relación con Nick Jonas, aunque fuera una relación fortuita, él empezaría a hacer demandas sobre su tiempo. Y, como madre soltera con un trabajo de nueve a cinco, __(Tn) sabía que no tendría mucho tiempo libre.
—¿Qué tal nuestra nueva chica, Michelle?
—Estupenda —contestó ella—. Es muy buena en su trabajo. Y sospecho que será muy buena en el mío también. Algún día —añadió, haciéndole un guiño.
__(Tn) no sabía qué decir como respuesta a tantos halagos, de modo que se quedó callada.
—Será mejor que nos vayamos —dijo Nick entonces—. A esta hora hay mucho tráfico. Voy a llevarla a casa —le explicó a Michelle—. Tiene que ir a buscar a su hija a la guardería y no sabe si llegará a tiempo.
—Sí, ya me ha contado que vas a rescatarla —sonrió Michelle—. Bueno, pues adiós. Y gracias por todo. Nos vemos mañana a las ocho y media.
—¿Ocho y media? —repitió Nick—. Pensé que el horario era de nueve a cinco.
—__(Tn) y yo hemos decidido que nos viene mejor de ocho y media a cuatro y media. Las guarderías abren a las ocho y así tenemos más tiempo para estar con las niñas por la tarde.
—Ah, muy bien —se encogió él de hombros.
Ese gesto le recordó a Jessie que los hombres como Nick Jonas no tenían hijos de los que preocuparse. Sólo se preocupaban por sí mismos.
Los hombres hacían eso muy bien, se recordó a sí misma. «Así que no pienses que va a llevarte a casa por solidaridad. Te lleva a casa porque quiere ligar contigo».
Le sorprendió que ese pensamiento no le pareciera mal. Quizá no debería haber estado sola tanto tiempo, se dijo. Conteniendo un suspiro, __(Tn) apagó el ordenador, tomó el bolso y se levantó.
—Adiós, Michelle. Gracias por ser tan amable conmigo. Hasta mañana.
—Es una chica encantadora, ¿verdad? —sonrió Nick mientras bajaban en el ascensor.
—Sí, mucho —asintió ella—. Y muy buena en su trabajo.
—Harry no contrata a nadie que no lo sea.
—Espero que no se lleve una desilusión conmigo.
—Estoy seguro de que no será así. Por aquí —murmuró Nick, cuando las puertas se abrieron. Estaban solos en el garaje, pero no la tocó, no se acercó siquiera—. Es éste —dijo, deteniéndose ante un elegante coche plateado.
El interior era de cuero gris y olía a nuevo. __(Tn) no sabía qué modelo era y no pensaba preguntar. Ella no sabía nada de coches. Lo cual le recordó...
—Por cierto, no voy a alquilar un coche todavía.
—¿Por qué no?
—Antes de lanzarme de cabeza, me gusta pensar las cosas bien.
—¿Eso es una costumbre, un hecho o una advertencia para mí?
—¿Necesitas una advertencia?
Nick arrancó y salió del garaje sin decir nada. Y siguió en silencio hasta que tuvo que detenerse en un semáforo.
—Mira, dejémonos de jueguecitos —le espetó, volviéndose para mirarla—. Fuiste al bar la otra noche buscando compañía masculina. Si no te hubieran dicho que yo era un hombre casado, te habrías acostado conmigo.
__(Tn) decidió que había llegado el momento de decir la verdad. No tenía por costumbre ir a bares a ligar con extraños.
—Nadie me dijo que estuvieras casado —le confesó, levantando la barbilla—. Me lo he inventado.
—¿Qué? Primero dices... ¡bah, vete al infierno! —exclamó él, mientras arrancaba de nuevo.
—¡Conduce y escucha! —le espetó __(Tn), con el tono que usaba para meter a Emily en la cama cuando se ponía revoltosa.
Nick obedeció, sorprendido por el tono autoritario. Su silencio le dio la oportunidad de contarle la verdad, empezando por su trabajo como señuelo para una agencia de detectives porque necesitaba el dinero. Le contó que odiaba ese trabajo y lo había dejado, pero que tuvo que hacerlo por última vez para poder comprarle a Emily un buen regalo de Navidad.
Nick la miró, incrédulo, cuando le contó no sólo que nunca había estado en El Sótano sino que nunca iba sola a un bar. Y estuvo a punto de meterse en el carril contrario cuando le dijo quién era su objetivo. Incluso le contó que le había dado a Jack un informe positivo porque le vio rechazar a la rubia.
—Por supuesto, entonces no sabía que tú no eras Curtis.
Nick se quedó sin palabras durante unos segundos.
—Muchas gracias por no destrozar el matrimonio de mi hermano. ¿Por que lo hiciste, te sentías culpable?
—¿Culpable? ¿Por qué?
—A ver, guapa, seamos serios. Si yo hubiera sido un pobre hombre casado y aburrido y tú hubieras entrado en el bar con ese cuerpazo tampoco habría sido capaz de resistirme.
—No exageres, no es para tanto.
—Créeme, sí lo es. Y eres una buena actriz, además. Yo habría jurado que te gustaba, que de verdad querías hacer el amor conmigo.
Podía decirle que no era así... o tomar una salida más fácil.
—Te encontraba atractivo, es verdad —admitió, poniéndose colorada—. Pero no me habría ido al hotel contigo. No me acuesto con extraños.
Esa era su historia y no pensaba contar nada más.
—Yo tampoco sabía tu nombre, pero me daba exactamente igual.
—Sí, bueno, tú eres un hombre. Eres de una especie completamente diferente. Las mujeres somos, en general, un poquito más selectivas.
—No todas las mujeres.
Posiblemente estaba acordándose de la rubia.
—Sí, es verdad. Y también sé que las madres solteras tienen cierta reputación de ser... digamos, presa fácil. No quiero que cometas ese error si estás pensando pedirme que salga contigo. Y supongo que así es. Si no, ¿por qué me llevas a casa?
Nick se volvió de nuevo para mirarla.
—Parece que me tienes pillado. ¿Qué puedo decir? Sí, me gustaría salir contigo. Y sí, hasta ahora, mis intenciones no eran del todo honorables.
—¿Y ahora?
—Sigo queriendo acostarme contigo. Pero también me gustaría conocerte fuera de la cama. Eres una mujer muy interesante, __(Tn) Denton.
Ella, cortada, miró su reloj para disimular. Eran casi las cinco y media y estaban todavía en Chatswood. Habría ido mucho más rápido en el tren.
—Entonces, ¿quieres salir conmigo? —insistió Kane.
__(Tn) no volvió la cabeza. Sabía que la estaba mirando, pero... esos ojos suyos la afectaban tanto como su sonrisa.
—Quizá —contestó.
—¿Cuándo?
—No me metas prisa, Nick.
Nick. Lo había llamado Nick.
—¿Qué tal el viernes por la noche? Supongo que el viernes pasado dejaste a tu hija con alguien,
¿No? Podríamos salir a cenar y luego a tomar una copa, o lo que quieras. Al cine, al teatro. Lo que te apetezca.
Acostarse con él estaría bien, pensó, sorprendiéndose a sí misma. Pero su orgullo era más importante.
—No sé si podré. Además, sigo sin saber nada de ti. Al menos, tú has leído mi currículum. Yo ni siquiera sé qué haces o por qué te ha encargado Harry Wilde que cuides de su negocio mientras está de viaje.
—Encontrarás la respuesta a esas preguntas sobre tu escritorio, mañana por la mañana. Es más fácil que intentar explicarte a qué me dedico. Tardaríamos toda la noche.
__(Tn) parpadeó. Eso sí era interesante.
—Muy bien, pero no sé nada de ti. Has dicho que estabas divorciado... ¿cuánto tiempo estuviste casado y por qué te divorciaste?
—Estuve casado tres años y fui yo quien pidió el divorcio.
—¿Por qué? ¿Tu mujer te engañaba?
La idea le parecía ridícula. Si Nick fuera su marido, nunca miraría a otro hombre.
—No que yo sepa —contestó él—. Natalie y yo teníamos diferencias de opinión sobre el asunto de los hijos. Deberíamos haberlo hablado antes de casamos, supongo, pero... ¿has visto a ese tío que se me ha puesto en medio? Con un cuatro por cuatro, claro —exclamó Nick, enfadado—. Son peor que los camioneros. ¿Por qué una persona sensata necesita un tanque para conducir en la ciudad? Yo no lo entiendo... ¿Por dónde iba? Ah, sí, mi divorcio. Mira, me di cuenta de que no podía hacerla cambiar de opinión sobre los niños, así que decidí cortar por lo sano. Fue una separación muy civilizada, en realidad. Seguimos siendo amigos.
__(Tn) intentó disimular su decepción. Nick Jonas no quería tener hijos. Muy bien. Era una buena advertencia.
—Ya veo.
—¿Y tú? ¿Por qué no estás con el padre de tu hija?
Le podría haber contado la versión larga, pero decidió que seguramente no estaría interesado.
—Murió en un accidente. Antes de que naciera Emily.
—Ah, lo siento, de verdad. Espero que su familia te apoyase.
—Nunca les dije que estaba embarazada. Lyall no se llevaba bien con sus padres y, francamente, por lo que me había contado, a mí no me gustaban mucho. Además, viven en Nueva Zelanda.
—¿Y tus padres?
__(Tn) hizo una mueca.
—Mi madre también fue madre soltera, pero en sus tiempos era mucho peor. Es irlandesa y católica... en fin, se mudó a Australia cuando yo era muy pequeña, pero para entonces ya era una mujer amargada.
—¿Sigue viviendo aquí?
—No, hace un par de años volvió a Irlanda. Se llevó un disgusto cuando supo que yo estaba embarazada, me dijo que estaba loca. Pero te aseguro que somos muy diferentes.
—No lo dudo. Tú tienes mucha personalidad, __(Tn) Denton. Eres muy valiente.
—¿Valiente? No lo creo —suspiró Jessie—. La verdad es que pasé mucho miedo. Por no hablar de la depresión. No una depresión posparto, sino preparto. Pero no podría haber hecho otra cosa. Emily es mi niña y, aparte de los problemas económicos, ha sido una experiencia increíble. No la cambiaría por nada del mundo. Además, ahora tengo un trabajo decente y se acabaron los problemas de dinero.
Recalcó eso porque no quería que pensara que necesitaba ayuda de ningún hombre.
—He leído en tu currículum que has trabajado de camarera. ¿Qué tal?
Ella se encogió de hombros.
—Ya te puedes imaginar. Pero es lo único que encontré, además del trabajo con Jack Keegan. ¿Tú sabes lo que cuesta una muñeca Felicity?
—Pues sí, la verdad es que sí lo sé. Tengo que regalarle una a mi sobrina. Podríamos ir juntos de compras.
__(Tn)sonrió.
—¿Piensas seducirme en la sección de muñecos de peluche? ¿Qué quieres, ahorrarte una cena?
Nick soltó una carcajada.
—No creo que un hombre tacaño pudiera seducirte, __(Tn)
—Uno lo hizo. Y el resultado es Emily.
—¿Y vas a castigarme a mí por eso?
—Digamos que ahora tengo más cuidado. Además, no has tenido suerte. Dora compró la muñeca el sábado, así que tendrás que comprar la muñeca Felicity tú solito. Un consejo, por cierto, hazlo pronto o te quedarás sin ella.
—Lo haré —sonrió Nick—. Estamos llegando a Roseville, por cierto.
__(Tn) miró de nuevo su reloj.
—Vamos a llegar justo a tiempo.
—¿Y si llegas tarde qué pasa?
—Que te ponen una multa por cada cuarto de hora.
—¿Y si ha habido un accidente y estás retenida en un atasco?
—Por eso pienso tomar el tren a partir de ahora.
Pero así te harás una idea de lo estresante que es ser madre soltera. No tengo mucho tiempo libre.
Gira ahí, en esa calle. Es una casa pintada de azul.
No tiene pérdida.
—¿Trabajarías si no tuvieras que hacerlo? —preguntó él, mientras doblaba la esquina.
—No tengo que trabajar. Podría quedarme en casa cobrando el subsidio. Pero no creo que ése sea un buen ejemplo para Emily. Yo creo que si uno puede trabajar, debe hacerlo. Además, me gusta tener dinero. El subsidio es un asco, te lo aseguro.
—¿Y si estuvieras casada y tu marido ganase mucho dinero? ¿Trabajarías entonces?
__(Tn) sonrió.
—Yo no suelo fantasear, Nick.
—Estaba pensando en la mujer de mi hermano, Lisa. No trabaja y yo pensé que era feliz, pero por lo visto no es así. Le aconsejé que contratara a una niñera y fuese al gimnasio, pero tengo la impresión de que eso no es más que una solución temporal. Creo que necesita algo más.
—Debería buscar una buena guardería y ponerse a trabajar, aunque sea a tiempo parcial. O hacer trabajo voluntario. Seguramente necesita la compañía de un adulto. Y algún reto, además de ser madre y esposa.
—Sí, es un buen consejo —suspiró Nick—. Ah, ahí está la casita azul. Y faltan dos minutos para las seis. ¡Lo hemos logrado!
—Afortunadamente —dijo ella, saliendo del coche—. Muchas gracias, Nick. Por favor, no me esperes. Mi casa está a diez minutos de aquí. Hasta mañana.
Sin esperar respuesta, cerró la puerta y entró corriendo en la guardería.
Nick se quedó mirándola, con una sonrisa en los labios.
—No vas a librarte de mí tan fácilmente, cariño.
Después de quitar la llave del contacto, salió del coche, se cruzó de brazos y esperó pacientemente el retorno de__(Tn).
maru!!
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